Obligaciones A Plazo
Obligaciones A Plazo
Obligaciones A Plazo
MATERIA
DERECHO CIVIL III
GRUPO
PANDER 3-23
TRABAJO
TRABAJO INDIVIDUAL II
POR
DONALD WILLIAMS
INTRODUCCIÓN
obligaciones a plazo: Las obligaciones a plazo se refieren a aquellas en las que las partes
acuerdan cumplir con ciertas condiciones o acciones en un tiempo específico en el futuro. Estas
obligaciones están sujetas a un plazo determinado, lo que significa que deben cumplirse dentro
de un período específico o en una fecha acordada.
Obligaciones puras y condicionales: Las obligaciones puras son aquellas que no están sujetas a
ninguna condición para su cumplimiento. Esto significa que la obligación debe cumplirse sin
ningún tipo de condición adicional. Por otro lado, las obligaciones condicionales son aquellas
cuyo cumplimiento está sujeto a una condición específica que debe cumplirse para que la
obligación sea exigible. Esta condición puede ser futura e incierta.
Obligaciones divisibles e indivisibles: Las obligaciones divisibles son aquellas en las que el
objeto de la obligación puede dividirse en partes, y cada parte puede cumplirse
independientemente del resto. Por otro lado, las obligaciones indivisibles son aquellas en las que
el objeto de la obligación no puede dividirse sin afectar su naturaleza o esencia, por lo que debe
cumplirse en su totalidad.
Obligaciones a plazo
Las obligaciones a plazo son aquellas cuya eficacia depende de un día cierto, de manera que el
señalamiento de una fecha concreta determina el comienzo o la cesación de sus efectos. Esta
fecha se denomina término y se caracteriza por la certeza de su acaecimiento Echeverry. R.A
(2000)
De las obligaciones puras y condicionales se ocupan los artículos 1113 a1124 del Código Civil
(si bien este último se refiere a las recíprocas), preceptos ubicados en la Sección Tercera que
lleva por rúbrica "De las obligaciones puras y condicionales", perteneciente al Capítulo III ("De
las diversas especies de obligaciones"), del Título I ("De las obligaciones") del Libro Cuarto
("De las obligaciones y contratos"). Por su parte, de las obligaciones a plazo se ocupan los
artículos 1125 a 1130 CC, enmarcados en la Sección Segunda ("De las obligaciones a plazo"),
del mismo Capítulo, Título y Libro Echeverry .R.A (2000).
Esta distinción tiene reflejo en la propia ley y también en la doctrina jurisprudencial. El artículo
1125 del Código Civil dispone en su párrafo segundo: "Entiéndese por día cierto aquel que
necesariamente ha de venir, aunque se ignore cuándo". Y añade en el párrafo tercero: "Si la
incertidumbre consiste en si ha de llegar o no el día, la obligación es condicional, y se regirá por
las reglas de la Sección precedente".
En idéntico sentido, la Sentencia TSJNA (Sala de lo Civil y Penal), Nº sent. 7/2004, de 2 marzo
2004 Nº rec. 66/2003, afirma que "Lo característico de la "condición" es la incertidumbre acerca
del acaecimiento mismo del evento futuro (incertus an), constituyendo "término" el evento futuro
que con certeza se producirá (certus an), aunque no se sepa cuándo (incertus quando) ni -ha de
agregarse aquí- cómo. Se distingue así el término cierto (certus an, certus quando), que se sabe
llegará y cuándo lo hará, del término incierto (certus an, incertus quando), que se sabe llegará,
pero no cuándo; siendo paradigmática de este último término la muerte de la persona tomada en
consideración como tal (STS de 30 julio 1998 y STS 14 septiembre 2000). Así se desprende de lo
dispuesto en el artículo 1125 del Código Civil y lo confirma una reiterada jurisprudencia de la
que son exponente, además de las ya citadas anteriormente, las sentencias del Tribunal Supremo
de 5 de julio de 1966, STS 11 de diciembre de 1980 LA LEY 5932-JF/0000 y 2 de julio de 1990
LA LEY 30793-JF/0000".
b) Además de la distinción entre término cierto e incierto, algunos autores apuntan a la distinción
entre plazo o término expreso y tácito, pues el Código se refiere a este último al señalar en el
artículo 1128.1 CC que "si la obligación no señalare plazo, pero de su naturaleza y circunstancias
se dedujere que ha querido concederse al deudor, los Tribunales fijarán la duración de aquel".
