Frutos Del Espiritu Santo

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FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO.

Creo que como jóvenes, desde muy temprana edad, tenemos este fuerte deseo de
sentirnos satisfechas, completas, y estamos continuamente buscando a medida
que avanzamos en las diferentes etapas de la vida qué es eso que nos hace sentir
plenas.

En el caminar de nuestra vida, muy pocas veces creemos en nuestros corazón


con firmeza que nada en este mundo nos podrá dar la plenitud que nuestro
corazón tanto anhela y que solo Cristo nos puede dar. ¿Tú lo crees y lo
experimentas? ¡Acompáñanos!

Frases destacadas:

 ¿Alguna vez has visto a un árbol esforzándose para que salgan sus frutos?
Nunca lo verás porque los árboles reciben de sus raíces y del sol todo lo
que necesitan para que sus frutos broten de manera natural y al debido
tiempo.

 Ahora, lo que sí he visto (muchas veces en mi propio espejo) es a jóvenes


que se esfuerzan para dar frutos, exprimen sus vidas, pero no obtienen lo
que esperan. La razón es que a diferencia de ese árbol, esas personas no
están arraigadas en una buena tierra y no están expuestas a los nutrientes
que necesitan.

 Nuestra fuente suprema es Cristo y apartados de Él nada podemos hacer.

«Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por


sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en
Mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese
da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer.» Juan 15:4

 Luego de creer en Jesús para salvación, necesitamos ser diligentes para


permanecer en Él. No nos apegamos a Él con el temor de perder lo que nos
ha dado, recuerda lo que dice Romanos 8:38; nada nos podrá apartar de
Su amor.

 Cree en la Palabra de Dios y deja que permanezca haciendo un


campamento en tu corazón. Cree que Cristo vive en ti y que solo Él es
quien produce una vida obediente, que le agrada a Dios.

 Lee el Salmo 1 y detente a observar la analogía del árbol. La forma en la


que puedes plantar tus raíces y permanecer en Cristo es llenándote de Su
Verdad y creyéndola por la fe. Dejando a un lado todo lo que te distraiga de
mirar a Jesús como tu deleite supremo. Poniendo a un lado el mundo y sus
ofertas para buscar tu satisfacción en Dios.
 ¿Dónde están plantadas tus raíces? ¿Necesitas desarraigarlas de lo que te
está robando la vida, el gozo, tu tiempo, tu amor por Dios? La calidad del
fruto de tu vida dependerá de tu respuesta.

 ¿A qué está conectado tu corazón? ¿Cuál es la fuente de tu felicidad? ¿A


qué o a quién estás apegada con todas tus fuerzas? ¿En qué estás
invirtiendo tu tiempo?

 No se trata de que no sepamos cómo permanecer en algo… si haces


un esfuerzo para mirar tu corazón, te darás cuenta de que las raíces de
tu corazón se apegan fácilmente a aquellas cosas que te encantan. Lo
que necesitamos es que Dios transforme nuestros corazones para que
deseemos arraigarnos en el lugar correcto.

 ¿Qué dicen los frutos de tu vida? Lee Gálatas 5:22-23 y considera cómo
luce el fruto del espíritu. Esas son las características visibles de la vida de
Cristo en nosotras. Y si somos sinceras, eso es lo necesitamos para
agradar a Dios.

 ¿Estás más esforzada en “crear los frutos” en tus fuerzas que lo que estás
esforzándote por apegarte a Jesús? Si la mayor parte del tiempo te sientes
frustrada en tu caminar con Dios entonces quiere decir que estás haciendo
todo al revés.

 Por ejemplo, quieres ser paciente con tu mamá, pero ¿estás tratando en tus
fuerzas o estás creyendo por la fe que Dios producirá ese fruto en ti y
actúas de acuerdo a esa verdad? ¿Estás alimentando tu corazón con el río
inagotable de la paciencia de Dios? ¿Piensas a menudo en las formas en
las que Dios ha sido y es paciente contigo en Cristo; hasta que tu corazón
se llena de agradecimiento al punto de que quieres dar de lo que has
recibido?

 ¿Quieres dejar ese pecado que te roba el gozo, pero no puedes parar y te
preguntas por qué?. Pero reconoces que abres más tus redes sociales que
la Biblia y hablas más con tus amigas que lo que oras a Dios.

 La clave de la abundancia se encuentra en Juan 15:4-5. ¡Créelo!

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