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LAS JUDICATURAS GERENCIALES

Una perspectiva desde los Derechos Humanos

Erick Juárez1

La redefinición del proceso penal basado en audiencias, y, consecuentemente la


reorganización de las judicaturas en despachos gerenciales, constituyen una herramienta
fundamental para escapar de la trampa de papeles, de la mediocridad de los judiciarios,
delegación de funciones, incumplimiento de deberes, usurpación de funciones,
inefectividad del sistema, secretividad de los actos judiciales, componendas de las
decisiones preconcebidas, postergación de las decisiones y mora judicial, así como la
incapacidad de los litigantes, flujo de influencias, actos de corrupción, practicas de
entorpecimiento del proceso, mala fe, desconfianza entre los actores del proceso,
imputaciones infundadas, falta de estrategias de litigio limpio, y un sin fin de debilidades de
los rituales procesales, que pierden la noción de su objeto de discusión y, por ende, su razón
de ser, lo que repercute en la mala percepción que la población tiene de este servicio
público esencial; pero en el peor de los casos, todos esos indicadores negativos repercuten
en la violación de los derechos fundamentales de los más débiles, como lo son los acusados
de cometer un delito y las víctimas de los mismos.

La realidad descrita, que en la línea histórica está denunciada en los informes del
conflicto armado interno2, y analizada en el Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil
y Función del Ejército en una Sociedad Democrática3; y que, en los años recientes, da
cuenta de ello el informe sobre situación de la justicia elaborado por la Misión de las
Naciones Unidas para Guatemala4, así como el Observatorio Judicial del Instituto de
Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, el informe “una nueva justicia
para la paz” de la Comisión Nacional para el Seguimiento y Apoyo al Fortalecimiento de la
Justicia5, el reporte sobre la justicia en las Américas y reformas procesales en América
Latina, ambos del Centro de Estudios de Justicia de las Américas6, y el informe sobre
proceso de reforma judicial penal en Quetzaltenango7, entre otros documentos.

Con ello se justifica el modelo judicial penal basado en audiencias, implementado


en Quetzaltenango en abril del año 2005 y extendido a Totonicapán y San Marcos el año
recién pasado, toda vez que es la respuesta a las deficiencias denotadas a través de una
reflexión teórica y empírica, que incorpora principios para la protección de derechos
fundamentales de la persona que está siendo juzgada y que busca la efectividad con

1
Profesor de Derecho.
2
Informes de la Comisión de Esclarecimiento Histórico y de la Oficina de Derechos Humanos del
Arzobispado de Guatemala.
3
Suscrito el 19 de septiembre de 1996 entre el gobierno de la República de Guatemala y la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca.
4
MINUGUA, situación de la justicia en Guatemala, año 2000.
5
Comisión de Fortalecimiento de la Justicia, una nueva justicia para la paz, tercera edición, abril de 2005.
6
CEJA, Reporte sobre la Justicia en las Américas 2004-2005, páginas 248 a 260. Reformas procesales
penales en América Latina, año 2005, páginas 119 a 125.
7
Juárez, Erick. Proceso de Reforma Judicial Penal en Quetzaltenango, una retrospectiva para la evaluación
actual, año 2005. Ediciones Jurídicas Universitarias del Centro Universitario de Occidente.
observancia estricta de la legalidad; la axiología referida, se disgrega en los apartados
siguientes.

A) PRINCIPIO DE ORALIDAD Y DERECHO A SER OIDO EN JUICIO

La oralidad se constituye como una metodología de trabajo, por medio de la cual se


obtiene información para la toma de decisiones, lo que repercute en las decisiones de
calidad; es así como la “cultura del expediente” es excluida de las prácticas judiciales, y
dejan de ser rituales en donde la forma vence a la esencia y los papeles al sujeto de
procedimiento; es la lucha ganada entre la legalidad del expediente y la protección de los
derechos fundamentales de los sujetos vinculados al proceso. En ese sentido, el modelo
judicial implementado responde enérgicamente a la oralidad como medio y no como fin, lo
que implica su razón de ser, su alcance y límite; de esa cuenta, el modelo establece la
gestión por audiencias, exigencia inmediata de la oralidad, por ser el único espacio o acto
procesal en el cual se pueda desarrollar.

Si bien es cierto, todos sostienen que en Guatemala se observa este principio,


también cierto resulta que la oralidad se ha subordinado a la escritura, a la confección del
expediente, resguardo y secuencia cronológica del mismo; y en ese sentido es común ver a
abogados presentar los llamados “escritos o memoriales”, que en ocasiones no entienden
pues solo llenan los formatos pre insertos en las computadoras. De igual cuenta, los
juzgados se dedican a responder por escrito, burocrática y ritualmente esas solicitudes de
abogados, lo que progresivamente va conformando un legajo de papeles que es necesario
custodiar, ya que es al que se debe el proceso, al extremo de considerar que no hay juicio si
no hay expediente.

Esa mediatización de la oralidad, es más notoria en las audiencias ilusoriamente


llamadas “orales”, en donde el fiscal y defensor se concretan a “dictar” al oficial de trámite
sus razones sobre el caso, e inclusive en ocasiones se constituye en una lectura de escrito
previamente elaborado, claro, por el abogado que desconfía de su capacidad intelectiva.

Por el contrario, el modelo implementa la efectiva oralidad y subordina el resguardo


de la discusión jurídica, por no ser trascendente para la toma de decisiones; y en ese
sentido, los abogados le hablan al juez, el sindicado es escuchado por todos, el juez le habla
al sindicado y a los presentes en las audiencias, razón por la cual todos quedan informados
de lo realizado en la audiencia, así como la decisión tomada, por lo que simplemente el
resguardo constituye una constancia del acto realizado, que es entregado a los sujetos
intevinientes en un disco compacto, que contiene la grabación magnetofónica de todo lo
que sucedió en la audiencia. Los documentos que se presenten para evidencias o justificar
los argumentos de cada uno de los sujetos procesales, son devueltos a quien los presentó,
después de haber sido considerados para la decisión respectiva; de tal manera que no
existen hojas que deban resguardarse, y, consecuentemente, no hay expediente que coser y
cuidar. Si es el caso, se entrega un acta sucinta con no más de diez reglones, a efecto que
los defensores públicos justifiquen su actuar en las audiencias, según su evaluación interna;
de cada proceso se conforma una carpeta judicial, en un computador del juzgado, en donde
se archivan los registros magnetofónicos de cada audiencia.
Para viabilizar el modelo y consecuente exclusión de papeles, toda decisión es
comunicada en audiencia, por lo que no existen cédulas de notificación que deban
coleccionarse cronológicamente; además, no hay decisiones “de trámite”, pues lo único que
existe es el requerimiento y aviso de audiencia, que constituye un acto administrativo que
es realizado personalmente o vía telefónica, y calendarizado digitalmente. En ese contexto,
lo importante es lo que suceda en la audiencia, y nada más, así que no hay necesidad de
sendos escritos justificando lo requerido, que no son leídos porque están excluidas las
decisiones sin audiencia. Esta nueva dinámica, facilita la garantía de muchos derechos,
entre los que sobresalen los siguientes:

a. Entre ser oído y ser leído8

“Lamentablemente, y ello debía saberlo K., en algunas ocasiones no leían


ninguno de esos escritos y los archivaban sin más, ya que estimaban que el
interrogatorio al que sometía el acusado era mucho más importante que todo
lo que aquel hubiese alegado por escrito previamente”9.

