Misa Crismal 2024

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Diócesis de San Cristóbal

RITUAL
MISA CRISMAL

Presidida por:

MONS. MARIO DEL VALLE MORONTA


RODRÍGUEZ
Obispo de la Dió cesis de San Cristó bal

«Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros»
(Sal 45,7-8).
RITOS INICIALES
Monitor:
Nos disponemos a vivir la Misa Crismal, en esta celebració n
nuestros pastores renovaran los compromisos que como
sacerdotes está n llamados a cumplir en el seguimiento y la
configuració n a Cristo Jesú s. Nuestro Obispo, bendecirá los
santos oleos y consagrará el Santo Crisma, recordá ndonos que
estos son los llenos de la virtud del Espíritu Santo, que se hace
presente en todas las acciones sacramentales de la Iglesia, a
través de las cuales seguirá construyendo la unidad diocesana,
con un corazó n dispuesto y llenos de alegría, recibamos a
nuestros pastores y como pueblo de Dios participemos jubilosos
de esta santa Eucaristía

Canto de entrada

Reunido el pueblo, el Obispo con los concelebrantes, el ordenando


y los ministros van en procesión al altar mientras se entona el
canto de entrada. Cuando llegan al altar, hacen la debida
reverencia, el Obispo besa el altar y lo inciensa. Después se dirige
con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el
Obispo dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


Todos: Amén.

El Obispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo con la fórmula


siguiente:
La gracia de nuestro Señ or Jesucristo, el amor del Padre y la
comunió n del Espíritu Santo estén con todos ustedes.

El pueblo responde con la siguiente fórmula: Y con tu espíritu.

El Obispo invita a los fieles al arrepentimiento:

Humildes y penitentes, como el publicano en el templo,


acerquémonos al Dios justo, y pidá mosle que tenga piedad de
nosotros, que también nos reconocemos pecadores.

Se hace una breve pausa en silencio. Después el Obispo, dice:


Señ or, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El Obispo prosigue: Muéstranos, Señ or tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvació n.

El Obispo concluye con la siguiente plegaria:


Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

SEÑ OR TEN PIEDAD


GLORIA

ORACIÓN COLECTA

Oremos
Dios nuestro, que por la unció n del Espíritu Santo
constituiste a tu Hijo unigénito Mesías y Señ or:
concede propicio
a quienes hiciste partícipes de su consagració n,
que lleguemos a ser ante el mundo,
testigos de la redenció n.
Por nuestro Señ or Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA
Monició n:

El Señ or Jesú s ha sido ungido por el Espíritu Santo cuá l señ or


como el mesías, es el esperado de las naciones, en él se cumplen
todas las profecías, él nos amó y nos purificó de nuestros
pecados por medio de su sangre, he hizo de nosotros un reino
sacerdotal. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 61, 1-3a. 6a. 8b-9
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha
enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones
desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la
libertad, para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de
nuestro Dios, para consolar a los afligidos, los afligidos de Sión; para cambiar
su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su abatimiento en
cánticos. Vosotros os llamaréis «Sacerdotes del Señor», dirán de vosotros:
«Ministros de nuestro Dios.» Les daré su salario fielmente y haré con ellos un
pacto perpetuo. Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre
los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el
Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 88, 21-22. 25 y 27

R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,


anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: “tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad”. R.

Sellé una alianza con mi elegido,


jurando a David mi siervo:
“te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades”. R.

Encontré a David, mi siervo,


y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,


por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» R.

SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 1,5-8
Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito
de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama,
nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un
reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los
siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá;
también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán
por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el
que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»

Palabra de Dios.

Canto Interleccional

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 4,16-


21
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la
sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la
lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró
el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él
me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para
anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a
los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el
libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos
fijos en Él. Y Él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis
de oír.»

Palabra del Señor.

HOMILIA

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS SACERDOTALES

MONICIÓN
Los obispos y los sacerdotes presentes, en virtud del sacramento del orden,
están llamados a compartir la solicitud por la misión de Cristo Redentor, hoy
ellos renovaran sus promesas sacerdotales que hicieron el día de su
ordenación. En primer lugar, el último de los sacerdotes que ha sido ordenado,
interrogará a los obispos sobre las promesas hechas el día de su consagración
episcopal. Seguidamente el obispo diocesano interrogará a los sacerdotes
acerca de los compromisos adquiridos el día de su ordenación. Acompañemos
en este momento a nuestros pastores orando en silencio.
Al los obispos

S. Queridos padres quieren seguir consagrándose hasta la muerte al ministerio


episcopal, heredado de los apóstoles y que por la imposición de manos le fue
conferido por el Espíritu Santo
R. Si quiero

