Misiones
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TRABAJO Y TEMPLANZA
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S C RU T I N I U M
MISSIONIS
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“La primera motivación para evangelizar
es el amor de Jesús que hemos recibido,
esa experiencia de ser salvados por Él
que nos mueve a amarlo siempre más. “.
(Francisco, EG. 264)
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S C RU T I N I U M
MISSIONIS
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Primera Parte
NOTAS PARA LA REFLEXIÓN
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1. PALABRA DE DIOS
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“No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los
enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y
no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores””. (Mto. 9, 10-13)
“Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a
toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a
proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: “No
lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero,
ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se
alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa
ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y
curando enfermos en todas partes “. (Lc. 9, 1-6)
“Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El
asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen
las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las
arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las
ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me
conocen a mí –como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre–
y doy mi vida por las ovejas”. (Jn. 10, 11-15)
“Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió
de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios
adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que
envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas
en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se
detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan
primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien
digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a
ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo
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les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró
sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando
vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes!
Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Al
decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y
serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. (Jn. 20, 19-23)
“Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la
Palabra. Felipe descendió a la ciudad de Samaría y allí predicaba
a Cristo. Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían
unánimemente las palabras de Felipe. Porque los espíritus impuros,
dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen
número de paralíticos y lisiados quedaron curados. Y fue grande la
alegría de aquella ciudad.”. (Hch. 8, 4-8)
“Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: “Verdaderamente,
comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier
nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él. Él
envió su Palabra a los israelitas, anunciándoles la Buena Noticia de la
paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes ya saben
qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del
bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret
con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y
curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque
Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el
país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo
de un patíbulo. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se
manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano
por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su
resurrección. Y nos envió a predicar al pueblo, y a atestiguar que él
fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos. Todos los profetas
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ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los
que lo aman.”. (1Cor. 2, 1-9)
“Después de todo, ¿quién es Apolo, quién es Pablo? Simples servidores,
por medio de los cuales ustedes han creído, y cada uno de ellos lo es
según lo que ha recibido del Señor. Yo planté y Apolo regó, pero el
que ha hecho crecer es Dios. Ni el que planta ni el que riega valen
algo, sino Dios, que hace crecer. No hay ninguna diferencia entre el
que planta y el que riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario
de acuerdo con el trabajo que haya realizado. Porque nosotros somos
cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de
Dios.”. (1Cor. 3, 5-9)
“Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario,
es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el
Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería
ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que
se me ha confiado una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa?
Predicar gratuitamente la Buena Noticia, renunciando al derecho
que esa Buena Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice
esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Me hice judío
con los judíos para ganar a los judíos; me sometí a la Ley, con los que
están sometidos a ella –aunque yo no lo estoy– a fin de ganar a los que
están sometidos a la Ley. Y con los que no están sometidos a la Ley, yo,
que no vivo al margen de la Ley de Dios –porque estoy sometido a la
Ley de Cristo– me hice como uno de ellos, a fin de ganar a los que no
están sometidos a la Ley. Y me hice débil con los débiles, para ganar
a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a
algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia,
a fin de poder participar de sus bienes”. (1Cor. 9, 16-23)
“Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero
como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la
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2. MAGISTERIO DE LA IGLESIA
Concilio Vaticano Ii
17. Como el Padre envió al Hijo, así el Hijo envió a los Apóstoles (cf.
Jn., 20,21), diciendo: “Id y enseñad a todas las gentes bautizándolas
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles
a guardar todo lo que os he mandado. Yo estaré con vosotros
siempre hasta la consumación del mundo” (Mt., 28,19-20). Este
solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora, la
Iglesia lo recibió de los Apóstoles con la encomienda de llevarla
hasta el fin de la tierra (cf. Act., 1,8). De aquí que haga suyas las
palabras del Apóstol: “ ¡Ay de mí si no evangelizara! “ (1Cor., 9,16),
por lo que se preocupa incansablemente de enviar evangelizadores
hasta que queden plenamente establecidas nuevas Iglesias y éstas
continúen la obra evangelizadora. Por eso se ve impulsada por
el Espíritu Santo a poner todos los medios para que se cumpla
efectivamente el plan de Dios, que puso a Cristo como principio
de salvación para todo el mundo. predicando el Evangelio, mueve
a los oyentes a la fe y a la confesión de la fe, los dispone para el
bautismo, los arranca de la servidumbre del error y de la idolatría
y los incorpora a Cristo, para que crezcan hasta la plenitud por
la caridad hacia El. Con su obra consigue que todo lo bueno que
haya depositado en la mente y en el corazón de estos hombres,
en los ritos y en las culturas de estos pueblos, no solamente no
desaparezca, sino que cobre vigor y se eleve y se perfeccione para
la gloria de Dios, confusión del demonio y felicidad del hombre.
Sobre todos los discípulos de Cristo pesa la obligación de propagar
la fe según su propia condición de vida. Pero aunque cualquiera
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Pues aunque el Señor puede conducir por caminos que El sabe a los
hombres, que ignoran el Evangelio inculpablemente, a la fe, sin la
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cual es imposible agradarle, la Iglesia tiene el deber, a la par que el
derecho sagrado de evangelizar, y, por tanto, la actividad misional
conserva íntegra, hoy como siempre, su eficacia y su necesidad.
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esto he sido enviado”. Estas palabras alcanzan todo su significado
cuando se las considera a la luz de los versículos anteriores en los
que Cristo se aplica a Sí mismo las palabras del profeta Isaías: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar
a los pobres”. Proclamar de ciudad en ciudad, sobre todo a los más
pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso anuncio del
cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuestas por
Dios, tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el
Padre; todos los aspectos de su Misterio —la misma Encarnación,
los milagros, las enseñanzas, la convocación de sus discípulos, el
envío de los Doce, la cruz y la resurrección, la continuidad de su
presencia en medio de los suyos— forman parte de su actividad
evangelizadora.”.
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11. Cristo llevó a cabo esta proclamación del reino de Dios, mediante
la predicación infatigable de una palabra, de la que se dirá que no
admite parangón con ninguna otra: “¿Qué es esto? Una doctrina
nueva y revestida de autoridad”; “Todos le aprobaron, maravillados
de las palabras llenas de gracia, que salían de su boca...”; “Jamás
hombre alguno habló como éste”. Sus palabras desvelan el secreto
de Dios, su designio y su promesa, y por eso cambian el corazón del
hombre y su destino.
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verlo, escucharlo y dejarse transformar por El: enfermos curados,
agua convertida en vino, pan multiplicado, muertos que vuelven a
la vida y, sobre todo, su propia resurrección. Y al centro de todo,
el signo al que El atribuye una gran importancia: los pequeños,
los pobres son evangelizados, se convierten en discípulos suyos, se
reúnen “en su nombre” en la gran comunidad de los que creen en
El. Porque el Jesús que declara: “Es preciso que anuncie también el
reino de Dios en otras ciudades, porque para eso he sido enviado”,
es el mismo Jesús de quien Juan el Evangelista decía que había
venido y debía morir “para reunir en uno todos los hijos de Dios,
que están dispersos”. Así termina su revelación, completándola
y confirmándola, con la manifestación hecha de Sí mismo, con
palabras y obras, con señales y milagros, y de manera particular
con su muerte, su resurrección y el envío del Espíritu de Verdad.
14. La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras
del Salvador: “Es preciso que anuncie también el reino de Dios en
otras ciudades”, se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su
parte ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: “Porque, si
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los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes
inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en
contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación.
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discurso de Pedro en la mañana de Pentecostés, se entremezcla y
se confunde con la historia de este anuncio. En cada nueva etapa
de la historia humana, la Iglesia, impulsada continuamente por el
deseo de evangelizar, no tiene más que una preocupación: ¿a quién
enviar para anunciar este misterio? ¿Cómo lograr que resuene y
llegue a todos aquellos que lo deben escuchar? Este anuncio —
kerygma, predicación o catequesis— adquiere un puesto tan
importante en la evangelización que con frecuencia es en realidad
sinónimo. Sin embargo, no pasa de ser un aspecto.
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dada en la iglesia, en las escuelas donde sea posible o en todo
caso en los hogares cristianos, si los catequistas disponen de
textos apropiados, puestos al día sabia y competentemente, bajo la
autoridad de los obispos. Los métodos deberán ser adaptados a la
edad, a la cultura, a la capacidad de las personas, tratando de fijar
siempre en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades
esenciales que deberán impregnar la vida entera. Ante todo, es
menester preparar buenos catequistas —catequistas parroquiales,
instructores, padres— deseosos de perfeccionarse en este arte
superior, indispensable y exigente que es la enseñanza religiosa.
Por lo demás, sin necesidad de descuidar de ninguna manera la
formación de los niños, se viene observando que las condiciones
actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética
bajo la modalidad de un catecumenado para un gran número de
jóvenes y adultos que, tocados por la gracia, descubren poco a poco
la figura de Cristo y sienten la necesidad de entregarse a El”.
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jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. En un
cierto sentido es un equívoco oponer, como se hace a veces, la
evangelización a la sacramentalización. Porque es seguro que
si los sacramentos se administran sin darles un sólido apoyo de
catequesis sacramental y de catequesis global, se acabaría por
quitarles gran parte de su eficacia. La finalidad de la evangelización
es precisamente la de educar en la fe, de tal manera, que conduzca
a cada cristiano a vivir —y no a recibir de modo pasivo o apático—
los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe.
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legítimo a los sentimientos del corazón del hombre podrían
colocarse en el ámbito de esta finalidad”.
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Por lo demás, ¿no debéis vosotros, más que nadie, recordar sin
descanso que la acción de la Iglesia continúa la del Salvador en
beneficio de los hombres sólo cuando entra en el dinamismo de
Cristo mismo que devuelve todo a su Padre: “Todo es vuestro; pero
vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios”?. La llamada de Dios,
en efecto, os orienta, de la manera más directa y más eficaz, en
el sentido del Reino eterno. A través de las tensiones espirituales,
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inevitables en toda vida que sea verdaderamente religiosa, vosotros
dais testimonio “en forma luminosa y singular, de que el mundo
no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las
Bienaventuranzas”.
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acaben del todo esas constricciones que gravan sobre la libertad
humana en general y sobre la libertad religiosa en particular”.
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embargo imitable; la revelación de su mensaje que da respuesta
a las cuestiones fundamentales; la revelación del Plan de amor
de Cristo Salvador como encarnación del único amor verdadero
y de la única posibilidad de unir a los hombres, todo eso podrá
constituir la base de una auténtica educación en la fe. Y sobre
todo los misterios de la pasión y de la muerte de Jesús, a los que
san Pablo atribuye el mérito de su gloriosa resurrección, podrán
decir muchas cosas a la conciencia y al corazón del adolescente y
arrojar luz sobre sus primeros sufrimientos y los del mundo que va
descubriendo”.
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los jóvenes. Ahí hay un tesoro con el que la Iglesia puede y debe
contar en los años venideros.
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mentalmente minusválidos. Estos tienen derecho a conocer
como los demás coetáneos el «misterio de la fe». Al ser mayores
las dificultades que encuentran, son más meritorios los esfuerzos
de ellos y de sus educadores. Es motivo de alegría comprobar que
organizaciones católicas especialmente consagradas a los jóvenes
minusválidos tuvieron a bien aportar al Sínodo su experiencia en la
materia, y sacaron del Sínodo el deseo renovado de afrontar mejor
este importante problema. Merecen ser vivamente alentadas en
esta tarea”.
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de Dios y los preceptos de la Iglesia, sin constreñir al hombre, no
lo obliga menos en conciencia.
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a) Ámbitos territoriales.
La actividad misionera ha sido definida normalmente en relación
con territorios concretos. El Concilio Vaticano II ha reconocido
la dimensión territorial de la misión ad gentes,59 que también
hoy es importante, en orden a determinar responsabilidades,
competencias y límites geográficos de acción. Es verdad que a una
misión universal debe corresponder una perspectiva universal.
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En efecto, la Iglesia no puede aceptar que límites geográficos o
dificultades de índole política sean obstáculo para su presencia
misionera. Pero también es verdad que la actividad misionera ad
gentes, al ser diferente de la atención pastoral a los fieles y de la
nueva evangelización de los no practicantes, se ejerce en territorios
y entre grupos humanos bien definidos.
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Hablando del futuro no se puede olvidar a los jóvenes, que en
numerosos países representan ya más de la mitad de la población.
¿Cómo hacer llegar el mensaje de Cristo a los jóvenes no cristianos,
que son el futuro de Continentes enteros? Evidentemente ya no
bastan los medios ordinarios de la pastoral; hacen falta asociaciones
e instituciones, grupos y centros apropiados, iniciativas culturales
y sociales para los jóvenes. He ahí un campo en el que los
movimientos eclesiales modernos tienen amplio espacio para
trabajar con empeño.
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Existen otros muchos areópagos del mundo moderno hacia los
cuales debe orientarse la actividad misionera de la Iglesia. Por
ejemplo, el compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación
de los pueblos; los derechos del hombre y de los pueblos, sobre
todo los de las minorías; la promoción de la mujer y del niño; la
salvaguardia de la creación, son otros tantos sectores que han de
ser iluminados con la luz del Evangelio.
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Nuevo impulso de la pastoral vocacional
64. La misión de la vida consagrada y la vitalidad de los Institutos
dependen indudablemente de la fidelidad con la que los
consagrados responden a su vocación, pero tienen futuro en la
medida en que otros hombres y mujeres acogen generosamente
la llamada del Señor. El problema de las vocaciones es un
auténtico desafío que interpela directamente a los Institutos,
pero que concierne a toda la Iglesia. En el campo de la
pastoral vocacional se invierten muchas energías espirituales y
materiales, aunque los resultados no siempre se corresponden
a las expectativas y a los esfuerzos realizados. Sucede que,
mientras las vocaciones a la vida consagrada florecen en las
Iglesias jóvenes y en aquellas que han sufrido persecuciones
por parte de regímenes totalitarios, escasean en otros países
tradicionalmente ricos en vocaciones y en misioneros.
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de la formación vocacional en los países económicamente más
pobres. La promoción de vocaciones en estos países por parte de
los diversos Institutos ha de hacerse en plena armonía con las
Iglesias del lugar, a partir de una activa y prolongada inserción en
su actividad pastoral[162]. El modo más auténtico para secundar
la acción del Espíritu será el invertir las mejores energías en la
actividad vocacional, especialmente con una adecuada dedicación
a la pastoral juvenil.
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Se puede decir por tanto que la persona consagrada está «en misión»
en virtud de su misma consagración, manifestada según el proyecto
del propio Instituto. Es obvio que, cuando el carisma fundacional
contempla actividades pastorales, el testimonio de vida y las obras
de apostolado o de promoción humana son igualmente necesarias:
ambas representan a Cristo, que es al mismo tiempo el consagrado
a la gloria del Padre y el enviado al mundo para la salvación de los
hermanos y hermanas[174].
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se «pueda responder a los perennes interrogantes de los
hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre
la relación mutua entre ambas»[176]. Es necesario, pues, estar
abiertos a la voz interior del Espíritu que invita a acoger en lo
más hondo los designios de la Providencia. Él llama a la vida
consagrada para que elabore nuevas respuestas a los nuevos
problemas del mundo de hoy. Son un reclamo divino del que
sólo las almas habituadas a buscar en todo la voluntad de Dios
saben percibir con nitidez y traducir después con valentía en
opciones coherentes, tanto con el carisma original, como con
las exigencias de la situación histórica concreta.
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entre contemplación y acción permitirá, hoy como ayer, acometer
las misiones más difíciles.
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Aportación específica de la vida consagrada a la
evangelización
76. La aportación específica que los consagrados y consagradas
ofrecen a la evangelización está, ante todo, en el testimonio de una
vida totalmente entregada a Dios y a los hermanos, a imitación del
Salvador que, por amor del hombre, se hizo siervo. En la obra de la
salvación, en efecto, todo proviene de la participación en el ágape
divino. Las personas consagradas hacen visible, en su consagración
y total entrega, la presencia amorosa y salvadora de Cristo, el
consagrado del Padre, enviado en misión[183]. Ellas, dejándose
conquistar por Él (cf. Flp 3, 12), se disponen para convertirse, en
cierto modo, en una prolongación de su humanidad[184].La vida
consagrada es una prueba elocuente de que, cuanto más se vive de
Cristo, tanto mejor se le puede servir en los demás, llegando hasta
las avanzadillas de la misión y aceptando los mayores riesgos[185].
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de su patria. A pesar de las comprensibles dificultades que algunos
de ellos puedan atravesar, conviene recordar a todos que, así como
«la fe se fortalece dándola»[194], también la misión refuerza la
vida consagrada, le infunde un renovado entusiasmo y nuevas
motivaciones, y estimula su fidelidad. Por su parte, la actividad
misionera ofrece amplios espacios para acoger las variadas formas
de vida consagrada.
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estas actitudes al estudio y a la comprensión de las culturas, los
consagrados pueden discernir mejor en ellas los valores auténticos
y el modo en que pueden ser acogidos y perfeccionados, con ayuda
del propio carisma[200]. De todos modos, no se ha de olvidar que
en muchas culturas antiguas la expresión religiosa está de tal modo
integrada en ellas, que la religión representa frecuentemente la
dimensión trascendente de la cultura misma. En este caso, una
verdadera inculturación comporta necesariamente un serio y
abierto diálogo interreligioso, que «no está en contraposición con
la misión ad gentes: y que no dispensa de la evangelización»[201].
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La nueva evangelización
81. Para hacer frente de manera adecuada a los grandes desafíos
que la historia actual pone a la nueva evangelización, se requiere
que la vida consagrada se deje interpelar continuamente por la
Palabra revelada y por los signos de los tiempos[204]. El recuerdo
de las grandes evangelizadoras y de los grandes evangelizadores,
que fueron antes grandes evangelizados, pone de manifiesto cómo,
para afrontar el mundo de hoy hacen falta personas entregadas
amorosamente al Señor y a su Evangelio. «Las personas consagradas,
en virtud de su vocación específica, están llamadas a manifestar la
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unidad entre autoevangelización y testimonio, entre renovación
interior y apostólica, entre ser y actuar, poniendo de relieve que el
dinamismo deriva siempre del primer elemento del binomio»[205].
La nueva evangelización, como la de siempre, será eficaz si sabe
proclamar desde los tejados lo que ha vivido en la intimidad con
el Señor. Para ello se requieren personalidades sólidas, animadas
por el fervor de los santos. La nueva evangelización exige de los
consagrados y consagradas una plena conciencia del sentido
teológico de los retos de nuestro tiempo. Estos retos han de ser
examinados con cuidadoso y común discernimiento, para lograr
una renovación de la misión. La audacia con que se anuncia al
Señor Jesús debe estar acompañada de la confianza en la acción
de la Providencia, que actúa en el mundo y que «hace que todas
las cosas, incluso los fracasos del hombre, contribuyan al bien de
la Iglesia»[206].
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a la derecha del Padre; mas aquí, entre nosotros, todavía padece
hambre, sed y desnudez»[208].
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En la historia de la Iglesia, desde la antigüedad hasta nuestros
días, abundan ejemplos admirables de personas consagradas que
han vivido y viven la aspiración a la santidad mediante la labor
pedagógica y que, a su vez, proponen la santidad como meta
educativa. De hecho, muchas de ellas han alcanzado la perfección
de la caridad educando. Este es uno de los dones más preciados
que las personas consagradas pueden ofrecer hoy también a la
juventud, brindándole un servicio pedagógico rico de amor, según
la sabia advertencia de san Juan Bosco: «Los jóvenes no han de ser
únicamente amados, sino que han de saber que son amados»[236].
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Evangelizar la cultura
98. Los Institutos de vida consagrada han tenido siempre un
gran influjo en la formación y en la transmisión de la cultura. Así
ocurrió en la Edad Media, cuando los monasterios eran el lugar
en que se conservaba la riqueza cultural del pasado y en los que
se construía una nueva cultura humanista y cristiana. Esto se ha
verificado también siempre que la luz del Evangelio ha llegado a
nuevos pueblos. Son muchas las personas consagradas que han
promovido la cultura, investigando y defendiendo frecuentemente
las culturas autóctonas. La Iglesia es hoy muy consciente de la
necesidad de contribuir a la promoción de la cultura y al diálogo
entre cultura y fe[239].
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la vida consagrada podrá también con este cometido renovar su
respuesta a los deseos de Dios, que viene al encuentro de todos
aquellos que, consciente o inconscientemente, caminan como a
tientas en busca de la Verdad y de la Vida (cf. Hch 17, 27).
Pero más allá del servicio prestado a los otros, la vida consagrada
necesita también en su interior un renovado amor por el empeño
cultural, una dedicación al estudio como medio para la formación
integral y como camino ascético, extraordinariamente actual, ante
la diversidad de las culturas. Una disminución de la preocupación
por el estudio puede tener graves consecuencias también en el
apostolado, generando un sentido de marginación y de inferioridad,
o favoreciendo la superficialidad y ligereza en las iniciativas.
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programas, y la adopción de sanas costumbres en su uso[244]. En
esta tarea educativa, orientada a formar receptores entendidos y
comunicadores expertos, las personas consagradas están llamadas
a ofrecer su particular testimonio sobre la relatividad de todas las
realidades visibles, ayudando a los hermanos a valorarlas según el
designio de Dios, pero también a liberarse de la influencia obsesiva
de la escena de este mundo que pasa (cf. 1 Co 7, 31).
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consagrados y a las consagradas a lugares difíciles hasta el riesgo y
el sacrificio efectivo de la vida.35
La animación vocacional
16. Uno de los primeros frutos de un camino de formación
permanente es la capacidad diaria de vivir la vocación como
don siempre nuevo, que se acoge con un corazón agradecido. Un
don al que hay que corresponder con una actitud cada vez más
responsable, y que hay que testimoniar con mayor convicción
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por el compartir la vida, exige a las personas consagradas vivir
profundamente su consagración para ser un signo visible de la
alegría que Dios da a quien escucha su llamada. De ahí la necesidad
de comunidades acogedoras y capaces de compartir su ideal de
vida con los jóvenes, dejándose interpelar por sus exigencias de
autenticidad, dispuestas a caminar con ellos.
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En la imaginación de la caridad
36. A lo largo de los siglos, la caridad ha sido siempre para los
consagrados el ámbito donde se ha vivido concretamente el
Evangelio. En ella han valorado la fuerza profética de sus carismas
y la riqueza de su espiritualidad en la Iglesia y en el mundo.118
Se reconocían, en efecto, llamados a ser «epifanía del amor de
Dios».119 Es necesario que este dinamismo continúe ejerciéndose
con fidelidad creativa, porque constituye una fuente insustituible
en el trabajo pastoral de la Iglesia. En el momento en que se invoca
una nueva imaginación de la caridad y una auténtica prueba y
confirmación de la caridad de la palabra con la de las obras,120 la
vida consagrada mira con admiración la creatividad apostólica que
ha hecho florecer los mil rostros de la caridad y de la santidad en
formas específicas; aún no deja de sentir la urgencia de continuar,
con la creatividad del Espíritu, sorprendiendo al mundo con
nuevas formas de activo amor evangélico ante las necesidades de
nuestro tiempo.
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75
el bien se arraiga y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con
dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al
otro y buscar su bien. No deberían asombrarnos entonces algunas
expresiones de san Pablo: «El amor de Cristo nos apremia» (2 Co
5,14); «¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!» (1 Co 9,16)”.
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12. Si bien esta misión nos reclama una entrega generosa, sería
un error entenderla como una heroica tarea personal, ya que la
obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y
entender. Jesús es «el primero y el más grande evangelizador».
En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de
Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con
la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios
mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que
Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras. En toda
la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es
de Dios, que «Él nos amó primero» (1 Jn 4,19) y que «es Dios quien
hace crecer» (1 Co 3,7). Esta convicción nos permite conservar la
alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma
77
nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos
ofrece todo.
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15. Juan Pablo II nos invitó a reconocer que «es necesario mantener
viva la solicitud por el anuncio» a los que están alejados de Cristo,
«porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia». La actividad
misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia»
y «la causa misionera debe ser la primera». ¿Qué sucedería si
nos tomáramos realmente en serio esas palabras? Simplemente
reconoceríamos que la salida misionera es el paradigma de toda
obra de la Iglesia. En esta línea, los Obispos latinoamericanos
afirmaron que ya «no podemos quedarnos tranquilos en espera
pasiva en nuestros templos» y que hace falta pasar «de una pastoral
79
de mera conservación a una pastoral decididamente misionera».
Esta tarea sigue siendo la fuente de las mayores alegrías para
la Iglesia: «Habrá más gozo en el cielo por un solo pecador que
se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan
convertirse» (Lc 15,7).
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La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo
puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se
vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas
sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los
agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así
la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca
a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de
Oceanía, «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender
a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de
introversión eclesial»”.
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74. “Se impone una evangelización que ilumine los nuevos modos
de relación con Dios, con los otros y con el espacio, y que suscite
los valores fundamentales. Es necesario llegar allí donde se
gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra
de Jesús los núcleos más profundos del alma de las ciudades.
No hay que olvidar que la ciudad es un ámbito multicultural.
En las grandes urbes puede observarse un entramado en el que
grupos de personas comparten las mismas formas de soñar la
vida y similares imaginarios y se constituyen en nuevos sectores
humanos, en territorios culturales, en ciudades invisibles. Variadas
formas culturales conviven de hecho, pero ejercen muchas veces
prácticas de segregación y de violencia. La Iglesia está llamada
a ser servidora de un difícil diálogo. Por otra parte, aunque
hay ciudadanos que consiguen los medios adecuados para el
desarrollo de la vida personal y familiar, son muchísimos los «no
ciudadanos», los «ciudadanos a medias» o los «sobrantes urbanos».
La ciudad produce una suerte de permanente ambivalencia,
porque, al mismo tiempo que ofrece a sus ciudadanos infinitas
posibilidades, también aparecen numerosas dificultades para
el pleno desarrollo de la vida de muchos. Esta contradicción
provoca sufrimientos lacerantes. En muchos lugares del mundo,
las ciudades son escenarios de protestas masivas donde miles de
habitantes reclaman libertad, participación, justicia y diversas
reivindicaciones que, si no son adecuadamente interpretadas, no
podrán acallarse por la fuerza”.
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85
103. “La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la
sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades
peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los
varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los
otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo,
en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres
comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes,
contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de
grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero
todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia
femenina más incisiva en la Iglesia. Porque «el genio femenino es
necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha
de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito
laboral» y en los diversos lugares donde se toman las decisiones
importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”.
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en la vida de la Iglesia, integran grupos de servicio y diversas
iniciativas misioneras en sus propias diócesis o en otros lugares.
¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de
llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de
la tierra!”.
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de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma
de ser misioneros»; conlleva la gracia de la misionariedad, del salir
de sí y del peregrinar: «El caminar juntos hacia los santuarios y el
participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también
llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto
evangelizador». ¡No coartemos ni pretendamos controlar esa
fuerza misionera!
125. “Para entender esta realidad hace falta acercarse a ella con
la mirada del Buen Pastor, que no busca juzgar sino amar. Sólo
desde la connaturalidad afectiva que da el amor podemos apreciar
la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos,
especialmente en sus pobres. Pienso en la fe firme de esas madres
al pie del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario
aunque no sepan hilvanar las proposiciones del Credo, o en tanta
carga de esperanza derramada en una vela que se enciende en un
humilde hogar para pedir ayuda a María, o en esas miradas de
amor entrañable al Cristo crucificado. Quien ama al santo Pueblo
fiel de Dios no puede ver estas acciones sólo como una búsqueda
natural de la divinidad. Son la manifestación de una vida teologal
animada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derramado
en nuestros corazones (cf. Rm 5,5)”.
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129. “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse
siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras
precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se
transmite de formas tan diversas que sería imposible describirlas
o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables
gestos y signos, es sujeto colectivo. Por consiguiente, si el Evangelio
se ha encarnado en una cultura, ya no se comunica sólo a través
del anuncio persona a persona. Esto debe hacernos pensar que, en
aquellos países donde el cristianismo es minoría, además de alentar
a cada bautizado a anunciar el Evangelio, las Iglesias particulares
deben fomentar activamente formas, al menos incipientes, de
inculturación. Lo que debe procurarse, en definitiva, es que la
predicación del Evangelio, expresada con categorías propias de
la cultura donde es anunciado, provoque una nueva síntesis con
esa cultura. Aunque estos procesos son siempre lentos, a veces el
miedo nos paraliza demasiado. Si dejamos que las dudas y temores
sofoquen toda audacia, es posible que, en lugar de ser creativos,
simplemente nos quedemos cómodos y no provoquemos avance
alguno y, en ese caso, no seremos partícipes de procesos históricos
con nuestra cooperación, sino simplemente espectadores de un
estancamiento infecundo de la Iglesia”.
