Los Dioses Metalúrgicos

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

LOS DIOSES METALÚRGICOS

RAFAEL BALLESTER ESCALAS

Estas líneas forman parte de unos cuantos artículos inéditos


sobre interpretación prehistórica de los mitos, de los que en la coyun-
tura, a la vez amistosa y solemne, que se me ha ofrecido de tributar
un pequeño homenaje a nuestro entrañable amigo y maestro el doctor
Pericot, quise brindarle el que me pareció menos desaliñado. La Anti-
güedad clásica abunda en hechos generales, que los modernos desa-
rrollan después en un lenguaje abstracto, y que los antiguos, en su
afán de personalizar, adscribían a personajes míticos o a divinidades.
Ante todo hemos de fijar nuestro léxico. Hemos hecho resaltar aquí
testimonios de Estrabón, Plinio el Naturalista, Diodoro de Sicilia y
otros autores que tienen en común entre sí el haber vivido en una
época tardía de la Antigüedad mediterránea, y en los que existe la
tendencia a formular de, un modo «moderno» (aun dentro de la per-
sonalización mítica) las interpretaciones de los mitos.
Estos autores son quienes hacen, a nuestro entender, la «Prehis-
toria de la Prehistoria». No tienen ningún punto en común con un
Boucher de Perthes, porque no manejan materiales arqueológicos,
pero'no se les puede negar el papel de precursores de algo. Este algo
ha sido el objeto de nuestra atención en estas líneas.
Estrabón: y Diodoro estuvieron a punto de comenzar a elaborar
prehistoria de un modo especulativo. Por lo que se refiere a nuestro
léXICO, por tan'to, calificamos de «modernos» dentro de la «Antigüedad»
a estos autores de tendencia erudita. Ellos y su grupo se encuentran,
dentro de la evolución de aquella cultura, en una etapa que ya no
es «mitológica» ni tampoco «filosófica», sino «positiva». No hemos
querido relativizar (como hizo Dilthey con la terminología comtiana),
sino solamente situar. En nuestra cultura presente la Prehistoria apa-
rece en la Edad Moderna. En la cultura antigua apareció también un
esbozo de Prehistoria en los últimos tiempos del helenismo, ya dentro
del Imperio Romano.
198 RAFAEL BALLESTER ESCALAS

Esbozo vacilante, contaminado aún con el lenguaje personalista,


impregnado de aquella tende.ncia narradora que hoy parece infantil,
pero debajo de la cual adivinamos el ceño fruncido de la estatua del
sabio. Los poetas líricos arcaicos mitificaban directamente; los pro-
sistas «modernos», griegos o latinos, de la época imperiaL se ciñen
a transmitir las mitificacione:~, pero se sonríen de ellas. Fuera de
esto, la tarea de quien busque en ellos conceptos abstractos es ingrata.

LA HUELLA DE EVHEMERO

Un filósofo de la religión, o por mejor decir de la mitología, en


aquella época, Evhemero de Mesina, en su Inscripción Sagrada, emite
una teoría que a primera vista parece excepcional para su tiempo,
pero que en realidad compartieron tácitamente muchos eruditos hele-
nÍsticos: según Evhemero, 1m: dioses no habrían sido sino grandes
hombres de un pasado remoto, divinizados por la transcendencia de
su obra histórica (si no se pod[a concretar qué obra fuese, es evidente
que se trataba de un hecho prehistórico auténtico).
Estrabón y Diodoro no se adscriben a este parecer ni se preocu-
pan de debatir doctrinariamente nada que tenga relación con esta
idea; pero ocurre que Evhemel'o pudo tener o precursores o discípulos
tácitos. En todo caso ocurre que su teoría no parece ser tan original
como todo eso. Leyendo a los otros dos nos damos cuenta de que el
evhemerismo era un postulado racional para muchos eruditos anti-
guos, una cosa casi «de sentido común». En la Edad Media bizantina
el erudito Focio se hace eco de estas generalizaciones evhemeristas, y
de otro hecho más importante todavía: del empleo de nombres de
dioses como adjetivos, y no como nombres propios. Vamos a entrar
en materia.

