Apreciación Literaria 3 - La Ilíada
Apreciación Literaria 3 - La Ilíada
Apreciación Literaria 3 - La Ilíada
La Ilíada (adaptación)
HOMERO
Antecedentes: Algunos datos previos, que no aparecen en esta obra, para entenderla mejor.
A pesar de que la Ilíada solo relata un segmento de 50 días de la batalla de Troya, también incluye
relatos retrospectivos y avances que completan el panorama de los 10 años que duró la guerra. La
epopeya presupone un conocimiento integral de la mitología griega y de los mitos de Troya, puesto que
con frecuencia hace referencia a ellos, sin detenerse en explicarlos
La Ilíada de Homero comienza en el décimo y último año de la guerra de Troya, pero incorpora imágenes
previas y posteriores de las violentas batallas entre los griegos y los troyanos, en las que también se
involucraron los dioses.
Se cree que fue escrita en la Grecia jónica, una estrecha franja en la costa de Asia Menor, durante la
segunda mitad del siglo VIII a.C.
Es la epopeya de la guerra de Troya en la que los griegos sitiaron la ciudad de Troya porque Paris,
príncipe de Troya había raptado a la bella Helena, esposa del rey de Esparta, Menelao, hermano de
Agamenón, rey de Grecia.
Los griegos sitian la ciudad de Troya porque los troyanos raptaron a la bella Helena, casada
con Menelao, hermano de Agamenón. Paris, que antes del rapto había visitado a Menelao, infringe de
modo imperdonable las leyes de la hospitalidad. Al principio, las partes tratan de resolver el conflicto
con un duelo entre los dos hombres que se disputan a Helena. Cuando Menelao gana el duelo,
interviene la diosa Afrodita, quien envuelve a Paris en una espesa niebla y lo transporta directamente
desde el lugar de la disputa a la habitación de Helena en la fortaleza troyana. Afrodita se siente unida a
Paris porque tiempo atrás, con su voto, le ayudó a ganar un concurso de belleza contra Hera y Atenea. A
cambio, la diosa le prometió entregarle la mujer más bella del mundo: Helena. Luego de la inexplicable
desaparición de Paris del campo de batalla, Menelao es declarado triunfador. Pero la paz firmada entre
los hombres se opone al plan trazado por los dioses: Zeus le pide a su hija Atenea que incite al
troyano Pándaro a disparar una flecha contra Menelao. El griego queda herido, los troyanos vuelven a
aparecer como culpables y la guerra continúa.
Resumen de la obra
El valiente príncipe
El más valiente y fuerte de los guerreros troyanos es Héctor, hermano de Paris, y cuya repentina muerte
está predestinada por los dioses. Antes de partir a la batalla se despide de su hijo y de su
esposa, Andrómaca, quien se encierra en su casa y, presagiando el funesto futuro, entona un canto
triste por su esposo que pronto morirá. Helena, por el contrario, se queja de su suerte de ser disputada
por dos hombres; su esposo, Menelao, y su raptor, Paris. Al mismo tiempo, sabe que su destino está
determinado por Zeus y que ella logrará la vida eterna a través de las canciones que escribirán las
generaciones venideras sobre su mítica figura.
Durante las primeras batallas, las tropas son nobles, pues ambas reciben el apoyo de los dioses: del lado
de los griegos está Atenea, del lado de los troyanos, Ares. Al final de cada batalla, las partes acuerdan un
alto al fuego para poder enterrar con honor a los numerosos caídos. Zeus pide a los demás dioses que se
mantengan ajenos al caos bélico. Mientras no satisfagan a Aquiles por la ofensa sufrida, la suerte seguirá
estando del lado de los troyanos. El segundo día de lucha, Héctor llega hasta la fosa del campamento
griego y planea incendiar los barcos enemigos. Ahora, Agamenón reconoce su error y envía a tres
mensajeros cargados con suntuosos obsequios para Aquiles, entre quienes se encuentra Odiseo, que
presiona a Aquiles para reintegrarse a la lucha. Pero, en un impetuoso discurso, Aquiles rechaza el
pedido y hasta amenaza con abandonar por completo el campo de batalla.
