Critica de La Razon COLONIAL
Critica de La Razon COLONIAL
Critica de La Razon COLONIAL
1. Colonialismo. 2. Epistemología. I. Garza Toledo, Enrique de la, coord. II. Neffa, Julio César,
prolog.
CDD 301.01
Crítica de La razón neocoLoniaL
Enrique de La Garza ToLedo (coord.)
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Equipo Editorial
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Índice
PróLogo................................................................................................................9
Julio César NeÁfa
Introducción......................................................................................................17
Enrique de la Garza Toledo
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Julio César Netfa
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Julio César Netfa
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Julio César Netfa
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Pró logo
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Introducció n
21
I. Poscolonialidad y buen vivir:
críÁ ica epistemoló gica y de
facÁibilidad
24
I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
1
Quijano en parÁ icular sigue reivindicado el concepto marxista de totalidad.
25
Enrique de la Garza Toledo
2 No trataremos en este ensayo el caso de Enrique Dussel, que dice apoyarse en una
lectura exegéÁica de Marx para llegar a la conclusió n de que cuando este autor habla
de proletario quiere decir el pobre. El concepto de pobre no es central a la poscolonia-
lidad, mientras que el é nfasis de Dussel en la é Á ica crisÁ iana es una de sus raíces.
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I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
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Enrique de la Garza Toledo
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I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
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I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
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I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
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Enrique de la Garza Toledo
Los poscoloniales juegan en realidad con senÁ idos comunes que mu-
chos aceptan, sin profundizar en lo que realmente propone esta co-
rriente. Siendo la poscolonialidad una corriente académica, con al-
gunas derivaciones en ONG y movimientos sociales y algunas
políÁ icas pú blicas en países como Bolivia y Ecuador, la colonialidad
del saber traducida en senÁ ido comú n académico -como marginació n
de los pensadores laÁ inoamericanos por los intelectuales e insÁ itu-
ciones del primer mundo-, nos interpela. Pero, como hemos visto, la
poscolonialidad no llama a la resistencia de los intelectuales laÁ ino-
americanos modernizados, sino a la incorporació n de los saberes
tradicionales, en especial los de origen indígena. El intelectual poco
atento a las propuestas poscoloniales y su ló gica de entrada se siente
idenÁ ificado con esta percepció n de marginació n en el concierto
mun- dial de la ciencia. Lo mismo sucede con el buen vivir, la
propuesta de una sociedad desmercanÁ ilizada, de solidaridad,
igualitaria, no de- predadora de la naturaleza: sería difícil decir que
no se está de acuerdo. Pero a la utopía del buen vivir hay que
someterla a un aná - lisis de viabilidad y no solo de eÁ icidad. La
viabilidad de un proyecto Á iene dos dimensiones: si es posible la
formació n de una fuerza social lo suficientemente extensa y
compromeÁ ida para impulsarla, pero también si el proyecto es
materialmente posible de acuerdo con con- diciones “que no se
escogieron” y no en un futuro indefinido. Esta fue la críÁ ica a los
socialismos anteriores a Marx de Federico Engels (1980) en su
famoso ensayo “Del socialismo utó pico al científico”, al plantear que
este utopismo fue resultado en parte de la inmadurez de las
condiciones materiales de la producció n capitalista para sus- Á ituir la
pequeñ a producció n (al artesano) con proletarios, confor- mando un
“socialismo del pensamiento” que no se deÁ iene ante las condiciones
materiales y pretende “implantar un sistema desde afuera” (de las
relaciones de producció n imperantes), un socialismo de la razó n.
Porque el tema, dice Engels, no es imaginar la sociedad
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I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
ConcLusiones
48
I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
BibLiografía
Escobar, Arturo (2005) “El ‘postdesarrollo’ como concepto y prá cÁ ica so-
cial”, en Mato, Daniel (coord.), Polí(icas de economía, ambiente y sociedad
en (iempos de globalización. Caracas: Universidad Central de Venezuela,
17-31.
51
Enrique de la Garza Toledo
Ochis, Curiel (2007) CríÁ ica Decolonial de las Prá cÁ icas del Feminismo
AnÁ iracista, Nómadas (26): 96-101.
Santos, Boaventura (2010a) Democracia al borde del caos. México: Siglo XXI.
