10) Escuela Ambiental
10) Escuela Ambiental
10) Escuela Ambiental
LA ESCUELA AMBIENTAL
E ntre los actores que ocupan el del escenario en las escuelas analizadas hasta ahora -el jefe, el
planificador, el cerebro, la organización, uno ha llamado la atención por su ausencia. Se trata del
conjunto de fuerza fuera de la organización, lo que sus teóricos denominan (con bastante
libertad) el "entorno". Las otras escuelas lo consideran un elemento; la ambiental lo ve como un actor..
. en realidad, el actor.
Como consecuencia, los estudiosos que favorecen este enfoque tienden a considerar a la organización
como un ente pasivo, que sólo reacciona al entorno. Esto reduce la creación de estrategia a una especie
de proceso reflejo, el cual en realidad debería llevar a esta escuela fuera de los límites del management
estratégico (una conclusión con la que concordamos). De todos modos, ha surgido una bibliografía que
describe la creación de estrategia en esta forma, y por varias razones merece que le dediquemos al
menos un desvío en nuestro safari.
Para empezar, al ubicar al entorno como una de las tres principales fuerzas del proceso, junto con el
liderazgo y la organización, esta escuela contribuye a equilibrar la perspectiva general de la creación de
estrategia. En el límite, esta escuela ha engendrado algunos debates bastante tontos sobre si los
managers son capaces o no de tomar "decisiones estratégicas": negar tal posibilidad no es más sensato
que atribuir un poder omnisapiente al estratega. Pero en su forma más moderada, las ideas de esta
escuela obligan a la gente que trabaja en management estratégico a considerar el verdadero poder de
decisión disponible, en relación con las fuerzas y exigencias del contexto externo. Además, esta escuela
ha ayudado a describir las distintas dimensiones de los que enfrentan los estrategas, y a sugerir sus
posibles efectos sobre la creación de estrategia.
Por supuesto, el "entorno" no ha estado ausente de nuestras otras escuelas. Sin duda estaba presente en
la de posicionamiento, pero de una manera bastante específica: como conjunto de fuerzas económicas
que representaban a la industria, la competencia y el mercado. Por cierto, concluimos que la escuela de
posicionamiento acaba en una actitud similar con respecto a la decisión estratégica, disfrazando ideas
bastante deterministas bajo el manto del libre albedrío: a los managers algo machistas descritos en esa
escuela les convenía hacer lo que dictaban sus condiciones competitivas.
Del mismo modo, el énfasis puesto en la predisposición y la distorsión de una rama de la escuela
cognoscitiva refleja la influencia del entorno: éste es considerado un lugar que envía señales confusas,
demasiado complejas como para ser comprendidas del todo. Nuestro análisis de la escuela de
aprendizaje también subrayó la complejidad del entorno, pero no tanto como un lugar frente al cual
reaccionar, sino como un espacio para experimentar y aprender. Sin embargo, en nuestras otras
escuelas el entorno ha tendido a estar ausente, a ser secundario o, al menos, dado por sentado.
Ahora, tanto el liderazgo como la organización se subordinan al ambiente externo. En efecto, a medida
que hemos avanzado a través de las diversas escuelas, el poder del estratega central ha ido
disminuyendo gradualmente. En la escuela de diseño y luego en la empresarial, el jefe tenía la
autoridad. Las de planificación y posicionamiento modificaron esto, introduciendo planificadores y
analistas como estrategas de apoyo, mientras una rama de la escuela cognoscitiva prestaba atención a
las limitaciones del pensador estratégico en un mundo complejo. (La otra rama investía a esa
perspectiva de imaginación.) Primero la escuela de aprendizaje y luego la de poder introdujeron
estrategas adicionales, y éstos se convirtieron en la colectividad de la escuela cultural. Pero en todos los
casos, la noción de los estrategas continuó con su reinado supremo, quienquiera que fuese: un
individuo o la colectividad, en cooperación o en conflicto. En este capítulo el entorno asume el mando.
Sin duda, en algunas de las otras escuelas la organización se vuelve parecida al entorno: una especie de
esqueleto o caricatura de su verdadera identidad.
¿Qué es esta cosa llamada "entorno"? No mucho en realidad, ni siquiera para este enfoque. Por lo
general es tratado como un conjunto de fuerzas vagas "allá afuera": en efecto, es todo aquello que no
constituye la organización misma. Por lo general el entorno es descrito como un conjunto de
dimensiones abstractas: por ejemplo, el cliente que aporrea la puerta no está furioso sino que es lo"; la
serie de adelantos tecnológicos no es inesperada sino "dinámica"; los trasplantes de corazón no son
intrinca-dos sino "complejos". Algunas veces, incluso todo esto queda reducido a una fuerza general
que impulsa a la organización hacia alguna especie de nicho de tipo ecológico. Pero no se trata del
nicho de la escuela empresarial, un lugar protegido de la competencia, donde puede explotarse un
mercado. Aquí nicho es la misma sede de la competencia, como en ecología, donde la organización
compite con entidades como ella misma, así como todos los osos coala van tras las mismas hojas de
eucalipto. En efecto, el nicho es para la escuela ambiental lo mismo que el mercado para la de
posicionamiento: salvo que aquí, es siempre competitivo.