c) Hablan también los autores de plazo legal, voluntario, y judicial, según venga fijado en la
norma (así, el previsto en los artículos 1577 y 1581 del Código Civil), tenga su origen en la
voluntad de las partes, o sea señalado por los Tribunales en virtud de autorización expresa del
legislador (artículo 1124, párrafo tercero, del Código Civil). Es preciso recordar aquí que el
Código Civil español no permite el término de gracia o cortesía, de manera que los Tribunales
sólo pueden fijar un plazo para el cumplimiento cuando la norma así lo autorice (tal como ocurre
en el supuesto mencionado del artículo 1124.3) CC. En las obligaciones mercantiles, el artículo
61 del Código de Comercio prohíbe también a los Tribunales conceder términos de gracia,
cortesía o cualesquiera otros que difieran el cumplimiento, salvo que la ley o la voluntad de las
partes lo permita. Ahora bien, mientras las obligaciones puras civiles son inmediatamente
exigibles, las obligaciones mercantiles, no sujetas a término, sólo son exigibles a los diez días
después de ser contraídas, si de ellas derivara acción ordinaria, y el día inmediatamente posterior
si llevaren aparejada ejecución (artículo 62 del Código de Comercio).
d) Igualmente, suele distinguirse entre término o plazo esencial y término o plazo ordinario. Es
ordinario aquel que no excluye que la obligación pueda cumplirse tardíamente, conforme a las
reglas de la mora. Es esencial el que sólo permite que la obligación se cumpla en un momento
señalado, excluyéndose el cumplimiento tardío, y posibilitando al acreedor a resolver el vínculo
obligatorio. Lete del Río refiere que cuando el factor tiempo se fija como esencial, estamos ante
lo que la doctrina alemana llama "contratos o negocios de fecha fija", que determinan la
imposibilidad de cumplimiento tardío ya que entonces el cumplimiento no será de interés para el
acreedor (por ejemplo, un contrato de suministro de bebida para un concierto de rock a celebrar
una fecha determinada). El carácter esencial del plazo no plantea problemas si existe declaración
expresa de las partes en tal sentido. No existiendo tal declaración, habrá que indagar si ésta era la
voluntad tácita de las partes atendiendo a la naturaleza y circunstancias de la obligación (término
tácito, artículo 1100 CC, párrafo 2º). Finalmente decir que como lo normal es el plazo ordinario,
el esencial tiene carácter excepcional, corriendo de cuenta del acreedor la carga de acreditar el
carácter esencial del término.
e) Pero indudablemente, la distinción más relevante, es la que diferencia entre plazo o término
inicial (también denominado suspensivo -diez a quo-) y final (o resolutorio -diez ad quem),
según se haga depender de él el comienzo de los efectos o la cesación de los mismos,
respectivamente. El Código Civil parece referirse sólo al término suspensivo cuando afirma que
"las obligaciones para cuyo cumplimiento no se haya señalado un día cierto, sólo serán exigibles
cuando el día llegue" (artículo 1125.1º del Código Civil). El plazo final o resolutorio extingue la
obligación, pero, a diferencia de la condición resolutoria, sin efectos retroactivos.
Como regla general, que se deduce de la literalidad de lo dispuesto en el artículo 1125.1 del
Código Civil, parece claro que las obligaciones sujetas a término inicial no son exigibles sino
cuando ese día llegue. Sin embargo, esta regla general permite algunas excepciones Jesús Pérez,
R, I,( 2005)
a) Cuando después de contraída la obligación resulte insolvente, salvo que garantice la deuda.
Insolvencia no quiere decir declaración concursal, sino que tal expresión contempla una
situación fáctica concreta, y sobrevenida, de insuficiencia de bienes y de impago o imposibilidad
de cumplimiento de obligaciones, y que no cabe confundir con la falta de liquidez.
También existe la posibilidad de que el deudor cumpla o pague antes del vencimiento del plazo
(pago anticipado).
En el derecho romano el término se presumía fijado a favor del deudor, razón por la cual favor
debitares el deudor podía renunciar al plazo y pagar antes, sin que el acreedor pudiera negarse a
recibir dicho pago Jesús Pérez, R, I, ( 2005)
Sin embargo, el Código Civil establece un sistema igualitario: el plazo se presume en igual
interés del acreedor y del deudor, salvo que resulte otra cosa del tenor y circunstancias de la
obligación (artículo 1127 CC).
EJEMPLO
El plazo es fijado a favor de ambas partes en el caso del préstamo con interés (por ejemplo, un
préstamo bancario con garantía hipotecaria para comprar una casa), en tanto al deudor le interesa
el aplazamiento para satisfacer cuotas más bajas, y al acreedor o prestamista, que se mantenga el
aplazamiento para que devengue el pertinente interés.
Esta presunción de que el plazo está fijado a favor de ambas partes de la relación obligatoria trae
consigo que, antes del vencimiento, ni el acreedor puede exigir el cumplimiento, ni el deudor
puede obligar al acreedor a aceptarlo (en este sentido, el artículo 46 de la Ley Cambiaria dispone
que el portador de una Letra de cambio no puede ser obligado a recibir el pago antes de su
vencimiento, siendo de cuenta y riesgo del librado el pago hecho antes del vencimiento),
careciendo el deudor que paga anticipadamente de acción para repetir lo pagado.
