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Bilisabuelo

astros no preguntan, imponen la no única respuesta, por eso guardamos las distancias,
por eso te rajamos la cara por la espalda, me estaba preguntando por la nariz de Sila, por
mantenerte con vida, vamos hiperión, me digo, el cofre de la isla del tesoro es la isla,
mas el aislamiento es abstracción, luego el cofre sólo es ilusión, la desilusión afila el
machete, lo reluciente nunca vuelve a lucir del mismo modo, la mente es el robo de una
parte del cuerpo del mundo, max stirner te lo explica todo aplícate el mudo canto del
cráter, cisne dual, adiós cadenas piensas pero recaes en el váter y la mierda no se quema
a lo bonzo sino que se emboza a sí misma rollo exceso residual, national geographic al
óleo violando a una osa menor de edad mientras los maderos vomitan petróleo sobre el
tablero del monopolio, lo terrenal en huelga de alambre para que lo nacional se
desangre, el pacifismo es neuronanismo, albricias, cuando empatizas apenas simpatizas,
de ahí ametralladoras de arenas movedizas, mea-delanto en el tiempo contando graffittis
del sope, cago puro bilisirope, regreso del futuro de Sinope, y no, no me imagino a
Sísifo feliz, me lo imagino mordiendo la piedra y estallando de rabia extraña tragándose
la montaña y vomitando metralla, que su dolor se hunda en su pacer sensible, nuestro
placer se funda en joder lo imposible.

Goteros Rama Zote


no sería prudente llamar a la ambulancia sin conocer personalmente lo conductor cuánto
la troikadedra contraabundancia caja de resonancia de lo productor, relámpago flota
sobre el piélago estelar, noche ciénaga rota negra caries molar lo antigenial se ahorcó
hace tiempo pero le niegan la esquela del conocimiento espera como quien busca
agazaprado sabiéndose la vela que lustra el barro, varias cabezas etruscas se asoman,
sonriendo al rádar de la tierra roma, de crío me corté el frenillo con un cristal desperté
mirando el gotero por la ventana un hálito vital es cagar sobre smétana me entierro en la
playa y el cielo estalla…

Frenesífilis
bajaba al trastero a menudo a masturbarse con la bicicleta desorden le impedía
concentrarse en el carro de la compra la caja de herramientas abierta y algunas sillas de
playa trabajaba en la limpieza de un colegio de las afueras se limpiaba con bufanda y la
lavaba con calgon siempre caminaba con paso firme y pelo graso no es fácil movilizar
masa, Tronco Triste, se decía, entre risas malvadas hablaba lo menos posible le
encantaba recrear la muerte de old-newton ideas en neblina de ultramar, exceso
desértico cámara filmando llega el verano y el oso no despierta camellos, leones, niñas,
ruido ensordecedor, si me saludan en el camping les incrusto la navaja, al anochecer el
gran sapo me chiva la parcela, estrellas se meten los dedos y vomitan en el río,
excesivos frutos secos contra la humedad opinante, insectos acechantes, vientre abierto
bajo el puente, lugar ideal para no serlo, sigue a ese relámpago, colecciono jabones de
manos de estaciones de servicio, pelo escapa del cuero, vuela globo hijo de rector, se ha
follado a una vaca o algo, sí, algo sacrosanto, sólo parecía tener ojos para mininiñas
jodidas, carpeta vieja escuela, cartón azul, cuerdas roídas, joder qué pasada Tr, es una
puta máquina de vending, donueces, alcacahuetes, engominolas, da cambio y todo,
canto gregoriano, precisamente, las articulaciones destino al mismísimo centro de una
discoteca ruinosa en el polígono industrial más pajillero del condado, vaya, susurró Tr,
esperando que llegase el final,