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su conjunto, la teología —no sólo la teología pastoral— en diálogo
con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia
para pensar cómo hacer llegar la propuesta del Evangelio a la
diversidad de contextos culturales y de destinatarios. La Iglesia,
empeñada en la evangelización, aprecia y alienta el carisma de los
teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve
el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco
a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión
salvífica de la Iglesia. Pero es necesario que, para tal propósito,
lleven en el corazón la finalidad evangelizadora de la Iglesia
y también de la teología, y no se contenten con una teología de
escritorio”.
94
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los condicionamientos puedan dificultar las operaciones de esos
hábitos virtuosos. De ahí que haga falta «una pedagogía que lleve
a las personas, paso a paso, a la plena asimilación del misterio».
Para llegar a un punto de madurez, es decir, para que las personas
sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables,
es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia. Como decía el
beato Pedro Fabro: «El tiempo es el mensajero de Dios».
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181. “El Reino que se anticipa y crece entre nosotros lo toca todo y nos
recuerda aquel principio de discernimiento que Pablo VI proponía
con relación al verdadero desarrollo: «Todos los hombres y todo el
hombre». Sabemos que «la evangelización no sería completa si no
tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los
tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal
y social del hombre». Se trata del criterio de universalidad, propio
de la dinámica del Evangelio, ya que el Padre desea que todos los
hombres se salven y su plan de salvación consiste en «recapitular
todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que
es Cristo» (Ef 1,10). El mandato es: «Id por todo el mundo, anunciad
la Buena Noticia a toda la creación» (Mc 16,15), porque «toda la
creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios»
(Rm 8,19). Toda la creación quiere decir también todos los aspectos
de la vida humana, de manera que «la misión del anuncio de la
Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su
mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia,
todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos
los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño». La
verdadera esperanza cristiana, que busca el Reino escatológico,
siempre genera historia.
97
pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además
de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al
Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar
por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la
fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino
de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a
prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos,
a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría
que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.
98
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fronteras que se siente madre de todos. Por ello, exhorto a los países
a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la
identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué
hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza
e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un
nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun
en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan,
relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!
100
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que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada
mejor para transmitir a los demás”.
265. “Toda la vida de Jesús, su forma de tratar a los pobres, sus gestos,
su coherencia, su generosidad cotidiana y sencilla, y finalmente su
entrega total, todo es precioso y le habla a la propia vida. Cada
vez que uno vuelve a descubrirlo, se convence de que eso mismo
es lo que los demás necesitan, aunque no lo reconozcan: «Lo que
vosotros adoráis sin conocer es lo que os vengo a anunciar» (Hch
17,23). A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar
que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las
personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio
nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno. Cuando se
logra expresar adecuadamente y con belleza el contenido esencial
del Evangelio, seguramente ese mensaje hablará a las búsquedas
más hondas de los corazones: «El misionero está convencido de
que existe ya en las personas y en los pueblos, por la acción del
Espíritu, una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la
verdad sobre Dios, sobre el hombre, sobre el camino que lleva a la
liberación del pecado y de la muerte. El entusiasmo por anunciar
a Cristo deriva de la convicción de responder a esta esperanza»”.
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268. “La Palabra de Dios también nos invita a reconocer que somos
pueblo: «Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois
pueblo de Dios» (1 Pe 2,10). Para ser evangelizadores de alma
103
también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de
la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de
un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo
tiempo, una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante
Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica
y nos sostiene, pero allí mismo, si no somos ciegos, empezamos
a percibir que esa mirada de Jesús se amplía y se dirige llena de
cariño y de ardor hacia todo su pueblo. Así redescubrimos que
Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más
cerca de su pueblo amado. Nos toma de en medio del pueblo y nos
envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende
sin esta pertenencia”.
104
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
271. “Es verdad que, en nuestra relación con el mundo, se nos invita
a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que
señalan y condenan. Se nos advierte muy claramente: «Hacedlo
con dulzura y respeto» (1 Pe 3,16), y «en lo posible y en cuanto
de vosotros dependa, en paz con todos los hombres» (Rm 12,18).
También se nos exhorta a tratar de vencer «el mal con el bien» (Rm
12,21), sin cansarnos «de hacer el bien» (Ga 6,9) y sin pretender
aparecer como superiores, sino «considerando a los demás como
superiores a uno mismo» (Flp 2,3). De hecho, los Apóstoles del
Señor gozaban de «la simpatía de todo el pueblo» (Hch 2,47;
4,21.33; 5,13). Queda claro que Jesucristo no nos quiere príncipes
que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo.
Ésta no es la opinión de un Papa ni una opción pastoral entre otras
posibles; son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas
y contundentes que no necesitan interpretaciones que les quiten
fuerza interpelante. Vivámoslas «sine glossa», sin comentarios. De
ese modo, experimentaremos el gozo misionero de compartir la
vida con el pueblo fiel a Dios tratando de encender el fuego en el
corazón del mundo”.
105
hermano «camina en las tinieblas» (1 Jn 2,11), «permanece en la
muerte» (1 Jn 3,14) y «no ha conocido a Dios» (1 Jn 4,8). Benedicto
XVI ha dicho que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte
también en ciegos ante Dios»,[209] y que el amor es en el fondo
la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro
y nos da la fuerza para vivir y actuar»[210]. Por lo tanto, cuando
vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien,
ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos
del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en
el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios.
Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer al otro, se nos
ilumina más la fe para reconocer a Dios. Como consecuencia de
esto, si queremos crecer en la vida espiritual, no podemos dejar de
ser misioneros. La tarea evangelizadora enriquece la mente y el
corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles
para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros
esquemas espirituales limitados. Simultáneamente, un misionero
entregado experimenta el gusto de ser un manantial, que desborda
y refresca a los demás. Sólo puede ser misionero alguien que se
sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad
de los otros. Esa apertura del corazón es fuente de felicidad, porque
«hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35). Uno no vive
mejor si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir,
si se resiste a dar, si se encierra en la comodidad. Eso no es más que
un lento suicidio”.
106
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107
Amoris Laetitia (Francisco)
200. “Los Padres sinodales insistieron en que las familias cristianas,
por la gracia del sacramento nupcial, son los principales sujetos de
la pastoral familiar, sobre todo aportando « el testimonio gozoso
de los cónyuges y de las familias, iglesias domésticas ». Por ello,
remarcaron que « se trata de hacer experimentar que el Evangelio
de la familia es alegría que “llena el corazón y la vida entera”,
porque en Cristo somos “liberados del pecado, de la tristeza, del
vacío interior, del aislamiento” (Evangelii gaudium, 1). A la luz
de la parábola del sembrador (cf. Mt 13,3-9), nuestra tarea es
cooperar en la siembra: lo demás es obra de Dios. Tampoco hay
que olvidar que la Iglesia que predica sobre la familia es signo de
contradicción», pero los matrimonios agradecen que los pastores
les ofrezcan motivaciones para una valiente apuesta por un amor
fuerte, sólido, duradero, capaz de hacer frente a todo lo que se
le cruce por delante. La Iglesia quiere llegar a las familias con
humilde comprensión, y su deseo « es acompañar a cada una y
a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera
de superar las dificultades que se encuentran en su camino». No
basta incorporar una genérica preocupación por la familia en los
grandes proyectos pastorales. Para que las familias puedan ser
cada vez más sujetos activos de la pastoral familiar, se requiere «
un esfuerzo evangelizador y catequístico dirigido a la familia », que
la oriente en este sentido.
108
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109
a los agentes de pastoral podrán hacerles idóneos para inserir el
mismo camino de preparación al matrimonio en la dinámica más
amplia de la vida eclesial ». Una buena capacitación pastoral es
importante « sobre todo a la vista de las situaciones particulares
de emergencia derivadas de los casos de violencia doméstica y el
abuso sexual ».Todo esto de ninguna manera disminuye, sino que
complementa, el valor fundamental de la dirección espiritual,
de los inestimables recursos espirituales de la Iglesia y de la
Reconciliación sacramental”.
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propia vida, así también los fundadores se han puesto al servicio
de la humanidad allá donde el Espíritu les enviaba, y de las más
diversas maneras: la intercesión, la predicación del Evangelio, la
catequesis, la educación, el servicio a los pobres, a los enfermos...
La fantasía de la caridad no ha conocido límites y ha sido capaz de
abrir innumerables sendas para llevar el aliento del Evangelio a las
culturas y a los más diversos ámbitos de la sociedad.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
113
En la visión de Jesús la consolación es don del Espíritu, el Paráclito,
el Consolador que nos consuela en las pruebas y enciende una
esperanza que no decepciona. La consolación cristiana se convierte
así en consuelo, aliento, esperanza: es presencia operante del
Espíritu (cf. Jn 14, 16-17), fruto del Espíritu y el fruto del Espíritu
es amor, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, templanza (Ga 5, 22).
114
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Es para nosotros una invitación a «no tener miedo a dejar caer las
estructuras caducas. La Iglesia es libre. La lleva adelante el Espíritu
Santo. Nos lo enseña Jesús en el evangelio: la libertad necesaria
para encontrar siempre la novedad del evangelio en nuestra vida y
también en las estructuras. La libertad de elegir odres nuevos para
esta novedad».
116
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117
La mística del encuentro.
«Como “centinelas” que mantienen vivo en el mundo el deseo
de Dios y lo despiertan en el corazón de tantas personas con
sed de infinito», estamos invitados a ser buscadores y testigos de
proyectos de Evangelio visibles y vitales. Hombres y mujeres de
fe fuerte, pero también con capacidad de empatía, de cercanía,
de espíritu creativo y creador, que no pueden limitar ni el
espíritu, ni el carisma en las rígidas estructuras, ni en el miedo a
abandonarlas. El papa Francisco nos invita a vivir la “mística del
encuentro”: «la capacidad de escuchar, de escuchar a las demás
personas. La capacidad de buscar juntos el camino, el método [...] y
significa también no asustarse, no asustarse de las cosas». «Si cada
uno de vosotros es para los demás –continua el Santo Padre–, una
posibilidad preciosa de encuentro con Dios, se trata de redescubrir
la responsabilidad de ser profecía como comunidad, de buscar
juntos, con humildad y con paciencia, una palabra de sentido que
puede ser un don y testimoniarla con sencillez. Vosotros sois como
antenas dispuestas a acoger los brotes de novedad suscitados por
el Espíritu Santo, y podéis ayudar a la comunidad eclesial a asumir
esta mirada de bien y encontrar sendas nuevas y valientes para
llegar a todos».
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repetido en diversas ocasiones el papa Francisco101, dirigida a
construir una sociedad más justa, pero secularizada, cerrada a la
trascendencia, y en definitiva, ni siquiera justa. Los objetivos de la
promoción social debemos situarlos en el horizonte que evidencie
y cuide el testimonio del Reino y la verdad de lo humano.
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3. MAGISTERIO SALESIANO
Don Bosco
121
Aquel año (1841, ya sacerdote), como no había párroco en
Castelnuovo, lo suplí durante cinco meses. Experimenté un
gozo indecible en este trabajo. Predicaba todos los domingos,
visitaba a los enfermos, les administraba los sacramentos
a excepción del de la penitencia pues aún no había dado el
examen. Acompañaba los entierros, llevaba al día los libros
parroquiales, daba comprobantes a la gente pobre sobre su
condición y expedía los certificados que se suelen solicitar.
Pero mi delicia era enseñar catecismo a los chicos, entretenerme
y departir con ellos. Me venían a visitar con frecuencia desde
Murialdo, y cuando iba a mi casa, acostumbraban también a
hacer el trayecto conmigo. Así mismo me fui haciendo nuevos
amigos en el pueblo, de manera que al salir de la casa cural me
seguía un montón de muchachos, y no sólo, sino que a donde
quiera que fuera siempre estaba rodeado por ellos y se gozaban
acompañándome.
Don Cafasso, que ya desde hacía seis años me orientaba, fue
ante todo mi director espiritual, y si he hecho algún bien, se
lo debo a este excelente sacerdote, pues desde el comienzo
puse en sus manos todas las decisiones, los problemas y las
realizaciones de mi vida. Lo primero que hizo fue llevarme a
las cárceles, en donde pude conocer qué enorme es la malicia
y la miseria de los hombres. Me sentí horrorizado al ver esa
cantidad de muchachos, de doce a dieciocho años, sanos,
robustos, inteligentes, que estaban allí ociosos, roídos por los
insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material.
Estaban personificados en estos infelices la vergüenza de la
patria, el deshonor de la familia y su propio envilecimiento.
Pero qué sorpresa y asombro constatar que muchos de ellos
salían de ese an-tro con el propósito firme de cambiar su vida
122
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
123
se fue incrementando de una manera tal como yo nunca me
hubiera podido imaginar.
Los días festivos dedicaba a mis chicos todo el tiempo posible.
Durante la semana iba a visitarlos en los sitios en donde
trabajaban, que eran tallercitos artesanales o fábricas. Esto les
hacía mucho bien. Constataban que tenían un verdadero amigo
que se preocupaba por ellos y los mismos dueños se mostraban
complacidos, pues sabían que a los chicos empleados se les
acompañaba durante la semana y sobre todo en los días en
que quedaban libres, que para los muchachos eran los más
peligrosos.
Los sábados iba a las cárceles con los bolsillos llenos de tabaco,
de frutas o de pan, a visitar a los que, por desgracia, estaban
detenidos. Era una manera de acompañarlos, hacérmelos
amigos, e invitarlos para que, una vez dados de alta, fueran a
buscarme al Oratorio.
Este era el sitio elegido por la Divina Providencia para que
nuestro Oratorio tuviese su primera iglesia. Aquí comenzó
éste a llamarse de San Francisco de Sales por tres razones: 1ª,
porque la Marquesa de Barolo tenía intención de fundar una
congregación sacerdotal bajo este título, y ésta es también la
razón de por qué había hecho pintar una imagen del santo,
que todavía puede verse, a la entrada del local; 2ª, porque
como nuestro ministerio entre jóvenes exige mucha serenidad
y mansedumbre, nos habíamos puesto bajo la protección de
este santo a fin de que nos obtuviese de Dios la gracia de poder
imitarle en su bondad extraordinaria y en el celo pastoral. Una
3a razón era tenerlo como patrón para que nos ayudase desde el
cielo a imitarlo en la manera que tuvo para combatir los errores
contra la fe, especialmente el protestantismo que ahora se iba
124
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
125
quítese de encima tanta preocupación por los chicos, ¿Qué le
parece?
- Señora marquesa, el Señor me ha ayudado hasta ahora y
seguirá haciéndolo. No se inquiete por eso. Entre el P.Pacchiotti,
el teólogo Borel y mi persona podemos atender a todo eso.
- Pero yo no estoy de acuerdo en que usted se mate de esa
manera. Esa multiplicidad de actividades van, quiera usted o
no, en detrimento de su salud y de mis obras. Además, tantos
rumores que hay acerca de su equilibrio mental y de la oposición
de las autoridades, me obligan a decirle...
- ¿Qué cosa, señora marquesa?
- Que o prescinde usted de sus muchachos o del Refugio.
Piénselo y deme una respuesta.
- Ya tengo la respuesta. Usted encontrará fácilmente cuantos
sacerdotes quiera para sus obras porque tiene dinero para
financiarlas. Pero ese no es el caso de mis chicos. Si los dejo,
todo se va a venir abajo. Podría entonces seguir haciendo lo que
me sea posible en el Refugio, sin el nombramiento de capellán,
y me dedicaré por completo a los muchachos abandonados.
- Y ¿de qué va a vivir usted?
- Dios me seguirá ayudando como hasta ahora lo ha hecho.
- Pero, piense en su pésimo estado de salud y dese cuenta que
la cabeza ya no le sirve. Usted se va a endeudar y va a tener que
acudir a mí y yo para esos muchachos no le daré un céntimo
más. Mi consejo es como el de una madre, acéptelo. Le seguiré
dando el sueldo que tiene y se lo puedo aumentar si quiere.
Pero váyase a pasar uno, tres, cinco años en cualquier parte:
descanse, y cuando se haya restablecido, vuelva al Refugio en
126
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
127
general, grandísima. Muchas veces me sucedió empezar el canto
del Avemaría y, de cerca de cuatrocientos jóvenes allí presentes,
no había uno solo que respondiera, o que pudiera continuar
solo si yo me callaba.
Como todavía no se podían cantar las vísperas, concluido el
catecismo, se rezaba el rosario. Más tarde ya pudimos entonar el
Ave Maris Stella, después el Magníficat, luego el Dixit Dominus
y los otros salmos; por fin, una que otra antífona, hasta llegar
a cantar, al cabo de un año, todas las Vísperas de la Virgen.
Concluíamos con una breve instrucción que de ordinario
partía de un ejemplito, en el que se hacía resaltar un vicio o una
virtud. Todo acababa con el canto de las letanías y la bendición
del Santísimo Sacramento.
Al salir de la iglesia empezaba el tiempo libre que cada uno
ocupaba a su gusto. Algunos continuaban la catequesis, o iban
a las clases de canto o de lectura; y la mayor parte saltaban,
corrían o buscaban otros pasatiempos y entretenciones. Como
yo tenía la experiencia de saltimbanqui, me encargaba de
las competencias de salto y de carreras, o les hacía juegos de
habilidad y prestidigitación, con cubiletes, cuerdas y bastones.
Era la única manera de manejar a esa multitud de muchachos
de los que se podía decir que eran: “Como borriquillos y mulos
que no tienen sesos”.
Por debo decir que si la ignorancia de estos chicos es tan grande,
por el contrario son muy respetuosos con las cosas de la iglesia
y con el sacerdote, y que tienen grande deseo de aprender todo
lo referente a la religión.
Es más, yo me servía de aquellos originales recreos para
motivar a mis muchachos sobre la vida espiritual y sobre la
necesidad de frecuentar los sacramentos. Con una palabra al
128
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129
La asistencia a las clases dominicales beneficiaba a muchos, pero
no bastaba, pues no pocos, cortos de cabeza, se olvidaban durante
la semana de lo aprendido el domingo anterior. Fue entonces
cuando introdujimos las escuelas nocturnas que, comenzadas
en el Refugio, continuaron con una mayor regularidad en
casa Moretta, y que ahora mejoraban notablemente siendo ya
estable nuestra permanencia en Valdocco.
Estas escuelas nocturnas producían sus resultados: animaban a
los jovencitos a entregarse a los estudios literarios, que les eran
necesarios, y al mismo tiempo nos ofrecían lo que el Oratorio
ante todo buscaba, su formación religiosa. Pero ¿de dónde
sacar tantos maestros si casi cada día nos veíamos obligados a
abrir una nueva clase? Para resolver el problema, me dediqué a
preparar un número indispensable de jóvenes de los que habían
estudiado en la ciudad. Les enseñaba italiano, latín, francés y
aritmética sin cobrarles nada, pero tenían la obligación de venir
a ayudarme a enseñar el catecismo y a dar clase en los cursos
dominicales y nocturnos. Se prepararon así unos ocho o diez
profesores, que fueron en aumento, y con ellos nació la sección
de estudiantes.
Cuando estaba en el Convitto de San Francisco de Asís tuve entre
mis chicos a Juan Coriasco que hoy es maestro de carpintería,
a Félix Vergnano, ahora negociante en confecciones de ropa y
a Delfín Paolo. Este último dedicado a la enseñanza técnica.
En el Refugio tuvimos a Antonio Melanotte, ahora farmaceuta;
Juan Melanotte, que fabrica dulces; Félix Ferrero, agente de
negocios; Pedro Ferrero, compositor de imprenta; Juan Piola,
carpintero que hoy tiene taller propio.
Establecidas las bases para la disciplina y la orgánica
administración del Oratorio, era preciso estimular la piedad con
130
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
131
para tratarles o reforzarles alguna verdad de las que se les había
enseñado, pero sobre la que tal vez hubiesen oído afirmaciones
opuestas a lo largo del día.
Lo mismo que pasaba con los artesanos lo íbamos constatando,
desafortunadamente, entre los estudiantes. Porque, debido a
las varias clases en que estaban divididos, los más adelantados
(que estudiaban ya la gramática) tenían que ir a casa del
profesor José Bonzanino y los de retórica, a donde el profesor
Mateo Picco. Sus clases eran óptimas, pero la ida y la vuelta
les implicaba muchos riesgos. Por fin, con grande provecho, en
1856 se establecieron definitivamente las clases y los talleres en
la casa del Oratorio.
Con ese mismo objetivo ensayé aquel año (1848) una pequeña
tanda de Ejercicios Espirituales. Reuní en el Oratorio unos
cincuenta, que también se quedaban a comer y a dormir, con
excepción de algunos, que por falta de camas pasaban la noche
en su casa y volvían por la mañana. Esto desafortunadamente
les hacía perder algo del fruto de los sermones e instrucciones
que se tienen en estas circunstancias. Comenzamos el domingo
por la tarde y terminamos en la noche del sábado. Nos dio un
resultado bastante bueno. Muchos a los que se les había trabajado
bastante sin resultado alguno mejoraron notablemente su vida.
Algunos siguieron la vocación religiosa, otros, como laicos,
fueron asiduos en su asistencia al Oratorio.
En estas circunstancias, e inspirado por la necesidad, comencé
a difundir unos cuadros sinópticos acerca de la Iglesia católica,
después, unos carteles que titulé “Recuerdos para los Católicos”
y los fui esparciendo sobre todo entre los jóvenes y los adultos
que participaban en los Ejercicios Espirituales y en las misiones
populares.
132
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
133
para satisfacer a este general deseo se propone la Pía Asociación
de San Francisco de Sales.
Doble es su -fin. 1° Proponer un medio de perfección a todos
aquellos que están razonablemente impedidos de encerrarse en
algún instituto religioso. 2°. Participar en las obras de piedad y
de religión que los socios de la Congregación salesiana realizan
en público o en privado de alguna forma a mayor gloria de Dios
y ventaja de las almas.
Estas dos ventajas se pueden fácilmente obtener con la
observancia de las reglas de esta Congregación en la parte en
que son compatibles con el estado de cada uno.
3°Se añade luego un motivo quizás más esencial que los otros:
la necesidad de la unión en hacer el bien. Es un hecho que los
hombres del mundo se asocian para sus negocios temporales;
se asocian para la edición de revistas malas, para propagar
máximas perniciosas por el mundo; se asocian para difundir
instrucción errónea, esparcir falsos principios entre la incauta
juventud, y lo consiguen maravillosamente.
“¿Y los católicos, permanecerán inoperantes o desunidos
de modo que sus obras sean paralizadas por los malos? Que
no suceda jamás. Unámonos todos mediante las reglas de la
Congregación salesiana, (cuyos miembros) formen un solo
corazón y una sola alma con los asociados externos. Sean
verdaderos hermanos. El bien de uno sea el bien de todos.
Conseguiremos ciertamente este gran fin merced a la asociación
con la Congregación de San Francisco de Sales.
Fin de esta Asociación. El fin de esta Asociación es unir
los buenos católicos para promover el bien de nuestra santa
religión y al mismo tiempo asegurar mejor la propia salvación
134
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
135
5) Como quiera que en estos tiempos se esparcen mediante la
prensa tantos libros, tantas máximas irreligiosas e inmorales, los
Salesianos procurarán con gran solicitud que no se despachen
libros malos y se difundan libros buenos, folletos, hojas, impresos
de toda clase en aquellos lugares y entre aquellas personas que
parezca oportuno hacerlo. Esto se ha de comenzar a hacer por la
casa propia, por los propios parientes, amigos y conocidos, y luego
donde se pueda.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
Constituciones 1858
...De ahí que para conservar la unidad de espíritu y disciplina,
de la que depende el buen éxito de los oratorios, desde el 1844
algunos eclesiásticos se unieron para formar una especie de
congregación ayudándose mutuamente con el ejemplo y con
la instrucción. Ellos no hicieron voto alguno y se limitaban
a una simple promesa de ocuparse en aquellas cosas que les
pareciesen de mayor gloria de Dios y ventaja de sus almas.
Reconocían su superior en el sacerdote Juan Bosco. Si bien no
se pronunciaban votos no obstante se observaban en práctica
casi por entero las reglas aquí expuestas.
I - Fin de esta Congregación
1. El fin de esta Congregación es reunir juntamente a sus
miembros eclesiásticos, clérigos y también seglares con el fin
de perfeccionarse a sí mismo imitando las virtudes de nuestro
Divino Salvador, especialmente en la caridad hacia los jóvenes
pobres.
2. Jesucristo comenzó haciendo y enseñando, así también los
socios comenzarán a perfeccionarse a sí mismos con la práctica
de las virtudes internas y externas, con la adquisición de la
ciencia; y luego se emplearán en beneficio del prójimo.
137
Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y
en el amor; excluye, por consiguiente, todo castigo violento y
procura alejar aun los suaves. Parece preferible por las razones
siguientes:
I. El alumno, avisado preventivamente, no queda avergonzado
por las faltas cometidas, como acaece cuando se las refieren al
superior. No se enfada por la corrección que le hacen ni por el
castigo con que le amenazan o que le imponen, porque éste va
siempre acompañado de un aviso amistoso y preventivo, que lo
hace razonable y termina, ordinariamente, por ganarle de tal
manera el corazón, que el alumno comprende la necesidad del
castigo y casi lo desea.
II. La razón más esencial es la ligereza infantil, que en un
momento olvida las reglas disciplinarias y los castigos con
que van sancionadas. A esta ligereza se debe sea, a menudo,
culpable el niño de una falta y merecedor de un castigo, sin
haberse acordado de nada al cometerla, y ciertamente no la
habría cometido, si una voz amiga se lo hubiese advertido.
III. El sistema represivo puede impedir un desorden, mas con
dificultad hacer mejores a los que delinquen. Se ha observado
que los muchachos no olvidan los castigos que se les han dado;
y que, por lo general, conservan amargor junto con el deseo de
sacudir el yugo de la autoridad y aun de tomar venganza. Parece,
a veces, que hacen caso omiso; mas quien sigue sus pasos sabe
muy bien que son terribles las reminiscencias de la juventud
y que olvidan fácilmente los castigos que les dan los padres,
mas con mucha dificultad los que les imponen los maestros.
Hay hechos de algunos que de viejos se vengaron brutalmente
de ciertos castigos sufridos cabalmente cuando se educaban.
El sistema preventivo, por el contrario, gana al alumno, el cual
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139
vayan otros a sustituirlos en la asistencia. No los dejen nunca
desocupados.
III. Debe darse a los alumnos amplia libertad de saltar, correr y
gritar a su gusto. La gimnasia, la música, la declamación, el teatro,
los paseos, son medios eficacísimos para conseguir la disciplina
y favorecer la moralidad y la salud. Procúrese únicamente que la
materia de los entretenimientos, las personas que intervienen y
las conversaciones que sostengan, no sean vituperables. Haced
lo que queráis - decía el gran amigo de la juventud san Felipe
Neri - ; a mí me basta que no cometáis pecados.
IV. La confesión y comunión frecuentes y la misa diaria son las
columnas que deben sostener el edificio educativo del que se
quieran tener alejados la amenaza y el palo. No se ha de obligar
jamás a los alumnos a frecuentar los santos sacramentos; pero
sí se les debe animar y darles comodidad para aprovecharse
de ellos. Con ocasión de los ejercicios espirituales, triduos,
novenas, pláticas y catequesis, póngase de manifiesto la belleza,
sublimidad y santidad de la religión, que ofrece medios tan
fáciles como son los santos sacramentos, y tan útiles a la
sociedad civil, y para la tranquilidad del corazón y salvación de
las almas. Así quedarán los niños espontáneamente prendados
de estas prácticas de piedad y las frecuentarán de buena gana y
con placer y fruto.
V. Debe vigilarse, con el mayor cuidado, porque no entren en
el colegio compañeros, libros o personas que tengan malas
conversaciones. La elección de un buen portero es un tesoro
para una casa de educación.
VI. Terminadas las oraciones de la noche, el director; u otro
en su nombre, diga algunas palabras afectuosas en público a
los alumnos antes de que se vayan a dormir, para avisarlos o
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A las ventajas expuestas anteriormente, se añade aquí estas otras:
I. El alumno tendrá siempre respeto a su educador, recordará
complacido la dirección de él recibida, y considerará, en todo
tiempo, a sus maestros y superiores como a padres y hermanos.
Dondequiera que van alumnos así educados, son por lo general
consuelo de su familia, útiles ciudadanos y buenos cristianos.
II. Cualquiera que sea el carácter, la índole y el estado moral de
un alumno cuando es admitido, los padres pueden vivir seguros
de que su hijo no empeorará; se puede tener la certeza de que
siempre mejorará algo. Más aún, algunos niños que fueron por
largo tiempo tormento de sus padres y hasta rechazados por
correccionales, tratados según estos principios, cambiaron de
manera de ser: se dieron a una vida cristiana, ocupan ahora
en la sociedad honrosos puestos y son apoyo de su familia y
ornamento del lugar donde viven.
III. Los alumnos maleados que por casualidad entraren en un
colegio, no pueden dañar a sus compañeros, ni los niños buenos
ser por ellos perjudicados; porque no habrá ni tiempo, ni lugar,
ni oportunidad, pues el asistente, a quien suponemos siempre
con los niños, pondría enseguida remedio.
