Gaudi y Demas

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Prácticas de Arte. mes de abril.

Documento 1
1. Presentación

Interior de la cripta de la iglesia de la Colonia Güell. 1908-1915.


Antoni Gaudí. Arquitectura modernista. Barcelona.

2. Comentario

En su afán de procurar mejoras sociales para sus trabajadores, la familia Güell


encarga la construcción de equipamientos a diferentes arquitectos y confía a
Antoni Gaudí la construcción de una iglesia. El empresario no le impone ningún
tipo de límite, ni de presupuesto ni de tipo de obra y, para el arquitecto, el
proyecto sirve de banco de pruebas para la construcción de la Sagrada Familia.
Pero la obra quedó inacabada, únicamente se llegó a construir la nave inferior,
y es por ese motivo que la iglesia se conoce popularmente como cripta.
Las colonias industriales de finales del siglo XIX disponían de las últimas
tecnologías industriales y ofrecían trabajo y alojamiento a sus trabajadores. A
cambio, sólo les pedían fidelidad a la empresa que, a pesar de todo, mantenía
unas condiciones laborales muy exigentes.
Eusebi Güell adoptó el modelo de las colonias industriales del momento en
Catalunya, pero dotó a la Colonia Güell de los equipamientos escolares, sociales
y religiosos necesarios y encargó los proyectos y la dirección de las obras a los
mejores arquitectos modernistas.
Con la industria textil funcionando a pleno rendimiento, en 1989 Güell encarga
a Gaudí la iglesia que tenía que presidir el conjunto sobre un cerro pequeño
situado en un extremo de la urbanización. El arquitecto aprovechó el encargo
para ensayar formas y soluciones constructivas para aplicar, a mayor escala, en
el Templo de la Sagrada Familia, obra en la que trabajaba desde hacía unos 15
años.
En los estudios previos del proyecto, Gaudí contó con la habitual ayuda de su
fiel colaborador, Francesc Berenguer, que lo acompañó hasta su muerte en
1914. También colaboraron los arquitectos Joan Rubió, Josep Canaleta y,
especialmente, el ingeniero Eduardo Goetz para los cálculos de la estructura.

Los trabajos del modelista Joan Beltrán y el carpintero Joan Munné fueron
decisivos para la confección de las diferentes maquetas del proyecto y
especialmente de la gran maqueta polifunicular, un original instrumento de
proyección arquitectónica ideado por Antoni Gaudí.
Los 10 primeros años de esos 16 de trabajo, los invirtió en la confección de la
maqueta polifunicular de esa obra, que fue y es una auténtica genialidad en la
investigación arquitectónica. En un cobertizo colgaron del techo la maqueta de
la obra proyectada, colocándola en sentido invertido. La maqueta estaba
formada por una gran cantidad de cadenas de las que colgaban, atadas con
hilos, múltiples bolsitas llenas de perdigones. El peso de estas bolsitas era
proporcional a la carga que debía soportar el edificio en ese punto, y así el
conjunto de las cadenas y los hilos dibujaban las líneas de fuerza, que daban al
arquitecto la orientación para el direccionamiento “natural” de los
componentes estructurales de la obra, rigiéndose sólo por la fuerza de la
gravedad.

Esta maqueta fue un ingenioso modelo construido con tela, cuerdas y


pequeños pesos que permitían deducir unas formas arquitectónicas
directamente dictadas por el comportamiento estático del edificio proyectado.
Estaba ubicada en un cobertizo al lado del futuro edificio, donde también
estaba el estudio de Gaudí.
La primera piedra de la iglesia se colocó el 4 de octubre de 1908. Las obras se
mantuvieron bajo la dirección de Gaudí hasta el 3 de octubre de 1914, cuando
la familia Güell decidió no continuar la construcción de la iglesia por motivos
que no están documentados.
En aquel momento se había acabado el basamento que comprendía la capilla
inferior, conocida como la cripta, y el porche anexo, espacio sobre el que se
tenía que construir la escalinata de acceso al templo. En el plano superior, se
tendría que haber construido la nave principal, que estaría rematada por varias
torres y el cimborio central, pero únicamente se construyeron los dinteles del
pórtico.
Ya sin Gaudí, para poder abrir la iglesia al culto, se construyó una cubierta con
un cierto aire de provisionalidad y también un campanario. La consagración de
la iglesia se hizo el 3 de noviembre de 1915. Los trabajos se alargaron hasta
1917.
Pasada la guerra civil española, la fábrica cambió de propietarios y en 1973
cesó su actividad. Con el transcurso del tiempo, se hicieron varias
intervenciones en altares, muros y entorno. En el año 1990 el conjunto de la
Colonia Güell fue declarado Bien de Interés Cultural – Conjunto Histórico y
posteriormente comenzaron las obras de rehabilitación. La última restauración
relevante se hizo en 2002.
En el momento de paralizar las obras de la iglesia, Gaudí solamente había
podido construir una capilla inferior y es por este motivo que popularmente se
la conoce como la Cripta de la Colonia Güell, aunque formalmente no lo sea.
Unos dibujos no firmados, pero razonablemente atribuibles a Gaudí, así como
las fotografías de la maqueta polifunicular, nos ayudan a hacernos una idea de
la forma final que el proyecto podría haber tenido.

Lo decimos así de forma intencionada, ya que es bien sabido que Gaudí


improvisaba constantemente y, por lo tanto, el final de sus trabajos era poco
previsible.
Es interesante señalar la variedad y la procedencia de muchos y
diversos materiales utilizados y reutilizados por Gaudí en esta primera fase de
la iglesia. Piedras basálticas y calcáreas, ladrillos variados, escoria de fundición,
cerámica, vidrio y forja combinan sus texturas y colores para conseguir una
integración magistral del edificio con su entorno.