En el devenir histórico de los textos legales procesales, siempre se ha mantenido la máxima


de ser oídos antes de ser afectado en sus derechos; sin embargo, el ser oído se ha
interpretado como el ser leído, ya que el imputado no ha sido el protagonista del proceso,
sino el expediente mismo; en ese sentido, lo que importa es enviar papeles de abogados a
juzgados y de juzgados a abogados, excluyendo de esa práctica obsoleta y poco razonable a
la persona que está siendo juzgada, quien a la larga no habla, pues el juicio resulta ser una
discusión abstracta y repetida del ritualismo jurídico, entre abogados y no entre personas
originarias del conflicto.

Conforme a ello, los escritos o memoriales no tienen trascendencia alguna para la toma de
decisiones, lo que implica que la cultura de la audiencia conforme a la metodología de
trabajo de la oralidad, como instrumento idóneo para la obtención de información de alta
calidad y consecuente toma de decisiones, se incorpora en la práctica forense y se
superpone a los caducos actos “machoteros” de los abogados.

Es por ello que la gran diferencia entre ser oído y ser leído, se encuentra en el carácter
humano del proceso; ya que al oír al sindicado el juez conoce a quien juzga, lo que no
sucede en las decisiones escrito, en donde desconoce a la persona que se juzga y, en la
mayoría de los casos, las resoluciones son respuesta de los simbolismos y prejuicios que el
juez se forma de quien no conoce pero debe juzgar; además, al ser oído el sindicado conoce
a quien le juzga, algo importante para legitimar la decisión y darle importancia a la decisión
que se toma en torno del imputado. Y por sobre todas las cosas, es obvio que la expresión
verbal es mucho más entendible, sencilla y eficaz, que la expresión escrita, y que esas
bondades de la palabra oral, resultan trascendentes para la toma de decisiones.

8
Según el artículo 8.1 de la convención interamericana sobre Derechos Humanos, toda persona tiene derechos
a ser oída, con las debidas garantías.
9
Kafka, Franz, el proceso. Edaf y Albatros, Argentina 2001. página 145.
b. Comunicación previa y detallada de la imputación10
“Lo esencial es saber concretamente de qué soy acusado y qué autoridad dirige el
procedimiento pertinente. . .”.11

El modelo implementado da respuesta efectiva al derecho de ser informado


inmediatamente, de forma clara y detallada, de las razones por las cuales está siendo
sindicada una persona; esta garantía se desarrolla en el decurso del juicio, a partir de la
audiencia inicial, con la intimación que le hace el fiscal en forma sencilla y comprensible al
sindicado y la verificación del juez si él comprendió la imputación de cargos; luego, en la
audiencia intermedia, en donde el fiscal no se concreta a ratificar su “escrito” de acusación,
sino muy por el contrario, sobre la base de la acusación eleva las argumentaciones de hecho
y de derecho, a efecto de convencer sobre la probable existencia del delito y la probable
participación del acusado en el mismo; y, finalmente, en la audiencia de debate, en donde
ya no es la “secretaria” del tribunal quien lee la acusación y el auto de apertura a juicio,
sino es el fiscal que hace la imputación de los hechos al acusado que, dependiendo de qué
fiscal se trate, eleva proposiciones asertivas como alegato de apertura.

Como es comprensible, lo que se pretende es resguardar el derecho del imputado de


conocer las causas que generan el poder coercitivo del Estado en su contra, y, sobre ese
conocimiento darle la oportunidad de formular su tesis defensiva.

c. Asistencia gratuita de intérprete12


“Derecho del inculpado a ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no
comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal”.13

En el poder judicial guatemalteco, el número de intérpretes es menor que el número de


trabajadoras sociales, a pesar que las segundas son infuncionales conforme al sistema
adversarial, y los primeros son indispensables conforme a la realidad lingüística del país.
Claro, el reparo no existe porque las prácticas y rituales forenses están dados para los
abogados a través de escritos, en donde el hablar del imputado no es importante, como
tampoco lo es el entender el idioma, pues no hay audiencias orales, sino dictados oficiales,
lo que implica que lo interesante e importante resulta ser que se dicte y resguarde bien el
acto procesal y no que se efectivice el derecho de la persona en el proceso, en especial, que
se informe y comprenda el porqué y cómo está siendo juzgado y qué puede decir al
respecto.

Con base al modelo implementado, ha quedado al descubierto la debilidad del sistema


respecto a la inaccesibilidad idiomática, en el entendido que en cada audiencia los jueces
cuidan ese aspecto, preguntándole al imputado si requiere la presencia de un intérprete que
le facilite su expresión oral y comprensión de las expresiones en la audiencia; a pesar de
ello, no se han tomado las decisiones institucionales que faciliten el acceso lingüístico, y
10
El artículo 8.2 literal b de la convención interamericana sobre Derechos Humanos, establece como una
garantía procesal, la comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada.
11
Idem, página 23.
12
Se espera que este derecho sea garantizado en poco tiempo, ya que el programa de fortalecimiento de la
Justicia de la Unión Europea pretende habilitar a más de 80 intérpretes.
13
Artículo 8.2 literal a) de la convención interamericana sobre Derechos Humanos.
siguen muchos despachos judiciales sin intérpretes. El diseño del modelo implementado,
reconoció esta situación y para el efecto postuló la reclasificación de trabajadoras sociales
por intérpretes y la conformación de la unidad de servicios comunes, integradas por
intérpretes y otros auxiliares administrativos, lo cual es una de las deudas de la institución a
la población indígena.

d. Necesidad de valorar su expresión


“De nada valdría que se escuchara al imputado si no se prevé, al desarrollar el contenido
real de la garantía, ciertos presupuestos y ciertas consecuencias para el ejercicio de este
derecho, en miras de su propia eficiencia. . .”.14

La cotidianidad judicial ha enseñado que se puede decir mucho o todo por medio de los
“escritos”; sin embargo, la decisión se toma sin valorar lo dicho, sin considerarlo, ya sea
para fundar la decisión o para justificar su exclusión; extremo este que resulta inaceptable,
pues pareciera que se escribe sin que se le preste atención; y ello resulta así, toda vez que la
lógica de los procedimiento escritos, tiende a tener formatos de decisiones que facilitan el
trabajo a los “oficiales” de trámite, quienes se concretan a señalar la aceptación o rechazo
de lo pedido, sin que trascienda un análisis de los argumentos o tesis sustentada; sino por el
contrario, se incorporar una decisión independiente, autónoma a los alegatos de los sujetos
procesales.

