Material adicional complemento de estudio diario para escuela Sabática segundo trimestre 2024.
Material preparado para maestros de escuela Sabática de aprovechamiento y enseñanzas a los alumnos de su clase.
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3.
LA LUZ RESPLANDECE EN LA OSCURIDAD
E l libro de Apocalipsis presenta al diablo como un dragón y una
serpiente (Apocalipsis 12: 9). Es un dragón porque desea destruir al pueblo de Dios, y es una serpiente porque utiliza sus astutas patrañas para engañarlo. En los primeros años de la iglesia cristiana, miles de personas fueron torturadas, arrojadas a los leones y quemadas en la hoguera por la Roma imperial. En los siglos III y IV d. C., los emperadores romanos Decio, Valeriano y Diocleciano persiguieron sin piedad a los creyentes. La persecución de Diocleciano duró diez largos y sangrientos años. Los historiadores modernos calculan que entre 3,000 y 3,500 cristianos fueron ejecutados bajo la autoridad de los edictos imperiales de Diocleciano.14 Sin embargo, a pesar de este cruel sufrimiento, la iglesia cristiana creció. Los hombres y mujeres fieles a Dios no se dejaron intimidar por las amenazas del maligno. Se mantuvieron firmes a pesar de la oposición que experimentaron. Como resultado, Satanás cambió su estrategia. Al parecer, Constantino el Grande, emperador romano pagano, se convirtió y se propuso unir la Iglesia y el Estado.Decenas de paganos fueron bautizados. El error inundó la Iglesia cuando los líderes papales intentaron fusionar las verdades de las Escrituras con las costumbres populares. Los siglos IV y V se convirtieron en una época de transigencia en la que los prelados de la Iglesia mezclaban las prácticas paganas con las enseñanzas cristianas. Sin embargo, incluso en este periodo de persecución y transigencias, Dios permaneció con su pueblo. La verdad era para ellos más valiosa que la vida misma. Se negaron a ceder en sus convicciones de conciencia. Incluso en los tiempos más difíciles, el pueblo de Dios obedeció amorosamente sus mandamientos. La luz de Cristo brilló a través de las tinieblas en las vidas de estos fieles creyentes. La distorsión de la verdad de Dios Lo que dice Jesús es verdad porque él es la verdad (Juan 14: 6). Por el contrario, Satanás es un mentiroso y es el padre de la mentira (Juan 8: 44). En 1 Juan 2: 21 se afirma que «ninguna mentira procede de la verdad». En este versículo, la palabra «de» significa «fuente de» u «origen de». En otras palabras, ninguna mentira tiene su origen en la verdad, porque la verdad y la mentira son incompatibles. Sin embargo, Satanás está dispuesto a utilizar la mentira y el engaño para extraviar al pueblo de Dios. Él engañó a Eva en el Edén distorsionando la verdad, sembrando la duda y negando descaradamente lo que Dios dijo. La afirmación de Satanás: «No morirán» (Génesis 3: 4, RVC), incitando a Eva a comer del fruto, era una clara contradicción de lo que Dios había ordenado. Era una mentira. Cuando Eva probó el fruto prohibido, abrió una puerta de pecado, enfermedad, sufrimiento y muerte, una puerta que Dios quería mantener cerrada para siempre. A lo largo de los siglos, Satanás ha utilizado la misma estrategia. Socava la confianza en la Palabra de Dios y contradice su voluntad revelada. Las verdades eternas no dependen de la opinión humana. Están profundamente arraigadas en la Palabra de Dios. En su instrucción a Timoteo, Pablo señala que la Escritura es «útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3: 16, 17). Y Jesús declaró: «Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad» (Juan 17: 17). La Biblia, la Palabra de Dios, revela verdades divinas en contraste directo con las mentiras de Satanás. Aceptar y obedecer las verdades de su Palabra es la única guía segura hacia la salvación. Elena G. de White describe la estrategia de Satanás para socavar y distorsionar la Palabra de Dios: «Bien sabía Satanás que las Sagradas Escrituras capacitarían a los seres humanos para discernir los engaños de él y para oponerse a su poder. Por medio de la Palabra fue como el mismo Salvador del mundo resistió los ataques del tentador. A cada asalto suyo, Cristo presentaba el escudo de la verdad eterna diciendo: “Escrito está”. A cada sugestión del adversario oponía él la sabiduría y el poder de la Palabra. Para mantener su poder sobre las personas y establecer la autoridad del usurpador papal, Satanás necesita que ellas ignoren las Santas Escrituras. La Biblia ensalza a Dios y coloca a los seres humanos, seres finitos, en su verdadero sitio; por consiguiente