Tanto el espacio interior como la formulación exterior de la cripta son de


una calidad arquitectónica extraordinaria. Gaudí nos ofrece un manifiesto
arquitectónico póstumo que expresa de forma pobre y emotiva la sublime e
indivisible armonía entre arquitectura y artes aplicadas (denominación usada
para referirse a realizaciones de carácter decorativo y ornamental).
Un espacio único en el que se crea magistralmente la atmósfera de
recogimiento propia del lugar sagrado, un trabajo de indiscutible autenticidad y
una de las mejores obras de Antoni Gaudí.

Modernismo

Arquitectura Modernista, Art Nouveau, Jugendstil, Sezession. Estos son los


diferentes nombres que recibe un mismo movimiento artístico que vio la luz a
finales del siglo XIX, concretamente en 1893. A pesar de que todos ellos forman
parte del mismo movimiento, con un fondo común, las diferencias se pueden
apreciar en cómo cada país entendió la nueva corriente estética.
A finales del siglo XIX, la sociedad veía como los avances tecnológicos y
la Revolución Industrial se imponía en todas las partes del globo. Al mismo
tiempo que la población crecía, la necesidad de bienes de consumo lo hacía, e
inevitablemente se iba perdiendo el carácter artesanal de los artículos en pro
de una producción en serie que afeaba el producto final.
A esto responden estos artistas. Dan respuesta a través de la belleza y uso de
materiales de la época a la serialización y la sociedad de consumo masivo. El
Modernismo, en España, o el Art Nouveau en Francia,ambas caras de una
misma moneda, abarca muchas expresiones artísticas: desde mobiliario, hasta
joyas, elementos decorativos o arquitectura.
Mobiliario.

El nacimiento de este nuevo estilo viene de la mano, en un primer momento,


de una revista fundada en Londres, llamada The Studio, especializada en el
mundo de las artes. Y en segundo lugar, fue el arquitecto Victor Horta, en
Bélgica, el realizador de la Maison Tassel, primera expresión arquitectónica del
Modernismo.
La revista The Studio se fundó en 1893, llegando a publicarse hasta 1964. En
ella se promocionaba el trabaja de los nuevos artistas, diseñadores y
arquitectos, llegándose a ser un referente para los entendidos de la época.
Aunque el Modernismo no nació de la nada, ya podemos ver los inicios de este
estilo en otros movimientos. Es el caso de Arts & Crafts, nacido en 1880 en
Gran Bretaña de la mano de William Morris. Su objetivo era trabajar para
mejorar los objetos de la vida cotidiana y terminar con su tan poco atractivo
aspecto. Crea una empresa llamada Morris&Co, en la que comercializa este
Arte decorativo.
La idea de las Arts and Crafts es terminar con la división entre artistas y
artesanos. Otra de las figuras eminentes sería Walter Crane, que crea tapicerías
de motivos vegetales como plantas trepadoras y líneas florales
sinuosas. También destacó en la creación de ilustraciones y libros infantiles.
A la hora de entrar en el desarrollo arquitectónico del estilo
Modernista debemos detenernos en la figura de Victor Horta. El fue el creador
de la primera construcción modernista plasmada en la Mansión Tassel, en
Bélgica. La corriente modernista en Bélgica es conocida como Jugendstil, y
tiene amplias manifestaciones en el campo arquitectónico, como la Casa del
Pueblo de Bruselas.

La idea de Victor Horta al llevar a cabo esta casa fue la de obra de arte total. Se
ocupó tanto del interior, como del exterior de la casa, llevando el lujo y el
detalle hasta el extremo. La utilización de materiales de moda en la época
como el hierro y el vidrio son elementos característicos que podemos encontrar
en esta casa.

Como hemos podido ver el Modernismo es indisoluble a la época en la que se


crea. Sin la Industrialización no hubiéramos visto nacer este estilo. Un elemento
importante en el desarrollo del mismo son las Exposiciones Mundiales que se
organizan a consecuencia del desarrollo de los nuevos inventos. En ellas el
público toma contacto con los nuevos inventos y se puede apreciar la fealdad
que provoca una producción en serie.

La nostalgia de un mundo anterior a la industrialización es la principal fuente de


la que bebe el nuevo estilo. El artesanado de la Edad Media marca
profundamente la nueva corriente.
Otra fuente sería la estética japonesa, en concreto las estampas y la
caligrafía. Los nuevos avances en los medios de comunicación permiten un
mayor intercambio cultural. Los viajes de estudio y las nuevas exposiciones,
permiten conocer esta estética que aporta refinamiento al nuevo estilo,
patente en joyas y objetos decorativos en los que la flor de loto y otros
elementos aparecen de forma regular. De todas maneras, el intercambio es
recíproco, podemos ver influencias del Art Nouveau en Japón, en ilustraciones
y edificios, aunque de estos últimos no quedan vestigios.

El exotismo en sus diferentes manifestaciones es una característica dominante


en el Modernismo.

La naturaleza, es otra de las fuentes de inspiración de las que bebe el


Modernismo. El uso de vegetación en las fachadas y en el interior de las casas
es abundante. Pero utilizan esta ornamentación de forma diferente; el uso de
plantas trepadoras y rastreras de formas sinuosas y estilizadas.

Dando respuesta a la monotonía del entorno y a la pomposidad de otras


construcciones, la Arquitectura Modernista se caracteriza por su ligereza,
asimetría, uso de materiales relacionados con la Revolución Industrial (cristal y
acero), la decoración como elemento intrínseco a la obra y la libertad.

El fin de los artistas que componen este movimiento es crear una obra de arte
total.
Los materiales utilizados son acero, hierro forjado y cristal. Todos ellos
aparecen combinados creando un equilibrio entre ligereza y
pesadez. La naturaleza aparece tallada en fachadas e interiores, como puertas
o columnas, incluso en mobiliario, es el caso de la tulipas.
Nuevas formas de articulación del volumen nacen. El uso de muros oblicuos y
curvos, es otra característica fundamental que nos asombra en las fachadas de
estos edificios.