Esto no sucede en el modelo implementado –o por lo menos no debe suceder-, ya que en el


seno de la audiencia se vierte información de alta calidad, en especial la del imputado y su
defensor, a quienes se les presta la atención adecuada, razón por la cual los jueces siempre
deben pronunciarse a lo manifestado por los sujetos procesales, y explicar las razones por
las cuales acepta una tesis y rechaza la otra. Con base a ello, ya el derecho a ser oído no
será un simple formalismo, como dice Maier, sino por el contrario, se constituye en la
esencia misma del derecho de defenderse, por tener repercusión en la decisión y su
necesario fundamento para desecharlo, si es el caso.

e. Posibilidad de refutar los hechos y opinar el derecho


“La condición de comprobable y comprobado, radica en la posibilidad del acusado de
refutar los hechos y de opinar el derecho”.15

En los procedimiento escritos, existe un gran obstáculo para hacer valer el efectivo derecho
a ser oído y, consecuente, posibilidad de refutar los hechos, ya que en la evacuación de las
audiencias mediante “memoriales”, ninguno de los intervinientes sabe lo que el otro va a
decir, sobre qué base ontológica funda su pretensión y, sobre todo, qué derecho aplica. Ello
está fuera del alcance del adversario, por lo cual cada uno se concreta a expresar lo que
considere pertinente, sin que se manifieste respecto a lo indicado por el otro. Ello debilita
absolutamente el juicio adversarial y excluye el contradictorio real, subordinándolo en
alegatos al tribunal y, de tal cuenta, ninguna tesis es debatida y, por ende, excluida de
validez.

14
Maier, Julio, Derecho Procesal Penal, I Fundamentos. Editores del Puerto 2004. página 552.
15
Ferrajoli, Luigi. Derecho y Razón, Editorial Trotta, año 1998.
Esas flaquezas del procedimiento escrito, no operan en el modelo implementado, ya que en
las audiencias correspondientes, el sujeto procesal activo presenta su tesis y el sujeto
procesal pasivo la somete al crisol de la verdad, a través de la refutación que pueda hacer
respecto a los hechos que la fundamentan, o a la interpretación jurídica que opera en el caso
concreto, opinando para el efecto la forma y circunstancias en que debe aplicar el juez el
derecho. Además, se garantiza la réplica de las alegaciones, en donde el contradictorio
cobra total valor y efectividad, lo que permite al juzgador tener mayor información y de
mejor calidad, para la toma de la decisión judicial. Ello opera en cualquier etapa y fase del
proceso, y no sólo en el debate, lo cual robustece el derecho a ser oído en todo momento.

f. Entre descifrar lo jurídico y entender lo judicial


“El lenguaje de los profesionales, los aleja de la gente común, quienes no los entienden,
razón por la cual se forman la elites sociales. . .”.16

El litigio escrito incorporó fórmulas jurídicas observables en la mayoría de los


requerimientos procesales y decisiones judiciales, que no eran más que tecnicismos vacíos
de contenido, a través de los cuales se pretendía esconder la falta de contenido y validez de
los argumentos, excluyendo toda razón, cayendo en simple expresión. Tales frases
preconcebidas, que hasta de memoria se saben los miembros de la comunidad jurídica, que
implican en muchos casos latinismos y locuciones extranjeras, que incluso no son
comprendidas por abogados, pero sí repetidas constantemente en los “memoriales”; ello, en
sumo grado, lo que hace es acentuar el distanciamiento que por sí existe entre los abogados
y las personas vinculadas a un proceso penal, que en algunos casos son engañadas por no
comprender lo que se escribe.

Frente a esa realidad, detestable por cierto, se incorpora en el modelo implementado la


necesidad del sentido común, la expresión cotidiana, y la obligación de darse a entender,
con la consecuente exclusión de tecnicismos y locuciones extranjeras, a efecto de que la
persona que está siendo juzgada y la comunidad que presencia la audiencia, sepa de lo que
se está discutiendo, la forma en que se hace, así como las pretensiones de cada uno de los
intervinientes, con el objeto que fiscalicen el actuar de los litigantes y de los jueces, quienes
deben darse a entender. Por ser oral, resulta mucho más importante la sencillez y claridad
de la expresión, lo que en la experiencia de las judicaturas que la han implementado,
muestra formidables resultados, al salir todos satisfechos, aún y cuando no compartan el
criterio vertido en la decisión judicial.17

De esa cuenta, cada vez más, se acerca el servicio judicial a la población y, por ende,
empiezan a comprender las razones de las decisiones judiciales, así como a ponderar la
calidad de los litigantes en audiencia y no en intransparencias.

16
Eliot, V., Sociología de las profesiones, año 1982.
17
Ello es medible en la disminución de las apelaciones interpuestas, en más del 50%, según estadística interna
de los despachos judiciales de Quetzaltenango, Totonicapán y San Marcos.
B) PRINCIPIO DE INMEDIACION Y DERECHO A SER JUZGADO POR JUEZ
IMPARCIAL E INDEPENDIENTE

La inmediación exige la presencia activa de los sujetos procesales para la toma de


decisiones, según sea la etapa o fase procesal, lo cual única y exclusivamente puede darse
con la redefinición del proceso basado en audiencia; pero no audiencias “escritas”, sino
audiencias orales, que es la única metodología de trabajo que obliga la presencia de los
sujetos procesales en la misma y viabiliza el principio de inmediación. Pero sobre todo, la
inmediación garantiza la presencia del juez en la audiencia, cuya actitud activa en la
dirección de la misma y reflexiva, inteligible en la decisión, constituyen la máxima de ser
juzgado por un juez, y no ser escrito por un “oficial” de trámite, redimensionando con ello
la función del juez y efectizando su quehacer jurisdiccional.