El grado de presión que sufren los griegos es tal que solo esperan salvarse por medio de una
argucia: Patroclo, el mejor amigo de Aquiles, se pondrá su armadura y hará creer al enemigo que el gran
héroe ha regresado a la lucha. Pero Héctor arroja una piedra contra las puertas del campamento griego
y tira abajo el muro mientras los griegos huyen hacia los barcos. Cuando Zeus, que observa el tumulto,
se descuida por un momento, su hermano, Poseidón, aprovecha la oportunidad y se apresura a ayudar a
los griegos de la mano de Hera, esposa de Zeus y la más acérrima enemiga de los troyanos entre los
dioses. Luego de seducir a Zeus, Hera se aleja mientras el dios duerme. Por un momento, parece que la
suerte de los griegos ha cambiado, pues bajo el mando de Poseidón logran atacar al enemigo y herir a
Héctor. Cuando Zeus despierta, les recuerda que él es el padre de los dioses, reprende fuertemente a su
esposa y obliga a su hermano Poseidón a retirarse de la batalla. Los dioses se quejan de las órdenes de
Zeus y Poseidón le recuerda que la caída de Troya es inevitable, pero no se produce una rebelión contra
el padre de los dioses. Zeus permite que Apolo cure a Héctor, con lo que los troyanos vuelven a atacar
los barcos.
La muerte de Patroclo
Cuando se incendia el primer barco, Patroclo pide ayuda a su amigo Aquiles. Él héroe le permite usar su
armadura para la batalla, pero también le advierte que solo debe alejar a los troyanos de los barcos, sin
perseguirlos después. Sin embargo, Patroclo hace oídos sordos a la advertencia, avanza hasta los muros
de Troya y por poco conquista la ciudad. La intervención de Apolo lo detiene: el dios le roba la
armadura, Héctor, creyendo estar frente a Aquiles, lo atraviesa con su lanza y se burla de su muerte. A
punto de morir, Patroclo le dice a Héctor que también a él lo espera la muerte. El troyano le quita las
armas y amenaza con dar su cadáver a los perros.
“¡Oídme todos, dioses y diosas, para que os manifieste todo lo que en el pecho mi corazón me dicta! /
Ninguno de vosotros, sea varón o hembra, se atreva a transgredir mi mandato; antes bien, asentid
todos, a fin de que cuanto antes lleve a cabo lo que pretendo”.
Cuando Aquiles se entera de la suerte de su amigo, esparce cenizas en su cabeza, se revuelca en el polvo
y se arranca el cabello de tanto dolor que le causa este acontecimiento. Tetis oye los gritos de lastimeros
de su hijo y sale del mar para enterarse de lo sucedido. Aquiles se queja por la pérdida de su amigo y
quiere vengar su muerte. Mientras tanto, se ha desatado una fuerte riña por el cadáver de Patroclo. Tres
veces logra Héctor tomar el cadáver por los pies y tres veces logran los griegos recuperarlo. Pero el
héroe troyano hierve como un toro y pone todo de sí para recuperar el cuerpo del muerto. Aquiles se
debate entre intervenir o no, después de todo, ¿cómo podría luchar sin armas? La diosa Hera le
aconseja presentarse frente a los muros del campamento, pues eso bastará para sumir a los troyanos en
un miedo profundo. Le coloca la égida, la coraza divina de piel de cabra capaz de infundir miedo, y
Aquiles aparece bramando fuertemente frente a la muralla de defensa. La diosa Hera también responde
con un grito. Los troyanos tiemblan de terror y se reúnen. Aquiles vuelve a bramar. La escena se repite
tres veces. Finalmente, los griegos logran poner a resguardo el cadáver de Patroclo. Lo transportan
llorando y Aquiles también llora la muerte de su amigo.