Cuando el pago anticipado se hace por error (ignorancia de que exista plazo), es regla general
que tampoco en este caso puede el deudor repetir lo pagado, aunque sí puede reclamar los frutos
e intereses percibidos por el acreedor (artículo 1126 CC). Esto se extiende, según Díaz Picazo, a
los casos en que el deudor se anticipó conociendo la existencia del plazo, pero equivocándose en
su duración, o cuando yerra en el cómputo de este.
Vencido el término se hace exigible la obligación. Los problemas en la práctica se dan a la hora
de determinar el momento en que se entiende vencido el plazo. Cuando las partes fijaron un día
concreto, no hay problema. Mayor dificultad presentan los casos en que el plazo se fija por días a
partir de un determinado (pagaré "a 30 días"), en cuyo caso, aplicando las reglas generales del
Código Civil (artículo 5 CC), el cómputo debe empezar el día siguiente, excluyéndose el inicial
del cómputo (artículo 1130 del Código Civil). Obviamente, en el cómputo civil del plazo, salvo
pacto en contrario no se incluyen los días inhábiles (artículos 5 y 1130 del Código Civil).
Una obligación, en derecho, es una relación jurídica en la que hay dos partes. Una de ellas tiene
la facultad de exigir a la otra el cumplimiento de la prestación objeto de la obligación. Por
ejemplo, el pago de una deuda, en la que el deudor tiene como obligación devolver la cantidad
prestada Lasarte, C,(2010)
1. Obligaciones puras
Las obligaciones puras son aquellas que son exigibles inmediatamente. Esto es debido a que su
eficacia no está sometida a ningún elemento accidental, como la condición o el término. Es decir,
no tiene que darse ningún hecho específico y su efectividad no depende de ningún factor
aleatorio. A diferencia de lo que ocurre con las condicionales y las alternativas, como después
veremos. Un ejemplo de este tipo de obligaciones es alguien que presta dinero a otro. En ese
momento nace la obligación pura de devolver el dinero sin condición alguna.
En el momento en que se ve afectada por una condición, cargo o por un plazo, dejará de ser pura.
Siguiendo el ejemplo de antes, imaginemos que es un tercero el que tiene que devolverte dinero.
Pero solo tendrá la obligación de devolvértelo, en el caso que consiga reunirlo (condición). Por
lo que, existiendo esa circunstancia, la obligación pasaría a ser condicional y no pura. Lo
explicamos mejor en el siguiente epígrafe.
Obligaciones condicionales
Para el cumplimiento de estas obligaciones, debe darse un suceso específico. Suceso que, como
decíamos antes, no se sabe si se va a producir. Se trata de una obligación que nacerá cuando la
condición se cumpla o el término llegue. Éstas se pueden clasificar en positivas o negativas.
Dependiendo de si debe cumplir un suceso o no.
(i) Positivas: Aquellas en las que ha de producirse un acontecimiento determinado. Por ejemplo:
Juan le comprará a su hijo un coche si aprueba el carné de conducir a la primera. Cuando se da la
condición, nace la obligación.
(i) Negativa: Consiste en que un acontecimiento determinado no se produzca. Por ejemplo: Juan
le comprará a su hijo un coche si no suspende ninguna asignatura. Si se da la condición, muere
la obligación.
Por ejemplo, Juan se obliga a comprarle un coche a su hijo el 1 de enero de 2022. Y su hijo se
obliga a devolverlo si a 31 de diciembre 2022 no ha conseguido aprobar el carnet.
Juan le comprara el coche a su hijo cuando apruebe el carnet de conducir. La obligación de Juan
no nace hasta que su hijo no apruebe el carnet.
Por ejemplo, Juan se obliga a comprarle un coche a su hijo el 31 de diciembre 2021. Y, este
podrá escoger el modelo si en ese momento ya ha aprobado el carnet.
Esto es, el padre de Juan se obliga a comprarle un coche a su hijo el 31 /12/2021. Pero, su hijo
solo escogerá el coche si en ese momento ya tiene carnet de conducir. La condición modifica por
tanto el contenido de la obligación. Convirtiendo, por mor del cumplimiento de la condición,
cualquier coche en el coche que escoja el hijo de Juan.
Y en las obligaciones casuales depende, el cumplimiento, del azar. Juan le comprará el coche a
su hijo, si sale premiado su número de la lotería de navidad.
¿Pero…qué pasa si antes de cumplirse de la condición, se extingue la cosa sin culpa del deudor?
En este caso se extingue la obligación debido a la pérdida de la cosa. A no ser que exista culpa
por parte del deudor. De ser así, estará obligado a pagar el precio e indemnizar por los perjuicios
causados.
