La Participación Ciudadana en Argentina
La Participación Ciudadana en Argentina
La Participación Ciudadana en Argentina
Los derechos políticos y civiles son los que están destinados a proteger a las personas del
estado, ya que buscan imponer un deber de no interferencia con respecto a esas libertades.
Generalmente estos derechos son directamente aplicables, es decir, son efectivos sin la
necesidad de hacerlos cumplir. Se reconoce que los derechos civiles y políticos también
requieren acciones positivas por parte del estado. También se aplican en las relaciones entre
individuos. Los derechos como el derecho de voto, son de una naturaleza explícitamente
política. Estos garantizan a los individuos las oportunidades de participar en la gestión de los
asuntos públicos de su país. Otros derechos son puramente civiles, como lo es el derecho al
matrimonio. Están relacionados con el estado civil de una persona. Aunque muchos de estos
derechos pertenecen a ambas categorías.
La sanción de la constitución nacional fue uno de los sucesos más importantes que refleja la
lucha de los derechos de nuestra ciudadanía. El 1º de mayo de 1853 los diputados de las
provincias, reunidos en Santa Fe, sancionaron la Constitución Nacional, en respuesta a una
necesidad que surgió tras la Revolución de Mayo. Su objetivo era constituir la unión
nacional, afianzar la justicia y consolidar la paz interior. Fue una acción política que marcó a
todo el país. Los derechos que reconoce nuestra Constitución y los Tratados de Derechos
Humanos son: Derecho a la vida. Derecho a la integridad física. Derecho a la libertad.
Derecho de peticionar a las autoridades. Derecho de votar y ser votado. Derecho de entrar,
permanecer, transitar y salir del territorio argentino.
El 11 de noviembre de 1951 las mujeres argentinas pudieron ejercer por primera vez a nivel
nacional su derecho al voto y a ser elegidas representantes. Fue la victoria de una lucha que
materializó el gobierno peronista con el protagonismo indiscutido de Eva Perón, pero que el
movimiento de mujeres sufragistas como Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Cecilia Grierson y
Alicia Moreau, habían iniciado luego de la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912) que
establecía el voto secreto y obligatorio sólo para los hombres mayores de 18 años.
"Recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros
derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza que lo hago en nombre y
representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las
manos al contacto del laurel que proclama la victoria”, exclamó Eva Perón el 9 de abril de
septiembre de 1947 ante una multitud de mujeres que se manifestaban en la Plaza de Mayo.
Si bien la ley se promulgó en 1947, recién en 1951 las mujeres pudieron ejercer su derecho.
Hay que tener en cuenta en primer lugar, que para que las mujeres pudieran votar se tuvieron
que modificar procedimientos técnico-administrativos estatales que hacían a la identidad de
las personas físicas, que en la Argentina estaba asociada al padrón militar desde el siglo XIX.
A 100 años de las primeras elecciones en las que se ejercitaba en Argentina el derecho al voto
secreto amparado por la Ley Sáenz Peña -primer paso hacia una participación electoral libre y
universal-, las formas en las que la ciudadanía entiende que puede “participar” se han
ampliado y complejizado. Pero en la bisagra de los siglos XX y XXI comenzó a producirse
un giro significativo: conquistada la participación electoral fue la participación no-electoral la
que se expandió y diversificó. La participación ciudadana no electoral a lo largo de la historia
Argentina democrática estuvo protagonizada por grandes conjuntos de actores.
Movimiento Piquetero
Este grupo novedoso de actores estuvo constituido por agrupaciones de desocupados ligadas
a sindicatos, partidos políticos de izquierda o colectivos autonomistas, y sus acciones de
cortes de ruta se orientaban a reclamar recursos en un contexto de severa crisis económica,
pobreza e indigencia, al tiempo que organizaban en el territorio prácticas de subsistencia
como comedores, merenderos y roperos comunitarios. El movimiento piquetero es el nombre
que se le dio en la Argentina a la organización de los desocupados que reclamaban planes
sociales ante la desocupación masiva. Se los llamó “piqueteros” porque usaban el piquete
como herramienta de lucha, un práctica que consiste en el bloqueo del tránsito, ya sea de una
calle, de una ruta o de la puerta de entrada a una fábrica, por la presencia de personas que se
apostan en el lugar o bien mediante el uso de distintos elementos que contribuyan a impedir
el paso, como las ya clásicas gomas quemadas. Lo importante es que corta la circulación del
tránsito. No se trata de una acción novedosa, más bien es parte de la tradición de lucha de la
clase obrera. Históricamente los obreros ocupados utilizaron el piquete como un
complemento a las huelgas para impedir el ingreso a la fábrica de rompehuelgas. Los
desocupados, en cambio, organizan piquetes en rutas. Como no pueden frenar la producción
con una huelga, cortan la circulación de las mercaderías, lo que tiene un efecto similar sobre
la economía. El piquete con fogatas fue también una tradición de las grandes luchas obreras.