S. quieren continuar anunciando con fidelidad y constancia el Evangelio de


Jesucristo
R. Si quiero

S. Quieren continuar edificando la Iglesia, cuerpo de Cristo y permanecer en


unidad con el orden de los obispos, bajo la autoridad del sucesor de Pedro.
R. Si quiero

S. Quieren seguir obedeciendo fielmente al sucesor de Pedro


R. Si quiero

S. Quieren continuar cuidando del Pueblo Santo de Dios y dirigirlo por el


camino de la salvación, con amor de padre, ayudado por los presbíteros y
diáconos
R. Si quiero

S. Quieren ser siempre bondadosos y comprensivos con los pobres, con los
inmigrantes y con todos los necesitados.
R. Si quiero

S. Quieren como buenos pastores buscar siempre a las ovejas dispersas y


conducirlas al aprisco del Señor.
R. Si quiero

S. Quieren orar continuamente a Dios Padre Todopoderoso en favor del


Pueblo Santo y ejercer de manera irreprochable las funciones del sumo
sacerdocio.
R. Si quiero con la gracia de Dios.

A los presbíteros

Obispo
Amadísimos hijos: Al volver a celebrar hoy la conmemoración anual del día
en que nuestro Señor Jesucristo comunicó a los apóstoles y a nosotros su
sacerdocio, ¿quieren renovar ustedes los compromisos hechos en otro tiempo
ante su obispo y ante el pueblo santo de Dios?

R. Si quiero
Obispo
¿Quieren estar más plenamente unidos a Cristo y configurarse con Él,
renunciando a ustedes mismos, reafirmando el compromiso de cumplir los
sagrados deberes que, movidos por el amor a Cristo y para servir a la Iglesia,
aceptaron con gozo el día de su ordenación sacerdotal?

R. Si quiero

Obispo
¿Quieren ser fieles dispensadores de los ministerios de Dios por la celebración
de la santa Eucaristía y demás acciones litúrgicas y por el desempeño fiel del
ministerio sagrado de enseñar, siguiendo a Cristo, Cabeza y Pastor, no
codiciando las riquezas, sino solamente movidos por el bien de las almas?

R. Si quiero

Enseguida, el obispo, se dirige al pueblo y prosigue:

Y, ustedes, queridos hijos, oren por sus sacerdotes para que el Señor derrame
abundantemente sobre ellos sus dones, a fin de que, siendo fieles ministros de
Cristo, Sumo Sacerdote, los conduzcan a ustedes a Él, que es fuente de
salvación eterna.

EI Pueblo responde: Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo
Oren también por mí, para que sea fiel en el ministerio apostólico
encomendado a mi humilde persona y realice cada día de una manera más
viva y perfecta, la imagen de Cristo Sacerdote, Buen Pastor, Maestro y Siervo
de todos.

EI Pueblo responde: Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo
El Señor nos conserve a todos en su amor y nos conduzca a todos, pastores y
grey, a la vida eterna.

Todos responden: Amén.

PROCESIÓN CON LOS ÓLEOS

MONICIÓN
Ahora en procesión, son presentados ante el altar los santos oleos que serán
bendecidos y el santo crisma que será consagrado. Que nosotros que
celebramos unidos en la fe estos santos misterios, nos trasformemos en
imagen de Cristo Jesús y por la acción del Espíritu Santo seamos ofrenda
grata a Dios nuestro Padre.

Bendición del óleo de los enfermos

Monitor: Presentamos al Señor el aceite que pronto será el óleo de los


enfermos, será bendecido y por el cual los sacerdotes en el sacramento de la
unción, ungirán a los hermanos que padecen enfermedades o se encuentren en
peligro de muerte, para fortalecerlos en la fe y al restituirle la salud si el Señor
lo quiere.

ORACIÓN

Señor Dios, Padre de todo consuelo, que, has querido sanar las dolencias de
los enfermos por medio de tu Hijo, escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Paráclito sobre este óleo. Tú que
has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de
nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición ✠ este óleo para que cuantos sean
ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten
alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea
para nosotros óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor.
[Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.]

Bendición del óleo de los Catecúmenos

Monitor: Presentamos al Señor el aceite que pronto será el óleo de los


catecúmenos, es signo de fuerza y compromiso, para que con el sean ungidos
los futuros cristianos, para que reciban la fuerza necesaria que los impulse a
renunciar a las asechanzas del maligno y a los vicios del pecado y continuar
así su camino catecumenal.