En un principio, la escuela ambiental surgió de la así llamada "teoría de contingencia", que describía
las relaciones entre dimensiones particulares del entorno y atributos específicos de la organización: por
ejemplo, cuanto más estable el ambiente externo, más formalizada la estructura interna. Más adelante
estas ideas se extendieron a la creación de estrategia: por ejemplo, un ambiente estable era más
favorable para la planificación. Luego llegó un grupo de ricos de la organización que se apodaban a sí
mismos “ecólogos de población", y postulaban que las condiciones externas forzaban a las
organizaciones a ingresar en nichos particulares: o hacían lo que su entorno les indicaban o eran
"expulsadas". Lo que esto sí expulsó fue la decisión estratégica, apartándola de la organización y su
liderazgo para colocarla en el "entorno". Mientras tanto, otros, llamados "teóricos institucionales",
afirmaban que las presiones políticas e ideológicas ejercidas por el entorno reducían pero no
eliminaban la decisión estratégica. Por lo tanto las condiciones externas se convirtieron en una de
hierro". Analizamos estas distintas perspectivas por turno, después de resumir las premisas de esta
escuela.
La escuela ambiental tiene sus raíces en la teoría de la contingencia, la cual se desarrolló para oponerse
a las aseveraciones del management clásico acerca de que existe "la mejor manera" de dirigir una
organización. Para los teóricos de la contingencia, "todo depende": del tamaño de la organización, su
tecnología, la estabilidad de su contexto, la hostilidad externa, etc.
Esto satisfizo la idea tradicional, basada en el sentido común, de que diferentes situaciones dan lugar a
distintas conductas; por ejemplo, que las panaderías funcionan de manera diferente en Norteamérica
que en Europa. Pero también creó la necesidad de contar con descripciones más sistemáticas del
entorno. Por lo tanto, se iniciaron los trabajos para las dimensiones externas, responsables por las
diferencias que observamos en las organizaciones. Dichas dimensiones fueron descritas por Mintzberg.
1. Estabilidad. El entorno de una organización puede variar de estable a dinámico, del de un tallador en madera cuyos
clientes piden las mismas esculturas de pino década tras década hasta el de un equipo de detectives, que nunca
saben lo que les espera. Hay una variedad de factores que pueden dinamizar un entorno, incluyendo gobiernos
inestables; ... cambios inesperados en la demanda de los clientes o en la provisión de los competidores ...;
exigencia de creatividad o de novedad frecuente por parte de los clientes, como en una agencia publicitaria ...; una
tecnología o una base de conocimientos que cambia rápidamente, como en el caso de la fabricación de productos
electrónicos; incluso un clima que no puede ser pronosticado, como en las granjas o en las compañías teatrales al
aire libre… Los verdaderos problemas están causados por cambios que se producen en forma inesperada, para los
cuales nunca hubiese podido discernirse un patrón por anticipado.. .
2. Complejidad. El entorno de una organización puede variar de simple a complejo, desde el del fabricante de cajas de
cartón que hace... productos simples con conocimientos simples, hasta el de la agencia espacial que debe utilizar
conocimientos de innumerables campos científicos de avanzada para obtener resultados extremadamente
complejos… Un entorno es complejo cuando requiere que la organización cuente con gran cantidad de
conocimientos sofisticados sobre productos, clientes o lo que fuese. No obstante, se vuelve simple cuando ese
conocimiento puede ser reorganizado en forma racional, es decir dividido en componentes fácilmente
comprensibles ... Por esto, las compañías automotrices enfrentan entornos de productos relativamente simples en
virtud de sus conocimientos acumulados sobre las máquinas que fabrican. [Obsérvese que un entorno complejo
puede ser estable, como en la práctica contable, mientras que uno dinámico puede ser relativamente simple, como
apostar en las carreras de caballos. En el Capítulo 11, describiremos formas de organización que coinciden con las
cuatro condiciones posibles.]
3. Diversidad del mercado. Los mercados de una organización pueden variar de integrados a diversificados, desde el
de la mina de hierro que vende su única mercancía a una única acería, hasta los de una empresa comercial que
procura promover los productos industriales de una nación en todo el mundo ...
