03-De La Trepanación A La Cirugía Virtual
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De la trepanación
a la cirugía virtual
los escritos árabes sobre cirugía; libro que, por otra parte, indicó el ca-
mino de la cirugía de la alta Edad Media y del renacimiento. Diversos au-
tores islámicos trataron la cirugía. Rhazes (Abu Bark Muhammad Bin
Zakariya Ar-Razi, 864-930) en el libro sexto de su Liber Medicinalis ad
Almansoren; Haly Abbas (Ali ibn al-Abbas al-Majusi, 930-994) en el no-
veno libro (Practica) de su Libri Pantechni, y Avicena (Abu Ali al-Hus-
sain ibn abadía Ibn Sina, 980-1037), cuyo Canon Medicinae — en parte re-
ferencia de la obra de Pablo de E g i n a - tuvo una gran influencia durante
toda la Edad Media. Pero la fuente árabe de cirugía m á s importante es
Abulcasis (Abu-1-Qasim Khalaf ibn al-Abbas al-Zahrawi, 936-1013), de
Cordoba, cuyos treinta tratados de cirugía fueron traducidos al latín en
el s. XII como Liber Alzahravii de Chirurgia. La impresión que se dedu-
ce de la obra quirúrgica islámica es que la utilización del bisturí pasó a
segundo lugar, detrás de otras modalidades terapéuticas como la farma-
cia, la sangría y las ventosas. Cuando la cirugía era inevitable - s e la-
mentaba Abulcasis- su nivel era más bien bajo; a la vez, la cirugía tenía
u n a mala reputación. Sin embargo, el arsenal de instrumentos quirúrgi-
cos era impresionante. Aparte de Abulcasis y, posiblemente, de Avenzo-
ar (Abu Marwan Abd al-Malik Ibn Zuhr, 1091-1161), es poco probable
que los autores citados practicaran ellos mismos la cirugía.
En Occidente y durante la Edad Media (siglos XII-XV) hubo u n es-
pectacular incremento en la literatura sobre la técnica quirúrgica, pri-
mero en latín y luego en las diferentes lenguas vernáculas. E n parte, fue
la traducción de los autores árabes al latín lo que proporcionó a Occiden-
te las abundantes referencias quirúrgicas aludidas, principalmente hi-
pocráticas. E n Italia, menos cerrada que el resto de Europa, vio la fun-
dación de las primeras Universidades nada más comenzar el s. XII, y allí
revivió la cirugía teórica, fundamentalmente en Salerno - u n centro de
práctica médica desde mediados del s. X. En esa ciudad y en aquel siglo
(segundo tercio del s. XII) puede situarse el trabajo quirúrgico medieval
más precoz de Occidente: u n a compilación anónimo de autores anteriores
conocida como la cirugía de Bamberg.
A finales del s. XIII, el centro de los estudios médicos se trasladó a las
Universidades del norte italiano (Bolonia, Padua, Verona). Los autores
quirúrgicos de Bolonia continuaron la tradición latina; todos ellos man-
tuvieron la devoción galénica y, en grado variable, la tradición islámica.
Por su parte, en Bolonia, en el año 1302, se llevó a cabo la primera di-
sección de un cuerpo humano; ello con fines legales. A partir de 1315 se
permitió u n número limitado de disecciones h u m a n a s con propósito do-
cente; disecciones que fueron realizadas por Mondino de'Luzzi (cl275-
1326) y que le sirvieron de base para la realización de u n libro de ana-
L a r e v o l u c i ó n q u i r ú r g i c a d e l siglo XIX: a n e s t e s i a y a n t i s e p s i a
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FIGURA 4. Theodor Kocher (1843-1910), Premio Nobel 1909 «por su trabajo sobre
la fisiología, la patología y la cirugía de la glándula tiroidea», y Florence Nightingale
(1820-1910), fundadora de la enfermería moderna.
