4to - Sociales

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ECORREGION PAMPEANA

Se caracteriza por ser una planicie vasta y continua en la que se alternan, a lo largo de grandes
distancias, paisajes totalmente planos con otros de relieve ligeramente ondulado en el sur. Presenta
pocos ríos de cauce lento y ondulante, y numerosas lagunas dulces o salobres. Los suelos son de
pradera con altos contenidos de materia orgánica. Ocupa el 75% de la superficie bonaerense y
constituye, a nivel mundial, una de las áreas de pastizales templados más grandes y con mayor
riqueza de especies de pastos de la familia Poaceae.
Sus 39.700.000 hectáreas componen una de las llanuras más fértiles del planeta, producto de
sedimentos andinos. Sólo las sierras de la Ventana y de Tandil, al sur, interrumpen el llano paisaje.
Goza de temperaturas benignas y lluvias bastante bien repartidas a lo largo del año. Es recorrida por
algunas lagunas y por un puñado de ríos lentos y meandrosos.
Las ecorregiones: los ambientes originales
Los estudiosos de los aspectos naturales de los ambientes tienen especialmente en cuenta tres aspectos centrales
para definir ambientes diferentes: las formas del relieve, el clima y la vegetación.
Teniéndolos en cuenta, cuando piensan en la provincia de Buenos Aires, encuentran que:

. el relieve no tiene grandes desniveles, es una llanura. En ella solo sobresalen las sierras de Tandilia y de Ventania.

. las lluvias son variables: aportan diferentes cantidades de agua al desarrollo de la vegetación y de la vida animal
asociada con ella. Son abundantes en el noreste pero llegan a ser escasas en el sur. Las temperaturas son cálidas
en verano y frescas en invierno.

. según se combinen estas características, cambia la vegetación y la fauna.

Los especialistas reconocen tres grandes zonas naturales, que llaman ecorregiones, en la provincia: la Ecorregión
Pampeana, la Ecorregión del Espinal y la Ecorregión del Delta e islas del Paraná.

La Ecorregión Pampeana ocupa la mayor parte de la provincia. Las lluvias suelen ser abundantes y el relieve llano.
Con esas condiciones, la vegetación del pastizal tiene siempre pastos verdes, bajos o medianos. Muchos de ellos
dan fruto en forma de espigas con granos apiñados y por eso se llaman gramíneas.

En las orillas de las lagunas y cerca de los arroyos, como hay mucha agua que viene y va, crecen juncos y totoras.
Los repollitos de agua y otras plantas viven en la superficie del agua tranquila.

En las zonas al sur de la llanura, donde llueve menos, crecen pastos duros y algunos arbustos y árboles espinosos
adaptados a la escasez de agua. El caldén y el chañar son propios de esta ecorregión. Tienen troncos y ramas de
madera dura, las hojas son chicas. Las espinas dan nombre al Espinal.

Aunque parezca raro, también crecen árboles espinosos donde la llanura baja rápidamente hacia los valles de los
grandes ríos: en las barrancas del Paraná y del Río de la Plata. Si bien esa zona es lluviosa, el agua que cae se
infiltra poco en el suelo: ni bien caen las gotas se escurren hacia las zonas más bajas. Las raíces de la vegetación
no disponen de agua para absorber porque el suelo permanece seco.

En la ecorregión del Delta e islas del Paraná las lluvias son importantes y las aguas que aportan los ríos son
enormemente abundantes, suben y bajan a lo largo del día y del año. Los valles de los ríos y las islas que se
formaron en ellos se llaman “humedales” porque hay mucha humedad en el suelo. Es frecuente que el agua de
los ríos inunde esos terrenos y forme bañados, lagunas y encharcamientos con vegetaciones adaptadas a esas
condiciones. En las orillas más altas de los ríos y arroyos hay árboles, arbustos y plantas más bajas que,
entrelazadas, forman una selva; en los lugares poco inundables hay pajonales y matorrales; en la zona en que el
agua sube y baja todos los días juncales y totorales; en la superficie de los ríos, plantas flotantes, como los
camalotes.
Los primeros cambios notables en los ambientes de la provincia

La mayor extensión de Buenos Aires es tierra que los ejércitos nacionales enviados desde la capital conquistaron a
los pueblos originarios hace alrededor de 150 años. A partir de entonces comenzaron a instalarse productores y
trabajadores agropecuarios que cultivaron plantas con valor comercial y criaron ganado en los que habían sido
pastizales. Se fundaron pueblos, las empresas construyeron las vías ferroviarias y las estaciones, los gobiernos
edificaron los galpones y muelles de los puertos. Los trenes cruzaban los campos y transportaban los productos
bonaerenses a los puertos. Allí, los trabajadores los cargaban en los barcos que los llevaban a Europa. La actividad
en los campos era constante: gente y máquinas en movimiento, construcciones, molinos; voces y nuevos sonidos,
colores, olores.