Además, el deudor está obligado a indemnizar al acreedor sí, una vez cumplida la condición y el
objeto del contrato, la cosa se encuentra deteriorada.
3. Obligaciones alternativas
Este tipo de obligaciones exigen al deudor a cumplir una de entre dos o más prestaciones
previstas. De esta manera se extingue la obligación por la ejecución de cualquiera de ellas. Por
tanto, al deudor le basta con cumplir por entero una de éstas. Depende de si se ha previsto, podrá
elegirse una obligación u otra por el acreedor o el deudor. Y con dicho cumplimiento, se
extinguirá la obligación Marino Menéndez. F. M. (2005)
No obstante, el poder se pierde cuando solo una de las obligaciones es factible. Por ejemplo,
Juan no podrá entregarle su Mercedes si éste ha sido robado.
Cuando en una obligación concurren dos o más acreedores o dos o más deudores estamos ante
una obligación plural y existen diversas posibilidades de ordenación de los consorcios que se
forman. Principalmente podemos tener obligaciones solidarias, mancomunadas y mancomunadas
de objeto divisible que se transforman en auténticas parciarias. Y todas estas pueden, a su vez,
ser de carácter activo o pasivo según el consorcio se produzca en el lado acreedor o deudor
martines, A. E, (1995)
En las obligaciones mancomunadas de objeto indivisible, cada uno de los acreedores o deudores
ostenta una parte del crédito o deuda, de tal modo que sólo actuando conjuntamente podrán los
acreedores realizar actos que los perjudiquen y los deudores cumplir con el pago.
En las obligaciones solidarias se distinguen de manera precisa las relaciones externas de las
internas. Así, en las relaciones externas, con la otra parte de la obligación, cada acreedor
solidario puede pedir la deuda íntegra al deudor que deberá pagarle todo y después los otros
coacreedores podrán exigirle su parte. En la solidaridad pasiva el acreedor podrá dirigirse contra
cualquiera de los codeudores solidarios que deberá pagar y, posteriormente, podrá repetir de los
otros codeudores la cuota parte de cada uno.
En los arts. 1137 y 1138 CC se establece una no presunción de solidaridad en primer lugar, con
otra presunción de parciariedad. Esos artículos son duramente criticados por la doctrina pues
parecen pensar en un tráfico jurídico ya superado. Hoy en día resulta claro que la agilidad del
tráfico jurídico demanda que cualquier codeudor deba pagarlo todo y luego arreglarse con sus
socios e igualmente que cualquier acreedor pueda pedirlo todo y luego repartirlo con sus
coacreedores. Siendo ésta la percepción habitual, no es de extrañar que la jurisprudencia del
Tribunal Supremo ofrezca una interpretación casi correctora de estos artículos, encontrando
vínculos solidarios en muchos casos en los que nada se pactó Paolantonio, M. E. (2004)
¿Empezamos?
Cuando hablamos de la capacidad de firma en una cuenta bancaria o poder, la definición varía
ligeramente, ya que hace referencia a las capacidades operativas o de acción de los firmantes. En
este contexto, una firma mancomunada es aquella que requiere de varios de los apoderados
para que sea efectivo cualquier cambio. Esto quiere decir, por ejemplo, que para poder realizar
una retirada de fondos deberá contarse con la firma de varios de los titulares de la cuenta
bancaria.
En el caso de la firma solidaria, como se puede deducir, cada interviniente podrá operar de
manera individual y sin necesidad de la firma o presencia del resto de los implicados.
¿Cómo se traducen mancomunada y solidaria según el idioma y el contexto?
A pesar de que estos son tecnicismos que no tienen una equivalencia totalmente exacta en el
Common Law, sí que parece haber un consenso en que la traducción al inglés, al igual que
ocurre en la nomenclatura en español, no distingue entre los dos contextos que nos ocupan. De
esta manera, tanto la responsabilidad como la firma solidaria se traducirán como “joint and
several liability”, mientras que hablaremos simplemente de “several liability” en el caso, tanto
de la responsabilidad, como de la firma mancomunada.
Sin embargo, en el caso del francés y del italiano, sí que se establecen términos individuales en
función del contexto al que nos refiramos.
La traducción correcta de responsabilidades mancomunadas en francés será “obligations
conjointes”, mientras que el equivalente a la firma mancomunada será “signature collective”.
Por el contrario, en el caso de responsabilidad solidaria nos referiremos a “obligations
solidaires”, pero la firma solidaria no deberíamos traducirla como “signature solidaire”, sino
como “signature individuelle”.
Por último, al traducir estos términos al italiano, hablaremos de “obligaciones
solidale” y “obligación parziaria” para responsabilidad solidaria y mancomunada,
respectivamente, pero de “firma conjunta” o “firma distinta” si hablamos de firma
mancomunada en el primer caso, o de firma solidaria, en el segundo Pena Meregildo, R. E.