52
I. Poscolonialidad y buen vivir: críÁica epistemoló gica y de facÁibilidad
Schutz, Alfred (1970) Fenomenología del mundo social. Buenos Aires: Paidó s
Ariel Petruccelli
“(...) el lector debe estar preparado para adver…ir sin sorpresa que los
problemas que aquí se estudian desbordan por todos lados los límites
concretos del tema americano, para acabar ofreciendo una idea de la
marcha y progreso de la Cultura de Occidente, que así se revela como
el ú nico proyecto vital de la historia con verdadera promesa en virtud
de la dialéc…ica interna que lo vivifica”. (O’ Gorman, 1995)
1
Subrayemos incidentalmente, sin embargo, que incluso en un texto tan breve se ob-
servan significa…ivas inconsistencias en el tratamiento, algo que parece caracterizar
al es…ilo decolonial producido hasta el momento. Por ejemplo, la premisa 1 considera
que el mundo moderno/colonial se origina en el siglo XVI, y que el descubrimiento/in-
venció n de Amé rica es el componente colonial de la modernidad cuya cara visible es
el Renacimiento europeo. Sin embargo, el Renacimiento comenzó en el 1300 o en el
1400 (no hay consenso al respecto), es decir uno o dos siglos antes del inicio del
mundo moderno/colonial. Ademá s, la insistencia en la ruptura del siglo XVI parece
tener un sesgo “hispanocé ntrico” que oscurece la gran expansió n portuguesa en Á frica
y Lejano Oriente, iniciada en 1415 (debo agradecer a Federico Mare el haber llamado
mi atenció n sobre esta “precocidad” portuguesa). En la premisa 3 se señ ala que la
Ilustració n y la Revolució n Industrial son momentos histó ricos derivados que
consisten en la trans- formació n de la matriz colonial de poder. Pero en la 6 se nos
informa que el capitalismo y la modernidad/colonialidad tuvieron “un segundo
momento histó rico de transfor-
57
Ariel Petruccelli
Etnicidad y coLoniaLidad
2
Tomo aquí la definició n de colonialismo del propio Quijano. Obviamente, los
fenó menos histó ricos subyacentes son bastante diversos, y un tratamiento má s
detallado de esta pro- blemá …ica entrañ aría establecer dis…inciones entre diferentes
conceptos indudablemente
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II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
Esto es cierto en general, desde luego. Pero, ¿por qué querrían los
otomanos, los chinos o los incas preocuparse por cosas como la
filo- sofía polí…ica, sin las cuales habían vivido hasta entonces tan
plá ci- damente? ¿Y qué daba a la minoría europea el poder de decidir
quién y có mo era reconocido? ¿Por qué era tan importante el
reconoci- miento europeo? ¿Por qué esa etnia (o conglomerado de
etnias) par-
…icular podía ejercer tal influencia y poder de atracció n? La
respuesta es que los europeos habían desarrollado un salto abrupto,
descomu- nal, en la produc…ividad del trabajo y en las tecnologías
bélicas, lo que les daba un poder incomparable. Las fuentes de este
poder está n en debate: ¿ha sido el capitalismo, la
manufactura/industria, la cien- cia, la economía-mundo, la cris…
iandad?3 La respuesta decolonial (in- sisto, sin adentrarse en una
crí…ica pun…illosa de las explicaciones disponibles) insiste en que el
fundamento es “epistémico”, pero con- cibiendo lo epistémico no
como capacidad cogni…iva traducible en dominio técnico, sino en
un sen…ido má s bien retó rico: la retó rica de la modernidad habría
exaltado todo lo occidental, clasificado racial o é tnicamente a los
grupos humanos e inferiorizado a las otras cul- turas. Esto es
como decir que durante siglos hemos sido engañ ados, y que el
poder de los dominadores reside en su capacidad para incul- carnos
pensamientos que nos perjudican. Desde luego que la ideología forma
parte de la dominació n, pero parece obvio que la misma …iene otras
bases. No parece una respuesta ni muy convincente en términos
explica…ivos, ni que deje intelectualmente bien parados a los
pueblos oprimidos, decir o implicar que, en lo fundamental, el
dominio euro- norteamericano se debe a su capacidad para
inculcar retó ricamente concepciones que los benefician, antes que
a su poderío militar y econó mico.
3
La literatura al respecto es inagotable. Pero se puede mencionar a algunos trabajos
clá sicos: (Chaudduhri 1978; Wallerstein, 1981; Jones, 1989; Pommeranz, 2000).
63
Ariel Petruccelli
4
Afirmaciones como que el zapa…ismo habría producido una “revolució n teoré…ica”
(Mignolo, 2010: 38-39) demuestran una ceguera polí…icamente mo…ivada (y aclaro que
la mo…ivació n polí…ica también puede ser luminosa, si no claudica en su cri…icidad),
se-
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Ariel Petruccelli
Sacristá n era un filó sofo que sabía qué es hacer ciencia rigurosa.
Tenía una mirada crí…ica sobre la ciencia como producto cultural (la
ciencia es un conjunto de teorías, pero como fenó meno no se
agota en ellas: incluye también ins…ituciones y prá c…icas); pero sin
negar su potencia epistemoló gica y aceptando lo acotado del campo
de va- lidez de la ciencia como saber (ademá s de su cará cter rela…ivo,
no ab- soluto). Sacristá n sabía que la ciencia no …iene respuestas
para todo, que sus respuestas son siempre tenta…ivas, y que hay
preguntas que la ciencia ni puede responder ni es sabio pretender
hallarles una res- puesta científica (por ejemplo la pregunta por el
sen…ido de la vida, que es má s sensato abordarla filosó fica o
religiosamente). La suya es una excelente perspec…iva,
filosó ficamente amplia, científicamente rigurosa, respetuosa de las
diversidades culturales, de intencionalidad revolucionaria e
irrenunciablemente crí…ica. ¿Deberíamos despren- dernos de ella?
¿Por qué ?
67
Ariel Petruccelli
68
II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
GeneaLogía
5
Sobre el movimiento Taky Onqoy y sobre el estado neo-inca parece ineludible remi…
ir a la obra ya clá sica (Stern, 1986).
71
Ariel Petruccelli
Anotemos que por muy crí…ico que fuera Waman, y por muy conci-
liador que fuera Garcilaso, ello no demostraría que producen
nece- sariamente dentro de diferentes ló gicas epistémicas: habría
que de- mostrarlo. Pero, ademá s, los hechos histó ricos per…
inentes son ambiguos. Es cierto que Garcilaso tuvo gran fama en
vida, pero su obra maestra Comentarios reales sobre los incas,
publicada en Lisboa en 1609, fue prohibida por la Corona españ ola
en las colonias ameri- canas luego del levantamiento de Tupac
Amaru II. Las razones por las que la obra de Waman Puma no
llegó a su des…inatario no son nada claras; pero no parece que
fuera sencillo que le llegara al Rey un manuscrito enviado por un
desconocido, fuera cual fuese su con- tenido. En cualquier caso, la
afirmació n de que Waman no operaría dentro de la ló gica
epistemoló gica hispá nica (mientras que Garcilaso
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II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
73
Ariel Petruccelli
6
Cuando le señ alé a un militante mapuche tradicionalista que la democracia no es
un principio exclusivo de “Occidente”, sino algo reivindicado, por ejemplo, por los
za- pa…istas mayas, me retrucó que eso era así porque los mayas habían sido
conquistados en el siglo XVI, en cambio los mapuche, que resis…ieron hasta fines del
siglo XIX, está n mucho menos colonizados.