Asimetría, trazos entrelazados y línea sinuosa marcan todas las construcciones


de la Arquitectura Moderna. La exuberancia de las formas vegetales parecen
querer salir del soporte decorativo y liberarse de su prisión.
Durante esta época se estudian activamente las diferentes técnicas para el
revestimiento de paredes, utilizando desde la piedra hasta la escayola.

Tradicionalmente la Arquitectura Moderna se asocia a un Estilo


Internacional, siendo considerada la primera expresión arquitectónica que
traspasa todas las fronteras. La Arquitectura Modernista tiene diferentes
manifestaciones en todas los lugares del globo. Podemos encontrar rastros de
ella en EE.UU, Japón y en toda Europa.

Debemos matizar que en cada uno de los países tomo formas un tanto
diferenciadas. Los países aportan donde se asienta la Arquitectura Modernista
aportan características de su folklore, por ello podemos hablar de variantes
regionales.
Antonio Gaudí.

Antonio Gaudí, máximo representante del modernismo en España.

El Modernismo y Gaudí.

Su actividad profesional se desarrolló en Barcelona, que a finales del s. XIX vivía


un momento de auge económico debido al florecimiento de la industria y el
comercio. La nueva burguesía enriquecida fue la gran mecenas del
modernismo, movimiento artístico europeo de finales del s. XIX, que en España,
como en el resto de Europa, tomó unos tintes originales propios y creó la
necesidad de renovación.
El modernismo en Cataluña se nutrió de la "Renaixença", sentimiento
nacionalista que reivindicó la cultura y la política buscando referentes
históricos en la gloriosa Edad Media. Extrajo los elementos tradicionales
catalanes y recuperó el gótico como símbolo de su identidad.
Gaudí partió de un medio artístico local unido a las características
del modernismo y del Art Nouveau e intentó superar estas tendencias y
alcanzar un lenguaje propio.
Sus obras iniciales se apoyaron en la hibridación y reinterpretación de estilos
históricos, sobre todo de los medievales gótico y mudéjar.
Una de las constantes de su obra es el amor a la Naturaleza. En las formas
vivas, vegetales o animales, encontró una fuente de inspiración, que quedará
reflejada en el uso de piedras de construcción curvas y formas orgánicas.

Gaudí no sólo revolucionó la arquitectura, además diseñó muebles, elementos


decorativos con vidrio y cerámica y empleó el hierro forjado. Todos ellos
formaban parte de sus construcciones. Entiende la arquitectura como un arte
integrador, simbólico y total dentro del mundo natural. Buscó la luz y el color.
Sus edificios resultan una gran escultura de símbolos en cuya decoración tienen
cabida otras artes, un intenso trabajo que desarrolló con la colaboración de
numerosos artesanos.
La exposición universal de París de 1878 supuso el principio de su fama, allí
conoció a uno de sus mejores amigos, Eusebio Güell, su principal mecenas
junto con la burguesía y el mundo eclesiástico.

Etapa historicista de Gaudí

En la obra de Gaudí se puede hablar de dos etapas. Una primera historicista


que va desde 1883, fecha en la que ya empieza a trabajar en la Sagrada Familia,
hasta 1900. La primera construcción es la Casa Vicens, de estilo hispanoárabe,
realizada con abundante azulejería y con atrevidos mocárabes en sus
techumbres. Siguiendo una estética gótica realizó el Palacio Güell (1886-91),
el Colegio Teresiano (1888-90), el Palacio Episcopal de Astorga y la Casa de Los
Botines en León.
Casa Vicens

Palacio Güell

Palacio episcopal de Astorga


Casa de los Botines

Etapa Modernista de Gaudí

Desde 1900 hasta 1917 se produce la segunda y gran etapa de la obra


gaudiniana. Es el período de las construcciones más atrevidas, más modernas y
más personales. En el Parque Güell, se evidencian sus inquietudes por los
valores arquitectónicos y estéticos de carácter libre y de gran fuerza cromática.
En la Casa Batlló (1904-1906), el modernismo de Gaudí alcanza su plenitud. Lo
que en principio era una simple reforma de un edificio ya construido, dio la
oportunidad a Gaudí de crear una de sus obras más poéticas. La fachada,
ondulada verticalmente, está revestida de fragmentos de vidrio y cerámica de
diferentes colores. El propio Gaudí fue indicando a los operarios, desde la calle,
la distribución de los diferentes fragmentos y colores. La parte baja del edificio
fue sustituida por unas formas ondulantes talladas en piedra, que integran los
balcones, y en los que se ven unas delicadas columnas con temas florales. En
los detalles decorativos demuestra que es al mismo tiempo arquitecto,
decorador y genial escultor.
Casa Batlló

Entre 1906 y 1910, Gaudí realizó,la Casa Milá, conocida también como La
Pedrera por la impresionante fachada que fue concebida como una gran masa
de piedra ondulante sin líneas rectas. En el tejado utiliza formas abstractas y
vanguardistas que sirven de accesos, chimeneas o puntos de ventilación.
Casa Milá

Desde 1917 y hasta 1926, año en que Gaudí murió atropellado por un tranvía,
dedicó todos sus esfuerzos al gran templo de La Sagrada Familia. Las obras
progresaron muy lentamente, desde 1883 a 1891 se realizó la cripta, en 1893
se cerró el ábside y hasta 1925 no se finalizó la primera de las cuatro torres que
debían completar la fachada del Nacimiento. La Sagrada Familia, su obra
inconclusa, es inclasificable. Tomó elementos y estructuras del pasado, pero
sobre todo dejó rienda suelta a su imaginación para crear un monumento tan
lleno de personalidad que hoy es símbolo de Barcelona.

Documento 2
1. Presentación

Museo Solomon R. Gugghenheim, 1943-1959. Frank Lloyd Wright.


Arquitectura orgánica. Nueva York. EE.UU.