PLURALIDAD DE NOMBRES, UNICIDAD DE GEOGRAFÍA

Fuera del plano agigantado, brillante, y «oficia!», por así decirlo,


de los grandes dioses del panteón homérico, de esos célebres «dioses
del Olimpo», existen en la mitología clásica una multitud de divini-
dades que no creemos sea inferior en número a las del panteón de la
India. Son esas deidades locales sólo estudiadas por los mitólogos,
pero arrinconadas de la «publicidad» en la divulgación, lo que pone
a ésta, en el plano universitarrio, en el grave peligro de irse aseme-
jando cada vez más a una temática de guía para turistas, cosa que
debe evitarse.
LOS DIOSES METALVRGICOS 199

Tan poco divulgados como los nombres de los «dioses indigetes»


de Roma son los nombres de los dioses de la metalurgia (los Telchines,
Coribantes, Dactilos, Curetes y Cabiros), tan personalizados que algu,-
nos autores nos dan incluso los nombres propios de cada grupo; tan
colectivos, que sus cultos parecen ser a menudo sinónimos, sin que
sea fácil distinguirlos unos de otros; y por fin tan vinculados a deter-
minadas islas del este del Egeo como las primeras etapas de propa-
gación de los metales.
Estas islas son preferentemente Rodas, Chipre y Tasas. Está
también vinculado Ca los llamados Dactilos) elMonte Ida, aunque
no sabemos cuál: si el de Asia o el de Grecia europea. No pretendemos
aquí agotar el tema de todas sus vinculaciones. Sólo nos referiremos
a su relación con la Prehistoria de los metales en Europa.
En todas las versiones mitológicas que nos hablan de los Cabiros
o de los Telchines, por ejemplo, aparecen estas deidades vinculadas
a las islas de Chipre, Rodas o Tasas. Los Cabiros, en particular, lle-
garon a convertirse en divinidades locales de Tasas. De los Telchines,
los textos dicen unas veces que son fenicios, otras que son pelasgos.
Con la voz «pelasgos» aparece el tecnicismo típicamente «arqueoló-
gico» más socorrido en la Antigüedad. Para un griego o un romano
antiguos, la palabra «prehistoria» hubiese parecido una redundancia.
Para aquellas gentes, formadas en la socarronería verbal de las es-
cuelas de oradores, una cosa «anterior a la historia» no sería historia
de ninguna manera. En cambio, la palabra «pelasgo» satisfacía su
sorda ansia de «por qué» y de «cuándo», que también tuvieron, aun-
que no acertaban a darle expresión léxica.
Los Telchines eran, pues, para un Estrabón o un Diodoro, o bien
«fenicios» o bien «pelasgos». Una cosa era cierta: que fueron ellos
quienes inauguran en Grecia la Edad del Metal. Y no creemos que
sea aventurado «traducir» así el endiosamiento mitológico de esos
extraños y múltiples dioses.

LA MULTIPLICIDAD IMPLICA ANONIMATO

Uno de los hechos más flagrantes de lo prehistórico. como se


entiende hoy, es el anonimato. La mitificación antigua lucha contra
esto. No quiere conceptos abstractos: no sabe nada de «razas» ni de
«oleadas étnicas». Busca siempre, como Diógenes con su linterna, un
hombre. Y cuando no lo encuentra lo inventa. Los griegos hubiesen
«encontrado» (inventi, decían los latinos, muy ambiguamente, porque
todo el que «descubre», «inventa») el nombre del que fabricó la pri-
mera rueda. Así, ingenuamente, como todavía algunos países mo-
200 RAFAEL BALLESTER ESCALAS