Diapasión marrón

confunden cimiento con cemento, matar con remordimiento,


democracia es urnamento, resonancia del racionamiento,
el desperdicio es el precio que aterra, reseña contra-seña,
troikadedra es un desierto lleno de madera para leña,
sociedad igual a catastro, mas turbación y menos esperma,
multicrucificción, hijastro, por qué me has abanderado, eccema,
bájate los calzones y lámeme el bíceps, hijo de mi carne-gra,
puto miguel ángel, qué cojones dices moderno de mierda,
madero de paisano sin pantalón saca de su ano un diapasón
y tras obtener un la marrón susurra una canción valiente
después chupa el diapasón y lo devuelve a su interior caliente
finalmente pasa un camión y se lo lleva por delante,
ente se ahoga bebiendo de la fuente de su cuello abierto,
un madero en caja de acabcia valga la rebuznancia
varios galgos comiendo jalapeños y bebiendo cerveza rancia
de entre los agujeros que el cadáver de un cazador escancia,
trineos bomba tiñen las estaciones de esquí de rojo
y la temporada es algo desastroso se oye por doquier
la sangre sobre la nieve polvo es preciosa como el joder
de un mujer coja arrancando el ojo de un mulato meloso
caetano veloso recibiendo el zarpazo de un oso
metaesféricos cerdos en bacanal violando lo ibérico
el poso de lo maternal baja cadavérico por el canal
el barro histérico se corre y se mea en tu cara funeral
el sarro dental de un monje peludo en un oscuro cabaré
revienta el guarro vientre-culo de motosierra caballé
y hallé un mar de temblores allende la errata del valor

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el bucear de los comedores de patatas de Van Gogh….

Camarerosión
Cuando entras a un bar y te das cuenta rápidamente que el camarero o está muerto o lo
ha estado y ha resucitado, cuando comprendes de primera mano lo determinado de la
indeterminación puedes escuchar hablar a las cicatrices de su cabeza calva y verlas
cambiar de sitio sobre la superficie craneal cuales lombrices, luego lo más natural,
después de quedarte mirándolo un buen rato, es que recibas una mirada vomitada y al
instante comprendas por qué no te dice la típica frase tengo maoríes en la cara o qué y
reparas, cuando le vas a pagar, en la existencia de un mecanismo de mediación entre tú
y él de modo que la violencia en potencia del roce de tu piel no le infecte ni le afecte y
hasta que no pagas todo el montante inerte de la consumición no te mira a la cara y
cuando la máquina de medición y mediación recibe la cantidad programada emite un
graznido y el camarerosión te acercaría tu consumición con su micción pero se corta un
pelo y se le nota porque parece que el asco va a hacer explosión dentro de su cuerpo y te
preguntas: ¿y si es un tipo normal? y no puedes evitar des o acojonarte pero lo vuelves a
mirar y ves en él la mezcla perfecta entre asco e indiferencia y querido oyente de goma,
puedes ir a verle si lo deseas y no es broma: es un bar de la calle san vicente de paúl, si
bajas hacia el ebro, en la acera de la derecha, poco antes de llegar al metadona, es
brutal, imagino que si vas y le dices, disculpa, es que unos pavos te nombran en una
canción y nada más empezar a hablar te das cuenta de toda imposibilidad de
conversación entre tú y camarerosión y si decides seguir hablando puede ser que te
arrepientas para toda la vida, o puede ser que la máquina mediadora no reciba el
suficiente dinero a abonar y el camarerosión no te considere un ser a tratar, bajo el
original método clasificador ontológico que debe manejar, cuando de repente se le
forma un agujero cicatrizacional en un su frente, al recolocarse y juntarse en un punto
todas las cicatrices del cuero no cabelludo y de ese agujero negro emerge una voz
gutural que sufre pero cuyo mensaje no se puede explicar con lenguajes al uso y la
madera entra en el bar a investigar el asísenato y camarerosión hace un gesto innato y la
máquina mediadora les dispara durante un rato y el camarerosión se sirve una cerveza y
echa un trago y en su carabeza se atisba una sonrisa tan tan tan apagada como la puta
que pagó tu madremeada para que violases a tu padre con un perchero y un japo y siento
como si el mismísimo camarerosión se hubiese colado en esta canción y noto un codazo
proveniente del auricular izquierdo y siento que es él sin duda y le pido perdón rollo
cura y estoy más que seguro de que haga lo que me haga no va a tener cura,

Cagando Grecia Antigua


Sófocles sofocando un fuego a base de pis
en la boca lacrimosa de un bebé pisoteado
platón enterrando viva la idea de bien,
Sócrates lamiendo un billete de cien rrr
rajando la tripa de una partera extranjera
y ofreciendo la vida en sacrificio

