Ensayo Realidad Nacional

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ADMINISTRACIÓN

PROGRAMA DE ESTUDIOS GENERALES

ASIGNATURA:
Realidad Nacional y Globalización

ENSAYO:
“EL MODELO ECONÓMICO VIGENTE EN AMÉRICA LATINA Y EL
CARIBE Y LOS RESULTADOS SOCIALES”

INTEGRANTES:
Bravo Besares, Arianna Elizabeth; Galarza Aguilar, Eliot David; Huaroc Huamán,
Brithney Sesshira; Marcos Escobedo, Imanol; Requena Alania, Ramsis Zhair

SEMESTRE: I

DOCENTE:
Marilú Pedraza Rio

HUANCAYO – PERÚ
2023-I
Indice

Indice ................................................................................................................................ 2
Introducción ...................................................................................................................... 3
Desarrollo ......................................................................................................................... 4
Conclusión ...................................................................................................................... 15
Bibliografía ..................................................................................................................... 16
Introducción

En las últimas décadas, América Latina y El Caribe ha enfrentado una compleja e


interesante coyuntura económica que ha marcado la vida de millones de personas en la
región. Entre la década de 1990 y 2023, este vasto territorio ha enfrentado una serie de
cambios importantes en los modelos económicos, lo que ha llevado a cambios sociales
sin precedentes. El modelo económico no es nada más que la representación abstracta y
formal de la manera en que los hombres actúan en el ámbito económico. De allí se sigue
que todas aquellas expresiones referidas a que se debe cambiar el modelo económico o
que el modelo presenta fallas son una clara muestra de que quienes las dicen no entienden
ni un ápice sobre lo que están hablando. (Mercado, 2006).

En este momento, América Latina y el Caribe comenzó a adoptar políticas


neoliberales, abriendo sus puertas al comercio internacional ya la inversión extranjera y
buscando la estabilidad macroeconómica a través de programas de ajuste estructural.
Estas medidas prometían prosperidad, crecimiento económico y reducción de la pobreza,
pero también generaban dudas y críticas sobre su impacto en la equidad y la cohesión
social.

Por lo tanto, en este artículo, examinaremos los problemas sociales que han
surgido de este modelo económico entre 1990 y 2023. Examinaremos cómo los países
presentan desafíos y oportunidades, cómo ha surgido la desigualdad entre países y cómo
van las políticas; por ende formulamos la siguiente pregunta:

¿Qué modelo económico en América Latina y el Caribe ha mejorado más la


calidad de vida de las personas? Como grupo creemos que cada modelo económico tiene
sus beneficios y perjuicios, tanto el socialismo como el capitalismo, por ende a
continuación explicaremos cada uno de ellos con el objetivo de evaluar cada uno de estos.
Desarrollo

El capitalismo es un sistema socioeconómico donde la economía de la sociedad

se basa en las leyes de mercado y en la interacción de la competencia y el interés

individual. En una sociedad capitalista, las personas y las empresas realizan la producción

y el intercambio de bienes y servicios mediante transacciones en las que se involucran los

precios y los mercados. (Bravo, 2018)

Es posible darse cuenta de que en el capitalismo, especialmente en su orientación

neoliberal, todo lo que los seres humanos consideraban inalienables se convirtió en objeto

de cambio: virtud, opinión, ciencia, amor, conciencia, todo puede ser comercializado

libremente. Estas nuevas configuraciones sociales y relacionales han ganado un nuevo

elemento: la globalización, la cual la mundialización (neoliberalismo + globalización)

minimiza la construcción de un censo crítico y problematizador del capital financiero con

características imperialistas. (Diehl, Mendes, 2020)

Es de destacar que este modelo global no solo generó encuentros entre diferentes

culturas, sino que también trajo la estandarización de modelos de trayectoria de vida. Y

debido a esta expansión del capitalismo, se hizo posible la construcción y el éxito de

religiones mundiales como el pentecostalismo. Su discurso es tanto un producto de esta

configuración como la respuesta de demandas religiosas de esta clase con características

globales. Dentro de esta lógica interpretativa, podemos ver cómo este sistema mundo (el

capitalismo) juega un papel importante en la conformación de sueños y dramas propios

de individuos y comunidades que viven bajo la sombra de tu paraguas. Así que el

capitalismo es un creador de aspiraciones. y trayectorias de vida, y crea patrones de éxito

que representan “un sentido de la buena vida”. (Arenari, 2015)


