Luchas Por Lo Comun

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

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LUCHAS POR LO COMÚN

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

LUCHAS POR LO COMÚN


Antagonismo social contra el despojo capitalista
de los bienes naturales en México

Mina Lorena Navarro Trujillo

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LUCHAS POR LO COMÚN

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

LUCHAS POR LO COMÚN


Antagonismo social contra el despojo capitalista
de los bienes naturales en México

Mina Lorena Navarro Trujillo

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla


Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”
Bajo Tierra Ediciones

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LUCHAS POR LO COMÚN

Luchas por lo común. Antagonismo social contra el despojo capitalista de los


bienes naturales en México. Mina Lorena Navarro Trujillo, autora — México:
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Bajo Tierra A.C., 2015

304 pp: 14 x 21 cm

Incluye referencias bibliográficas

BAJO TIERRA A.C.


Bajo Tierra Ediciones es el proyecto editorial de Jóvenes en Resistencia Alternativa. Es un
proyecto colectivo y autogestivo, que reivindica el trabajo colaborativo y cooperativo para el
diseño, la corrección y la distribución de nuestras publicaciones. Por lo que agradecemos a
todos los que son parte de este equipo.

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA


ALFONSO ESPARZA ORTIZ
Rector
RENÉ VALDIVIEZO SANDOVAL
Secretario General
FRANCISCO M. VÉLEZ PLIEGO
Director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
“Alfonso Vélez Pliego”

Diseño de portada: Miguel Ángel Sánchez


Edición y corrección de estilo: Jóvenes en Resistencia Alternativa
Diseño de interiores: Edgar Murillo

Primera edición 2015

D.R. © Mina Lorena Navarro Trujillo, Autora.


D.R. © Bajo Tierra A.C.
Necaxa 72 depto. 11, Col. Portales Sur, CP 03300 México, D. F.
bajotierraediciones@gmail.com
D.R. © Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Av. Juan de Palafox y Mendoza 208, Centro Histórico
C.P. 72000, Puebla, Pue. Tel 229 55 00, ext. 3131
www.icsyh.org.mx

ISBN: 978-607-96751-0-3 (Bajo Tierra A.C.)


ISBN: 978-607-487-883-7 (buap)

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin el consenti-
miento por escrito de los editores.

Impreso y hecho en México

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

A las Minas, grandes mujeres con las que tengo


la enorme fortuna de compartir la lucha por la vida.

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LUCHAS POR LO COMÚN

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Índice

Agradecimientos .............................................................................................11
Prólogo .............................................................................................................13
Raquel Gutiérrez Aguilar

LUCHAS POR LO COMÚN Y DESPOJO CAPITALISTA .....................17


Nociones y reflexiones sobre lo común ........................................................20
Despojo múltiple del capital...........................................................................31
Acumulación originaria y reproducción del capital:
dos lógicas inherentes a las políticas contemporáneas de
despojo y cercamiento de lo común...........................................................34
Despojo y expropiación estatal de las capacidades
políticas de autodeterminación ..................................................................42

DESPOJO CAPITALISTA DE LOS BIENES COMUNES


NATURALES EN TIEMPOS DEL NEOLIBERALISMO.........................51
Conflictos socioambientales: entre el despojo y la
defensa de lo común........................................................................................61
El giro neoliberal del despojo y del extractivismo ......................................68
Despojo y extractivismo de los bienes comunes
naturales en México ........................................................................................75
La crisis de la agricultura campesina y la expansión
de un nuevo sistema industrial agroalimentario y de
producción de bioenergía ...............................................................................84

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LUCHAS POR LO COMÚN

Expansión de un nuevo sistema agroalimentario industrial ...........................86


Introducción de semillas transgénicas ............................................................89
Monocultivos y producción de bioenergía .....................................................92
Sistema de patentes y acceso al material genético de la biodiversidad ............95
Mecanismos de mitigación de los efectos del cambio climático .....................97
El impulso de un nuevo giro en las políticas extractivistas
de bienes comunes naturales renovables y no renovables..........................99
Extractivismo minero.....................................................................................99
Recursos energéticos no renovables .............................................................102
Extractivismo hídrico...................................................................................106
El agua embotellada: una figura emblemática de la privatización.................. 107
Agua y energía para el capital: construcción de presas hidroeléctricas ......... 109
Desarrollo de infraestructura .......................................................................114
Nuevas formas de despojo y cercamiento de lo común en las ciudades ........117
El Estado y el despojo de lo político como condición del
extractivismo ..................................................................................................123

LUCHAS POR LO COMÚN CONTRA EL DESPOJO


CAPITALISTA EN MÉXICO .....................................................................135
Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La
Parota (cecop): “Nosotros somos los custodios del agua” ......................141
Frente de Pueblos del Anáhuac: resistir para existir. Una lucha
de los pueblos originarios del suroriente de la Ciudad de México ........160
Frente Amplio Opositor a la Minera San Xavier (fao): una lucha
histórica contra la resignación .....................................................................184
Agrupación Un Salto de Vida: hacer comunidad es reproducir
la vida ..............................................................................................................206

ANTAGONISMO SOCIAL EN LA DEFENSA Y


REAPROPIACIÓN DE LOS BIENES COMUNES
NATURALES .................................................................................................233

Bibliografía ....................................................................................................271

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Agradecimientos

L as reflexiones que aquí presento son producto del trabajo de la in-


vestigación doctoral que realicé en el Instituto de Ciencias Sociales
y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la buap entre 2010 y 2014,
lugar en el que, con otros y otras, tuve la afortunada y generosa opor-
tunidad de encauzar y dar forma a mis preocupaciones sobre las duras
condiciones que están poniendo en entredicho la reproducción de la vida
por las cada vez más agresivas políticas de despojo capitalista en México.
Este libro, como muchos esfuerzos de este tipo, aparenta ser producto
de un mero trabajo individual; sin embargo, como dice John Holloway, es
parte de un flujo social del hacer, en el que se encuentra contenida la ac-
tividad de otros, quienes cooperaron de múltiples maneras para que esto
fuera posible. En ese mismo sentido, considero que estas ideas son parte
de una lucha más amplia que están librando millones de personas en múl-
tiples geografías del planeta, al resistir, desobedecer y subvertir creativa-
mente las relaciones capitalistas de muerte y destrucción. Principalmente
agradezco a las mujeres y hombres de la Agrupación Un Salto de Vida,
el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota, el
Frente Amplio Opositor y el Frente de Pueblos del Anáhuac.
Y, como parte de esa red de trabajo cooperativo de la que soy parte,
quiero agradecer especialmente a mi querida Raquel Gutiérrez por su
fuerza, guía y cariño en este proceso, a Sergio Tischler por su compro-
metido acompañamiento y experiencia transmitida para cultivar en mí

11
LUCHAS POR LO COMÚN

una sensibilidad interesada en alumbrar la negación de la dominación y


sus desbordes, a Claudia Composto, John Holloway, Horacio Machado,
Silvia Federici y Massimo Modonesi por las intensas charlas, discusiones
y experiencias compartidas en torno a los temas de este libro. A Francisco
Manuel Vélez Pliego, director del iscyh de la buap, por su apoyo para la
publicación de este libro, lo mismo que a Margarita Muñoz Loyola. Al
Seminario de “Entramados comunitarios y formas de lo político” y a las
compañeras y compañeros, especialmente a Huáscar Salazar y Daniele
Fini, que hicieron una atenta lectura al borrador de este libro. También
al Seminario de Teoría crítica y Subjetividad y los compañeros que lo im-
pulsan. A la Cátedra Jorge Alonso por el reconocimiento a la Mejor Tesis
de Ciencias Sociales (2013). Y al Seminario de “Modernidades alternati-
vas y nuevo sentido común: anclajes prefigurativos de una modernidad
no capitalista” de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam,
coordinado por Márgara Millán.
Quiero agradecer enormemente a mi amiga Gizella Garciarena, quien
con su hermosa capacidad de dar y amar me impulsó para concretar este
libro. A Aldo Acuña, Silvia Gil, Óliver Hernández, Claudia Cruz, Hierson
Rojas y Horacio Crespo por todo su apoyo. A Mariana Blanco, Fermín Va-
lenzuela, Manuel Ortiz y Luz Estrello por la experiencia que compartimos
en la elaboración del documental sobre luchas socioambientales, material
que en buena medida recuperé y nutrió los contenidos de este libro. A
Miguel Ángel Sánchez, por su talento y apoyo en la creación de la portada
que acompaña este material. Y de manera muy especial a mis compañeras
y compañeros de jóvenes en resistencia alternativa, comunidad que me
abriga e impulsa en la lucha por la reproducción de la vida.

Mina Lorena Navarro Trujillo

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Prólogo

E
n los tiempos que corren y en muy variadas latitudes está produ-
ciéndose un amplio y fértil debate sobre las tramas comunitarias
y los bienes comunes, como condición necesaria para garantizar
la posibilidad misma de la reproducción de la vida humana y no huma-
na en este ancho mundo que compartimos. Mundo que, sin embargo,
cada vez con más frecuencia, también nos es ajeno.
Es éste un debate urgente y relevante. Y no es para menos, conside-
rando la dramática y acelerada destrucción o privatización de lo que
por siglos ha sido riqueza social susceptible de ser usufructuada por
quienes la han cuidado y han tenido la habilidad colectiva de regene-
rarla: agua dulce en su forma de ríos, manantiales y lagunas, bosques,
flora y fauna de diversas especies que contribuyen a la regeneración
de esas mismas y nuevas fuentes de agua; tierra fértil y semillas muy
variadas a ser regadas por el agua captada. Y vuelta a comenzar: con-
junto de ciclos y bucles sosteniendo la historia de una diversidad de
sociedades humanas que podían, hasta cierto punto, organizar el sus-
tento no precario de sí mismos y de generaciones nuevas hilando
saberes heredados con renovados sentidos y conocimientos, fruto de
experiencias organizadas por la memoria y afianzadas en la tenacidad
de la pervivencia. Este delicado y al mismo tiempo resistente equilibrio
dinámico de la vida y sus intercambios nunca idénticos, aunque siem-
pre reiterados, está deshilvanándose; se deshilacha por la agresión de
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LUCHAS POR LO COMÚN

nuevos cercamientos capitalistas que privatizan o destruyen bienes que


por siglos han aportado una buena parte del sustento a muy diversos
pueblos y comunidades.
En el libro que el lector tiene en las manos, Mina Lorena Navarro
nutre el debate sobre lo comunitario y los bienes comunes, comprome-
tiéndose y aprendiendo de lo que ella misma nombra como luchas por
lo común. Protagonizadas en México por heterogéneas agrupaciones
de hombres y mujeres asociados para defenderse de la destrucción
impuesta por la voracidad del capital, tales luchas por lo común abarcan
un abanico amplio de experiencias de resistencia a la devastación y de
esfuerzos por regenerar la vida: desde Tláhuac en el Distrito Federal
hasta El Salto, en el cauce del río Santiago, cerca de Guadalajara, Jalis-
co. Navarro documenta las luchas y esfuerzos colectivos para sobrepo-
nerse a la tragedia que se ha impuesto sobre quienes, habitando en
zonas que se volvieron periurbanas tras el enloquecido crecimiento de
las ciudades en los últimos cincuenta años, ven completamente tras-
tocada la forma de vida que aprendieron y que hasta recientemente
habían cultivado, al ser destruidos los fundamentos de esos mundos:
el río Santiago contaminado por la industria maquiladora para la ex-
portación hasta convertirlo en veneno que fluye y atraviesa Jalisco y,
en el suroriente de la Ciudad de México, las tierras cultivables, los
bosques y canales de Tláhuac hoy amenazados por la inservible línea
12 del Metro y la ofensiva urbanizadora que ha acarreado.
Por otro lado, Navarro también indaga y aprende de experiencias de
lucha en regiones rurales. Pone atención en la resistencia a la destruc-
ción del Cerro de San Pedro en San Luis Potosí que ha ocasionado el
extractivismo minero; así como en las enérgicas luchas protagonizadas
por ejidos y comunidades opuestas a la construcción de la presa hidro-
eléctrica La Parota en Guerrero, que permiten comprender la fuente
de la fuerza de los segundos y los límites que confrontó la lucha de los
primeros. La centralidad del territorio como sitio donde se asienta y
se sostiene la vida colectiva y su defensa son aquí el corazón del argu-
mento y del contraste.
Tales luchas y esfuerzos en defensa de territorios y contra el despojo
de bienes comunes pueden leerse en diversas claves analíticas y aportar
a distintas perspectivas teóricas. Hay quienes buscamos dar cuenta
de lo que ocurre aprendiendo de la energía desplegada en las luchas,
esforzándonos por contribuir al esclarecimiento de los contenidos
más íntimos de tales acciones colectivas. Mina Lorena Navarro elige

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

llamarlas luchas por lo común y toma como núcleo de sus argumentos,


la perseverante energía vital individual y colectiva que se empecina en
no admitir la destrucción de la riqueza compartida, social y natural,
heredada y una y otra vez recreada. Desde esa clave, brillando con luz
propia, la autora trenza su voz con un coro más amplio de mujeres y
varones quienes, como Silvia Federici y el entorno de la revista The
Commoner convocan a situar en la reproducción de la vida –siempre
social, siempre histórica, siempre antigua y al mismo tiempo renacida–
el punto de partida para comprender cualquier transformación social
posible. Se enlaza también con quienes en México cultivan la perspec-
tiva crítica del marxismo abierto, como John Holloway y Sergio Tischler
quienes insisten repetidamente en que las luchas sociales, en su des-
pliegue y alcance son la clave que vuelve inteligible la realidad de caos
y devastación en que a todos nos sumerge el capital.
Navarro recupera, además, aportes que vienen de más atrás. Ha-
blándonos de lo aprendido en luchas anteriores, con gran cuidado in-
corpora algunas de las más valiosas intuiciones desarrolladas por Rosa
Luxemburgo en torno a la acumulación originaria, una y otra vez relan-
zada bajo el capitalismo como destrucción sistemática de prácticamente
todo sustento para la vida colectiva.
Armada con esa potente y bien lograda constelación conceptual la
autora se planta en el debate en torno al extractivismo como modelo
contemporáneo de acumulación de capital, inyectando nueva savia a la
hoy muy en boga noción de despojo. La idea a la que alude el término
“despojo” es a la relación de saqueo y destrucción que se establece entre
corporaciones capitalistas cada vez más poderosas y la pléyade de
pueblos y tramas comunitarias que, de manera constante, reconstruyen
variados mundos de la vida. Navarro, tras un arduo proceso de inves-
tigación –aunque sobre todo, desde su amplia experiencia militante en
las más duras luchas sociales en México– ilustra lo que ocurre como
un sistemático proceso de despojo múltiple, es decir, nos convoca
a entender las agresiones del capital sobre los territorios donde los
pueblos habitan no sólo como depredación de los bienes naturales
sino en su doble contenido: el despojo de bienes comunes es siempre,
al mismo tiempo un despojo de las capacidades políticas de la trama
comunitaria poseedora y usufructuaria de tales riquezas arrebatadas.
Reflexionar sin escindir la calidad conjugada de las capacidades
políticas colectivas de la riqueza material colectivamente poseída es la
puerta que Navarro sugiere para acercarse críticamente a las luchas por

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LUCHAS POR LO COMÚN

lo común. Encuentra entonces, además de la amplísima participación


de mujeres en las luchas contra el despojo y en defensa de lo poseído de
manera compartida, un esfuerzo sistemático por enlazar corazón y ra-
zón, mente y emoción, entre quienes comparten esas luchas que en
algunos de los casos estudiados ocurren desde la devastación, la en-
fermedad y la muerte impuestas.
Navarro, dejándose atravesar por las luchas estudiadas con las cua-
les, además, se ha comprometido, aprende y comparte lo hallado desde
una sensible rigurosidad o desde una sensibilidad rigurosa, si cabe la
expresión. Desde ahí nos muestra que la lucha por lo común es, ante
todo, un esfuerzo de reapropiación de lo arrebatado que no admite la
escisión típicamente capitalista entre vida y trabajo, entre economía y
política. Desde ahí detalla las prefiguraciones y discute las dificultades:
registro instantáneo de las posibilidades visibilizadas en y por la lucha.
Hilos para alentar la cada vez más urgente reflexión sobre los alcances
y caminos de la transformación social en marcha. Esos son los logros
más importantes de su trabajo.
Son estas, contadas a la rápida, sólo algunas notas de la melodía
lograda por Mina Lorena Navarro en este fértil y sistemático trabajo.
Su voz, insisto, se incorpora a un coro que quiere poner la reflexión
teórica, antes que nada, al servicio de la lucha y la esperanza. Siendo
también un registro y un análisis que antepone y destaca lo compartido
por diversos y distintos, Luchas por lo común, al modo de la Ofrenda
Musical de Bach es un trabajo que, en sí mismo, se ambiciona –¡y es!–
una lucha por lo común. Como la vida que se comparte, se regenera y
se disfruta.

Puebla, diciembre de 2014


Raquel Gutiérrez Aguilar

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

LUCHAS POR LO COMÚN


Y DESPOJO CAPITALISTA

17
LUCHAS POR LO COMÚN

18
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

E
n los últimos veinte años destaca la manera en que se han ex-
tendido y profundizado los conflictos socioambientales en toda
América Latina, debido al impulso de diversos proyectos ligados
a una renovada estrategia de despojo por parte del capital en su ince-
sante voracidad por subsumir cualquier ámbito que no se encuentre
plenamente ceñido o regulado por los ordenamientos de la producción
de valor.1
En relación a este asunto, me interesa que exploremos un conjunto
de claves que nos ayuden a comprender e interpretar los orígenes, lógi-
cas y fundamentos de estos conflictos, así como a rastrear las posibili-
dades de antagonismo que desde lo social han venido activándose a lo
largo del tiempo para resistir al despojo capitalista y para re-crear for-
mas de producción de lo común para la reproducción de la vida humana
y no humana.
Para ello, expongo algunas claves de comprensión de lo común
como categoría crítica e histórica, útil para reconocer las posibilidades
de subversión de los movimientos de resistencia, antagonismo y rea-
1
Recupero esta formulación de Raquel Gutiérrez, quien se refiere a los entramados
comunitarios entendiéndolos como “sujetos colectivos de muy diversos formatos
y clases con vínculos centrados en lo común y espacios de reproducción de la
vida humana, no directa ni inmediatamente ceñido a la valorización del capital”
(Gutiérrez, 2011: 13-14).

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LUCHAS POR LO COMÚN

propiación de la riqueza social y, en específico, del reciente ciclo de


luchas socioambientales, o como decimos aquí: luchas por lo común.
Posteriormente, hago un recorrido teórico por los debates sobre la
acumulación originaria y su relación con la acumulación del capital,
para reconocer las estrategias de lo que llamamos despojo múltiple que,
a través de la historia, han buscado negar y expropiar toda energía so-
cial orientada a la apropiación y autogestión colectiva de la riqueza
social, incluida la naturaleza. Esto, con el propósito de comprender las
tramas de continuidad y novedad de las políticas neoliberales en torno
al cercamiento de lo común, a la separación de los productores y sus
“medios de existencia” y a la expropiación estatal de las capacidades
políticas de autodeterminación de los sujetos en lucha.

Nociones y reflexiones sobre lo común

Desde mi punto de vista, entre la variedad de trabajos sobre lo común


–que por lo menos durante las últimas dos décadas ha producido el
pensamiento crítico ligado a la academia y al activismo–, podemos en-
contrar un esfuerzo por hacer memoria y recuperar en clave histórica
las experiencias colectivas de autorregulación social que se han llevado
a cabo en otras temporalidades y espacialidades para garantizar la re-
producción material de la vida.2 Y otro que ahonda en las prácticas
2
En las reflexiones de tinte más histórico podemos ubicar los esfuerzos destinados
a recuperar las experiencias medievales de Europa Occidental. O, para el caso de
América Latina, aquellos dedicados a conocer las tradiciones comunitarias indí-
genas previas a la Conquista, y los modos en que éstas resisten y se actualizan
hasta nuestros días a pesar de 500 años de dominación y explotación capitalista.
Para el primero de los casos recomendamos revisar el trabajo de Peter Linebaugh
(2013) y del Colectivo Madrilonia (2011), los cuales documentan cómo los an-
tiguos comuneros medievales controlaban sus medios de producción, contando
con un margen considerable para garantizar su subsistencia de manera autónoma
dentro de los límites de instituciones formadas por fuertes redes de pertenencia e
inclusión, como la familia o la aldea. Los modos de regulación social se orientaban
a proteger y garantizar la reproducción social de la vida de manera independiente
al poder arbitrario de los señores feudales. Con ello se impedía que la depreda-
ción feudal se produjese a costa de la comunidad, a la vez que se garantizaba una
relación sostenible con la naturaleza. Así, de hecho y de derecho la naturaleza se
situaba en la base material de la reproducción comunitaria. La destrucción de la
naturaleza significaba, por ende, la destrucción de la propia comunidad (Madrilo-
nia.org, 2011: 47, 53). Por otro lado, los estudios relativos a las sociedades meso-
americanas, por ejemplo, revelan que desde la época teotihuacana éstas se caracte-

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

prefigurativas que en el aquí y ahora múltiples y heterogéneas expe-


riencias sociales organizan contra el capitalismo global en cualquiera
de sus variantes más contemporáneas.
En relación a este segundo esfuerzo se encuentran las experiencias
que, al menos durante los últimos quince años, han luchado por con-
servar formas de reproducción material de la vida o de producir nue-
vas alternativas colectivas ante las duras ofensivas de cercamiento y
privatización neoliberal de lo común. En esta constelación de experien-
cias sobresale la emblemática y victoriosa lucha contra la privatización
del agua en Bolivia, mejor conocida como la Guerra del Agua, en la que
se logró rescindir el contrato a la empresa Aguas del Tunari, poniéndose
en entredicho el tema de la propiedad y gestión estatal y mercantil de
un bien común tan importante como es el agua. Asimismo, otro de los
ejemplos de autonomía y autogestión es el de la lucha de las fábricas re-
cuperadas, en este caso a partir de la determinación de los obreros de
tomar los medios de producción y controlar los procesos productivos
después de la crisis y la insurgencia popular acaecidas en Argentina en
2001. Y qué decir de la importante experiencia de los Caracoles y las
Juntas de Buen Gobierno zapatistas que, desde 2003, impulsan procesos
comunitarios de autogobierno y gestión autónoma de la vida, a partir de
proyectos de salud, educación, alimentación e impartición de justicia.
El esfuerzo de conectar y contactar el cúmulo de experiencias pa-
sadas con las actuales constelaciones comunitarias y colectivas que en-
frentan la profundización y el recrudecimiento cada vez más atroz de
las estrategias de acumulación del capital constituye una tarea vital, no
sólo para reconocer las continuidades y las dinámicas del despojo, sino
también para recuperar el conocimiento y la experiencia cultivada por
otros y otras en la lucha por lo común.

rizaron por la coexistencia de una estructura política centralizada y de una organi-


zación a nivel comunitario, mejor conocida como “calpulli”, que significa la “casa
grande” o “lugar de la casa grande”; era el lugar donde se congregaban los jefes de
familia para tratar los asuntos de interés colectivo con su dirigente y los ancianos
del clan. Estas formaciones estaban compuestas por familias emparentadas entre
sí, sus miembros reconocían ancestros comunes y rendían culto a un mismo dios
patrono, aparte de compartir de forma predominante un tipo de oficio. Algunos
de sus acuerdos colectivos, además de garantizar un tipo de cohesión comunitaria,
se orientaban a atender a viudas y huérfanos, a supervisar que la tierra repartida
entre familias fuera respetada, así como a organizar jornadas rotativas de trabajo
comunal para satisfacer las necesidades internas del barrio (Escalante y Alcántara,
2012: 32-33).

21
LUCHAS POR LO COMÚN

Es importante señalar que, a pesar de que el violento despliegue


del capitalismo ha desatado una lucha a muerte por subsumir y negar
los sentidos y prácticas colectivas orientadas a producir lo común
para la reproducción de la vida, hay experiencias que, aun con serias
dificultades, resisten y se reelaboran hasta nuestros días. Y no sólo
eso; además, éstas resultan imprescindibles para garantizar el sustento
de miles de colectividades en todo el planeta de manera autónoma,
asegurando con ello la reproducción de la vida humana y no humana.3
Tal es el caso de los procesos de resistencia, defensa y reapropiación de la
riqueza social incluidos en el reciente ciclo de luchas socioambientales
contra las políticas de despojo y cercamiento neoliberal de los bienes
comunes naturales que viene emergiendo en los últimos tiempos en
América latina y en México.
En el análisis de esta cuestión, una tarea asumida por el marxismo
crítico, en particular por el llamado marxismo abierto,4 es la de poner en
el centro la contradicción entre trabajo abstracto y trabajo concreto, o
entre valor de cambio y valor de uso, para pensar las relaciones sociales
capitalistas y encontrar los modos que conduzcan a su superación.
Siguiendo a Raquel Gutiérrez, se trata de estudiar los asuntos sociales
a partir de sus contradicciones, de rastrearlos desde el punto de vista
de la inestabilidad poniendo el centro de atención en la lucha, esto es,
“en la manera en la que el antagonismo social, de manera polimorfa,
se despliega en el cuerpo social exhibiendo su calidad desgarrada y
presentando sus heterogéneos anhelos de transformación” (Gutiérrez,
2013: 13-14).

3
Al respecto, un claro ejemplo es el señalado por Silvia Ribeiro en relación a la
alimentación mundial: “Mientras que la agricultura industrial (con agrotóxicos,
híbridos, transgénicos) ocupa en el mundo 80% de la tierra arable, lo que produce
llega sólo a 30% de la población mundial, con un volumen casi igual de desechos,
usando 70% del agua y combustibles de uso agrícola. Al otro extremo, las y los
campesinos y productores en pequeña escala ocupan cerca de 20% de la tierra y
junto a la pesca artesanal, huertas urbanas y recolección en bosques, alimentan a
70% de la población mundial” (Ribeiro, 2013).
4
El marxismo abierto refiere a un conjunto de trabajos que desde la década de los
noventa han buscado cultivar una perspectiva que insiste en pensar el marxismo
como una teoría de la lucha, situando sus categorías como categorías abiertas, que
precisamente conceptúan la apertura de la sociedad. Esto conlleva a una crítica
del “marxismo cerrado”, que incluye a todas aquellas corrientes que ven el desa-
rrollo social como un camino predeterminado o como una necesidad histórica
(Holloway, 1995).

22
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Desde esta perspectiva, las categorías marxistas como conceptos


críticos y abiertos son capaces de revelar el carácter contradictorio
de la vida social en el capitalismo. En palabras de Werner Bonefeld,
las categorías críticas son conceptos sociales que denotan el modo
pervertido de las relaciones humanas en el capital, tratando de sacar a
la luz su fundamento social, es decir, la base humana de su existencia
(cfr. Bonefeld, 2001: 158). Con ello se busca poner de manifiesto la
relación de dependencia del capital con respecto a la actividad humana
y, por tanto, las posibilidades de independencia del hacer social (cfr.
Holloway, 2010: 230). Así, pensar estos conceptos sociales desde lo
más profundo de la contradicción implica colocar la lucha contra el
capital y el poder de la actividad humana en el centro del análisis.
Supone reconocer que la política del capital depende de nosotros. El
capital invariablemente necesita de la vida, pero nosotros podemos
vivir sin él.
Así, en la medida en que lo común se produce y reproduce en el denso
y amplio espectro de la vida podemos ver expresadas las inestabilidades
de las relaciones capitalistas incapaces de mercantilizarlo todo. Desde
esta perspectiva, lo común es posible por un tipo de hacer orientado
por el valor de uso que garantiza y cuida aquello que se comparte para
reproducir la vida.
En resumidas cuentas, podemos pensar en lo común como cate-
goría crítica en tanto su existencia expresa la incapacidad totalizante
del capital y, desde su densidad histórica, a la luz de esa larga genealogía
de insubordinación y persistencia de re-tejer los vínculos colectivos y
las capacidades y condiciones para hacer posible la reproducción de
la vida.5
Cabe aclarar que esta reflexión refleja una cuidadosa atención en
no considerar al capital o a lo común como algo fijo, invariable, estable
o dado de antemano; por el contrario, da cuenta de relaciones sociales
atravesadas por tensiones, conflictos y procesos de lucha orientados
hacia su constante recreación.
Es en este sentido que decimos que lo común es una relación social
y no una cosa.6 Y es que si bien lo común puede expresarse en el agua,
5
Agradezco a Sergio Tischler las reflexiones compartidas para pensar lo común
como categoría crítica.
6
Las reflexiones que me han alimentado sobre la noción de lo común como re-
lación social están principalmente vinculadas con los trabajos de Silvia Federici
(2013) y los de Raquel Gutiérrez en el Seminario de Investigación “Entramados
comunitarios y formas de lo político” del Instituto de Ciencias Sociales y Humani-
dades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
23
LUCHAS POR LO COMÚN

la tierra, los minerales, las semillas o los bosques; o en la previsión pú-


blica con respecto al bienestar, la salud, la educación o los espacios
públicos; o virtualmente, en los medios de comunicación, el espacio
radioeléctrico y el internet; no hay que perder de vista que no se trata
de un objeto separado de la actividad humana y del hacer social que
lo reproduce.
Así, los bienes o ámbitos comunes no existen per se, sino que son
susceptibles de serlo si existen relaciones sociales cooperativas empe-
cinadas en cuidarlos, compartirlos y regenerarlos. Por lo tanto, un
principio necesario para la producción de comunes es la acción directa
de las colectividades orientadas hacia tal fin.
Al respecto, Negri y Hardt señalan que el “común no coloca a la
humanidad como algo separado de la naturaleza, como su explotador
o su custodio, sino que se centra en las prácticas de interacción, cui-
dado y cohabitación en un mundo común” (Negri, 2011: 10). Por su
parte, Dyer Witherford (2007) plantea la noción de lo en-común, que
presupone colectividades –asociaciones y asambleas– dentro de las
cuales se organiza el compartir. Asimismo, recuperamos a Massimo
de Angelis, quien conceptualiza los bienes comunes a partir de tres as-
pectos: 1) todos los bienes comunes son un fondo o acervo común de
recursos, se trata de medios no mercantilizados para la satisfacción
de necesidades; 2) los bienes comunes se crean y son sostenidos nece-
sariamente por comunidades; 3) el verbo “hacer común” –un proceso
social que crea y reproduce los bienes comunes.7
Lo cierto es que ante el acecho del capital y sus diferentes media-
ciones orientadas a la producción de valor, lo común solamente es
posible a través de un proceso colectivo que lucha por su constante
recreación. En este sentido, en contextos de despojo capitalista, los
movimientos de resistencia, antagonismo y reapropiación de la riqueza
social y, específicamente el reciente ciclo de luchas socioambientales,
van actualizando prácticas sociales preexistentes o heredadas de
producción de comunes; o bien, ampliando la gestión comunitaria
hacia ámbitos que anteriormente no estaban regulados de esa manera.
Dicho de otra manera, el despliegue explícito del antagonismo so-
cial (Gutiérrez, 2009) de las luchas por lo común influye en la desesta-
bilización de la acumulación del capital y al mismo tiempo prefigura
un horizonte centrado en garantizar la reproducción de la vida.
Vale la pena señalar que cuando hablamos de antagonismo nos
7
Traducción mía (An Architektur, 2010).

24
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

referimos básicamente a las experiencias de insubordinación contra


el capital. Como señala Modonesi, la noción de antagonismo frecuen-
temente ha aparecido en el lenguaje marxista como sinónimo de
conflicto, contradicción, contraposición, enfrentamiento y lucha.8 En
particular, dialogamos con aquellos esfuerzos preocupados por ex-
plorar la relación entre antagonismo y subjetividad, como lo es la pro-
puesta teórica de John Holloway. Desde su mirada, el antagonismo
tiene un lugar central en las relaciones sociales que enfrentan de mane-
ra permanente una dinámica de agresión y ataque contra la humanidad
(cfr. Holloway, 2014: 184). En sus propias palabras:

El antagonismo se expresa en el grito-en-contra que existe en todos


nosotros en la medida en que todos estamos oprimidos por el capita-
lismo, pero la intensidad y la fuerza del grito-en-contra dependen de
la intensidad y la fuerza de aquello en contra de lo que se grita. El grito
no es el grito de algunos pero no de otros: es el grito de todos, con
diferentes grados de intensidad. El grito-en-contra es en primer lugar
negativo. Es un rechazo, una negación, una negación de la subordina-
ción. Es el grito de la insubordinación, el murmullo de la no-subordi-
nación. La insubordinación es una parte central de la experiencia coti-
diana, desde la desobediencia de los niños, hasta la maldición del reloj
despertador que nos dice que nos levantemos y vayamos a trabajar,
hasta todas las formas de ausentismo, de sabotaje y de la simulación
en el trabajo, hasta la rebelión abierta, como en el grito abierto y orga-
nizado del ‘¡Ya basta!’ Aun en las sociedades aparentemente más dis-
ciplinadas y subordinadas la insubordinación nunca está ausente:
siempre está ahí, siempre presente como una oculta cultura de la resis-
tencia (Holloway, 2010: 198).

Compartiendo la perspectiva anterior, considero que emplear una no-


ción abierta de antagonismo y colocarla como punto de partida del
análisis es sumamente provechoso para rastrear las expresiones no tan
visibles o abiertas de rechazo al capital, reconociendo que hay variadas
intensidades susceptibles de producir alteraciones o subversiones en el
orden dominante.
En este sentido, y de acuerdo a los intereses que motivan este
trabajo, me interesa dedicar especial atención a las formas del antago-
nismo social desplegadas en los momentos más explosivos, explícitos
8
Una referencia clave de exposición y sistematización de los recorridos teóricos del
marxismo en torno a la categoría de antagonismo se encuentra en el trabajo de Mas-
simo Modonesi (2010).
25
LUCHAS POR LO COMÚN

y conscientes de la lucha o, de acuerdo a las palabras de Holloway


citadas anteriormente, a “la rebelión abierta, como en el grito abierto
y organizado del ‘¡Ya basta!’ ”. Y, en específico, dar seguimiento a los
procesos de subjetivación que abren posibilidades de conformación
o recomposición de sujetos colectivos y a la emergencia o fortale-
cimiento de lo político comunitario.
Cabe señalar que el énfasis en las temporalidades más explícitas del
antagonismo de ninguna manera busca negar o producir una separa-
ción de los tiempos ordinarios de la vida cotidiana, ni de los ámbitos
del cuidado y reproducción de la vida. Por el contrario, creo que las
experiencias sociales de insubordinación son posibles y se hacen
explícitas a partir de las capacidades comunitarias que se cultivan en
esos ámbitos.
Así, busco generar una aproximación al antagonismo social
centrada en los momentos de ruptura y discontinuidad, pero en íntimo
contacto con los espacios vitales de la reproducción social de la vida y
de la política de los tiempos cotidianos. Me interesa rastrear cómo es
que las tramas de conflictividad relacionadas con el despojo capitalista
generan o fortalecen un tipo de relación social susceptible de afirmar o
generar un común sobre la base de lo que se comparte. Son singulares
procesos de resistencia, antagonismo y reapropiación de la riqueza
social que ponen en el centro un horizonte emancipatorio basado en
la producción de lo común para la reproducción de la vida humana y
no humana.
En estos conflictos tendencialmente van emergiendo horizontes
de reapropiación de la riqueza social (Gutiérrez, 2015), a partir de la
transformación de la naturaleza en valores de uso. De acuerdo con
Lucía Linsalata, en una atenta lectura hecha a la obra de Marx, la
producción de riqueza puede entenderse como un proceso relacional,
es decir, “como la realización satisfactoria de las necesidades que
los seres humanos establecen consigo mismos y con la naturaleza
por medio de la producción de bienes dirigidos a la solución de sus
necesidades” (Linsalata, 2011b: 7). Así, la riqueza social constituida
por valores de uso materiales constituye la base del pleno desarrollo de
la creatividad y la capacidad humanas.
A este respecto, sostengo que las luchas por lo común prefiguran y
ponen en práctica un tipo de metabolismo sociedad-naturaleza capaz
de reproducirse por la interacción, la reciprocidad, el cuidado y la co-
habitación de un mundo que se comparte. En el capitalismo, la fractura

26
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de este metabolismo conlleva precisamente a la destrucción de la natu-


raleza y con ello a la desarticulación de lo político comunitario, de-
terminando que, de manera cada vez más generalizada, poblaciones
enteras deban transitar por la traumática y violenta experiencia de la
desposesión. De ahí que los procesos comunitarios contra las políticas
de despojo capitalista sean luchas por la re-conexión de la existencia pro-
ductiva humana con las condiciones naturales que ofrece la naturaleza.
Lo que en cualquiera de los casos implica recomponer el metabolismo
sociedad-naturaleza como eje sustantivo de la reproducción de la vida.
Éstas son cuestiones que el campo de la ecología política ha recu-
perado y considerado en su agenda de análisis. La dimensión política es
fundamental en esa relación metabólica, de ahí que nos interese poner
especial atención en la politicidad del vínculo sociedad-naturaleza.
Siguiendo a Bolívar Echeverría, entendemos lo político como el carác-
ter distintivo de la forma de reproducción de la vida humana, es decir,
como aquella capacidad de decidir sobre los asuntos de la vida en so-
ciedad, de fundar y de alterar la legalidad que rige la convivencia hu-
mana (Echeverría, 2012: 77).
En este sentido, los trabajos de Elinor Ostrom (2012) y de “The In-
ternational Association for the Study of Commons” son una referencia
obligada que rescatamos aun cuando no necesariamente están vincu-
lados con una noción explícita de politicidad y mucho menos con la
construcción de un horizonte anticapitalista.
Desde mi perspectiva, su importancia radica en que han logrado
comprobar el “éxito” de cientos de experiencias comunitarias en la
gestión colectiva de los bienes comunes sobre la base de la confianza,
el acceso completo y transparente a la información, y la relación di-
recta entre los participantes. De igual manera, estos trabajos han sido
significativos para fundamentar la crítica contra el planteamiento de
“La tragedia de los comunes” del estadounidense Garrett Hardin, ar-
tículo publicado en 1968 en la revista Sciences. En este conocido texto
se argumentan los perjuicios que conllevan las áreas abiertas para uso
común de todos. Hardin lo argumenta a partir del ejemplo de un pas-
tizal libre para el uso de muchos pastores, quienes reciben un beneficio
directo al poder alimentar a sus animales en esa área común. No obs-
tante, cada pastor se siente impulsado a introducir más y más animales
porque recibe ese beneficio directo y carga únicamente con los costos
resultantes del sobrepastoreo. La conclusión de la tragedia es que:

27
LUCHAS POR LO COMÚN

Cada hombre se encuentra atrapado en un sistema que lo compele a


aumentar su ganado, sin ningún límite, en un mundo que es limitado.
La ruina es el destino hacia el cual todos los hombres se precipitan,
persiguiendo cada uno su propio interés en una sociedad que cree en
la libertad de los bienes comunes (Hardin, 1968: 1244).9

Este argumento, construido sobre la base de un tipo de racionalidad


que busca maximizar los beneficios individuales, ha servido como he-
rramienta eficaz para justificar la privatización y el cercamiento de lo
común en aras de garantizar las necesidades de acumulación del capital.
Con ello, no sólo se impone la propiedad privada como paradigma de
la modernidad, al desconocer e invalidar las formas comunitarias que
han garantizado la reproducción de la vida a partir de la gestión co-
lectiva de los bienes comunes; además, éstas son presentadas como la
principal amenaza y obstáculo al progreso y al desarrollo.
A contracorriente de estos planteamientos resulta fundamental
insistir en dos cuestiones. Primero, que a diferencia de la racionalidad
que busca maximizar utilidades para beneficio individual sobre la base
de la competencia y la negación del otro; la producción de lo común
se relaciona con otro tipo de racionalidad-emocionalidad basada en
la cooperación y en la complementariedad con la naturaleza. Implica
una serie de sentidos, significados y cosmovisiones que privilegian el
interés común, lo que al mismo tiempo supone y considera el bien de
cada uno de los integrantes de la colectividad.
Segundo, que la supervivencia y la protección de los bienes comu-
nes constituye una condición primordial para la continuidad de la
vida, la cual puede seguir y potencialmente estar a cargo de sujetos
comunitarios a partir de formas de autorregulación social que incor-
poren entre sus principios normas de acceso y uso de aquello que
se comparte. Se trata de modalidades comunitarias autónomas, casi
siempre bajo la forma asamblearia que, mediante la confianza, la reci-
procidad, la cooperación y la comunicación, hacen posible la gestión
de lo común sobre la base de una relación sostenible con la naturaleza.
En este sentido, el ejercicio de decidir autónomamente sobre los asun-
tos que afectan e incumben a todos determina que el hacer común esté
regulado por la propia colectividad.
Sin lugar a dudas, esto nos lleva a cuestionar y a criticar la demo-
cracia liberal y su correlato de expropiación estatal de las capacidades
de autodeterminación de los individuos y las comunidades; y además,
9
Citado en Ostrom, Elinor (2012: 37).
28
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

a nutrir los contenidos y las prácticas de la democracia directa. Y es que


en el fondo de este debate nos enfrentamos al par dicotómico Estado-
mercado, que ha marcado los modos heterónomos de apropiación y
gestión de la riqueza social.
Al respecto, lo común conlleva a otras formas de propiedad y ges-
tión de la riqueza social y de regulación de la vida, que van más allá del
ámbito público, ligado a lo estatal, y del ámbito privado, relacionado
con el mercado. Desde esta óptica, lo común nos conduce a un desafío
mayor, al tratar de pensar no sólo en otras formas de propiedad, sino
también en ir más allá del propio concepto capturado históricamente
por el paradigma liberal.
Esta última idea se relaciona con la contradicción capitalista entre
igualdad jurídica y desigualdad económica. Siguiendo a Peter Line-
baugh, “los derechos políticos y legales sólo pueden existir sobre una
base económica. Para ser ciudadanos libres tendremos también que
ser productores y consumidores en igualdad de condiciones (...)” (Li-
nebaugh, 2013). A contracorriente de los modos liberales de gestión
y apropiación de la riqueza social en los que el Estado aparece como
un árbitro neutral y aparentemente autónomo de la lógica económica;
en su búsqueda por garantizar la igualdad de derechos de todos los
ciudadanos, despliega una legalidad que en nombre de la igualdad ju-
rídica favorece a los poderosos, consagrando el despojo y mantenien-
do la desigualdad de propiedad. De modo que podemos sostener que
la política del común, o como decíamos antes, lo político comunitario,
se construye sobre la base de una igualdad sustantiva que garantiza el
derecho a usufructuar aquello que se comparte, lo que a su vez conlle-
va al desafío de garantizar la igualdad de condiciones para hacerlo.
A este respecto, conviene que nos detengamos y problematicemos
la relación de lo común con el capital y el Estado. Desde mi perspecti-
va, la pretensión totalizante de los imperativos del valor produce con-
textos en los que es cada vez más difícil que lo común se recree y
regenere sin enfrentarse con alguna mediación del Estado o del capital.
De ahí que valga la pena esforzarse por reconocer las formas y las
dinámicas ambivalentes en las que puede presentarse lo común.10
Igualmente, esto nos conduce a advertir e indagar en las constantes
amenazas y peligros que hacen que lo común quede atrapado y sofocado
10
Agradezco a Silvia Gil por ayudarme a percibir, con la sensibilidad que la carac-
teriza, la impureza y lapromiscuidad con que aparecen las formas de lo común en
la actualidad, en buena medida por la extensión de los procesos de acumulación
del capital.

29
LUCHAS POR LO COMÚN

por las formas sociales dominantes. De acuerdo con Massimo de An-


gelis, esto podría suceder si se lograran subordinar ciertos aspectos
cruciales de la reproducción humana, como la dignidad, la solidari-
dad, la sostenibilidad ecológica o la felicidad. Desde la propuesta de
este autor hablaríamos de los comunes distorsionados o deformados11
(De Angelis, 2009: 33).
Esta cuestión nos lleva a reflexionar sobre un tema de enorme en-
vergadura que ya habíamos planteado: la relación de dependencia que
el capital tiene con lo común para garantizar su reproducción. Según
De Angelis, el capitalismo guarda una relación esquizofrénica con los
comunes. El capital es una fuerza social que requiere de la destrucción
y la mercantilización de los espacios y recursos comunes. Sin embargo,
al mismo tiempo debe contribuir a la constitución de dichos ámbitos. Si
bien el cumplimiento de esta relación es fundamental para garantizar su
propia sostenibilidad, también impacta en la preservación del planeta y
en la reproducción de muchas comunidades y formas de vida humanas
y no humanas. Así, el capital se esfuerza constantemente por escapar de
esta trampa, buscando superar las barreras que lo constituyen a partir
de su crecimiento perpetuo. Para vencer los obstáculos generados por
su propio desarrollo, tiene que intervenir y participar estratégicamente
en la constitución y la recomposición de los comunes. No obstante,
aunque éstos se presenten como distorsionados, son el producto y la
presuposición de nuestro hacer en común (De Angelis, 2009: 33).
Sin duda, esta profunda reflexión nos invita a pensar que cada ám-
bito de la vida, por más intrincado o cerrado que parezca, puede ser
susceptible de reclamarse y comunizarse (Holloway, 2013). Por con-
siguiente, una tarea analítico-política primordial es la de monitorear,
esclarecer y visibilizar las diversas estrategias del capital y sus diferentes
mediaciones para cooptar, contener, eliminar o vaciar los contenidos
subversivos de las prácticas centradas en lo común. A este respecto,
Silvia Federici denuncia que,

Los planificadores del desarrollo y los diseñadores de políticas han des-


cubierto que, bajo las condiciones adecuadas, la gestión colectiva de los
recursos naturales puede resultar más eficiente y menos conflictiva que
la privatización de los mismos, y que los comunes pueden ser redirigi-
dos a la producción del mercado; de la misma manera han compren-
dido, que llevada a su extremo, la mercantilización de las relaciones
sociales tiene consecuencias autodestructivas (Federici, 2013: 147-148).
11
En el original se habla de distorted commons.
30
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En toda esta discusión hay otro tema nodal: el análisis de la política y


las estrategias del despojo capitalista y del cercamiento de lo común. En
particular, la reflexión en torno a las continuidades y actualizaciones
de los métodos de la acumulación originaria hasta nuestros días, con
la violencia y el despojo como elementos constitutivos de una lógica
inherente a la reproducción del capital.

Despojo múltiple del capital

Propongo la noción de despojo múltiple para pensar y distinguir las


formas variadas que adopta el capital en un mismo proceso12 orientado
a expropiar lo común. Con ello me refiero a las formas, niveles, es-
trategias y condiciones de la acumulación del capital, las cuales tra-
taremos de comprender a partir de la recuperación de los debates y
las reflexiones del propio Marx y de diversos autores de las tradiciones
marxistas, con el propósito de pensar los siguientes aspectos y sus in-
terconexiones: a) la acumulación originaria; b) la acumulación o re-
producción ampliada del capital y; c) la relación entre capital y Estado,
en específico, el proceso de expropiación de las capacidades políticas
de autodeterminación social.
La acumulación originaria explicada por Marx en el Capítulo XXIV
de El capital, sitúa el origen del sistema capitalista en la imposición de
los primeros cercamientos de tierras comunales en Europa, realizados
durante el siglo xvi, y en la separación súbita y violenta de grandes
masas humanas de sus medios de producción, arrojándolas en calidad
de proletarios totalmente libres al mercado de trabajo. En este sentido,
la llamada acumulación originaria es el proceso histórico ex novo de
disociación entre los productores y sus medios de subsistencia.
Por otra parte, además de los planteamientos en torno a la acumu-
lación originaria, Marx desarrolla minuciosamente los modos en que se
reproduce el capital después de esta “primera” separación de hombres y
mujeres de sus medios de producción, principalmente de la tierra. Así,
la acumulación del capital es un proceso expansivo e intensivo de ex-
propiación del excedente convertido en plusvalor, a través de la apro-
piación capitalista de las capacidades productivas de hombres y muje-
12
El análisis de las variadas formas del despojo resulta útil para simplificar la com-
plejidad del problema, pensando en los posibles niveles, estrategias y condiciones
de la acumulación del capital; sin embargo, no debemos perder de vista que, en los
hechos, todas ellas son parte de un mismo proceso.
31
LUCHAS POR LO COMÚN

res para la generación de mercancías. Podemos decir que se trata de la


continuación, reiteración y consumación de “la separación forzada y
violenta de las personas de sus medios de subsistencia” –como ocurrió
en la acumulación originaria–, pero ahora bajo las reglas naturalizadas
del mercado. Y es que, habiéndose generado la primera separación,
ésta busca repetirse, garantizarse y ampliarse a escalas cada vez mayo-
res, incrementando la masa de material humano y de naturaleza explo-
tados bajo la premisa de la valorización del valor.
De modo que, la acumulación originaria, entendida como la separa-
ción forzada y violenta de las personas de sus medios de subsistencia,
dio inicio al proceso de subordinación del trabajo concreto al trabajo
abstracto, es decir, a la valorización del valor a través de la subsunción
del trabajo vivo al capital. Para referirse a esta primera acumulación,
Marx aclara que “el proceso que engendra el capitalismo sólo puede ser
uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad sobre las
condiciones de su trabajo, proceso que de una parte convierte en capital
los medios sociales de vida y de producción, mientras de otra parte
convierte a los productores directos en obreros asalariados” (Marx,
2008: 608). En este sentido, los obreros son doblemente libres; de los
lazos de servidumbre pero también de sus medios de producción, lo
que los transforma en desposeídos, como condición necesaria para su
consecuente proletarización y desplazamiento a los centros urbanos
en desarrollo.
En este proceso de disociación destacan de modo particular los
métodos violentos y el uso de la fuerza pública del Estado para la
producción de los cimientos de una nueva forma de organización de
la vida social. Continuando con Marx, “la expropiación del productor
directo se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y bajo el
acicate de las pasiones más infames, más mezquinas y más odiosas”
(ibid.: 648). De hecho, sólo a través del despojo, el robo, el fraude,
la humillación, el asesinato y el trabajo esclavo se puede explicar el
drástico pasaje de un orden social a otro. A partir de esta separación
los antiguos campesinos se convirtieron en vagabundos y ladrones a los
que incansablemente se buscaba transformar en verdaderos proletarios
mediante la necesaria disciplina, a través de leyes sanguinarias y
la imposición del trabajo. Así, al tiempo que las masas libres y des-
poseídas eran transformadas en proletarios, de igual manera se las
convertía en consumidoras de las mercancías de la naciente industria
manufacturera, desgarrando con ello su autonomía productiva en las
economías campesinas de subsistencia.
32
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En el caso de las mujeres, se implementó el proceso conocido como


“cacería de brujas”, una dura estrategia que Silvia Federici ha estudiado
sistemáticamente con el propósito de dar cuenta de las sanguinarias
formas utilizadas por el capital para dominar el cuerpo femenino
como territorio estratégico para la producción y reproducción de
la vida. La acumulación originaria fue produciendo una separación
entre los ámbitos productivo y reproductivo, este último confinado al
espacio de la familia, la institución más importante para la apropiación
y el ocultamiento del trabajo de las mujeres. De ahí que al analizar
las condiciones que impedían a las mujeres tener dinero propio,
imponiéndoles una relación de sujeción a los hombres, esta autora hable
del “patriarcado del salario” (cfr. Federici, 2010: 165). En definitiva, el
cercamiento de las tierras comunales afectó profundamente a las mu-
jeres, pues en tanto no contaban con derechos reconocidos sobre los
medios de producción, su subsistencia material e incluso existencial
dependía en mayor medida de lo común.
Como resultado, el cercamiento de las tierras comunales en Ingla-
terra y la separación de los campesinos y campesinas de sus medios de
subsistencia para su consecuente proletarización; junto con el descu-
brimiento y la conquista de América; el saqueo británico de las Indias
Orientales y la extracción de esclavos de África, fundaron sanguina-
riamente, ni más ni menos, el mundo moderno con epicentro en Euro-
pa, bajo una nueva legalidad basada en la propiedad privada, el merca-
do y la producción de plusvalía.
Si bien es innegable la importancia que tiene la comprensión de la
acumulación originaria como episodio histórico en la génesis del capi-
talismo, algunas voces –como la de Rosa Luxemburgo y, décadas des-
pués, las de David Harvey, Massimo De Angelis, Michael Perelman,
Werner Bonefeld, Paul Zarembka, Samir Amin, John Holloway, Silvia
Federici y The Midnight Notes Collective, entre muchos otras–, han se-
ñalado la trascendencia de pensar en el otro sentido de la acumulación
originaria, es decir, en términos de la relación consustancial que ésta
ha tenido con la reproducción del capital a lo largo de la historia. Esto
es, sin dejar de reconocer su particularidad fundante, pero tratando de
rastrear y de reconocer las actualizadas tramas constitutivas y persis-
tentes del capital hasta nuestros días, especialmente bajo el actual modo
de acumulación neoliberal.13
13
Un trabajo sumamente importante, que reúne y traduce al español algunos de
los textos de esta discusión es el número 26 de la revista Theomai, compilada por
Claudia Composto y Diego Pérez Roig en noviembre de 2012, “Trazos de sangre y
33
LUCHAS POR LO COMÚN

Y es que el análisis, primordialmente histórico, realizado por Marx


sobre los métodos empleados en la acumulación originaria, y su inter-
pretación de los mismos como origen de la prehistoria del capital
(Marx, 2008: 648), propició la lectura que sostiene que la acumulación
originaria se presentó solamente como una etapa original correspon-
diente a tiempos remotos ya superados. O incluso, como lo planteara
Lenin –uno de los representantes de esta interpretación–, que la acu-
mulación primitiva no sólo tiene que ser entendida como la premisa
histórica del modo de producción capitalista, sino que además resulta
inevitable y hasta positiva en aras de garantizar el desarrollo de las
fuerzas productivas (De Angelis, 2012: 18).14

Acumulación originaria y reproducción del capital:


dos lógicas inherentes a las políticas contemporáneas
de despojo y cercamiento de lo común

Desde nuestro punto de vista, este debate resulta fundamental para


reconocer las formas de despojo inherentes al capital –como las que
actualmente intervienen en América Latina–, a contracorriente de la
visión fetichizada que supone que, después de su génesis, el capital
ya no emplea los métodos violentos y sanguinarios propios de la
acumulación originaria, o que sólo los requiere y emplea de forma
excepcional.
A este respecto, propongo que exploremos algunos de los trabajos
elaborados bajo esta fértil interpretación, con el fin de precisar la apro-
ximación teórico-histórica que nos permita indagar en las estrategias
de cercamiento, despojo y acumulación neoliberal.
Rosa Luxemburgo, reconocida precursora de este debate, realiza
una cuidadosa lectura de los escritos de Marx para rastrear la relación
entre la acumulación del capital y las formas sociales no capitalistas
bajo los designios expansionistas del imperialismo europeo. A partir
de esta lectura, Luxemburgo sostiene que la acumulación capitalista

fuego ¿continuidad de la acumulación originaria en nuestra época?” Véase: http://


www.revista-theomai.unq.edu.ar/NUMERO%2026/contenido_26.htm
14
De esta posición deriva una de las versiones más ortodoxas del marxismo, criti-
cada por otras tradiciones del propio marxismo debido a las terribles consecuen-
cias que conlleva el lado siniestro del progreso, el recrudecimiento de la violencia
en relación al desarrollo histórico del capital, la fetichización del productivismo,
la dominación de la naturaleza y el culto al trabajo como causantes de los peores
horrores de la modernidad.

34
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

tiene dos aspectos distintos aunque orgánicamente vinculados entre sí:


por un lado, la producción de plusvalía, considerada como un proceso
económico cuya fase más importante se realiza entre los capitalistas y
los trabajadores asalariados dentro de los límites del cambio de mer-
cancías y de equivalencias. Bajo este proceso, la paz, la propiedad y la
igualdad reinan como formas aparentes que en realidad ocultan la apro-
piación de la propiedad ajena, la explotación y el dominio de clases.
Por otro lado, el proceso de acumulación entre el capital y su rela-
ción con las formas de producción no capitalistas, es marcado sin
ningún disimulo por la violencia, el engaño, la opresión y la rapiña
(Luxemburgo, 1967: 224). Al analizar el imperialismo de fines del si-
glo xix y principios del xx, Luxemburgo reflexiona sobre el avance
destructivo de las formas vigentes de la acumulación del capital a costa
de las economías naturales y campesinas. En este sentido, señala que, “la
violencia, el engaño, la opresión y el pillaje” –aunque encubiertos bajo
formas legales y revestidos por las ideologías propias del progreso, la
modernización y el desarrollo– han sido los mecanismos privilegiados
para lograr este cometido. Y es que “el capital no tiene (...) más solución
que la violencia, que constituye un método constante de acumulación
de capital en el proceso histórico, no sólo en su génesis, sino en todo
tiempo, hasta el día de hoy” (ibid.: 180).

El método violento es, aquí, el resultado directo del choque del capi-
talismo con las formaciones de economía natural que ponen trabas a
su acumulación. Y es que, este proceso se va recrudeciendo a medida
que el capitalismo requiere de espacios no capitalistas para obtener
materias primas y mano de obra que en sus mercados internos ya
no puede obtener. De tal suerte que para privar a los trabajadores
de sus medios de producción, y al mismo tiempo transformarlos en
compradores de sus mercancías, se propone, conscientemente, aniqui-
larlos como formaciones sociales independientes (idem.).

En suma, la acumulación del capital –en su forma de capital constante,


variable y de plusvalor– requiere forzosamente de espacios no capita-
listas, tanto para la producción como para el consumo. Ello implica
promover, no sólo la descomposición de las economías campesinas y
del artesanado europeo, sino también de las más diversas y primitivas
formas de producción y organización social en países no europeos (Lu-
xemburgo, 1967: 175). De modo que, “el capitalismo está atenido, aun
en su plena madurez, a la existencia coetánea de capas y sociedades no

35
LUCHAS POR LO COMÚN

capitalistas” (ibid.: 177), lo que exige la continuidad de la violencia y el


despojo, en tanto métodos constantes y aspectos esenciales del proceso
de acumulación del capital.
Dicho lo anterior, reconocemos que, pese a las múltiples críticas
que ha recibido el trabajo de Luxemburgo en torno a la revisión e
interpretación de la obra de Marx, sus aportes fueron profundamente
fructíferos para abrir una interpretación contraria a la visión única-
mente histórica de la acumulación originaria, así como para enfatizar
el papel de la violencia y de la necesidad de las economías naturales y
campesinas de todo el planeta para garantizar la generación de plus-
valía y la reproducción del capital.
Es curioso notar que la interpretación sobre la acumulación origi-
naria signada por los debates de la época de Luxemburgo y de otros
marxistas revolucionarios no suscita mayores alocuciones a lo largo de
cincuenta años, sino hasta después de la década de 1970 a raíz de la
emergencia de un nuevo modo de acumulación generado por la crisis
del fordismo. Consideramos que lo anterior se relaciona con el apa-
rente éxito del frágil equilibrio entre capital y trabajo característico del
Estado de bienestar, así como con la hegemonía y la preponderancia
de las formas “legales” de la acumulación del capital por encima de las
formas “sanguinarias” propias del despojo.
Entre los autores de esta nueva ola en diálogo obligado con la obra
de Luxemburgo, interesados todos ellos en sacar a la luz las formas de
despojo y violencia presentes en la acumulación capitalista durante el
posfordismo, se encuentra el geógrafo inglés David Harvey, quien
habla de acumulación por desposesión para referirse a la continuidad
de la acumulación originaria y enfatizar que el despojo no sólo es un
hecho fundacional, sino un proceso plenamente vigente. Bajo esta
concepción, Harvey discute con Luxemburgo en varios sentidos;
primero plantea la necesidad de suprimir el carácter de “mercado
exterior” que ésta adjudica a las formas de acumulación “originarias”,
las cuales para la autora se desarrollan como una solución al subconsu-
mo, es decir, a la escasez general de demanda efectiva que compense
el aumento de producción generado por el capitalismo (Harvey, 2004:
112). Al respecto, Harvey plantea que la acumulación por desposesión
no es una salida al subconsumo sino a las crisis de sobreacumulación
producidas por la reproducción ampliada. La tesis del nuevo imperia-
lismo de este autor se basa, justamente, en la importancia del papel
cumplido por la acumulación por desposesión ante la incapacidad de

36
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

acumulación de la reproducción ampliada debido a las crisis de so-


breacumulación, las cuales en buena medida se buscan superar bajo
diversas modalidades de ajustes espacio-temporales. La existencia,
profundización y actualización de las políticas de acumulación por
desposesión son para Harvey una suerte de “re-edición gigantesca del
cercado de las tierras comunales en la Europa de los siglos xv y xvi”,
que a su vez implica la existencia de luchas políticas y sociales y de vas-
tas oleadas de resistencia (ibid.: 118, 128).
Werner Bonefeld, otra referencia de este debate, plantea que no
existe una distinción temporal o geográfica entre la acumulación origi-
naria y la llamada “reproducción ampliada” o acumulación del capital,
sino que la primera es el fundamento latente de las relaciones sociales
capitalistas y la condición de posibilidad para que se reproduzca la
explotación a lo largo del tiempo. Se trata de “una acumulación cons-
tantemente reproducida, sea en términos de la separación renovada
de la nueva población de sus medios de producción y subsistencia, o
en términos de la reproducción de la relación asalariada en las rela-
ciones ‘establecidas’ del capital” (Bonefeld, 2001: 154). Desde este
punto de vista, la acumulación originaria es vista como la expropia-
ción contundente del trabajo de sus propias condiciones, como un pre-
supuesto constitutivo siempre presente en el marco de la reproducción
ampliada, es decir, es una condición de la producción capitalista que, al
mismo tiempo, no está dada de antemano y debe ser constantemente
recreada. De modo que, el antagonismo de clases entre el capital y el
trabajo subsiste por ese presupuesto constitutivo; de ahí que las luchas
históricas de la clase trabajadora representen, precisamente, una rup-
tura de dicha aceptación, una no conformidad con las leyes de la oferta
y la demanda, una no subordinación al curso ordinario de las cosas.
Bajo esta perspectiva, “la vida del capital no es sólo la explotación del
trabajo, sino también la expansión continua, es decir, la acumulación
del capital y por consiguiente la separación continua del trabajo de sus
condiciones” (ibid.: 153).
En sintonía con lo anterior, el marxista irlandés John Holloway
ubica la acumulación originaria como un proceso en constante
constitución, en permanente cuestionamiento y reelaboración; y no
como una etapa o un hecho histórico consumado. Para este autor, la
acumulación originaria provocó que, por primera vez, la actividad
humana se transformara en trabajo: “la separación de las personas
respecto de la tierra, fue en simultáneo (...) el aprendizaje de una nueva

37
LUCHAS POR LO COMÚN

forma de actividad llamada trabajo” (Holloway, 2011: 141). Este tipo


de actividad tomó la forma predominante de trabajo abstracto como
estructura central de socialización para la producción e intercambio
de mercancías. Esto es, un nuevo tipo de trabajo que no estaría basado
más en las cualidades particulares de la actividad humana, sino en la
forma abstracta del trabajo universal y de sus productos bajo la forma
de un equivalente general. Por tanto, la acumulación originaria impli-
có la separación y el cercamiento de los medios de producción para ha-
cer posible la imposición del trabajo abstracto. Sin embargo, para Ho-
lloway resulta innecesaria la distinción entre acumulación originaria y
reproducción ampliada, debido a que ambos procesos están destinados
a producir la misma separación; basta con hacer referencia genérica a
la “acumulación del capital”. En todo caso, resulta “más útil pensar el
despojo en términos de una estrategia para superar la crisis de la explo-
tación, y no como otra forma de acumulación” (Composto y Navarro,
2012c).
De acuerdo con lo anterior, Paul Zarembka (2012) rebate la idea de
la acumulación originaria como concepto aplicable a todos los tiempos
del desarrollo del capital. Para tal caso, al igual que Holloway sugiere
hablar de acumulación del capital en genérico, incluido el carácter
forzado y violento de la separación entre productores y medios de
producción, sin necesidad de agregar el adjetivo de originario. Se trata
de pensar la acumulación originaria, no de forma transhistórica, sino
reconociendo su especificidad en el momento original, situado en la
transición del feudalismo al capitalismo.
Habría que señalar que una diferencia entre Harvey y, por otro
lado, Bonefeld-Holloway-Zarembka, se ubica en la comprensión de la
relación entre las formas de la acumulación del capital. Para Harvey hay
dos formas de la acumulación que analíticamente habría que distinguir.
En ese sentido, el posfordismo se caracteriza por la predominancia
de la acumulación por desposesión sobre la reproducción ampliada;
mientras que para los otros autores no hay una separación entre una y
otra, ambas son parte de una misma forma y proceso, sea en términos
de la separación renovada de la nueva población de sus medios de pro-
ducción y subsistencia, o en términos de la reproducción de la relación
asalariada en las relaciones “establecidas” del capital.
Massimo de Angelis, por su parte, propone recuperar la noción li-
teral de “acumulación originaria”, no sólo como un momento históri-
camente situado en los albores del capitalismo europeo y, por lo tanto,

38
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

como algo ya superado, sino como proceso en curso de carácter per-


manente. Esta propuesta teórica sugiere analizar que la separación
forzada entre las personas y sus medios sociales de producción puede
tomar muchas formas y que las políticas de privatización y mercan-
tilización de los bienes comunes puestas en marcha durante las últi-
mas tres décadas del siglo xx son justamente nuevos cercamientos y
formas de esa separación. Si bien las formas modernas asumidas por la
acumulación primitiva se desarrollan en contextos bastante diferentes
de los cercamientos ingleses en los albores del capitalismo, lo cierto es
que continúan manteniendo la misma lógica de violencia y despojo
(De Angelis, 2012). Para este autor la diferencia fundamental entre
acumulación originaria y acumulación del capital reside, no en el
momento en que ocurre la separación, sino en el lugar y las circuns-
tancias en que se la exige, lo cual abre el camino para investigar las
diferentes formas posibles y renovadas de la acumulación primitiva a
lo largo de la historia del capitalismo.
Sin lugar a dudas, una diferencia central entre Luxemburgo y esta
nueva oleada de autores es que la primera no reconoce ni exalta nin-
guna relación antagónica entre el capital y las formas sociales no capi-
talistas, contrariamente a lo que sucede en los nuevos debates, que no
sólo reconocen el antagonismo –de las luchas indígenas y campesinas
primordialmente– contra la continuidad y actualización de la acumu-
lación originaria, sino que además le adjudican vital centralidad. E
incluso, dicho antagonismo es concebido como parte de la relación
capital-trabajo. En este sentido, destacamos la perspectiva de De An-
gelis, quien sostiene que a medida que la lucha de clases se intensifica
se “crean cuellos de botella en el proceso de acumulación, en una di-
rección que reduce la distancia entre productores y medios de produc-
ción” (De Angelis, 2012).
Dicho lo anterior, nos parece vital abrevar de las perspectivas ya
expuestas para comprender las luchas en defensa de lo común, las
cuales en conjunto han logrado abrir un debate sobre la necesidad
de pensar las continuidades y actualizaciones de los métodos de la
acumulación originaria hasta nuestros días, con la violencia y el des-
pojo como elementos constitutivos de una lógica inherente a la repro-
ducción del capital.
Más allá de las diferencias señaladas, este debate ha ayudado a de-
velar las formas fetichizadas de paz, orden y prosperidad utilizadas
para imponer leyes económicas a la producción de plusvalor. Si bien en

39
LUCHAS POR LO COMÚN

términos analíticos creemos pertinente establecer –tal y como plantean


Harvey y De Angelis– una diferencia entre las formas de acumula-
ción del capital para comprender sus especificidades concretas y las
condiciones en que se desarrollan, de ninguna manera ello está orien-
tado a concebirlas como lógicas independientes una de otra, ni mucho
menos a extraer del análisis la centralidad de la actividad humana. Por
el contrario, sostenemos que la acumulación originaria y la reproduc-
ción ampliada del capital son –como indica Luxemburgo– procesos
orgánicamente vinculados, que hacen posible la separación tajante e
insistente de los productores y sus medios de producción. De hecho,
podríamos decir –junto con Bonefeld, Holloway y el mismo De Ange-
lis– que todas las formas de acumulación del capital comparten el im-
perativo de producir y perpetuar dicha separación.
Con relación a la referencia nominal de acumulación originaria,
consideramos que es fundamental concebirla como una lógica perma-
manente destinada a posibilitar la expansión del capital, lo que de nin-
guna manera niega su capacidad explicativa de la constitución históri-
ca del capitalismo como nuevo orden. Sin embargo, para no confundir
al lector, en este trabajo emplearemos la categoría de despojo para
hacer referencia a la actualización de la acumulación originaria y del
movimiento primigenio de separación de los productores y sus medios
de producción.
Adicionalmente, para ahondar en la distinción de las formas que
adquiere la separación forzada entre las personas y sus medios sociales
de producción recuperamos a De Angelis, con el fin de pensar que
las políticas de privatización y mercantilización de los bienes comunes
puestas en marcha durante las últimas tres décadas son justamente
nuevas formas de esa separación. Desde la perspectiva de este autor,
la separación se presenta como la categoría central de la crítica a la
economía política de Marx. Así, resulta importante pensar que la mis-
ma no sólo implica la disociación de los productores y sus medios de
producción, sino de sus medios de existencia en general (De Angelis,
2012: 20). Por lo que, de ahora en adelante, al hablar de medios de
existencia nos referiremos a todos los medios materiales y simbólicos
que garantizan el sustento y hacen posible la reproducción de la vida.
En relación a esto, junto con De Angelis entendemos que el grado de
control sobre los medios de existencia determina en buena medida la
autonomía de la actividad humana con respecto al capital.
Por otra parte, del análisis histórico del caso de Inglaterra realizado

40
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

por Marx nos parece central retomar la idea del cercamiento de bienes
o terrenos comunales –the inclosure of commons (Marx, 2008: 617).
Ésta es explicada como una estrategia de robo masivo y exclusión física
de la comunidad de sus propios campos comunales, que fue llevada
a cabo mediante el cierre de los terrenos al libre paso de hombres y
animales. Fue iniciada en el siglo xvi e impulsada en primera instancia
por los requerimientos de materia prima generados por la ascendente
demanda de lana para la industria textil. Con el apoyo de industriales,
comerciantes y banqueros, además de la fuerza pública del Estado,
los terratenientes promovieron la expulsión y la separación de los
campesinos de sus medios de producción, transformando las tierras
de labor en terrenos de pastoreo para las ovejas.
Para profundizar en lo anterior, recuperamos el pensamiento de la
activista hindú Vandana Shiva, en torno a lo que sostiene son los cinco
procesos comprendidos en el actual cercamiento de bienes comunes:
1) la exclusión de las personas del acceso a recursos que, hasta enton-
ces, habían sido de su común propiedad o uso; 2) la creación de per-
sonas “excedentarias” o “prescindibles” al negarles el derecho de acceso
a los recursos comunales que las sustentaban; 3) la creación de propie-
dades privadas por medio del cercamiento de propiedades comunales;
4) la sustitución de la diversidad que abastece y satisface necesidades
y funciones múltiples por monocultivos que proporcionan materias
primas y mercancías para el mercado; y 5) el cercamiento paralelo
de las mentes y de la imaginación, que provoca que esos otros cerca-
mientos sean definidos y percibidos como una forma de progreso
humano universal y no de crecimiento de los privilegios y de los de-
rechos excluyentes de unos pocos, a costa de la desposesión y el em-
pobrecimiento de muchos (Shiva, 2006: 29).
Ciertamente, estos procesos de despojo y de separación de los me-
dios de existencia se repiten, reiteran y actualizan hasta nuestros días,
de la mano de las estrategias orientadas al despojo de lo político, es decir,
a la expropiación estatal de las capacidades de autodeterminación so-
cial. Ahondemos un poco más en esta idea, así como en la relación
entre el capital y el Estado.

41
LUCHAS POR LO COMÚN

Despojo y expropiación estatal de las capacidades


políticas de autodeterminación

Para analizar la lógica del despojo, es necesario indagar en las trans-


formaciones que se suscitan en la dimensión no sólo económica sino
también política de la organización de las relaciones sociales que resis-
ten. La separación de los productores y productoras de sus medios de
existencia –a la que nos acabamos de referir en el apartado anterior–,
así como la enajenación de lo producido en el proceso conocido como
“fetichismo de la mercancía”, invariablemente va de la mano de la ex-
propiación de las capacidades colectivas de decisión y conducción de
lo político. Por tanto, no está de más decir que si queremos entender
íntegramente algún proceso de despojo y la consecuente transforma-
ción de la vida social, no podemos dejar de considerar lo que sucede
en el ámbito de lo político. En este sentido, Holloway plantea que “la
separación de los trabajadores respecto de los medios de producción
es (...) un distanciamiento más general de las personas respecto de la
posibilidad de determinar su propia actividad” (Holloway, 2010: 195).
Así, la capacidad que cada individuo detenta para determinar su pro-
pia actividad, es expropiada para construir un poder político bajo el
dominio de una soberanía abstracta.
El discurso moderno dominante plantea que la puesta en práctica
de lo político pertenece al ejercicio de la política en calidad de mono-
polio (Echeverría, 2012: 77). Para precisar lo anterior, es necesario pre-
sentar la distinción entre la política y lo político trabajada por Bolívar
Echeverría. Lo político es el carácter distintivo de la forma de repro-
ducción de la vida humana, la capacidad de decidir sobre los asuntos
de la vida en sociedad, de fundar y alterar la legalidad que rige la con-
vivencia humana, la socialidad como una sustancia a la que se puede
dar forma. Su actualización se da de manera privilegiada cuando entra
en una situación límite, cuando la comunidad está en peligro o se
re-encuentra a sí misma. Por el contrario, la política está constituida
por el conjunto de las actividades propias de grupos concretos que
detentan el poder, dígase de la “clase política”, en el estrato más alto de
la institucionalidad social (ibid.: 77-78).
En consonancia con esto, Raquel Gutiérrez plantea que en el
capital los términos políticos quedan capturados en el asunto estatal,
reducidos a una competencia por el mandar y gobernar, y no como la
capacidad de gestionar el asunto común (Gutiérrez, 2009: 12-13).