Para tal efecto, debe excluirse de responsabilidades administrativas a los jueces


penales, que hasta el momento en muchas judicaturas aún se mantienen, como el caso de
control de personal, autorización de licencias o permisos, propuesta de personal, control de
suministros, coordinación interna y externa, y verificación de “mesa al día” de los oficiales
de “trámite”. Y con ello, menester se torna concentrar su actividad en su responsabilidad
jurisdiccional, como lo es juzgar y ejecutar lo juzgado.

Inherente a ello, el quehacer del personal auxiliar de las judicaturas debe redefinirse,
tomando en consideración que no existe “expediente” que deba seguirle la secuencia
escrita, construir resoluciones, hacer oficios, realizar despachos, exhortos o suplicatorios,
así como ordenar cronológicamente los documentos, foliarlos, coserlos, y, cuando ello esta
cumplido, archivarlo y custodiarlo. En sí, “tramitar” expediente, pues es obvio que en
juicio basado en audiencias no existe esa complejidad judicial. En ese sentido, lo que se
requiere es alguien que registre magnetofónicamente las audiencias, llamado asistente de
audiencias; una persona más que informe y prepare todo lo necesario para la efectividad de
las audiencias, haciendo los llamados telefónicos para asegurar la presencia de los sujetos
procesales, llamado asistente de comunicaciones, y, por último, y de suma importancia, una
persona que informe a los usuarios del sistema de todos los aspectos que requieran, así
como les provea un trato digno al llegar a las judicaturas, sea como sindicado, testigo o
víctima, lo que transforma la visión negativa de la atención en el servicio judicial, en un
servicio de calidad al cliente; este auxiliar administrativo de la judicatura es denominado
asistente de atención al público. Conforme a ello, debe existir alguien que administre
objetiva y subjetivamente la judicatura, que coordine y evalué al personal, que supervise el
suministro y demás requerimientos del juzgado y que, a la vez, sea el coordinador externo
de la judicatura ante otras instancias, tarea que le corresponde al secretario del juzgado que,
como es sabido, durante mucho tiempo se le ha considerado “jefe administrativo”18 de los
juzgados, sin que eso haya sido realidad.

Esa reorganización judicial, responde a la gestión que se desarrolla en la judicatura,


que, como se ha sostenido, responde a la lógica del proceso por audiencias, lo cual exige
ese modelo organizacional, que tiende a hacer sostenible el mismo. De esa cuenta, según
sea la gestión, así será el modelo de organización, a efecto de que exista coherencia entre el

18
Tal y como lo señala el artículo 110 de la ley del organismo judicial, decretada en el año 1989.
servicio que se presta y la forma en que debe hacerse. Además, la reorganización judicial
tiende al carácter multidisciplinario y exige la incorporación de otros profesionales y
técnicos en las judicaturas, dejando de lado progresivamente el carácter eminentemente
jurídico de los auxiliares judiciales, por ya no ser necesarios en el modelo basado en
audiencias. Es así como el asistente de audiencias será un bachiller en computación, con
conocimientos esenciales y actuales de software y hardware, así como programas y
registros de audio, y claves informáticas para la utilización de carpetas y firmas digitales.
En la unidad de comunicaciones, bien puede estar una secretaria ejecutiva y operadora de
planta, quien con conocimientos sólidos de marketing, puede desarrollar efectivamente las
comunicaciones vía telefónica, correo electrónico y fax. En ese contexto, la unidad de
atención al público puede ser cubierta por una trabajadora social o comunicador social.
Finalmente, el jefe administrativo del despacho judicial será un administrador de empresas
o ingeniero, por la dinámica que ello implica.

El modelo implementado en los lugares referidos19, observa estas directrices, incluso la de


la economía de escala, teoría de colas, proyecciones y sistematización efectiva de las
estadísticas internas y su publicación. Claro está que en el momento de la implementación
se hace con el personal actual, estableciendo las unidades correspondientes, asignando uno
o dos asistentes en cada una, según sea el número de auxiliares administrativos de cada
juzgado, con rotación bimensual en cada unidad.

Lo anotado tiende claramente a señalar que lo importante de la inmediación es el derecho


de ser juzgado por el juez, en ese momento, en su presencia, sin interferencia ni
postergación de la decisión; sino muy por el contrario, con decisiones inmediatas a los
argumentos de los sujetos procesales, lo que implica que la decisión judicial es comunicada
en la audiencia, en donde ya la notificación “escrita” queda excluida, así como la
tradicional y obsoleta resolución “escrita”, en donde la firma del juez y secretario era la
esencia de la misma, por lo que algunos insensatos abogados se han dado a la tarea de hacer
incomprensible la intrascendencia de la firma del juez, denotando con ello que el hombre
de ciencia es el gran obstáculo al sentido común.

a. Jueces de firmas vrs. Jueces de decisión


Tradicionalmente en las judicaturas penales y en todas las demás, lo que ha existido es el
juez de firmas, el profesional del derecho que es asignado a un juzgado con la tarea
de firmar los proyectos de resolución que son realizados por los “oficiales de trámite”,
incluso sin orientación del titular de la judicatura. De esa realidad se sostiene que en los
procedimientos escritos “cualquiera que sepa firmar puede ser juez”, pues no se requiere
más que eso.

Sin embargo, en el modelo implementado, el juez es el profesional del derecho del más
alto conocimiento jurídico y cotidiano, que decide en la audiencia conforme a la tesis y
antítesis de los sujetos procesales, y que con esa capacidad y destreza oral, emiten la
decisión judicial, sin más espacio que el propio para la valoración de los argumentos y
reflexión del derecho aplicable, dedicado exclusivamente a juzgar, a decidir las
situaciones de vida llegada a su conocimiento y que merecen una redefinición

19
Quetzaltenango, San Marcos y Totonicapán.
jurisdiccional.

Es por ello que en los despachos gerenciales es imprescindible que el juez sea un estudioso
del derecho, con alta habilidad de síntesis, honda capacidad de
interpretación y valoración de hechos y evidencias, así como seguridad para la toma de
decisiones, pues no tiene otro momento más que el de la audiencia para decidir. En sí, el
encargado de decidir en los despachos gerenciales es un “verdadero juez”.

b. Entre el litigio de papeles y la presencia pacificadora


“El juicio transforma el conflicto, lo que eran golpes ahora son
palabras, lo que eran gritos ahora son razones, lo que era ira ahora es
avenimiento.”20

Las peleas insensatas y hasta abstractas entre abogados y de estos con los jueces son
comunes en los procedimientos escritos; así como común resulta ser que lo único que se ve,
se observa, consulta y hasta discute son los papeles que obran en los “expedientes”, lo que
constituye el punto de partida y centro de la dinámica judicial, olvidando por antonomasia a
las personas que intervienen, pues, para el sistema simplemente son un número más, son un
número de expediente y no una situación de vida que hay que resolver de la mejor manera,
con alta información.