La s e g u n d a r e v o l u c i ó n quirúrgica: la e s p e c i a l i z a c i ó n
das entre 1923 y 1928 en Boston no fueron efectivas; ello, por convertir
las estenosis en graves insuficiencias. El despegue definitivo tuvo lugar
en los años 1947 y 1948: H. G. Smithy (1914-1948), C. P. Bailey (n. 1910)
y D. E. Harken (n. 1910), en la estenosis de la válvula mitral; T. Holmes-
Sellors (1902-1987) y R. Brock (1903-1980) en la estenosis valvular pul-
monar, y Bailey en la estenosis aórtica. Fue en el Instituto Rockefeller,
en New York, donde Tuffier y A. Carrel habían realizado cirugía experi-
mental a corazón abierto en animales antes de la Primera Guerra Mun-
dial, Después, Carrel junto con el famoso aviador C. Lindbergh (1902-
1974) construyeron u n a bomba de circulación extracorpórea que funcionó
en animales (1938). A partir de aquí, tres desarrollos permitieron la ci-
rugía a corazón abierto en humanos: el diseño de u n a máquina corazón-
pulmón que oxigenaba la sangre y mantenía su circulación a través de los
grandes vasos excluyendo al corazón; la utilización de hipotermia para
disminuir las necesidades de oxígeno por los tejidos, y el descubrimiento
de que la hipotermia profunda del corazón, excluido de la circulación,
podía ser detenido sin deterioro significativo durante más de u n a hora y
que después, recalentado, recuperaba el latido. Por fin, en 1953, John H.
Gibbon (1903-1973) consiguió la aplicación del procedimiento en huma-
nos. Otros nombres importantes en este desarrollo fueron J. Kirklin (n.
1917) en la Mayo Clinic y C. W. Lillehei (n 1918) en Minneapolis. La ci-
rugía cardiaca a corazón abierto se estrenó con el reemplazamiento val-
vular (C. Hufnagel, 1917-1989); desde entonces y h a s t a 1962 se realiza-
ron 18000 sustituciones, siendo la vávula de Starr-Edwards el tipo más
utilizado. Por esas fechas, la escuela francesa (C. Dubost y A. Carpentier)
propugnó la utilización de prótesis valvulares cardiacas biológicas, que
no necesitan anticoagulación. La estandarización de la circulación extra-
corpórea permitió el abordaje de la revascularización coronaria. Tras la
introducción de la arteriografía coronaria por F. M. Sones J r (1918-1985)
en la Cleveland Clinic, en 1958, el diagnóstico preciso de las oclusiones
coronarias hizo posible el puenteo de la lesión {By pass coronario) me-
diante diferentes tipos de injertos: M. E. de Bakey (n. 1908) en EE.UU. y
V. Kolesov (n. 1904) en Rusia lo hicieron posible a partir de 1964. A par-
tir de 1988 se utilizó la arteriotomía coronaria transfemoral con balón in-
flable que, progresivamente y con sus numerosas variantes, está despla-
zando a la cirugía más agresiva.
Por lo que se refiere a la anestesiología -cómplice indispensable de la
cirugía-- sufrió u n desarrollo parejo; la especialización anestésica permi-
tió abordar la corrección de malformaciones congénitas en el recién naci-
do o el reemplazamiento de u n a cadera en un paciente diabético nonage-
nario. En los 1970s la administración profiláctica de nuevas formas de
El p a r a d i g m a q u i r ú r g i c o , hoy: trasplante de ó r g a n o s
FIGURA 10. Joseph E. Murray (n. 1919) - compartió [con E. Donnall Thomas (n. 1920)]
el Premio Nobel 1990 «por sus descubrimientos referidos al trasplante de órganos
y de células en el tratamiento de la enfermedad humana» -, y Thomas E. Starzl
(n. 1926), verdadero impulsor de los trasplantes de órganos.
El t r i u n f o d e l a t e c n o l o g í a : h a c i a l a m e d i c i n a n i n t e n d o
y la cirugía virtual
clínicos donde nada podía hacerse pocos años atrás. Ahora, los médicos
no admiten que u n a enfermedad pueda haber vencido a u n paciente y
aplican, a menudo, medidas extraordinarias ante u n pronóstico más que
incierto; medidas que, en ocasiones, cruzan la frontera de lo razonable.
El problema de los tratamientos inútiles, en cierto sentido erróneos al no
ofrecer beneficio terapéutico alguno para el paciente, exigen u n debate
que revise las relaciones médico-enfermo; es necesario que la sociedad re-
cupere el sentido común y la realidad en la percepción que tiene de las
posibilidades de la medicina. Pero ese debate se ve influido por podero-
sos condicionantes culturales, legales y políticos. El ser humano se resis-
te a morir; se considera algo anormal, patológico, la muerte de una per-
sona. El ser h u m a n o acepta con dificultad su humanidad; la ciencia le h a
convencido de que es posible vencer a la muerte. Esa misma cultura tec-
nológica hace que el médico acepte con diñcultad los límites de su poder;
la muerte representa su fracaso. Sin embargo, el compromiso de la me-
dicina no debe ser con la vida en cualquier forma, sino con el enfermo que
sufre; ello lleva implícito que todos los pacientes, eventualmente, pueden
morir sin que ello represente un fracaso médico.
