Acto Juridico
Acto Juridico
Acto Juridico
Carrera de Derecho
Apuntes clases Profesores María Luisa Vergara M. y Jorge Reinoso E.
ACTO JURÍDICO
El derecho romano no elaboró una teoría general del acto jurídico. Su elaboración es posterior, obra de
los romanistas, pero realizada en base a soluciones dadas por los juristas romanos.
El acto jurídico siempre proviene del hombre; es lo que lo distingue de los hechos, que provienen de la
naturaleza. Y cuando ese acto se realiza con la intención de producir efectos en el derecho, entonces toma
el nombre de “acto jurídico” o “negocio jurídico” como prefieren llamarlo algunos autores.
a) Acto jurídico que crea derechos son los contratos, como la compraventa, el arrendamiento, el
comodato, la sociedad, el mandato.
b) Acto jurídico que modifica derechos es el acuerdo entre acreedor y deudor por el cual el primero le
concede a este último una prórroga en el plazo para pagar.
c) Actos que extinguen derechos podemos mencionar el pago y la manumisión; el pago porque
extingue el derecho que tiene el acreedor para exigir algo del deudor; y la manumisión porque
extingue la propiedad del amo sobre su esclavo.
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2.- CLASIFICACION DE LOS ACTOS JURIDICOS
1.- Actos unilaterales y bilaterales , según el número de partes o voluntades que intervienen en su
celebración. Se habla de “partes o voluntades” ya que al acto pueden intervenir dos o más personas con la
misma intención; todas ellas, en conjunto, formarán “una” sola parte. Por ejemplo, si tres personas compran
algo en común, las tres conforman “la” parte compradora.
b) En el acto jurídico bilateral, también llamado convención, intervienen dos o más partes o
voluntades, como en todos los contratos, el matrimonio, la adrogación, el pago.
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Distinción entre convención y contrato.
Lo que identifica al contrato es que su objetivo es crear un vínculo entre los contratantes, de tal manera que
uno de ellos podrá luego exigir algo del otro: una de las partes se convierte en acreedor (adquiere el
derecho) y el otro en deudor (contrae la obligación).
Por ejemplo, Juan presta $1.000 a Pedro: como consecuencia, Juan adquiere el derecho de cobrar a Pedro
$1.000 y Pedro se obliga a pagarlos; han celebrado un contrato.
Puede observarse entonces, que todo contrato es convención, pero no toda convención es contrato:
la convención es el género y el contrato es la especie.
El contrato es siempre convención ya que requiere del acuerdo de dos voluntades; pero hay
convenciones cuya finalidad no es crear obligaciones y, por tanto, no son contratos.
Es lo que ocurre con el pago: en efecto, en el pago intervienen dos voluntades y por ello es
convención; pero su finalidad es extinguir una obligación y no crearla; luego, no es contrato.
La unilateralidad o bilateralidad de un contrato no está dada por el número de partes intervinientes, ya que
hemos visto que en todo contrato intervienen dos voluntades.
Sin embargo, los contratos admiten también esta distinción entre unilaterales y bilaterales, pero
atendiendo al número de partes para quienes nacen obligaciones como consecuencia de su celebración.
Así, el contrato es unilateral cuando de su celebración sólo una de las partes resulta obligada, como
en el mutuo y en la stipulatio romana (la otra parte sólo adquiere el derecho).
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Por el contrario, cuando ambas partes se obligan recíprocamente, el contrato recibe el nombre de
bilateral o sinalagmático, como la compraventa y el arrendamiento (ambas partes adquieren derechos y
contraen obligaciones).
2.- Actos entre vivos y actos mortis causa, según si el acto produce sus efectos en vida de quienes lo
celebran o éstos quedan supeditados a la muerte de algún sujeto. Ejemplos de los primeros son la sociedad y
el pago; de los segundos, el testamento, un seguro de vida.
3.- Actos solemnes y no solemnes, según si se requiere o no de formalidades especiales para que nazca a la
vida del derecho. En los actos solemnes la manifestación de voluntad que constituye la esencia del acto o
negocio jurídico debe hacerse en alguna de las formas que expresamente establece la ley, a las que se
denomina solemnidades.
Estas solemnidades son requisitos de forma que el derecho exige para la existencia de determinados actos
jurídicos.
Pueden ser:
a) la presencia de testigos o de algún funcionario,
b) la escritura,
c) el pronunciamiento de determinadas palabras, etc.
Si las partes no cumplen con las solemnidades que el derecho exige, el acto no existe, como si no se hubiera
celebrado.
En cambio, si el acto es no solemne las partes lo celebran en la forma que quieran, manifestando su voluntad
incluso verbalmente y aún por gestos.
En el derecho quiritario todos los actos jurídicos eran solemnes; así la manumisión, la adrogación, el
testamento, la stipulatio, propios del antiguo derecho romano. Después, con la influencia del derecho de
gentes, se incorporaron actos no solemnes como los contratos de compraventa y de arrendamiento.
4.- Actos a título oneroso y actos a título gratuito, según si el acto proporciona un beneficio patrimonial a
ambas partes o sólo a una de ellas o a un tercero. Son de los primeros la compraventa y el arrendamiento; y
gratuitos, la donación y el comodato o préstamo de uso.