Una forma de llamar la atención sobre un reclamo a quienes gobiernan y presionar para que
sea resuelto. En la Argentina el problema de la desocupación empezó a crecer bajo la
presidencia de Menem, por la reducción del gasto estatal, las privatizaciones y el recorte de
subsidios. Los primeros lugares donde emergió el movimiento piquetero fueron aquellos
donde la desocupación y la subocupación alcanzaban cifras más elevadas: Neuquén, Cutral
Co, Plaza Huincul, Mosconi, Tartagal, San Salvador de Jujuy, La Matanza, Florencio Varela,
por nombrar algunas. Allí fueron surgiendo diferentes movimientos y coordinadoras de
desocupados. Al mismo tiempo, las acciones de los desocupados fueron imitadas por obreros
ocupados en todo tipo de reclamos, como los salariales, por ejemplo. En especial los
trabajadores estatales y docentes. También obreros petroleros del sur o los trabajadores
gráficos de Atlántida en el norte del Gran Buenos Aires, los metalúrgicos de Tierra del
Fuego, la CGT San Lorenzo, en Santa Fe, los obreros del pescado en Mar del Plata. Es decir,
una parte de la clase obrera, aquella que se reivindicaba clasista, se había sumado al
movimiento piquetero y había comenzado a utilizar métodos de acción directa y a actuar de
forma independiente de la burocracia sindical que no daba respuesta a sus necesidades de
lucha. Todo esto significa que la denominaci del movimiento piquetero” no refiere solamente
a los desocupados, sino al movimiento de lucha que se gestó en la clase obrera a mediados de
los ’90 y que incluyó ocupados y desocupados, la denominación histórica que adquirió en la
Argentina de fines de los ’90 y principios de los 2000 la alianza, una fuerza social, que se
constituyó con una fracción de la clase obrera tanto ocupada como desocupada, que irá
adquiriendo una perspectiva revolucionaria. Perspectiva que hoy debemos retomar.
Dispositivo participativo
Ciclo de protestas
En la primera década del siglo XXI, surgieron ciclos de protestas que apelaban a la figura de
los “auto-convocados” y que reunían malestares heterogéneos en rechazo de situaciones y
particularmente decisiones o medidas de los gobernantes. Una de las primeras movilizaciones
masivas convocadas por un “ciudadano común” y reivindicando la ausencia de consignas
políticas, banderas y organizaciones, había sido el ciclo de marchas por la seguridad
impulsado por J. C. Blumberg en 2004, luego de que su hijo fuera secuestrado y asesinado.
Otro ejemplo puede ser el ciclo de “cacerolazos” que tuvieron lugar entre 2012 y 2013 y que
constituyeron las primeras movilizaciones nombradas por su fecha, indicando su carácter
fugaz y acontecimiental: 13S (2012), 8N (2012), 18A (2013) 8A (2013). También fueron las
primeras en ser convocadas e impulsadas directamente desde las redes sociales y en mostrar
los rasgos más salientes de los movimientos ciudadanos contemporáneos: ausencia –al menos
aparente- de actores organizados, ausencia de portavoces oficiales, elaboración artesanal de
carteles en lugar de banderas, multiplicación de las consignas individuales y reunión de la
heterogeneidad. Estos movimientos de participación aún siguen vigentes hasta nuestros días.
