Taller Día de La Mujer

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8 de marzo: Día Internacional de las Mujeres

Desde 1975, se conmemora el Día Internacional de las Mujeres. En esta fecha,


mujeres y disidencias sexuales reafirman y reclaman la igualdad de derechos, y
denuncian la desigualdad y discriminación de género. Este recurso expone parte
de la historia de lucha, reclamos y logros de este movimiento e incluye actividades
para trabajar en cada uno de los niveles educativos.

Por la igualdad de derechos


El 8 de marzo se conmemora, desde 1975, el Día Internacional de las Mujeres. En
esta fecha, mujeres de todos los continentes reafirman y reclaman la igualdad de
derechos, y denuncian la desigualdad y discriminación de género.

Históricamente, la conmemoración de este día busca recordar y potenciar la lucha


de las mujeres por los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales, poniendo en la agenda pública las desigualdades a las que se enfrentan
cotidianamente en los espacios públicos y privados en relación con los hombres.
Por otra parte, desde hace algunos años, las personas lesbianas, gay, bisexuales y
trans, que también viven las consecuencias de un sistema que reproduce estigma,
discriminación y violencia, son parte de este colectivo que reclama por mayor
equidad e igualdad de trato y oportunidades.

Es decir, que la igualdad sigue siendo un horizonte que hay que continuar
construyendo, recuperando el recorrido de reflexiones, demandas y acciones
emprendidas por el movimiento de mujeres y otras identidades de género.

El primer instrumento de protección internacional de los derechos humanos


específico de las mujeres es la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (CETFDCM; en inglés, CEDAW),
de 1979. A partir de la CETFDCM, que goza de jerarquía constitucional en virtud del
artículo 75, inciso 22, de la Constitución nacional, y del reconocimiento de la
desigualdad que implica la exclusión o la imposibilidad de ejercer plenamente los
derechos de las mujeres, es que se les exige a los Estados observar y actuar en
función de esta realidad.

En el ámbito del derecho internacional se ha puesto especial énfasis en que, a la


perspectiva de género en el tratamiento de los diversos problemas sociales y sus
respuestas desde las políticas públicas —esto incluye a la educación—, se le debe
sumar asimismo el enfoque de interseccionalidad. Es decir, dar cuenta de cómo el
género se entrelaza con la edad, la condición social y cultural, la orientación
sexual, la identidad y expresión de género, la discapacidad, la etnicidad, el lugar
de nacimiento o residencia, el color de la piel entre otras categorías, que
contribuyen a que las distintas situaciones de discriminación o violencia adquieran
una singularidad que debe ser atendida.

¿Por qué el 8 de marzo?


Entre los antecedentes alrededor de esta emblemática fecha se encuentran las
numerosas huelgas por mejoras salariales, reconocimiento sindical y derecho al
sufragio sostenidas por obreras y feministas socialistas norteamericanas entre
1908 y 1910, que llevaron a la proclama del «Día Nacional de la Mujer» el 28 de
febrero de 1909, por parte del Partido Socialista de los Estados Unidos, en
solidaridad con otras movilizaciones ocurridas en ciudades como Chicago y Nueva
York.

Hacia 1910, se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres


Socialistas, en Copenhague. El tema central fue el sufragio universal para todas
las mujeres, y por moción de Clara Zetkin (Clara Eissner, de nacimiento), líder del
«levantamiento de las 20.000», se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el
Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en las
huelgas de 1908.

El 25 de marzo de 1911, pocos días después de la primera celebración del Día


Internacional de la Mujer Trabajadora en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, en
la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York se produjo un incendio que se cobró la
vida de 146 de trabajadoras textiles. Estas mujeres, en su mayoría inmigrantes,
habían sido encerradas por sus patrones, sin posibilidad de escape. Este evento
propulsó la atención mundial sobre las luchas de las mujeres y del feminismo por
sus derechos civiles, laborales y políticos, lo que motorizó la modificación de la
legislación laboral en los Estados Unidos, las campañas sufragistas con el lema
«Pan y rosas», la organización de centrales obreras femeninas en todo el mundo y
el reconocimiento creciente a escala internacional de la importancia del 8 de
Marzo.

Más cerca en el tiempo, en 1975, la Asamblea General de la Organización de las


Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo como Día
Internacional de la Mujer. Luego, en 2011, se conmemoró el centenario de los
acontecimientos que dieron origen a esta fecha emblemática con la premisa de
igualdad de género y el empoderamiento de la mujer (ONU Mujeres).