5.- Actos causados y abstractos, según si en el acto jurídico aparece expresada o no la causa o motivo
inmediato que induce a las partes a celebrarlo. Así, el arrendamiento es causado porque el arrendatario
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celebra el contrato obligándose a pagar la renta porque quiere utilizar la cosa arrendada; y el arrendador se
obliga a entregarla porque quiere que le paguen la renta.
En cambio la stipulatio es abstracta. Al celebrarla no queda expresada la causa, pero es evidente que
existe, nadie se obliga por nada, aunque el motivo no haya sido expresado.
6.- Actos puros y simples y actos sujetos a modalidad, según si el acto produce sus efectos en forma
natural o éstos se ven modificados por alguna modalidad agregada por las partes.
Las modalidades son elementos que las partes pueden introducir en el acto jurídico, a su voluntad. Las más
usuales son la condición, el plazo y el modo. Si las partes no las agregan, el acto es puro y simple y produce
sus efectos en forma natural. Por ejemplo, en una compraventa pura y simple el comprador se obliga a
pagar el precio de inmediato; pero, si le agregan un plazo, su efecto natural se ve alterado: el vendedor ya no
podrá exigir el pago del precio hasta que el plazo haya transcurrido.
La mayor parte de los actos jurídicos admiten modalidades, pero hay algunos a los que el derecho no
acepta que le sean agregadas; por ejemplo, el matrimonio y la mancipatio romana.
7.- Contratos onerosos conmutativos y contratos aleatorios, según si la ventaja que una parte da a la otra
se mira como equivalente a la que recibe, o son desiguales. Así por ejemplo, la compraventa es
generalmente conmutativa; pero es aleatoria cuando se compra la suerte como un número de sorteo.
8.- Actos de estricto derecho y actos de buena fe, según si el acto debe interpretarse al tenor de lo pactado
o de acuerdo con lo que habría realizado una persona de buena fe en un caso semejante.
La importancia de esta distinción se observa fácilmente al analizar los efectos de los contratos romanos.
Si era de estricto derecho, obligaba estrictamente al tenor de lo pactado: “Si se obligó a entregar “un
esclavo” cumple aun entregando uno viejo y enfermo”. En cambio, si el contrato es de buena fe y nada se
dijo de la calidad, cumple sólo entregando alguno de calidad al menos mediana.
En el derecho quiritario los actos jurídicos eran siempre de estricto derecho, por ejemplo el mutuo, la
stipulatio. En cambio, los actos provenientes del derecho de gentes se interpretaban de buena fe; en ellos era
importante analizar la voluntad o intención de las partes para determinar sus efectos.
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La doctrina distingue en los actos jurídicos tres tipos de elementos:
1.- Los elementos esenciales del acto jurídico: son aquellos sin los cuales el acto jurídico no nace a la vida
del derecho o degenera en otro diferente.
Así por ejemplo, en toda compraventa son elementos esenciales la cosa y el precio. Si falta alguno de ellos,
(ejemplo el precio) el acto degenera en donación, aunque las partes lo llamen compraventa.
En relación con estos elementos, se reconoce que todo acto jurídico debe cumplir con ciertos requisitos que
le son esenciales; si no se cumple con ellos el acto no nace a la vida del derecho -es inexistente- o nace con
un defecto de tal naturaleza que puede ser anulado. Corresponden a los requisitos de existencia y de validez
del acto jurídico, que se estudian en este capítulo.
Los elementos esenciales de cada acto jurídico en particular se estudian con la respectiva institución.
2.- Los elementos de la naturaleza: son aquellos que, sin ser esenciales, se entienden incorporados en el
acto jurídico sin necesidad de cláusulas especiales.
Para su existencia no necesitan de cláusulas emanadas de las partes, ya que es el derecho quien los
considera incorporados en determinados actos jurídicos.
No en todo acto jurídico hay elementos de la naturaleza. Se encuentran, por ejemplo, en la compraventa,
que tiene dos que le son propios:
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el saneamiento de la evición y
el saneamiento de los vicios redhibitorios, que constituyen obligaciones del vendedor creadas por el derecho
romano.
Otro ejemplo de elemento de la naturaleza lo encontramos hoy en los contratos bilaterales: es elemento de
su naturaleza la condición resolutoria tácita; este elemento permite al contratante diligente, en caso que la
otra parte no cumpla con sus obligaciones, pedir que el contrato se resuelva, esto es, que se deje sin efecto.
Pero, por otra parte, aunque el derecho los entienda incorporados en un acto, considera que no son
esenciales, que podrían no existir. Por eso, se permite que las partes puedan suprimir dichos elementos
mediante cláusulas especiales; si eso ocurre el acto jurídico tiene plena validez y nace a la vida del derecho
sin el elemento que ha sido suprimido por las propias partes.
3.- Los elementos accidentales son aquellos que las partes introducen en el acto jurídico mediante cláusulas
especiales, para modificar sus efectos naturales.
Reciben también el nombre de modalidades y las principales son: condición, plazo y modo.
Son requisitos de existencia la voluntad, el objeto, la causa y las solemnidades en los actos solemnes.
Los tres primeros deben existir en todo acto jurídico, sin distinción. El cuarto requisito, sólo se exige en los
actos que el derecho ha establecido como solemnes.
4.1. LA VOLUNTAD
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Concepto: Es la potencia del alma que nos mueve a hacer lo que deseamos. En
los actos bilaterales toma el nombre de consentimiento. En las fuentes romanas se le
llama voluntas, affectio, animus, consensus.