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conócete a ti mismo para ser un necio
el cinismo no es más que un sacrilegio
la crítica de la quínica no tiene precio,
clínica política la idiotez de lo arpegio,
el clinamen es clave mira pero no midas
el motor inmóvil cagando a escondidas
Aristóteles aterrado ante lo apéiron
Schurmann, Anaximandro y la anarquía
hallarás bellos camiones querida mercancía
todo el océano está en esta ría,
la antigua grecia es una puta de lujo
le debéis mucha panoja hijos de puta,
la tienda egregia siempre de rebajas
toda cultura no es más que una raja
el machete camello dice sí al afilador
y se convierte en león saltándose un paso,
de qué mierda estás hablando niña,
el pájaro espinoza la prosa se aproxima,
el tres coma catorce momento hegeliano,
con razón napoleón suicidado a caballo,
lo real se retuerce cuando es representado
presentación ante un tribunal masacrado,
constante liberación de anomalía meándose
heraclíteos cagando ñoquis kársticos
maría terresa oñate vatimorreándose
con el A-ristócrátelos estocástico

Tornillosamentas
Hirvientes continentes en contenedores bebedores inhibidores vividores de hoy esos
licores que decoran y doran la píldora que no soy, de Píndaro a penderecki, valientes
equivalentes, rectos policialmente correctos, comunistas de un espacio consumistas con
el tiempo, el cansancio y el tormento, gracias al abismo, hinduistas haciéndose ofrendas
a sí mismos me susurra brahmán susurrándose asimismo decir y ser dice un cura osado
de la mano de un monaguillo que al sonido de una nana se levanta la sotana y muestra el

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típico vestido negro metálico sado rodeado de cadenas y moraduras galácticas y la
viscosa baba del cura cae a grandes gotas asmáticas y del mármol pulido del suelo de la
iglesia brotan a modo de bonsáis inyecciones de anestesia y pensáis y pensáis en dios
sin saber sin saber que dios es un corsé y una glosa glasé y ya sé que me colgué y me
colgué tus huevos sangrantes de las orejas cuales pendientes bizarros para recordar el
camino a casa de mi sarro y sé sorber todo absolver para ver la guerra bailar y necesitar
matar como el comer

Edifecador
afuera llueve dice el cronopio todo cielo soltad el lastre de la ideolatría Cortázar diferir
inventar y descubrir Decidió fríamente no recoger su manta con cedés, cinturones y
cintas de karajan, al grito subversivo de bach es el éter se coloca una careta de
michelson y morley empuña un bifaz pensando en Deméter y de meterle una hostia
mortal a alguien a quién elegirías te pregunta un policía antes de morir, llegan los
señores peces gato sin mirada, mililitros militories en la guarida civil vuelan por los
aires como saltimbanksy borrachos de polla despertador y cuadra abre una alcantarilla y
mete una barra de pan confiando untar chewbaccamole molecular jamás podría haber
imaginado ver allí a gente fornicando sobre un fondo difuminado gris con ratas
violentamente y le pareció sentir la llamada super-atractiva de una hybris sintió una
descarga y se abrió un bocadillo con varias palabras de bruno Giordano abre comillas:
mejor palizas que cenizas no se cierran comillas suficientemente y el temporizador
regresando al presente pensó comprar un bono de quince palizas a un tuno a propinar a
un tuno a propinar el primer viernes de cada mes a las tres si los intereses aumentan haz
unas pesas en Suecia trabajando de cuenta-ombligos te enfrías y los jesuitas preparan
una rave con mucho cariño en el monte perdido y alquilan neveras y un equipo de
sonido y publican las coordenadas mediante algoritmos en plan acertijo y llega el día y
no va nadie y sube la demanda de niños alcásser el caso es que recuerdo estar en
calzoncillos en la estación de autobuses de salta, diciéndome no te llamas ca-campillos
pero te hará gracia la dis-con-cordancia, con la tara tapada y la cara capada aprieta el
gatillo mientras estalla: se acerca tormenta desértica de postre Leopoldo segundo viola
un átomo de cesio seguís orbitando un centro de gravedad árboles tan frondosos no
pueden ser pintorescos para pensar primero hay que descentrarse concentrarse sólo es
concretarse