demos, con igual primitivismo, pelean por ser ellos, y no otro, la


patria del inventor del automóvil, o del descubridor de la circulación
de la sangre, o del telescopio.
En el caso de los Telchines, sin embargo, Estrabón y Diodoro sólo
nos dicen que eran muchos; se conocen los nombres de algunos, tan
sólo, pero había muchos más.
Por fin Estrabón, dando un paso más en la 'ruta de lo moderno,
racionaliza el mito y dice que los Telchines eran un gremio de meta-
lúrgicos. Se les divinizÓ, según se comprenderá fácilmente, como en
tiempos de Estrabón se ha divinizado todo lo que tiene poder: un
ambicioso, asociado a unos conspiradores que intentan asesinar a todo
el Senado de Roma, mueve hábilmente los hilos de la trampa; después
queda al margen. El complot fracasa. El ambicioso sobrevive. Urde
otras intrigas. Obtiene al fin un mando militar. Conquista la Galia.
Después marcha sobre Roma. Derriba al gobierno y se adueña del
poder. Logra perpetuar su mito. Hoyes el divino Julio, y figura entre
los dioses. Si esto ha sido pmoible, ¿cómo no iba a serlo mitificar y
divinizar a los pacíficos fundadores de una industria útil a todos los
hombres? No hay duda: los dioses Telchines son un gremio divinizado.
Esta idea es algo auténticamente original en la filosofía de los
mitos. Lo que tiene de relacionable con los métodos y postulados de
la arqueología actuales, prec:isamente, hacer pasar a primer plano
del relato el «trabajo», la «producción». El fenómeno del metal ha
aparecido en el este del Egeo en tantos puntos a la vez, que es im-
posible saber el nombre y el número de todos los dioses Telchines,
es decir, de todos los lugares en que hubo forjadores.
También es interesante, él este respecto, la asociación con los
fenicios. Como ya hemos dicho, los nombres de Telchines, Dactilos,
Cabiros y otros pueden usarse indistintamente. Esto es un rasgo de
anonimato más, no por falta de nombre, sino por incertidumbre y
sinonimia. También es significativo lo multitudinario, la gran diver-
gencia de versiones, y el hecho de que uno de los centros de culto
telchineo-cabírico, o como se le quiera llamar, radique en la isla de
Chipre, campo de la más antigua colonización fenicia, de aquellos
hombres que luchaban por el monopolio del estaño para lograr el del
bronce con él. Pausanias asocia concretamente los Dactilos con los
fenicios.

NOMBRES PROPIOS. TOMADOS COMO ADJETIVOS

En el fondo de la «evhemerización» hay un fenómeno que la


mitología comparada puede apreciar en varias culturas antiguas a
la vez: los nombres de dioses tomados como adjetivos: «Iuppiter
ros DJOSESMETALúRGICOS 201

Iulius», «Horus- Ra», y en el caso de los Cabiros-Telchines, etc., el


texto del Lexicon, de Focio, que dice así: «Kabeiroi eisi de ,etoi He-
faistoi hé Titanes» (los Cabiros son tenidos por Vulcanos y Titanes),
El empleo de estos nombres de dioses y semidioses, en plural,
es un adjetivo, como cuando nosotros decimos «esas Venus yesos
Apolos» refiriéndonos a individuos hermosos de ambos sexos. Esta
adjetivación de los Cabiros-Telchines se menciona en Focio con oca-
sión de un elogio que se les tributa por su consumado arte de la
metalistería. Se trata, por lo tanto, de seres humanos a quienes se les
dedican adjetivos, no de nombres de dioses.

SE TRATA DE UN MITO TECNÓCRATA

El interés que esto tiene para el prehistoria dar consiste precisa-


mente en que no se trata esta vez de los amoríos de Júpiter, ni de
las hazañas de Hércules (uno de cuyos trabajos, al ser un «trabajo~
auténtico, como el limpiar los establos de Augias, fue considerado
después por los dorios como un motivo de enojo del héroe, vengado
en el «retorno» de los Heráclidas). A diferencia de esos mitos «medie-
vales» de lo que hoy ya reconocemos como «Edad Media griega» (en
que la casta dominante, los dorios, tiene prohibido el tocar un arado
ni ejercer ninguna otra clase de oficio a excepción de las armas) el
mito de los Telchines-Cabiros define como motivo de endiosamiento
el trabajo, y además, no el trabajo servil, adocenado, sino la obra bien
hecha, sea un gremio como quiere Estrabón, sea una casta diferen-
ciada por su maestría en forjar los metales, y divinizada, por este
mismo arte, con los títulos de «Vulcanos>~ y «Titanes». '
Lo que hoy el prehistoriador «pide» al hombre de las cavernas
o al hombre neolítico, para tributarle un interés basado en la «tipo-
logía», no es que realice hazañas guerreras, sino que produzca, que
trabaje. Sus hachas de sílex o su cerámica es el único mensaje directo
que nos llega de él. Incluso cuando realiza obras de arte, quisiéramos
demostrar que las ha hecho para poder comer y no sólo por amor al
arte. Y de aquí pasamos al tema de la magia fabril, en que también
hay una resonancia en el mito de los Dactilos-Telchines-Cabiros.