Ello no ocurre en el modelo implementado, en donde los sujetos comparecen a la audiencia,


con observancia de reglas claras y en donde se revalora la situación de víctima y victimario,
pues son las personas cuyo caso se resuelve y para quienes está el sistema, debiendo ser
atendidas de la mejor forma. Esto permite hacer viable el postulado de Binder disgregado
al inicio, al extremo que en las judicaturas gerenciales se han tenido mayores niveles de
salidas alternas al proceso, toda vez que los titulares del conflicto se encuentran en una sala
propia para conversar y expresar razones, que tiende a una solución más efectiva y legítima
que la propia sentencia.

c. Información de alta calidad


“Una de las características del sistema oral, es que permite obtener
información de alta calidad para la toma de decisiones.”21

El mejor espacio y quizás el único en el que el juez puede obtener información de la más
alta calidad, es en presencia de los sujetos procesales, en donde no sólo escucha
argumentos valiosos de los sujetos procesales, que le informa y evidencian la situación a
resolver, sino también puede ver a los intervinientes del proceso, comprender sus
posturas, verse en la posición de ellos, en sí, la inmediación le permite al juez tener
mayores elementos para la toma de decisión. Aunado a ello, es más fácil que un abogado
falte a la verdad en un “escrito” que en presencia del juez, pues si logra engañarlo en un
caso, es obvio que tenga que regresar nuevamente a presencia del juez, y en este caso

20
Expresiones de Alberto Binder en los distintos foros jurídicos en la región de occidente de Guatemala, en su
visita en el mes de marzo de 2006.
21
Duce, Mauricio. Clase módulo I formado digital, curso latinoamericano “instrumentos para la
implementación de un sistema acusatorio”, año 2006.
aquél sabrá quien le habla y, consecuentemente, no se dejará sorprender por su dicho.

d. Decisiones de mejor calidad


“El proceso es un modo de comprobar hechos y establecer consecuencias, lo que se ordena
es resaltar que, en la justicia republicana, uno de los controles y garantías que
excluyen la arbitrariedad en las resoluciones judiciales es la explicación de los fallos
judiciales”.22

Entre mayor conocimiento e información tiene el juez, mayor será la calidad de la


decisión judicial, toda vez que esta es concebida como síntesis de las tesis y antítesis
presentadas en audiencia ante el juez, lo que implica que la vía directa o canal
adocrático de la información, garantiza que la misma se transmita completa, clara y
efectivamente, lo que permite al juzgador tener mayores elementos para la decisión.

Esto, a efecto de excluir las arbitrariedades de las resoluciones judiciales, como se


describe en la transcripción inicial, que recapitula la necesidad de decisiones
explicativas ínsitamente, comprensibles para la población, en lenguaje común, sencillo
y claro, a efecto que todos se enteren de las razones por las cuales se decidió de una u
otra forma; ello se torna más fácil, cuando la inmediación es efectiva, pues el juez en
ese momento lo que transmite es su convencimiento, excluido de fórmulas superfluas, o
ritualismos lingüísticos que lo que hacen es volver interminables los juicios.

En ese sentido, el modelo implementado en las judicaturas gerenciales se constituye


como la herramienta fundamental para cumplir con el deber de motivar, pero, sobre todo,
como medio idóneo para saber las razones del juez en la toma de la decisión.

e. Limitación de prejuicios

“Estamos expuesto a creer que la palabra del hombre que tiene rostro honrado es honrada,
mientras la palabra del que tiene rostro antipático no lo es.”23

Es obvio que uno de los contrastes del modelo implementado y de la presencia del
imputado ante los jueces, resulta ser la efectiva materialización de los prejuicios que
inundan el actuar de la mayoría de personas y también de los jueces; sin embargo, el
límite para esa perturbaciones del sistema, resulta ser la decisión sobre la base de la
información proveída en audiencia, en donde, como lo señala el pasaje del Japón
heroico y galante, al escucharlo y ver su actuar, ese juicio previo formado en contra de
la persona decae y cambia, o por lo menos se matiza.

Además, es interesante la exclusión de prejuicios formados sobre la base de los perfiles


de las personas que se va a juzgar; es así como el juez de garantía en los procedimientos
escritos, antes de resolver lo que hace, es saber a quien se juzga “pandillero, marero,
político, etc. y ello resulta suficiente para configurar la posible decisión que armará el

22
Código Procesal Penal concordado y anotado con la jurisprudencia constitucional, novena edición, año
2003. página XXXIX.
23
Gómez Carrillo, Enrique. El Japón heroico y galante. Preámbulo del código procesal penal.
“oficial de trámite”; sin embargo, en los despachos gerenciales, en donde el juez no tiene
información previa de lo que va a suceder en la audiencia –ni siquiera la prevención
policial-, es obvio que ingresa a la misma sin juicios previos que tiendan a inclinarse a
una decisión; y de esta forma, se garantiza la imparcialidad de los jueces, claro está no
se puede asegurar absolutamente.

f. Exclusión de consultas

En los procedimientos escritos, los jueces, oficiales de trámite y secretarios “cuando


tramitan”, encuentran en el teléfono o visitas personales, una respuesta efectiva a las
dudas que presentan respecto a determinados casos; así, esa lectura previa de los
documentos y escritos, le permite contarle el caso a otro juez u oficial, a efecto que éste
le dé “luces” de cómo resolver, lo que vulnera rotundamente el principio de
independencia de las decisiones judiciales.

De esa cuenta, en la judicaturas gerenciales, en donde le procedimiento está basado en la


audiencia y que la misma tiene como eje central la inmediación de los sujetos
procesales, imposibilita al juez la “consulta” del caso a otros colegas, lo que implica que
la decisión debe tomarse allí en la audiencia, sin más recurso que los propios
conocimiento del juez y sus leyes aplicables; ello es así, pues el juez no puede
interrumpir la audiencia para “salir a consultar” el caso, y, conforme a esa lógica, está
obligado a resolver en presencia de quienes asisten a la misma.

g. Menor posibilidad de decisiones presionadas


El carácter público de las decisiones, tomadas en presencia de los sujetos que
intervienen, provee una garantía fundamental a la independencia externa e interna de los
jueces, toda vez que el mismo se encuentra controlado en su forma de resolver por los
asistentes a la audiencia, lo que hace en un momento dado excluir las presiones
externas
de la audiencia para la toma decisiones y, en consecuencia, su juicio resulta ser propio y
vinculado directamente a las tesis sustentadas en la audiencia; ello provee elementos
sustentables para reconocer nuevamente el carácter esencial de la inmediación en los
despachos gerenciales, para la toma de las decisiones.