El modelo económico vigente antes de la liberalización de la economía se mostró

inadecuado para propiciar una expansión de la frontera de posibilidades de producción

que favorece la inserción de otros sectores productivos, además del sector minero, en los

exigentes mercados internacionales. En este contexto, la liberalización de la economía

consolidó la eliminación del rol económico protagónico del Estado y dio inicio a un

importante proceso de capitalización por parte de entidades privadas que promovieron la

expansión y la competitividad de sectores económicos dedicados a elaboración de

productos no tradicionales, como la manufactura, los textiles, la soya, la madera, las joyas,

etc. (Olave, 2020).

Tras el desmantelamiento del llamado “socialismo realmente existente”

prevaleció la idea de que el capitalismo resultaba el único modo capaz de articular las

relaciones de la producción con las de la organización social y política; al menos esa es

la visión que se impuso desde el mainstream de las ciencias sociales. De súbito, la

geografía política-económica definida en países primermundistas o capitalistas y

socialistas, que dejó al resto en el conjunto del “tercer mundo”, quedó desvanecida ante

la hegemonía del capitalismo y en paralelo se sostuvo la integración de todos los espacios

en la supuesta “aldea global”. (Hernández, 2017).

En estos términos, entonces, es que el Estado capitalista puede ser concebido

como relación: en él se condensa y materializa la relación de fuerzas entre las distintas

fracciones de clase. Considerando este atributo relacional es que también puede pensarse

en su autonomía relativa y la importancia de su intervención en el procesamiento

cotidiano de las contradicciones de clase y el equilibrio requerido para mantener el orden

social. (Damian, 2016).

Las transformaciones económicas en los países latinoamericanos, especialmente

desde las dos últimas décadas han suscitado un debate sobre la importancia de la teoría
de la dependencia como soporte para análisis sobre la reproducción del carácter de

dependencia económica. dado que diagnóstico, es que la necesidad de promover un

retorno al debate sobre El capitalismo periférico latinoamericano. (Lopes, 2017)

El desarrollo del capitalismo en las áreas subdesarrolladas y dependientes no está

regido por leyes “especiales”, distintas de las que gobiernan cualquier desarrollo

capitalista. Lo cual significa, entre otras cosas, que no existe ley alguna que impida la

reproducción ampliada del modo de producción capitalista, y por lo tanto de sus

contradicciones, en esta región del mundo. La pregunta sobre si puede o no haber

“desarrollo” en América Latina es, por consiguiente, una pregunta carente de sentido. Está

claro que, visto en su conjunto, el capitalismo viene desarrollándose en América Latina a

ritmos incluso superiores a los de otras áreas integrantes del sistema, y que, en términos

“sociales”, nuestras estructuras de clase continúan evolucionando en una dirección cada

vez más capitalista. (Cueva,2019)

El capitalismo ha constituido siempre un fenómeno económico mundial que nunca

ha sido totalmente constreñido por los intereses del Estado-nación ni limitado por sus

fronteras. Finalmente, varios enfoques y autores confluyen en afirmar que el sistema

capitalista se caracteriza (también) por una pretendida tendencia a la expansión y la

acumulación ilimitada de capital (cf. Ingraham 2008). En esta perspectiva, el dinamismo

y potencia transformadora del capitalismo radica en su capacidad para producir la

circulación del capital y su expansión, y hacerlo entrar en el circuito económico con el

propósito de obtener beneficios y/o incrementar el capital para ser reinvertido. (Cuevas,

Dasten, Rojas, 2018)

La época “dorada” del capitalismo de posguerra (Estado de Bienestar) se basó en

los países desarrollados en la generalización del desarrollo económico y social de tipo

fordista-keynesiano. Pero esto comenzó a declinar en Estados Unidos desde la segunda


mitad de los años sesenta, para agotarse internacionalmente a partir de la gran crisis de

1974-1975 y la depresión inflacionaria subsiguiente (Pérez, 2004; Dabat y Rivera, 1993),

que condujo al abandono de la convertibilidad del dólar y al fin del sistema monetario de

Bretton Woods. (Dabat, Hernandez, Vega, 2016).