hay que esconder y suprimir sus verdades sagradas. Esta fue la lógica que adoptó la iglesia romana. Por centenares de años fue prohibida la circulación de la Biblia. No se permitía a la gente que la leyera ni que la tuviera en sus casas, y sacerdotes y prelados sin principios interpretaban las enseñanzas de ella para sostener sus pretensiones. Así fue como el papa vino a ser reconocido casi universalmente como vicegerente de Dios en la tierra, dotado de autoridad sobre la iglesia y el estado».15 Durante los siglos de transigencia, la tradición sustituyó a la Escritura, las enseñanzas de la iglesia oscurecieron la visión clara de Cristo y las palabras de los sacerdotes y papas eclipsaron la Palabra de Dios. Pero en la Palabra de Dios se exponen claramente las verdades eternas. Jesús no nos ha ocultado la verdad. Dice: «Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8: 32, NTV). La verdad puede ser conocida. La Palabra de Dios se puede comprender. La Biblia desafía a las mentes más brillantes con sus profundas verdades, pero también se escribió para la gente corriente, transmitiendo un mensaje de esperanza para las vidas corrientes. El diablo sabe que, si puede distorsionar las Escrituras, puede llevar a hombres y mujeres a las tinieblas Advertencias apostólicas El apóstol Pablo amonestó a los dirigentes de la iglesia de Éfeso para que permanecieran fieles a las Escrituras y compartieran las verdades eternas con sus congregaciones. Les advirtió del plan del diablo para introducir la apostasía en la iglesia. No solo le preocupaba la persecución exterior, sino también la apostasía interior. «Pues no me he negado a anunciarles el plan de Dios. Yo les ruego que piensen en ustedes mismos, y que velen por el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos, para que cuiden de la iglesia del Señor, que el ganó por su propia sangre. Yo sé bien que después de mi partida vendrán lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Aun entre ustedes mismos, algunos se levantarán y con sus mentiras arrastrarán tras de sí a los discípulos. Por lo tanto, manténganse atentos y recuerden que noche y día, durante tres años, con lágrimas en los ojos siempre he aconsejado a cada uno de ustedes» (Hechos 20: 27–31, RVC). El propósito del consejo de Pablo era preparar a la iglesia para lo que se avecinaba. En este pasaje describe dos grandes preocupaciones. Su primera preocupación eran los «lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño». En otras palabras, los creyentes enfrentarían una intensa persecución. Esta profecía se cumplió en los primeros siglos después de Cristo. Los cristianos que se negaban a adorar al emperador postrándose delante de los dioses de Roma eran torturados, encarcelados e incinerados en la hoguera. El apóstol expresó también una segunda preocupación cuando dijo: «Aun entre ustedes mismos, algunos se levantarán y con sus mentiras arrastrarán tras de sí a los discípulos» (versículo 30). Aparecerían herejías en la iglesia. La falsa doctrina sustituiría a la verdad divina. La transigencia se introduciría sutilmente en la iglesia cristiana y se produciría un alejamiento de las verdades de la Palabra de Dios. En 2 Tesalonicenses 2: 7-12, el apóstol Pablo describe la apostasía venidera: «Ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel impío, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida. El advenimiento de este impío, que es obra de Satanás, irá acompañado de hechos poderosos, señales y falsos milagros, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia». La afirmación de Pablo de que «ya está en acción el misterio de la iniquidad» es significativa. Incluso en su época, ya se estaba produciendo un alejamiento gradual de la verdad de la Palabra de Dios en lo que respecta a la obediencia a la ley divina. Pablo da dos razones para este engaño. En primer lugar, los injustos no recibieron la verdad, y en segundo lugar, no creyeron la verdad. No es que no tuvieran oportunidades de conocer la verdad, sino que no aprovecharon las oportunidades que Dios les dio de conocer y comprender su Palabra. Sus deseos y estilos de vida no estaban en armonía con los propósitos y planes de Dios. Este alejamiento de las Escrituras se intensificó en los siglos que siguieron a la muerte de los discípulos. En contra del segundo mandamiento, se introdujeron ídolos en el culto cristiano. Las culturas egipcia, babilónica, persa, griega y romana estaban impregnadas de culto a los ídolos, y sus prácticas se colaron en el cristianismo. William Barclay, por