El Desafio de Ser Catolico
El Desafio de Ser Catolico
El Desafio de Ser Catolico
1
P. José Kentenich; “Platicas en Suiza” Ed. Schoenstatt, Stgo. Chile, pág.40
2
Joseph Ratzinger, “Naturaleza y misión de la Teología” Ed. AGAPE libros Bs. Aires, 2007, pág. 7
3
Ya el Padre Kentenich, nos advertía que debemos estar atentos a esta realidad, cuando nos
señala: Cuando a menudo somos demasiados conservadores desoímos demasiado largamente el
llamado que Dios tiene para el tiempo moderno y que Él dirige al tiempo moderno, Dios deja que
esas manifestaciones masivas del adversario crezcan con tanta fuerza. Por eso no debemos ver en
ellas una llamada al pesimismo interior y a la confusión sino a la reflexión osada, a la acción. Lo que
quieren los bolchevistas, lo que quieren los socialistas, lo que ellos pretenden y realizan, debe
despertarnos también a nosotros una tarea; debe apremiarnos e impulsarnos a reorientar en lo
posible nuestra educación católica, por supuesto, a orientarla siempre, en última instancia, por las
estrellas eternas de los dog as atóli os 3
La palabra escuchada es una palabra viva que los católicos debemos hacerla vida en nosotros
mismos y transmitirla a los demás. Ustedes son la luz del mundo; Hagan pues, que brille su luz ante
los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los
cielos (Mat. 5: 14-16). Debemos estar atentos para escuchar interiormente esta Palabra, en la que
resuena la voz del Espíritu, mirando siempre a nuestra Santa Madre, la Virgen María, pues ella
conservaba todo, guardándolo en su corazón . También nosotros debemos guardar las palabras
divinas en el corazón cuando las escuchamos, no como algo pasajero, sino cuando las llevamos a
cumplimiento práctico en nuestras vidas.
Mientras más se acentúa el materialismo propio del hombre actual, nos dice el Padre José
Kentenich5: más se debilita su fe y viceversa: mientras más se debilita ese espíritu de fe, tanto más
fuerte se hace el materialismo, y tanto más pequeña es la conciencia de pecado. Así surge
lentamente la siguiente actitud: creemos que somos capaces de todo, especialmente después de ver
las cosas que hemos sido capaces de realizar; creemos que somos capaces de hacer de este mundo
todavía un paraíso. ! Falta una actitud creyente!6
3
Herbert King, “Textos Pedagógicos” Ed Nueva Patris 2008, pág 55
4
Ibídem, pág 14
5
P. José Kentenich; “Desafíos de Nuestro Tiempo”; Ed. Nueva Patris, Quinta Ed. 2008, pág. 123
6
Ibíd. pág. 124.
4
El respeto de la concepción cristiana sobre el hombre y la sociedad, fue la que, de una u otra
forma, dio forma a la civilización occidental de la cual formamos parte, y es su progresiva pérdida o
desfiguración, la que ha provocado el resquebrajamiento moral que hoy en día tiene en crisis a la
sociedad en general. Desde el cielo nos amenaza la indignación de Dios por todas las maldades e
injusticias de aquellos que sofocan la verdad con el mal (Rom, 1:18). Hoy en día, lo que se quiere
destruir no son unas formas institucionales históricas, ni un alineamiento político determinado,–que
es lo que ha cambiado– sino, el mensaje esencial que la Iglesia Católica transmite, que es
precisamente lo que se ha mantenido inalterado: el sentido religioso expresado en la Alianza, la
encarnación y la resurrección de Jesucristo7 Ante esta realidad, los católicos no podemos
permanecer impávidos, cómo si esto no ocurriera, o no nos afectara en lo personal. Es ahora cuando
debemos vestirnos con el mejor traje para defender nuestros ideales, que no son otros que los que
Jesús nos enseño.
Nos pregunta el Padre Kentenich ¿no han observado ustedes también cómo, en amplios
círculos, se da la pérdida del espíritu de fe? 8. ¿Qué ocurre en la Iglesia Católica?, cada vez nuestros
templos están más vacíos, hay una huída de Dios del hombre actual, a la esencia de Dios en la vida
pública. Fuga de Dios: sí hemos desterrado a Dios de la vida privada y también de la vida pública.9
Esto ocurre, porque hoy prevalece la idea gramsciana de sociedad, en que Dios es presentado
o o el propietario del mundo , do de p evale e el sentido común , pero no con el significado
que le damos nosotros, de aquel sentido innato de los primeros principios, metafísicamente ínsitos
en el hombre, sino como el modo común de pensar, el común sentir de la gente, que históricamente
prevalece en la generalidad de los miembros de la sociedad. El sentido común en el sentido que le
da Antonio Gramsci, es la filosofía de los o filósofos, es de i , la o ep ió del u do a so ida
acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en los que se desarrolla la
i dividualidad o al del ho e edio 10
7
Josep Miró I Ardevol, El Desafío Cristiano, Ed. Paneta, 2005. Pág.15
8
Op. Cit. Pág.124
9
Ibidem.
