El Espíritu de Religiosidad
El Espíritu de Religiosidad
El Espíritu de Religiosidad
Hoy veremos al espíritu enemigo más opositor y uno de los más peligrosos para la obra de Cristo sobre la tierra: el
espíritu de religiosidad. Cuando Jesús el Salvador vino a la tierra fue este espíritu el que más se le opuso y el que más se
levantaba en contra de Jesús.
El religioso se convence de que haciendo algunas cosas religiosas va a conformar a Dios, a pesar de hacer cosas malas.
Pero no engaña a Dios, ni engaña a la gente por mucho tiempo, en realidad no engaña a nadie.
Hay un pensamiento filosófico que se llama deísmo, que nace con los filósofos griegos. Ellos pensaban como muchos
piensan, creen en “un ser superior”, pero nunca se rinden a Dios ni lo conocen, dicen dios está muy ocupado por allí para
ocuparse de mí; o sea tienen sus conceptos y nunca le invitan a venir a sus corazones. El Religioso cumple con algunas
cosas de su “religión” pero otras demuestran desorden y confusión.
La realidad es que, al no tener comunión con Dios, no cambia cosas profundas y se muestra como una persona que cree
pero que no contribuye positivamente en los planes del Señor.
Los fariseos y los escribas eran súper religiosos, pero no tenían discernimiento espiritual, no tenían comunión con el
Espíritu Santo. Conocían las Sagradas Escrituras, pero no conocían al que la inspiró.
Jesús les dijo una memorable frase; “misericordia quiero y no sacrificios”. El religioso hacía sacrificios de animales, pero
no conocía el amor de Dios ni practicaba la misericordia.
Por eso podemos decir que el religioso tiene graves conflictos en su interior sin solucionar.
Es por esto que no tiene paz; es por esto que critica, ataca, y como Caín, guarda odio en su corazón, guarda envidia hacia
los posibles competidores, sobre todo a los que tienen éxito.
Dice la Biblia que Caín guardaba odio en su corazón de tal manera que mató a su hermano. Así es el religioso, tiene
tremendos sentimientos que le llevan a hablar mal, aun a odiar a aquellos que tienen éxito en el campo espiritual. El
religioso no conoce la misericordia, por eso ataca y critica. Jesús les decía que no conocían la misericordia, eran puro
sacrificio en el templo, pero no conocían el amor.
El religioso se pone como juez de quien no piensa como él, llama falso profeta a quien se le ocurre y dice, como lo hacían
con Jesús: ¡eso es del diablo! Porque básicamente tienen tan poca misericordia que Dios no hace milagros a través de
ellos, entonces cuando los demás son usados sobrenaturalmente llegan a decir que no es de Dios, sino el diablo usando a
esa gente.
El mismo Pilato sabía que por envidia habían entregado a Jesús. “El religioso envidioso es un ser muy peligroso”. Creo
que cualquiera puede tener conflictos, pero lo importante es sanarlos, porque tenemos todas las posibilidades para hacerlo.
Una persona que cree en Dios pero que no tiene sanidad interior puede hacer gravísimo daño a los intereses de Dios.
Mateo 23:27.
“Qué mal les va a ir! Aparentan ser gente buena y honrada, pero en realidad son hipócritas y malvados. Son como una
tumba pintada de blanco, que por fuera se ve limpia, pero que por dentro está llena de huesos y de suciedad.”
El religioso tiene apariencia de piedad, pero no tiene frutos para ayudar a los demás. Aparentemente ama mucho a Dios,
pero no a su prójimo. Por eso Dios no lo puede usar para sanar a la gente, ni tampoco para liberar. Sencillamente porque
no tienen misericordia.
El religioso no fluye en lo sobrenatural, pero critica a todos los que llevan liberación a la gente, y genera sospechas hacia
las personas que tienen un estilo distinto o que tienen estrategias diferentes para ganar a la gente para Cristo.
Es bueno tener siempre presente: “…a éstos evita” (2° Timoteo 3:5). Como lo identificó nuestro Señor, este espíritu
religioso es “…la levadura de los fariseos y saduceos” (Mateo 16:6) y de la cual Jesús advirtió a sus discípulos que se
guardasen.