C) PRINCIPIO DE CELERIDAD Y DERECHO A SER JUZGADO EN UN PLAZO


RAZONABLE

“Tanto más cerca pronta y cercana al delito cometido es la pena, es tanto


más justa y más útil”.24

El drama humano que provoca la mora judicial, sólo es comprensible por la persona cuya
libertad está en juego, así como de aquella cuyo derecho ha sido lesionado con la

24
Bonesana, Cesare. Tratado de los delitos y de las penas. Editorial Losada. 1999. página 70.
realización del delito que se juzga; en ese sentido, basta reparar en las reflexiones que hace
Becaría en torno a ello, y comprender que la eficacia de la decisión está en su prontitud. De
esa cuenta y, reconociendo la importancia de ser juzgado en un plazo razonable, la
Convención Interamericana de Derechos Humanos, lo establece como una de las garantías
que goza la persona sometida a juicio.

Conforme a ello, los códigos procesales penales diseñan un juicio en plazo razonable,
fijando tiempos máximos para cada una de las etapas y fases procesales, lo que implica un
reconocimiento directo a ser juzgado en una plazo razonable; vinculado a ello, se encuentra
la concentración de las actuaciones y la continuidad, que se sustentan en el eje transversal
de la celeridad procesal.

Sin embargo y, a pesar del derecho de ser juzgado en un plazo razonable, la situación
judicial penal guatemalteca se aparta de esa exigencia de derechos humanos, al extremo de
que hay casos paradigmáticos que tienen una duración de más de 2,33525 días,
sobrepasando más de diez veces del plazo máximo para ser juzgada una persona. Es por
ello que, una de las grandes críticas al sistema ha sido la mora judicial, el retardo en la
solución de los conflictos, y que, en cierta medida, han incidido en las acciones violentas
que la población realiza para proteger sus derechos o “sancionar” a los victimarios.

a. Los plazos legales como plazos razonables


Los plazos razonables son comprensibles únicamente en los plazos máximos que
señalan las normas procesales, las cuales, en la mayoría de los casos, proveen de tiempo
suficiente y necesario, por lo que se consideran a priori como los plazos razonables;
claro, debe existir un análisis más profundo sobre este punto, para determinar si los
plazos que establece la ley son adecuados desde la perspectiva de la prontitud de la
respuesta judicial, conforme a indicadores de expectativas y condiciones de los usuarios
del sistema. En el presente caso, no se hace ese análisis y se considera que los plazos
establecidos en la norma son los razonables, que exige la convención interamericana
sobre Derechos Humanos.

Conforme a ello, y del análisis de los plazos normativos establecidos en el código


procesal penal, el plazo máximo para que una persona sea juzgada es de 164 días si
está sujeta a prisión preventiva y de 254 días si está sujeta a cualquier otra medida de
coerción; ese plazo máximo se construye de las etapas y fases procesales.26 Sin
embargo y, como se indico al inicio de este apartado, los plazos legales no son
respetados, lo cual provoca la mora judicial, cuyas críticas han sido fuerte para el
organismo judicial, ya que sobrepasan diez veces el plazo máximo para resolver. Es por
ello que el modelo implementado pretende superar esta deficiencia judicial, que radica

25
Datos obtenidos en los juzgados de la ciudad capital dentro del marco del observatorio judicial realizado
por el ICCPG – CEJA.
26
24 horas para resolver su situación jurídica en audiencia inicial según el artículo 6 de la cprg y 87 del cpp;
la etapa preparatoria con prisión preventiva 91 días y 181 días con otra medida de coerción, según el artículo
324 del cpp; 20 días de etapa intermedia, desde presentación de requerimiento conclusivo, hasta la emisión de
la resolución correspondiente; 52 días de etapa de juicio, que implica comparecencia, artículo 344 cpp,
audiencia incidental, artículo 346 cpp, de ofrecimiento de prueba artículo 347 cpp, debate y emisión de
sentencia.
en el carácter burocrático del sistema, que tiende a crear rutas complejas y rituales
innecesarios que repercuten en el tiempo de resolver; conforme a ello, el sistema basado
en audiencia, tiende a observar el carácter adhocrático de la administración judicial, en
donde la ruta crítica de solicitud, resoluciones y notificaciones es simplificada en la
audiencia respectiva, lo que tiende a reducir en más del 100% los tiempos muertos
existentes en el poder judicial, y con ello se ha aproximado a juzgar en un tiempo
razonable a la persona sujeta a proceso, observándose esa reducción de tiempos en todas
las etapas y fases procesales.

b. Entre juicios a distancia y decisiones con prontitud


“Entonces, es de suma importancia la cercanía del delito y la pena, si se quiere que en las
burdas mentes vulgares, ante la seductora pintura de un delito ventajoso resuene de
inmediato la idea asociada de la pena”.27

El modelo implementado, tiende a observar rigurosamente los plazos para juzgar, así, en
la audiencia inicial, existe un espacio para la discusión del tiempo máximo para
investigar, el cual se fija judicialmente luego de escuchar los argumentos del acusador y
defensor, en cuanto a la posibilidad de fijar plazos menores de los normativamente
señalados para la duración de la investigación. En la propia audiencia se fija día y hora
en que debe presentar el ente fiscal su requerimiento conclusivo de la etapa
preparatoria; en esa ocasión se fija día y hora para la realización de la audiencia inicial,
en donde se resuelve inmediatamente. Si se apertura a juicio, en la resolución misma
(oral), se comunica a los sujetos procesales el día y hora en que deben comparecer
(personalmente), ante el tribunal de sentencia competente (regularmente es de 08:30 a
08:45 horas); esta audiencia no dura más de 10 minutos, pero en la misma se concentran
muchos hitos procesales, siendo el principal la renuncia de la audiencia incidental,
cuando no existen recusaciones que plantear o excepciones sobre nuevos hechos que
oponer28, fijándose en la misma audiencia el día y hora para el ofrecimiento de prueba.

La audiencia de ofrecimiento de prueba, es señalada dentro de los 8 días que marca la


ley, y se realiza de forma oral, en donde los sujetos procesales tiene la oportunidad de
controlar la prueba de la parte contraria. En esta audiencia se acepta la prueba, se repone
si no se está de acuerdo con la decisión judicial y se fija día y hora para la realización
del debate, observando la continuidad en su desarrollo.