42
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

De ahí que la expropiación y la enajenación de las capacidades


colectivas de decisión vayan de la mano de la instauración del principio
de representación en manos del Estado, que se funda como una
instancia aparentemente ajena y exterior a la sociedad cuyo propósito
es mantener y asegurar el dominio del capital. Esto nos lleva a pensar
en la representación como otra forma de separación, en este caso entre
representantes y representados, a partir de la cual estos últimos son
despojados de su capacidad de decidir sobre el asunto común.
Observemos que, históricamente, la imposición del Estado ha te-
nido como correlato la erosión y el desgarre de lo comunitario para su
suplantación por la forma individuo como nueva unidad básica de la
sociedad moderna. Basta recordar que la introducción del individua-
lismo ha estado relacionada con el remplazo de la socialización co-
munitaria por la socialización mercantil bajo la forma individuo y
una contraparte colectiva, que se ha compensado con la invención
de una comunidad imaginada representada en la figura del Estado na-
cional (Anderson, 1993).
La política aparece entonces como un poder extraño, ajeno, externo
y separado de la capacidad individual y colectiva de autodeterminación
que, en calidad de monopolio del Estado, se alimenta de la expropiación
y la transferencia reiterada del poder de la gente común hacia agentes
externos. En este sentido, diríamos que la recuperación y actualización
de lo político por parte de las colectividades implica una desafiante
disputa contra la política estatal, lo que se vuelve muy evidente cuando
se enfrentan las amenazas y las calamidades generadas por el despojo
capitalista.
Entre tanto, estas reflexiones iniciales respecto al despojo y a la
expropiación de lo político se inspiran y nutren igualmente de los
debates en torno a la relación entre Estado y capital cultivados por
el marxismo crítico durante todo el siglo xx. De manera particular,
recuperamos algunos de los planteamientos propuestos por el debate
alemán del derivacionismo durante los años setenta y por el marxis-
mo abierto desde los ochenta. Si bien las diferencias entre los plan-
teamientos desarrollados por estas tradiciones no son menores, lo
cierto es que han compartido la tarea de desentrañar la naturaleza del
Estado capitalista, situándolo como una forma política del capital.15
15
Las críticas que el marxismo abierto ha dirigido al derivacionismo apuntan a que
no distinguió claramente entre la dimensión “materialista” y “económica”, lo que ha
llevado a interpretaciones erróneas, como por ejemplo situar al Estado solamente
en su papel económico, o bien, en su estar determinado por las relaciones econó-

43
LUCHAS POR LO COMÚN

En estos trabajos resulta relevante el análisis de la separación entre


economía y política como rasgo específico, inédito y propio del adveni-
miento del capitalismo. Ello significa que por primera vez aparecen
separadas, por un lado, la economía y las relaciones de explotación co-
mandadas por la naciente burguesía; y por otro lado, el Estado como
forma autónoma e independiente de las leyes del movimiento del ca-
pital. Siguiendo a Joachim Hirsch, “el aparato de dominación política
–el Estado– se ha separado formalmente de la clase económicamente
dominante, la dominación política y la económica ya no son idénticas
inmediatamente, el ‘Estado’ y la ‘sociedad’, lo ‘público’ y ‘lo privado’ se
ubican como esferas separadas y diferenciadas” (Hirsch, 2007: 133).
Recuperando a Marx, estos autores advierten que dicha separación es
una forma fetichizada del capital, una ilusión objetiva para garantizar
su propia reproducción.
Desde esta perspectiva, la emancipación política del Estado ha im-
plicado salvaguardar las relaciones de igualdad abstracta entre los pro-
pietarios de mercancías, es decir, esconder las relaciones materiales de
desigualdad tras las relaciones de igualdad jurídica. En este sentido,
rescatar los estudios de los juristas rusos, I. Rubin y Eugene Pashukanis,
adquiere profunda centralidad para pensar el papel que desempeñan el
derecho y la ley en el proceso de fetichización de la forma Estado como
esfera autónoma de las relaciones de producción capitalistas. A decir
de John Holloway, “la constitución del Estado (...) es un proceso de fe-
tichización, de fragmentación de las relaciones de clase en formas no
clasistas. Aquí la fetichización no sólo se refiere a la creación de ciertas
formas de pensamiento, sino a la constitución de las ‘formas de vida
social’ burguesas. Involucra la organización de nuestras vidas” (Hollo-
way, 1980: 28).
Es de resaltar la insistencia de estos autores en recuperar el sentido
original de los trabajos de Marx, no para conformar una ciencia posi-
tiva capaz de describir la economía capitalista, sino como una crítica
materialista de la economía política orientada a desentrañar la ana-
tomía de la sociedad burguesa y a revelar la naturaleza de las relaciones
micas. En este sentido, Holloway plantea que analizar al Estado como una instan-
cia de la relación capitalista es analizar su sitio en las relaciones de producción
del capitalismo. “Esto es sumamente importante, porque es la única forma en que
se puede analizar el desarrollo del Estado como parte de un desarrollo global del
modo capitalista de producción. Sin embargo, ver al Estado como un momento en
las relaciones de producción es algo muy distinto de ‘reducir’ al Estado a lo econó-
mico” (Holloway, 1980: 8-9).

44
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

sociales representadas de manera fetichizada por los conceptos bur-


gueses de la economía política. A decir de Holloway, la búsqueda por
pensar las categorías marxistas como categorías críticas, implica la in-
terconexión y la unidad-en-la-separación de los fragmentos aparente-
mente atemporales y ahistóricos de nuestra existencia. Comprender el
movimiento por el socialismo presupone esclarecer la unidad de estos
fragmentos como forma de dominación históricamente específica y
transitoria. La crítica no desvanece las formas, pero es una parte inte-
gral de la lucha por disiparlas, por transformar la sociedad (ibid.: 9).
Con respecto a lo anterior, otro aspecto central del derivacionismo
y del marxismo abierto es la recuperación de la noción de forma como
categoría crítica, la cual fue desarrollada por Marx para dar cuenta del
fetichismo de la mercancía. Tal y como señala Holloway, “el análisis que
hace Marx del capitalismo en El capital se puede describir como una
‘ciencia de las formas’, un análisis y crítica de este ‘mundo encantado
e invertido’ (Marx apud., Holloway, 1980: 10). Para Marx, el secreto
del fetichismo reside en la propia forma de la mercancía. Siguiendo a
Bonnet, “esta forma no existe exclusivamente en nuestras mentes, co-
mo un proceso de capacidades subjetivas de abstracción, ni existe para
nada en una realidad ajena a nosotros (...) la abstracción que carac-
teriza a la forma mercancía resulta (...) de nuestra propia práctica de
intercambio de mercancías” (Bonnet, 2007: 273).
En este sentido, el Estado es una forma particular que deriva de
la totalidad social capitalista, en la que economía y política son for-
mas específicas de las relaciones de producción que deben ser pen-
sadas como formas diferenciadas en mutua relación. “El análisis del
Estado como forma de la relación capitalista (...) es más bien un in-
tento de analizar el sitio del Estado en las relaciones entre capital y
trabajo, concebidas como una forma históricamente específica de do-
minación clasista dotada de sus propias leyes de movimiento” (Ho-
lloway, 1980: 9).
Una de las implicaciones más importantes de este análisis es que no
existe separación entre economía y política, ni una autonomía relativa
del Estado con respecto al capital, noción desarrollada por Louis Al-
thusser y posteriormente complejizada por Nicos Poulantzas. En todo
caso, lo que Holloway propone es pensar la separación economía y po-
lítica como unidad-en-la-separación de la totalidad social (Holloway,
2011: 190), lo que conlleva a pensar al Estado en relación inseparable
con la acumulación del capital. Así, el capital y el Estado son formas
inherentemente dinámicas de una relación social.
45
LUCHAS POR LO COMÚN

Otra de las cuestiones que tiene enorme centralidad en esta pers-


pectiva es la de pensar al Estado capitalista como necesario para re-
gular la fragilidad e inestabilidad producida por el antagonismo de
clase. Al respecto, Hirsch plantea que las funciones fundamentales del
Estado son contrarrestar reactivamente la tendencia decreciente de la
tasa de ganancia provocada por la lucha del trabajo, así como regular
los conflictos entre los propios capitalistas. Desde este punto de vista,
la lucha de clases desafía permanentemente a la reproducción del ca-
pital, lo que implica que éste tenga que restablecerse y reponerse con-
tinuamente; de ahí que “la separación de la política y la economía (...)
no es un acto histórico que sucede una sola vez, sino que se reproduce
constantemente” (Bianke, Jürgens y Kastendiek apud., Holloway, 1980:
13). En ese sentido, las formas de dominación clasista son inevita-
blemente inestables, puesto que al estar fundadas en la explotación y
el antagonismo tienen que lidiar con la resistencia y la rebelión (Ho-
lloway, 1980: 13).
El Estado interviene entonces en la reproducción del capital y en
los procesos de valorización del valor, así como en el control, el dis-
ciplinamiento o la directa eliminación de aquellas formas sociales que
presentan resistencia o capacidad alguna de autodeterminación. Si-
guiendo a Roux, “se trata de un modo de dominación cuya magia
reside, precisamente, en realizarse bajo la forma de relaciones de in-
dependencia personal, establecidas voluntariamente entre individuos
jerárquicamente iguales” (Roux, 2005: 29). Dicha igualdad jurídica
hace posible el intercambio mercantil, bajo el entendido de que todos
los individuos, propietarios de su fuerza de trabajo, son ciudadanos o,
siguiendo a Pashukanis, “sujetos legales” que actúan en igualdad de
circunstancias (Holloway, 2011: 177).
Tratándose de un vínculo de dominio-subordinación mediado por
el intercambio mercantil entre sujetos privados, el capital aparece en
la superficie exactamente como su contrario: como lazos establecidos
voluntariamente entre individuos libres e iguales; se trata de “indivi-
duos libres subordinados a procesos impersonales que, siendo creados
en sus propias interacciones, son sin embargo vivenciados como si
se tratara de objetos o poderes externos: dinero, mercancía, Estado”
(Roux, 2005: 29).
Es así, como la ilusoria cohesión política que el proceso estatal pro-
mueve para regular el antagonismo y el desgarramiento de la sociedad
se da a partir de marcos normativos cuya obediencia puede estar ga-
rantizada no sólo por el consenso, sino también por el uso de la fuerza
46
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

física. A través de la obediencia se corrobora el mando del Estado,


mientras que al momento de su desconocimiento, se despliegan estra-
tegias de dominación mucho más tendientes a la coerción física.
Desde esta perspectiva, podemos plantear que el Estado-nación
aparece como una forma fetichizada de lo común o, en términos de
De Angelis, como un común distorsionado. De modo que, aunque el
capital niega lo común, no lo elimina; más bien lo captura y lo expro-
pia pues requiere de él para reproducirse y legitimar su dominación.
Los esfuerzos de recomposición comunitaria que tratamos de ana-
lizar en este libro aparecen justamente como luchas que, en tanto pro-
ducen y reproducen un común, tendencialmente niegan la comunidad
abstracta del capital.
En este marco, la dominación y la violencia estatal –desde la acumu-
lación originaria iniciada en el siglo xvi hasta nuestros días– han sido
fundamentales para enajenar la capacidad de hacer y, siguiendo a
Roux, para “dilatar el reino de la mercancía: abrir territorios, imponer
nuevas reglas laborales, privatizar bienes públicos, confiscar derechos,
detener éxodos migratorios y quebrar resistencias” (Roux, 2008: 71).
En caso de la implantación del nuevo régimen de acumulación pro-
movido por la doctrina neoliberal, sostenido sobre los pilares de la
privatización, la liberalización del mercado y la reconversión del rol
del Estado, ha implicado el disciplinamiento, el reflujo y/o la directa
eliminación de aquellas formas de resistencia que se han convertido
en obstáculos para la acumulación del capital, como sucede con el im-
portante caso de las luchas socioambientales. En este contexto, se ad-
vierten una serie de mutaciones estatales basadas en un conjunto de
relaciones de explotación, dominación y alienación, destinadas a im-
poner un orden de estabilidad y de normatividad que reconstruya, una
y otra vez, los pedazos de una sociedad internamente desgarrada por
la valorización del valor.
Desde este punto de vista, la dominación es una relación que está
lejos de encontrar una forma estable o cerrada. Más bien, se trata de
una lucha del capital por negar los procesos sociales de insubordi-
nación. Entonces, si “la dominación es un vínculo, que para realizarse
requiere de la aceptación y la participación activa de quien está some-
tido” (Roux, 2005: 36), de ninguna manera está asegurado tal cometi-
do; por el contrario, la voracidad del capital exige una actualización
radicalizante de las estrategias de dominación, lo que a su vez se en-
frenta con el antagonismo de clase de los sujetos que se rebelan contra
el despojo.
47
LUCHAS POR LO COMÚN

Para el estudio y el análisis concreto de los procesos de dominación,


de las disputas llevadas a cabo por el capital para la mercantilización,
extracción, depredación y contaminación de los bienes comunes natu-
rales, presentamos un esfuerzo colectivo de sistematización de la va-
riedad de estrategias empleadas para realizar el despojo, que podrían
leerse como una suerte de continuum en el que la violencia –tanto ma-
terial como simbólica– va in crescendo a medida que se pasa de una fi-
gura a otra, develando poco a poco la verdadera naturaleza del Estado
como la forma política del capital.16

ESTRATEGIAS DE DOMINACIÓN
1. Legalidad institucional
2. Consenso y legitimidad
3. Captura y cooptación
4. Disciplinamiento y normalización
5. Criminalización de la protesta
6. Represión
7. Militarización y contrainsurgencia

En las dos primeras figuras, 1) legalidad institucional y 2) consenso y


legitimidad; el Estado se presenta como un árbitro neutral, garante de
la igualdad de derechos y del bien común. Ambas estrategias funcio-
nan en el marco del monopolio estatal de la política, a partir de la ex-
propiación de la capacidad de decisión y conducción de la cosa pública
y de la cesión total o parcial de la capacidad soberana de cada colecti-
vidad e individuo.
La tercera y cuarta figuras, 3) captura y cooptación y 4) disciplina-
miento y normalización, apuntan a generar “diques de contención”
contra la disidencia y la movilización social, en pos de debilitar y aislar
su capacidad de acción, moldeando deseos, necesidades y/o lealtades
de distinto tipo. Es a partir de estas figuras que el consentimiento del
mandato estatal se vuelve inestable y enfrenta las fracturas producidas
por las expresiones de desconocimiento y desobediencia.
Las últimas tres figuras, 5) criminalización de la protesta, 6) repre-
sión y 7) militarización y contrainsurgencia, representan un progresi-
vo corrimiento del Estado hacia el uso del monopolio legítimo de la
16
Este esfuerzo es producto del trabajo realizado con la Mtra. Claudia Composto
para analizar las estrategias de dominación, a la luz principalmente de la actuación
de las empresas mineras. Para conocer una versión más pormenorizada de la mis-
ma recomiendo ver: Composto y Navarro (2014).
48
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

violencia, hacia una posición de guerra contra el enemigo interno, que


se expresa en su construcción simbólica como tal y en su eliminación
física en los casos más extremos.
Más adelante, esta tipología será pormenorizada y empleada para el
análisis de los conflictos socioambientales que enfrentan ciertas luchas
en defensa de lo común en México.
En síntesis, a través de la idea de despojo múltiple buscamos exponer
y ubicar algunas de las formas en que operan los procesos actualizados
de acumulación originaria y la expropiación estatal de las capacidades
políticas de autodeterminación. En los siguientes apartados las anali-
zaremos de manera más concreta, a la luz del caso mexicano.

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LUCHAS POR LO COMÚN

50
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

DESPOJO CAPITALISTA
DE LOS BIENES COMUNES
NATURALES EN TIEMPOS
DEL NEOLIBERALISMO

51
LUCHAS POR LO COMÚN

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

El hombre vive de la naturaleza, e.d., la naturaleza constituye su


cuerpo, y tiene que mantener un constante diálogo con ella, si no
quiere perecer. Decir que la vida física y mental del hombre está
vinculada a la naturaleza significa que la naturaleza está vinculada
consigo misma, puesto que el hombre es parte de la naturaleza.
Manuscritos económicos y filosóficos de Marx1

H
asta aquí vamos teniendo claro que un proceso inherente a la
acumulación del capital –desde su génesis hasta la actualidad–
es la separación violenta de hombres y mujeres de sus medios
de existencia, con la tendiente desarticulación de sus capacidades
políticas de autodeterminación para la reproducción de la vida.
Un aspecto nodal de esta violenta separación es la fractura que
se produce en la interacción metabólica entre el mundo humano y la
naturaleza. Desde la perspectiva de Marx y de los trabajos de John Be-
llamy Foster en torno a su obra, la noción de metabolismo refiere al
vínculo entre la existencia productiva humana y las condiciones físico-
naturales de la realidad; siendo el trabajo la actividad mediante la cual
se gesta el proceso de apropiación de la naturaleza para la satisfacción
de las necesidades humanas (Foster, 2000: 241-243).2 A este mismo
respecto, Marx plantea:

El trabajo es, antes que nada, un proceso que tiene lugar entre el hom-
bre y la naturaleza, un proceso por el que el hombre, por medio de sus
propias acciones, media, regula y controla el metabolismo que se pro-
1
Citado en Foster (2000: 245).
2
Los trabajos de John Bellamy Foster destacan por demostrar la centralidad que
tiene la ecología en el pensamiento de Marx y en su concepción materialista de la
historia. Recomendamos revisar Foster (2000).

53
LUCHAS POR LO COMÚN

duce entre él y la naturaleza. Se enfrenta a los materiales de la natura-


leza como una fuerza de la naturaleza. Pone en movimiento las fuerzas
naturales que forman parte de su propio cuerpo, sus brazos, sus piernas,
su cabeza y sus manos, con el fin de apropiarse de los materiales de la
naturaleza de una forma adecuada a sus propias necesidades. A través
de este movimiento actúa sobre la naturaleza exterior y la cambia, y de
este modo cambia simultáneamente su propia naturaleza... [El proceso
de trabajo] es la condición universal para la interacción metabólica [...]
entre el hombre y la naturaleza, la perenne condición de la existencia
humana impuesta por la naturaleza (Marx, apud., Foster, 2000: 243).

Siguiendo con esto, para Marx “toda producción –en toda forma de so-
ciedad, dice en los Grundrisse– es una apropiación de la naturaleza por
parte de un individuo dentro y a través de una forma de sociedad con-
creta”. Sin embargo, “el sistema capitalista de propiedad privada, a di-
ferencia de la propiedad comunal y de la propiedad privada basada en
el derecho de propiedad individual del trabajador agrícola sobre la tie-
rra, surge a través de la separación de toda relación directa entre la
masa de la población y la tierra, separación que se produce a menudo
mediante la expulsión forzosa”, o podríamos decir, a través de procesos
de acumulación originaria (Marx apud., Foster, 2000: 261-262).
Así, para Marx la existencia misma del capital presupone “un pro-
ceso histórico que disuelve las distintas formas en las que el trabajador
es propietario” a partir de “1) la disolución de la relación con la tierra
–con el paisaje y el suelo– como condición natural de la producción, con
la que se relaciona como con su propio ser orgánico... 2) la disolución
de las relaciones en las que aparece como propietario” (idem.).
Para el análisis de esta misma cuestión, en La gran transformación
Karl Polanyi da cuenta de los drásticos cambios acarreados por la im-
posición y la expansión de la economía de mercado en Gran Bretaña
en el siglo xix, principalmente a partir de la separación entre la tierra
y el trabajo. Y es que en los órdenes sociales contra los cuales el libe-
ralismo económico arremetió, el trabajo formaba parte de la vida, la
tierra era parte de la naturaleza; la vida y la naturaleza formaban un
todo articulado (Polanyi, 2009a: 247).

[La tierra] da estabilidad a la vida del hombre; es el lugar de su resi-


dencia; es una condición de su seguridad física; es el paisaje y sus es-
taciones. Es tan fácil imaginarnos haber nacido sin manos ni pies como
seguir viviendo sin tierra. Y sin embargo separar la tierra del hombre y

54
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

organizar la sociedad de tal forma que satisficiera las exigencias de un


mercado de la propiedad fue una parte vital del concepto utópico de
una economía de mercado (idem.).

Por lo que sigue, en términos de K. Polanyi la economía de mercado o


economía formal ha funcionado sobre la base de maximizar los resul-
tados a partir de un tipo de elección determinada por la insuficiencia y
escasez de los medios (Polanyi, 2009b: 88). En este contexto, la escasez
se presenta como una nueva condición que las colectividades tienen
que sortear frente al cercamiento y la mercantilización propios del de-
sarrollo de las economías capitalistas. Así, los bienes que se requieren
para satisfacer una necesidad son escasos, lo que demanda un tipo de
cálculo capaz de maximizar los fines con respecto a los medios.3 Tal y
como plantea Porto-Gonçalves, “privar es convertir un bien en escaso
y, por ello, en una sociedad que lo mercantiliza todo, un bien sólo tiene
valor económico si es escaso” (2008: 248).4
Otra fuente imprescindible en este debate es el feminismo y sus re-
flexiones sobre las economías de subsistencia o sustento versus las eco-
nomías capitalistas o de producción mercantilista. Siguiendo a la activis-
ta hindú Vandana Shiva, las actividades ligadas a la reproducción de la
vida son parte de lo que ella denomina economías de sustento, en las
que las personas trabajan y transforman la naturaleza con el fin de pro-
porcionarse directamente a sí mismas las condiciones necesarias para
mantenerse (Shiva, 2006: 25). En estas economías no es necesaria ni po-
sible la separación entre la producción y la reproducción. La producción
está íntimamente vinculada y orientada a la reproducción de la vida y no
a la valorización del valor, como sucede en las economías capitalistas.
Entre las alteraciones que ha producido la expansión de las eco-
nomías de mercado, se encuentra la separación entre los ámbitos de
3
Se recomienda ver el video ¿Qué son los bienes comunes? de Commons Strategies.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=4Dg6f1F98LI
4
Un ejemplo ilustrativo de este asunto es el discurso dominante que explica la
actual crisis hídrica, a partir de la determinación de que el agua es un bien escaso.
Y es que lejos de reconocer que la “escasez” de este “recurso” es provocada por los
patrones de extracción, producción, distribución, consumo y desecho del ciclo de
la acumulación del capital, se profundiza el desmantelamiento de los modos loca-
les y comunitarios de gestión del agua, se interrumpe el ciclo del agua y se pone
en riesgo la satisfacción de las necesidades básicas de la población humana y de
otras especies. Como sostiene Vandana Shiva, “la historia de la escasez del agua ha
sido una historia de avaricia, de tecnologías negligentes y de tomar más de lo que
la naturaleza puede reponer y limpiar” (Shiva, 2007: 17).

55
LUCHAS POR LO COMÚN

la producción y la reproducción, un tema que ha sido nodal en las re-


flexiones y luchas de los movimientos feministas. Precisamente, en El
Calibán y la bruja (2010) Silvia Federici documenta cómo los cerca-
mientos de tierra y la expansión de las relaciones monetarias en Europa
forjaron a sangre y fuego la división sexual del trabajo, determinando
la separación de los ámbitos productivo y reproductivo, a partir de la
cual este último se volvió el único espacio reconocido para las labores
de la mujer. En tanto las actividades de la reproducción no han sido
reconocidas como trabajo productivo, y por tanto no han sido objeto
de remuneración monetaria, han terminado resolviéndose en el
espacio doméstico.
Así, la división sexual del trabajo se sostiene y se profundiza con
toda alevosía hasta nuestros días, en tanto garantiza la generación de
plusvalor, ya que en el tiempo de trabajo socialmente necesario no se
consideran las actividades que hacen posible la reproducción de la
fuerza de trabajo y, en general, lo que la activista española Amaia Pérez
(2014) denomina “sostenibilidad de la vida”. En este mismo orden de
ideas, la feminista María Mies plantea, “nosotras reconocíamos que en
el capitalismo este trabajo no podía ser pagado, porque si lo fuera, el
modelo de acumulación colapsaría” (Mies, 2004).
Queremos insistir en que, como vimos en el apartado anterior, es-
tos procesos no son cuestión del pasado sino que son parte de una
lógica continua que se reactualiza hasta nuestros días. Además, habría
que añadir que ésta no tiene como único devenir la imposición y la
expansión de la relación entre trabajo asalariado y capital, como sucedió
por ejemplo con los cercamientos de las tierras comunales en Europa
durante el siglo xvi y con las grandes masas humanas arrojadas en
calidad de proletarios totalmente libres al mercado de trabajo; también
deviene en el desplazamiento y exterminio de poblaciones enteras,
como ocurrió en América Latina con la llegada de los españoles, o en
lo que hoy mismo sigue sucediendo con la aplicación de las políticas de
despojo neoliberal de los bienes comunes naturales.5
5
A este respecto, Andrés Barreda señala que un caso emblemático es el de la indus-
tria petrolera, que ha ocasionado una sistemática destrucción y/o expropiación de
tierras a las comunidades indígenas ancestrales, campesinas o de pescadores, que
tienen la desgracia de haberse asentado en las selvas, montañas, llanos, desiertos,
costas o tundras, donde subyacen las profundas cuencas petrolíferas. Comunida-
des que, después de un periodo inicial de resistencia contra las expropiaciones y la
destrucción del ambiente y de la salud de los habitantes, en la mayoría de los casos
terminan siendo expulsadas y, si les va bien, proletarizadas. Pero, si les va mal, son
exterminadas por militares o paramilitares al servicio de esta violenta industria
(Barreda, 2011).
56
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Adicionalmente y siguiendo a Foster, nos interesa destacar que en


los procesos de acumulación originaria y de despojo la alienación del
trabajo humano está vinculada a la alienación de los seres humanos
con respecto a la naturaleza (Foster, 2000: 29). Al cambiar la forma y el
contenido de nuestra propia actividad, se transforma el metabolismo y
nuestra relacionalidad entre nosotros mismos y con la naturaleza. Es-
ta doble alienación, la de nuestra capacidad de hacer y la de nuestra
relación con la naturaleza para la reproducción de la vida, se configu-
ra en la medida en que el capital arremete contra las relaciones sociales
articuladas en torno a la producción de valores de uso, para reorga-
nizarlas a través de la lógica del valor de cambio, con la consiguiente
separación entre producción y reproducción.
La doble alienación se sostiene, además, sobre la base de una apa-
rente separación y autonomía de la relación del mundo humano con la
naturaleza. Hablamos de “apariencia”, en tanto se trata de una ilusión
objetiva, de una forma fetichizada del capital6 que oculta la red de rela-
ciones de interconexión e interdependencia entre todas las formas de
vida que en conjunto habitamos el planeta.
Y es que, recuperando a Bolívar Echeverría, uno de los principios
ordenadores de la racionalidad capitalista es el humanismo, el cual no
sólo se presenta como la tendencia de la vida humana a crear para sí
un mundo autónomo y dotado de autosuficiencia relativa respecto de
lo Otro (el caos), sino más bien como su pretensión de supeditar la rea-
lidad misma de lo Otro a la suya propia: como su afán de constituirse
en calidad de “Hombre” o sujeto independiente, frente a un Otro con-
vertido en puro objeto, en mera contraparte suya, en “Naturaleza”. La
constitución del mundo de la vida en el sentido del humanismo mo-
derno se da a partir de la sustitución del caos objetivo por el orden del
sujeto y de la barbarie por la civilización (Echeverría, 2005: 150).
Así, la eliminación y la devastación del mundo natural es un signo
distintivo de la racionalidad moderna que supone que lo humano es
autónomo y que es la medida de toda la vida; por consiguiente, el res-
to de las especies se reproducen con la finalidad de cubrir sus reque-
rimientos. De ahí que consideremos que toda forma de vida tiene un
valor intrínseco más allá de la utilidad o beneficio que pueda propor-
cionar al mundo humano. En este sentido, entre las diferentes propues-
6
En la Crítica a la economía política de Marx, la categoría de forma es central para en-
tender el fetichismo de la mercancía. En la forma reside su secreto, de ahí que la teo-
ría crítica esté interesada en develar las formas fetichizadas de la sociedad burguesa
(Marx, 2008).

57
LUCHAS POR LO COMÚN

tas que ponen en el centro la reproducción de la vida y la existencia no


escindida entre el mundo humano y no humano, rescatamos la pers-
pectiva del antiespecismo, que parte de reconocer la capacidad de su-
frir y disfrutar de los animales no humanos y, por tanto, expresa su
negativa a que éstos sean objeto de dominio y explotación.7
En relación a esto, la ciencia moderna ha jugado un papel central
en la difusión de un sentido común que no sólo niega el valor intrín-
seco de otras especies o formas de vida no humanas, sino también de
otros modos de aprender el mundo y por tanto de otras fuentes de co-
nocimiento. Así, “la cientificidad de las argumentaciones del discurso
dominante aparece como el criterio de verdad frente a las otras inter-
pretaciones del mundo: a las cosmovisiones emanadas de otros ho-
rizontes de percepción que, desde la resistencia, mantienen y recrean
su convicción de que el mundo puede ser pensado, analizado y vivido
de manera distinta” (Ceceña, 2008: 14). La separación entre razón y
emoción y, específicamente el dominio de la primera sobre la segun-
da, se ha presentado como otra de las medidas para desautorizar lo que
no se considera conocimiento científico.8
De manera que, este conjunto de separaciones encuentra en la cien-
cia moderna y en el sistema científico una poderosa fuente de legiti-
midad. En específico, la fractura y separación metabólica del mundo
natural y humano se explica y se justifica, tal y como lo señala Enrique
Leff, por una racionalidad contra natura, regida por leyes naturales
inexpugnables, ineluctables, inconmovibles. En este marco, la naturale-
za es objeto de dominio de las ciencias y materia prima del proceso
productivo, desconociéndose su orden complejo y su organización
ecosistémica (Leff, 2006: 25). De ahí que la concepción instrumental
de "recursos naturales" disuelva a la naturaleza en una mercancía, en
mera aglomeración de recursos útiles o materias primas que termi-
7
El especismo, plantea Óscar Horta, “es la discriminación de quienes no pertene-
cen a una determinada especie”. Esto es lo que ocurre en el caso del especismo, del
que son víctimas los animales de especies distintas a la humana. La idea de que los
animales no humanos no tienen intereses que debamos tener en cuenta se encuentra
extendidísima (ibid.). “Como consecuencia de esto, los animales no humanos son
masivamente explotados en toda una serie de ámbitos (entretenimiento, alimentación,
experimentación, vestimenta, trabajo). Anualmente, en la actualidad, cerca de
60 000 millones de animales mueren en los mataderos del mundo (Horta, s/a).
8
En este caso, el conocimiento femenino ha sido descalificado y desautorizado por
ser “exageradamente emocional y sensible”. De ahí que la razón moderna sea pre-
dominantemente masculina.

58
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

nan siendo clasificadas en valorables y no valorables (Altvater, 2009:


2, 4; Marín, 2009: 185).
En definitiva, la relación entre conocimiento, producción de con-
ceptos y lenguaje es central. El lenguaje es el vehículo más importante
para producir, reiterar, incorporar, reelaborar y difundir la concep-
ción que tenemos y hacemos del mundo. En este sentido, llamamos
lenguaje del despojo a aquel sistema de representación de la realidad
que transmite y difunde una visión del mundo, un sentido común que
naturaliza y normaliza la experiencia de la separación y la negación de
lo Otro. Cuando hablamos de lo Otro nos referimos al mundo natural
y a aquellas formas de pensar, sentir y vivir el mundo que el capital no
ha logrado someter plenamente y que tienden a concebirse como ame-
nazas o espacios ingobernables frente a la dominación.
Si hacemos el ejercicio de analizar la dimensión discursiva del len-
guaje de los Estados y las empresas, iremos localizando un profuso
repertorio de conceptos interesados en promover una relación no sólo
de consentimiento, sino de activa aprobación de las políticas de despo-
jo. Un concepto central en este lenguaje es el de “recurso natural” que,
como decíamos anteriormente, disuelve a la naturaleza en una mer-
cancía para cubrir las necesidades de la acumulación del capital.
Otro ejemplo a este respecto tiene que ver con la expresión tierra va-
cía, que en clave colonial, a decir de Vandana Shiva, ha tenido dos claros
efectos: negar la existencia y los derechos previos de los habitantes ori-
ginales, y ocultar la capacidad y los procesos regenerativos de la tierra.
En consecuencia, ello ha legitimado y abierto las puertas a las políticas de
despojo y privatización (Shiva, 2006: 32). Para ilustrar esta cuestión, re-
cuperemos un fragmento del emblemático artículo “Receta para acabar
con el perro del hortelano” escrito por Alan García, en ese entonces man-
datario de Perú por segunda vez y responsable de la Masacre de Bagua,9
para referirse a los pobladores amazónicos que “ni comen, ni dejan comer”:
9
Al ver cómo a lo largo de varios años sus territorios eran amenazados por activi-
dades mineras y petroleras, las comunidades originarias de Perú comenzaron a
movilizarse, conformando diversas organizaciones indígenas con un plan de ac-
ción diverso cuya finalidad era presionar al Congreso para abrir un debate en el
que se discutiera la pérdida gradual de garantías legales en relación a sus territo-
rios amazónicos y la implementación del tlc en dicha región. Al ver negado el
debate los pueblos indígenas congregados en Bagua se reúnen en la ya bloqueada
carretera Fernando Belaúnde (tramo Curva del Diablo). El 5 de junio de 2009 son
desalojados tras una oleada de represión a cargo de un contingente de la Dinoes
(Dirección Nacional de Operaciones Especiales) que incluía dos helicópteros que
lanzaban perdigones, balas y gas lacrimógeno.
59
LUCHAS POR LO COMÚN

Cada año, al reducirse los ríos de la Selva, aparecen las playas o res-
tingas, una tierra de nadie, pero con humedad y fertilizantes traídos
por los ríos de la Selva. El Estado debería otorgar por venta o alquiler
estos lotes de gran dimensión [...] Hablamos de millones de hectáreas
ociosas para maderas porque las comunidades no cultivaron ni cul-
tivarán nada, depósitos minerales que no se trabajan, petróleo en el
subsuelo desperdiciado (Cursivas mías, García, 2007).

En general, en el lenguaje del despojo encontramos, de manera subya-


cente, una falsa dicotomía entre “desarrollo” versus “pobreza”, en tanto
se presume que el primero es capaz de erradicar al segundo. En este plan-
teamiento se hallan contenidos por lo menos dos sentidos dominantes
de la “pobreza”: por un lado, el que la entiende como la falta de progreso
y de voluntad de los pobres para modernizarse e integrarse al sistema,
lo que se expresa en la necesidad del capital de incorporar los modos no
occidentales o considerados pre-capitalistas de consumo y de producción
al proceso de valorización de valor; y por otro lado, el que la concibe como
fuerza depredadora de la naturaleza, lo cual puede mitigarse a través del
mercado y de sus mecanismos de asignación óptima, poniendo orden a
la “desorganización” con que se mira el ámbito comunitario.
Así, lo que para las economías de sustento muchas veces es visto como
austeridad y suficiencia, para las economías capitalistas es marginalidad
y pobreza. En todo caso, siguiendo a Shiva, habría que distinguir que
la “pobreza” que el capital genera es un tipo de “miseria” ocasionada
por la implantación y la expansión de las economías de mercado, con
la consiguiente desarticulación de las capacidades comunitarias para
garantizar la reproducción material de la vida (Shiva, 2006).
En tensión y algunas veces en abierta contradicción con el senti-
do común dominante, podemos rastrear lo que Gramsci denomina
núcleos sanos de buen sentido, una suerte de concepción embrionaria
alternativa del mundo surgida de la resistencia a la dominación; esto
es, una forma cultural activa de los de abajo que, entre otras cosas,
apunta a rechazar la idea de la dominación como un hecho objetivo sin
fisuras (Tischler y Navarro, 2011: 69). De estos núcleos de buen sentido
emerge un lenguaje que se alimenta de esas variadas y rebeldes formas
de mirar y de saber el mundo que conciben a la naturaleza como la ba-
se común de la vida humana y no humana; una totalidad sumamente
compleja de relaciones hombre-mujer-naturaleza que no puede sepa-
rarse y ser convertida en mercancía, como lo determinaría la lógica
instrumental y de exterioridad con que opera el capitalismo.
60
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Si bien estos lenguajes se construyen desde la singularidad y des-


de lo local, integran un patrimonio común, en tanto son producto y
actualización histórica de aquellas experiencias no plenamente capi-
talistas que persisten a pesar de la tendencia de totalización del capital.
En este sentido, en las experiencias de lucha y resistencia por la defensa
y la reapropiación de la riqueza común se habilita un fértil campo
para la generación de un conocimiento alternativo al del capital. Pro-
fundizaremos sobre esta cuestión más adelante, a la luz de algunas ex-
periencias concretas de lucha contra el despojo capitalista.
Al respecto, el ascenso de un nuevo tipo de conflictividad social ge-
nerado por el recrudecimiento de las políticas de despojo en tiempos
del neoliberalismo puede ser analizado en dos aspectos: 1) los modos
en que las clases dominantes buscan reorganizar el mundo y, 2) las
formas a partir de las cuales las luchas de abajo tratan de resistir, en-
sayando y desplegando nuevos sentidos y prácticas que garanticen la
reproducción de la vida humana y no humana. En lo que sigue ahon-
daremos en estos dos aspectos.

Conflictos socioambientales: entre el despojo y la defensa de lo común

Si bien la noción de conflictos socioambientales ha tenido amplia difu-


sión y arraigo en trabajos académicos y discursos populares, me parece
importante revisar y precisar algunos de sus contenidos a partir de
la perspectiva de análisis que he venido proponiendo en este libro.
Precisamente, desde la mirada continua e inherente a la acumulación
originaria podemos señalar que a lo largo de la historia del capital se
han detonado innumerables conflictos por el despojo de los medios de
existencia. Lo cierto es que estas tramas se han complejizado e inten-
sificado a medida que se acrecienta la sobreexplotación del trabajo
vivo y de la naturaleza, y que avanza la mercantilización sobre diversos
ámbitos de la vida, incluso sobre aquellos que hace unos años podrían
haber resultado inimaginables.10
Por tanto, si la emergencia y la multiplicación de estos conflictos
10
Con la cuarta revolución tecnológica, y en particular con los desarrollos de la
biotecnología, la ciencia está interviniendo en nuevos ámbitos de la vida, como
sucede con del material genético, el plasma de semillas o los conocimientos tradi-
cionales. Todo esto mediante nuevas estrategias de expropiación como la biopi-
ratería u otras formas de privatización a través de los sistemas de patentes.

61
LUCHAS POR LO COMÚN

es inherente a la lógica desenfrenada e insaciable con que opera el


capital, y al consustancial movimiento de despojo y violencia que
forzosamente vive de disminuir y arrebatar la riqueza común de otros,
es inexacto pensar que se trata de fenómenos inevitables, excepcionales
o absolutamente inéditos en la historia.
Ligado a esto, hay algunas interpretaciones que consideran que el
tipo de gestión estatal de la riqueza social y, en específico, el estilo de
gobierno y la voluntad de la clase política, pueden ser determinantes en
la proliferación o ausencia de conflictos socioambientales. Desde este
punto de vista, la dimensión procedimental y comunicativa entre las
partes se considera decisiva. Si bien los modos de proceder tanto de
gobiernos como de empresas influyen en el devenir y desarrollo del
conflicto, pienso que no tienen plena capacidad para desactivar la in-
compatibilidad que subyace a los intereses y proyectos en tensión, es
decir, a las lógicas de la acumulación del capital versus la reproducción
de la vida.
Es posible que si los conflictos mantuvieran su campo de disputa
únicamente en la dimensión procedimental pudieran buscarse herra-
mientas político-jurídicas que los trasladaran a un proceso menos po-
larizado y tenso. Sin embargo, las comunidades movilizadas buscan
respuestas a sus principales interrogantes, las cuales se vuelven urgentes
a medida que avanza la imposición de los proyectos. Los movimientos
se preguntan: ¿cuál es la utilidad de estos emprendimientos y a quiénes
benefician?, ¿cuáles son los impactos y las transformaciones que se de-
tonarán sobre sus medios y modos de vida? (Navarro y Pineda, 2009: 96).
Para ilustrar esta cuestión, cuando en 2001 el Frente de Pueblos en
Defensa de la Tierra de Atenco emprendió la conocida lucha contra la
construcción de un nuevo aeropuerto internacional sobre 5000 hectá-
reas aledañas al Lago de Texcoco, un argumento que adquirió relativa
fuerza en la opinión pública fue que el autoritarismo y la imposición
de los procedimientos, así como el precio irrisorio de $7.50 por metro
cuadrado de tierra que el gobierno federal ofertaba a los campesinos,
eran las causas del conflicto. Considerando este argumento, bastaba
entonces con mejorar el precio de la tierra y con generar un diálogo
con los opositores. No obstante, esta visión fue puesta en entredicho
cuando los ejidatarios explicaron que este megaproyecto representaba
una amenaza para sus formas de vida, su cultura y sus tradiciones. Por
lo que, no se trataba de negociar la mejor oferta posible sino de evitar
a toda costa el proyecto y su avance destructivo. “La consigna de los

62
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

propios campesinos ‘frijoles sí, aviones no’, sintetiza simbólicamente


esta tensión” (Pineda, 2010: 41, 43).
Por otra parte, uno de los problemas que surge al pensar que el tipo
y estilo de la gestión estatal es determinante en la (des)activación de
conflictos socioambientales es que se concibe al Estado como un ente
autónomo e independiente de las leyes del movimiento del capital, esto
es, que la política se reproduce independientemente de la economía, o
peor aún, que el Estado es sólo un instrumento y que su uso depende
de las intenciones de la clase gobernante. Aunque ya hemos hablado de
este tema en el capítulo anterior, para evidenciar que esta separación
no es posible y que en todo caso es una ilusión objetiva indispensable
para la reproducción del capital, podemos ver que, sin importar las
diferencias en los órdenes sociopolíticos en América Latina, los actuales
“gobiernos progresistas” y los de signo conservador, incluido México,
comparten un modelo de desarrollo centrado en el extractivismo. Es
decir, la depredación del mundo natural y del trabajo vivo son rasgos
estructurales que configuran sus economías.
Así, en términos generales, la noción de conflicto socioambiental se
inserta en un campo de disputa entre el capital-Estado y los procesos
colectivos y comunitarios por el acceso, control y gestión de los bienes
comunes naturales, pero también por las consecuencias o lo que en la
economía neoclásica se denominan “externalidades” de los procesos de
extracción, producción, circulación, consumo y desecho de la rique-
za social convertida en mercancía, en el marco de la acumulación del
capital.11
A este respecto, es importante resaltar que, a pesar de que la ma-
yoría de los conflictos socioambientales se activa o está conectada di-
rectamente con el momento de la extracción y la apropiación intensiva
de recursos naturales, es fundamental establecer el vínculo con los
otros momentos de lo que podemos llamar ciclo de la acumulación y
reproducción del capital, es decir, entre el tipo de extracción capitalista
y la producción-circulación-consumo-desecho. Dicho de otra manera,
11
La economía de origen neoclásico considera que el “sistema natural” es un sub-
conjunto del “sistema económico”; de ahí que las externalidades, entendidas como
los efectos negativos o a veces positivos no recogidos en los precios del mercado,
tengan que ser asumidas por este sistema económico en términos de “costos”. Cuan-
do existe una externalidad, significa que hay un fallo del mercado o del gobierno.
En contraposición con esta perspectiva, Joan Martínez Alier plantea que las exter-
nalidades son todo menos fallos, son más bien éxitos en la transferencia de costos
(Martínez Alier, 2008:11).

63
LUCHAS POR LO COMÚN

los conflictos socioambientales no sólo se generan en respuesta a los


procesos de acumulación originaria o despojo, es decir, a la separación
de los medios de existencia y, en específico, de los bienes comunes natu-
rales, sino también en respuesta a los impactos que la matriz capitalista
de extracción produce en otros momentos del ciclo de acumulación.
Los actores que podemos ubicar en estos conflictos son, por un
lado, las comunidades afectadas y aquellos que, sin enfrentar direc-
tamente los impactos, integran redes extraterritoriales de apoyo y soli-
daridad con las mismas; por otro lado, las empresas o corporaciones,
los gobiernos en sus diferentes niveles de competencia y acción, actores
paraestatales relacionados con el crimen organizado o que participan
de la informalidad de la violencia, como es el caso de los paramilitares.12
De este modo, podemos considerar que los conflictos socioambien-
tales son la expresión del choque entre la lógica del capital-Estado y
aquellos entramados comunitarios que se oponen al despojo; o dicho
de otra manera, entre la lógica de la acumulación del capital versus la
reproducción de la vida. Así pues, hablamos de sentidos y formas de
concebir y vivir el mundo que se van contraponiendo a medida que se
radicaliza y se polariza el conflicto. Cabe advertir que, cuando habla-
mos del choque y del antagonismo entre el capital y lo común no nos
referimos a dos sustancias o proyectos puros, acabados o con fronteras
impenetrables y claramente delimitadas; por el contrario, en la realidad
dichas lógicas se encarnan de manera confusa y entremezclada, nin-
guna de ellas está plenamente resuelta o garantizada y ambas están
constituidas por relaciones de tensión y lucha.
En este sentido, consideramos que la reproducción de las tramas
comunitarias y la producción de comunes no se desarrollan por fuera
de la lógica del capital, pero tampoco están totalmente subsumidas
a ella, es decir, tienen plenas capacidades para no depender de la
valorización del valor.13 Incluso, como veremos más adelante, cuando
se activa un proceso de resistencia contra el despojo puede desplegarse
lo que Gutiérrez denomina horizonte renovado de reapropiación de la
12
A este respecto recomendamos revisar el trabajo de la antropóloga Rita Segato
(2014) sobre las nuevas formas de la guerra que, caracterizadas por la informalidad,
se despliegan en un espacio intersticial que la autora denomina paraestatal, porque se
encuentra controlado por corporaciones armadas en las que participan efectivos es-
tatales y paraestatales. En México, este texto ha sido publicado por Pez en el árbol.
13
Esta reflexión es parte de una discusión más amplia sostenida con Raquel Gutié-
rrez, Huáscar Salazar y Lucia Linsalata en el Coloquio sobre “Reproducción mate-
rial de la vida y transformación social” realizado en el icsyh de la buap, septiembre
de 2014.
64
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

riqueza social saqueada o amenazada, la cual, a medida que se despliega,


problematiza y rompe paulatina o abruptamente las relaciones de de-
pendencia del capital.
En los capítulos siguientes trataremos de poner en práctica una mi-
rada interesada en la dimensión existencial, subjetiva y experiencial de
quienes luchan contra las políticas de despojo capitalista, sin que esto
provoque una desconexión con las dimensiones materiales y estruc-
turales que influyen en dichas disputas. Al respecto, dialogamos y nos
enriquecemos de las aproximaciones que analizan las expresiones so-
ciales que emergen contra las recientes políticas de despojo capitalis-
ta.14 En específico, empleo la noción de luchas socioambientales vincu-
lándola con las reflexiones de Silvia Federici (2013) sobre las luchas por
lo común, para reconocerlas como parte de una constelación de proce-
sos comunitarios en resistencia, que a lo largo de la historia han lucha-
do por sostener o recuperar el control de los medios de existencia para
la reproducción de la vida ante las ofensivas del capital.
Retomando la propuesta de Jorge Riechmann, es importante pre-
cisar que los términos conservacionismo, ambientalismo y ecologismo,
frecuentemente usados de manera indistinta, sobre todo los dos últi-
mos, no significan lo mismo. Al respecto, el conservacionismo o protec-
cionismo es el movimiento de protección de la naturaleza, los paisajes
y las especies vivas. No necesariamente se concibe como un movimien-
to político y corre el riesgo de centrarse en los efectos y en lo puntual
del lugar, sin criticar las causas y los contextos globales. Por otro lado,
el ambientalismo se relaciona con la lucha por un mejor ambiente y
14
A este respecto se encuentran los importantes planteamientos de Joan Martínez
Alier y Ramachandra Guha, quienes hablan de movimientos de justicia ambiental
o de ecologismo popular que nacen de conflictos ambientales causados por el cre-
cimiento económico y la desigualdad social a nivel local y regional (Martínez
Alier, 2004). El economista mexicano Enrique Leff los define como movimientos
de reapropiación de la naturaleza y reexistencia del ser (2004), en tanto no luchan
por una mejor distribución ecológica y económica sino por la recuperación de su
propia identidad cultural vinculada al territorio y por la reinvención de los sen-
tidos existenciales a partir de una construcción colectiva autónoma basada en el
ejercicio de una racionalidad ambiental. Por su parte, el geógrafo inglés David
Harvey habla de movimientos insurgentes o de luchas locales contra la acumulación
por desposesión, las cuales claramente expresan formas de resistencia, organización
y hasta proyectos diferentes a los de la clase obrera contra la reproducción amplia-
da del capital (Harvey, 2004: 130-131). Finalmente, los trabajos de la socióloga
argentina Maristella Svampa (2008a) hablan de movimientos socio-ambientales,
haciendo hincapié en el sentido más profundo de una relación integral con la na-
turaleza entendida como espacio vital que no puede escindirse del mundo social.
65
LUCHAS POR LO COMÚN

una mejor calidad de vida para los seres humanos desde un punto de
vista exclusivamente antropocéntrico. Finalmente, el ecologismo abor-
da las relaciones humanidad-naturaleza, denunciando el carácter des-
tructivo de la civilización productivista engendrada por el capitalismo
moderno y esbozando un proyecto civilizatorio alternativo (Riech-
mann, 1994: 115-116).
Con esta aclaración advierto que, cuando nos referimos al carácter
socioambiental de las luchas, estamos pensando en los contenidos del
ecologismo más que en los del ambientalismo. De modo que lo más
preciso sería hablar de “luchas ecologistas”; sin embargo, reconozco
que la expansión del término “luchas o movimientos socioambienta-
les” en nuestro continente, de la que además han sido parte los propios
protagonistas de las resistencias, en un sentido práctico nos sirve para
apuntalar la emergencia de este lenguaje común.
Desde esta mirada, considero que la singularidad de estas luchas se
relaciona con la búsqueda por re-conectar la existencia espiritual y
productiva humana con las condiciones naturales y materiales, o di-
cho de otra manera, con la lucha contra la fractura o separación de
hombres y mujeres del mundo natural. Lo que, en cualquiera de los
casos, implica poner en el centro la recomposición del metabolismo
sociedad-naturaleza como eje sustantivo de la reproducción de la vi-
da, un tema que me parece central en todo esfuerzo por superar la
alienación como proceso de extrañamiento de la propia existencia
mediante la transformación de nuestra relación con el mundo.
Así, en consonancia con los elementos que hemos expuesto, los
conflictos socioambientales pueden manifestarse en distintas tempo-
ralidades y espacialidades sociales. De ahí que no sólo estemos pen-
sando en la emergencia de conflictos frente a la amenaza de despojo de
los bienes comunes naturales y, en general, de los medios de existencia;
sino también ante las calamidades generadas por el despojo cuando
éste se ha vuelto parte de la vida cotidiana y se expresa en una crisis de
la reproducción social.
Nos referimos específicamente a un amplio abanico de conflictos
que abarcan desde la lucha de los campesinos del Consejo de Ejidos
y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (cecop) que se en-
cuentran defendiendo su territorio ante la amenaza de la desposesión
de sus medios de subsistencia y la desarticulación de sus mundos de
vida por la construcción de una hidroeléctrica sobre el río Papagayo;
hasta la resistencia de los habitantes de una zona industrial, ubicada en
el municipio de El Salto en Jalisco, quienes enfrentan una emergencia
66
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

socioambiental porque viven a menos de cinco kilómetros de uno de


los ríos más contaminados del país.
Desde mi perspectiva, ampliar la mirada de manera que nos ayude
a pensar en este conjunto de conflictos tiene una implicación política
muy importante, ya que contribuye a conectar luchas de diverso tipo
atravesadas todas ellas por un proceso de separación y despojo de
los medios de existencia necesarios para reproducir la vida, así como
por un proceso de doble alienación, el del trabajo humano y el de la
relacionalidad entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza.
Ahora bien, a nivel latinoamericano existen por lo menos 203 con-
flictos socioambientales, la mayoría ocasionados por alguna actividad
de extracción, localizados en países como Argentina, Belice, Bolivia,
Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Guyana Francesa, Haití, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto
Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.15
En el caso específico de México, entre 2009 y 2013 la investigadora
María Fernanda Paz (2014) ha registrado, documentado y georreferen-
ciado 161 conflictos distribuidos en 26 estados del país. Éstos fueron
publicados en la prensa nacional o presentados en la Asamblea Na-
cional de Afectados Ambientales (anaa).16 En este trabajo tipificó la
causa de las disputas, identificando los procesos generadores y los im-
pactos socioambientales de los agravios. De los 161 casos, aproxima-
damente cuatro están relacionados con algún conflicto por recursos;
10 casos corresponden a conflictos por el uso y la gestión de los re-
cursos, mientras que el resto tiene que ver con el riesgo o la afectación
socioambiental.
En lo que sigue profundizaremos en las formas del despojo de los
bienes comunes naturales y, específicamente, en la noción de extrac-
tivismo para pensar el caso mexicano. Si bien los orígenes de estas po-
líticas deben rastrearse desde los tiempos de la Conquista, trataremos
de analizar con mayor detenimiento las modalidades que adopta el
15
El conteo de conflictos socioambientales fue realizado por Claudia Cruz con
base en las siguientes fuentes: Paz (2012); ocmal (2010); Coeur Mining (s/a); In-
fomine (s/a); olca (s/a).
16
La anaa fue creada en 2008 en la ciudad de México por comunidades, pueblos,
colectivos y organizaciones sociales de decenas de localidades, como espacio de
encuentro autónomo y de coordinación conjunta para hacer frente a las proble-
máticas ambientales. Los diferentes movimientos que integran esta asamblea en-
frentan conflictos por agua, basura, vivienda, urbanización “salvaje”, construcción
de carreteras, destrucción de bosques, políticas agrarias, avance de la agricultura
transgénica, desarrollos hoteleros, despojo de playas y daños a la salud.
67
LUCHAS POR LO COMÚN

despojo en tiempos del neoliberalismo. Empecemos por revisar algu-


nos de los procesos que dieron pie a las políticas neoliberales y a las
transformaciones en marcha.

El giro neoliberal del despojo y del extractivismo

Cuando hablamos de neoliberalismo nos referimos al despliegue de


un nuevo régimen de acumulación a partir de la fractura del orden
bienestarista y fordista, mismo que logró cierta estabilidad a lo largo
de los treinta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El neo-
liberalismo devino del declive de un prolongado auge económico de
los países incorporados a este pacto y de la ruptura del equilibrio cris-
talizado entre el capital y el trabajo.
Hay que decir que este periodo de cambio no correspondió a un
tránsito pacífico sino todo lo contrario. Como en todas las fases de re-
estructuración del capital, sus modos de composición para superar
periodos críticos han sido a costa del avasallamiento de los espacios
de resistencia, del trabajo vivo y de la violenta apropiación de la
naturaleza, lo que ha provocado múltiples reacciones y resistencias
sociales. De hecho, el conjunto de políticas puestas en marcha para
transitar hacia un nuevo orden estuvo orientado por la consigna de
recuperar aquellos ámbitos en los que el capital tuvo que ceder terreno
previamente como producto de la lucha de clases. En este sentido,
nos parece útil retomar el planteamiento de Silvia Federici sobre los
principales procesos que han venido reestructurando la economía
mundial con el neoliberalismo (Federici, 2013: 54-56):
1) La expansión del mercado laboral y la transformación de las for-
mas de organización de la producción y reproducción, a partir de un
proceso global de despojos que ha separado a millones de personas
de sus formas de vida y sus medios de subsistencia. Hablamos de nu-
merosas aglomeraciones de trabajadores y trabajadoras que han veni-
do perdiendo su autonomía y que, para garantizar su subsistencia, hoy
dependen de vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
2) La desterritorialización del capital y la financiarización de la ac-
tividad económica posibilitada por la “revolución informática”, que
impulsó un movimiento casi instantáneo del capital alrededor del
mundo, capaz de rebasar continuamente los límites que en otros mo-
mentos la resistencia de los trabajadores había puesto al capital.

68
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Agregaríamos que estos procesos actualizados de acumulación lo-


graron, una vez más, la creación de nuevos circuitos de valorización del
valor de la mano de novedosas estrategias de apropiación de la vida,
en el marco de la ya conocida subordinación de la ciencia al capital,
intensificada con el desarrollo de la cuarta revolución científico-tec-
nológica enfocada en comprender los mecanismos de la vida a nivel
celular, especialmente de la genética, a partir de la biotecnología. Como
parte de este movimiento se ha impulsado la “gran transformación tec-
nológica verde”, noción creada en la ruta hacia la Cumbre de la Tierra
(Río+20) de junio de 2012 y ampliamente documentada por el Grupo
etc. Ésta consiste en,

sustituir la extracción de petróleo con la explotación de la biomasa


(cultivos alimentarios y textiles, pastos, residuos forestales, aceites ve-
getales, algas, etc.). Los promotores de esta idea vislumbran un futuro
post-petrolero en el que la producción industrial (de plásticos, sustan-
cias químicas, combustibles, fármacos, energía, etc.) dejará de depen-
der de los combustibles fósiles para derivarse de materias primas bio-
lógicas transformadas mediante plataformas de alta tecnología basadas
en la bio-ingeniería. Muchas de las más grandes corporaciones y de
los gobiernos más poderosos ensalzan el uso de nuevas tecnologías
–incluyendo la genómica, la nanotecnología y la biología sintética–
para la transformación de la biomasa en productos de alto valor (etc
Group, 2011: 6).

3) La apropiación y la destrucción de ecosistemas y bienes comunes


naturales comandada principalmente por un puñado de corporaciones
económicas. Estas políticas dan cuenta de que la acumulación origi-
naria es un proceso plenamente vigente y que es consustancial a la
reproducción del capital. Siguiendo a Harvey, diríamos que estos pro-
cesos de despojo son centrales para abrir nuevos espacios de inver-
sión y generar salidas espacio-temporales frente a las crisis de sobre-
acumulación (Harvey, 2004: 118, 128).
4) La disminución de las inversiones estatales en la reproducción
de la fuerza de trabajo, por medio de los programas de ajuste estructu-
ral y del desmantelamiento del “Estado de bienestar”, además de las
reformas estructurales orientadas a la privatización y mercantilización
de servicios y bienes público-estatales. En este caso, Holloway habla de
la necesidad del capital de reducir los “costos indirectos de la explota-
ción”, en tanto el Estado de bienestar empleaba cuantiosos recursos

69
LUCHAS POR LO COMÚN

para garantizar la estabilidad en la explotación vía salarios y todo tipo


de políticas sociales. Se concluyó que ese camino era excesivamente
costoso y que ya no era el adecuado para contener la lucha de clases
(Holloway, 2006: 85-86).
En relación con este último eje, el cercamiento de aquellos bienes
gestionados por el Estado o por alguna entidad colectiva adquirió su
expresión más visible y condensada en la oleada de privatizaciones de
bienes y servicios públicos que ha cubierto al mundo desde las décadas
de los ochenta y noventa: tierras, medios de comunicación y transpor-
te (puertos, aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, compañías de avia-
ción), telecomunicaciones (telefonía digital y sistemas satelitales), ban-
ca y servicios financieros, petróleo y petroquímica, minas y complejos
siderúrgicos, sistema de seguridad social (salud, educación, vivienda)
y hasta fondos de pensión y retiro de los trabajadores (Gilly y Roux,
2009).
En este punto, los Estados se encuentran en férrea competencia por
recibir porciones del capital global en sus territorios, desmantelando
conquistas democráticas históricas para convertirlas en oportunidades
de inversión. Bajo esta lógica, no sólo los bienes y los servicios públicos
adquieren primordial importancia, sino también los bienes comunes
naturales.
Cabe mencionar que las resistencias contra las privatizaciones y las
políticas generales de desincorporación del sector paraestatal han es-
tado representadas principalmente por luchas sociales vinculadas a un
horizonte nacional-popular17 que se enfrenta al neoliberalismo de-
nunciando el proceso de descolectivización en marcha, la pérdida de
soberanía nacional y la precarización y detrimento de los derechos so-
ciales. Planteamientos que, por ejemplo, no han cuestionado las bases
y las formas de la explotación y la alienación laboral, ni mucho menos
la apropiación instrumental de la naturaleza. De ahí que sea un tipo de
antagonismo que no desafíe, y que por el contrario, en la mayoría
de los casos consienta la continuidad de las políticas extractivistas,
siempre y cuando éstas se encuentren reguladas por el Estado, la renta
esté orientada a una redistribución de la riqueza en marcos nacionales
y se garanticen los derechos sociales consagrados en la Constitución.
17
Siguiendo a Raquel Gutiérrez, la noción de lo nacional-popular refiere a la am-
bición de reconstrucción estatal que se orienta por la voluntad beligerante de cons-
truir nuevos términos de inclusión en la relación estatal, a partir de modificar la
relación entre sociedad y gobierno, es decir, de mando que organiza el vínculo es-
tatal (Gutiérrez, 2013: 25-26).

70
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En el caso de América Latina las formas del despojo múltiple se


han intensificado y profundizado debido al rol geopolítico que nuestro
continente sigue jugando en la división mundial del trabajo. Un papel
que está configurado por relaciones históricas de dominación y subor-
dinación, y que se ha ido actualizando mediante la implementación de
un conjunto de políticas tendientes a profundizar la financiarización, la
desindustrialización y la reprimarización de la estructura económica.
Escenario en el que, por otra parte, las empresas transnacionales y en
algunos casos actores ligados al crimen organizado se han convertido
en los principales agentes beneficiarios de este reeditado orden global,
explotando recursos en condiciones monopólicas y dejando enormes
pasivos sociales y ambientales en las comunidades asentadas en esos
territorios.18 Lo que además ha supuesto el disciplinamiento o la di-
recta eliminación de aquellas formas de resistencia que se fueron con-
virtiendo en un obstáculo para la acumulación del capital (Composto
y Navarro, 2012: 62).
Así, el nuevo ciclo de mercantilización, apropiación y control ca-
pitalista de los bienes comunes naturales en las áreas del sur del mun-
do, incluida Latinoamérica, se ha convertido en un importante objeto
de análisis que los argentinos Seoane, Taddei y Algranati han carac-
terizado como parte de una ofensiva extractivista (2013: 88).
Precisamente en el marco de este contexto más amplio nos interesa
analizar las tendencias generales y sobre todo las especificidades del
giro neoliberal tomado por el despojo y el extractivismo en México.
Para ello dialogamos con las reflexiones que se han producido a este
respecto en las realidades sudamericanas, mismas que después de la
crisis del neoliberalismo de mediados de la década de los noventa del
siglo xx han atravesado relativos procesos de reconfiguración gene-
rados por la intensa movilización popular y el posterior ascenso de los
llamados gobiernos progresistas.19
Debo aclarar que rastrear las actualizaciones del despojo y del
18
Joan Martínez Alier señala que en América Latina el término “pasivo ambiental”
es utilizado sobre todo por influencia de la industria minera chilena, para indicar
el costo de la prevención del daño futuro una vez efectuado el cierre de las minas.
“El ‘pasivo ambiental’ es la deuda ecológica no pagada por la empresa durante todo
el tiempo de operación de la mina, sumada al gasto necesario para impedir daños
una vez cerrada la operación” (Martínez Alier, 2009: 13).
19
A este respecto, los trabajos que han tenido mayor difusión y relevancia han sido
los del uruguayo Eduardo Gudynas, el ecuatoriano Alberto Acosta, y los argenti-
nos Horacio Machado, Emilio Taddei, Jose Seoane y Clara Algranati.

71
LUCHAS POR LO COMÚN

extractivismo en tiempos del neoliberalismo, incluyendo a los órdenes


sociopolíticos de los gobiernos progresistas, de ninguna manera se
desliga del pasado colonial y de las continuidades estructurales que
han definido la relación de América Latina con el resto del mundo.
Recuperando a Horacio Machado, diríamos que,

En definitiva, extractivismo y ordenamiento territorial no son cues-


tiones apenas de la crucial coyuntura ecológico-política del siglo xxi;
remiten a los orígenes del sistema-mundo. El ordenamiento territorial
de la modernidad empieza como reparto colonial del mundo. Como
práctica colonial, el extractivismo se erige como principio de estruc-
turación epistémica, económica, ecológica, y política de la moderna
civilización del capital. Nace de y con el capitalismo, necro-economía
colonial. Empieza en América; la inventa y le impone el nombre y
su lugar en el mundo: territorio minero, espacio social y geográfico
de la mera extracción. Al inventarla así, crea también de tal modo
el sistema-mundo como totalidad: crea el Centro y ‘sus’ periferias, o
mejor dicho, la invención/imposición de la periferia –espacio abismal
de extracción, zona de sacrificio–, permite la fastuosa construcción de
la Metrópoli, presentada así como centro y cumbre de la civilización
universal (Machado, 2014).

Hecha esta aclaración me parece importante dialogar con el plan-


teamiento conceptual de neoextractivismo acuñado por el uruguayo
Eduardo Gudynas (2009),20 quien expone las particularidades consti-
tuyentes del momento actual, en tanto abarca –ya no sólo en el sentido
clásico de la palabra– la extracción de recursos no renovables como los
minerales, el petróleo y el gas, sino también los recursos renovables,
como la industria forestal, los agronegocios, los biocombustibles, las
pesquerías, las camaroneras y algunas formas de piscicultura, que son
exportados como commodities al mercado internacional.21 En este
20
Cabe señalar que la noción de neoextractivismo ha sido desarrollada por Eduar-
do Gudynas para pensar las particularidades que adquiere la explotación de la
naturaleza en los actuales “gobiernos progresistas” de América Latina (Bolivia,
Venezuela, Ecuador, Argentina, Brasil y Uruguay principalmente). Sin embargo,
consideramos que en términos generales y como aquí se exponen, dichos rasgos
son compartidos por todos los países del continente.
21
Los commodities son un tipo de activos financieros que conforman una esfera de
inversión y especulación extraordinaria por el elevado y rápido nivel de lucro que
movilizan “mercados futuros”, en tanto responsables directos del aumento ficticio
de los precios de los alimentos y de las materias primas registrado en el mercado
internacional (Bruckmann, 2011).
72
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

planteamiento también se incluye el turismo de masas y el conjunto de


desarrollos de infraestructura terrestres y costeros que hacen posible la
circulación de las mercancías extraídas y/o mínimamente procesadas.
A diferencia de otros modos de apropiación de la naturaleza, desde
el reparto colonial del mundo, el extractivismo se ha distinguido por
los impactos que genera en el medio debido a los grandes volúmenes
y las altas intensidades en la extracción de recursos. Un segundo as-
pecto que lo caracteriza es que se trata de materias primas sin pro-
cesar, o con un procesamiento mínimo, cuyo destino principal es el
comercio exterior. La orientación exportadora del recurso extraído
prevalece cuando menos en un 50% (Gudynas, 2013: 3). De modo que
la demanda de recursos naturales de otras regiones se impone sobre
las necesidades locales, reiterando una profunda relación de subor-
dinación y dependencia con los mercados internacionales. Un tercer
rasgo distintivo es la participación de actores privados en la gestión y
usufructo de los bienes naturales extraídos; la mayoría de las veces se
trata de capital trasnacional y, en algunos casos como el de México, de
capital nacional y de actores ligados al crimen organizado.
Así, siguiendo a Gudynas, el extractivismo está relacionado con el
desarrollo de un modelo de “economía de enclave”, una suerte de “isla”
con escasas relaciones y vinculaciones con las cadenas industriales
nacionales. Esto se debe a que buena parte de sus insumos y tecnologías
son importados y a que una proporción significativa de su personal
técnico también es extranjero. Esto determina que las contribuciones a
las economías locales o regionales sean muy limitadas, y que el grueso
de sus ganancias quede en sus casas matrices (ibid.: 6).
Lo anterior deja claro que a lo largo de la historia el extractivismo
ha competido y desplazado a otras actividades y a otros modos de
apropiación de la naturaleza, principalmente aquellos en los que los
volúmenes e intensidades son menores, y que en gran medida están
orientados a satisfacer las necesidades de subsistencia a nivel local o
regional (ibid.: 5).
Los nocivos efectos y los pasivos socioambientales que este tipo de
desarrollo deja a su paso son otro signo distintivo de estas formas de ex-
tracción. Hablamos de la destrucción de mundos de vida humanos y
no humanos, del deterioro progresivo de la salud de los habitantes y de
quienes trabajan en los emprendimientos debido a su exposición a alar-
mantes niveles de toxicidad. En el campo laboral se ha documentado
la existencia de numerosos casos de explotación laboral sin límites, in-
cluida la explotación de mano de obra infantil.
73
LUCHAS POR LO COMÚN

Si bien la mayoría de los rasgos del extractivismo contemporáneo


expuestos aquí se han presentado desde la antigua estructuración de las
economías coloniales de lo que hoy conocemos como América Latina,
habría que decir que, independientemente del modelo sociopolítico
y de las formas actuales que toma el despojo en cada país, no existen
precedentes en la historia del conjunto de consecuencias producidas
por la intensificación de la sobreexplotación del trabajo vivo y de la
naturaleza, y por la mercantilización de diversos ámbitos de la vida
que hoy estamos enfrentando (Composto y Navarro, 2012b):
1) la vertiginosa aproximación hacia el umbral de agotamiento pla-
netario de bienes naturales no renovables fundamentales para la acu-
mulación de capital y la reproducción de las sociedades modernas,
tales como el petróleo, el gas y los minerales tradicionales;
2) el salto cualitativo en el desarrollo de técnicas de exploración y
explotación –más agresivas y peligrosas para el medio ambiente–, que
está permitiendo el descubrimiento y la extracción de hidrocarburos
no convencionales y minerales raros, disputados mundialmente por su
formidable valor estratégico en los planos económico y geopolítico de
largo plazo;
3) la progresiva transformación de los bienes naturales renovables
básicos para la reproducción de la vida –tales como el agua dulce, la
fertilidad del suelo, los bosques y selvas, etcétera– en bienes naturales
potencialmente no renovables y cada vez más escasos, dado que se han
constituido en los nuevos objetos privilegiados del (neo)extractivismo
o en sus insumos fundamentales (Acosta, 2011);
4) la conversión de los bienes naturales –tanto renovables como no
renovables– en commodities.
5) el aumento de la extracción y el uso de los más de 90 elementos de
la tabla periódica para la producción de nuevos materiales, lo que sin
lugar a dudas no sólo ha generado mayores presiones sobre los ecosis-
temas, sino que ha dificultado el reciclado de los objetos desechados,
introduciendo una toxicidad sin precedentes en los hábitats humanos
y naturales (Gardner y Sampat, 1999: 92).
Pasemos ahora a revisar más de cerca las formas del despojo de los
bienes comunes naturales y las tramas de conflictividad socioambiental
en México.