(2004)
Como veis, las cosas no son tan sencillas como podría parecer en un principio, y la terminología
puede variar notablemente en diferentes idiomas, a pesar de que el mismo tecnicismo se emplee
en español de manera indiferenciada. Por ello es de vital importancia dominar el campo de
especialización y la terminología propia de cada idioma para saber que un término no siempre
tiene el mismo significado ni se puede traducir de la misma manera, sino que hay que tener en
cuenta el contexto y la terminología propia de la lengua meta.
Si quieres ampliar la información sobre el significado de estos términos puedes leer los
siguientes artículos:
En las obligaciones en las cuales sólo hay un deudor y un acreedor no tiene ninguna
consecuencia esta distinción. Además, la indivisibilidad es uno de los requisitos objetivos
del pago, de tal manera que no se puede compeler al acreedor a recibir fraccionadamente
la prestación a no ser que esté expresamente pactado.
2. ORIGEN DEL CONCEPTO DE INDIVISIBILIDAD ¿De qué depende que una obligación sea
o no divisible? Uno de los primeros juristas en aventurarse a responder esta compleja pregunta
fue el francés Dumoulin en su obra Extricatio labyrinthi dividui et individui de 1562, cuyo
contenido esencial fue recogido por Pothier en su Traité des Obligations de 1848.9 7 Ver sección
5. 8 artículo 1540, CC. 9 Rodrigo Bercovitz, “Las obligaciones divisibles e indivisibles”,
Anuario de Derecho. SOBRE LA NATURALEZA DE LA INDIVISIBILIDAD DE UNA
OBLIGACIÓN: ¿REALMENTE ES POSIBLE... La propuesta de los juristas franceses fue un
primer acercamiento al régimen normativo de la indivisibilidad en materia de obligaciones. No
puede ser comparada con la forma en la que se entiende este concepto en la actualidad. Sin
embargo, a partir de entonces cada vez más autores aportaron a la discusión del origen de la
indivisibilidad. Por ello resulta indispensable estudiar resumidamente el régimen francés sobre
las obligaciones divisibles e indivisibles. La teoría de Pothier, que fue aceptada mayoritariamente
en la doctrina clásica, se apoya sobre tres pilares fundamentales: (i) indivisibilidad absoluta, (ii)
indivisibilidad relativa e (i) indivisibilidad sobre el pago. En primer lugar, para la doctrina
clásica, el punto de partida era la indivisibilidad absoluta. Pothier, al definir este concepto,
“relaciona la divisibilidad de las obligaciones con la de las cosas que son objeto de ellas”.10
Dentro de dicho concepto incluye las categorías que ahora se conocen como divisibilidad
material e intelectual.11 Este criterio se extiende también a las obligaciones de hacer y no hacer.
Es decir, solo si la cosa era divisible, la obligación podía ser catalogada como tal. Dicho
postulado no puede pasar inadvertido ya que, como se analizará más adelante, esa es la teoría que
se pretende rescatar aquí a la luz de un enfoque distinto. En segundo lugar, junto con la ya
expuesta indivisibilidad absoluta, existía también una relativa. En ella, “el análisis no tenía que
ver con la cosa, si no con la conducta que debía observar un deudor”.12 Como consecuencia,
aunque la cosa podía ser fragmentada tanto física como intelectualmente, el vínculo obligacional
podía ser indivisible. Ello venía dado no solo por la voluntad conjunta entre las partes, sino
además por circunstancias externas de la obligación.13 A simple vista, parecería que este es el
tipo de invisibilidad más cercano al entendimiento que le ha dado la doctrina moderna
mayoritaria a este concepto. Finalmente, para Pothier resulta relevante un tercer tipo de
indivisibilidad: aquella que versa sobre el pago. En este sentido, cuando el hecho de fragmentar
en partes el cumplimiento de una obligación podría tener como consecuencia una lesión a los
intereses del acreedor, la obligación sería indivisible.14 Ello incluso con independencia de la
naturaleza de la cosa Reyes Sánchez, M ( 2012)
A la luz del ordenamiento ecuatoriano, los hechos que se deben son bienes que se reputan
muebles.23 Así, el análisis de indivisibilidad comprende también aquellas obligaciones que
tienen por objeto una prestación de hacer o no hacer. En definitiva, en el ordenamiento jurídico
ecuatoriano son indivisibles solo aquellas cosas que no recaigan en alguno de los dos supuestos
antes mencionados. El propio Código Civil propone ciertos ejemplos de obligaciones que, bajo
este esquema, son indivisibles. Tal es el caso de aquella obligación cuya prestación consiste en
conceder una servidumbre de tránsito24 pues, bajo el ordenamiento jurídico ecuatoriano, el
objeto sobre el que recae la prestación de dicha obligación (la servidumbre de tránsito) no es
susceptible de división. Una vez delimitado el régimen de indivisibilidad en el Código, es posible
profundizar acerca de sus efectos. 21 Alessandri, Somarriva y Vodanovic, Tratado de derecho
civil, 111. 22 ibid. 23 Artículo 598, CC. 24 Como lo establece el artículo 1540 del Código Civil:
“la obligación de conceder una servidumbre de tránsito o la de hacer construir una casa son
indivisibles” Reyes Sánchez, M ( 2012)
A criterio del legislador, estos son supuestos de obligaciones cuya prestación tiene por objeto una
cosa que no recae en alguno de los criterios de divisibilidad analizados. En consecuencia, son el
ejemplo de lo que bajo el ordenamiento ecuatoriano se conoce como obligación indivisible.
