CUENTOS

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

“EL CUENTO DE ÁNGELA”

Ángela nació en primavera, cuando el aire se vuelve más cálido, y el campo se llena de flores. Su
madre, Natalia, era una mujer joven, pero muy madura de espíritu, que al ser advertida de que, su
segunda hija, iba a ser ‘diferente’, que si quería tenerla, se quedó pensativa un momento, para
luego responder al médico: – ¿Diferente? No, especial… Y por supuesto que quiero tenerla, es mi
hija, la llevo en mis entrañas, igual que a su hermano, y siento su pulso en el mío. Ansío el
momento de ver su carita y acunarla entre mis brazos, porque estoy segura de que, esta niña
especial, es un regalo de Dios. El médico se quedó asombrado, literalmente con la boca abierta, y
después de tragar saliva, apenas acertó a decir: – No cabe duda, Dios confía a estos niños, a padres
especiales. Natalia sonriendo, le respondió que así era, y que estaba deseando verla y acariciarla. Y
cuando por fin vio la luz, un día soleado de mayo, los padres, observaron con cariño aquella
muñequita de ojos achinados, de pelusilla rubia, piel de porcelana, y una boquita de fresa. Cuando
se la enseñaron a su hermano Dani, éste se quedó asombrado, y abriendo mucho los ojos,
exclamó: – ¡Oh, parece un ángel! El nombre de Ángela Los padres se miraron felices, y el padre
tuvo la feliz idea de ponerle el nombre de Ángela, a lo que siguieron los aplausos del pequeño. ¡Sí,
él le había puesto el nombre a su hermanita!, se sentía importante, pues al fin y al cabo, como le
dijo mamá, él era el mayor, y tendría que cuidar y proteger a su hermana, a lo que el muchachito,
muy solemnemente, levantando su mano derecha, prometió cumplir como le correspondía. Los
tres lo recordarían, como una de las anécdotas más bonitas de su vida

Y fue transcurriendo el tiempo, Ángela iba creciendo, y sus rasgos especiales fueron haciéndose
más evidentes, pero de todos ellos, sobresalía su sonrisa, que desarmaba a todos, nadie podía
estar triste a su lado, pues ella le daba un abrazo, le dedicaba una sonrisa, y contagiaba su alegría y
ternura. Un día en que toda la familia estaba triste, porque había fallecido la abuela, Natalia no
pudo contener las lágrimas, porque había perdido a su mamá, y la echaría mucho de menos,
Ángela se acercó despacito, y besándola le dijo: – No llores mami, no la veremos en casa, pero
cuando se haga de noche… mira hacia el cielo, porque estoy segura de que, como era tan buena,
Jesús la habrá convertido en estrella, para que siga dándonos luz, y no la extrañemos tanto. Una
noche soñé que eso pasaba con las personas que queremos, y que nos quieren mucho. Todos se
miraron y empezaron a sonreír. Ángela, una vez más, lo había conseguido, les había enseñado la
sabiduría escondida, oculta para el resto de los mortales. Esa noche, cuando la niña se quedó
dormida, Dany entró en su cuarto procurando no hacer ruido, pero sus padres, que se habían
apercibido, le siguieron en silencio, y desde la puerta, observaron cómo el muchacho se
aproximaba a la cama y, le palpaba la espalda a su hermana. Los padres se miraron entre sí,
extrañados, hasta que la madre se acercó y le preguntó: – Hijo, ¿ qué haces?El chico respondió con
naturalidad: – Buscarle las alas mamá, a mí me parece que ya le tienen que estar saliendo.
“TODOS SOMOS DIFERENTES”

Cuenta una historia que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se reunieron y
empezaron a elegir las disciplinas que serían impartidas durante el curso. El pájaro insistió en que
la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo.
La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El
conejo quería, de todas formas, que la carrera fuera también incluida en el programa de
disciplinas de la escuela. Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un gran error.
Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales
practicasen todas las disciplinas. Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de
estudios. Al principio, el conejo salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta
velocidad como él. Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se
puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara.
El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No aprendió
a volar y, además, no pudo seguir corriendo como antes. Al pájaro, que volaba y volaba como
nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió. Por el inmenso
esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus alas, quedando muchos días sin
poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo. La misma situación fue vivida por un
pez, una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos. Al final, la escuela tuvo
que cerrar sus puertas. ¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que
todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes, habilidades, y también sus debilidades. Un
gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que los demás
sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que vamos conseguir con eso es que ellos
sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y por no hacer lo que realmente
les gusta. Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades, habilidades y
limitaciones. Si alguien es distinto a nosotros, no quiere decir él sea mejor ni peor que nosotros. Es
apenas alguien diferente a quien debemos respetar.
“LA BELLEZA INTERIOR”

Ángela era diferente. Y por ello muchos niños se reían de ella. Tenía unas orejas muy grandes y su
pelo siempre andaba encrespado. Su tez, más que blanca, era marmórea y sus pecas eran como
pequeños círculos que salpicaban todo su cuerpo de un rojo intenso. Los brazos colgaban de sus
hombros como alambres descuidados. Y todo ello se adornaba con unas enormes gafas de colores
que escondían sus pequeños ojos redondos. Sin embargo, Ángela era feliz. Se sabía distinta en su
aspecto físico, pero sabía que en su corazón era igual al resto de niños. A ella también le gustaba
jugar, disfrazarse, leer, ir al campo, hacer deporte, disfrutar del parque… No tenía miedo a ser
distinta, porque su abuelita le había enseñado desde pequeña que las diferencias no restan, por el
contrario, siempre suman. No obstante, todos los días Ángela tenía que aguantar las bromas e
insultos del resto de niños. José era el cabecilla y el más duro con ella. Instaba al resto de amigos a
competir para ver quien hacía el insulto más duro y cruel. Pero cuando estaba solo, sin su
cuadrilla, siempre callaba porque en el fondo era un gallina. Un día cuando todos jugaban en el
parque apareció Marta, la abuela de José. Está tenía problemas de visión y era la debilidad de su
nieto. José la adoraba y siempre cuidaba de ella. Marta, cuando había sido joven, había sido
pintora y profesora de arte en la escuela. Adoraba los colores y sabía descubrir y disfrutar lo que
otros no alcanzaba a ver

Marta, cuando descubrió a Ángela en el parque, supo valorar su belleza. Hacía muchos años que
no se sentía tan feliz y tan contenta. José al darse cuenta de lo que sucedía y ver que Ángela era
quien despertaba la felicidad perdida de su abuela Marta se dio cuenta de lo mal que se había
portado con la pequeña Ángela. Rápidamente se acercó a ésta para pedirle perdón por todo el
daño que le había hecho a lo largo del tiempo. Desde ese día Ángela y José se convirtieron en
amigos inseparable

¿Por qué Ángela era diferente?

¿Ella se sentía mal por ser diferente?

¿Por qué se metían con ellas los compañeros del colegio?

¿Qué tenía Ángela en su interior que nadie supo ver?

¿Hay alguien en tu colegio que tenga ese problema?

También podría gustarte