WMills ImaginaciónSociológica

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La imaginación sociológica.

Material de cátedra en base a: CHARLES WRIGHT MILLS - LA IMAGINACION / SOCIOLOGICA, FCE,


MÉXICO - Primera edición en inglés, 1959, cap. 1 La promesa.

Hoy en día los hombres advierten con frecuencia que sus vidas privadas son una serie de añagazas. Se dan
cuenta de que en sus mundos cotidianos no pueden vencer sus dificultades, y en eso muchas veces tienen toda
la razón: lo que los hombres corrientes saben directamente y lo que tratan de hacer está limitado por las órbitas
privadas en que viven; sus visiones y sus facultades se limitan al habitual escenario del trabajo, de la familia,
de la vecindad; en otros medios, se mueven por sustitución y son espectadores. Y cuanto más cuenta se dan,
aunque sea vagamente, de las ambiciones y de las amenazas que trascienden de su ambiente inmediato, más
atrapados parecen sentirse. Por debajo de esa sensación de estar atrapados se encuentran cambios
aparentemente impersonales de la estructura misma de sociedades de dimensiones continentales. Los hechos
de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al fracaso de hombres y mujeres
individuales. (…) Cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o no lo tiene; cuando la proporción
de las inversiones aumenta o disminuye, un hombre toma nuevos alientos o se arruina. (…) Ni la vida de un
individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas. Pero los hombres,
habitualmente, no definen las inquietudes que sufren en relación con los cambios históricos y las
contradicciones institucionales. Por lo común, no imputan el bienestar de que gozan a los grandes vaivenes de
la sociedad en que viven. Rara vez conscientes de la intrincada conexión entre el tipo de sus propias vidas y el
curso de la historia del mundo, los hombres corrientes suelen ignorar lo que esa conexión significa para el tipo
de hombres en que se van convirtiendo y para la clase de actividad histórica en que pueden tener parte. No
poseen la cualidad mental esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad, de la biografía y de
la historia, del yo y del mundo. No pueden hacer frente a sus problemas personales en formas que les permitan
controlar las transformaciones estructurales que suelen estar detrás de ellas.
(…) La plasmación misma de la historia rebasa actualmente la habilidad de los hombres para orientarse de
acuerdo con valores preferidos. ¿Y qué valores? Aun cuando no se sientan consternados, los hombres advierten
con frecuencia que los viejos modos de sentir y de pensar se han ido abajo y que los comienzos más recientes
son ambiguos hasta el punto de producir parálisis moral. ¿Es de extrañar que los hombres corrientes sientan
que no pueden hacer frente a los mundos más dilatados ante los cuales se encuentran de un modo tan súbito?
¿Que no puedan comprender el sentido de su época en relación con sus propias vidas? ¿Que, en defensa de su
yo, se insensibilicen moralmente, esforzándose por seguir siendo hombres totalmente privados o particulares?
¿Es de extrañar que estén poseídos por la sensación de haber sido atrapados?
No es sólo información lo que ellos necesitan. En esta Edad del Dato la información domina con frecuencia
la atención v rebasa su capacidad para asimilarla. No son sólo destrezas intelectuales lo que necesitan, aunque
muchas veces la lucha para conseguirlas agota su limitada energía moral. Lo que necesitan, y lo que ellos
sienten que necesitan, es una cualidad mental que les ayude a usar la información y a desarrollar la razón para
conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizás está ocurriendo dentro de
ellos. Y lo que yo me dispongo a sostener es que lo que los periodistas y los sabios, los artistas y el público,
los científicos y los editores esperan de lo que puede llamarse imaginación sociológica, es precisamente) esa
cualidad.
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La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico más amplio en cuanto
a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos. Ella le permite
tener en cuenta cómo los individuos, en el tumulto de su experiencia cotidiana, son con frecuencia falsamente,
conscientes de sus posiciones sociales. (…).
El primer fruto de esa imaginación -y la primera lección de la ciencia social que la encarna- es la idea de
que el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí
mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los
individuos que se hallan en sus circunstancias. Es, en muchos aspectos, una lección terrible, y en otros muchos
una lección magnífica. (…)
Hemos llegado a saber que todo individuo vive, de una generación a otra, en una sociedad, que vive una
biografía, y que la vive dentro de una sucesión histórica. Por el hecho de vivir contribuye, aunque sea en
pequeñísima medida, a dar forma a esa sociedad y al curso de su historia, aun cuando él está formado por la