ORACIÓN

Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite un
símbolo de vigor, dígnate bendecir ✠ este óleo y concede tu fortaleza a los
catecúmenos que han de ser ungidos con él, para que, al aumentar en ellos el
conocimiento de la realidades divinas y la valentía en el combate de la fe,
vivan más hondamente el evangelio de Cristo, emprendan animosos la tarea
cristiana, y, admitidos entre tus hijos de adopción, gocen de la alegría de
sentirse renacidos y de formar parte de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R/. Amén.
Consagración del Santo Crisma

Monitor: Presentamos al Señor el aceite que pronto será el sagrado Crisma,


toma su nombre de la palabra Cristo, el ungido del Padre. Este óleo se
utilizará para ungir a los recién bautizados y así marcarlos con el sello del
Espíritu Santo. Los confirmados serán ungidos por el signo del don del
Espíritu. Se ungirán también las manos de los presbíteros, la cabeza de los
obispos y además se ungirán los templos y altares en su dedicación.

ORACIÓN

Hermanos, pidamos a Dios Padre todopoderoso que se digne bendecir y


santificar este ungüento para que aquellos cuyos cuerpos van a ser ungidos
con él sientan interiormente la unción de la bondad divina y sean dignos de
los frutos de la redención.

Entonces el obispo, sopla sobre la boca de la vasija del crisma, y con las manos extendidas
dice la siguiente oración de consagración:

Señor Dios, autor de todo crecimiento y de todo progreso espiritual:


recibe complacido la acción de gracias que gozosamente, por nuestro medio,
te dirige la Iglesia. Al principio del mundo, tú mandaste que de la tierra
brotasen árboles que dieran fruto, y entre ellos el olivo, que ahora nos
suministra el aceite con el que hemos preparado el santo crisma.
Ya David, en los tiempos antiguos, previendo con espíritu profético los
sacramentos que tu amor instituiría en favor de los hombres, nos invitaba a
ungir nuestros rostros con óleo en señal de alegría. También, cuando en los
días del diluvio las aguas purificaron de pecado la tierra, una paloma, signo de
la gracia futura, anunció con un ramo de olivo la restauración de la paz entre
los hombres.
Y en los últimos tiempos, el símbolo de la unción alcanzó su plenitud:
después que el agua bautismal lava los pecados, el óleo santo consagra
nuestros cuerpos y da paz y alegría a nuestros rostros. Por eso, Señor, tú
mandaste a tu siervo Moisés que, tras purificar en el agua a su hermano
Aarón, lo consagrase sacerdote con la unción de este óleo.
Todavía alcanzó la unción mayor grandeza cuando tu Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, después de ser bautizado por Juan en el Jordán, recibió el
Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó tu voz declarando que él era tu
Hijo, el Amado, en quien te complacías plenamente. De este modo se hizo
manifiesto que David ya hablaba de Cristo cuando dijo: «El Señor, tu Dios, te
ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.»

Todos los concelebrantes, en silencio, extienden la mano derecha hacia el crisma, y la


mantienen así hasta el final de la oración.

A la vista de tantas maravillas, te pedimos, Señor, que te dignes


santificar con tu bendición † este óleo y que, con la cooperación de Cristo, tu
Hijo, de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre de crisma, infundas en él
la fuerza del Espíritu Santo con la que ungiste a sacerdotes, reyes, profetas y
mártires, y hagas que este crisma sea sacramento de la plenitud de la vida
cristiana para todos los que van a ser renovados por el baño espiritual del
bautismo; haz que los consagrados por esta unción, libres del pecado en que
nacieron, y convertidos en templo de tu divina presencia, exhalen el perfume
de una vida santa; que, fieles al sentido de la unción, vivan según su
condición de reyes, sacerdotes y profetas y que este óleo sea para cuantos
renazcan del agua y del Espíritu Santo, crisma de salvación, les haga
partícipes de la vida eterna y herederos de la gloria celestial. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R.: Amén.

LITURGIA DE LA EUCARISTIA

Canto de ofertorio

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Señor, por la fuerza de este sacrificio,


que purifiques nuestra antigua condición pecadora
nos hagas crecer en vida nueva
y nos concedas la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

PREFACIO
C. El Señ or esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
C. Levantemos el corazó n.

A. Lo tenemos levantado hacia el Señ or.


C. Demos gracias al Señ or, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvació n
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señ or, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Que constituiste a tu ú nico Hijo


Pontífice de la Alianza nueva y eterna
por la unció n del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
perpetuar en la Iglesia su ú nico sacerdocio.
É l no só lo confiere el honor del sacerdocio real
a todo su pueblo santo,
sino también, con amor de hermano,
elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposició n de las manos,
participen de su sagrada misió n.

Ellos renuevan en nombre de Cristo


el sacrificio de la redenció n,
preparan a tus hijos el banquete pascual,
presiden a tu pueblo santo en el amor,
lo alimentan con tu palabra
y lo fortalecen con los sacramentos.

