Walter Riso Ama y No Sufras
Walter Riso Ama y No Sufras
Walter Riso Ama y No Sufras
Se sufre demasiado por amor, ésa es la verdad. Incluso los que se vanaglorian de
estar perfectamente acoplados a su pareja, en lo más recóndito de su ser a veces
albergan dudas, inseguridades o pequeños miedos anticipatorios respecto a su
futuro afectivo. Nunca se sabe... ¿Quién no ha sufrido alguna vez por estar con la
persona equivocada, por sentir un bajón en el deseo o simplemente por la caricia
que nunca llegó? No hay nada más hipersensible que el amor, nada más
arrebatador, nada más vital. Renunciar a él es vivir menos o no vivir.
Las concepciones erróneas del amor son una de las principales fuentes de
sufrimiento afectivo. ¿Racionalizar el amor?: así es, no demasiado, solamente lo
necesario para no intoxicarnos. Amor deseado (principio del placer) y amor
pensado (principio de realidad), lo uno y lo otro, razón y emoción en cantidades
adecuadas. Al amor no solo hay que degustarlo sino incorporado a nuestro
sistema de creencias y valores. Se trata de incrementar el "cociente amoroso" y
ligar el corazón a la mente de tal manera que podamos canalizar saludablemente
el sentimiento. Dicho de otra forma: hay que ordenar y regular el amor para
hacerlo más amigable y próximo a las neuronas. No hablo de restringido o
cortarle las alas, sino de enseñarle a volar.
¿Qué queremos decir cuando hablamos de amor o cuando decimos que estamos
enamorados? Utilizamos como sinónimos de amor un sinnúmero de palabras que
no significan lo mismo: pasión, ternura, amistad, erotismo, apego,
enamoramiento, simpatía, afecto, compasión, deseo y expresiones por el estilo.
No hemos podido precisar qué es el amor ni unificar su terminología. Para
algunos, amar es sentir pasión, para otros, amor y amistad son la misma cosa, y
no pocos asocian el amor a la compasión o a la entrega total y desinteresada.
De acuerdo con los filósofos Comte-Sponville y Gution, entre otros, pienso que el
amor podría estudiarse mejor a partir de tres dimensiones básicas. Cuando estos
elementos logran acoplarse de manera adecuada, decimos que estamos en
presencia de un amor unificado y funcional. De acuerdo con sus raíces griegas,
los nombres que reciben estos tres "amores" son: eros (el amor que toma y se
satisface), phília (el amor que comparte y se alegra) y ágape (el amor que da y se
compadece).
Hace algunos años, en otra publicación, propuse una estructura tripartita similar
del amor: amor Tipo I (más emocional) referido al enamoramiento, Tipo II (más
cognitivo/racional) referido al amor conyugal y Tipo III (más biológico)
relacionado con el amor maternal. Sin embargo, la nueva clasificación arriba
propuesta es más completa y rica en conceptos, más aplicable a la vida práctica
y más sustentada.
Un amor completo, sano y gratificante, que nos acerque más a la tranquilidad que
al sufrimiento, requiere de la unión ponderada de los tres factores mencionados:
deseo (eros), amistad (philia) y ternura (ágape).
La triple condición del amor que se renueva a sí misma, una y otra vez, de
manera inevitable.
Una pareja funcional no necesita tener sexo cinco veces al día (la calidad es mejor
que la cantidad), estar de acuerdo en todo (las discrepancias leves reafirman la
individualidad) o vivir en un eterno romance (mucha ternura empalaga). El amor
inteligente es un menú que se activa según las necesidades: todo en su
momento, a la medida y armoniosamente.
Aunque a lo largo del texto profundizaré en cada uno de los tres elementos
mencionados, haré aquí un pequeño bosquejo conceptual para facilitar su lectura
posterior.
Philia
Ambos aprendieron una nueva forma de leer e interpretar el amor, que les
permitió a posteriori producir los cambios necesarios. Descubrieron que la
experiencia afectiva tiene una narrativa particular que es posible traducir y
asimilar a la vida de pareja sin tanto sufrimiento.
La propuesta básica es que si se enlazan los "tres amores con que amamos” en un
esquema de amor unificado, no sólo la capacidad de disfrute se incrementará
notablemente, sino que el dolor psicológico tendrá menos cabida.
El amor no tiene por qué producir sufrimiento, si somos capaces de eliminar las
creencias irracionales que la cultura ha inculcado en nosotros. Buda decía que la
ignorancia es el origen de todo sufrimiento psicológico. De igual manera, un
número considerable de pensadores y maestros espirituales ha llamado la
atención sobre la importancia de pensar correctamente para no sentirse mal
¿Somos ignorantes en el amor?: me atrevo a decir que sí. ¿Analfabetos
emocionales?: no creo, más bien disléxicos, malos lectores.
Dos aclaraciones para que tengas en cuenta. En primer lugar, tal como verás en
el apartado de ágape, hay ocasiones en que el amor se transforma en compasión
y el balance costo/beneficio se inclina a favor del más necesitado. En segundo
lugar, promulgar un amor justo y recíproco no significa que hagamos del vínculo
afectivo un intercambio mercantilista en el que haya que llevar una contabilidad
detallada de pasivos y activos.
La amistad, por más amorosa que sea, nunca es totalmente desinteresada, así
que no debes sentirte mal si esperas retribución. Tienes derecho a buscar la
equivalencia: si entregas fidelidad esperas fidelidad, si prodigas afecto esperas
afecto, si das sexo esperas sexo, si eres honesto esperas honestidad. No olvides
que lo que define la convivencia es esencialmente el intercambio amistoso, pero
intercambio al fin de cuentas.
Confianza básica