Es así como el cumplimiento estricto de los plazos normativos, e incluso la renuncia o


abreviación de los mismos, constituye un espacio idóneo para el juzgamiento de las
personas en un plazo razonable. Un ejemplo de ello lo es la sentencia emitida por el
tribunal departamental de Quetzaltenango en junio de 2005, en donde se dictó sentencia
en los casos 768-05, 988-05 y 256-05, ingresados al sistema judicial en febrero y marzo
de 2005, y sacados del sistema en junio de es mismo año, después de haberse
desarrollado las etapas de investigación, intermedia y de juicio, reconociendo el

27
Bonesana, Cesare, ob. Cit. Pág. 71.
28
Para el año 2004 sólo 1 excepción sobre nuevos hechos fue promovida; en el año 2005 se promovieron 4
excepciones sobre nuevos hechos; sin embargo y a pesar de ello los plazos para juzgar se redujeron
considerablemente. Datos del tribunal de sentencia departamental de Quetzaltenango.
juzgamiento en un plazo menor al que establece la ley.

c. La lista de espera y la afectación a la libertad


“La cárcel es entonces la simple custodia de un ciudadano hasta que se lo
juzgue reo, y siendo esa custodia esencialmente penosa, debe durar el menor
tiempo posible y debe ser lo menos dura posible”29.

Contrario a lo que señala el Marquéz de Beccaria en el párrafo que antecede, en


Guatemala la prisión preventiva se ha convertido en pena anticipada y, por ello, entre
más dure mejor, pues se neutraliza a los victimarios potenciales, lo cual desnaturaliza
totalmente el fin de las medidas de coerción, además de provocar un detrimento en la
persona, que en muchos casos es declarada inocente.

Además, esa afectación a la libertad es incrementada con la duración excesiva de los


juicios, razón por la cual existe la irracional “prórroga de la prisión preventiva”, que
resulta ser la salida jurídica que el poder judicial utiliza para la postergación de la
decisión, y, consecuente, creación de lista de espera. De esa cuenta, existen audiencias
preliminares al juicio que tardan más de 30 días en su realización, es decir, desde la
fecha que se solicita a la fecha que se fija, transcurre un plazo desmedido; en el caso del
juicio, existen audiencias de debate señaladas para dentro de 11 meses30, por la mala
gestión interna y mediocre organización de los despachos judiciales que no han
implementado el modelo judicial penal basado en audiencia con judicaturas gerenciales.

Ese excesivo tiempo de espera para la realización de audiencias, se ha reducido


absolutamente, al grado de no existir “lista de espera”, sino ingresos y salidas
inmediatas de audiencias en los juzgados de garantía, tal es el caso del juzgado primero
de primera instancia penal y delitos contra el ambiente de Quetzaltenango, en donde la
audiencia solicitada personalmente o por teléfono es fijada para el día siguiente o a los
dos días, misma que se realiza efectivamente; incluso, hay un caso concreto en el cual
se solicito la audiencia por un fiscal de la ciudad capital y fue realizada dos horas
después de su requerimiento31.

Para el caso de los tribunales de sentencia, es interesante la labor realizada por la


judicatura de Totonicapán, en donde se han reducido los plazos a extremo. No existe
lista de espera para la realización del debate; incluso, en algunos casos, en la audiencia
de comparecencia, se renuncia a la audiencia incidental y allí mismo los sujetos
procesales hacen el ofrecimiento de prueba, admitiendo la legal y rechazando la que no
cumple los presupuestos legales; inmediatamente se fija día y hora para la audiencia de
debate, la que se está realizando dentro del plazo de 15 días.

d. Entre comodidad y efectividad

29
Bonesana, Cesare. Ob. Cit. Pág. 70.
30
Ver calendario de audiencias del tribunal de sentencia penal y narcoactividad de Quetzaltenango.
31
Audiencia de prueba anticipada, en donde le fiscal pertenecía a la fiscalía especial de la ciudad capital, que
vino por otra audiencia a Quetzaltenango y manifestó su deseo de realización de esta audiencia, aprovechando
su estancia y justificando lo dificultoso del traslado.
“Qué contraste es más cruel que la indolencia de un juez y las angustias de un reo? Las
comodidades y placeres de un magistrado insensible por una parte y por la otra las
lágrimas, la miseria de un prisionero?”32.
La mora judicial, la ineficacia del sistema, la mala calidad de las decisiones judiciales y
la postergación de la decisión, no son más que la manifestación absoluta de la
comodidad de quien tiene la obligación de proveer una respuesta judicial en un plazo
razonable; claro está, aunado a la deficiente y burocrática gestión, así como errónea
organización judicial. En un procedimiento escrito, el juez de firmas, quizá pide tiempo
para leer lo que va a firmar, lo cual progresivamente congestiona el sistema al crear la
lista de espera; en el caso de los tribunales de sentencia, el control de la agenda, para no
“sobrecargar” su tiempo, así como disponer de días de no realización de audiencias por
compromisos personales, es fácil por la lógica que encierra este procedimiento y es lo
que cotidianamente se realiza en esas judicaturas33.

En el caso del modelo judicial basado en audiencia, conforme al cual se instalan los
despachos gerenciales, varía esta lógica y, consecuentemente, tiende a exigir más del
juez, toda vez que nada sale del sistema si no es una decisión tomada en audiencia por el
titular de la judicatura; En ese sentido, no se valora hora-juez, sino juez-efectividad, en
el entendido que no importa que esté sentado en su despacho, sino más bien cuánto
puede resolver en el tiempo que se le tiene asignado, por lo que, si no existen audiencias,
no tiene necesidad de estar en la judicatura, pues no existe función o actividad fuera de
las audiencias.

Respecto a ello, en la evaluación de la efectividad del modelo implementado, realizado


en el juzgado primero de primera instancia penal y delitos contra el ambiente de
Quetzaltenango, se estableció que la cantidad de audiencias realizadas aumentó en un
29% respecto al año anterior; además de que los plazos judiciales se redujeron hasta en un
62%; y sobre todo, no existe lista de espera, por lo que los casos se encuentran “al día”.
En el caso del tribunal de sentencia, debe considerarse la misma evaluación realizada en
el tribunal de sentencia penal y delitos contra el ambiente de Quetzaltenango, en cuya
estadística se refleja que se sobrepaso casi tres veces el numero de sentencias realizadas
con relación al año anterior; así es que en mayo de 2004 se realizaron 3 debates, lo cual
fue superado en el año 2005, ya que en mayo se realizaron 8 debates.34 Estos datos dan
cuenta de que el modelo judicial implementado exige al juez que comprenda la situación
del procesado, que, como dice Beccaria, es un gran contraste entre la insensibilidad y
comodidad del juez y las angustias del reo, y con ello responda a la exigencia de
derechos humanos de juzgar a las personas en un plazo razonable.