La democracia: un escenario para impulsar la lucha por los


derechos de las mujeres
El retorno de la democracia y del Estado de derecho en la Argentina, el 10 de
diciembre de 1983, supuso una fuerte presencia en el espacio público de distintos
movimientos y actores sociales, políticos y culturales. En ese contexto, el
movimiento feminista reapareció en las calles, creció, se fortaleció y manifestó
sus demandas de ampliación de derechos para las mujeres. Aun en los últimos
años de la dictadura, este movimiento se había ido expandiendo a partir de la
creación de algunas agrupaciones centrales en la transición democrática, como
Lugar de Mujer y ATEM-25 de noviembre. En los años siguientes, el movimiento
siguió creciendo, con la aparición de diversas organizaciones y publicaciones
emblemáticas: la Multisectorial de la Mujer (1984), la revista Unidas (1986),
los Cuadernos de Existencia Lesbiana (1987), la revista Feminaria (1988), la
Comisión Feminista por los 20 años de la Segunda Ola Feminista (1989), entre
muchas otras.

Además de la reivindicación por la ampliación de derechos, en los años ochenta el


movimiento feminista argentino instaló como tema prioritario en su agenda el
problema de la desigualdad y la violencia contra las mujeres. Así surgió, en 1983,
desde el seno del feminismo, el Tribunal de Violencia contra la Mujer, que acuñó,
tempranamente, el concepto de feminicidio para referirse a la especificidad de
estos crímenes. Asimismo, durante el primer Día Internacional de la Mujer
conmemorado en las calles, el 8 de marzo de 1984, el problema de la violencia
contra las mujeres estuvo presente en las pancartas y panfletos repartidos en la
Plaza de los Dos Congresos.

En este contexto, el movimiento de mujeres logró que algunas de sus


reivindicaciones históricas se convirtieran en derechos a partir de una serie de
avances legislativos y de políticas públicas. Entre las conquistas más
significativas es posible mencionar la patria potestad compartida (1985) y la ley
de divorcio vincular (1987).
Integrantes del grupo feminista ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer) protestan
en la Argentina el Día de la Mujer de 1984, después de que la fecha fue institucionalizada.
Fuente: Wikimedia commons

Durante estos años también comenzó a organizarse el Encuentro Nacional de


Mujeres que continúa realizándose en la actualidad. Estos encuentros posibilitan
que las participantes puedan conocerse, unirse, reflexionar, animarse, darse
fuerzas, tomar la calle y construir agenda política. El primer encuentro tuvo lugar
en la ciudad de Buenos Aires, en 1986, y fue impulsado por muchas de las
militantes políticas de los setenta que, después de la dictadura, volvían a la vida
pública, en muchos casos del exilio o la cárcel, abrazando el feminismo. Creían
que la apelación política ya no podía hacerse solo en clave de pueblo o de clase,
sino que había que incorporar la dimensión de género.

Los encuentros son jornadas que incluyen debates, tertulias, festivales y los ya
clásicos talleres, espacios heterogéneos, plurales y horizontales, donde
trabajadoras, líderes sociales, profesionales, académicas, militantes políticas y
amas de casa pueden expresarse y ser igualmente valoradas. Para muchas
mujeres es la posibilidad de hablar en público por primera vez, para otras es la
oportunidad de escuchar relatos de lucha en primera persona. Los encuentros
recorrieron distintos puntos del país y fueron los espacios embrionarios de
muchos de los temas clave de la agenda de derechos humanos en la Argentina.
Volante del Día Internacional de la Mujer. Multisectorial de la Mujer, 8 de marzo, 1985. Foto:
Fondo Elsa Cola Arena, Memoria Abierta.
Asimismo, gracias a la lucha y persistencia en los reclamos, los derechos de las
mujeres se fueron ampliando en los años noventa a partir de la ley de cupo
femenino (1991) y de las primeras leyes de prevención de la violencia dentro de la
familia (1997).

Un hecho político significativo ocurrió en nuestro país en las elecciones de octubre


de 2007, donde por primera vez una mujer, Cristina Fernandez, ganó las elecciones
y se convirtió en la primera mujer presidenta. En 2011, fue reelegida en su cargo.
Durante sus mandatos, el Congreso de la Nación aprobó algunas leyes
trascendentes en términos de derechos humanos, como por ejemplo la del
matrimonio igualitario y la ley que reconoce la identidad de género como un
derecho de todas las personas.

A pesar de los avances legislativos en materia de género en la posdictadura, los


reclamos y las denuncias del movimiento de mujeres contra la violencia, la
discriminación y la desigualdad continúan teniendo vigencia. Después de décadas
de lucha, muy recientemente, en el año 2020, el Congreso de la Nación sancionó
dos leyes importantes: por un lado, la llamada popularmente «ley de los 1000
días», que garantiza acompañamiento y asistencia durante el embarazo a las
mujeres y personas con capacidad de gestar y a niños y niñas hasta los 3 años
que así lo requieran. La otra normativa que se aprobó reconoce y garantiza el
derecho a la interrupción voluntaria del embarazo a las mujeres y a las personas
con capacidad de gestar hasta la semana 14, inclusive, del proceso gestacional.