El modelo capitalista que se aplica en América Latina es mucho más agresivo que

los modelos que actualmente se aplican en los países europeos, al parecer la necesidad de

alcanzar el desarrollo ostentado por éstos han determinado una aplicación menos

considerada con los temas de desarrollo humano sostenible y ecología. (Gamarra,2015)

La literatura sobre variedades de capitalismo ha impulsado significativamente la

investigación en economía política comparada a nivel global, y ha ido en aumento en

América Latina como una manera de comprender los problemas y alternativas del

desarrollo. Dadas las crecientes críticas, cabe preguntarse ¿cuáles —si es que existen—

son sus contribuciones al estudio del desarrollo en la región? Revisando la adaptación de

esta literatura a América Latina, y considerando críticas y limitaciones, argumentamos

que ésta ofrece tres posibilidades significativas para impulsar el estudio de las alternativas

del desarrollo latinoamericano: primero, abre nuevos frentes de investigación en políticas

públicas comparadas; segundo, permite revitalizar viejos debates sobre el capitalismo

regional; finalmente, vuelve a poner a la región en el centro del estudio sobre el

capitalismo contemporáneo y su devenir. (Madariaga, 2018).

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte por la

competencia entre capitalistas y en parte porque el desarrollo tecnológico y la cada vez

mayor división del trabajo alientan la formación de grandes unidades de producción a

expensas de las más pequeñas. Esto da como resultado una oligarquía de capital privado

cuyo enorme poder no puede ser moderado con eficacia, ni siquiera en una sociedad de

organización política democrática, lo cual es natural, dado que los miembros de los
cuerpos legislativos son seleccionados por partidos políticos ampliamente financiados o

de algún modo influidos por capitalistas privados que, por todos los medios posibles,

separan el electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del

pueblo, de hecho, no protegen suficientemente los intereses de los sectores desposeídos.

Es más, en las condiciones existentes, los capitalistas privados controlan inevitablemente,

de manera directa o indirecta, las principales fuentes de información (la prensa, la radio,

la educación). De este modo, es extremadamente difícil, e incluso en casi todos los casos

imposibles, que el ciudadano llegue a conclusiones objetivas y haga uso inteligente de

sus derechos políticos. (Einstein, 2016).

La publicidad es una necesidad del capitalismo monopolista, pues la competencia

entre los grandes capitales de los sectores y bienes de consumo ya no se da por medio de

la reducción de precios, sino por diferenciación de productos. La televisión y los grandes

medios de comunicación de masas deben cumplir, por tanto, esa función, de servicio de

reproducción económica del sistema, pero también la otra, de legitimación de las

estructuras de poder, sirviendo como máquina de propaganda, en el sentido de la

comunicación política que el Estado y los sectores hegemónicos de la sociedad necesitan

tener con la población. (Bolaño, 2011)

A partir del reconocimiento del fracaso perenne del capitalismo para resolver los

problemas de equidad y de calidad de vida de las grandes mayorías, y ante la necesidad

urgente de evitar la destrucción de la vida sobre el planeta, surge la motivación básica

para replantear con rigor y seriedad la necesidad del socialismo. Y eso lo está haciendo

en el mundo de hoy el Pensamiento Socialista Latinoamericano, que plantea sin ambages

que tanto los socialistas como los no socialistas estamos obligados a cambiar el sistema

socioeconómico dominante. Pero el capitalismo sigue siendo muy dinámico y hoy en día
(incluso en medio de su crisis) está generando las más ingentes riquezas a favor de

minorías privilegiadas del planeta. (Petit, Peña, 2014)