ÁLVARO MARTÍNEZ ALMEIDA 282 • USFQ Law Review • Vol. X, Núm. 2 • octubre 2023
3.2. EFECTOS DE LA INDIVISIBILIDAD Las reglas sobre el cumplimiento de las obligaciones
y su partición varían según la divisibilidad de la cosa que se debe;25 por lo que catalogar una
obligación como indivisible26 implica una serie de efectos y consecuencias prácticas Hernández
Ramos, P, P(2009)
La tarea de identificar dichos efectos se facilita en el terreno de las obligaciones con pluralidad
de sujetos, es decir, aquellas de las que forman parte varios acreedores o deudores. Sobre la base
del artículo 1542 del Código Civil, si varios deudores o acreedores forman parte de una misma
obligación, la regla general es que su exigencia y cumplimiento, según el caso, se divide entre
unos y otros. De este modo, cada acreedor puede exigir solamente su parte en el crédito y cada
deudor está obligado solamente al pago de su cuota en la deuda Hernández Ramos, P, P(2009)
Entre dichos efectos se pueden mencionar: (i) la facultad del deudor de solicitar un plazo de
entendimiento previo al pago en obligaciones indivisibles; (ii) el nacimiento derecho del
acreedor frente a la totalidad de la prestación en obligaciones indivisibles; (iii) la obligación del
deudor de efectuar el pago específicamente al acreedor que ha interpuesto una demanda en
obligaciones solidarias; (iv) la subrogación de la posición del acreedor en caso de que uno de los
deudores pague toda la deuda en obligaciones mancomunadas; (v) el ajuste de cuentas en caso de
que uno de los acreedores reciba la totalidad del pago en obligaciones solidarias e indivisibles;
entre otros. SOBRE LA NATURALEZA DE LA INDIVISIBILIDAD DE UNA OBLIGACIÓN:
¿REALMENTE ES POSIBLE... USFQ Law Review • Vol. X, Núm. 2 • octubre 2023 • 283 4?
¿ES POSIBLE DIVIDIR UNA PRESTACIÓN? La respuesta no es tan simple como parecería a
primera vista. A continuación, se demostrará que la cosa es la que determina la naturaleza
divisible o indivisible de un vínculo jurídico (Sección 4.1.). En consecuencia, se defenderá que
no es posible dividir una prestación (Sección 4.2.).
Todo ello para concluir que es posible rescatar los postulados de la doctrina clásica sobre la
indivisibilidad de una obligación a la luz de una perspectiva moderna. 4.1. LA COSA COMO
FUNDAMENTO DE LAS OBLIGACIONES INDIVISIBLES La doctrina es prácticamente
uniforme al considerar que la indivisibilidad de una obligación depende de su prestación. De
acuerdo con Albadalejo, “las obligaciones se clasifican en divisibles e indivisibles, según que en
abstracto puedan o no ser cumplidas por partes iguales, mediante el fraccionamiento de la
prestación total en varias menores del mismo contenido y valor proporcional”.
En palabras de Clemente de Diego, “si la prestación es susceptible de cumplirse por partes, de
tal modo que no se altere esencialmente con esta distribución en partes, entonces es divisible la
obligación; en otro caso, indivisible”. A Hernández Ramos, P, P(2009) su vez, Hernández-Gil
sostiene que “[l]a divisibilidad presupone que la prestación es susceptible de realizarse
fraccionadamente, y que las partes o actos en que se descomponga estén en relación de
proporcionalidad y homogeneidad respecto del todo”. De manera concordante, la ex Corte
Suprema de Justicia se ha pronunciado sobre el régimen de indivisibilidad de la obligación. Al
respecto, se ha mencionado que una obligación indivisible “solamente pierde su carácter de tal
cuando el acreedor consciente en dividir el pago de la deuda entre cada uno de sus deudores”. Es
claro que, usualmente, tanto la doctrina mayoritaria como la jurisprudencia han entendido que el
análisis de indivisibilidad responde a la prestación, no a la cosa que tiene por objeto. En este
punto el lector ya se encuentra advertido de que los objetivos de este estudio, si bien ambiciosos,
tienen una motivación meramente académica. Por ello, el criterio del autor difiere de la doctrina
y jurisprudencia moderna y rescata, bajo una nueva visión, el concepto de los franceses
Dumoulin y Pothier: es la cosa, y no la prestación, la que define la indivisibilidad de una
obligación.