sociedad y por su impulso histórico.
La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro dc
la sociedad. Esa es su tarea y su promesa. Ningún estudio social que no vuelva a los problemas de la biografía,
de la historia y de sus intersecciones dentro de la sociedad ha terminado su jornada intelectual. Cualesquiera
que sean los problemas del analista social clásico, por limitados o por amplios que sean los rasgos de la realidad
social que ha examinado, han formulado siempre tres tipos de preguntas: 1) ¿Cuál es la estructura de esta
sociedad particular en su conjunto? ¿Cuáles son sus componentes esenciales, y cómo se relacionan entre sí?
¿En qué se diferencia de otras variedades de organización social? ¿Cuál es, dentro de ella, el significado de
todo rasgo particular para su continuidad o para su cambio? 2) ¿Qué lugar ocupa esta sociedad en la historia
humana? ¿Cuál es el mecanismo por el que está cambiando? ¿Cuál es su lugar en el desenvolvimiento de
conjunto de la humanidad y qué significa para él? ¿Cómo afecta todo rasgo particular que estarnos examinando
al periodo histórico en que tiene lugar, y cómo es afectado por él? ¿Y cuáles son las características esenciales
de ese periodo? ¿En qué difiere de otros periodos? ¿Cuáles son sus modos característicos de hacer historia? 3)
¿Qué variedades de hombres y de mujeres prevalecen ahora en esta sociedad y en este periodo? ¿Y qué
variedades están empezando a prevalecer? ¿De qué manera son seleccionados y formados, liberados y
reprimidos, sensibilizados y embotados? ¿Qué clases de "naturaleza humana" se revelan en la conducta y el
carácter que observarnos en esta sociedad y en este periodo? ¿Y cuál es el significado para la "naturaleza
humana" de todos y cada uno de los rasgos de la sociedad que examinarnos?, ya sea el punto de interés (es
decir, el tema que está investigando) un Estado de gran poderío, o un talento literario de poca importancia,
una familia, una prisión o un credo, ésos son los tipos de preguntas que han formulado los mejores analistas
sociales. Ellas constituyen los pivotes de los estudios clásicos sobre el hombre y la sociedad, y son las preguntas
que inevitablemente formula toda mente que posea, imaginación sociológica.
Porque esa imaginación es la capacidad de pasar de una perspectiva a otra: de la política a la psicológica
(…). Es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más
íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas. Detrás de su uso está siempre la necesidad
de saber el significado social e histórico del individuo en la sociedad y el periodo, en que tiene su cualidad y
su ser. En suma, a esto se debe que los hombres esperen ahora captar, por medio de la imaginación sociológica,
lo que está ocurriendo en el mundo y comprender lo que está pasando en ellos mismos como puntos diminutos
de las intersecciones de la biografía y de la historia dentro de la sociedad.
(…) Por su uso, hombres cuyas mentalidades sólo han recorrido una serie de órbitas limitadas, con frecuencia
llegan a tener la sensación de despertar en una casa con la cual sólo habían supuesto estar familiarizados.
Correcta o incorrectamente, llegan a creer con frecuencia que ahora pueden proporcionarse a sí mismos
recapitulaciones adecuadas, estimaciones coherentes, orientaciones amplias. Antiguas decisiones, que en otro
tiempo parecían sólidas, les parecen ahora productos de mentalidades inexplicablemente oscuras. Vuelve a
adquirir agudeza su capacidad de asombrarse. Adquieren un modo nuevo de pensar, experimentan un
trastrueque de valores; en una palabra, por su reflexión y su sensibilidad comprenden el sentido cultural de las
ciencias sociales.
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La distinción más fructuosa con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace entre "las
inquietudes personales del medio" y "los problemas públicos de la estructura social". Esta distinción es un
instrumento esencial de la imaginación sociológica y una característica de toda obra clásica en ciencia social.
Se presentan inquietudes en el carácter de un individuo y en el ámbito de sus relaciones inmediatas con otros;
tienen relación con su yo y con las áreas limitadas de vida social que conoce directa y personalmente. En
consecuencia, el enunciado y la resolución de esas inquietudes corresponde propiamente al individuo como
entidad biográfica y dentro del ámbito de su ambiente inmediato: el ámbito social directamente abierto a su
experiencia personal y, en cierto grado, a su actividad deliberada. Una inquietud es un asunto privado: los
valores amados por un individuo le parecen a éste que están amenazados.
Los problemas se relacionan con materias que trascienden del ambiente local del individuo y del ámbito de
su vida interior. Tienen que ver con la organización de muchos ambientes dentro de las instituciones de una