El regreso de Aquiles
El asesinato de Patroclo a manos de Héctor hace que Aquiles cambie de opinión. Su furia permanece,
pero experimenta un cambio: ya no está enojado por la ofensa de Agamenón, sino que su furia se
orienta ahora a Héctor, el asesino de su mejor amigo. Para regresar a la guerra, Aquiles necesita nuevas
armas que se las proporciona Hefesto, el feo y tullido dios herrero. A pedido de una Tetis cubierta de
lágrimas, el dios vuelca plata, oro y cobre al fuego, toma su martillo, yunque y pinza y construye un
gigantesco escudo cubierto de maravillosos relieves. Luego fabrica la armadura y las armas. En un
intento por reconciliarse con su mejor guerrero, Agamenón lo cubre de obsequios y le devuelve a su
amada esclava Briseida.
El duelo final
Finalmente llega el duelo entre los dos héroes, Aquiles y Héctor. El dios Apolo ayuda al troyano evitando
que el enemigo de Héctor pueda acercársele. Pero, cuando Zeus sostiene la balanza del destino y ésta se
inclina hacia Héctor, Apolo debe retirarse. Ahora es Aquiles quien recibe la ayuda de Atenea. La diosa de
la sabiduría se acerca al héroe troyano disfrazada de Deifobo, hermano de Héctor, y le ofrece luchar a su
lado contra los griegos. Pero, en el momento decisivo, el falso hermano desaparece. Héctor ha caído en
la trampa de la diosa. Sabe que morirá, pero también lo llena de orgullo la idea de morir como un héroe
y de saber que su muerte será recodada. Finalmente, el troyano muere atravesado por la lanza de
Aquiles.
“Destruyó los anglos, atravesó el mármol con la espada / secamente crujió el portal; tampoco los fuertes
cerrojos lograron detenerlo / y los maderos se rompieron aquí y allí / bajo el poder de la piedra”.
Antes de morir, Héctor pide que entreguen el cuerpo a sus padres. Pero Aquiles le responde que antes
de hacerlo él mismo devorará su carne y aunque le dieran su peso en oro jamás entregaría el cuerpo del
caído. Efectivamente, embargado por la sed de venganza, profana el cadáver de su enemigo: lo ata a
uno de los carros de batalla y lo hace marchar alrededor del sepulcro de su amigo muerto,
Patroclo. Príamo, padre de Héctor y rey de Troya, se retuerce de horror ante este espectáculo. Los
habitantes de Troya a duras penas logran evitar que salga de la ciudad para rogarle al vencedor que le
entregue el cadáver de su hijo.
Furia incontrolable
La desmesura de los actos de Aquiles enfurece a los dioses. Por orden de Zeus, Tetis pide a su hijo
cegado por la ira que deje de profanar el cadáver de Héctor y lo entregue para darle un entierro digno.
Bajo la protección del mensajero Hermes, Príamo ingresa a la tienda del furioso Aquiles. Príamo le
recuerda a su propio padre, Peleo, por lo que la furia aparentemente infinita del héroe griego pronto se
convierte en compasión. Finalmente, el guerrero cede y es capaz de compadecerse y perdonar. El rey
troyano puede llevarse el cadáver de su hijo en un carro tirado por burros. La primera en ver el carro
fúnebre y dar aviso a los troyanos de la muerte de su gran héroe y protector es Casandra, la vidente. La
esposa de Héctor, Andrómaca, entona varias veces un largo canto fúnebre, en el que anuncia la caída de
Troya. Héctor es honrado durante varios días por los troyanos gracias a una tregua que es concedida por
los griegos, a pedido de Aquiles. Mientras tanto, ellos también lloran la muerte de Patroclo.
B. Nivel 2 - Interpretación.
2. ¿Por qué será que esta obra es considerada de gran importancia para la
Literatura universal?