Manuel Albadalejo, Derecho civil II: Derecho de obligaciones Es cierto que el Código Civil en
ocasiones no es preciso al emplear los términos “cosa” y “prestación”. Algunas normas
contemplan a la prestación como el objeto de una obligación, otras, por el contrario, llaman
“cosa” al objeto de una obligación.36 Sin embargo, no necesariamente se puede asumir que el
legislador fue impreciso en el artículo 1540, según el cual el origen de la indivisibilidad proviene
de la cosa. Como parte de este análisis es posible comprender que el Código tiene razones para,
en este caso, hacer referencia específica a la cosa y no a la prestación de la que es objeto. Si se
realiza una interpretación estricta sobre lo dispuesto en el Código, el análisis de la indivisibilidad
de una obligación responde a la cosa, no a la prestación. En este sentido, si la cosa es divisible,
sea material o jurídicamente, la obligación será divisible. Una obligación de dar US$ 1000, por
ejemplo, es divisible toda vez que la cosa se puede dividir. De igual manera, si la cosa no es
susceptible de división, la obligación tampoco podrá dividirse. Nótese que este análisis no versa
sobre la conducta de dar, sino sobre la cosa como tal. Existen casos en los que se reviste de
indivisibilidad a una obligación cuyo objeto versa sobre una cosa divisible. Ello puede tener
como causa el acuerdo de voluntades, la ley o la naturaleza de la cosa.
Sin embargo, este no es un argumento sólido para desvirtuar esta teoría. Al contrario, refuerza el
hecho de que el análisis de lo divisible o indivisible no involucra la conducta pactada, sino la
cosa sobre la que versa dicha conducta. El artículo 1542 del Código Civil contempla los casos en
los que la obligación adquiere el carácter de indivisible, pese a que la cosa sobre la que versa su
prestación sea divisible. Así, por ejemplo, cuando “la obligación cuya prestación consista en algo
cuya división ocasione graves perjuicios al acreedor”, se entiende que adquiere indivisibilidad
legal. Bajo una interpretación literal de este artículo, se debe analizar si la división de la cosa
ocasionaría perjuicios al acreedor. Nuevamente, es claro que la prestación no es la protagonista
de este análisis, sino la cosa sobre la que versa dicha prestación. La doctrina moderna, con el fin
de sostener su teoría sobre la indivisibilidad de una obligación, ha propuesto ciertos supuestos
según los cuales, a simple vista, parece plausible la división de una prestación. Sin embargo,
nada impide aplicar la teoría propuesta en este estudio en los mismos supuestos, a fin de
demostrar que lo divisible no es la prestación, sino su objeto. Sin desconocer los criterios de
voces autorizadas en la materia, según el autor de este documento es posible valerse de los
supuestos que propone la propia Hernández Ramos, P, P(2009)
Artículo 1564, CC. 36 Id., 1521. 37 Parraguez, Manual de derecho civil, 373. SOBRE LA
NATURALEZA DE LA INDIVISIBILIDAD DE UNA OBLIGACIÓN: ¿REALMENTE ES
POSIBLE?
CONCLUSIONES
1 Las obligaciones a plazo constituyen un elemento fundamental en el entramado jurídico de las
relaciones contractuales, otorgando certeza y claridad temporal a los compromisos pactados entre
las partes. A lo largo de este análisis, hemos explorado los diversos aspectos que caracterizan a
estas obligaciones temporales, desde su definición y clasificación hasta su relevancia práctica en
el ámbito del derecho civil y comercial.
En primer lugar, hemos comprendido que la inclusión de un plazo en las obligaciones
proporciona un marco temporal dentro del cual deben ser cumplidas las prestaciones acordadas,
facilitando la planificación y ejecución de los actos jurídicos. Ya sea mediante plazos
determinados o fechas específicas de vencimiento, la temporalidad de las obligaciones a plazo
juega un papel crucial en la regulación de los compromisos contractuales.
Además, hemos examinado las distintas categorías de obligaciones a plazo, como las puras y
condicionales, las mancomunadas y solidarias, así como las divisibles e indivisibles,
reconociendo la diversidad de situaciones que pueden surgir en la práctica jurídica y la necesidad
de un enfoque contextualizado para su adecuada comprensión y aplicación.