2. Comentario

El Museo Solomon R. Guggenheim en Nueva York es sin duda uno de los


más celebrados y a la vez más polémicos edificios de la arquitectura
moderna. Es, junto a la Casa de la Cascada, la obra más famosa del maestro
norteamericano Frank Lloyd Wright, quien recibió el encargo del museo a
sus 76 años. La formas curvas de la propuesta contrastan dramáticamente
con el resto de la fábrica urbana neoyorquina, siendo a la vez un ente
provocador e innovador. En su interior se encuentran algunas de las más
importantes del arte moderno, incluyendo a figuras como Vasily Kandisnky,
Paul Klee, Pablo Picasso y Piet Mondrian.

Solomon Guggenheim introdujo el arte abstracto en EEUU en una época en


que era perseguido en Europa.
Guggenheim consiguió acumular una interesante colección de pinturas de
artistas europeos, en un principio decorando sus departamentos pero luego
montando exposiciones fuera de Nueva York. En 1937 se creó la fundación
Solomon R. Guggenheim.

En plena Segunda Guerra Mundial, Guggenheim propuso a Frank Lloyd


Wright crear un enorme “templo-museo”. La elección de Wright se debió
no sólo a la fama del arquitecto entre los círculos aristócratas de la época
(Wright había construido su más famosa obra, la Casa de la Cascada, para
otro empresario judío, Edgar J. Kaufmann) sino para aplacar las críticas de
que la colección Guggenheim era básicamente compuesta de obras de
artistas europeos. Wright era entonces EL arquitecto norteamericano por
excelencia.

El proyecto, sin embargo, tomaría 15 años antes de ser ejecutado, y muchas


amargas discusiones entre el arquitecto, la oficina de planeamiento de la
ciudad, el fundación e incluso algunos artistas, que llegaron a mandar una
carta de protesta aduciendo que las paredes del museo no serían lo
suficientemente grandes para acomodar sus obras. Wright les respondió
“bueno, entonces que las corten por la mitad”. El museo, sin embargo se
culminó en 1959, aunque ninguno de sus grandes propulsores llegó a verlo
culminado (Solomón Gugenheim había muerto hacía 10 años y Frank Lloyd
Wright murió 6 meses antes de la inauguración).

La idea motora de Wright era generar una espiral ininterrumpida que


permitiera una contemplación continua de las obras de arte.
(anteriormente Le Corbusier había propuesto un edificio con el concepto de
la rampa para su Museo de Arte Occidental en Tokio).
Museo de arte occidental. Tokyo.

A diferencia de la espiral corbuseriana (básicamente desarrollada en un


nivel), Wright propone una rampa que va ascendiendo
tridimensionalmente, en un ángulo de 3°, en torno a un espacio central
iluminado por una cúpula de cristal (en la imagen).De esta forma los
visitantes podían usar el ascensor hasta el último nivel e ir descendiendo
cómodamente mediante la rampa, incluso aquellos que requiriesen silla de
ruedas.

Exteriormente el volumen principal está compuesto por una cinta continua


de cemento que envuelve esta rampa y que se inclina hacia afuera,
fracturando de este modo la masividad de este volumen que forma una
especie de un cono truncado invertido. Wright había mostrado predilección
por estos volúmenes horizontales casi flotantes, incluso desde obras tan
tempranas como la Casa Robie en Chicago.

Pero no solamente las paredes exteriores se inclinan hacia afuera, sino que
el parapeto de 1 m de la rampa interior se inclina hacia adentro. Es más, la
rampa, que desarrolla 6 vueltas, va acercándose hacia el centro conforme
va ascendiendo en altura, lo que resulta que los niveles superiores sean
mucho más anchos que los inferiores. Esto además, acrecienta el efecto de
perspectiva al interior, de manera de que el espacio parece más alto de lo
que en realidad es. Se trata pues de un espacio cónico dentro de un cono
invertido.

La cúpula enfatiza la centralidad del diseño mediante unas vigas radiales


que nacen de la pared, a manera de arquitrabes en forma de arco que
convergen hacia el centro de la composición. (Imagen)
Es indudable la influencia de este museo en posteriores obras de grandes
arquitectos al rededor del mundo, desde el Museo High en Atlanta de
Richard Meier al Kyoto Concert Hall de Arata Isozaki.

Sin embargo, y a pesar de su enorme éxito entre el público, el edificio no


fue exento de críticas.
Una de las principales críticas que se han hecho al museo es que su forma
opaca las obras de arte que contiene, distrayendo al absorto visitante en la
magnificencia del edificio en vez de favorecer la contemplación de las
obras, al fin y al cabo la razón y fin del museo. Pero esta no sería una
característica exclusiva de Wright en su museo Guggenheim de Nueva York.
Algunas décadas después Frank O. Gehry haría lo propio en el museo
Guggenheim de Bilbao.

Arquitectura orgánica.