ejemplo, señala que en Atenas «era más fácil conocer a un dios que a un hombre».16 Para que el cristianismo resultara más aceptable a los paganos que llegaban a la iglesia cristiana, se cambió el nombre de las deidades paganas por el de los llamados «santos». El domingo, día de culto del dios sol, se adoptó gradualmente como día de culto cristiano en honor de la Resurrección. Al comentar sobre 2 Tesalonicenses 2, Elena G. de White afirma: «De un modo casi imperceptible las costumbres del paganismo penetraron en la iglesia cristiana. El espíritu de avenencia y de transacción fue coartado por algún tiempo por las terribles persecuciones que sufriera la iglesia bajo el régimen del paganismo. Mas habiendo cesado la persecución y habiendo penetrado el cristianismo en las cortes y palacios, la iglesia dejó a un lado la humilde sencillez de Cristo y de sus apóstoles por la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos, y sustituyó los requerimientos de Dios por las teorías y tradiciones de los hombres».17 Introducir prácticas paganas en la iglesia y declararlas sagradas no las hace sagradas. Los líderes religiosos no pueden declarar sagrado lo que Dios ha decretado que es una abominación profana. Solo la Palabra de Dios puede definir la verdad. La Biblia es nuestra única guía La Biblia presenta como revelación infalible de la voluntad de Dios el plan del cielo para nuestra salvación. Expone los engaños satánicos y revela los engaños del diablo. Piénsalo por un instante. ¿Qué sabríamos del plan de salvación si no fuera por la Biblia? ¿Cuánto entenderíamos, si es que entenderíamos algo, sobre la vida y las enseñanzas de Jesús sin la Palabra de Dios? ¿Podríamos siquiera empezar a comprender la profundidad del sacrificio de Cristo, la gloria de su resurrección, el poder de su intercesión y la majestuosidad de su regreso sin las Escrituras? El mismo Espíritu Santo que inspiró la Biblia nos inspira cuando leemos sus páginas en espíritu de oración. A medida que las tentaciones de Satanás se vuelven más astutas e intensas, nuestra necesidad de estudiar la Palabra de Dios se hace aún más importante. Se nos aconseja: «Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico: “Así dice Jehová”».18 El razonamiento humano al margen de las Escrituras El Espíritu Santo trabaja a través de nuestra mente. Nos invita a explorar los misterios del universo. Josh McDowell afirma acertadamente: «Confiar en Jesús no exige que dejes el cerebro afuera antes de entrar».19 Sin embargo, la mera habilidad del razonamiento humano es incapaz de descubrir las verdades divinas de las Escrituras. La verdad no es un asunto de opinión humana; es un asunto de revelación divina. Uno de los engaños más eficaces del diablo es hacernos creer que el razonamiento humano, sin la ayuda del Espíritu Santo y sin la información de la Palabra de Dios, es suficiente para comprender la voluntad de Dios. El camino que a la gente le parece correcto puede ser totalmente equivocado (véase Proverbios 16: 25). Hace unos años, mi esposa y yo íbamos de camino a una reunión en la que predicaríamos, pero debíamos hacer una escala en Suiza. Como teníamos 24 horas libres antes de nuestro siguiente vuelo, decidimos hacer algo de senderismo por los bosques cercanos al hotel. Normalmente, se me dan bastante bien las direcciones y no me preocupan mucho los mapas ni los dispositivos GPS. Después de caminar durante una hora más o menos por el bosque y tomar varios senderos, estaba bastante seguro de que podría encontrar el camino de vuelta al hotel con poca dificultad. Cuando empezamos a volver sobre nuestros pasos, me perdí irremediablemente en el bosque. No tenía idea de adónde íbamos ni de cómo volver al punto de partida. Cuanto más avanzábamos por el sendero, más me daba cuenta de que no sabía dónde estaba. El sol se estaba poniendo y me temía lo peor. Tras caminar otros treinta minutos más o menos, nos encontramos con otros excursionistas que conocían el camino. Descubrimos que estábamos al menos a ocho kilómetros del camino, no muy lejos de una carretera principal. Como su automóvil estaba aparcado un poco fuera del camino, se ofrecieron a llevarnos de vuelta al hotel. Encontrar a personas que conocían el camino y tenían la capacidad de llevarnos de regreso a nuestro destino marcó la diferencia para nosotros. Dios no nos ha dejado solos en nuestro viaje de la Tierra al cielo. El Espíritu Santo nos señala las Sagradas Escrituras para conducirnos de vuelta a casa. La Biblia es la brújula, el mapa y el GPS que nos guiará a la Tierra Prometida.