DDHH - Punto 10 Temario

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DERECHOS HUMANOS – CIEN REGLAS DE BRASILIA

Aspectos fundamentales. Grupos alcanzados

En su acepción general, el acceso a la justicia supone la disponibilidad efectiva de cauces institucionales destinados
a la protección de derechos y a la resolución de conflictos de variada índole, de manera oportuna y con base en el
ordenamiento jurídico.

El acceso a la justicia, tiene un doble significado: en un sentido amplio se entiende como garantía de la igualdad de
oportunidades para acceder a las instituciones, a los órganos o a los poderes del Estado, que generan, aplican o
interpretan las leyes, y regulan normativa de especial impacto en el bienestar social y económico. Es decir, igualdad
en el acceso sin discriminación alguna.

Esto se relaciona por un lado con los derechos humanos y con los derechos económicos, sociales y culturales, pues
el ejercicio de los derechos civiles y políticos, requiere de un cierto nivel de vida digna (artículo 22, Declaración
Universal de Derechos Humanos), por otro lado, el acceso a la justicia también incluye el conjunto de medidas que
se adoptan para que las personas resuelvan sus conflictos y protejan sus derechos ante los tribunales de justicia.
Ambas perspectivas, pues, no son excluyentes.

 El DEBIDO PROCESO ADJETIVO es el conjunto de procedimientos legislativos, judiciales y administrativos


que deben cumplirse para que una norma, sentencia o decisión administrativa referida al derecho de una
persona sea formalmente válida.
 El DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO es concebido como aquel que consagra “una debida justicia”. Así el
debido proceso legal se caracteriza por “formas” y “sustancia”. Así́, la pura observancia de formalismos
estériles por parte del Estado deviene insuficiente para cumplir con su obligación de garantizar un debido
proceso conforme a Derecho.

El concepto "debido proceso legal" posee en la interpretación de la Corte IDH un amplio alcance, ya que resulta
comprensivo de toda clase de procesos, judicial, administrativo, político, disciplinario y, en general, a las
actuaciones que involucren derechos humanos de las personas.

La Corte IDH ha señalado que todos los órganos que ejercen funciones de naturaleza materialmente jurisdiccional,
tienen el deber de adoptar decisiones justas basadas en el respeto pleno a las garantías del debido proceso
establecidas en el art. 8º de la Convención Americana.

LAS REGLAS DE BRASILIA SON UN CONJUNTO DE 100 REGLAS reconocidas por las más importantes Redes del
sistema judicial iberoamericano como estándares básicos para garantizar el acceso a la justicia de las personas en
condición de vulnerabilidad. Contienen, por un lado, unos principios de actuación o ideas básicas que deben
inspirar la materia, aportando elementos de reflexión sobre los problemas de acceso a la justicia de los sectores
más desfavorecidos de la población; y, por otro lado, establecen una serie recomendaciones que pueden ser de
utilidad en la actuación de los responsables de las políticas públicas judiciales y de los servidores y operadores del
sistema judicial.

La XIV Cumbre Judicial Iberoamericana, que tuvo lugar en Brasilia durante los días 4 a 6 de marzo de 2008, aprobó
las Reglas sobre acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad. Habían sido elaboradas, con el
apoyo del Programa EUROsociAL I, por un Grupo de Trabajo constituido en el seno de la Cumbre Judicial
Iberoamericana, en el que también participaron la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos (AIAMP), la
Asociación Interamericana de Defensorías Públicas (AIDEF), la Federación Iberoamericana de Ombudsman (FIO) y la
Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de Abogados (UIBA). Tiene un especial valor al ser aprobado por
los representantes de las principales instituciones del sistema judicial. La Cumbre Judicial Iberoamericana, cuyos
inicios se sitúan en Madrid en 1990, constituye una estructura de cooperación, concertación e intercambio de
experiencias, que se articula a través de las máximas instancias de los Poderes Judiciales de la región
Iberoamericana, agrupando desde 2004 tanto a Cortes Supremas y Tribunales Supremos de Justicia como a
Consejos de la Judicatura. Su principal objetivo radica en la “adopción de proyectos y acciones concertadas, desde
la convicción de que la existencia de un acervo cultural común constituye un instrumento privilegiado que, sin
menoscabo del necesario respeto a la diferencia, contribuye al fortalecimiento del Poder Judicial y, por extensión,
del sistema democrático”. En su seno se desarrollan acciones que contribuyen al fortalecimiento del Estado
democrático de derecho a través de la mejora de las administraciones de justicia y del servicio prestado por los
jueces y juezas a la sociedad. Uno de sus ejes de actuación gira en torno a la eliminación de las barreras de acceso a
la justicia, especialmente para las poblaciones en condición de vulnerabilidad.