Paz Sin Dientes


reciben su esencia de la mera inexistencia de equis agentes ideales pacientes
entes sin consciencia, realización idiota, paz sin dientes, exceso desértico,

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explosiones institucionales correccionales vértigo a ras de suelo asolador,
a fuego el juego reglas discrecionales el punto en que la línea se olvida
y a otra cosa no la llames pensar hijo puta, llámala por el verbo que no tendrá ni será,
terrorismo sustantivo ergo status quo sistemático, coproblemático,
en qué se basa la responsabilidad penal si tu substancia no permanece,
barco de Teseo ático, si te meto un navajazo ahora mañana seré feliz
no culpable, la culpabilidad es cosa de cables, yerra el comité de guerra,
la clave del control prismático es la imposición del deseo fático enfático,
composición metamarginal, la mano que mece la punta del machete original,
por qué lo difícil me pregunta un vendaje, el himensaje violado sigue brebaje,
el osado se acarició la cicatriz, era algo así como un gusano enterrado,
un túmulo, pensó, paz sin dientes, nadie deambulaba por aquel pasillo,
aguzó el oído en vano, el colmo del cúmulo ciro y lo estratopersa,
el malnacido armado con un cable pelado arañándote la cara como un gato
harto de su especie comparsa, lo absolutamente neutro arrasa
porque se trata y trata de lo superposterior y aspasia de policlínica
de mileto en un molino de viento viéndote pasar con el coche bebiendo
ponche bajo una sofocante noche de invierno vistiendo un poncho
de veintiocho kilos de peso y te encuentran en una acequia
y tienen que usar calculadora para sumar todos los agujeros de tu cuerpo
y se agotan las pilas y la energía solar y los dedos maderos
y el forense decide quemarte allí mismo por la noche porque hace frío
y se lleva a uno de sus hijos para que se caliente bajo la niebla
paz sin dientes

Ancianafilaxis
nada más agregar la tercera capa de loctite a mi cara me encontré con una anciana con
las bragas blancas bajadas esperando lo verde de un poste semafórico y después de
observarla unos momentos atómicos atónito la anciana se sacó un revólver negro del
felpudo gris y comenzó a apuntar a diversas cosas, a la matrícula de un coche fúnebre, a
una nube con forma de ubre, a una alcantarilla, al tranvía, a un bebé muerto dentro de un
carrito de bebé en avanzado estado de descomposición, y pude observar cómo muchos
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usuarios del interior del tranvía desaparecían de mi vista e imaginé algún que otro grito
arista de todos al suelo y algún madero de paisano haciéndose el gallito erigiéndose
monolito por lo que no me quedó más remedio que sonreír a la par que la anciana la
cual me miró amorosamente y se me acercó y alabó el reflejo de la piel de mi tez
pegamental y nos besamos con lengua inerte como una raqueta de mármol al dente
dentro de un volcán incandescente y pensé que sus bajos se parecían enormemente al
cuadro del origen del mundo de courbet pero la anciana me leyó el pensamiento y me
soltó una bofetada en la menor y me dijo: lamento no tener la menor intención de seguir
perdiendo el tiempo contigo y me apuntó con su revólver altivo como despedida y una
lágrima descendió lentamente por mi cara como una bala atrofiada en la vendida
Jordania y me quedé mirando el centro interno de su braga urania mientras se marchaba
y reparé en una brava, preciosa y precisa mancha barroca verde y volvió a leerme el
pensamiento pese a la no corta distancia que nos separaba y masculló unas palabras que
podrían traducirse por a morirse tonto del haba y la anciana seguía apuntando con su
arma a diversas cosas hasta que por fin escuché un disparo real y una mariposa se posó
en un idiotrabajador con la conciencia de clase de quien está orgulloso de tener
conciencia de clase a pesar de ser una mercancía de última fase y que trabajaba
repartiendo paquetes de cadenas y el paquete comenzó a sangrar y a vomitar la cena y la
anciana se meó un poco mientras se acercaba al repartidor que se meó otro poco al ver
el revólver negro humeante y la anciana le obligó a cantarle una canción de amor al
paquete de cartón sangrante y el idiotrabajador pareció comprender la lección al instante
ya que se clavó un destornillador por una oreja que le apareció por la otra y la anciana le
chupó la punta de estrella roja hasta que el idiotrabajador se desmayó y la anciana sacó
una esponja y secó el pis de sus piernas arrugadas cuales ojeras del tronco de un pino y
se largó caminando cual pingüino ya que sus bragas tensas a la altura de los tobillos le
impedían andar con normalidad