sociedad histórica en su conjunto, con las maneras en que diferentes medios se imbrican e interpenetran para
formar la estructura más amplia de la vida social e histórica. Un problema es un asunto público: se advierte
que está amenazado un valor amado por la gente, (…) está en la naturaleza misma de un problema, a diferencia
de lo que ocurre con la inquietud, el que no se le pueda definir bien de acuerdo con los ambientes inmediatos
y cotidianos de los hombres corrientes. En realidad, un problema implica muchas veces una crisis en los
dispositivos institucionales, y con frecuencia implica también lo que los marxistas llaman "contradicciones" o
"antagonismos".
Consideremos a esa luz el desempleo. Cuando en una ciudad de 100000 habitantes sólo carece de trabajo un
hombre, eso constituye su inquietud personal, y para aliviarla atendemos propiamente al carácter de aquel
hombre, a sus capacidades y a sus oportunidades inmediatas. Pero cuando en una nación de 50 millones de
trabajadores 15 millones carecen de trabajo, eso constituye un problema, y no podemos esperar encontrarle
solución dentro del margen de oportunidades abiertas a un solo individuo. Se ha venido abajo la estructura
misma de oportunidades. Tanto el enunciado correcto del problema como el margen de soluciones posibles
nos obliga a considerar las instituciones económicas y políticas de la sociedad, y no meramente la situación y
el carácter" personales de individuos sueltos. (…) Veamos el matrimonio. En el matrimonio el hombre y la
mujer pueden experimentar inquietudes personales, pero cuando la proporción de divorcios durante los cuatro
primeros años de matrimonio es de 250 por cada 1 000, esto es prueba de un problema estructural que tiene
que ver con las instituciones del matrimonio y de la familia y con otras relacionadas con ellas. (…) Esos son
problemas estructurales; hacerles frente y resolverlos nos obliga a examinar los problemas políticos y
económicos que afectan a innumerables medios. Mientras una economía esté organizada de manera que haya
crisis, el problema del desempleo no admite una solución personal. Mientras que la familia como institución
convierta a las mujeres en esclavas queridas y a los hombres en sus jefes proveedores y sus dependientes aún
no destetados, el problema de un matrimonio satisfactorio no puede tener una solución puramente privada.
(…) Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos vínculos
entre una gran diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica.
3
¿Cuáles son en nuestro tiempo los mayores problemas para los públicos y las inquietudes clave de los
individuos particulares? Para formular problemas e inquietudes, debemos preguntarnos qué valores son
preferidos (deseados), pero amenazados, y cuáles preferidos y apoyados por las tendencias características de
nuestro tiempo. Tanto en el caso de amenaza como en el de apoyo, debemos preguntarnos qué contradicciones
notorias de la estructura pueden estar implicadas.
- Cuando la gente estima una tabla de valores y no advierte ninguna amenaza contra ellos, experimenta
bienestar.
- Cuando estima unos valores y advierte que están amenazados, experimenta una crisis, ya como inquietud
personal, ya como problema público
- (…) si ello afecta a todos sus valores, experimenta la amenaza total, del pánico.
- (…) Supongamos que la gente no sienta estimación por ningún valor ni perciba ninguna amenaza. Esta es
la experiencia dc la indiferencia, la cual, si parece afectar a todos los valores, se convierte en apatía.
- Supongamos, en fin, que no sienta estimación por ningún valor, pero que, no obstante, perciba agudamente
una amenaza. Esta es la experiencia del malestar, de la ansiedad, la cual, si es suficientemente total, se convierte
en una indisposición mortal no específica.
El nuestro es un tiempo de malestar e indiferencia, pero aún no formulados de manera que permitan el trabajo
de la razón y el juego de la sensibilidad. En lugar de inquietudes -definidas en relación con valores y amenazas-
, hay con frecuencia la calamidad de un malestar vago; en vez de problemas explícitos, muchas veces hay sólo
el desalentado sentimiento de que nada marcha bien. No se ha dicho cuáles son los valores amenazados ni qué
es lo que los amenaza; (…) Mucho menos han sido formulados como problemas de la ciencia social. (…)
"El principal peligro" para el hombre reside hoy en las fuerzas ingobernables de la sociedad contemporánea
misma, con sus métodos impersonales de producción, sus técnicas envolventes de dominación política, su
anarquía internacional, en una palabra, con sus penetrantes transformaciones de la "naturaleza" misma del
hombre y las condiciones y finalidades de su vida.
La primera tarea política e intelectual -porque aquí coinciden ambas cosas- del científico social consiste hoy
en poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia contemporáneos.

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