También conocida como organicismo arquitectónico, la arquitectura


orgánica se caracteriza por la búsqueda de armonía entre la naturaleza y la
funcionalidad del hábitat humano, sin interrumpir el lugar de
emplazamiento.
Esta filosofía pretende evitar crear bloques pesados que invadan el paisaje.
Para lograr esto, establece que los edificios sean parte integral de una
composición homogénea.
Se dice que es funcional porque deriva del movimiento funcionalista o
racional, promovido principalmente por el arquitecto Frank Lloyd Wright.
Algunos de los elementos de este movimiento que reutiliza la filosofía
orgánica son la planta libre (el espacio puede organizarse como se desee,
sin necesidad de mantener una disposición rígidamente ordenada sometida
a los elementos sustentantes) y la preponderancia de lo útil sobre lo
ornamental.
En este estilo, el arquitecto es consciente de que no existen separaciones
entre sus obras y el entorno, pues ambos forman parte de un todo. Bajo
esta premisa, se pone al servicio de la construcción sin desafiar a la
naturaleza, proyectando el ambiente y representando al usuario, el entorno
y los materiales en forma sensible.
Principios de la arquitectura orgánica
Los principios básicos que guían este tipo de arquitectura son:
 Materiales naturales: Tanto en la estructura, como en el cuerpo y la fachada,
los materiales que se utilicen deben estar lo menos procesados posible.
También pueden ser reciclados, en este caso su origen puede ser nativo o
industrial. El objetivo de esto es que los materiales hayan demandado un bajo
nivel de energía en su fabricación, para así respetar las leyes de la naturaleza.
 Concepción espacial: La edificación debe estar en armonía con su lugar de
destino.
 Habitabilidad de la obra: Los sistemas de calefacción o ventilación deben ser de
bajo consumo energético. Idealmente, las fuentes deben ser naturales, usando
sistemas de energía solar o geotérmica, por ejemplo. Además, la aislación en
muros, ventanas y techos debe ser de buena calidad para evitar fugas de calor
o problemas de humedad.

Si bien está fuertemente ligada a la arquitectura funcional, logra acercar el


arte arquitectónico a un plano mucho más sentimental y consciente con el
medio ambiente.
Esta filosofía ha sido sin duda una gran influencia para el desarrollo de la
arquitectura sostenible, por lo que juega un papel importante en gran parte
de nuestros proyectos. Sus principios tienen una influencia importante en
las decisiones relacionadas a los impactos en la naturaleza, la conservación
del hábitat natural y las soluciones que podemos aplicar para causar el
menor daño posible en el entorno.

Frank Lloyd Wright.

Su época de iniciación comienza en 1887 cuando tenía 18 años, tras


abandonar la carrera de ingeniería en Wisconsin al fallecer su padre,
entrando a trabajar como ayudante en el más prestigioso taller de
arquitectura de Chicago, el de Adler & Sullivan (rascacielos de Chicago),
destacados arquitectos norteamericanos. Louis Henry Sullivan, se convirtió
en su maestro pero su alumno no siguió su misma técnica en la arquitectura
ya que para Wright lo importante era un orden natural, lo que lo llevó a
descubrir la arquitectura orgánica.

La arquitectura orgánica u organicismo arquitectónico es una filosofía de la


arquitectura que promueve la armonía entre el hábitat humano y el mundo
natural. Mediante el diseño busca comprender e integrarse al sitio, los
edificios, los mobiliarios, y los alrededores para que se conviertan en parte
de una composición unificada y correlacionada.

Según su criterio, los planteamientos de su maestro Sullivan de que la


forma sigue a la función se cumplían en la arquitectura pero Wright
revoluciona la misma con el nuevo criterio de arquitectura orgánica lo que
lo hace discrepar con su maestro separándose de la asociación Adler &
Sullivan y abriendo su propio estudio en esta ciudad.

En la vida de Wright se inicia un período de independencia profesional bajo


la perspectiva de su planteamiento de arquitectura orgánica, proyectando
numerosas viviendas unifamiliares: las famosas “prairie houses”.
 La “Robie House”
A mediados de los 30, el maestro va a realizar dos nuevos proyectos, la
Fábrica de Ceras Johnson en Racine, Wisconsin (1935-1936), y la conocida
como su obra maestra, Kaufmann House o La Casa de la Cascada, situada
sobre el curso del Río Running Bear en Pensilvania. Esta casa ha sido
bautizada como "La residencia más famosa que se haya construido" y la AIA
(American Institute of Architects) la ha juzgado como "El mejor trabajo de
un arquitecto americano".
En 1943 recibe el encargo de diseñar el nuevo Museo Guggenheim en New
York, uno de los hitos de la arquitectura norteamericana y mundial, a este largo
proyecto le dedicó gran parte de sus últimos días. Esta original estructura en
espiral, implantada en el corazón de New York frente al Central Park, pone a un
veterano Frank Lloyd Wright en una renovada posición de vanguardia que lo
acompañaría hasta su muerte.

Documento 3
1. Presentación

Convento de Santa María de la Tourette, 1953-1960. Charles-


Edouard Jeanneret Gris (Le Corbusier). Eveux-sur-lÁrbresle, Francia.

2. Comentario

El convento de La Tourette es la última obra completada de Le


Corbusier en Europa y es considerada por muchos como su programa
más único. Fue construida para ser un mundo autónomo para una
comunidad de monjes de claustro. El convento está formado por un
centenar de células individuales, una biblioteca comunal, un refectorio,
un claustro en la azotea, una iglesia y las aulas.

La arquitectura de Le Corbusier se distingue por sus cinco elementos


clave, que están presentes en el tardío estilo modernista del Convento
de La Tourette:

 Pilotis: la sustitución de los muros de carga por una cuadrícula de


pilares de hormigón armado que soportan la carga estructural es la
base de la nueva estética. La planta baja se transforma en un
espacio despejado destinado a las circulaciones, se suprimen los
locales oscuros y húmedos, el jardín pasa por debajo del edificio y
ocupa su terraza.
 El diseño libre de la planta (planta libre) significa que el edificio no
tiene restricciones en su uso interior. La eliminación de los muros de
carga permitida por las estructuras de pilares y forjados de acero u
hormigón armado libera el espacio, por tanto la distribución se hace
independiente de la estructura.
 El diseño libre de la fachada separa el exterior del edificio de su
función estructural y libera la fachada de las limitaciones
estructurales. Con pilares alejados de las fachadas y forjados en
voladizo, la fachada se convierte en una piel delgada de muros
ligeros y de aperturas colocadas independientemente de la
estructura.
 La ventana horizontal, que atraviesa la fachada a lo largo de toda su
longitud, ilumina las habitaciones equitativamente. También es
permitida por las estructuras de pilares y forjados que suprimen la
necesidad de dinteles.
 Los techos ajardinados pueden tener un uso doméstico al mismo
tiempo que proporcionan protección esencial al techo plano de
hormigón.