74
II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
75
Ariel Petruccelli
7
Enmi condició nde katripache (no mapuche que apoya las demandas mapuche) he
acom- pañ ado numerosas ac…ividades (como movilizaciones o conferencias de
prensa), me he pro- nunciado en favor de que Argen…ina se convierta en un estado
plurinacional (una posició n que hoy no sos…iene ninguna fuerza con representació n
parlamentaria) y he formulado por escrito crí…icas al pensamiento argen…ino colonial
disponibles en la web. Ver por ejemplo Pablo Sca…izza, Ariel Petruccelli y Mauricio
Suraci, “Roca, su monumento y las barbaries de Romero”, Vientodel Sur, 2012,
disponible enhttp://www.revistavientodelsur.com.ar/roca- su-monumento-y-las-
barbaries-de-romero/, Ariel Petruccelli y Pablo Sca…izza, “Una posició n frente a la
resistencia a izar el wenufoye en San Martín de los Andes”, Izquierda Diario, 2014,
disponible enhttps://www.laizquierdadiario.com/Una-posicion-frente-a-la-resistencia-por-
izar-el-wenufoye-en-la-Plaza-San-Mar…in, Ariel Petruccelli, “Los mapuche y un
discurso de terror”, Izquierda Diario, 2017, disponible en https://laizquierdadiario.com/
Los-mapuche- y-un-discurso-de-terror, Ariel Petruccelli y Andrea Barriga, “San…iago
Maldonado: cró nica de una desaparició n forzada”, Sin Permiso, 2017, disponible en
http://www.sinpermiso.info/
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II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
9
“Amin se mantuvo en la burbuja de la episteme moderna, y su de-linking sugirió un
cam- bio de contenido, no de los términos de la conversació n” (Mignolo, 2007: 27).
Obsérvese que Samir Amin estaba vivo cuando estas líneas fueron escritas: había que
diferenciar al pro- yecto decolonial del de Amin, demasiado marxista. Y no está mal
trazar diferencias: lo que parece intelectualmente injus…ificable es trazarlas sin
mayor argumentació n.
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II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
Quizá dentro del mundo acadé mico retó ricas como la de Mignolo
sirvan para abrir las perspec…ivas, incorporar otras voces, dotar de
79
Ariel Petruccelli
Pero una propuesta teó rica no puede ser evaluada por las consecuen-
cias que produce (porque puede producir diferentes
consecuencias en dis…intos lugares y circunstancias). Es
indispensable, pues, evaluar sus propuestas sustan…ivas, con rela…
iva independencia de los usos que se hagan o puedan hacerse de
ellas. Y aquí es donde se busca, se busca y se busca en vano.
Quienes se auto-denominan decoloniales no abordan ninguno de
todos sus enormes temas y problemas por medio de una discusió n
pormenorizada con autores contemporá neos específicos. De hecho,
sus crí…icas se dirigen a abstracciones como los marcos
episté micos, la retó rica de la modernidad, la hibris del punto cero,
la teo-logía o la ego-logía y se caracterizan por afirma- ciones
tajantes y gené ricas, antes que por la discusió n paciente de tesis
específicas hechas por autores o autoras específicos. ¿Para qué
perder …iempo en esas minucias? Hay que ir derecho al hueso y de-
moler los cimientos teo-ló gicos y ego-ló gicos del marco
episté mico occidental: esa parece ser la perspec…iva. El problema
es que los ci- mientos supuestamente demolidos no son má s que
una caricatura, un espantapá jaros.
Antes que pensamiento crí…ico, la decolonialidad se nos presenta
como un nuevo dogma…ismo, plagado de tajantes afirmaciones
nunca jus…ificadas, contradicciones manifiestas, uso y abuso de la
falacia
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II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
tura del otro inver…ida y asumiéndose como superior: agarra las mis-
mas premisas del discurso eurocéntrico, las invierte las deja intactas,
y afirma su otredad como superior a la de Occidente. Eso es, funda-
mentalismo hoy en día, y eso no es otra cosa que fundamentalismo
eurocentrista inver…ido, es decir, diversas visiones del mismo
pro- blema eurocé ntrico. Para mí Ben-Laden, es tan
fundamentalista eu- rocéntrico como Habermas, porque está n
atrapados en las mismas premisas del pensamiento occidental.
(Grosfoguel, 2007: 26).
10
Es sabido que el dogma…ismo marxista creía poder desechar teorías enteras por el
origen de clase de sus autores, o por los usos polí…icos que se les diera en un
momento determinado. La opció n decolonial …iende a reproducir la misma falacia,
aunque ahora
83
Ariel Petruccelli
11
Enexcelentetratamientodelaobrade Thomas Kuhnseencuentraen(Newton-Smith, 1987).
85
Ariel Petruccelli
12
Una creencia dentro del mundo académico es que las mejores obras son las que
alcanza- rá n mayor reconocimiento dentro de la comunidad. Por supuesto que esto no
es estricta- mente cierto: como todo el mundo sabe, ciertos grupos étnicos o lingü ís…
icos poseen un innegable privilegio basado en su…iles y muchas veces inconscientes
formas de prejuicio. Podríamos decir que hay “trampas” por medio de las cuales los
miembros de estos grupos
…ienden a ser má s reconocidos, con cierta independencia de las cualidades de sus
obras. Ante este situació n, en lugar de reclamar que se acaben las “trampas”, Mignolo
parece re- clamar “hagamos trampa tambiénnosotros”, ensalcemos a los “nuestros” por
ser “nuestros”, sin que importe mucho la riqueza real de sus contribuciones.
