Pasión y Muerte de Jesús

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Pasión y Muerte de Jesús

Jesus sabía que en vísperas de la pascua –La más grande fiesta hebrea– iba a ser
sometido a grandes padecimientos, que culminaron con una muerte dolorosísima.
Había vivido haciendo el bien, y sin embargo eran mucho los malvados que lo
aborrecen e insultaban esperando siempre la ocasión para condenar a muerte.
Cuando lo lograron, lo sometió al suplicio de la cruz, a él que era el Salvador del
mundo, el Hijo de Dios.

LA ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN


Pocos días antes de su pasión y muerte, Jesús entró triunfalmente en Jerusalén,
sentado en un pollino y aclamado por la gente humilde y por los niños, que agitaban
ramos de olivo y cantaban:
"¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"

LA ÚLTIMA CENA
El día antes de su muerte, Jesús se reunió con sus Apóstoles y, mientras cenaban,
dijo: "Uno de ustedes me traicionará"; se refería a Judas, el traidor. Esa fue la última
cena del Señor, y también la primera celebración de la Eucaristía. En efecto, fue
entonces cuando Jesús declaró, distribuyendo el pan y el vino: "Este es mi cuerpo.
Este es el cáliz de mi sangre".

LA ORACIÓN DEL HUERTO

Después de la última cena, Jesús salió con sus discípulos y se dirigió al huerto de
Getsemaní, donde solía rezar. Se apartó de todos y, lleno de angustia, comenzó su
oración. El Padre celestial mandó un ángel para que lo consolara. Los Apóstoles,
mientras tanto, se sentían llenos de sueño. El mismo Jesús les había profetizado
que lo abandonarían, y a Pedro le había advertido: "Antes de que cante el gallo, me
negarás tres veces".

EL BESO DE JUDAS
De pronto llega Judas, acompañado de esbirros que llevan espadas y palos. El
traidor se acerca a Jesús y lo saluda con un beso en la mejilla. El Señor lo
reprendió: "Judas, ¿con un beso traicionas a tu Maestro?" Y a los guardias les
pregunta: "¿A quién han venido a buscar?" A Jesús el Nazareno", le responden.
"Soy yo", afirma Jesús, y al momento aquellos esbirros caen por tierra como si los
hubiera empujado una fuerza misteriosa.

LAS NEGACIONES DE PEDRO


Arrestado Jesús, los Apóstoles huyen. Pedro lo va siguiendo de lejos y logra entrar
al palacio del Sumo Sacerdote, donde Jesús va a ser procesado. Se queda en el
patio para saber qué le hacen al Señor. Dos criadas y un soldado le preguntan si él
es también de los discípulos de Jesús. Entonces Pedro se llena de temor y
enérgicamente niega conocerlo. En eso escucha el canto del gallo y se acuerda que
el Señor ya le había anunciado sus negaciones. Se llena de arrepentimiento y se
sale de allí llorando amargamente

LA FLAGELACIÓN
Los sacerdotes judíos llevaron a Jesús ante Pilato, el go- bernador romano, para
que lo ajusticiara. Pero Pilato no encontró culpa en Jesús, y por eso trataba de
liberarlo. En cambio, los enemigos del Señor exigían la pena de muerte. Entonces
Pilato, para calmar los ánimos de los judíos, ordenó que Jesús fuera azotado
cruelmente.

LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Como Jesús había sido acusado de que pretendía hacerse rey de los judíos, los
soldados romanos se burlaron de él poniéndole una corona de espinas y un manto
rojo; у lo golpearon con desprecio escupiéndole en la cara...
También hacían reverencias en señal de burla y poniendo la rodilla en tierra le
decían: "Salve rey de los judíos".

HACIA EL CALVARIO
Después de la flagelación y la coronación de espinas, Pilato hizo que Jesús se
presentara así ante el populacho, suponiendo que de esa manera iba a despertar la
compasión de todos. Por el contrario, los enemigos del Señor siguieron exigiendo su
muerte, gritando: "¡Crucifícalo!" Pilato, por temor al pueblo judío, ordenó la muerte
del Salvador. Lo hicieron cargar una cruz y, junto con dos malhechores, lo
condujeron hacia el monte Calvario. A mitad del camino, un hombre de Cirene le
ayudó a cargar el madero. Un grupo de mujeres, entre las cuales seguramente se
encontraba su Madre santísima, lloraban por la injusta sentencia que había sido
dictada contra el Señor.

JESUS ES CRUCIFICADO
Llegados al Calvario, despojaron al Señor de sus vestiduras y lo clavaron de pies y
manos en la cruz. En la parte más alta del madero pusieron una tabla que decía:
"JESÚS NAZARENO REY DE LOS JUDIOS". También los dos malhechores fueron
crucificados, uno a la derecha de Jesús; el otro a su izquierda. Los enemigos del
Salvador seguían burlándose de Él mientras esperaban su muerte.

"HE AHÍ A TU HIJO..."


El sufrimiento era terrible y Jesús se sentía sofocado; sin embargo, su mirada era
dulce, pues soportaba aquel martirio por amor a la humanidad. Estaban junto a Él su
Madre y Juan, el más joven de los Apóstoles. "He allí a tu hijo", exclamó Jesús
dirigiéndose a su Madre y señalándole con la mirada el Apóstol Juan; y a éste le
dijo: "He allí a tu Madre". Con esas palabras, Jesús nombró a Maria madre de todos
los cristianos.

EL BUEN LADRON
De los dos ladrones crucificados junto a Él, uno era de muy mal corazón y
blasfemaba contra Jesús. El otro, arrepentido de sus culpas y reconociendo que en
verdad era el Redentor del mundo, le pidió humildemente: "Señor, acuérdate de mí
cuando estés en tu Reino". Jesús le respondió: "Te aseguro que hoy estarás
conmigo en el Paraíso".

LE DAN A BEBER VINAGRE


A eso del mediodía, el cielo se oscureció como si fuera de noche y esas tinieblas
duraron como tres horas. Jesús estaba agonizando. En lo más intenso de su
agonía, exclamó: "¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?" Y poco después:
"Tengo sed". Los que escucharon estas palabras, le acercaron a la boca una
esponja mojada en vinagre.

"VERDADERAMENTE ERA EL HIJO DE DIOS"


Eran como las tres de la tarde cuando el Señor exclamó con fuerte voz: "¡Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu!" Y, dichas esas palabras, inclinó la cabeza y
murió. En ese momento la tierra comenzó a temblar y se abrió en varios lugares;
muchas tumbas se destaparon y algunos muertos volvieron a la vida. El centurión
que había dirigido el suplicio, viendo tales cosas, comprendió que Jesús era
verdaderamente el Hijo de Dios.

JESUS ES SEPULTADO EN UN SEPULCRO NUEVO


Después de que un soldado clavó su lanza en el costado de Jesús para tener la
seguridad de que había muerto, Pilato autorizó a un tal José de Arimatea a que
desprendiera de la cruz el santísimo cuerpo del Señor; lo envolvió cuidadosamente
y lo puso en un sepulcro nuevo.

También podría gustarte