LyL Tpn°8 4año 23
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1)- Marque con una cruz las oraciones que permiten presentar cada uno de los textos
leídos de la manera más correcta. Tenga en cuenta el tema de cada uno y si son
predominantemente narrativos o descriptivos (textos 1, 2, 3 y 4).
TEXTO 1
[…] Había una mujer de Arizona que había gastado la mitad de su patrimonio familiar pagando de
su bolsillo la publicación en todos los diarios del país de una carta abierta donde expresaba su
sorpresa al ver los homenajes y muestras de aprecio y afecto que le habían hecho llegar personajes
de toda consideración, con motivo de la muerte de su esposo, un científico que había estado a
punto de ganar el premio Nobel. En la carta la mujer decía que por fin se había sentido liberada del
terror que había padecido durante casi treinta años de convivencia forzada con un loco, un
mitómano y un psicópata. Como ejemplo de la personalidad verdadera del marido contaba que el
científico tenía un archivo con fotografía de todos los científicos rivales o posibles rivales o futuros
rivales a los que pinchaba en los ojos con pequeñísimas agujas de platino que él mismo fabricaba
durante las noches en su laboratorio, con el objeto de paralizarlos en sus investigaciones,
lesionarlos, enceguecerlos o impedir que pudieran superarlo en su lucha por conseguir el premio
Nobel de Física.
Ricardo Piglia, “Pequeñas historias” (Cuentos morales)
TEXTO 2
“Cumbres Borrascosas” es el nombre de la casa del Señor Heathcliff y debe aludir a los
trastornos atmosféricos a los que está expuesta cuando hay tormenta. En verdad, en ningún
momento debe faltarle ventilación pura y saludable: se adivina la fuerza del viento norte por la
inclinación pronunciada de los pocos abetos achaparrados que hay en el extremo de la casa y
por una hilera de espinos raquíticos, que alargan las ramas en el mismo sentido como
clamando por el sol. Felizmente, el arquitecto tuvo la prevención de construirla fuerte: las
ventanas angostas están fuertemente encajadas en la pared, y las esquinas protegidas por
grandes salientes de piedra.
Fragmento de “Cumbres Borrascosas” de Emilie Bronte. Bs. As., 1978.
TEXTO 3
Un avaro convirtiendo en oro su fortuna, fundió con el metal un lingote y lo enterró en cierto lugar,
enterrando allí, a la vez, su corazón y su espíritu.
Todos los días se dirigía a ver su tesoro. En esto lo observó un hombre, adivinó su suplicio, y
desenterrando el lingote, se lo llevó.
Cuando poco después llegó el avaro y halló el escondrijo vacío, se puso a llorar y a arrancarse los
cabellos. Un hombre que lo vio lamentarse de tal manera, después de informarse del motivo, le
dijo:
- No desesperes así, hombre, porque al fin y al cabo, aunque tenías oro no lo poseías
verdaderamente. Agarra una piedra y escóndela donde estaba el oro y figúrate que es oro; la
piedra servirá para ti como si fuera oro mismo, pues, a lo que veo, cuando lo tenías enterrado, no
utilizabas para nada esta riqueza.
Esopo, Fábulas
TEXTO 4
[…] mis ojos , en recorrida sobre el sillón, cayeron sobre un tarjetero de cartón recortado, y con
filigranas, colgados por una grasienta cinta azul de una perilla de bronce, justo debajo del centro
de la repisa que está sobre la chimenea. En ese colgante, que tenía tres o cuatro compartimentos,
había cinco o seis tarjetas de visita, y además, una carta, sola.
Esta última estaba muy manchada y arrugada, estaba casi partida, por el medio (como si la
intención inicial de romperla íntegramente por inútil hubiese sido alterada y detenida por alguna
otra). Tenía un gran sello negro que ostentaba el monograma de D. muy visiblemente, y estaba
dirigida, en fina letra femenina, a D.(el Ministro mismo). La carta había sido metida
descuidadamente, y hasta por lo menos eso parecía) como con desgano, en unos de los
compartimentos del tarjetero colgante. […]
El Minotauro
En la mitología griega, el Minotauro era un monstruo que tenía cabeza de toro y cuerpo de hombre.