Tus sacerdotes, Señ or, al entregar su vida por ti


y por la salvació n de los hermanos,
van configurá ndose a Cristo,
y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.
Por eso,
nosotros, Señ or,
con los á ngeles y los santos
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo..

SANTO
PARA DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS

I
La Iglesia en camino hacia la unidad
Santo eres en verdad y digno de gloria,
Dios que amas a los hombres,
que siempre estás con ellos en el camino de la vida.
Bendito es, en verdad, tu Hijo,
que está presente en medio de nosotros
cuando somos congregados por su amor,
y como hizo en otro tiempo con sus discípulos,
nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.

3. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:


CC Por eso te rogamos, Padre misericordioso,
que envíes tu Espíritu Santo
para que santifique estos dones de pan y vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz


conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan para nosotros
en el Cuerpo y + la Sangre

Junta las manos.


de Jesucristo, nuestro Señor.

4. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor deben pronunciarse
claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas
palabras.
Él mismo, la víspera de su Pasión,
en la noche de la Última Cena,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:


tomó pan, te bendijo, lo partió
y se lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo


adora, haciendo genuflexión.

5. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:


tomó el cáliz,
te dio gracias
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.
TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora,


haciendo genuflexión.

6. Luego dice:
CP
Éste es el Misterio de la fe.

O bien:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:


Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

O bien:
CP
Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.

Y el pueblo prosigue, aclamando:


Cada vez que comemos de este pan
y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien:
CP
Éste es el Misterio de la fe, Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:


Salvador del mundo, sálvanos,
que nos has liberado por tu cruz y resurrección.

7. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Por eso, Padre Santo,


al celebrar el memorial de Cristo, tu Hijo, nuestro Salvador,
a quien por su pasión y muerte en cruz
llevaste a la gloria de la resurrección y lo sentaste a tu derecha,
anunciamos la obra de tu amor, hasta que él venga,
y te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de bendición.

Mira con bondad la ofrenda de tu Iglesia,


en la que se hace presente el sacrificio pascual de Cristo
que se nos ha confiado,
y concédenos, por la fuerza del Espíritu de tu amor,
ser contados ahora y por siempre
entre en número de los miembros de tu Hijo,
cuyo Cuerpo y Sangre comulgamos.

C1. Renueva, Señor, a tu Iglesia (que está en N.),


con la luz del Evangelio.
Consolida el vínculo de unidad
entre los fieles y los pastores de tu pueblo,
con nuestro Papa N., nuestro
Obispo N.*,

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


a mí, indigno servidor tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario, dice:
a mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo, indigno siervo
tuyo

y todo el orden episcopal,


para que tu pueblo brille,
en este mundo dividido por las discordias,
como signo profético de unidad y de paz.

C2 Acuérdate de nuestros hermanos (N. y N.),


que se durmieron en la paz de Cristo
y de todos los difuntos,
cuya fe sólo tú conociste:
admítelos a contemplar la luz de tu rostro
y dales la plenitud de la vida en la resurrección.

Y, terminada nuestra peregrinación por este mundo,


concédenos, también,
llegar a la morada eterna
donde viviremos siempre contigo
y allí, con santa María, la Virgen Madre de Dios,
con los apóstoles y los mártires,
(con san N. santo del día o patrono)
y en comunión con todos los santos,
te alabaremos y te glorificaremos
Junta las manos.
por Jesucristo, Señor nuestro.

8. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva, y dice:


Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos. Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN

Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Obispo, con las manos juntas,
dice:
Obispo: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el
Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:


Padre nuestro, que está s en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; há gase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la
tentació n, y líbranos del mal.

El Obispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:


Líbranos de todos los males, Señ or, y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de
pecado y protegidos de toda perturbació n, mientras esperamos la
gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.


Todos: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señ or.
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señ or Jesucristo, que dijiste a tus apó stoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y,
conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.

Junta las manos.


Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

El Obispo, extendiendo y juntando las manos, añade:


La paz del Señ or esté siempre con ustedes.
Todos: Y con tu espíritu.

Diácono: En la Alegría del Señ or dense fraternalmente la paz.

Cordero de Dios

A continuación, el Obispo, con las manos juntas, dice en secreto:


Señ or Jesucristo, la comunió n de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí
un motivo de juicio y condenació n, sino que, por tu piedad, me aproveche
para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

El Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un


poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
É ste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los
invitados a la cena del Señ or.

Y, juntamente con el pueblo, añade:

Todos: Señ or, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra
tuya bastará para sanarme.

El Obispo dice en secreto: El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida


eterna.

Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después toma el cáliz y dice


en secreto.
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.

Antífona de comunión Sal 88, 2

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por


todas las edades.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso,


que quienes han participado en tus sacramentos
sean en el mundo buen olor de Cristo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

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