Requisitos de la voluntad:
a) Que sea seria, esto es, hecha con la voluntad de obligarse. No es seria, evidentemente, en las
declaraciones hechas en broma (iocandi gratia) ni aquellas que se realizan para enseñar o poner un
ejemplo (demostrandi causa). Por lo tanto, no dan lugar a un acto jurídico.
Problema de la simulación. Puede ocurrir que las partes intencionalmente manifiesten una voluntad que
no es la que tienen en su fuero interno; se habla entonces de simulación, que puede ser absoluta o relativa.
Es absoluta cuando las partes realizan un acto jurídico, pero su intención es no realizar ninguno, por
ejemplo, en una venta simulada.
Y es relativa cuando las partes manifiestan una voluntad distinta de la que tienen en su interior: hay
entonces una voluntad real y una voluntad simulada, como si las partes acuerdan una donación y fingen
que es una compraventa.
El problema es determinar cuáles son los efectos del acto jurídico, si prima la voluntad real, que está en el
fuero interno de las partes, o la voluntad declarada, la que expresaron.
b) Que la voluntad se exteriorice. El derecho regula los actos, no el pensamiento; por tanto, la
voluntad debe exteriorizarse, lo que puede ser:
En los actos no solemnes basta con expresar la voluntad en forma tácita. En cambio, si el acto es
solemne, la voluntad debe ser expresarse en la forma que el derecho ha establecido.
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En general el silencio no es manifestación de voluntad. Sólo se considera cuando el derecho le da algún
valor; así, por ejemplo, se consideraba que había consentimiento si el pater familias, en conocimiento del
matrimonio del hijo de la familia, no manifestaba su oposición.
Debe ser seria -hecha con la intención de obligarse-, completa -que contenga todos los elementos esenciales
del acto jurídico a celebrar- y debe exteriorizarse.
La aceptación es el asentimiento a los términos de la oferta. Debe ser completa, esto es, congruente con
la oferta, ya que si modifica algún término de la oferta pasa a ser una “contraoferta”. Además, debe ser
oportuna, o sea exteriorizarse mientras la oferta está vigente. Y por último, como es una manifestación de
voluntad, debe ser seria y exteriorizarse.
4.2. EL OBJETO
CONCEPTO: El objeto del acto jurídico es el conjunto de derechos que se crean, modifican o extinguen
como consecuencia de su celebración. Los derechos recaen sobre cosas, tomado el término en un sentido
amplio, que incluye también hechos e incluso abstenciones. Por eso, generalmente se identifica el objeto
del acto jurídico con la cosa corporal o el hecho de que él trata.
a) El primer lugar, el objeto debe existir o, al menos, esperarse que exista. Por ejemplo, es
válido un contrato de compraventa de algo futuro, como una cosecha o el parto de un animal.
Normalmente la validez del contrato queda supeditada a la condición de que en definitiva haya
cosecha o nazca alguna cría. Pero también puede venderse la suerte, o sea el hecho incierto de
si habrá mucha, poca o nada de cosecha; entonces lo que se está vendiendo es la suerte y el
contrato valdrá, aunque nada se obtenga.
b) Debe ser posible, tanto física como jurídicamente. Es físicamente imposible vender un ser
mitológico, como un centauro. Jurídicamente imposible la venta de un templo que está fuera
del comercio humano.
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Puede estar también más determinado, en cuanto al individuo: “el esclavo Estico”. La
determinación puede darse en el mismo acto jurídico y entonces se dice que el objeto está
“determinado”; o darse en él las reglas para determinarlo, siendo entonces “determinable”: por
ejemplo, se vende algo “en el precio promedio en plaza” o “en el valor que determine un
perito”. Cualquiera de las formas es válida.
4.3. LA CAUSA.
a) Condictio indebiti: para repetir lo pagado (esto es, pedir la restitución) si por error se ha pagado
lo no debido. Si se paga a sabiendas lo que no se debe, se entiende que ha sido donado.
b) Condictio causa data causa non secuta: cuando una persona realizaba una prestación teniendo en
vista otra que no se realizaba. Ej.: las partes convienen en una permuta; una cumple con la
prestación y la otra no entrega la cosa debida; quien entregó la cosa podía pedir su restitución por
esta condictio.
c) Condictio ob turpem causa: procedía cuando una persona se había enriquecido con la prestación
que otra le había hecho para que se abstuviera de realizar un acto inmoral.
d) Condictio ex injusta causa: cuando se había realizado una prestación contraviniendo una regla de
derecho, como si se pactó intereses usurarios (más altos de los permitidos).
e) Condictio sine causa: cuando la prestación carecía de causa por tratarse de un acto nulo, como los
realizados por incapaces.
CONCEPTO: Las solemnidades son formalidades sin las cuales el acto jurídico no nace a la vida del
derecho. El acto celebrado sin su cumplimiento es inexistente.
Pero el derecho exige estos requisitos de forma sólo para la celebración de determinados actos jurídicos.
Por esto es que antes de celebrar un acto jurídico es indispensable conocer si el derecho lo ha considerado
solemne o no: si es solemne, la manifestación de voluntad debe hacerse precisamente en la forma
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preestablecida para que el acto tenga valor. Por el contrario, si el derecho considera al acto como no
solemne, las partes pueden manifestar su voluntad de cualquier forma, incluso tácitamente.