4. Hostilidad. Finalmente, el de una organización puede variar de munífico a hostil, del de un prestigioso cirujano que
elige a sus pacientes, pasando por el de una firma constructora que debe licitar todos sus contratos hasta el de un
ejército que combate en una guerra. La hostilidad se ve influida por la competencia, por las relaciones de la
organización con los sindicatos, el gobierno y otros grupos, así como también por su disponibilidad de recursos...
(1979:268-269).
La teoría de la contingencia delineó un conjunto de respuestas para estas dimensiones, en su mayoría
referidas a la estructura (ver especialmente Pugh y col., 1963-64; 1968, 1969), y luego a la estrategia.
Danny Miller, por ejemplo, cuya principal contribución ha estado en la escuela de configuración,
desarrolló proposiciones como las siguientes:
• “... empresarios que corren riesgos.. . tienden... a estar asociados con entornos
dinámicos".
• “... las estrategias serán más amplias y multifacéticas en entornos que presentan una
gran cantidad de desafíos y oportunidades” (1979:302,304).
Miller también añadió su propio giro a la teoría de la contingencia. En un trabajo con Droge y Toulouse
(1988) afirmó que el contexto, definido como "los desafíos y recursos, tanto económicos como
humanos, que rodean a una organización", tiene diferentes consecuencias, según el proceso de creación
de estrategia que convenga a los directivos superiores:
Por lo tanto los ejecutivos elegirán entre una cantidad de estrategias viables y procesos de creación de estrategia
dentro de cualquier contexto, para adoptar aquellos que no sólo se adaptan a sus sino que también reflejan sus
motivaciones, predilecciones y capacidades personales. Pero al haber escogido entre el conjunto de opciones y
procesos estratégicos más convenientes y cómodos, los ejecutivos pueden descubrir que la gama de estructuras
que puede ser utilizada para apoyar y aplicar esas alternativas se vuelve limitada. Distintas estrategias requieren
distintas estructuras, así como diferentes modos de creación de estrategia (545).
Aquí no nos embarcaremos en una revisión profunda de las lecciones proporcionadas por la teoría de la
contingencia para el management estratégico, simplemente porque es lo que haremos al final de
nuestros diez capítulos sobre las escuelas, donde delineamos las condiciones bajo las cuales parece más
aplicable el enfoque de cada una de ellas.
LA ÚNICA OPCIÓN ES ACTUAR. Pero aquí nuestra verdadera inquietud es la "decisión estratégica", tal
como fue delineada especial aunque no exclusivamente por los ecólogos de población. El hecho de que
las organizaciones no cuentan con una verdadera decisión estratégica, que existe alguna clase de
"imperativo ambiental" allá afuera, ha sido criticado por varios motivos. ¿Cómo es posible que dos
organizaciones puedan operar con éxito en entornos similares empleando estrategias diferentes? ¿Cuán
distinta es una organización de su "entorno", en especial con el surgimiento de las alianzas y empresas
conjuntas que oscurecen los límites? Y de hecho, ¿los entorno "seleccionan" organizaciones, o éstas
"representan" a los primeros? Después de todo, ¿qué es "el entorno de una industria" si no todas las
organizaciones que funcionan en ella? Por ejemplo, en un monopolio esto puede constituir una sola
firma, y con frecuencia sólo existen unos cuantos protagonistas en una industria. Además, ¿los entornos
realmente "existen" o son sólo percepciones de la gente, construcciones sociales ellos también? Y
finalmente, ¿se puede decir que algún organismo vivo carezca de poder de decisión?
Para nosotros, discutir si las organizaciones toman decisiones o no, es tan útil como debatir sobre si la
gente es feliz o no. Existe toda una gama de posibilidades, y en este caso las profecías tienden a ser
autocumplidas: si usted cree en la felicidad o en el poder de decisión, los encontrará en todas partes. Si
no, es posible que le ocurra lo contrario. Además, embarcarse en esta clase de polémicas hace
desdichadas a las personas y les quita tiempo para tomar decisiones.
Por supuesto, las moscas de la fruta son las mascotas de los ecólogos de población en biología. Vistas
desde lejos, parecen respetar las leyes de la selección natural. Sin embargo, de cerca están tomando
decisiones constantemente: subir, bajar, ir a la izquierda o a la derecha… ¡las opciones son infinitas!
Imagine a una mosca de la fruta observando a un par de ecólogos de población que se dirigen al trabajo
por la mañana, en la hora pico. Gran parte del tiempo, esos organismos apenas si pueden avanzar,
mucho menos girar a la izquierda o a la derecha, subir o bajar. Si la mosca los siguiera hasta la oficina,
¿concluiría que las fuerzas ecológicas los han impulsado para que escribieran sus artículos? Y no nos
equivoquemos: para una mosca de la fruta, la decisión de volar en determinada dirección es tan
importante como la de qué articulo escribir (o qué teoría criticar) para un profesor universitario. Es
posible que el mundo fuese un lugar más interesante si las moscas de la fruta también pudiesen escribir
sobre los profesores universitarios.