¿Qué regla hay que seguir para castigar? A ser posible, no se
castigue nunca; cuando la necesidad lo exigiere, recuérdese lo
siguiente:
I. Procure el educador hacerse amar de los alumnos si quiere
hacerse temer. Así, el no darles una muestra de benevolencia es
castigo que emula, anima y jamás deprime.
II. Para los niños es castigo lo que se hace pasar por tal. Se ha
observado que una mirada no cariñosa en algunos produce
mayor efecto que un bofetón. La alabanza cuando se obra bien
142
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
143
tesoro a la Iglesia cuando logramos una buena vocación; que
esta vocación o que este sacerdote vaya a la diócesis o a las
misiones o a una casa religiosa no importa. Siempre es un gran
tesoro que se regala a la Iglesia de J.C.
El mundo nos recibirá siempre con gusto mientras nuestras
solicitudes sean en favor de los salvajes, de los niños más
pobres y en mayor peligro de la sociedad. Esta es para nosotros
la verdadera comodidad que nadie nos enviará ni vendrá a
arrebatarnos.
No se funden casas si se carece del personal suficiente para la
dirección de las mismas...
Comenzada una misión en el extranjero, continúese con energía
y sacrificio. El esfuerzo vaya siempre encaminado a establecer
escuelas y despertar alguna vocación al estado eclesiástico, o
alguna Hermana entre las niñas.
145
cuánto he tolerado en el transcurso de cuarenta años, y cuánto
tolero y sufro en la actualidad. Cuántos trabajos, cuántas
humillaciones, cuántos obstáculos, cuántas persecuciones para
proporcionarles pan, albergue, maestros, especialmente para
buscar la salvación de sus almas. He hecho cuanto he podido y
sabido por ellos, que son el afecto de toda mi vida.
-No hablo de ti.
-¿pues, de quién, entonces?¿De quienes hacen mis veces: los
directores, prefectos, maestros o asistentes?¿No ves que son
mártires del estudio y del trabajo y que consumen los años de
su juventud en favor de quienes les ha encomendado la Divina
Providencia?.
-Lo veo, lo sé; pero no basta; falta lo mejor.
-¿Qué falta, pues?.
-Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den
cuenta que se les ama... Que, al ser amados en las cosas que les
agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan
a ver el amor en aquellas cosas que naturalmente les agradan
poco, como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí
mismos, y que aprendan a ser estas cosas con amor.
-Explícate mejor.
-Familiaridad con los jóvenes, especialmente en el recreo. Sin
familiaridad no se demuestra el afecto, y sin esta demostración
no puede haber confianza. El que quiere ser amado debe
demostrar que ama. Jesucristo se hizo pequeño con los
pequeños y cargó con nuestras enfermedades. ¡He aquí el
maestro de la familiaridad! El maestro al cual sólo se ve en la
cátedra es maestro y nada más; pero, si participa del recreo de
los jóvenes, se convierte en un hermano. Si a uno se le ve en el
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
147
Carta sobre la difusión de los buenos libros. 1885
Entre todos los medios, es el de la difusión de los buenos libros
el que yo intento recomendales ahora encarecidamente, para
gloria de Dios y salvación de las almas. No dudo en calificarlo
de divino, puesto que Dios mismo lo utilizó en la salvación del
hombre. Fueron los libros que él inspiró los que ofrecieron al
mundo la doctrina verdadera. El dispuso que, copias de los
mismos, se distribuyesen por todas las ciudades y por todos
los pueblos de Palestina y que cada sábado se leyesen en las
asambleas religiosas.
Los buenos libros, repartidos entre el pueblo, son uno de los
medios verdaderamente a propósito para mantener el reino de
Dios entre las almas.
Añadan a esto que si un buen libro no tiene la fuerza que
emana de la palabra hablada, con todo, presenta otras ventajas
que en ocasiones son mayores. Un libro puede entrar hasta en
las casas en que no entra el sacerdote, y hasta los mismos malos
lo toleran como recuerdo o regalo. Cuando se ofrece a sí mismo,
no se sonroja, y si se le abandona, no se enfada; enseña la verdad
sin prisas si se lee, y, despreciado, no se queja, sino que suscita el
remordimiento aquel que produce deseos de conocer la verdad:
él siempre está a punto para enseñarla. A lo mejor se está,
cubierto de polvo, sobre el pupitre del estudio o en el anaquel
de la biblioteca, y nadie piensa en él; pero, llega la hora de la
soledad, del desánimo, del dolor, de la tristeza, o simplemente
de la necesidad de distracción o de la angustia por el futuro, y
entonces este amigo fiel se sacude el polvo, abre sus páginas ...
y se repiten las prodigiosas conversiones de San Agustín, del
beato Colombino y de San Ignacio de Loyola.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
149
maneras tratan de insinuarse entre los rudos e ignorantes. A este
objeto se encaminarán los sermones que de cuando en cuando
se predican al pueblo, los triduos, las novenas y la difusión de
los buenos libros».
4) Por lo tanto, entre los libros que hay que difundir, yo digo
que han de tenerse en cuenta aquellos que tienen fama de ser
buenos, morales y religiosos; y aun han de preferirse las obras
salidas de nuestras tipografías: de una parte, porque lo que
pueda haber de ganancia se transforma en caridad al ayudar a
mantener a tantos de nuestros jóvenes pobres; y de otra, porque
nuestras publicaciones intentan constituir un todo ordenado,
en una visión amplia, con que poder llegar a cuantas clases
integran la sociedad humana.
No insisto en esto; únicamente les señalo con complacencia
una de estas clases sociales: la de los jóvenes, a la que siempre
busqué el modo de hacer el bien; no sólo de viva voz, sino
además, de diversas maneras con la letra impresa, como detallo
a continuación. En efecto: con las mismas Lecturas Católicas, si
bien es verdad que en una primera intención deseaba instruir al
pueblo en general, desde otro punto de vista mi plan era entrar
en las casas particulares y dar a conocer el espíritu que reinaba
en nuestros colegios y atraer a la virtud a los jóvenes, sobre todo
con las biografías de Domingo Savio, de Besucco y otras obras
parecidas. Con El joven cristiano me propuse conducirlos a la
iglesia, infundir en ellos el espíritu de piedad y enamorarlos de
los sacramentos. Con la colección de clásicos latinos e italianos
expurgados y con la Historia de Italia, así como con otros libros
históricos y literarios, me las arreglé para sentarme junto a ellos
en la clase y preservarlos de muchos errores y pasiones que les
hubieran sido fatales para esta vida y la otra.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
151
ni de querer dar lecciones a los suyos, sino, sencillamente, de
regalo y de cariñoso recuerdo. Y cuando, más tarde, esos alumnos
vuelvan a su casa, que pongan empeño en acrecentar el mérito
de sus buenas obras donándolos a sus amigos, prestándolos
a otros parientes, regalándolos como propina por servicios
recibidos, ofreciéndoselos a los párrocos con el ruego de que
los difundan y buscando nuevos suscriptores.
Estén seguros, mis queridos hijos, de que una propaganda
semejante, inteligente, atraerá sobre ustedes y sus jóvenes las
mejores bendiciones del Señor
Termino. Las conclusiones de esta carta toca sacarlas a ustedes:
logrando que nuestros jóvenes se impongan en los principios
morales y cristianos, preferentemente a través de nuestra
producción impresa, aunque sin despreciar la de los otros.
Tengo que decirles, empero, que mi corazón experimentó una
gran pena al enterarme de que, en algunas casas, las obras que
hemos publicado expresamente para la juventud han sido a
veces ignoradas o no tenidas en cuenta.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea siempre con
vosotros.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
Capítulos Generales
Capítulo General 21
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Esta llamada al «sistema preventivo» se hace tanto más urgente
hoy, cuando los miembros de la Congregación, esparcidos por
el ancho mundo, se encuentran frente a situaciones culturales
muy diversas en su misión de anunciar y testimoniar el
Evangelio y quieren ciertamente conservar la vital unión con el
Fundador y la unidad del espíritu, para precisamente lograr la
eficacia comunitaria de su vocación.
Hay que recordar, ante todo, que el sistema no indica solamente
un conjunto de contenidos que hay que transmitir o una serie de
métodos y procedimientos para comunicarlos; ni es pura pedagogía
ni es sólo catequesis. El «sistema preventivo» tal como ha sido
vivido por Don Bosco y sus seguidores, se presentó siempre como
rica síntesis de contenidos y métodos; de procesos de promoción
humana y a la vez, de anuncio evangélico y profundización de la
vida cristiana; en sus objetivos, en sus contenidos, en sus momentos
de actuación concreta, el sistema sugiere indisolublemente las tres
palabras con que Don Bosco lo definía: razón, religión, amor.
106. En el proyecto salesiano la acción educativa y pastoral tiene,
como objetivo esencial, una dimensión vocacional. Más aún,
el descubrimiento de la propia llamada, la opción libre y bien
pensada de un proyecto de vida constituye la meta y la coronación
de todo proceso de maduración humana y cristiana.
El mensaje evangélico, que reúne al pueblo de Dios es un
llamamiento comunitario; y para cada creyente, el acoger el
mensaje del Evangelio es acoger la llamada personal y asumir la
misión misma de la Iglesia según su particular vocación.
La pastoral vocacional será, pues, un servicio de evangelización,
con un particular acento sobre la ayuda y asistencia a cada fiel,
para que entre, con todo su ser personal y su libre elección, en el
plano de Dios.
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Capítulo General 23
5. Nuestra Congregación se ha movido solidaria con el mundo
(cf. Const. 7) y en comunión con la Iglesia (cf. Const.6), llevando
su pequeña historia al gran carril del camino de la humanidad.
El Capítulo General Especial centró su atención en nuestra
misión específica, e indicó dos condiciones para realizarla:
primera, dejarse guiar por el Espíritu para entender bien el
carisma del Fundador, partici¬par intensamente en la vida
de la Iglesia y captar las señales emitidas por los jóvenes en
la historia del mundo, cuya levadura escondida es el Espíritu
Santo; segunda, estar dispuestos a realizar con confianza
nuevos éxodos y opciones, ya que la juventud nunca aceptaría
una actitud de miedo ante la vida, de sospecha frente a la nueva
cultura o de escaso entusiasmo ante los grandes quehaceres que
se perfilaban.
14. En este espacio de tan vasto aliento, en esta misión de
posibilidades infinitas nos situamos los Salesianos tras las huellas
de san Juan Bosco, convencidos de que lo que triunfa sobre el
mundo (d. Un 5,4) es la fe y de que «la gloria de Dios es el hombre
viviente» (S. Ireneo). A la vida de los jóvenes queremos dedicar
nuestras energías, acogiendo la palabra del Señor: «He venido
para tengan vida, y la tengan abundante» (Jn 10, 10).
94. Educar a los jóvenes en la fe es, para el salesiano, trabajo y
oración. Es consciente de que trabajando por la salvación de la
juventud vive la experiencia de la paternidad de Dios (cf. Const.
12), que «precede a toda criatura con su providencia, la acompaña
con su presencia y la salva dando su propia vida» (Const. 20).
Don Bosco nos enseñó a reconocer la presencia operante de Dios
en nuestro quehacer educativo y a sentirla como vida y amor.
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95. Creemos que Dios ama a los jóvenes. Tal es la fe que está en
el origen de nuestra vocación y que motiva nuestra vida y todas
nuestras actividades pastorales.
Creemos que Jesús quiere compartir su vida con, los jóvenes,
que son la esperanza de un futuro nuevo, y llevan dentro de sí,
ocultas en sus anhelos, las semillas del Reino.
Creemos que el Espíritu se hace presente en los jóvenes y que
por su medio quiere edificar una comunidad humana y cristiana
más auténtica. Él trabaja ya en cada uno y en los grupos: les ha
confiado una tarea profética para que la realicen en el mundo,
que es también el mundo de todos nosotros.
Creemos que Dios nos está esperando en los jóvenes para
ofrecemos la gracia del encuentro con él y disponemos a
servirle en ellos, reconociendo su dignidad y educándoles en la
plenitud de la vida.
La tarea educativa resulta ser, así, el lugar privilegiado de
nuestro encuentro con él.
96. En virtud de esta gracia, ningún joven puede quedar
excluido de nuestra esperanza y de nuestra acción, sobre
todo si sufre pobreza, derrota y pecado. Tenemos la certeza
de que en cada uno de ellos Dios ha depositado el germen de
su vida nueva.
Esto nos impulsa a procurar que sean conscientes de tal don y
a trabajar con ellos para que desarrollen ha vida en plenitud.
Cuando nuestra entrega parece alcanzar su objetivo, seguimos
creyendo que Dios procede nuestro sufrimiento como Dios de
la esperanza y de la salvación.
159
97. Nuestro compromiso de educar a los jóvenes en la fe
choca a menudo contra un obstáculo: a muchos jóvenes no
les llega ni nuestro mensaje ni nuestro testimonio. Entre
nosotros y la mayoría de ellos hay una distancia, que muchas
veces es física, pero que es sobre todo psicológica y cultural.
Eliminar distancias, hacemos cercanos, aproximarnos a ellos
es, por consiguiente, el primer paso. También aquí Don Bosco
es nuestro maestro. «Siento, queridos jóvenes -escribía desde
Roma en 1884- el peso de estar lejos de vosotros: el no veros ni
oíros me causa una pena que no podéis imaginar» (MB XVII,
107). Buscaba a los jóvenes: iba por calles y plazas; entraba en
obras y lugares de trabajo. Se acercaba a ellos y los invitaba a ir
a su oratorio.
Este amor y los gestos que lo acompañaban no pertenecían sólo a
un método pedagógico, sino que eran la expresión original de su
fe en el Señor y de su voluntad de anunciar a Cristo a los jóvenes
98. Ir y acercarse a los jóvenes donde se hallan, acogerlos
desinteresadamente y con solicitud en nuestros ambientes y
ponemos en atenta escucha de sus demandas y aspiraciones,
son para nosotros opciones fundamentales que preceden a
cualquier otro paso de educación en la fe.
99. El camino de la educación en la fe empieza con la valorización
del patrimonio que todo joven lleva dentro de sí, y que un
verdadero educador sabe descubrir con inteligencia y paciencia.
Utilizará oportunamente la razón y su sensibilidad pastoral para
desenterrar el deseo de Dios, a veces sepultado, pero no del todo
muerto en el corazón del joven. Pondrá en acción su carga de
comprensión y afecto procurando hacerse querer.
La acogida crea una circulación de recíproca amistad estima
y responsabilidad, hasta el punto de suscitar en el joven la
160
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161
Así, en la íntima relación entre el encuentro personal con cada
joven por parte del educador y el rico estímulo del ambiente,
han fructificado en la historia salesiana realidades ejemplares
de santidad juvenil.
101. Un encuentro significativo o la acogida cordial en un
ambiente son la ocasión para comenzar un camino hacia la
fe o para seguir adelante en su itinerario. Entonces se pone
en marcha el corazón oratoriano del salesiano, su vivencia
personal de fe en Jesucristo y su capacidad pedagógica. En su
orientar hacia la fe, el estilo salesiano sigue algunos criterios.
102. El proceso educativo, en el que se trabaja para la promoción
total de la persona, es el espacio privilegiado en que se propone
la fe a los jóvenes. Tal orientación es decisiva para definir
características y contenidos del camino. En él se valorizan no
sólo los aspectos religiosos, sino también cuanto se refiere al
crecimiento de la persona, hasta llegar a su madurez.
103. Hay que trazar, pues, el camino teniendo en cuenta dos
referencias: el trabajo que los jóvenes deben hacer para formar
su personalidad, por una parte; y, por otra, el llamamiento
preciso de Cristo, que los invita a construirla según la revelación
que se manifestó en él.
La vida de los jóvenes es, a la vez, punto obligado donde partir
para un camino de fe, referencia continua en su desarrollo y
punto de llegada, cuando ha transformado y encauzado hacia
la plenitud en Jesucristo.
El anuncio de Jesucristo, renovado continuamente es el aspecto
fundamental de todo el camino; no es algo ajeno o yuxtapuesto
a la vivencia del joven. En dicha vivencia se hace camino, verdad
y plenitud de vida.
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163
El colocarse al lado de los últimos y de los más pobres no
determinará sólo el comienzo del camino, Mino también
cualquier etapa posterior, incluidas las finales.
A quien ya ha recorrido un tramo de camino no se le, puede
pedir que comience de nuevo; pero cabe invitarle a volver
siempre a las realidades, palabras y signos más sencillos y
fundamentales, a fin de sostener con su testimonio y acción el
caminar de quienes están comenzando.
106. b) que no acaba nunca
El camino no acaba nunca, avanza siempre hacia nuevas
metas. Sigue hasta los horizontes de donación y de santidad
que el Espíritu sabe mostrar a los jóvenes. La ejemplar
historia de Domingo Savio y Laura Vicuña es paradigma de
nuestra vivencia educativa, nos hace reconocer los frutos
extraordinarios que la vida de fe produce en los jóvenes.
Nuestra misión educativo pastoral tendrá, pues, carencias
cuando no seamos capaces de descubrir e nuestros ambientes
este don de Dios, o no estemos preparados para sostener una
respuesta generosa.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
165
El camino es único e implica a todos y siempre. Aunque interpela
a cada persona de cara a sus responsabilidades específicas ante
Dios, sin embargo la propuesta es apoyada por todos los que
reconocen en Jesucristo el fundamento y el sentido de la vida.
En la comunidad educativo-pastoral son educadores de los
jóvenes en la fe todas las personas, tanto las que desempeñan
tareas de educación y desarrollo humano como las que trabajan
más explícitamente en la vertiente de la fe.
Su mayor alegría es comunicarles las insondables, riquezas de
Cristo (cf. Const. 34). Todos los medios y actividades deben
confluir en servir a la misma persona, a fin de ayudarle a crecer
en la vida y en el encuentro con el Señor resucitado.
112. Todo trazado de camino queda definido siempre por el
punto al que se quiere llegar: la meta. Debemos tener claro
cuál es el tipo de hombre y creyente que hay que promover
en las circunstancias concretas de nuestra vida y sociedad,
convencidos de que también el Espíritu de Jesucristo lo va
plasmando a partir de una nueva creación.
113. Es la dirección que señalan nuestras Constituciones:
«Educamos y evangelizamos siguiendo un proyecto de promoción
integral del hombre, orientado a Cristo, el hombre perfecto.
Fieles a la idea.de nuestro Fundador, nuestro objetivo es formar
honrados ciudadanos y buenos cristianos» (Const. 31).
La primera idea de este texto subraya la configuración
sustancial a Cristo, Hijo y hermano que da su vida por todos y
es resucitado por el Padre. La segunda -«honrados ciudadanos y
buenos cristianos»¬ se orienta hacia la realización histórica del
tipo de cristiano llamado a vivir en la Iglesia y en la sociedad en
un tiempo preciso y en un espacio determinado.
166
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
167
a asumir responsabilidades precisas en la construcción de una
sociedad renovada.
168
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
169
señala la fuente carismática unida a la corriente espiritual del
humanismo de san Francisco de Saless, aplicado por Don Bosco
en el oratorio.
159. El protagonismo juvenil halló en Valdocco un espacio
amplio en todos los sectores de la vida, hasta el punto de que
los jóvenes fueron llamados por Don Bosco a ser cofundadores,
con él, de una nueva Congregación.
Por su parte, los jóvenes le ayudaron a iniciar, en la vida, de cada
día, un estilo de santidad nueva, acomodada a las exigencias
típicas del desarrollo del chico. Fueron, así, de algún modo
simultáneamente discípulos y maestros.
En todas las comunidades salesianas hoy, igual que ayer en el
oratorio de Don Bosco, el compromiso espiritual nace de un
encuentro que hace brotar la amistad, de la que manan la
referencia continua y la compañía buscada para ahondar en la
vocación bautismal, y el camino hacia la madurez de fe.
El dicho «quiero estar siempre con Don Bosco» (cf. MB V,
526; MBe V, 375; cf. también MB VI, 334-335; MBe VI, 257)
indica la opción de un modo particular de crecer en la vida
del Espíritu: la experiencia del vida cristiana es anterior a la
reflexión sistemática.
160. Poner al joven, con sus dinamismos interiores, en el centro de
la atención del educador y como criterio práctico para establecer
los itinerarios que hay que seguir, es la característica fundamental
de la espiritualidad juvenil: es una espiritualidad educativa.
Se dirige a todos los jóvenes indistintamente, pero: da la
preferencia a los más pobres. Asumir los retos de quienes están
lejos o son ajenos a la fe y la irrelevancia de ésta en la vida,
pide que los educadores acompañen y compartan la vida de los
170
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
jóvenes: «Amad lo que agrada a los jóvenes -repite Don Bosco a los
salesianos en la situación actual-, y los jóvenes amarán lo que es
del gusto de los superiores» (cf. MB XVII, 111; MBe XVII, 102).
La meta del trabajo del salesiano es hacer que los jóvenes
crezcan en plenitud, hasta «la medida de Cristo, el hombre
perfecto» (cf. Ef 4, 13. 15).
1. Espiritualidad de lo cotidiano
Lo cotidiano inspirado en Jesús de Nazaret (cf. Const. 12) es el
lugar donde el joven reconoce la presencia activa de Dios y vive
su realización personal.
171
sacramentos. En la Iglesia encontramos a María Santísima (cf.
Const. 20 y 34), primera creyente, que precede, acompaña e
inspira.
1. Formación de la conciencia
186. Desde un punto de vista global, hay que educar en una
mentalidad de fe que no tema confrontarse con los valores,
sino que los dirija hacia contextos regidos por la ley humana
y por el Evangelio. Para lograrlo, convendrá tener en cuenta
algunas indicaciones. La primera es ayudar al joven a adquirir la
172
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
2. Educación en el amor
195. El salesiano, atento en su labor educativa a favorecer
y promover la maduración de los jóvenes, siente hoy un
compromiso especial para educar en el amor. Está convencido de
que el misterio de Cristo, su vida y sus hechos, son propiamente
la revelación plena y normativa del amor auténtico.
173
La típica vivencia de Don Bosco y el contenido educativo
espiritual del sistema preventivo le orientan hacia algunas
opciones sencillas pero eficaces.
196. Como primera cosa, es fundamental crear alrededor de
los jóvenes, en todos los ambientes, un clima educativo rico
en intercambios comunicativo-afectivos. El sentirse acogido,
reconocido, estimado y querido es la mejor lección sobre el
amor. Cuando se debilitan los signos y gestos de familia, los
jóvenes fácilmente se alejan, no sólo de forma material, sino
también y sobre todo afectivamente.
197. La educación completa de la persona y el apoyo de la gracia
llevarán a chicos y chicas a apreciar los valores auténticos de la
pureza (respeto de sí mismo y de los otros, dignidad de la persona,
transparencia en las relaciones...) como anuncio del Reino y
como denuncia de cualquier forma de instrumentalización y
esclavitud.
198. Cuando la comunicación entre chicos y chicas se vive
como momento de enriquecimiento mutuo, abre diálogo y
a la atención hacia el otro. Hace descubrir la riqueza de la
reciprocidad, que llega hasta el nivel del sentimiento y de
la inteligencia, del pensamiento y de la acción. Nace, así, el
descubrimiento del otro, acogido en su ser y respetado en su
dignidad de persona.
199. Una educación adecuada, por tanto, hace captar la
sexualidad como valor que madura a la persona y como don
que se ha de intercambiar en una relación definitiva, exclusiva,
total y abierta a la procreación responsable.
200. El trato con personas que viven este amor tiene la fuerza
del testimonio. Ciertas actitudes nacidas de la donación y
174
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
175
ante todo, testimoniar la justicia y la paz ante los jóvenes y
promoverlas en todas partes. Por consiguiente, vive en profunda
sintonía con los grandes problemas del mundo y está atenta a
los sufrimientos del ambiente donde se halla.
En contextos de bienestar económico, sabrá orientar a los
jóvenes para que se sitúen frente a la sociedad, ayudándoles
sobre todo a descubrir el mundo oculto, pero no por ello menos
trágico, de las nuevas pobrezas y de sus causas estructurales.
Pero quienes más intensamente sienten este reto son las
comunidades que actúan en contextos de pobreza.
Aquí les corresponde motivar, mediante la educación, a los
jóvenes y a la gente del pueblo, para que sean protagonistas de
su propia liberación.
209. En este punto, nace la necesidad urgente de individuar
actitudes y proyectar iniciativas que ayuden a los jóvenes de
hoy a expresar con la vida la verdadera dimensión social de la
caridad.
La indicación más general es trabajar, en el camino de la
fe, para hacer resaltar el valor absoluto de la persona y su
inviolabilidad, que está por encima de los bienes materiales
y de toda organización. Aquí tenemos la clave crítica para
evaluar situaciones éticamente anormales (corrupción,
privilegio, irresponsabilidad, explotación, engaño) y hacer
opciones personales frente a los despiadados mecanismos de la
manipulación.
Cuando haya madurado esta personalización, será posible
jugarse la vida en lo social. Hay que apoyarla, valorizando la
originalidad de cada joven y su dimensión interpersonal. Debe
comprender realmente que, en la vida, su destino se realiza
176
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
177
pobreza y miseria trabajarán para que los jóvenes y el pueblo se
hagan responsables de su desarrollo, superando la resignación
con conciencia viva de la propia dignidad y haciéndose cargo no
sólo de su miseria, sino también de la de quienes están a su lado.
En cambio, para las comunidades que actúan en contextos de
bienestar, se tratará de introducir físicamente a los jóvenes en el
mundo de aquellos hombres y mujeres que reclaman solidaridad
y ayuda. Es el momento más delicado. El impacto con este mundo
debe purificarse de falsas curiosidades y emotividades.
No se trata sólo de hacer experiencia de un contexto, situación
o mundo problemático. El objetivo es llegar a las personas,
hacerse cargo de su drama humano. Así se ayudará a superar
cierta mentalidad de quien está dispuesto a servir a los pobres,
pero no a compartir su vida. La actitud espiritual se define,
entonces, por la estima y búsqueda de los valores que cada
uno lleva dentro de sí incluso en situaciones de degradación
personal. Es la etapa de escuchar, convertirse y compartir.
178
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
179
de ambientes juveniles.
Pero hay un aspecto en el que los salesianos estamos llamados
a actuar con convicción: el de encaminar a los jóvenes hacia
el compromiso y la participación en la política, es decir, hacia
la «compleja y variada acción económica, social, legislativa,
administrativa y cultural destinada a promover orgánica e
institucionalmente el bien común» (ChL 42). Este ámbito lo
tenemos un poco descuidado y olvidado. Quizá se teme tropezar
con formas de colaboración o caer en los complejos mecanismos
de la competencia electoral, o ser infieles a nuestro modo de
participar en el compromiso de la Iglesia por la justicia y la
paz (cf. Const 33). No por ello deja de ser un reto que hemos de
aceptar y un riesgo que tenemos que correr. Las comunidades
juveniles más vivas sabrán pedir a sus mejores miembros también
este servicio, en nombre de la dimensión social de la caridad.
Al principio será un compromiso limitado, restringido al propio
barrio y ciudad; sucesivamente irán descubriéndose otros
cauces. Este objetivo servirá asimismo para favorecer en los
jóvenes una actitud positiva hacia la realidad política y para
abrirse a la confianza de que, también en este nivel, es posible
cambiar cosas y situaciones.
La caridad evangélica, hecha proyecto concreto, seguirá así
trazando en la historia nuevos caminos de justicia.
Capítulo General 24
53. Nuestra misión requiere hoy la convocación de todas las
fuerzas de la Familia Salesiana y del vasto movimiento de
personas que giran en torno a san Juan Bosco, para afrontar
estratégicamente el actual momento sociocultural y religioso,
180
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
181
Se impone, pues, un nuevo estilo de comunicación, si queremos
ser eficaces ante retos tan complejos como la inculturación, los
nuevos contextos y la condición juvenil.
La apertura al diálogo, a lo nuevo, a la riqueza y dones de
nuestros colaboradores aumentará la capacidad de dar nuevas
respuestas.
Este estilo nuevo estimula al seglar a asumir responsabilidades en
la misión. El compromiso lleva, sobre todo entre los jóvenes, a hacer
un discernimiento vocacional y a optar por la vida de consagración.
Gracias a tales estímulos, el salesiano comprende que es signo
de la supremacía de Dios en la vida, profecía del Reino, testigo
de comunión, agente de salvación entre los jóvenes y guía de
vida espiritual.
Ya lo decía don Egidio Viganò al convocar el XXIV Capítulo
General: “Afrontar el tema de los seglares significa hablar a la
comunidad salesiana de sí misma, de plantear de nuevo sus
servicios y tareas y de su modo de ser y obrar... El testimonio
de fidelidad al don de Dios, recibido y encarnado por una
comunidad más atenta a las exigencias y a la corresponsabilidad
de los seglares, compromete en la vertiente de la identidad: la
supremacía de la espiritualidad”.