El más obvio de ellos en este proyecto específico son los pilotes o las
columnas de soporte de cargas, que recubren las paredes interiores y
abren la fachada con largas ventanas horizontales. Las clásicas cubiertas
verdes crean un paseo arquitectónico, remontando a la Villa Savoye.
El sitio fue elegido específicamente por Le Corbusier, se sintió atraído
por la fuerte pendiente con vistas de gran alcance. Cada una de las cien
células cuenta con un balcón orientado hacia el exterior, con zonas
comunes debajo y el claustro corriendo por el techo. La forma
estructural del edificio es de hormigón armado, con ondulantes
superficies de vidrio situadas en tres de las cuatro fachadas.

Los componentes horizontales fueron proyectados de acuerdo a las


proporciones del Modulor de Le Corbusier. Sistema de medidas
detallado por Le Corbusier que se une a una larga “tradición” vista en
personajes como Vitruvio, Leonardo Da Vinci y Leon Battista Alberti en
la búsqueda de una relación matemática entre las medidas del hombre
y la naturaleza.

Gran parte de la personalidad de este edificio se encuentra en el


interior, con ventanales de piso a techo en las zonas comunes, como en
la sala capitular y el refectorio, que presentan impresionantes vistas
orientadas al oeste sobre el valle, la biblioteca y la entrada de la iglesia.
Estilo internacional

Básicamente, cada país tiene algo que considera una estética nacional en
arquitectura. Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XX, los arquitectos
trabajaban menos en las burbujas nacionalistas y más como una comunidad
artística global. Trabajaron juntos para rechazar los diseños fantasiosos del
siglo XIX (Historicismo) y desarrollar una forma de arquitectura más pura. A
esta tendencia general la llamamos movimiento modernista, pero cuando
muchas personas escuchen este término, comenzarán a visualizar estructuras
de una tendencia modernista específica, conocida como el estilo internacional.
Fue un movimiento arquitectónico construido sobre ideas colectivas que se
movieron más allá de las fronteras nacionales.

Principios del estilo internacional

El estilo internacional se centra en formas rectilíneas, generalmente divididas


en planos segmentados de hormigón, acero y vidrio. El estilo internacional es
una celebración de estos nuevos materiales tecnológicos de construcción, por
lo que no los esconde detrás del yeso o una fachada decorativa. De hecho, la
austeridad es una de las características definitorias del estilo internacional; La
mayoría de las estructuras son sin ningún tipo de ornamentación.

Ideológicamente, el estilo internacional es una declaración en la era moderna.


El objetivo es reducir la arquitectura a su forma más pura, celebrando el arte de
construirse. Sin ningún esfuerzo por ocultar los materiales de construcción, es
una expresión de pura honestidad. Es económico en sus elecciones, se niega a
desperdiciar espacio, dinero o esfuerzo artístico en ornamentos innecesarios, y
es abrumadoramente práctico en el uso del espacio. El lema «forma sigue a la
función», aunque acuñado antes de la solidificación de este estilo, fue sin
embargo un mantra guía. La función práctica, la utilidad era el enfoque, no la
forma estilística.

En el siglo XIX, la arquitectura estaba dominada por elecciones estilísticas: la


función seguía de forma. Neoclásico, renacimiento gótico, renacimiento
colonial y otros estilos basados en la imitación prosperaron, poniendo el mayor
énfasis en el diseño. Aún más frustrante para algunos arquitectos, estos
edificios a menudo combinaban elementos de diferentes estilos en formas
eclécticas e inconsistentes.

En la década de 1920, los arquitectos europeos estaban experimentando con


estas nuevas ideas. Walter Gropius en Alemania se centró en espacios
interiores abiertos, y Le Corbusier de Francia consolidó el movimiento al reducir
la arquitectura a los elementos básicos de ventanas, rampas, escaleras y
columnas. Vale la pena señalar que esto es más o menos al mismo tiempo que
los artistas europeos estaban rompiendo la pintura y la escultura en sus formas
más puras, trabajando hacia la abstracción en el arte.

El estilo internacional se abrió paso a los Estados Unidos, en parte gracias a


arquitectos como Gropius que emigraron en esta década.

El estilo internacional se convirtió rápidamente en la forma de facto de los


rascacielos. Los rascacielos eran candidatos ideales para el estilo internacional;
fueron una nueva forma arquitectónica hecha posible por los materiales
modernos y el ingenio.
En los años 70 y 80, el rechazo del estilo internacional allanó el camino para la
arquitectura posmodernista.

Le Corbusier.

Le Corbusier es una de las figuras más influyentes de la arquitectura moderna.


Ha sido elogiado por la calidad escultórica de sus espacios de vida libres y
vilipendiado por preparar el escenario para los bloques de viviendas sociales de
hormigón que se levantaron en los años de la posguerra.

La filosofía de diseño de Le Corbusier

Junto con Mies van der Rohe y Walter Gropius, Le Corbusier fue decisivo en la
creación del Estilo Internacional. Se trataba de un movimiento definido por
formas rectilíneas, interiores abiertos y estructuras “ingrávidas”. Le Corbusier
expuso estos principios en sus cinco principios de la nueva arquitectura,
publicados en 1927.

Pilotis

Plantas libres

Jardines en azoteas

Ventanas horizontales

Fachadas libres

Sus principios de “Unité d'Habitation” esbozaron su visión: grandes bloques de


apartamentos que ofrecían viviendas espaciosas, espacios sociales
sombreados, jardines en los tejados, calles comerciales y otros servicios. Estas
serían casas para que las masas no sólo habiten, sino que también vivan en
ellas.

