El documento discute varios desafíos y controversias de la globalización desde la perspectiva de un país, incluyendo la desigualdad global, la explotación laboral y la pérdida de identidad cultural.
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El documento discute varios desafíos y controversias de la globalización desde la perspectiva de un país, incluyendo la desigualdad global, la explotación laboral y la pérdida de identidad cultural.
El documento discute varios desafíos y controversias de la globalización desde la perspectiva de un país, incluyendo la desigualdad global, la explotación laboral y la pérdida de identidad cultural.
El documento discute varios desafíos y controversias de la globalización desde la perspectiva de un país, incluyendo la desigualdad global, la explotación laboral y la pérdida de identidad cultural.
REFLEXIONA, INTERPRETA Y LUEGO DESCRIBE CADA UNO DE
LOS DESAFIOS Y CONTROVERSIAS DE LA GLOBALIZACIÓN
DESDE UN ENFOQUE PAÍS
• Desigualdad Global: Aunque ha habido un crecimiento económico general, la
riqueza y el poder a menudo están concentrados en manos de unos pocos países y corporaciones. Vivimos tiempos inciertos e incluso trágicos en los que las pandemias, la guerra y el hambre causan estragos e, inevitablemente, traen consigo la muerte. Sin embargo, el mayor asesino de nuestra época no es ninguno de estos azotes; el elemento más letal de nuestros tiempos es, sin duda, la desigualdad. Especialmente en los últimos años, existe una consciencia creciente en todo el mundo de que el acceso desigual a los ingresos y a las oportunidades no solamente conlleva la creación de sociedades más injustas, más enfermas o infelices; la desigualdad mata personas. Entre sus víctimas se cuentan personas que han fallecido tras contraer una enfermedad infecciosa que podría haberse evitado con unas vacunas que nunca llegaron –o no a tiempo de salvar su vida–, a pesar de que estas podrían haberse distribuido más ampliamente si se hubiese compartido el conocimiento necesario para producirlas. Deben contarse también a los que murieron por no haber recibido una atención hospitalaria esencial o no tener acceso a los equipos de respiración que les hubieran mantenido con vida, por culpa de su precario sistema público de salud; también, los que acabaron muriendo debido a otras dolencias y enfermedades que quedaron postergadas o sin detectar debido a la pandemia, y que ante la saturación del sistema público, no pudieron pagarse la atención privada. Finalmente, la angustia y desesperación provocadas por la pérdida del medio de subsistencia también se han cobrado sus víctimas. Y la lista prosigue. Hay personas que han muerto de hambre – y es muy probable que aún lo hagan muchas más– porque no podían permitirse comprar comida. Ha fallecido gente debido a cambios climáticos graduales o repentinos que han generado situaciones extremas insoportables: olas de calor, inundaciones, subidas del nivel del mar, o desertización, con el consiguiente impacto en los cultivos y en el ganado. Centenares de miles de personas han muerto en el mundo debido a que sus gobiernos no han querido, o no han podido, proporcionarles una atención y protección social para sobrevivir a todas estas circunstancias y crisis continuas. Pese a todo, y mientras esta gente moría, las grandes fortunas se enriquecían más que nunca y algunas de las principales empresas obtenían unos beneficios sin precedentes. Un reciente informe de Oxfam1 muestra hasta qué punto ha crecido la desigualdad durante la presente catástrofe global. Un ejemplo; la fortuna de las diez personas más ricas del mundo se ha doblado durante la pandemia, mientras que el 99% de la humanidad es ahora más pobre que antes. Esta creciente y alarmante desigualdad se vincula a que por lo menos se ha producido una muerte cada cuatro segundos en alguna de las formas y circunstancias descritas anteriormente. Los cientos de millones de personas que han sufrido de manera desmesurada durante la pandemia de la COVID-19 ya eran, con toda probabilidad, los más desfavorecidos de nuestras sociedades: vivían en países de renta media o baja, eran mujeres o niñas, pertenecían a grupos socialmente discriminados, o eran trabajadores informales. No poseían, por consiguiente, capacidad de influir en la política y, en consecuencia, tenían más posibilidades de ser devastadas por una tormenta perfecta cristalizada en la subida del precio de los alimentos y del combustible, los problemas fiscales de los gobiernos, la carga de la deuda y las condiciones climáticas adversas.
• Explotación Laboral: La búsqueda de costos más bajos puede llevar a la explotación
de trabajadores en países con estándares laborales más bajos. Uno de los debates más agudos en el escenario internacional en los últimos años se refiere a la relación existente entre los cambios ocurridos en los mercados laborales de los países desarrollados y la competencia comercial de los países en desarrollo, asociada con el proceso de globalización económica de las décadas recientes. Con el agravante de que, desde ciertos círculos de países industrializados, se ha argumentado que la mayor competencia de bienes y servicios de países con salarios bajos ha conducido a un deterioro de los salarios de los trabajadores menos calificados y a una agudización de la desigualdad de ingresos entre el trabajo calificado y el no calificado, por lo que ha llegado a esgrimirse la conveniencia de la imposición de una cláusula social que nivele las condiciones sociales de trabajo entre países en particular, de estándares laborales entre los países con salarios elevados y los países en desarroll-. Es claro que solamente en la medida en que se logre avanzar con suficiente rigor teórico y empírico en el diagnóstico de los diferentes factores determinantes y su importancia relativa de los cambios de los mercados de trabajo será posible ilustrar las eventuales razones, conveniencias e impactos distributivos intra e interpaíse- de una política multilateral de armonización en el campo de los estándares laborales. Ahí reside la utilidad de hacer un breve esbozo del debate realizado en este tema durante los últimos años.
• Pérdida de Identidad Cultural: La influencia de la cultura global puede erosionar
las tradiciones y valores locales. La pérdida de la identidad cultural puede ser entendida desde diferentes puntos de vista como la exploración o el interés hacia nuevas culturas que están establecidas más allá de los propios conocimientos étnicos, incidiendo principalmente en los jóvenes pertenecientes a las comunidades indígenas. La globalización genera en los adolescentes de estas comunidades un interés no solo por conocer sino por dejar sus tradiciones e identidad, haciéndolos participes de procesos los cuales son conocidos por Chaves (2014) como transculturación o aculturación, por lo cual es importante no solo lograr identificar qué factores son lo que más inciden en la perdida sino como poder actuar en pro de preservar la propia identidad cultural. • Impacto Ambiental: El aumento del transporte y la producción puede tener un impacto negativo en el medio ambiente. Es particularmente evidente respecto al preocupante y estremecedor cambio climático. El más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático debería percibirse como aterrador para los legisladores y para las personas de todo el mundo, pero parece que no es así. El informe advierte que algunas de sus desastrosas consecuencias ya no ocurrirán en un futuro lejano, sino que lo harán en los próximos quince años o incluso en la próxima década, y enfatiza la urgencia de adoptar medidas contundentes ya mismo. En lugar de hacerse cargo de la situación y responder a ella con celeridad, los gobiernos de los países ricos muestran una preocupación muy limitada por los efectos de la enorme subida del precio de los alimentos y del combustible en los países pobres, que, además han sido devastados también por el impacto de la pandemia de la COVID-19. Es más, la crisis de Ucrania ha dejado al descubierto la orientación cortoplacista de los gobiernos occidentales, que incluso han abandonado pronto las relativamente exiguas e inadecuadas promesas climáticas hechas hace tan solo unos meses en la Cumbre COP26, celebrada en Glasgow en noviembre de 2021.