74
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Despojo y extractivismo de los bienes comunes naturales en México

Si recuperamos el sentido clásico del término extractivismo, es de-


cir, un tipo intensivo de apropiación de los recursos naturales no re-
novables, podemos ver que sus orígenes en México pueden rastrearse
desde los tiempos de la Conquista y la Colonia, a partir de la explo-
tación de los yacimientos minerales descubiertos.
Si bien la tradición minera en nuestro país comienza en la época
prehispánica con la producción de joyas, objetos artísticos y herra-
mientas para la agricultura, la pesca y la caza, destinadas a la subsisten-
cia cotidiana, es con la llegada de los españoles que su explotación se
hace intensiva para convertirse rápidamente en la base de la economía
del virreinato de la Nueva España. El desarrollo de esta actividad reor-
denó profundamente los territorios, a través del establecimiento de
nuevos asentamientos y centros urbanos, y la creación de infraestruc-
tura y vías de comunicación para el transporte y la distribución de los
minerales extraídos (Estrada, 2003: 4).
A partir de los datos rescatados de los Archivos de las Indias se
calcula que entre 1503 y 1660 el saqueo implicó en América Latina la
cantidad de 185 mil kilos de oro y unos 16 millones de kilos de plata
aproximadamente, tan sólo en metales preciosos. Para el caso puntual
de México, la extracción de plata entre 1521 y 1921 representó cerca de
dos terceras partes del total de la producción mundial de ese metal, o
más de 155 mil toneladas (Delgado, 2011b: 10-11).
En lo relativo a la explotación de yacimientos de petróleo, esta ac-
tividad inició propiamente en la segunda mitad del siglo xix, en parti-
cular en 1869, cuando la Compañía Explotadora de Petróleos del Gol-
fo Mexicano hizo su primera perforación en Papantla, Veracruz, dando
paso a la expansión de nuevos campos petrolíferos. Esto profundizaría
el modelo primario exportador de la economía impulsado por el go-
bierno de Porfirio Díaz.
Cabe mencionar que, detrás de los acontecimientos y de las cifras
ligadas a una deslumbrante historia de desarrollo económico hay una
pléyade de experiencias de despojo, violencia, dominación y explota-
ción marcadas a sangre y fuego. Las políticas de acumulación originaria
y el consustancial proceso de separación de las comunidades de sus
medios de existencia, se vieron acentuadas con las reformas borbónicas
en el siglo xviii y con las reformas liberales en el siglo xix. Estos nue-
vos ordenamientos promovieron la transferencia de la propiedad de

75
LUCHAS POR LO COMÚN

las tierras de la Iglesia y las comunidades indígenas a los latifundistas


existentes y a nuevos propietarios del sector privado de la agricultura
en México (Bartra y Otero, 2008: 404).
En suma, el modelo de desarrollo primario exportador de fines del
siglo xix se basó sobre todo en la exportación de productos agrícolas,
minerales o silvícolas, existiendo una fuerte dependencia del exterior,
además del creciente control y presencia extranjera en la gestión de
dichas actividades. Al mismo tiempo que se expandía una amplia red
ferroviaria para el traslado de las materias primas extraídas para su
exportación22 (Sánchez Salazar, 2010: 98).
En este contexto, la intervención del Estado fue determinante para
generar las condiciones que atrajeran capitales extranjeros por medio
de políticas de exención de impuestos, bajos salarios, control de la ma-
no de obra y formas de trabajo semiesclavas que facilitaran su libre ope-
ración y la apropiación de todo tipo de terrenos (Cornejo, 2001:16-17).
En ese sentido, la modificación de las leyes heredadas de la época
colonial facilitó la intervención de capitales privados en la gestión y
el usufructo de los minerales y del petróleo. En el Código de Minas
de 1884, por ejemplo, se “declaró de libre explotación los combustibles
minerales, los aceites y aguas y en general todas las no especificadas en
la ley”; además, se consideró “la actividad minera como irrevocable y
perpetua”. Por otro lado, en la Ley del Petróleo de 1901 se estipuló que
los permisos autorizaban la exploración del subsuelo de los terrenos
baldíos o nacionales y de los lagos, lagunas y albuferas que fueran
jurisdicción federal para descubrir fuentes de petróleo o carburos
gaseosos de hidrógeno. Si se localizaban los recursos, se expedía una
patente de explotación con una duración de diez años, otorgándose
una amplia gama de privilegios para la exportación del producto
sin impuestos, así como para la importación libre de derechos de las
máquinas de refinación y de toda la infraestructura y los materiales
necesarios para llevar a cabo la actividad industrial (ibid.: 21-22).
Sin duda, la transformación de estas legislaciones favoreció la con-
centración de la riqueza minera y petrolera en manos de unas cuantas
empresas extranjeras, principalmente de Estados Unidos e Inglaterra.
Así, se fue extendiendo una lógica capitalista-colonial basada en el
saqueo y en la extracción de recursos y en su exportación mediante
la conexión de México con otras latitudes del mundo, a costa de un
22
Buena parte de esta infraestructura creció sobre el patrón de distribución de los
caminos reales y de arriería de la Colonia a raíz del auge de la economía minera
del siglo XVII.
76
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

amplio proceso de despojo de tierras y de la expulsión de los campe-


sinos, que en su mayoría eran empleados, a partir de violentos esque-
mas de explotación.
Las respuestas sociales a estas crudas formas de explotación no se
hicieron esperar. Un caso emblemático lo constituyeron las protestas en
demanda de mejores condiciones laborales y de aumento salarial que
culminaron con las huelgas de Río Blanco y Cananea, esta última contra
la empresa minera Cananea Consolidated Copper Company en Sonora.23
Si bien el castigo contra los inconformes fue atroz, no logró su total aba-
timiento, pues la indignación contagiada y acumulada en otros rincones
del territorio influyó en el estallido de la Revolución mexicana.
Después de este largo e intenso proceso de convulsión y transfor-
mación social, en la Constitución de 1917 se consagró una parte de los
ideales del pueblo movilizado durante la Revolución mexicana. Uno
de los temas más sentidos, plasmado en el Artículo 27 constitucional,
fue el de la soberanía nacional sobre los recursos naturales:

La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los lími-


tes del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación
así como los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o
yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los
componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se ex-
traigan metales y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos
de las piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas directa-
mente por las aguas marinas; los productos derivados de la descompo-
sición de las rocas.
23
Resulta significativo que la lucha de los mineros de Cananea vuelva a ser un
símbolo, ahora contra las nuevas formas de explotación de los recursos natu-
rales y del trabajo vivo, y denunciando la impunidad de Grupo México. Desde el
30 de julio de 2007 la Sección 65 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mine-
ros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana inició una huelga por
demandas laborales –encaminadas a la mejora de las condiciones de trabajo en
cuanto a seguridad, higiene, aumento salarial, cumplimiento de presta-
ciones. Y es que Grupo México, encabezado por el empresario Germán
Larrea, cuenta con una larga lista de agravios que incluye la muerte de 65
mineros que quedaron atrapados en la explosión de la mina Pasta de Con-
chos en Coahuila en febrero de 2006. De acuerdo con la información disponible, el
accidente fue causado por la renuencia de la empresa a garantizar las medidas de
seguridad laboral reglamentarias, así como por la negligencia de las autoridades. A
ello se suma el derrame de 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico en los ríos Ba-
canuchi y Sonora, ocurrido más recientemente en la filial Buenavista de esta mis-
ma empresa.
77
LUCHAS POR LO COMÚN

Con esta disposición se estipuló que, por encima de cualquier interés


privado, se encontraba la propiedad colectiva y la nación, esta última
entendida como el ente abstracto que garantiza el uso, goce y disfrute
de todos los connacionales (López Bárcenas, 2011: 9).
Así, el Estado mexicano quedó facultado para regular y gestionar
la riqueza social, específicamente los recursos naturales, bajo la conti-
nuidad y la actualización de un modelo extractivista, así como para
crear nuevas empresas productivas orientadas al desarrollo nacional.
A decir de Bonfil Batalla, una de las metas de la Revolución mexicana
era romper con las ataduras económicas, políticas, sociales e ideoló-
gicas que ya constreñían el desarrollo nacional bajo el porfiriato, esta-
bleciendo una distribución diferente, más amplia y democrática de los
bienes que conformaban el patrimonio de la nación (Bonfil, 2012: 163).
De este modo, el desarrollo nacional quedó ligado básicamente a la
próspera industria petrolera que, al momento de su nacionalización,
inauguró la etapa conocida como “milagro mexicano”, basada en un
modelo agroexportador extractivista y en el desarrollo de una vigorosa
industria nacional para la sustitución de importaciones.
Este auge no podría entenderse si no fuera por el alza en el con-
sumo de combustibles fósiles a nivel mundial, convirtiéndose en un
pilar fundamental del régimen de acumulación fordista y del modo de
regulación social bajo la forma del Estado de bienestar. Después de la
Segunda Guerra Mundial y hasta la década de los setenta, se vivieron
tiempos de enorme bonanza económica que, en el caso de México, es-
tuvieron signados por las abundantes ganancias generadas por la in-
dustria extractiva.
Ciertamente, este desarrollo ha ido de la mano de un proceso de in-
visibilización de los costos sociales y ambientales de toda la cadena
productiva; a decir del economista mexicano Andrés Barreda, con el
siglo xx se inauguró la creación de un nuevo mundo hecho a imagen
y semejanza del capital petrolizado, en el que numerosas poblaciones y
diversas regiones del sur y del norte del planeta pasaron a ser sacri-
ficadas de las más variadas e insospechadas formas en el altar del pe-
tróleo (Barreda, 2011).
Así, el éxito de la mirada que naturaliza la extracción y sus costos
sacrificiales en beneficio del “bien común” se ha logrado, en buena me-
dida, gracias al impulso de una fuerte narrativa nacionalista que dio
sentido al nuevo proyecto posrevolucionario de nación, así como por
los contenidos progresistas de la modernidad capitalista. En este mismo

78
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

renglón, el derecho ha conseguido encubrir la desigualdad de propie-


dad y la desposesión sobre la base de presentar a los conciudadanos de
la nación mexicana como sujetos jurídicos, libres e iguales ante la ley.
En este mismo sentido, durante todo el siglo xx Petróleos Mexica-
nos (Pemex) ha sido una de las fuentes más importantes del Producto
Interno Bruto (pib). Entre las décadas de los cincuenta y los setenta,
los ingresos generados por sus ventas fueron centrales para sostener
las políticas de desarrollo estabilizador. Incluso, en momentos de
recesión económica, la renta petrolera ha servido para sortear serias
dificultades, como ocurrió en la crisis del año ’73, vinculada, entre
otros elementos, a la caída de los precios del petróleo. Y es que en
esa década, el descubrimiento de nuevos yacimientos en el Golfo de
México, conocidos como los pozos de Cantarell, sería una afortunada
salida para enfrentar las dificultades de la coyuntura.
No obstante, la reconfiguración mundial detonada por esta crisis
impulsó la transición hacia un nuevo esquema de gestión de los bienes
públicos en manos del Estado, incluido el gigante de Pemex. En con-
secuencia, en la década de los noventa comenzó a erosionarse de mane-
ra contundente el pacto social posrevolucionario, fundamentalmente
a partir de una serie de medidas y de reformas que no sólo permitieron
la participación de particulares en la gestión y el usufructo de la riqueza
social, sino que además propiciaron una concentración creciente de su
poder y la institucionalización de sus derechos en ese ámbito.24
Estas transformaciones fueron posibles gracias a un conjunto de
reformas neoliberales de ajuste estructural y a los tratados de libre co-
mercio, que en conjunto se empecinaron en abrir nuevos espacios de
inversión trasnacional para la acumulación del capital.25 En este rubro
24
El caso de México resulta emblemático en lo que refiere a la rápida concentración
de la riqueza en manos de un conjunto de familias; empezando por Carlos Slim
que, según Fortune, en 2007 figuró como el hombre más rico del mundo, contando
con una fortuna de 59 000 millones de dólares. O por las 39 familias más ricas del
país, que en conjunto poseen 13.5% de la riqueza nacional, es decir, 135 000 mi-
llones de dólares (Gibler, 2011: 21-22).
25
Las políticas de privatización y mercantilización de los bienes comunes y los ser-
vicios públicos fueron la principal recomendación del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional para la modernización, eficientización y saneamiento de
las finanzas públicas. En México, dicho proceso de privatización se llevó a cabo en
tres etapas: entre 1984 y 1988 se impulsó la primera oleada de desincorporaciones
del sector paraestatal, con 294 liquidaciones y extinciones, 72 fusiones, 25 trans-
ferencias y 155 empresas vendidas al sector privado o al sector social. En la segun-
da etapa, entre 1988 y 1999, se realizó la privatización a fondo de varios sectores,

79
LUCHAS POR LO COMÚN

destaca sobremanera la firma del Tratado de Libre Comercio, a partir


del cual se generaron profundas reestructuraciones de la vida social de
nuestro país, más allá del plano estrictamente comercial.26
En suma, hablamos de una renovada estrategia de despojo y ex-
propiación de lo común bajo un nuevo control y gestión corporativa-
estatal, en el marco de la incesante voracidad del capital por subsumir
cualquier ámbito que favorezca la acumulación y la producción de
valor. Bajo esta lógica, de haber estado regulada y gestionada predo-
minantemente por el Estado, la industria extractiva ha pasado a en-
frentar crecientes procesos de privatización, en tanto se ha ampliado la
intervención de capitales privados en la administración y disposición
de los recursos.
La contracara de este asalto neoliberal a todo tipo de bienes públi-
cos y comunes ha sido la emergencia de múltiples respuestas sociales
en defensa de lo que otras generaciones habían logrado mantener bajo
algún tipo de control estatal o colectivo. Entre éstas, se encuentra la de
sindicatos y organizaciones obreras que defienden la propiedad públi-
ca de bienes y servicios, como la telefonía o la energía eléctrica. A este
respecto, resulta emblemática la extinción de la Compañía Luz y Fuer-
za por el decreto presidencial de Felipe Calderón en 2009 y la consi-
guiente lucha emprendida por el Sindicato Mexicano de Electricistas
(sme). La lucha del Barzón, organización conformada por productores
agropecuarios y prestadores de servicios, contra las deudas impuestas
por los bancos durante la década de los noventa, que pusieron en riesgo
su patrimonio o sus unidades productivas.27 También se encuentran las
como los de la siderurgia, la banca y los teléfonos; la tercera, entre 1995 y 2000, fue
más difícil pues se trataba de vender empresas de baja, negativa o dudosa rentabi-
lidad; en esta etapa se realizaron además cambios constitucionales para vender los
ferrocarriles y la comunicación vía satélite (Sacristán, 2006).
26
Recomendamos revisar el documento “Mitos del tlcan” (2014), en el que se
presentan los impactos del tlc a 20 años de su implementación en Canadá, Esta-
dos Unidos y México.
27
El Barzón nace en octubre de 1994, como una respuesta de la sociedad civil ante
el endeudamiento con la banca de los agricultores de estados norteños beneficia-
dos por los programas de modernización y por la revolución verde. El movimiento
ha ido incluyendo no sólo las demandas de los productores medianos, sino tam-
bién las de los pequeños y las de los consumidores, conjuntando impulsos tanto
rurales como urbanos. Sus principales intereses giran en torno a la dignificación
y la reactivación del campo, el apoyo al sector agropecuario, el rescate de la sobe-
ranía alimentaria, la defensa de los consumidores y la denuncia de las empresas
que controlan de manera monopólica el mercado agroalimentario.

80
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

luchas contra la privatización y la estatalización del espectro radio-


eléctrico, como sucede en el caso de las radios libres y comunitarias que
pugnan por su democratización y liberación para el dominio común.
En el terreno de los bienes comunes en red, en el marco de la Reforma
de Telecomunicaciones y Radiodifusión de 2014, en el apartado de in-
ternet, hay una pelea contra la censura de la información por parte
de usuarios, programadores, colectivos y organizaciones relacionados
con el tema. En este panorama, el despojo de los bienes comunes
naturales coloca a las comunidades indígenas y campesinas como al-
gunos de los sujetos más amenazados. A pesar de que se trata de un
proceso de resistencia de larga duración iniciado desde la conquista de
América, hay que resaltar que hoy se enfrentan altos y recrudecidos
niveles de violencia y agresividad por parte del capital. Rasgos que, sin
lugar a dudas, definen a esta actualizada batalla contra el despojo, el
cercamiento de lo común y la mercantilización de la vida.
En efecto, durante el siglo xx e inicios del siglo xxi el movimiento
indígena en resistencia a nivel continental ha protagonizado impor-
tantes luchas por el derecho a la libre determinación, por el control
de sus bienes comunes, la defensa del territorio, la diversidad natural
y cultural. En nuestro país, desde la década de los setenta empieza a
organizarse un movimiento indígena contra las políticas estatales de
atención a este sector; sin embargo, su verdadera novedad comienza
en la década de los noventa, principalmente a raíz del levantamiento
zapatista de 1994 (López Bárcenas, 2005: 173-175). No obstante, la apro-
bación de la contrarreforma indígena en 2001 acabó con cualquier
posibilidad de reconocimiento estatal de sus derechos y control sobre
el territorio, a pesar del vigoroso ciclo de resistencia, organización,
movilización y articulación iniciado en 1994 a partir de los primeros
encuentros del ezln con la sociedad civil, fortalecido con la firma de
los Acuerdos de San Andrés en 1996 y concluido con la Marcha del
Color de la Tierra en 2001.
Esta impopular medida, no sólo cerró la posibilidad de reconoci-
miento estatal de los derechos indígenas, sino que además inició una
dura embestida por la disputa de los bienes comunes naturales en terri-
torios indígenas y campesinos. A decir del sociólogo Enrique Pineda,
es a partir de 2003 que el movimiento indígena va perdiendo centrali-
dad a nivel nacional, iniciando una fase de repliegue para concentrarse
en la resistencia territorial como una de sus estrategias principales (Pi-
neda, 2012).

81
LUCHAS POR LO COMÚN

La ofensiva anterior confirma que la lucha por la libre determina-


ción representa un verdadero obstáculo a los intereses de la dominación
y la acumulación capitalistas, los cuales buscan desenfrenadamente
desarticular las formas comunitarias y subsumir los territorios y los
bienes comunes que hasta el momento no han logrado integrar a la
lógica de la valorización del valor. Y es que el tipo de relación que los
pueblos indígenas y campesinos han cultivado con la tierra y el territo-
rio, a pesar de las profundas contradicciones producidas por la vida en
el capitalismo, no sólo han garantizado el cuidado de la naturaleza, si-
no que han animado la diversidad y la variedad de otras formas natu-
rales de vida.28
Así, el histórico y profundo vínculo que las comunidades indígenas
y campesinas han tejido con el territorio las coloca actualmente en
un férreo proceso de resistencia contra todo tipo de proyectos de ex-
tracción y despojo de los bienes comunes naturales.29
En términos generales, podemos analizar el conjunto de políticas de
cercamiento de lo común y despojo capitalista de los bienes comunes
naturales impulsado contra las comunidades indígenas y campesinas y
la población urbana en general durante los últimos veinte años, a la luz
de los siguientes procesos:
28
Basta con mirar el cruce que hay entre la localización de los pueblos indígenas
y las zonas ecológicas más ricas del país. Al respecto, hay estudios de ecología
histórica que demuestran que la existencia de grandes concentraciones de biodi-
versidad es, en parte, resultante de la intervención directa o indirecta de la cultura
humana, que modifica las relaciones entre especies, comunidades vegetales y ani-
males, ecosistemas y servicios ambientales (Giraud, 2013).
29
En la batalla que el mundo rural mexicano está librando, siguiendo a Ana de
Ita habría por lo menos tres tipos de agrupaciones: 1) organizaciones campesinas
económicas con prácticas relativamente democráticas e independientes de par-
tidos políticos, aunque sus dirigentes participan en puestos de elección popular.
Éstas tienen como eje organizativo el control del proceso productivo; 2) el movi-
miento indígena con reivindicaciones identitarias, autónomo del Estado y de los
partidos políticos, vinculado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln),
que busca ejercer en sus territorios la autonomía de hecho; y 3) organizaciones
indígenas y campesinas locales muchas veces con la participación de sus autori-
dades agrarias en resistencia y defensa de sus territorios y recursos, que pueden
tener como aliados a otros pobladores, redes de organizaciones y movimientos
regionales y nacionales. Cabe mencionar que, dentro del mundo campesino mexi-
cano también se encuentran “las organizaciones campesinas oficiales, de carácter
corporativo y clientelar, cuya existencia depende de su estrecha relación con los
partidos políticos y el Estado”. Sin embargo, entendemos que la autora las excluye
con el fin de abordar –por lo menos de forma preliminar– las luchas más repre-
sentativas por el control de los territorios campesinos e indígenas y en contra del
despojo que pretenden llevar a cabo agentes ajenos a los mismos (De Ita, 2012: 22).
82
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

1) el impulso de un nuevo sistema industrial agroalimentario y de


bioenergía, en manos de grandes transnacionales, a costa de la exclusión
masiva de los pequeños productores rurales y la desarticulación de las
economías campesinas;
2) un nuevo énfasis en las políticas extractivas para el control, ex-
tracción, explotación y mercantilización de bienes comunes naturales
renovables y no renovables, de la mano de desarrollos de infraestruc-
tura carretera y portuaria para la circulación de las materias primas
extraídas;
3) el reordenamiento y crecimiento de las ciudades y de nuevas pe-
riferias sobre la base de los requerimientos del capital, mediante el
impulso de megaproyectos y el desarrollo de infraestructura, desar-
ticulando el tejido social y urbanizando zonas de cultivo y de conser-
vación.
Cabe decir que este conjunto de procesos forma parte de una con-
tradictoria, compleja y confusa trama, que en la realidad opera de
forma entrelazada e interrelacionada, con conexiones poco claras o
poco visibles, que tienden a normalizar la percepción del despojo y
de la valorización del capital como proceso excepcional e inevitable.
De ahí que tratemos de construir una mirada hilvanada de la ofensiva
extractivista y de la devastación socioambiental cada vez más gene-
ralizada en nuestro país.
Como hemos dicho, es claro que el capital se ha expandido de la
mano de una serie de ordenamientos científico-tecnológicos que lo
dotan de una apariencia legítima y capacitada para gestionar la escasez
de los recursos naturales; pero que además prometen ser capaces de dar
una salida a la crisis alimentaria, energética, financiera y económica.
Tal y como plantea Silvia Ribeiro,

las empresas artífices de la crisis, apoyadas por muchos gobiernos,


afirman que para salir de la situación no es necesario un cambio radi-
cal de los patrones dominantes de producción y consumo ni un cues-
tionamiento profundo a la injusticia social en la propiedad de la tierra
y el acceso a los recursos, ni a la forma explotadora y contaminante de
relación con el ambiente y la naturaleza, sino que todo se puede resol-
ver con nuevas tecnologías (Ribeiro, 2012: 38).

Sin embargo, no estamos hablando sólo de un sencillo proceso de ac-


tualización, sino de nuevas y poderosas tecnologías, tales como la
nanotecnología, biotecnología, informática y ciencias cognitivas. La

83
LUCHAS POR LO COMÚN

orientación de estos desarrollos tecnológicos está interconectada con


una política más amplia que el Grupo etc ha denominado economía
verde30 que, entre varios aspectos, busca hacer de la crisis ambiental un
nuevo negocio y nicho de la valorización del capital.
En este sentido, es de notar que el avance de la tecnología y del dis-
curso del desarrollo sustentable opera sobre la base de descalificar o
eliminar los sistemas de control autónomos que han existido históri-
camente a nivel comunitario para gestionar los bienes comunes como
medios imprescindibles para el sustento. Se trata de reordenar, objeti-
var y racionalizar los territorios bajo una lógica abstracta, que nada
tiene que ver con las necesidades concretas de la reproducción de la
vida. Tratemos de pormenorizar en cada uno de estos procesos.

La crisis de la agricultura campesina y la expansión de un nuevo


sistema industrial agroalimentario y de producción de bioenergía

La estructura agraria en el México contemporáneo anterior a la ofensi-


va neoliberal, sólo puede entenderse como resultado de la persistente
pelea de los pueblos originarios y campesinos por el reconocimiento
y defensa de sus tierras. A este respecto, la Revolución mexicana ha
sido uno de los episodios más intensos y definitorios de esta disputa,
logrando la Ley Agraria de 1915 y el Artículo 27 consagrado en la
Constitución de 1917. Tal marco regulatorio posibilitó el reparto agra-
rio, primero a los pueblos y luego a los individuos organizados, ge-
nerando la llamada “propiedad social” compuesta por ejidos y comu-
nidades agrarias (Concheiro, 2014: 181).
Esta reforma agraria abarcó 77 años, periodo durante el cual se re-
partieron más de 100 millones de hectáreas de tierras, equivalentes a la
mitad del territorio de México. Así se establecieron cerca de 30 000 eji-
dos y comunidades representadas por al menos tres millones de jefes
de familia (Warman, 2003).
Con este profundo y extensivo proceso se fijaron en buena medida
los términos del ordenamiento del territorio y del rol de la agricultura
30
El Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (etc) ha definido la
economía verde como un nuevo tipo de economía más allá de la sustentada en la petroquími-
ca, en la que las industrias más grandes del mundo están compitiendo por tierras, recursos
naturales y plataformas tecnológicas para la transformación de biomasa. A raíz de la Cumbre
de la Tierra (Río+20) realizada en junio de 2012 se está promoviendo la noción de una “gran
transformación tecnológica verde” que posibilitará la mencionada economía verde como
clave para la supervivencia de nuestro planeta (etc, 2011: 2, 4). Recomendamos revisar el
interesante material de etc, ¿Quién controlará la economía verde?

84
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

campesina en la dinamización de la producción agropecuaria nacional


y en el desarrollo económico del país.
Hasta que en 1992, como parte de los requisitos previos a la firma
del Tratado de Libre Comercio (tlc), se impuso una contrarreforma al
Artículo 27 constitucional (Concheiro, 2014), en la que se declaró el
fin del reparto de tierras; la anuencia para convertir la propiedad social
de los ejidos en propiedad individual; y el impulso de programas de
certificación y medición de las tierras ejidales y comunales que dieran
“seguridad a la tenencia de la tierra”.
Esta reforma modificó drásticamente el panorama de la propiedad
de la tierra a nivel nacional, al hacer posible la participación del capital
privado nacional y extranjero en la compra, venta, asociación y arren-
damiento de las tierras ejidales y comunales, bajo el argumento de que
el apoyo del sector privado ayudaría a capitalizar e incrementar la
productividad de las actividades agrícolas. Desde esta lógica, se promo-
vió una política agropecuaria de modernización de la infraestructura
productiva y de comercialización para aumentar la competitividad in-
ternacional. Lo que, por supuesto, abrió jugosas oportunidades de
inversión para las empresas privadas nacionales y extranjeras del ra-
mo agropecuario (Salas Luévano, 2013:62).
En efecto, la reforma al Artículo 27 constitucional y las políticas co-
merciales del tlc terminarían detonando un desmantelamiento pro-
gresivo de los sistemas de producción y comercialización de los ali-
mentos y productos básicos; dando por finalizada una generación de
subsidios fundamentales para el sector agrícola, y el apoyo estatal para
la producción y comercialización campesina.
Ciertamente los contenidos de estas políticas se enmarcan en el pro-
ceso de la Revolución Verde, promovida desde la década de los cuarenta
por centros de investigación y algunos organismos internacionales pa-
ra aumentar, acelerar, intensificar y modernizar la productividad de la
tierra y el trabajo de los agricultores. Como su nombre lo dice, se trata
de una “revolución” comandada por el capital y los Estados contra la
agricultura campesina y las economías de sustento de todo el planeta,
mediante la imposición de un sistema agroalimentario-industrial, ca-
racterizado por el uso de capital, tecnología, insumos petroquímicos,
como pesticidas y agrotóxicos, semillas modificadas y monocultivos
en una producción extensiva a gran escala. No obstante, desde hace al-
gunas décadas se han realizado críticas contundentes a este modelo y
la evidencia empírica a este respecto es difícil de soslayar.

85
LUCHAS POR LO COMÚN

Expansión de un nuevo sistema agroalimentario industrial

Entre los signos más evidentes de esta contrarreforma agraria, se en-


cuentra la creciente concentración y control corporativo de la tierra, el
agua y los recursos naturales, a partir de su cercamiento, y del desalojo
de campesinos y pueblos originarios de sus territorios, provocando
su desplazamiento forzado a las ciudades. Los proyectos de inversión
privada en su conjunto detonaron un alarmante éxodo rural de más de
seis millones de campesinos (Roux, 2008: 73).
De ahí que la crisis de las economías campesinas y de los pequeños
y medianos productores que fueron desplazados del mercado interno y
de las exportaciones, generara las condiciones para el afianzamiento de
un nuevo sistema agroalimentario o de agronegocios dominado por
corporaciones mexicanas y extranjeras que influyen a lo largo de toda
la cadena alimenticia –desde la semilla hasta el plato de comida–, pre-
gonando la generación de desarrollo y el acceso a una alimentación
saludable. Tal es el caso de Maseca, Bimbo, Bachoco, Lala, Grupo Viz,
Monsanto, Cargill, adm, cpi, Pepsico, CocaCola, Tyson, Pilgrims Pride,
Smithfield, Wal Mart, entre otras (Organizaciones Foro Multisectorial-
Trinacional, 2014: 16).
Otra de las enormes consecuencias de este modelo agropecuario ha
sido la ascendente deforestación, destrucción y degradación alarmante
de los suelos, ecosistemas naturales y fuentes de agua; que se suma a la
producción de gases de efecto invernadero, principalmente por el uso
de combustibles fósiles que, a su vez, contribuyen al cambio climático.31
En este caso, las tecnologías a base de combustibles fósiles, motores de
gasolina y bombas eléctricas de riego, han desplazado a aquellas que se
alimentan de energía proveniente del trabajo humano o animal. Esta
situación ha influido en que los costos y los precios de los alimentos
estén cada vez más ligados a los costos de los hidrocarburos (Honty,
2012).32
31
Las repercusiones del cambio climático han afectado directamente las condi-
ciones ya complicadas de la siembra, en las que sequías, heladas o lluvias a des-
tiempo han perjudicado 70% de la superficie cultivada del país (Salinas y Maldo-
nado 2011).
32
Esta dependencia hace más “vulnerables” a los países más ricos ante la ausen-
cia de combustibles. En el caso de Estados Unidos, se indica que los alimentos
que componen la dieta diaria de cada habitante recorren más de 8 000 kilómetros
en promedio antes de llegar a su mesa. La desproporcionada cantidad de energía
utilizada en el transporte hace que la relación de entradas / salidas energéticas
sea de 7 a 1. Es decir, por cada kilocaloría ingerida en la dieta estadounidense se
86
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Por si esto fuera poco, ha aumentado la producción de alimentos


de dudosa calidad nutritiva y los escándalos sanitarios, proliferando
las enfermedades causadas por este tipo de alimentación (Emanuelli y
Monsalve, 2009: 13). A raíz de la firma del tlcan, entre 2000 y 2006 en
México aumentó el índice de sobrepeso y obesidad en la población
en 12%. Durante ese lapso, en el país se incrementó el consumo de pro-
ductos procesados, de bebidas gaseosas y de otros alimentos con altos
niveles de grasa y azúcar, mientras cada vez más empresas estadouni-
denses han aumentado su presencia en todas las etapas de producción
y procesamiento, así como en restaurantes y en la venta de comida, con
lo cual han transformado el ambiente alimentario (Brooks, 2012).33
Y es que los cambios en los hábitos de consumo de la población
constituyen otra de las variables que, en los últimos tiempos, está ge-
nerando estragos debido a la alta demanda energética requerida para
la producción de alimentos. Por ejemplo, la incorporación de la carne
vacuna en países que antes no la consumían, como es el caso de Asia,
es un elemento que incide de manera importante en el aumento de la
demanda de energía y agua. “Mientras que para obtener un kilo de
pollo se necesita un kilo de cereales, para obtener un kilo de carne va-
cuna se requiere de 8 kilos de cereales” (Honty, 2012). En definitiva,
el consumo de carne se vuelve cada vez más inviable por la enorme
presión que las zonas ganaderas ejercen sobre bosques nativos y selvas,
ocasionando el aumento de la deforestación.
Otro aspecto a resaltar de la agricultura industrial es el patrón de
explotación laboral y de trabajo esclavo, la precariedad de las con-
diciones de los trabajadores en las plantaciones, la exposición a altos
necesitan 7 kilocalorías de insumos energéticos. Hay que considerar, además, que
no toda la comida producida se consume. En los países que tienen altos ingresos
se producen 50% más alimentos que los necesarios domésticamente, los cuales ter-
minan “perdiéndose”. En Europa y Norteamérica, cada año van a dar al bote de ba-
sura entre 95 y 115 kg de comida por persona. La fao estima que 38% de toda la
energía requerida para el abastecimiento global de alimentos se pierde junto con
ellos (Honty, 2012).
33
A decir de Silvia Ribeiro, “en este momento, según cifras oficiales, hay aproxi-
madamente unos mil millones de hambrientos (...) gente desnutrida o mal nu-
trida, o sea, mal alimentada. Y hay un millón 300 mil obesos. Y cuando uno dice
obesos piensa... Ya no son aquellos gordos capitalistas que uno se imaginaba, por-
que comían muy bien y comían mucho. No, no, no: los obesos son los pobres,
porque comen muy mal. La obesidad en el mundo es un fenómeno unido a la po-
breza, ¿no? O sea, los ricos en Estados Unidos comen comida orgánica y buena, y
no están tan gordos como antes. Los pobres son los que comen toda la basura in-
dustrial, que es la que engorda” (Ribeiro, 2014).
87
LUCHAS POR LO COMÚN

niveles de toxicidad por el uso intensivo de pesticidas que afectan su


salud, así como la ausencia de equipamientos de protección, agua y
alimentación adecuada y, de acceso a sanitarios. A este respecto, desde
la firma del tlc en México, se han registrado por lo menos 91 000 mil
casos de personas, sobre todo indígenas, intoxicadas por plaguicidas
y fertilizantes sintéticos que además han generado impactos nocivos
sobre la biodiversidad, la fertilidad de los suelos y han aumentado la
contaminación de aguas y acuíferos (Organizaciones Foro Multisec-
torial-Trinacional, 2014: 20-21).
Adicionalmente, un giro nuevo en las políticas del sector agrope-
cuario es la orientación de la producción para cubrir de manera pre-
dominante las demandas de los mercados exteriores. En el capítulo
agropecuario del tlc se proyectaron expectativas de aumento de las
exportaciones del sector agropecuario para lanzar a México como una
potencia agroexportadora. Sin embargo, esto sólo lo pueden hacer
unos cuantos, debido a que la mayoría de los productores mexicanos
no ha logrado cubrir los requerimientos de modernización y aumento
de la productividad para alcanzar precios competitivos. De acuerdo a
Edmar Salinas, sólo 5% ha sido beneficiario de este cambio estructural,
mientras que el resto, es decir, el otro 95% ha sido desplazado del
mercado; y su producción ha sido sustituida por la importación de
alimentos y materias primas provenientes de sus socios comerciales
(Salinas, 2004: 6).
Esta situación ha provocado una merma en la soberanía alimenta-
ria de nuestro país, puesto que desde que entró en vigor el tlc han
aumentado las importaciones de alimentos, registrándose una depen-
dencia alimentaria del 45%. En el periodo de 1990 a 1993, México im-
portaba no más del 15% de su consumo nacional alimentario; para
2013 esta cifra ascendió al 42%. De acuerdo con el Departamento de
Agricultura de los Estados Unidos (usda), de continuar esta tenden-
cia México estará importando el 80% de su demanda nacional de ali-
mentos de Estados Unidos (Organizaciones Foro Multisectorial-Tri-
nacional, 2014: 15).
En palabras de un integrante del Consejo de Ejidos y Comunidades
Opositores a la Presa La Parota este conjunto de modificaciones puede
entenderse de la siguiente forma: 34
34
El Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (cecop) es
una organización de campesinos y campesinas del municipio de Acapulco, Gue-
rrero, al sur de México, que resiste a la construcción de la presa La Parota sobre el
río Papagayo, impulsada por la Comisión Federal de Electricidad –empresa para-
88
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En el campo en México, desde que entró el neoliberalismo es más fácil


importar que producir. Y eso causó un desastre. En el caso de los me-
gaproyectos a propósito descuidaron el campo, para que esos lugares
no recibieran ninguna ayuda para que dijera el gobierno son tierras
improductivas, entonces hay que quitárselas (Entrevista a Rodolfo
Chávez, cecop, 2009).

Introducción de semillas transgénicas

A lo ya mencionado se suma la batalla corporativa de la cadena produc-


tiva agroindustrial por el control y la mercantilización de las semillas, lo
que pone aún más en riesgo la autonomía y la soberanía de los pueblos
sobre el proceso de producción y, en general, sobre la reproducción de
la vida. Queda claro que la expansión de los agronegocios a nivel na-
cional y la corporativización de la agricultura se vinculan con el desa-
rrollo de la biotecnología y, en especial, de los transgénicos.
Justamente, la cuarta revolución tecnológica potenció este enorme
poder corporativo. Desde 1996, con los primeros cultivos de transgéni-
cos en Estados Unidos, su adopción ha crecido rápidamente en todo el
mundo, alegando su eficiencia y seguridad para la lucha contra el ham-
bre y la pobreza. En la actualidad, los países con mayor cantidad de
hectáreas cultivadas con transgénicos son Estados Unidos, Argentina,
Brasil, Canadá, India, China y Paraguay, siendo la soya la oleaginosa
comercial más importante del mundo. Precisamente, su producción se
orienta a cubrir la demanda alimenticia de la ganadería europea y chi-
na.35 Estados Unidos, que históricamente tenía el liderazgo en la pro-
ducción de este cultivo, ha sido desplazado recientemente por la deno-
minada República Unida de la Soya36 (Palau, 2009: 3,5).
estatal generadora y distribuidora de la energía eléctrica en México. La construc-
ción de esta presa afectaría directamente a 25 000 campesinos y desertificaría las
tierras de otros 75 000 que siembran río abajo. A pesar de que el gobierno federal
había anunciado que la construcción de la presa se posponía hasta 2018, desde
2010 se ha reactivado la amenaza.
35
A este respecto, el veterinario español Gustavo Duch Gillot comenta que “mi-
llones de pequeñas fincas campesinas han sido suprimidas del mapa a favor de la
soya que consume la ganadería europea o china (y poco a poco también los auto-
móviles que caminan con biodiésel). Tenemos aquí una explicación a la actual subi-
da de precios de los cereales, alimentos básicos para el mundo” (Duch Gillot: 2012).
36
El complejo soyero y, en particular la República Unida de la Soya –ubicada
en una zona importante del sur de Brasil, el oriente boliviano, todo Paraguay, el
centro-norte argentino y el occidente uruguayo–, se identifica como parte de un

89
LUCHAS POR LO COMÚN

En México, los Organismos Genéticamente Modificados (ogm)


llevan casi dos décadas preocupando a la sociedad mexicana, desde el
cultivo de algodón transgénico de carácter experimental en 1996, que
pasó a la etapa comercial en agosto de 2010; de la soya transgénica cuya
etapa experimental comenzó en 1998 y en junio de 2012 consiguió la
autorización para iniciar la etapa comercial; y finalmente, del maíz, el
tercer grano que se busca introducir, no sin enfrentar una gran resis-
tencia de las comunidades indígenas y campesinas y de otros sectores
de la sociedad civil.
La introducción de estos organismos responde a la necesidad de las
empresas de ampliar sus mercados y de controlar las semillas como
parte fundamental de la cadena agroalimenticia. En ese sentido, las le-
yes y aparatos regulatorios nacionales e internacionales se han ido ali-
neando a los intereses de las grandes empresas ligadas, a su vez, a los
desarrollos de la biotecnología. En el caso mexicano, las primeras ofen-
sivas se presentaron desde mediados de la década de los noventa, aun-
que lo hicieron con mayor contundencia en el año 2000, al crearse la
Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genética-
mente Modificados (cibiogem), que anuló los esfuerzos de protección
de cultivos originarios que hasta entonces estaban contenidos en la re-
gulación del Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola (cnba). Uno
de los principales ejes de la cibiogem fue la simplificación adminis-
trativa en relación al aprovechamiento de innovaciones científicas y
tecnológicas. Posteriormente, en 2005, el apoyo de un sector de la Aca-
demia Mexicana de Ciencias y del prd derivó en la discusión para
impulsar la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Mo-
dificados (lbog).
Dicha ley, mejor conocida como Ley Monsanto, favoreció primor-
dialmente a la empresa de este nombre, permitiendo la entrada de se-
millas modificadas. En la misma se considera que la biotecnología es
una vía de acceso a la bioseguridad, esta última entendida sólo en su
dimensión tecnológica, dejando fuera a las demás dimensiones socia-
les que le competen.
Las estrategias empleadas por el gobierno para la incorporación de
estas semillas son diversas; una de ellas es la utilización de programas
sociales como el Procampo, que paga a los campesinos a cambio de
proyecto de dominación que busca asegurar a Estados Unidos, la Unión Europea
y China –con su elevado consumo de carne y alta demanda de forraje–, el con-
trol de recursos estratégicos para garantizar el lucro de las corporaciones y el alto
nivel de consumo de su población.
90
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

que siembren maíz híbrido y utilicen los paquetes tecnológicos, con-


cretamente los agroquímicos desarrollados por las mismas empresas.
No obstante, la liberación de los ogm se ha visto obstaculizada
por una fuerte resistencia civil.37 En 2013, se interpuso una acción co-
lectiva presentada por expertos en el tema, personalidades y veinte or-
ganizaciones de productores, indígenas, apicultores, de derechos hu-
manos, ambientalistas y consumidores, que ha logrado congelar los
permisos otorgados por Felipe Calderón para la siembra de maíz trans-
génico en fase experimental y piloto, además de las 79 nuevas solicitu-
des en trámite (San Vicente, 2013).
Por otra parte, en 2011 la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) aprobó el primer
cultivo de soya comercial en Yucatán en manos de Monsanto, a pesar
de que las siembras en las fases piloto y experimental habían conta-
minado ya 40 toneladas de miel y perturbado la diversidad de especies
de abejas, de las cuales hay 1800 variedades nativas en el país. No obs-
tante, debido a la enorme presión ejercida por las comunidades apicul-
toras y otras redes de la sociedad civil este permiso fue anulado en 2014.
Si bien hasta el momento se han logrado obstaculizar algunas de las
fases de desarrollo y expansión tanto del maíz como de la soya trans-
37
Las primeras acciones de alerta en torno al uso de ogm corrieron a cargo del
Colectivo Ecologista de Jalisco, en marzo de 1998. De igual forma, Greenpeace da
a conocer las negociaciones del Protocolo de Bioseguridad en Cartagena. La Red
de Permacultura, junto con más de un centenar de organizaciones, pide a Zedillo
la moratoria a los transgénicos, mostrando especial preocupación por el maíz. En
2002, una vez que se conoce la contaminación de maíz transgénico en Oaxaca, las
comunidades afectadas solicitan a la Comisión de Cooperación Ambiental (cca)
la realización del estudio “Maíz y biodiversidad: efectos del maíz transgénico en
México”. Para 2006, tras la aprobación de la lbogm se crea la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad (uccs). En 2007 se lanza la campaña nacional “Sin
maíz no hay país”. Dos años depués se hace una velada contra el maíz transgénico
en el Zócalo capitalino y se establece el Día Nacional del Maíz. También en 2009,
la Red en Defensa del Maíz promueve la carta de pronunciamiento “¡No al maíz
transgénico!”, que conjunta a 769 organizaciones de 56 países y logra poner fin a la
moratoria que permitía la siembra de este grano; se suma a la organización la Unión
Nacional de Organizaciones Regionales de Campesinos Autónomos, integrante de
La Vía Campesina. En 2012, parte del movimiento “Yo soy 132”, la Red en Defensa
del Maíz y la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales convocan a un debate
público; además, la presencia de organizaciones como grain, el Centro de Estudios
para el Cambio en el Campo Mexicano y Grupo etc, entre otros, ha sido constante,
lo que incluye la más reciente campaña encabezada por el pintor Francisco Toledo.
(Recuento elaborado por la geógrafa Claudia Cruz en su tesis “Los colores del maíz
tras el verde de la revolución”.)
91
LUCHAS POR LO COMÚN

génica, resulta incierta la resolución de las autoridades, sobre todo por


el conjunto de compromisos que éstas han asumido frente a las corpo-
raciones del ramo. Desde esta lógica, parecen no importar las conse-
cuencias socioambientales ni las pérdidas irreversibles de este incon-
mensurable patrimonio biocultural.

Monocultivos y producción de bioenergía

La introducción de semillas transgénicas y la expansión de monocul-


tivos –extensas plantaciones de una sola especie para la alimentación
humana, animal y para la producción de biocombustibles o agroe-
nergía–, atentan profundamente contra la diversidad y la riqueza que
promueve la agricultura campesina. De hecho, la relación entre la pro-
ducción de agrocombustibles y el empleo de semillas transgénicas es
sumamente cercana. A este respecto, se han generado semillas mo-
dificadas especialmente para uso cultivable y no comestible, siendo de
especial interés la expansión de la producción de agroenergía por par-
te de empresas como Monsanto, Syngenta, Dupont, Dow, Basa y Bayer,
que esperan lograr mayor aceptación si sus productos se promueven
como una fuente de energía limpia (Mendonça, 2009: 7). En suma,
agrocombustibles, monocultivos y transgénicos son parte de una mis-
ma relación.
En este sentido, durante los últimos diez años la agroenergía produ-
cida con monocultivos se ha presentado como parte del repertorio de
estrategias limpias de la economía verde, en aras de resolver la “escasez”
de los recursos no renovables y de hacer frente a la crisis de la matriz
energética. Hay que señalar que la simulación de energía limpia y re-
novable producida a base de biocombustibles ha estado comandada
por enormes empresas agrícolas e institutos de investigación ligados a
la biotecnología y a la industria petrolera y automotriz.
De hecho, la agroenergía se obtiene de la biomasa, que no es otra
cosa que materia orgánica de un proceso biológico, espontáneo o pro-
vocado, que sirve como fuente de energía en forma de biocombustibles
o agrocombustibles. Actualmente, los más comunes son el etanol y el
biodiésel, llamados por sus promotores biocombustibles de primera ge-
neración. El primero proviene del maíz, la caña de azúcar y el trigo, y
principalmente provee de energía a motores de automóviles, siendo
utilizado como sustituto del petróleo. El segundo, sustituye al diésel y
sirve para alimentar motores de transporte pesado y autobuses, pro-
duciéndose con aceites de plantas, como la palma y la soya.
92
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Ante la polémica que se ha desatado por la relación entre produc-


ción de biocombustibles y aumento del precio de los alimentos, recien-
temente se ha desarrollado una segunda generación de biocombustibles
con la producción de biomasa a partir de material celulósico prove-
niente de especies genéticamente modificadas de árboles y de los resi-
duos orgánicos de las mismas plantaciones de caña o de maíz. Una de
las enormes objeciones a esta nueva clase de biocombustibles es que
los residuos orgánicos tienen una utilidad importante para fertilizar la
tierra; su empleo para otro fin implica que se tenga que recurrir a fer-
tilizantes químicos elaborados a base de petróleo (Mendonça, 2007).
Lo cierto es que los monocultivos de producción agropecuaria y fo-
restal se han propagado ya por toda América Latina: la soya y los árbo-
les exóticos en el Cono Sur, la palma aceitera en el sureste mexicano y
en Ecuador, el cacao, la piña y los cultivos de banano en Mesoamérica.
Brasil, por su parte, es emblema del agronegocio, mediante la promo-
ción de agrocombustibles a nivel regional y al interior de su territorio,
lo que lamentablemente va expandiendo a pasos acelerados la frontera
productiva hacia la selva amazónica.
En suma, los costos sociales y ambientales involucrados en la pro-
ducción de biocombustibles son altísimos, debido a la gran demanda
de insumos, agua y tierra fértil. Y qué decir de la devastación de selvas
y bosques para la imposición de las plantaciones requeridas y de los in-
gentes efectos ocasionados por el uso de agroquímicos sobre la com-
posición de suelos y mantos acuíferos.
Asimismo, la expansión de monocultivos contribuye enormemente
al calentamiento global, incluso más que las propias emisiones de car-
bono producidas por los combustibles fósiles. Siguiendo a María Luisa
Mendonça “en el caso del aceite de palma (...), se constató que cada to-
nelada producida representa 33 toneladas de emisiones de dióxido de
carbono, por lo que este combustible vegetal contamina 10 veces más
que el diésel común” (ibid.: 4). Con esto ha quedado claro que “los bio-
combustibles contribuyen al cambio climático a la vez que provocan
graves impactos ambientales en regiones de alto valor ecológico, alte-
ran el precio de los alimentos y consolidan un modelo agrícola de explo-
tación laboral y alta dependencia de grandes trasnacionales” (ibid.: 4).
Por otro lado, la producción de biocombustibles promueve que los
campesinos abandonen sus cultivos tradicionales, generando empleos
estacionales, reduciendo la oferta de alimentos y aumentando la migra-
ción hacia las periferias urbanas.

93
LUCHAS POR LO COMÚN

En el caso mexicano, como en el resto de los países capitalistas, el


marco institucional que se está imponiendo es claramente favorable a
la extensión e intensificación de la producción de biomasa y biocom-
bustibles como fuentes de energía alternativa. Precisamente, la Ley de
Promoción y Desarrollo de Bioenergéticos establece las regulaciones
para la apertura de la producción de biocombustibles con el fin de:

coadyuvar a la diversificación energética y el desarrollo sustentable


como condiciones que permiten garantizar el apoyo al campo mexica-
no. A partir de las actividades agropecuarias, forestales, algas, procesos
biotecnológicos y enzimáticos del campo mexicano, sin poner en ries-
go la seguridad y soberanía alimentaria del país.

En esta misma ley se explica que los bioenergéticos son:

los combustibles obtenidos de la biomasa provenientes de materia or-


gánica de las actividades, agrícola, pecuaria, silvícola, acuacultura, al-
gacultura, residuos de la pesca, domésticas, comerciales, industriales, de
microorganismos, y de enzimas, así como sus derivados, producidos,
por procesos tecnológicos sustentables que cumplan con las especifi-
caciones y normas de calidad establecidas por la autoridad competente
en los términos de esta Ley.

Es de resaltar que dicha ley ha restringido el uso de maíz para la pro-


ducción de biocombustibles; formalmente, este uso sólo puede autori-
zarse cuando existan excedentes en la producción nacional y se haya
satisfecho la demanda interna. En su lugar, las autoridades han promo-
vido la elaboración de otros productos como el etanol a base de caña
de azúcar o de algas marinas; o del biodiésel, a partir de cultivos de
palma o higuerillas. También se ha experimentado con sorgo dulce,
yuca y jatropha, que pueden utilizarse para producir bioenergéticos de
segunda generación.
Actualmente, en México existen 145 proyectos de investigación
orientados a establecer la materia prima ideal para la elaboración de
biocombustibles. En este sentido, destacan los convenios de colabora-
ción con Petróleo Brasileiro (Petrobras) desde 2007 y la participación
de algunas universidades que trabajan activamente en investigaciones
cuyo objetivo es producir etanol a partir de biomasa, el cual, combina-
do con gasolina, se busca pueda abastecer el parque vehicular de Gua-
dalajara, Monterrey y el Distrito Federal.

94
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En el marco del Proyecto Mesoamérica se está impulsando el Pro-


grama Mesoamericano de Biocombustibles, que intenta implementar
esquemas de producción energética descentralizada para fortalecer la
seguridad energética de la región a través de la instalación de plantas de
biocombustibles (elaborados con insumos no alimentarios) en los países
que integran el proyecto. Las mismas están vinculadas a la Red Meso-
americana de Investigación y Desarrollo en Biocombustibles (rmidb).
En este marco, en México se promovió desde 2010 el establecimien-
to de una planta en el estado de Chiapas, como parte del Centro de In-
vestigación y Tecnología en Producción de Biodiésel. El biodiésel es
producido con aceite de jatropha curcas, especie no comestible endé-
mica de Mesoamérica, en virtud de que el estado cuenta con 10 000 hec-
táreas en desarrollo dentro de un programa de reconversión produc-
tiva; también, con aceite de palma y aceite reciclado. Adicionalmente,
con la reforma energética de 2014 se espera la construcción de al menos
ocho plantas para la producción de etanol, las cuales se ubicarían en
el Estado de México, Veracruz, Jalisco, Colima, Hidalgo y Nuevo León
(Fregoso, 2013).
Habría que añadir que dentro de la relación agronegocios-mono-
cultivos-transgénicos se encuentran los sistemas de patentes, los que,
a decir de Lucila Díaz Rönner, se han configurado como un poderoso
instrumento de control de las grandes empresas y de protección de las
inversiones requeridas para producir y explotar las invenciones (Díaz
Rönner, 2009: 2).

Sistema de patentes y acceso al material genético de la biodiversidad

Desde la década de los ochenta, el derecho de patentes alcanzó un


lugar primordial, cuando logró disponer de áreas que anteriormente
estaban explícitamente excluidas, como los genes y la materia viviente.
Hoy, el patentamiento dispone de material biológico en su estado na-
tural, es decir, de sustancias existentes en la naturaleza o derivadas de
organismos vivos, y de desarrollos biotecnológicos aplicados a plan-
tas, animales, microrganismos, genes y material genético humano.
Del mismo modo sucede con el conocimiento científico, la informa-
ción y los factores cognitivos, los cuales pasan a constituir un nuevo
sector productivo denominado producción de conocimiento. La impor-
tancia de esta forma de capital inmaterial al servicio del interés privado
reside en su capacidad de acrecentar considerablemente las ganancias

95
LUCHAS POR LO COMÚN

de las empresas involucradas, pasando por alto consideraciones de or-


den étnico, político y social (ibid.: 7).
El flujo innovador de los nuevos desarrollos tecnológicos proviene
de los grandes laboratorios y de las empresas trasnacionales que domi-
nan la mayor parte de la producción y del comercio de insumos claves,
sobre todo, en lo que respecta al desarrollo de biotecnología e ingenie-
ría genética vinculada a la biología molecular y a la apertura de nuevas
perspectivas agrocomerciales.
En este sentido, el despojo de recursos genéticos, semillas y cono-
cimientos tradicionales se conoce como biopiratería, es decir, el acceso,
uso o aprovechamiento ilegal e inequitativo de los recursos naturales
e inmateriales, buscando su control exclusivo a través de patentes o de
la propiedad intelectual. En los últimos años, la ayahuasca, la maca, la
quinua y los conocimientos tradicionales asociados a ellas, han pasa-
do a formar parte de invenciones protegidas legalmente por patentes
u otros derechos de propiedad intelectual, sin un reconocimiento de
su origen.
Uno de los megaproyectos vinculado a la expropiación de conoci-
mientos y bienes inmateriales de mayor envergadura en nuestro país
es el Corredor Biológico Mesoamericano (cbm), proyecto del Banco
Mundial destinado a reconstruir los pasos de especies entre el norte y
el sur del continente.

Los dos puntos neurálgicos de este corredor se encuentran en la


Selva Lacandona en Chiapas y en la Selva del Darién en Panamá.
Ambos constituyen encrucijadas bióticas en las que confluyen
especies de biomasa diferentes y se generan nuevas especies
o nuevas variantes de las ya conocidas. Representan puntos
fundamentales para garantizar la reproducción y la multiplicación
de las dos manchas selváticas que se encuentran al norte y al sur
de Centroamérica (sureste de México y cuenca amazónica) que, en
conjunto, conforman el mayor y más diverso yacimiento genético
del planeta (Ceceña, 2007: 13).

En este rubro se ha evidenciado la presencia de ong estadounidenses


y mexicanas que realizan actividades productivas y de conservación
relacionadas con la bioprospección, investigación y turismo en Áreas
Naturales Protegidas (Díaz, 2010: 73). No es coincidencia que, de 160
áreas naturales protegidas, 71 de ellas se ubiquen en localidades indí-

96
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

genas. El cuidado de los ecosistemas por parte de los pueblos y las co-
munidades hace que esos territorios sean sumamente preciados para
el capital (De Ita, 2010: 38).
A nivel global existe una pugna entre actores que presionan para
que se establezcan regulaciones obligatorias y uniformes destinadas a
la protección intelectual de la biotecnología vía el patentamiento a es-
cala planetaria; por otro lado, hay otra serie de actores que luchan por
la protección del conocimiento tradicional y de la biodiversidad (Díaz
Rönner, 2009: 31). En este sentido, es notable el despojo contra los pue-
blos originarios y las comunidades que, en todo el planeta, han sido los
garantes del resguardo y florecimiento de los conocimientos tradiciona-
les y bienes comunes naturales, a través de múltiples mecanismos como
las patentes, la biopiratería o la creación de áreas naturales protegidas.
En síntesis, a la relación agronegocios-monocultivos-transgénicos
se suma el componente de las patentes, como parte de un paradigma
tecnológico que intensifica la asimetría en las relaciones de poder eco-
nómico y poder político, donde el conocimiento y su propiedad juegan
un papel estratégico.
Es muy importante notar que en todos estos procesos de despojo
de los bienes naturales aparece un discurso ligado a la conservación
del medio ambiente y, en específico, a la economía verde. Justamente,
en este contexto el ascenso de los problemas vinculados al cambio cli-
mático ha abierto un nuevo terreno para que las corporaciones y los
países más poderosos del planeta promuevan una serie de mecanismos
orientados a mitigar los efectos del calentamiento global, con la reduc-
ción de gases de efecto invernadero (gei). En realidad, estos mecanis-
mos representan perversas estrategias cuyo fin es mantener el control
corporativo sobre los recursos naturales requeridos para sostener el
proceso de valorización del capital. Se trata pues de generar un nuevo
nicho de mercado de la crisis ambiental y su expresión climática.

Mecanismos de mitigación de los efectos del cambio climático

Tres de los mecanismos más poderosos son redd, el pago por servicios
ambientales y la comercialización de derechos de emisiones. El primero,
que por sus siglas significa Reducción de Emisiones por Deforestación y
Degradación evitada de bosques, es un programa orientado a reducir la
emisión de gases de efecto invernadero provocados por la deforesta-
ción, la paga con bonos de carbono a las compañías para que deforesten
un poco menos, o a las comunidades, para que técnicos foráneos certi-
97
LUCHAS POR LO COMÚN

ficados les hagan un plan de manejo. En la práctica significa que no


pueden usar el bosque y que pierden autonomía sobre el territorio (Ri-
beiro, 2011).
Con los servicios ambientales forestales, basados en mecanismos
parecidos a los de la redd, se paga a las comunidades por cuidar los
bosques, aunque en realidad se las despoja del manejo del territorio.
En Oaxaca, hay casos en los que, al término del contrato de pago por
servicios ambientales (cinco años), el gobierno decreta sus territorios
como áreas naturales protegidas o áreas prioritarias para servicios am-
bientales, extendiendo por treinta años dichos contratos contra la vo-
luntad de la comunidad. No pudiendo usar su bosque, un medio funda-
mental para reproducir la vida, tienen que migrar para sobrevivir, aun
cuando conservan sus títulos de propiedad (ibid.).
Por otra parte, los mecanismos de comercialización de derechos de
emisiones o de desarrollo limpio buscan que los gobiernos y las empresas
de los países ricos “inviertan” en proyectos de reducción de emisiones
en países en vía de desarrollo para seguir contaminando al mundo y
sus habitantes. En el caso de América Latina, estos proyectos son, por
ejemplo, los grandes monocultivos forestales o la extracción de gas de
rellenos sanitarios y fosas de oxidación en granjas agroindustriales
(Díaz, 2010: 66). En definitiva, podemos ver que los programas de con-
servación y estos mecanismos contra el cambio climático forman parte
de la sobrecargada ofensiva que configura la fase de acumulación actual
contra la agricultura campesina y la corporativización del campo.
En medio de estos complejos y adversos escenarios, los entramados
comunitarios rurales enfrentan hoy una profunda crisis ocasionada
por el desmantelamiento de las formas tradicionales de organización
productiva del campo, los ascendentes flujos migratorios de la pobla-
ción rural hacia las ciudades y hacia Estados Unidos, la dependencia
alimentaria, la destrucción de las culturas y tejidos comunitarios, el
despojo de todo tipo de bienes comunes y tierras a partir de la cesión
de derechos a particulares. Y por si fuera poco, a esto falta agregar el
conjunto de políticas extractivas de los bienes comunes naturales re-
novables y no renovables en todo el territorio nacional. A continua-
ción, profundicemos en este aspecto:

98
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

El impulso de un nuevo giro en las políticas extractivistas de bienes


comunes naturales renovables y no renovables

El incremento y énfasis en las políticas de extracción, explotación y


mercantilización de los bienes comunes naturales renovables y no re-
novables, ha sido posible, entre otros factores, por el impulso de un
conjunto de reformas y modificaciones al entramado legislativo-insti-
tucional mexicano. Recordemos que el derecho es un recurso funda-
mental para encubrir la desigualdad de propiedad y el despojo, garan-
tizando así las condiciones necesarias para la acumulación del capital.
En particular, nos referimos a la ya citada reforma del Artículo
27, la cual no sólo modificó la Ley Agraria, sino también otras leyes
como la Ley Minera, mismas que se impulsaron en el marco de las
negociaciones del tlcan y de los programas de ajuste económico
promovidos por el Banco Mundial, que otorgó préstamos bajo la
condición de reestructurar las áreas estratégicas del país, entre las
cuales destaca el sector minero (Estrada, 2001: 3, 16).

Extractivismo minero

Después de la reforma constitucional del Artículo 27, incluida la Ley


Minera, siguieron tres modificaciones adicionales que profundizaron
la transnacionalización de este sector: la primera, del 24 de diciembre
de 1996, dio certeza jurídica a los concesionarios y simplificó el otor-
gamiento de las concesiones mineras; la segunda, por medio de un
decreto del 28 de abril de 2005 permitió expedir en un solo título de
concesión minera la exploración y la explotación; con la tercera, del
26 de junio de 2006, se agregaron reglas para incentivar la inversión
extranjera (Auditoría Superior de la Federación, 2008: 22).
Estos nuevos ordenamientos reconfiguraron por completo el sector
minero. En particular, se cambió la duración de las concesiones; seis
años para las de exploración sin prórroga establecida y 50 años para
las de explotación con derecho a prórroga. Además, se estipuló que
bajo la figura de utilidad pública, la actividad minera tiene preferencia
por encima de otros usos de suelo. Y se fijaron nuevos términos para
incentivar la apertura de este sector, otorgando grandes facilidades, es-
tímulos fiscales y eliminando los aranceles aduaneros.
Pero sobre todo, podemos notar que estas reformas fueron el parte-
aguas que posibilitó la expansión de la “minería a cielo abierto”, un nue-

99
LUCHAS POR LO COMÚN

vo método para explotar de manera rentable los yacimientos de “baja


ley”, esto es, aquellos que por presentar un alto grado de diseminación
de los metales en la roca resultan inaccesibles mediante el método tra-
dicional por túneles o socavones. La especificidad de este novedoso
tipo de minería reside en la utilización intensiva de territorios, agua,
energía, explosivos y tecnología de punta, combinación que permite
realizar la extracción y concentración de los metales con extrema ce-
leridad y a bajo costo.
Los emprendimientos mineros metalíferos a cielo abierto cons-
tan de seis etapas fundamentales: 1) prospección del territorio a través
de dispositivos satelitales para determinar la existencia y localización de
depósitos minerales viables; 2) exploración de yacimientos para evaluar
la factibilidad de extraer los metales diseminados con suficiente mar-
gen de rentabilidad; 3) desarrollo y preparación de las minas para esta-
blecer los accesos a las reservas minerales y preparar el terreno para la
producción; 4) construcción de las instalaciones, que implica el desa-
rrollo de la infraestructura necesaria para dar comienzo al proceso de
extracción; 5) explotación o producción de la mina, que consiste en la
efectiva puesta en operación del emprendimiento, y comprende la de-
tonación de las rocas, la extracción del mineral por medios mecánicos,
la separación gruesa de los desechos no mineralizados, la trituración y
clasificación del material útil, y su transporte al lugar de acopio y tra-
tamiento; 6) beneficio o tratamiento de los minerales obtenidos median-
te distintos métodos de separación de los metales de la roca (como la
lixiviación por cianuro o la flotación con diversos reactivos químicos)
para que pueda ser finalmente comercializable. Inmensos volúmenes
de residuos químicos y escombro son sólo algunas de las derivaciones
más visibles de este proceso.
Cabe mencionar que la propagación de las tecnologías de la mine-
ría a cielo abierto se inserta en un contexto de demanda mundial de
los minerales como commodities, un tipo de activo financiero que con-
forma una esfera de inversión y especulación extraordinaria. Siguiendo
a Maristella Svampa, estas transformaciones corresponden a un nuevo
orden económico y político-ideológico, que puede denominarse Con-
senso de los Commodities,

sostenido por el boom de los precios internacionales de las materias


primas y los bienes de consumo cada vez más demandados por los paí-
ses centrales y las potencias emergentes, lo cual genera indudables ven-
tajas comparativas visibles en el crecimiento económico y el aumento
100
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de las reservas monetarias, al tiempo que produce nuevas asimetrías y


profundas desigualdades en las sociedades latinoamericanas (Svampa,
2013: 31).

A lo largo de los últimos veinte años, este conjunto de reordenamien-


tos ha favorecido el posicionamiento de México como uno de los des-
tinos con mayor número de desarrollos mineros de América Latina.
En un reporte de Metals Economic Group, empresa dedicada al mo-
nitoreo de la actividad metalúrgica global, se asegura que el gasto
de exploración en México es en la actualidad el más alto de Latino-
américa, alcanzando una cifra récord de alrededor de mil millones de
dólares en 2011 (Notimex, 2012).
Y es que, aun cuando los recursos minerales en nuestro país han
sido explotados intensivamente, se estima que aproximadamente 85%
de sus reservas se encuentran sin explotar (Delgado, 2011b: 17). En es-
te sentido, México es reconocido a nivel mundial como un importante
productor de plata, celestita, sulfato de sodio, bismuto, cadmio, mercu-
rio, barita, grafito, antimonio, arsénico, fluorita, plomo, zinc, molibde-
no, feldespato, azufre, manganeso, sal, yeso y cobre (Auditoría Superior
de la Federación, 2008: 21).
Así, entre 2003 y 2008 la extracción de oro aumentó 150%, pasan-
do de 20 a 50 toneladas de producción anual; la de plata se incrementó
6%, de 2 516 a 2 668 toneladas; la de cobre descendió entre 2005 y
2008, decayendo de 373 millones a 268 millones de toneladas. Los
minerales no metálicos, por su parte, registran tendencias crecientes
de producción, destacando la fosforita, la diatomita, el azufre o la
fluorita y el sulfato de manganeso (Delgado, 2011b: 18). Según las
cifras del Banco de México, los ingresos de la producción minera pa-
saron del quinto al tercer lugar como generadores de divisas, sólo su-
perados por los ingresos petroleros y los de la industria automotriz
(López Bárcenas, 2011).
Sin lugar a dudas, esto ha determinado que en los últimos tiempos
haya ascendido estrepitosamente el nivel de conflictividad social anti-
minera por el número de concesiones otorgadas, con el consecuente
despojo de tierras, contaminación de los ecosistemas y expulsión de
comunidades enteras de sus territorios.
Según el VI Informe de gobierno de Felipe Calderón, desde 2006
hasta el primer semestre de 2012 se han otorgado concesiones en un
total de 32 573 000 hectáreas, equivalentes a 16.58% del total de todo

101
LUCHAS POR LO COMÚN

el territorio mexicano. El mismo informe señala que de acuerdo al


número de empresas mineras inscritas en el registro público de 2012,
hasta junio había 2 611 compañías, 48.5% de capital nacional y 41.5%
de capital extranjero, lo que expresa un incremento considerable ya
que cuando empezó el sexenio en 2006 sólo existían 1 755 empresas
(Rojas, 2013: 292-293). Un dato adicional es que durante la adminis-
tración de Vicente Fox y durante los dos primeros años de la de Felipe
Calderón, es decir, entre 2000 y 2008, se otorgaron 24 713 concesiones
a 231 empresas extranjeras (Ramírez, 2010).

Recursos energéticos no renovables

En lo que respecta a la industria petrolera asistimos a una nueva época


en la que el petróleo barato se está agotando y se enfrenta una profunda
crisis en la matriz energética y en la civilización petrolera, no sólo por
el progresivo agotamiento de los combustibles fósiles, sino también,
por las graves consecuencias ambientales producidas por esta sociedad
de consumo, directamente expresadas en el calentamiento global y el
cambio climático.
Es precisamente en este contexto de “escasez” de los recursos ener-
géticos no renovables que se ha venido articulando una estrategia pa-
ra su privatización, sobre la base de que la gestión estatal no ha sido efi-
ciente en la administración del recurso. Pero además, esta situación fue
retroalimentada por las crisis económicas en las que han sido domi-
nantes las salidas pregonadas por la ortodoxia neoliberal para corregir
los desequilibrios financieros ocasionados por la intervención estatal.
Así, en el caso de Pemex se ha venido empujando una política de
privatización y desmantelamiento del régimen de monopolio estatal.
El ciclo de este proceso se abre propiamente en la década de los ochen-
ta, con las políticas de Miguel de la Madrid y la apertura de la industria
petroquímica básica; y, podríamos considerar que en 2014 comienza a
cerrarse con la Reforma Energética de 2013, que incluye la participa-
ción de particulares en las actividades de exploración y explotación.
Hagamos un recuento de estas transformaciones.
Las primeras políticas privatizadoras avanzaron sobra la rama de
la petroquímica38 —la subrama de Pemex que agrega mayor valor a los
38
La industria petroquímica consiste en la realización de procesos químicos o físi-
cos para la elaboración de compuestos a partir, total o parcialmente, de hidrocar-
buros naturales de petróleo o de hidrocarburos que sean producto o subproducto
de las operaciones de refinación. La petroquímica básica abarca 20 productos y
102
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

productos derivados del petróleo—, con cambios orientados a reclasifi-


car sus productos básicos y secundarios, finalizando el monopolio co-
mercial de los básicos y eliminando los subsidios estatales. Un segun-
do proceso fue el que profundizó la reestructuración privatizadora,
abriendo prácticamente todas las ramas de la industria petrolera a la
inversión privada. A la par, se inició una reestructuración laboral con
nuevas medidas como la imposición de las dirigencias sindicales, la
modificación del contrato colectivo, con reducciones salariales e incor-
poración de nuevas políticas para aumentar la productividad, y el des-
pido masivo de personal.
Con la firma del tlc, nuestro país quedó subsumido a la estrategia
geoeconómica de Estados Unidos, en tanto este país depende del pe-
tróleo que México le exporta. En ese mismo tenor, la riqueza petrolera
ha sido utilizada como aval de los compromisos financieros y del pago
de la deuda externa. De hecho, el Acuerdo Marco, firmado por Ernes-
to Zedillo, consistió en entregar como depósito los ingresos de las ex-
portaciones petroleras a Estados Unidos, mientras México terminaba
de pagar el crédito de 20 000 millones de dólares otorgado en el contex-
to de la crisis de 1994, además de poner a disposición de este país toda
la información estratégica de Pemex (Cornejo, 2001: 83, 99).
Con la reforma energética de 2013 se aprobó que Pemex y la cfe
pasaran a ser “empresas productivas del Estado”, “cuya operación se
sustentará en criterios de eficacia, eficiencia, honestidad, productivi-
dad y transparencia con base en las mejores prácticas de su sector res-
pectivo”. La exploración y explotación de los hidrocarburos (líquidos y
gaseosos) se llevará a cabo mediante asignaciones a empresas produc-
tivas del Estado o a través de particulares.
Así, a lo largo de estos años, Pemex no sólo ha sido sometida a un
profundo proceso de reorganización administrativa y de gestión bajo
criterios de mercado; además, ha tenido que reorientar por completo
sus actividades. En este sentido, ha ido abandonando las actividades
industriales más rentables de la empresa de la petroquímica, como la
distribución, el transporte y el almacenamiento de gas natural, enfo-
cándose con mayor énfasis en las tareas de exploración, perforación y
extracción, contratando los servicios de empresas y consultoras exter-
es la encargada de procesar los derivados del petróleo y del gas natural. La petro-
química secundaria contiene 66 productos y se encarga de la transformación de
los productos básicos e intermedios en productos elaborados, tales como fibras
sintéticas, materias plásticas, elastómeros, detergentes, fertilizantes, pinturas, sol-
ventes y una infinidad de productos para diversas industrias.

103
LUCHAS POR LO COMÚN

nas para el cumplimiento de tales tareas y otras de tipo técnico-admi-


nistrativas.
Estas profundas transformaciones han promovido a México como
un país rentista productor y exportador de crudo (ibid.: 85), que fomenta
el descubrimiento de nuevos yacimientos y sostiene la extracción
de enormes volúmenes de petróleo y gas para ser exportados como
commodities al mercado internacional. A este respecto, México exporta
más de 50% de su crudo principalmente a Estados Unidos, país que
posteriormente lo devuelve como producto importado en forma de
gasolina, petrolíferos y petroquímicos (idem.).
Estos procesos de privatización, reorientación de la gestión estatal
y del esquema productivo, se entrecruzan, además, con el descenso de
la curva de producción de petróleo, mejor conocida como etapa post-
Cantarell, en alusión al agotamiento de los ricos yacimientos Cantarell
descubiertos en la década de 1960. Siguiendo al investigador Fabio
Barbosa, el pico del petróleo implica que se ha traspasado la fase as-
cendente de su curva de producción aunque no se han agotado sus
recursos en el subsuelo, de tal suerte que se enfrentan los signos del
agotamiento de la geología (Barbosa, 2010).
En el marco de esta crisis es que se está introduciendo y expandien-
do el método de fractura hidraúlica, también conocido como fracking,
para la extracción de gas de pizarra o lutita, un tipo de gas natural que
se encuentra atrapado en sedimentos de roca abundantes en esquisto
y otros materiales orgánicos, bajo profundidades de 1 000 a 5 000 me-
tros. Debido al tipo de exploración se han tenido que enfrentar mayo-
res profundidades, con crudos muy pesados, en yacimientos pobres y,
consecuentemente, con costos muy altos (Barbosa, 2010). El fracking es

una técnica que parte de la perforación de un pozo vertical la cual, una


vez alcanzada la profundidad deseada, viene acompañada de una per-
foración horizontal que puede extenderse entre 1 y 1.5 kilómetros. Esta
perforación se repite en diferentes direcciones, partiendo del mismo
pozo de perforación vertical inicial. Una vez hechas las perforaciones
y debido a la baja permeabilidad de la roca de esquisto, es necesario
fracturar la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sus-
tancias químicas a elevada presión, para permitir el flujo y salida del
gas. Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual, para mantener
la producción, es necesario realizar continuamente el procedimiento
de fractura hidráulica en un mismo pozo.39
39
Fragmento extraído del material “¿Qué es el fracking?”, elaborado por la Alianza

104
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

De modo que, ante el horizonte de “escasez” de petróleo, la tendencia


apunta a intensificar las actividades de perforación y extracción en á-
reas cada vez más complejas, todo esto, para cubrir la demanda del
mercado internacional, aun pese a los riesgos y consecuencias socio-
ambientales. En definitiva, se trata de un tipo de extracción que viene
acompañada de un conjunto de “externalidades” no contabilizadas. A lo
que se suman las miles de historias de comunidades afectadas que to-
davía esperan los programas de remediación e indemnización y que
han quedado invisibilizadas por la legitimidad desarrollista que ha en-
cubierto a esta industria durante todo el siglo xx.40
Y es que si bien a nivel planetario las sociedades actuales vienen de-
pendiendo cada vez más de los combustibles fósiles, existen enormes
disparidades en los niveles de consumo. Diez de los países más ricos
demandan cerca de 80% de la energía producida en el mundo (Men-
donça, 2007). Ello significa que el estándar de vida basado en el alto
consumo de energía está garantizado para los sectores privilegiados,
en tanto la mayoría de la población no tiene siquiera acceso a los ser-
vicios básicos. Según el Instituto World Energy Statistics, en Estados
Unidos el consumo per cápita de energía es de 13 066 kwh, mientras
que la media mundial es de 2 429 kwh (ibid.).
Actualmente, para sostener tales patrones de consumo en el mun-
do se requiere energía equivalente a 210 millones de barriles de petró-
leo al día. Específicamente, de la energía mundial necesaria, 38% pro-
viene del petróleo, para lo cual se requieren 75 millones de barriles de
crudo; 22% del gas natural, equivalente a 46 millones de barriles; 26%
del carbón; 7% de la energía nuclear; el restante 7% proviene de las
energías hidráulica, solar o eólica (Castro, 2001). Si esta tendencia si-
gue a la alza, se estima que dentro de 25 años la demanda de petróleo,
gas natural y carbón habrá aumentado 80% (Mendonça, 2007), cifra
que será imposible cubrir con los recursos energéticos existentes en
todo el planeta. Como hemos señalado, no sólo se trata de pensar la
crisis de la era del petróleo a partir de la disminución y el límite cuan-
titativo, sino sobre todo por su lógica destructiva.
Mexicana contra el Fracking. Para mayor información véase: http://nofracking-
mexico.org/que-es-el-fracking/
40
A este respecto, el caso de la lucha de los campesinos de Tabasco contra Pemex
para ser indemnizados por la destrucción ambiental de su territorio es quizá uno
de los más emblemáticos. O, el de la contaminación del río Coatzacoalcos en ene-
ro de 2012, que afectó tierras de pastoreo, la ribera del río y a más de mil pescado-
res que se quedaron sin fuentes de ingreso. Y qué decir del terrible derrame de la
Brittish Petroleum en las aguas del Golfo de México en 2010.
105
LUCHAS POR LO COMÚN

Extractivismo hídrico41

Por otra parte, en lo que respecta a los recursos renovables, como es el


caso de un bien tan importante como el agua, desde 1992 se han veni-
do impulsando una serie de reformas a la Ley de Aguas Nacionales,
que han modificado los modos de apropiación de este bien. Ello ha
dado paso a la ola privatizadora de los servicios de abasto público ur-
bano y de saneamiento, con la correlativa autorización para que las
empresas extraigan libremente del subsuelo los volúmenes de agua re-
queridos (Clarke, 2009: 17) a costa del desmembramiento progresivo
de las estructuras y capacidades de autogestión y solidaridad mutua
entre barrios, comunidades y pueblos.
En México, los conflictos sociales por el agua se extienden y se mul-
tiplican. Cada vez son más los pueblos, las comunidades y las organi-
zaciones sociales y civiles que denuncian y se resisten a este proceso
de destrucción. Recurriendo a estrategias de defensa jurídica, política
y organizativa en múltiples escalas, las resistencias populares luchan a
contracorriente de la aplicación facciosa de las leyes y de las normas
ambientales mexicanas impuestas por la autoridad del agua y por las
empresas que lucran con la devastación medioambiental y de la salud
(uccs, 2011).
Entre las diferentes problemáticas vinculadas a la crisis del sistema
hídrico y a las estrategias de privatización y mercantilización del agua
en México, podemos ahondar por lo menos en dos casos que ilustran
las políticas desarrolladas por el Estado para favorecer el control cor-
porativo. Por un lado, el negocio del agua embotellada, que se ha pre-
sentado como la salida que “resuelve” las necesidades de consumo de
agua potable de la población, condicionando su acceso a una obligada
transacción mercantil y al despojo del control de los cuerpos de agua
impuesto a cientos de comunidades por parte de los poderes corpora-
tivos. Por otro lado, la construcción de represas a través de modernas
tecnologías, que busca solucionar los efectos de la crisis hídrica o sa-
tisfacer las necesidades del patrón de extracción, producción y consu-
mo del circuito de valorización de valor, a costa del desplazamiento
de comunidades de sus territorios, así como de la destrucción tanto de
ecosistemas enteros como de las tecnologías alternativas y tradiciona-
les de gestión del agua.
41
La noción de extractivismo hídrico es trabajada por Enrique Nájera Chávez en su
tesis de maestría “El poro extenuado. Extractivismo hídrico subterráneo y agricul-
tura de riego en el norte de Guanajuato (1992-2014)”, Instituto Mora.