Esta ha sido una de las demandas históricas del amplio movimiento de mujeres
para que la autonomía y la libertad de decisión sean una realidad efectiva a la hora
de ejercer los derechos sexuales y reproductivos.

Dos problemáticas sociales para pensar la desigualdad de


género:
la violencia machista y la división sexual del trabajo
«Ni una menos» es la expresión que desde 2015 se ha ido constituyendo en uno de
los emblemas más claros y populares vinculados a la violencia de género. El 3 de
junio de ese año, y luego de un femicidio que tuvo gran repercusión pública, la
sociedad entera salió a las plazas y a las calles de todas las ciudades del país
mostrando el repudio colectivo a la violencia de género en su expresión más
brutal.

En los últimos años, las marchas por el Día de la Mujer se realizan masivamente
en diferentes ciudades de nuestro el país. Entre sus consignas destacan las
proclamas de «Nosotras Paramos», «Ni una menos» y «Vivas nos queremos», pues
la violencia de género es otro de los nudos centrales que atraviesan las
experiencias de las mujeres y las personas LGTBIQ+. En la Argentina hay un
femicidio cada 18 horas y cientos de personas travesti y trans mueren por la
violencia a la que son sometidas a lo largo de su vida sin acceso a los derechos
básicos.
Paro Internacional de Mujeres el 8 de marzo de 2017, en Santa Fe, Argentina.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Comité


CEDAW) —órgano de supervisión de la CETFDCM—, afirmó en la Recomendación
General 19 que «la violencia contra la mujer es una forma de discriminación que
inhibe gravemente la capacidad de la mujer de gozar de derechos y libertades en
pie de igualdad con el hombre», de modo que los Estados deben adoptar medidas
efectivas para superar todas las formas de violencia basadas en el género. A su
vez, la Recomendación General 35 del año 2017 complementa y actualiza ese
alcance, haciendo hincapié en que la violencia está basada en el género y debe
leerse conjuntamente con la «expresión "violencia por razón de género contra la
mujer" como un término más preciso, que pone de manifiesto las causas y los
efectos relacionados con el género de la violencia».

En ese mismo sentido, cabe mencionar que en el ámbito de Naciones Unidas se


aprobaron en 2016 los «Principios sobre la aplicación de la legislación
internacional de derechos humanos con relación a la orientación sexual y la
identidad de género» (Principios de Yogyakarta). Este documento no es un
instrumento jurídicamente vinculante, pero establece estándares legales para
guiar la actuación de los Estados y otros agentes en materia de prevención y
erradicación de la violencia, abuso y discriminación sistemática que sufren las
personas LGBTIQ+.

El propio manifiesto del colectivo «Ni una menos» plantea:

«Parar, detener la vida cotidiana, hacer evidente nuestra producción de todos los días
en tareas de cuidado y domésticas, en el trabajo formal y también en el informal,
juntarnos para marchar desafiando una de las peores tormentas de la historia; todo
eso nos permitió complejizar y a la vez volver disponible de qué modo la violencia
patriarcal nos disciplina: no sólo en las relaciones interpersonales, también en los
modos en que nuestra fuerza de trabajo es explotada y ni siquiera reconocida».
Foto: Fernando Cipriani

Eso que llaman amor es trabajo no pago


El núcleo duro de la desigualdad de género se encuentra en la problemática social
de los cuidados, provocada por la división sexual del trabajo que regula las esferas
de lo público y lo privado, lo productivo y lo reproductivo y también el imaginario de
estos mundos como ámbitos escindidos. La distribución de las tareas de cuidado
es inequitativa, está generalizada y recae mayoritariamente en las mujeres,
personas travestis y trans u otras identidades feminizadas debido a que desde los
estereotipos de género imperantes son vistas como «cuidadoras naturales»,
repercutiendo en las trayectorias de vida de estas personas.

Poniendo la lupa sobre la idea de sostenibilidad de la vida, los aportes de la


economía feminista y de las teorías de la reproducción social dan cuenta de la
importancia del trabajo doméstico no remunerado para la reproducción de la vida
en un sentido amplio: todas las actividades y prácticas necesarias para la
subsistencia cotidiana de las personas en nuestra sociedad.