P.D.:urante los fuegos de artificio leyó una nota que rezaba lo siguiente:

trazos harto curvos y conjuntivos típicos, tal y como se enseña a escribir a los pobres
infantes sin explicarles que por mucho que junten las letras y formen palabras...
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Tiró 5 veces de la cadena en total. Gastó tres cuartos de rollo de papel higiénico. Temía
muy mucho que se le embozase el tema, por eso, se iba limpiando y tirando de la cadena
(quantos, paquetitos de agua y mierda) hasta finalizar la tarea. El culo quedó limpio,
aunque todavía notaba un ligero malestar en la tripa, luego ahí no se acababa la cosa.
Maldita sea. A la nota se la llevó consigo el tercer quanto. No, de ninguna manera se la
iba a guardar, no fuera a ser que la perdiese y que alguien la encontrase, menuda
vergüenza, menuda indecencia. Más bien.
Claramente la había escrito un adulto. El hecho de meter una coma entre paréntesis al
episcopado. Quizá le informasen de otros casos semejantes. Más valía guardarse las
espaldas. Definitivamente, no era una broma.
- Buenas tardes, bueno, en mi caso, porque ya he comido. Buenos días o buenas
tardes, en cualquier caso, soy María, profesora del colegio Miguel de Cervantes. Me
gustaría hablar con Don Ignacio, por favor.
- Buenos días para mí, María. Yo todavía no he tenido la suerte de comer, pero
ya se empieza a oler el estofado que están preparando en la cocina. Exquisito. Al habla
Don Emilio. Un placer escucharla, María. Ahora mismo le paso la llamada a Don
Ignacio a su despacho. Ya sabe, si al cuarto tono no contesta, es porque estará reunido o
habrá tenido que salir. Vuélvalo a intentar en cinco minutos. Estas horas deberían ser
más amistosas, pero ya sabe que la carga de trabajo es elevada estos meses. Hasta otra
ocasión, María, reciba un fuerte abrazo.
- Muchas gracias, Don Emilio.
Don Ignacio no cogió el teléfono. Pudo cogerlo pero no lo hizo. Porque sólo tenía una
mano ocupada. La derecha. A pesar de no ser zurdo, cualquier diestro sabe coger el
teléfono con la mano izquierda, estamos hablando de un teléfono fijo, un terminal
clásico. Así pues, ¿por qué Don Ignacio no quiso coger el teléfono aun pudiendo hacerlo
perfectamente? Además, nadie más había en su despacho, aparte de muchos papeles y
muchos libros y muchas carpetas y muchos clasificadores y un par de sillones y una
percha y unas cuantas esculturas y un gran cuadro que representaba la crucifixión de
Cristo en el momento en que es llorado por unas cuantas mujeres que a su vez parecen
dichosas por lo que esas lágrimas diríase que no se las cree ni Dios cogiéndose el rabo a
dos manos. ¿Quién diablos habría pintado semejante mierda? Ostentaba un aspecto
barroco, muy sombrío pero con desproporcionados puntos de luz (una cosa es el
contraste y otra cosa es el desastre, argüiría algún crítico de arte de mierda), las lágrimas
parecían diamantes, pretendía incidir en la sensibilidad del espectador de una manera
harto afectada. Se podían leer unas sofocantes iniciales a modo de firma: I D. El año:
2003. No había que ser muy listo para asociar esa I con la de Don Ignacio.
Mortadela volvió a llamar a los cinco minutos y por entonces Don Ignacio ya había
terminado y cogió el teléfono esta vez. Venía de su bañito privado, se había mojado la
cara y el pelo y se había rociado un suspiro de colonia. Sí, se acarició el rabo pero como
quien acaricia a un perro extraño por quedar bien. Exhaló profundamente antes de
hablar.
- Dígame, María -le había pasado la llamada Don Emilio, informándole en el
ínterin sobre la identidad de la conferenciante-. Buenos días, para mí, que todavía no he
comido. Pero no sabe lo rico que huele por aquí ya, suben unos vapores sabrosísimos de
las cocinas, realmente prometedora la comida, demos gracias a Dios. Dígame, María, ya
estoy con usted.