En cambio, muchas de las derivadas del derecho de gentes eran no solemnes: entre otras, la compraventa, el
pago, la traditio (modo no solemne de transferir el dominio, que consiste en la entrega de la cosa).
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5.1. VOLUNTAD SIN VICIOS. xxx
Los principales vicios de que puede adolecer la voluntad son el error, la fuerza y el dolo.
5.1.1. El error
CONCEPTO: El error es la ignorancia o falso concepto que se tiene de la realidad o de una norma de
derecho.
Cuando se incurre en un error hay una desarmonía en la voluntad de las partes que intervinieron en el
acto jurídico, pero no querida por ellas como en la simulación. En el error esto es involuntario.
1. Clases de error.
El error de derecho, esto es, el falso concepto que se tiene de una norma de derecho, en principio no vicia
la voluntad porque el derecho se presume conocido de todos; sin embargo, en Roma en algunas
circunstancias podían alegar ignorancia de la ley los menores de veinticinco años, los soldados, las mujeres
y los que vivían fuera de la urbe.
El error de hecho: el falso concepto que se tiene de la realidad. Este tipo de error sí viciaba la
voluntad. Está fundado en el respeto a la voluntad interna de las partes, de tal manera que la voluntad
afectada por el error no vale. Pero no todo error de hecho producía esa consecuencia; hacía falta que
recayese sobre lo fundamental del negocio, es decir, que fuera un error esencial.
a) Error in negotio: el que recae sobre la naturaleza misma del acto o contrato, como si una de las
partes entiende que están celebrando una compraventa y, la otra, una donación. Esta figura se
considera siempre un error esencial: no se produce el consentimiento, no hay compraventa ni
donación.
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b) Error in corpore: el que recae sobre la identidad de la cosa a que se refiere el acto o contrato,
como si el vendedor entiende que está vendiendo a Estico, y el comprador entiende que compra a
Sempronio. También es error esencial: no hay acto jurídico por falta de consentimiento.
c) Error in substantia: el que recae sobre la materia de que está hecha la cosa o sobre sus cualidades
esenciales, como si se compra un anillo bañado de oro, creyendo que es de oro macizo.
Actualmente vicia la voluntad, el acto existe pero puede ser anulado. En Roma no hubo una
solución única para el error in substantia sino diversas, según el caso. Al parecer, viciaba el
consentimiento en los actos de buena fe, como la compraventa; y no lo viciaba en los actos de
derecho estricto.
d) Error accidental: el que recae sobre cualidades accidentales de la cosa que es objeto del acto o
contrato, como si se compra un caballo, entendiendo que compra uno negro, pero en realidad tiene
manchas café. Por regla general este error no vicia consentimiento; sólo lo viciará si la cualidad
accidental de la cosa, sobre la que recae el error, constituye algo esencial para una de las partes y la
otra lo sabe, como si el comprador necesita un caballo entero negro y el vendedor lo sabe.
e) Error in persona: es el que recae sobre la identidad del otro contratante o de aquel a cuyo favor se
realiza el negocio. Debe referirse a la identidad, ya que el simple error en el nombre carece de
trascendencia para la validez del acto jurídico.
Normalmente este error no es esencial y por ello no vicia el acto jurídico. Sin embargo, lo vicia si
se trata de un acto jurídico de los llamados “intuito personae”, en que la identidad de la otra parte
es determinante para su celebración, como, por ejemplo, la sociedad, el matrimonio, un
arrendamiento de servicios. No lo son la compraventa, el arrendamiento de cosas, etc. Por lo tanto,
para determinar si este error vicia la voluntad habrá que estarse al tipo de negocio.
5.1.2. La Fuerza
Fuerza, como vicio del consentimiento, son los apremios que se ejercen sobre una persona para que
preste su voluntad o consentimiento a la celebración de un determinado acto o contrato. Los romanos la
llamaron vis (violencia) o metus (miedo).
Hay fuerza física (vis absoluta) cuando se fuerza la mano de una persona para que estampe su firma o su
impresión digital en un contrato; indica una carencia de voluntad. Esta forma de coacción fue siempre
tenida en cuenta por el Derecho romano y el acto era nulo. En doctrina, hoy diríamos que el acto es
inexistente: más que existir un vicio de la voluntad, no hubo voluntad.
Distinta es la fuerza psíquica (vis impulsiva) producida por el metus, el temor a sufrir un mal injusto,
inmediato y grave. Produciéndose esta fuerza, aunque el sujeto, de haber obrado con libertad no hubiera
querido celebrar el acto, una vez coaccionado presta su voluntad. Entonces hay voluntad, pero viciada.
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La recepción de este vicio en el derecho sólo se debió a la actividad de los pretores. En efecto, el
antiguo ius civile consideraba válidos los actos celebrados por el metus puesto que el sujeto, aunque
coaccionado, en definitiva quiso celebrarlos. El derecho honorario suavizó la situación creándose variadas
formas de protección para la víctima.
2. Requisitos de la fuerza para que vicie la voluntad afectando la validez del acto jurídico. Debe ser:
1º Grave, lo que para los romanos significaba que fuera capaz de producir temor en un hombre fuerte.
Actualmente la fuerza se considera grave cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona
de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición.
3º Injusta o ilegítima, esto es, que no consista en hacer valer un derecho. Por eso es que la amenaza de
hacer aplicar la ley no constituye un vicio de la voluntad.