Ya en aquel entonces, la sociedad transformó intensamente los ambientes originales y cambió las relaciones entre
sus componentes con la introducción de nuevos vegetales y animales: los cultivos de trigo, maíz o lino, la cría de
vacas y ovejas de raza en las estancias. Construyó alambrados que interfirieron en la vida de las especies corredoras:
guanacos, ciervos de las pampas, ñandúes. Plantó árboles para decorar, dar sombra o para frenar el viento. La
actividad y el ruido espantó a algunos animales. Muchos se refugiaron en lugares todavía despoblados, tranquilos y
silenciosos.

En esos tiempos, hubo empresas que contrataron hacheros para cortar los árboles del Espinal y vender la madera
como combustible de las locomotoras. Hace ya 100 años, los ambientes de la Ecorregión Pampeana y parte del
Espinal estaban reconstruidos por la instalación de las personas y la producción.

Los cambios en la Ecorregión del Delta e Islas del Paraná eran poco importantes entonces. Habían llegado grupos
de trabajadores que producían duraznos, manzanas, y también otros cultivos para venderlos a los consumidores de
la ciudad de Buenos Aires. Ciertas familias adineradas de Buenos Aires valoraron los paisajes de las islas y edificaron
allí residencias aisladas para sus actividades de descanso y recreación.

Los ambientes de la provincia en el presente

Cuando caminamos por nuestros lugares o viajamos por la provincia, vemos solamente algunos indicios de lo que fueron las ecorregiones
originales y no encontramos más que algunas pistas acerca de cómo pudieron haber cambiado los ambientes entre 150 y 100 años
atrás. De esa época quedan algunas construcciones que hoy se usan para el turismo rural, estaciones del ferrocarril transformadas en
oficinas públicas, museos o centros culturales. Podemos encontrar vías por las que hace tiempo ya no pasan los trenes.
Si hoy miramos las imágenes satelitales u observamos el territorio provincial desde un avión, lo que vemos en las zonas rurales es un
tapiz con dibujos de formas rectangulares: son los campos sembrados o por sembrar. Pocas ovejas y vacas, porque la cría de ganado
se fue trasladando a tierras más rústicas y no tan caras. Reconocemos las rutas por las que circulan automóviles y muchos camiones
que llevan y traen mercaderías entre las ciudades o que, como antes hacían los trenes, transportan la producción del campo hacia los
puertos.
Los productores, según las zonas, siembran girasol, maíz, otros cultivos. Pero muchos decidieron combinar dos cultivos al año: trigo en
invierno y soja en verano. Para obtener mejores calidades y cantidades en sus cosechas emplean productos que aceleran el crecimiento
de las plantas y que las protegen de las plagas. Las fumigaciones no dejan crecer otras especies vegetales y alejan a muchos animales.
Su aplicación deja partículas en el suelo, en las aguas, suspendidas en el aire. Los ambientes rurales tienen esos nuevos componentes,
aunque no sean visibles directamente. La superficie de la
Ecorregión Pampeana está actualmente tapizada por las formas y los colores de actividades productivas. Algunas se han extendido a lo
que fue el Espinal del sur bonaerense en años de lluvias abundantes.
En el Delta e Islas del Paraná que forman parte de la provincia las actividades predominantes tienen hoy que ver con el turismo y el
esparcimiento. Los veranos y los fines de semana de todo el año circulan muchas embarcaciones. Algunas funcionan a remo o a vela y
son silenciosas. Otras tienen motores, se desplazan velozmente, hacen ruido, emiten gases y levantan olas que alteran a la fauna y van
produciendo pequeños derrumbes en los bordes de las islas.
En la superficie de las ciudades el cemento, el asfalto, el hierro y el vidrio reemplazaron los pastizales originales y también a los antiguos
cultivos que antes hubo en esas zonas. El sol recalienta los materiales de las construcciones, los vientos se frenan o cambian de dirección
cuando golpean contra los edificios. Por eso los veranos de las ciudades medianas y grandes son más calientes que los de los campos.
Los gases de los combustibles y los producidos por otras actividades suben al aire. Los ríos y arroyos ya no corren tan limpios. Las
plazas, los parques, los balnearios son los ambientes que más componentes naturales mantienen. Sin embargo, mucho de lo que vemos
en ellos fue introducido, colocado allí y cuidado por la decisión de las autoridades y por la acción de otras personas. Igual que el arbolado
urbano, buena parte de la vegetación de los espacios verdes es implantada, regada, podada. Son ambientes diseñados y cuidados para
aportar oxígeno al aire de las ciudades y posibilidades de recreación y disfrute para sus pobladores.
Una vuelta desde el presente hacia el pasado lejano: la reconstrucción de los ambientes originales