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- Buenas tardes, digo, buenos días, Don Ignacio (al oír Don, el miembro viril de
Don Ignacio fluctuó en un escalofrío). Soy María, profesora del colegio Miguel de
Cervantes.
- Sí, ya sé, María. Les tengo bien fichados a todos, no se preocupe. Además,
como usted supondrá, tengo predilección por ese colegio de cuyo nombre no me puedo
acordar, je, je.
María dudó: ¿era "no me quiero" o "no me puedo" acordar? y no dijo:
- Tu puta madre, cabrón.
Y dijo:
- Verá, Don Ignacio, le llamaba para informarle de un hecho que me ha ocurrido
esta mañana en el colegio. Verá, ayer me descuidé y olvidé el teléfono y esta mañana lo
he encontrado en la caja de objetos perdidos. Hasta aquí todo bien, pero en la parte de
atrás de mi teléfono había una nota.
- Sí, María. Le sigo.
Le picó el gemelo y no se rascó y el cielo formó una nube de forma de Madagascar.
- La nota decía literalmente: "El diablo quiere verte. No es broma". Pero entre la
palabra "no" y la palabra "es" había una coma, y esta coma iba entre paréntesis. Es un
poco extraño.
- Disculpe María, no le sigo bien en este punto. ¿Tiene la nota ahí delante,
consigo?
- Sí -mintió María.
- Bueno, pensándolo mejor, y vista la (casi dijo “puta” pero se abstuvo y se le
escapó un pedo tan grave, por debajo de 10 herzios, que sólo un Perro Brutal pudo oír)
gravedad del asunto, a primera vista, valga la redundancia, debería pasarse por el
episcopado, por mi despacho, me gustaría ver la nota personalmente y llegar hasta el
fondo del asunto. No doblegaremos jamás ante chantajes y extorsiones en la escuela
pública. Ese es nuestro deber, que a su vez delega del mandato de Dios Nuestro Señor.
¿Podría venir esta tarde a las cinco?
- Mm, me temo que no puedo, Don Ignacio, tengo un curso que comienza a las
cuatro y media -mintió María, e iban dos.
Hija de puta pensó el otro que le encantaba pensar diciendo tacos y luego irse a confesar
e incluso muchas veces cuando se despedía del cura que le había confesado le decía
adiós pero pensaba adiós hijo de puta y cosas así.
- De acuerdo, ¿cuándo podría venir?
- Déjeme que piense un momento (...) Supongo que mañana a las cinco podría.
Mañana no tengo curso.
- De acuerdo, sin falta mañana a las cinco, aquí le espero. Saludos cordiales.
- Hasta mañana.
La despedida trocó cortante y fría para lo caluroso que se presentaba siempre Don
Ignacio, viva metáfora de un desierto de dunas suaves y esponjosas bajo la luz de la

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luna. No, las apariencias no engañan, lo que engaña es no querer escarbar un poco por
miedo al aguijón del escorpión. Y la madre de Dios cagó un buen cuento histórico por
supuesto que Don Ignacio sospechaba de María. Cuarenta por ciento (mínimo) culpa
suya, un buen y firme servidor del Todopoderoso no recibe esos mensajes. Un buen y
firme servidor es temido por el enemigo. Nadie osaría nombrar al diablo en su
presencia. Antes de comer, Don Ignacio pasó por el gimnasio y se descargó, esta vez,
con el saco de boxeo. Estaba en forma, los tiempos cambian. Cincuenta años atrás
podías imaginarte al típico cura fofo y curvo. Pero Don Ignacio era como un puto
acantilado.

4. La exponencial tercera mentira

Primera mentira: Morta le había dicho durante la conversación telefónica que tenía la
nota delante suya.
Segunda mentira: Para ganar algo de tiempo, se había excusado alegando existencia a y
asistencia de un curso vespertino: e (cv) + a (cv).
Tercera mentira:
- Buenas tardes, Don Ignacio.
- Buenas tardes, (dudó si decirle "querida" pero decidió no hacerlo) María, tome
asiento, si es tan amable.
- Gracias.
- Veamos esa nota.
- Pues, verá, le he llamado al salir del cole y luego después de comer, pero
comunicaba todo el rato...