La obra y la influencia de Le Corbusier

Estos principios de diseño fueron realizados en diseños impresionantes que


combinan forma y función con verdadera elegancia. Su Villa Savoye de 1931 en
Poissy, por ejemplo, cumple plenamente con sus cinco principios y definió la
vida de lujo durante gran parte de finales del siglo XX. Sus obras posteriores
más orgánicas como Notre Dame du Haut han seguido influenciando a
arquitectos de vanguardia en el siglo XXI, incluyendo a Zaha Hadid.
Centro Heydar Aliyev en Bakú, Azerbaiyán

La visión de Le Corbusier de mejorar la calidad de la vivienda social estaba en


gran medida insatisfecha. La Cité Radieuse de Marsella, construida en 1952, es
uno de los pocos edificios que se acercan a su concepto de unité d'habitation.
En cambio, las viviendas sociales crecieron para convertirse en bloques de
hormigón con interiores pequeños, un hecho que sólo sirvió para disminuir la
reputación de Le Corbusier en algunos círculos. Pero no se puede negar una
cosa: la fuerza y el alcance de la visión de Le Corbusier sigue siendo inigualable,
con pocos arquitectos acercándose a su unificación de diseño, estilo de vida y
función social.

Documento 4
1. Presentación

Estación de ferrocarril de Huelva-Término. 1888. Jaime Font y


Pedro Soto. Arquitectura neomudéjar. Huelva.

2. Comentario

En cuanto a la forma del edificio, se debe señalar que su diseño forma parte
de un programa más amplio que incluyó a todos los edificios de la línea de
Sevilla a Huelva. Estos conjuntos de edificios proyectados en serie hacen
posible que, con independencia de sus dimensiones y la importancia de la
estación, todos ellos mantengan una uniformidad estilística.

Este tipo de construcciones en serie, partían de un módulo base o elemento


común, constituido normalmente por un cuerpo central de planta baja,
sobre el que se van adicionando otros cuerpos a ambos lados, conservando
en todos los casos la simetría, hasta conseguir un edificio más complejo
según las necesidades de cada estación.
El acierto en el empleo del neomudéjar para la arquitectura ferroviaria se
basa principalmente en la utilización del ladrillo como material principal, lo
que suponía un coste no muy elevado para sus edificios, aspecto muy
importante en la arquitectura industrial. Consta de tres cuerpos, uno
central de planta baja y dos laterales de dos plantas. Construido en fábrica
de ladrillo, plantea un repertorio ornamental basado en las formas del
mudéjar, y a través del uso de aparejos consigue combinar los elementos
más representativos de este estilo. La utilización del arco de herradura, las
tracerías o los remates almenados, son algunos de los recursos decorativos
utilizados para transmitir esa impronta monumental e histórica al mismo
tiempo.
El neomudéjar, empleado por Jaime Font para todos los edificios de esta
línea, fue uno de los primeros casos en los que el ferrocarril hacía uso
práctico de un estilo historicista por esas fechas en España. Habían pasado
todavía pocos años desde que quedara reconocido este estilo como seña de
identidad nacional, sobre todo a partir de su elección por el arquitecto
Lorenzo Álvarez Capra para el Pabellón de España en la Exposición Universal
de Viena de 1873.

Los proyectos de Font también servirían poco tiempo después como


ejemplo para los modelos de otras estaciones ferroviarias, como fue el caso
de Sevilla Plaza de Armas,
proyectada en 1889 por los ingenieros Suárez Albizu y Santos Silva, o el
edificio principal de la estación de Toledo (1917-1919) del arquitecto
Narciso Clavería.
El caso de la “arquitectura de estación”.
El siglo XIX emerge con un nuevo sistema de transportes, el ferrocarril. La
estación como tipología arquitectónica nace en Inglaterra con la construc-
ción de la primera línea de transporte de viajeros, la de Liverpool-
Manchester, en 1830.

A grandes rasgos, las distintas funciones de una estación establecen


distintas zonas según los servicios que desempeñan: de viajeros, de control
y regulación de tráfico, de mercancías, de tracción, de vía y obras. Si nos
centramos en el servicio de viajeros, este servicio se centraliza fun-
damentalmente en el comúnmente llamado edificio de viajeros y en el
hangar, espacio de llegada y salida de trenes que suele estar resguardado
por marquesinas y grandes estructuras metálicas. Nuevas funciones que
proporcionarán a la historia de la arquitectura nuevos conceptos formales y
espaciales.
La estación de ferrocarril, en la historia de la arquitectura y de la ingeniería
de los siglos XIX y XX, constituye un ejemplo relevante y significativo en
respuesta a una época, la edad contemporánea, donde ideología,
economía, industria, ciencia, se rigen por unos parámetros del pensamiento
mecánico y de una sociedad muy influenciada por la industrialización. Así la
arquitectura de una estación puede ser considerada como uno de los
modelos más representativos del arte de construcción de esta época. La
racionalidad y funcionalidad de su distribución y programa así nos lo
demuestran.
Existió un modelo que proponía cuatro sistemas para disponer sus
diferentes partes o pabellones en base a un principio básico: la ubicación de
los servicios de entrada y salida de viajeros:
1) Servicios de entrada y salida reunidos en un solo pabellón situado a la
cabeza de la línea y en dirección normal a la vía;
2) Servicios de entrada y salida ubicados en dos pabellones distintos y
paralelos, a un lado y otro de las vías;
3) Servicio de entrada situado en un edificio colocado a la cabeza y el
servicio de salida en un pabellón lateral o viceversa;
4) Servicios de entrada y salida reunidos en un mismo pabellón lateral.

Estos sistemas se emplearon en la distribución de edificios de todas las


estaciones españolas durante más de un siglo.
Ya desde el nacimiento del tipo podemos también observar que el edificio
de viajeros estará más relacionado con los principios y desarrollo de la
arquitectura civil, pública y monumental, mientras que el hangar con sus
marquesinas o estructuras metálicas participarán de lleno de la evolución
tecnológica de la ingeniería, de la novedosa historia de la arquitectura del
hierro, de las nuevas técnicas constructivas y de los nuevos materiales.