El estetoscopio, introducido en la clínica por René Laënec (1781-1826)
en 1818, influyó en la organización de la propia medicina, en su práctica
y en su enseñanza. El dominio de los sonidos patológicos y su asociación
con las lesiones anatómicas exigían el acceso a u n gran número de pa-
cientes, la presencia de colegas con quienes discutir los hallazgos y faci-
lidades para realizar las correspondientes autopsias donde cotejarlos.
Todo ello solo podía conjuntarse en el hospital, institución que quedó con-
sagrada como el lugar idóneo para la práctica y la enseñanza de la me-
dicina. Laënec escribió: «... solamente en el hospital es posible adquirir,
completar y perfeccionar la práctica y el hábito de este nuevo arte de
diagnóstico».
Los logros diagnósticos alcanzados por el estetoscopio y la creciente
orientación de la medicina hacia un concepto anatómico de la enferme-
dad, crearon el clima propicio para que los médicos se lanzaran a la bús-
queda de tecnologías que les permitieran el acceso a otras partes del
cuerpo humano. El resultado fue una serie de innovaciones desarrolladas
en la segunda mitad del siglo XIX: el oftalmoscopio (1850), el laringosco-
pio (1857) y u n a serie de espéculos disponibles en los 1860s que permi-
tieron el examen de la vejiga, el estómago, el recto o la vagina.
A finales del siglo XIX los doctores disfrutaban de su poder y presti-
gio como escudriñadores y analistas de la evidencia física. Pero era nece-
sario dar el salto desde las propiedades cualitativas del estetoscopio a la
cuantificación. El instrumento que inició la transición desde lo cualitati-
desarrollo del universo. En el año 1914, Max von Laue (1879-1960) re-
cibía el Premio Nobel de Física (P. N. Física) por su descubrimiento de la
difracción de los rayos X por los cristales, hecho que abrió las puertas al
desarrollo del análisis de las estructuras cristalinas mediante la espec-
trometría de rayos X, estudios por los que William Henry Bragg (1862-
1942) y su hijo William Lawrence Bragg (1890-1971) recibieron el P. N.
Física al año siguiente. El estudio de los rayos X también proporcionó las
bases para el modelo atómico desarrollado por Ernest Rutherford (1871-
1937; P. N. Química, 1908) y por Niels Bohr (1885-1962; P. N. Física,
1922). Años después, Dorothy Crowfoot Hodgkin (1910-1994) recibió el P.
N. Química en 1964 por sus determinaciones de las estructuras de im-
portantes sustancias bioquímicas mediante técnicas de rayos X. Por su
parte, el estudio de los rayos X emitidos por lejanos objetos estelares se
ha establecido como una especialidad de la astronomía. Además, los ra-
yos X representan una herramienta útil en metalurgia, geología, arque-
ología y arte, y tuvieron u n lugar destacado en la Strategie Defense Ini-
ciative («guerra de las galaxias»). Por último, la radiobiología (estudio del
efecto de las radiaciones electromagnéticas, en especial las ionizantes,
sobre los organismos vivos y sus tejidos), que tuvo su origen en las in-
vestigaciones con rayos X, facilitó las bases científicas de la radioterapia
(tratamiento de la enfermedad, en especial del cáncer, mediante radia-
ción ionizante) y de la radioprotección.
La imagen incruenta del interior corporal, producto de la aplicación
del descubrimiento de Rontgen, que le valió el P. N. Física de 1901, sig-
nificó una verdadera revolución conceptual y uno de los acontecimientos
más impactantes de la historia de la ciencia en la conciencia del público
en general. La imagen de la mano de Bertha Rontgen - u n a de las más
insistentemente reproducidas-, daría origen a u n a nueva era, en conti-
nua evolución, de la Medicina. Sin embargo, la aplicación del diagnósti-
co radiológico no fue la esperada, pues no todo fue optimismo y alabanza
en torno al nuevo método. Hubo que esperar al año 1914 para que la pro-
metedora técnica despegase. Ello por dos motivos; la Gran Guerra des-
pertó el interés en la detección de las fracturas óseas y, en esa fecha, se
fabricó el primer tubo catódico moderno. Por su parte, el periodo entre las
dos Guerras Mundiales aseguró la utilización regular de los rayos X en
la detección de la tuberculosis pulmonar, aunque en esta época los ra-
diólogos no eran más que fotógrafos de rayos X. No fue infrecuente que
los médicos clínicos consideraron el diagnóstico radiológico como una in-
trusión, a la vez que despreciaron la estática de u n a fotografía por rayos
X frente a la dinámica de la auscultación. Ello no fue óbice para que Art-
hur Holly Compton (P. N. Física 1927, por el descubrimiento del efecto
instrumentai
activo
clon virtual
BMI {brain-machine interface) Personas tetrapléjicas que pueden Motores (por ej, mover
beneficiarse de diseños mecánicos. brazos robóticos).