Se trata, en definitiva, de unas reglas reconocidas por las más importantes Redes del sistema judicial
iberoamericano como estándares básicos para garantizar el acceso a la justicia de las personas en condición de
vulnerabilidad. Todo ello sin perjuicio del valor normativo derivado de la recepción en Derecho interno del
contenido de las Reglas de Brasilia en los respectivos países.

Desde la dimensión individual, es un derecho que corresponde a cada ciudadano y que, frecuentemente, está
reconocido en el ordenamiento con el carácter de derecho fundamental o derecho humano básico. El derecho
reconocido por la norma jurídica (ius) y la acción (actio) son dos caras de la misma moneda y se encuentran
íntimamente relacionados. Desde esta perspectiva, se configura como el colofón del sistema de derechos.

En su dimensión colectiva, el acceso a la justicia es un elemento esencial no solamente para el sistema jurídico, sino
también para la propia cohesión social. Y, como quiera que implica centrar la atención en el ciudadano como sujeto
del acceso a la justicia, lleva consigo una visión de la justicia como servicio público.

• En primer lugar, la existencia de una adecuada tutela judicial supone una pieza clave para el funcionamiento del
sistema democrático9 y del propio Estado de Derecho, pues la eficacia del propio ordenamiento depende del
acceso a los ciudadanos al sistema de justicia para la defensa de sus derechos.

• En segundo término, el funcionamiento del sistema de justicia puede contribuir de forma importante a la
reducción de las desigualdades sociales (favoreciendo la cohesión social): coadyuvando a la eficacia de los derechos
reconocidos por el ordenamiento, ya sea aquéllos cuya titularidad corresponde a la generalidad de los ciudadanos,
ya sea los que se reconocen a un determinado grupo de población dentro de la acción positiva del Estado para
mitigar la desigualdad.

• En tercer lugar, la visión de la justicia como un servicio público lleva consigo la redefinición de la relación entre el
ciudadano y los funcionarios del sistema de justicia de tal manera que éstos se configuren como servidores
públicos. El sistema judicial ha de ser capaz de ofrecer al ciudadano unos estándares de calidad y eficacia al menos
homologables a los que se exigen al resto de los servicios públicos del Estado (educación, sistema sanitario,
infraestructuras, etcétera), de tal manera que la Justicia no puede ni debe quedar atrás en el proceso de
modernización general del Estado.

• Por último, el derecho de acceso a la justicia impone obligaciones positivas al Estado, destinadas a remover
aquellas barreras y obstáculos de orden jurídico, social, económico y cultural que dificultan o impiden el pleno
ejercicio de los derechos por parte de sus titulares.

Podrán constituir causas de vulnerabilidad, entre otras, las siguientes: la edad, la discapacidad, la pertenencia a
comunidades indígenas o a minorías, la victimización, la migración y el desplazamiento interno, la pobreza, el
género y la privación de libertad.

REGLA (10). CONCEPTO DE VÍCTIMA

A los efectos de estas Reglas, se considera víctima en sentido amplio, toda persona física o grupo de personas que
hayan sufrido un daño ocasionado por una infracción del ordenamiento jurídico, incluida tanto la lesión física o
psíquica, daños emocionales, sufrimiento moral y el perjuicio económico.
La actualización de las Reglas 2018 ha modificado la Regla (10) con la finalidad de incluir a las personas o grupos de
personas que han sufrido un daño como consecuencia de una infracción del ordenamiento jurídico, y no solamente
en supuestos constitutivos de delito.

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