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Ariel Petruccelli
88
II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
bargo, tras estas palabras rara vez hay un concepto claro y dis…into
(no quieren cometer ningú n pecado cartesiano los teó ricos y las teó -
ricas decoloniales). En general no son má s que una nueva palabra
para un viejo concepto, o un ma…iz conceptual reivindicado
como total ruptura, o una noció n intui…ivamente plausible pero que
no es conceptualmente especificada, o una metá fora. Son té rminos
cuya funcionalidad reside má s en generar iden…idad (decolonial es
quien habla así) que en aclarar algú n problema empírico o
conceptual. Antes que conceptos de una teoría, son la jerga de un
grupo.
La falta de rigor es una constante en las obras de Mignolo, de
Sousa Santos o Aníbal Quijano. Para cualquier persona que tenga
una formació n má s o menos intensa en algú n campo o problemá …
ica específica, las afirmaciones decoloniales al respecto le parecerá n,
en general, poco má s que escolares. Demuestran que no se ha tenido
voluntad de estudiar esos problemas y esas materias en sus propios
términos. ¡Claro, hacerlo sería sucumbir ante la episteme eurocen-
trada! Sin embargo, un autén…ico diá logo inter-epistémico implica el
esfuerzo de estudiar con minuciosidad las diferentes teorías e inter-
pretaciones. Y presupone la capacidad de poner en suspenso las pro-
pias premisas y hacer el esfuerzo de comprender los argumentos del
otro en sus propios términos (antes que invalidarlos porque parten
de premisas diferentes). Hecho esto (de ambas partes) es posible pro-
curar evaluar los pro y los contra de las diferentes perspec…ivas, asu-
miendo que todas las partes deberá n presentar evidencia de sus afir-
maciones y argumentos en su favor.13 Y bien, en los textos
decoloniales las evidencias son escasas, pero por sobre todo, en lugar
de argumentos hay afirmaciones cuya jus…ificació n rara vez se pro-
porciona. Se podría pensar que, siendo sus proponentes académicos
formados en la “academia occidental”, seguramente sus crí…icas a
los conocimientos eurocentrados parten de una familiaridad
profunda con tales conocimientos. De ser así, no se trasluce en sus
textos. Por cierto, los textos decoloniales abordan una infinidad de
temas, y es imposible tener un conocimiento me…iculoso de todos
ellos. En cual-
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II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
quier caso, cada vez que se refieren a cues…iones que conozco en de-
talle -como el marxismo, la modernidad o el Renacimiento- sus
afir- maciones son caricaturescas. Pero, del otro lado, no deja de ser
sinto- má …ico y profundamente significa…ivo que a pesar
de sus reivindicaciones de “otros” saberes, rara vez se encuentra en
sus escritos una exposició n detallada de las “cosmovisiones otras”. Y
lo mismo su- cede con las obras de los autores y autoras a los que se
ensalza (como Waman Puma, Frantz Fanon o Gloria Anzaldú a):
nunca se nos ofrece un examen crí…ico mínimamente detallado de
las mismas.
Por consiguiente, la superficialidad con la que se rechaza la epis-
teme occidental o la retó rica de la modernidad de la que habría
que desprenderse es equivalente a la superficialidad con que se
abraza a los “pensamientos otros”: nunca se estudia con detalle qué
está n pen- sando los miembros concretos de grupos étnicos
concretos. Un indio abstracto -reencarnació n del buen salvaje-
reemplaza a los mapuches,
qom o tojolobales reales. En las contadísimas ocasiones en que se in-
corporan sus voces, se las incorpora sin discusió n: ¿discu…irlas sería
una muestra de colonialidad? Má s que diá logo inter-epistémico o in-
ter-cultural, la opció n decolonial parece una forma (¿otra?) de pater-
nalismo.
Pese a que segú n la apropiació n genealó gico/mitoló gica realizada
por Mignolo,
92
II. Teoría y prá c…ica decolonial: un examen crí…ico
BibLiografía
Chauddhuri, Kir…i N. (1978) The Trading World of Asia and the English East
India Company, 1660–1760. Cambridge: Cambridge University Press.
93
Ariel Petruccelli
Holloway, John (2002) Cambiar el mundo sin tomar el poder. Buenos Aires:
Herramienta/Universidad Autó noma de Puebla.
Marimá n, José (2017) Awkan tañi müleam Mapu kimün. Mañke ñi pu Kin-
tun. San…iago de Chile: Centro de Estudios Rü mtun – Fundació n
Heinrich Bö ll Cono Sur.
Pomeranz, Kennet (2000) The Great Divergence: China, Europe and the
Ma- king of the Modern World Econmy. New Jersey: Princeton University
Press.
Stern, Steve (1986) Los pueblos indígenas del Perú y el desafío de la conquista
española. Madrid: Alianza.
Andrea Barriga*
en otras palabras,
97
Andrea Barriga
Un primer acercamiento
1
Hace muy poco tiempo que comenzaron a cuestionarse en Argentina las miradas his-
toriográ ficas respecto a los pueblos originarios, ya que la historia tradicional los trata
como si estuviesen muertos. De esta visió n, el má s representativo es Rodolfo Casami-
quela, que ha profanado cementerios mapuce para “reconstruir el pasado de las co-
munidades indígenas”, cuando sus familiares, nietos, bisnietos, aú n está n con vida.