106
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

El agua embotellada: una figura emblemática de la privatización

El agua en su forma embotellada representa sólo una parte de todo


el paquete privatizador del líquido vital. Es necesario comprender el
contenido del modo de privatización que representa el agua embote-
llada en el mundo a través de sus distintos momentos, cada uno de
ellos conectado simultáneamente con otras estrategias expropiatorias,
como es el caso de la concesión de los pozos de extracción y de las
zonas de captación, del servicio de abastecimiento a la población por
medio de pipas y, en ocasiones, hasta de la privatización del ciclo na-
tural del agua (Clarke, 2009: 15-16).
En los últimos 25 años, muchos gobiernos han ido privatizando los
servicios de agua potable y de saneamiento. En México, bajo un deli-
berado debilitamiento técnico y financiero de los organismos operadores
municipales de agua y de la consecuente degradación de la calidad del
líquido para consumo doméstico, comenzó a introducirse y a ganar le-
gitimidad la práctica del consumo del agua embotellada (ibid.: 14).
En ese sentido, el mercado de agua embotellada en el país empezó
a crecer tras implantarse la idea de que el agua de las redes públicas no
era potable. En el caso de la ciudad de México, se sostiene que este ar-
gumento adquirió fuerza tras el terremoto de 1985, cuando las autori-
dades declararon que, debido a fracturas en el sistema, no era seguro
beber agua, lo cual fue aprovechado por las empresas del ramo (cen-
cos, 2010).
El crecimiento en las ventas ha ido de la mano de la destrucción de
las fuentes de agua y de la erosión de las infraestructuras para su abas-
to y saneamiento, lo que ha provocado que el número de acuíferos so-
brexplotados se haya triplicado a lo largo de las últimas tres décadas
(Clarke, 2009: 16). Sólo así puede entenderse que nuestro país se haya
consolidado como el primer consumidor mundial de agua embotella-
da, luego de que en cuatro años la demanda creció 40% (Enciso, 2010).
El agua embotellada representa un producto insignia del patrón de
consumo urbano moderno, siendo parte del núcleo estructurador de
todo nuevo proyecto de expansión de las manchas urbanas y de su mo-
delo enajenado de gestión de la vida cotidiana, en el cual toda la re-
producción de la población sólo es posible a través de la compraventa
de mercancías, incluida el agua (Clarke, 2009: 15).
A nivel mundial, el negocio del agua embotellada ha logrado con-
solidarse como uno de los sectores más dinámicos de la economía,

107
LUCHAS POR LO COMÚN

a partir de dos procesos simultáneos. Por un lado, el progresivo des-


mantelamiento de la capacidad de los gobiernos en sus diferentes ni-
veles para cumplir con una gestión que garantice el acceso público y
seguro al agua; por otro lado, la trayectoria seguida por las llamadas
“cuatro grandes” empresas trasnacionales del sector de las bebidas:
Coca Cola, PepsiCo, Nestlé y Danone (ibid.: 16).
Todo esto ha sido posible por la creación de la Comisión Nacional
del Agua (Conagua) en 1989 y por la promulgación de la Ley de Aguas
Nacionales en 1992, que abrieron las puertas para la apropiación priva-
da del agua, aunque formalmente, a nivel discursivo, se mantenía como
propiedad de la nación. A partir de estas iniciativas y del conjunto de
reformas impulsadas para cambiar los modos de apropiación de los re-
cursos naturales, se posibilitó la oleada privatizadora de los servicios
de abasto público urbano de agua y de saneamiento, con la correlativa
autorización para que las empresas extrajeran libremente del subsuelo
los volúmenes de agua requeridos (ibid.: 17), a costa del desmembra-
miento progresivo de las estructuras y capacidades de autogestión y
solidaridad mutua entre barrios, comunidades y pueblos.
A contracorriente del sentido común dominante, que concibe al
agua embotellada como sinónimo de salud y pureza, en 1999, el Con-
sejo de Defensa de los Recursos Naturales de Estados Unidos, publicó
un importante estudio titulado “Agua embotellada: ¿bebida pura o es-
tafa pura?” El estudio muestra que, de 103 marcas examinadas, la ter-
cera parte contiene niveles significativos de contaminación por arséni-
co y Escherichia coli; una cuarta parte de toda el agua embotellada se
extrae del grifo, se filtra y es revendida al público; esa botella de agua
generalmente es sometida a pruebas de pureza mucho menos rigurosas
y con estándares de pureza más bajos que el agua de los sistemas públi-
cos. “El agua existe para fluir libremente. Al hacerlo, se limpia y puri-
fica. Pero una vez que se le atrapa y encierra en una botella, esto puede
tener todo tipo de implicaciones sobre su calidad, su seguridad y la
salud humana” (ibid.:24).
En México, la instancia encargada de vigilar la calidad del agua que
se vende es la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sa-
nitarios (Cofepris) de la Secretaría de Salud. Sin embargo, siguiendo al
investigador Rodrigo Gutiérrez Rivas, su labor de inspección es muy
limitada y la base para medir la calidad del agua es una Norma Oficial
Mexicana (nom-179-ssa1-1998) que no incluye procesos de certifi-
cación y que, en todo caso, no implica sanciones para las compañías
(cencos, 2010: 4).
108
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

El Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de Estados Uni-


dos ha estimado que el agua embotellada se vende entre 240 y 10 mil
veces más cara que el agua de grifo. Para Coca Cola y Pepsi, que ex-
traen el agua directamente de las redes municipales, el margen de
ganancia es exorbitante. Pero, éste es mucho más escandaloso en los
casos de Danone y Nestlé, porque pagan poco o nada por el agua que
toman de los acuíferos y corrientes subterráneas (Clarke, 2009: 27).
Las empresas del sector ganan hasta 5 000% más de lo que invierten.
Coca Cola Femsa paga $2 600 pesos al año por cada una de las 46 con-
cesiones de explotación de aguas subterráneas. Sólo en 2007, esta em-
presa tuvo ganancias por $32 500 millones de pesos (Enciso, 2010).
Los envases se han vuelto otro problema: el plástico libera conta-
minantes y químicos tóxicos altamente peligrosos cuando son produ-
cidos y, nuevamente, cuando son enterrados o quemados. Los envases
son el residuo sólido de mayor crecimiento en los últimos años (Clarke,
2009: 28). Ello provoca que, anualmente, en México se desechen alre-
dedor de 8 000 millones de envases de plástico, los cuales tardan hasta
500 años en degradarse (Enciso, 2010).

Agua y energía para el capital: construcción de presas hidroeléctricas

Otra de las vertientes de privatización y de despojo del agua se encuen-


tra en la construcción de represas en el mundo. Hoy por hoy, constituye
uno de los tipos de megaproyectos que más efectos sociales, culturales,
económicos y ambientales está ocasionando. Lamentablemente Méxi-
co no es una excepción al respecto.
Históricamente, la construcción de represas se ha considerado co-
mo uno de los símbolos de la modernidad, presentándose como una
solución de progreso y desarrollo para resolver necesidades de subsis-
tencia y mejorar la calidad de vida. Actualmente, existen aproximada-
mente 45 000 presas en todo el mundo, las cuales han inundado miles de
hectáreas de selva y bosque, desplazando a más de 40 millones de per-
sonas. En consecuencia, aproximadamente 60% de las cuencas de los
grandes ríos del planeta están mediana o altamente modificadas por
una o más represas de gran envergadura, transferencias entre cuencas
o extracciones de agua para riego (García, 2010: 20). Los cinco países
que acaparan casi 80% de todas las grandes represas del mundo son:
China, con 22 000 grandes represas; Estados Unidos, con más de 6 390;
India, con más de 4 000; España y Japón, con entre 1 000 y 1 200 gran-
des represas cada uno (Castro, 2002).
109
LUCHAS POR LO COMÚN

Existen presas en las que la cortina mide más de 150 metros (repre-
sas mayores) y otras en las que mide menos de 15 metros (represas me-
dianas). El lago artificial formado por la cortina se llama embalse o va-
so. Su volumen puede medirse por la cantidad de agua que tiene y su
área por la cantidad de hectáreas que se inundan (mapder, 2010: 10).
La construcción de una hidroeléctrica implica un proceso largo, de por
lo menos diez años, conformado por diversas etapas (irn, 2007: 24-28;
mapder, 2010: 10-11; García, 2010: 19-21). La fase inicial de identifica-
ción comprende los estudios de prefactibilidad mediante los cuales se
asegura la construcción y la operación de la represa, determinando si
el sitio es idóneo, cuánta electricidad y agua puede producir, además
de los costos.
La siguiente fase de preconstrucción abarca el estudio de factibili-
dad y el diseño detallado, así como el análisis de las condiciones del
lugar (clima, caudal del río, geología), eligiéndose los lugares factibles
para realizar las obras. En esta fase se realiza el Estudio de Impacto
Ambiental, a través del cual se examinan las consecuencias ambienta-
les de la represa. También, se sugieren medidas para mitigar los pro-
blemas ambientales que se ocasionarán, generándose planes de reasen-
tamiento o de desarrollo social, que incluyen formas de compensación
y medidas para reubicar a las personas que viven en la zona de em-
balse. Una vez hechos estos estudios, los constructores negocian con
los gobiernos y los bancos para que paguen los altos costos de la cons-
trucción. El Banco Mundial es una de las fuentes más importantes para
el otorgamiento de préstamos a los gobiernos.
Posteriormente, en la fase de construcción, se habilitan oficinas, ca-
minos, infraestructura para el personal que labora en la obra, se con-
trata al personal y a los proveedores de servicios. Se construyen las
líneas de transmisión, se inician las detonaciones, se marcan terrenos
y se busca desplazar a la población. Durante la fase de operación, que se
extiende de 30 a 50 años, las empresas controlan la vida útil de las pre-
sas, la cual varía dependiendo del sedimento que la llena o de los des-
perfectos en su construcción que más tarde producen fallas.
El funcionamiento de las represas se acompaña de grandes daños
ambientales en los lugares en que se implantan: extinción de peces y
otras especies acuáticas, destrucción de los hábitats y división de las
rutas de migración de los animales por las inundaciones de los bos-
ques y humedales. Los embalses generan problemas de salud, pues se
crean hábitats para zancudos y otros vectores que producen enfer-

110
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

medades, como la malaria o el paludismo; se destruyen actividades


económicas como la pesca y la agricultura; se inunda la mejor tierra
agrícola; los sedimentos que fertilizan los cultivos no alcanzan a llegar
río abajo; y, los cambios en el caudal del río, erosionan las riberas.
Según datos de la Comisión Mundial de Represas,42 al menos 400 000
km2 de ecosistemas ribereños se han perdido al ser inundados por pre-
sas (García, 2010: 25).
Diversos estudios han revelado que las presas influyen en el cambio
climático, generando 4% de los gases de efecto invernadero en todo el
planeta. Esto se produce porque la materia verde viva existente contie-
ne carbón el cual, al combinarse con oxígeno, produce dióxido de car-
bono. Este gas, junto con el gas metano y el óxido nitroso, ha aumenta-
do exponencialmente en el último siglo debido a la actividad humana.
La capa vegetal del planeta regula la cantidad de gases, absorbiéndolos
en 40%. Así, la deforestación y la emisión de gas metano producida por
la descomposición de la materia verde inundada, entre otros factores,
apunta a que las hidroeléctricas son uno de los modelos de generación
de energía más sucios del planeta (mapder, 2010: 12-13).
A nivel local, los impactos de las represas son catastróficos. Las co-
munidades y los modos de vida que habitan esos territorios son arrasa-
dos. Las presas han inundado sitios históricos, culturales, cementerios,
ocasionando el desplazamiento de más de 40 millones de personas en
todo el mundo, las cuales, en su mayoría, tienden a migrar hacia las
ciudades (irn, 2007: 10).
Cuando las presas ya están funcionando, las comunidades se enca-
minan hacia la exigencia de reparaciones, compensaciones por daños
y re-operaciones. Estas últimas implican cambios en la maniobra de la
represa para ayudar a que el río recupere su flujo natural. Incluso, se
han llegado a desmantelar presas hidroeléctricas por las terribles con-
secuencias producidas, como ha sucedido en Estados Unidos y Europa
y, por ejemplo, en los ríos Loire y Lèguer en Francia.
Por el contrario, en México y en el resto de América Latina se man-
tiene y se fortalece la generación de megapresas hidroeléctricas de la
42
La Comisión Mundial de Presas fue creada por el Banco Mundial y la Unión Mun-
dial para la Naturaleza en 1998, en respuesta a la creciente oposición a las represas
grandes. Dicha comisión está integrada por 12 representantes de un amplio espectro
de intereses, incluyendo gobiernos y organizaciones no gubernamentales, opera-
dores de represas, movimientos populares de base, corporaciones, académicos/as,
asociaciones industriales y consultores.

111
LUCHAS POR LO COMÚN

mano de la iniciativa privada, ubicadas principalmente en la Sierra


Madre Oriental, con el fin de producir sobreoferta de energía eléctrica,
pese a que se ha demostrado que las presas existentes están siendo sub-
utilizadas (Palma y Morales, 2010: 23).
Y es que la construcción de hidroeléctricas responde a un proble-
ma central: el alto consumo de Estados Unidos, de las grandes empre-
sas y de la manera en que la energía eléctrica está distribuida en el país.
Cabe mencionar que el impulso de estos megaproyectos se da en el
marco del tlcan y el Proyecto Mesoamérica, los cuales incluyen un
apartado de producción y comercialización de energía que comprome-
te a nuestro país en su generación para cubrir las demandas de ex-
portación. A nivel del mercado interno, los principales consumidores
de energía en México actualmente son los sectores industrial y co-
mercial, no la población en sus viviendas (García, 2010: 16, 18).
La construcción de hidroeléctricas a cargo de la Comisión Federal
de Electricidad (cfe), bajo un esquema mixto de inversión y operación,
ha sido justificada como una salida para satisfacer la alta demanda de
energía que el país requiere. La participación del capital privado en este
rubro hace posible la instalación de esa capacidad, con el aumento de
la producción de energía, la disminución de costos y el mejoramiento
de la calidad para todos los usuarios.

El nuevo esquema promete que ya no habrá cortes de energía ni apa-


gones, que no habrá variaciones del voltaje y que el servicio al cliente
mejorará. Sin embargo, los procesos de privatizaciones de las empresas
estatales de energía eléctrica han ido acompañados de corrupción;
de aumento en las tarifas y de mala calidad y mal servicio (Castro,
2007a).43

La participación del sector privado en este ramo fue posible gracias a


los cambios que se generaron en el Artículo 36 de la Ley del Servicio
Público de Energía Eléctrica en 1992 y 2010, contraviniendo lo dis-
puesto por el Artículo 27 constitucional, que establece que:

Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transfor-


mar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la
43
De aquí que, en los últimos años, en algunas regiones del país se haya desarrolla-
do un enorme proceso de resistencias de cientos de comunidades contra las altas
tarifas de las luz eléctrica, como es el caso del Consejo Autónomo Regional de la
Zona Costa de Chiapas.

112
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán con-


cesiones a los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos
naturales que se requieran para dichos fines.

En relación a lo anterior, como resultado de la revisión al informe de


la cuenta pública de 2008, la Auditoría Superior de la Federación (asf)
encontró que el gobierno federal ha ido reduciendo la generación de
energía a través de la paraestatal Comisión Federal de Electricidad,
incrementando la ociosidad de las plantas instaladas en el país en 6.9%,
al mismo tiempo que los productores privados fueron aumentado su
participación en el mercado. Además, 87.5% de la capacidad instalada
(es decir, las presas construidas y en operación) estuvo disponible, pe-
ro sólo operó al 45.4%, lo que refleja que 42.1% no se utilizó (García,
2010: 16).
Para la región mesoamericana, el relanzamiento del Plan Puebla Pa-
namá (ppp) –hoy Proyecto Mesoamérica–, implica el impulso de un
sistema eléctrico en todos los países de Centroamérica, cuyos objeti-
vos son mejorar sustantivamente la seguridad energética, los costos de
oferta de electricidad y fortalecer el sector eléctrico con el fin de au-
mentar su competitividad, además de potenciar la producción de ener-
gía con fuentes renovables y la consolidación de un Mercado Eléctrico
Regional (mer). A partir del Plan Puebla Panamá se promueven inicia-
tivas de integración energética desde Panamá hacia Estados Unidos, a
fin de satisfacer el aumento constante del consumo energético de este
último (Ceceña, 2007: 13).
En este contexto, se están impulsando una serie de megaproyectos
turísticos o corredores multimodales e industriales para las maquila-
doras, las cuales también requieren de la apropiación y de la garantía
de agua y energía a bajo costo. La infraestructura carretera, aérea, por-
tuaria y ferrocarrilera para implementar el “libre comercio” necesita
mucha energía. Como comenta Castro, “sin energía no hay tratados de
libre comercio” (Castro, 2007).
Si bien la construcción de hidroeléctricas se ha planteado como
una alternativa limpia y eficiente para la generación de electricidad, la
Comisión Mundial de Represas ha documentado que 20% de las re-
presas hidroeléctricas logra menos de 75% de los objetivos planeados
de producción de energía eléctrica y más de 50% no llega a cumplir
sus objetivos iniciales, además de que, con el paso del tiempo, se van
volviendo inservibles (García, 2010: 15).

113
LUCHAS POR LO COMÚN

Ahora bien, ante este panorama existen miles de resistencias loca-


les contra la construcción de represas en sus comunidades. A nivel in-
ternacional, desde la década de los noventa se ha venido conformando
un movimiento antipresas en el que confluye el Movimiento Interna-
cional contra las Represas Destructivas y la Red Latinoamericana en
Contra de las Represas (Redlar). El ascenso de estos movimientos se
relaciona con el hecho de que muchas de las comunidades se encuen-
tran enfrentando el final de la vida útil de grandes embalses construi-
dos hace 50 años (Castro: 2007).
El desgarramiento de los territorios y las múltiples estrategias de
privatización y despojo del agua, encarnan una verdadera guerra contra
la propiedad común de este bien. Pese a ello, conforme crece la compleja
crisis del agua, subsisten y se recrean diversas iniciativas autogestivas
para la captura del líquido, la retención de reservas en los acuíferos, el
diseño de otras formas de urbanización, la implementación de técnicas
alternativas para su uso doméstico y comunitario, el empleo de letrinas
secas o la creación de formas alternas de filtrar y recuperar el agua de
los ríos (Barreda y Ortiz, 2007:18).
La economía globalizada está cambiando la definición del agua: de
ser un bien comunal se ha vuelto un bien económico y privado, que
puede extraerse y comerciarse libremente para beneficio de unos po-
cos. Los defensores del libre comercio de agua consideran a los dere-
chos de propiedad privada como la única alternativa para la tenencia
estatal y a los mercados libres como los únicos sustitutos de la regla-
mentación burocrática de los recursos hídricos (Shiva, 2007: 32). Bajo
esta lógica, la gestión del agua tiene el imperativo de cubrir los reque-
rimientos del capital y no los de la satisfacción de las necesidades bá-
sicas y de sustento para la reproducción de la vida.
Así, el desarrollo de todo tipo de megaproyectos y proyectos de ex-
tracción –emprendimientos mineros, producción de biocombustibles,
monocultivos forestales, producción agropecuaria– dependen del agua.

Desarrollo de infraestructura

En todo este entramado, un componente adicional que garantiza la


movilidad de las materias primas extraídas, es la construcción de in-
fraestructura carretera, ferroviaria y multimodal, portuaria y aero-
portuaria vinculada a la maximización de los beneficios de la lógica
capitalista, en tanto favorece la reducción de costos y tiempos para
la circulación de materias primas extraídas o producidas. Se trata de
114
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

acortar tiempos, de cerrar distancias, de conectar e integrar espacios


gobernados por flujos extraterritoriales, con la consiguiente desinte-
gración de las territorialidades constituidas previamente.
El desarrollo de infraestructura para la circulación de mercancías
no es una novedad; de hecho, el ordenamiento territorial novohispano
fue construido a partir del trazo de vías de transporte y circulación de
mercancías en torno al reconocimiento de las zonas de mayor riqueza
de recursos naturales en México. En este caso, las ciudades fueron le-
vantadas cerca de los yacimientos mineros y de los centros de mayor
actividad económica. De igual forma, en el siglo xix la construcción
del ferrocarril se realizó a partir de la identificación de los lugares en
que se encontraban las riquezas que debían ser transportadas. Hoy, el
desarrollo de infraestructura, con el apoyo de la tecnología, es un im-
perativo fundamental de reterritorialización para garantizar la política
extractivista del país.
En México, los desarrollos de infraestructura de carreteras, energía
y telecomunicaciones se han venido impulsando en el marco de dife-
rentes acuerdos y tratados comerciales. Tal es el caso del Plan Puebla
Panamá –hoy Proyecto Mesoamérica con la incorporación de Colom-
bia–, cuyo objetivo es dominar una serie de áreas para su valorización,
dominación e integración al “sistema del mercado global”.

Implica trazar nuevas rutas, adecuadas a la geografía económica del si-


glo xxi: las nuevas venas abiertas hacia el imperio, que responden a
nuevas necesidades y a una diferente selección de las materias primas y
de los llamados recursos estratégicos. Caminos que conecten los gran-
des centros de producción y consumo del mundo, que abaraten y ace-
leren los traslados y que, al mismo tiempo, refuercen la vigilancia y el
control sobre los mismos (Ceceña, 2007: 10).

Cabe señalar que, el Plan Puebla Panamá surge en 2001, como una ini-
ciativa conformada por Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y, más
recientemente, Colombia. El área de trabajo vinculada al desarrollo de
infraestructura es el Proyecto de Interconexión de la Infraestructura
de Transporte y Facilitación Comercial, el cual tiene como objetivo au-
mentar la conectividad interna y externa de las economías de la región
mesoamericana a través del mejoramiento de la infraestructura y de los
servicios de transporte carretero, marítimo y portuario, favoreciendo y
potenciando la competitividad en los países de la región.

115
LUCHAS POR LO COMÚN

En este renglón, actualmente se están promoviendo dos iniciativas:


la Red Internacional de Carreteras Mesoamericanas (ricam) y el Siste-
ma de Transporte Multimodal Mesoamericano, ambas con la finalidad
de establecer una red de carreteras mesoamericanas que permitan la
integración de la región y disponer de una infraestructura de integra-
ción modal, además de constituir una cadena logística capaz de poner
al alcance de los mercados su producción por vías terrestres, marítimas
y aéreas, conectando las poblaciones, las zonas productivas y los prin-
cipales puntos de distribución y embarque.
Se trata de impulsar megaproyectos infraestructurales de transpor-
te, comunicaciones y energía que unifiquen la región en forma concre-
ta, complementando al tlcan y al nuevo tlc de Centro América con
Estados Unidos (cafta, por sus siglas en inglés). Con estos megapro-
yectos, el ppp busca atraer inversión privada nacional y extranjera,
impulsando un cambio en el modo de producción del campo meso-
americano, desde una economía campesina todavía basada en gran
parte en la propiedad social y en la autosuficiencia, hacia un sistema
neoliberal, apoyado en la propiedad privada, en la mano de obra ba-
rata, en plantaciones agroindustriales, en la extracción de recursos na-
turales y en la promoción del “gran turismo” (Wilson, 2008).
Sin lugar a dudas, el impulso de superautopistas, carreteras, siste-
mas de transporte y vialidades, ha sido posible por el estímulo de re-
formas estructurales y por las modificaciones realizadas al marco nor-
mativo, con el relajamiento de leyes de protección ambiental. Durante
el sexenio de Felipe Calderón se han aportado cuantiosas sumas a este
rubro, en esquemas mixtos de inversión privada y pública, tratando, a la
vez, de dar la certeza jurídica requerida por los inversores, como sucede
con la eliminación de “la regulación innecesaria y los inhibidores a la
inversión, incluyendo, entre otras acciones, la revisión y simplificación
de los procedimientos de contratación”, resolviendo “la problemática
adquisición de derechos de vía” y con la simplificación de “los trámites
para la obtención de autorizaciones en materia ambiental” (Calderón,
2007: 28).
Las metas a 2012 fueron la construcción o modernización de 17 598
kilómetros de carreteras y caminos rurales, incluyendo 12 260 kiló-
metros correspondientes a la terminación de 100 proyectos carreteros
completos. Asimismo, el incremento de 72% a 90% de la red carretera
federal que opera en buenas condiciones conforme a estándares inter-
nacionales. De los kilómetros construidos, 5 472 se destinaron a corre-

116
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

dores troncales; 1 338 a obras complementarias; y 4 000 a caminos rura-


les y carreteras alimentadoras (ibid.: 46).
A nivel longitudinal, los corredores troncales terminados durante
esta administración son: la Transpeninsular de Baja California, México-
Nogales con ramal a Tijuana; Querétaro-Ciudad Juárez; México-Nuevo
Laredo con ramal a Piedras Negras; Veracruz-Monterrey con ramal a
Matamoros; Puebla-Oaxaca-Ciudad Hidalgo; México-Puebla-Progre-
so; Peninsular de Yucatán. Y, a nivel transversal: Mazatlán-Matamoros;
Manzanillo-Tampico con ramales a Lázaro Cárdenas; Altiplano; Aca-
pulco-Veracruz; Circuito Transísmico. En materia ferroviaria se cons-
truyeron 1 418 vías férreas; en infraestructura portuaria, cinco puertos
nuevos, modernizándose 22; además, 13 muelles para crucero (ibid.:
46, 49). Este tipo de medidas ha ido acompañada de fuertes procesos
de despojo contra comunidades poseedoras de la tierra.
Asimismo, en el desarrollo de la megalópolis del Valle de México se
están impulsando proyectos de infraestructura carretera para conectar
la llamada Corona de las Ciudades de Puebla, Tlaxcala, Cuernavaca,
Cuautla, Querétaro, Toluca, Hidalgo, mediante el Arco Sur, el Arco Po-
niente, el Arco Norte con el libramiento norte de Puebla, las carreteras
Naucalpan-Toluca y Lerma-Tres Marías.
A este respecto, pasemos a revisar el último eje propuesto, la ciudad
y los procesos de urbanización en el marco de la acumulación del
capital.

Nuevas formas de despojo y cercamiento de lo común en las ciudades

Frente a la actual crisis socioambiental, resulta relevante el análisis crí-


tico del metabolismo de las ciudades modernas, así como de su viabi-
lidad no sólo a mediano plazo sino en los tiempos actuales por la alta
demanda de flujos materiales y energéticos y la consustancial inten-
sificación de la sobreexplotación de la naturaleza y del trabajo vivo.
En la actualidad más de 3 000 millones de personas, es decir, más de
la mitad de la población mundial vivimos en alguna ciudad (Fernán-
dez Durán, 2008: 8). Lo que significa que, haciendo los cálculos corres-
pondientes, para 2030 el 60% de la población será urbana, alcanzando
su pico más alto en 2050, cuando llegue a los 10 000 millones de perso-
nas (Davis apud., Delgado, 2010: 116).
Un dato sorprendente es que la actual urbanización corresponde
únicamente con la ocupación de 3% de la superficie del planeta y al

117
LUCHAS POR LO COMÚN

mismo tiempo, con el exorbitante consumo de dos terceras partes de


la energía, produciendo entre muchas otros daños ecológicos, 80% de
co2, uno de los gases responsables del cambio climático (Fariña, 2015).
Lo anterior es relevante desde el punto de vista de la magnitud
de los flujos de materiales y de energía necesarios para sostener los
actuales espacios urbanos (Delgado, 2010: 116, 123) De ahí que, como
plantea Delgado, no pueda existir una ciudad netamente “sustentable”
pues, desde el punto de vista de la termodinámica, toda urbanización
provoca una degradación del medio ambiente (Delgado, 2010: 130).
Este fenómeno tan crítico corresponde con el acelerado crecimien-
to y propagación de las metrópolis en los últimos 60 años para ex-
pandir las relaciones monetarias y fijar un patrón de producción, dis-
tribución, cambio, consumo y desecho funcional a la reproducción del
capital. Lo que además viene de la mano de cada vez más intensos y
reiterados procesos de acumulación originaria o de despojo, fractu-
rando equilibrios vitales del metabolismo sociedad-naturaleza y ex-
propiando a poblaciones enteras de sus medios de sustento.
Así, la violencia y el despojo –como lógica inherente a la formación
y crecimiento de las ciudades– han provocado el desplazamiento o
abandono forzado de millones de personas que generalmente migran
a algún centro urbano, para en el mejor de los casos, integrarse como
nuevos proletarios al mundo del trabajo asalariado y consumidores
a la economía monetarizada. Y digo en el mejor de los casos, porque
las grandes mayorías no acceden a ese mundo y se insertan a alguna
actividad de la economía informal, donde labora 60% de la población a
nivel nacional (Organización Internacional del Trabajo, 2014). Otros,
al no encontrar trabajo digno (formal u informal) buscan migrar fuera
de México, o sobrevivir mediante alguna actividad de la economía
criminal (narcotráfico o crimen organizado).
Pese a todas las adversidades y desventuras que la vida urbana en-
traña, la ciudad también se vive como el lugar de la máxima libertad,
la famosa frase de que “el aire de la ciudad libera” precisamente hace
alusión a este imaginario. Lo que supone vivir una experiencia pro-
fundamente ambivalente, en tanto se disfruta de los satisfactores de lo
urbano y un margen de libertad mayor, pero al mismo tiempo, se pa-
dece la dependencia de las relaciones monetarias y con ello, la incapa-
cidad de reproducir de manera autónoma nuestra existencia con otros.
En este mismo orden de ideas, un signo sustantivo de la ciudad
moderna ha sido su tendencial oposición con respecto al campo que,

118
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

siguiendo a Efraín León, podríamos entender como parte de “una for-


ma de espacialización de la sociedad en una gran división social de
las actividades y del trabajo, donde sin olvidar que existen jerarquías,
clases, intereses, es importante al mismo tiempo entender que hay
complementariedades entre lo que se está llevando a cabo en el campo
y lo que se está llevando a cabo en la ciudad” (2015).
Ciertamente el despliegue de lo urbano como una fuerza nueva,
moderna y aparentemente autónoma de la naturaleza, justamente ha
ensombrecido la interdependencia de la ciudad con respecto al cam-
po, así como el carácter destructivo y despilfarrador de la sociedad de
consumo.
A este respecto y en sintonía con la perspectiva de Delgado, los pro-
blemas más importantes del ambiente urbano están relacionados con
la falta de administración de los ciclos energéticos y, por tanto, con la
perpetuación de la ciudad como “sistema altamente disipativo”, es de-
cir, con la demanda y consumo de energía y materiales externos al
sistema urbano y por otro lado, con el desecho de energía disipada y
materiales degradados (Delgado, 2010: 113-114).
Sin duda, el carácter disipativo de las ciudades se ha intensificado a
partir de la reconfiguración neoliberal del sistema global de los seten-
ta, marcada por la creciente voracidad de acumulación de ganancias.
En ese sentido, y siguiendo a Efraín León (2015), las ciudades son
la centralidad de la reproducción del capital, en tanto se concentran
múltiples procesos de la valorización del valor, en términos mercanti-
les, industriales y agregaría, financieros.
De forma mucho más definida, durante el neoliberalismo las ciu-
dades comenzaron a funcionar como los centros de comando del ca-
pital financiero y corporativo a partir de la oferta de nuevos sectores
de producción, formas de proporcionar servicios financieros, innova-
ciones comerciales, tecnológicas y organizativas. Así pues, la globali-
zación –que a menudo ha sido caracterizada por la dispersión de la
producción y la hipermovilidad de los flujos de capital e información
acentuados por las nuevas tecnologías– conlleva, de forma simultá-
nea, a una aglomeración de funciones de comando, innovación y co-
ordinación de los distintos espacios desde los que se ejecutan estas
actividades (Sassen, 2004).
El funcionamiento de la ciudad de México, caso que de manera
central recuperamos en este apartado, ha producido un tipo de es-
pacialidad caracterizada por la desigualdad, la polarización y la segre-

119
LUCHAS POR LO COMÚN

gación de la geografía social, con una planeación territorial y con


patrones de desarrollo urbanos equívocos como telón de fondo. Así,
las políticas de expansión, crecimiento y reordenamiento territorial
están siendo regidas por los intereses del capital, fenómeno que ha
sido conceptualizado y ampliamente documentado por la Asamblea
Nacional Afectados Ambientales (anna) como de “urbanización
salvaje”.
Desde la perspectiva de Barreda y Ortiz, el espacio urbano se ha
convertido en un campo de batalla en el que se lucha por conseguir los
máximos beneficios derivados de los diferentes usos aplicados al suelo.
El crecimiento desbocado de unidades habitacionales en la periferia
urbana es un ejemplo de la confrontación que se está dando entre las
masas crecientes de población de la ciudad en tensión con el campo
(Barreda y Ortiz, 2007: 11).
En este marco, la ciudad de México se ha venido convirtiendo en
una megalópolis, a partir de una lógica de expansión e integración con
diversas áreas metropolitanas de las ciudades ubicadas a su alrededor,
en particular a la de Toluca-Lerma, Cuernavaca-Cuautla, Puebla-Tlax-
cala y Pachuca. Así, las actividades de la ciudad ya no sólo están con-
formadas por aquellas realizadas por los 22 millones de habitantes de
la zona metropolitana de la ciudad de México –contando los 70 muni-
cipios conurbados de Hidalgo y del Estado de México–, sino además,
por las efectuadas por quienes habitan dicha corona de ciudades.
Esta expansión ha incluido la construcción de una serie de carrete-
ras para unir las distintas ciudades, por ejemplo, el libramiento norte de
Puebla, las carreteras Naucalpan-Toluca, Lerma-Tres Marías, los pro-
yectos del Arco Sur y de la Súper Vía Poniente, que dicho sea de paso,
en su mayoría, están siendo concesionadas a la empresa española ohl.
Estas dinámicas están reordenando los territorios, desestructuran-
do economías locales y absorbiendo zonas rurales con lógicas no to-
talmente mediadas por el valor de cambio. Fenómeno que a su vez se
retroalimenta por los enormes flujos migratorios de otros estados del
país que generalmente llegan a las ciudades en búsqueda de nuevas
oportunidades de subsistencia.
Así, va creciendo y expandiéndose la mancha urbana a costa de la
presión sobre los ejidos y zonas de conservación cercanos a ella, donde
no sólo suele haber biodiversidad importante, sino donde además se
capta dióxido de carbono y se infiltra agua (Delgado, 2010b: 112).
Siguiendo a Sabatini (1997), entre las tendencias de renovación de

120
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

la urbanización y la crisis de la planificación urbana, emerge un urba-


nismo flexible, caracterizado por dejar abierto un espacio de nego-
ciación entre la autoridad territorial y los inversionistas y agentes de
desarrollo urbano.44
En estos contextos, las periferias de la ciudad es donde predomi-
nantemente se asientan las actividades industriales y las clases socia-
les más pobres; pero también, son el ámbito en el cual se verifica la
expansión de la ciudad, donde acontecen rápidas transformaciones y
se lleva a cabo la explotación del suelo (Nicolin, 1992).
Vinculado a esto, el transporte ha representado un eje fundamental
en el desarrollo de los centros urbanos destinado a sostener los esque-
mas productivos de la ciudad. En el caso de la ciudad de México, las
iniciativas de movilidad urbana impulsadas durante los últimos años,
han estado destinadas a priorizar el uso del automóvil y que el trans-
porte público sea operado por empresas privadas, como es el caso del
sistema de transporte Metrobús.
El desarrollo de megaproyectos de vialidad en la ciudad de México
ha sido notable, “la más alta en 30 años” (Ramírez, 2011). Nunca se ha-
bían destinado tantos recursos al renglón de la infraestructura, con los
correlativos cambios de uso de suelo, producción de Gases de Efecto
Invernadero (GEI), destrucción de áreas verdes y de suelos de conser-
vación. Siguiendo a Delgado, el costo socioambiental del sistema de
transporte centrado en el automóvil privado no es meramente el de la
quema de combustibles fósiles; a ello se debe agregar el costo de extra-
er, trasladar y transformar la energía y los materiales necesarios para
dar forma al sistema de calles, avenidas, puentes, segundos pisos, etcé-
tera (Delgado, 2010: 113).
En suma, éstas son sólo algunas de las tramas que componen el
complejo funcionamiento del metabolismo de las ciudades en el capi-
talismo global. Ciertamente en los últimos veinte años se ha acelerado
una tendencia hacia la privatización de bienes comunes, servicios y
espacios públicos con su correlato de despojo y contaminación. Como
contrapartida, múltiples son las resistencias que hoy cuestionan estas
políticas de desarrollo urbano, e incipientemente problematizan la
propia naturaleza de las ciudades y su viabilidad bajo la lógica de la re-
producción capitalista.
***

44
Retomado de Merlinsky (2009).

121
LUCHAS POR LO COMÚN

Después de este largo recorrido podemos ver que, a lo largo de los


últimos treinta años, el conjunto de políticas extractivas aplicadas en
nuestro país –como una forma del cercamiento y despojo capitalista de
los bienes comunes naturales–, ha trastocado profundamente el tipo
de propiedad y los modos en que se gestiona la riqueza social mediante
un nuevo pacto corporativo-estatal.
El giro neoliberal del extractivismo en México incluye el recru-
decimiento y la intensificación de las formas de apropiación de los
bienes comunes naturales renovables y no renovables con escaso valor
agregado, predominantemente orientados a satisfacer las necesidades
de los mercados internacionales. Estas políticas se han podido organizar
sobre la base de un proceso de desnacionalización y privatización de
las empresas públicas relacionadas con el sector primario, y mediante
el desmantelamiento de las estructuras productivas y de sustento de las
comunidades indígenas y campesinas.
Claramente, vemos que han aumentado los niveles de explotación
y extracción del trabajo vivo, así como los niveles de presión sobre la
extracción de recursos naturales, intensificando la deforestación, la pér-
dida de biodiversidad, la degradación de suelos y, en general, provo-
cando un mayor deterioro ambiental. Se trata de la renovación de crue-
les formas económicas y políticas del despojo que, en definitiva, bajo la
lógica irracional de acumulación voraz del capital buscan incrementar
sus ganancias.
Son notables las semejanzas entre este modelo primario exportador
y el de finales del siglo xix y principios del xx impulsado durante el
porfiriato. Precisamente, en tiempos del neoliberalismo las reformas
estructurales han buscado recuperar aquellos ámbitos que a través de
las distintas luchas sociales se habían conquistado. Sostenemos que en
la actualidad se está comenzando a cerrar el ciclo privatizador abierto
en los ochenta. En efecto, es hasta este momento que se han logrado
implantar las reformas que habían tratado de imponerse en los ámbitos
laboral, educativo, de salud, de las telecomunicaciones y, ahora, sobre
los recursos energéticos y la tierra.
Queda claro que estos despojos han sido posibles por un tipo de
política que, desde el Estado, ha asegurado las condiciones materiales
para la reproducción del capital; ha establecido y garantizado los marcos
jurídicos y las regulaciones legales para la privatización y el despojo;
y, ha desplegado un tipo de hegemonía basada en el consenso y en el
uso del monopolio legítimo de la violencia para someter y subordinar

122
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

los antagonismos sociales. En este sentido, creemos que analizar la


naturaleza del Estado capitalista implica ir contra su reificación y auto-
nomización, como ilusión necesaria para la reproducción del valor.
Lo cierto es que si bien el capital y el Estado tienen poderosas ca-
pacidades para explotar y dominar el mundo humano y natural, no se
trata de situaciones plenamente resueltas y garantizadas, ni mucho me-
nos exentas de dificultades. El poder ha tenido que radicalizar y so-
fisticar sus estrategias de avasallamiento y subordinación, porque la
expansión y la apropiación capitalista enfrentan a su paso variadas in-
tensidades de resistencia y antagonismo social. Revisemos con mayor
profundidad este tema.

El Estado y el despojo de lo político como condición del extractivismo

En México, el proyecto de las clases dominantes busca sostenerse a


partir de la puesta en marcha de un profuso repertorio de estrategias
para someter las formas del antagonismo que el despojo múltiple pro-
duce. Nos referimos específicamente a la afrenta del pacto corporativo-
estatal para la apropiación intensiva y extensiva del trabajo vivo y de
los bienes comunes naturales. En este sentido, es necesario visibilizar
las interconexiones entre capitalismo global, Estado y despojo. De este
modo, propongo analizar las políticas de despojo capitalista que ya
habíamos expuesto a la luz del siguiente repertorio de estrategias de
dominación:45

ESTRATEGIAS DE DOMINACIÓN
1. Legalidad institucional
2. Consenso y legitimidad
3. Captura y cooptación
4. Disciplinamiento y normalización
5. Criminalización de la protesta
6. Represión
7. Militarización y contrainsurgencia

Una primera estrategia que identificamos es la producción de legali-


dad institucional, centrada en la conformación estatal de un andamiaje

Este trabajo es producto del esfuerzo de análisis y sistematización elaborado de


45

manera conjunta con la Mtra. Claudia Composto.

123
LUCHAS POR LO COMÚN

jurídico y administrativo que otorga respaldo y coherencia institu-


cional a las transformaciones económicas, sociales y políticas impues-
tas por las necesidades dinámicas de la acumulación capitalista. Se
trata de legitimar bajo el argumento de la “utilidad pública” los reque-
rimientos estructurales para la valorización del capital, apelando a la
representación del Estado como una instancia separada, autónoma y
neutral de la lógica económica. El Estado, en su aparente búsqueda por
garantizar la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, despliega
una legalidad que, en nombre de la igualdad jurídica, favorece a los
poderosos, consagrando legalmente el despojo y manteniendo la desi-
gualdad de propiedad.
La legalidad institucional se convierte en el pilar constitutivo de la
comunidad ilusoria o comunidad imaginada (Anderson, 1993), bus-
cando afirmar una y otra vez su atribución monopólica del ejercicio de
la política, a costa de expropiar y enajenar las capacidades de lo político
anidadas en los diversos entramados comunitarios.
En este sentido, vemos que las políticas extractivas cuentan con un
respaldo jurídico e institucional para garantizar la legalidad de sus acti-
vidades. La contrarreforma al Artículo 27 constitucional en 1992 y la
firma del tlc representan dos de las maniobras más significativas para
legalizar la ofensiva neoliberal centrada en el despojo de lo común. En
todas estas iniciativas hemos visto cómo la clase política en su conjun-
to, sin importar el signo político de las administraciones o bancadas en
turno, ha impulsado estas transformaciones.
Ligado a lo anterior, podemos identificar un conjunto de estrategias
orientadas a la producción de consenso y legitimidad social, que refieren
directamente al paradigma del “progreso”, “desarrollo” y “moderniza-
ción” como valores positivos de una modernidad en marcha, represen-
tados en este caso, por el desarrollo de megaproyectos cuya “misión”
es propagar sus beneficios entre las poblaciones aledañas a su zona de
influencia. Esto queda muy claro en el siguiente fragmento, en el que
se exponen algunos de los planteamientos de Invecture Group para el
desarrollo del emprendimiento minero a cielo abierto Los Cardones,
en Baja California Sur:

[Este proyecto] será el parteaguas y ejemplo mundial en la explotación


minera responsable; que contribuirá al bienestar de la zona, respetará
absolutamente el medio ambiente y mejorará la calidad de vida de los
mineros y sus familias y a las comunidades El Triunfo, San Antonio
y El Rosario, pertenecientes al municipio de La Paz, y en las que hay

124
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

pobreza, migración por falta de empleo y condiciones de vida nada sa-


tisfactorias. En cambio, con Los Cardones habrá más de 2 mil nuevos
empleos y se diversificará la actividad económica sin perjudicar, por
ejemplo, el turismo. [...] se reforestarán tres hectáreas por cada una que
se utilice en la actividad minera, en provecho de la flora y fauna regio-
nal. Mejor, imposible (Restrepo, 2014).
La construcción de una asociación intrínseca entre megaproyectos, ge-
neración de empleo y mejoramiento de la calidad de vida es emblemá-
tica de las representaciones inaugurales desplegadas por el Estado y las
empresas en las comunidades de destino. La fetichización del desarro-
llo (Barreda, 2011) es una de las estrategias más potentes utilizadas por
el capital para penetrar los territorios. La construcción de este imagina-
rio en torno a los megaproyectos resulta particularmente efectiva en
localidades económica y socialmente relegadas, en las que el Estado se
ha retirado de su rol benefactor y prevalece una sensación de descobijo.
Ante dichas carencias, la promesa de desarrollo toma fuerza y moviliza
el pasado, basado en añoranzas de otros tiempos que eran mejores, o
bien, en la expectativa de un futuro promisorio que está por venir.
Así, lo que está en juego es la idea de inclusión posible,46 la narrativa
nacionalista de la comunidad imaginada (Anderson, 1993), a través
de la cual el Estado sigue desplegando una ilusión desarrollista
(Svampa, Bottaro y Solá Álvarez, 2009), que no tiene relación con las
perspectivas reales de los megaproyectos. Al funcionar con una lógica
de enclave –es decir, sin una propuesta integradora de las actividades
primario-exportadoras al resto de la economía y la sociedad–, éstos no
promueven el desarrollo del mercado interno, generan pocos empleos,
ningún tipo de encadenamiento productivo y una fuerte dependencia
de las vicisitudes de los precios internacionales de los metales. Este per-
fil productivo provoca lo que Acosta (2009) denomina la maldición de
la abundancia, en tanto la miseria de grandes masas de la población
parecería ser consustancial a la presencia de ingentes cantidades de re-
cursos naturales con alta renta diferencial.
De modo que esta narrativa desarrollista asociada al paradigma ex-
tractivista busca generar un horizonte de expectativa social, ocultando
las negativas consecuencias socioeconómicas de este tipo de perfil pro-
ductivo. En definitiva, lo que se pone en juego con esta estrategia es la
construcción de un tipo de hegemonía que asocie el extractivismo a un
horizonte de prosperidad nacional.
46
Debemos este concepto al aporte de Raquel Gutiérrez, con quien sostuvimos un
fructífero intercambio a partir de las hipótesis propuestas en el presente apartado.
125
LUCHAS POR LO COMÚN

A este respecto, es de resaltar la campaña mediática que el gobierno


federal, encabezado por Enrique Peña Nieto, impulsó en el marco de la
aprobación de la reforma energética en 2013. La misma utilizó la imagen
de Lázaro Cárdenas, una fuerte figura que en el imaginario social de
la sociedad mexicana representa la defensa de la soberanía nacional,
para mostrar como necesaria y urgente la participación de la iniciativa
privada en el desarrollo de la industria petrolera, bajo esquemas de
utilidad compartida, sin recurrir a la palabra de privatización. El lema
de “el petróleo siempre será nuestro” fue presentado en innumerables
ocasiones en comerciales, inserciones en periódicos y anuncios de ra-
dio. Así, la complicidad y la subordinación de los medios masivos de
comunicación resultan cruciales para la propagación de estos discursos.
Adicionalmente, en un sinnúmero de casos la narrativa desarrollis-
ta ha estado legitimada por voces autorizadas y “expertas” provenientes
de centros de investigación y de universidades públicas y privadas. Es
común que las universidades participen elaborando planes de desarro-
llo para las zonas afectadas, o en la elaboración de las Manifestaciones
de Impacto Ambiental (mia). Destacan la participación de la Univer-
sidad de Guerrero en la preparación del plan de desarrollo integral del
área de influencia de La Parota y el Programa Universitario del Medio
Ambiente (puma) de la unam en la elaboración de la Manifestación de
Impacto Ambiental del mismo proyecto. La Universidad de San Luis
Potosí, por su parte, avaló la Manifestación de Impacto Ambiental pre-
sentada por Minera San Xavier.
Otra de las estrategias que identificamos en este rubro tiene que
ver con las acciones de responsabilidad social empresarial (rse), como
forma de legitimar el extractivismo y ocultar los devastadores efectos
socioambientales que estas industrias dejan a su paso. Tal y como en el
propio portal de rse se señala:

Se trata de una nueva forma de gestión y de hacer negocios, en la cual


la empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo
económico, lo social y lo ambiental, reconociendo los intereses de los
distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación
del medio ambiente y la sustentabilidad de las generaciones futuras. Es
una visión de negocios que integra el respeto por las personas, los valo-
res éticos, la comunidad y el medio ambiente con la gestión misma de
la empresa, independientemente de los productos o servicios que ésta
ofrece, del sector al que pertenece, de su tamaño o nacionalidad (Portal
de rse).

126
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En este rubro, es de resaltar la participación del Centro Mexicano para


la Filantropía (Cemefi) y de la Alianza por la Responsabilidad Social
Empresarial (Aliarse) en el trabajo de reconocimiento de las empresas
merecedoras de los distintivos de Empresa Socialmente Responsable
en México. En 2011 se reconoció a 18 grupos mineros que operan en
nuestro país, entre los cuales se encuentran las firmas filiales de In-
dustrias Peñoles, Met Mex, Química del Rey, Minera Madero, Minera
Tizapa, Gammon Lake de México, Great Panther Silver, Minera Mexi-
cana El Rosario, Industrial Minera México, Minera Real Ángeles, Mi-
nera Santa Rita y Molymex (Hernández, 2013: 106).
Desde esta lógica, una de las empresas que mayor renombre tiene
en el sector minero mexicano es Grupo México que, a pesar del largo
historial de tragedias humanas y ambientales en sus minas, hoy man-
tiene su reconocimiento como Empresa Socialmente Responsable.
Entre las tragedias mencionadas se encuentra el lamentable suceso
ocurrido el 19 de febrero de 2006 en la mina de carbón de Pasta de
Conchos, municipio de San Juan Sabinas, Coahuila, donde junto con
el gobierno, la empresa decidió suspender el rescate y abandonar a los
65 trabajadores mineros que quedaron atrapados a 120 metros de pro-
fundidad posteriormente a que se produjera una explosión. O los de-
rrames de 40 000 metros cúbicos de sulfato de cobre acidulado de la
mina de Cananea en los ríos Sonora y Bacanuchi. Pese a que se trata-
ba de una sustancia tóxica, Grupo México dio aviso a las autoridades
más de 24 horas después de que se produjera el derrame, las cuales, a
su vez, esperaron dos días para emitir una alerta y restringir el uso del
agua. Los pobladores reportan muerte de peces y graves afectaciones
a la salud.
Lo cierto es que este conjunto de estrategias de producción de con-
senso y legitimidad no siempre son efectivas y que, cuando el imagina-
rio de la ilusión desarrollista no logra cuajar o se resquebraja y los me-
canismos institucionales se vuelven insuficientes para inhibir la duda
y la confrontación, se van radicalizando las estrategias de dominación
hacia las siguientes figuras del repertorio. Siguiendo a Roux, la forma
Estado opera bajo “el permanente intento de unificar una sociedad, de
inhibir la confrontación, de suspender el conflicto, de institucionalizar
y domesticar la política” (Roux, 2005: 45).
Así, una tercera estrategia se basa en los mecanismos de cooptación
y captura comunitaria para construir lealtades y producir relaciones de
incondicionalidad sobre una base de sometimiento y subordinación.

127
LUCHAS POR LO COMÚN

Tanto el Estado como las empresas responsables de los megaproyectos


desarrollan, respectivamente, programas sociales focalizados y accio-
nes de la ya mencionada responsabilidad social empresarial (rse) co-
mo forma de contener las demandas sociales locales y de generar apo-
yos para gobiernos y megaproyectos extractivos. Es posible identificar
que muchas de las empresas mineras cuentan con fundaciones a tra-
vés de las cuales operan los proyectos de desarrollo comunitario en
aquellos lugares donde se encuentran sus emprendimientos.
Según Gudynas, “el papel de la redistribución por medio de pro-
gramas sociales de compensación focalizados es muy importante. Allí
donde éstos no existen, las protestas sociales frente al extractivismo
son mucho más intensas” (2009: 211). Al mismo tiempo, sostiene
que son muchos los casos en que este tipo de asistencialismo queda
fundamentalmente en manos de las empresas transnacionales, las cua-
les “negocian directamente con las comunidades locales y construyen
centros de salud y escuelas, entre otras muchas y variadas obras, y por
lo tanto terminan remplazando al propio Estado”.
Asimismo, es muy frecuente que dicho dispositivo opere sobre es-
tructuras de poder local preexistentes, basadas generalmente en rela-
ciones tradicionales de caciquismo, que son aprovechadas por las em-
presas para reforzar la “gestión de la gobernabilidad” (Machado Aráoz,
2009: 228). En ese sentido, Garibay Orozco afirma que, por lo menos en
el caso de las corporaciones mineras, se impone un régimen autocrá-
tico-clientelar cuya cúspide reside en la administración de la compañía,
desde donde se reparten beneficios selectivos y se subordinan auto-
ridades comunitarias que a su vez reproducen esta lógica sobre el resto
de la comunidad (2010: 175-176). La principal consecuencia de este
dispositivo de cooptación y captura es la división social que genera al
interior de las comunidades afectadas y su confrontación, lo que redun-
da en el ahondamiento de los sometimientos previamente existentes.
Sin lugar a dudas, ello transforma las relaciones sociales vinculadas al
territorio, aislando y debilitando las resistencias.
Como hemos dicho anteriormente, el despojo capitalista, entendido
como la separación forzada de las personas de sus medios de existencia
y de sus capacidades políticas para gestionar lo común, encuentra una
importante condición de posibilidad cuando se debilitan o desgarran
los lazos comunitarios sociales.
A este respecto, Andrés Barreda ha desarrollado la noción de inge-
niería de conflictos para dar cuenta de los modus operandi que empresas

128
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

y gobiernos han ido organizando y sistematizando para penetrar en los


territorios, a base de dividir, engañar, cooptar y confrontar a las comu-
nidades. Es de resaltar el apoyo de sociólogos y antropólogos, quienes
detectan cuáles son los problemas que existen en las comunidades para
aprovecharlos y apoyar a un grupo, prometiendo beneficios, empleo
y dinero, con el objetivo de que se confronten (Poy, 2012).
Así, el repertorio de prácticas en torno a la cooptación y la captura
es múltiple. Las utilizadas en México por la Comisión Federal de Elec-
tricidad (cfe) para la construcción de represas representan un caso
ilustrativo de esto, debido a que su forma de operación se ha basado
en todo tipo de argucias, abusos, extorsiones, chantajes, robo, corrup-
ción, intimidaciones, compra de líderes y autoridades ejidales; falsas
promesas e incumplimientos de acuerdos; falsificación de firmas e in-
vención de asambleas comunitarias (Castro, 2007a). Tal y como suce-
dió cuando para la construcción de la presa La Parota la cfe simuló el
consentimiento por parte de los habitantes, falsificando firmas o in-
cluso incorporando nombres de ejidatarios que ya habían muerto.
Paralelamente, se despliega la estrategia de disciplinamiento y nor-
malización, que apunta a moldear los cuerpos y las subjetividades de
quienes habitan los territorios en disputa. Se trata de difundir una vi-
sión del mundo, lo que por supuesto no está asegurado con el uso de las
estrategias de cooptación y captura antes mencionadas. Nos referimos
a un mecanismo de mayor sofisticación y sutileza, pero sumamente
importante para garantizar la obediencia y sofocar posibles reacciones
de insubordinación. Y es que la aceptación de los beneficios a través de
programas o proyectos sociales de empresas y gobiernos puede expli-
carse por una racionalidad pragmática de los pobladores, lo cual no
implica que estén plenamente convencidos o que mantengan su lealtad
indefinidamente.
Así, cuando hablamos de despojo estamos tratando de pensar no
sólo en lo que sucede cuando las condiciones materiales para repro-
ducir la vida se erosionan, sino también en lo que ocurre en términos
subjetivos a partir de la supresión de los deseos y las necesidades que
construyen a los sujetos en íntima relación con el territorio que habi-
tan. Tal como sostiene Machado Aráoz, en sus efectos biopolíticos, el
control que el capital requiere sobre los territorios y poblaciones se
basa en un poder que va configurando formas de ver, sentir y experi-
mentar el mundo. En definitiva, va moldeando formas de vida que se
sustentan en la naturalización de lo dado como horizonte básico de

129
LUCHAS POR LO COMÚN

“soportabilidad social” (2009: 221-223). Esto es lo que, en otras pala-


bras, Therborn define como “sentido de inevitabilidad”, en tanto induce
a que los sectores dominados no impugnen la concepción del mundo
y la organización social difundida por parte de Estados y empresas,
aceptando pasivamente un devenir que se les impone como necesario
y fatal.
Según este último autor, no se trataría del único mecanismo de so-
metimiento ideológico que busca asegurar la obediencia de los domi-
nados. También considera los sentimientos de adaptación, representa-
ción, deferencia, resignación y miedo como parte de esta estrategia de
producción de subjetividades dóciles. En el primer caso se hace refe-
rencia al sentido de acostumbramiento frente a las condiciones heteró-
nomas impuestas; en el segundo, a una cierta identificación subordi-
nada o deseo de pertenencia a los sectores dominantes y, en la misma
línea, en el tercero se expresa una percepción inferior de las propias
capacidades frente a la de los dominadores, a quienes se les atribuyen
cualificaciones superiores y objetivas (por ejemplo, un determinado
saber técnico o científico que se valora como positivo) para determi-
nar el porvenir del conjunto. Por su parte, la resignación se basa en la
imposibilidad práctica de concebir alternativas mejores a la realidad
dada, mientras que el miedo se sostiene en la idea de que las conse-
cuencias de la desobediencia serán peores que la situación actual
(Therborn, 1987: 75-79). En definitiva, todos estos procesos de aliena-
ción y fetichización funcionan como estrategias de reproducción de la
sociedad capitalista, ya que apuntan a inhibir el movimiento dialécti-
co de negación del capital y los impulsos de autodeterminación social.
Cabe decir que, desde nuestra perspectiva, no es posible lograr un
sometimiento pleno o completamente estable; de ahí que uno de los
obstáculos para el orden sean los opositores al despojo. En ese sentido,
ubicamos un conjunto de estrategias destinadas a señalar, separar y
estigmatizar a todos aquellos que se resisten, tratándolos como crimi-
nales, perturbadores del orden y opositores al interés general y al
progreso. A decir de Gudynas, “Los gobiernos rechazan esas protestas
sociales, se niegan a reconocer sus causas o las minimizan, o se acusa a
sus líderes de encubrir otros intereses (...) En particular, se combate
a los grupos indígenas y campesinos acusándolos de ‘impedir’ el de-
sarrollo y generar perjuicios para todo el país” (Gudynas, 2009: 206).
De este modo, la estrategia de criminalización de la protesta opera
como una especie de “antesala” de la represión directa, no en términos

130
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

necesariamente temporales, sino como forma de legitimar el ejercicio


de la fuerza pública contra los luchadores sociales. En esta estrategia
juega un papel muy importante la construcción de opinión pública en
contra del “subversivo”. Se busca desactivar el conflicto y deslegitimar
las razones que sustentan la resistencia a través de la generación de un
consenso con el resto de la sociedad. Esto suele lograrse mediante la
construcción de un imaginario según el cual

las comunidades locales deben aceptar los sacrificios de los im-pactos


como medio de lograr supuestas metas nacionales, y a cambio de
ofrecerles un abanico de medidas de compensación, que pueden ir
desde los clásicos programas focalizados de asistencia social, a conver-
tirlos en ‘socios’ de las empresas. [Así] las críticas contra el extrac-
tivismo fácilmente pueden ser tildadas de estar en contra del desarrollo
nacional o el progreso, pueden ser calificadas de infantiles o soñadoras,
y hasta de peligrosas (Gudynas, 2009: 216).

En muchos casos, las estrategias de represión se expresan a partir de


violentos despliegues de las fuerzas de seguridad estatal; en otras oca-
siones se producen a partir de enfrentamientos internos entre las
comunidades, donde los habitantes que apoyan los megaproyectos
actúan como “grupos de choque” contra los opositores. En otros casos,
las propias empresas cuentan con grupos paramilitares a su servicio.
Siguiendo a Figueroa en su estudio sobre el recurso del miedo en
Guatemala, el terror estatal puede ser abierto o clandestino,

al primero lo constituyen todos aquellos casos de terrorismo estatal,


en los cuales el Estado asume abiertamente la responsabilidad del acto
represivo, cuyo objetivo es el escarmiento y el desestímulo a acciones
que considera contrarias a sus intereses; el segundo es aquel que ejer-
cen los aparatos represivos (ejército, policías, grupos paramilitares to-
lerados) al margen de la ley y por el cual el Estado no asume ninguna
responsabilidad, por lo que puede decirse que es un acto estatal efec-
tuado a espaldas de la sociedad (Figueroa, 1990: 111).

En la historia de violaciones a los derechos humanos por parte de los


gobiernos y las transnacionales extractivas se cuentan numerosos ca-
sos de asesinatos de líderes u opositores, hechos que se corresponden
con una política de terror clandestina selectiva que puede provenir
tanto del Estado como de las propias empresas en cuestión, e incluso

131
LUCHAS POR LO COMÚN

de grupos ligados al crimen organizado. Tales son los casos en que


empresas mineras contratan a sicarios para amenazar e inclusive matar
a activistas que se oponen a proyectos que afectan a sus comunidades.
Durante el sexenio de Felipe Calderón, de 2006 a 2012, creció estre-
pitosamente la cifra de casos de activistas y luchadores sociales perse-
guidos, amenazados, vigilados y asesinados. El registro de asesinatos
relacionados con conflictos ambientales es alarmante: Aldo Zamora,
comunero tlahuica del Estado de México y defensor de los bosques del
Parque Nacional Lagunas de Zempoala; Francisco Quiñones, en Jalis-
co, por su lucha contra la Minera Peña Colorada; Dante Valdez,
maestro de Chihuahua que denunció a la Minera Minefinders; Mariano
Abarca, en el marco de la lucha contra el emprendimiento minero de la
empresa Blackfire en Chicomuselo, Chiapas; 29 comuneros de Ostula,
Michoacán, en el proceso de recuperación de sus tierras; Bernardo
Méndez Vásquez y Bernardo Vásquez Sánchez de la Coordinadora de
los Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán en Oaxaca; cinco comuneros
del municipio autónomo de Cherán, a raíz de la organización del pue-
blo contra el crimen organizado y los talamontes; Fabiola Osorio Ber-
náldez de la asociación civil Guerreros Verdes, afiliada a la Red Manglar
México y activa defensora del ambiente en Guerrero; la activista Ju-
ventina Villa Mojica, dirigente de la Organización de Campesinos Eco-
logistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán (oces-pcc), y de
su hijo Reynaldo Santana, de 17 años, en La Laguna, municipio de Co-
yuca de Catalán, Guerrero; el lamentable asesinato de Noe Vázquez, de
Amatlán de los Reyes, Veracruz, por su oposición a la construcción
de la hidroeléctrica El Naranjal, quien fue ejecutado en el marco de la
reunión del Movimiento de Afectados por las Presas y en Defensa de
los Ríos (mapder), que celebraría su décima edición en esa comunidad.
De acuerdo con los registros del Centro Mexicano de Derecho Am-
biental (Cemda), entre 2005 y el primer semestre de 2013 se registraron
44 homicidios de defensores. En el mismo periodo hubieron 53 ame-
nazas, 64 detenciones ilegales, 16 casos de criminalización y 14 de uso
indebido de la fuerza pública (Sin Embargo, 2013).
Otro frente que se ha abierto contra las luchas por lo común es el
de la guerra contra el narcotráfico impulsada desde el Estado, quedando
la sociedad civil y los movimientos sociales en medio de un campo de
batalla en el que las fuerzas del orden y del crimen organizado disponen
del territorio y someten a sus habitantes como rehenes y víctimas.47
47
Según la Procuraduría General de la República (pgr), “en lo que va de esta ad-

132
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

De ahí que no resulte inverosímil conjeturar que bajo el discurso


de la confrontación con el narcotráfico y el crimen organizado se está
desplegando un dispositivo de militarización y contrainsurgencia que
monta nuevos escenarios para el sometimiento y control de los movi-
mientos sociales. A ello debe sumarse lo que, desde el Comando Con-
junto de Estados Unidos, se define como una “guerra asimétrica de
espectro completo”. Tal como señala Ceceña,

Estados Unidos se autoproclama el diseñador y garante de las reglas


del juego y, como parte de su misión civilizadora, se propone consti-
tuirse en una especie de Leviatán externo en los casos de naciones
con Estados débiles, incapaces por sí mismos de mantener el orden
y disciplina de sus sociedades, y de cumplir cabalmente con las dis-
posiciones de la omc, el Banco Mundial y el fmi. Lo que es considera-
do ingobernabilidad tiene variantes que comprenden los casos de re-
beldía o insumisión y se relacionan frecuentemente con resistencia al
saqueo de recursos, al desplazamiento de poblaciones o al atropello
cultural. La franja geográfica que el Pentágono considera crítica con-
tiene la mayor parte de los recursos petroleros y gasíferos, el uranio, los
metales estratégicos, la biodiversidad y el agua dulce del mundo. Es, a
la vez, la región de mayor inestabilidad y donde se registra el mayor
número de conflictos, la mayoría de ellos ligados de algún modo al te-
rritorio. Es por ello también la región donde más se incrementa la pre-
sencia militar directa de Estados Unidos, coordinando y supervisando
también la de los ejércitos locales (Ceceña, 2004: 39).

El Plan México, gemelo del Plan Colombia,

se perfila como el soporte financiero a las actividades de readecuación


de policías, militares y paramilitares mexicanos por parte de los ins-
tructores de operación e inteligencia norteamericanos, de equipamien-
to de estos cuerpos, pero también de actuación directa de los cuerpos
de seguridad estadounidenses en territorio mexicano. Aun antes de
aprobarse la dotación de recursos, las evidencias de la puesta en acción
del Plan se van multiplicando día a día (Ceceña, 2007: 15).

ministración federal, 30 196 personas han sido ejecutadas o perdieron la vida du-
rante enfrentamientos entre autoridades y sicarios del crimen organizado”. Y de
éstos, “más de mil niños fueron asesinados en los últimos tres años en el marco de
la violencia entre las bandas del narcotráfico y las fuerzas de seguridad en México”,
denunció la Organización No Gubernamental Red por los Derechos de la Infancia
(citado por Equipo Bourbaki, 2011: 11).

133
LUCHAS POR LO COMÚN

En suma, este conjunto de estrategias desplegadas desde las cor-


poraciones y el Estado aparecen combinadas y superpuestas empíri-
camente en un campo de batalla que se ubica en el ámbito simbólico
y físico de los sujetos que habitan los territorios en disputa. Sin duda,
el poder tiene de su lado importantes recursos para lograr el someti-
miento de las energías sociales. No obstante, se trata de relaciones de
dominación en constante proceso de reelaboración, puesto que las
resistencias sociales no dejan de expresar su insubordinación y de
articular su energía contra las formas variadas de despojo y cercamien-
to de lo común.
En este sentido, el álgido ciclo de luchas socioambientales que vie-
ne emergiendo con mayor fuerza en México, es crucial para visibilizar
las consecuencias de las políticas neoliberales y criticar su lógica de-
senfrenada y destructiva, pero sobre todo para abonar a la producción
de un horizonte de sentido capaz de abrir posibilidades emancipatorias
para la reproducción de la vida humana y no humana más allá del pa-
trón civilizatorio capitalista.
Después de haber realizado el anterior recorrido por algunas de las
tramas de conflictividad socioambiental más importantes, resulta evi-
dente la capacidad de destrucción y voracidad con que ha venido
avanzando el capital sobre los bienes comunes en los últimos años, a
partir de la lucha por desestructurar las capacidades que histórica-
mente han hecho posible la producción y reproducción de lo común
para el sustento de la vida. Sin lugar a dudas, se trata de una batalla
abierta e incierta entre el control corporativo-estatal y las luchas de
insubordinación y resistencia contra la mercantilización de la vida.

134
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

LUCHAS POR LO COMÚN


CONTRA EL DESPOJO
CAPITALISTA EN MÉXICO

135
LUCHAS POR LO COMÚN

136
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

E n este apartado recupero la historia de algunas experiencias de lu-


cha y resistencia por la defensa, reapropiación y producción de lo
común para la reproducción de la vida, que en diferentes latitudes
de la geografía mexicana vienen enfrentando algún tipo de conflicto
por el acceso, el control y la gestión de los bienes comunes naturales,
pero también por las consecuencias que generan los procesos de extrac-
ción, producción, circulación, consumo y desecho de la riqueza social
convertida en mercancía, en el marco de la acumulación del capital.
Y es que, precisamente, la conflictividad socioambiental a la que
nos hemos venido refiriendo se expresa en la lucha y en la resistencia
de cientos de sujetos colectivos, protagonizados principalmente por
los pueblos indígenas y las comunidades campesinas, aunque también
por vecinos, habitantes o afectados ambientales de las ciudades u otras
espacialidades urbanas, acompañados de activistas, colectivos, redes,
organizaciones sociales y civiles.
Se trata de decenas de resistencias echando a andar todo tipo de es-
trategias para evitar el desarrollo de emprendimientos de minería a cie-
lo abierto por las más de 24 000 concesiones otorgadas por el gobierno
mexicano, pese a haberse demostrado los efectos perjudiciales que
conlleva este tipo de extracción. Muchas otras exigen la cancelación de
presas hidroeléctricas, que no sólo las forzarán a emigrar, sino que

137
LUCHAS POR LO COMÚN

además, amenazan con destruir sus bosques, tierras de cultivo y for-


mas de vida. Hay otro conjunto de resistencias que pelean contra
proyectos de infraestructura carretera, ferroviaria, portuaria y aero-
portuaria, que pretenden la reducción de costos y tiempos para la
circulación de materias primas extraídas o producidas. En las costas,
los megaproyectos turísticos están generando enormes presiones sobre
comunidades de campesinos y pescadores que defienden sus tierras y
la biodiversidad terrestre y acuática. También se encuentra el caso de
las comunidades y organizaciones que han emprendido una lucha con-
tra la introducción de maíz transgénico y de los paquetes tecnológicos
promovidos por los gobiernos, que asestan un duro golpe a la preserva-
ción de semillas criollas, a la agricultura campesina y a la soberanía
alimentaria.
En las ciudades, como sucede en la ciudad de México, existen mo-
vimientos en los barrios y pueblos originarios que luchan con el fin
de impedir el proceso de urbanización y desarrollo de infraestructura
para la movilidad urbana sobre patrimonios culturales y arqueológicos,
tierras de cultivo y de conservación. O en muchas otras comunidades,
colonias o barrios, que ya sufren algún tipo de afectación ambiental
relacionada con su contigüidad a rellenos sanitarios, basureros a cielo
abierto, confinamientos de residuos tóxicos, descargas industriales y
residuales a ríos y otros cuerpos de agua. A ello se agregan las catástrofes
producidas por la industria petrolera, como es el caso de la explosión
de ductos de petróleo en el centro del país y ahora los impactos oca-
sionados por la introducción de la técnica de fractura hidraúlica para
extraer gas natural. En suma, se trata de sujetos colectivos que enfren-
tan los amagos del despojo, con las terribles consecuencias de devasta-
ción y sufrimiento ambiental.
Así, frente a la multiplicación de resistencias socioambientales en
todo el territorio nacional y a los enormes desafíos que se abren para su
comprensión y apoyo, en este libro optamos por ahondar en la emer-
gencia de este protagonismo social a la luz de cuatro experiencias que,
de manera particular, logran iluminar las posibilidades de produc-
ción de lo común para la reproducción de la vida humana y no humana,
así como las diferentes formas, escalas y niveles del despojo múltiple.
Desde las especificidades de estas luchas presentamos un análisis
crítico de los procesos de resistencia que, tanto en espacialidades urba-
nas como rurales, movilizan múltiples saberes y recursos colectivos, al
mismo tiempo que enfrentan feroces estrategias de dominación por

138
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

parte de los gobiernos y las empresas. Capaces en algunos casos de


aplazar o incluso de obstaculizar, por lo menos temporalmente, los pro-
yectos de despojo, aunque en otros enfrentan serias dificultades para
hacerlo. Así, nos interesa ahondar en las formas de la insubordinación
de la gente común frente al despojo, en condiciones sumamente adver-
sas y asimétricas, incluso, cuando la devastación socioambiental es la
constante de la vida cotidiana.
La experiencia del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores
a la Presa La Parota (cecop), es conformada por campesinos e indí-
genas de Guerrero que durante más de diez años han enfrentado la
amenaza de despojo de sus tierras para la construcción de la presa
hidroeléctrica La Parota. En este apartado exponemos algunos trazos
del vigoroso y temperamental proceso comunitario de resistencia que
consiguió gestarse y de las capacidades sociales que lograron entre-
tejerse con redes extraterritoriales, lo que les permitió impedir el avan-
ce de las obras e influir en la suspensión de la presa. Se trata, sin duda,
de un ejemplo emblemático para todo el campo popular mexicano y
las redes de resistencia a presas a nivel regional e internacional que,
sin embargo, enfrenta también las vicisitudes del desgaste ocasionado
por largos periodos de lucha, nuevas embestidas de represión y de
aprehensión de sus dirigentes, así como la amenaza de la reactivación
del megaproyecto en cuestión.
Por otro lado, se encuentra la experiencia del Frente de Pueblos del
Anáhuac, integrado por ejidatarios y habitantes de diferentes pueblos
originarios de la Delegación Tláhuac, al suroriente de la ciudad de Mé-
xico. El proceso de resistencia que se gestó para enfrentar la construc-
ción de un conjunto de megaproyectos de urbanización, y específica-
mente de la Línea 12 del Metro, no tuvo la capacidad de aplazar u
obstaculizar el desarrollo de este emprendimiento. Si bien sólo fue
construida la línea del metro, mientras que el resto de los proyectos
fue cancelado, las consecuencias del megaproyecto ya comienzan a
padecerse, más allá de los afectados directos por las expropiaciones
de tierras para la construcción de las obras. En esta experiencia, no
obstante, se asoma la llamativa persistencia de los pueblos originarios,
pese a la larga historia de agravios y despojos que las políticas de
urbanización de los gobiernos de la ciudad de México han tendido so-
bre ellos. Desde nuestro punto de vista, el análisis de las capacidades
sociales actuales de los opositores no resulta suficiente para entender
el resultado de esta afrenta. Por ello, hacemos un sucinto recorrido

139
LUCHAS POR LO COMÚN

histórico que nos permita rastrear y explicar algunas de las dificultades


y potencias que los constituyen, tratando de situarlas desde una pers-
pectiva de larga duración.
También presentamos la experiencia del Frente Amplio Opositor a
Minera San Xavier, el cual ha estado constituido predominantemente
por organizaciones sociales y civiles de San Luis Potosí y por un
pequeño núcleo de ejidatarios de Cerro de San Pedro, el sitio en que el
emprendimiento minero realiza sus demoledoras operaciones. El fao
es ampliamente reconocido por su tenaz lucha en el terreno jurídico
para evidenciar la ilegalidad con que opera Minera San Javier (msx),
demostrando además, la naturaleza del Estado y su relación con los
designios de la trasnacional. Sin embargo, esto ha sido insuficiente
para frenar el rápido deterioro y la profunda devastación de Cerro de
San Pedro, lo que dio lugar a un conflicto que ha estado signado por los
fuertes dispositivos de consenso, cooptación y disciplinamiento que
msx ha organizado para someter a la población, a lo cual se suman
añejas divisiones comunitarias y frustradas añoranzas de una vida
mejor.
Finalmente, mostramos el caso de la Agrupación Un Salto de Vida,
una organización de vecinos de la zona metropolitana de Guadalajara
que viven a menos de cinco kilómetros de uno de los ríos más conta-
minados del país. El “sufrimiento ambiental” vivido cotidianamente
por los habitantes de El Salto no ha impedido que un conjunto de per-
sonas se haya propuesto movilizar y rebelar contra la soportabilidad y
la normalidad que han caracterizado la vida de esa localidad desde ha-
ce muchos años. La compleja problemática que están enfrentando, pro-
vocada principalmente por un cuadro multifactorial de contaminación,
ha dificultado la verificación del diagnóstico que los propios afectados
ambientales vienen elaborando con el apoyo de organizaciones sociales,
civiles y de científicos comprometidos. A pesar de ello, el proceso de
resistencia que se ha gestado posibilitó que dicha problemática sea re-
conocida por las autoridades gubernamentales locales y estatales, lo
cual había sido negado por mucho tiempo, y quizá lo más importante,
que se hayan habilitado capacidades sociales de autocuidado común
ante la indiferencia estatal y la catástrofe ambiental que enfrentan.

140
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa


La Parota (cecop): “Nosotros somos los custodios del agua”

En enero de 2003, la Comisión Federal de Electricidad (cfe) –empresa


paraestatal generadora y distribuidora de la energía eléctrica en Méxi-
co– realizó la primera incursión sobre las tierras de los ejidos de Dos
Arroyos y Los Huajes, en la costa de Guerrero, para iniciar la cons-
trucción del Proyecto Hidroeléctrico Presa La Parota sobre el río Pa-
pagayo, a unos cuantos kilómetros del Puerto de Acapulco en el estado
de Guerrero.
Un arribo sin previa consulta ni permiso de los habitantes y dueños
de la tierra, que sorpresivamente enfrentaban la amenaza de perder su
patrimonio por la implementación de un megaproyecto destinado a
garantizar el abasto regional de electricidad, en el marco del llamado
Plan Puebla Panamá. De ser permitida, la construcción de La Parota
se llevaría a cabo sobre el río Papagayo, afluente rodeado de comuni-
dades campesinas que se dedican a actividades agrícolas de autoabas-
tecimiento, de microproducción y de comercio local (Pineda, 2011: 46).
Tras esta primera irrupción, la cfe, apoyada por estructuras de po-
der pertenecientes a organizaciones nacionales que venían operando
localmente, como la Confederación Nacional Campesina (cnc),1 bus-
có convencer a los ejidatarios de que vendieran sus tierras, ofreciendo
70 centavos por metro cuadrado. De forma paralela, intentó cooptar a
los comisariados ejidales, y a los ejidatarios y comuneros, a fin de con-
seguir su anuencia para la expropiación de 17 300 hectáreas de tierras
y los permisos para los cambios de uso de suelo. Con base a engaños y
falta de información se consiguió la firma de algunos habitantes, así
como la condescendencia de los comisariados ejidales para la autori-
zación de los permisos correspondientes.