55. La misión, la inculturación, el diálogo y la comunicación
exigen un nuevo estilo de formación, para afrontar el contexto
que nos rodea, responder a los jóvenes y ser corresponsables
con los seglares en la misión.
Lo primero que piden los seglares es que se haga un plan de
formación con vistas a su preparación espiritual y carismática.
En segundo lugar dicen que la formación en la comunión y
participación debería hacerse en común.
182
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
162. Motivos
Antaño las tareas de animación de la comunidad educativo-
pastoral las asumía casi exclusivamente la comunidad salesiana.
Hoy ésta debe llamar a los seglares a desempeñar papeles de
animación y responsabilidad.
Tal opción por parte de los salesianos se debe a varios motivos:
— antropológicos: en cuanto que la educación es una acción
secular, compartida incluso por quien tiene una referencia
religiosa distinta;
— eclesiológicos: en cuanto que todos los bautizados están
llamados a tomar parte en la misión evangelizadora de la
Iglesia; — carismáticos: en cuanto que los seglares expresan
183
mejor la dimensión secular de la misión de san Juan Bosco,
enriqueciendo así la propuesta educativo-pastoral;
— profesionales, educativos y pastorales: en cuanto que muchos
seglares tienen competencias y capacidades de carácter
profesional, educativo y pastoral.
Por tanto, es preciso saber con qué criterios se llama a los
seglares para que asuman la animación y la responsabilidad en
la comunidad educativo-pastoral. Si pertenecen a la Familia
Salesiana, le será más fácil a la comunidad salesiana confiarles
tareas de animación, incluso en ámbitos de dirección.
163. Tipología
Los seglares que entran en contacto con nosotros y que, por los
motivos más variados, se asocian a nuestra misión educativa y
evangelizadora, presentan una realidad múltiple:
— según los ambientes donde trabajan (oratorios, centros
juveniles, escuelas y colegios, parroquias, misiones, obras
sociales),
— según los cargos que desempeñan (animadores, catequistas,
profes profesores, personal dirigente y auxiliar, entrenadores
deportivos, padres, voluntarios y otros),
— según su grado de pertenencia, compromiso, implicación y
responsabilidad en la misión.
Para facilitar la comunión y el compartir el espíritu y la
misión de san Juan Bosco, que tiene lugar en contextos y
situaciones muy distintas, el XXIV Capítulo General indica
algunos criterios sobre aspectos fundamentales para la misión
salesiana, así como los principales requisitos de las personas
que se implican o quieren implicarse en ella.
184
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
164. Criterios
Los valores humanos, sociales, culturales y religiosos necesarios
para cumplir el programa de san Juan Bosco de formar
“buenos cristianos y ciudadanos honrados”, deben vivirlos
personalmente los seglares educadores, si quieren presentarlos
a los jóvenes con credibilidad.
Tales valores son el cuadro de referencia de los criterios que se
indican a continuación:
Criterios básicos
Los principales requisitos que se piden al seglar que se acerca a
la misión salesiana, cada uno según sus posibilidades, tienden
a valorar su sensibilidad y su capacidad de inserción en ella.
Entre los rasgos más significativos sobresalen:
— la coherencia personal, de modo que sean para los jóvenes punto
de referencia educativa, sobre todo en los valores de su vida seglar;
— la actitud educativa y la sensibilidad por la condición
juvenil, especialmente de los más pobres;
— la simpatía por san Juan Bosco y su método de educación;
— la apertura a la transcendencia y el respeto de la diversidad
religiosa y cultural.
Criterios de crecimiento
La progresiva implicación y la asunción de responsabilidad
exigen el crecimiento gradual del educador seglar en las áreas
indicadas por el “criterio oratoriano”. Tales áreas se refieren a:
— la madurez humana: equilibrio afectivo, relaciones
educativas con estilo de familia, capacidad de vivir y trabajar
185
con otros, fuerte voluntad ética, sensibilidad por los valores
sociales, disponibilidad para la formación permanente; —
la competencia educativa: motivación vocacional positiva,
adecuada preparación profesional, apertura cordial a las
personas —sobre todo jóvenes—, sensibilidad pastoral, aptitudes
para el estilo de animación;
— la identidad salesiana: atención preferente a los jóvenes más
necesitados, progresivo conocimiento y práctica del Sistema
Preventivo, presencia concreta entre los jóvenes, disponibilidad
para vivir el proyecto local;
— el testimonio cristiano: voluntad de coherencia en la fe,
participación en la vida eclesial y respeto hacia los valores de
las demás religiones y culturas.
186
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
187
— el compromiso, que supone la coeducación, de ofrecer
modelos de identificación masculinos y femeninos.
Por otra parte, se siente la importancia de seguir fieles a la
opción de san Juan Bosco, claramente orientada hacia la
juventud masculina.
Capítulo General 25
37. «Cerca o lejos, yo pienso siempre en vosotros. Uno solo es mi
deseo: que seáis felices en el tiempo y en la eternidad.... Siento,
queridos míos, el peso de estar lejos de vosotros, y el no veros ni
oíros me causa una pena que no podéis imaginar... Sois el único y el
continuo pensamiento de mi mente .. Este sentimiento del corazón
paterno de Don Bosco, releído hoy por nosotros, Salesianos del
Tercer Milenio, es una llamada urgente a soñar y a proyectar
con esperanza, fieles al «criterio oratoriano» , nuestra presencia
entre los jóvenes: una presencia hecha de cercanía afectiva, de
participación, de acompañamiento, de animación, de testimonio,
de propuesta vocacional con el estilo de la asistencia salesiana.
Tras las huellas de Don Bosco, queremos responder a la
llamada de Jesús para ser, en la Iglesia de hoy, signo profético
y portadores gozosos del amor del Padre a los jóvenes. Dios
nos llama a ser una comunidad no solamente para los jóvenes,
sino con los jóvenes; «reafirmando nuestra preferencia por
la juventud pobre, abandonada y en peligro». Los jóvenes, a
quienes abrimos nuestro corazón salesiano, nos piden que
acojamos sus peticiones: quieren que abramos de par en par
con sencillez y familiaridad nuestras puertas y que salgamos
a su encuentro, que compartamos su vida caminando juntos,
que comprendamos sus valores, acojamos sus preocupaciones y
sepamos ofrecerles espacios de participación.
188
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
D. Orientaciones operativas
Hemos individualizado un conjunto de orientaciones operativas
que ayudarán a la comunidad a responder a los desafíos y a
construir una presencia salesiana según la llamada de Dios.
189
46. Presencia que acoge y construye comunión
La comunidad salesiana es una comunidad fraterna y
apostólica, inspirada en el criterio oratoriano de Don Bosco.
Con nuestra presencia animadora entre los jóvenes y los
seglares, construimos comunión y promovemos la misión que
todos deben sentir como única y común.
La comunidad replantea su presencia entre los jóvenes para que
sea directa, acogedora y, gratuita:
• organizando la vida y las estructuras de la comunidad
en torno a la presencia de los jóvenes, revisando horarios
de vida y de oración, para crear un ambiente que atraiga y
facilite el contacto directo con ellos;
• recuperando el valor de la asistencia salesiana, para
que no sólo estemos para los jóvenes sino con los jóvenes,
privilegiando las tareas propias de nuestra responsabilidad
carismática;
• haciendo visible la comunidad salesiana entre los jóvenes,
abriéndola a la acogida y a la convivencia para cuantos
desean conocer más de cerca nuestra vida;
• poniendo en marcha iniciativas adecuadas para ir al
encuentro, de modo particular, de los jóvenes marginados.
La comunidad salesiana se convierte en fermento de
comunión entre los jóvenes y los seglares:
• programando y revisando las líneas esenciales de la
acción educativa pastoral en el proyecto comunitario, para
garantizar la unidad de la acción, la convergencia de los
criterios y la armonía entre las personas;
190
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
191
47. Presencia que educa y evangeliza
En la variedad de los contextos, la comunidad salesiana se hace
anuncio profético con la propia vida y acción y hace crecer
una presencia que educa y evangeliza; crea ambientes de fuerte
carga espiritual, toma conciencia de la realidad de la pobreza y
promueve proyectos y procesos de crecimiento para los jóvenes.
En un contexto secularizado, la comunidad salesiana favorece la
creación de ambientes de fuerte carga espiritual:
• proponiendo y viviendo momentos de intensa experiencia
espiritual con los jóvenes: Eucaristía, Reconciliación, lectio divina,
oración, encuentros, retiros;
• implicando a la CEP en la programación, la ejecución y la
evaluación de los procesos de educación y de evangelización,
buscando la coherencia de vida y el compromiso por el Reino;
• prestando en la CEP una atención especial a la formación de
jóvenes empeñados en la acción civil y eclesial, para promover
una sociedad más justa y solidaria de acuerdo con la inspiración
cristiana;
• participando en momentos de encuentro del MJS y valorizando
los grupos como espacio privilegiado para realizar itinerarios de
espiritualidad y de apostolado juvenil;
• favoreciendo la participación activa de los jóvenes más
maduros, para hacerlos protagonistas de la evangelización de sus
compañeros.
En un mundo globalizado, la comunidad salesiana toma conciencia
de la realidad de la pobreza y de la injusticia y se compromete a
educar y evangelizar con metodologías apropiadas a los jóvenes
que viven tanto en contextos de pobreza como de bienestar:
192
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
193
• abriéndose a formas de educación y de evangelización que
valoren la comunicación social como nuevo espacio vital de
convocatoria y de encuentro de los jóvenes.
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195
• revalorizando los elementos de la tradición pedagógica
salesiana: vida de grupo, coloquio personal, dirección espiritual,
discernimiento vocacional;
• proponiendo, para el crecimiento vocacional del joven, algunas
experiencias espirituales típicamente salesianas: el compromiso
por la Iglesia, la oración personal, la participación asidua en los
sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, el amor a
María Auxiliadora y a Don Bosco.
Capítulo General 26
196
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
197
3. Identidad carismática y pasión apostólica
Profundizando el itinerario espiritual de Don Bosco y reviviendo
hoy su pasión apostólica, nos sentimos llamados a hacer
resplandecer la fascinación de su carisma, a mostrar su belleza,
a comunicar su fuerza de atracción. Esto nos compromete a
desarrollar un testimonio visible y creíble de nuestra vocación, un
radical seguimiento de Cristo, un fuerte sentido de pertenencia
a la Iglesia, a la Congregación y a la Familia Salesiana, una clara
percepción de nuestra identidad espiritual y pastoral. Sin una
propuesta carismática, cautivadora y comprometedora, es difícil
el proceso de identificación vocacional.
Todo salesiano está llamado a mirar al corazón de Cristo, buen
pastor y apóstol del Padre, y a ponerse en su seguimiento, tras
el ejemplo de Don Bosco, con un estilo de vida obediente, pobre
y casto. De este modo se dedica a los jóvenes con generosidad,
vive con alegría su vocación en la comunidad y encuentra así el
camino de la santidad.
Don Bosco, que entrega las Constituciones a Don Juan Cagliero,
antes de partir para la Patagonia, nos indica el modo para construir
hoy la “copia en limpio” de la Congregación: ser fieles a él a través
de la observancia convencida de nuestra Regla de vida. Y la cruz
que se nos entrega en la profesión perpetua, con las imágenes que
lleva impresas, nos invita a consumir la vida con los jóvenes y para
los jóvenes hasta el último aliento, asumiendo la invitación de
Don Bosco a todo salesiano: trata de hacerte amar.
198
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
199
de felicidad en el tiempo y en la eternidad. Nuestro “objetivo
fundamental está, pues, en proponer a todos vivir la existencia
humana como la ha vivido Jesús. (…) Central debe ser el anuncio
de Jesucristo y de su Evangelio, juntamente con la llamada a la
conversión, a la acogida de la fe y a la inserción en la Iglesia; de
aquí nacen luego los caminos de fe y de catequesis, la vida litúrgica,
el testimonio de la caridad activa” (Benedicto XVI, Carta a don
Pascual Chávez Villanueva, Rector Mayor de los Salesianos, con
ocasión del Capítulo General XXVI, 1 de marzo de 2008, n. 4).
Por medio de la Iglesia, el Señor Jesús nos llama a realizar
una nueva evangelización: “nueva en su ardor, en sus métodos
y en sus expresiones” (Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea
del CELAM, 9 de marzo de 1983). Esto nos compromete a
preparar, con creatividad y audacia, itinerarios diversificados
para llevar a los jóvenes al encuentro personal con Cristo, de
modo que maduren la voluntad de seguirlo y se hagan apóstoles
del Evangelio, constructores de un mundo nuevo. Esta tensión
es el alma de toda intervención educativa nuestra; nosotros la
debemos comunicar también a los seglares, implicándolos cada
vez más en tareas pastorales.
200
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
201
por algunas oportunidades, como el diálogo ecuménico,
interreligioso e intercultural, la nueva sensibilidad por la paz,
por la tutela de los derechos humanos y por la salvaguardia de
la creación, tantas expresiones de solidaridad y de voluntariado
que cada vez más se difunden en el mundo.
Estos elementos, reconocidos por las Exhortaciones apostólicas
después de los Sínodos continentales, constituyen desafíos
para toda la Iglesia y nos comprometen a encontrar nuevos
caminos para comunicar el Evangelio de Jesucristo respetando
y valorizando las culturas locales. De aquí la exigencia de que
toda región e Inspectoría se esfuerce por individuar las formas
más idóneas para realizar la misión común en la especificidad
de los contextos.
202
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203
la propuesta a los jóvenes de la vocación consagrada salesiana
forma parte de la fidelidad a Dios por el don recibido. A esto
nos impulsa el deseo de compartir la alegría de seguir al Señor
Jesús, permaneciendo con Don Bosco, para dar esperanza a
tantos otros jóvenes del mundo entero.
La promoción de las vocaciones consagradas exige algunas
opciones fundamentales: la oración constante, el anuncio
explícito, la propuesta valiente, el discernimiento diligente,
el acompañamiento personalizado. La oración debe ser
compromiso cotidiano de las comunidades y debe implicar a
jóvenes, familias, seglares, grupos de la Familia Salesiana. El
anuncio pide valorizar las múltiples ocasiones vocacionales
que se presentan a lo largo del año litúrgico. La propuesta y el
discernimiento requieren aquella cercanía cordial que suscita
confianza y permiten intuir las señales de vocación que un
joven puede manifestar. El acompañamiento exige ayudar a los
jóvenes a intensificar la vida espiritual, a experimentar formas
adecuadas de apostolado, a vivir la experiencia de comunidad, a
conocer la Congregación, a verificar las motivaciones y a activar
las dinámicas que llevan a una decisión.
Reconocemos la exigencia de que toda Inspectoría tenga
comunidades vocacionales o aspirantados que acojan a los jóvenes
interesados en confrontarse con la vida consagrada salesiana. En
la animación vocacional debe ser valorizada, con modalidades
diversas, la aportación indispensable de las familias.
204
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
205
de la guerra y de los fanatismos religiosos, a niños soldado,
a muchachos de la calle, a disminuidos físicos y psíquicos, a
jóvenes en peligro. Quedamos impresionados por algunos
lugares de marginación en los que los jóvenes viven, como
las periferias de las ciudades y los barrios de chabolas, y por
algunas situaciones de marginación como las de los refugiados,
de los indígenas, de los gitanos y de otras minorías étnicas.
Reconocemos también las esperanzas de los jóvenes espiritual
y culturalmente pobres, que solicitan nuestro compromiso:
jóvenes que han perdido el sentido de la vida, carentes de afecto
a causa de la inestabilidad de la familia, desilusionados y vacíos
por la mentalidad consumista, indiferentes religiosamente,
desmotivados por el permisivismo, por el relativismo ético, por
la difundida cultura de muerte.
Don Bosco se sintió mandado por Dios a responder al grito
de los jóvenes pobres e intuyó que, si era importante dar
respuestas inmediatas a sus malestares, todavía lo era más
prevenir las causas. Siguiendo su ejemplo, queremos ir a su
encuentro, convencidos de que el modo más eficaz para
responder a sus pobrezas es precisamente la acción preventiva.
Por esto, reconocemos la necesidad de profundizar su sistema
educativo para explicitar las funciones en orden a la superación
del malestar y de la marginación juveniles: educación ética,
promoción de la dignidad de la persona, compromiso socio-
político, ejercicio de la ciudadanía activa, defensa de los derechos
de los menores, lucha contra la injusticia y construcción de la
paz. Reconociendo que en los jóvenes pobres se encuentran
apertura y disponibilidad para el Evangelio, les anunciamos
con valor a Jesucristo y les proponemos caminos de fe.
206
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
207
la interdependencia entre los pueblos, el destino de Europa
implica al mundo entero y llega a ser preocupación de la Iglesia
universal. Se abre así una nueva frontera respecto del pasado;
para nosotros Salesianos es una invitación cada vez mayor a
“dedicar una creciente atención a la educación de los jóvenes
en la fe” (Ecclesia in Europa, n. 61).
208
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
Capítulo General 27
52. Los jóvenes son “nuestra zarza ardiendo” (cfr. Ex 3, 2 ss.,
EG 169) a través de la cual Dios nos habla. Es un misterio
que respetar, aceptar, del que discernir las características más
profundas, ante el cual hay que quitarse las sandalias para
contemplar la revelación de Dios en la historia de todos y de
cada uno. Esta fuerte experiencia de Dios nos permite responder
al grito de los jóvenes (EG 187-193, 211).
53. Reconocemos que la unión con Dios se vive entre los jóvenes:
“Creemos que Dios nos está esperando en los jóvenes para
ofrecernos la gracia del encuentro con él, y para prepararnos
a servirlo en ellos, reconociendo su dignidad y educándolos
en la plenitud de la vida” (CG23, 95). La misión se desarrolla
auténticamente cuando la aceptamos como proveniente de
Dios, y cuando encontramos en Él, sostén para nuestro servicio.
54. Somos conscientes de que la fuerza y la coparticipación en
las motivaciones de la fe, y la búsqueda diaria de la unión con
Dios enriquecen la reflexión pastoral, proporcionan creatividad al
anuncio del Evangelio, nos impulsan a entregar nuestra vida a los
jóvenes. Se realiza de este modo, el doble movimiento propio de
sistema preventivo: en la escuela del amor de Dios que nos precede
amándonos (cfr. 1 Jn 4,10.19) también a través de los jóvenes, nos
hacemos capaces de un “amor preventivo” (Const 15).
55. Queremos ser una Congregación de pobres para los pobres.
Como Don Bosco, creemos que esta es nuestra forma de vivir
radicalmente el Evangelio, para estar más disponibles y prestos
para reconocer las necesidades de los jóvenes, realizando en
nuestras vidas un verdadero éxodo hacia los más necesitados.
Los inmigrantes, los refugiados y los jóvenes en paro son un
desafío para nosotros salesianos en todas partes del mundo;
209
nos invitan a encontrar formas de colaboración y nos urgen a
que demos respuestas concretas, y a tener una mentalidad más
abierta, solidaria y valiente. (cfr.EG 210)
56. El genericismo pastoral no expresa el carisma salesiano y es
el resultado de una planificación inadecuada (Cfr. ACG 334). Se
debe a la poca aceptación de los anhelos más profundos de los
jóvenes, a la falta de valoración de las orientaciones del magisterio
salesiano y a la poca observancia de las Constituciones.
57. Nuestra actividad educativa pastoral está en sintonía con la
Iglesia local y colabora con las instituciones del territorio, para
un servicio más incisivo y cualificado a favor de los jóvenes y
de los ambientes populares. La pastoral juvenil y la propuesta
pedagógica salesiana no son propiedad nuestra reservada o de
uso exclusivo dentro de la Congregación, sino que son un don
precioso para la Iglesia y para la transformación del mundo.
58. El Sistema Preventivo, para nosotros salesianos, es una
metodología pedagógica, una propuesta de evangelización
juvenil, una profunda experiencia espiritual. Hay que empeñarse
más en renovar su comprensión y práctica en las mutantes
condiciones de hoy. Quisiéramos aclarar particularmente que
es una “espiritualidad para ser vivida”; la fecundidad de nuestro
trabajo es fruto de una intensa vida espiritual vivida con los
jóvenes (Const 20), y para su salvación.
59. La asistencia salesiana es un aspecto fundamental de
nuestra espiritualidad. Estar con los jóvenes y acercarse a ellos,
ganar su confianza y acompañarlos en su asentimiento de fe,
nos permitirá encontrar a Dios y escucharlo, para entregarles
todas nuestras fuerzas “hasta el último aliento” (MBe XVIII,
229) y dar testimonio del don de nuestra vida, de acuerdo a la
lógica de la cruz. Viviendo de esta manera, participamos en el
210
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Ratio FormationiS
211
peligro» . El servicio que les brinda da unidad a toda su vida:
«Basta que seáis jóvenes para que os ame con todo mi corazón» ,
«Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo,
por vosotros estoy dispuesto incluso a dar mi vida» .
La predilección de Don Bosco y de todo salesiano por los jóvenes
y la donación de sí mismo a ellos son fruto de la caridad pastoral,
es decir, de una «especial comunión de amor con Cristo» , y no
sólo fruto de la preocupación de educador o de la generosidad
de un corazón sensible a sus necesidades.
La caridad pastoral, el amor por Cristo contemplado como
Buen Pastor y por los jóvenes, se convierte para el salesiano en
proyecto de vida, camino de santidad, expresión de la alianza
con Dios y de la voluntad de configurarse con Cristo. A través
de los jóvenes el Señor entra en la vida del salesiano y allí ocupa
el lugar principal; y el ansia de Cristo redentor encuentra eco
en el lema “da mihi animas, coetera tolle», que constituye el
punto unificador de toda su existencia.
31. La caridad pastoral asume en Don Bosco una ulterior
determinación como caridad educativa. Esta se expresa en un amor
concreto, personalizado, que implica y busca la salvación integral
de los jóvenes; a algunos les ofrece el pan, a otros una competencia
profesional y formación cultural; a todos les traza un camino
que los abre a la verdad, los impulsa a construirse una libertad
responsable, y los conduce al encuentro con Jesús resucitado.
Obrando según el criterio oratoriano, el salesiano responde a
las necesidades de los jóvenes dando origen a una vasta gama
de actividades y obras, cada una de las cuales es “casa, escuela,
parroquia y patio” . Su impulso generoso e innovador en nombre
del evangelio es su manera de ser Iglesia y se traduce en proyectos
juveniles significativos tanto para la Iglesia como para la sociedad.
212
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
213
del salesiano cualidades humanas, preparación cultural,
competencia profesional y profundidad espiritual.
La misión salesiana se inspira en el Sistema Preventivo y se
realiza en la Pastoral Juvenil Salesiana. Sobre la base de estos
dos elementos – Sistema Preventivo y Pastoral Juvenil Salesiana
– se articula la dimensión educativo-pastoral de la formación .
214
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
215
La formación y la realización de la misión implican la asunción
de los elementos que definen la Pastoral Juvenil Salesiana:
- la opción determinante de los jóvenes, especialmente de los
más pobres, que inspira todo el modo de pensar y de actuar;
- el proceso unitario de educación y de evangelización juvenil,
que mira a la salvación integral de los jóvenes en la realidad
humana y en la vocación de los hijos de Dios (“honrados
ciudadanos y buenos cristianos”), y se articula en cuatro
dimensiones características: la dimensión educativo-cultural,
la dimensión de la evangelización y la catequesis, la dimensión
de la experiencia asociativa y la dimensión vocacional ;
- el estilo específico de la animación y el criterio oratoriano
aplicado en las diversas obras y servicios;
- el proceso vivido en la Comunidad Educativo-pastoral (CEP) de
la cual la comunidad salesiana es el núcleo animador, promoviendo
la corresponsabilidad de todos en el respeto y en la integración de
los diversos roles y en la atención al propio rol específico;
- la Pastoral Juvenil realizada según un Proyecto (Proyecto
Educativo-pastoral Salesiano [PEPS]), que es el modo concreto
en el que la comunidad educativa entiende vivir el carisma de
Don Bosco, encarnándolo en la propia realidad social y eclesial
y eligiendo adecuadas prioridades, objetivos, estrategias e
intervenciones, formas de participación y de evaluación.
216
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
217
Esto significa:
- partir de una visión de fe: la vida es un don en el que Dios se
hace presente;
- orientar positivamente todo el proceso educativo de los
jóvenes hacia el encuentro con Cristo y su Evangelio;
- promover el desarrollo humano de la persona y la promoción
social del ambiente;
- hacer de modo que los valores evangélicos y los dinamismos
cristianos animen el proceso de maduración de los jóvenes
(formación a la libertad responsable, formación de la conciencia,
formación de la dimensión social);
- promover una fe operativa que se inserte en el crecimiento de
la persona y de su cultura como para formar en ella una síntesis
vital entre fe y cultura.
218
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
219
En consecuencia se requiere:
- una mentalidad de proyecto, que se expresa en el Proyecto
educativo-pastoral salesiano (PEPS);
- la idoneidad para trabajar según las diversas dimensiones del
Proyecto educativo-pastoral salesiano (PEPS);
- la capacidad para organizar la animación pastoral, de modo
que se promueva la comunicación, la coordinación y el trabajo
en equipo .
220
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222
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223
- hacer experiencia personal de la misión salesiana en las
diversas obras y actividades, abrirse a los horizontes de la
Familia salesiana y del Movimiento Salesiano y progresar en el
sentido de corresponsabilidad en el trabajo según las exigencias
de la “pastoral orgánica” y del trabajo en equipo.
199. La interacción entre teoría y praxis es un elemento
metodológico constante del itinerario formativo. Por una parte,
es importante que la praxis tenga una finalidad formativa, es
decir, sea pensada, realizada y evaluada según la intención
formativa que se propone. Por otra parte, la reflexión sobre el
conjunto de los principios y de las ideas debe incidir sobre la
visión y sobre la experiencia de la persona, sobre la mentalidad
y sobre sus criterios de acción, sobre las motivaciones que
sostienen sin proyecto de vida y su aproximación a la realidad.
Para asegurar las cualidades formativas de las actividades
pastorales hay que asegurar algunas condiciones:
- que las actividades formen parte del Proyecto inspectorial
de formación, que especifica las responsabilidades y las
actividades educativo-pastorales para las diversas fases según
un itinerario diversificado y gradual. Hay que desaconsejar,
por tanto, actividades individuales o demasiado autónomas;
- que estén en relación con la misión salesiana y se desarrollen
ordinariamente en obras salesianas y en ambientes juveniles,
donde se puede aprender a trabajar con mentalidad de
proyecto, a vivir la unidad orgánica de la Pastoral Juvenil
Salesiana, a trabajar en comunidad y con los laicos, a ser
animador;
- que tengan un carácter formativo; que sean apropiadas a la
edad, a la madurez y a la necesidad formativa del salesiano
224
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
225
el proyecto educativo-pastoral inspectorial y el proyecto
inspectorial de formación.
El itinerario presente propuestas graduales y progresivas,
con objetivos formativos precisos, en los diversos sectores de
la Pastoral Juvenil Salesiana. La Comisión inspectorial de
formación verifique periódicamente este itinerario, en diálogo
con el Equipo de pastoral juvenil.
203. El itinerario puede prever actividades educativo-
pastorales ordinarias, que generalmente se desarrollan con
frecuencia semanal, y otras actividades que tienen un carácter
extraordinario por el tiempo que se les dedica y por el contexto
y las condiciones en que se desarrollan.
Se indiquen los objetivos, los métodos, las estrategias, las
modalidades de acompañamiento, de tales actividades . Se
realicen evaluaciones de modo sistemático a nivel personal y
comunitario.
226
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Rectores Mayores
229
honrado y un buen ciudadano; por consiguiente, tampoco
niega la validez del trabajo que puedan prestar personas no
investidas del carácter i sacerdotal. El mismo Don Bosco quiso
asociar a su obra social y educativa a muchos laicos militantes,
como miembros de su Sociedad religiosa —los «Coadjutores»—,
e incluso fuera de ella —los «Cooperadores»—. Pero él, en
concreto, pensaba que toda esta acción debía tener como
función y finalidad la redención sobrenatural cristiana, con
un significado claramente escatológico. Por ello echaba mano,
necesariamente, de los medios de la Gracia, los Sacramentos, y
de quienes, por su consagración, podía ser sus ministros».
Hoy, pues, una genuina reactivación del Sistema Preventivo nos
interpela acerca del tema del «Sacerdocio» de la Nueva Alianza,
considerado a la luz de la doctrina conciliar. El Vaticano II
ha recuperado el significado central del sacerdocio regio de
los fíeles, y así ha puesto más en claro la función de servicio
y de animación que corresponde al sacerdocio ministerial: El
Obispo con los presbíteros han sido consagrados para la vida
sacerdotal de toda la comunidad. El Sistema Preventivo está
impregnado de hálito sacerdotal.