Un excelente trabajo historiográ fico, que clarifica la cuestió n y saca a relucir las hipo-
cresías de los discursos predominantes, lo ha llevado a cabo, junto a intelectuales com-
prometidos como Walter Delrío, Diana Lenton, entre otros, nuestro queridísimo
Osvaldo Bayer, Intelectual y militante, ha acompañ ado durante casi toda su vida la
lucha de los pueblos originarios, incluso cuando era una voz disonante, antes de que
este tema fuera “moda” para los intelectuales. (Bayer, 2010).
2
Un ejemplo de la violencia de la que siguen siendo víctimas estas comunidades
por parte del Estado argentino, se encuentra en el caso de desaparició n y posterior
muerte de Santiago Maldonado en 2017 en manos de la gendarmería, y de Rafael
Nahuel acri-
103
Andrea Barriga
billado por la espalda por la prefectura naval argentina el mismo añ o. Ambos partici-
paban de los movimientos de recuperació n de tierras llevadas adelante por
algunas comunidades. En el caso chileno, a finales del 2018 la muerte de Camilo
Catrillanca luego de un allanamiento a cargo del Comando Jungla de Carabineros en la
comunidad de Ercilla, es só lo una muestra de la violencia despiadada de ambos
estados.
104
III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
106
III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
Un tropezón no es caída
3
Es interesante el debate que hay respecto a uno de los escritos de este momento
de Quijano: “Imperialismo, Clases Sociales y Estado en el Perú 1895-1930”, realizada
por Augusta Alageme (1979).
107
Andrea Barriga
4
Recoleta es uno de los barrios de Buenos Aires, en el que vive una població n con gran
poder adquisitivo. Parte de la clase media alta de la sociedad argentina.
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Andrea Barriga
La coLoniaLidad…
¿una nueva forma de universaLismo?
5
Aunque debo decir que en los casos de Aníbal Quijano y Walter Mignolo no se trataba
de los usos que otros hicieran de sus teorías, como se puede ver en el caso del mar-
xismo, sino los mismos autores son los que, en el desarrollo de su teoría,
tropezaban con contradicciones importantes.
110
III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
6
Es viable pensar, por el recorrido intelectual del autor, que la impronta en este punto
esté dada porque al añ o siguiente, 1992, se cumplirían los 500 añ os de la “conquista de
América”, y toda la intelectualidad, no solo americana, sino mundial, tenía sus ojos
puestos sobre el tema. Esto se podría reafirmar si consideramos que otro de los textos
fundantes de la idea de colonialidad, segú n el mismo Quijano señ ala en má s de una
ocasió n, es publicado en 1992 junto a Immanuel Wallerstein. En este texto ya se puede
ver una de las introducciones al tema de “la raza”.
112
III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
desarrollo del pensamiento del autor, todo nace con Amé rica. Y
esto es algo cuestionable desde un punto de vista histó rico e
igualmente, desde un punto de vista político. Pongo como ejemplo
del peligro de este tipo de posturas el racismo invertido de algunos
grupos “negros” respecto a los “blancos”. Un racismo invertido no
deja de ser racismo, aunque pudiéramos entender las causas a partir
de las cuales surge. De esto se sigue que Quijano pareciera querer
sustituir un universa- lismo por otro, acusando a todo aquel que
no lo comparte de euro- cé ntrico, de estar colonizado, con lo que
el diá logo es imposible de establecer.
Para ilustrar lo que estoy planteando veamos có mo se desliza esta
idea. En el texto antes citado, el autor plantea que Amé rica fue la
que más sufrió el colonialismo europeo, al punto tal que afirma
América Latina es, sin duda, el caso extremo de la colonizació n cultural
por Europa (…) En el África, la destrucció n cultural fue sin duda mucho
mas intensa que en el Asia; pero menor que en América. Los europeos no
lo- graron tampoco allí la destrucció n completa de los patrones
expresivos, en particular de objetivació n y formalizació n visual. Lo que
hicieron fue despojarles de legitimidad y de reconocimiento en el
orden cultural mun- dial dominado por los patrones europeos (Quijano,
1991a).
que critica, utiliza valores que se esconden en una retó rica de pre-
tensió n científica, y son campos que deben separarse. ¿Có mo
medir si una destrucció n cultural fue má s o menos intensa, mayor o
menor en un lugar que en otro? ¿Podría alguien pensar que el
apartheid, como caso extremo del racismo sufrido por los pueblos
africanos, no implicó una “destrucció n completa de los patrones
expresivos, de objetivació n y formalizació n visual”?
y má s adelante agrega
114
III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
Al fin, guiada por las citas del autor, dí con el texto en el que
desarrolla este planteamiento. Publicado en 1993, casi
contemporá neo al plan- teamiento de colonialidad, “Raza, etnia y
nació n en Mariá tegui”, es el ensayo en el que, a lo largo de casi
veinte pá ginas, tocando variados temas, plantea el surgimiento de la
idea de raza en 1492. Lo fuerte de su argumento en este tema
específico, podría resumirse en la si- guiente cita:
115
Andrea Barriga
gentes y de éstas con el resto del universo. (…) Ese complejo es lo que
conocemos como “racismo” (Quijano, 1993b).
116
III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
Los primeros hombres eran como brutos, má s toscos que los hombres
modernos, con huesos má s gruesos, con mú sculos má s robustos, me-
nos afectados por los rigores del clima. En un principio, los
hombres vivían como bestias, sin arado y sin ú tiles de hierro con
los que tra- bajar en los campos, plantar y cortar los á rboles.
Aquellos primeros hombres no comían má s que lo que el sol y la
lluvia les querían dar; no tenían ropas ni construían viviendas
permanentes, sino que se refugiaban en cuevas y abrigos hechos con
ramas (Harris, 1979).