Son movilizaciones interpretadas más claramente como “anti-oficialistas”, pues se realizan en
la expresión de rechazo contra de determinadas decisiones del gobierno, al tiempo que apelan
a la legitimidad de la “espontaneidad”. Otro caso más puntual es el surgimiento del
movimiento #NiUnaMenos contra la violencia machista en 2015, que comenzó como una
consigna que dio nombre a un movimiento feminista que posteriormente se expandiría a gran
escala hacia varios países de Hispanoamérica y otras regiones del mundo Es un colectivo de
protesta que reúne a un conjunto de voluntades feministas, pero también es un lema y un
movimiento social que se opone a la violencia contra la mujer y las disidencias y su
consecuencia más grave y visible, el feminicidio y el trans/travesticidio. Este movimiento
destaca en el sentido de que ha dejado ver que la negatividad puede convivir con una agenda
positiva de medidas concretas exigidas por la ciudadanía y que las organizaciones sociales y
políticas más clásicas pueden asimismo confluir con las potencialidades abiertas por las
nuevas tecnologías. Otra forma de participación: el universo socio virtual En el cruce de los
universos online y offline no han sido sólo manifestaciones callejeras las que han surgido,
sino también otros experimentos participativos como discusiones de proyectos en plataformas
cerradas, o bien peticiones a las autoridades mediante recolección de firmas, en las que se
apela con gran efectividad a la empatía con historias singulares puestas en primer plano. Lo
que parecen enseñarnos las experiencias más recientes es que incluso los rasgos básicos de
los que supieron ser los “nuevos movimientos sociales” (organización, identidad, ideología)
están generalmente ausentes en la actividad ciudadana actual.
…
En los primeros años del siglo XXI se han entonces multiplicado y complejizado las formas
en las que los ciudadanos participan en la vida política. Es cierto que el voto es la única
forma de participar que asegura la igualdad de influencia de los miembros de un colectivo en
la decisión, pero hoy en día los ciudadanos no se conforman con un lenguaje único ni con
hacer oír su voz en momentos aislados. A un siglo de una de las primeras conquistas en el
terreno de la participación electoral, es en el terreno de la participación no-electoral en el que
se juega hoy la creatividad y la innovación democrática.
Movimiento estudiantil en Argentina
"La politización de la universidad y las organizaciones estudiantiles"
Hacia los primeros años de la década del cincuenta, el régimen gobernante impulsó, en forma
activa, un proceso de politización de la sociedad. En la Universidad esto implicaba abandonar
la pretendida neutralidad política en los claustros.
En 1953 fue reformada la Ley Universitaria sancionada en 1947, adjudicándose al estado la
potestad de regular la administración interna de las casas de estudios y las pautas de los
cursos. Este cambio en la estrategia frente a la sociedad impulsó un nuevo y lento proceso de
expulsión de alumnos y docentes que rechazaron los requerimientos de adhesión explícita al
gobierno. En este marco se comprende la creación de la Confederación General Universitaria
(CGU) y los intentos de politizar al estudiantado a través de los llamados cursos de formación
política, que fueron instrumentados a partir de 1952. Allí se señalaba que las universidades
implementarían “cursos obligatorios y comunes” cuya finalidad es lograr “que cada alumno
conozca la esencia de lo argentino, la realidad espiritual, económica, social y política de su
país, la evolución y la misión histórica de la República Argentina”.
Arturo Sampay, profesor de derecho político en la universidad de ciencias jurídicas y sociales
de la universidad nacional de La Plata, explicó en un breve texto los principios que debían
orientar estos cursos, cuyo objetivo final era la formación política de los dirigentes.
El propósito final era formar “dirigentes argentinos para salvar nuestro ser nacional,
consolidar un orden social justo, afianzar la libertad e independencia del país en sus
decisiones”.
Si bien el peronismo logró conformar las universidades un cuerpo profesoral de que obtenía
una adhesión pasiva y que no cuestionaba el estado de la situación universitaria, no ocurrió lo
mismo con el estudiantado, Este permaneció, en su gran mayoría, apegado a los principios de
la reforma y se manifestó activamente en oposición al gobierno. El régimen procuró, a través
de diferentes tipos de estrategias, organizar un movimiento dentro del ámbito universitario
que canalizarse a las fuerzas oficiales. En junio de 1947 se creó la Federación Nacional de
Universitarios Peronista.
La Confederación General Universitaria trató de conformar una alternativa a la Federación
Universitaria Argentina (FUA). Pero no tuvieron éxito. La CGU no logró concitar el apoyo
estudiantil, a pesar de que muchos de sus miembros usaban a menudo su influencia ante las
autoridades para resolver distintos problemas de carácter administrativos de los alumnos.
También se ocupaba de organizar la provisión de apuntes y de los comedores estudiantiles.
En algunas universidades del interior, su influencia fue mayor que en las grandes casas de
estudio del Litoral.