4º Para que la fuerza vicie la voluntad no es necesario que provenga de quien es beneficiado con ella. El
acto se entiende viciado en cualquier caso que una persona empleó la fuerza para obtener el
consentimiento, aunque se trate de un tercero que actuó sin conocimiento de la otra parte.
Una coacción que no cumpla con los requisitos precedentes no es suficiente para afectar la validez del
acto jurídico. Así, no viciará la voluntad un peligro capaz sólo de atemorizar a un hombre pusilánime, o la
amenaza de un perjuicio a largo plazo que puede ser evitado, etc.
3. Efectos de la fuerza: Los efectos diferían según se tratara de actos de buena fe o de estricto derecho.
1. En los actos de buena fe, en que todo debe reglarse por la equidad, la acción misma proveniente del
acto jurídico les permitía protegerse de las consecuencias de la fuerza. A la víctima bastaba con presentar la
prueba de la fuerza ante el juez para obtener la debida protección.
2. En cambio, en los actos de estricto derecho, de acuerdo con el derecho civil el acto era válido y debía
cumplirse: aunque la persona consintió por temor, en definitiva “consintió” y queda obligada.
Para corregir esta situación y proteger a la víctima de la fuerza, el pretor creó diversos mecanismos
procesales que le favorecían:
a) La exceptio metus causa, a favor del que se veía demandado a cumplir con el acto o contrato; con
ella rechazaba y paralizaba la acción del demandante.
b) La actio metus causa, para la víctima de la fuerza que ya hubiera cumplido con los efectos del
acto o contrato. Podía dirigirla en contra del autor de la fuerza o contra cualquier tercero a quien la
coacción hubiera aprovechado. Si la acción se entablaba dentro de un año y el demandado no
reparaba el perjuicio, era condenado al cuádruplo (la fórmula llevaba la cláusula arbitraria para
permitir la reparación del daño y evitar la condena).
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c) La in integrum restutio para volver todas las cosas al estado anterior al de la celebración del acto.
5.1.3. El Dolo
El dolus es otra de las motivaciones que el derecho romano tuvo en cuenta para fijar la validez de los actos
jurídicos.
Consiste en una maquinación fraudulenta que se ejerce sobre la voluntad de una persona para que preste
su consentimiento en la celebración de un determinado acto o contrato. El dolo supone siempre una
intención dañina de perjudicar a otro, en este caso induciéndolo a celebrar el acto o contrato.
También en este caso el acto era válido para el ius civile. Y la protección nuevamente surgió del pretor,
concediendo los mismos medios procesales que ante la presencia del metus:
a) la actio doli, que servía para obtener el valor del perjuicio causado, y que sólo podía dirigirse
contra el causante del engaño; la condena por dolo acarreaba una nota de infamia.
b) La exceptio doli y
En definitiva, hoy el dolo es un vicio de la voluntad que acarrea la nulidad del acto jurídico. Pero para
ello debe cumplir con dos requisitos copulativos:
Por el contrario, si el dolo es incidental o, aun siendo principal, es obra de un tercero, el acto jurídico
vale y debe ser cumplido, pero da origen a la correspondiente indemnización de prejuicios que debe pagar
el que realizó la maquinación fraudulenta.
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5. 2. OBJETO LÍCITO.
No hay objeto lícito si el acto jurídico recae en un objeto que atenta contra la ley, la moral o las buenas
costumbres. En tales casos, el acto jurídico existe pero puede ser anulado.
La causa del acto o contrato es el motivo que las partes tienen en consideración para celebrarlo. Al igual
que respecto del objeto, si la causa atenta contra la ley, la moral o las buenas costumbres, el acto no cumple
con este requisito de validez y es susceptible de nulidad.
Para celebrar un acto jurídico se debe tener tanto capacidad de goce como capacidad de ejercicio. En
Roma hablaríamos de la “capacidad de obrar” a que nos hemos referido en el capítulo de personas, lo que
nos permite considerar válidos incluso ciertos actos celebrados por los esclavos.
Si la parte es incapaz, el acto jurídico será nulo, a menos que se celebre con las formalidades que se
estudiaron en el capítulo de Personas, al referirnos a las guardas.
Por último, en el derecho romano tiene aquí gran importancia la distinción entre el ius civile y el ius
gentium, ya que, en general, para los negocios regulados por el ius civile sólo eran capaces los ciudadanos
romanos, limitación que no se daba para los del ius gentium.
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6.- ELEMENTOS DE LA NATURALEZA DE LOS ACTOS JURIDICOS.
Son elementos de la naturaleza aquellos que, sin ser esenciales, se entienden incorporados en el acto
jurídico, sin necesidad de cláusulas especiales.
Como son elementos que el propio derecho considera que van implícitos dentro de un acto jurídico, no
es necesario que las partes los convengan. Pero como, por otra parte, son considerados no esenciales,
pueden ser excluidos por las partes y el acto será plenamente válido.
a) La responsabilidad del vendedor por los vicios redhibitorios -vicios graves y ocultos de la cosa
vendida- que permite al comprador que recibió un objeto defectuoso, obtener rebaja del precio o
que se deje sin efecto el contrato; tal obligación se entiende implícita en la compraventa por
disposición legal, pero si las partes acuerdan que el vendedor no responderá de esos vicios, la
compraventa es plenamente válida y produce todos sus demás efectos normales.