El Espíritu religioso, hace que todo en apariencia pareciera estar bien, pero cuando se utiliza el discernimiento de espíritu,
uno ve la realidad, que es la carencia o ausencia de la poderosa obra del Espíritu Santo.
El Gran Engaño
Una de las características más engañosas del espíritu religioso se fundamenta en el celo por Dios. Tenemos la tendencia a
pensar que el celo por Dios no puede ser malo, pero eso depende de la causa por la que seamos celosos por Él. Como bien
dice Pablo “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia”
Nadie en el mundo oraba más, ayunaba más, leía tanto las Escrituras, ni tenía una mayor esperanza en la venida del
Mesías que los fariseos; pero a su vez fueron los mayores y más grandes oponentes de Dios y de su Mesías cuando Jesús
estaba en la tierra.
Es posible discernir nuestros frutos y no descansar hasta lograrlos, pero el espíritu religioso ha procurado apagar todo
avivamiento y todo mover del Espíritu de Dios, y esto es porque no le interesa el avivamiento, ni la salvación de la gente.
Filipenses 3: 1 – 10 TLA
“Además, hermanos, alégrense de estar unidos al Señor. A mí no me molesta repetirles lo que ya les había escrito, y a
ustedes les hace bien que lo repita.
¡Cuídense de esa gente despreciable y malvada, que los quiere circuncidar! Los verdaderos circuncidados somos nosotros,
los que guiados por el Espíritu adoramos a Dios y estamos orgullosos de pertenecer a Jesucristo. Nosotros no creemos que
podamos hacer nada para salvarnos. Si la salvación dependiera de la circuncisión, yo podría sentirme más orgulloso que
cualquiera: 5 me circuncidaron a los ocho días de nacido, pertenezco a la nación de Israel, y soy de la tribu de Benjamín;
¡soy más hebreo[b] que muchos hebreos! En cuanto a cumplir la ley, pertenecí al grupo de los fariseos. Tanto me
preocupaba por cumplir la ley que perseguía a los miembros de la iglesia. ¡Nadie puede culparme de no haber cumplido la
ley! Pero, gracias a lo que Cristo hizo por mí, ahora pienso que no vale la pena lo que antes consideré de valor. Todo eso
lo he dejado a un lado, y lo considero basura, con tal de llegar a conocer bien a Cristo, pues no hay mejor conocimiento. Y
quiero que Dios me acepte, no por haber obedecido la ley, sino por confiar en Cristo, pues así es como Dios quiere
aceptarnos. Por eso, lo único que deseo es conocer a Cristo; es decir, sentir el poder de su resurrección, sufrir como él
sufrió, y aun morir como él murió,”
Como casi todas las fortalezas del enemigo, el espíritu religioso levanta su obra sobre dos cimientos básicos: temor y
orgullo. El espíritu religioso busca hacer que sirvamos al Señor a fin de obtener su agrado. Por tanto, el espíritu religioso
basa su relación con Dios sobre una disciplina personal, en vez de cimentarla en la fe del sacrificio de Cristo.
El orgullo y el temor causan graves daños a la vida espiritual del creyente, y su liberación por regla general, es un proceso
bastante largo. Esta es la razón para que el mismo Señor le haya dado a Jezabel tiempo para arrepentirse.
El Señor concedió a la mujer “Jezabel” tiempo para arrepentirse, reprendió a la iglesia de Tiatira por tolerar a esa mujer
(Apocalipsis 2:20). Podemos ser pacientes con quienes tienen espíritus religiosos y darles tiempo para que se arrepientan,
pero no debemos tolerarles en medio nuestro, mientras estamos en la espera.
El perfeccionista ve todo como blanco o como negro. Esto conduce a graves desilusiones cuando nos lo imponemos a
nosotros mismos, o fijamos estos parámetros para los demás.
La gracia verdadera, auténtica y genuina, imparte una verdad que da libertad y muestra el camino para salir del pecado, o
para llegar a niveles más altos de madurez espiritual.
El individuo con un espíritu religioso por lo general puede indicar precisamente todos los defectos en los demás, pero no
los propios, es capaz de indicar todos los problemas con gran seguridad, pero usualmente no ofrece soluciones, y son solo
observaciones negativas.
1ª Juan 4:18 TLA
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el
que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”