Se hizo una paja en menos de un segundo y se santiguó con el pie derecho sobre
la tibia izquierda.
Don Ignacio frunció levemente el ceño. A María le parecía muy guapo, bueno, más que
guapo, muy hombre, muy duro, muy potente, y eso le atraía, quizá fuese debido al
instinto salvaje o algún otro atavismo. Además olía bien, a buen perro Uno, se cuidaba,
su rostro estaba hidratado, tez morena acariacada por el sol bajo en rayos gamma, sus
manos eran musculosas, su cuello sobresalía con fuerza de su sotana, sus nervios eran
de cuero, con tendones de acero de los que se utilizan en las vigas de los rascacielos
jóvenes, su pelo neonato con orejas muy grandes, sin gomina pero firme, muy
acariciable sobre un sofá comiendo palomitas una tarde de domingo, viendo Siete
alubias para siete hermanos o algo así.
- No me diga que ha perdido la nota.

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- Sí, me temo que sí, Sansón, pero seguramente la habré traspapelado, la
encontraré cuando deje de buscarla, siempre me pasa -Morta simuló una sonrisa
cómplice pero la complicidad debe ser recíproca y no es el caso porque
- Verá, no me gusta este asunto y que se le escape algo que no huela a lavanda.
Creo que es algo muy serio. Debería ser más responsable. Usted es profesora de
religión. Dudo que haya un trabajo que requiera de mayor responsabilidad. Educar a los
niños, enseñarles a Dios (el Pito del Sereno, pensó). Y no debemos olvidar que mucha
gente está en contra de que se enseñe la verdad el camino y la vida a los niños. Parece
una locura, pero es así, debemos asumirlo y luchar contra ello. ¿Podría recordarme que
decía la nota?
- Decía que el diablo quiere verme o algo así.
- Exactamente - Acantilado no parecía encontrarse en la disposición de recibir
olas y ser erosionado lo más mínimo. Los rasgos de su cara conformaban poliedros de
más de tres dimensiones primas. Una vena hizo acto de presencia, se hinchó en su
descenso del cuero cabelludo, en el lado izquierdo de su frente, regresando un poco por
encima de la patilla. Meandro a punto de desbordarse.
- Ah... decía: El diablo quiere verte. No es broma. Pero como le dije, entre la
palabra "no" y la palabra "es" había una coma, y esta coma a su vez entre paréntesis.
Acantilado rabió. No lo veía. No entendía lo que le estaba explicando. Debía
escribirlo y pensarlo. No estaba dispuesto a asumir su lentitud mental y se excusó un
instante pensando en el saco de boxeo y en alguna lapidación y la caída fláccida de
genitales pares.
- ¿Puede salir un segundo del despacho? He de hacer una llamada urgente.
Mortadela asintió bastante mosca y cerró la puerta tras de sí. Se sentó en una silla y se
refrotó la mente, miró a un lado y a otro del largo y tenebroso pasillo de techo muy alto
pero a su vez muy estrecho y le recordó a un episodio de su infancia. Se golpeó contra
un espejo en la sala de los espejos del parque de atracciones y se rajó la frente. ¿A qué
se debía esa llamada urgente? ¿Hablaría con un superior o algo parecido? ¿Estaría
pensando abrirle un expediente disciplinario por eso? Bueno, mejor no adelantar
acontecimientos, dejó el túmulo y se acarició suavemente las piernas, sí, bien depiladas,
ese láser aguantaba bien, hasta el año que viene, o con suerte, el siguiente, no tendría
que volver a hacerse las piernas. La duda era qué hacer con el vello púbico porque
realmente le molestaba la barba. Seguía sin atreverse. Igual si viajaba a otra ciudad,
aprovechando el viaje lo haría. Para el siguiente verano. Bueno, aunque igual un viaje
de fin de semana. Podría ir a ver a Marta, era un opción, sí. Menuda hija de puta se
acordó cuando se folló a una vaca de visita a una granja guiada por unos malnacidos.

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