BOI {brain-computer interface) Personas tetrapléjicas que desean, Computadoras (por ej.,
simplemente, comunicarse. mover un cursor).
PMI {peripheral-machine interface) Amputados y pacientes con SNC Motores (por ej., mano
intacto pero miopáticos. protésica).
HBMI {hybrid brain-machine interface) Lesión medular con músculos Músculos ( por ej., control
intactos. cerebral directo de FreeHand).
taja del RKI es que es biomimético: las vías motoras originales pueden
utilizarse para controlar partes robóticas sustitutivas, como los dedos de
u n a mano; ello lo consigue la prótesis manual biomimética Dextra. Cada
estrategia de restauración biònica se especializa para su utilización en
u n a situación característica, particular. Por ejemplo, BCI (interfaz cere-
bro-computadora) está indicada en pacientes con parálisis extensas, para
quienes la comunicación más simple con el mundo externo es el objetivo
primario. La estrategia especular de BCI, CBI (interfaz computadora-ce-
rebro), puede t r a t a r condiciones como la enfermedad de Parkinson, do-
minada por los temblores. El primer diseño comercial con este propósito.
Activa Tremor Control, estimula rítmicamente el tálamo para simular
las operaciones de las neuronas enfermas.
Personas con un sistema nervioso central intacto que h a n perdido
completamente la función de grupos musculares específicos pueden ser
ayudados por diseños robóticos controlados directamente desde el cere-
bro mediante sistemas HBMI, o desde los músculos o los nervios perifé-
ricos a través de sistemas PML Artilugios estrictamente periféricos,
como RoboWalker antes citado, pueden controlarse merced a la activa-
ción muscular. Tales interfaces, posiblemente en combinación con rei-
nervación quirúrgica, puedan beneficiar a parapléjicos, amputados y a
otras enfermedades neuromusculares. Es posible que los problemas de
las interfaces vayan resolviéndose con rapidez; pero existen otras limita-
ciones. E n primer lugar, la microtecnología no elimina el problema de la
limitación de espacio; u n a interfaz mínima para abordar movimientos
primarios exige u n a superficie de 60 cm^. Solo la nantotecnología solu-
cionará el problema. Conseguida la miniaturización adecuada, otro pro-
blema es conseguir sellar herméticamente el mecanismo a efectos de ais-
larlo de la corrosión insalvable de los fluidos orgánicos. Tampoco debe
olvidarse la susceptibilidad de la electrónica, en especial de los sistemas
digitales, a la interferencia electromagnética. Los requerimientos
energéticos y de computación, en especial los sistemas de descodificación,
son otros retos sin resolver. Por último, y a efectos de conseguir un con-
trol por retroalimentación, el enraizamiento de la prótesis -osteointe-
gración- es u n tema relevante; ello proporcionará u n engarce sensorial
que es crucial para la restauración biònica de la función.
En el año 2003, Kevin Warwick , profesor de cibernética de la Uni-
versidad de Reading (U.K.), se convirtió en el primer ciborg real. Conectó
los dos extremos de los nervios seccionados de uno de sus brazos a una
colección de microprocesadores; una computadora analizó y clasificó di-
ferentes patrones de actividad. Las señales nerviosas centrífugas y
centrípetas fueron interpretadas por la computadora, que envió centri-
Cf-
CO
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P
o
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FIGURA 12. La nanotecnologia aborda el mundo de lo minúsculo. Los nanodocs explorarán el interior del cuerpo utilizando
los mismos sistemas de navegación que los que permiten a los submarinos atómicos recorrer los océanos sumergidos durante
meses, y utilizarán minúsculas herramientas para reparar, directamente, las estructuras subcelulares.
•1^
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