Durante los primeros años de la década del 1950, el movimiento estudiantil comenzó a
superar la fase de atomización y división en la que había caído luego de las intervenciones del
año 1946. Los centros habían dejado en segundo plano sus reivindicaciones mas puramente
políticas y se habían concentrado en temas de índole administrativos y académico. Centraron
sus reclamos en cuestiones tales como las malas condiciones edilicias, la falta de los
materiales y, en algunos casos, los contenidos de las carreras, los planes de estudios y las
formas de enseñanza. La suspensión del examen de ingreso conformo por entonces también
uno de los ejes de la agitación estudiantil. A partir de septiembre de 1952 las disputas se
concentraron en torno al Centro de Ingeniería, cuya personería fue retirada por el gobierno.
Esto origino una nueva oleada de huelgas que se prolongaron durante todo el año siguiente.
En 1954 se les aplico a trece estudiantes peruanos la Ley de Residencia y se los expulsó del
país.
Varios de los protagonistas han recordado dichos episodios señalando que en el momento de
inscribirse se les comunicaba que habían dejado de pertenecer al alumnado de su facultad.
Entre octubre y diciembre de 1954 fueron llevados a prisión en todo el país más de doscientos
militantes estudiantiles.
Durante aquellos meses el movimiento estudiantil se articula estrechamente con la oposición
política. Era evidente por entonces el fracaso rotundo del gobierno en su intento de construir
una fuerza sólida que lo expresara entre el alumnado.
Dentro de los reformistas surgieron disputas relevantes entre los grupos independientes,
afines del radicalismo y el socialismo, por un lado, y a los comunistas, por otro.
En 1950, por iniciativa de un grupo de estudiantes de ingeniería se conformó la Liga de
Estudiantes Humanistas. Estos, si bien valoraban explícitamente la experiencia reformista,
respaldaban la libertad de la enseñanza y la posibilidad de la existencia de universidades
libres, oponiéndose asi al monopolio estatal de educación.
El "limitacionismo"
Miles de jóvenes quedaban afuera año tras año. Esto generaba críticas y cuestionamientos
entre los diversos sectores políticos, así como angustia e incertidumbre entre el estudiantado.
La Federación Juvenil Comunista (FJC) retrataba la situación de los estudiantes recurriendo a
la imagen del "juego de la silla" en donde había sólo una silla disponible cada 5 aspirantes a
ingresar a la UBA. Se había avanzado en la reducción de la matrícula estudiantil con la
finalidad de achicar en términos generales la intervención presupuestaria, social y política de
las universidades públicas. Los militantes estudiantiles, tanto comunistas como trotskistas,
junto a las federaciones universitarias sostenían la falsedad de los argumentos dichos por las
autoridades educativas: la escasez presupuestaria no se debía al crecimiento excesivo del
estudiantado sino a la política de asfixia financiera del sector educativo, así como tampoco
consideraban que existiera un exceso de profesionales ante la gran cantidad de necesidades
básicas insatisfechas en el país. También se cuestionaba el hecho de que los cupos habían
descendido por igual en todas las áreas del conocimiento. Así, consideraban que se trataba de
un "limitacionismo" puro.
Las agrupaciones trotskistas decían que toda la política del gobierno apuntaba al
desmantelamiento progresivo del aparato educativo estatal. Los militantes estudiantiles
comunistas por otro lado hacían hincapié en los problemas que detectaban en las modalidades
que suponía el proceso de selección de los estudiantes: los programas eran cuestionados por
su extensión, los cursos por su bajo nivel, las pruebas por confusas y tramposas;
caracterizaban a la política de ingreso como selectiva y elitista, en línea con su valoración del
sistema educativo que buscaban construir y proponían un examen de ingreso acorde con el
nivel de la enseñanza secundaria.. En cambio, las agrupaciones trotskistas se proponían
organizarse para conseguir el ingreso irrestricto a la universidad. A pesar de los matices en
las consignas propuestas por las diversas agrupaciones, acordaron la necesidad de buscar una
salida colectiva: organizarse en las Comisiones de Aspirantes, firmar los petitorios y que los
padres también apoyarán y participarán de las iniciativas a favor del ingreso irrestricto.
Postulaban la urgencia de "alzar la voz" para ser escuchados y conquistar el derecho a
peticionar para lograr el derecho a estudiar.