Consiguientemente, se abre un amplio horizonte para releer en
profundidad cuanto incluso el CG 21, por explícita invitación
del recordado Pablo VI, nos ha llamado a reconsiderar, en
profundidad, particularmente el carácter sacerdotal del
Director. Pero la problemática es bastante más amplia y
comprometedora: Su estudio y profundización nos debería
explicar, en definitiva, por qué para todos los implicados en el
trabajo salesiano la misión salesiana en la Iglesia es, con toda
verdad, una auténtica «pastoral».
230
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231
4.2 Evangelizar «educando»
Consideremos, ante todo, la primera parte de la afirmación
capitular.
La preocupación pastoral de Don Bosco se caracteriza, y con
seriedad coherente, por una opción de la educación como
campo y modalidad de su actividad pastoral.
Por esta razón el Sistema Preventivo se apoya en el hecho
concreto de la compenetración existencial que se da entre
«evangelización» y «educación», precisamente en la línea que
nos indica la exhortación apostólica «Evangelii Nuntiandi».
Nuestro CGE había hablado de «promoción integral cristiana»
y de «educación liberadora cristiana». A Don Bosco, en su día, le
gustaba resumir su programa de vida propuesto a los jóvenes en
fórmulas sencillas pero densas. Él habla de “buenos cristianos y
honrados ciudadanos”; mira por la “salud, sabiduría y santidad”
de sus muchachos, y propone un estilo de vida que incluye
“alegría, estudio y piedad”».
De esta suerte su pastoral nunca se reduce a la sola catequesis o a
la sola liturgia, sino que abarca todos los compromisos concretos
pedagógico-culturales de la «condición juvenil». Se coloca dentro
del proceso de humanización, sin duda con sentido crítico le sus
deficiencias, pero también con una visión globalmente optimista
de su maduración humana, convencido de que el Evangelio
debe precisamente ser sembrado ahí para llevar a los jóvenes a
comprometerse en la historia con generosidad. Su pastoral, pues,
tiende a ser verdaderamente útil a la construcción de la nueva
Sociedad; tanto es así que Don Bosco pudo presentar, a algún
político que no aceptaba una visión de fe, su «Sistema» como un
auténtico compromiso de promoción humana.
232
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
233
base empapa la conciencia del Salesiano de tal modo que todas
sus actividades, sean cuales sean, adquieren una intencionalidad
evangélica.” ¡El Sistema Preventivo —decía Don Bosco — (es) la
caridad!», “el santo temor de Dios infundido en los corazones”.
Esta tensión interior — personal y comunitaria — se cuida y se
alimenta hasta llegar a las cumbres de la santidad. No hacerlo
puede reducir la fórmula «evangelizar educando» a un engaño
que vacía el compromiso de evangelización, reduciéndolo a una
simple tarea de promoción humana.
Con muy buena razón Don Bosco escogió como lema orientador
de la conciencia salesiana, y como estímulo para su misión, el «da
mihi animas».
— La solicitud positiva por los valores y las instituciones
culturales.
La intencionalidad evangelizadora lleva al Salesiano — como
persona y como comunidad — a estimar y a asumir el compromiso
educativo en sus valores humanos, profundizando y desarrollando
su naturaleza específica, que está dotada de una consistencia y
finalidad propias, si bien reconoce que la justa autonomía que
les corresponde en el orden del análisis y del estudio no lleva
consigo una independencia real en el orden práctico del arte de
la educación.
Se da, en efecto, una importantísima distinción, que hay que
mantener, entre las realidades naturales consideradas analítica,
I parcialmente en su autonomía formal, y las mismas realidades
Consideradas global y armónicamente en cuanto se refieren al
‘hombre que vive en la historia y recapituladas en Cristo.
De todos modos, el hecho de que los valores y las instituciones
culturales y las ciencias antropológicas tengan una consistencia
234
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
235
y de la sociedad, «la hermosura de la Religión», tratando día
a día de prevenir o de sanar el doloroso drama de la ruptura
entre Evangelio y cultura: «Únicamente la religión — decía — es
capaz de iniciar y de llevar a buen término la gran obra de una
verdadera educación».
— Sentido realista de la graduación.
«Imitando la paciencia de Dios, acogemos a los jóvenes tal
como se encuentran en el desarrollo de su libertad y de su
fe (...). Multiplicamos nuestros esfuerzos para iluminarlos y
estimularlos, respetando el delicado proceso de la fe. Nuestra
acción educadora tiende a que, progresivamente, se hagan
responsables de su propia educación».
Es un proceso pedagógico que tiene en cuenta todos los
dinamismos humanos, y crea en los muchachos y en los jóvenes
las condiciones de aceptación por medio de una respuesta libre.
Así pues, esta primera afirmación del slogan capitular —
«evangelizar educando» — lleva consigo unas exigencias concretas
para la reactivación del Sistema Preventivo: Exige que nosotros
seamos verdaderos animadores evangelizados como individuos
y como comunidad, y que consideremos el campo de la cultura
con sus valores, sus instituciones y sus ciencias como el ambiente
y el punto de destino de nuestra misión pastoral.
236
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
237
Las opciones más fuertes de esta segunda parte del slogan son:
— Presencia clara del fin último.
La pedagogía de Don Bosco presenta, con insistencia explícita,
la verdadera finalidad religiosa de la vida. El fin último es la
gran fuerza impulsora del proceso educativo, muy claro en su
formulación y con una presencia que opera constantemente. «La
única finalidad del Oratorio es salvar almas». «Este es no sólo el
motivo principal, sino el único, para el que vine aquí”. Nos es muy
conocida la fuerte convicción que tenía Don Bosco de que sin
«religión» —en el sentido pleno que él daba a esta palabra— no
resulta correcta ni integral la promoción humana.
Ahora bien, en el orden práctico del arte —y el Sistema Preventivo
es un «arte»— los fines desempeñan la misma función que, en el
orden especulativo, tienen los principios. De ahí que el olvido de
los objetivos en la educación —o una visón errónea o incompleta—
es causa de desvío, de unilateralidad, de incompetencia. Y es éste
precisamente uno de los peligros más graves y más frecuentes
de nuestro tiempo. La civilización actual, efectivamente, tan
avanzada tecnológicamente, se ve acusada por los pensadores —
incluso no creyentes— de decadente, porque se centra más en
los medios que en los fines. Por consiguiente, y para desgracia
nuestra, está peligrosamente desviada por lo que respecta al
crecimiento humano de la persona y de la sociedad.
Don Bosco quiso formular y tener presente, con absoluta
objetividad, el fin supremo de la existencia, y quiso introducir, de
un modo positivo, en el proceso de la educación, su luz religiosa
y sus fuerzas dinámicas.
— Un proceso educativo positivamente orientado hacia Cristo.
Si la praxis educativa salesiana nace y se alimenta de la caridad
238
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
239
De este modo aparece, también aquí, la «santidad» como la
expresión de plenitud del «Sistema». Si la motivación de la
caridad pastoral hizo de Don Bosco el «Santo Educador», di
modo análogo la orientación hacia Cristo del proyecto educativo
salesiano hizo de Domingo Savio el «Alumno Santo».
En la Iglesia y ante el mundo, el Sistema Preventivo es la verdadera
pedagogía de la santidad: del pastor que se sumerge en la cultura
para educar, y del alumno que emerge de la promoción humana
impregnado de Evangelio. ¡La santidad es parte real e ineludible
de nuestra historia!
Conviene tomar buena nota: Don Bosco y Domingo Savio no
son santos que se han movido dentro del campo de la educación,
sino que son santos precisamente porque se comprometieron
en este «sistema» educativo. Su santidad puede ser considerada,
pues, como una especie de lección de pedagogía integral
sugerida por el Espíritu Santo. El ambiente de Valdocco, en la
época de Domingo Savio, nos conduce, de algún modo, «no sólo
al umbral de la experiencia mística, sino que nos introduce
totalmente en ella; nos lleva a un clima pentecostal, a una
experiencia colectiva del Espíritu Santo. El espíritu de familia
que Don Bosco instaura es una consanguinidad espiritual. El
educador trasmite la vida adquirida en la unión con Dios, a
través de la vida de gracia en la Iglesia.
La originalidad y la audaz propuesta de la santidad juvenil es
intrínseca a la acción educadora de Don Bosco. Su gran secreto
fue, no sólo el de no frustrar las aspiraciones profundas de un
espíritu juvenil —necesidad de vida, de expansión, de alegría, de
libertad, de futuro, etc—, sino el de haber llevado gradualmente
y con realismo a los jóvenes mismos a experimentar que sólo
en la «vida de gracia», esto es, en la amistad con Cristo, fuente
240
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
241
«Educar evangelizando» significa «alcanzar y, en cierto modo,
desbaratar, mediante la fuerza del Evangelio, los criterios de
juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas
de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de
la humanidad que se oponen a la Palabra de Dios y al designio
de la salvación».
El sentido propio de la educación y de una verdadera actividad
cultural es el de liberar al joven, de hacerlo consciente di sus propios
derechos y deberes, partícipe y conocedor de las vicisitudes de su
época, capaz de autodeterminación y de colaboración. Educando
de este modo se produce cultura, se la descubre y se la enriquece,
no sólo introduciendo, en el circuito de las ideas, nuevos impulsos
y nueva linfa, sino, sobre todo, aportando a la sociedad personas
valientes, capaces de reflexión crítica y de una vida sana. «Ten (la)
valentía de tu fe y de tus convicciones» — decía Don Bosco—.” No
temas: Dios está con la Iglesia todos los días hasta el final de los
tiempos: Son los malos quienes han de temblar ante los buenos, y
no los buenos ante los perversos».
La idea de una conducta recta es muy importante en la pedagogía
de Don Bosco, quien siempre insistió, con inteligencia y fuerza
persuasiva, sobre el «sentido del deber», sobre la disciplina» de
vida y sobre el «espíritu de sacrificio».
La presentación del significado de la libertad y de los propios
derechos se la puede considerar, de acuerdo con el Evangelio,
sólo en el caso de que vaya acompañada, con claridad y con
insistencia, del conocimiento y de la práctica tanto del espíritu
de sacrificio como del cumplimiento de los propios deberes: ¡En
el centro del Cristianismo está Jesús crucificado!
Incluso un gran político moderno, que ha dado testimonio con
su vida de la grandeza de los valores democráticos, Aldo Moro,
242
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
243
5. El estilo salesiano
Permitidme aún, como conclusión, algunas observaciones.
La renovación del Sistema Preventivo va unida, en nuestra
tradición viva, a la práctica de algunas modalidades de convivencia
y de comunión que parecen sencillas en su formulación, pero
que están cargadas de posibilidades educadoras.
Su conjunto constituye aquel característico «estilo salesiano» que
proporciona el clima y la fisonomía propios de nuestras obras.
Hacemos aquí elenco de las principales modalidades, p.in
indicar algunos puntos concretos de nuestra praxis que
tienen más necesidad de una mejor valoración y que debemos
descubrir di nuevo.
5.1. Modalidades típicas.
Entre los aspectos más significativos de la actuación del
Sistema Preventivo, enumeramos los siguientes:
— La asistencia.
Hay que saber interpretarla de nuevo, teniendo en cuenta la
«condición juvenil» actual, y de acuerdo con la modalidad
pedagógica que exige tal condición. Nuestra presencia entre
los jóvenes, animando su actividad en un clima de convivencia
y de familiaridad apostólica, ofreciendo elementos de
maduración, constituye el elemento esencial de la asistencia.
Deberemos, tal vez, superar la costumbre de verla como un
recurso disciplinar, y deberemos igualmente promocionarla
de nuevo, siguiendo el modelo «oratoriano».
Para asimilar más fácilmente una asistencia de este tipo, será
preciso analizar mejor el delicado concepto de “preventivo”.
244
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
245
tiempo, lleva consigo el riesgo de desidentificación, en el caso
di que asumamos con seriedad, con método y con entusiasmo
la tarea de animadores que nos corresponde. La comunidad
educativa es, ante todo, la comunidad de los jóvenes animada por
los educadores. Hablar de comunidad de jóvenes quiere decir
haber creado, entre ellos y con ellos, relaciones de comunicación
y de amistad, haber puesto ante sus ojos objetivos comunes,
haberles dado participación, y considerarlos protagonistas de
su proceso de educación, y no sólo destinatarios de nuestra
prestación profesional o apostólica.
— Los grupos y los movimientos juveniles.
La experiencia de comunidad abre un mundo insospechado de
posibilidades y de valores. No debe maravillarnos que nuestro
Padre, por su aguda intuición y por su sabia experiencia,
llegara a conclusiones fundamentales y definitivas. El CG
se ha dado cuenta de este aspecto, sobre todo de un doble
fenómeno: El hundimiento del asociacionismo tradicional,
y la falta de una experiencia que pudiera sustituirlo, y que,
animada convenientemente, asumiese las características de
la espiritualidad salesiana. Evidentemente no se trata aquí
de exhortar a la fundación de un movimiento que manifieste
el poder de convocatoria en ocasiones particulares. Se trata
más bien de ofrecer a los jóvenes una intensa experiencia de
comunidad de fe y de trabajo por los demás, con suficiente
apoyo doctrinal y con una organización que asegure la
maduración y la continuidad.
5.2 Urge el espíritu de inventiva
El estilo salesiano no es algo hecho de una vez para siempre;
es más bien una tarea de sana creatividad, particularmente en
este momento de transición cultural.
246
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
247
mucha atención a los signos de los tiempos. Que esta síntesis
llegue a comprometer no sólo a algunos mejor preparados, o
a los dirigentes, o a aquellos que naturalmente se interesan
por el tema, sino que llegue a comprometer a cada uno de
los hermanos y a cada comunidad, es una de las obligaciones
señaladas en el programa de este sexenio. Nos corresponderá,
pues, refrescar lo que ya sabemos, pero que tal vez debemos
contemplar y admirar de nuevo, recuperar cuanto habíamos
descuidado, descubrir dimensiones surgidas del progreso de
la reflexión, llegar a síntesis más ricas y completas que nos
orienten en nuestro trabajo de evangelización y en la búsqueda
de unidad para nuestra vida de religiosos-apóstoles.
Se hace una llamada, en este sentido, a todos los niveles de
responsabilidad. «El Inspector, las Conferencias Inspectoríales
y el Regional promuevan reuniones, días o semanas de estudio,
debates, intercambios de experiencias educativas y pastoral
eventualmente abiertas también a educadores y maestros
que no sean de la Familia Salesiana, con el fin de favorecer el
conocimiento profundo y reactualizado del Sistema Preventivo
de Don Bosco, teniendo muy en cuenta la condición juvenil y
popular del propio ambiente, y de las aportaciones válidas de
las ciencia pedagógicas y antropológicas de hoy».
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
249
Juan Pablo II nos recuerda que san Juan Bosco supo lograr «una
síntesis entre actividad evangelizadora y quehacer educador»;
su preocupación evangelizadora —escribe— «abarca todo el
dilatado campo de la condición juvenil; se coloca, pues, dentro
del proceso de formación humana.
Creo que todos tenemos claro que las activida¬des educativas
propiamente culturales (ciencias, profesionalidad, teatro,
música, deporte, disciplina, etcétera) pertenecen, por su
propia naturaleza, al nivel de la maduración humana; de sí
no son evangelización: las cultivan también los no cristianos.
Lo que las eleva de significado, sin cambiar su naturaleza,
es la síntesis vital a que las incorpo¬ra el evangelizador que
educa, quien las ordena existencialmente para el objetivo
cristiano de la formación completa que guía al joven hacia
la plenitud pascual. «El educador —nos dijo el Pa¬pa— debe
tener percepción clara del fin último, ya que en el arte de la
educación los objetivos desempeñan un papel determinante».
En mi circular, ya citada, de nuestro proyecto educativo hacía
observar que en el sistema preventivo cabe distinguir dos
niveles o aspectos diversos, profundamente unidos entre sí: el
principio inspirador (= tensión pastoral del evangeli¬zador, su
hacer parroquia según las modalidades concretas del artículo
40 de las Constituciones) y el criterio metodológico, que guía las
modalidades concretas de su acción (=el método pedagógico de
casa, escuela y patio). «Entre tensión pastoral y método pedagógico
se puede percibir una delicada distinción, útil para la reflexión y
ahondamiento de aspectos sectoriales; pero sería ilusorio y peligroso
olvidar la relación íntima que los une tan radicalmente entre sí, que
es imposible separarlos. Querer disociar método pedagógico de Don
Bosco y su alma pastoral sería destruir uno y otra».
250
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
251
en la catequesis, la liturgia y la religión, descuida las oportunas
dimensiones pedagógicas porque le falta experiencia en las
ciencias y técnicas de la educación y, por tanto, es incapaz de
responder a las interpelaciones culturales? Desgraciadamente,
el peligro de la diso¬ciación entre tarea cultural y quehacer
pastoral —incluso entre nosotros mismos— no es imaginario.
Educar y evangelizar son dos acciones en sí diferentes, que
pueden desconectarse mutuamente; pero la unidad de la
persona del joven pide que no se separen. Tampoco basta la
simple yuxtaposición, corno si fuera normal que se ignoraran
recíprocamente.
Vale la pena detenerse aquí un poco para hacer alguna aclaración
sobre la distinción específica de ambos polos. Ciertamente, el
objetivo de la acción educadora se distingue, en sí mismo, del de
la actividad evangelizadora; cada una tiene su propia finalidad
con caminos y contenidos peculiares. Hemos de saberlas
distinguir, no para separarlas, sino para unirlas armónicamente
en una complementariedad de praxis orgánica.
— La educación, en sí misma y en cuanto actividad educadora, se
sitúa en el ámbito de la cultura y forma parte de las realidades
terrenas; se refiere al proceso de asimilación de un conjunto de
valores humanos en evolución, con una meta específica propia. En
tal sentido, podemos hablar incluso de una laicidad propia, dados
sus contenidos creaturales universalmente compartibles con todos
los hombres de buena voluntad. Recordemos, en este aspecto, lo que
en su día meditamos en la circular sobre la nueva evangelización
con referencia a la necesidad de conocer y profundizar hoy la
teología de la creación.
La actividad educadora tiene una legitimación intrínseca propia,
que no se ha de instrumentalizar ni manipular. Su finalidad
252
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
253
pertenece al orden de aquellos acontecimientos de salvación que
provienen de la presencia de Dios en la historia y se dedica a
hacerlos conocer, a comunicarlos y hacerlos vivir en la liturgia
y en el testimonio. No se identifica simplemente con una
normativa ética, porque es revelación transcendente; no parte de
la naturaleza o de la cultura, sino de Dios y de su Cristo.
Aunque supera el ámbito de las realidades terre¬nas, tiende
objetivamente a encarnarse en las personas y en las culturas.
Es una actividad propia del orden de la encarnación; se apoya
en la presencia del Espíritu Santo; lleva consigo algo que supera
lo humano; en una palabra, se refiere al misterio del Verbo
hecho hombre, consciente de que, en dicho misterio, Cristo no
se presentó como alternativa, sino como asunción, promoción
y salvación de toda la realidad humana. Conviene advertir,
además, que el punto de referencia última de la evangelización
no lo constituye un conjunto de valores, sino una persona viva:
Cristo, alfa y omega del universo.
El objetivo de la acción evangelizadora no es simplemente una
instrucción religiosa sobre determinadas verdades cristianas;
consiste propiamente en la formación del creyente, o sea, de
una persona que vive de fe en Cristo y se compromete con él
en los aspectos duros y fatigosos de la vida. Así, la actividad
evangelizadora no es únicamente anuncio, sino que implica
igualmente testimonio, entrega —también aquí paterna
y materna— y servicio gradual y adaptado, que requiere
sensibilidad educativa, cuyas raíces se hallen en una perspectiva
antropológica; por tanto, una acción en sí misma abierta y dirigida
a la educación. De ese modo, la Iglesia, experta en humanidad,
se hace también experta en educación, porque en ella todo se
ordena al crecimiento del hombre.
254
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255
colocara al margen de lo que es cultura sería una fe que no refleja
la plenitud de lo que manifiesta y revela la palabra de Dios, una fe
decapitada; peor todavía, una fe en proceso de autoaniquilación».
Cuando el XXIII Capítulo General habla de educar a los
jóvenes en la fe, ciertamente no pretende promover una
forma antropocéntrica de educación. La expresión capitular
«educar en la fe» significa propiamente educar evangelizando.
Aquí el verbo ‘educar’ no es autónomo; su significado está
plenamente relacionado con la palabra ‘fe’. Si el verbo ‘educar’
fuera autónomo, indicaría sólo una tarea de nivel cultural; en
cambio, la expresión del Capítulo quiere señalar una tarea
de nivel pastoral. No significa, pues, lo mismo decir ‘educar’
sólo en su acepción cultural, que decir ‘educar en la fe’ en el
senti¬do capitular. Para influir en la realidad viva del sujeto,
tenemos que lograr que se compenetren, con reciprocidad de
influjo, las aportaciones de la educación y las riquezas de la
evangelización, en mutua circularidad, sin que se resuelvan
conceptualmente una en otra, y haciendo que confluyan
armónicamente en la actividad pedagógico-pastoral dirigida a
la unidad de la persona que crece.
En una palabra, el verdadero fin último del hombre nuevo sólo
es uno y a él tienden operativamente las dos preocupaciones: se
trata de tomar en serio la historia.
256
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257
Es urgente confrontar hoy la promoción del hombre con las
riquezas del misterio de Cristo.
Así, la praxis educativa que sugirió el Capítulo aparece
simultáneamente como participación y prosecución de la obra
creadora del Padre y de la redención del Hijo.
Es verdad que, en un cambio tan profundo como el que
vivimos a las puertas del tercer milenio, la evangelización ya
no puede contar —como en el pasado— con un contexto social
de religiosidad cristiana; pero, precisamente por ello, deberá
escuchar las interpelaciones de los tiempos, considerar con
atención profética los presupuestos de la respuesta humana
a Dios y acudir a las disposicio¬nes naturales y culturales
que muestran una apertura a la transcendencia personal
(búsqueda de religiosidad), a la transcendencia social
(búsqueda de solidaridad), a la transcendencia de sentido
de la existencia (búsqueda de valores) y a la transcendencia
de espiritualidad (búsqueda profunda, aunque no siempre
explícita, del misterio de Cristo).
Aquí se intuye la inseparabilidad, la recíproca atracción y la
necesidad de mutua y simultánea interacción de ambos polos.
258
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
259
como hacemos en el orden espiritual y ascético, donde se
describe como «arte de las artes».
En anatomía distinguimos y separamos: en las ciencias, la óptica
de la distinción es fundamento de la identidad y autonomía
de cada disciplina. En la vida, por el contrario, prevalece lo
orgánico, que une múltiples diferencias; y, así, en el arte triunfa
el genio de quien sabe concentrar más aspectos enriquecedores
en la realización de la obra maestra.
No sólo es arte la tarea educadora; la actividad evangelizadora
también implica de hecho, en su impulso intrínseco de
inculturación, una dimensión de arte —aunque suponga
vitalmente la intervención directa del Espíritu del Señor,
que por sí trasciende cualquier metodología humana—, pues
es una actividad que no suele prescindir de la colaboración
humana; por algo Cristo envió a sus Apóstoles a las diferentes
culturas y pueblos: «Id y haced discípulos de todos los pueblos
... enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado».
La praxis pedagógica de san Juan Bosco une indisolublemente
entre sí educación y evangelización, no de cualquier modo, sino
con una peculiar compenetración armónica. La obra maestra
a que llega es el ciudadano, que será cabal si es buen cristiano.
Para descubrir el secreto de la compenetración entre ambos
polos, debemos penetrar en la personalidad del artista, a fin de
procurar comprender en qué ha consistido su habilidad.
Después del XXI Capítulo General ya hicimos una reflexión
sobre este tema, tan vital para nosotros, en la circular «El
proyecto educativo salesiano», de agosto de 197821. Ahora
tomamos de nuevo su hilo, convencidos de que el XXIII Capítulo
General nos impulsa a una mejor realización del mismo.
260
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
261
y carácter prácti¬co y creativo de san Juan Bosco, con mitas a
la acción, hallamos la inteligencia pedagógica, que encarna su
caridad pastoral en el área cultural de la educación, con todas
las exigencias propias de una pedagogía adecuada.
La caridad pastoral impulsa y anima continuamente hacia
la meta; la inteligencia pedagógica guía en el método, en la
determinación de las áreas, en la preparación de los itinerarios y
en la praxis circunstanciada. «Entre impulso pastoral y método
pedagógico —escribí en la circular de 1978—se puede percibir
una delicada distinción, útil para la reflexión y profundización
de aspectos sectoriales; pero sería ilusorio y peligroso olvidar la
íntima relación que los une entre sí tan radicalmente, que resulta
imposible su separación. Querer disociar de su alma pastoral el
método pedagógico de san Juan Bosco sería destruir una y otro».
Poder afirmar que el arte educador de san Juan Bosco implica
en su persona la unión profunda entre caridad pastoral
e inteligencia pedagógica es asegurarnos la claridad y las
prioridades de las tareas que debemos afrontar para poner en
práctica las determinaciones capitulares y, especialmente, para
indicarnos lo que presupone necesariamente en nosotros una
nueva educación.
Pero tratemos de seguir adelante.
Educar evangelizando
En nuestros discernimientos posconciliares hemos expresado
la opción de campo de san Juan Bosco mediante el eslogan
de «evangelizar educando y educar evangelizando25. Es una
fórmula que considero acertada y llena de expresividad. Sin
embargo, hay que entenderla bien, para no dar cabida a formas
262
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
263
los valores humanos que debe impregnar, profundizar la naturaleza
específica que para ella ha querido el Creador dotándola de
consistencia y finalidad propias, hacer percibir el sentido realista
de la gradualidad del camino y ayudar a programar los itinerarios.
Tiene que saber realizar también una función crítica positiva
frente a ciertas modalidades de evangelización que pueden pecar
de ingenuidad y de abstracción, así como saber estimular, al trazar
el proyecto pastoral, una indispensable conciencia pedagógica,
para no prescindir nunca del fundamental aspecto positivo de los
valores humanos, aunque estén heridos por el pecado.
Pero educar evangelizando significa, sobre todo, no olvidar
nunca la unidad substancial de la persona del joven. La actividad
educativa, pues, debe mantenerse inteligentemente abierta a quien
le indica con claridad y objetividad la finalidad suprema de la
existencia humana y basarse en una antropología que no excluya
el acontecimiento histórico de Cristo.
Sabemos igualmente que la actividad evangelizados se ordena a
la formación del creyente, es de¬cir, a cuidar la fe de este hombre
redimido por Cristo, sabiendo muy bien que la revelación «no
es propiamente maduración humana o respuesta explícita
a una situación problemática, sino iniciativa de Dios, don,
interpelación, vocación, pregunta. El Evangelio, antes incluso
de responder, pregunta».
El evangelizador no puede renunciar a ser, ante todo, profeta
de la palabra de Dios. Pero el Evangelio está hecho para ser
inculturado, nunca ha existido en abstracto; la palabra de
Dios es lluvia que fecunda la tierra; la fe no existe como algo
autónomo; el creyente es un hombre vivo que incluye el ‘oficio
de ser persona’ en cuanto dimensión cumbre de su existencia,
el oficio de confrontarse con Cristo su hermano, nuevo Adán.
264
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
265
específicas de la evangelización (escucha de la palabra de Dios,
oración y liturgia, efectiva comunión eclesial, participación
activa en los quehaceres de la caridad) son también, además
de modos de vivir cristianamente, mediaciones exquisitamente
educativas, que pueden conducir a gustar las riquezas de la
libertad y de la responsabilidad. Responden magníficamente
a la búsqueda de sentido e identidad y ayudan a discernir los
verdaderos valores en el desconcierto general del pluralismo.
La preocupación evangelizadora de san Juan Bosco —nos
escribió el Papa— «no se limita a la cate¬quesis, o a la liturgia,
o a los actos religiosos que requieren ejercicio explícito de la fe
y a ella conducen, sino que abarca todo el dilatado sector de la
condición juvenil. Se coloca, pues, en el proceso de formación
humana, consciente de las deficiencias, pero también optimista
en cuanto a la maduración progresiva y convencido de que la
palabra del Evangelio debe sembrarse en la realidad del vivir
cotidiano, a fin de lograr que los jóvenes se comprometan
con generosidad en la vida. Dado que se hallan en una edad
peculiar para su educación, el mensaje salvífico del Evangelio
los deberá sostener a lo largo del proceso de su educación y la
fe habrá de convertirse en elemento unificador e iluminante de
su personalidad».
Nuestro Fundador estaba convencido de que la educación del
ciudadano íntegro tiene sus raíces en la formación del buen
cristiano; más aún, afirmaba que «sólo la religión (es decir, la fe
cristiana) es capaz de comenzar y llevar a cabo la gran tarea de
una verdadera educación».
