María Oía Su Palabra
María Oía Su Palabra
María Oía Su Palabra
( 10 )
Lázaro, un buen amigo de Jesús, y sus dos hermanas, Marta y María, vivían en
Betania, en las afueras de Jerusalén. Cuando Jesús pasaba por ese lugar, la casa de ellos
era su casa. En una de sus visitas, Marta recibió a Jesús y a sus discípulos en su casa
(Lucas 10:38-42). Es probable que ella deseaba oír lo que Jesús tenía que decir, pero
>se preocupaba con muchos quehaceres> (v. 40)
La costumbre era que las mujeres de la casa prepararan una comida para los
invitados, mientras los hombres charlan en una sala aparte. Normalmente, las mujeres
no iban a la sala donde los hombres estaban hablando, excepto para servirles, o para
pasar por allí al ir a realizar alguna labor. Marta estaba haciendo lo que la tradición
imponía. Estaba tratando d ser una buena anfitriona, y creía que María debía estar
haciendo lo mismo. A Marta debió haberle sorprendido el ver a María sentada a los pies
de Jesús, oyendo a éste. Es probable que Marta estuviera sorprendida no sólo de ver a
María en la sala con los hombres, sino también de ver que descuidaba el deber de
ayudar en la preparación de la comida para ellos.
Disgustada por el comportamiento de María, Marta le dijo a Jesús: Señor, ¿no te da
cuidado de mi hermana me deje servir sola?. Dile, pues, que me ayude”. (v-40). La
respuesta de Jesús indica que Él estaba más interesado en servir la comida espiritual de
sus palabras, que recibir la comida que Marta estaba preparando. Esto fue lo que
contestó: “Marta, Marta, afanada y turbada estas con muchas cosas. Pero sólo una cosa
es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (v- 41,42).
La <buena parte> que María había escogido debe de haber sido la de participar de
la comida de la palabra de Dios. El interés de Marta no era malo. Estaba haciendo lo
que generalmente se esperaba que se hiciera. Sin embargo, el interés de María era
superior. A Jesús no le parecía correcto hacer que esta dejara de <oír> su palabra (v-39).
Esta no fue la única vez que Jesús puso la comida espiritual por encima de la comida
espiritual. Después de su conversación con la mujer que estaba en el pozo, sus
discípulos le trajeron algo de comer, y Él dijo: “Yo tengo una comida que comer, que
vosotros no sabéis” (Juan 4:32). Más adelante, El se comparó a sí mismo y su mensaje
con <el pan de Dios... que descendió del cielo y da vida al mundo> (Juan 6:33). Él era
el pan que descendió del cielo (Juan 6:42).
Estudios bíblicos
Marta y María (Lucas 10:38-42 y Juan 11:1-45)
Dos evangelios, el de Lucas y el de Juan, nos ofrecen sendos relatos donde vemos a estas
hermanas, en escenas muy diferentes pero conmovedoras y ricas en enseñanzas.
Lucas relata que el Señor entró en la casa de Marta, quien lo recibió con mucho agrado y
preparó para Él lo mejor que tenía. Ella sabía que el Señor iba de lugar en lugar “haciendo
bienes” (Hechos 10:38), que en su camino Él halló a muchos enfermos, a personas
angustiadas a quienes dirigió palabras de aliento y llenas de compasión, sin recibir nada a
cambio. Marta podía suponer que el Señor estaba cansado del camino y, como lo amaba
realmente, ¿qué no haría por él? María se sentó a los pies del Maestro para escuchar lo que él
tenía que decirle. Ella también amaba a Aquel a quien reconocía como el Cristo y procuraba
estar en su presencia porque tenía sed de Él, sed de oír su voz, de escuchar su palabra y sus
enseñanzas. Pero la diferencia entre el carácter de una y otra reside en esto: “Marta se
preocupaba con muchos quehaceres.” Mientras esos quehaceres se limitaban a suplir las
necesidades que Jesús podía tener en ese momento, él los aceptó; pero cuando Marta quiso
hacer una comparación entre ella y su hermana, el Señor la detuvo y la exhortó. Marta debía
aprender que a Él lo satisfacía la fe de María, mucho más que toda la preocupación que ella
manifestaba por lo material. Por eso Jesús le dijo: “Afanada y turbada estás con muchas
cosas. Pero... María ha escogido la buena parte.” ¡Preciosa parte! ¡Escogámosla también
nosotros!
3) Marta trató de resolver las cosas a su manera: “Dile que me ayude” (vs. 40 última
parte). Le da una orden al Señor. A veces le pedimos a Dios que nos ayude pero
tratamos de hacerlo a nuestra manera. Creemos que tenemos una mejor solución que
Dios.
4) El Señor le respondió a esta mujer: “Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada
estás con muchas cosas” (Lucas 10:41). Es de observar que la Palabra dice “por muchas
cosas”, no era sólo una preocupación más. Una preocupación lleva a la otra.
¿Qué escogió María? Estar a los pies del maestro, oír al Maestro, aprender del Maestro,
mientras Marta estaba preocupada haciendo otras cosas.
A) La parte humana
* Confiar con todo el corazón: esto significa entregarle a Dios todas las preocupaciones
de la vida presente y futura. De todo el corazón implica nuestras emociones, mente,
alma y voluntad. Todo ello debe ser de Dios.
B) La parte de Dios
* El Señor enderezará tus veredas: Aquí hay una promesa para nosotros. Si confiamos
en el Señor, si no nos apoyamos en nuestro propio entendimiento, si lo reconocemos en
todos nuestros caminos, la promesa de que Dios enderezará nuestras veredas (hará
nuestra senda más fácil) va a cumplirse.
Dios hará su parte sólo cuando nosotros hagamos la nuestra. Muchas veces esperamos
que Dios haga por nosotros lo que nosotros debemos hacer por nosotros mismos.
Conclusión: Ore por cada miembro de la célula para que aprenda a descansar en Dios:
Léales este texto bíblico: “Por nada estéis afanosos, sino que sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Fil. 4:6)