Otras modalidades de organización estudiantil para superar las restricciones al ingreso fueron
los cursos de preparación para los exámenes que eran paralelos a los oficiales y además
gratuitos. Algunos de ellos eran impulsados por los centros y las comisiones.
Según los datos disponibles, durante los últimos años de la dictadura los estudiantes que
lograron ingresar a las carreras superaron en algunos cientos a los cupos previamente
establecidos. De este modo, a pesar de que las comisiones de aspirantes junto con los centros
y comisiones reorganizadoras no lograron conquistar el ingreso irrestricto, durante los dos
primeros años de la década de 1980 lograron quebrar el cupo impuesto por las autoridades
universitarias a partir de diversos recursos que muestran la importancia del proceso de
organización y la movilización estudiantil en la UBA.
En Psicología se conformaron coordinadoras por turno, que se reunía con las comisiones de
la misma carrera de las universidades privadas en una coordinadora inter facultades. Estas
organizaron una mesa redonda en octubre de 1980 en la cual participaron importantes
personalidades de la disciplina y 500 estudiantes aproximadamente, que reunieron más de
1.000 firmas. Los partidos de izquierda denunciaron que, en esa carrera, los estudiantes
sufrían intimidaciones: cortes sucesivos de luz en la sede de la calle Independencia que
llevaban a la suspensión de las actividades en el turno tarde; detenciones y golpes por parte
de la policía a estudiantes dentro de la facultad.
Se organizó un festival de música popular al que asistieron alrededor de 750 estudiantes,
entre las consignas se encontraba la defensa de las Ciencias Sociales, la legalización y la
reorganización del centro de estudiantes, como así también condenaban el arancel y
proponían el ingreso irrestricto. Paralelamente, en Sociología se reunieron 1.500 firmas en
una solicitada, mientras que la Comisión Pro-centro denunció la falta de horarios nocturnos
para cursar y solicitaban la extensión del horario de la biblioteca.
Hay que tener presente que durante este periodo el Ministro de Educación Juan Llerena
Amadeo (1978-1981) cerró la Universidad Nacional de Luján, las cuatro carreras que se
dictaban en la Facultad de Ingeniería en la ciudad de Paraná y la de Analista de Sistemas de
la Universidad Tecnológica Nacional regional Buenos Aires, mientras corrían amenazas de
clausura sobre las universidades de San Juan y la de la Patagonia.
En Medicina, la propuesta de un nuevo plan de estudios suscitó el rechazo estudiantil. El
mismo prolongaba un año más la cursada y afectaba directamente a quienes cursaban entre
primer y tercer año. A este malestar se sumaba la reducción del presupuesto sanitario y el
cierre de hospitales públicos como consecuencia.
La ley universitaria
El proyecto de ley universitaria y su posterior sanción generaron el debate sobre la realidad y
el futuro de las universidades argentinas. Entre los aspectos más criticados se encontraban la
subordinación completa de las casas de estudios al Poder Ejecutivo Nacional, legalizando la
eliminación de los órganos de cogobierno de las universidades, así como su autonomía
académica y política. También eran cuestionadas las restricciones a la libertad de enseñar y
aprender y al ejercicio de la política partidaria por parte de los docentes y autoridades de la
universidad. Las organizaciones estudiantiles también veían con preocupación que el
proyecto cuestionara el principio de gratuidad de los estudios, pilar básico de un sistema
democrático. Las agrupaciones estudiantiles coincidían en que los estudiantes debían
aprovechar la brecha abierta por el debate acerca de la ley entre partidos políticos,
autoridades educativas y rectores para hacer escuchar su voz y exigir por sus derechos.
Pese a los numerosos desacuerdos manifestados a nivel público, el 22 de abril de 1980 se
sancionó la nueva ley universitaria n° 22.207 sin modificaciones sustanciales. Las críticas
hacia la legislación universitaria aprobada no cesaron hasta el final de la dictadura.
El arancel
"La educación es un derecho, no un privilegio"
A partir de 1981 una de las medidas impulsadas por la militancia contra el arancel fue el "no
pago" a través de una vía burocrática establecida en la normativa.. En la reglamentación de la
UBA, los estudiantes podían solicitar a las autoridades ser exentos del pago del arancel si
argumentaban imposibilidades económicas. Esta opción funcionó como una "grieta" que las
agrupaciones aprovecharon como mecanismo "dentro de la norma" para rechazar el
arancelamiento.