Este trabajo, mayormente feminizado, tiene implicancias en la forma en la que las


mujeres, personas travestis, trans, gay o lesbianas se insertan finalmente en el
mercado laboral, ya que se espera que atiendan a estas tareas gratuitamente —
pues es la manera preestablecida de demostrar cariño, amor o afecto—, mientras
prestan otros servicios como trabajadoras formales e informales, muchas veces
teniendo que, además, atravesar instancias de selección que aplican criterios
discriminantes para el ingreso al trabajo. Por ejemplo, cuando le preguntan a una
potencial trabajadora sobre su voluntad de tener hijo/as o si tiene parientes «a
cargo».

Además de la dimensión de género, esta problemática está atravesada por la


dimensión económica. Las tareas de cuidado, al no ser remuneradas, son
invisibilizadas. No aparecen incorporadas a las mediciones de la economía y esto
refuerza su escasa valoración social.

Las recomendaciones internacionales advierten a los Estados la importancia de


contar con información estadística sobre el uso del tiempo. A partir de la
Plataforma de Acción adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer
en Beijing (1995) se insta a los países a hacer estudios periódicos sobre el uso del
tiempo para medir cuantitativamente el trabajo no remunerado y mejorar la
información sobre las contribuciones de mujeres y hombres a la economía.

Resulta urgente atender a esta problemática, reconociendo que lo público y lo


privado no son ámbitos escindidos, y que las tareas de cuidado son un trabajo que
ocupa a las personas más allá de su identidad de género y que deben ser
reconocidas como tal. Queda un largo camino para que se logre liberar a las
identidades feminizadas de la responsabilidad excluyente sobre estas tareas,
responsabilizando a los hombres por igual y rompiendo de este modo con algunos
de los estereotipos de género que se encuentran más arraigados culturalmente en
nuestra sociedad. La educación es, sin dudas, una vía para construir una sociedad
diferente que se acerque cada vez a la igualdad de derechos de todas las
personas.

Actividades
Entre los antecedentes más relevantes del Día Internacional de las Mujeres,
encontramos las numerosas huelgas por mejoras salariales, reconocimiento
sindical y derecho al sufragio sostenidas por obreras y feministas socialistas
norteamericanas entre 1908 y 1910. Esto nos permite observar que, desde
principios del siglo XX, las mujeres se organizaron para reclamar por sus derechos
individuales, sociales, laborales y políticos. En la Argentina, las mujeres también
fueron un importante colectivo político durante el siglo pasado, pero adquirieron
mayor fuerza y presencia en las calles y en el Estado durante los años ochenta,
luego del regreso de la democracia en 1983.

• ¿Por qué decimos que la democracia favoreció la lucha de las mujeres en las calles
y la ampliación de sus derechos? ¿De qué manera?
• ¿Por qué el Día Internacional de las Mujeres se conmemoró públicamente por
primera vez en 1984? ¿Quiénes participaron?
• ¿Cuál fue la importancia de la Multisectorial de la Mujer?
• ¿Cuáles eran los reclamos que las mujeres expresaban en las pancartas y los
petitorios del 8 de marzo de 1984? ¿El Estado pudo responder a esas
reivindicaciones? ¿Cuándo y de qué manera?
Pueden observar también la galería de imágenes del artículo publicado en
LatFem «1984: primer 8 de marzo en democracia en Argentina».

Para continuar con el trabajo, se propone leer el capítulo 9, «Bienvenida igualdad»,


sobre la ley de divorcio (1987) y la ley de matrimonio igualitario (2010), y el
capítulo 24, «Los derechos de las mujeres», sobre el secuestro de Marita Verón
(2002) y los Encuentros Nacionales de Mujeres (1986 hasta el presente), del
libro Pensar la democracia (Ministerio de Educación, 2014) y responder:

• ¿Cuáles fueron los avances en materia de género desde los años ochenta hasta la
actualidad y qué problemáticas falta resolver?
• Cuando hablamos de género, ¿nos referimos solo a las mujeres?
• ¿Conocen la sigla LGTBIQ+? ¿A quiénes nombra, qué demandas tiene este
colectivo y cómo se relaciona con las luchas del movimiento de mujeres?
• ¿Qué leyes conocen que amplían derechos incorporando demandas de este
colectivo? ¿Qué derechos se reconocen en estas leyes?
• ¿Por qué creen que antes este colectivo quedaba fuera del reconocimiento o la
posibilidad de acceder a estos derechos?

Se propone ver el micro «Derechos civiles», que hace un resumen de la historia de


los derechos civiles de las mujeres previos al regreso de la democracia. Luego de
ver y escuchar este video, pueden conversar y realizar una línea de tiempo sobre
los derechos civiles y políticos que incluya los cambios implementados que
ampliaron los derechos de las mujeres y de las personas LGTBIQ+ hasta la
actualidad.

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