Teatro
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Federico García Lorca. Esta obra es una tragedia que se desarrolla en un pueblo
de Andalucía, España, y se centra en la vida de Bernarda Alba, una viuda
autoritaria que impone un luto riguroso a sus hijas tras la muerte de su segundo
esposo.
Amelia: hija tercera de Bernarda (27 años). Se caracteriza por ser tímida
añAl caer la noche, después de que culminara el último rezo del difunto esposo de
Bernarda Alba, en su casa, Poncia y la otra criada sirvieron la cena, pero en la
mesa se reunieron todas las hermanas, excepto Angustias, quien aún no había
bajado a comer.
–Adela: escuché ladrar unos perros y me acerqué para ver qué sucedía…
Bernarda Alba: se supone que debías estar aquí. Además, estás comprometida
con Pepe el Romano y asomarte en el portón para ver a otros hombres, no da
buena impresión de ti.
–Bernarda Alba: (furiosa) cualquier motivo que tengas no es excusa para llegar
tarde a la cena.
ACTO 2
–Amelia: de igual manera me alegro, Angustias tiene derecho hacer su vida, pese a
su edad aún se conserva en buenas condiciones
en ese momento, Adela pasó por la sala, escuchó la plática e intervino de
inmediato.
–Adela: (se ríe) ¡que ilusas son! Pepe es joven y simpático, Angustias no. Todas
sabemos que él la busca por el dinero de la herencia.
–Martirio: no piensen de esa manera, a veces la suerte está al lado de quien uno
menos espera.
Después del comentario de Amelia, todo quedó en silencio y cada una de las
hermanas partió hacia su habitación. La criada Poncia, escuchó la conversación
detrás de la puerta de la cocina, pues siempre estaba vigilándolas para informar a
Bernarda.
ACTO 3
–Poncia: parece mentira que Angustias se vaya a casar tan vieja, pensé que iba a
acompañar a doña Bernarda hasta sus últimos días, como ustedes, pobrecitas,
sometidas a ese luto tan largo.
–Adela: (mirada molesta) para que veas, los giros que da la vida…
Poncia: ¿crees que no me he dado cuenta? Yo noté como miras a ese hombre. Yo
sí te vi el otro día que vino a visitar a tu hermana, cuando encendiste la luz de la
habitación, dejaste la puerta abierta y te pusiste esa camisa escotada para que te
viera.
–Adela: siempre metiendo tus narices donde no te importa, pero ¿sí y qué? Mi
cuerpo se lo doy a quien yo quiera.
–Poncia: no le hagas eso a tu hermana, mejor espera a que ella se case. Estoy
segura que si sale embarazada no soportará el parto, ya que es estrecha de cintura
y la edad no le ayuda.
–Adela: ¡cállate! Dando consejos de moralidad, cuando realmente me dices que
espere hasta su muerte para casarme con Pepe.
Pero es muy tarde para tu consejo. Porque puede más este amor desenfrenado
que despierta el deseo entre mis piernas
ACTO 4
las tensiones aumentaron en casa de Bernarda Alba durante las últimas semanas,
luego de que Martirio se robara el retrato de Pepe el Romano.
Tras este hecho, Angustias empezó a sentir desconfianza hacia sus hermanas,
porque todas estaban solteras y, ella supuso, que quizá alguna sintiera atracción
por su prometido. Aunque Bernarda le pidió a Angustias tratar normal a Martirio,
asegurando que solo fue una broma. Sin embargo, Martirio se había robado el
cuadro porque en realidad sí le gustaba aquel hombre, pero también sabía que, de
todas, era Adela quien tenía amoríos con Pepe y en un ataque de celos, le reveló la
verdad a su madre durante una discusión con la menor de las hermanas.
–Martirio: ¡Adela patalea, llora y has berrinche, pero no te dejaré salir de aquí!
Martirio: (apunta su mano hacia Adela) ¡madre ella es una mujerzuela!, ¡se
acuesta con Pepe el Romano!, revisa su ropa interior y ve como está cubierta de
paja de trigo, porque viene del establo.
–Bernarda Alba: el establo es usado por las mujeres de la mala vida para cometer
sus pecados. ¡Adela, eres una malnacida!, ¡has deshonrado a la familia!
Bernarda, enfurecida, intentó golpear a Adela, pero ella no se dejó y por primera
vez se enfrentó a su madre, rompiéndole el bastón.
–Adela: llegó el fin de tu dominio, ¿creías que sería como las tontas de mis
hermanas? A toda tus ordenes decían que sí, jamás desearía estar como ellas,
viejas, feas y solteronas.
–Adela: ¡No me callo Magdalena!, Angustias que se entere que soy la mujer de
Pepe, desde la segunda vez que piso está casa fijó sus ojos en mí.
ACTO 5
–Angustias: siento el corazón acelerado, las manos me sudan, pero no dejaré que
salgas con vida desgraciada, ladrona de maridos.
Angustias se acercó hasta donde Adela, la sujetó fuerte sin que pudiera escapar y
le disparó. Las otras hermanas, sorprendidas de lo ocurrido, empezaron a llorar.
Por su parte, Bernarda ordenó a Poncia y a la otra criada, que recogieran el cuerpo
y la vistieran como una doncella.
–Bernarda Alba: aquí no ha pasado nada, ¡dejen de llorar! Hay que enfrentar la
muerte. Si quieren desahogarse lo harán a solas.
Deben tener en cuenta que para los vecinos y amigos en general: la hija menor de
Bernarda Alba ¡murió virgen! Toda una señorita, escucharon ¡señorita! Y así como
hicimos con su padre, guardaremos luto eterno con Adela, no se hable más.
Fin.