El vendedor debe ir al juicio en auxilio del comprador y, si no puede impedir la evicción, reparar
las consecuencias indemnizándole. El derecho considera que este elemento va implícito en toda
compraventa; pero si las partes acuerdan que el vendedor no responderá de la evicción, el pacto
vale y el vendedor queda liberado de esa responsabilidad.
Los dos ejemplos anteriores existen en el derecho moderno, siendo creación del derecho romano.
El saneamiento de la evicción proviene del derecho civil romano: en épocas primitivas se convenía
mediante pactos especiales, pero terminó entendiéndose implícito en la compraventa.
Por su parte, el saneamiento de los vicios redhibitorios fue una creación de los ediles curules y apareció en
sus comienzos ligado a la venta de esclavos y animales; con anterioridad sólo existía la obligación de
responder por vicios de la cosa vendida cuando las partes así lo habían estipulado previamente.
c) Otro elemento de la naturaleza del actual derecho es la condición resolutoria tácita que va implícita
en los contratos bilaterales.
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En efecto, de acuerdo con el artículo 1489 del Código Civil,
“En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los
contratantes lo pactado. Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la
resolución o el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios”.
Contratos bilaterales son aquéllos de los cuales nacen obligaciones para ambos contratantes, como
la compraventa, la permuta, el arrendamiento; de acuerdo a la disposición transcrita, si uno de los
contratantes no cumple con sus obligaciones, por la condición resolutoria tácita la parte diligente
tiene el derecho de pedir la resolución del contrato, o sea, que éste se deje sin efecto y que las cosas
vuelvan al estado anterior a su celebración.
La condición resolutoria tácita no existió como tal en el derecho romano, pero el antecedente lo
encontramos en la “condictio causa data causa non secuta”: si una parte realizaba una prestación con miras
a recibir otra que no se cumplía, por la condictio tenía derecho a que se le restituyera lo que ya había dado
o pagado; la mencionamos al hablar de las condictio romanas relacionadas con la causa y volveremos a
verla en los llamados “contratos innominados”.
En definitiva, y en relación con estos elementos de la naturaleza, al celebrar un contrato las partes
pueden adoptar alguna de las siguientes actitudes:
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7.- ELEMENTOS ACCIDENTALES DE LOS ACTOS JURIDICOS.
Son elementos que las partes introducen al acto jurídico mediante cláusulas especiales, para modificar
sus efectos naturales. Reciben también el nombre de modalidades y las principales son: la condición, el
plazo y el modo.
Si las partes no le introducen modalidades, el acto o contrato es puro y simple; y si las partes le han
agregado alguna de ellas, el acto es sujeto a modalidad.
La generalidad de los actos jurídicos admite modalidades; salvo algunos, como por ejemplo el
matrimonio, la mancipatio, la aceptación de una herencia.
7.1. LA CONDICION
1. Concepto. - La condición es una cláusula adicional formulada por la o las partes que celebran el acto
jurídico, en virtud de la cual hacen depender sus efectos de un determinado acontecimiento futuro e
incierto.
Para que se trate de una condición es necesario que el hecho sea futuro y que sea incierto. Si es presente
o ya ocurrió, no es condición, aunque las partes lo desconozcan. Por otra parte, la incertidumbre acerca de
si el hecho ocurrirá, es un requisito de toda condición: si el hecho necesariamente ocurrirá no es condición
sino plazo, aunque no se sepa cuándo ocurrirá; por eso la muerte es un plazo y no condición.
1) Condiciones positivas, cuando consisten en que un hecho ocurra, como “que llegue una nave de
Asia”; o negativas, cuando consisten en una abstención, como “que la nave no llegue dentro de
esta semana” o “que Ticio no concluya el trabajo”. Dentro del acto jurídico valen ambas.
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2) Condiciones potestativas, casuales y mixtas.
Son potestativas las que dependen de la voluntad de la persona a quien afecta o va dirigida
la declaración de voluntad.
Son casuales las que dependen de un hecho de la naturaleza o de un tercero, como “si
llueve hoy”.
Mixtas, que dependen de la voluntad de una de las partes y de un tercero o el acaso: “si te
casas con María”.
Valen todas, menos las meramente potestativas que dependen de la voluntad del deudor, ya que en
ellas no hay una voluntad seria de obligarse: “te daré 100 ases si quiero”.
El acto sujeto a una condición imposible era nulo; pero los sabinianos estimaron que, por excepción, si
el acto era mortis causa la condición debía tenerse por no puesta y el negocio ser válido.
4. Condiciones lícitas e ilícitas. La condictio turpis implicaba una actividad inmoral o delictiva,
en que se incitaba a cometer un acto de esa naturaleza, como por ejemplo “te daré 100 ases si
matas a Ticio”. También era ilícita “si no matas a Ticio” ya que era inmoral hacerse pagar por
no cometer un delito: por el contrario, no será ilícita “si un tercero mata a Ticio”.
El efecto de la condición ilícita era el mismo que de las condiciones imposibles, considerando
los sabinianos que si el acto era mortis causa se tomaría como puro y simple y, por ende,
válido. Si el acto era entre vivos, quedaba nulo.xxxx
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Condición suspensiva es el hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento de un
derecho,
Y ejemplo de condición resolutoria es “te vendo mi casa; si vuelvo a ser destinado a esta
ciudad, se deshace la venta”.