«Es cierto que su mensaje pedagógico —nos escribió también el
Papa— requiere aún ser profundizado, adaptado y renovado con
inteligencia y valentía, precisamente porque han cambiado los
266
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
267
Hemos visto que este fuego interior se llama caridad pastoral:
amor apostólico que siente predilección por los jóvenes;
amor que estimula la inteligencia pedagógica a traducirse
concretamente a itinerarios educativos. De este estímulo
interior y de esta intuición pedagógica nació el Sistema
Preventivo. No se trata de una fórmula estática y mágica, sino de
un conjunto de condiciones que habilitan para la paternidad y
maternidad educativa. Veamos algunas de las condiciones más
significativas y que tienen su raíz en la fidelidad al Fundador,
cuyo carisma es, por naturaleza, permanente y dinámico y, por
tanto, en crecimiento vital. Uno de los principios guía de san
Juan Bosco se formula así: «Es preciso procurar conocer nuestra
época y adaptarnos.
Hoy nos sentimos implicados en el giro antropológico, pero no
nos ahogamos en un antropocentrismo reductivo.
268
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
269
- salesiana, que propone y ahonda continuamente el cuadro de
referencia teórica y práctica del Sistema Preventivo.
La animación es el verdadero salto de calidad en la actual
renovación escolar. Conlleva un desplazamiento de acento en
el servicio que debe prestar nuestra consa¬gración apostólica.
De ella se espera no sólo una presta¬ción de trabajo propio
del orden temporal, sino también, y sobre todo, una fuerza
de convocación y unión en la fe; se espera que la escuela sea
memoria y signo de lo específicamente cristiano. En tal sentido,
los consa¬grados están llamados no sólo a ser administradores
más fieles o profesores con una visión cultural adecuada, sino
también a traducir a presencia e impacto educativo su opción
radical por Cristo.
Además, la animación conlleva también un despla¬zamiento de
acento en la gestión de las obras. La comunidad religiosa, aunque
limitada numéricamente, debe concentrarse en los aspectos
fundamentales, asegurando, sobre todo en la orientación de la
obra, su calidad educativa y cristiana.
Bajo esta luz, se comprende la importancia de la figura salesiana
del director. Sabemos que, según las Constituciones, el director
no es sólo guía de la comunidad religiosa, sino también el primer
responsable de la misión, es decir, orientador del quehacer
educativo y pastoral de los salesianos y de la comunidad
educativa; o sea, que, en definitiva, se encarga también de su
organización y funcionamiento.
En los repetidos debates que, más o menos en todas partes, han
considerado la posibilidad de separar la dirección religiosa
de la comunidad y la educativa y pastoral de la obra, siempre
se ha vuelto a la figura tradicional. El XXI Capítulo General
prefirió indicar la jerarquía de las tareas30 y la adquisición
270
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271
otra solución o aconseja¬ran ésta como mejor en determinado
caso, puede probarse. Pero si con esta excepción se pretende
cambiar la práctica salesiana normal, tal modo de proceder
habría de someterse a serio discernimiento.
En efecto, el director hace patente el objetivo pastoral de la
escuela salesiana, por el que todas las funciones técnicas
se orientan hacia la educación y ésta se orienta hacia el
crecimiento y maduración en la fe. Hace también visible
la estructura familiar de la comunidad, por la que el último
punto de referencia es el que encarna la paternidad y el afecto.
En tal sentido, el XXIII Capítulo General le recomienda una
relación personal con los jóvenes que sea capaz de afrontar los
problemas de vida que se les presentan, cultivando así también
el aspecto vocacional.
No obstante, cuanto se ha dicho del director y, más en general,
del proyecto y de la dimensión comunitaria, exige que los
diversos papeles y sus relativos influjos sean coordinados,
dejando a cada uno la autonomía necesaria con un espacio de
diálogo que asegure la unión y convergencia. Tal espacio hay
que situarlo en la comunidad salesiana, que, precisamente bajo
la guía del director, asume la responsabilidad de la misión y
discierne situaciones y retos para mantenerse fiel a sus objetivos
y a su espíritu.
Cada uno de los papeles tiene una incidencia educa¬tiva
propia, que es positiva con dos condiciones: que se vea como
complementaria de las demás y que, en el ejercicio de sus
funciones, se inspire en la finalidad educativa y en el proyecto
pastoral. Nadie puede eximirse de dichas condiciones. Están
por encima del papel y pertenecen a nuestra misión. Así pues,
es preciso corregir peligrosas contraposiciones o separaciones
272
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
273
trabajo salesiano es hacer que los jóvenes crezcan en plenitud,
“hasta la medida de Cristo, el hombre perfecto”».
Ciertamente, entre los cientos de miles de jóvenes que
frecuentan nuestras escuelas hay variedad de niveles en la
vivencia religiosa; pero el clima de la escuela se logra sobre
todo con la espiritualidad del núcleo animador salesiano y de
la comunidad educativa. El testimonio de fe de los educadores
influye en el ambiente y hace surgir grupos de alumnos más
maduros, que, por gracia de Dios, serán fermento cotidiano de
crecimiento de la espiritualidad juvenil entre sus compañeros.
274
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
275
de la educación. Nos damos cuenta de este riesgo sobre todo
en algunos ámbitos en los cuales las novedades aparecen más
evidentes, como la comunicación social, el mundo universitario
y las áreas del “marginación juvenil”.
En los nuevos contextos, pues, donde nos estamos insertando
con espíritu y criterio misionero y que podrían parecer más
simples desde el punto de vista educativo, se siente la urgencia
de crear programas adecuados a la situación e inculturar nuestra
metodología pedagógica superando la simple transposición de
contenidos y métodos pensados para otras áreas. Inculturación
y cualidad comprometen a las comunidades locales, a los
organismos inspectoriales y a los Centros de reflexión y de
estudio. Un aumento de competencia parece indispensable en
todos los frentes
Pero sabiendo que a veces debemos responder a las urgencias
con realismo y estamos siempre dispuestos a hacer, es un deber
afirmar que nuestras posibilidades futuras en el campo educativo
se jugarán sobre la calidad. Para lo cual, si es verdadero que a
veces “lo óptimo es enemigo de lo bueno” (“mejor un poco que
nada”), es también verdadero que no podemos exponernos a
una forma general de pastoral y educación que corre el riesgo
de descalificarnos y no lograr la finalidad de nuestro servicio ..
Esto sirve también en el área más estrechamente pastoral.
Esta comporta un dominio mayor de las ciencias específicas,
aprendidas de forma suficiente, revisadas y ampliadas
continuamente y un cumplimiento más profesional de
los deberes ministeriales. Dirigir conciencias, animar
cristianamente a comunidades, presentar la Palabra de Dios de
acuerdo con lo que ella dice y las situaciones humanas que se
viven, clarificar las dudas éticas, presentar el Evangelio, formar
276
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
277
universal, así como por los problemas y nuevos interrogantes
provocados por los descubrimientos científicos y tecnológicos,
exige un excelente nivel de formación intelectual, que haga
a los sacerdotes capaces de anunciar - precisamente en ese
contexto - el inmutable Evangelio de Cristo y hacerlo creíble
frente a las inmutables exigencias de la razón humana .Al
servicio del amor educativo.
278
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
279
misionera” y la escuela, “ambiente de misión”. A parte de las
distinciones técnicas, es evidente que cada una de nuestras
comunidades se encuentra hoy, también, en frentes muy
parecidos a los de la primera evangelización.
Dado que el sentido misionero no es un rasgo opcional, sino que
pertenece a la identidad del espíritu salesiano en toda época y
situación, en la programación del Rector Mayor y de su Consejo la
hemos propuesto a todas las Inspectorías como área de atención
para el sexenio 1996 – 2002.
Entre las actuaciones, a través de las cuales se realiza la
significatividad, hemos indicado: Reforzar el compromiso
de la Congregación por los más necesitados, impulsar una
educación, más intensa, de los jóvenes a la fe, de tal forma que
surjan vocaciones y orientar, con decisión, la mayor cantidad
de energías posibles (personas, proyectos, medios) hacia las
misiones “ad gentes”.
El espíritu y el estilo misionero tienen su signo elocuente
en la disponibilidad de muchos hermanos para trabajar en
zonas de primer anuncio y de fundación de la Iglesia; pero
son aceptados y vividos por todos en el desarrollo de la propia
misión. La voluntad de evangelizar y la capacidad de expresar
con trasparencia el mensaje evangélico, es el punto en el que se
unen sus distintas realizaciones.
Los hermanos, que se van a situaciones de frontera, se sienten
sostenidos por la oración, por la proximidad, por la colaboración
concreta de todos los demás que comparten su misma pasión.
Por esto las Constituciones afirman que en el trabajo misionero
reconocemos “un rasgo esencial de nuestra Congregación” .
Sobre nuestro movimiento hacia los más pobres, he tenido ya
280
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
281
“Mientras tanto, cuentan los Anales, los hechos y las palabras
de Don Bosco sobre las Misiones habían dejado un fermento
nuevo entre alumnos y socios. Se multiplicaron las vocaciones
al estado eclesiástico: Crecieron, también sensiblemente, las
solicitudes de inscribirse en la Congregación y el ardor del
apostolado se apoderó de muchos de los que ya eran socios”.
282
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
283
El CG24 ha abierto nuevas posibilidades en este mismo
sentido. La primera se refiere a los colaboradores laicos. No es
sólo cuestión, se ha repetido ya muchas veces, de tener personas
externas a la comunidad, que vienen a trabajar con nosotros en
la educación y en la evangelización de los jóvenes. Su presencia
significa, por nuestra parte, acogida de otros puntos de vista: las
típicas perspectivas laicales.
No se puede hablar de colaboración y de corresponsabilidad si no
se realiza una reciprocidad y una integración de puntos de vista
y de experiencias. Esto lleva necesariamente a una visión diversa
de la acción salesiana, a nuevas modalidades de intervención.
Este cambio de mentalidad y de modelo operativo tiene un
nombre: comunidad educativa. Ésta no es un hecho puramente
técnico, una nueva estructura; sino precisamente una realidad
de comunicación interna y externa. No se reduce a expresar
contenidos bien articulados, con claridad verbal y correctamente
colocados en el tiempo. Es, ante todo, capacidad de relación, de
información real, pertinente y oportuna, de participación vital, de
elección común de criterios educativos y pastorales.
El salesiano presente en la comunidad educativa con una
responsabilidad específica deberá aprender la multitud de
caminos y modalidades del diálogo con los seglares y con el toda
la comunidad educativa.
Un segundo ámbito que afecta al cambio de mentalidad es el
contexto en el que estamos llamados a trabajar: el más vasto
territorio en el que la obra salesiana se encuentra situada como
centro de con-vocación.
El redescubrimiento de esta función invita a ensanchar el diálogo
hasta las instituciones educativas, sociales y religiosas que trabajan
284
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
285
inserirnos, ofreciendo, también en este campo, los dones que
tenemos como educadores y evangelizadores.
No hay que considerar como de poca monta el hecho de poder
difundir instantáneamente, en todo el mundo, informaciones y
comunicados. Muchas veces comentamos más los peligros que
los valores de tal situación. Pero si queremos que el mundo de la
comunicación vaya siendo modificado por la levadura evangélica,
debemos sentirnos interpelados para intervenir e interaccionar con
los que van a la plaza o a los areópagos “para hablar y oír hablar”.
286
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287
- La vocación para la vida laical y familiar Con frecuencia,
nuestra acción educativo-pastoral es poco propositiva desde el
punto de vista de las desembocaduras vocacionales. Parece que
sólo nos preocupan algunas opciones especiales de vida, como
si la vida laical y familiar no se debieran considerar como una
verdadera vocación.
Muchos jóvenes comprometidos y disponibles, parejas de
novios y jóvenes esposos, universitarios y jóvenes obreros, nos
piden ser acompañados con mayor cuidado en los momentos de
su búsqueda y elección vocacional. Por eso, la Pastoral Juvenil
y la animación vocacional deben presentar a estos jóvenes los
diversos modelos vocacionales en la Iglesia, dando el justo valor
a la opción vocacional para la vida laical y familiar. Nosotros
mismos debemos valorar más el matrimonio cristiano como una
verdadera vocación y comprometernos a acompañar a los jóvenes
en su camino de discernimiento y maduración de esta opción.
- Los jóvenes adultos: animadores y voluntarios
Son jóvenes que comparten generosamente muchos aspectos de
la misión salesiana, tienen una auténtica voluntad de servicio
y están en búsqueda de un proyecto de vida significativo para
ellos, aunque luego les tocará a ellos afrontar el camino de
realización de su primer sueño. Es preciso ayudarlos para que
la experiencia de animación o de voluntariado sea de alcance
y abertura vocacional, y los estimule a pensar su vida según el
Evangelio y el plan de Dios sobre ellos.
Esto requiere de nosotros el compromiso para que cada uno
de ellos pueda profundizar la fe y reflexionar sobre las propias
experiencias de animación, ofreciéndoles oportunidades
288
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
289
a la santidad “es el elemento más característico del entero
magisterio conciliar y, por decirlo así, su fin último”.
Juan Pablo II, a su vez, ha podido decir a toda la Iglesia en la
Novo Millennio Ineunte: “Es el momento de proponer de nuevo
a todos con convicción este ‘alto grado’ de la vida cristiana
ordinaria”. Es un texto que recuerda la exhortación de San Pablo
a los Efesios y que el CG23 había tomado como orientación,
hablando de la meta de la educación de los jóvenes en la fe: “La
meta del trabajo del salesiano es hacer que los jóvenes crezcan
en plenitud, hasta ‘la medida de Cristo, el hombre perfecto”.
Esto, que a veces nos puede parecer todavía como algo
extraordinario, o no adecuado para nuestro tiempo, o no apto
para todos, es, en cambio, muy apreciado por quien toma la propia
vida en serio. He aquí un testimonio que puede ser compartido
por muchos hermanos y seglares comprometidos seriamente
en su madurez cristiana: “He superado una etapa espiritual
importante: he logrado considerar la santidad no como un lujo,
sino como la única posibilidad de nuestra vida terrena”.
Nuestra propuesta educativo-pastoral ofrece un camino
de espiritualidad: “El camino de educación en la fe revela
progresivamente a los jóvenes un proyecto original de vida
cristiana y les ayuda a tomar conciencia de él. El joven aprende
a expresar un modo nuevo de ser creyente en el mundo, y
organiza la vida en torno a algunas percepciones de fe, opciones
de valores y actitudes evangélicas: vive una espiritualidad”.
Esta propuesta exigente despierta en los jóvenes recursos
insospechados. No es la mediocridad el atractivo y el deseo del
corazón humano, sino la “calidad alta” de la vida. Ésta, antes
aún que un imperativo de fuera, es una exigencia interior de la
naturaleza humana que, incluso estando herida por el pecado,
290
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
291
de Domingo Savio está marcada por el sermón que Don Bosco
hizo sobre la santidad accesible a todos. Me permito traer aquí,
aunque sea algo largo, todo el texto de las Memorias Biográficas,
porque nos hace ver por una parte la genialidad educativa de
Don Bosco que sabe proponer “un alto grado” también a sus
muchachos y, por otra, la cotidianidad del modelo de santidad,
que hace que pueda ser propuesta a todos.
292
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
293
“nada pedir y nada rehusar” tiene un contenido pedagógico y
una sabiduría teológica verdaderamente preciosos. Aquella
insistencia sobre el amor, que es como el contenido respecto
del continente (para nosotros a veces tan atentos a las formas
con detrimento de la sustancia), ha sido la misma insistencia de
Don Bosco educador.
- Una fina sabiduría pedagógica. Acerca de la propuesta de
santidad, Don Bosco se ha demostrado un verdadero pedagogo,
un maestro. Dice explícitamente la palabra santidad a aquel
muchacho, Domingo Savio, que ya era capaz de comprenderla,
porque él mismo la había pronunciado. A Miguel Magone, en
cambio, en la estación de Carmagnola, le dice: “Mira, ven al
oratorio, allí podrás estudiar y jugar, allí encontrarás compañeros”.
Esto significa que es importante que nosotros, educadores,
sepamos que hay un camino gozoso de santidad capaz de
satisfacer las expectativas de un corazón juvenil y, por tanto,
sepamos proponerlo a cada uno de los muchachos de nuestro
oratorio o centro juvenil o escuela, con las palabras oportunas.
Sucederá que en un grupo de jóvenes oratorianos nosotros
hablemos expresamente de la santidad o de la vocación,
conscientes de que nos comprenderán. En otros casos, se deberá
comenzar desde el principio, desmontando la mentalidad,
purificando las imágenes falsas de Dios o destruyendo los ídolos
que se han creado y que están tratando de reproducir en su vida.
Lo más importante es que, como educadores, seamos conscientes
de que Dios llama a todos a la santidad, es decir, a una respuesta
gozosa a Él, y que se trata de un camino posible de recorrer,
sabiendo que a los muchachos los deberemos acompañar a
partir de la situación en que los encontremos: “los caminos de la
santidad son personales” . Por esto, es necesaria “una verdadera
294
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
295
“Rejuvenecer el rostro de la Iglesia, que es la Madre
de nuestra fe” (2004)
Decía al comienzo que nuestro compromiso es hacer que se
enamoren los demás de la Iglesia, especialmente los jóvenes.
Éste es un desafío de suma importancia, precisamente porque
aquí y allá se percibe una tendencia cada vez más grande a
vivir un cristianismo sin Iglesia. Hay cristianos que no han
renunciado a la relación con la Iglesia, pero no pertenecen ni
se identifican con ninguna comunidad; son semejantes a los
que pasan el tiempo girando por un supermercado y entre las
diversas ofertas escogen las que más les agradan.
Sabemos que la identificación con Cristo es siempre también
una identificación con su Cuerpo, con su Iglesia, con los que
pertenecen a ella. Éste es un criterio de verificación de auténtica
identidad cristiana. Pero, al mismo tiempo, la pertenencia
a la Iglesia tiene sentido solamente como instrumento de
pertenencia a Cristo; nuestro sí a ella es expresión de nuestro
sí a Él. Pues bien, según el texto citado de Pablo a los Efesios,
esta identificación se realiza por medio del bautismo y la vida
sacramental, se codifica en la profesión de fe, se vive en la
orientación de la vida cristiana, se expresa en la oración.
La pregunta crucial es entonces cómo educar a los jóvenes a ser
Iglesia y a vivir con la Iglesia. En un mundo cada vez más plural,
secularizado, relativista, la formación de los creyentes requiere
un claro y significativo testimonio de la comunidad cristiana, de
modo que pueda ofrecer a los jóvenes una imagen evangélica de
la identidad de la Iglesia y de su misión en el mundo. Ella pide
también un camino de fe, en particular una sólida catequesis,
que ayude a madurar su conciencia, de modo que puedan abrirse
a todo lo que es humano, armonizar sus opciones con las de la
296
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
297
tener como primer objetivo la evangelización, el anuncio de la
buena nueva de la salvación que Dios quiere dar a todos en su
Hijo Jesús.
La gestión profesional de las obras y la seriedad para llevar
adelante un programa en las actividades que desarrollamos
no debe oscurecer nunca la primacía que corresponde a la
evangelización. “Privadas de un celo ardiente hacia el verdadero
Dios, la teología y la pastoral se reducirían a pura técnica y
actividad organizativa. También la Iglesia debe echar siempre
del templo a los mercaderes: “Quitad esto de aquí: no convirtáis
en un mercado la casa de mi Padre” (Jn 2,16).
No hay que olvidar que las estructuras, que son necesarias
para la misión, corren muchas veces el peligro de oscurecerla,
cuando no hay un alma que las haga esplendorosas. Me
pregunto si la creciente dificultad para identificarse con la
Iglesia no será también consecuencia del hecho de que ella en
algunas partes sea percibida como no seriamente preocupada
por solidarizarse con los más necesitados, como no identificada
con el sufrimiento del mundo, como demasiado cerrada y
segura de sí misma.
En el camino para hacer más significativo el rostro de la Iglesia,
se deben cuidar los signos que la expresan y manifiestan.
Muchas personas descubren y sienten la Iglesia a través de los
signos que encuentran de ella en la vida cotidiana; tales signos
pueden suscitar nuevos lazos o fortificar los ya existentes,
pueden congelar o debilitar o relanzar los movimientos
de acercamiento a la Iglesia. Por esto es importante que la
comunidad cristiana haga crecer los signos de la Iglesia.
Hay algunos signos privilegiados, que facilitan la adhesión
de los jóvenes a la Iglesia: el signo de la acogida cordial y
298
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
299
reducida a una realidad puramente espiritual, individual e ideal.
Esto requiere una cuidadosa catequesis sobre la Iglesia según
las líneas ofrecidas por la Lumen Gentium y por la Gaudium
et Spes, pero también una introducción a la vida concreta de la
Iglesia, haciendo conocer susproyectos, sus preocupaciones, sus
mejores iniciativas, personas y comunidades significativas. Una
información sólida, positiva y continua contribuiría ciertamente a
promover una conciencia más real y más significativa de la Iglesia.
Se trata de desarrollar en los jóvenes el sentido de pertenencia
a ella: nosotros pertenecemos a la Iglesia y ésta nos pertenece
a nosotros. Hemos sido convocados por Jesús para formar
su familia y para continuar juntos su misión en la historia.
No puede darse una conciencia clara de la propia identidad
cristiana, sin el sentido vivo de pertenencia a la comunidad
cristiana. Esto requiere también desarrollar actitudes de
apertura, diálogo y simpatía hacia el hombre, como ha hecho la
Iglesia en el Concilio Vaticano II, que ha tratado de comprender
las situaciones de la humanidad y de colaborar con todos los
hombres y mujeres de buena voluntad en el compromiso de
construir un mundo más humano.
Esto se aprende y se verifica en la vida familiar y social; la
propia familia y los propios ámbitos de vida deben ser escuela y
laboratorio de comunión. “Ser cristiano significa un modo nuevo
de ser hombre; exige una conversión, exactamente la pedida por
el Evangelio, por Cristo... En esta perspectiva, la intervención del
educador cristiano, del pastor de almas, mira a la formación de
una cierta disposición de espíritu, que no es sólo conocimiento,
sino que a éste se unen actitudes que incluyen la inclinación
de la voluntad, de la emotividad, de la sensibilidad, de todo el
hombre, hacia la integración entre un hecho de experiencia y un
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todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían
juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien
vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor iba agregando al
grupo los que se iban salvando” (Hch 2, 42-47). A partir de la
vida de las comunidades, se impuso una cultura alternativa al
imperio romano y un modelo social caracterizado no por el ansia
de poseer, acumular y ser los primeros, sino por la voluntad de
compartir, servir y ser solidarios.
Esto requiere también cualificar los momentos de la vida
eclesial, como son el bautismo, la catequesis, la participación
en la Eucaristía, la escucha de la Palabra, el acercarse a la
Reconciliación, los encuentros de grupos y de comunidades,
los retiros y las celebraciones de los momentos fuertes del año
litúrgico, los momentos de convivencia y de fraternidad, el
contacto con la zona, etc. Nada se debe trivializar; todo puede y
debe favorecer la maduración del sentido eclesial.
El camino de educación en la fe debe ayudar a pasar de las buenas
disposiciones de ánimo a las convicciones sólidas, de éstas a las
motivaciones capaces de atraer, luego a los proyectos de vida,
finalmente a la entrega total a Dios y a los demás. He aquí lo
que significa amar a la Iglesia y entregarse por ella. El amor a la
Iglesia se manifiesta también en esta capacidad de dejarse aferrar
por Cristo, hasta el punto de renunciar a los propios intereses
y proyectos y ponerse completamente a su disposición para
continuar en la propia persona su obra de construcción del Reino.
La adhesión a la Iglesia, hecha posible por el conocimiento de su
realidad, desarrollada por un progresivo sentido de pertenencia a
ella y acrecentada con concretas experiencias eclesiales, madura
en el compromiso vocacional.
“Quien en nuestros días se pone al servicio de la Iglesia deberá
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niño no nacido y la del anciano inválido. No sólo es preciosa la
vida de los poderosos; lo es también la vida de los pobres y de
los abandonados.
Como hijos e hijas de Don Bosco nos sentimos particularmente
llamados a proteger y cuidarnos de la vida de tantos jóvenes
que deben abrirse un camino en la pobreza, al margen de la
sociedad del bienestar. Debemos ser capaces de imaginar y de
crear nuevas formas de presencia misionera en el mundo de
la marginación y de la exclusión. He aquí algunas sugerencias
concretas:
• Cuidado de los jóvenes en peligro
Toda presencia salesiana debe comprometerse a responder a
los crecientes desafíos que nos presentan los jóvenes que viven
en la marginación o en situaciones de peligro: muchachos de
la calle, sin familia o lejos de ella, jóvenes sin formación y sin
trabajo; los inmigrados, sobre todo los jóvenes que llegan solos,
sin su familia; jóvenes expuestos a la delincuencia o víctimas
de la explotación sexual, y tantas otras situaciones degradantes,
en las que la vida humana está expuesta al peligro y a la ofensa.
• Acompañamiento y ayuda a familias en dificultad
Un cuidado particular merecen las familias que viven graves
tensiones o que ya se han roto, familias que encuentran enormes
dificultades para educar a sus hijos, y otras en situaciones
de malestar. En respuesta al aguinaldo del año pasado han
surgido muchas iniciativas de apoyo y de ayuda a los padres
en su compromiso educativo, apoyo y orientación de parejas
en dificultad, creación de grupos y comunidades familiares,
etc. Os invito a continuar en este camino. En el comentario
al aguinaldo del año 2006 sugería una serie de actitudes y
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También aquí imitamos ante todo a Don Bosco. Él se dio cuenta
de que frente a las numerosas necesidades de los jóvenes no
podía llegar él solo. Por esto apeló a la disponibilidad y a la
competencia de numerosas personas. Comprendió, además, que
para la continuidad y la fuerza de su carisma tenía necesidad de
personas consagradas; en particular comprendió la necesidad
de tener salesianos sacerdotes y salesianos laicos.
También nosotros, sobre todo después del CG24, nos hemos dado
cuenta de que es necesario implicar a los seglares, pero que el
carisma no va adelante si no hay un núcleo fuerte e identificado
de consagrados. Como también nos hemos dado cuenta de
que la Congregación pone en peligro su identidad si pierde su
componente consagrado laical. De modo particular es preciso
tener viva en la Congregación la vocación del salesiano coadjutor.
Por esto se hace necesario para nosotros adquirir la capacidad
de implicar, de convocar y de proponer a los jóvenes la
experiencia carismática de Don Bosco, llamándolos a estar con
él para siempre. Como también es preciso tener una propuesta
sistemática de acompañamiento de las vocaciones a la vida
consagrada salesiana en sus dos formas presbiteral y laical.
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acompañamiento de los jóvenes. Mientras estamos en medio de
ellos como educadores, como hizo nuestro Padre Don Bosco,
los involucramos como nuestros primeros colaboradores, les
damos responsabilidades, los ayudamos a asumir iniciativas,
los capacitamos para ser apóstoles de sus compañeros. De ese
modo nosotros podemos dilatar cada vez más el gran corazón
de Don Bosco, al que le habría gustado abarcar y servir a todos
los jóvenes del mundo.
Los buenos propósitos no pueden quedar en declaraciones
vacías. El conocimiento de Don Bosco se debe traducir en
compromiso con y para los jóvenes. Como Don Bosco, ¡hoy
Dios nos espera en los jóvenes! Por eso debemos ir en su busca
y estar con ellos en los lugares, situaciones y fronteras donde
ellos nos esperan. Para eso hay que ir a su encuentro, dar
siempre el primer paso, caminar a su lado. Consuela ver como
la Familia Salesiana se prodiga con los jóvenes más pobres en
todo el mundo: chicos de la calle, muchachos marginados,
muchachos obreros, muchachos soldados, jóvenes aprendices,
huérfanos abandonados, niños explotados. Pero un corazón que
ama es siempre un corazón que se interroga. No es suficiente
organizar actividades, iniciativas, instituciones para los jóvenes;
hay que asegurar nuestra presencia, el contacto y la relación
con los jóvenes: se trata de volver a la práctica de la asistencia y
redescubrir la «presencia en el patio».
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“La familia salesiana ayer y hoy: la semilla se ha
convertido en un árbol y el árbol en un bosque” (2008)
Todos tratamos de trabajar con el mayor número de jóvenes con
diversas iniciativas. Observamos que entre los jóvenes se están
consolidando, especialmente en estos últimos tiempos, los
grupos juveniles que quieren hacer un camino de crecimiento
humano y de fe conforme al Sistema Preventivo, que —
sabemos— no es sólo metodología, sino también un modo de
concebir los contenidos. En ellos se forman los líderes, que son
llamados animadores, acompañantes, etc. Se está consolidando,
en particular, el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), en el que
convergen grupos juveniles que nacen y se forman en la Familia
Salesiana y que quieren formar parte de ella.
Ésta es una posibilidad ofrecida a todos. Hasta ahora en la
animación del MJS hay una fuerte colaboración entre los
Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. Deseo y espero
que en el futuro se haga más intensa la participación también
de los Salesianos Cooperadores y de los Antiguos Alumnos,
promoviendo el MJS entre sus grupos juveniles.