Por ejemplo, le decían a la gente fírmele aquí porque viene el Procampo


o porque van a dar despensas, cuando realmente el encabezado de estas
listas era firmar la expropiación. Mucha gente en las comunidades
no sabe lo que significa expropiación (Entrevista a Marco Suástegui,
cecop, 2008).
1
En su origen, la cnc fue concebida como el brazo agrario del pri. Hoy en día, más
que una organización social se trata de grupos de poder que operan desde el campo;
sus líderes reclaman cuotas dentro de los partidos a cambio del voto campesino.
En su recomposición, la cnc ha ido quedando bajo el control de los caciques loca-
les. Este tipo de organizaciones sigue existiendo únicamente como instrumento de
control, pues los mecanismos institucionales de mediación entre sus afiliados y el
Estado se han ido diluyendo en el mar neoliberal (Serna, 2009: 33).
141
LUCHAS POR LO COMÚN

Esta intromisión, plagada de procedimientos antidemocráticos, junto


con la ausencia de información, provocó que la confusión y la irritación
se fueran generalizando. Si bien los ejidos de Dos Arroyos y Los
Huajes –los que inicialmente ocupó la cfe– eran los principalmente
afectados, los campesinos de los Bienes Comunales de Cacahuatepec2
–que serían perjudicados de ser completadas las obras en los ejidos–
fueron quienes se autoorganizaron para instalar un campamento que
obstaculizara la entrada de la maquinaria.

Para este momento ya habían hecho grandes socavones para desviar el


río e iniciar los trabajos de la cortina, ya habían hecho dos helipuertos,
ya habían hecho una gran galera con computadoras y maquinaria
pesada especial (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

La indignación de las familias iba creciendo conforme se enteraban


–con el apoyo de algunas organizaciones como Guerreros Verdes y la
Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (amap)–
de las características, las dimensiones y las implicaciones de la presa
La Parota, llamada así por los enormes árboles típicos de la región.
Se trataba de un proyecto que afectaría a cinco municipios de la costa
de Guerrero e implicaría la inundación de 17 300 hectáreas de selva
mediana y baja caducifolia, pequeña agricultura y ganadería, lo que
a su vez provocaría el desplazamiento de 25 000 campesinos de 39
comunidades, generando, por sus efectos, la desertificación de las
tierras de otros 75 000, que viven y siembran río abajo, los cuales son
considerados afectados indirectos (Pineda, 2011).
El desalojo de miles de personas de sus tierras se traduciría en la
destrucción de sus viviendas, medios de subsistencia alimentaria, cen-
tros de salud y escuelas. A esto se sumaba la destrucción de la flora y
la fauna, incluyendo especies endémicas de la región que en su mayo-
ría se encuentran en peligro de extinción. En síntesis, se trata de una
drástica transformación y devastación de sus mundos de vida y de la
rica biodiversidad de los ecosistemas. A lo que se añade el peligro sís-
mico de construir la presa, precisamente a menos de un kilómetro de
la placa de Cocos y cerca de la falla de San Andrés.3
2
Los “bienes comunales” son tierras comunales tradicionales que, tras la Revo-
lución mexicana, fueron restituidas a sus propietarios originales –comunidades
campesinas e indígenas– sobre la base del uso consuetudinario. Un “comunero”
es una persona que tiene derecho a poseer y a utilizar parte de un “bien comunal”.
3
En palabras de Elena Khan de la Asociación Guerreros Verdes, “La cfe acepta
que diario hay un temblor ahí, aunque sea leve, y que en el sitio se registró el epi-
142
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

A pesar de estas terribles implicaciones, la Manifestación de Impac-


to Ambiental (mia) que realizara la unam en 2004 por encargo de la
cfe, estuvo plagada de vacíos de información y de la falta de identi-
ficación de medidas para compensar los daños ambientales y sociales
que ocasionaría el proyecto. Pese a tales omisiones, la Semarnat auto-
rizó de manera condicionada la mia, con propuestas en torno a la crea-
ción de un área natural protegida y a la proyección e implementación
de programas de rescate y reubicación de fauna en riesgo, así como de
programas de reforestación, manejo y monitoreo ambiental (Amnistía
Internacional, 2007: 91).
A la falta de consulta y acceso a la información de las comunidades
se sumaba la complicidad de un entramado de instancias guberna-
mentales, hecho que se evidenciaba “en los vacíos de los estudios de
impacto ambiental y de las autorizaciones del proyecto, como la falta
del plan de reubicación de las personas afectadas, y las medidas para la
protección y manejo de los daños a la biodiversidad” (ibid.: 95).
Si bien los discursos gubernamentales ante las comunidades afec-
tadas han sostenido que el proyecto se requiere para cubrir la demanda
estatal y nacional de generación de energía eléctrica,4 se trata más bien
de impulsar un mercado que satisfaga los requerimientos de las empre-
sas trasnacionales con la construcción de por lo menos 300 presas, en
el marco del Sistema de Interconexión Energética para Centroamérica
del Plan Puebla-Panamá, hoy Proyecto Mesoamérica. La gigantesca
presa contempla una cortina de 162 metros de altura para la genera-
ción de 900 megavatios de energía, con una inversión de 1200 millones
de dólares mediante la participación de bancos extranjeros, como el
alemán Deutsche Bank, y de varios bancos españoles más, así como de
grandes constructoras y proveedores de maquinaria y equipo trasna-
cionales (Rudiño, 2008).
El naciente conflicto emergía a partir de lo que Porto-Gonçalves
(2008) caracteriza como “tensión de territorialidades” entre la lógica
abstracta del valor sintetizada en el agresivo Plan Puebla Panamá y los
centro del terremoto de 1985 –fue de 8.1 grados. Además, que existe la posibilidad
de que se produzca un terremoto de 8.4 grados. (...) la cortina la van a hacer en
forma de pirámide y que con la tecnología se puede evitar un rompimiento, pero
nosotros cuestionamos qué va a pasar si le aumentamos a esa zona el peso de mi-
llones de toneladas de agua y qué repercusiones puede tener en la ciudad de Aca-
pulco y en todo el país” (Rojas, 2004b).
4
El cecop ha señalado que “la capacidad instalada de energía en México rebasa
el 48% de la demanda actual” (cecop, 2009:49), desmintiendo que haya un déficit
nacional en la generación de dicho recurso.
143
LUCHAS POR LO COMÚN

mundos de vida de las poblaciones locales y su relación con el espacio.


Mientras desde la racionalidad productivista de la acumulación la
cfe identifica al río Papagayo y a las poblaciones aledañas como un
espacio global, sacrificable en la medida en que es capaz de captar
inversiones; los habitantes lo viven como ‘espacio local’, fundamental
para la sobrevivencia, estructurado por la base de una vida en común,
cuyas raíces se remontan a tiempos pretéritos (Machado, 2009: 222).
El conocimiento de las implicaciones de la obra, además, reaviva-
ba viejas dolencias que las comunidades ya habían enfrentado en otros
momentos por los llamados proyectos de desarrollo. Y es que en 1957,
sobre el río Papagayo se edificó la presa La Venta, con base a engaños,
e incluso, a la promesa de indemnizaciones que jamás fueron pagadas.
De hecho, es hasta 2004 que se liquidan los adeudos, lo cual estuvo
relacionado con la presión ejercida por las comunidades como deman-
da reanimada frente a la nueva afrenta. Estos agravios, padecidos en
carne propia, sirvieron para advertir las injusticias con las que se ope-
ran este tipo de proyectos.

La gente ya se convenció de que la cfe no paga las tierras que inunda,


nomás trata a los afectados con puros engaños, por ejemplo de una
presa que se hizo en La Venta, en Acapulco, les pagó a los 47 años –en
2004– y eso por la presión que hicimos nosotros que en cada asamblea
repetíamos que a los de La Venta todavía no les pagaba las indemniza-
ciones, y no fue un pago justo, les dio 4.50 pesos por metro cuadrado y
sin intereses de casi 50 años. Y La Parota va a afectar 17 500 hectáreas
y además no es viable (cecop apud., Rojas, 2005).

A lo anterior hay que agregar que la historia de los municipios aleda-


ños al Puerto de Acapulco ha sido la del enfrentamiento por una larga
lista de despojos, ante la presión que ha implicado su cercanía a uno de
los destinos turísticos más importantes del país.

El crecimiento urbano-turístico de Acapulco subordina a los muni-


cipios colindantes a sus necesidades de acumulación, haciéndolos or-
bitar en torno a un crecimiento desmedido, con un arrasador impacto
ambiental y con un fuerte contenido trasnacional (Pineda, 2011: 48).

Ahora bien, durante el primer año, pese a la resistencia y a la intensi-


ficación de la indignación, continuó el avance de las obras, de la mano
de dispositivos de cooptación, captura y división social que erosionaban

144
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

el tejido comunitario, e incluso familiar, entre los opositores y los que


apoyaban las obras. Conforme se polarizaban estas divisiones iba esca-
lando la confrontación y la violencia al interior de las comunidades, lo
que llegó al punto máximo cuando se produjo el asesinato de algunos
opositores.

ya habían contratado por lo menos a 400 compañeros de los luga-


res más cercanos al lugar donde se iba a hacer la cortina. Esto desde
el principio ya había implicado un rompimiento del tejido social,
ya había problemas grandes entre las personas que aceptaron con
engaños las migajas que ofrecen. Además les ofrecían trabajo temporal
y mal pagado, y luego se quedarían además sin trabajo y sin su casa, sin
su iglesia (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

Cuando decidimos parar la maquinaría que iba entrando a Cacahuate-


pec eran tractores, aplanadores, capaces de desgajar un cerro en sema-
nas. Afortunadamente nos decidimos tres comunidades, pero la cfe
ya tenía un grupo de choque de comuneros y nos los echó encima,
estuvimos a punto de enfrentarnos pero afortunadamente tuvimos
la capacidad de reacción de no contestar las agresiones y el grupo se
mantuvo a salvo (Entrevista a Marco Suástegui, cecop, 2008).

luego siguieron los enfrentamientos, nos mataron al primer com-


pañero que cayó en la lucha, Tomás Cruz Zamora [...] y cuando él se
dirigía a su comunidad lo mataron de un balazo. Esto el cecop no
lo ha podido superar. Después siguieron más muertos, eso enardeció
mucho, generó mucho rencor y odio hacia los gobiernos y hacia los
manipuladores que estaban de una u otra manera enfrentando al pue-
blo con el pueblo (Entrevista a Marco Suástegui, cecop, 2008).

De la mano de los conflictos intercomunitarios se fue intensificando


la estrategia de disciplinamiento, intimidación, criminalización
y represión por parte de la cfe, con el apoyo del gobierno y de las
fuerzas policiales del Estado. Aunque el temperamento social de una
parte de los opositores aumentaba, también se provocaba el temor y el
repliegue de muchos otros.
En este contexto, en julio de 2004 se dieron las primeras detenciones
de Marco Antonio Suástegui Muñoz y Francisco Hernández Valeriano,
aunadas a la expedición de nueve órdenes de aprehensión en contra de
algunos de los opositores más visibles. No obstante, para ese momento

145
LUCHAS POR LO COMÚN

los opositores ya contaban con el apoyo de un numeroso grupo de or-


ganizaciones sociales y civiles, que junto con las movilizaciones de las
comunidades en resistencia coadyuvaron a que días después fueran
excarcelados. En suma, entre 2003 y 2007 se registraron graves actos
de violencia, los homicidios de cuatro miembros de la comunidad, per-
sonas heridas y detenidas durante las protestas, así como amenazas y
hostigamientos (Amnistía Internacional, 2007: 96).
Para entonces, los comuneros, es decir, los propietarios de los bie-
nes comunales, ya se encontraban entrelazados con los ejidatarios, y en
conjunto lograron interrumpir cuatro asambleas que la cfe llevó a cabo
para lograr la aprobación del megaproyecto entre 2004 y 2007; éstas
contaron con la presencia de excesivos despliegues policiacos y con
cercos de malla ciclónica, mediante los cuales se pretendía controlar
e impedir la entrada de los opositores. Constantemente, en todas las
asambleas convocadas por los comisariados ejidales en colusión con
la cfe se produjeron fuertes enfrentamientos entre los opositores a la
presa y los simpatizantes y acarreados de la cfe.
Ante la polarización social y los enfrentamientos suscitados en al-
gunas de las asambleas, en lo que Pineda considera “la fase crítica del
conflicto” (Pineda, 2011: 47), de marzo a agosto de 2007 se impulsaron
misiones civiles de observación promovidas por las organizaciones que
apoyaron al cecop a lo largo del proceso de resistencia. Con ellas se
buscó documentar las violaciones a los derechos humanos, así como
las irregularidades cometidas por parte de las estructuras ejidales. La
presencia civil fue determinante para atemperar el clima de violencia
y confrontación.
Después de enfrentar las irregularidades de las asambleas de los
Bienes Comunales de Cacahuatepec y de los ejidos Dos Arroyos, Los
Huajes y La Palma, con el apoyo del Centro de Derechos Humanos de
la Montaña Tlachinollan los opositores interpusieron una demanda
de nulidad ante el Tribunal Superior Agrario. La concertación de una
estrategia jurídica agraria coordinada por esta organización para la
defensa de la tierra fue central para la postergación del proyecto.
A lo anterior se sumaba la demanda por delitos ambientales que
había interpuesto ante el Ministerio Público Federal, Delegación Gue-
rrero, la Comunidad Indígena de Bienes Comunales de Cacahuatepec
en 2005, en la que se reclamaba la tala inmoderada que la cfe realizó
sobre sus terrenos de manera ilegal, afectando cientos de hectáreas de
la zona selvática del municipio de Acapulco.

146
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Más tarde, durante 2006 y 2007, el Tribunal Unitario Agrario-Dis-


trito 14 respondió a las demandas interpuestas, anulando las asamble-
as y los permisos para la construcción de la represa ante la debida
comprobación de las irregularidades cometidas. Estas resoluciones
impidieron que los procesos expropiatorios y de cambio de uso del
suelo se llevaran a cabo, al mismo tiempo que determinaron la sus-
pensión de las obras de construcción. Así, podemos advertir que
durante los primeros años de lucha contra la presa los opositores
fueron transitando de una etapa de confusión y desconcierto a una de
acuerpamiento colectivo y organización, activada por la rabia e indig-
nación que venían produciendo las irregularidades procedimentales,
el conocimiento de las implicaciones del proyecto y las estrategias de
división, intimidación y criminalización desplegadas contra ellos.
La autoconvocatoria para la instalación de hasta seis plantones en
las entradas estratégicas de la zona para impedir el paso de la maquina-
ria; la organización de una asamblea dominical de forma permanente
para informar, deliberar y tomar decisiones; junto con la interrupción
de las asambleas amañadas y organizadas por la cfe, marcan una pri-
mera orientación de la lucha de los opositores, centrada en la autoor-
ganización, la acción directa y la resistencia civil.
También es clara la conformación de un incipiente núcleo de opo-
sitores, tanto de los bienes comunales como de los ejidos, que se vuelve
central para sostener y orientar la resistencia, alimentada principalmente
por la necesidad de defender la tierra en tanto bien primordial para la
subsistencia material de las familias. Algunos de los opositores,

Isaías Flores Hernández, de Garrapatas, y Ricardo García, de Arroyo


Verde, señalaron que la tierra es lo único que tienen y ‘la cfe quiere
entrar a lo bruto’. Comentaron que con los 70 centavos que la Comisión
les quiere pagar por metro cuadrado, no conseguirían tierra en ningún
lado y se quedarían sin trabajo. ‘En Acapulco, el que no trabaja un día
no come.’ Isaías siembra maíz en dos o tres hectáreas y saca 80 costales
del grano y 20 de frijol. Eso le alcanza para que los ocho integrantes
de su familia coman todo el año. Siembran jamaica cuando llueve. Hay
cocoteros y mangales (Rojas, 2004a).

La resistencia del cecop es, sin duda, una lucha por defender la tie-
rra, siendo ésta la base fundamental para la subsistencia. Por otra
parte, en un segundo momento se fueron fortaleciendo los registros
simbólicos ligados a un lenguaje de valoración no mercantil, en los que

147
LUCHAS POR LO COMÚN

la tierra se percibe como un medio de existencia fundamental para la


reproducción de la vida.

Yo los invito a que se sumen a esta lucha tan noble, que surgió con la
esperanza de cuidar la riqueza de nuestros antepasados. Los españoles
se robaron nuestro oro, a cambio de espejitos regalábamos barras y
riquezas, ahora después de tantos años la única riqueza que nos queda
es el agua y la tierra, la naturaleza. Que para nosotros significa todo,
engloba una serie de sentimientos que para nosotros es invaluable
(Marco Suástegui, cecop, noviembre 2008).

Durante 2004 se producen los primeros acercamientos con organiza-


ciones sociales y civiles y con redes de resistencias que coadyuvan a
la difusión, visibilización, cobertura y disposición de nuevos recursos
sociales para fortalecer la oposición a la presa. A este respecto, ese año
el ya denominado Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la
Presa La Parota (cecop) asiste a diferentes eventos, encontrándose con
otras resistencias al Plan Puebla Panamá en la región mesoamericana y
con las resistencias de otros países de Latinoamérica.

Visitamos a otros afectados, en México y otros países. Nos impresio-


naron los testimonios de los desplazados de la presa El Cajón, en Na-
yarit, de los sobrevivientes en el Chixoy, Guatemala, de los desplazados
en Brasil, en Colombia. Vimos con nuestros propios ojos lo que sig-
nifica el despojo de las tierras, del agua de los ríos, y supimos lo que
significa perderlo todo por la ambición de los ricos, de los poderosos y
de los gobiernos, que son los únicos que se benefician con lo que ellos
llaman ‘desarrollo’, que no lo es, porque no es desarrollo para todos
(cecop, 2010).

A su vez, ese mismo año en territorio del cecop se acuerda la creación


del Movimiento de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos
(mapder), el cual articula diversas resistencias en todo el territorio
nacional y se vincula con otras resistencias de Mesoamérica. De ahí en
adelante el cecop se convertiría en una de las resistencias más visibles
y tenaces de las plataformas de luchas contra presas y conflictos socio-
ambientales. Posteriormente, destaca también su participación en la
Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, en la que –desde sus
inicios en 2008– ha compartido su experiencia al resto de las resisten-
cias contra presas en todo el territorio nacional.

148
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Los encuentros y espacios de articulación han sido relevantes para


que el cecop no sólo fortaleciera su rechazo a la presa, sino para que
esgrimiera los detalles de los argumentos de repudio, configurándose
con ello un discurso contra-experto (Svampa, 2008b), constituido a
través de la propia práctica, de los aprendizajes compartidos con otras
organizaciones y mediante el contacto con organizaciones no guber-
namentales y especialistas o profesionistas independientes. Se trata de
la articulación de “comunidades del no” (Antonelli, 2009) o de redes
extraterritoriales que se tejen en torno al cecop y que influyen fuer-
temente en las conexiones que los sujetos comunitarios establecen en-
tre capitalismo global, Estado y degradación ambiental. De modo tal
que las percepciones de las luchas socioambientales son alimentadas
por referencias y experiencias de otras latitudes que enfrentan los mis-
mos problemas.
Las razones por las cuales el cecop ha argumentado su rechazo a
la presa han resultado contundentes, demostrando en numerosas oca-
siones el conocimiento de los daños sociales y medioambientales que
vivirían si la presa se llevase a cabo y denunciando las irregularidades
y el sentido antidemocrático de los procedimientos realizados por el
gobierno estatal y la cfe. A su vez, esto ha fortalecido la crítica y la de-
nuncia global de los efectos depredadores de las presas que se vienen
generando desde diversas latitudes y ámbitos hace más de dos décadas.
El siguiente, es el testimonio es de un comunero del cecop que, en un
Encuentro Popular sobre Agua, Energía y Alternativas Energéticas con
organizaciones de la sociedad civil, explica el problema de las presas:

Hay 80 millones desplazados en el mundo por las presas, las presas


aparte de desplazar de traer enfermedades, divisionismos, traen como
objetivo que las trasnacionales se adueñen de algo tan importante que
probablemente puede causar una guerra en el futuro que es el agua.
Después del petróleo el agua es el segundo lugar por la cual se puede
originar una guerra. El 2% es agua dulce para el río Papagayo es un
río de oro para ellos. Nosotros somos los custodios del agua, hay mucha
gente que está dispuesta a dar la vida por nuestras tierras, el gobierno
lo sabe. Cuando el ejército quiso entrar, la gente salió con sus machetes,
de este lado había otro ejército de hombres y mujeres decididas a dar
la vida por su tierra. Y el ejército salió disparado, de este lado estaban
listas las resorteras, las piedras, los machetes, y estaba decidido que
íbamos a defender hasta las últimas consecuencias el agua del río
Papagayo y la tierra de Cacahuatepec (Entrevista a Marco Suástegui,
cecop, 2008; las cursivas son mías).
149
LUCHAS POR LO COMÚN

Desenmascarar a los gobiernos de querer traer a los pueblos estos


proyectos, no se necesitan. México no necesita energía eléctrica, hay
un 40% sobrante de energía. Y esto nos ayuda a sustentar nuestra opo-
sición, más bien nos preguntamos ¿para qué son las hidroeléctricas?
No se necesitan (Entrevista a Marco Suástegui, cecop, 2008).

A este conjunto de iniciativas se sumó la visita del Delegado Cero a Ca-


cahuatepec, en el marco del recorrido de La Otra Campaña en 2006.
Con ésta se expresó el apoyo rotundo del ezln a la resistencia del ce-
cop, advirtiéndose que

el río Papagayo corre también por las montañas del sureste mexicano.
Por eso queremos avisarle a Vicente Fox y a su brazo amarillo y negro,
Zeferino Torreblanca, que si el Ejército ataca estas tierras, tendrá que
atacar también las montañas del sureste mexicano (Bellinghaussen,
2006).

Así, frente a la persistente y radical oposición comunitaria, hacia 2007


se logra la realización de una asamblea informativa en la que se acuer-
da que la cfe expondría el proyecto a la par que lo haría el cecop y
algunos especialistas comprometidos con la lucha contra el despojo.
Dicha reunión se realizó en Aguacaliente, uno de los bastiones de lucha
del cecop, lo que favoreció enormemente la participación y la expan-
sión de la postura opositora en las discusiones. Ante la contundencia
del “No a la presa” se exigió al comisariado ejidal la firma del acta en
la que se refrendara el rechazo al proyecto. Este hecho fue sumamente
significativo para evidenciar la amplia oposición comunitaria y para
desarmar las opiniones que la cfe mantenía al plantear que los que
objetaban la presa representaban una posición minoritaria. Pero sobre
todo, sirvió para formalizar el rechazo comunitario, que estaría direc-
tamente vinculado con la postergación del proyecto.
Además del fuerte proceso de resistencia comunitaria, la disputa
política que condujo al aplazamiento del proyecto puede comprenderse
a partir de varias hipótesis. A este respecto Pineda refiere que,

la falta de alineación entre los poderes federales y estatales, abrió un


campo de oportunidad para que el movimiento social pudiera impe-
dir el proyecto, retardándolo o postergándolo no sólo por la fortaleza
y aciertos de la resistencia campesina, sino también por las contradic-
ciones al interior del Estado y sus actores. También es probable que,

150
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

las contradicciones al interior del grupo gobernante en el Estado, ha-


yan significado nuevos obstáculos para generar consenso sobre la im-
posición del proyecto o la toma de una decisión de fuerza que pudiera
abrir paso a la construcción de la presa (Pineda, 2011: 49).

Sin lugar a dudas, a esto se agrega la estrategia jurídica de defensa


agraria y ambiental para la protección de los ejidos y bienes comunales,
así como la anulación de las asambleas y de otras disposiciones pro-
movidas por la cfe. Por otro lado, se abrió una vertiente de defensa de
derechos humanos, impulsada por diversas organizaciones civiles que
se comprometieron para que el caso del cecop fuera documentado y
difundido ante instancias nacionales e internacionales. En esta labor
destacan las organizaciones que integran el Espacio de Derechos Eco-
nómicos, Sociales y Culturales (desc). Entre las acciones impulsadas
desde esta vertiente sobresale la visita del Relator Especial de onu
sobre derechos indígenas, Rodolfo Stavenhagen, en 2006, quien exigió
al gobierno mexicano respetar la decisión de los miles de comuneros
que se oponen a la construcción de la hidroeléctrica La Parota.
A este llamado se sumaron las recomendaciones de los Relatores
Especiales de Vivienda y Derechos Humanos de la onu; la visita de
Irene Kahn, directora de Amnistía Internacional y la invitación del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la onu en
Ginebra, para escuchar el testimonio del cecop. Además, el Tribunal
Latinoamericano del Agua emitió una recomendación a las autoridades
mexicanas para la cancelación del proyecto en 2006.
En ese momento, el cecop ya había logrado posicionar el conflicto
de la presa a nivel estatal, nacional e internacional, y era reconocido
como una persistente resistencia capaz de bloquear el proyecto de La
Parota. Sin duda, esto se fue logrando a partir de la combinación de
múltiples estrategias que encontraban soporte en el fuerte proceso
comunitario de movilización y resistencia, que aun dividido por los
dispositivos de cooptación y disciplinamiento implementados por la
cfe, el gobierno y diferentes mediaciones locales, logró cohesionarse
en momentos estratégicos. En suma, el logro de obstaculizar el proceso
de construcción de la presa se debe, entre varios factores, a lo que
Silvia Emanuelli, de Coalición Internacional para el Hábitat, señala a
continuación:

Nosotros pensamos que lo que había funcionado era la mezcla de estra-


tegias, no sólo la política, la organizativa, con liderazgos visibles, pero

151
LUCHAS POR LO COMÚN

muy significativos, la parte de la lucha legal y la parte internacional. Y


algo que el cecop tiene que igual otros movimientos no tienen, es la
capacidad de transmitir mucha energía, muchas razones, a diferencia
de otros estilos más calmados. El cecop calienta mucho los ánimos,
logra transmitir la indignación. Fue muy importante que el cecop to-
cara muchas puertas, [...] pero su base, siempre fue que todos trabajen
juntos [...] su consigna fue ‘tienen problemas entre organizaciones, pero
el problema mayor es otro’. Esto permitió que muchos colaboráramos
desde perspectivas distintas y que todos fueran bienvenidos (Entrevista
a Silvia Emanuelli, hic, 2010).

Por otro lado, la frustración y el desencanto generados por la política


institucional derivó en lo que ellos mismos reconocen como “el apren-
dizaje más importante”, que se dio con el rompimiento de mediaciones
locales que históricamente habían regulado los conflictos para esta-
bilizarlos e incorporarlos al terreno de la gobernabilidad estatal. Cla-
ramente, se logró desarticular las relaciones clientelares con la Confe-
deración Nacional Campesina (cnc), que había venido operando con
bastante influencia en la zona. Si bien inicialmente la cnc incidió en
la integración de los comisariados ejidales y en la conformación de las
estructuras comunitarias para avanzar con la construcción de la presa,
este intento fracasó.

El aprendizaje más importante como estrategia de lucha fue haber


acabado con el esquema corporativo, sí se rompió, hay un desprecio
a los métodos de la cnc [...] El rompimiento con el corporativismo
fue una de las ganancias mayores. [...] se ha modificado la visión de
los partidos políticos, una visión distinta de los esquemas de dominio,
como los charros campesinos, los dirigentes campesinos de la cnc o
los núcleos agrarios (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

A la par que se desconocían dichas estructuras ejidales por su compli-


cidad con la cfe y por la ilegalidad de su nombramiento, surgieron y
fueron elegidas nuevas estructuras de representación, reconocidas co-
lectivamente. Se trataba de una forma de representación “legítima y
autónoma” que, en palabras de Rodolfo Chávez, actúa como un “poder
dual a nivel local, no exento de complicaciones” (Chávez, cecop: 2009).
La erosión de las mediaciones y la fisura de las relaciones de domi-
nación no sólo comenzó a explicitarse en la crítica a la representación
política encarnada en el Estado sino en el fortalecimiento de las re-
laciones cooperativas y autónomas tejidas al interior de los espacios
152
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

organizativos. A este respecto, aunque la separación entre dirigentes


y dirigidos existe en los hechos, aun sin estar formalizada la mayoría
de las veces, tiende a haber un cuestionamiento hacia la figura del
dirigente que se separa de las bases y se independiza del pensamiento
colectivo y concreto de la experiencia. “Los comisariados son nuestros
representantes, pero ellos no deciden, decide el pueblo” (Entrevista a
Felipe Flores, cecop: 2010).

[Desde que comenzó la lucha contra la presa] cambiaron muchas co-


sas, porque los líderes que estaban en la zona hoy no pueden entrar.
Son rechazados, les quitamos el poder que tenían [...] Hemos tratado de
quitar la frase ‘líder’ hoy tratamos de cambiarla por ‘representantes’
de comunidades o ‘voceros’ pero ya quitar esa frase de líder [...] acá
queremos que haya representantes del pueblo que defiendan a su pue-
blo, no que se beneficien de él, y que trabajen para su pueblo. Y ellos se
aprovechaban del pueblo para beneficiarse (Entrevista a Felipe Flores,
cecop, mayo 2010).

El acuerpamiento y fuerza colectivas logradas trató de consolidarse


después del éxito obtenido en la reunión de Aguacaliente con la cfe
de 2007. Entre 2007 y abril de 2010 –cuando se activa nuevamente la
ofensiva para construir la presa–, el cecop buscó reforzar la dimen-
sión organizativa para sostener la resistencia a largo plazo, hasta que
se lograra que el proyecto fuera totalmente cancelado. Sobre todo,
intentando que los liderazgos del cecop no fueran imprescindibles
–porque hasta ese momento lo habían sido–, y que se consiguiera ge-
nerar un proceso de socialización de las capacidades políticas. Para
ello, algunos de los integrantes del cecop participaron en la Escuela
para la Paz, coordinada por Servicios y Asesoría para la Paz (Sera-
paz).5 Tiempo más tarde, se dispuso que, para la socialización de los
aprendizajes, los talleres de fortalecimiento y organización se reali-
zaran directamente con las comunidades opositoras y no con el núcleo
de dirigentes. Posteriormente, este proyecto se reorientó hacia la siste-
matización colectiva de la experiencia de resistencia.
5
Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) es un organismo civil, mexicano, in-
dependiente y no lucrativo. Da servicio a la paz y la transformación de conflictos
sociales a través de la promoción y articulación de procesos e iniciativas civiles; in-
vestigación y producción editorial; capacitación, asesoría, incidencia y seguimien-
to de procesos que contribuyen a la construcción de la paz. Para más información:
< http://www.serapaz.org.mx/>

153
LUCHAS POR LO COMÚN

Sin embargo, se enfrenta el problema de la falta de participación de


las comunidades, debido a que su lazo con la tierra se ha erosionado
como producto de la crisis general del campo y de la necesidad de ex-
plorar otras alternativas de subsistencia, entre las que destaca la mi-
gración hacia el Puerto de Acapulco. Adicionalmente, las formas y di-
námicas de la organización están basadas en los usos y costumbres
que, en el caso de las comunidades indígenas y campesinas, no están
invitando, incluyendo o incitando a que los jóvenes participen con sus
propios modos. En este sentido, es interesante ver cómo a través de
la asistencia de jóvenes de los bienes comunales y ejidos del cecop
al Festival de las Resistencias organizado por Jóvenes en Resistencia
Alternativa6 en 2010 se activó un interés por encontrar formas de
integrarse a la lucha contra la presa La Parota. Lo mismo ha ocurrido
con los niños de las comunidades, a partir de diversos proyectos, como
el de un taller fotográfico impartido por el fotógrafo Carlos Alberto
Carbajal del periódico El Sur.
Hacia 2009, la cfe declaró que el proyecto de la presa quedaba
suspendido temporalmente, siendo diferido hasta después de 2018.
Públicamente se argumentó que tal decisión correspondía a las con-
diciones que la recesión económica había generado y a la injustificada
necesidad de incrementar la capacidad de generación de la empresa.
Si bien evidentemente esta noticia generó profundo júbilo entre las
comunidades, también produjo un proceso de desmovilización, al que
se sumaba al desgaste generado por tantos años de resistencia.
Acto seguido, en enero de 2010, la prensa mexicana informó que el
proyecto se reactivaba gracias a las exitosas gestiones realizadas por
el entonces gobernador Zeferino Torreblanca. No obstante, meses des-
pués volvió a anunciarse que, debido a limitaciones financieras en el
sector energético, nuevamente se cancelaba el Proyecto Hidroeléctrico
Presa La Parota. Entre las razones señaladas además de la financiera,
la cfe aceptaba que existía una fuerte oposición al proyecto por parte
de sectores sociales de Acapulco, Guerrero, y zonas aledañas (cecop,
2010). En otras informaciones, este mismo organismo aduce nueva-
mente que el proyecto solamente está suspendido y que se traslada su
construcción al año 2018.
6
Jóvenes en resistencia alternativa (jra) es una organización mexicana integrada
en su mayoría por jóvenes y estudiantes de la ciudad de México. Es una organi-
zación de izquierda radical que no busca el poder político tradicional. Para más
información: < http://jra.espora.org/>

154
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Sin embargo, el cecop recibió con desconfianza estas declaraciones,


por lo que planteó que no debía bajarse la guardia y que no debía sus-
penderse el trabajo organizativo en las comunidades. Además, el nuevo
gobernador estatal, Ángel Aguirre, había manifestado simpatía con el
proyecto, negándose a firmar los Acuerdos de Cacahautepec, a través
de los cuales el cecop buscaba formalizar la cancelación definitiva. A
pesar de ello, en agosto de 2012 el gobernador firmó dichos acuerdos,
comprometiéndose a no apoyar la construcción de la presa.

Sí es un éxito, no sólo de nuestra lucha sino de todas las organizaciones


que acompañaron nuestro movimiento, pero no bajamos la guardia;
no confiamos en la palabra de los gobiernos que han lastimado tan
profundamente a los campesinos y han roto el tejido social en nuestras
comunidades. Nuestra lucha seguirá hasta tener en nuestras manos
el oficio presidencial que diga que La Parota está definitivamente
cancelada (cecop, 2010).

En julio de 2012, el Tribunal Federal ratificó el punto final a la presa,


tratándose de la sexta resolución contra la construcción del Proyecto
Hidroeléctrico La Parota. Dicha decisión confirmó que el proyecto La
Parota es legal, ambiental y socialmente inviable. Asimismo, la deci-
sión del Tribunal Colegiado ratificó, una vez más, que en la lucha legal
emprendida por los opositores al proyecto, son los comuneros, ejidata-
rios y avecindados unidos en el Consejo de Ejidos y Comunidades
Opositores a la Presa La Parota (cecop) quienes tienen la razón legal
y la legitimidad social (Centro de Derechos Humanos de la Montaña
Tlachinollan, 2012).
El recorrido que hemos realizado hasta aquí da cuenta de la capaci-
dad del cecop de obstaculizar y postergar este megaproyecto, lo que,
a su vez, ha fortalecido su cobertura a nivel nacional e internacional,
siendo reconocido como símbolo de la resistencia y de la capacidad de
veto de este tipo de emprendimientos. Lo que se relaciona con la per-
sistente participación de algunos de sus integrantes en diversos en-
cuentros y actividades, con el objetivo de difundir su experiencia, sus
aprendizajes y las terribles consecuencias que conllevan las presas. Sin
duda, la irradiación de esa experiencia ha sido fundamental para el
amplio espectro de luchas socioambientales, a partir de varios apren-
dizajes:

Es posible detener el proyecto si la gente tiene la determinación total

155
LUCHAS POR LO COMÚN

para hacerlo; las decisiones del pueblo van primero; se requiere de


organización y unidad; acudir a todas las instancias posibles; y lograr
una visión general de los megaproyectos (Entrevista a Rodolfo Chávez,
cecop, 2012).

Ahora nos toca transmitir nuestras experiencias a otros afectados por


proyectos de presas, de minas o de pueblos y comunidades que luchan
contra la privatización del agua y de los recursos naturales. Los pode-
rosos no detendrán su sed desmedida de ganancias ni sus negocios
depredadores y de saqueo (cecop, 2010).

A la par, han habido algunos esfuerzos orientados a consolidar un pro-


ceso social comunitario capaz de emprender nuevos proyectos para
mejorar colectivamente las condiciones de vida, lo que además se ha
visto fortalecido por la necesidad de reconstruir las viviendas debido
a la destrucción que las inundaciones del huracán Manuel provocaron
en las costas de Guerrero en septiembre de 2013.

Necesitamos consolidar la toma de conciencia de los compañeros que


han aprendido mucho en la lucha. Se aprende en la lucha dando pasos
de triple tamaño porque todos están enfrentando una situación muy
difícil, y porque todos están en una resistencia, pero si no se consolida
bien queda endeble ese conocimiento y otra cuestión que hay que
hacer es buscar otro tipo de necesidades, cumplir otras necesidades
(Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

Bajo esta vertiente, un aspecto fundamental ha sido el proceso de re-


significación de la tierra a partir de la amenaza de perderla. Vale la
pena resaltar que la defensa de la tierra por parte del cecop se da en el
contexto del abandono generalizado del campo, el cual es acompañado
por la articulación de un nuevo dominio de empresas trasnacionales
en el sector. Todo esto produjo el desmantelamiento de las capacidades
productivas del campo, el despoblamiento rural y la fragilidad de la
soberanía alimentaria. De modo que la cfe buscó aprovechar esas con-
diciones para su implementación; sin embargo, esto no fue posible
por la tenaz resistencia de los ejidatarios y comuneros, anclada en la
reapropiación social de la tierra y en la amenaza de perder lo único que
se tiene. Hoy se plantea que la defensa de la tierra implica un proceso
de reapropiación y volver a trabajar en ella.
En suma, se han potenciado los usos de la reapropiación social de
la naturaleza para la satisfacción de necesidades humanas. Esto genera

156
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

una relación entre la estimación de los beneficios que la naturaleza


brinda; y la lucha que debe generarse para defender los bienes y preser-
var el modo y los medios de vida con que se cuenta. La reapropiación
social de la naturaleza en relación a los valores de uso que ésta produce
puede notarse en los siguientes testimonios:

La relación con la tierra se ha fortalecido, efectivamente nadie se había


cuestionado que alguien quisiera quitarte la tierra, eso no se había
dado. Inclusive en los talleres, la gente más antigua dice que nunca
habían tenido problemas con la tierra. Hoy sí nos la quieren quitar y
ha nacido un acercamiento con la tierra (Entrevista a Rodolfo Chávez,
cecop, 2009).

Lo que ha cambiado es que la gente le tenga más amor a la tierra, que


la cultive más, que estén interesados en demostrar que el campo sí
produce, sí da de comer y que también del campo hemos obtenido
recursos para preparar a nuestros hijos, hay doctores, ingenieros,
maestros. Y creo que ha salido de ahí, del producto de la tierra. Y
la tierra es nuestra madre y hemos dicho que la vamos a defender
si es necesario con la vida, pero no vamos a permitir que la sigan
destruyendo (Entrevista a Felipe Flores, cecop, 2010).

En este mismo sentido, el cecop se ha manifestado en contra del Pro-


cede7 y de los mecanismos de condicionamiento que las autoridades
agrarias emplean para su imposición, lo que atenta, afirman, “contra su
modo de poseer sus tierras y de vivir como pueblos”. Además de que
han exigido que se resuelvan viejas demandas en relación al campo
(Rojas, 2004a).
No obstante, este proceso de reapropiación se gesta en medio de
profundas contradicciones y con el avance de nuevas afrentas. Nos re-
ferimos específicamente a un nuevo conflicto que han estado enfren-
tando los habitantes en torno al saqueo de la grava del río en los Bienes
7
La creación de Procede y Procecom respondió a la necesidad de instrumentalizar
la desarticulación de la propiedad social, ya que a través de ellos se otorgaron cer-
tificados y títulos parcelarios o de uso común que facilitaban la incorporación de la
tierra a los circuitos del capital privado que ya dictaba la modificación al Artículo
27 de 1992. Los dos programas se presentaban como voluntarios, sin embargo
dada la negativa de ejidatarios y comuneros de incorporarse, la certificación pasó
a ser requisito para otros programas y trámites indispensables. Muchos núcleos
agrarios, sobre todo aquellos con tradición histórica indígena se negaron a certifi-
car sus tierras como forma de resistencia al despojo que se avecinaba (sra, 2003).

157
LUCHAS POR LO COMÚN

Comunales de Cacahuatepec. Si bien esto sólo fue cuestionado por el


núcleo de comuneros más politizados, que identifican ese fenómeno
como parte de una problemática más general de despojo, y no por las
comunidades, a raíz de las inundaciones provocadas por el huracán
Manuel se instaló un plantón que ha evitado que la maquinaria siga
saqueando la grava.
En julio de 2012, el cecop cumplió nueve años consecutivos de re-
sistencia, marcada por importantes aprendizajes y victorias. En dicha
celebración festejaron los logros alcanzados, planteados en los siguien-
tes puntos:

1. Luchamos a costa de nuestra propia vida por defender la tierra, el


agua y el territorio, por la posesión comunitaria de las tierras y la au-
tonomía;
2. Mostramos a otras resistencias que con unidad y organización es
posible detener la imposición de los megaproyectos;
3. Demostramos que el gobierno mexicano actúa en todo momento de
manera ilegal violando sus propias leyes. Impone los megaproyectos
contra la voluntad de los pueblos, destruye la vida de los campesinos y
pasa sobre nuestros derechos;
4. Rebasamos a los líderes corruptos de la cnc. Rompimos su férreo
dominio de décadas producto del corporativismo ancestral impuesto
al campo mexicano y causa de su desastre;
5. Utilizamos adecuadamente los mecanismos legales correctos y con
ello reforzamos nuestro movimiento de resistencia. Emplazamos al
gobierno con sus propias leyes y obtuvimos triunfos legales que for-
talecieron nuestra lucha;
6. Logramos trascender nuestro espacio y llegar hasta instancias inter-
nacionales como la onu, Amnistía Internacional, del trabajo. Estos or-
ganismos exigieron al gobierno mexicano el respeto a nuestros dere-
chos y la salvaguarda sobre la posesión de nuestras tierras y territorio;
7. Rodeamos nuestro movimiento de la más amplia solidaridad a nivel
estatal, nacional e internacional y, a la vez, brindamos solidaridad y
compartimos nuestra experiencia con otros movimientos. En unión
con esas resistencias nos desplazamos por todo el país y por otros paí-
ses en Centro y Sudamérica;
8. Conformamos y nos integramos a redes en defensa de la tierra, el
territorio y el agua; contra las presas y la minería; redes de afectados
ambientales; luchas por la autonomía y la autodeterminación de los
pueblos; contra los tratados de libre comercio y por los derechos hu-
manos, en particular los derechos económicos, sociales, culturales y

158
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

ambientales. Llevamos nuestra lucha al Tribunal Permanente de los


Pueblos y al Tribunal Latinoamericano el Agua (Meza, 2012).

A lo anterior agregamos el hecho de que han sido capaces de demos-


trar desde una perspectiva ambiental, social y agraria que las presas no
son proyectos sustentables y que, por el contrario, generan terribles
afectaciones económicas, culturales, sociales y ambientales; han reve-
lado la lógica de complicidad del Estado con los intereses del capital,
fundamentalmente a partir de la lucha contra su propia legalidad; y
por último, han logrado obstaculizar la realización de dicho proyecto
mediante la coordinación de una estrategia múltiple sostenida en un
vigoroso proceso comunitario.
Como parte de dicho proceso comunitario hay que agregar la for-
mación de una Policía Comunitaria, incorporada a la Coordinadora
Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria de Gue-
rrero, en territorio del cecop. Las capacitaciones a 23 comunidades
comenzaron a partir de una estructura comunitaria conformada por
hombres y mujeres que tienen como tarea la defensa de su territorio y,
por lo pronto, acuerparse ante las amenazas contra los opositores a la
presa y la escalada de violencia que azota la región.
Sin embargo, en 2014 se abrió una nueva ofensiva por parte del
gobierno estatal, que el 17 de junio en la ciudad de Acapulco aprehen-
dió a Marco Antonio Suástegui. Éste fue brutalmente golpeado por
agentes de la Policía Investigadora Ministerial en el momento de su
detención. De la mano de esta nueva ofensiva se reactivó una vez más
el proyecto de la hidroeléctrica.
Sin duda, a lo largo de esta historia de resistencia y organización, se
han potenciado y abierto nuevos horizontes de recomposición comu-
nitaria y de reapropiación de los bienes comunes naturales. Ciertamen-
te, las capacidades sociales del cecop cultivadas en los momentos más
álgidos de la lucha son fundamentales para enfrentar la profundización
de la violencia del Estado en el desarrollo de la presa hidroeléctrica con
o sin el consentimiento de las comunidades.

159
LUCHAS POR LO COMÚN

Frente de Pueblos del Anáhuac: resistir para existir. Una lucha de los
pueblos originarios del suroriente de la Ciudad de México

“Compañeros, detengámonos unos momentos a reflexionar


seriamente sobre las consecuencias desastrosas que la realización
de estos proyectos tendrá en nuestro entorno (...) Estamos jugándonos
el futuro de la metrópoli mexicana de sus actuales habitantes, de los
que vienen atrás de nosotros. ¿Qué futuro queremos para nuestros
descendientes? ¿Uno donde existan montañas de dinero, pero donde
ya no haya qué comprar, ni qué vender? porque hemos acabado
con todo lo bueno que hay sobre la Tierra.
Frente de Pueblos de Anáhuac, Manifiesto de Tetlaman, 2009

Desde 2006, el Frente de Pueblos del Anáhuac emprendió una lucha


contra el feroz proceso de urbanización y desarrollo de infraestructura
para la movilidad urbana impulsado por el Gobierno del Distrito
Federal contra los pueblos originarios de la delegación de Tláhuac, al
suroriente de esta entidad. Se trata de una lucha que expresa claramente
la continuidad del despojo por parte del capital, desde la Conquista de
los españoles hasta nuestros días.
Para comprender la larga duración de esta resistencia y rastrear al-
gunas de sus dificultades y potencias actuales, trataremos de hacer un
sucinto recorrido para pensar tres aspectos: 1) la persistencia de las
formas organizativas político-territoriales, productivas y culturales de
los pueblos originarios desde la Colonia hasta nuestros días; 2) las for-
mas de despojo económico que los pueblos originarios han enfrenta-
do, fundamentalmente a partir de la presión de la urbanización por su
pertenencia a la ciudad de México; 3) las formas de expropiación de
las capacidades de autodeterminación mediante la imposición de po-
líticas estatales vinculadas a la inclusión y al reconocimiento de los
pueblos originarios.8
Ahora bien, históricamente la ciudad de México ha estado consti-
tuida por un denso tejido de culturas indígenas y pueblos originarios
de origen prehispánico y colonial, que conservan, recrean y actualizan
sus usos y costumbres, aun a pesar de la presión ejercida por las po-
líticas de urbanización. En la actualidad se reconoce que al sur de la
ciudad existen 47 pueblos originarios que tienen su origen en la cultu-
ra náhuatl, los cuales se asientan principalmente en las delegaciones
del sur: Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Magdalena Con-
8
El desarrollo de este apartado fue posible gracias a la colaboración de Baruc Mar-
tínez del Frente de Pueblos del Anáhuac.

160
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

treras, además de otros 90 pueblos a lo largo y ancho de la metrópolis,


asediados y cercados por la expansión urbana.
La principal característica que constituye el carácter de “pueblo
originario” es que sus habitantes han ocupado ese territorio desde antes
de la formación del Estado mexicano, conservando un conjunto de
instituciones políticas, culturales y sociales derivadas de una relación
de resistencia y defensa de la integridad territorial y de los recursos
naturales (Medina, 2007: 31).
La singular conformación de la ciudad de México, constituida des-
de la Colonia sobre la organización político-territorial prehispánica,
la sitúa como única en el mundo. Ninguna otra ciudad novohispana o
asentamiento colonial se estableció sobre la base de la antigua organi-
zación social. En este caso, se trató de los altépetl 9 o barrios de indios,
mandatados por la figura del tlatoani. De algún modo, esta particula-
ridad explica la permanencia de persistentes entramados mesoameri-
canos que han coexistido pese a la imposición del proyecto occidental.
No obstante, los pueblos indígenas de la ciudad de México son ne-
gados en el proyecto dominante moderno de la urbe. Esto se relaciona
con una mirada que reconoce a las culturas mesoamericanas como el
legado histórico que dio origen a la nación mexicana, pero que, contra-
dictoriamente, les niega su lugar en el presente. Lejos de reconocerlas
como culturas vivas que a lo largo de los años han luchado por adaptar-
se, recrearse y transformarse, se las concibe como piezas arqueológicas
o como restos premodernos que requieren ser integrados al progreso
capitalista.
La fundación de la ciudad novohispana –el primer antecedente de
la ciudad de México en tiempos de la Colonia– se realizó sobre la anti-
gua Tenochtitlán, desplazando solamente a los barrios ubicados en lo
que hoy conocemos como Centro Histórico para dar cabida al asenta-
miento de la élite española y manteniendo a los pueblos indígenas de
las periferias. De ahí que la mayoría de los pueblos del sur tengan un
origen prehispánico o se hayan fundado poco tiempo después:

Los pueblos de la región de Tláhuac, como San Juan Ixtayopan, o en


Xochimilco, como Tulyehualco, no existían como pueblos prehis-
pánicos pero fueron refundados y fueron pueblos de indios también
(Martínez, fpa, 2012).
9
El altépetl es el territorio en el que se asienta la organización sociopolítica de los
pueblos indígenas mesoamericanos en el periodo posclásico.

161
LUCHAS POR LO COMÚN

El conjunto de barrios indios ya existentes, o refundados dentro del


nuevo sistema colonial, fueron reconocidos como Repúblicas de in-
dios, una comunidad política que contaba con sus propias formas de
funcionamiento y de autorregulación social, en contraposición a la Re-
pública de españoles.
La decisión de los conquistadores de que permanecieran esas for-
mas organizativas se dio por varias razones. Una de ellas consistía en
garantizar el sustento económico y productivo de la cúpula imperial
del Virreinato de la Nueva España, principalmente a través de las acti-
vidades agrícolas de los pueblos del sur, que combinaban el uso de
chinampas en las riberas de los lagos y ríos con el uso de terrazas para
la agricultura de montaña. De tal modo que estos pueblos jugaron un
papel estratégico para impulsar la producción económica del nuevo
orden. Y es que su ubicación geográfica –a diferencia del norte de la
cuenca que contaba con aguas saladas– les proporcionaba provechosas
condiciones para las actividades agrícolas en chinampa.
Aunado a lo económico, el interés por mantener el orden político
existente fue otra de las razones que explican la permanencia del
altépetl como figura central de la República de indios. Podríamos decir
que, en términos generales, se mantuvo una relación de dominación
tributaria que, antes de la llegada de los españoles, involucraba a esos
mismos pueblos con la cúpula imperial mexica, y que posteriormente
se daría con una nueva élite, eso sí, acompañada de inéditas formas
de dominación. Este tipo de relación “permitió” que las comunidades
indígenas conservaran sus formas organizativas, contaran con un te-
rritorio, un dios o santo particular, un templo en su honor y un tlatoa-
ni, bajo la condición de que rindieran tributo y obediencia a la Corona
española y de que practicaran la religión católica. Las figuras del alté-
petl y el calpulli, con el cabildo y otras adaptaciones correspondientes
en términos de la legislación castellana, fueron las formas organizativas
que dieron cierto margen de autonomía para la recreación de las cul-
turas mesoamericanas. Estas disposiciones posibilitaron a los españo-
les controlar a las poblaciones de indios y sus continuas sublevaciones,
así como también segregarlas, evitando la mezcla de las culturas y cui-
dando la pureza de la casta española.
Se trataba de una dominación de tipo colonial en la que la élite se
presentaba como portadora de una cultura superior, con el consustan-
cial desprecio por la cultura mesoamericana, como parte de las estra-
tegias de inferiorización que permitieron justificar el sometimiento y

162
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

la instrumentalización sistemática de lo descubierto (De Sousa, 2001).


Y que además, aprovecharía la existencia de identidades locales poco
cohesionadas entre sí como terreno propicio para la rendición de
Tenochtitlán y la imposición del nuevo orden (Baruc Martínez, fpa,
2012).
Desde el punto de vista de Martínez –un joven historiador origina-
rio de Tláhuac–, las divisiones entre etnias explican la visión autonó-
mica y localista de las comunidades mesoamericanas del centro de
México, en tanto no tenían una visión amplia y macroétnica de la región.
En el caso de Tláhuac, se trataba del altépetl Cuitláhuac, que incluía a
un conjunto de poblaciones ubicadas en un territorio específico, aun-
que no se concebían como parte de una identidad más amplia. Estas
particularidades dotaban a los pueblos de una considerable capacidad
de resignificar y recuperar elementos culturales que les eran ajenos, lo
que explica la incorporación de la cultura occidental a sus propios có-
digos bajo un proceso de mestizaje cultural (Entrevista a Baruc Mar-
tínez, fpa, 2012).
En suma, la permanencia de la organización político-territorial bajo
la figura del altépetl subordinada a la relación de mando-obediencia de
las nuevas élites, por un lado; y de la forma productiva agropecuaria
y alimentaria, por otro, proveyeron los soportes fundamentales para la
creación y expansión del nuevo orden colonial.
Queda claro que durante la Colonia los pueblos del sur fortalecie-
ron su vocación agrícola, incluida la continuidad del desarrollo de
sofisticadas tecnologías como la milpa, la chinampa o la terraza, exis-
tentes hasta nuestros días en Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan o Milpa
Alta. La impronta agrícola y la producción de alimentos serían fun-
damentales para proveer a los pueblos del sur de una autonomía mate-
rial, en retroalimentación con el desarrollo de complejas y profundas
cosmovisiones, mitos y formas de ver el mundo.
La dimensión cultural de la vida de los pueblos originarios es qui-
zás hasta el día de hoy una de las manifestaciones que más energía so-
cial y colectiva compromete. La organización de fiestas y ceremonias es
posible por una actualizada red de relaciones de parentesco o amistad;
y por la persistencia de estructuras políticas-religiosas, como los siste-
mas de cargos y las representaciones colectivas, propias de los pueblos
originarios. Figuras como la del mayordomo –encargado de la recipro-
cidad y de brindar hospitalidad a los visitantes durante las fiestas– se
vuelven centrales para tejer relaciones con otros pueblos.

163
LUCHAS POR LO COMÚN

Podemos inferir que la dominación del nuevo orden colonial no


fue capaz de subsumir plenamente a lo colonizado, tratándose de una
resistencia inmanente contra el poder. Siguiendo a Martínez:

la llegada de los españoles nunca significó el final de la tradición


cultural mesoamericana, como tradicionalmente se piensa. Sino pasó
a una etapa de rupturas, de cambios pero también de muchas conti-
nuidades, que se fueron reelaborando y resignificando a lo largo de
estos quinientos años (Entrevista a Baruc Martínez, fpa, 2012).

De ahí que la profundidad de estos mundos de vida esté relacionada


con una suerte de síntesis cultural de las diversas tradiciones civili-
zatorias de los antiguos pueblos americanos, del cristianismo medieval
impuesto durante el proceso de catequización y dominio colonial; e
inclusive, de otros rituales cívicos más recientes del Estado-nación
(Medina, 2007: 58).
Esta condición de adaptación –como dispositivo de resistencia– ex-
plica su capacidad de mantener y recrear espacialidades bajo formas
sociales, políticas, culturales y productivas alternativas a las del pro-
yecto civilizatorio dominante. Siguiendo a Medina, el trabajo agrícola
y la defensa de la tierra y de su integridad social y cultural es el fun-
damento de la existencia de las comunidades indias (Medina, 2007).
Incluso vemos que, aun enfrentando procesos de despojo de tierras, los
pueblos tienen la capacidad de seguir recreando sus propias culturas
con anclajes más simbólicos que materiales.10
Lo cierto es que la posesión de la tierra ha sido fundamental para
sostener la autonomía material y la autodeterminación social de los
pueblos originarios. La defensa de la tierra y el territorio ante el despojo
aparecen como una constante en la historia de resistencia india desde
10
El caso de Iztapalapa es muy emblemático, “de todos esos pueblos ninguno con-
serva ninguna porción de tierra. Hasta la década de los ochenta se acabó ese pro-
ceso en Iztapalapa, con la expropiación de los terrenos de la Central de Abastos.
Sin embargo, la producción de la tierra tiene un sustento cultural muy fuerte. (…)
en la cuestión de la adaptación, los pueblos han tenido, culturalmente hablando,
esa gran capacidad de adaptación. Inclusive algo que era un referente material
para alimentar su cultura como era la siembra del maíz; aun desapareciendo eso,
la cultura lo ha podido aún adaptar de manera simbólica. Por ejemplo, los pueblos
de Iztapalapa ya no siembran el maíz, ya no hay espacio. Pero sus fiestas, su calen-
dario ritual, sigue teniendo un referente en el calendario agrícola mesoamericano.
Ya no está ese referente tangible, material, pero está a nivel simbólico” (Entrevista
a Martínez, fpa, 2012).

164
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

hace 500 años. Durante los primeros años de la Conquista, las co-
munidades indígenas de la ciudad de México siguieron contando con
la mayor parte de las tierras que ocupaban antes de la llegada de los
españoles. Dicha propiedad fue reconocida por la Corona a través de
títulos que durante años, e incluso siglos después, les servirían para
defenderse de las invasiones de los hacendados y exigir la restitución
de sus propiedades durante la revolución. Todo esto, a raíz de múltiples
medidas de despojo, detonadas principalmente por las reformas bor-
bónicas en el siglo xviii; y, en el siglo xix, por la Constitución de Cádiz
y la remunicipalización de todo el territorio; y por las leyes de refor-
ma y la política de desamortización de las propiedades de la Iglesia.
Este conjunto de disposiciones terminaría de aplicarse durante el
porfiriato, con la consolidación de un Estado capaz de hacer valer la
ley en el marco de un proceso de acumulación originaria. Para el caso
de la ciudad de México, lo anterior no sólo estaba orientado a regular
la propiedad de la tierra, sino también del agua. De modo que, estas
nuevas políticas vinieron a romper con las antiguas formas de propie-
dad de la tierra y el agua –vinculadas además a toda una cosmovisión
anclada a la condición lacustre–, que habían gozado los pueblos de la
ciudad de México con el “consentimiento” de la Corona española. Con
respecto a Tláhuac, Martínez señala:

el gobierno virreinal, le concedió una legua cuadrada de la laguna,


que está donde estaba asentado, y era de su propiedad. Podía hacer
lo que quisiera con ella: la rentaba, para la construcción por ejemplo de
su iglesia; o la rentaba para los productores de carne que abastecían la
ciudad de México. Pero podían hacerlo porque era suyo. Y los pueblos
así lo veían, como algo que era suyo. Con las leyes que se dan con el
porfiriato, [...] una de 1888 y creo otra de 1894, el agua pasa a ser parte
del dominio de la nación. Entonces ya no es parte de los pueblos, ya no
es propiedad, es un despojo, en el sentido de que los pueblos lo sentían
como propio. Hay un proceso ya de individualización de la propiedad
muy grande. No es que afecte inmediatamente o directamente después
de su promulgación. Es un proceso mucho más largo que inclusive
muchos pueblos, según lo que he estado viendo hasta el momento, es
un proceso que tiene que ver más con el porfiriato. O sea, con la con-
solidación de un Estado fuerte que ya pueda hacer cumplir esa ley.
No con el gobierno juarista o los gobiernos liberales propiamente, que
todavía no tenían una consolidación y una estabilidad como para po-
der hacer cumplir la ley. Eso viene más bien con el gobierno de Porfi-
rio Díaz (Entrevista a Baruc Martínez, fpa, 2012).
165
LUCHAS POR LO COMÚN

A raíz de la aplicación de estas nuevas regulaciones estatales sobre el


agua, claramente se produce un proceso de despojo sobre un bien
considerado común, estableciéndose con ello la gestión estatal del
usufructo del agua para fines públicos. Léase, para el privilegio de las
clases dominantes en nombre de la nación, a costa del padecimiento
de los pueblos.
Estos agravios se fueron sumando a las razones acumuladas que
terminaron de expresarse con el estallido de la Revolución mexicana,
en la que algunas cuadrillas de los pueblos del sur de la ciudad de Méxi-
co, contagiadas por la vigorosa fuerza de los pueblos de tierra caliente
del norte de Morelos, formaron parte fundamental del Ejército Liber-
tador del Sur. Para el caso específico de Tláhuac, Martínez señala:

En el caso de Tláhuac, por ejemplo, yo me aventuro a pensar como hi-


pótesis que la desestructuración de la economía y de la cultura lacus-
tre, lo que provoca es la generación de nuevos agravios, que ante la
presencia del zapatismo en esta zona, que irrumpe en esta zona, ellos
ven posibilidad de aprovechar para una rebelión (Entrevista a Baruc
Martínez, fpa, 2012).

Posteriormente a la Revolución mexicana, con el fin de detener la in-


fluencia de Emiliano Zapata en la región sur de la ciudad de México se
impulsa una política de dotación y de restitución de tierras que buscaba
resarcir a los pueblos originarios que habían padecido el despojo en
manos de los hacendados y de las élites citadinas. Estas medidas van
generando un proceso de recampesinización de la ciudad de México.
A este respecto, Martínez plantea que lo logrado por el zapatismo fue
fundamental para la recolectivización de la tierra, en confrontación
con las disposiciones liberales que habían buscado rematarse durante
el porfiriato:

Y la gran victoria del zapatismo en ese sentido fue reelaborar la le-


gislación colonial, donde había la posibilidad de bienes comunales,
ejidales, e insertarla en un discurso político moderno, que al final de
cuentas sigue siendo liberal. Eso fue el logro del zapatismo, y eso tam-
bién creó una nueva cohesión en las comunidades que también la gue-
rra había desestructurado. Mucha gente salió y volvió a regresar. Crea
una nueva cohesión en las comunidades (Entrevista a Baruc Martínez,
fpa, 2012).

166
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

La consolidación del Estado revolucionario implicó –hasta el gobier-


no de Lázaro Cárdenas– la puesta en marcha de una política de desa-
rrollo agrícola y agropecuario, con medidas como la conocida Reforma
Agraria de finales de 1930, que priorizó a los sectores rurales de todo
el país, incluidos aquellos de la ciudad de México. Sin embargo, los si-
guientes gobiernos –fundamentalmente a partir de la década de los
cuarenta– impulsaron a nivel nacional un conjunto de políticas orien-
tadas a la modernización y la urbanización, las cuales fueron desman-
telando las economías campesinas, orillando a la gente a migrar hacia
las ciudades en busca de mejores oportunidades. A su vez, esto retro-
alimentaba la presión sobre la tierra y sobre las formas productivas de
los pueblos originarios, ligadas a una larga tradición mesoamericana.
Como comenta Martínez:

El problema es de la política estatal, lo que va a hacer finalmente es


expulsar al campo y traerlo aquí a la ciudad, entonces lo que hace la
ciudad es invadir a su propio campo, es la historia de los pueblos en el
siglo xx. Un fenómeno dialéctico: tanto el campo invade la ciudad de
México, pero la ciudad de México invade al campo mismo que tenía
aquí. Y ése fue el problema: la presión demográfica que hubo acá, por
la expulsión de gente proveniente de provincia, específicamente de
áreas rurales, es lo que hay una necesidad de más suelo que se pueda
urbanizar. Y es lo que les pasó a los pueblos: fue avanzando la periferia
de la ciudad, se fue haciendo cada vez más grande, y comenzó a avanzar
contra todos los pueblos (Entrevista a Baruc Martínez, fpa, 2012).

En este contexto se produjeron los primeros procesos de expropiación


de las tierras de labor de muchos pueblos con el fin de convertirlas en
reserva territorial para el establecimiento de unidades habitacionales
y de industrias (Álvarez, 2011, IX). Y es que las tierras de cultivo y de
conservación se volvieron espacios estratégicos frente a la demanda
de vivienda de los nuevos habitantes de la ciudad –producto de las
migraciones desde el campo. De ahí que se hayan producido rencillas
entre los pueblos originarios y los nuevos grupos de colonos, la mayoría
de los cuales conformarían o serían parte de los llamados movimientos
urbano populares.
Algunos de los casos más ilustrativos de los procesos de urbanización
se dieron en la década del cuarenta, con las políticas de entubamiento
de los canales de Tláhuac que acompañaron el desecamiento de lagunas
y la deforestación de áreas boscosas. O bien con las expropiaciones de

167
LUCHAS POR LO COMÚN

tierras ejidales de Tláhuac para la construcción de los asentamientos


urbanos en el municipio de Valle de Chalco Solidaridad durante el
salinato. Con estas políticas, la Provincia de Anáhuac, conocida de
esta manera por el predominio de su ruralidad, comenzó a menguar;
se dificultaban la recarga de los acuíferos y las condiciones para la
agricultura. Esto orilló a los tlahuaquenses a salir a la ciudad en busca
de fuentes de ingreso para sobrevivir (ibid.: 341).
Como he señalado anteriormente, la posesión de la tierra de los
pueblos originarios ha ido de la mano de formas de regulación social
para la autodeterminación política. Estamos hablando del desarrollo
de una autonomía material en coexistencia con capacidades colectivas
para gestionar lo político. El despojo de la tierra, entonces, ha estado
acompañado de la expropiación de la capacidad de autodeterminación
social. Sistemáticamente, el Estado-nación ha venido implementando
una serie de disposiciones que han arrebatado esas capacidades, suplan-
tándolas a partir del principio de representación. Nos referimos especí-
ficamente a la reforma política de 1928, propuesta por Álvaro Obregón,
que eliminó la figura del municipio como entidad autónoma del ámbito
estatal y de la federación, marginando a las comunidades indígenas de
las gestiones con el nuevo Estado y debilitando profundamente sus már-
genes de autonomía y autogobierno. Sería hasta 1991 que se reconoce
constitucionalmente la composición pluricultural de la nación. En 1996
se realiza una nueva reforma política, inédita para el df, en la que se
abre el cargo del jefe de gobierno a elección popular, y más tarde los
cargos de jefes delegacionales. Además, se crea la Ley de Participación
Ciudadana, según la cual los pueblos originarios son reconocidos como
entidades sociales específicas con ciertas modalidades particulares de
representación –como es el caso de los Consejos de los Pueblos–, junto
con una nueva ley específica de Pueblos Originarios y Comunidades de
Origen Étnico en el Distrito Federal.
Esta medida fue aprovechada por algunos pueblos indígenas, que
hicieron uso de los recursos institucionales para lograr el reconoci-
miento de sus derechos colectivos. Uno de esos recursos es la figura del
subdelegado o coordinador de enlace territorial, que funciona como
vínculo entre las estructuras comunitarias y las estructuras delegacio-
nales estatales, llevando a cabo tareas como la organización de las fies-
tas religiosas y cívicas; el impulso y promoción de trabajos colectivos
de beneficio común; la organización de una comisión de trabajo comu-
nitario y desarrollo cultural; y la promoción de acuerdos entre vecinos

168
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

para la resolución de conflictos. Sin embargo, estas modalidades tam-


bién han ido erosionando las capacidades tradicionales de autodeter-
minación de los pueblos originarios, desplazando a sus propias insti-
tuciones.
Las renovadas formas económicas y políticas del despojo fueron
añadiendo nuevos agravios, que se expresarían a través de las luchas
más recientes –principalmente en torno a su reconocimiento como
pueblos originarios y en defensa de sus bienes comunes naturales– en
sintonía con el movimiento indígena y campesino que venía emer-
giendo a nivel nacional. En la ciudad de México, por ejemplo, desde
los años setenta surgieron nuevas reivindicaciones de la cultura nahua
y luchas por la recuperación de las tierras, como fue el caso de los co-
muneros de Milpa Alta, quienes después de intensas movilizaciones
lograron recuperar 30 000 hectáreas de bosque que habían estado con-
cesionadas a la Compañía Papelera Loreto y Peña Pobre. Años más tar-
de, emergerían nuevas luchas, como las de las comunidades de Santa
Cecilia Tepetlapa, en Xochimilco, contra la construcción de campos
de golf que afectarían irreversiblemente el entorno ecológico; y la re-
sistencia de los ejidatarios de San Mateo Tlaltenango, en Cuajimalpa,
para defender sus tierras y el Parque Nacional del Desierto de los Leo-
nes (Álvarez, 2011: X). Estas victorias, sin lugar a dudas, han animado
el espíritu de lucha de los pueblos originarios para la defensa de sus
bienes comunes naturales y de sus derechos colectivos.
Sin embargo, quizá la peor agresión que han sufrido los pueblos
originarios de la ciudad en esta dura batalla ha sido el permanente
acoso de los procesos de urbanización que han eliminado tajantemente
o debilitado la reproducción de sus culturas y economías de sustento.
Sin duda, esto terminó de rematarse con la reforma al Artículo 27
constitucional, que modificó la propiedad de la tierra dándole a los
ejidatarios la posibilidad de enajenarla y de cancelar el reparto agrario
iniciado en el periodo posrevolucionario. Ahora, éstos no sólo podían
desincorporar su tierra y venderla, sino también “asociarse entre sí”,
con el Estado y con terceros, otorgándoles el uso de sus tierras. Para
los inversionistas privados se abrió una oportunidad sin precedentes,
pues podían buscar la asociación con los ejidatarios para arrendar
sus tierras y explotar sus recursos sin tener que comprárselas. O bien,
podían comprárselas siempre y cuando los ejidatarios lo consintieran
con 100% de los votos en una primera asamblea ejidal o con 51% de los
votos diez días más tarde (Estrada, 2001: 2-3).

169
LUCHAS POR LO COMÚN

Cuando en el gobierno de Salinas nos dijeron que los ejidos podían ser
propiedad privada, estaba platicando eso con mi papá, mi papá fue el
que me dijo de esta noticia –así y asado–, me dieron ganas de llorar,
estaba platicando con él y me dieron ganas de llorar porque entendí
que se iba a romper un espíritu que había en el pueblo, así es que no
fue una cosa racional, ¿no? Fue una cosa emocional, eso primero; tam-
bién me tocó estar ahí con mi papá y a mi papá le dije ‘¿sabes qué
papá? ¡Ya nos fregaron!’ Ya nos fregaron porque de aquí en adelante va
a ser cualquier cosa... va a poder hacerse cualquier proyecto y lo que
nosotros vamos a ver es que los intereses individuales van a romper
el espíritu que antes existía, ¿no? […] se rompe con un equilibrio que
había con la población, entre la gente y eso también se experimenta
entre la gente y con su relación con la tierra (Entrevista a Edmundo
Rioja, fpa, 2010).

Así, en el reverso de la flamante y moderna ciudad de México se en-


cuentran los cientos de historias de agravios a los pueblos originarios,
con desalojos violentos, expropiaciones e indemnizaciones sin pagar.
Una historia de agravios que, sin embargo, no ha logrado someterlos
a cabalidad, lo cual quedó demostrado en la década de los noventa,
con el creciente protagonismo social indígena en América Latina que
incluyó a los pueblos indígenas de la ciudad de México que se sumaron
al grito de denuncia de la dominación de 500 años y de los efectos del
proceso de urbanización que, una vez más, los excluía y eliminaba por
su condición étnica.
Algunos de los sucesos más importantes fueron las movilizaciones
continentales de los pueblos indios contra el Quinto Centenario de la
Conquista, el levantamiento del ezln, la formación del Congreso Na-
cional Indígena y de la Asamblea Nacional Indígena por la Autono-
mía, el vigoroso proceso de lucha por el reconocimiento de los Acuer-
dos de San Andrés, y la firma del Convenio 169 de la oit, con la que
el gobierno mexicano se comprometió a reconocer los derechos políti-
cos de los pueblos originarios.
En el marco del potente protagonismo indígena a nivel nacional y
continental, en la ciudad de México, el año 2000 se celebró en Cuaji-
malpa el Primer Congreso de los Pueblos Originarios del Anáhuac,
en el que participaron 378 delegados de los diferentes pueblos de
Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan, Tláhuac, La Magdalena Contreras,
Cuajimalpa e Iztapalapa. En éste se expresaron y sistematizaron las
demandas más importantes en torno a la construcción de autonomía

170
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de los pueblos indígenas del Anáhuac y a los acuerdos de San Andrés;


el rechazo a megaproyectos y a las expropiaciones de tierras del Parque
del Desierto de los Leones, San Gregorio Atlapulco, San Miguel y San-
to Tomás Ajusco; y, en general, a los diferentes emprendimientos urba-
nizadores (Medina, 2007: 31).

El discurso de los pueblos originarios es el colectivo, es un discurso co-


munitario. El reconocimiento colectivo de qué hacer sobre el territo-
rio, con el territorio de los pueblos, que hasta la fecha no ha sido
reconocida. Que tiene que ver con una presión de expansión de la
ciudad. Pero también tiene que ver con un proceso de apertura demo-
crática en el gobierno de la ciudad de México [...] con la llegada de
Cárdenas al poder. Pero la esperanza de mucha gente de que ese cam-
bio va a romper con los vicios que se traían desde el Estado priísta, eso
tiene que ver con el surgimiento de los pueblos originarios, que ven
una oportunidad para levantarse como actores políticos colectivos. Y
eligen ese nombre de pueblos originarios, porque el término indígena,
pues con la mentalidad colonizada que se tiene, es un peyorativo. En-
tonces escogen el nombre de pueblos originarios para pelear por estos
derechos colectivos que, hasta la fecha, no se han establecido (Entre-
vista a Baruc Martínez, fpa, 2012).

De tal suerte que la ciudad de México está constituida por una historia
en la que se vienen actualizando ciertas formas de resistencia, no nece-
sariamente visibles, y la mayor parte del tiempo intersticiales, pero
que, sin duda, han hecho posible una dúctil y persistente permanencia
de los pueblos originarios. Una de las expresiones más palpables de esa
presencia son las prácticas culturales en torno a la religiosidad y, en
menor medida, las estructuras políticas de autogobierno y las formas
productivas de la tierra que, a pesar de los embates, todavía garantizan
un aporte material para la subsistencia de algunas familias. Las prác-
ticas culturales vinculadas a la actividad agrícola, que en algún mo-
mento fueron centrales para la base productiva de los pueblos, influ-
yeron a su vez en la conservación de importantes reservas ecológicas
fundamentales para la ciudad. Todo lo anterior se manifiesta clara-
mente en el caso de Tláhuac.
Esta delegación, ubicada al suroriente de la ciudad de México, está
conformada por siete pueblos originarios: San Andrés Mixquic, San
Francisco Tlaltenco, San Juan Ixtayopan, San Nicolás Tetelco, San Pedro
Tláhuac, Santa Catarina Yecahuizotl y Santiago Zapotitlán. Limita al

171
LUCHAS POR LO COMÚN

norte con la delegación Iztapalapa; al oriente con los municipios mexi-


quenses de Valle de Chalco Solidaridad y Chalco; al sur con la delega-
ción Milpa Alta; y al poniente con Xochimilco.