Era hijo de Pasífae, reina de Creta, y de un toro blanco como la nieve, que el dios Poseidón le había
enviado al marido de Pasífae, el rey Minos, para que lo sacrificara.
Sin embargo, Minos no quiso sacrificar al animal, entonces, Poseidón, en castigo por la
desobediencia, hizo que Pasífae se enamorara del toro; de la unión de ambos nació el Minotauro.
Después del nacimiento de este, Minos ordenó al arquitecto Dédalo la construcción de un laberinto
tan intrincado, que fuera imposible salir de él sin ayuda.
Allí fue encerrado el Minotauro y lo alimentaban con jóvenes doncellas.
El héroe griego Teseo quiso terminar con esos sacrificios humanos inútiles y se ofreció para entrar
al laberinto y matar a la bestia.
La hija de Minos, llamada Ariadna, se enamoró del joven y lo ayudó a salir del intrincado laberinto
dándole un ovillo de hilo que Teseo sujetó a la puerta de ese lugar y lo fue soltando a través de su
recorrido.
Al llegar hasta el Minotauro, el héroe lo encontró dormido y lo golpeó hasta matarlo. De esta
manera, salvó de la muerte a las jóvenes doncellas que habían sido condenadas al sacrificio.
Clara le preguntó si él tenía las entradas para el recital. Él le contestó que todavía no las
había sacado. Ella se enojó y le gritó que era un irresponsable, porque sería difícil
conseguir buenas ubicaciones con tan poco tiempo. Guillermo se disculpó. Y finalmente,
se reconciliaron porque él le llevó un kilo de helado y unas pelis de la preferencia de
Clara.
En estos últimos días noté algo lamentable: me faltaban las ganas de levantarme para ir a
trabajar, para estudiar, en fin, para todo. Me di cuenta de que estaba cayendo en una
depresión que mucho no entendía. Y no era la única que pasaba por esto. Miraba a mi
alrededor y todos- o la mayoría- estaban igual. No era mi vida la que estaba mal, era la de
todos, en una crisis que nos afecta no sólo económica y socialmente sino psicológicamente.
No tenemos ganas de seguir, no vemos la luz al final del túnel. Nos quitaron los sueños, los
proyectos, sentimos que nos quitaron la vida, las ganas de vivirla. No podemos decidir ni
siquiera sobre nuestro futuro, nos sentimos marionetas manejadas por los de arriba. A todos
nos está costando ponerle una sonrisa a los días, al trabajo, al estudio.
Sin embargo, creo que no todo está perdido. Tenemos que mirar hacia adelante, porque la
Argentina somos nosotros, nuestra historia, ¿con qué cara le diré a mis hijos y a mis nietos
que no hice nada para que ellos vivan en una Argentina mejor que la actual? No puedo, es mi
responsabilidad como ciudadana. Soy feliz al ponerme una escarapela y creo que tenemos
que cambiar depresión por pasión, levantar la cabeza y seguir adelante. Cambiemos,
cambiemos todos porque nadie nos va a salvar. No sigamos culpando a los demás,
culpémonos por lo que nos hicimos y propongámonos hacer más.
Y yo no me voy a ir, no pienso ser un fantasma en tierras prometidas, prefiero quedarme y
luchar. Irnos nos hace cobardes, irresponsables. Si nosotros no hacemos nada, ¿quién lo
hará? ¿Alguien de afuera? Recordemos a nuestros próceres. Ellos vivieron crisis y, sin
embargo, lucharon. Y eran hombres como nosotros, de carne y hueso, eran como cada uno de
nosotros pero con la convicción de que podían cambiar la realidad. Luchemos, admiremos,
imitemos. Depende de nosotros, no nos vayamos a tierras extrañas a buscar nuestro futuro
si lo tenemos en nuestras manos.
Yo quiero ser pedagoga, quiero cambiar la educación, quiero educación para todos, porque
es la base de una sociedad culta que sabe cambiar cuando está mal.
Es nuestro deber cambiar la Argentina, defenderla, cuidarla. El cambio comienza en cada uno
de nosotros. Y podemos, juntos podemos. Es cuestión de unirnos, juntar fuerzas y empezar.
María Carolina Hourcade (estudiante), San Miguel de Tucumán.