D) PRINCIPIO DE LIBERTAD Y DERECHO A CONTROLAR LA DETENCION


O ENCARCELAMIENTO ARBITRARIO

32
Bonesana, Cesare. Ob. Cit. Pág. 70.
33
La observación de debates realizada por el ICCPG con las pautas del CEJA, da cuenta de esto, y en especial
de audiencias de debate de 2 horas de duración, que es la única que se realiza al día. El informe de
observatorio judicial, establece la duración de un caso por audiencias y por día calendario, así como establece
las horas efectiva de trabajo y de pasividad procesal.
34
Informe presentado por el ICCPG a la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala.
“Sólo debería llegar a este paso violento de la captura. . . cuando el acusado no quisiese
obedecer a la citación, o cuando la gravedad del delito o la condición del mismo
acusado, si fuese un hombre sin domicilio y sin honor, diesen motivo para temer su
fuga”.35

La discusión sobre la prisión preventiva resulta imprescindible en el momento actual,


como lo fue en época del iluminismo y en el decurso del derecho procesal penal; claro,
ese análisis escapa de esta reflexión y, en consecuencia, se dará cuenta únicamente como
se ha limitado el uso arbitrario de la prisión preventiva conforme al modelo
implementado. Debe advertirse que, según estadísticas internas de los juzgados que han
implementado el modelo, la prisión preventiva ha disminuido en un 27%, y que los que
ahora padecen ese mal necesario, lo hacen conforme argumentos y evidencias de fines
procesales.

a. Control inmediato y continuo


El primer espacio idóneo de control de la privación de libertad lo constituye la
audiencia inicial, momento en el cual la persona es puesta ante el juez para que
conozca las razones de su detención y verifique que en la misma se han cumplido los
requisitos sustanciales e instrumentales; lo cual realiza ahora el juez de instancia en la
judicatura de servicio continuo, por lo que no importa la hora o día en que la persona es
aprehendida, pues en cualquier caso tendrá la certeza jurídica de que será puesta ante juez y
no llevada a otro lugar y que inmediatamente se resuelva su situación jurídica; este
enfoque de control inmediato y servicio continuo está diseñado para las judicaturas
gerenciales, que si bien es cierto no se ha implementado el servicio continuo, también
cierto resulta que el reglamento que sostiene el modelo sí lo establece y que en la
medida de las posibilidades del Organismo Judicial, se implementará progresivamente,
pues la judicaturas gerenciales se constituyen con tres jueces en distintos horarios con
cobertura continua.

La pragmatización del modelo, lo constituyen los “juzgados de turno” de la ciudad


capital de Guatemala, que responden al servicio continuo y con el objeto de controlar
inmediatamente la legalidad de la detención de la persona y resolver su situación
jurídica, mismo que a poco tiempo de su instalación muestra resultados positivos en
cuanto a la gestión de los casos ingresados y casos resueltos36. Es así como la persona
no debe esperar 5 o hasta 11 días para que se resuelva su situación jurídica, ya que la
misma obtiene una respuesta inmediata. En correlación con ello, se encuentra el proyecto
implementado en Mar del Plata, en enero de 2006, sobre audiencias orales para el
control de la detención y es obvio que los resultados también resultan ser positivos37.

Conforme a ello, se ha evitado en un 100% el ingreso de persona detenidas a los centros


preventivos sin orden de juez competente, lo que constituía la regla común antes de la
implementación del servicio continuo; además, se evita la estigmatización de las

35
Filangieri citado por Luigi Ferrajoli, en derecho y razón, editorial Trotta 1989.
36
Publicación del Diario de Centro América, 28 de marzo de 2006, página 3.
37
Ponencia presentada por Ariel Ciano en Viña del Mar, dentro del marco del curso de Instrumentos para la
implementación de un sistema acusatorio, del Centro de Estudios de Justicia de las Américas.
personas detenidas y, sobre todo, se les protege de exacciones, tanto en las
instituciones policiales como en los centros preventivos.

b. Demostrabilidad de riesgos procesales


Otro aspecto que contribuye al uso limitado de la prisión preventiva, es la necesaria
argumentación y demostrabilidad de los riesgos procesales; de esa cuenta, los fiscales, al
momento del requerimiento de prisión preventiva, deben mostrar evidencias de que
efectivamente
existe un peligro de fuga o un peligro de obstaculización para la averiguación de la
verdad, por medio de informes, documentos o declaraciones obtenidas en la
investigación preliminar que ha incorporado el Ministerio Público. En ese sentido,
cuando no se demuestre cualquiera de los dos fines procesales que persigue la prisión
preventiva, es obvio que el juez de garantía no aplica la misma y, en su lugar, aplica otra
medida de coerción menos aflictiva que el encarcelamiento.

La observación que se ha realizado en Quetzaltenango, en el marco de la evaluación de


la implementación del modelo, da cuenta del alto nivel de discusión sobre la
aplicación de esta medida aflictiva, e informa de la exigencia de evidencia los peligros
procesales para decretarla. En ese sentido, se excluye la aplicación de la prisión
preventiva sin evidencia, sin argumentaciones y sencillamente “por creerlo
conveniente” el juez, inclusive sin ser requerido por el fiscal38.

d. La libertad como objeto de discusión en cualquier momento


Finalmente, basta indicar que la discusión sobre la continuidad o sustitución de la
prisión preventiva, ya no resulta ser una audiencia específica que congestiona el sistema
y para la cual debe esperarse un tiempo prolongado, que en muchas ocasiones sobrepasa
el razonable; muy por el contrario, conforme al diseño y la práctica del modelo
implementado, los defensores abrochan cualquier audiencia para controlar el
encarcelamiento, si el mismo sigue cumpliendo sus fines procesales o si los mismos han
desaparecido, si es necesario continuar con el encierro, o es procedente aplicar otra
medida de coerción menos aflictiva. Es decir, ahora el procesado tiene la garantía de que
su encierro no es permanente hasta el final del juicio, sino que el mismo es fungible
según las circunstancias del caso y los acontecimiento que acaezcan en el decurso del
proceso. Con base en ello, la prisión se revisa, incluso, después de dictarse sentencia y
hasta en audiencias de apelación especial.

38
Los casos de prisión arbitraria aún siguen siendo cotidianos en las judicaturas que no han implementado el
modelo judicial penal basado en audiencia.

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