La episteme eurocentrada
A esta altura del aná lisis del pensamiento de Quijano era creciente
en mí el cuestionamiento de su propuesta. Dos de los grandes nú cleos
de la teoría no tenían asidero, ni en los procesos histó ricos ni en la
historia del pensamiento. En su afá n de hacer una generalizació n
que explicara las diferencias raciales, Quijano mezclaba muchas
co- sas, quizá demasiadas, sin una fundamentació n que pudiera
servir de base. De hecho, es muy difícil encontrar esas
argumentaciones, ya que la mayoría de sus escritos son artículos
relativamente cortos, e indudablemente de extensió n inadecuada
para la complejidad de los temas que trata. Generalmente su recurso
argumentativo es hacer fuertes afirmaciones y luego citar un artículo
en el que supuestamente ese tema está desarrollado. Es cierto que
en los artículos señ alados se debaten esos temas. Pero, insisto, no
con la profundidad que ame- ritarían discusiones que pretenden
romper con las ló gicas de con- formació n de conocimiento y
rediscutir la explicació n de procesos histó ricos profundos y
prolongados en el tiempo.
En la perspectiva de Quijano, todo surge en el siglo XV. La colo-
nialidad, el nuevo patró n de poder, el capitalismo, la modernidad y
la episteme eurocentrada. Uno de los principales problemas con este
enfoque es que el mundo aparece como si no hubiera tendido historia
antes del ingreso de América al imaginario europeo. Es, si se me per-
mite la expresió n, una forma distorsionada de eurocentrismo, porque
lo trascendental, sigue siendo el ingreso de Amé rica al mundo
euro- peo. Sin embargo, esta forma de encarar el proceso histó rico,
insisto, desconoce que, si bien es innegable que la llegada de los
europeos al continente y todo lo que acontece después, modifica al
mundo en va- riados sentidos, debemos tener presente que las
instituciones y las relaciones no se “inventan” allí. Jamá s Quijano
hace referencia a los procesos anteriores a la llegada de los
europeos a Amé rica, por lo que una mente incauta o sin las
herramientas necesarias puede que- dar enceguecida con su
planteamiento. Pero es un planteamiento
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
Comprender estas cuestiones nos ayuda a entender por qué las cosas
sucedieron de una forma y no de otra. La historia no siguió un camino
pre-escrito, como el presente no sigue un ú nico destino posible. Esta
concepció n nos permite comprender la conformació n de las relacio-
nes sociales que se expresan en instituciones y en valores, sean
mo- rales o culturales. Quiero decir con esto que la investigació n
histó rica busca las diferentes razones por las cuales los hechos
acontecieron de una forma y no de otra. Sea que los historiadores
adhieran a una teoría explicativa, que busquen comprender, o
solamente se queden con la descripció n, en la actualidad, y ya
desde la dé cada de 1980, mayoritariamente se ha logrado quebrar
la visió n positivista que, entre otras cosas, planteaba que la historia
había sido de una manera y no podría haber sido de otra. En realidad,
hace décadas que, cuando miramos al pasado, lo que pretendemos
es entender los diferentes factores que actuaron para la
conformació n actual de las sociedades.
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Andrea Barriga
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Es diferente el caso, por ejemplo, del subcomandante Marcos. Sus escritos no tienen
pretensiones académicas, sino que buscan visibilizar otras cosmovisiones y la
forma en que los pueblos de la selva lacandona han vivido la historia. Sería erró neo
entonces
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Andrea Barriga
acusarlo de que no respeta las reglas del campo intelectual. El caso de Quijano, sin em-
bargo, es diferente, porque él sí pretende discutir la ciencia y la filosofía, la
construc- ció n del conocimiento acadé mico o intelectual. Pero no se ciñ e a ninguna de
las reglas imperantes en cuanto a la forma de construir conocimiento. Sin embargo,
nunca cues- tiona el funcionamiento del campo académico. Su vida intelectual
transcurre entre congresos realizados en los grandes centros de hegemonía del
conocimiento y la pu- blicació n de artículos en lugares “reconocidos” por otros
intelectuales. Y su participa- ció n política, cuando la tuvo, estuvo centrada en el
marxismo, del que después busca “desprenderse”, pero no estuvo centrada en la
lucha de los pueblos indígenas. Su cos- movisió n siempre fue occidentalista, inclusive
cuando intenta salirse de ella.
8
Hablo de problematizado en el sentido de buscar el por qué . La ciencia problematiza
porque ademá s de intentar responder el qué, el cuá ndo y el có mo, busca ademá s
res- ponder al por qué.
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
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Un interesante texto al respecto de la diferencia entre conocimiento científico y sen-
tido comú n puede hallarse en Nagel, 1978.
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La episteme moderna
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
BibLiografía
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
Quijano, Aníbal (1964) “La Emergencia del Grupo Cholo en el Perú ”, Me-
morias del VII Congreso Latinoamericano de Sociología, Bogotá .
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Andrea Barriga
Quijano, Aníbal (1999) ¡Qué tal raza! Familia y Cambio social (pá gs. 186-
204). Lima: CECOSAM.
Quijano, Aníbal (2003) “El trabajo al final del siglo XX”. En Bernard Fou-
nou-Tchuigoua, S. D., Penseé sociale cri8ique pour le XXI siécle. París.
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Andrea Barriga
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del
giro decolonial
1
La reconstrucció n de la trayectoria del grupo la hacen Santiago Castro-Gó mez y Ra-
mó n Grosfoguel en la introducció n al libro El giro decolonial. Re3lexiones para una di-
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MIguel Ángel Urrego
versidad epistémica más allá del capitalismo global (2007). Nó tese que en esta
introducció n establecen una continuidad entre el colectivo
modernidad/colonialidad y el giro de- colonial o descolonial, como recientemente se
autodenomina, y que asignan a Nelson Maldonado-Torres la paternidad del
concepto, p. 9. Es Walter Mignolo quien afirma que la categoría colonialidad tiene la
misma importancia que la de plusvalía e incons- ciente y que fue Aníbal Quijano
quien estableció la diferencia entre ésta y la noció n de colonialismo.