MAPA DE LA DELEGACIÓN TLÁHUAC11

Si bien anteriormente una extensa área del territorio tlahuaquense


estaba ocupada por los lagos de Texcoco y de Xochimilco, tras la llega-
da de los españoles se destruyeron los antiguos diques que regulaban
el nivel del agua, lo que se buscó remediar mediante la desecación de
esos lagos en el siglo xviii. Pese a la contundencia de estas medidas, la
eliminación de los cuerpos de agua no fue total; de modo que todavía
es posible advertir los remanentes del lago de Xochimilco en la zona
poniente de San Pedro de Tláhuac, en la forma de numerosos canales
que riegan una pequeña comarca dedicada a la agricultura. Esta zona,
11
Este mapa fue tomado de: <http://es.wikipedia.org/wiki/Tl%C3%A1huac>

172
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de base chinampera, se comunica con las de San Andrés Míxquic y San


Nicolás Tetelco por medio de un canal denominado río Amecameca,
cuyo origen se encuentra en el Estado de México. Se trata de uno de
los pocos riachuelos vivos que bajan de las faldas de la Sierra Nevada.
Por otro lado, al oriente de la cabecera delegacional se localizan los
humedales de Tláhuac, una zona que presta algunos servicios ambien-
tales aunque su origen no es natural sino producto de la inundación
provocada por aguas negras provenientes del Valle de Chalco. No
obstante, la misma se ha convertido en destino de aves migratorias,
e incluso de regulación de la temperatura e hidratación del lecho de
arcillas lacustres de esa zona (Entrevista a Martínez, fpa, 2012b).
Los abatidos ecosistemas y bienes naturales que algunos de los ha-
bitantes de Tláhuac tratan de conservar, a lo que se suma el deteriora-
do pero persistente tejido productivo, enfrentan una de las peores ba-
tallas. Se trata de la Línea 12 del Metro, megaproyecto de inversión
millonaria del jefe de gobierno Marcelo Ebrard, desarrollado desde
2008 a pesar de la inconformidad y la resistencia de algunos de los ha-
bitantes de los pueblos de esta demarcación, e inaugurado el 30 de oc-
tubre de 2012. “Con veinte estaciones a lo largo de 24.5 kilómetros,
que se calcula atenderá diariamente a 350 mil usuarios, en promedio,
anunció el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Ca-
saubon” (Gómez: 2012).
Desde 2007, los ejidatarios y habitantes de Tláhuac se enteraron de
que la Línea 12 del Metro llegaría a su demarcación. Inicialmente, la
noticia comenzó a circular de manera informal a través de comentarios
entre la misma gente, o por algunas declaraciones del jefe de gobierno
Marcelo Ebrard, que se habían visto en televisión. Conforme los vecinos
comenzaron a platicar sobre el tema y algunos de ellos se concentraron
en obtener información, se fueron percatando de que, efectivamente,
se trataba de la Línea 12 del Metro, con destino en Tláhuac, y que
además venía acompañada de una serie de proyectos reunidos en el
Programa Delegacional de Desarrollo Urbano (pddu), entre los que
destacaba la instalación de una academia de policía, un reclusorio y un
basurero denominado Centro Integral de Reciclaje y Energía (cire).12
Ciertamente, era una maniobra política de las autoridades delega-
cionales y centrales que presentaban la Línea 12 del Metro como la cara
visible de un proyecto de proyectos: 1) los de transporte masivo, que
12
Este último proyecto consiste en la construcción de una planta de recuperación de
energía que utilizará una técnica con altas temperaturas que oscilan entre 150 y 900
grados centígrados, dando lugar al desprendimiento de gases sumamente tóxicos.
173
LUCHAS POR LO COMÚN

incluían la Línea 12 del Metro y las vialidades hacia Chalco, cruzando


por los humedales; 2) el “polígono de actuación” alrededor de la termi-
nal del metro para su urbanización y el desarrollo de infraestructura
de servicios; 3) el impulso de proyectos “ecoturísticos” en el bosque y
zona chinampera, que más bien revelan un desarrollo turístico masivo
de gran alcance y; 4) el uso de la Sierra de Santa Catarina –reconocida
por su suelo de conservación– para la construcción de la academia, el
reclusorio y el cire (jra, 2010).
Ante la confusión y el enojo que produjo la falta de información y
la opacidad de los procedimientos y decisiones tomadas por las auto-
ridades gubernamentales se fueron cohesionando y entrelazando re-
des territoriales y asociaciones variadas de lo social, que en forma de
relaciones de parentesco, etarias, estudiantiles, laborales o de afinidad,
comenzaron a funcionar como un incipiente soporte para la organi-
zación.
Al tiempo que esto ocurría en Tláhuac, en otros puntos de la ciudad
emergían grupos vecinales que también serían afectados por la cons-
trucción del metro. Es de resaltar la participación de los ocho barrios
de Culhuacán; de vecinos de la colonia Prado Churubusco –que final-
mente lograron que se modificara el número de estaciones trazadas
a lo largo su colonia; o de los vecinos de la colonia Del Valle, por las
afectaciones sobre la calle Félix Cuevas.
Entre las medidas impulsadas inicialmente por el gdf para la im-
plementación de este paquete de obras se encuentra la Consulta Verde,
organizada en julio de 2007. Se trató de una consulta pública, abierta
a la participación de todos los habitantes de la ciudad de México, en
la que se pusieron a consideración temas de transporte, agua y medio
ambiente,13 incluidos los proyectos perfilados en el pddu para Tláhuac,
13
Las preguntas de la Consulta Verde son las siguientes: 1. ¿Estás de acuerdo en
que los recursos públicos para transporte se destinen a la construcción de la Línea
12 del Metro y a las 10 líneas del Metrobús?; 2. ¿Cuál debe ser el destino de la
Línea 12? A) Iztapalapa-Tláhuac; B) Iztapalapa-Acoxpa; 3. ¿Estás de acuerdo que
se sustituyan todos los microbuses que circulan en el df por vehículos nuevos
antes del 2012?; 4. ¿Los taxis del df que consumen gasolina deben ser sustituidos
por vehículos que utilicen otro tipo de motores más limpios?; 5. ¿El transporte es-
colar del df debe ser obligatorio para las escuelas particulares?; 6. ¿Para disminuir
el tráfico y la contaminación cada automóvil particular debe dejar de circular un
sábado al mes?; 7. ¿Estás de acuerdo en aumentar los espacios verdes y hacer obli
gatorio arbolizar las azoteas en toda nueva construcción en el df?; 8. ¿Todo trans-
porte de carga debe pasar por la verificación obligatoria y circular por la ciudad
en horario restringido?; 9. ¿Estás de acuerdo en que se construyan 500 pozos de
174
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

específicamente la construcción de la Línea 12 del Metro; y el Centro


Integral para el Manejo de la Basura. Los resultados de la consulta
aprobaron la mayoría de las propuestas, lo que impulsó oficialmente el
banderazo de salida para dar inicio al proyecto.
Así, quienes primero se movilizaron en contra de la Línea 12 del Me-
tro fueron los ejidatarios y las redes de vecinos cercanas a ellos, pues
se habían enterado de que el trazo del proyecto pasaría por sus tierras,
a costa de la previa expropiación. Por otro lado, el proyecto del Centro
Integral para el Manejo de la Basura fue el que más oposición generó
entre vecinos, ejidatarios, agrupaciones de colonos y comerciantes.
Los primeros en movilizarse frente a este controvertido proyecto
fueron los habitantes de San Francisco Tlaltenco, que en 2007 se diri-
gieron hacia el atrio de la Capilla de Mazatepec, acción en la que fueron
reprimidos por aproximadamente 60 granaderos.
Hacia febrero de 2008, las autoridades delegacionales organizaron
una serie de actividades de información y consulta pública en las dife-
rentes coordinaciones territoriales para aprobar el Plan Delegacional de
Desarrollo Urbano (pddu) y con ello implementar los citados proyec-
tos. No obstante, los opositores, que en ese momento ya se encontraban
entrelazados, decidieron boicotear las consultas, irrumpiendo en ellas
con la información que habían logrado obtener sobre las irregularidades
de los procedimientos y las devastadoras implicaciones del plan.
A las irregularidades se sumaba el polémico proceso de licitación
para la construcción del metro, en tanto se había seleccionado a empre-
sas que contaban con historiales de corrupción y fraude:

Nos referimos a Alstom México, conocida por actos de corrupción y


sobornos, y su rescate financiero en manos del gobierno francés. La
otra empresa es Ingenieros Civiles y Asociados (ica), la cual ha par-
ticipado activamente en el desarrollo urbano de la ciudad desde hace
más de 30 años, y se conoce por el escándalo carretero de la Autopista
del Sol, y las fallas técnicas que se han revelado en la construcción
de la presa hidroeléctrica El Cajón en Nayarit. Y finalmente, Carso
Infraestructura y Construcción (cicsa) del Grupo Carso del magnate
mexicano Carlos Slim, quien participa en muchos otros proyectos de
inversión de la ciudad (jra, 2010: 6-9).

absorción de agua, cuatro plantas de tratamiento y dos lagunas de regulación?;


10. ¿Quieres que sea delito grave la invasión de predios de valor ambiental y la
destrucción de bosques?; 11. ¿Estás de acuerdo en que se construya en el df un
centro integral para el manejo de la basura?

175
LUCHAS POR LO COMÚN

El conjunto de inconformidades que se iban acumulando por las irre-


gularidades de los procedimientos, pero sobre todo por la verdadera
dimensión e implicaciones de los proyectos, que iban develándose con-
forme se investigaba más, fue constituyendo un incipiente entramado
de vecinos y ejidatarios de Zapotitlán, Tlaltenco y Tláhuac, que daría
pie a la creación del Frente de Pueblos del Anáhuac (fpa).
De ahí que se iniciara una estrategia orientada a la organización de
foros y mesas de información, brigadeos, festivales y movilizaciones
dentro de la delegación. En este marco, en marzo de 2008 se realizó la
primera marcha, a la cual asistieron más de 400 personas de todos los
pueblos, hecho que resultaba inédito en términos del carácter autó-
nomo y comunitario de su convocatoria.

La primera marcha que nosotros hicimos, fue la primera marcha de


gente de Tláhuac. Las demás cosas que se habían vivido ahí habían
sido hechas por políticos, con gente acarreada. Nunca antes la gente
había salido a ocupar las calles. Tenían miedo. Yo no tenía miedo, en
el sentido de que ya había participado en marchas en la universidad,
en las de Tlatelolco. Pero mucha gente nunca en su vida había salido a
gritar. Entonces fue una experiencia nueva y novedosa para ellos. Y lo
logramos hacer (Entrevista a Baruc Martínez, fpa, 2012).

A la par de las acciones de difusión y movilización se convocaban


asambleas informativas y deliberativas de manera periódica, con el fin
de impulsar un proceso de organización comunitaria más amplio, pro-
movido principalmente por un núcleo de ejidatarios y vecinos de Tlal-
tenco y San Pedro Tláhuac.
Asimismo, los opositores decidieron abrir un frente jurídico de
defensa agraria para la protección de los ejidos, lo que más tarde se
acompañaría de una estrategia de defensa penal ante las acciones de
represión y criminalización que el gobierno emprendería contra ellos.
Mientras el proceso organizativo avanzaba y se iba acumulando
una nueva fuerza social, principalmente de los pueblos de Zapotitlán,
Tlaltenco y San Pedro, hacia agosto de 2008 en la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal (aldf) se aprobaron de forma poco transparente
los cambios de uso de suelo para la implementación de los proyectos
del pddu propuestos por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivien-
da del df. Esto sucedió pese a que, días antes, el fpa había manifestado
su oposición afuera de la aldf y había dialogado con la Comisión de
Infraestructura y Desarrollo Urbano de dicho órgano.

176
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En paralelo, ante la organización y la oposición que se manifestaba


en los diferentes pueblos, fue notorio el despliegue de un enérgico es-
fuerzo de los gobiernos delegacional y central para convencer a la po-
blación de las bondades del metro que, a diferencia de los demás pro-
yectos, no se percibía perjudicial. Y es que la Línea 12 del Metro se
avizoraba como la solución a un añejo problema de movilidad urbana
padecido por la población tlahuaquense, que cada vez dependía más de
la ciudad y menos de las alternativas locales. De modo que el consenso
generado por este proyecto, reforzado con el ofrecimiento de dinero y
otras prebendas, debilitó el incipiente tejido organizativo, provocando
divisiones y produciendo desconfianza entre los opositores.
Podríamos decir que el momento en que se alcanzó a construir ma-
yor oposición tuvo lugar después de la aprobación de los cambios de
uso de suelo por la aldf, cuando en noviembre de 2008 el gdf realizó la
primera ocupación de 27 hectáreas del predio de Terromotitla emplean-
do para ello fuerzas policiales. Esta acción infringió la legalidad, puesto
que la ocupación se realizó antes de que el decreto de expropiación se
publicara en el Diario Oficial de la Federación, realizándose además, un
excesivo despliegue policiaco. Cinco meses después, en abril de 2009, se
efectuó la siguiente expropiación de 40 hectáreas del polígono 3, la cual
estuvo a cargo de más de 2 500 granaderos. En esta ocasión se produjo
un enfrentamiento entre la policía y los opositores, luego del cual termi-
naron consignados 18 de estos últimos. Finalmente, en agosto de 2009
tuvo lugar la tercera ocupación en los polígonos 1 y 2 del ejido de San
Francisco Tlaltenco, que fue realizada por 2 000 granaderos. Con ésta
se violaron un amparo federal y un amparo particular. Nuevamente se
produjeron enfrentamientos que dieron lugar a seis detenciones, entre
ellas, la un menor de edad.
El pliego petitorio que se formuló después de las expropiaciones
fue el siguiente: 1) detención de las obras de construcción de la Línea
12 del Metro en Tláhuac hasta que se realizara una consulta y se diera
información de los impactos de la obra; 2) restitución de la tierra a las
familias despojadas; 3) cancelación de los proyectos estratégicos del
pddu (cire, reclusorio y academia de policía); 4) protección y con-
servación de humedales, así como de la Sierra de Santa Catarina; 5)
apoyos e indemnizaciones a comerciantes que fueron afectados por
las obras del metro; 6) defensa de puestos de trabajo de transportistas
afectados por el Metro; 7) defensa de la tierra para la producción y la
alimentación local; 8) defensa de las tradiciones de los pueblos ori-
ginarios de Tláhuac.
177
LUCHAS POR LO COMÚN

Después de estas acciones el gdf fue escalando notoriamente la


estrategia de disciplinamiento, criminalización y represión contra los
opositores. Al mismo tiempo que esto generaba indignación, aumen-
tando el temperamento de una parte de los opositores, también –y de
manera predominante– provocaba el temor y la resignación de mu-
chos otros, lo que hizo que algunos aceptaran las indemnizaciones
ofrecidas por el gobierno.
En este sentido, cabe señalar que el interés por el desarrollo eco-
nómico se presentaba como una urgencia para el Estado y las grandes
empresas participantes en las obras de construcción que, en conjunto,
sumaban una enorme fuerza política, mediática, represiva y jurídica.
La aparición de sujetos colectivos, como el fpa, representa uno de
los obstáculos más problemáticos a la exigencia de acumulación del
capital que este tipo de megapoyectos implica.
Ante la abierta ofensiva gubernamental y la decisión de implemen-
tar los proyectos del pddu sin importar la oposición vecinal, el
fpa y diversas organizaciones buscaron fortalecer la relación con
organizaciones solidarias del resto de las delegaciones de la ciudad
de México, como fue el caso de la Red en Defensa de la Ciudad de
México, en la que convergían otras resistencias contra megaproyectos
impulsados por el gdf.
De igual manera se buscó el apoyo de algunas organizaciones
civiles dedicadas a la defensa y promoción de los derechos humanos.
En particular, deca Equipo Pueblo y la Coalición Internacional para
el Hábitat (hic) apoyaron al fpa, vinculándolo con la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
ante el cual se hizo la presentación del caso, logrando que emitiera una
serie de recomendaciones al gdf.
Más adelante, hacia 2009, se conformó un espacio de solidaridad
con Tláhuac en el que particiaron una decena de colectivos juveniles,
organizaciones sociales y ecologistas, como Jóvenes en Resistencia Al-
ternativa, Taller Integral Arquitect@z, Ecocomunidades, Red Ecologis-
ta Autónoma de la Cuenca de México. La mayoría de estas organiza-
ciones comparte su oposición a las políticas del gdf, coincidiendo en
la importancia de denunciar el carácter depredador de las relativas a
infraestructura, incrementadas durante la gestión de Marcelo Ebrard.
De tal modo que juntos fueron impulsando acciones de movilización
y de difusión para visibilizar el conflicto socioambiental que enfren-
taba Tláhuac y los impactos del mismo para el resto de la población

178
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

citadina. Para ello se impulsaron una serie de recorridos por las zonas
que serían afectadas de ser construidos los proyectos del pddu, a los que
asistieron habitantes de otras delegaciones políticas, colectivos, medios
libres, organizaciones sociales y organizaciones no gubernamentales.
Con ello se trataba de exponer y evidenciar los problemas que la
Línea 12 del Metro y los demás proyectos del pddu generarían en los
últimos reductos no urbanizados de la ciudad. La oposición de los pue-
blos a estos megaproyectos se relaciona con la afectación de sus pro-
piedades y bienes comunes naturales y, en segundo lugar, con los
cambios relevantes que traerían, como la modificación del paisaje, de
las costumbres y del modo de vida del pueblo, la urbanización de los
terrenos agrícolas, especulación inmobiliaria, asentamiento de nuevos
avecindados, introducción de comercio externo en competencia con
el mercado interno, y contaminación de tierras y aguas fundamentales
para la subsistencia de la población (Álvarez, 2011: 384).
Sin embargo, aunque las razones resultaban contundentes para
desaprobar los proyectos en ciernes, la Línea 12 del Metro, a diferencia
de los otros, constituía una megaobra que logró obtener el consen-
timiento de la mayoría de la población, lo que se vio fortalecido por la
fuerte construcción de hegemonía que el prd había logrado en la ca-
pital desde que ganó las jefaturas de gobierno y de la mayoría de las
delegaciones. Es quizás esta hegemonía la que terminó debilitando e
invisibilizando el proceso de resistencia al interior de Tláhuac, in-
cluyendo el cerco informativo de los medios masivos de comunicación
que el fpa enfrentó, especialmente de parte del periódico La Jornada.

El gdf ha logrado hegemonía por su forma de gobernar, pero también


por la pulverización de los opositores. Es muy difícil lograr la adhesión
de sectores que se opusieran a un gobierno que se siente legítimo, y
que además el proyecto se siente legítimo y goza de la simpatía de la
población (Entrevista a Enrique Pineda, jra, 2012).

Entre las organizaciones integrantes del Espacio de Solidaridad, se


generó una cercana relación de trabajo con Jóvenes en Resistencia
Alternativa, que apoyó al fpa en el diseño e implementación de un
plan de acción orientado a fortalecer la organización y, con ello, la
capacidad de resistencia e impugnación de los proyectos. Se trataba de
reforzar al núcleo opositor del fpa, a través de un proceso de formación
y capacitación para la toma de decisiones por consenso y para la
concertación de las estrategias de lucha, considerando las experiencias
179
LUCHAS POR LO COMÚN

de casos exitosos, como los del Frente de Pueblos en Defensa de la Tie-


rra de Atenco y del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la
Presa La Parota (cecop). Del mismo modo que se contribuyó a la elabo-
ración de materiales informativos para los pueblos de Tláhuac, también
se apoyó para lograr el convencimiento de otros sectores de la pobla-
ción citadina, como académicos y organizaciones de la sociedad civil.
Sorpresivamente, en 2009 se anunció que todos los proyectos del
pddu quedaban suspendidos debido a la oposición vecinal, con ex-
cepción de la Línea 12 del Metro. Los opositores suponen que esta
disposición fue tomada para no poner en riesgo la obra del Metro,
que era la más importante y la que más inversión tenía comprometida.
De los restantes proyectos, el que generaba mayor inconformidad era
específicamente el cire. Los opositores advierten que esta suspen-
sión solamente es temporal, puesto que los cambios de uso de suelo
autorizados no han sido revertidos. Se trata de un total de 250 hec-
táreas destinadas al cire, 20 hectáreas a la academia de policía y 25
hectáreas al reclusorio, todas ubicadas sobre las faldas de la Sierra de
Santa Catarina.
Al respecto, Martínez sostiene que la estrategia del gobierno se
orienta hacia la implementación de los megaproyectos de forma esca-
lonada. La construcción del Metro produjo divisiones y debilitamiento
de las resistencias, a partir de la demostración despótica de la fuerza
estatal, factores que, en suma, inhiben las posibilidades de reacción
frente a las siguientes embestidas.

es un proceso que va escalonado: te soltamos el primer madrazo, y ya


que estás debilitado, te vamos a dar el segundo madrazo. Y es eso, mu-
cha gente que participó con nosotros en lo del Metro ahorita no va a
participar en lo del basurero. Mucha gente se cansó, mucha gente ya
se espantó. Y mucha gente no vive ahí, ya se fue de ahí (Entrevista a
Baruc Martínez, fpa, 2012).

Si bien la organización social de los diferentes pueblos de Tláhuac es


sumamente activa para hacer posibles las fiestas religiosas en diversas
fechas del año, esas representaciones comunitarias no se involucraron
plenamente en el proceso de resistencia. Por el contrario, se mantu-
vieron divididas y sin capacidad de acción en el tema. En parte, esto
puede explicarse por el consenso general que se construyó en torno al
megaproyecto, no sólo con estas agrupaciones, sino también con el resto
de la población; asimismo, esto responde al hecho de que se tejió una

180
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

relación de lealtad entre dichas agrupaciones y el prd. Y es que entre


las autoridades delegacionales y algunas representaciones tradicionales
se ha establecido un vínculo de tipo clientelar, condicionado por los
recursos y apoyos brindados para la organización de las fiestas.

mi familia está muy apegada al carnaval porque les gusta mucho [...]
cuando nosotros éramos chicos, nosotros íbamos a ayudar a hacer el
carro del carnaval, y ahorita no, ahorita ya pagan para que alguien les
haga el carnaval, entonces, se pierde esa convivencia [...] ahora creen
que con dinero está solucionado el problema pero no ven todo lo que
se está perdiendo. Igualmente con el carnaval, sucede que es una fiesta
del pueblo, pero la delegación ahora le da un dinero ¿no? [...] ¿Qué
está haciendo? Haciéndonos dependientes del gobierno (Katia Leyte
Chávez, fpa, 2010).

Las estructuras tradicionales para la organización de las fiestas co-


munitarias son, sin duda, tramas persistentes pero contradictorias. Se
trata de formas sociales alternativas a la homogeneidad cultural del
capital, que, sin embargo, no necesariamente lo desafían, o no por lo
menos de forma abierta o explícita, lo que de ningún modo pretende
negar la carga de resistencia que contienen. No obstante, son instancias
culturales que, en algunos casos, se sumaron pragmáticamente a la
fuerza partidaria del prd que impulsó el proyecto del Metro.
Además, habría que señalar la disminuida participación de los
habitantes de los diferentes pueblos involucrados con la resistencia;
nos referimos específicamente a Zapotitlán, San Pedro Tláhuac y San
Francisco Tlaltenco que, a su vez, eran los más afectados por las obras
y las secuelas del megaproyecto.
Siguiendo a Martínez, la falta de cohesión de los pueblos de Tlá-
huac se remonta a cuestiones históricas, como son las diferencias étni-
cas y las transformaciones en la configuración del territorio. En este
sentido, los siete pueblos de esta demarcación no comparten una
identidad étnica y, su delimitación como delegación política –como
la conocemos ahora–, se estableció hacia 1930. Anteriormente, San
Pedro Tláhuac, San Andrés Míxquic, San Nicolás Tetelco y San Juan
Ixtayopan pertenecían a Xochimilco; mientras que San Francisco
Tlaltenco y Santiago Zapotitlán pertenecieron a Iztapalapa (Álvarez,
2011: 48). Martínez plantea que, entre otras cosas, estas razones
ayudan a explicar la falta de cohesión entre los pueblos, atravesada por
imposiciones estatales para la conformación de un territorio estatal y
por la separación que las mismas identidades han producido.
181
LUCHAS POR LO COMÚN

Algo similar ocurrió con las estructuras ejidales que en algunos ca-
sos fueron convencidas y en otros cooptadas, funcionando como una
mediación a favor de las autoridades gubernamentales para el avance
de las obras sobre las tierras de cultivo. A este respecto, a diferencia de
las estructuras tradicionales vinculadas a la religiosidad popular, el
tejido productivo y las actividades agrícolas en tanto base real de la
subsistencia de los pueblos se encuentran sumamente deteriorados.
En suma, podemos decir que tanto las representaciones tradi-
cionales para la organización de las fiestas como los núcleos ejidales
no funcionaron como anclajes para la resistencia contra el Metro.
Por el contrario, no sólo fueron estructuras que actuaron de manera
indiferente frente al conflicto, sino que además simpatizaban y actua-
ban como aliados de las autoridades delegacionales y centrales. Desde
mi perspectiva, este fenómeno está relacionado con el consenso que
produjo el proyecto del Metro y fundamentalmente con la expropia-
ción estatal de las capacidades políticas de los pueblos, a partir de la
cooptación de las estructuras tradicionales y de la implantación de
nuevas figuras de representación ciudadana. Asimismo, responde a
una forma de hacer política clientelar que el prd adoptó de la cultura
política priísta, la cual le ha resultado sumamente funcional para lle-
var a cabo sus cometidos.
En relación a este último aspecto consideramos que la estrategia
de cooptación y captura, junto con la de normalización y disciplina-
miento, marcaron de forma predominante la orientación de las políti-
cas gubernamentales para avanzar con el despojo y la entera imple-
mentación del proyecto. Mientras que las estrategias de criminalización
y represión operaron de forma selectiva sobre los opositores, ha-
ciéndolo sólo en algunos momentos clave con el fin de garantizar el
avance de las obras.
La Línea 12 del Metro logró ser concluida, siendo inaugurada el
segundo semestre de 2012, con una longitud de 25 kilómetros y un
trazo sobre las delegaciones Tláhuac, Iztapalapa, Milpa Alta, Xochi-
milco, Benito Juárez y Álvaro Obregón. Su construcción fue posible
gracias a diversos factores: la fuerte hegemonía de la que gozan el
gdf y el prd en la ciudad, así como el propio proyecto del Metro;
la alineación entre los gobiernos local y federal para el desarrollo de
infraestructura; la presión de las empresas implicadas en las obras y
los intereses involucrados en el proceso de acumulación y expansión;
el despliegue de feroces estrategias de dominación, aunados al hecho

182
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de que no logró constituirse un fuerte, vigoroso y masivo proceso


comunitario de oposición.
Las secuelas de la Línea 12 del Metro ya están comenzando a
padecerse. Los escombros producidos por las obras están siendo
desechados en los canales de agua ubicados en el ejido de Tlaltenco.
Además, se han suscitado invasiones en 250 lotes de 500 metros en
los ejidos y en una zona de pequeña propiedad de San Pedro Tláhuac.
Ello es resultado de la especulación inmobiliaria que este tipo de obras
produce, lo que ha generado que la gente originaria se empiece a
organizar para recuperar sus tierras.

Yo sí he visto gente en Tláhuac, con esto de las invasiones recientes, y


ya poco a poco la gente comienza como a moverse más, a estar cons-
ciente de que esto es parte de un proceso que es más grande, a saber
que esta identidad de pueblo da más fuerza en estos discursos que se
están aventando todas esas personas, y en donde ninguno de nosotros
que estuvimos en la lucha pasada estamos involucrados, hay referencia
a esto, a ‘creer en la fuerza del pueblo’, y ‘aquí en nuestro pueblo nadie
nos va a venir a decir lo que tenemos que hacer’, ‘nadie nos va a venir
a mandar’, ese tipo de cosas, ‘la fuerza la tenemos nosotros, tenemos
que hacer valer eso’ [...] me parece que ese tipo de cuestiones podría
ser como un chispazo de algo, que podría motivar una nueva reestruc-
turación de la cohesión comunitaria, y una revitalización de la cultura
local, que espero que sí se vaya logrando esto (Entrevista a Baruc Mar-
tínez, fpa, 2012).

Por si esto fuera poco, en marzo de 2014 se anunció la suspensión de


la Línea 12 del Metro en doce de sus estaciones, debido a una pro-
blemática ligada al “desgaste ondulatorio acelerado en los rieles” du-
rante por lo menos seis meses o hasta que se “realicen los estudios,
correcciones y mantenimiento necesarios para resguardar la seguridad
de los usuarios”, una tarea que se delegará a dos compañías europeas.
Actualmente, el fpa ha orientado sus esfuerzos hacia la recons-
trucción de la memoria del pueblo, a fortalecer la producción campe-
sina, al impulso de proyectos productivos y a la organización de un
tianguis comunitario. Ellos consideran que la organización que se lo-
gró gestar, el acercamiento y la cohesión entre algunos de los pueblos
originarios, creó un nuevo soporte para enfrentar nuevas batallas
(Entrevista a Tomás Hernández, fpa, 2011).

183
LUCHAS POR LO COMÚN

Pero si no hay esto, yo creo que ya nos chingamos, porque ese espacio
es el que se tiene que defender, y ya no hay por qué luchar. En sentido
de los recursos, y en el sentido de que esta ciudad pueda ser posible,
porque si no, yo no sé qué... bueno, sí ellos en términos económicos,
pero la gente normal, nosotros, necesitamos de esos espacios para que
esta ciudad pueda tener un futuro viable (Entrevista a Baruc Martínez,
fpa, 2012).

Frente Amplio Opositor a la Minera San Xavier (fao):14


una lucha histórica contra la resignación

La localidad de Cerro de San Pedro se encuentra ubicada en San Luis


Potosí, a 9 kilómetros de la periferia de la zona metropolitana de
dicha ciudad y a 20 kilómetros de su centro histórico. Es, además, la
cabecera de un municipio habitado por poco más de 4 000 habitantes,
de los cuales 97 viven en esa pequeña localidad (inegi, 2010). Sin
embargo, esto no siempre ha sido así. Tradicionalmente, Cerro de San
Pedro se constituyó como un enclave minero y, desde su fundación a
fines del siglo xvi, su enorme riqueza aurífera generó una temprana
urbanización de la zona. Como muchos pueblos mineros vivió
periodos de bonanza y de estancamiento, signados por los vaivenes
de los precios del oro a lo largo de los años. La empresa de capitales
estadounidenses American Smelting and Refining Company, mejor
conocida como asarco, funcionó allí hasta 1948, cuando los propios
empresarios decidieron cerrarla debido a los intensos procesos de
movilización de los trabajadores en demanda de mejoras laborales.
asarco, y en 1971 un nuevo emprendimiento llamado Las Cuevas
(Cordero, 2005: 9,10), fueron las últimas iniciativas de explotación
de los yacimientos hasta la llegada de Minera San Xavier (msx) en la
década de los noventa del siglo xx.
Después del cierre de asarco, sólo algunos trabajadores fueron
reinstalados en otras empresas de la misma firma, y la mayoría no
14
Este apartado retoma una parte de la investigación que realicé junto a Claudia
Composto y que publicamos en: “Territorios en disputa: entre el despojo y las
resistencias. El caso del Frente Amplio Opositor contra la Minera San Xavier en
San Luis Potosí, México”, Revista Interdisciplinaria de Estudios Sociales-Colectivo
de Estudios e Investigaciones Sociales ceiso, N° 5, Argentina, enero-junio 2012a.
Agradezco profundamente a Elizabeth Medina por sus comentarios y apoyo en la
elaboración de este apartado.

184
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

recibió indemnización alguna. La supresión de las fuentes de ingreso


orilló a que buena parte de la población migrara hacia otros sitios en
búsqueda de alternativas de sobrevivencia, mientras que quienes se
quedaron se dedicaron al campo y a la minería artesanal, conocida
como gambusinaje.15 Sin embargo, las condiciones de vida que se
enfrentaban eran sumamente precarias, debido a la falta de fuentes
locales de ingreso y a la ausencia de la presencia estatal, incluida la
provisión de servicios básicos indispensables.

En 1950, apenas dos años después de la huelga que terminó con el


cierre de las minas, en el Cerro de San Pedro habitaban 670 personas,
dos años después quedaban 258. Según los datos oficiales, en las
tres décadas siguientes en todo el municipio la población tuvo una
disminución del 36% (Ortiz, 2009: 40).

Para la década de 1980 el ejido se encontraba casi inactivo; 90% de


sus integrantes con derechos reconocidos habían muerto o habían
migrado y sus tierras eran trabajadas por otros habitantes que no eran
propietarios de las mismas. En 1988, esos habitantes organizaron un
proceso legal ante la autoridad agraria destinado a privar de derechos
a los ejidatarios que habían abandonado sus tierras y a que se les
diera el reconocimiento como los nuevos posesionarios (ibid.: 122).
Esta disputa entre los “nuevos” y los “viejos” ejidatarios generaría un
terreno propicio para la llegada de la minera y la compra desde 1996 de
las tierras ejidales necesarias para desarrollar su proyecto. De hecho,
la posición comunitaria opositora a msx ha sido soportada por los
viejos ejidatarios, mientras que los nuevos han apoyado el desarrollo
del emprendimiento.
No obstante, a principios de la década de 1990, hijos y familiares
cercanos a los viejos ejidatarios regresaron a San Pedro para arreglar
sus casas o desarrollar proyectos productivos. Ante las diversas proble-
máticas que enfrentaron a su vuelta decidieron crear el Consejo Mu-
nicipal de Representantes (ibid.: 16). Este espacio sería el primer es-
fuerzo organizativo de los opositores a msx. Y es que, al poco tiempo de
su constitución, un funcionario del inah se acercó a ellos para infor-
marles que una empresa estaba tramitando los permisos para el desa-
rrollo de un proyecto de minería a cielo abierto en esa región (ibid.: 17).
15
Los gambusinos son los mineros que trabajan a pequeña escala, extrayendo mi-
nerales por su propia cuenta.

185
LUCHAS POR LO COMÚN

Al principio, la noticia de una posible reactivación de la industria


minera local mediante nuevas tecnologías y modernos métodos de
extracción encendió la expectativa de los pueblos cercanos que, luego
de décadas de abandono, veían una posibilidad de empleo y desarrollo
social. Sin embargo, a medida que comenzaron a conocerse los detalles
del proyecto –sus dimensiones, alcances, impactos y consecuencias–,
entre los pobladores fueron generándose sospechas y críticas.
Ante la amenaza que representaba el proyecto, algunos de los habi-
tantes comenzaron a reunirse para compartir más información y deli-
berar acerca de los posibles escenarios que se avizoraban. Sin embargo,
desde el inicio se produjeron fuertes divisiones comunitarias. Por un
lado, los nuevos ejidatarios fueron convenciéndose de los beneficios
del nuevo emprendimiento y optaron por respaldarlo; mientras que
las redes vinculadas a los viejos ejidatarios constituyeron un núcleo
de oposición vital para la germinación de un proceso de resistencia
más amplio. De hecho, resultó fundamental el trabajo realizado por los
integrantes del Consejo Municipal de Representantes, quienes rastrea-
ron y ubicaron a los familiares y descendientes de los viejos ejidatarios
para la defensa de sus propiedades y patrimonio común.
Frente al incipiente proceso de resistencia, la minera fue organi-
zando una serie de medidas destinadas a lograr el consentimiento de
los pobladores. Entre ellas, resalta el esfuerzo por cooptar al sacer-
dote de la iglesia, Margarito Sánchez, a fin de que fungiera como
representante de la empresa ante la gente y pudiera persuadirla de
los beneficios del proyecto y del desarrollo social que traería. Éste se
negó a tal planteamiento y, por el contrario, se convirtió en una pieza
clave en la lucha antiminera hasta que, en 2003, fue removido de su
cargo por la Arquidiócesis16 (ibid.: 87-89, 91). Tiempo después, al ser
nombrado un nuevo arzobispo en 1999, se estrechó la relación entre la
minera y la Iglesia, lo que influyó considerablemente en la legitimación
del proyecto.
16
A este respecto, tenemos como ejemplo cómo en uno de los cables difundidos
por Wikileaks se revela que representantes de las mineras internacionales ubicadas
en Perú sostuvieron ante los embajadores de Estados Unidos y Canadá que “fuer-
zas radicales” tienen poder para incitar el rechazo a la minería de las comunidades
indígenas. Ellos recomiendan que los profesores –ligados a Patria Roja y al Sindi-
cato de Profesores de Perú (sutep)– sean rotados en las comunidades considera-
das conflictivas e instan a la Iglesia católica a rotar a sus obispos de dichas zonas
(“Wikileaks: Mineras proponen modificar política peruana para evitar protestas”,
en Servindi, 2011).

186
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

A pesar de las resistencias al proyecto, en 1995 la empresa inició los


trabajos de exploración, en un área territorial oficialmente declarada
de restauración de la vida silvestre, con flora y fauna protegida, apenas
a varias decenas de metros del pueblo de San Pedro y del emblemático
cerro homónimo. Este proyecto se anunciaba como una explotación
minera a cielo abierto por lixiviación con cianuro, que produciría un
promedio de 890 000 onzas de oro y 21 265 000 de plata anuales durante
10 años en 290 hectáreas concesionadas para ocupación temporal
(Reygadas y Jiménez, 2008).
Todo esto se permitía aun cuando un año antes, en 1993, el gobier-
no de San Luis Potosí emitió un Plan de Ordenación de la Capital y su
zona conurbada que, entre los varios municipios, incluía el de Cerro
de San Pedro.
El Plan estableció que tres cuartas partes del municipio de San Pe-
dro debían dedicarse a la restauración del desarrollo de la vida silves-
tre. El decreto resaltaba la falta de disponibilidad de agua como un
problema fundamental para el desarrollo de la ciudad de San Luis Po-
tosí, estableciendo la necesidad prioritaria de conservar áreas de re-
carga del acuífero y prohibiendo el desarrollo urbano e industrial en
ellas (Estrada, 2001: 16). Efectivamente, el proyecto inicial de la empre-
sa minera implicaba la completa destrucción del histórico pueblo de
San Pedro, en específico, de la arqueología minera colonial, de la igle-
sia de San Nicolás Tolentino del siglo xvii y del Templo Parroquial
de San Pedro Apóstol del siglo xviii, debajo de cuya antigua iglesia
se encuentra la veta madre del yacimiento aurífero. A cambio, se pro-
metía la reubicación total del pueblo con la construcción a pocos kiló-
metros de un nuevo complejo habitacional provisto de comodidades
y servicios para todos los lugareños. No obstante, para algunos habi-
tantes la propuesta resultaba inconcebible.
Los inmuebles históricos de Cerro de San Pedro son parte de una
larga historia que data de 1592, cuando se descubrieron sus ricos yaci-
mientos de oro y plata, comparables a los más ricos del mundo que,
en esa época, eran los de la mina de Potosí en Bolivia (Alvarado,
2009: 7). Las residencias de los españoles no se asentaron en Cerro
de San Pedro sino en el Valle de San Luis Potosí, puesto que la falta de
agua imposibilitaba el abasto, tanto para los pobladores como para el
beneficio del mineral.

187
LUCHAS POR LO COMÚN

ILUSTRACIÓN DEL ESCUDO DE ARMAS DE


SAN LUIS POTOSÍ17

Al centro del escudo puede observarse el Cerro de San Pedro, so-


bre el que descansa San Luis, rey de Francia. La imagen del cerro
presenta orificios creados por la explotación minera. A los lados
del personaje se encuentran barras de oro y de plata. Actualmente,
dichos cerros han sido totalmente destruidos y demolidos por el
desarrollo del emprendimiento de minería a cielo abierto de msx.

Frente a la relevante carga histórica de Cerro de San Pedro, la defensa


del patrimonio cultural e histórico se constituyó en el primer eje arti-
culador de la resistencia contra el avance de la explotación minera a
cielo abierto. Tras este primer impulso, se creó el Patronato Pro Defensa
del Patrimonio Cultural e Histórico del Municipio de San Pedro, orga-
nización conformada por ejidatarios y habitantes del pueblo que se
volcaron a la tarea de recuperar la memoria histórica, de resignificar el
territorio como espacio recreativo y cultural, y de proponer proyectos
de desarrollo alternativo basados en el turismo local. Como parte de
estos esfuerzos, en 2001 se organizó el primer Festival Cultural de Ce-
rro de San Pedro, dando inicio a un esfuerzo que continúa hasta nues-
tros días. Lo que ha posibilitado la difusión de la problemática y el
contacto de miles de personas con el inconmensurable patrimonio
histórico, cultural y ambiental, en riesgo de perderse completamente
debido al emprendimiento minero.
17
Esta imagen fue tomada del sitio: <http://www.sanluis.gob.mx/420/escudo.php>

188
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

En paralelo, fue emergiendo otro eje articulador de la resistencia


basado en la denuncia y en la difusión de los impactos socioambientales
que este tipo de explotación provocaría, no sólo en el municipio de
San Pedro, sino también en los alrededores y en la ciudad de San Luis
Potosí. Esta perspectiva cobró fuerza como motor de lucha a partir de
la intervención de la organización potosina Pro San Luis Ecológico en
el incipiente conflicto. La experiencia previa de esta organización en la
resistencia exitosa que logró la clausura de un confinamiento tóxico en
el municipio de Guadalcázar durante 1994, había generado numerosos
conocimientos y herramientas para reconocer las características de un
proyecto depredador y contaminante.
Como parte de la defensa ambiental a cargo de Pro San Luis Eco-
lógico, se exigió a Minera San Xavier la presentación de la Manifes-
tación de Impacto Ambiental (mia), que fue entregada a la Secretaría
del Medio Ambiente en 1997, señalando que en la fase de operación,
durante ocho años, se utilizarían 16 toneladas diarias de cianuro y cerca
de un millón de metros cúbicos de agua al año. Esto resultaba inaudito
debido a los efectos devastadores e irreversibles que produciría en la
zona. En este sentido, se trataba de un proyecto que extraería grandes
cantidades de agua del sobreexplotado acuífero de la zona, a lo cual
se sumaban los riesgos de derrame de las soluciones cianuradas hacia
el subsuelo por rotura de las membranas plásticas colocadas en los
patios de lixiviación, y los daños adversos, directos y permanentes a
la flora y la fauna, no sólo en las 360 hectáreas donde directamente se
desarrollaría el proyecto, sino también en los alrededores. Asimismo.
como consecuencia del uso masivo y cotidiano de explosivos se verían
afectados los edificios históricos. Este conjunto de secuelas afectaría
principalmente a las diez comunidades aledañas a Cerro de San Pe-
dro, y en particular, a los habitantes de La Zapatilla, a quienes la Ma-
nifestación de Impacto Ambiental recomendaba reubicar, pues los pa-
tios de lixiviación se construirían sobre lo que en ese momento eran
sus viviendas (Ortiz, 2009: 26, 27).

189
LUCHAS POR LO COMÚN

Fuente: Susana Elizabeth Medina Gordoa, Conflictos socioambien-


tales ocasionados por la minería de tajo a cielo abierto en Cerro de
San Pedro, San Luis Potosí, Tesis de Licenciatura en Geografía por
la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2011.

190
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Ante los efectos que tibiamente se plasmaban en la mia elaborada por


msx, el entonces gobernador Fernando Silva Nieto pidió la opinión
especializada de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. En el
informe, presentado públicamente en 1998 por el comité de académicos
de esa universidad, se expusieron opiniones y recomendaciones sobre
ciertos aspectos del proyecto que, en su conjunto, reforzaron lo que
msx ya había presentado.
Mientras esto pasaba, ese mismo año fue asesinado Baltazar Lore-
do, presidente municipal de Cerro de San Pedro. Pese a que la policía
ministerial declaró que se trataba de un suicidio, los opositores a la
minera y sus familiares aseguran que la empresa fue responsable del
asesinato, puesto que Loredo se encontraba investigando la compra de
terrenos por parte de la minera, así como la complicidad que ésta ha-
bía tejido con la administración municipal que le antecedió (ibid.: 95).
Para esos momentos, el núcleo de ejidatarios y las redes territoriales
vinculadas a él ya contaban con el apoyo y la solidaridad de diversas
organizaciones, principalmente de la ciudad de San Luis Potosí, como
es el caso de Pro San Luis Ecológico, a cargo de la defensa legal en
materia ambiental. Y es que los procedimientos antidemocráticos, las
irregularidades, la falta de información, la opacidad y las ilegalidades,
llevados a cabo cínicamente por msx con el apoyo de las autoridades
locales, a lo que se sumaban las implicaciones del proyecto, habían
provocado un proceso expansivo de indignación que sobrepasaba a
los mismos ejidatarios.
Dicho proceso se orientó principalmente por los tiempos y los
cauces marcados por la estrategia jurídica, lo cual se explica, en buena
medida, por la división entre los habitantes de Cerro de San Pedro y
por la falta de un proceso social comunitario más amplio, a lo que se
agrega el poder de la minera y su complicidad con el Estado.
Con base en el informe elaborado por la Universidad Autónoma de
San Luis Potosí y en contra del Plan de Ordenación que en 1993 había
decretado el Gobierno de Estado, el 26 de febrero de 1999 la Dirección
General de Ordenamiento Ecológico e Impacto Ambiental de Instituto
Nacional de Ecología (ine) otorgó la autorización de cambio de uso de
suelo de 373 de un total de 469 hectáreas arrendadas para el proyecto
de la unidad minero-metalúrgica de explotación de tajo a cielo abierto
y lixiviación. “La vigencia del permiso fue de 12 años; los primeros
ocho serían para la extracción y el procesamiento del mineral, y cuatro
más para terminar las actividades de monitoreo, neutralización y res-
tauración del sitio” (ibid.: 107).
191
LUCHAS POR LO COMÚN

La autorización del ine se emitió con el requisito de que la empresa


cumpliera cien condicionantes, entre las que se encontraban: la gestión
correspondiente para la reubicación de los pobladores de las comuni-
dades de Cerro de San Pedro y La Zapatilla, y de aquellos otros que
pudieran verse afectados por el proyecto, además de la reducción en
el consumo de agua para no abonar a la sobreexplotación del acuífero
(Estrada, 2001: 17).
Un año más tarde, el 5 de mayo, el gobierno estatal otorgó una auto-
rización condicionada de uso de suelo para realizar la explotación, pese
a que msx aún no había cumplido las condicionantes impuestas por el
ine (ibid.: 18). En el intervalo en que los permisos fueron otorgados, tu-
vieron lugar una serie de transacciones y de cambios en las filiales que,
en adelante, quedarían a cargo del emprendimiento minero; Cambior
Inc. vendió sus acciones a Glamis Gold Ltd., que dos años después se las
deja a Metallica Resources Inc., una empresa mediana creada por Mi-
nera San Xavier como su subsidiaria (Reygadas y Jiménez, 2008: 301).
Frente a la anuencia de las autoridades federales y estatales para la
expedición de permisos, en el año 2000 los opositores a msx prepara-
ron una demanda de nulidad de los mismos, argumentando legalmen-
te que la presentación de la Manifestación de Impacto Ambiental se
había realizado bajo una modalidad general cuando, por las dimen-
siones del proyecto, la legislación exige que sea de tipo específico.
Además, señalaron la violación al Plan de Ordenación de San Luis
Potosí, que declara a Cerro de San Pedro como área de restauración
de la vida silvestre (Ortiz, 2009: 116). Dicha demanda fue resuelta en
2003 por el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa, que ratificó
la resolución del ine. Ante ello, Pro San Luis Ecológico preparó un
amparo contra esa resolución, mismo que fue resuelto a favor de
los opositores en 2004, confirmando la nulidad del permiso estatal
otorgado a la empresa unos años antes. Pese a esta resolución, msx
continuó operando de facto en la zona.
Posteriormente, en 2008, desatendiendo el amparo a favor de los
opositores vigente desde 2004, una nueva contrademanda del gobierno
reabrió el proceso. Pese a las insistencias del gobierno federal,18 la
18
Si msx fuera forzada a suspender su actividad tendría derecho a reclamar ante
los paneles del Tratado de Libre Comercio y en los tribunales internacionales una
indemnización multimillonaria por pérdidas, tal y como sucedió con los 16 mi-
llones de dólares que el gobierno mexicano tuvo que dar a Metalclad, la empresa
que buscaba construir un confinamiento de desechos tóxicos en el municipio de
Guadalcázar (Reygadas y Jiménez, 2008: 327 y Ortiz, 2009: 105).

192
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

resolución de los magistrados en contra de msx fue reconfirmada el 21 de


septiembre de 2009 y, una vez más, en noviembre de 2010. Sin embargo,
hasta la fecha la empresa canadiense ha hecho caso omiso de los fallos
emitidos por este organismo de procuración de justicia y no ha dejado
de operar; Semarnat incumplió la comunicación de las resoluciones en
tiempo y forma, ocasionando que el fao se diera por enterado varios
meses después (Avilés, 2011: 12). En suma, podemos decir que, a pesar de
las distintas resoluciones estatales para suspender las actividades,
msx continuó avanzando impunemente en la compra de terrenos, la
construcción de infraestructura, la preparación de la zona, e iniciando,
a partir de 2006, el 100% de las operaciones de extracción y lixiviación.
Mientras la lucha legal se daba en los tribunales federales, a nivel
municipal y estatal un conjunto de actores se había incorporado al
terreno de disputa, jugando a favor de los opositores. Nos referimos
al presidente municipal de Cerro de San Pedro, Óscar Loredo –hijo de
Baltazar Loredo–, quien se rehusó a otorgar los permisos municipales
mientras msx no cumpliera las condicionantes establecidas por el ine.
Esta decisión se vio fortalecida por la posición del general Jaime Cázares
Lárraga, comandante de la zona militar potosina de la Secretaría de la
Defensa Nacional (Sedena), quien, a su vez, se negó a dar los permisos
para que msx usara explosivos.
No obstante, esto duró poco, pues pronto se dejó sentir la presión
del gobernador Marcelo de los Santos, e incluso, del presidente Vicen-
te Fox, en íntima coordinación con msx,19 lo que determinó que fi-
nalmente Óscar Loredo otorgara los permisos a través del Cabildo.
Los opositores sostienen que Loredo fue amenazado y presionado por
Jacobo Payán, un poderoso empresario potosino, así como por Castillo
Machuca, Secretario General de Gobierno, con el ofrecimiento de una
jugosa cantidad de dinero. Este hecho fue denunciado al día siguiente
por un reportero del diario La Jornada –quien fue testigo del chantaje.
Ante esto, funcionarios del gobierno estatal organizaron un secuestro
literal de dicha edición (Ortiz, 2009: 144).
Acto seguido, el general Jaime Cázares Lárraga fue trasladado a
Francia para ejercer un cargo diplomático, lo que favoreció que los
permisos para el uso de explosivos avanzaran y que las detonaciones
comenzaran en 2004. “El permiso (...) expedido por la Sedena, autori-
19
En julio de 2004, msx organizó un proyecto para solicitar al Congreso del Estado
un juicio político contra Loredo y los regidores del Cabildo, acusándolos de dolo
al patrimonio municipal y de abuso en las competencias a su cargo al invalidar los
permisos de la minera (Ortiz, 2009: 233).

193
LUCHAS POR LO COMÚN

za a la empresa la compra y consumo mensual de 5500 kilogramos


de agente explosivo, 20 400 metros de cordón detonante, mil metros de
conductores y mil de iniciadores” (ibid.: 164).

De julio de 2005 a marzo de 2010, la firma detonó cada día una carga
de 25 toneladas de explosivos para volar 80 mil toneladas de roca, de
las cuales 32 mil toneladas pasaron a las tinas de lixiviación donde
cada tonelada produjo medio gramo de oro (Avilés, 2011: 12).

Conjuntamente con la lucha legal contra los permisos otorgados a


msx, tras la firma fraudulenta de un contrato de arrendamiento por
290 hectáreas de tierras entre la empresa y los falsos representantes
ejidales en 1997, los opositores abrieron un frente de defensa agraria
en 2002, impulsando un juicio por el reconocimiento de los derechos
ejidales sobre el pueblo de San Pedro. Y es que, debido a la migración
y al fallecimiento de los integrantes originales, el ejido había quedado
prácticamente desestructurado durante las últimas décadas, situación
que favorecía la realización de las maniobras que permitían a la minera
apoderarse de los territorios comunitarios para su proyecto extractivo
(Ortiz, 2009: 124).
Cuando algunos miembros de la lucha antiminera investigaron los
antecedentes de los supuestos ejidatarios y confirmaron su carácter
apócrifo, decidieron emprender la búsqueda de los legítimos propieta-
rios y de sus descendientes, a fin de entablar un juicio agrario que
devolviera las tierras a sus verdaderos dueños. En 2004, una primera
sentencia del Tribunal Unitario Agrario confirmó la nulidad del con-
trato de arrendamiento. Sin embargo, la inmediata presentación de
amparos contra ese primer fallo por parte de Minera San Xavier moti-
vó una nueva sentencia del mismo tribunal, que cambió por completo
su resolución original. Mientras tanto, la Secretaría de Economía otor-
gó la autorización para la ocupación temporal durante 32 años a msx,
ordenando que se indemnizara a los afectados con una la renta anual
de 306 mil pesos (ibid.: 126). Cabe señalar que esta cantidad sólo fue
aceptada por los ejidatarios que se encontraban a favor del proyecto,
mientras que los opositores se negaron a recibirla.
Por otra parte, de forma paralela se continuaba con la estrategia
organizativa y de vinculación política, mediante la articulación con
diversas organizaciones, todas ellas acuerpadas en la Alianza Ciudada-
na Opositora a msx, Educación y Defensa Ambiental A.C., Pro San
Luis Ecológico, Patronato Pro Defensa del Patrimonio de Cerro de
194
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

San Pedro, Frente Cívico Potosino, Asociación de Vecinos de Cerro


de San Pedro, Frente Zapatista de Liberación Nacional, Nava Partido
Político (Estrada, 2001: 19; Ortiz, 2009: 66).
Esta alianza contó con una diversidad de organizaciones, muchas
de ellas contrapuestas entre sí política y programáticamente, aunque
coincidían en la necesidad de tejer un frente de oposición a msx. Este
espacio sumó diversas capacidades sociales para encarar el enorme
poderío de msx, nutriéndose y actualizándose de la larga experiencia
de las organizaciones civiles potosinas, del zapatismo civil y del
reconocido movimiento navista.20
A medida que msx avanzaba con los trámites, permisos, compra
de terrenos y construcción de infraestructura, mientras localmente se
enfrentaba un débil proceso de resistencia profundizado por la coopta-
ción de inconformes y por la pugna entre los nuevos y viejos ejidatarios,
la Alianza Ciudadana Opositora orientó enormes esfuerzos a visibilizar
el conflicto y a sensibilizar a la población potosina, así como también
a la ciudad de México y a la opinión internacional. Como resultado de
la búsqueda de una articulación que trascendiera lo local, la resistencia
creció vertiginosamente y hacia 2004 adoptó su nombre actual:
Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier (fao), que quedó inte-
grado por el núcleo de ejidatarios de Cerro de San Pedro, descendien-
tes de los ejidatarios originarios, habitantes de los pueblos cercanos,
organizaciones vecinales, estudiantiles y sociales, y activistas de diver-
sas tradiciones políticas de la ciudad de San Luis Potosí.

Hay gente de La Otra Campaña, del pos (Partido Obrero Socialista),


Pro San Luis Ecológico, se compone por colectivos, Colectivo Azul,
el núcleo del fao. La dirección somos muy pocos, algunos somos
de algún colectivo o gente independiente; universitarios, que se han
integrado a este proyecto, el grupo es bastante plural [...] Nuestro
acuerdo es sacar a la Minera San Xavier, que si eres de derecha de
izquierda, gordo, flaco, no importa (Entrevista a Elizabeth Medina y
James del Tedesco, fao, 2010).

Incluso se sumaron grupos del df y, posteriormente, de Chicago y de


Canadá –país en el que actualmente existe una delegación del fao. Y
es que, justamente durante la apertura oficial de msx en 2006,21 tiene
20
Salvador Nava encabezó el conocido “movimiento navista” que, desde los años
sesenta, impulsó un fuerte proceso de lucha por la democratización del poder es-
tatal en manos del pri.
21
Para 2006, msx tiene prácticamente concluidas sus instalaciones, su planta

195
LUCHAS POR LO COMÚN

lugar la etapa más importante de internacionalización del conflicto,


en la cual participan organizaciones como Amnistía Internacional, la
Comisión Ambiental del Tratado de Libre Comercio, la Comisión del
Agua, la Corte Interamericana de Derechos humanos, lográndose
impulsar manifestaciones en Estados Unidos y Canadá (Reygadas y Ji-
ménez, 2008: 306). En cuanto al ámbito internacional, a partir de 2005
algunos integrantes del fao viajaron a Canadá y presentaron frente al
Parlamento de ese país la denuncia de los efectos socioambientales y
de las violaciones a los derechos humanos que las mineras canadienses
habían estado provocando en otros países, entre ellos, México.
Sin lugar a dudas, son muchas las relaciones que el fao ha tejido,
y también han sido muchos los espacios que se han acercado a apoyar
el proceso de resistencia antiminero. En el marco de los esfuerzos de
articulación, el fao se integró a la Asamblea Nacional de Afectados
Ambientales (anaa), constituida en 2008, así como a la Red Mexicana
de Afectados por la Minería (Rema), en la que Mario Martínez, un
activo opositor, es miembro del equipo coordinador. Asimismo, en
2006, Cerro de San Pedro fue parte del recorrido que hizo La Otra
Campaña y, en 2008, Andrés Manuel López Obrador realizó diversas
reuniones en el mismo sitio.
Así, durante años y como parte de la estrategia de “irradiación” que
se propuso el fao, la ciudad de San Luis Potosí se convirtió en sede de
numerosas actividades públicas, que incluyeron rondas informativas,
marchas, consultas populares, plantones, campamentos fuera de la em-
presa, las cuales alcanzaron su punto más álgido en 2006, cuando ésta
comenzó con el proceso de extracción. Al precipitarse estos hechos, se
desarrollaron movilizaciones de hasta 2 000 personas y un referéndum
no vinculante en el que participaron alrededor de 20 000 potosinos,
quienes en su gran mayoría, se pronunciaron por el no a la mina
(Composto y Navarro, 2011a).
Sin embargo, a pesar de los intensos procesos de movilización, de
la amplia visibilidad del conflicto minero –que hasta ese momento el
fao había logrado–, del respaldo político que había adquirido la resis-
tencia antiminera y de las resoluciones favorables de los tribunales
federales para la anulación de los permisos de operación y del contrato
de arrendamiento que msx había firmado con falsos ejidatarios, no se
logró detener el inicio de las operaciones mineras.

metalúrgica, sus piletas de lixiviación, con una inversión de 24 millones de dólares


(Ortiz, 2009: 215).

196
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

De aquí en adelante, la lucha contra msx se volvió un caso em-


blemático que demuestra no sólo la ilegitimidad, sino también y espe-
cialmente la rotunda ilegalidad con la que continúa operando hasta
nuestros días, en completa colusión con los poderes ejecutivos de los
tres niveles de gobierno.
A raíz del inicio de operaciones de msx, al interior del fao se generó
un debate interno sobre cómo continuar; al respecto, Ortiz describe lo
siguiente:

algunos colectivos apuestan por la radicalización de las protestas pese


a los riesgos que conlleva; otros, buscan continuar con la defensa
jurídica, exhibir la ausencia del Estado de derecho en el país, al mismo
tiempo que apuestan por dirigir los esfuerzos a generar una resistencia
desde el municipio, accediendo a los espacios de gobierno que se
renovarían en 2006 (Ortiz, 2009: 191).

Una de las estrategias que algunos optaron por explorar fue la lucha
político-electoral, a través del lanzamiento de Mario Martínez como
candidato del prd a la presidencia municipal. Sin embargo, Martí-
nez no fue apoyado ni siquiera por el propio partido, por lo que nue-
vamente ganó Rosaura Loredo, quien ya había mostrado su cercana e
incondicional relación con msx. Loredo volvió a ganar las últimas
elecciones, ocupando la presidencia municipal durante el periodo
2012-2015; ello refrendó una vez más su compromiso con msx.
Por otra parte, los esfuerzos encaminados a fortalecer el proceso de
resistencia local encontraron enormes desafíos y problemas. Las divi-
siones sociales preexistentes y las posiciones a favor del proyecto fueron
desestructurando la oposición a msx, lo cual se vio fortalecido por la
captura y la cooptación desplegadas por la empresa y los gobiernos,
que prometían una mejor calidad de vida, inclusión y bienestar social,
generando un dispositivo clientelar aceitado por grandes cantidades
de dinero.

La estrategia de la empresa es romper el tejido social, dar dinero. Es


algo muy contradictorio y lamentable. Tampoco es tanto dinero, va
dependiendo, porque no a todos les dan. A algunos les dan $500 o te
pagan el doctor que te atiende. Hay una familia que está completamente
con ellos, y ellos reciben propiedades, o tienen cosas que antes no te-
nían. Ahora las ves y están llenas de alambrado, y viven de una tienda
de abarrotes pequeñita del pueblo. Es gente que la empresa les ha dado

197
LUCHAS POR LO COMÚN

trabajo, como en limpieza, moviendo una máquina, y es gente que


además tiene profesiones y nada tendría que estar haciendo en esos
empleos [...] pero dicen que aunque vaya a estar sólo ocho años hay
que aprovechar el tiempo que esté (Entrevista a Elizabeth Medina y
James del Tedesco, fao, 2010).

Además de las promesas a futuro –entre las que se incluye contar con
un empleo hasta 2015, la construcción de escuelas, hospitales, par-
ques recreativos, el mejoramiento de las viviendas y de la calidad de
vida en general–, a través de programas de responsabilidad social cor-
porativa que implicaron la creación de una organización propia de-
nominada Patronato de Mejoras de Cerro de San Pedro. Dicha empresa
empezó a contratar a los habitantes del pueblo para realizar pequeñas
tareas de vigilancia, limpieza, instalación de cercas, a cambio de altas
remuneraciones que compraran su apoyo al proyecto minero en el lar-
go plazo. Incluso, con algunos pobladores comenzó a realizar desem-
bolsos de dinero a cambio del apoyo activo, lo cual incluía el ataque
público a los opositores y la movilización a favor de la explotación
cuando así se requiriera (Composto y Navarro, 2011a).
Y es que, además de enfrentar los dispositivos de dominación contra
la población de Cerro de San Pedro, los activistas más participativos y
el conjunto de organizaciones de San Luis Potosí debieron afrontar una
política cada vez más agresiva de hostigamiento y criminalización. A
tal grado que, Enrique Rivera Sierra, uno de los opositores más activos,
fue orillado a pedir asilo político en Canadá, trasladándose a dicha
demarcación en 2007.
A la impunidad con que msx ha estado operando todos estos años
se suma la demanda penal por falsedad de declaraciones que la empre-
sa interpuso contra el ejidatario de Cerro de San Pedro Rafael Flores
López, quien había logrado que un juez de distrito invalidara el plan
de desarrollo municipal de Cerro de San Pedro, con lo cual la minera
tendría que dejar de operar.
Por otra parte, aunado a las divisiones existentes entre la propia
gente de las comunidades también se expresaba un recelo hacia los
familiares que habían regresado a San Pedro –quienes en su mayoría
se mantienen como opositores a msx. En este sentido, se les reclamaba
que se hubieran ido muchos años atrás y que regresaran desaprobando
las mejoras que el emprendimiento minero estaba generando. De mo-
do similar, había un extrañamiento que mostraba fuertes señales de
violencia contra los activistas de San Luis Potosí o de otros lugares,
198
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

reiterándose expresiones como: “tú que haces ahí defendiendo algo


que no es tuyo” o “a ti que te importa” (Medina y Tedesco, fao, 2010),
promovidas en buena medida por msx a través de declaraciones como:

la gente que no nos quiere es de afuera, no les importa. La gente de


aquí sí nos quiere porque le damos trabajo. A los opositores no les
importa eso [...] son extremistas, ecologistas que vienen porque buscan
salvar hasta la última plantita [...] es la gente sin qué hacer, que tiene
esas ideas (Elizabeth Medina, fao, 2011).

A la par del avance de la devastación de Cerro de San Pedro existe una


política estatal orientada a eliminar la carga histórica de dicho recinto.
Al respecto, se buscó promover una iniciativa de ley para cambiar el
escudo de armas del estado, puesto que ya no se corresponde con la
realidad actual.

Hay gente que no sabe que [Cerro de San Pedro] está a 20 minutos de
la ciudad, antes de que llegara la minera. Es parte de la fundación de la
ciudad. En lo regular, en una parte de la educación primaria hablas de
la historia local; antes había excursiones de los niños a Cerro de San
Pedro. Ahora se toca aún menos que antes ese tema en la escuela, ya
no se hacen esos paseos. Antes del 2000 todavía se hacían paseos (En-
trevista a Elizabeth Medina y James del Tedesco, fao, 2010).

Conforme los años transcurren, los efectos socioambientales se inten-


sifican. Merece destacarse la contaminación producida por los patios
de lixiviación que se encuentran a pocos metros de algunas comuni-
dades y a sólo 5 kilómetros de la capital potosina. En este sentido,
para el futuro cercano se calcula que habrá 77 millones de toneladas
de material cianurado como legado visible de más de diez años de
explotación (Ortiz, 2009: 52). Al respecto, la empresa ha declarado
que las medidas de protección al ambiente con las que cuenta son
de las más modernas y estrictas del mundo, y que no hay riesgo de
contaminación. “Éste es un ejemplo de la minería moderna, actividad
que respeta el entorno”, se anuncia en la página de internet de msx.
Se sabe que la población que vive en la zona contigua a las piletas de
lixiviación y a los desechos producidos ya enfrenta visibles afectaciones
a su salud. Sin embargo, el fao solamente ha podido acceder a algunos
casos “los que están a favor (de msx) no sabemos qué le pasa a su casa,
no tenemos tanto acceso a saber qué afectaciones tienen. La empresa

199
LUCHAS POR LO COMÚN

les remedia todo” (Medina y Tedesco, fao, 2010). No obstante, esto está
cambiando a medida que las afectaciones aumentan; algunos habitan-
tes se han ido acercando al fao para denunciar casos de enfermedades
graves producidas por contaminación con cianuro, como insuficiencia
renal y cáncer que, en algunos casos, los han llevado a la muerte, prin-
cipalmente en el pueblo Nueva Zapatilla,22 una de las comunidades
más cercanas a los patios de lixiviación (Composto y Navarro, 2011).
IMAGEN DE LAS ÁREAS DE EXPLOTACIÓN MINERA Y LAS
COMUNIDADES CIRCUNVECINAS23

La flora y la fauna también están siendo profundamente afectadas.


Ante la denuncia que ha venido haciendo el fao sobre la mortandad
22
El pueblo La Zapatilla se ubicaba originalmente en el territorio que actualmente
ocupan los patios de lixiviación del proyecto minero. Antes de comenzar la fase
de construcción, la empresa emprendió el traslado del pueblo completo con la
autorización de todos los pobladores, quienes recibieron recursos y promesas de
desarrollo. Actualmente, el pueblo Nueva Zapatilla se halla a sólo unos metros
hacia abajo de los patios de lixiviación, con los peligros sanitarios que ello implica
para sus habitantes.
23
Esta representación visual ha sido elaborada por Elizabeth Medina sobre una
imagen de Google Earth (2009).
200
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de aves y otros animales silvestres a causa de la ingestión de soluciones


cianuradas en depósitos descubiertos, la Secretaría del Medio Ambien-
te negó que el proyecto se encontrara cerca de algún área natural pro-
tegida, sin considerar que el Cerro de San Pedro se ubica en un área de
preservación de la vida silvestre, donde habitan especies endémicas,
como el gavilán o el halcón de cola roja, declaradas bajo protección
especial. Al respecto, la autoridad solamente dispuso que la minera
pusiera mallas que impidieran el acceso a las piletas y esferas plásticas
en las piletas de lixiviación para ahuyentar a las aves (Ortiz, 2009: 53).
Para 2011, el fao decidió concentrar los esfuerzos en la Campaña
Internacional contra el uso del cianuro en América Latina. Se entiende
que, por lo menos en el corto plazo, no será posible detener a la empresa,
pero se espera incidir en que ésta aminore el daño producido. A través
de esta campaña se busca coadyuvar en la elaboración de proyectos de
ley que prohíban el uso del cianuro,24 documentar accidentes y eventos
de contaminación, así como denunciar situaciones de riesgo generadas
por el uso de cianuro y, en general, trabajar en la sensibilización de la
población sobre los daños que este tipo de minería produce.25 A esto
se suman los trabajos que ha venido promoviendo junto con algunos
académicos de la unam, orientados a impulsar una iniciativa integral
de ley que reforme la actual Ley Minera.
Otro de los problemas que se enfrentan tiene que ver con la escasez
y la contaminación del agua. Hasta la fecha se tiene el registro de que
Minera San Xavier consume anualmente poco más de un millón de
metros cúbicos de agua para su proceso de explotación, cantidad
que es extraída sin ninguna dificultad pues, desde mediados de los
años noventa, la empresa adquirió los títulos de concesión de pozos
ya existentes. Se han extraído 33.6 litros por segundo a lo largo de
más de nueve años, es decir, cerca de 30 millones de litros de agua
diariamente, tratándose de una explotación de agua en un acuífero
sobreexplotado que, además, está siendo contaminado por las presas
de jales. La extracción de agua corresponde al doble de lo que se
recarga anualmente, que abastece a casi 300 mil usuarios de la zona
metropolitana de la ciudad de San Luis Potosí, resaltando el hecho de
24
Durante los últimos diez años, en Turquía, algunos estados de Estados Unidos,
Argentina, República Checa y Alemania prohibieron el uso de cianuro en el proce-
so de lixiviación usado por la minería de oro (ocmal, 2010: 40-41).
25
Por ejemplo, en uno de los folletos de la campaña se informa que “Para producir
un anillo de oro de 10 gramos se utiliza 1 kilo de cianuro, cantidad suficiente para
matar a 30 000 personas” (ibid., 2010).

201
LUCHAS POR LO COMÚN

que no todos cuentan con agua de manera regular las 24 horas del día
(Ortiz, 2009: 56-58).

lo que ahora la empresa hace con esos jales es tirarlos a un lado del
casco y del lado del Cerro de San Pedro. Y en la zona donde comienzan
a echarlos pasa un arroyo intermitente. Ese arroyo está totalmente
tapado ahora, y ese arroyo llegaba a la recarga del acuífero, sobre todo
cuando llueve. Ahora está tapado, el agua que llega viene contaminada
con todos esos metales, y justo van a dar a una presa, que aunque
ya no se usa, pero el agua se queda muchos días y está contaminada
(Entrevista a Elizabeth Medina y James del Tedesco, fao, 2010).

A pesar de todas las señales visibles de devastación ambiental, social


e histórica que Minera San Xavier está generando, localmente domina
una posición a favor de este proyecto. Entre las razones que producen
este aparente consenso, se encuentra la provisión de nuevas fuentes de
ingreso para la población, que desde hacía mucho tiempo no gozaba
de ningún beneficio.26 Entre los apoyos de msx se destaca la genera-
ción de 273 empleos, de apoyos económicos directos –aproximada-
mente 3 500 pesos mensuales– para los habitantes que aceptaron deso-
cupar sus viviendas o que respaldan la operación de la empresa.
Asimismo, la realización de obras sociales, de trabajo comunitario, el
ofrecimiento de servicios médicos gratuitos, atención dental, la cons-
trucción de caminos, redes eléctricas, agua potable, el patrocinio de
fiestas patronales y cívicas, y de equipos de fútbol y béisbol.
Sin lugar a dudas, la devastación del territorio es proporcional a
las ganancias obtenidas por msx; “a finales de 2007 la empresa registró
un flujo de caja positivo de casi 23 millones de dólares a partir de la
extracción de 150 mil toneladas de mineral por semana. A esto se
añade una situación internacional a favor del aumento de precio de los
metales” (Ortiz, 2009: 222).
Hay que señalar que, además de la devastación ambiental y social
señalada, el intento de expandirse de msx está latente, y con él, la
amenaza de la destrucción total del pueblo de San Pedro, pues debajo
suyo se encuentran las vetas madre de oro y plata más importantes de
la región.
26
Cabe señalar que, la generación de empleos también se ha acompañado de la eli-
minación de otras fuentes de ingresos que se contraponen al control monopólico
de msx sobre los recursos. Cuando Minera San Xavier comienza a operar prohíbe
a los gambusinos que ingresen a las minas en búsqueda de materiales.

202
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Por si esto fuera poco, a esta situación se suman los altos índices de
violencia existentes en el estado27 y en esa región, a raíz de la guerra con-
tra el crimen organizado impulsada por el gobierno de Felipe Calderón.
Cada vez más, por medio de la violencia y de la protección brindada
por mandos policiales y militares los cárteles de la droga se han ido apo-
derando de territorios en el país. Desde 2006, la presencia de los Zetas28
en esta región pasó de ser un discreto control a ser un abierto desafío,
concretado a través de visitas públicas a las autoridades municipales, a
las que amenazan y vigilan (Espinosa, 2011: 38, 45). Por supuesto, la
población civil ha quedado en medio de este campo de batalla.
Los empresarios, incluyendo a los de msx, han planteado que sus
ganancias se han visto afectadas por el aumento de la violencia. Por
ejemplo, un empresario de msx declaró que la empresa ha tenido que
invertir en mayor seguridad porque se han incrementado los robos de
minerales por parte de los cárteles. Se sospecha que ante esta situación
los mismos empresarios terminan comprando la protección a las redes
del crimen organizado.
Es de señalar que tanto el narcotráfico como las empresas encu-
biertas bajo una estrategia “legal” son actores constitutivos de la misma
lógica de acumulación. Entre ambos actores se produce una relación
de competencia y se hace uso de la violencia. Quizá la diferencia es
que el narcotráfico es la expresión exacerbada de la vía armada y de
la acumulación por desposesión a través de las estrategias “ilegales” y
descubiertas de violencia y robo.29
El desafío enfrentado por el fao no es menor. La combinación
de estrategias implementadas y el énfasis puesto en el frente jurídico
fueron capaces de retrasar el comienzo de la explotación minera, pre-
vista originalmente para fines de los años noventa, logrando que el
diseño del proyecto extractivo se reformulara respetando los límites
del pueblo de San Pedro, que inicialmente planeaba demoler. Esto
27
En 2007, San Luis Potosí, con apenas 2.3% de la población del país, registró 2.7%
del total de delitos cometidos a nivel nacional (Espinosa, 2011: 40).
28
Los Zetas son un grupo de sicarios que se dedican al narcotráfico, a la extorsión,
al secuestro de comerciantes, dueños de giros negros y tianguistas de piratería, al
robo de tráileres. Además, tienen campamentos paramilitares en los que entrenan
a los grupos que utilizan para controlar a la delincuencia común (Espinosa, 2011:
38). A este respecto, según algunas fuentes de las comunidades se les ha observado
entrenar cerca del pueblo de San Pedro.
29
Esta reflexión ha sido producto de múltiples charlas con jóvenes en resistencia
alternativa y con organizaciones de la Red de Resistencias Autónomas Anticapi-
talistas (rraa).

203
LUCHAS POR LO COMÚN

significó que se evitara la destrucción de un poco menos de la mitad


de lo proyectado. La oposición y los fallos judiciales en contra de
msx la han hecho perder dinero y posponer la fecha para iniciar la
explotación plena. Tal y como comenta uno de los integrantes del fao
“el trabajo jurídico ha sido para ir interponiendo en todos los campos
jurídicos diferentes obstáculos” (Faz, 2010).
Actualmente, la única estrategia que se mantiene de forma perma-
nente contra la msx se relaciona con la vía legal, mientras que la acción
social es más bien esporádica. El proceso organizativo se ha debilitado
como producto de más de 15 años de lucha y de demasiadas situaciones
adversas que enfrentar, a lo que se sumó una oleada de agresiones por
parte de los grupos de choque de la minera y la criminalización de los
opositores, cuyos principales referentes cargan con numerosas causas
en su contra que datan de aquel periodo.
Como parte del balance organizativo, el fao ha logrado articularse
con un amplio abanico de organizaciones, pudiendo desplegar una
estrategia múltiple para defender Cerro de San Pedro con todos los
recursos a disposición. Quizás el frente legal para la anulación de
permisos y para el reconocimiento de derechos ejidales, que han
mantenido hasta el día de hoy, ha constituido una de las experiencias
más importantes de la lucha antiminera a nivel nacional, construyendo
un saber contra-experto capaz de refutar los argumentos técnicos y
legales a favor de la minera, pero sobre todo de iluminar la corrupción
y la complicidad de las autoridades de todos los niveles con las
empresas. Si bien en muchos casos se logró contar con el apoyo de
actores estatales, no fue suficiente para detener la fuerza de un proyecto
multimillonario.
El proceso social que se intentó construir con los habitantes se ha
generado en medio de profundas adversidades. La añeja división entre
viejos y nuevos ejidatarios facilitó el trabajo de control, cooptación
y disciplinamiento que, aprovechando los deseos de desarrollo y
progreso de la población, realizó msx. A esto se suma la falta de
alternativas locales, incluida la infructuosa actividad agrícola como
base productiva para la subsistencia. Quizás éste es uno de los factores
que más importancia ha tenido para entender las rémoras de la
gestación de un proceso social comunitario de resistencia. Y es que,
en este caso, la vinculación con el territorio se encuentra constituida
predominantemente por anclajes de tipo simbólico, más que por
anclajes materiales. Frente a esto, la minera ha representado una fuente
de desarrollo para la población.
204
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

La energía social contra msx reside en un circuito de activistas,


a nivel estatal, paradójicamente más involucrado que los principales
afectados por los efectos socioambientales producidos por las
actividades mineras. Además del pequeño núcleo de ejidatarios, el
proceso de resistencia ha sido sostenido por organizaciones civiles
y sociales, que se han centrado principalmente en el frente jurídico
como la única instancia que queda para defender lo poco que queda
sin devastar.
Al respecto, algunos integrantes del fao consideran que la
batalla no está concluida y que, además de la lucha jurídica, las
relaciones de fuerza pueden cambiar en la medida en que los efectos
socioambientales sean más evidentes. Asimismo, su experiencia se
valora como fundamental para apoyar a otros procesos de resistencia
que han iniciado recientemente debido a los cientos de concesiones
mineras que se continúan otorgando en todo el territorio nacional.