La meta que persigue el socialismo es el pleno desarrollo humano, no el desarrollo

por el desarrollo, la economía por la economía o la política por la política; todas estas

realidades cobran sentido cuando se las mira a la luz de la persona humana y su

circunstancia histórico social concreta. Ello es universalmente válido, pero se hace más

evidente si se habla de América Latina, pues como se sabe, el desarrollo se hace más

necesario y más sentido precisamente ahí donde ha brillado por su ausencia. En efecto,

una gran parte de este territorio se debate entre el subdesarrollo, la pobreza y la

dependencia. El pleno desarrollo humano precisa definir un horizonte socialista fincado

en tres grandes aspectos: unos valores y principios modulares, un programa del proyecto

y un sujeto histórico. (Hamburger, 2014).

Los pensadores del siglo XIX –utópicos, anarquistas o marxistas– defendieron la

necesidad de una libertad social opuesta al individualismo burgués, pero habrían pasado

completamente por alto la dimensión política de las libertades liberales confiados en una

filosofía de la historia cuyo viento soplaba, inexorable, a favor de la superación del

capitalismo. Aunque el reclamo moral por un orden más justo constituyó su marca de

nacimiento, el socialismo no se limitó a exigir un proyecto de distribución radicalmente

distinto, sino que pretendía establecer una nueva forma de vida comunitaria donde

dominará la fraternidad intersubjetiva a partir de la cual se construiría la voluntad social.

(Fernandez, 2019).

Si bien la llegada de estos gobiernos llamados del socialismo del siglo XXI trajo

consigo grandes avances a la región en materia de reducción de pobreza, de las

desigualdades, así como de una mayor inclusión social, no obstante, su proceso de

construcción como proyecto socialista, mantiene aún algunos importantes campos


pendientes: Como señala René Ramírez (2016), estos procesos políticos a pesar de haber

conseguido reducir la pobreza, no han logrado llevar a cabo el cambio en la

transformación de las estructuras del poder real, que tiene que ver con los procesos

productivos y de propiedad. Como procesos que buscan alcanzar el socialismo, queda la

gran tarea pendiente de trastocar los valores culturales de nuestra sociedad, para construir

ciudadanías solidarias, con las cuales sea posible seguir disputando la construcción de

otro orden social. (Peña,2016)

El intercambio desigual de América Latina con Europa y los Estados Unidos

reclama fórmulas diferentes para el desarrollo de nuestros países; de ahí que las

posiciones evolucionistas del Socialismo Europeo no sean el remedio adecuado para curar

los males derivados de nuestro retraso histórico, tecnológico, cultural y de la dependencia

económica. Entre el surgimiento de los partidos socialistas en Europa y su aparición en

el nuevo continente discurrió un siglo, durante el cual la acción permanente de los

sindicatos obreros y de los partidos socialistas y comunistas conquistó reivindicaciones y

reformas sustanciales que han elevado a la clase trabajadora europea y norteamericana al

nivel de vida que tienen nuestras clases medias.

Cuba, dentro de las experiencias socialistas, presenta singularidades por variadas

razones. Una de ellas inició el rumbo socialista para probar con una vía que tuvo como

referente (1960-1975) la construcción «paralela del socialismo y el comunismo». Como

finalidad inmediata de la sociedad cubana el intento resultó utópico. Así, en el I Congreso

del PCC (diciembre de 1975) son adoptados acuerdos que establecieron preceptos

institucionales inspirados en las prácticas socialistas conocidas y, en particular, en la

soviética, con un orden estatal basado en los poderes populares, e introdujo un nuevo

sistema de dirección y planificación de la economía (SDPE). Este recogió «de manera

realista esa experiencia y trató de adaptarla a las condiciones nuestras, haciéndolo,


además, con mucho cuidado y con criterios más bien conservadores».(F. Castro, 1975,

como se citó en Vázquez, 2013)

La llegada de un nuevo siglo trajo para Cuba cambios en el relacionamiento con

otras economías. Se presentaban problemas institucionales importantes en el comercio

que generaba lentitudes, trabas burocráticas e incumplimiento de los acuerdos, asociados

a la dinámica de un país centralmente planificado y socialista. Es notable la reducción de

inversiones que se realizaban en la isla de países amigos. Por ejemplo, economías como