2
De hecho existe un centro difusor de publicaciones y grupos descoloniales, el deno-
minado Directorio de revistas descoloniales y de pensamiento crítico de nuestro
Sur (Deycrit-Sur).
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
(…) a number of factors that could plausibly enter into the genealogy
of this group’s thinking, including: liberation theology from de 1960s
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
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Los decoloniales han expresado un fuerte rechazo al marxismo, deformando los
ar- gumentos algunas veces, desconociendo sus aportes otras y finalmente señ alando
que Marx nunca se refirió al colonialismo, a la dominació n masculina, al
cristianismo y que es un pensador eurocentrista. Véase a manera de ejemplo lo
dicho por Castro- Gó mez y Grosfoguel (2007) y en la mayor parte de los artículos del
libro de Boaventura
S. Santos y María Meneses (2014), especialmente los artículos de Aníbal Quijano,
Ed- gardo Lander y Grosfoguel.
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MIguel Ángel Urrego
Por su parte Santiago Castro-Gó mez señ ala que Marx es heredero de
las tesis de Hegel de los “pueblos sin historia”; que para Marx el colo-
nialismo no es un fenó meno digno de ser considerado por sí mismo;
que lo percibe como un trá nsito necesario para el advenimiento del
comunismo; y que nunca vio que tuviera incidencia en las prá cticas
ideoló gicas de la sociedad (Castro- Gó mez, 2005: 16 y 19).
Pero cuando se rechaza este tipo de afirmaciones por sus
impre- cisiones o incluso tergiversaciones, algunos decoloniales
señ alan que Marx es un pensador aú n ú til y que subyace en la
crítica decolonial!.
4
Las cursivas son nuestras.
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
5
No es extrañ o encontrar esfuerzos de diversos autores por colocar a la fuerza
dentro de la etiqueta poscolonial a críticos latinoamericanos, aunque su trabajo sea
de otra é poca o no tenga nada en comú n, tal como ocurre con Mariá tegui, Fanon o
Paulo Freire. Vé ase a manera de ejemplo, Germano y Avelino de Lima, 2013: 103-170.
6
De hecho, en los primeros añ os no hay una ruptura con las teorías poscoloniales,
tal como se evidencia con el título del libro que reunió uno de los primeros encuentros
del grupo (Castro-Gó mez, Guardiola, Millá n, 1999).
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MIguel Ángel Urrego
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Dussel es muy crítico a la hora de señ alar el origen posmoderno de filó sofos como
Santiago Castro-Gó mez. Ademá s sostiene que su obra está en contra del pensamiento
progresista de Amé rica Latina, resalta las limitaciones de Foucault y las virtudes de Le-
vinas (Dussel, 2015: 36 y ss.).
8
Otro ejemplo de este ir y venir de Dussel se da cuando destaca su propio trabajo
de má s de una década alrededor de Marx, critica a quienes hablan de este autor sin
conocer su obra, y no obstante afirma recientemente que la hipó tesis de que la raza es
la categoría central para entender Amé rica Latina y no las clases sociales es el aporte
má s grande de Aníbal Quijano al marxismo latinoamericano (Dussel, 2018).
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
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Sostiene este autor correctamente que el problema colonial ya había sido abordado
en 1948 por Hé ctor Á lvarez Murena y en 1953 por Pablo Gonzá lez Casanova, pero
luego introduce la trampa de ligar estas problematizaciones con el giro decolonial
cuando dice: “estos dos planteamientos prefiguran el planteamiento decolonial”. Las
cursivas son nuestras.
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De hecho, el posestructuralismo había otorgado un lugar central a la noció n de raza,
por lo que un lector cuidadoso puede encontrar entre los investigadores de esta
co- rriente muchos ejemplos del modelo expuesto añ os má s tarde por Quijano.
11
Grosfoguel, de origen puertorriqueñ o y conocedor de la problemá tica del negro en el
Ca- ribe, ha tenido que reconocer en diversos escenarios que el modelo de raza no es de
Quijano y que éste no cita a autores como Cedric J. Robinson, compañ ero de trabajo de
Quijano.
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
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La formulació n del concepto de colonialidad tiene una larga historia, aunque con
respecto a los decoloniales alcanzó un gran desarrollo gracias a un congreso y a la pu-
blicació n del libro de Edgardo Lander (2000).
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Este es un punto de partida de la mayor parte de los decoloniales en sus artículos
y conferencias. Tambié n de gran parte de los latinoamericanistas que trabajan en Esta-
dos Unidos, como Jorge Gracia. José Gandarilla cita tres obras, manuales o
enciclope-
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
dias, por ejemplo, en las que Amé rica Latina no es considerada plenamente, especial-
mente su pensamiento crítico y decolonial.
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Perry Anderson sostiene, por ejemplo, que el concepto de posmodernidad se originó
en Amé rica Latina (Anderson, 1998).
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No podemos explicar este planteamiento dada la naturaleza del presente texto, pero
una historia de los intelectuales permite apreciar de una manera distinta el
supuesto desconocimiento o desprecio por los pensadores latinoamericanos.
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Miguel Leó n Portilla escribió un importante texto sobre la filosofía ná huatl. Ademá s
del debate generado en México, hay que recordar que este texto fue traducido al
ruso en 1961 y al inglés en 1963.
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Los má s recientes congresos de filosofía en México y América Latina le otorgan
un lugar central al tema de la filosofía durante el periodo prehispá nico.