2 Las obligaciones puras, al ser aquellas que no están sujetas a ninguna condición para su
cumplimiento, juegan un papel fundamental en el ámbito del derecho civil y comercial. A lo
largo de este análisis, hemos explorado la naturaleza y las características distintivas de estas
obligaciones, reconociendo su importancia en la regulación de los compromisos entre las partes.
En primer lugar, hemos comprendido que las obligaciones puras se caracterizan por su claridad y
certeza, ya que su cumplimiento no depende de la ocurrencia de eventos futuros o condicionales.
Esta certeza proporciona estabilidad y predictibilidad en las relaciones contractuales,
permitiendo a las partes planificar y ejecutar sus acciones de manera efectiva.
Además, hemos destacado la importancia de distinguir entre las obligaciones puras y las
condicionales, reconociendo que la ausencia de condiciones en las primeras implica una
exigibilidad inmediata y sin restricciones. Esta distinción resulta crucial en la interpretación y
aplicación de los contratos, ya que afecta directamente la determinación de los derechos y
obligaciones de las partes involucradas.
4. Las obligaciones solidarias, al establecer que cada deudor es responsable por el total de la
deuda, constituyen un aspecto fundamental en el ámbito del derecho civil y comercial. A lo largo
de este análisis, hemos explorado las características y implicaciones de estas obligaciones,
reconociendo su relevancia en la regulación de los compromisos entre las partes.
En primer lugar, hemos comprendido que las obligaciones solidarias implican una distribución
conjunta de la responsabilidad entre los deudores, permitiendo al acreedor exigir el
cumplimiento de la totalidad de la deuda a cualquiera de los deudores. Esta característica
proporciona una mayor seguridad al acreedor, al garantizar que podrá obtener el cumplimiento de
la obligación incluso si uno de los deudores no cumple con su parte.
Además, hemos destacado la importancia de diferenciar entre las obligaciones solidarias y las
obligaciones mancomunadas, reconociendo que en las primeras cada deudor responde por el total
de la deuda, mientras que en las segundas cada deudor responde únicamente por su parte
proporcional. Esta distinción es fundamental para determinar los derechos y obligaciones de las
partes involucradas y para resolver posibles controversias que puedan surgir en torno a estas
obligaciones.
5. Las obligaciones divisibles, al permitir que el objeto de la obligación pueda ser dividido en
partes que pueden ser cumplidas independientemente una de otra, juegan un papel esencial en el
ámbito del derecho civil y comercial. A lo largo de este análisis, hemos explorado las
características y implicaciones de estas obligaciones, reconociendo su importancia en la
regulación de los compromisos entre las partes.
En primer lugar, hemos comprendido que las obligaciones divisibles ofrecen flexibilidad a las
partes, permitiéndoles cumplir con la obligación parcialmente y en etapas, según convenga a sus
necesidades y circunstancias particulares. Esta característica facilita la ejecución de los
compromisos contractuales, especialmente en casos donde el cumplimiento completo no es
factible o conveniente de manera inmediata.
Además, hemos destacado la importancia de distinguir entre las obligaciones divisibles y las
obligaciones indivisibles, reconociendo que en las primeras el objeto de la obligación puede ser
fraccionado sin perder su esencia, mientras que en las segundas la obligación debe cumplirse en
su totalidad. Esta distinción es fundamental para determinar los derechos y obligaciones de las
partes involucradas y para resolver posibles controversias que puedan surgir en torno a estas
obligaciones.
En primer lugar, hemos comprendido que las obligaciones indivisibles imponen una carga
especial a los deudores, ya que no se les permite cumplir parcialmente con la obligación. Esta
característica resalta la importancia de la integridad y la totalidad en el cumplimiento de ciertos
compromisos, especialmente aquellos cuyo objeto es esencialmente unitario o no puede ser
fraccionado sin perder su esencia.
Además, hemos destacado la necesidad de diferenciar entre las obligaciones indivisibles y las
obligaciones divisibles, reconociendo que en las primeras el cumplimiento debe ser completo e
integral, mientras que en las segundas el objeto de la obligación puede ser fraccionado sin perder
su esencia. Esta distinción es esencial para determinar los derechos y obligaciones de las partes
involucradas y para resolver posibles controversias que puedan surgir en torno a estas
obligaciones.
10. Las obligaciones condicionales son aquellas cuyo cumplimiento está sujeto a la realización
de un evento futuro e incierto, denominado condición. Esta condición puede ser suspensiva, es
decir, que pospone la exigibilidad de la obligación hasta que se cumpla la condición, o
resolutoria, que extingue la obligación una vez que se cumple la condición. En resumen, el
nacimiento, la exigibilidad o la extinción de la obligación dependen de la realización o
incumplimiento de un evento futuro e incierto.
BIBLIOGRAFIA