Para los jurisconsultos romanos la condición siempre era suspensiva. Y en los casos que ahora hablamos
de condición resolutoria veían dos negocios jurídicos: uno puro y simple, la venta de la casa en el ejemplo
dado; y otro accesorio, la revocación de la venta, sujeta a la condición suspensiva de ser destinado
nuevamente a la ciudad.
La última distinción, entre las condiciones suspensivas y resolutorias tiene fundamental importancia para
analizar los efectos que una condición acarrea sobre el acto jurídico.
Para ello es previo precisar que en todo acto jurídico condicional se presentan distintos momentos:
a) Pendiente: cuando el hecho en que consiste no ha ocurrido, pero todavía puede ocurrir:
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“que llegue de Asia”, y ya llegó;
“que no llegue”,
está cumplida si no ha llegado y hay certeza de que no llegará (se hundió o ya pasó el plazo para llegar).
c) Fallida: cuando el hecho en que consiste no ha ocurrido y hay certeza de que ya no ocurrirá:
Es importante considerar que la condición se tiene por cumplida cuando falla por culpa del deudor.
3.2. Efectos de las condiciones suspensivas y resolutorias en sus distintos estados. - Según si el
acto está sujeto a condición suspensiva o resolutoria, podemos analizar los distintos efectos, que variarán
dependiendo del estado en que se encuentre dicha condición:
a) Obligación sujeta a condición suspensiva: Ej. “te daré 100 ases si Marcelo gana los juegos”:
1. La condición suspensiva está pendiente mientras los juegos aún no han terminado. Como
consecuencia:
Los derechos no nacen; por ello, el que paga mientras la condición está pendiente, paga
mal y puede repetir lo pagado.
Pero, por otra parte, aunque los derechos no han nacido, se reconoce que hay un germen de
derecho que se transmite a los herederos.
Se puede impetrar medidas para proteger los derechos eventuales del acreedor. Por
ejemplo, si se debe un objeto específico sujeto a condición suspensiva, como el esclavo
Estico, y el acreedor teme justificadamente que se vaya a deteriorar o destruir, puede pedir
medidas judiciales de protección, como que se entregue el objeto a la custodia de un
tercero, para su resguardo.
El acto produce todos sus efectos y, en el ejemplo, el acreedor podrá exigir el pago.
3. Condición suspensiva fallida, los juegos terminaron y Marcelo no ganó. Como consecuencia:
Hay certeza que los efectos del acto jurídico no se producirán. Desaparece el germen de
derecho.
Si se habían impetrado medidas conservativas, éstas deben alzarse.
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b) Obligación sujeta a condición resolutoria: Ej. “te vendo mi casa en 300 sestercios; si dentro de
dos meses un tercero ofrece un precio mayor, se deshace la venta”.
3. Condición resolutoria fallida, transcurrieron los dos meses y nadie ofreció un precio mayor. -
Los derechos se consolidan. En consecuencia, el comprador tiene ahora la certeza de que no
perderá su derecho sobre la casa.
No debe confundirse ambas condiciones, aunque el efecto de ambas sea el mismo. En cualquiera de
ellas, alguna de las partes podrá pedir la resolución del acto o contrato, que éste quede sin efecto y se
vuelvan las cosas al estado anterior como si no se hubiera celebrado.
Pero los casos en qué proceden y la propia naturaleza de la condición son diferentes.
En efecto, la condición resolutoria como modalidad, también llamada “condición resolutoria ordinaria”, es
introducida por las partes; y puede consistir en cualquier hecho, ya sea positivo o negativo, al que las
partes han atribuido la facultad de ocasionar la resolución del contrato.
En cambio, la condición resolutoria tácita es un elemento de la naturaleza, que las partes no necesitan
incorporar al acto jurídico y que consiste en el incumplimiento por uno de los contratantes de sus
obligaciones.
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Además, y, por otra parte, la condición resolutoria tácita es siempre una condición negativa porque consiste
en una abstención, que una parte incumpla sus obligaciones nacidas del contrato.
1. Concepto. - El plazo o término (dies) es otra de las modalidades que las partes pueden introducir al
acto jurídico, señalando un momento futuro y cierto desde el que deben comenzar o cesar sus
efectos. Lo que caracteriza al plazo, además de ser un hecho futuro, es la certidumbre que lo
distingue de la condición; si el hecho es cierto, o sea que necesariamente va a ocurrir, constituye un
plazo. No importa que no se sepa cuándo ocurrirá, todo hecho futuro que necesariamente ha de
ocurrir constituye plazo. Por eso es que la muerte es un plazo, porque es seguro que se producirá,
aunque no se sabe cuándo.
El plazo está pendiente, cuando aún no ha transcurrido, o cumplido, cuando el día ya ha llegado.
a) Plazo suspensivo o inicial (dies a quo): es el hecho futuro y cierto del cual depende el ejercicio de
un derecho. Por ejemplo: “Te devolveré el esclavo Estico en quince días más”.
Si el acto jurídico se sujeta a plazo suspensivo, se entiende perfecto desde su celebración; como
consecuencia, si su finalidad es hacer nacer derechos, éstos nacen inmediatamente de celebrado el acto
jurídico.