También ésta es una iniciativa que se ha concordado entre
las ramas de la Familia Salesiana más cercanas entre sí y más
presentes en el campo juvenil. En efecto, FMA y SDB tienen
una larga experiencia, muchas obras y organismos de animación
activos ya desde hace mucho tiempo. Pero la participación está
abierta a todos los demás. La participación se realiza a partir de
una plataforma que se elabora en la ocasión de cada encuentro
o acontecimiento.
Para los grupos juveniles es útil tener una plataforma común de
formación humana, de camino de fe y de propuesta vocacional,
porque todo esto realiza el concepto educativo de Don Bosco.
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cultivo de polluelos para la propia Asociación. Nuestra
finalidad es la educación cristiana y la orientación del joven
en la vida. Debemos saber hacerle llegar la llamada de Cristo,
indicando cómo en la dinámica temporal del Reino hay también
vocaciones de mayor compromiso. Debemos ser capaces de
suscitar en los jóvenes deseos de formación y disponibilidad,
ser capaces de orientarlos hacia vocaciones de servicio y gran
significado (entre éstas coloco también el voluntariado), todo
en el realismo del Reino.
Un tercer campo en el que estamos ya colaborando, un campo que
la solidaridad y cooperación actual pueden ensanchar ofreciendo
nuevas posibilidades, son las misiones. En las últimas expediciones
misioneras se ha ido consolidando, al lado de los religiosos, la
presencia de seglares, individuos, parejas e incluso familias enteras.
Es precioso constatar que, dentro de la Familia Salesiana, hay grupos
que incluyen el trabajo misionero en su misma denominación.
El trabajo misionero, sin embargo, tiene diversidad de expresiones
y de iniciativas, especialmente en este nuestro tiempo en que
se habla de solidaridad globalizada. Hay nuevas posibilidades
de compromiso misionero. Hay la posibilidad de la presencia
personal, hay la posibilidad del hermanamiento y la del sostén
a distancia en diversas formas. Viendo la diferencia entre
las distintas partes del mundo, pienso cuán precioso sería
si hubiese una red de hermanamientos en grado de aportar
recursos que respondan a las diversas necesidades; y donde hay
fuerzas disponibles, estar abiertos a colaboraciones temporales
o incluso definitivas. Esto en fase de proyecto y sucesivamente
por su realización en sinergia.
Hay otro sector, muy importante, donde ya estamos
colaborando: es el campo de la comunicación en la Iglesia y en la
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“La pastoral juvenil salesiana” (2010)
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aspecto sobre el que han insistido los últimos Capítulos es la
mentalidad proyectiva, es decir, considerar la acción pastoral
como un camino que se va desarrollando gradualmente según
objetivos precisos y verificables, y no tanto como la suma de
múltiples intervenciones y acciones unidas entre sí.
Todo esto implica multiplicar el esfuerzo de formación pastoral,
tanto de los Salesianos como de los colaboradores laicos. Existen
muchas iniciativas en este campo, pero urge sistematizarlas y
darles continuidad, de manera que se vaya constituyendo en
cada comunidad educativo-pastoral un núcleo de personas
plenamente identificadas con los valores y el planteamiento de
la pastoral salesiana, capaces de animar y de guiar al resto.
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de comprometerse en un camino sistemático de profundización
de la fe y ayudarles a plantear la propia vida según los valores
del Evangelio.
2º Una evangelización insertada plenamente en el campo de
la educación. La pastoral juvenil salesiana vive y se desarrolla
en el campo de la educción, intenta promover en los jóvenes
no solamente una vida cristiana, sino también una cultura
inspirada en la fe y en los valores evangélicos, que sea un
alternativa a la cultura del ambiente caracterizada por el
secularismo, el relativismo, el subjetivismo, el consumismo...
La atención a los contenidos culturales que se ofrecen en el
desarrollo cotidiano de una obra no siempre posee el grado que
necesitaría para garantizar una coherencia entre los contenidos
transmitidos y las metodologías empleadas con los valores de la
fe cristiana (encuentro cultura y fe) y para asegurar una vida
cristiana capaz de calificar evangélicamente la vida privada,
profesional y social de las personas.
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Por esto, es necesario convertir mentalidades y renovar cierta
praxis, particularmente en estos tres aspectos:
1º Promover en cualquier ambiente nuestro una cultura
vocacional, mediante una pastoral juvenil decididamente
evangelizadora, que comprometa a los jóvenes a reconocer
la propia vida como un don de Dios y a corresponder con un
compromiso generoso de servicio de los otros, en particular de
los más necesitados .
2º Asegurar en todo itinerario de educación en la fe una
atención particular a promover en los jóvenes el compromiso
apostólico, basado en una relación personal de amistad con
Jesucristo, realizado en la comunión y colaboración dentro de
una experiencia de comunidad y madurado con un compromiso
sistemático de formación personal .
3º Testimoniar con coraje y con alegría la belleza de la propia
vocación salesiana, entregada totalmente a Dios en el misión
juvenil, haciendo su propuesta explícita y comprometiéndose a
acompañar a los jóvenes con signos de vocación religiosa salesiana
en su camino de discernimiento y formación vocacional .
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y la marginación en nuestras sociedades no son sólo fenómenos
económicos o sociales, sino también, y creo que sobre
todo, fenómenos culturales; existe un modo individualista,
competitivo, hedonista y consumista de concebir la vida, que
genera exclusión de los más débiles; por tanto, no es posible
contentarse con ayudar a los más desfavorecidos a superar
su situación de marginación, sino que nuestra intervención
debe tender a la transformación de su mentalidad y de la
del conjunto de la sociedad. En este sentido, toda comunidad
educativo-pastoral debe estar muy atenta a los valores y a los
estilos de vida que promueve con su acción educativa cotidiana.
3º Desarrollar con especial atención la dimensión religiosa
de la persona, considerada como un factor fundamental de
humanización y de prevención. En la visión antropológica del
Sistema Preventivo de Don Bosco, la dimensión religiosa es un
elemento fundamental de la persona y de la sociedad; por esto,
su desarrollo, hasta el anuncio de Jesucristo, es una exigencia
indispensable de la propuesta educativa salesiana. A través de
las vías miseriosas del Espíritu que obra en el corazón de toda
persona, y de manera especial de los más pobres y necesitados,
creemos que en esta relación personal con Dios se encuentran
energías insospechadas para la construcción de la personalidad
y para su desarrollo integral , y creemos que esto es un elemento
importante para dar esperanza a los jóvenes que sufren de
manera especial las consecuencias dramáticas de la pobreza y
de la exclusión social.
Por tanto, en el proyecto educativo-pastoral, cada comunidad
educativa debe proponer para estos jóvenes experiencias y
caminos que despierten en ellos la dimensión religiosa de la
vida y les ayuden a descubrir a Jesucristo como Salvador . Esta
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Convertir en nuevas las obras institucionales que tenemos:
Escuelas, Centros de Formación Profesional, Parroquias,
Oratorios y Centros Juveniles, Residencias Universitarias, etc.
Esto requiere centrar la función de la comunidad salesiana
no tanto en la gestión y organización de la obra cuanto en
el acompañamiento y en la formación de los educadores y
de los jóvenes, asegurando una presencia directa entre ellos
en la animación de un camino gradual de educación y de
evangelización, hasta llegar a propuestas de vida cristiana
comprometida, en la participación de un vasto movimiento de
personas en torno a un Proyecto educativo pastoral salesiano
abierto y compartido. Se trata también de prestar una atención
privilegiada y decidida a los jóvenes en riesgo, realizando con
coraje y creatividad las opciones necesarias; se trata también
de promover iniciativas y proyectos que comprometan al mayor
número posible de personas e instituciones de educación y de
evangelización de los jóvenes, trabajando en red y en comunión
con la sociedad y con la Iglesia.
No basta con renovar las presencias ya existentes. Muchas
veces es necesario comprometerse para crear nuevos tipos
de presencias, con propuestas fuertes de evangelización y de
educación en la fe, de formación salesiana de los colaboradores
con equipos que animen casas salesianas de espiritualidad, centros
de catequesis, centros de formación de los laicos colaboradores;
presencias de animación y propuesta vocacional explícita, de
animación y guía de las asociaciones y movimientos juveniles de
evangelización y de compromiso, y del voluntariado, etc.
Para facilitar este compromiso de hacer más significativa y eficaz
la presencia salesiana en un territorio, para coordinar mejor
los diversos tipos de presencia salesiana en él, para favorecer
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325
la Formación y el Dicasterio de la Pastoral Juvenil... Y así otros
campos que están haciéndose cada vez más interdependientes y
que afectan a diversos Dicasterios, de manera que su animación
no es realizada únicamente por uno prescindiendo de los otros.
Ante esta realidad, el CG26 ha pedido al Rector Mayor y
a su Consejo que en el próximo sexenio se promueva una
colaboración más orgánica entre los tres Dicasterios de la
Misión (Pastoral Juvenil, Comunicación Social y Misiones), de
manera que, salvaguardando la unidad orgánica de la pastoral
juvenil, se enriquezcan estos sectores compartidos con la
aportación de los tres Dicasterios que animan de modo directo
aspectos complementarios de la única misión salesiana. En una
cultura marcada profundamente por la comunicación social y
cada vez más secularizada, la educación y evangelización de los
jóvenes, sobre todo de los más pobres y de las clases populares,
requiere un planteamiento claramente misionero en el cual se
dé prioridad al primer anuncio del Evangelio.
Esta indicación del CG26 no se limita a una propuesta
organizativa, sino que implica una visión más amplia, integral
y relacionada con algunos aspectos centrales de la misión
salesiana, confiados a estos Dicasterios. La pastoral juvenil debe
ser cada vez más misionera, es decir, asumir las características y
dinámicas de la acción misionera, cuidando el diálogo con otras
religiones... La pastoral juvenil debe también asumir cada vez
más una nueva cultura de la comunicación social, que conforma
un estilo de vida y de acción, un conjunto de valores que
caracterizan los ambientes, sobre todo juveniles, en los cuales la
pastoral juvenil realiza su función educativa y de evangelización.
Por tanto, el salesiano, como educador-pastor de los jóvenes de hoy,
debe asumir muchos aspectos del misionero y del comunicador;
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misioneros, en las palabras de despedida (“Dios os envía para el
bien de sus almas”) y en el primero de los Recuerdos entregados
(“Buscad almas, y no dinero ni honores ni dignidades”).
“Recuerda siempre que Dios quiere nuestros esfuerzos en
favor de los jóvenes pobres y abandonados”. Entre los rasgos
característicos de la estrategia misionera de Don Bosco, el
rasgo más original y significativo fue su opción de clase, “una
opción constante e indeclinable, que se mueve sobre las dos
líneas paralelas de los pobres y de los jóvenes... En los lugares
de misión esto es de una evidencia estelar” . Don Bosco quiso
que la opción fundamental, la suya personal y la de la joven
Congregación, fuera transplantada a América por sus primeros
misioneros: lo deja claro en el quinto consejo (“Cuidad sobre
todo de los enfermos, los niños, los ancianos y los pobres” ),
que repetirá diez años después casi con las mismas palabras:
“Cuida especialmente de los niños, de los enfermos, de los
ancianos”. Servir y evangelizar a los jóvenes, y entre ellos a los
más necesitados, es nuestra razón de ser en la Iglesia (Const.
6), un rasgo “muy específico del carisma de Don Bosco”. Donde
seamos enviados, deberíamos preferir a los jóvenes, y entre ellos
a los más extraviados desviados o abandonados, si queremos ser
verdaderos salesianos.
“Comenzada una misión, el esfuerzo debe dirigirse a siempre a
hacer y establecer escuelas”
Para Don Bosco, Missio ad gentes y educación no eran dos
actividades apostólicas diversas o sucesivas. Estaba convencido
de que, para una misión eficaz, había que prodigarse en la
educación de la juventud. Y esto era una característica propia
de su actividad misionera en la Iglesia. “El punto de apoyo de
la acción y el principio vital de la misiología salesiana es ... la
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Que mientras vivió no viera realizado su sueño, no quita, sino
que refuerza el vigor de su convicción. Como él, nosotros los
Salesianos “estamos convencidos de que, ente los jóvenes, muchos
son ricos de recursos espirituales y presentan gérmenes de
vocación apostólica” (Const. 28). La falta de vocaciones vivida en
algunas Inspectorías y la fragilidad vocacional que nos invade un
poco en todas partes nos retan todavía más que en los días de Don
Bosco a “crear una cultura vocacional en cualquier ambiente, de
modo que los jóvenes descubran la vida como llamada” .
Por muy bien proyectada que esté y por muy eficaz que sea en
los resultados, una pastoral que no promueva una cultura
vocacional en nuestras presencias, no sería salesiana. Norma,
criterio y recorrido de inculturación del carisma salesiano ha
sido y debe continuar siendo la promoción de las vocaciones
en la Iglesia. El despertar de las vocaciones no es solo prueba
de la eficacia de nuestro trabajo apostólico; es mucho más, es la
realización de nuestro carisma específico.
“Todos, todos, podéis ser verdaderos obreros evangélicos”. Al
transplantar vida y misión salesiana a América, Don Bosco
confió siempre en todas las fuerzas vivas que se podían encontrar,
tanto dentro de su Familia religiosa, como en la Iglesia y en la
sociedad. Antes que todos, en los Salesianos coadjutores, que
no faltarán en ninguna expedición a partir de la primera; en
efecto, entre los ocho pioneros de la misión en Patagonia, en el
año 1880 habrá también un coadjutor, como había prometido
Don Bosco al Arzobispo de Buenos Aires, además de para el
trabajo catequístico , para enseñar “la agricultura con las artes
y los oficios más habituales” .
Más característica del pensamiento de Don Bosco fue
la presencia oportuna y numerosa de las Hijas de María
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continuidad con cuanto había hecho y estaba pensando hacer
en Turín y en las otras presencias de Europa. Escribía al Papa:
“Los objetivos vislumbrados para esta misión eran asistir a los
italianos e intentar un paso a los pampas ... Lo primero ya se ha
emprendido ... En cuanto a lo segundo, llevar el Evangelio entre
los salvajes, se había determinado abrir colegios, hospicios,
hogares cerca de aquellas tribus” . La preferencia salesiana por
la escuela y por los jóvenes en las misiones era para Don Bosco
una sólida convicción; pero, evangelizar educando, o, como él
se expresa, “dedicarse a la masa del pueblo con la educación
de la juventud pobre”, en cuanto método misionero, era una
novedad no comprensible para todos.
Enviando a los suyos a las tierras de misión, no hacía otra cosa que
transplantar las grandes opciones, la metodología pedagógica y
el estilo de educación que había aplicado en Valdocco y donde
habían crecido y habían sido educados sus mismos misioneros.
A pesar de ello, insistirá en que la caridad apostólica (Buscad
almas ... Cuidad especialmente de los enfermos, de los jóvenes,
de los ancianos y de los pobres ...), sea vivida como caridad
fraterna (Amaos, aconsejaos, corregíos, no tengáis jamás
envidia ni rencor, sino que el bien de uno sea el bien de todos
...) y pedagógica (Caridad, paciencia, dulzura, jamás reproches
humillantes, jamás castigos, hacer el bien a quien se pueda, el
mal a ninguno. Valga esto para los salesianos entre ellos, entre
los alumnos, y para con otros, externos o internos) .
Aunque Don Bosco diese por descontada la práctica de su
estilo educativo, no resultó fácil su implantación en tierras
americanas. Escribe don Rua a don Cagliero: No todas las
casas salesianas “son dirigidas con dulzura y con el sistema
preventivo”. Y Don Bosco enviará a don Costamagna, Inspector
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inculturar su carisma. Me aventuro a decir que esta es una de
las tareas más urgentes de la Congregación.
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Éste es el momento en que se nos ofrece la oportunidad de madurar
el significado de la misión, por el simple hecho que nos pone ante
interrogantes que ayudan a purificar y a elevar a un nivel teologal
y no simplemente sociológico nuestras motivaciones: “¿Quién soy
yo? ¿Quién me ha enviado? ¿Quiénes son esos a los que he sido
enviado? ¿Qué debo hacer?”. Entonces me daré cuenta de que lo
que está en juego es mi vida, pero también la suya.
Sólo si en aquel momento tengo la capacidad de comprender
que soy una persona consagrada a Dios y entregada a los
jóvenes, que es Él el que me ha enviado, que ellos me han
sido confiados, que mi misión es hacerme su compañero de
camino para ayudarlos a dar sentido a su existencia y hacer
opciones de vida, sólo entonces encontraré las razones y la
fuerza para gastar mi vida por ellos: “Te ofrezco todo mi ser
comprometiéndome a entregar todas mis energías a quienes
me envíes, especialmente a los jóvenes más pobres” (Const. 24).
Para hacer esto es necesaria una cosa muy sencilla: abrir las
puertas del propio corazón para poder conquistar poco a poco
su corazón para plasmarlo y orientarlo a Cristo, el Único que
puede llenar de sentido y de felicidad su vida.
Entonces no nos bastarán las horas del día, gastaremos menos
horas viendo TV o en otros ‘hobbyes’ y muchas más para estar
plenamente disponibles para ellos: para acogerlos, escucharlos
y orientarlos. Entonces y sólo entonces comprenderemos mejor
su mundo, haremos nuestras sus dificultades, sus dudas, sus
razones, sus miedos, sus esperanzas, sus necesidades, para que
aprendan a escucharse a sí mismos, a aceptarse, a decidir sobre
sí mismos, en resumen, a no ser simplemente contestatarios o
reaccionarios, sino a obrar positivamente apostando por aquello
en que creen.
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Conocer la vida de Don Bosco y su pedagogía no significa sin
embargo comprender el secreto más profundo y la razón última
de su sorprendente actualidad. El conocimiento de los aspectos
de la vida de Don Bosco, de sus actividades y también de su
método educativo no basta. Como base de todo, como fuente de
la fecundidad de su acción y de su actualidad, hay algo que con
frecuencia se nos escapa también a nosotros, sus hijos e hijas: la
profunda vida interior, lo que se podría llamar su «familiaridad»
con Dios. Quizá es precisamente esto lo mejor que tenemos de
él para poder amarlo, invocar, imitar y seguir para encontrar al
Señor Jesús y hacer que lo encuentren los jóvenes.
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los enfermos. 3. Apostolado misionero ad gentes. Don Bosco
cultivó el ideal misionero y participó de forma concreta
en la obra misionera de la Iglesia de su tiempo. Quiso que
la Sociedad Salesiana y el Instituto de las Hijas de María
Auxiliadora se dedicasen a las «misiones»; y es lo que hicieron
las dos Congregaciones religiosas desde sus orígenes, con una
extraordinaria expansión que las ha hecho presentes en todos los
continentes. La cooperación misionera ha sido también, desde
su comienzo, una dimensión esencial de la Asociación de los
Salesianos Cooperadores. También las Hermanas Misioneras de
María Auxilio de los Cristianos y las Hermanas Catequistas de
María Inmaculada Auxiliadora se dedican de manera prioritaria
al trabajo misionero. Esta forma de apostolado salesiano entra
claramente en la misión de las Voluntarias de Don Bosco, de las
Hijas de los Sagrados Corazones, de las Salesianas Oblatas del
Sagrado Corazón de Jesús, de las Hermanas de la Caridad de
Jesús, de los Testigos del Resucitado, de las Damas Salesianas y
de los Discípulos.
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son tres los ámbitos en los que la Familia Salesiana actúa su
multiforme servicio evangélico: la promoción humana, la
educación, la evangelización.
Para todos los Grupos la evangelización, entendida como
anuncio y testimonio del Evangelio, es el objetivo prioritario de
la propia misión.
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llevamos muy en el corazón, en nuestro ADN como he dicho
más veces. Y también se debe a que, en ocasiones, tenemos que
recordárnoslo, para que sea más evidente esta predilección
nuestra, recordarlo y recordárselo a otros, para que lo tengamos
siempre muy presente.
Si ha sido así en toda nuestra historia de Congregación, a la
luz del CG27, Hermanos, y con una decidida opción por ser
servidores de los jóvenes, ésta opción, y en especial por los más
pobres, se convierte, y ha de convertirse de manera imperativa,
en el esfuerzo máximo y el rasgo distintivo de la Congregación
en este sexenio, con un profundo sentido de Dios y en verdadera
manifestación de fraternidad, donde nuestra opción por los más
necesitados sea tan evidente que no haya necesidad de palabras
para explicarlo. «El mundo nos recibirá siempre con gusto
mientras nuestras atenciones estén dirigidas a los niños más
pobres, más amenazados de la sociedad. Esta es para nosotros
la verdadera riqueza que nadie podrá quitarnos».
Hermanos, cuando nuestro Capítulo General último manifiesta
que queremos ser una Congregación de pobres y para los
pobres, porque como Don Bosco creemos que éste debe ser
nuestro modo de vivir con radicalidad el Evangelio y la manera
de estar más disponibles a la exigencias de los jóvenes, no está
pensando solamente en una sugerencia para los Salesianos más
sensibles o un poco más generosos, sino que lo plantea como
un auténtico éxodo en nuestra vida. Ha de ser algo esencial
a nuestro ser de Salesianos de Don Bosco, y lo que debemos
llevar en el corazón cada Salesiano. La excepción deberá ser la
de aquellos Hermanos que no se sienten capaces —porque algo
no anda bien en sus vidas—, y entonces seguirán contando con
nuestra fraternidad y ayuda; pero nunca debería ser una opción
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Don Bosco quiso que la Sociedad Salesiana fuese decididamente
misionera. Eligió en el 1875, de entre el pequeño grupo de los
primeros Salesianos, a los diez que habrían de ir a América. .Antes
de su muerte ya había enviado 10 expediciones misioneras y 153
estaban ya en América en el momento de su muerte; casi el 20
por ciento de los Salesianos del momento, según el catálogo de
la Congregación de 1888.
Esta identidad misionera, conservada y cuidada con el paso
de los años, llevó al Capítulo General Especial a hacer una
especial llamada que yo quisiera renovar hoy, a las puertas del
Bicentenario del nacimiento de Don Bosco y como homenaje
vivo a su memoria: «El Capítulo General Especial lanza un
llamamiento a todas las Inspectorías, aún las más pobres de
personal, para que, obedeciendo a la invitación del Concilio y
siguiendo el audaz ejemplo de nuestro Fundador, contribuyan
con su personal, en forma definitiva o temporal, al anuncio del
Reino de Dios».
Creo sinceramente, Hermanos, que esta llamada tiene hoy
plena actualidad en la realidad de nuestra Congregación.
Cuando hablo de homenaje a Don Bosco en la celebración
del Bicentenario de su nacimiento, no lo digo en un contexto
celebrativo vacío, o para hacer estadísticas, sino porque creo
verdaderamente, y ha sido también la sensibilidad del CG27,
que una gran riqueza de nuestra Congregación es justamente
la capacidad misionera, la posibilidad de estar allí donde más
se nos necesite en la Evangelización, si bien todas las fuerzas
son muy válidas en cualquiera de los lugares donde nos
encontramos.
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Como don Bosco, ¡con los jóvenes, para los jóvenes!. (2015)
Y decimos ¡CON LOS JÓVENES!, hermanos y hermanas de
nuestra Familia Salesiana, porque el punto de partida de nuestro
hacer carne y sangre (ENCARNAR) el carisma salesiano, es el
de ESTAR CON LOS JÓVENES, estar con ellos y entre ellos,
encontrarlos en su vida cotidiana, conocer su mundo, amar su
mundo, animarles en su ser protagonistas de sus vidas, despertar
su sentido de Dios, animarlos a vivir con metas altas.
El mundo de los jóvenes es un mundo de posibilidades. Para
poder ser fermento en ese mundo, debemos conocer y valorar
positiva y críticamente aquello que los jóvenes valoran y aman.
El desafío de nuestra misión en medio de los jóvenes pasa a
través de nuestra capacidad profética para leer los signos de los
tiempos, como anteriormente decíamos de Don Bosco; es decir,
¿qué nos está diciendo y pidiendo Dios a través de estos jóvenes
con los que me encuentro?
Este desafío comienza por tener la capacidad de escuchar, y por
tener el valor y la audacia de entablar un diálogo «horizontal»,
sin posicionamientos estáticos, sin arrogarnos previamente la
posesión de la verdad. Adoptemos la actitud del «aprendiz»,
y mucho aprenderemos de ellos y de la imagen de Iglesia que
para ellos encarnamos. Los jóvenes, con su palabra, su presencia
o su «indiferencia», con sus respuestas y sus ausencias, están
reclamando algo de nosotros. Y también el Espíritu en ellos,
y a través de ellos, nos está hablando. Del encuentro con ellos
nunca se sale indemne, sino recíprocamente enriquecidos y
estimulados.
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4.2. ¡Con los JÓVENES! mostrándoles predilección
pastoral
Y decimos ¡CON LOS JÓVENES!, porque si lo que llena nuestro
corazón —desde el momento de la llamada vocacional de Jesús
a cada uno de nosotros—, es la predilección pastoral por los
chicos y chicas, los muchachos, las jóvenes y los jóvenes, esta
predilección se manifestará en nosotros, como en Don Bosco,
en una verdadera «pasión» buscando su bien, poniendo en ello
todas nuestras energías, todo el aliento y fuerza que tengamos.
Y nuestras comunidades, sea cual sea el grupo de nuestra
Familia (sean comunidades de vida religiosa, comunidades
de oración y compromiso, comunidades testimonio…), han de
intentar adquirir «visibilidad» entre los jóvenes de su propio
ambiente. Esta visibilidad exige discernimientos, opciones y
renuncias. Significa ante todo gratuidad en el servicio, relaciones
fraternas alegres y detallistas, en un proyecto comunitario de
oración, encuentros y servicio. Se requiere, más que nunca,
una «casa abierta», con pluralidad de iniciativas convocantes,
y con propuestas oportunas para los problemas de los jóvenes
del entorno. Ojalá los jóvenes se percaten del valor que tiene
el poder disponer de un «hogar salesiano», poder contar con
un grupo de personas amigas. La significatividad exigirá que
nuestras comunidades vivirán en una saludable tensión que se
transforma en búsqueda, discernimiento y toma de decisiones
que han de ser continuamente revisadas, llevadas a la oración y
contrastadas en la vivencia fraterna y en la praxis pastoral.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
349
Por eso precisamente nuestra acción pastoral no podrá ser
una tarea uniforme y lineal, dado que las situaciones de los
adolescentes y de los jóvenes son tan variadas. Esto implicará,
sobre todo en nosotros educadoras y educadores, actitudes
profundas como estar dispuestos a «perder la propia vida» para
darla por el Reino, aceptar la pobreza, la austeridad, la sobriedad
como opción de libertad pastoral personal e institucional, estar
dispuestos a reconvertir nuestras obras cuando sea necesario,
poniendo siempre en primer lugar a las personas, el encuentro
con ellas y el servicio a las mismas.
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351
Por ellos y ante ellos no podemos eludir las urgencias que
desde la misma realidad juvenil nos están golpeando a la
puerta. Colaboramos con nuestras obras y servicios múltiples
en promover la acogida de los jóvenes, escuchar los gritos del
alma: jóvenes solos, acosados por la violencia, con conflictos
familiares, con heridas emotivas, con confusión, con
sufrimiento y dolor. La Buena Noticia empieza por escuchar y
acoger de forma incondicional sus necesidades, deseos, miedos
y sueños. Urge también recuperar su capacidad de búsqueda, de
indignación ante las oportunidades que se les cierran por ser
promesas vacías, estimular sus sueños para promover la acción,
la colaboración, la búsqueda de unas sociedades mejores.
Aceptar el «abrazo de Dios» como un regalo, aprender a llorar
en Él, a reír en Él.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
353
educadores en la fe. Esta es otra de las inquietudes, hermanos,
y un verdadero sueño que sé que no es solo mío. Es más,
atraviesa toda nuestra historia congregacional, y tenemos
cientos de páginas de nuestros documentos, ya sean nuestras
Constituciones, los Capítulos Generales y tantas intervenciones
de Rectores Mayores, que han hecho fuertes llamadas de
atención para cuidar nuestra dimensión evangelizadora y de
educadores en la fe.
Un gran desafío es el de atrevernos a asumir esta tarea y misión,
a pesar de que muchas veces es difícil cuando los jóvenes no
están precisamente esperando nuestra propuesta ni se sienten
motivados ante ella. Debemos ser conscientes, por otra parte,
de que estas situaciones de dificultad, indiferencia y a veces
rechazo, han acompañado la acción evangelizadora desde los
primeros tiempos. También la diversidad de contextos religiosos
nos frena, no pocas veces, en el anuncio de Jesucristo, y podemos
quedarnos en una acción social y humanitaria que en sí misma
es buena, pero en la que si falta la evangelización y educación
en la fe, nos quedamos a mitad de camino.