La sociedad civil ha respondido muy lento, y a lo mejor va a responder


cuando ya esté dañada, cuando sea la afectada, pero ya la minera para
entonces va a acabar todo, nos va a dejar un problema, pero lo veo así
como que está viniendo gente de Baja California Sur, Oaxaca, Guerrero,
incluso Real de Catorce que están pidiendo asesoría y la experiencia,
entonces nos toca a nosotros, la difusión, la concientización, el
involucrarse en movimientos más globales (Ana María Alvarado,
ejidataria del fao, 2010).

205
LUCHAS POR LO COMÚN

Agrupación Un Salto de Vida: hacer comunidad es reproducir la vida

“El agua antigua de la que hablan los viejos, el agua clara, dadora
de vida, sombra cobijadora de los pobres bien comidos, proveedora
de pobreza benévola, esa agua se fue, la mandaron al silencio, la
mataron, unos pocos tuvieron una ocurrencia dolorosa... la conta-
minaron, como ven, ya no existe. Hoy el agua de nuestros pueblos
representa el miedo a enfermarse, representa la muerte no elegida,
representa el uso destructivo del territorio, la usura de los bienes
comunes, representa la transparencia de la corrupción, representa
la desesperanza, la ganancia inmediata, el dominio, la devastación
impuesta, la injusticia, representa el paso de la sociedad antigua civi-
lizada, a una sociedad moderna bárbara, representa la ausencia de
la palabra “no matarás, y un largo etcétera”.
Agrupación Un Salto de Vida
Fragmento del texto presentado en el Foro
Alternativo Mundial del Agua, 2009

La Agrupación Un Salto de Vida es una organización comunitaria de


vecinos del municipio de El Salto, de la zona metropolitana de Guada-
lajara en Jalisco, que se reúnen desde mediados de 2005 para emprender
acciones contra los efectos a la salud y los daños ambientales que la
contaminación del río Santiago ha venido generando en los ecosistemas
y poblaciones aledañas, principalmente por las desmedidas descargas
residuales e industriales arrojadas a él desde 1970.
Originalmente, el río Santiago nacía en el Lago de Chapala, el más
grande de todo el territorio nacional que, a su vez, es alimentado por el
río Lerma, que nace en el Estado de México y cruza por las montañas
de Querétaro, Guanajuato, Michoacán, llegando a Jalisco. No obstante,
a partir de 2005 se construyó un dique para que el río Santiago ya no
iniciara en la Laguna de Chapala, y fluyera directamente por el río Zula,
pasando por Ocotlán y los municipios de Juanacatlán y El Salto, hasta
desembocar en el Océano Pacífico, cerca de San Blas, Nayarit. Desde
1956 este afluente cubre entre 70% y 80% de las necesidades hídricas
de la zona conurbada de Guadalajara (zcg), aunque actualmente está
lejos de hacerlo, debido a que sus aguas ya no son aptas para el consumo
humano, ni siquiera para usos agrícolas (Martínez y Hernández, 2009:
711-712). De hecho, los ríos Lerma-Santiago y Atoyac, de Puebla y
Tlaxcala, son los dos ríos más contaminados de todo el territorio
nacional (Greenpeace, 2012a: 5).
El Salto se localiza a una distancia de 35 kilómetros al sur de la

206
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

ciudad de Guadalajara y tiene 138 226 habitantes; colinda con Juanaca-


tlán, cuya población es de 13 218 habitantes. En la cabecera municipal
de El Salto se concentran 21 644 personas y en la de Juanacatlán 9 133
(inegi, 2010). Ambas poblaciones son las más expuestas a la conta-
minación, debido a que la mayoría de los asentamientos se ubica
en los márgenes del río o máximo a 5 kilómetros de distancia del
mismo. Aunado a la cercanía, entre estos dos municipios se encuentra
la cascada del río Santiago, que por la presión de la caída del agua
provoca que se agiten, dispersen y aerolicen gases tóxicos, como ácido
sulfhídrico, benceno, mercurio, arsénico, cromo, plomo y furanos,
entre las poblaciones aledañas a la ribera.30 Además, se favorece la
mezcla, la descomposición de químicos y de materia orgánica, así
como reacciones que producen la conocida espuma blanca provocada
por los fosfatos, característica peculiar de ese sitio del río (Entrevista a
Laura Ortega, bióloga de la unam, 2012).
Hace muchos años, esa cascada o salto del agua era conocida como
“el Niágara mexicano” por su belleza y abundante biodiversidad de
flora y fauna.31 Durante décadas fue un centro de atracción turística y
de práctica de deportes acuáticos. Algunos de los habitantes trabajaban
en la famosa fábrica Textil Manufacturera Río Grande, instalada ahí a
principios del siglo xx, o se dedicaban a la pesca, a la agricultura o
la ganadería. Cuesta abajo de la cascada había barrancas con fértiles
praderas de árboles frutales.

El río Santiago era caudaloso y limpio, llevaba consigo una preciosa


carga de vida y recreación. Los niños, jóvenes y adultos pasaban buena
parte de su vida en él; las señoras acostumbraban lavar en sus aguas
llevando consigo a sus pequeños, los cuales a muy temprana edad
aprendían a nadar (McCulligh, Páez y Moya, 2007: 5).
30
Un material informativo producido por la Agrupación Un Salto de Vida señala:
“Los pobladores de las cabeceras municipales ya reconocemos los distintos olores:
si el viento sopla del norte es basura, del sur es olor a huevo podrido, es decir, es
el río cuando ventea del oeste, entonces es de fábricas o del incinerador” (Agrupa-
ción Un Salto de Vida, 2009).
31
“Antes de la crisis ambiental, existían en el Santiago diversas especies de fauna,
tales como bagres, pescado blanco, boquinetes, carpas, culebras de agua, víboras,
sapos, ranas, tortugas, patos migratorios, tlacuaches, armadillos. Actualmente no
se puede observar la existencia de vida, más allá de algunas bacterias e insectos,
en esta sección del río. Así, también diversas variedades de flora (plantas y árboles
ribereños) se han ido secando con el paso de los años” (McCulligh, Páez y Moya,
2007: 13).

207
LUCHAS POR LO COMÚN

Este río fue la base del asentamiento de varias poblaciones que da-
rían origen a los municipios que hoy conocemos como El Salto y Jua-
nacatlán. A finales del siglo xix se instaló la presa hidroeléctrica más
grande del país y la primera en América Latina, que buscó aprovechar
la caída del agua de la cascada para generar electricidad y abastecer
a la importante industria Textil Manufacturera Río Grande, después
denominada Nunatex, ahí asentada. Esta iniciativa fue crucial para
la posterior instalación de uno de los corredores industriales más
grandes y contaminantes de todo el país. A finales de los sesenta, éste
se estableció en la ribera del río Santiago para aprovechar los abundan-
tes recursos hídricos de la región,32 en el contexto del desarrollo in-
dustrial nacional, y específicamente, por la decisión del presidente
Luis Echeverría, quien ordenó el traslado del corredor industrial de la
ciudad de México a esa zona. Este impulso inicial de industrialización
fue propiciando un desordenado proceso de urbanización, provocado
por la alta demanda de fuerza laboral, los flujos migratorios de otras
regiones en busca de trabajo, y la insuficiente infraestructura de ser-
vicios para cubrir las necesidades de los nuevos habitantes.
Sumado a esto, las facilidades otorgadas por los gobiernos en tur-
no han sido decisivas para favorecer los procesos de acumulación
en manos del capital privado, a través de la modificación de marcos
regulatorios para atraer las inversiones y garantizarles plena seguridad
jurídica, otorgamiento de beneficios fiscales y comerciales, y el esta-
blecimiento de sistemas laxos de control y regulación ambiental.33
Desde 1990 a la fecha, la contaminación ambiental de la zona de
Juanacatlán, El Salto y otros municipios río abajo, como Tolototlán y
Puente Grande, se ha ido exacerbando hasta llegar a niveles intolera-
bles, por las aguas provenientes de residuos municipales; de las acti-
vidades productivas de las industrias; y de los desechos y lixiviados34
32
Esto sucedió a raíz del decreto municipal que en 1965 aprobó la vocación indus-
trial de El Salto (Agrupación Un Salto de Vida A.C., Periódico informativo sobre
la problemática del río Santiago, 2009). Se reconoce que, en 1965, a partir de la
instalación de la empresa Ciba-Geigy, dedicada a la producción de insumos para
agricultura y veterinaria, muchos pobladores comienzan a identificar la pérdida
del río, “se cuenta cómo, después de establecerse la fábrica, corría el río de colores:
rojo, morado, etc.” (McCulligh, Páez y Moya, 2007: 15).
33
Es hasta 1988 que se aprueba la primera ley en materia ambiental; antes no exis-
tía ninguna normatividad para controlar los impactos de las descargas industriales
(ibid.: 16).
34
Líquidos que contienen altas concentraciones de metales pesados y sustancias
tóxicas producidos por la descomposición de la basura.
208
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

almacenados en el basurero municipal de la zona. En suma, se enfren-


tan todas las fuentes posibles de contaminación de los recursos hí-
dricos, el aire y el suelo, por humos y residuos sólidos peligrosos,
además de la alta exposición a accidentes y contingencias industriales.

Una noche, hará poco más de 30 años, un olor horrible invadió al


pueblo entero. Al día siguiente, el río llevaba una carga de muerte:
miles de peces flotaban sin vida en sus aguas. Desde entonces ese olor
nos invade con mucha frecuencia. Hay noches, como es tan fuerte la
pestilencia, que tenemos que levantarnos a tapar con toallas mojadas
las hendiduras de puertas y ventanas para que no penetre (citado en
McCulligh, Páez y Moya, 2007: 11).

En un estudio realizado a las aguas del río Santiago desde El Vado,


localidad de Atotonilquillo, municipio de Chapala, hasta el salto de
Juanacatlán, presentado en el informe Mártires del río Santiago, se in-
dicó que

las aguas analizadas en todos los puntos de la cuenca se encuentran


fuera, de cuando menos uno, de los límites permitidos para conside-
rarlas adecuadas a los usos en riego, contacto directo o indirecto con
personas o animales. Constituyen además un foco de exposición y
riesgo químico (ácido sulfhídrico) y bacteriológico (coliformes) a per-
sonas y animales (ibid.: 21).

Entre los diferentes afluentes que llegan al río Santiago, la entrada co-
nocida como Cárcamo de la Huizachera descarga aproximadamente
815 litros por segundo de aguas residuales municipales generadas en
casas, lugares de trabajo y lugares públicos (ibid.: 12). A esto se suman
las aguas crudas sin ningún tipo de tratamiento, provenientes de la
parte sur de la zona conurbana de Guadalajara a través del Arroyo Seco,
y las descargas de las presas Las Pintas y El Ahogado.35 Este tipo de
descargas genera contaminantes biológicos e infecciosos que contienen
35
Cabe mencionar que las cuencas del Arroyo Seco y de El Ahogado son de las más
contaminadas en la región. Tienen una superficie aproximada de 51 800 hectáreas,
y abarcan los municipios de El Salto, Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque y, princi-
palmente, Zapopan y Tonalá. Actualmente, albergan importantes centros de pobla-
ción, pequeñas localidades, así como zonas dedicadas a la agricultura, ganadería y
de neta vocación industrial. La población actual de las cuencas se estima en alrede-
dor de 695 000 habitantes (Secretaría de Desarrollo Rural del Gobierno de Jalisco,
2008). En estas mismas cuencas existen más de diez parques y zonas industriales.

209
LUCHAS POR LO COMÚN

sustancias tóxicas, como solventes, presentes en algunos productos de


limpieza, o disruptores hormonales, que producen alteraciones en las
funciones hormonales de los seres vivos, los cuales se liberan al lavar
la ropa, entre otras actividades (Greenpeace, 2012a: 4).
Las industrias que descargan sus desechos en el río se ubican prin-
cipalmente en cinco zonas: la ciudad de Ocotlán; el corredor industrial
que inicia en el Parque Industrial Guadalajara y continúa por la carre-
tera El Salto-La Capilla; el corredor instalado a lo largo del Anillo Peri-
férico Sur de la zona metropolitana de Guadalajara; el Parque Industrial
de la Cámara de la Industria Metálica de Guadalajara (cimeg) en la
carretera a El Castillo; y el Aeropuerto Internacional de Guadalajara.
De acuerdo al Inventario de Descargas en el Estado de Jalisco de
la Comisión Nacional del Agua, en la zona se han identificado 280
industrias, las cuales pertenecen a los ramos agropecuario, farmacéutico,
químico, de alimentos y bebidas, textil, y de papel. De éstas, 266 vierten
sus desechos directamente en el río Santiago, encontrándose entre
las mismas: Celanese Mexicana, Ciba Especialidades Químicas, ibm
de México, Compañía Nestlé, Industrias Ocotlán y Harinera de Maíz
Jalisco (imdec, 2009: 39-40). Robles sostiene que, además, existen 80
fundidoras clandestinas que también vierten sus desechos en el río
(Robles, 2007: 4). Y, por si fuera poco, a esto se agrega el riesgo que
representa el Centro de Distribución Regional de Pemex, localizado
en esa misma zona.
La mayoría de las industrias no cuenta con plantas de tratamiento y
las que sí las tienen no cumplen a cabalidad con la norma de desechos.
En este sentido, los desechos de las industrias contienen una serie de
sustancias tóxicas como Compuestos Orgánicos Persistentes (cop) o
Volátiles (voc) y metales pesados. Algunas de estas sustancias pueden
causar disrupciones hormonales, afectaciones al desarrollo del feto
o cáncer. En la mayoría de los casos existen sustancias inocuas alter-
nativas. Y es que, de los cientos de sustancias tóxicas vertidas a los ríos,
solamente una docena están reguladas (Greenpeace, 2012a: 4,5). A
este respecto, los estudios técnicos de la Comisión Nacional del Agua
(Conagua) señalan que las descargas industriales generan 340% más
contaminación que las aguas residuales municipales, siendo responsa-
bles de verter sustancias mucho más tóxicas para los seres vivos y
mucho más persistentes en el ambiente y (Greenpeace, 2012a: 5).
Otro factor de contaminación es el basurero Los Laureles, loca-
lizado en el municipio de Tonalá, el cual recibe 4 000 toneladas diarias

210
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

de desechos de Guadalajara, Tonalá, Tlajomulco de Zúñiga, El Salto y


Juanacatlán. Desde 1994 éste fue concesionado a la empresa Caabsa
Eagle S.A. de C.V., que lo ha gestionado de manera ineficiente y sin
control alguno, dejando que los lixiviados fluyan hacia el río o queden
expuestos a cielo abierto (Agrupación Un Salto de Vida, 2009).
Por otro lado, la creciente urbanización, producida en buena
medida por el despojo y la compra de tierras ejidales a partir de la
reforma constitucional al Artículo 27, ha ocasionado que el capital
inmobiliario esté expandiendo toda clase de asentamientos en esa
zona, caracterizada por sus terrenos planos, altamente atractivos para
que la ciudad de Guadalajara y su área metropolitana puedan seguir
creciendo. Se trata de “asentamientos irregulares, fraccionamientos,
unidades habitacionales de altísimos precios, utilizando terrenos
inapropiados, algunos inundables, otros rellenados con basura, sin
considerar cauces y canales, y en vecindad con industrias peligrosas o
basureros tóxicos” (Agrupación Un Salto de Vida, 2009).
Como resultado de estos factores, el afluente del río viene cargado
de altas concentraciones de químicos que, de manera evidente, afectan
profundamente la salud humana, animal y vegetal de la zona. En 1985,
los habitantes recuerdan que fue la última vez que se vieron peces
en el río, lo cual se acompañó con un incremento de la incidencia
de varios padecimientos, entre los que se incluyen leucemia, abortos
espontáneos, conjuntivitis, dermatitis, daños en las vías respiratorias y
malformaciones congénitas. “En El Salto y Juanacatlán todos conocen
a una persona que vive con una enfermedad crónico-degenerativa o
que murió repentinamente” (Robles, 2007: 4).
Entre las primeras acciones organizadas por la Agrupación Un
Salto de Vida se encuentra una denuncia pública contra el basurero
Los Laureles, realizada en noviembre de 2007. Este hecho detonó una
serie de reuniones públicas con la Secretaría del Medio Ambiente
del Estado y con el gobierno estatal. Este proceso de movilización y
denuncia se dinamizó, catalizando el 26 de enero de 2008, cuando el
niño Miguel Ángel López Rocha cayó al río Santiago, muriendo días
más tarde. Su historial médico indica que la causa de la muerte fue
intoxicación por arsénico.
Este suceso produjo un profundo sentimiento de indignación en la
población, provocando que casi 3 000 personas de los municipios de
El Salto, Juanacatlán y Puente Grande se movilizaran para entregar al
gobernador un pliego petitorio en el que se exigían nueve puntos:

211
LUCHAS POR LO COMÚN

1) La declaración de zona de emergencia ambiental y atención extraor-


dinaria en materia de salud; 2) Que en lugar de las dos macroplantas de
saneamiento cada municipio se haga cargo del tratamiento de sus aguas
residuales domésticas; 3) Que cada empresa se haga cargo del trata-
miento de sus descargas; 4) Transparencia en el inventario completo de
los volúmenes de agua extraída y descargas; 5) Exigencia de medidas
sanitarias e información sobre los riesgos para la salud que produce el
río, una red de monitoreo del aire que cotidianamente informe sobre
la calidad del mismo, construcción de un hospital, atención médica y
tratamiento inmediato a las personas que actualmente ya son afectadas;
6) Cancelación del permiso por 25 años más para el vertedero Los
Laureles y que éste cubra las indemnizaciones correspondientes por
afectaciones a la salud; 7) Suspensión de autorizaciones y permisos de
construcción de zonas habitacionales, industriales, comerciales y de ser-
vicios en la zona; 8) Declaración de área natural protegida a la serranía
que abarca parte de los municipios de El Salto, Juanacatlán, Tonalá, Za-
potlán del Rey, Zapotlanejo y Atotonilco, 9) Un diálogo público para la
definición de la agenda y soluciones a los problemas. ‘Y sobre todo el
reclamo de las decisiones unilaterales, que finalmente sólo sirven para
que sigan haciendo negocios con obras y proyectos que no resuelven
nada’ (Pobladores de El Salto, Juanacatlán y Puente Grande, 2008).

A pesar de que este hecho incidió en que la problemática de la conta-


minación del río se posicionara ante la opinión pública local y estatal,
hasta la fecha, el gobierno en sus tres niveles no reconoce la vincula-
ción entre la contaminación del río y los problemas del medio ambien-
te y de la salud de los habitantes, incluida la muerte del menor. A este
respecto, en el informe Mártires del río Santiago se señala que “estable-
cer científicamente una relación causa-efecto entre las enfermedades y
la contaminación del río, especialmente entre las enfermedades multi-
factoriales como el cáncer, requiere de estudios epidemiológicos cos-
tosos y de larga duración” (McCulligh, Páez y Moya, 2007: 27).
A partir de este conjunto de problemáticas, del progresivo deterioro
ambiental y del creciente deterioro de la salud pública, los habitantes
de los municipios de El Salto y Juanacatlán se han agrupado en diversas
organizaciones sociales y civiles para exigir el saneamiento integral
del río; la atención a la salud de las personas afectadas; la reparación
de los daños ambientales y sociales ocasionados por las industrias;
y para señalar la omisión y la complicidad de las autoridades con
los intereses empresariales. Algunas de estas organizaciones son el

212
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Instituto de Valores Integrales y Desarrollo Ambiental A.C. (vida) de


Juanacatlán; el Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto; y
la Agrupación Un Salto de Vida A.C.
Dichas organizaciones han desarrollado múltiples acciones de mo-
vilización, presión, denuncia, investigación y difusión, han establecido
interlocución con autoridades municipales, estatales y federales, han
elaborado propuestas de saneamiento integral y de atención a la salud,
se han articulado con otras organizaciones que trabajan en la defensa
de los derechos humanos y el manejo sustentable del agua en el ámbito
nacional e internacional. En particular, en esta investigación profun-
dizaré en el trabajo que la Agrupación Un Salto de Vida ha llevado a
cabo. En el siguiente testimonio, algunos de sus integrantes recuerdan:

En las tardes nos sentábamos a platicar, sobre todo los viejos como yo.
Pero llegó un momento en que había tantos zancudos que era impo-
sible platicar (Entrevista a Enrique Enciso, Agrupación Un Salto de
Vida, 2010).

Cuando nosotros reflexionamos con rabia, la primera vez que tuvimos


conciencia del daño a nuestro lugar, a nuestro espacio de vida, lo pri-
mero que haces es gritar, ¿no?, decir: ¿qué pasó?, y la siguiente pregunta
es: ¿quién lo hizo?, y luego: ¿quién lo va a reacomodar? (Entrevista a
Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2013).

Los primeros encuentros colectivos en la plaza pública de El Salto sir-


vieron para percibir que el sufrimiento individual que cada habitante
vivía en el ámbito privado, era colectivo, y que era una condición co-
mún que todos padecían. Siguiendo a Barreda, el sufrimiento ambien-
tal tiende a vivirse desde el ámbito individual, como angustia personal
(Barreda, s/f-c), lo que encubre la violencia del capital como problema
global y consustancial a su lógica.

‘yo estoy enfermo’, ‘nació mi niño sin pies’, ‘yo tuve abortos’, ‘mi papá
tiene Parkinson’, ‘mi mamá diabetes’, ‘mi hermana tumor’, ‘mi hijo
leucemia’, ‘mi primo insuficiencia renal’. Cuando vemos esa gran lista
frente al micrófono cuando hacíamos las asambleas, que la gente hacía
fila para tomar la voz, y que sólo quería hablar para desnudar su dolor
por primera vez en colectivo, fue como un despertar (Entrevista a
Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2013).

213
LUCHAS POR LO COMÚN

Así, ante la indignación y la necesidad de tomar cartas en el asunto,


entre las muchas ideas e iniciativas que surgieron, se buscó formalizar
un tipo de organización que, teniendo personalidad jurídica, les per-
mitiera entablar una interlocución con el gobierno y exigir la resolución
del problema.

Nosotros pensando que alguien tenía que solucionar esto, ‘pues decía-
mos que el gobierno’, por sentido común sabíamos que algo estaba mal
y que el gobierno tenía que hacer algo, en su tarugués de uno, dijimos
vamos a conformarnos, a organizarnos con un estatus jurídico para
que nos reconozcan, empezamos con el acta constitutiva, el cluni, y
nos constituimos como Agrupación Un Salto de Vida A.C. Hicimos
eso, pero te das cuenta en el caminar de que el gobierno está en otro
rollo, el gobierno no tiene en sus planes resolver (Entrevista a Enrique
Enciso, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

No obstante, después de esta primera etapa de exigencia y de ir agotan-


do los canales institucionales que tenían a la mano, se fue llegando a la
conclusión de que el gobierno no tenía la capacidad de brindar alguna
solución al problema, principalmente la Conagua y las autoridades
municipales, encargadas de vigilar el cumplimiento de las normas am-
bientales y de establecer los parámetros de descargas a aguas nacionales
y municipales. En el siguiente testimonio se refleja esta cuestión:

Ha sido una gran pérdida, esa inteligencia perversa de los empresarios


y los gobiernos sumisos y serviles aquí nos tienen. Saben que lo que
pasa es grave pero no tienen ni la menor idea de cómo resolverlo. Y
además ni les interesa. Ellos están en otro espacio, en otro rollo. Sus hi-
jos viven en Italia, hasta el funcionario de más bajo nivel gana un chin-
go (Entrevista a Enrique Enciso, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

Se trata de un problema que, desde la perspectiva de la Agrupación,


va más allá del interés y de los márgenes de decisión y resolución del
gobierno, asociado, además, a los altos niveles de corrupción y a la
relación de complicidad con las empresas contaminantes. Si la solución
al problema se encuentra en aplicar normatividades más severas para
el control de los desechos de las industrias, incluyendo la prohibición
del uso de sustancias que no han sido suficientemente estudiadas, o
incluso, la reubicación de las industrias en otro sitio, ningún gobierno
sería capaz de enfrentar las consecuencias de estas medidas, porque la

214
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

lógica estatal es parte intrínseca de la reproducción del capital o, como


ellos mismos señalan, porque “el poder político está subordinado al
poder económico”.

Todos sabemos que el daño está hecho. El gobierno niega lo más que
puede, la Secretaría de Salud se calla. Gasta millones de pesos para
demostrar que no hay riesgos, con estudios que no muestra, que sólo
anuncia. Pero no se puede defender lo indefendible. Así como va el río
lleno de mierda, así también va nuestro dinero, para demostrarnos que
todo está bien, que no nos apuremos, que esperemos pacientemente
a que algún día el gobierno arregle todo. Que si vamos a pedir algo
sea con propuestas técnicas. Es decir, nos enferman, nos venden una
medicina que no cura y encima somos nosotros quienes debemos ge-
nerar las propuestas. Y si lo hacemos nos criminalizan (Agrupación Un
Salto de Vida, 2009).

Yo sólo digo el río solo se va a limpiar, namás ya no le echen mierda.


En julio de 2008 llovió tanto el río, que arrasó con todo, la cascada se
puso súper gigante, está la muestra de que el río se limpia solo. En vein-
te años se limpia si ya no se le echa nada. Como el río es milenario,
veinte años no son nada. Para un cabrón político veinte años es una
eternidad (Entrevista a Enrique Enciso, Agrupación Un Salto de Vida,
2010).

Después de esta primera etapa de exigencia y búsqueda de diálogo con


las autoridades estatales, algunos de los integrantes de la Agrupación
decidieron integrarse como funcionarios públicos a la presidencia
municipal. Tal decisión generó profundas divisiones, debilitó el pro-
ceso organizativo y produjo una fase de repliegue en aquellos que
decidieron continuar con la oposición de manera independiente a las
instancias gubernamentales.
Posteriormente a la ruptura se decidió priorizar el trabajo de base,
escuchar lo que los vecinos pensaban, preguntar cómo se consideraba
que debía continuar la resistencia. Aunado a esto, se buscó entablar
contacto con otras organizaciones para generar vínculos y aprender de
otras formas organizativas y de otras estrategias de lucha.
Entre las diferentes articulaciones locales y regionales que se gene-
raron, se tejió un fino proceso de organización con las comunidades
ubicadas en la ribera del río que también estaban siendo afectadas,
más conocidas como “pueblos en resistencia”. Asimismo, a nivel esta-
tal, la Agrupación Un Salto de Vida ha sido clave para impulsar la
215
LUCHAS POR LO COMÚN

Asamblea Regional de Afectados Ambientales, en la que participan


organizaciones principalmente de Jalisco, en coordinación con la
Asamblea Nacional de Afectados Ambientales. Como parte de este
proceso, en mayo de 2009 El Salto recibió la cuarta versión de la Asam-
blea Nacional de Afectados Ambientales, encuentro comunitario para
la construcción de la autonomía y la solución de los problemas, en el
cual se consideró que el proceso organizativo que nacionalmente se
venía construyendo había crecido significativamente. A nivel local, la
realización de dicha asamblea fortaleció el trabajo de la Agrupación.
A este conjunto de iniciativas, en 2006 se sumó la visita del Delegado
Cero a El Salto, en el marco del recorrido de La Otra Campaña, en
la que se abordaron los conflictos socioambientales de la región,
principalmente de El Salto y de Mezcala; pero también los conflictos
obreros, principalmente en lo concerniente a la lucha de la Sociedad
Cooperativa de Trabajadores Democráticos de Occidente (Tradoc),
antes Sindicato Nacional Revolucionario de Trabajadores de Euzkadi,
fábrica ubicada precisamente en el corredor industrial de El Salto.
Paralelamente, como parte del trabajo de vinculación y visibilidad
se acudió –junto con otras agrupaciones locales y organizaciones no
gubernamentales de Jalisco– ante diversas instancias de presión e inci-
dencia para la resolución del conflicto. En 2004, se presentó el caso a
la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte del tlc;
en 2006, se acudió a una reunión pública con el Visitador de Derechos
Humanos de Jalisco, lo que contribuyó a que se trasladara la denuncia
a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh) y a que en 2007
dicha instancia realizara una visita a El Salto, junto con la Comisión
Nacional del Agua (Conagua), la Comisión Estatal del Agua (cea) y la
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa); en 2007 se
logró presentar el caso ante la audiencia del Tribunal Latinoamericano
del Agua36 realizada en Guadalajara, la cual resolvió “responsabilizar a
36
El Tribunal Latinoamericano del Agua es una instancia internacional de natu-
raleza ética, autónoma e independiente, de justicia ambiental, creada con el fin de
contribuir a la solución de controversias relacionadas con los sistemas hídricos en
América Latina. Es una plataforma de justicia alternativa que suma sus esfuerzos
a los que realizan diferentes ciudadanos en otras instancias, administrativas o ju-
diciales, para contribuir a la búsqueda de soluciones a las problemáticas hídricas
que afectan a las y los latinoamericanos. Una de sus prioridades es garantizar el
aprovechamiento del agua como derecho humano para el disfrute de las genera-
ciones actuales y futuras. La legitimidad de este tribunal deriva tanto del carácter
moral de sus resoluciones, como del fundamento jurídico en que se basan. Los

216
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

las autoridades, en los tres niveles de gobierno por el alarmante dete-


rioro del río y por las repercusiones sobre las condiciones de salud de
la población (imdec, 2009: 43); en 2012, se participó en el Foro Al-
ternativo Mundial del Agua (fame), en Francia, y nuevamente, en el
Tribunal Latinoamericano del Agua en Argentina, en el marco de la
denuncia contra el Estado mexicano por la destrucción del sistema
hídrico nacional, así como en el Tribunal Permanente de los Pueblos
que, por primera vez, sesionó en México.37
La presentación de su caso en diferentes audiencias e instancias ha
coadyuvado a la elaboración de un prolijo diagnóstico sobre la comple-
ja problemática de contaminación y devastación ambiental, así como a
la articulación de un saber contra-experto en el que han ido esgrimien-
do y detallando los argumentos del rechazo y de la resistencia popular.38
convenios, declaraciones y tratados internacionales sobre protección del ambiente
son prioritarios en el accionar de esta instancia. Desde su fundación en 1998, el
tla ha celebrado cinco audiencias de juzgamiento en el ámbito latinoamericano:
dos de ellas en San José de Costa Rica (agosto, 2000 y marzo, 2004), otra en Méx-
ico Distrito Federal (marzo, 2006), una en Guadalajara (octubre, 2007) y la última
en Guatemala (septiembre, 2008), además de la audiencia en Estambul en marzo
de 2009. A la fecha, el Tribunal Latinoamericano del Agua ha acogido 58 casos y
ha atendido más de 250 consultas. Para mayor información: <http://www.tragua.
com/>
37
El tpp es un tribunal ético internacional de carácter no gubernamental que,
como tal, examina las causas de violación de los derechos fundamentales de los
pueblos, denunciando ante la opinión pública internacional a los autores de dichas
violaciones. Está conformado por múltiples personalidades de reconocida autori-
dad moral provenientes de diversos países, disciplinas y horizontes ideológicos.En
enero de 2010, un grupo de organizaciones sociales y particulares convocaron a la
realización de un tpp capítulo México con la finalidad de impulsar la organización
y la realización de un amplio e incluyente proceso de organización social y civil,
nacional e internacional. El capítulo México del tpp ha identificado al conjunto de
los tratados de libre comercio firmados por el gobierno de México como la causa
fundamental del deterioro estructural de la calidad de la vida económica, social,
ambiental, política, cultural e institucional que viene ocurriendo en el país de for-
ma cada vez más acelerada desde hace veinte años. De ahí que el tema central que
habrá de organizar y dar nombre a todos los trabajos del Capítulo México del tpp
sea el de Libre Comercio, Guerra Sucia, Impunidad y Derechos de los pueblos.
Este tema general se desglosa en varias temáticas particulares atendidas mediante
siete audiencias temáticas específicas: feminicidios, migración, maíz y vida rural,
ambiental, laboral, medios de comunicación, guerra sucia-violencia y derechos
humanos. Para mayor información véase: <http://www.tppmexico.org/>
38
Uno de los trabajos más importantes en este sentido, es el informe Mártires del
río Santiago: información sobre las violaciones al derecho a la salud y a un medio

217
LUCHAS POR LO COMÚN

A través de investigaciones elaboradas por la misma gente con el apoyo


de ong y de algunos investigadores y especialistas, y fundamentalmen-
te a partir de la propia experiencia construida, se ha llegado a la con-
clusión de que la causa más importante es el tipo de desarrollo que
se implantó en El Salto, principalmente a partir de la instalación del
corredor industrial en la ribera del río. Esto es confirmado por una
investigación realizada entre 2008 y 2011 por el Instituto Mexicano de
Tecnología del Agua (imta) —hallada y revelada públicamente por
Greenpeace en 2012—, que demuestra que se encontró un total de 1090
sustancias químicas en el río Santiago, entre ellas, sobre todo Com-
puestos Orgánicos Semivolátiles (cosv) y Volátiles (cov). Como es
bien sabido, algunas de estas sustancias son altamente tóxicas, como
los ftalatos (disruptores hormonales), los fenoles (compuestos que
afectan el desarrollo neuronal), el tolueno (cancerígeno) y retardantes
de flama (cancerígenos y disruptores hormonales), entre otras (Green-
peace, 2012b: 4).
El estudio del imta, pagado por la Comisión Estatal del Agua de
Jalisco, señala que la mayoría de las sustancias químicas encontradas
son de origen industrial, lo que en resumidas cuentas confirma que la
industria es el mayor problema: “En general, se concluye que las des-
cargas industriales resultaron más contaminantes que las descargas
municipales, ya que del 87 a 94% de las industrias incumplen en al
menos uno de los parámetros de la nom 001-Semarnat-1996” (ibid.,
2012b: 6). Frente a esto, la Agrupación Un Salto de Vida declaró:

las autoridades estaban enteradas de la contaminación y de las


afectaciones generadas por este desastre ambiental en la cuenca del
río Santiago y escondieron esta información. Sabían que hay cientos
de tóxicos en el río y quiénes son los contaminadores que descargan
en la cuenca. Además, sabían que la gente está en una situación de
riesgo permanente y no hicieron nada para remediarlo. Este estudio
demuestra que las autoridades nos han mentido, que no les preocupa
la salud de las poblaciones y que las acciones de remediación que están
desarrollando no están a la altura del problema (ibid., 2012b).

Aunado a esto, a través del apoyo de algunos especialistas y, reciente-


mente, de Greenpeace en colaboración con la Facultad de Ciencias de
ambiente sano en Juanacatlán y El Salto, Jalisco, elaborado por el Instituto Mexica-
no para el Desarrollo Comunitario (imdec) y el Instituto de Valores Integrales y
Desarrollo Ambiental (vida a.c.).

218
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

la unam, Un Salto de Vida ha logrado impulsar un proyecto para la


realización de un análisis histórico de mucha de la información que se
ha venido produciendo sobre la contaminación de la zona, mostrando
las interconexiones que existen entre la calidad del agua, la salud hu-
mana y localización de industrias y descargas (Entrevista a Laura Or-
tega, 2012).
A estas investigaciones se ha sumado el impulso de la Campaña
Internacional Detox, que exige que las grandes marcas del sector textil
se comprometan a tener procesos de producción que no generen
contaminación del agua, y de la Campaña Ríos Tóxicos de Geenpeace,
a través de la cual se ha denunciado la contaminación de los ríos de
México, entre los cuales se encuentra el Santiago. En el marco de esta
campaña se generó una alianza con la Agrupación Un Salto de Vida,
que ayudó a visibilizar ampliamente el problema, al tiempo que se dio
cobertura a la familia Enciso con la producción de materiales, como el
documental Un Salto de Vida.39 Dichas acciones han resultado favora-
bles para afrontar las amenazas recibidas por algunos de sus integran-
tes debido a la labor que hacen en la zona, y el ambiente de hostigamien-
to y criminalización que en general enfrenta la Agrupación.
Una de las acciones más importantes, realizada con el objetivo de
visibilizar el problema de contaminación, es el conocido “Tour del
Horror”, mediante el que se hace un recorrido a los visitantes a fin de
que conozcan diversos puntos del río en los cuales se evidencian las
descargas industriales y los puntos más contaminantes. Sin lugar a
dudas, las decenas de recorridos que la agrupación ha efectuado, han
contribuido a propagar y difundir la problemática, testimoniando el
terrible problema de devastación que aqueja a la población y que se ha
venido acrecentando durante los últimos años.
Y es que, antes de que el giro predominante de las actividades de El
Salto fuera el industrial, había una economía local que garantizaba la
subsistencia diaria de los habitantes de forma más o menos autónoma.
Sin embargo, con la llegada de las industrias, la gente abandonó las
actividades agrícolas, de pesca y de ganadería para sumarse a las filas
del trabajo asalariado.

Nosotros aquí sembrábamos, empezamos a crecer y se empezaron a


asentar industrias, mucho trabajo, y todos volteamos hacia las indus-
39
Para ver el promocional del video: <http://www.greenpeace.org/mexico/es/No-
ticias/2012/Noviembre/Un-rio-toxico-comunidades-afectadas-una-familia-que-
lucha/>
219
LUCHAS POR LO COMÚN

trias. Las industrias llegaron con una cosa, que no es justificación; el


sentir que los cabrones vinieron a quitarle un dulce a un niño, desma-
draron el territorio, mataron los peces, secaron los mangos, los mem-
brillos, los duraznos, cosas que teníamos antes sin ningún costo. Como
yo les decía la comida corría por las banquetas, porque los mangos se
caían y se tapizaba el suelo. Nosotros acostumbrados a ganar 10 pesos
por día y en las industrias pagaban 28 o 100 pesos (Entrevista a En-
rique Enciso, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

La implantación y expansión de la economía de mercado implicó la se-


paración de las personas de la naturaleza, incluido el río, destruyendo
sus capacidades para autogenerarse las condiciones materiales necesa-
rias para la reproducción, y generándoles heteronomía con respecto a
su hacer. Ahora tienen que comprar lo que antes era gratis y enfrentar la
destrucción de todos los bienes que antes eran comunes y garantizaban
el sustento.

Le dimos la vuelta al campo y al río que de ahí comíamos gratis para


ir a ganar dinero y comer [...] porque nosotros éramos pobres pero no
recuerdo que hayamos tenido hambre (Entrevista a Enrique Enciso,
Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

De este modo, los recursos naturales fueron desviados e integrados ha-


cia la lógica de la acumulación del capital y no hacia el sustento directo
de las personas. Ciertamente, la experiencia de industrialización que
se vivió en El Salto es parte del proceso de acumulación originaria o
primitiva que generó la separación entre productores y medios de pro-
ducción. Si bien en el Salto no hubo expulsión de su territorio, sino
integración a un modelo de producción industrial, la tierra y el trabajo
quedaron separados.
En El Salto vemos cómo justamente los pueblos vivieron la transi-
ción de una forma autónoma de sustento hacia una relación centrada en
el trabajo asalariado con el desarrollo industrial de la zona. Siguiendo
a Shiva, el auge del capitalismo remplazó así, las economías dirigidas
por los productores hacia las economías dirigidas por el capital (Shiva,
2006: 63).

Nos fuimos a trabajar a una empresa, y pues bien chido, era un dineral,
nosotros no nacimos para ser banqueros, veníamos del campo, nos
volvimos locos con tanto dinero, nos fuimos al vicio, nos fuimos al
desmadre, y yo les decía ‘ganamos un chingo de dinero, pero díganme
220
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

tres millonarios que trabajan en la empresa’, y nos veíamos todos,


todos rentábamos casa, pero ni cuenta en el banco [...] Esa seguridad
vital que escogimos, nos salió muy cara, porque la libertad estaba acá.
Ahora estamos aquí, ya no trabajamos en las empresas, no tenemos los
dineros, no tenemos seguridad vital, no tenemos libertad arriesgada.
Y ahora en este momento ya estamos como en un punto que estamos
a punto de ser leña, con una muerte que no hemos elegido, nos la han
impuesto los cabrones (Entrevista a Enrique Enciso, Agrupación Un
Salto de Vida, 2010).

El origen industrial y el proceso de proletarización junto con la com-


bativa historia de organización obrera que ha caracterizado al Salto, a
simple vista ha negado y desvanecido los recuerdos de la austeridad y
suficiencia del buen vivir local y economía de sustento de las comu-
nidades originales. Sin embargo, el trabajo que la Agrupación realiza
en torno a la recuperación histórica de la vida del río, evidencia que se
trata de una memoria viva y subversiva ante el olvido y la resignación.

yo creo que la primera relación con el río fue a través de la historia y


de la historia no documentada, de la historia que estamos tratando de
recuperar, de la historia reclamada [...] la historia no documentada,
la historia contada por los viejos y por los no tan viejos que todavía
gozaron el río, es lo que nos hizo entrar en esa dinámica de querer
reconstituir lo perdido (Entrevista a Graciela González, Agrupación
Un Salto de Vida, 2013).

El desarrollo industrial de El Salto produce una fuerte trama de con-


tradicciones; la fuente de ingresos monetarios que los trabajadores
asalariados obtienen para la subsistencia de sus familias, es al mismo
tiempo la causa de la devastación y afectación ambiental de la comuni-
dad. Las organizaciones sindicales que luchan por un trabajo digno y
mejores condiciones laborales, son al mismo tiempo movimientos que
excluyen otro tipo de demandas, como son las relacionadas a la resolu-
ción de las problemáticas ambientales que se enfrentan en el territorio.
Un caso ilustrativo es la Cooperativa de Trabajadores Democráticos
de Occidente-Sindicato Euskadi, reconocida por su larga trayectoria
de lucha por lograr la recuperación de la empresa trasnacional Conti-
nental Tires bajo un esquema de autogestión obrero, pero que se ha
mantenido al margen de la resistencia socioambiental (Entrevista a
Jorge Regalado, profesor de la udg, 2010).

221
LUCHAS POR LO COMÚN

Esto no quiere decir que todos los trabajadores sean indiferentes a


la problemática; por el contrario existe un interés por involucrarse en el
ámbito individual y comunitario. De hecho, ocurre que muchos de ellos
logran identificar que el desarrollo industrial es la causa más importan-
te de la degradación ambiental y comienzan a valorar lo perdido. En
buena medida, la lucha contra la contaminación del río Santiago, con-
fronta abiertamente los efectos destructivos del desarrollo industrial,
tratando de desmantelar la idea de que la situación de desastre ambien-
tal que se vive haya sido ocasionada por una mera externalidad.
Hasta aquí las formas económicas del despojo en El Salto han sido
posibles por un proceso de acumulación originaria, así como la reite-
ración de ésta a través de la reproducción ampliada del capital, a través
de un proceso expansivo e intensivo de expropiación del excedente
convertido en plusvalor. Este esquema de reproducción del capital ha
generado condiciones precarias y miserables de vida, debido a que
a pesar de que muchos de los habitantes siguen siendo trabajadores
asalariados, las fuentes de ingreso no son suficientes para vivir, ni para
solventar los gastos de salud por las enfermedades que padecen.
Por otra parte, la abstracción del hacer a través de las formas eco-
nómicas del despojo ha implicado la enajenación de la autodetermina-
ción social, así como de la capacidad de decisión y conducción de la
cosa pública. Frente a esto, la recomposición comunitaria de la lucha
contra el despojo ha implicado la reapropiación de lo político en manos
de la gente, en distancia con la política partidista o estatal.

la política sí, pero no la partidista. Se necesita una nueva política de


las comunidades, más democrática. Pero no que nosotros tengamos
el poder, sino que la gente lo tenga. La política absorbe a la gente y no
se puede mover. Yo no veo que haya que meterse a la política, sino es
un construir desde abajo, un nuevo empezar. Este trabajo es de largo
aliento, los árboles que sembremos ahorita, los frutos se los comerán la
siguiente generación, va a pasar mucho tiempo. Es un eterno construir
desde abajo. Con los partidos ni pensarlo (Entrevista a Graciela Gon-
zález, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

En ese sentido, es de resaltar el proceso de autorganización de los


propios jóvenes de El Salto, hecho que ha proporcionado nuevas y
renovadas fuerzas para revitalizar y continuar los trabajos al interior
de la comunidad. Como parte de las iniciativas impulsadas, se
recuperó una casa abandonada para construir un centro social de

222
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

trabajo comunitario llamado Ondina. Otra iniciativa que sobresale es


el ya conocido Festival por un Ambiente Sano que, año con año, desde
2009 llevan a cabo en la plaza principal de El Salto para difundir la
problemática del río a través de un conjunto de actividades culturales
orientadas a vincularse con el resto de la población, incluidos los niños.
Por otro lado, destaca el trabajo de denuncia que la Agrupación ha
realizado frente a la urbanización, principalmente de casas de interés
social, que está detonándose en El Salto comandada por el capital
inmobiliario, debido a que con ello está aumentando la contaminación
por desechos, pero también el número de personas expuestas a los
daños. Situación que se complejiza en tanto la gente que llega a vivir
a El Salto para alquilar o comprar una casa de interés social muestra
una relación de indiferencia o inmovilidad frente al problema de la
contaminación.
Así, al tiempo que trata de visibilizar las problemáticas de devas-
tación socioambiental, la Agrupación ha buscado impulsar al interior
de la localidad el rescate de la memoria comunitaria y su historia con
el río. Se trata de que la gente mayor de cuarenta años, que nació y
continúa viviendo ahí, pueda transmitir a las nuevas generaciones sus
propios recuerdos de cómo era el río. A este respecto, un fragmento
del texto que la Agrupación Un Salto de Vida presentó en el Foro
Alternativo Mundial del Agua:

Lo llamaban el Chignahuapan palabra nahua, que significa sobre nueve


corrientes, también dicen que su nombre lo sacaron del inframundo,
de abajo, del país de los muertos, El Mictlán con sus nueve infiernos,
uno de estos infiernos le dio nombre al gran río Chignahuapan,
cuando llegaron los conquistadores a nuestro estado Jalisco, en el occi-
dente de México, lo bautizaron en esta parte como el Río Grande de
Santiago, cuando íbamos a talón pelado a la escuela de chicos, se lla-
maba río Lerma-Santiago, ahora sólo le nombran Santiago. Sus 1 281
kilómetros desde su milenario nacimiento, hasta desembocar en el
mar, el Océano Pacífico, su nombre, su longitud, su camino, su caudal
han sido cortados religiosamente. Ha sufrido una devastación, una
contaminación más grande que su tamaño, parece que fue maldecido,
su soplo de vida en nuestros pueblos es poco menos que cero, una si-
tuación dolorosa, desesperanzadora, la vida dejó de ser real, el río y su
comunidad de peces, ranas, culebras, pescadores, tortugas, chacales,
cangrejos, los árboles, las flores, se fueron para el olvido, se murieron
(Agrupación un Salto de Vida, 2012).

223
LUCHAS POR LO COMÚN

Se perdió mucho el río: tenía desterrada la pobreza alimentaria: daba


comida. Tenía proscrito el cambio climático, no había ni frío ni calor,
el clima era una chulada. Las crecidas eran benditas, de las sequías ni
me acuerdo. Era salón de juegos, salón-escuela, alberca olímpica. Co-
mo los viejos, con paciencia milenaria, formó el paisaje. Cuando en el
pueblo chico perdidos en el remolino de la juventud, al acercarte, al es-
tar en sus terrenos, el río infernal daba paz, tenía el don, la gracia de
estar, de ser. Ahora nos preguntamos: ¿dónde se ha metido ese recuerdo
tan amado, dónde se ha ido? Sólo se guarda en la memoria. Como ven,
la pérdida no ha sido menor, el daño está hecho (Agrupación un Salto
de Vida, 2012).

En el contexto de desastre ambiental, la memoria se vuelve fundamental


para rastrear formas de relación con la naturaleza no mercantiles, así
como el recuerdo de capacidades autónomas para la reproducción de
la vida y alternativas al capitalismo.

nuestra tierra nos proveía de alimento y nuestro entorno era digno.


Hoy siendo vecinos de la zona metropolitana, nos volvimos fuente,
tránsito y destino de contaminantes producidos por el crecimiento ur-
bano salvaje, desordenado, perverso, suicida, de ganancia inmediata
(Agrupación un Salto de Vida, 2009).

Nuestra lucha es por entender que pasó. ¿Por qué las soluciones serán
cargadas sobre nuestros lomos? ¿Por qué las autoridades siguen ca-
minando de la mano al lado de los culpables? ¿Cómo se podrán recu-
perar todas las comunidades? Es decir, las comunidades de peces, las
comunidades de árboles, las comunidades de insectos, las comunida-
des de ranas, y la comunidad más chingona, la de los desarraigados, la
de los sin río, los Nosotros. ¿Cómo recuperaremos nuestra identidad?
Aquí está una muestra pequeña de la necesidad de luchar (Agrupación
un Salto de Vida, 2012).

Sin embargo, resulta contradictorio que uno de los efectos que produ-
cen los gases que emanan del río sea la pérdida de la memoria. Al
respecto, la investigación elaborada por MacCulligh (2007) apunta que
la exposición a concentraciones bajas de ácido sulfhídrico ocasiona
irritación de los ojos, nariz y garganta; y dificultad para respirar en
personas asmáticas. Asimismo, señala que la exposición a bajos niveles
por periodos prolongados provoca fatiga, dolores de cabeza, mala me-

224
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

moria, irritabilidad, depresión, mareo y alteraciones de las funciones


motoras (McCulligh, Páez y Moya, 2007: 28).
No obstante, las capacidades sociales de autocuidado y diagnóstico
común que se desarrollan para enfrentar la desgracia ambiental inclu-
yen alternativas de prevención y protección de la salud, con base en
los saberes tradicionales, el propio conocimiento que la comunidad
tiene para restaurar ciertos daños y la capacidad regeneradora de la
naturaleza. Como parte de la estrategia de brindar información se busca
que la gente conozca los riesgos a los que está expuesta y que junto
con los nuevos saberes adquiridos en relación con los tradicionales se
puedan generar “espacios colectivos de diálogo intenso” para armar
una estrategia más amplia de protección y prevención.

Lo primero es que toda la gente que está expuesta sepa que lo está. Éste
es el primer paso, es el factor desencadenante si queremos que todo lo
demás suceda, porque si la gente sabe a qué está expuesta va a empezar
a moverse. Empiezas a generar conciencia y cuando la generas ya no te
puedes quedar donde estabas parado, tienes que moverte (Entrevista a
Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

hay mucha gente que es profesional, que tiene conocimientos, saberes


previos, sabe cómo resolver, en cuestión de protección a la salud, o de
aumentar el acervo de hierbas, alimentos, de nutrición (Entrevista a
Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

Dichas capacidades sociales de autocuidado y diagnóstico común


frente a las afectaciones que ya sufren o que potencialmente pueden
comenzar a padecer, han servido para reunir aprendizajes en torno
a lo que Martínez Alier llama epidemiología popular. Los hallazgos
epidemiológicos son inmediatamente empleados para entender las
causas de los problemas comunitarios de salud y aliviar el sufrimiento
(ceecec, s/a: 145).

nosotros no le vemos un camino rápido, pero sí tenemos la urgencia


de hacer un camino alternativo, para que en lo que se arreglan las cosas
juntos tengamos modos de protección y prevención. Porque creemos
que a como van las cosas en unos cinco años nos vamos a morir
muchísimos más. Porque hemos estado expuestos a contaminantes del
aire, del agua, a través de respirar, de comer y como que ya el sistema
orgánico de nosotros está en el límite. Hay mucha vulnerabilidad, ya

225
LUCHAS POR LO COMÚN

hay niños que están mostrando la enfermedad (Entrevista a Graciela


González, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

Al respecto, el Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto


en tan sólo nueve meses reportó alrededor de 120 casos registrados de
cáncer. Raúl Muñoz narra: “cuando uno va preguntando, la gente, las
asociaciones de vecinos, le dicen a uno que en tal casa hay otro caso de
cáncer, y así se van presentando los casos, en una cuadra hasta cuatro
o cinco casos de cáncer existen” (Ferrer, 2007: 6).
Frente a un problema tan severo de contaminación y con conse-
cuencias a la salud tan contundentes, la muerte aparece como un fac-
tor que subjetivamente trastoca lo que Enrique Enciso denomina la
“seguridad vital” de los habitantes. Siguiendo con otro testimonio:

Hay algo que está lastimando a la gente, es la salud. Si de algo tenemos


miedo es de la muerte, si hay algo que no está atendiéndose es eso.
Eso nos lleva al conflicto interno, personal, colectivo, comunitario.
¿Te quedas? ¿A qué te quedas? ¿Te vas? Entonces ya no ayudas, ya no
aportas, ya no resistes; pero si te quedas corres el riesgo de morir, por
estar expuesto. Es una muy fuerte contradicción que todavía no hemos
podido darle salida (Entrevista a Graciela González, Agrupación Un
Salto de Vida, 2010).

Incluso se ha pensado planear algunas medidas de emergencia, como


la organización de un autoexilio a una zona más alta de El Salto, donde
los gases no son tan fuertes. Esto implicaría que se puedan quedar, por
lo menos no tan expuestos, sin tener que irse a vivir a algún otro lado.

estábamos pensando unas cien familias, buscar una figura que nos
permitiera poder movernos hacia el cerro y construir unas casas
rudimentarias y generar algo así como un exilio ambiental, porque
necesitamos seguir vivos, pero necesitamos no irnos. Aunque exiliarnos
de forma de resistencia, ‘no me voy, me avientan’. El olor anoche que
estaba muy fuerte, me da mucha tos, y yo pensaba ‘me quedo, no le
hace que me muera’, pero ‘si me voy ya no voy a tener la fuerza para
seguir en esto’ (Entrevista a Graciela González, Agrupación Un Salto
de Vida, 2010).

A pesar de la contingencia vivida por los habitantes de El Salto, no han


dejado de imaginar formas de recuperación de su territorio. Desde
2007, la Agrupación Un Salto de Vida obtuvo un terreno en comodato
226
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

que empleó para promover un proceso de capacitación en agricultura


orgánica. Si bien éste les fue despojado en 2011, lograron establecerse
en un nuevo lugar en el cual actualmente tienen una huerta comunitaria
y un vivero para la reforestación de la zona con plantas endémicas de
la región.

Entonces eso nos lleva a que queramos producir alimentos, y nos


decía otra persona ‘están locos, como en medio del atascadero en el
que viven van a producir alimentos’, y le decíamos ‘pues le tenemos
más fe al atascadero’ y podemos a lo mejor limpiar el pedacito de tierra
en donde estamos, a que siga comiendo cosas del abasto con todos
los ingredientes y quién sabe con qué agua también, y con todos los
fertilizantes y pesticidas que traen de otro lado, pues vamos viendo las
apuestas [...] y a lo mejor la única ventaja que vamos a tener es que no
vamos a gastar tanto, y vamos a ser más libres de poder mentar madres
y con más tiempo de poder hacer cosas creativas, porque no voy a
estar consiguiendo dinero para comer, o sea, como también empezar
a darle un poco la vuelta, porque también nos dábamos cuenta de que
no teníamos libertad de tiempo para participar (Entrevista a Graciela
González, Agrupación Un Salto de Vida, 2013).

Ciertamente, a lo largo de estos años todo este trabajo ha logrado visi-


bilizar el conflicto socioambiental que se enfrenta, ante lo cual el go-
bierno ha tenido que responder con una serie de políticas que incidan
en la resolución del problema. Una de las respuestas ha sido la cons-
trucción de la macroplanta de tratamiento de la presa El Ahogado,
aprobada en 2008, que inició su fase de prueba en noviembre de 2011
(El Informador, 2011). Sin embargo, se está atacando parcialmente
el problema de las descargas municipales, mas no las descargas in-
dustriales y las provenientes del basurero —que son reconocidas como
las fuentes más contaminantes.
Los vecinos han tomado esta medida como una señal de voluntad
política. Además, comienza a presentar señales tangibles de mejoras,
puesto que el agua aparentemente ya no llega tan contaminada, e incluso
se ha dejado de producir la espuma blanca y los olores nauseabundos
característicos a la altura de la cascada. Sin lugar a dudas, esto implica
mayores dificultades para Un Salto de Vida, pues ha influido en que
el malestar social se regule y disminuya, sin que se haya logrado una
verdadera solución al problema.
Ante el complejo cuadro multifactorial de la contaminación am-

227
LUCHAS POR LO COMÚN

biental y la falta de las investigaciones necesarias que demuestren las


correlaciones entre las fuentes y las enfermedades en los seres vivos,
aunado a las falsas medidas que desde los gobiernos se implementan
para la solución del grave conflicto, Un Salto de Vida es un grito de
esperanza y de recomposición comunitaria en medio de la muerte.
***
Pero entonces, ¿qué tienen de común las experiencias de resistencia y
organización socioambiental? Sin lugar a dudas, todas ellas evidencian
diferentes formas, niveles, frentes y condiciones del despojo múltiple
y la expropiación de los bienes naturales. Hemos visto que todas han
venido enfrentando cada una de las modalidades de los dispositivos
de dominación que, desde la legalidad hasta la criminalización y re-
presión, buscan avanzar en el despojo, así como en la reiteración de
la separación entre productores y medios de existencia. No obstante,
también es cierto que los gobiernos y empresas se enfrentan a
fuerzas que han tenido la capacidad de obstaculizar y aplazar las
temporalidades urgentes de los proyectos en cuestión, mediante un
creativo, a veces imprevisible y asimétrico conjunto de estrategias que
lo hacen posible. Y es que, si cualquier sistema de relaciones de clase
es inherentemente inestable, sencillamente por estar fundado en la ex-
plotación y el antagonismo, es imposible pensar que el despojo y la
separación de los medios de existencia estén dados de antemano. Al
contrario, se requiere de un proceso de lucha para lograrlo. Una lucha
que es impredecible e incierta, y que por tanto también está abierta.
De ahí que sostengamos que aun en las condiciones más adversas, es
imposible que la dominación y expropiación absoluta de lo común sea
total.
En ese sentido, la capacidad para vetar un proyecto depende de múl-
tiples factores y de la combinación eficaz de los mismos. Vemos que,
por un lado, hay factores que no dependen necesariamente de los
movimientos, entre los que se encuentra la legitimidad del proyecto
de expropiación en cuestión. No es lo mismo una presa o un basurero,
que una línea del Metro; el nivel de seguridad del respaldo económico
para su implementación; las condiciones legales; la alineación de los
poderes locales, estatales y nacionales, del orden del ejecutivo, el le-
gislativo y el judicial; u otros actores que estén involucrados en la arena
del conflicto; así como la eficacia de las mediaciones políticas aliadas
de los gobiernos, y el poder de las empresas u otras personificaciones de

228
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

los intereses económicos. Asimismo, la falta de concertación y la incapa-


cidad de superar los obstáculos para la acumulación, frecuentemente
conlleva a la apertura de oportunidades para bloquear la producción
de valor. El aprovechamiento de esas oportunidades depende de las
capacidades de los sujetos comunitarios en lucha.
Por otro lado, se encuentran las capacidades y límites de los propios
movimientos; un elemento central y decisivo es la conformación más
o menos continua a lo largo del tiempo de un sujeto comunitario o
colectivo, que además muchas veces logra fortalecerse por el apoyo y
solidaridad de redes extraterritoriales. Lo cierto es que los impulsos de
recomposición comunitaria activados ante las intensas temporalidades
de conflictividad son posibles por la cohesión de entramados comu-
nitarios pre-existentes que ante la indignación e inadmisibilidad que
produce el despojo, comienzan a autoconvocarse. La mayoría de las
veces, esta autoconvocatoria es encauzada por la intervención de un
núcleo de activos participantes que toman la iniciativa en momentos
estratégicos y decisivos.
Asimismo, resulta fundamental el fortalecimiento de los anclajes
con el territorio y la relación con los bienes naturales ante los conflictos
socioambientales. Al respecto, tendencialmente sucede que, si el des-
pojo arriesga la subsistencia material, el proceso de resistencia se inclina
a adquirir mayor vitalidad, lo cual no necesariamente sucede si, por el
contrario, sólo persiste una relación simbólica con el territorio, como es
el caso de Cerro de San Pedro y el valor predominantemente histórico
y cultural asignado a dicho “recinto”. El grado de dependencia con el
territorio para garantizar la subsistencia material y, por lo tanto, de
disposiciones colectivas para su defensa, está directamente relacionado
con el grado de control de los medios de existencia y de autonomía con
respecto al trabajo asalariado. En la experiencia de El Salto vemos que si
bien los procesos de proletarización tienen como correlato la separación
de los productores y sus medios de existencia, dicho proceso no logra
consumarse absolutamente, en tanto el proceso de recomposición
comunitaria y lucha de los habitantes afectados se encamina hacia la
reapropiación social de la naturaleza y de la riqueza social.
De cualquier manera, los registros simbólicos o lenguajes de valora-
ción no mercantiles vinculados al territorio, tienden a fortalecerse y
retroalimentarse con los anclajes vinculados a la reproducción mate-
rial. Lo cual, a su vez, se enlaza con el carácter y la profundidad de la
indignación que el conflicto llega a producir y las posibilidades que los

229
LUCHAS POR LO COMÚN

sujetos comunitarios van proyectando y concretando para trastocar los


márgenes de lo posible y lo imposible. Se trata de una suerte de “auto-
confianza colectiva” (Pineda, 2012), nutrida de impulsos de autoorga-
nización y autodeterminación, que muy claramente puede percibirse
en la experiencia del cecop. De aquí que puedan vislumbrarse nuevas
formas de politicidad tendientes a modificar los vínculos con la natu-
raleza para la reapropiación y recuperación de las capacidades orien-
tadas a la producción de lo común para la reproducción de la vida.
Por otro lado, se vuelven centrales las dinámicas y formas asociati-
vas y organizativas que se van moldeando para la inclusión de los afec-
tados en un espacio común de resistencia, de deliberación y condensa-
ción de una conciencia colectiva. En este sentido, son bastante comunes
los formatos asamblearios para la deliberación y el acuerdo colectivo, en
clara contraposición con la lógica fundada en la política como un
poder extraño, externo y separado de la capacidad social de hacer.
Asimismo, la coordinación con redes extraterritoriales resulta
estratégica para la expansión, cobertura, visibilidad y fortalecimiento
de las capacidades sociales contra el despojo, lo cual, a su vez, coadyuva
a la generalización, expansión e irradiación del antagonismo de lo
común y del despojo múltiple. Esto adquiere relevancia cuando una
de las necesidades y desafío de las luchas socioambientales es lograr
la generación de espacios de coordinación y articulación entre ellas,
pero también con otros sectores de la izquierda o, podríamos decir,
con otros rostros del antagonismo contra el capital.40
De modo tal que la combinación de todos estos factores ha traza-
do el camino de los procesos de resistencia y antagonismo social. Un
camino que como hemos dicho es incierto y permanece abierto, con-
figurado por logros y limitaciones concretas que hasta ahora han pre-
cisado los escenarios presentes. En todas estas experiencias se constata
la imposibilidad de que el despojo sea absoluto o logre consumarse ple-
namente; en todo caso, se trata de diferentes formas de la separación
entre los sujetos comunitarios y los medios de existencia.41 Dicho lo
40
Si bien en esta investigación no se profundiza en los esfuerzos de articulación y
coordinación política de las luchas socioambientales, advertimos que es un tema
relevante para continuar en próximos trabajos.
41
El cecop es una resistencia que ha peleado por conservar sus bienes comuna-
les y evitar la traumática experiencia de la desposesión al quedar separado de
sus medios de existencia. Mientras que, el Frente de Pueblos de Anáhuac ya en-
frenta la construcción de la Línea 12 del Metro, lo que lo coloca en el umbral
de la separación. Por su parte, el Frente Amplio Opositor lucha por el cierre de

230
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

anterior, tratemos ahora de profundizar y ahondar en las tramas com-


partidas por los procesos de subjetivación política de las luchas socio-
ambientales en relación con la producción de lo común para la repro-
ducción de la vida humana y no humana.

la Minera San Xavier, antes de la demolición total de los cerros, la destruc-


ción del ecosistema y los efectos de contaminación sobre la salud humana.
Y, la Agrupación Un Salto de Vida, pelea por corregir o remediar los daños co-
metidos ante la situación de desastre ambiental que enfrentan.

231
LUCHAS POR LO COMÚN

232
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

ANTAGONISMO SOCIAL EN
LA DEFENSA Y REAPROPIACIÓN
DE LOS BIENES COMUNES
NATURALES

233
LUCHAS POR LO COMÚN

234
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

A
través de la perspectiva crítica que hemos ido configurando en
este libro para la comprensión del antagonismo social contra
las políticas contemporáneas de despojo, hemos visto que un
aspecto muy importante es la re-creación de un tipo de relación social
susceptible de producir un común sobre la base de lo que se comparte
para sostener la reproducción material de la vida, a la luz de amplios y
diversos procesos de resistencia, defensa y reapropiación de la riqueza
social.
En este sentido, propongo que en este apartado exploremos algunas
dimensiones y tramas del antagonismo social que comparten los pro-
cesos colectivos que revisamos en el capítulo anterior, en torno a la
producción de comunes para la reproducción de la vida humana y no
humana.1
1
Si bien los procesos de resistencia reseñados en el capítulo anterior son centrales,
también recuperamos las experiencias de la Tribu Yaqui, del Consejo de Pueblos
Unidos por la Defensa del Río Verde (Copudever) y de Radio Ñomndaa.
Desde 2011, la Tribu Yaqui se ha organizado contra el despojo de agua del río
más importante de su cuenca, provocado por la construcción del Acueducto Inde-
pendencia, cuyo objetivo es cubrir la demanda hídrica del desarrollo industrial de
la ciudad de Hermosillo, Sonora.
El Consejo de Pueblos Unidos por la Defensa del Río Verde (Copudever) es
una organización comunitaria integrada por consejeros representantes de más de
veinte localidades cuyos habitantes son indígenas mixtecos, chatinos, y población

235
LUCHAS POR LO COMÚN

Para empezar vemos que un aspecto que todas estas experiencias


comparten es la lucha por la vida ante las múltiples amenazas y avances
del despojo y la mercantilización de los bienes comunes naturales, y en
general de los medios de existencia por parte del Estado y el capital. Es
en esos procesos de resistencia que se van actualizando o produciendo
de forma novedosa un conjunto de prácticas colectivas orientadas a
defender y cuidar aquello que se comparte.
En general, dichas prácticas se re-crean desde las tramas comu-
nitarias que hacen posible la reproducción material de la vida. Si-
guiendo a Raquel Gutiérrez, estaríamos hablando de entramados
comunitarios, entendidos como “sujetos colectivos de muy diversos
formatos y clases con vínculos centrados en lo común y espacios
de reproducción de la vida humana, no directa ni inmediatamente
ceñidos a la valorización del capital” (Gutiérrez, 2011: 13-14).
El decir que estas tramas comunitarias no están plenamente mer-
cantilizadas o subsumidas en la reproducción del capital, significa que
también o que principalmente están contenidas por lógicas distintas a
las de la acumulación, que optan por el valor de uso, buscando garantizar
de forma prioritaria el sustento y la satisfacción de las necesidades más
importantes.
Precisamente, estas lógicas y ámbitos no plenamente mercantiliza-
dos que garantizan la reproducción de la vida humana y no humana,
son los que se ven amenazados por los proyectos de despojo y extrac-
tivismo neoliberal al representar jugosas oportunidades para la valori-
zación del valor. A este respecto, recordemos el ya mencionado análisis
que Rosa Luxemburgo desarrolló en torno a la importancia que tienen
los espacios y formas no capitalistas para la acumulación del capital.
afromestiza de la costa de Oaxaca. Desde 2007 se ha organizado para defender su
territorio y detener la construcción de la presa denominada “Aprovechamiento Hi-
dráulico de Usos Múltiples Paso de la Reina”, impulsada por la Comisión Federal
de Electricidad –empresa paraestatal generadora y distribuidora de la energía eléc-
trica en México–, con la que se afectaría directamente a 17 mil personas e indirec-
tamente a otras 97 mil. Hasta el momento en que se escribe este texto han logrado
exitosamente detener cualquier avance del proyecto.
Radio Ñomndaa “La Palabra del Agua” es un proyecto de comunicación y orga-
nización a cargo de comunidades indígenas del pueblo amuzgo en la Costa Chica
de Guerrero que, desde 2002, viene construyendo y peleando por un profundo
proceso de construcción de autonomía en esa zona. Además, desde hace por lo
menos diez años han estado involucrados en la defensa de sus bosques y contra la
explotación maderera, siendo recientemente parte de una lucha contra el saqueo
de la grava de los ríos de sus comunidades, a cargo de las autoridades municipales
y la cacique de la zona, Aceadeth Rocha.
236
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

De ahí que para este trabajo sea de enorme centralidad la re-creación


de las tramas comunitarias que garantizan la reproducción de la vida y
las expresiones de lucha, resistencia, insubordinación y subversión que
de ellas emanan contra las políticas de despojo territorial.
La reproducción de la vida es producto de dinámicas y complejas
relaciones sociedades-naturaleza que se sitúan en determinados espa-
cios geográficos. A decir del geógrafo brasileño Bernardo Mançano,
hablaríamos de territorios en la medida en que hay un proceso de
apropiación de dichos espacios por una determinada relación social
que los produce. En este sentido, la configuración del territorio incluye
dimensiones de poder y control social; se trata de una convención y
una confrontación al mismo tiempo, porque en tanto posee límites y
fronteras, es un espacio de conflictualidades (Mançano, s/a: 2-4).
Diríamos entonces que el proceso metabólico de interacción del
mundo humano y la naturaleza, es decir, la apropiación del mundo
natural para la satisfacción de las necesidades humanas, produce un
tipo de territorialidad, misma que entra en conflicto cuando arremete la
lógica del capital. De esta manera, los proyectos del capital en su carrera
por ocupar, enajenar y apropiarse de los territorios en disputa, imponen
una temporalidad abstracta centrada en la valorización del valor, que
entra en profunda tensión con las formas y modos de vida locales
anclados en la producción de valores de uso para la reproducción de la
vida (Porto- Gonçalves, 2008: 238; Svampa, 2008a: 102).
Es importante recalcar que esta disputa se expresa en la tendencial
contraposición entre la lógica del capital, el Estado y los entramados
comunitarios, en la medida en que se tensa, radicaliza y polariza el
conflicto. Cabe advertir que, estas formas contrapuestas de pensar y
hacer el mundo, no son dos sustancias o proyectos puros, acabados
o con fronteras impenetrables y claramente delimitadas; por el con-
trario, en la realidad dichas lógicas se encarnan entre sí de manera
confusa y entremezclada, ninguna de ellas está plenamente resuelta
o garantizada y ambas están constituidas por relaciones de tensión y
lucha. En este sentido, considero que la reproducción de las tramas
comunitarias y la producción de comunes no se desarrolla por fuera
de la lógica del capital, pero tampoco está plenamente subsumida o
incluso cuenta con la capacidad de no depender de ella.
En las diferentes experiencias que hemos explorado, vemos que,
ante las políticas de despojo y cercamiento de lo común, tienden a
cohesionarse los fragmentos de las redes que la mayoría de las veces

237
LUCHAS POR LO COMÚN

se encuentran abatidas, pero que existen y funcionan de modos múlti-


ples. Se trata de redes territoriales o asociaciones sociales de parentes-
co, grupos de afinidad, etarios, estudiantiles o laborales, que comienzan
a funcionar como un soporte básico para los primeros esfuerzos de
acuerpamiento contra el despojo.
Y es que un elemento común de las formas de operación de los
gobiernos y empresas, son los procedimientos antidemocráticos, irre-
gulares, ilegales y la falta de información para asegurar el avance de
los proyectos de despojo. Si bien estos modus operandi producen bas-
tante confusión y desesperación en los habitantes que de un día para
otro sienten sobre sus espaldas la amenaza de un cambio abrupto e in-
voluntario en sus formas de vida; lo cierto es que en la medida en que
se van descifrando las consecuencias del despojo, se va habilitando una
voz propia, en principio balbuceante pero con capacidad de emitir un
¡no! Un adverbio de negación que puede ir expresando y revelando el
inicio de un proceso de resistencia ante la imposición.2
Estas preguntas van autoconvocando a los diversos entramados
comunitarios que habitan en los territorios de disputa. Se trata de un
llamado autónomo e intuitivo, que ante la indignación e impotencia
va rompiendo poco a poco con el anonimato encarnado en el ámbito
individual, para dar cabida a un espacio colectivo de reconocimiento
y acuerpamiento común. En el siguiente testimonio se expresa palma-
riamente esta cuestión:

‘yo estoy enfermo’, ‘nació mi niño sin pies’, ‘yo tuve abortos’, ‘mi papá
tienen Parkinson’, ‘mi mamá diabetes’, ‘mi hermana tumor’, ‘mi hijo
leucemia’, ‘mi primo insuficiencia renal’. Cuando vemos esa gran lista
frente al micrófono cuando hacíamos las asambleas, que la gente
hacía fila para tomar la voz, y que sólo quería hablar para desnudar su
dolor por primera vez en colectivo, fue como un despertar (Entrevista
Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2013).