Tal vez, quienes mejor aclararon este punto fueron los mismos Hannan y Freeman, al comentar sobre el
efecto de "grandes organizaciones dominantes [que] pueden crear vínculos con otras, también grandes
y poderosas, de modo de reducir las presiones de la selección". En su opinión, "la presión de la
selección es elevada a un nivel más alto. Por lo tanto, en lugar de que fracasen los sistemas
individuales, caen las cadenas enteras" (1977:961). Esto es cierto, siempre y cuando uno esté preparado
para comprender que la cadena máxima es la sociedad misma. Si llevamos este argumento a su
conclusión "natural", a medida que caemos todos juntos y comprendemos (o tal vez no) que no somos
más que peones en algún orden más amplio, es posible que nos preguntemos por qué habría de
importarnos algo: ecología de población, management estratégico o la vida misma.
Por lo tanto, el mejor consejo puede ser el que nos brindó Isaac Bashevis Singer, citado al comienzo de
este capítulo: "Debemos creer en el libre albedrío; no tenemos alternativa".
DECISIÓN LIMITADA. El hecho es que para servir a su propio nicho, el management estratégico tiene
que observar a las organizaciones bien de cerca, idealmente dentro de los zapatos del estratega. Y desde
allí no debe considerar la existencia de la decisión, sino las condiciones que amplían o limitan su
alcance. Por ejemplo, Hage (1976) ha afirmado que las organizaciones eligen sus límites y que de este
modo limitan sus decisiones.
El grupo McGill incluye varios ejemplos interesantes al respecto en su investigación sobre los patrones
históricos en la creación de estrategia. Por ejemplo, en los años '70, Air Canada era una organización
grande y poderosa, el principal jugador en los mercados seguros y regulados de Canadá. Sin embargo
su tamaño restringía su poder de decisión: ¿alguna aerolínea "de clase internacional" tenía la
posibilidad de no comprar jets jumbo cuando éstos aparecieron? (Mintzberg y col., 1986). Por otro
lado, en los años '30 Steinberg era una pequeña cadena de supermercados que funcionaba en una severa
depresión. Sin embargo, debido a sus capacidades, fue capaz de tomar decisiones que las grandes
cadenas no pudieron tomar, como por ejemplo trasladarse a los locales que ellas dejaban vacíos
(Mintzberg y Waters, 1982).
De manera similar, William Taylor (1982) estudió las respuestas de cuatro pequeñas organizaciones a
lo que parecía un entorno bastante hostil (instituciones angloparlantes en una región francoparlante de
una Quebec cada vez más nacionalista). Descubrió que su cultura interna -lo que denominó "la
voluntad o el deseo de la organización de cambiar su estrategia" (343)- era el principal factor en la
adaptación. Por ejemplo, todo indicaba que el hospital que Taylor estudiaba debería haber sido el más
restringido. Pero en realidad se adaptaba bastante bien. Taylor concluyó que "las limitaciones externas
sobre la adaptación estratégica encontradas en esta investigación fueron extremadamente amplias, y
dejaron mucho espacio para las maniobras organizacionales" (342). ¡Tal vez éste sea el principal
mensaje del management estratégico mismo!
En nuestra opinión, lo que convierte al management estratégico en un campo emocionante es el hecho
de que profesionales e investigadores por igual se encuentran (o pueden decidir encontrarse)
constantemente enfrentados con un mundo rico, lleno de matices y sorpresas, que favorece la acción
imaginativa. Lo que distingue a este campo del management de algunos otros es justamente su mira
puesta en la decisión estratégica: cómo y dónde encontrarla, o cómo crearla cuando no puede
encontrarse, y luego cómo aprovecharla. Por ello, el management estratégico ya no necesita seguir
debatiendo sobre la existencia de la decisión, así como la ecología de población no necesita polemizar
sobre la existencia de poblaciones. Cada uno debe aprovechar en forma constructiva su concepto
central.
Por lo tanto, permitamos que la escuela ambiental nos enseñe sobre poblaciones de organizaciones,
sobre los tornos de las mismas y, en especial, sobre las diferentes formas que pueden tomar. Y luego
consideremos si las ideas de esta escuela nos parecen aplicables, preguntándonos qué tipos de
organizaciones parecen más limitadas y cuándo se restringe más la decisión estratégica, por ejemplo
durante el estadio maduro en el ciclo vital de una organización. Pero no nos dejemos desviar por
abstracciones excesivas, y mucho menos por polémicas insolubles.