Reunido con Inspectores en momentos varios, les he dicho
que nunca deben permitirse que los problemas que puedan
encontrar oscurezcan la mirada acerca de lo mucho bueno y
bello que cada cual tiene en su Inspectoría. Las dificultades se
deberán afrontar, pero es mucho más hermoso animar a cada
hermano a seguir dando lo mejor de sí mismos, es decir, vivir
mostrando, que somos como educadores y evangelizadores unos
apasionados de los jóvenes envueltos en la «trama de Dios»,
y que junto con nuestros hermanos salesianos, en nuestras
comunidades, y con tantos educadores, educadoras, amigos,
laicos comprometidos… queremos seguir haciendo realidad este
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
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b. Que nuestra Congregación, más que nunca y por fidelidad
al Evangelio, a la Iglesia y a Don Bosco, debe seguir siendo
misionera. He enumerado otras veces algunos desafíos
misioneros que tenemos en el horizonte y campos donde hemos
de fortalecer la misión.
c. Renuevo en este momento mi invitación a todos aquellos
hermanos que se sienten llamados por el Señor para la «missio
ad gentes et ad vitam» para que acojan la llamada y podamos
realizar, en tiempo oportuno, el discernimiento adecuado.
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357
de preguntarnos qué significa y cómo hacer este anuncio de la
Misericordia de Dios en nuestras casas salesianas del mundo,
donde nos encontramos en lugares en los que se mata en
nombre de Dios, y en ese mismo nombre se ponen bombas y
se llevan a cabo atentados. Presencias salesianas en lugares
donde hay guerra, donde hay desplazamientos de refugiados.
Y también presencias salesianas en partes del mundo donde
proliferan mensajes racistas y xenófobos…
Ante esta realidad, ¿podemos ser neutrales y mirar hacia otro
lado como si todo esto no tuviera nada que ver con nosotros?
No. No existe ni puede existir ‘neutralidad salesiana’ ante estas
situaciones, y nuestras respuestas no pueden ser otras más que
las del Evangelio y las de nuestro compromiso para que esta
invitación del Papa Francisco a buscar y vivir la Misericordia
de Dios con todas las consecuencias no sea algo limitado en
el tiempo, sino con continuidad y larga duración. El Papa nos
invita a escuchar la palabra de Jesús que nos “ha señalado la
misericordia como ideal de vida y como criterio de nuestra fe.
“Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia
(Mt 5,7)”… Como ama el Padre, así aman los hijos”36, dice el Papa.
Y este deseo de intentar vivir la misericordia de Dios pide de
nosotros, presencias salesianas del mundo en esta geografía del
dolor, abrir el corazón a tantas personas que viven en situación
de precariedad y sufrimiento, estar cerca de quienes no tienen
voz para hacer valer la justicia que merecen, curar heridas de
la vida con la fraternidad y solidaridad, y estar lejos de esa
indiferencia que además de no ayudar, humilla. “Abramos
nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas
de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y
sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras
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responsabilidad. Una bondad tierna y comprensiva, y al mismo
tiempo responsable y exigente con la vida de sus muchachos.
Y porque se siente con bondad padre de sus muchachos, desea
acercarlos al misterio de Dios y ponerlos en contacto con Él
hasta hacerles descubrir el maravilloso plan que Dios tenía
para ellos, y ayudarles así a ser felices en este mundo y en la
eternidad.
Vivir la misericordia en nuestras presencias con esta sensibilidad
debe significar que creemos que hoy también son reales como
con Jesús en el Evangelio (Lc 7,50; Mt 9,22; Mc 5,34; Lc 8, 48)
experiencias de encuentro humano que alivian el peso de la
existencia, que levantan realmente del suelo. Poder hacer,
mediante el encuentro humano y de fe, la experiencia de la
Misericordia de Dios, incluso a través de mediaciones tan pobres
y humanas como somos cada uno de nosotros, es una auténtica
y verdadera curación, mucho más profunda que las de la salud
física. Es hacer la experiencia de que somos amados y podemos
amar a pesar de todo. Y es que en esto consiste ser cristianos, en
creer en el amor de Dios por nosotros (Cf. 1 Jn 4,16).
Y cuando un muchacho, muchacha, joven, hace la experiencia
de que un verdadero educador está dando vida y dando la
vida cada día estando a su servicio, ahí mismo está haciendo
verdadera experiencia de cómo Dios lo ama, la ama, de manera
especial y única. En esto consiste encarnar el corazón de Cristo
Buen Pastor, hasta el punto de que si alguien desea perjudicar
a las ‘ovejas del rebaño’, antes tendrán que enfrentarse a quien
las cuida con verdadero amor de educador, hermano, hermana,
amigo… Interesante en este sentido resulta la narración de un
exegeta que presenta el ejemplo moderno del pastor que se
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361
misericordia que hemos de vivir son:
• una presencia educativa que persuade y suscita confianza.
• una praxis que guiada por el corazón busca solamente el bien
del niño, niña, adolescente o joven.
• un amor que se dona gratuitamente.
• un ejercicio permanente de la caridad; una caridad que sabe
hacerse amar porque el amor construye a la persona.
• una presencia educativa abierta, cordial, que da el primer paso
para acoger siempre con bondad, respeto y paciencia.
• una opción de predilección por los jóvenes porque este es un
elemento de ‘fe salesiana’. Nosotros creemos en verdad que Dios
ama a los jóvenes.
• “un lenguaje del corazón que acepta a los muchachos como
son, que manifiesta el deseo de compartir sus gustos y sus temas,
que demuestra confianza en ellos, tolerancia y perdón”.
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363
como destinatarios de nuestra misión. Hoy más que nunca esta
tarea educativa y evangelizara es inseparable de la familia.
2. Demos pasos decisivos y firmes en exigirnos el acompañamiento
como opción prioritaria, por medio de iniciativas concretas y
prácticas según los contextos:
• Un acompañamiento de los padres y matrimonios que lo
acepten.
• Un acompañamiento real de los chicos, chicas, y jóvenes de las
presencias salesianas del mundo, en especial ante situaciones
familiares y personales difíciles.
• Un acompañamiento vocacional de todos los jóvenes, y entre
ellos también de quienes desean madurar un proyecto personal
de vida al matrimonio.
• Un acompañamiento, que ha de concretarse en propuesta
de espiritualidad y de fe como sentido de la vida, en las más
diversas realidades de las familias con las que nos encontramos
3. Ayudemos a las familias a educar y crecer desde el afecto
y el corazón, con todo lo que esto implica en nuestro sistema
educativo (Sistema Preventivo). Sabemos lo lento que es el
camino de crecimiento y maduración humano. Al primer
nacimiento le sigue esa otra iniciación a la vida mediante la
transmisión de valores. Para ello, «los hijos necesitan el espacio
protegido y la seguridad afectiva en el amor de los padres; a la
inversa, los hijos fortalecen y enriquecen el lazo de amor entre
los vínculos de los padres», y nuestra tarea de educadores y
evangelizadores ha de priorizar esta dimensión. En este sentido
hemos de establecer puentes permanentes con los padres para
ver, junto con ellos, cómo seguir cuidando entre todos, tanto en
las familias como en nuestras presencias, y siempre por el bien
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
365
madres, en el que se sondeara de qué modo pueden integrarse
aquí los potenciales de la familia».
5. Tomemos muy en serio la ayuda a los padres en la educación
para el amor y la educación sexual de sus hijos e hijas. El
papa Francisco indica en la Exhortación que «deberíamos
preguntarnos si nuestras instituciones educativas han asumido
este desafío», refiriéndose a lo que ya pedía el Concilio Vaticano
II en la declaración Gravissimum Educationis. Muchos
indicadores parecen poner en evidencia que hemos retrocedido
en las presencias salesianas del mundo en esta responsabilidad.
Parecería que la dificultad ambiental nos ha limitado mucho.
Sin embargo como educadores y educadoras sentimos como
deber educar en el amor a nuestros destinatarios; creemos
que fomentar en nuestras casas un clima educativo rico en
comunicación y afecto es una gran lección sobre el amor. Vemos
necesario tanto una educación afectivo-sexual adecuada como
una catequesis cuidadosa que ayude a comprender a los jóvenes
la realidad y dimensiones del amor.
6. Ofrezcamos con estilo salesiano mediación y ayuda a los
padres ante sus situaciones personales de dificultad y crisis, así
como de la propia familia. Y aunque el punto de llegada pueda
ser el de recomendarles la ayuda de otros profesionales ante
sus dificultades como matrimonio, nosotros, como educadoras,
educadores y pastores, hemos de ser un puente muy importante
para el bien de sus hijos. Es fácil comprender que se pueden
cometer errores en lo que concierne al propio matrimonio y
familia. Nuestro servicio consistirá, en la medida de lo posible,
en ayudar a salir una y otra vez al encuentro del otro, buscar
caminos que renueven la comunicación, proponer el perdón
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
367
juntas una meta elevada y ambiciosa, algo que es muy diferente
de la simple idealización del matrimonio.
• Por eso hemos de ayudar a los jóvenes a descubrir que es
bueno anhelar aquello que el matrimonio y la familia ofrecen
cuando van bien.
• Ayudarles a plantearse con serenidad que, desde el amor, este
proyecto de vida es posible para ellos, si esa es su vocación y
llamada de Dios.
• Podremos caminar a su lado para que con realismo puedan ver
el peligro de una idealización que decepcione al no encontrar
la satisfacción de todos los anhelos soñados.
• Deberemos ayudarles a descubrir que en el matrimonio
cristiano hay algo muy hermoso, como es el hecho de que el
amor se sitúa en el horizonte de Dios. Eso significa el sacramento
como signo eficaz del amor de Dios en ellos.
9. Ayudemos a los padres y familias a entender, especialmente en
los momentos difíciles, que espiritualmente, todo matrimonio y
familia está bajo la ley del proceso y de la gradualidad así como
del crecimiento que se renueva continuamente y se profundiza
en el Misterio de Cristo. Hay muchos elementos ricos para
compartir con padres e hijos, tales como el valor del ejercitar
una y otra vez la tolerancia y la paciencia; el tiempo que han de
dedicarse; las muestras de cariño, de afecto, de ternura y de gran
respeto; el agradecimiento mutuo y el amor. También el valor de
la oración en familia y la celebración de la fe. Pensando en el
matrimonio, «es algo muy hermoso encontrarse con parejas ya
mayores que, a pesar de su avanzada edad, están enamoradas de
una forma madura. Esto es signo de un vivir humano salvado,
humana y espiritualmente maduro».
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• Planteémonos muy en serio cuál está siendo nuestra actitud
de empatía con los padres y madres de familia que tantas veces
viven situaciones de dolor y angustia.
• Desarrollemos aún más la fuerza pastoral de nuestras
Comunidades Educativo Pastorales porque tenemos la fortuna
de que nuestra acción educativo y evangelizadora es, ante todo,
comunitaria.
• Asegurémonos de que nuestras casas salesianas en todo el
mundo ofrezcan un rostro y modelo de Iglesia que permitan a
los padres y familias descubrir o redescubrir la fe adormecida o
abandonada.
• Y volvamos decididamente, una y otra vez, al clima de
Valdocco.
370
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
371
• Esta escucha, cuando tiene que ver con el acompañamiento
personal espiritual, trasciende la dimensión psicológica y
adquiere una dimensión espiritual y religiosa, puesto que nos
lleva por caminos en los que se está a la espera de Alguien.
• Con nuestra mirada educativa, especialmente hacia los
jóvenes, y también en la vida de sus familias, sabemos que es
mucho lo positivo que hay en cada corazón3, y es preciso hacer
aflorar estas cosas positivas mediante un paciente trabajo de
atención sobre uno mismo, de diálogo con los demás, de escucha
y de reflexión.
Esta escucha ha de llevarnos a comprender bien qué necesitan los
jóvenes de hoy, y a veces sus padres, o las personas con quienes nos
relacionamos en un ambiente pastoral. En concreto los jóvenes
se acercan no tanto porque busquen, un acompañamiento, sino
más bien movidos por la necesidad cuando tienen dudas, líos,
aprietos y dificultades, conflictos, tensiones, decisiones que
tomar, problemas concretos que afrontar.
Y suele ser más común que se acerquen si es uno mismo quien
hace algún gesto de acercamiento, de interés por ellos, si se sale
al encuentro, si uno se muestra accesible.
Y a veces, estas conversaciones fortuitas pueden ser la puerta
que se abre para un camino más profundo y de crecimiento…
Así sucedió en el encuentro de Jesús con la mujer que,
sencillamente, iba a buscar agua al pozo.
372
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
373
punto de referencia, expresión de la pedagogía preventiva,
amable, dispuesta al diálogo y a la confianza, la medida de la
propia verdad y eficacia, la medida para proyectar y actuar.
Expresión de la misión eclesial según el estilo de Don Bosco,
la Pastoral Juvenil Salesiana asume la evangelización como
la primera urgencia, consciente de que su misión principal es
proponer a todos los jóvenes que vivan su existencia como la
vivió Jesús. Todo ello para que se encuentren gradualmente
con Cristo, vivan plenamente su humanidad y se hagan
protagonistas y corresponsables en la construcción del reino de
Dios en el mundo.
La Pastoral Juvenil Salesiana persigue todo esto no solo en
favor de los jóvenes, sino con un estilo particular: juntamente
con los jóvenes. Don Bosco es el primer santo que funda una
Congregación no solo en favor de los jóvenes, sino juntamente
con los mismos jóvenes, valorando de forma inaudita el
protagonismo típico de esta edad y comprometiéndolos en
primera persona en la aventura de su crecimiento religioso y
humano. Por esto, la pastoral salesiana es juvenil: no solo porque
ve en los jóvenes los propios destinatarios y la propia medida,
sino porque los asume como protagonistas.
Por último, precisamente porque la pastoral es juvenil, es
siempre y al mismo tiempo evangelización y educación, o quizá
podríamos decir, una evangelización que, proponiendo a los
jóvenes vivir la propia vida sobre la base de la forma con que
Cristo mismo la vivió, es también siempre formación integral
de la persona y, por lo tanto, educación.
La Pastoral Juvenil Salesiana, por tanto, es acción orgánica de
una Comunidad Educativo- Pastoral que, movida por una misión
carismática, quiere preparar a los jóvenes para que: fortalezcan
374
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
La misión salesiana
El carisma salesiano participa de la misión universal de
la Iglesia: es una experiencia del Espíritu, un don de Dios
entregado a la Iglesia y a la humanidad a través de Don Bosco,
con propiedades distintivas:
• los destinatarios específi cos: “reunir” a los jóvenes;
• la predilección por “los más pobres, abandonados, en peligro”:
“alejados” de Dios, marginados por la comunidad humana, los
que mayor carencia sufren de la experiencia del amor de Dios;
• un estilo típico que privilegia el amor (amor educativo que
hace crecer y crea correspondencia) y la comunión (espíritu de
familia), para superar la soledad y la explotación;
• la “mediación privilegiada” de la educación y la experiencia
de la Comunidad Educativo-Pastoral “experiencia de Iglesia,
reveladora del designio de Dios” (Const.47).
375
el descubrimiento del proyecto de vida y el compromiso de
transformar el mundo según el proyecto de Dios sobre cada
uno de ellos.
La originalidad y la audacia de la propuesta de la “santidad
juvenil” son intrínsecas al arte educativo de Don Bosco: una
santidad que no defrauda las profundas aspiraciones del ánimo
juvenil (necesidad de vida, de expansión, de alegría, de libertad,
de futuro, etc.); una santidad que, gradual y concretamente, los
jóvenes experimentan como “vida de gracia”, de amistad con
Cristo, y como realización de los propios ideales más auténticos:
«Nosotros aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre
alegres» (Santo Domingo Savio).
La meta propuesta por la Pastoral Juvenil Salesiana a todo joven
es la construcción de la propia personalidad, que tiene a Cristo
como referencia fundamental; referencia que, haciéndose
explícita e interiorizada progresivamente, lo ayuda a ver la
historia como Él, a juzgar la vida como Él, a escoger y a amar
como Él, a esperar como enseña Él, a vivir en Él la comunión con
el Padre y el Espíritu Santo (cfr. CG23, 112-115). Una verdadera
conversión misionera exige a la Pastoral Juvenil Salesiana que
descubra y viva la profunda e inseparable relación de la acción
educativa con la acción evangelizadora.
376
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
377
camino de la santidad juvenil y demostró metodológicamente
la validez de su alta finalidad, con admirables resultados.
Esta espiritualidad se enlaza con el Sistema Preventivo; es el
desarrollo del Proyecto Educativo-Pastoral Salesiano ofrecido a
todos los sujetos de la Comunidad Educativo-Pastoral, traducido
en itinerarios de mayor compromiso. Los cinco elementos
siguientes se compenetran mutuamente; cada uno representa
una acentuación que refuerza lo que se ha expresado en los
otros: la vida, Cristo, las bienaventuranzas, la Iglesia, María y
el servicio, son puntos de referencia para reflexionar y vivir en
unidad la totalidad de la experiencia cristiana.
La evangelización es siempre una acción eclesial. Por tanto, el
primer elemento fundamental para realizar la Pastoral Juvenil
Salesiana es la comunidad que incluye, en clima de familia, a
jóvenes y adultos, padres y educadores, hasta convertirse en
experiencia de Iglesia (cfr. Const. 44-48; Reg. 5): una comunión
que vive los diversos dones y servicios como realidades
complementarias, en mutua reciprocidad, al servicio de una
misma misión (cfr. CG24, nn. 61-67). La evangelización es
fruto de un recorrido coral, una misión entre consagrados y
laicos, que unen sus fuerzas para colaborar en el intercambio
de dones, incluso con diferencias de formación, de tareas,
de carismas y grados de participación en esta misión. Una
comunidad en la cual todos, consagrados y laicos, son sujetos
activos, protagonistas de la evangelización de los individuos y
de las culturas (cfr. Christifideles Laici 55-56; CG24, n.96).
Esta comunidad, sujeto y, al mismo tiempo, objeto y ámbito
de la acción educativo- pastoral es la “Comunidad Educativo-
Pastoral” (CEP). Es nuestra forma de ser Iglesia, nuestra
pastoral específica inserta en la pastoral eclesial. La educación
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
379
del proceso de crecimiento de la comunidad inspectorial y de
las diferentes CEP existentes en el territorio, en su esfuerzo
de encarnar la misión salesiana en un contexto determinado.
El PEPS equivale a un directorio práctico que da orientación
y continuidad a la pastoral y asegura unidad de objetivos y de
orientaciones en las obras. Si la finalidad primaria del PEPS es
conducir la Inspectoría y las comunidades locales y obrar con
mentalidad compartida y con claridad de objetivos y criterios,
esto posibilita también la gestión corresponsable de los procesos
pastorales. El proyecto El proyecto se refleja en un texto que
hay que conocer y llevar a la práctica.
El punto de atención principal de todo el dinamismo de
la Pastoral Juvenil Salesiana es el joven en la integridad de
sus dimensiones (corporeidad, inteligencia, sentimientos,
voluntad), de sus relaciones (consigo mismo, con los otros, con
el mundo y con Dios), en la doble perspectiva de la persona
y de su protagonismo en la historia (promoción colectiva,
compromiso por la transformación de la sociedad). Todo ello
se hace con una mirada puesta en la unidad de su dinamismo
existencial y en su crecimiento humano hasta el encuentro con
la persona de Cristo Jesús.
El PEPS orienta y guía un proceso educativo en el que las múltiples
intervenciones, los recursos y las acciones se entrelazan y se
articulan al servicio del desarrollo gradual e integral de la persona
del joven. El PEPS actualiza los valores y las actitudes tanto de
la propuesta cristiana de la Espiritualidad Juvenil Salesiana,
como de los principios metodológicos de la pedagogía salesiana,
es decir, del Sistema Preventivo: con atención prioritaria a los
jóvenes más pobres y con mayores dificultades.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
381
reflejo que la acción salesiana tiene fuera de la obra, pensada como
centro de amplia convocatoria y agente de transformación educativa.
La eficacia de la evangelización desafía a la CEP a trabajar
armónicamente, según la lógica de la alianza educativa, abierta
a las aportaciones del territorio. Apuntar hacia este servicio
de coordinación y de red implica un compromiso serio de dar
un paso adelante respecto a la simple gestión de las propias
obras y servicios: requiere pasar del desarrollo cuidadoso
de las actividades elaboradas internamente, a la capacidad
comunicativa y comprometedora de valores típicos de la misión
y espiritualidad salesiana.
Implica, además, prolongar el diálogo con las instituciones
educativas, sociales y religiosas que actúan en la misma área;
abrirse a través del espacio creado por las tecnologías modernas,
capaces de construir relaciones, y establecer un diálogo efectivo
con los más diversos interlocutores que tienen incidencia sobre
la vida de los muchachos.
El punto focal hacia el que convergen las líneas doctrinales
y operativas del Sistema Preventivo es el PEPS. El proyecto
apostólico salesiano, en todas sus dimensiones, encuentra sus
raíces y su descripción cuidadosa en las Constituciones de la
Sociedad de San Francisco de Sales, nn. 31-39: “Nuestro servicio
educativo pastoral”.
La acción educativo-pastoral salesiana es un proceso dinámico
que se desarrolla en algunas dimensiones fundamentales,
como aspectos integrantes y complementarios, un marco de
referencia antropológica, pedagógica y espiritual coherente con
el acompañamiento de los jóvenes en el delicado proceso de
crecimiento de su humanidad en la fe.
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383
intervención se insertan en un proceso de crecimiento humano
y cristiano unitario, respondiendo a la pregunta: ¿qué tipo de
joven debe promoverse para que pueda llegar a ser «adulto
en la fe»? Teniendo presentes las diversidades culturales y
territoriales que condicionan el modelo cristiano y exigen
importantes integraciones, las dimensiones orientan para
definir la identidad cristiana del joven en la Iglesia y en la
sociedad contemporánea.
La articulación de las dimensiones nace de una concepción
respetuosa de la complejidad del crecimiento de la persona y
de un proyecto que tiene como finalidad su salvación global,
interesándose por las dinámicas divinas y humanas que actúan
conjuntamente de hecho en la historia del mundo.
Esta síntesis orgánica expresada en las dimensiones constituye
la característica de la Pastoral Juvenil Salesiana:
• la dimensión de la educación a la fe (cfr. Const. 22, 33, 34, 36;
Reg. 7, 13): implícita o explícitamente, todo proyecto pastoral
cuida la orientación de los jóvenes al encuentro con Jesucristo
y la transformación de su vida según el Evangelio;
• la dimensión educativo-cultural (cfr. Const. 31, 32; Reg. 4,6):
se va al encuentro de los jóvenes en la situación en la que se
encuentran, estimulando el desarrollo de todos sus recursos
humanos y abriéndolos al sentido de la vida;
• la dimensión de la experiencia asociativa (cfr. Const. 35; Reg. 8): se
favorece la maduración de la experiencia de grupo hasta descubrir
la Iglesia como comunión de creyentes en Cristo y madurar una
clara pertenencia eclesial;
• la dimensión vocacional (cfr. Const. 34, 35, 37; Reg. 9):
se acompaña el descubrimiento de la vocación y el propio
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385
que pertenecen a diversas asociaciones o grupos, animados por
la Pastoral Juvenil Salesiana. Al no ser una asociación, abre las
puertas a todos, puesto que su servicio está dirigido a la Iglesia
y a todos los jóvenes. Esto, de hecho, no nos impide testimoniar
a Cristo, compartir su Misterio con otros jóvenes reunidos por
la misma fe y anunciarlo con alegría a quien todavía no lo ha
acogido. El MJS participa del carisma salesiano, es su expresión
en el ámbito laical juvenil.
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Segunda Parte
REVISIÓN DE LA VIDA
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1. SCRUTINIUM PERSONAL
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Les ayudamos a descubrir, acoger y madurar el don de la
vocación seglar, consagrada o sacerdotal, para bien de toda la
Iglesia y de la familia salesiana.
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32. Como educadores, colaboramos con los jóvenes, para
desarrollar sus talentos y aptitudes hasta la plena madurez.
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Como Don Bosco, estamos llamados, todos y en todas las
ocasiones, a ser educadores de la fe. Nuestra ciencia más
eminente es, por tanto, conocer a Jesucristo, y nuestra
alegría más íntima, revelar a todos, las riquezas insondables
de su misterio.
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Imitando la paciencia de Dios acogemos a los jóvenes tal como se
encuentra el desarrollo de su libertad. Los acompañamos, para
que adquieran convicciones sólidas y progresivamente se vayan
haciendo responsables del delicado proceso de crecimiento de
su humanidad en la fe. (R 4.5.13.15)
396
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
¿Me preocupo por hacer realidad que nuestra obra tenga las
características de la experiencia de Valdocco: casa, parroquia,
escuela, patio? ¿Son los criterios oratorianos los que iluminan
mi discernimiento en la toma de decisiones?
397
47. En nuestras obras formamos la comunidad educativa y
pastoral. Ésta, en clima de familia, integra a jóvenes y adultos,
padres y educadores, de modo que pueda convertirse en una
experiencia de Iglesia, reveladora del plan de Dios.
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
2. SCRUTINIUM COMUNITARIO
399
En nuestra planificación y toma de decisiones ¿privilegiamos
el servicio en medio de los más pobres? ¿Miramos el mundo
de los jóvenes con simpatía? ¿Qué estrategias comunitarias de
encuentro con los jóvenes hemos implementado? ¿Nos sentimos
a gusto trabajando al servicio de los jóvenes más pobres y
necesitados, buscando su crecimiento pleno, especialmente su
configuración a Cristo? ¿Estamos atentos a conocer la realidad
juvenil? ¿Qué estrategias hemos implementado como comunidad
para conocerles, más allá de las percepciones personales?
400
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
401
Prestamos nuestra atención a los seglares responsables
de la evangelización del ambiente, y a la familia, donde
coinciden las diversas generaciones y edifican el futuro del
hombre. (R 14.25.26).
402
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
403
R7. El proyecto tenga como núcleo central un plan explícito de
educación en la fe, que acompañe a los jóvenes en su desarrollo,
y coordine las diversas formas de catequesis, las celebraciones y
los compromisos apostólicos. C 34.36.
404
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
405
identidad de discípulos-misioneros? ¿Qué estrategias de
acompañamiento espiritual hemos asumido? ¿Cultivamos
una profunda devoción mariana? ¿Qué estrategias hemos
impulsado para difundir su devoción?
406
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
407
40. Don Bosco vivió una típica experiencia pastoral en su primer
oratorio, que para los jóvenes fue casa que acoge, parroquia que
evangeliza, escuela que encamina hacia la vida, y patio donde
se comparte la amistad y la alegría.
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409
visita inspectorial?
410
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411
contexto social, el mundo del trabajo y la pastoral de la Iglesia.
(C 41.42)
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Tercera Parte
CELEBRACIONES LITURGICAS
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
1. Motivación
El Señor es mi Pastor
la vida ha dado por mí.
Yo su voz he de escuchar
y suyo siempre seré.
Yo no soy el mercenario
que abandona las ovejas
cuando ve venir al lobo
que las mata y las dispersa.
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como el Padre me conoce
y también conozco al Padre.
2. Saludo
A. y con tu espíritu
3. Salmodia
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Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
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para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
4. Palabra de Dios
420
S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
5. Homilía
6. Scrutinium
7. Magnificat
P. Con las palabras de la Virgen, confesemos nuestra humildad
y sencillez ante el Señor, que nos envía a dar la vida para que los
jóvenes tengan la vida que solo Jesús, su Hijo, les puede dar.
421
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
8. Preces
P. Al Señor, buen pastor, que nos trae vida en abundancia,
le pedimos que nos regale un corazón grande como
nuestro padre Don Bosco, para entregar nuestra vida por
los jóvenes a quienes nos ha enviado. A cada intercesión,
respondemos “haznos signos de tu amor”
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
9. Bendición
P. Nuestro auxilio es el nombre del Señor
A. que hizo el cielo y la tierra.
Dios te salve María...
P. Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
Oh Virgen gloriosa y bendita.
423
María Auxilio de los cristianos
A. ruega por nosotros.
P. Señor escucha nuestra oración.
A. y llegue a ti nuestro clamor.
P. El Señor esté con ustedes.
A. y con tu espíritu.
P. Oremos.
A. Amén
A. Amén
canto: A la Virgen
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
1. Motivación
425
Creo en el Espíritu que canta en nuestro ser
haciendo de la vida, un canto celestial.
Creo que la Iglesia reúne nuestras voces
y nos enseña a todos, la música de Dios.
2. Saludo
A. y con tu espíritu
3. Salmos
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427
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Antífona: el Señor es tierno con sus fieles como lo es un padre con su hijo
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S C RU T I N I U M M I S SI ON I S
Antífona: el Señor es tierno con sus fieles como lo es un padre con su hijo
Antífona: Alabad al Señor, todas las naciones. que tenga sed de ti.
429
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, manifestado en fragilidad humana,
santificado por el Espíritu.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, mostrado a los ángeles,
proclamado a los gentiles.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, objeto de fe para el mundo,
elevado a la gloria.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
4. Palabra de Dios
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5. Homilía
6. Scrutinium
7. Magnificat
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Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
8. Preces
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9. Bendición
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P. Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
Oh Virgen gloriosa y bendita.
A. y con tu espíritu.
P. Oremos.
A. Amén
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A. Amén
canto: A la Virgen
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INDICE
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