Estas pautas arquitectónicas en los grandes complejos ferroviarios se man-


tendrán durante todo el siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Analizando el
devenir histórico de los principales edificios de viajeros de las estaciones
andaluzas podemos observar que, como en el resto de España, serán
representativas de la evolución de los distintos lenguajes arquitectónicos,
desde el clasicismo y eclecticismo hasta el Regionalismo, y el desarrollo de
las nuevas tecnologías en la arquitectura del hierro.
Serán muy significativas las primeras propuestas del neomudéjar en las
estaciones andaluzas, pioneras en España, al aportar ese nuevo carácter
nacional a la arquitectura de la estación.

Este estilo se enmarca dentro de la denominada “Arquitectura Historicista”.


El historicismo, también denominado romanticismo, desarrollado
principalmente en el siglo XIX y principios del XX concentraba todos sus
esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos pasados. La arquitectura
historicista recrea en cada caso uno los estilos de las grandes obras del
pasado de manera individual y con cierta fidelidad, aún incluyendo
frecuentemente elementos técnicos y culturales modernos, mientras que la
arquitectura ecléctica se dedicaba a mezclar estilos para dar forma a algo
nuevo.

Podemos destacar diversas corrientes como las neobizantinas, neomudéjar,


neobarrocas… aunque la que más auge tuvo fue la neogótica practicada en
la Islas Británicas que se basaba, como bien indica su nombre, en un nuevo
gótico resucitado. Entre las edificaciones realizadas según este estilo
destaca el Parlamento Británico, proyectado por A. W. Pugin (1812-1852) y
Charles Barry (1795-1860).

En España, sin embargo, el sentimiento nacionalista propio del


romanticismo del momento dirigió la arquitectura historicista
preferentemente hacia el estilo neomudéjar, como representante de un
arte específicamente hispano.

El interés durante el siglo XIX por los estilos arquitectónicos de otras épocas
tiene raíces muy diferentes: podemos hablar de identificaciones con un
pasado histórico, de evocaciones mitificadas por sentimientos románticos,
pero también de búsqueda de un estilo que abre nuevos caminos ante la
crisis que había planteado el paulatino abandono del modelo clásico.

En Europa, desde los inicios del siglo XIX, se hace patente un fuerte deseo
de rescatar el pasado medieval; en nuestro país se retrasa algunos años,
siendo la literatura la encargada de preparar este paso con un amplio
repertorio de obras (en su mayoría durante la década de los años 30), ya
dentro del movimiento romántico. Las primeras manifestaciones
arquitectónicas son de carácter efímero: arcos, galerías, quioscos…
levantados para acontecimientos muy puntuales. El primer estilo que
aparece es el gótico, pero con pocos años de diferencia surgió el otro
camino de nuestro arte medieval: la arquitectura islámica.
A medida que se fue profundizando en los estudios arqueológicos se
descubrieron nuevas posibilidades estilísticas: neorrománico, neomudéjar,
neobizantino, neoárabe, etcétera, pero el que se desarrolla con más fuerza
alcanzando a todos los rincones fue sin duda el neogótico. Siempre, en
todos ellos, el desarrollo ofrecía dos posibilidades: la recreación
arqueológica, o sea, la repetición de fórmulas fieles a los ejemplos antiguos
o también el uso de formas más libres, unas veces porque no mantenía el
respeto al modelo original, otras por la utilización indiscriminada de
fórmulas acopladas de manera anacrónica, lo que ocurría sobre todo al
principio, a causa del desconocimiento histórico. Esta última opción
formaría parte más bien del capítulo del eclecticismo.
La línea habitual del neogótico es la que presenta la obra con un repertorio
más o menos amplio de elementos ornamentales y con la visión a la que
todos estamos acostumbrados: el arco ojival, los pináculos y torres de
marcado carácter ascensional y, en general, una recopilación de piezas que
iban desde las aplicaciones escultóricas a las más variadas muestras de
pintura decorativa.

En España hay que añadir el estímulo que significa el pasado musulmán que
dará lugar a expresiones únicas como el Neomudéjar.

Apareció como un estilo español característico y exclusivo. Comenzaron a


construir edificios utilizando algunas de las características como arcos de
herradura, mosaicos arabescos y ornamentaciones de ladrillo en forma
abstracta para las fachadas.

En España, el estilo neomudéjar fue reivindicado como un estilo nacional,


porque se basaba en un estilo propiamente hispano. Se vio en el arte
mudéjar algo exclusivamente español y comenzaron a diseñar edificios
utilizando características del viejo estilo, incluyendo formas abstractas de
ladrillo y arcos de herradura.

Sin embargo, lo que la historiografía ha considerado tradicionalmente como


neomudéjar, en muchos casos son obras de estilo neoárabe, ya que utilizan
elementos califales, almohades y nazaríes, siendo el único aspecto mudéjar
el uso del ladrillo expuesto.

Con frecuencia se ha considerado a la plaza de toros de Madrid de


Rodríguez Ayuso y Álvarez Capra de 1874 como el comienzo del
neomudéjar. El estilo se convirtió entonces en una referencia fuerte, casi
“obligatoria” para la construcción de las plazas de toros en toda España y
más allá de las fronteras, a Portugal y los países hispanoamericanos.

En Madrid se convirtió en uno de sus estilos más representativos. El uso de


materiales baratos, principalmente de ladrillo para exteriores, lo convirtió
en un estilo popular en los nuevos barrios.
El neomudéjar a menudo se combinaba con el neogótico por arquitectos
como Francisco de Cubas.

Iglesia de la Santa Cruz. Madrid.

Ya en el siglo XX apareció otra corriente de características neo-mudéjar: el


regionalismo arquitectónico andaluz. La Plaza de España (Sevilla) es ejemplo
de este nuevo estilo que combina la arquitectura tradicional andaluza con
las características mudéjares.

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