LA MANO MÁGICA Y PROFUNDA

Es tema muy trillado, en Prehistoria, la interpretación de las


siluetas de manos halladas en las cavernas paleolíticas, y que pueden
tener al menos dos significados: uno, medicinal, cuya pista podían
202 RAFAEL BALLESTER ESCALAS

seguir los etnólogos a través de ciertos ensalmos de las brujas de la


Edad Media, que curaban determinadas enfermedades de la piel
haciendo meter las manos en agujeros preparados al.efecto en las
paredes de las grutas.
Las versiones clásicas del mito de los dactilos han agotado en
su doble aspecto (mitológico y prehistórico) el simbolismo de la mano.
Comenzando por la etimología, Pausanias y Diomedes el Gramático
transmiten la leyenda de los Dactilos Ideos o del Monte Ida. Según
Diomedes, la diosa Ops (Rhea), sintiendo los dolores de parto des-
pués de huir a la isla de Creta, apoyó sus manos sobre el monte Ida
y así dio a luz a Júpiter. En este episodio, en que el juego anda entre
deidades de colosal estatura, cada uno de los hoyos producidos en el
monte por los dedos de la olímpica parturienta sería fácilmente iden-
tificable con el cráter de un volcán, de los que habrían salido los
«Dactyloi», divinidades sinónimas que llevan nombre de dedos: los de
la diosa Ops.
Algunos etimologistas, de una manera -lo confesamos - quizá
demasiado ingeniosa, han deducido una semejanza entre la voz Ida
y las voces hebrea y fenicia usadas para designar la mano, de lo que
vendría a resultar que «Ida» significaría «Montaña de la Mano». En
todo caso los dioses salidos de esta solemne coyuntura, coincidiendo
con el instante en Que alguien daba ai luz a Júpiter en persona, no
podían ser nada vulgar. La multiplicidad de versiones, que nos re-
cuerda las (también tecnÓcratas) de los «Emperadores Celestes» de
China, gira siempre en derredor del trabajo, de los inventos, de la
civilización material. Es una preocupación típica de prehistoriador,
que parece volver la espalda a la mitología heroica y amorosa para
plantearse el problema de quién ha inventado la civilización. Según
Pausanias, el propio Heracles :;ería un «Dactilo» procedente del Ida.
No es el Hércules de la fuerza bruta, sino un héroe civilizador, que
introduce en Grecia el olivo y funda los Juegos Olímpicos, que es
tanto como fundar el calendario. Como botón de muestra, y por una
sola vez, insertamos los «nombres propios» que el mito atribuye a esos
Dactilos, hermanos de aquel Heracles en la versión cretense. Se llaman
Paenainos, Epimedes, lasos e Ida (como el monte). Sería fácil citar
otros nombres propios de es;;,s extrañas deidades, siguiendo otras
versiones, pero no es éste nue:,tro propósito.
También va asociado el nombre de la diosa Cibeles, relacionada
con los filones metalíferos del mundo subterráneo, a las leyendas de
los Dactilos.
y si del Paleolítico (la mano mágica) pasamos al Neolítico, tam-
bién se halla asociada, en los autores clásicos de la baja época, la
figura de los Dactilos-Telchines. a la invención del molino.
LOS DIOSES METALORGICOS 203

Agricultura, metales, siluetas de manos ... Por su temática, si no


por su forma balbuciente y pintoresca, que no tiene nada de moderna,
ahí está en embrión toda la Prehistoria.

NOTA HEUR1STICA

PAUSANIAS, V, 7, 6. - DIODORO SfCULO, V, 64. - ESTRABÓN, X, 473. - APoLONIO DE RODAS,


Argonautas, l, 1126. - CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Protréptica, s. 1. - PÍNDARO (s. l.) pre-
senta a los Cabiros como fundadores de misterios. - FOCIO, Lexicón, voz Cabiros.

También podría gustarte