Una alternativa que iba en el mismo sentido que la solicitud de exención, fue la de pedir las
becas estipuladas dentro del mismo sistema de aranceles. Así, durante 1980 y 1981, las
Comisiones Reorganizadoras, los Centros, las Comisiones de Ingresantes de Filosofía y
Letras, Psicología, Ciencias Exactas, Derecho, Sociología, Medicina y Agronomía
organizaron reuniones donde se decidió presentar el documento para prescindir del pago del
arancel. En Psicología, por ejemplo, se organizaron para que el conjunto de los estudiantes
que acordaban con la medida, presentaran la documentación en la facultad el mismo día y
durante la misma franja horaria, de este modo se generaba una concentración estudiantil
contra una política dictatorial que formalmente era fila para completar un trámite
administrativo.
Este proceso alcanzó un mayor desarrollo hacia octubre de 1981 cuando la Federación
Universitaria de Buenos Aires (FUBA) convocó a una movilización al Ministerio de Cultura
y Educación para presentarles a las autoridades el petitorio junto con las miles de firmas que
lo respaldaban. Se trató de la primera movilización callejera estudiantil en Buenos Aires bajo
la dictadura. En la movilización del 22 de octubre participaron entre 200 y 300 estudiantes,
en los carteles se leía: "Queremos democracia en la universidad. No al arancel. Por la
participación.". Entre los cánticos se escuchaban "Libertad, libertad... queremos democracia
en la universidad", "Los Centros de Estudiantes, unidos y adelante", "Se va a acabar, se va a
acabar el arancel en la universidad", "Atención, atención, el único camino es la
movilización." La movilización terminó con la intervención policial, fueron detenidos varios
estudiantes y fotógrafos de los medios gráficos que la registraron.
En Filosofía y Letras la asamblea estudiantil decidió no pagar más el arancel como medida de
protesta, los estudiantes entregaban las "chequeras" a las autoridades ya electas del Centro de
Estudiantes. Sin embargo, se encontraron ante la dificultad de que no todos los alumnos
estaban dispuestos a entregar las chequeras en caso de que se las solicitaran para realizar
algún trámite o rendir examen. Una situación similar se vivió en la organización de la "quema
de chequeras" con la participación de 1.000 personas, impulsada por el Centro de Estudiantes
de Filosofía y Letras y se sumaron los de Medicina y Ciencias Económicas. dónde el
estudiantado en general se resistía a entregar la chequera propia. Para superar este obstáculo
se idearon "chequeras gigantes" de cartulina y otros materiales que además lograban un
mayor impacto visual que las piezas originales.
El 16 de septiembre de 1983, los Centros de Estudiantes de las diversas facultades marcharon
contra los aranceles, por la derogación de la ley 22.207 y por el retiro de la policía de los
claustros.
El continuismo
A finales de 1981, el rector Alberto Rodríguez Varela manifestó que la UBA debía ser el
ejemplo de un proceso exitoso de "normalización universitaria", así se inauguró la
convocatoria de concursos para regularizar la planta docente, multiplicando las críticas de la
comunidad universitaria, a pesar de esto, los mismos comenzaron a convocarse a principios
de 1982 y se intensificaron luego de la guerra de Malvinas.
Integrantes: Dlugopolski Avril, Godoy Uma, Grisetti Anabella, Locadito Camila y Torrez
Candela.
Año y curso: 4to Diseño y comunicación multimedial.
Fuentes:
https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.8938/ev.8938.pdf
https://www.arba.gov.ar/www-archivos/Publicaciones/c-c.pdf
https://chicos.congreso.gob.ar/archivos/40A_AMPLIACION_DERECHOS.pdf.
https://www.lifeder.com/dictadura-militar-argentina/
https://respuestas.online/derechos-politicos-y-civiles/
https://www.argentina.gob.ar/noticias/voto-femenino-historia-y-acciones
https://www.casarosada.gob.ar/nuestro-pais/constitucion-nacional
"La participación ciudadana no-electoral en Argentina" por Rocío Annunziata.
https://razonyrevolucion.org/conceptos-basicos-movimiento-piquetero/
https://www.clarin.com/sociedad/abuelas-de-plaza-de-mayo-quienes-son-y-cual-es-su-hi
storia_0_xVeSiPq9.html
Capítulo 7 del material académico universitario "Historia de las universidades
Argentinas" por Buchbinder Pablo" (2005).
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-50492021000100208