Bajo estas “nuevas” formas de organización, muchas veces los sujetos


en lucha tienden a autopercibirse como “inexpertos” o “ignorantes”, en
tanto no cuentan con una experiencia previa de organización política. A
este respecto hay por lo menos dos temas que quiero destacar. Primero,
que la concepción que desde el sentido común dominante se tiene de
la política corresponde con aquella actividad que sólo los profesionales
en la materia tienen capacidad de realizar. En contraposición a esto,
2
Recupero y me inspiro en las reflexiones de John Holloway sobre el grito (2010).
238
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

traigo a colación nuevamente la noción de Bolívar Echeverría para


pensar lo político, precisamente como la dimensión característica de
la vida humana, en tanto hombres y mujeres ejercen cotidianamente la
capacidad de decidir sobre los asuntos de la vida en sociedad y de pen-
sar la socialidad de la vida humana como una sustancia a la que se
puede dar forma. Así, estaríamos rechazando la concepción cerrada y
excluyente del discurso moderno dominante que ubica a la política co-
mo el conjunto de actividades propias de la “clase política”, centradas
en torno al estrato más alto de la institucionalidad social, el del Estado,
aquel en que la sociedad existe en tanto que sociedad exclusivamente
“política” (Echeverría, 2011: 169-170).
Siguiendo esta misma argumentación, lo político como dimen-
sión característica de la vida humana se actualiza de manera privile-
giada cuando ésta debe reafirmarse en su propia esencia, allí donde
entra en una situación límite: en los momentos extraordinarios o de
fundación y re-fundación por los que atraviesa la sociedad; por ejem-
plo, en las épocas de guerra, cuando la comunidad “está en peligro”, o
de revolución, cuando la comunidad se reencuentra a sí misma (Eche-
verría, 2011: 169).
El segundo aspecto que quiero destacar y que está vinculado a la
recuperación de la noción de lo político, es que si bien se puede recono-
cer que estos “nuevos” procesos de lucha no siempre cuentan con las
herramientas organizativas necesarias para hacer frente a los periodos
de conflictividad, esto no implica que no haya recursos colectivos
disponibles en el acervo comunitario, como sedimentación de ex-
periencias previas de organización social. No se trata de procesos
“espontáneos”, recuperando el contenido menos útil de esta noción,
que refieren a acciones colectivas que parten “de la nada” o que no son
lo suficientemente revolucionarias por no contar con una conciencia
de clase, en tanto no hay una acción dirigida desde fuera por un gru-
po de profesionales.3
Así, en consonancia con lo planteado por Echeverría, mediante
estos nuevos ciclos de lucha ante la situación límite que representan las
políticas de despojo, se actualizan las experiencias colectivas anteriores.
O dicho de otra manera, se recupera lo que el pasado ofrece para esta
nueva experiencia de lucha, a la luz de la rearticulación y recomposición
3
Recupero este argumento de la crítica que Rosa Luxemburgo hace a la política
ultracentralista de Lenin en ¿Qué hacer?, en tanto ésta puede asfixiar y limitar la
espontaneidad en la acción de masas. Véase: “Problemas organizativos de la so-
cialdemocracia”.
239
LUCHAS POR LO COMÚN

de un sujeto comunitario que pone en juego su capacidad de autode-


terminación política para garantizar su propia reprodución.
Habría que precisar, recuperando a John Holloway, que en todo
caso se trata de “impulsos de autodeterminación política” debido a
que no podemos pensar en la autodeterminación plena, mientras las
relaciones capitalistas sigan reproduciéndose. De ahí que los impulsos
constantes hacia la autodeterminación que se despliegan en estos
espacios locales, nos remitan a una concepción más amplia de un
proceso social en curso (Holloway, 2011: 68).
Y es que ante los duros acechos del capital y del Estado, se entiende
que estos impulsos de autodeterminación sean intermitentes y no lo-
gren cristalizarse y permanecer en el tiempo con cierta continuidad.
Sin embargo, lo cierto es que, más allá de la duración de los momentos
extraordinarios, los sujetos comunitarios renuevan su capacidad social
para darse forma.4
Sin duda, esto nos conduce a reflexionar sobre los alcances de los
procesos de insubordinación colectiva, en términos de su capacidad de
trastocar las relaciones sociales existentes y, en algunos casos, proyectar
horizontes de lucha. En este sentido, a partir de las experiencias
revisadas en este libro podemos sostener que en todo quiebre y
situación de ruptura emergen múltiples posibilidades de creación que
fijan nuevos sentidos y experiencias de reproducción de la vida.
No sobra decir que el proceso de conformación de sujetos en lucha
es por demás dinámico, conflictivo y contradictorio, hecho que se aleja
de las miradas que proyectan imágenes idílicas y estáticas de las socia-
bilidades comunitarias. De hecho, es difícil que los movimientos de opo-
sición contra las políticas de despojo logren entera unanimidad al
interior de las comunidades. Lo que sin duda está relacionado con el
grado de eficacia y reactualización de los dispositivos expropiatorios del
Estado y del Capital,5 los cuales, entre varios aspectos, bajo diversas
4
Argumento desarrollado por Márgara Millán en el Seminario “Modernidades
Alternativas y prefiguraciones” (2013).
5
Tomamos esta denominación de Machado Aráoz (2011). Y siguiendo a Foucault,
entendemos por dispositivo, “un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye
discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias,
leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas,
morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los
elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre es-
tos elementos [...] por dispositivo, entiendo una especie –digamos– de formación
que, en un momento histórico dado, tuvo por función mayor la de responder a
una urgencia. El dispositivo tiene pues una función estratégica dominante [...] El

240
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

modalidades se empecinan en romper y deteriorar el tejido social,


produciendo nuevas rupturas o profundizando divisiones ya existen-
tes. Estas desavenencias tienden a trastocar y debilitar las redes terri-
toriales, incluida la familiar. En los siguientes testimonios podemos
observar este aspecto:

Al principio había confrontación entre padres e hijos, entre hermanos,


compadres, porque la cfe llegó a repartir dinero, a unos les daba y
a otros no. El dinero es como el botín que nunca hay conformidad,
porque nunca el reparto es equitativo. Algunos padres decían yo no
quiero el proyecto y los hijos decían ‘bueno si tú no lo quieres yo sí’
(Entrevista a Felipe Flores, cecop, mayo 2010).

La relación familiar ha cambiado, la mayoría de mi familia quiere el


proyecto, ahora la relación familiar ya es muy distante, a veces ya no
me hablan, ellos tienen la ambición del dinero, y no piensan que van a
tener desgracias para ellos y su independencia. Estas cosas están cam-
biando a la población (Entrevista a Jiménez y Chávez del Copudever,
2010).

Sin embargo, como todo campo de fuerzas, abierto, impredecible e


inestable, las correlaciones tienden a modificarse, fundamentalmente
cuando se va construyendo una fuerza común de los sujetos en lucha
que influye en la transformación del conflicto a su favor. Como co-
menta un activista cercano a la lucha del cecop con respecto a las
relaciones de fuerza a nivel comunitario: “Cuando empezaron a ver
que había chance de ganarle al Estado mucha gente se pasó del lado
del cecop” (Solís, 2010).
Ahora bien, como mencionaba anteriormente, es posible que si los
conflictos mantuvieran su campo de disputa en la dimensión procedi-
mental, pudieran buscarse herramientas político-jurídicas que los tras-
ladaran a un proceso menos polarizado y tenso. No obstante, los su-
jetos en lucha buscan respuestas a sus principales interrogantes, que
se hacen urgentes a medida que avanza la agresividad con que se im-
pulsan estos proyectos.
Los movimientos se preguntan ¿a quiénes benefician estos proyec-
tos?, ¿cuál es el impacto sobre la tierra y los ecosistemas y su utilidad
colectiva o popular? La mayoría de las veces concluyen cuestionando
dispositivo está siempre inscrito en el juego de poder” (Foucault, apud., Compos-
to, Navarro, 2014: 57).

241
LUCHAS POR LO COMÚN

todo el modelo de desarrollo sistémico, sus bases, su discurso, su


forma, sus beneficiarios y sus impactos, lo que radicaliza por completo
sus estrategias, actitudes y acciones (Navarro y Pineda, 2009: 94). En el
siguiente testimonio del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores
a la Presa la Parota (cecop) se ilustra este problema:

La cfe llegó con la desinformación diciendo que nosotros íbamos


a tener empleos, a tener ganado, a tener vivienda, escuelas. Pero
no nos dijeron que todo esto era cambio de nuestras tierras. […] la
gente pensó ‘qué está pasando, vamos a disfrutar las mieles, pero para
nosotros nuestra riqueza son nuestras tierras’. Fue la primer pregunta
que les hice a los de la cfe ‘si ya no van a haber tierras ¿para qué
queremos vacas, ganado? ¿Dónde vamos a criar el ganado, en el agua
o qué?’ Ahí ya nos habíamos dado cuenta que la cfe estaba ocultando
la información. Decían que sólo tres comunidades iban a ser afectadas
cuando en realidad son 36 que abarca el proyecto. Después nos dimos
cuenta que serían 17 300 hectáreas las que serían afectadas si la presa se
construyera y la cortina de 197 metros de altura luego rebasaron los 200
metros y nos dimos cuenta que íbamos a ser afectados 25 000 habitan-
tes que íbamos a ser embalsados con el vaso de agua artificial. [...] para
llevar a cabo el Proyecto de la Muerte, así le hemos denominado acá en
Guerrero, porque es lo que traería desplazamiento, despojo, muerte
(Entrevista a Marco Suástegui, cecop, 2008).

Claramente vemos cómo se van confrontando dos racionalidades, len-


guajes y formas de ver el mundo que tienden a polarizarse y radica-
lizarse. Desde la perspectiva de los poderosos, el cercamiento de los
espacios comunales implica progreso, desarrollo y crecimiento; desde
la perspectiva de los pueblos, simplemente éste acarreará más pobreza,
desposesión y muerte.

Hay una cosa que la cfe ha dicho y es que nos oponemos al desarrollo,
pero nosotros decimos desarrollo ¿para quién?, ¿para las grandes
trasnacionales?, pues entonces sí nos oponemos. Si no es un desarrollo
para la gente, que respete los derechos humanos, que plantee igualdad
entre hombres y mujeres, tampoco es un desarrollo. Y en eso estamos
(Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

A este respecto, en el siguiente testimonio de la Agrupación Un Salto


de Vida, se apunta la necesidad de restaurar sus capacidades autóno-

242
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

mas de subsistencia, al reconocer las consecuencias que el despojo ca-


pitalista en clave de miseria ha producido en su territorio:

el problema de la contaminación del agua y la contaminación del


territorio en el municipio no sólo causa la enfermedad y muerte, ha
desmembrado a toda una sociedad, ha roto el tejido social, ha roto
nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestra identidad, nos ha
vuelto gente más pobre, más insensible... nos ha hecho muchas cosas.
Pero creemos que si el río se reestructura, como sociedad también nos
estaremos reestructurando, entonces trabajamos muy fuerte en ese
tejido social... tejiendo redes (Entrevista a Sofía Enciso, Agrupación
Un Salto de Vida, 2013).

En este testimonio destaca la forma tan potente de pensar la relación


con la naturaleza, en la que se percibe una búsqueda por no reiterar
la separación que el despojo capitalista ha producido entre sujeto y
objeto. Tal y como el italiano Antonio Negri lo señala; no se trata de un
modo de explotación, pero tampoco de custodia, sino de interacción,
reciprocidad y cohabitación en un mundo común (Negri, 2011:10).
Un tema que para la Agrupación Un salto de Vida ha sido sumamente
complicado, debido a que, desde el sentido común de los habitantes, el
río Santiago ya no se percibe como fuente de sustento y de vida, sino
de enfermedad y muerte:

esta crisis (producida por la contaminación del río) realmente es


como el espejo de lo que somos, y nos ha tenido que convocar el río
hacia adentro, es decir, tuvimos que meter al río Santiago a nuestras
venas y darnos cuenta de que estaba taponeado, que está arrepresado,
que está ensuciado y que hasta que no logremos destaponar nuestras
venas personales, colectivas, podrá seguir fluyendo nuestro río. Es una
locura de llevar el mundo externo hacia adentro. Nos ha evocado el río
porque principalmente descubrimos ser parte de él, no sabíamos que
éramos parte de él, mucho tiempo la gente lo odiaba, lo maldecía y ahí
fue cuando empezamos a hablar de no maldecirlo, de reverenciarlo
y de considerarlo un par enfermo, inclusive de hablarle (Entrevista a
Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2013).

Con este testimonio queda claro que la destrucción de la naturaleza,


implica, por ende, la desarticulación de la comunidad y de sus mundos
de vida, teniendo que transitar por la traumática experiencia de la des-
posesión y, en este caso, del sufrimiento ambiental y la consustancial

243
LUCHAS POR LO COMÚN

crisis de la reproducción social. De ahí que sostenga que uno de los


horizontes emancipatorios más potentes de las experiencias socioam-
bientales sea el de la producción de lo común para la reproducción de
la vida humana y no humana, lo cual implica, entre otras cosas, una
lucha contra la escisión del mundo humano y no humano.
Y es que, a decir de Vandana Shiva, “la ruptura dentro de la natu-
raleza y entre el hombre y la naturaleza transformó a ésta de fuerza
vital en recurso explotable; ésta es la visión cartesiana que ha desplaza-
do a otras concepciones del mundo más ecológicas y creó el paradig-
ma de desarrollo que perjudica a la naturaleza y a la mujer simultá-
neamente” (Shiva, 2004: 80).
En el siguiente testimonio, Anabela Carlón de la Tribu Yaqui, pre-
cisamente reflexiona sobre la diferencia entre la racionalidad instru-
mental del capitalismo que convierte a la naturaleza en una mercancía
para ser explotada ilimitadamente; y por otro lado, el principio de
interdependencia y reciprocidad como base de la reproducción de la
vida humana y no humana. En este relato destaca un tipo de sensibi-
lidad que procura la base del cuidado de lo sustancial para la repro-
ducción de la vida.

Quizá por eso a nosotros, a los yaquis, nos llaman por decir flojos,
que no sirven para nada, etcétera; pero no es por eso, sino porque
no tenemos esa ambición de sobreexplotar un recurso. Entonces eso
lo ven de esa manera, entonces es mejor ser flojo, ¿no?, a que sobre-
explotar nuestro territorio. Ésa es la comparación que yo hago, yo lo
veo positivo, no le hace que nos llamen de esa manera. Al cabo depende
de quién lo vea. En los ojos del economista ambicioso, así lo vas a ver.
Pero ya viéndolo desde un punto de vista de nosotros, no es cierto, no
necesitamos sobreexplotar, sólo necesitamos tomar lo que es necesario
de la naturaleza (Anabela Carlón, 2013).

Con lo anterior queda claro que, en contraposición con el sentido común


dominante y la articulación de un lenguaje del despojo, emerge un
tipo de conocimiento alternativo construido al calor de la experiencia
de lucha y resistencia, capaz de disolver lentamente algunas de estas
concepciones. Para Gramsci, esto puede explicarse con la existencia
de “núcleos de buen sentido”, una suerte de embrionaria concepción
alternativa del mundo surgida de la resistencia a la dominación; esto
es, como una forma cultural activa de los de abajo, que entre otras co-
sas, apunta a rechazar la idea de la dominación como un hecho objeti-

244
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

vo sin fisuras (Tischler y Navarro, 2011: 69).


Así, la producción colectiva de un nuevo sentido común en opo-
sición al sentido común dominante, es crucial en la confrontación
que las luchas socioambientales van librando contra los Estados y las
empresas, cuestión que puede rastrearse discursivamente. De aquí
que resulte vital la articulación de discursos y sistemas de saberes
contra-expertos a contrapelo de la ciencia dominante, capaces de
esgrimir y detallar los argumentos del rechazo y resistencia popular
para cuestionar la ilegitimidad e ilegalidad de los proyectos (Svampa,
2008b). Estos elementos técnicos son procesados y articulados en un
saber independiente al hegemónico, con capacidad de interpelar a go-
biernos y empresas, e incluso de intervenir y formular soluciones a los
problemas sociales a partir de la propia práctica, los aprendizajes com-
partidos con otras organizaciones y mediante el contacto con especia-
listas o profesionistas independientes.6 A continuación, un testimonio
de un integrante del cecop en relación a los aprendizajes adquiridos:

Nosotros ahora podemos debatir con cualquier intelectual, porque


ellos hablan de bondades de los megaproyectos y nosotros les decimos
cuáles son los daños, cómo rompen el tejido social en cualquier país
del mundo (Entrevista a Felipe Flores, cecop, 2010).

Estas capacidades se han demostrado sobre todo en los momentos de


diálogo, negociación o confrontación con los gobiernos, a partir de que
éstos exigen a los opositores, la exposición de argumentos técnicos,
soluciones y un saber especializado que “proponga alguna salida”.
De estas experiencias va emergiendo otro discurso y un conoci-
miento alternativo frente al despojo, o lo que la socióloga argentina,
Maristella Svampa denomina lenguaje común, claramente opuesto al
discurso eficientista y a la visión desarrollista, propia de la narrativa
dominante (Svampa, 2012b: 86). Tal es el caso de la noción de “bienes
comunes” versus “recursos naturales”, que a nivel discursivo com-
6
A este respecto vale la pena señalar la experiencia de la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad (uccs), constituida por un amplio grupo de cien-
tíficos de campos diversos como las ciencias naturales, sociales y las humanidades
en México, que han logrado contribuir a la conformación de un saber experto
contrahegemónico al servicio de la sociedad. La ucss apoya a la Asamblea Nacio-
nal de Afectados Ambientales y a algunas de las luchas socioambientales que la
integran, brindándoles asesorías e información sobre los conflictos que enfrentan.
Para mayor información véase: <http://www.uccs.mx/>

245
LUCHAS POR LO COMÚN

prende la denuncia que a nivel mundial hacen los movimientos sobre


el saqueo en manos de empresas y gobiernos, al mismo tiempo que
comparten su concepción no-mercantil e instrumental de la naturale-
za, entendida como una totalidad sumamente compleja de relaciones
hombre-naturaleza. En suma, es un lenguaje que se ha venido expan-
diendo, incorporando y actualizando en los mundos de vida que a
nivel local se despliegan y conectan para denunciar una problemática
de dimensiones globales e históricas.
En las diferentes experiencias que hemos recuperado, sin importar
el nivel de despojo o de separación de los medios de existencia
enfrentado, podemos ver que el control y decisión sobre los modos
en los que se hereda y construye la memoria pueden derivar en una
estrategia de resistencia y anti-naturalización del desastre por el
despojo capitalista de los territorios.
En este sentido, los lazos con el territorio tienden a potenciarse
con lo que Martínez Alier (2006) denomina lenguajes de valoración
no mercantiles que, desde nuestra perspectiva, actúan como formas
culturales activas de los de abajo que se nutren de la experiencia
histórica de vida en un territorio determinado. Estos lenguajes tienden
a configurarse a partir de vínculos de larga duración con el territorio,
tejidos por historias que se conectan entre sí a partir de la memoria
colectiva. Un ejemplo es la labor de la Agrupación Un Salto de Vida
en el rescate de la memoria comunitaria y su historia con el río para
visibilizar las problemáticas de devastación socioambiental:

yo creo que la primera relación con el río fue a través de la historia y


de la historia no documentada, de la historia que estamos tratando de
recuperar, de la historia reclamada [...] la historia no documentada,
la historia contada por los viejos y por los no tan viejos que todavía
gozaron el río, es lo que nos hizo entrar en esa dinámica de querer
reconstituir lo perdido (Entrevista a Graciela González, Agrupación
Un Salto de Vida, 2013).

En este otro testimonio, Anabela Carlón nos cuenta sobre la impor-


tancia de recordar la participación de las mujeres en las luchas que la
Tribu Yaqui ha tenido que enfrentar para la recuperación y conserva-
ción de su territorio:

En cosas importantes es una toma de decisión de los hombres, como


si las decisiones que tomaran los hombres no les fueran a afectar a

246
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

las mujeres [...] Y más que nada recordarles que las mujeres también
lucharon en la revolución, igual como ellos. Entonces nosotras les
recordamos a las gentes, a los hombres, en su mayoría los que se ponen
como cerrados a otras opiniones, que también tenemos derechos.
Porque los derechos los ganaron nuestros jóvenes y nuestras mujeres
durante las luchas por el territorio (Anabela Carlón, 2013).

Esta suerte de conciencia colectiva ,que va tejiéndose y actualizándose


ante las políticas contemporáneas de despojo, desde la perspectiva de
Walter Benjamin (2003), estaría redimiendo a las luchas pasadas a
partir de la apropiación de esas historias negadas a la luz del presente. Se
trata de una resignificación de la historia para comprender la realidad
dominante (Tischler, 2005: 15). La redención como apropiación del
pasado es una lucha por recuperar la historia común de los dominados
y en nombre de los vencidos. Al respecto, el testimonio de un integrante
del cecop:

Estoy orgulloso de haber nacido en Cacahuatepec, nosotros tenemos


historia, nosotros descendimos de los indios chopes, era un pueblo
rebelde, y por eso aquí La Parota tiene parte de esta genética, un
pueblo rebelde que nunca se ha dejado del gobierno (Entrevista a
Marco Suástegui, cecop, 2008).

Es entonces que la política de la memoria como dispositivo de resis-


tencia no se funda en ver hacia atrás como un gesto nostálgico o ro-
mántico, sino como una manera de ir más allá de las relaciones socia-
les que los oprimen, es decir, como un proceso de transformación que
parte de la negación de las expresiones más agresivas y predatorias del
capital (Navarro y Tischler, 2011: 67). Como se dice en el testimonio
de un integrante de Radio Ñomndaa:

el hecho de darnos cuenta de nuestra historia de antes y de cómo


es la historia reciente, uno se va dando cuenta contra qué estamos
luchando. Antes nosotros [...] vivíamos diferentes, antes éramos
más libres. Entonces tener esta memoria histórica, de cómo eran los
tiempos antes del sometimiento, y cómo son las cosas ahora. Y por eso
a nosotros nos entra el coraje, la rebeldía de por qué vamos a vivir así,
vamos a seguir la lucha de nuestros abuelos, de los que no se dieron
por vencidos, que nos han dado la oportunidad de tener un territorio
(Entrevista a David Valtierra, Radio Ñomndaa: 2010).

247
LUCHAS POR LO COMÚN

Por ello es claro que los lazos con el territorio y la defensa del mis-
mo, no pueden explicarse solamente como la emergencia de una nueva
sensibilidad política de los pueblos con su entorno, sino como actua-
lizaciones de lo que Ceceña llama “mundos de vida no predatorios”
(2012), que habitan y residen en el mismo territorio desde hace mu-
chos años. De aquí que la memoria aparezca como una de las fuentes
más potentes en la conformación de la conciencia colectiva condensada
al calor de la resistencia.
En este sentido, la memoria opera como un potente dispositivo de
cohesión ante el avance de las políticas de despojo múltiple, que inme-
diatamente son reconocidas como el retorno de la violencia originaria
del capital vivida durante el proceso de conquista y colonización es-
pañola. De ahí que en el proceso de reproducción del capital sea posible
reconocer el inherente carácter violento, a veces de forma explícita y
en otras ocasiones de manera oculta, bajo las reglas naturalizadas del
mercado.

Yo los invito a que se sumen a esta lucha tan noble, que surgió con la
esperanza de cuidar la riqueza de nuestros antepasados. Los españoles
se robaron nuestro oro, a cambio de espejitos regalábamos barras y
riquezas; ahora, después de tantos años, la única riqueza que nos queda
es el agua y la tierra, la naturaleza. Que para nosotros significa todo,
engloba una serie de sentimientos que para nosotros es invaluable
(Entrevista a Marco Suástegui, cecop, 2008).

Podemos sostener que la memoria es capaz de producir determinados


procesos de desfetichización, capaces de esclarecer las aparentes e ines-
tables formas bajo las cuales opera el dominio del capital. Y es que,
como hemos dicho, la estrategia del poder se centra en invisibilizar las
interconexiones entre capitalismo global, Estado y degradación am-
biental y plantear como inexistente o intrascendente la producción de
valores de uso relacionados al territorio en disputa, y como la base
fundamental para la extracción de plusvalor (Shamir, 2007).
Así, la memoria como conciencia colectiva permite iluminar y po-
tenciar lo que Enrique Leff denomina los usos de la reapropiación
social de la naturaleza para la satisfacción de necesidades humanas
(Leff, 2010). Esto genera una relación entre la estimación racional de
los beneficios que la naturaleza brinda; y la lucha que debe generarse
para defender los bienes y preservar el modo y los medios de vida con
que se cuenta. La reapropiación social de la naturaleza en relación

248
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

con los valores de uso que ésta produce puede notarse en los siguien-
tes testimonios de dos integrantes del cecop y del Copudever:

La relación con la tierra se ha fortalecido, efectivamente nadie se había


cuestionado que alguien quisiera quitarte la tierra, eso no se había dado.
Inclusive en los talleres, la gente más antigua dicen que nunca habían
tenido problemas con la tierra. Hoy sí nos la quieren quitar y ha nacido
un acercamiento con la tierra (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop,
2009).

Lo que ha cambiado es que la gente le tenga más amor a la tierra, que la


cultive más, que esté interesada en demostrar que el campo sí produce,
sí da de comer y que también del campo hemos obtenido recursos para
preparar a nuestros hijos, hay doctores, ingenieros, maestros. Y creo
que ha salido de ahí, del producto de la tierra. Y la tierra es nuestra
madre y hemos dicho que la vamos a defender si es necesario con la
vida, pero no vamos a permitir que la sigan destruyendo (Entrevista a
Felipe Flores, cecop, 2010).

Tenemos un río muy bonito; antes de que supiéramos de este proyecto


sabíamos que teníamos un río, pero ahora decimos que hay que cui-
darlo, tenemos el temor de perderlo, tenemos agua, el agua es vida. Y
aparte del agua la ocupamos para ir a pescar y de ahí vive. Hay mu-
cha vida en el pueblo contando con el río, muchas personas de ahí se
alimentan. Hay vida en el pueblo [...] Hay que echarle muchas ganas
para cuidarlo, estamos acostumbrados a esta vida, mis hijos van a cre-
cer aquí (Entrevista a Jiménez y Chávez del Copudever, 2010).

A este respecto, cabe señalar un aspecto importante de los actuales


procesos de reapropiación de la riqueza social, incluida la tierra. El
Artículo 27 constitucional y posteriormente la Reforma Agraria en la
década de los cuarenta del siglo xx con el gobierno de Lázaro Cárdenas,
impulsaron en conjunto un proceso de recuperación de tierras y de
reconocimiento de los derechos de los campesinos. No obstante, no se
contempló a los pueblos indios como sujeto de derecho público (Serna,
2009: 26). Este hecho ha determinado que la reivindicación identitaria
de lo campesino no necesariamente se reconozca en lo indígena, lo
que ha profundizado su carácter negado en la historia. Sin embargo,
en las luchas socioambientales ancladas a una espacialidad en mayor
medida rural, se ha producido un reconocimiento o fortalecimiento

249
LUCHAS POR LO COMÚN

de lo indígena a partir del ejercicio crítico de la memoria colectiva


señalado anteriormente. Este hecho claramente puede entenderse en
la experiencia del cecop, que a raíz del conflicto provocado por la
amenaza de la construcción de la presa La Parota ha comenzado a
autorreconocer y apropiarse de su pasado indígena.

La relación con la tierra se ha fortalecido [...] con el territorio y eso


tiene que ver con la conciencia de que son indígenas, aunque también
se topa con que están cerca de la ciudad, están cerca de Acapulco, y
parte de la gente tiene mucho contacto o sus hijos están trabajando
en la capital o en otros lugares, y se ha confrontado lo que pasó en
otros lugares, de quererles quitar su identidad indígena y esto fue algo
que, por ejemplo, dicen que los maestros les pegaban si hablaban en
lengua. Ahí se habla náhuatl. Nos exigían hablar en español. [...] la
exigencia era que esas comunidades eran comunidades indígenas, que
eran bienes comunales, que eran propiedad de los indígenas, de los
campesinos y que no eran tierras en venta, bienes comunales antiguos
y que tenían que ser respetados. Y esto ha cundido dentro de la misma
gente y se ha recuperado una serie de elementos, de derechos, de visión
en este sentido (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

Como parte de estos sistemas de saber, de igual forma aparecen los


aprendizajes de epidemiología popular que las comunidades van ad-
quiriendo, sin la ayuda de expertos y gobiernos, a partir de la reunión
de datos e información científica para comprender las enfermedades
que padecen (Martínez Alier, 2009). Esto se produce en aquellas
comunidades que ya enfrentan algún grado de afectación o sufrimiento
ambiental y que, ante la impunidad y negligencia del poder, requieren
de ciertas capacidades sociales para el autocuidado y la producción de
diagnósticos en común.
La emergencia de estos saberes comunes puede ser considerada
como parte del esfuerzo por recuperar el conocimiento que ha sido ex-
propiado por la ciencia y la medicina. Recordemos que el capitalismo
no sólo niega y descalifica los saberes populares, sino que depende de
ellos y trabaja continuamente para lograr su expropiación. A continua-
ción, el testimonio de la Agrupación Un Salto de Vida en torno a la
búsqueda de alternativas de prevención y protección de la salud, con
base en los saberes tradicionales y el propio conocimiento que la co-
munidad tiene para restaurar ciertos daños y enfrentar la contingen-
cia ambiental:

250
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

hay mucha gente que es profesional, que tiene conocimientos, saberes


previos, sabe cómo resolver, en cuestión de protección a la salud, o de
aumentar el acervo de hierbas, alimentos, de nutrición. Nosotros no le
vemos un camino rápido, pero sí tenemos la urgencia de hacer un ca-
mino alternativo, para que en lo que se arreglan las cosas juntos ten-
gamos modos de protección y prevención. Porque a como van las cosas
creemos que en unos cinco años nos vamos a morir muchísimos más
(Entrevista a Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

El sufrimiento ambiental –con el amplio arco de síntomas y enfer-


medades, agudas o crónicas, progresivas y degenerativas expresadas
en los organismos vivos–7 aparece en muchos territorios como síntoma
del cercenamiento de las capacidades para garantizar la reproducción
de la vida. El sufrimiento ambiental tiende a experimentarse desde el
ámbito individual, como angustia personal, lo que encubre la violencia
del capital como problema global y consustancial a su lógica.
Consecuentemente, el sentido común dominante niega estas enfer-
medades y mantiene la desconexión con las causas que las originan; de
hecho, la mayoría de las veces resultan contradictorios los significados
que los propios habitantes otorgan a las enfermedades y malestares
sociales en relación a las causas del problema (Auyero y Swistun,
2008). Siguiendo a Machado “los dispositivos de expropiación colonial
al materializarse en los cuerpos hacen una determinada forma de
ver y sentir que lleva al acostumbramiento, a la naturalización como
horizonte básico de la soportabilidad social” (Machado, 2009: 221).
De hecho, considero que el término de “afectados ambientales”
está contenido de la condición de contingencia y desgracia, como
fuerza impuesta y heterónoma que orilla a los pueblos a vivir bajo
esa situación. Sin embargo, en este trabajo me ha interesado pensar
en las posibilidades y condiciones para la articulación de un su-
jeto colectivo que es capaz de irrumpir, cuando los umbrales de la
tolerancia y admisibilidad por múltiples y sorpresivas razones se han
sobrepasado.
Así, los movimientos que buscan antinaturalizar el desastre sur-
gen del tránsito de la soledad y angustia privada al reconocimiento
colectivo y público de los padecimientos que se comparten. La in-
7
A este respecto la toxicología, y específicamente la toxicología ambiental y la eco-
toxicología, está tomando cada vez mayor relevancia como una disciplina capaz
de diagnosticar el grado de afectación de agentes nocivos sobre los ecosistemas,
incluidos los organismos vivos humanos.

251
LUCHAS POR LO COMÚN

dignación que se produce cuando el dolor es inaceptable y adquiere


una dimensión colectiva de cuestionamiento y critica, puede llegar a
desbordar la condición de pobreza y victimización (Holloway, 2011)8
a la que son sometidos los afectados ambientales desde el poder.
Siguiendo nuevamente a Machado, se trata de rebeldías emergentes
de otras corporalidades que en sus estallidos rompen los escenarios
naturalizados, procurando hacer ver lo que se muestra como invisible:
hacer sentir aquello que, de tanto sentirlo, torna a los cuerpos
insensibles (Machado, 2009: 221).
Y es ahí que el cuerpo y las emociones van apareciendo como un
terreno relevante en los conflictos de las luchas por lo común, y funda-
mentalmente en aquellas que enfrentan las aristas más violentas de los
dispositivos expropiatorios. Las afectaciones socioambientales, posi-
blemente como cualquier otra situación límite en la que hay una rela-
ción constante con la muerte, concentran emociones íntimas que, en
algunos casos, llegan a procesarse en los cuerpos sociales y espacios
de la resistencia, habilitándose en los hechos una dimensión catártica
y terapéutica. A contracorriente de la militancia tradicional que se
construye en torno a la inquebrantabilidad y la resistencia emocional
(Arancibia, 2010), algunos de estos sujetos colectivos tienden a com-
partir la emocionalidad que el desastre les produce.
Cuando esas emociones comienzan a compartirse en los distintos
espacios cotidianos y organizativos, se “politiza la tristeza”, noción
desarrollada por el Colectivo Situaciones,9 para referirse a los sen-
timientos íntimos de personas y grupos que se abren como vía de
reencuentro con las apuestas colectivas en relación con el proceso
histórico en curso. Politizar la tristeza es “un ejercicio de reapropiación
y reinterpretación de lo hecho hasta aquí como proceso y no como
mera facticidad que se nos impone” (Colectivo Situaciones, 2007).
Otro aspecto a destacar en los procesos de recomposición comu-
8
Recuperamos la noción de política de la pobreza planteada por Holloway (2011)
en la que subyace la construcción de una revolución en nombre de las víctimas
del capitalismo, para la cual el Estado es, evidentemente, la forma organizativa
apropiada. Se trata de hablar en nombre del pueblo como un otro externo que
necesita una dirección y que, agregaríamos, no puede valerse por sí mismo (Ho-
lloway, 2011: 91-92).
9
Tomamos prestado el planteamiento del Colectivo Situaciones sobre “politizar
la tristeza” que resume como consigna una intención de resistencia. Para nuestro
análisis se trata de las cualidades que las colectividades pueden recomponer para
combatir la tristeza política provocada por la afectación ambiental.

252
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

nitaria al calor de las políticas de despojo, es la dimensión organiza-


tiva que da forma a las dinámicas sociales de acuerpamiento de los
opositores. A este respecto, resultan bastante comunes los formatos
asamblearios para la deliberación y acuerdo colectivo, en clara con-
traposición con la lógica de la política como una tarea de profesiona-
les, fundada en un poder extraño, externo y separado de la capacidad
social de hacer.
En este marco, la autoorganización se convierte en una dinámica
central para coordinar la cooperación social ante la evidente incapacidad,
corrupción y complicidad entre gobiernos y empresas y la limitación
de los marcos institucionales y mecanismos de participación formal
para frenar o desactivar los proyectos de expropiación. En este sentido,
si bien en algunas coyunturas estos movimientos apelan a la utilización
de canales institucionales y de recursos jurídicos para retrasar o frenar
el cercamiento de lo común, en la mayoría de los casos se evidencia
una fuerte apuesta a la acción directa no convencional y disruptiva
como principal herramienta de lucha para la presión política, así como
a la articulación y coordinación con otras organizaciones sociales y
experiencias de resistencia10 (Svampa, 2008a: 99-100).
En este marco, se considera que la estrategia legal puede ayudar a
frenar los proyectos, a desactivar ciertos procedimientos, y sobre todo
a evidenciar la ilegalidad del poder y las violaciones a los derechos
humanos que éste comete. Sin embargo, tal como señala la abogada
Silvia Emanuelli, ésta no funciona sola; se ha buscado “la combinación
de lo legal con la movilización. Una sin la otra no sirve. Es lo único
que el poder nos ha dejado y por eso hay que usarlo, deja un pequeño
margen de diálogo con ellos” (Entrevista a Silvia Emanuelli, 2010).
En este sentido, muchas voces de estas resistencias insisten en que la
estrategia jurídica siempre tiene que ir acompañada de un proceso
organizativo y político conducido por el sujeto colectivo en lucha.
10
Entre los diferentes espacios de coordinación y organización que se han consti-
tuido en México, destaca la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (anaa),
creada desde 2008 por comunidades, pueblos, colectivos y organizaciones socia-
les de decenas de localidades, como espacio de encuentro autónomo y de coor-
dinación conjunta para enfrentar las problemáticas ambientales. Los diferentes
movimientos que integran esta Asamblea enfrentan conflictos de agua, basura,
vivienda, urbanización “salvaje”, construcción de carreteras, destrucción de bos-
ques, políticas agrarias, avance de la agricultura transgénica, desarrollos hoteleros,
despojo de playas y daños a la salud. Para mayor información véase: <www.afec-
tadosambientales.org/>

253
LUCHAS POR LO COMÚN

Desde la perspectiva de Raquel Gutiérrez estaríamos hablando de


una política autónoma, en contraposición con una de tipo estadocén-
trico que, en primera instancia, se sitúa desde el lugar de la representa-
ción aparente de la totalidad social y pretende hablar “para todos”, ade-
más de razonar desde la perspectiva de la estabilización del sistema de
fuerzas y tensiones antagónicas. Por su parte, la política autónoma es
concreta y particular, y suele orientarse por la búsqueda de la desesta-
bilización parcial, de la apertura particular y concreta de aquellas nor-
mas e instituciones que impiden su despliegue (Gutiérrez, 2011: 29).

Nosotras estamos pensando que gracias al desencanto y lo errático


del poder y de los partidos, cada vez más gente pueda entender en
colectivo, nos ha pasado con la gente que hablamos, la condición
política actual ya no funciona, no escucha, no resuelve. La realidad
nos está pegando a todos igual, estamos pensando que ésta no es la
vía como conciencia en un primer término, pero todavía no estamos
sabiendo cómo vamos a hacer las cosas distintas, apenas estamos
abriendo las cosas: ‘así no’, no sabemos cómo, pero ‘así no’ (Entrevista
a Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

En ese sentido, la política autónoma de este tipo de luchas se relaciona


con el uso de estructuras poco rígidas de organización, experimentando
modalidades organizativas basadas en la democracia directa, el uso de
la figura asamblearia, mecanismos horizontales de toma de decisiones
y de participación de los miembros.
En el caso de las experiencias rurales, sobre la base de un proceso de
actualización, suele hacerse uso de las estructuras tradicionales comu-
nitarias de convivencia y organización para la deliberación y toma de
decisiones. De hecho, muchas veces las formas tradicionales de or-
ganización y decisión a nivel comunitario, funcionan por encima de las
estructuras estatales. Como comenta Genaro, de la organización oaxa-
queña La Ventana, quien ha acompañado el proceso del Copudever:
“Para los indígenas no importa mucho si no lo avala la autoridad agra-
ria, pesa mucho más la asamblea. En Oaxaca pesa mucho esto, si ya
lo dijo la asamblea, ya es ley, no hasta que la autoridad lo reconozca”
(Entrevista a Genaro Guevara, 2010). Los siguientes testimonios ilus-
tran este aspecto:
Vamos a luchar por nuestra autonomía, por nuestros usos y costumbres,
que el presidente municipal no vaya querer poner urnas cuando lle-
vamos a cabo las elecciones del comisariado de bienes comunales. Que

254
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

sea como siempre, levantando la mano, rayando el pizarrón, y esto lo


vamos a defender para conservar esos usos y costumbres (Entrevista a
Felipe Flores, cecop, 2010).

No tenemos figura jurídica porque no queremos perder el ámbito


colectivo, nos mantenemos como Consejo, porque queremos mante-
ner la colectividad. Mantenernos así tenemos más fuerza, que hacer-
nos una asociación civil. Si más adelante vemos que es necesario lo
podemos hacer, pero ahora no, tenemos peso como Copudever (En-
trevista a Jiménez y Chávez del Copudever, 2010).

Un elemento que puede resultar decisivo en la lucha contra el despojo


es el apoyo de los comisariados ejidales y de las estructuras tradi-
cionales. Por ejemplo, el cecop ha tenido que defender sus tierras a
contracorriente de los comisarios ejidales y de las estructuras de usos
y costumbres, las cuales en su mayoría han estado coludidas con el
poder local y con la cfe para la construcción de la presa. Frente a esto,
durante algunos meses decidieron generar las mismas estructuras
de forma paralela, regidas de manera autónoma y en función de los
intereses del pueblo.

En el caso de los bienes comunales de Cacahuatepec se buscó tener


una representación del comisariado de bienes comunales y se tuvo
que hacer en los dos últimos periodos ya en la lucha un doble poder,
el nombramiento de un comisariado legítimo y autónomo en contra
del comisariado ilegal y espurio (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop:
2010).

Así, los usos y costumbres, las formas tradicionales de organización y


en general los modos comunitarios de autorregulación se reivindican
profundamente y se llegan a considerar como parte del acervo común
con que se cuenta para la resistencia y defensa del territorio. En ese
sentido, la lucha contra el despojo implica la defensa de la autonomía,
incluida la capacidad de autodeterminación de los pueblos.

Algo muy importante de los valores que tenemos en este pueblo, es que
se respetan los usos y costumbres, las asambleas generales se hacen
con la participación de los ciudadanos, los trabajos se llevan a través
de tequios, la seguridad a través de la policía municipal [...] Es nuestra
norma y así tenemos el control del pueblo, hay esa armonía todavía,
pero si este proyecto se diera, acabaría con todo eso. Ya nadie vendría

255
LUCHAS POR LO COMÚN

a las reuniones, ya no habría tequio (Entrevista a Jiménez y Chávez del


Copudever, 2010).

Por su parte, en las espacialidades urbanas, las estructuras básicas de


la sociedad aparecen oscurecidas o son casi inexistentes. Y es que en lo
urbano la comunidad política real está profundamente desgarrada,
puesto que las abstracciones y ordenamientos del capital –incluyendo
la forma individuo– aparecen más cristalizadas. Sin embargo, hay una
lucha –pocas veces visible y la mayor parte del tiempo intersticial– por
recrear lazos colectivos, y hacer común la vida urbana. Esta lucha se
produce de manera intermitente,11 con fines y modalidades variadas a
nivel espacial y temporal, bajo la forma sindicato, barrio, centro social,
colectivo político, gremio profesional, organización social o asamblea
vecinal.
Lo cierto es que la politicidad de estas experiencias, tanto en espa-
cialidades como urbanas y rurales, están interrumpiendo la duración de
la forma clásica para pensar la política, en términos de su relación ine-
xorable con el Estado.
Así, más allá del tipo de espacialidad, las fisuras que estas luchas
producen en la política están relacionadas con la incipiente genera-
ción de espacios públicos no estatales, inaugurando “novedosos esce-
narios de vivencia democrática y autogestiva, permitiendo retirar del
Estado y de los agentes privilegiados del sistema capitalista el mono-
polio exclusivo de la definición de la agenda social” (Ouviña, 2007:
190). Se trata de una política conjugada en tiempo cotidiano, una po-
lítica no separada del hacer. En los siguientes testimonios del cecop
y de la Agrupación Un Salto de Vida se enfatiza la re-apropiación de
las capacidades políticas y de la voluntad colectiva no centrada en lo
estatal por parte de las comunidades:

Pero de lo que se dieron cuenta [el gobierno] es que las acciones que
llevamos nosotros tenían fuerza, y que la fuerza los iba a desplazar,
todos los partidos, regidores, quedaron desplazados, entonces hay un
divorcio total y en ese divorcio entendieron que las decisiones las toma
el pueblo, y eso es lo que insistimos con todos en todos lados ‘hay
11
Siguiendo a Gutiérrez, lo intermitente refiere a lo “permanente” aunque “discon-
tinuo” de los ritmos presentes en casi todos los procesos vitales: “desde el sístole-
diástole del sistema circulatorio hasta los flujos y reflujos de las movilizaciones
sociales. Esta pauta de lo que podemos llamar los “tiempos vitales” se contradice,
antagoniza y desborda permanentemente los falsos tiempos homogéneos, idénti-
cos y lineales del capital y del Estado” (Gutiérrez, 2009: 31).
256
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

posibilidad de que las decisiones las tomen los pueblos’ y eso es lo que
hay que buscar (Entrevista a Rodolfo Chávez, cecop, 2009).

De la política sí hay posibilidades, pero no de la partidista. Se necesita


una nueva política de las comunidades, más democrática. Pero
no que nosotros tengamos el poder, sino que la gente lo tenga. La
política absorbe a la gente y no se puede mover. Yo no veo que haya
que meterse a la política, sino es un construir desde abajo, un nuevo
empezar. Este trabajo es de largo aliento, los árboles que sembremos
ahorita, los frutos se los comerá la siguiente generación, va a pasar
mucho tiempo. Es un eterno construir desde abajo. Con los partidos
ni pensarlo (Entrevista a Graciela González, Agrupación Un Salto de
Vida, 2010).

En ese sentido, los impulsos de recomposición comunitaria son impul-


sos de negación e invención más allá de las disposiciones capitalistas.
Y es que, con el despliegue de las relaciones sociales capitalistas el in-
dividualismo es un tipo de relación social que deviene en lo que
Benedict Anderson caracteriza como el remplazo de la socialización
comunitaria por la socialización mercantil y la invención de una co-
munidad imaginada representada en la figura del Estado nacional
(Anderson, 1993).
Así, ante el desgarramiento de la socialización comunitaria, las lu-
chas por lo común son esfuerzos por retejer los lazos de la comunidad
real y verdadera; en ese sentido es que hablamos de luchas de recom-
posición comunitaria. Siguiendo a Roux, la comunidad real y verda-
dera está “basada en una politicidad en manos de las comunidades
y contra la politicidad enajenada, como la expropiación de los seres
humanos del derecho a organizar, controlar, y decidir libremente la
forma de ordenación de su vida social” (Roux, 2005: 35). Desde esta
perspectiva, los sujetos colectivos no son en absoluto “un simple agre-
gado de individuos, de grupos, de movimientos, sino una suerte de
‘iluminación’ (Benjamin, 1982) de la cual surge una nueva subjetivi-
dad” (Tischler, 2004: 79).
De aquí, que lo político, la comunidad y el territorio se entretejan
como una potente capacidad contra el cercamiento de lo común y la
asimétrica batalla contra el capital. Se trata de capacidades sociales en
torno a la recuperación de lo político, a la recomposición comunitaria
y arraigo con el territorio que logran resistir, al mismo tiempo que –en
medio de profundas dificultades– buscan imaginar, experimentar y

257
LUCHAS POR LO COMÚN

fortalecer modos de autorregulación social basados en la solidaridad


y la sostenibilidad para hacer común la vida. Recuperando a Gutiérrez
consideramos que la “autorregulación” “es algo así como “la dinámica
de la autonomía”, es decir, la posibilidad y capacidad –de personas,
conjuntos de personas o sistemas– de modificar, ajustar o equilibrar a
lo largo del tiempo las normas a las que han de ajustarse y/o los fines
que se proponen alcanzar” (Gutiérrez, 2014).
Estas capacidades, en suma, son percibidas desde el poder como
una suerte de amenaza asimétrica (Izarra, 2005),12 en tanto las formas
de organización de las luchas socioambientales no se dan en el terreno
y en los términos del poder estatal. Siguiendo a Holloway, la asimetría
de las luchas con respecto al poder se da cuando éstas constituyen
formas de organización diferentes a las del capital (Holloway, 2011:
68), de ahí que las clases dominantes no logren predecir con certeza
los movimientos y desplazamientos de los opositores.
Un aspecto adicional en el fortalecimiento de la política autónoma
desde lo comunitario es la crisis de las mediaciones de la política estatal.
Y es que, ante las imposiciones del gobierno, las irregularidades en los
procedimientos y las estrategias de división y cooptación comunitaria,
el temperamento social va aumentando y se va polarizando la posición
de los gobiernos y de las luchas socioambientales. Como plantea
Marco Suástegui, comunero del cecop: “Con este tipo de proyectos
la distancia se hace más larga con el gobierno”; distancia que además
de profundizarse se produce en condiciones sumamente asimétricas.
En ciertas ocasiones, la frustración y el desencanto generadas por
la política formal pueden derivar en el rompimiento de mediaciones
encargadas de la regulación de los conflictos para estabilizarlos e
incorporarlos al terreno de la gobernabilidad estatal. Un ejemplo de
esto es cómo, a través de la lucha del cecop, se lograron desarticular
12
Retomamos esta categoría de la terminología militar empleada por Estados
Unidos. Para este país la preservación de su hegemonía implica el despliegue de
estrategias de operación de guerras preventivas, proyección de poder, presencia
de ultramar, sorpresa estratégica y dominio territorial. “Todas enfocadas a deter-
minar que el peligro más serio que atenta en su contra es lo que denominan las
‘amenazas asimétricas’. En el contexto de su seguridad nacional, la asimetría se
refiere a la acción que el oponente presenta para maximizar su ventaja, lograr la
iniciativa, ganar la mayor libertad de movimiento y explotar las debilidades del
imperio. Amenaza asimétrica es para ellos, la ofensiva de los palestinos, la guerra
de guerrillas que libra el pueblo de Irak, la emancipación de los pueblos, y la ins-
tauración de sistemas políticos diferentes a los sugeridos para la región, como el
caso de Venezuela” (Izarra, 2005).

258
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

las relaciones clientelares con la Confederación Nacional Campesina


(cnc), la cual había venido operando con bastante influencia en la zona.
La cnc consiguió incidir en la integración de los comisariados ejidales
y de las estructuras comunitarias para avanzar con la construcción de
la presa; sin embargo, este intento fracasó.
Cuando se erosionan las mediaciones y se fisuran las relaciones de
dominación, no sólo comienza a explicitarse la crítica a la representa-
ción política encarnada en el Estado, sino que se pone mayor atención
en las relaciones tejidas al interior de los espacios organizativos. A este
respecto, aunque la separación entre dirigentes y dirigidos existe en los
hechos, aún sin estar formalizada la mayoría de las veces, tiende a ha-
ber un cuestionamiento hacia la figura del dirigente que se separa de
las bases y se independiza del pensamiento colectivo y concreto de la
experiencia. Siguiendo al Colectivo Situaciones y al mtd Solano de Ar-
gentina en algunas de las reflexiones elaboradas sobre la experiencia
vivida como organización piquetera: “el ejercicio de la representación
despotencia lo representado”, y tiende a expropiarle la soberanía al re-
presentado, porque el poder de la representación se encuentra en unos
cuantos, quienes administran y deciden lo que mejor conviene a los
representados. El pensamiento de los representantes ya no se construye
colectivamente, “la asamblea deja de ser órgano de pensamiento para
pasar a ser un lugar de la legitimación y reproducción de las relaciones
de representación” (Colectivo Situaciones, mtd Solano, 2002: 124-126).
A este respecto algunos testimonios:

Los comisariados son nuestros representantes, pero ellos no deciden,


decide el pueblo (Entrevista a Felipe Flores, cecop, 2010).

La responsabilidad directa es sobre el comisariado, los ejidatarios


somos dueños del ejido, y nosotros respaldamos al comisariado o le
decimos qué hacer. Él no puede decidir solo, tiene que traerlo a la
asamblea general del Consejo (Entrevista a Jiménez y Chávez, Copude-
ver, 2010).

A este respecto Roux plantea que

la separación moderna entre una esfera privada y una esfera pública


hizo de la representación el único medio de existencia política de los
ciudadanos. La modernidad escindió ciudadanía y política [...] el Esta-
do moderno extendió el principio de ciudadanía igualando jurídica-

259
LUCHAS POR LO COMÚN

mente a los individuos: pero al mismo tiempo sustrajo a la sociedad la


decisión última sobre la vida pública, transfiriéndola a una autoridad
colocada por encima de ella como mando único y supremo al que se
debería obediencia: el poder soberano estatal (Roux, 2005: 39).

A continuación un testimonio que ilustra claramente la lucha contra


esa escisión:

Nuestra comunidad con su historia, espera liderazgos, cosa que


nosotros no podíamos dar, espera un liderazgo tradicional, cuándo
hay que hacer, con quién. La clásica de que no se quieren compromisos
y entonces hay que dejárselo a los que andan ahí. Entonces nosotros
estamos en eso. no queremos que se haga eso, sino que cada uno le
vaya poniendo. Y sabemos que así nos vamos a tardar mucho más pero
con la esperanza de que se construya de mejor manera (Entrevista a
Graciela Enciso, Agrupación Un Salto de Vida, 2010).

Así, a contracorriente de la política estatal, los impulsos de recompo-


sición comunitaria y la emergencia de una forma política de lo común
se nutre de las disposiciones colectivas que posibilitan la intervención
y decisión sobre los asuntos públicos. De ahí que también surja la
necesidad de socializar los aprendizajes y capacidades políticas pa-
ra garantizar que la lucha continúe, incluso se plantea que el poder
esté diseminado en los más posibles y que frente a los momentos de
represión no pueda ser posible eliminar a “los dirigentes”.

Ahora en septiembre, octubre y noviembre querían platicar con no-


sotros, pero se ve que es una situación con alevosía. La reunión no la
querían con todo el pueblo, decían que con el líder. Pero hemos tenido
cuidado de no tener líderes, o de no decir fulano es el líder, y somos
Consejo, y yo le he dicho nadie es líder, aquí todos debemos aprender
parejo, si alguien se retirara por lo que sea no debe ser motivo para que
la lucha se detenga, todos debemos tener la capacidad de que la lucha se
continúe. Los del gobierno querían saber quién era el líder; los que están
en contra dieron nombres (Entrevista a Eloy Cruz, Copudever, 2010).

La negación de la representación tiende a fortalecer la socialización


de las capacidades de articulación de las asociaciones múltiples de lo
social. En este sentido, la autonomía que estas luchas van ganando está
relacionada con las capacidades de proponerse sus propios fines y de

260
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

regular los modos en los que se van implementando las acciones para
alcanzarlos propuesto por el movimiento zapatista.
El principio de mandar obedeciendo, propuesto por el movimien-
to zapatista, se convierte en un principio orientador de la práctica po-
lítica al interior de los espacios de la lucha, pero también de la forma
de relacionarse con otros actores, incluidas las ong y las autoridades
estatales.
Por otro lado, también se encuentra la construcción de relaciones
horizontales de solidaridad y apoyo entre las diferentes resistencias y
organizaciones, lo que sin duda ha coadyuvado al fortalecimiento, vi-
sibilidad y cobertura de las luchas por lo común. Se trata de la articu-
lación de “comunidades del no” 13 o redes extraterritoriales que se tejen
en torno al sujeto comunitario local y que influyen fuertemente en
las conexiones que los sujetos comunitarios hacen entre capitalismo
global, Estado y degradación ambiental. Las percepciones de las luchas
socioambientales son alimentadas por referencias y experiencias de
otras latitudes que enfrentan los mismos problemas.

Vimos con nuestros propios ojos lo que significa el despojo de las


tierras, del agua de los ríos, y supimos lo que significa perderlo todo
por la ambición de los ricos, de los poderosos y de los gobiernos, que
son los únicos que se benefician con lo que ellos llaman ‘desarrollo’,
que no lo es, porque no es desarrollo para todos (cecop, 2010).

Si los pueblos aceptan el proyecto después se van a lamentar. Desper-


tando conciencias y diciéndoles lo que puede pasar. Tuvimos la opor-
tunidad de estar en Guatemala, El Salvador, la presa El Castañón en
Brasil, hubieron cientos de desplazados y nos les cumplió el gobierno.
En todos los países siempre pasa lo mismo, nunca cumplen lo que
prometen (Entrevista a Felipe Flores, cecop, 2010).

Cabe señalar que las distintas luchas por lo común están potenciando
formas de articulación entre lo rural y lo urbano, acompañadas de una
incipiente crítica a la insustentabilidad y la relación parasitaria de las
13
Siguiendo a Antonelli, en las comunidades del no “se incluye a distintos actores
que, sin ser asambleístas, comparten la valoración ética, la evaluación epistémica
y la promoción de concientización ciudadana (…) y que llevan adelante acciones
de promoción del discurso del no en diferentes ámbitos (…) Con este alcance, la
designación propuesta excede la territorialidad como principio o variable de con-
figuración de los colectivos que contienden asimétricamente contra el dispositivo
hegemónico” (Antonelli, 2009: 61).
261
LUCHAS POR LO COMÚN

ciudades con respecto al campo. Con mayor claridad las luchas rura-
les están apelando a que la gente común de las ciudades, no sólo de
México sino de otros países, reconozca la importancia de la resistencia
que éstas libran a favor de todos, y evidenciando la relación tan desi-
gual que hay entre los diversos ámbitos; en tanto el crecimiento de las
ciudades se da a costa del despojo de los pobres y el saqueo o explota-
ción de las zonas rurales.

Hoy más que nunca debemos buscar la manera de convencer a la


sociedad, a los ciudadanos de la gran metrópoli, como es la capital
que apoyar a los movimientos sociales, lo que están haciendo las
trasnacionales y el gobierno es acabar con la madre tierra (Entrevista a
Felipe Flores, cecop, 2010).

Estamos defendiendo nuestra tierra y al planeta, porque estamos ayu-


dando a que no se agrave el calentamiento global; con la selva baja ca-
ducifolia se da oxígeno. Defendamos lo que es nuestro y defendamos
otros lugares (Entrevista a Marco Suástegui, cecop, 2008).

En espacios de coordinación, como es el caso de la Asamblea Nacional


de Afectados Ambientales (anaa), un rasgo característico es la afluen-
cia y encuentro de organizaciones y comunidades rurales, con habi-
tantes y colectividades de las ciudades. De ahí que hayan surgido rela-
ciones de solidaridad, por ejemplo, a partir de la creación de algunos
comités de apoyo que, desde la ciudad, apoyan a las luchas rurales. O
incluso, que se esté potenciando la imaginación y la construcción de al-
ternativas integrales de carácter antisistémico desde la ciudades,
inspiradas por las experiencias de autonomía campesina, como es el
caso de la agricultura urbana.
Siguiendo nuevamente con el argumento de Gutiérrez en torno
a la política autónoma, vemos cómo ésta modifica drásticamente las
más fundamentales relaciones de mando-obediencia que segmentan,
jerarquizan y estructuran a las sociedades (Gutiérrez, 2012). Como
parte de estas transformaciones, podemos ubicar la activa participación
de las mujeres en los espacios de la política comunitaria, que incluye
la modificación de las formas de habitar la vida cotidiana, como
interrupción –por lo menos momentánea– de las relaciones históricas
patriarcales de dominación.
Sobre esto, hay por lo menos dos aspectos a destacar: por un lado,
las formas en que las mujeres recrean y reconocen su intervención en

262
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

lo político; y por otro lado, su participación en los ámbitos productivo


y reproductivo para el cuidado de la vida.
Como hemos señalado anteriormente, desde la perspectiva de Sil-
via Federici los regímenes de propiedad comunal han comprendido
márgenes mayores de acción para las mujeres, porque ante los pocos o
nulos derechos sobre la tierra que éstas han tenido, lo común ha resulta-
do fundamental como espacio de producción para la reproducción de
la vida (Federici, 2010). De ahí que lo común, históricamente haya
estado relacionado con las economías de cuidado o de sustento en las
que el papel de la mujer ha sido central (Shiva, 2006: 25).
Haciendo un poco de historia, Federici asegura que durante el
feudalismo las mujeres fueron las más afectadas cuando perdieron
la tierra, lo que las terminó confinando al trabajo reproductivo y
devaluando su hacer concreto. Esto supuso la imposición de una
nueva división sexual del trabajo, como fundamento del nuevo orden
patriarcal, sometiendo el hacer femenino a la función reproductiva e
invisibilizando su hacer productivo (Federici, 2010). Esto explica, en
buena medida, la reiterada escisión de los ámbitos de la producción y
la reproducción, quedando lo masculino ceñido a lo productivo y lo
femenino a la reproducción.
Ahora bien, el primer aspecto está relacionado con la participa-
ción de las mujeres en la política comunitaria, incluyendo inéditas
intervenciones en espacios que tradicionalmente habían estado
dominados por los hombres. Se trata de procesos de subjetivación en
marcha, que coexisten conflictivamente entre los nuevos modos de
relación social y la propia tradición que, en algunos casos, se encuentra
atravesada por una lógica de dominación que lucha por reproducirse.
A continuación, el testimonio de Estela Chávez del Consejo de Pueblos
en Defensa del Río Verde (Copudever):

Sobre la participación de las mujeres, con todo este movimiento aquí


en el pueblo todavía existen muchos hombres machistas que dicen
que las mujeres no tienen ni voz ni voto en una asamblea general del
pueblo; ya se venía discriminando a las mujeres, pero este año y con este
movimiento pues ya abiertamente está declarado de que las mujeres
tienen derecho a participar en una asamblea en la toma de decisiones
o se le está dando ese espacio para que participen de la reunión y en
adelante las mujeres puedan ocupar cargos, puedan ocupar un cargo
de policía municipal, puedan ser una secretaria, una tesorera de la
agencia. Ya se abrió el espacio, hay que cuidarlo y que la mujer también

263
LUCHAS POR LO COMÚN

haga valer su derecho, que exija, que como mujer es ciudadana y tiene
todos los derechos de los varones, fue un movimiento que se lo ganó
(Entrevista a Jiménez y Chávez, Copudever, 2010).

Y es que las mujeres han sido guardianas de lo común, sus capaci-


dades de cuidado y sustento se relacionan con la conservación y actua-
lización de conocimientos tradicionales, saberes y remedios medici-
nales. La mujer comunera es campesina, partera, yerbera, tejedora de
memoria. Y, aunque predominantemente no cuentan con la atribución
legal ni consuetudinaria para poseer o usufructuar la tierra, cuenta con
veladas, pero fundamentales capacidades de intervención en lo pro-
ductivo, además de la trascendente actividad de cuidado y recreación
de lo común inmaterial, como es el caso de los saberes tradicionales.
En suma, la emergencia de estos saberes comunes representa una
recuperación del conocimiento tradicional que la ciencia y la medicina
modernas han expropiado y negado, relegándolo a la esfera de lo
sobrenatural, a lo místico e irracional (Shiva, 2004: 67).

De allí creo que es fundamental empezar a curarnos entre nosotros, que


sería la otra forma alternativa de estar bien, ahorita ya empezamos a in-
cursionar en la alimentación, pero nos falta la rama de la medicina [...]
y/o empezar a enseñar a las mamás brujas a hacer medicina, para que
puedan curar a sus niños. Entonces es como que ahorita estamos en esa
otra visión de empezar a regresar que dice ‘nuestro pasado será nuestro
presente’ y a buscar que la cocina [...] sea la fuente de vida de nuestras fa-
milias; alimentarnos en físico y en emocional y todo en nuestras cocinas
(Entrevista a Graciela González, Agrupación Un Salto de Vida, 2013).

En este renglón, tal y como lo ha desarrollado Sivia Federici, las muje-


res son agricultoras de la subsistencia, siendo central su intervención
en la producción de alimentos y en general en el cuidado y regenera-
ción de las economías de sustento. Siguiendo a Silvia Ribeiro,
agricultura, alimentación y biodiversidad son definitivamente sustan-
tivos femeninos. Fueron mujeres las que inventaron la agricultura, y
siguen siendo campesinas e indígenas quienes desde hace 10 mil años,
con curiosidad, necesidad, creatividad, inteligencia, paciencia, sabidu-
ría, trabajo colectivo, buscaron, criaron, seleccionaron, moldearon y
compartieron una enorme diversidad de semillas nativas que hoy son
base de la alimentación de toda la humanidad (Ribeiro, 2014).14
14
Recomendamos revisar el trabajo de “Las mujeres sin tierra alimentan al mundo”

264
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

las mujeres somos las encargadas del huerto familiar [...] Y cuando
uno no tiene para comer, pues tiene su huerto, que muchas veces es
para hacer la semilla para la siguiente (temporada) o para compartirla,
intercambiarla, pero sí es realmente muy difícil actualmente con esto
de que casi no hay agua (en el río Yaqui) (Anabela Carlón, 2013).

Habría que señalar que las mujeres de las luchas socioambientales no


es que nieguen sus actividades reproductivas, sino que explicitan otros
campos femeninos de intervención, como es el caso de lo productivo.
La relación que las mujeres han mantenido con la naturaleza no
puede entenderse solamente como sujeción por su confinamiento a lo
reproductivo, sino como una capacidad política para crear y reproducir
vida en el territorio.
En este sentido, y a partir de las experiencias femeninas que hemos
explorado, recuperamos a Silvia Federici, para poner en el centro una
mirada que se proponga no escindir el ámbito productivo del repro-
ductivo, conectados por un tipo de hacer social orientado al sustento
y cuidado de las colectividades (Navarro y Linsalata, 2014). Estaríamos
pensando que la mujer no sólo reproduce la vida, sino que también
la produce. De acuerdo a Maria Mies, las mujeres desarrollan una re-
lación productiva con la naturaleza, porque “la mujer no sólo recoge y
consume lo que crece en la naturaleza, sino que hace crecer las cosas”.
La productividad vista desde la perspectiva del sustento, difiere nota-
blemente de la idea dominante de la productividad del trabajo definida
por los procesos de acumulación del capital (Shiva, 2004: 83-84).
En suma, la emergencia y recomposición del pensamiento ambien-
tal abre la posibilidad de reconstruir formas de vida basadas en la
solidaridad y la sostenibilidad a contracorriente de la devastación
y violencia del capital. Comuneros y comuneras del cecop y del
Copudever se resisten a sembrar el maíz transgénico y a usar los
agrofertilizantes de los paquetes tecnológicos promovidos por los
gobiernos. Por el contrario, continúan produciendo la milpa y uti-
lizan semillas criollas, lo que fortalece la autonomía y soberanía
alimentaria de sus comunidades. La Radio Ñomndaa “La Palabra del
Agua”, ha potenciado la integración, cooperación y colaboración entre
las comunidades, convirtiéndose en un referente para la información
y organización en la lucha por la autonomía, la defensa del territorio,

realizado por Desinformémonos, octubre de 2013. Disponible en: http://desinfor-


memonos.org/2014/02/las-mujeres-sin-tierra-alimentan-al-mundo-2/

265
LUCHAS POR LO COMÚN

la libertad de expresión y el uso de la lengua originaria. Asimismo,


destacan los proyectos productivos de las mujeres amuzgas para la
comercialización de sus tejidos. Los cheranenses15 han logrado consti-
tuirse como municipio autónomo regido por usos y costumbres, y han
echado a andar un conjunto de disposiciones y prácticas colectivas
para la toma de decisiones y la protección de su territorio, como es
el caso de la Ronda Comunitaria y las fogatas por barrio, lo que en
suma, les ha dado mayor margen para cuidar su bosque y defenderse
de los talamontes. La Agrupación Un Salto de Vida desde hace casi
cinco años viene impulsando una huerta comunitaria y un vivero para
la reforestación de árboles en la región, la cual tiene como objetivo
“crear vida en medio de la muerte” a través de la capacitación popular
en agricultura orgánica. Estos sistemas de saber y la apropiación de
tecnologías son centrales para resistir a la devastación ambiental.
En medio del debate sobre las alternativas para enfrentar la crisis
civilizatoria16 y ante las falsas soluciones que los gobiernos y las
15
Desde abril de 2011, la comunidad purépecha de Cherán en Michoacán ha lo-
grado impulsar un proceso organizativo para detener a los talamontes relaciona-
dos con grupos del crimen organizado, que no sólo venían extrayendo madera de
los bosques, sino además realizando una serie de robos, extorsiones, secuestros
contra la población. Los agravios cometidos han reducido considerablemente los
bienes forestales, de 27 mil hectáreas sólo quedan 7 mil. Para la defensa de su
territorio los cheranenses están poniendo en práctica formas de participación y
de toma de decisiones colectivas, logrando además, el reconocimiento estatal para
regirse por usos y costumbres.
16
Siguiendo a Renán Vega Cantor, “La crisis civilizatoria describe la situación ac-
tual, en la cual confluyen de manera compleja crisis de diversa índole, que afectan
a todo el mundo y que ponen en cuestión la existencia misma del patrón civili-
zatorio que ha existido en los últimos cinco siglos (…)”. En este sentido, “puede
hablarse de una civilización capitalista, que se ha hecho dominante en el sistema-
mundo moderno, extendiendo por todo el planeta sus características intrínsecas:
conversión de todo lo existente en mercancías, cuya producción no tiene como ob-
jetivo la satisfacción de las necesidades humanas sino la generación de ganancias
individuales; producción de riqueza mediante la explotación de seres humanos
bajo mecanismos salariales generadores de plusvalía; subordinación de toda la so-
ciedad y la naturaleza a las formas mercantiles y a la ganancia, bajo el supuesto de
que el crecimiento (entendido en términos estrictamente económicos), es infinito;
consolidación de un patrón energético basado en combustibles fósiles (carbón,
petróleo, gas), de corta duración en términos históricos; concepción depredadora
de la relación con la naturaleza; y, confianza absoluta en que las mediaciones cien-
tíficas y tecnológicas garantizan un ascendente e incontenible progreso. Estos as-
pectos se han acompañado del individualismo, la competencia, el ánimo de lucro,
el egoísmo, el consumo exacerbado de mercancías, como formas mentales, ideoló-
266
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

corporaciones están generando dentro de la llamada “economía ver-


de”, la respuesta que se apunta desde diversas latitudes y movimien-
tos de abajo está orientada a fortalecer los entramados colectivos y los
esfuerzos de recomposición comunitaria en espacialidades urbanas y
rurales para la producción, gestión y recreación de lo común.
Ciertamente, la supervivencia y protección de los bienes comunes
constituye una condición fundamental para la continuidad de la vida,
que puede seguir y potencialmente estar en manos de sujetos comu-
nitarios a partir de formas de autorregulación social que incorporen
entre sus principios, frenos y controles que eviten la sobreexplotación,
degradación o agotamiento de los recursos. Se trata de experimentar
modalidades comunitarias que, mediante la confianza, la reciprocidad,
la cooperación, hagan posible sostener modos de gestión de lo común.
La batalla que están librando las luchas socioambientales contra el
despojo múltiple abren pertinentes cuestionamientos sobre cómo re-
sistir, defender, fortalecer y expandir lo común. De aquí se deriva el fe-
cundo debate sobre qué tipo de propiedad y qué formas de regulación
hacen posible lo común. Consideramos que, a diferencia de las formas
de propiedad y organización estatales y mercantiles, lo común surge
del presente, de lo particular, de lo local y de los impulsos de autode-
terminación social; y no de un poder centralizado que planifica y deter-
mina el hacer. La regulación de lo común implica pensar y hacer bajo
escalas realmente humanas y materializadas en relaciones comunitarias
situadas temporal y/o espacialmente.
Las luchas socioambientales como parte de una constelación de
movimientos contra el despojo, están construyendo –en medio de te-
rribles adversidades– formas alternativas capaces de negar, subvertir
e ir más allá del capital. Las formas particulares del antagonismo con-
tra el capital que las luchas socioambientales encarnan trascienden el
ámbito local de la defensa de los bienes comunes naturales o ecológi-
cos. Su potente capacidad de autoconfianza colectiva, contagio, ejem-
plo e irradiación ha logrado conexiones con otros rostros de la lucha
contra el capital.
gicas y culturales dominantes en el imaginario de gran parte de los seres humanos
(…) se precisa de la construcción de otra civilización completamente distinta a la
que hoy es dominante, y en la que predomine la propiedad común y colectiva, los
medios de producción estén controlados por el conjunto de la población, el valor
de uso y la reciprocidad sean la norma que permita satisfacer las necesidades de
los seres humanos, los patrones de producción y de consumo sean adecuados para
preservar la naturaleza y satisfacer las necesidades básicas de la gente, de tal forma
que se pueda vivir dignamente” (Vega Cantor, s/f).
267
LUCHAS POR LO COMÚN

Para concluir, me parece importante señalar que estas luchas han


logrado iluminar aspectos vitales para la sobrevivencia humana frente
a la crisis civilizatoria que el mundo vivo enfrenta. Han ayudado a que
problematicemos nuestra relación con la naturaleza, y a que entenda-
mos la urgencia de la construcción de alternativas basadas en la soli-
daridad y la sustentabilidad. Han sido parte del impulso por extender
lo común sobre todos los ámbitos de la reproducción social para resis-
tir a las formas económicas y políticas del despojo múltiple y garanti-
zar una alternativa frente a la devastación que el capital produce a su
paso. Ahí está la apuesta.

268
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

269
LUCHAS POR LO COMÚN

270
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

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de los medios de producción ¿histórica o transhistórica?, en
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Zepeda, Ana, “Distribuirán libro sonorense en secundarias del país”, en


El Imparcial, México, 25 de septiembre de 2012. Disponible
en: <http://www.elimparcial.com/EdicionEnLinea/Notas/No-
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Zibechi, Raúl, “Extractivismo en las grandes ciudades”, en La Jornada,


México, 5 de marzo de 2013. Disponible en: http://www.jorna-
da.unam.mx/2013/05/03/opinion/027a2pol

Direcciones electrónicas

Asamblea de Afectados Ambientales - <www.afectadosambientales.org/>

Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (com-


da) - <http://www.comda.org.mx/ >

Amigos de la Tierra México/ Otros Mundos Chiapas - <http://otrosmun-


doschiapas.org>

Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los


Ríos (mapder) - <http://www.redlar.org/bd/Organizaciones/
Movimiento-Mexicano-de-Afectados-por-las-Presas-y-en-
Defensa-de-los-Rios.2>

inegi - http://cuentame.inegi.org.mx/economia/default.aspx?tema=E

International Rivers - <http://www.internationalrivers.org/es>

Jóvenes en Resistencia Alternativa - < http://jra.espora.org/>

Proyecto Integración y Desarrollo Mesoamérica - <http://www.proyecto-


mesoamerica.org/>

298
MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

Minera San Xavier - <http://www.msx.com.mx/>

Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina - <www.conflic-


tosmineros.net/>

Serapaz - < http://www.serapaz.org.mx/>

Tribunal Latinoamericano del Agua - <http://tragua.com/>

Ttribunal Permanente de los Pueblos (tpp) - <http://www.tppmexico.


org/>

Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (ucss) - <http://


www.uccs.mx/>

Base de datos de conflictos mineros, proyectos y empresas mineras en


América Latina -[http://basedatos.conflictosmineros.net/oc-
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Coeur mining - [http://www.coeur.com/es/inicio#.U961_uN5Oso]

México InfoMine - [http://mexico.infomine.com/]

Urgencia Socio-Ambiental en México. Asamblea Nacional de Afectados


Ambientales -[https://afectadosambientales.crowdmap.com/
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Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales - [http://olca.


cl/oca/index.htm]

Entrevistas

Entrevista a Marco Suástegui del cecop, realizada en el Encuentro Popu-


lar sobre Agua y Energía, Aguacaliente, Guerrero, noviembre
de 2008.

Entrevista a Rodolfo Chávez del cecop, Chiapas, diciembre de 2009.

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LUCHAS POR LO COMÚN

Entrevista grupal al Frente de Pueblos de Anáhuac; Katia Leyte Chávez,


Edmundo Rioja, Juan Tomás Hernández, México DF, enero de
2010.

Entrevista a Graciela González y Enrique Enciso, Agrupación Un Salto


de Vida, El Salto, febrero de 2010.

Entrevista a Jorge Regalado, Guadalajara, febrero de 2010.

Entrevista a Jaime Jiménez Ruiz y Estela Chávez del Copudever, Paso de


la Reina, VII Encuentro del Movimiento de Afectados por las
Presas y en Defensa de los Ríos (mapder), Oaxaca, febrero de
2010.

Entrevista grupal al Copudever, realizada por Mina Navarro, Paso de la


Reina, VII Encuentro del Movimiento de Afectados por las
Presas y en Defensa de los Ríos (mapder), Oaxaca, febrero de
2010.

Entrevista a Alberto Solís Castro de Serapaz, México DF, marzo de 2010.

Martín Faz, Exposición de la experiencia del fao, II Encuentro Nacional


de Rema, Cerro de San Pedro, 24 y 25 de abril de 2010.

Entrevista a Ana María de educa y Genaro de La Ventana, México DF,


mayo de 2010.

Entrevista a Felipe Flores del cecop, México, DF, mayo de 2010.

Entrevista a Silvia Emanuelli de Coalición Internacional para el Hábitat,


México DF, junio de 2010.

Entrevista a Eloy Cruz del Copudever, Paso de la Reina, Oaxaca, de 2010.

Entrevista a Elizabeth Medina y James del Tedesco de fao, San Luis


Potosí, agosto de 2010.

Entrevista a David Valtierra, Radio Ñomndaa, Xochistlahuaca, diciembre


de 2010

Entrevista a Elizabeth Medina de Pro San Luis Ecológico, Ciudad de

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MINA LORENA NAVARRO TRUJILLO

México, septiembre de 2011.

Entrevista a José Gallardo, México, 29 de abril de 2012.

Entrevista a Baruc Martínez , Frente de Pueblos del Anáhuac, México,


DF, mayo de 2012.

Entrevista a Enrique Pineda, México DF, mayo de 2012.

Entrevista a Laura Ortega, México DF, junio de 2012.

Entrevista a Graciela González, para el documental de luchas socioam-


bientales. Laboratorio Multimedia para la Investigación Social,
El Salto, 2013.

Entrevista a Sofía Enciso, para el documental de luchas socioambientales.


Laboratorio Multimedia para la Investigación Social, El Salto,
2013.

Entrevista a Graciela Enciso, para el documental de luchas socioambien-


tales. Laboratorio Multimedia para la Investigación Social, El
Salto, 2013.

Entrevista a Anabela Carlón, para el documental de luchas socioambien-


tales. Laboratorio Multimedia para la Investigación Social,
Sonora, 2013.

Entrevista a Efraín León, México DF, 2015.

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LUCHAS POR LO COMÚN


Antagonismo social contra el despojo capitalista
de los bienes naturales en México se terminó de imprimir
en junio de 2015 en Impresos y Encuadernaciones Sigar
con domicilio en Calz. de Tlalpan 1702, Country Club, CP 04220, México DF
El tiraje consta de 1,000 ejemplares

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