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Lo que queda en suspenso es el ejercicio de los derechos: el acreedor no puede ejercer la acción para exigir
su cumplimiento; pero si el deudor paga voluntariamente, está bien pagado, se entiende que ha renunciado
al plazo que estaba establecido en su favor.
a) Pendiente: los derechos nacen, aunque no se pueden ejercer. Pero si el deudor paga
voluntariamente, está bien pagado y no puede repetir lo pagado.
b) Cumplido: los derechos ya pueden ejercerse: si el deudor no cumple, puede ser
demandado.
b). Plazo extintivo o final (dies ad quem): es el hecho futuro y cierto del cual depende la extinción de
un derecho. Ejemplo: “Te daré 100 ases mensualmente mientras viva Ticio”.
a) Dies certus an certus quando, por ejemplo, en dos meses a contar de esta fecha, o el 2 de
Julio próximo. Son plazos.
b) Dies certus an incertus quando, ejemplo el día que muera Estico. Es plazo.
c) Dies incertus an certus quando, ejemplo, si estás casado el 30 de Septiembre de 2025. Es
condición.
d) Dies incertus an incertus quando, ejemplo, el día que te cases. Es condición.
7.3. EL MODO
En los negocios jurídicos que implican una liberalidad –donaciones entre vivos, actos de última
voluntad-, en ocasiones el otorgante señala al beneficiado el empleo que debe hacer del beneficio, o le
indica un cierto comportamiento. Es otra modalidad, pero que sólo se puede adosar a los referidos negocios
o actos.
“dejo a Sempronio mi casa de la vía Apia, con cargo a que construya un mausoleo en mi memoria”.
Se puede observar que el modo es parecido a la condición, pero se diferencia en que no suspende los
efectos del acto jurídico, sólo establece un deber que el beneficiario debe cumplir a posteriori, cuando su
derecho ya ha nacido.
En cambio, si la liberalidad se sujeta a condición suspensiva, mientras la condición está pendiente aún no
nace el derecho. En los casos dudosos, deberá interpretarse la voluntad del otorgante para determinar si se
estableció un modo o una condición.
Se planteaba el problema de cómo hacer cumplir las cláusulas modales. A veces, la misma parte que
estableció la liberalidad exigía cauciones. En otras, cuando del cumplimiento del modo resultaban
beneficiados intereses públicos, la autoridad forzaba su cumplimiento. El pretor utilizó también su facultad
de denegar acciones para forzar el cumplimiento del modo.
Hay actos jurídicos a los que el derecho no les reconoce sus efectos, por haberse constituido
defectuosamente o contraviniendo prohibición expresa de la ley. Dentro de esos defectos están,
naturalmente, todas las infracciones a los requisitos esenciales de los actos jurídicos.
La doctrina moderna distingue dos figuras principales de invalidez del acto jurídico:
a) La inexistencia del acto jurídico, que algunos autores llaman nulidad. Para el ordenamiento
jurídico es como si el acto no existiese, es inválido por sí, aunque nadie lo declare.
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En Roma generalmente los casos de invalidez del derecho civil son casos que se consideraban nulos,
operando la nulidad ipso iure; como en el sentido moderno de la inexistencia. Por ejemplo, los actos
realizados por los incapaces.
Y los de invalidez del derecho honorario son de anulabilidad; operaban ope exceptionis ya que el acto se
consideraba válido para el derecho civil, pero el pretor concedía excepciones para evitar su cumplimiento,
por ejemplo, en el acto celebrado por la fuerza.
La nulidad en el sentido actual, en que el acto se considera válido mientras la nulidad no sea declarada
por el juez, pero que una vez declarada permite retrotraer las situaciones al estado anterior de la celebración
del acto jurídico, no existió en el derecho romano.
Además, hubo en Roma casos de actos jurídicos válidos en su origen, pero que después se invalidaban,
como el testamento del otorgante que después perdía la ciudadanía romana.
Se convalida un acto jurídico viciado cuando, con posterioridad a su celebración, se entienden corregidos
sus efectos.
En principio, la convalidación sólo se concibe respecto de los actos anulables; sin embargo en Roma hubo
casos de convalidación de actos nulos, como la convalidación de la donación entre cónyuges, por la muerte
del donante que no la hubiera revocado.
Hay representación cuando una persona comparece por otra en el acto jurídico. El interesado en el acto
jurídico es el representado y quien actúa, manifestando su voluntad, es el representante. Los efectos del
acto jurídico deben radicarse en el representado.
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b) voluntaria cuando proviene de la voluntad del representado, como en el mandato.
a) Representación directa o inmediata: siguiendo esta doctrina se considera que los efectos del acto
se radican directa y automáticamente en el representado.
b) Representación indirecta o imperfecta: cuando se adopta esta doctrina se considera que los
efectos del acto se radican en el representante, aun cuando no sea el verdaderamente interesado;
posteriormente, el representante debe realizar nuevos actos para traspasar los efectos al
representado.
El transcurso del tiempo es un hecho jurídico: hecho, porque proviene de la naturaleza, y jurídico
porque acarrea consecuencias para el derecho. Así, por ejemplo, permite adquirir el dominio por
usucapión, extingue las acciones, hace nacer la manus por el usus, etc.
1. Cómputo del tiempo: Los romanos se referían a dos formas de computar el tiempo o plazo:
b) La computatio civilis, que es la forma de computar los plazos para el derecho, para el cual
la unidad menor de tiempo es el día. Por lo tanto, un plazo de dos días a contar de hoy
incluye hasta las 24 horas de pasado mañana, no importando a qué hora se ha empezado a
computar.
2. Tipos de plazos:
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