06 Canon
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06 Canon
El Canon
Apuntes de Josh McDowell
(Evidencia que Exige un Veredicto, p. 33-42.)
I. Significado.
La palabra “canon” proviene de una raíz que significa “caña”, la que se utilizó para
medir. Eventualmente llegó a tener el significado de “norma”. Orígenes utilizó el vocablo para
indicar una “regla de fe”, o sea la norma por la cual hemos de medir y evaluar. De allí llegó a
tener el significado de “lista” o “índice”.
Así que cuando hablamos del “Canon de las Escrituras”, nos referimos a la lista de los
libros reconocidos como inspirados por Dios.
¡IMPORTANTE!
Es de alta importancia reconocer que la Iglesia no creó ni fijó la lista
de los libros reconocidos, sino que simplemente reconoció aquellos
que fueron inspirados desde el momento en que fueron escritos.
Fenicia, para tratar el tema del canon ya existente. El lugar de los libros de Ester, Eclesiastés y
Cantar de los Cantares fue discutido, pero fueron al final aceptados como Escritura. Los Padres
de la Iglesia aceptaron (exceptuando a Agustín, quien incluyó los libros apócrifos) los mismos 39
libros que fueron reconocidos por los judíos como Escritura.
El Canon Hebreo
La Ley (Torah) Las Escrituras
Génesis (Ketubim o Hagiografía)
Exodo A. Libros Poéticos
Levítico Salmos
Números Proverbios
Deuteronomio Job
B. Cinco Rollos (Megilloth)
Los Profetas (Nebhim) Cantar de los Cantares
A. Los Profetas Anteriores Rut
Josué Lamentaciones
Jueces Ester
Samuel Eclesiastés
Reyes C. Libros Históricos
B. Los Profetas Posteriores Daniel
Isaías Esdras-Nehemías
Jeremías Crónicas
Ezequiel
Los Doce
Aunque Cristo no estaba de acuerdo con las tradiciones orales de los Fariseos (Mt. 15,
Mr.7), su actitud era muy distinta hacia el canon de las Escrituras (el Antiguo Testamento). Dijo,
“Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas, y en los salmos.”
(Lc. 24:44) Es interestante observar que se refiere a las tres divisiones de las Escrituras Hebreas.
La Apócrifa
1º Esdras Eclesiástico o Sabiduría de Sirac
2º Esdras Baruc
Tobías Adiciones a Daniel
Judit La Oración de Manasés (ver 2 Cron. 33:19)
Adiciones a Ester 1º Macabeos
La Sabiduría de Salomón 2º Macabeos
El testimonio antiguo no respalda su inclusión. Citamos varios ejemplos (de Geisler y Nix).
Filón, filósofo judío que citó a menudo el canon hebreo, pero nunca los
apócrifos como inspirados.
Josefo, historiador del primer siglo, excluye explícitamente los libros
apócrifos.
Jesús y los escritores del Nuevo Testamento nunca citaron los apócrifos, aun
cuando hay abundantes citas del Antigo Testamento.
Los eruditos de Jamnia (90 d.C.) no los reconocieron como canónicos.
Ningún canon o concilio de la iglesia cristiana durante los primeros cuatro
siglos reconció los apócrifos. Incluso, muchos de los Padres de la Iglesia
hablaron en contra de los libros.
Jerónimo, erudito y traductor de la Vulgata los rechazó. Disputó el tema con
Agustín. Bajo presión tradujo algunos de los libros al latín. Después de su
muerte, los libros apócrifos fueron agregados al Vulgata desde la antigua
versión latina.
Muchos eruditos católicos durante la Reforma rechazaron los apócrifos,
asismismo todos los Reformadores. Más tarde, como parte de la
Contrareforma, el Concilio de Trento (1546) reconoció los apócrifos como
canónicos.
Introducción a la Teología 45
El factor principal para determinar la canonicidad de los libros del Nuevo Testamento fue
la inspiración de Dios, y su prueba principal era su calidad de apostólico. Por eso, no se quiere
decir que fue un apóstol que fuera su escritor, sino que tenían autoridad apostólica o la
aprobación de un apóstol. Ya que Cristo había prometido que el Espíritu Santo iba a guiarles a
toda verdad (Jn.16:13), indicando la inspiración de sus escritos, se afirma también que la iglesia
está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.” (Ef. 2:20, Ver también Hch.
2:42.)
El Sínodo de Hipona (393 d.C.) reconoció los 27 libros que hoy tenemos en nuestros
Nuevos Testamentos, lo que luego fue promulgado en el Concilio de Cártago en 397 d.C. Desde
esa época no ha habido seria oposición al canon neotestamentario.