Los ambientes de la provincia han cambiado mucho desde que se construyeron pueblos y a partir de que entró en
producción todo su territorio. Si bien se mantienen el relieve y las características climáticas, para encontrar vegetación
y fauna originales hoy hay que saber mucho, reconocer pistas y buscar para encontrarlas.

Tan rápido fue el cambio y tan importante el progreso que la sociedad pensaba que esos cambios traían, que no surgieron
en ese entonces mayores preocupaciones por conocer mejor las especies originales. Los pastos eran “yuyos”, los
animales se acomodarían o se irían. No se les ocurrió a los pobladores recién llegados ni a las autoridades que podía ser
importante mantener lugares sin tocar para estudiarlos y conocer más sobre ellos. No circularan ideas de ese tipo en
esas épocas. Las relaciones entre los componentes de un ambiente, su importancia para su equilibrio o desequilibrio, se
difundieron mucho después. La preocupación por las “funciones ambientales” es casi reciente.

Los pueblos originarios conservaron algunos conocimientos de sus ancestros sobre la utilidad de algunas plantas para la
alimentación y la salud de animales y personas. Hoy, esos saberes se están valorando y revisando. Desde mediados del
siglo XX, los integrantes de organizaciones ambientalistas llamaron la atención sobre la contaminación, la extinción de
especies vegetales y animales, la importancia de aprender más sobre ellas. Pidieron a las autoridades que dictaran
normas para el cuidado ambiental.

En el presente, el avance de cambios ambientales tan intensos y la difusión de los problemas que ellos acarrean se
generalizaron: son parte de los reclamos de los movimientos sociales, de grupos de vecinos y de personas particulares.
Se originan en la falta de espacios verdes, la acumulación de residuos en los basurales, la contaminación de las aguas y
del aire, la transformación de los retacitos de humedales que aún existen para construir en ellos barrios privados, realizar
actividades productivas o de esparcimiento público o privado.

En respuesta a estas necesidades de la sociedad, los gobiernos municipales vienen definiendo áreas protegidas en sus
distritos, los gobiernos de la provincia fueron creando diferentes formas para el cuidado de ambientes que están en vías
de desaparecer. El gobierno nacional fundó, en las tierras de dos anteriores reservas naturales provinciales, el Parque
Nacional Ciervo de los Pantanos. La mayor parte de estas áreas constituyen apenas retacitos de las ecorregiones y ya no
son totalmente naturales. La naturaleza se fue perdiendo con la historia, tanto en la provincia como en la mayor parte
del mundo.

Hace apenas un año el Poder Ejecutivo de la provincia, con la aprobación del Poder Legislativo, creó el Ministerio de
Ambiente bonaerense. Entre los proyectos que el Ministerio difunde en su sitio web llama la atención el “Programa
Parques Ambientales” que se propone construir viveros para recuperar especies autóctonas. Piensa que, una vez
crecidas, se podrán trasplantar en sus territorios originales, en terrenos libres, descampados y plazas. Esta iniciativa da
respuesta, en parte, a una necesidad social que expresan los vecinos de la provincia: mejorar los ambientes y poder
disfrutarlos respetando normas claras para su cuidado.

El Programa espera construir ambientes a semejanza de las ecorregiones. Llevará tiempo y mucho trabajo lograr los
objetivos de esta iniciativa. Si prospera ¿será posible que, cuando ustedes sean adultos, lleguen a disfrutar la experiencia
de visitar la reconstrucción de un pastizal pampeano, de un Espinal, o de una porción de la ecorregión del Delta e islas
del Paraná?

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