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
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Este es otro tema que cuestiona la propuesta decolonial, pero que no ampliamos por
cues- tió n de espacio. Mignolo intenta encontrar, a nuestro juicio sin éxito, una salida
al hablar de cosmopolitanismo decolonial, pero con ello abre las puertas a la
consideració n de lo uni- versal, véase Mignolo, 2000: 721-748. Texto reelaborado en
Mignolo, 2016: 387 y ss.
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El planteamiento de Rorty se presentó en un congreso dedicado al tema “Decons-
trucció n y pragmatismo”, realizado en París en 1993, y generó un variado tipo de res-
puestas, véase Simon Critchley, Jacques Derrida, Ernesto Laclau en Mouffe, 1998.
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
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Algunos autores han argumentado que hay tres etapas en Foucault claramente
di- ferenciables y otros insisten en que son dos. Este no es momento de ahondar en
estos detalles, pero sí resaltamos que las implicaciones políticas del cambio teó rico en
Fou- cault son tan evidente que algunos filó sofos hablan de un retorno a Marx, de
una “alianza tá ctica” con el filó sofo alemá n y de la posibilidad de que los dos proyectos,
es- pecialmente a partir de la noció n de gubernamentalidad, tengan una amplia
unidad. Uno de los filó sofos que establecen la existencia de dos etapas, genealó gica
y guber- namentalidad, es Santiago Castro-Gó mez (2010).
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Las implicaciones de la noció n de poder de Foucault vienen siendo cuestionadas por
diversos autores desde hace dé cadas. Así, por ejemplo, en 1988 Gayatri Chakravortuy
Spivak elaboró un muy conocido artículo donde abordó las limitaciones del filó sofo
francé s (Spivak, 2003: 297-364). Algunos autores incluso afirman que Foucault es “ra-
biosamente eurocé ntrico”; el propio Santiago Castro-Gó mez al evaluar su trayectoria
acadé mica y hacer un detallado aná lisis de las etapas de Foucault y de sus implicacio-
nes políticas llega a una conclusió n similar (Castro-Gó mez, 2010; 2016).
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La historia de la lectura y el libro tiene en Roger Chartier y Robert Darnton a dos de
sus má s importantes autores. Un texto introductorio puede ser el de Robert Bonfil
(1997). Por otra parte la idea de la articulació n de las má s apartadas regiones del
mundo siempre ha estado presente, ya no digamos en la historia del capitalismo ni
limitada a las necesidades de la economía. Por el contrario, está presente desde que
los chinos construyeron la ruta de la seda e incorporaron los intercambios
econó micos la cultura y los símbolos.
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En Españ a existe un grupo dedicado a la historia del lenguaje político (Ferná ndez
Sebastiá n, 2014). En México historiadores como Annick Lempériere o Alfredo
Á vila, para só lo mencionar un par de ejemplos, nos muestran claramente que en
Amé rica se entendió de diversas maneras el lenguaje típico del liberalismo
europeo.
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Anotará Dussel: “si es verdad que hay una historia hegeliana, 'gran relato' encubridor
y eurocé ntrico, no es sostenible que las víctimas necesiten só lo micro relatos fragmen-
tados” (2015: 43).
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El concepto de economía moral se explica en Thompson, 1979: 62 y ss. y Scott, 1979.
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El ejemplo paradigmá tico es Colombia. Allí las fuerzas políticas que expresan el pa-
ramilitarismo y el narcotrá fico, el Centro Democrá tico de Á lvaro Uribe, tienen gran
respaldo popular y por ello los colombianos votaron en contra de los acuerdos de paz:
se inclinaron por el candidato presidencial impuesto por Uribe que abiertamente pro-
puso lanzar al país a un nuevo ciclo de guerra. A pesar de esto ú ltimo, logró congregar
má s de 10 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2018. Finalmente, es el
ú nico país donde se requiere un plebiscito para instaurar la lucha contra la corrupció n
y los ciudadanos votan en contra de su establecimiento (agosto de 2018).
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IV. Inconsistencias teó ricas y políticas del giro decolonial
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MIguel Ángel Urrego
Comentarios finaLes
BibLiografía
Verso.
Ferná ndez Sebastiá n, Javier (dir.) (2014) Diccionario Políúico y social del
mundo iberoamericano. Conceptos políúicos fundamentales, 1770-1870. Ma-
drid: Universidad del País Vasco/Centro de Estudios Políticos y Constitu-
cionales, Madrid.
Gellately, Robert (2007) Lenin, Stalin and Hitler: The Age of Social Catas-
trophe. New York: Knopf
173
MIguel Ángel Urrego
Gracia, Jorge J.E. (2010) Cá nones filosó ficos y tradiciones filosó ficas, el
caso de la filosofía latinoamericana, Análisis Filosófico XXX (1), 17-34.
Robinson, Cedric J. (1983) Black Marxism: The Making of the Black Radical
Tradiúion. Londres: Zed Press.
Scott, James (1979) The Moral Economy of the Peasant: Rebellion and
Subsis- tence in Southeast Asia. New Haven: Yale University Press.
175
V. ¿Epistemologías del Sur? Críçica de
Boaventura de Sousa Santos
Introducción
183
Enrique de la Garza Toledo
186
V. ¿Epistemologías del Sur? Críçica de Boaventura de Sousa Santos
RecapituLando
2) Aunque señ ala el autor que no coincide con la perspecçiva que se-
para sujeto y objeto, no aclara si esto lo lleva al relaçivismo y al
subjeçivismo, en parçicular cuando reduce la objeçividad a la re-
tó rica (argumentació n), lo que no deja de ser una afirmació n re-
laçivista (Santos, 1999).
192
V. ¿Epistemologías del Sur? Críçica de Boaventura de Sousa Santos
BibLiografía
Rayuela.
Vilce.
Schutz, Alfred (1970) Fenomenología del mundo social. Buenos Aires: Paidó s.
Andrea Barriga
Ariel Petrucelli