China trasladaron sus inversiones a países más ágiles jurídicamente como Venezuela o

Ecuador. Todo esto provocó que entre 2002 y 2010 se presentara una reducción de cerca

de la mitad de empresas de sociedades mixtas: (según cifras oficiales desaparecieron

cerca de 400 empresas de esta naturaleza). (Germán.V,Cuartas. A,Ríos. Y, 2015)

Las primeras transformaciones, como la Ley de Inversión Extranjera o el otorgar

permisos para comprar y vender bienes, han sido relativamente sencillas. Para el

Gobierno cubano −dado el modelo socialista− ha sido relativamente fácil diseñar una

norma y decretarla, y aunque estas pueden considerarse una gran decisión política

representan en la normatividad un cambio fácil, que opera en la legislación, en la

formalidad. Además, el sistema político cubano cuenta con un único partido y un régimen

que en 55 años solo ha cambiado dos veces de presidente; de allí que, a pesar de las

críticas que se le hagan al régimen cubano, este tiene la ventaja que al ser un Estado

unificado y cuenta con el poder de hacer directivas desde el Estado

central.(Germán.V,Cuartas. A,Ríos. Y, 2015)

Al referir el actual sistema político cubano a los sistemas políticos que le

precedieron democracia liberal y dictadura, no debemos olvidar que este sistema se

originó en una profunda revolución popular, como un poder político de excepción cuya

gran tarea histórica consistía en abolir el orden establecido; no sólo el batistato sino el
régimen liberal burgués, igualmente dependiente y corrompido. El nuevo orden surgido

de la Revolución se definió como un sistema político de transición a una sociedad

socialista y, por lo tanto, vinculado a este proyecto, a sus objetivos y, al modelo de

transición al socialismo elegido en cada etapa. Así, el sistema político de transición debía

superar a todos los sistemas precedentes al asegurar la constitución de un poder popular,

la plena soberanía nacional, el desarrollo socioeconómico y una verdadera democracia.

Pero el sistema político realmente existente tenía que dar cuenta de las condiciones reales

impuestas a su desempeño: en lo interno, a una aguda lucha política y de clase; y en lo

externo, a la sostenida hostilidad de los Estados Unidos y sus políticas de acciones

contrarrevolucionarias, de aislamiento internacional y de bloqueo económico, cuya

matriz esencial continúa hasta nuestros días. (Valdéz, 1997).

Fernando Martínez Heredia, uno de los pensadores cubanos que más ha abordado

el tema de la ideología revolucionaria con agudeza y objetividad, al caracterizar el mundo

ideológico de los sesenta, comienza por definir la Revolución como "socialista de

liberación nacional", como un proceso contradictorio en que se sintetizan los ideales

socialistas y nacionalistas del pueblo cubano. Por ella, concibe el "socialismo cubano"

como una expresión particular, que tiene como esencia el "patriotismo radical", un

socialismo que se situaba en el centro de la liberación nacional (Martínez Heredia 2008a,

17) (Alemán, 2013)

En los últimos años, hemos tenido bastante éxito, pero queda mucho por hacer

todavía; deseo que pronto lleguemos a una solución exitosa porque el mundo necesita

mucho más socialismo democrático, porque si no muchos millones de personas y de

hombres, corren el riesgo de nunca ver la libertad, la democracia, la justicia social y la

igualdad. (Anonimo,2015)
En Ecuador, ha sido el propio Presidente Rafael Correa quien ha realizado una

serie de precisiones que permiten entender lo que su gobierno considera como

“socialismo”. En efecto, en su enlace ciudadano 363 (EC-01/03/14) el Presidente Rafael

Correa analizó el PIB-enfoque ingresos (reparto del ingreso nacional), asegurando que

este era un punto “clave” para la Revolución Ciudadana, que permite “saber si está

mejorando la justicia social”; pues “esto nos define como de izquierda o no”; y, además:

“esto es uno de los fundamentos del socialismo del siglo XXI”. El Presidente dijo que el

tema inspiró a Marx, “y la respuesta marxista fue eliminar la propiedad privada para que

no haya gran remuneración al capital”, añadiendo: “a nadie se le puede ocurrir eso en el

siglo XXI”; y luego: “pero sabemos que en el siglo XXI eso no cabe; el remedio es más

caro que la enfermedad”; para concluir: “el problema, de todos modos, existe: cuánto

capta la clase trabajadora y cuánto captan los dueños de los medios de producción, los

dueños del capital”. De acuerdo con el Presidente Correa, en Ecuador todavía el 4%

(patronos) se lleva el 33% del ingreso nacional; mientras el 54% (trabajadores) obtiene

otro 33%; en tanto un 42% (trabajadores no-remunerados) se lleva el 29%. (Paz &

Cepeda, 2015)

Como producto de la insatisfacción popular generada en la década de los ochenta,

a mediados de la misma aparece la figura de Evo Morales y el Movimiento al Socialismo,

MAS. Este movimiento estuvo impregnado de una ideología y principios provenientes de

fuentes diversas que incluyen el indigenismo, bolivianismo y nacionalismo. En periodos

posteriores adopta posiciones propias de la ideología socialista. El MAS lideró las

protestas sociales de los grupos marginados de Bolivia que incluyeron al grupo de los

cocaleros; luego dio un paso adelante y se comprometió a luchar por la reivindicación de

los indígenas con posturas en contra de la burguesía. El MAS buscó y consiguió el


objetivo de llenar el vacío del sistema partidista a través de su contribución a la erosión

de los principios de la democracia liberal.(Arévalo, 2015)

En un futuro, ciertamente, el primer paso debe ser corregir los precios relativos

con la unificación monetaria, la devaluación del tipo de cambio empresarial y la

integración paulatina de los mercados. Pero no basta con ello, el sistema de precios deberá

sustentarse en el desarrollo de mercados adecuadamente regulados; fruto de políticas

públicas y marcos institucionales coherentes con los objetivos económicos y sociales del

modelo socialista. Crear mercados no es sinónimo de liberalizar precios y traspasar

formas productivas estatales a formas no estatales. No es de esperar reacciones

automáticas e inmediatas para alcanzar los objetivos deseados en el contexto de un marco

institucional aún en construcción. Desplegar un programa integral intencionado dirigido

a fomentar mercados para el desarrollo es un proceso complejo que, definitivamente,

involucra tiempo y un pensamiento conceptual y estratégico coherente con los propósitos

de la llamada actualización del modelo. (Hidalgo de los Santos, 2016).


Conclusión

América Latina ha experimentado una variedad de modelos económicos y

políticos, desde el capitalismo y el socialismo hasta el neoliberalismo y el socialismo del

siglo XXI. Estas experiencias han presentado desafíos y luchas políticas, así como

transformaciones en las estructuras de poder y las relaciones de clase; tanto en el

capitalismo como en el socialismo, se observa una tendencia hacia la concentración del

poder económico y la dificultad para lograr una verdadera democracia representativa. El

capitalismo tiende a concentrar el poder en manos de unas pocas personas, mientras que

el socialismo enfrenta desafíos en la transformación de las estructuras de poder existentes.

El socialismo, a fines del siglo XX, perdió con el capitalismo incluso en el terreno

de la teoría. Sin jugar hasta el final este "partido"; sin dar una explicación suya más

precisa, más perspectiva, de las leyes del actual mundo global que las elaboradas por el

liberalismo burgués y por el post-modernismo; sin repensar dialécticamente (de manera

positiva, que conserve lo positivo) y criticando al Marxismo, sin crear una teoría del

socialismo del siglo XXI, marcharemos como a ciegas, por el método de pruebas y

errores. (Biardeau, 2007).

Por todo lo mencionado anteriormente y los casos presentados en el desarrollo de

este ensayo responderemos a la pregunta planteada en la introducción y a su vez concluir

que el capitalismo es el modelo económico más recomendable hoy en día.


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