Noches de Sombras

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**Noche Maldita**

En el pueblo nevado de SombraLarga, la Nochebuena era esperada con una mezcla de


alegría y miedo. Se contaba que cada veinticinco años, durante la víspera de Navidad, el
espíritu de Malius, el Santa Claus zombie, regresaba para saldar cuentas con los vivos.

Malius había sido en vida un bondadoso hombre llamado Samuel Clausen, quien
adoraba la Navidad más que a nada en el mundo. Desafortunadamente, un año, una
extraña maldición cayó sobre él justo después de haber sido acusado injustamente de
robar regalos. Transformado en una criatura grotesca y sedienta de venganza, Malius
juró regresar cada veinticinco años para llevarse consigo a aquellos que hubieran
corrompido el espíritu de la Navidad con sus malas acciones.

Esta Nochebuena marcaba el regreso de Malius. Los habitantes de SombraLarga,


conscientes del inminente peligro, decoraron sus casas no solo con luces y guirnaldas,
sino con símbolos protectores y antiguas runas. Pero no todos creían en la leyenda.

Elena, una joven nueva en el pueblo, decidió ignorar las advertencias. Convencida de
que todo era un mito, decoró su pequeña tienda de regalos con esmero y sin una sola
runa protectora, invitando a todos a compartir la alegría navideña.

A medida que la noche caía, una niebla espesa y fría se arremolinaba por las calles. La
gente se recogía en sus casas, murmurando oraciones y esperando que el amanecer
llegara pronto. Elena, sin embargo, se quedó en su tienda, atendiendo a los últimos
compradores de regalos y disfrutando de la música navideña.

Cuando el reloj marcó la medianoche, un frío sobrenatural invadió el local. La puerta se


abrió de golpe y una figura alta, vestida de rojo pero desgarrada y macabra, se paró en el
umbral. Era Malius, con sus ojos brillantes de un glacial azul muerto y un saco de lo que
parecían ser regalos podridos a la espalda.

Elena, paralizada por el miedo, apenas pudo murmurar unas palabras antes de que el
espíritu hablara con una voz que sonaba como el viento invernal: “¿Has sido buena,
niña?”
Recordando las historias, Elena respondió rápidamente con la verdad, su corazón lleno
de puro amor por la festividad y sus tradiciones. Malius la miró detenidamente y,
después de un tenso silencio, dejó caer un pequeño paquete envuelto en papel
desgastado. “Continúa el espíritu verdadero”, gruñó antes de desaparecer en la neblina.

Cuando Elena abrió el paquete, encontró un antiguo adorno de Santa Claus sonriente y
una nota que decía: “Para quien cree, no hay maldición”. Desde esa noche, la leyenda de
Malius tomó un nuevo giro, uno que hablaba no solo de venganza, sino también de
redención. Y en SombraLarga, la Navidad nunca volvió a ser vista de la misma manera.

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