10
P. Alfredo Sáenz, “Antonio Gramsci y la revolución Cultural” Ed GLAUDIUS, 1997, pág. 14
11
Ibidém, pág 37
5
Entonces debemos luchar para no tener actitudes faltas de amor, que nos llevan a un egoísmo
e individualismo extremo, incluso dentro de la propia familia. El P.K. nos recuerda que el hombre es
siempre hombre. Si la época actual antepone con tanta fuerza el placer y de la carga no se quiere
saber nada, no deben olvidar que ustedes, en parte, también son personas de esta época y esto
significa que tenemos que volver a las enseñanzas de San Pablo, en las que muestra tan veraz
o sigo is o: o ho e ise a le ¿ uié e li e a á de la a ga de este ue po? Cf.‘o . ,
lo ue o ue uie o ha e , o lo hago hago lo alo ue o uie o ha e Cf.‘o . , 9 . 13 Esto es
lo más difícil para el católico, quién sólo puede hacer uso del bien para lograr sus objetivos, porque
de otra forma no es posible, solo se deben usar medios buenos para obtener fines buenos, no hay
otra opción. Es por ello, que lo relativo respecto al bien no es un fundamento para el Católico, el
relativismo no puede estar en el pensamiento católico, de ahí que aquellos que justifican ciertas
acciones o critican algunas enseñanzas de la iglesia por considerarlas muy exigentes están en un
profundo error de conceptos.
Este problema del relativismo, es también el dilema de la sociedad actual. Todo en la sociedad
está organizado para el hombre; el interés humano lo domina todo, lo inspira todo, lo dirige todo, lo
resume todo. ¿Qué lugar tiene la gloria de Dios en las familias, en las asociaciones, en las
corporaciones constituidas? ¿Dónde está la idea de Dios en la industria, en el comercio, en las
ciencias, en la política, en la historia, etc.? En las relaciones humanas el interés humano es el que
absorbe universalmente las ideas, los afectos y los esfuerzos; todo converge hacia él. La idea de Dios
y de su gloria se va debilitando y desapareciendo; el hombre excluye a Dios. 14
Tomo el ejemplo de la historia, que es tal vez el más patente. La historia debería ser el
esplendente cuadro de la gloria de Dios a través de las vicisitudes humanas, de la acción divina en
medio de las agitaciones de los pueblos. Pero hoy no es más que el triste cuadro de las convulsiones
de la humanidad. Así todo es mentira en su origen y en su fin. Ésta es la gran herejía revolucionaria,
el hombre en el lugar de Dios.15
12
P.José Kentenich, “El Verdadero Amor, Amar al Projimo” Ed Nueva Patris 3era Ed 2007 , pág. 15
13
PK, “Familia Sirviendo a la Vida” Segunda Charla del retito dado por el Padre José Kentenich el 29 de Marzo de 1953.
Pág 114.
14
Josepth Tissot “La Vida Interior” Editorial HERDER, Barcelona, 1996, pág 174
15
Ibidem.
6
Así llegamos a nuestros días acarreando una poderosa contradicción que necesariamente
transformará a la sociedad. Cada vez más el Estado trata de intervenir en las personas. Para ello,
promulga leyes que supuestamente son para mejor, pero que en definitiva, algunas, llevan implícita
la destrucción de la esencia de la persona, partiendo por la familia. Para lograrlo, necesitan
manipularnos para transformarnos en un ho e asa , que no es otro que un hombre sin
personalidad, sin valores, sin un ideal personal que le permita vivir su propia experiencia de vida.
Alfonso López Quintás señala: Manipula el que quiere vencernos sin convencernos, sin persuadirnos
con razones. El manipulador no habla a nuestra inteligencia, no respeta nuestra libertad; actúa
astutamente sobre nuestros centros de decisión a fin de arrastrarnos a tomar las decisiones que
favorecen a sus propósitos. Este tipo de arrastre se denomina seducción, fascinación 16 Una muestra
de ello, es lo que ocurre hoy e día con los ídolos que no se respetan ni así mismo ni menos a los
demás, pero sin embargo causan fascinación en el hombre masa que los sigue sin hacer uso de su
propia razón.
Trabajar, producir y consumir: tal es el horizonte que da sentido a la existencia de los hombres
y mujeres hoy. Basta, para constatarlo, leer las páginas de los periódicos, escuchar los programas de
radio, regodearse ante las imágenes de televisión17, ¿puede ser este, el horizonte de un católico?,
sin dudas que no, es absolutamente insuficiente para ser feliz, nada de ello puede llenar su vida
espiritual. Pero, este horizonte es real y el católico debe luchar para evitar caer bajo su embrujo.
16
Alfonso López Quintás; “El Secreto de una Vida Lograda” Ed Palabra, Colección Albatros, 2003, pág. 19
17
Ramón Reig; “Dioses y Diablos Mediáticos” Ed. Urano, Tendencias, 2004, pág71
18
P. José Kentenich; “Pedagogía Para Educadores Católicos”, Colección Grandes Jornadas, 1994, pág 51
19
Josep Miró, op cit, pá.23
7
La progresiva hegemonía del laicismo excluyente genera conflictos y costos sociales directos,
la a e te ide tifi a les, ue ú i a e te li ita la e su a de lo políticamente correcto , o
respecto a su percepción por parte de la mayoría de la gente. En este sentido podemos hablar de
una anomalía informativa y cultural en nuestra sociedad, que se niega a indagar y a informar de las
relaciones causa-efecto entre los problemas actuales y la concepción cultural que lo impulsa. 20
Entonces aquí está el gran desafío para los católicos, precisamente indagar y escuchar a la Iglesia
respecto a los temas fundamentales que están en juego. Todo lo que vaya en contra de la dignidad
humana es inaceptable para un católico, dada la imagen y semejanza de Dios por las cuales fuimos
creados. Todo lo que tienda a no respetar la dignidad desde su concepción es inaceptable y no debe
ser motivo de juicios relativos haciendo acepciones a la regla.
En este sentido, hay que estar atentos a ciertas tendencias culturales que van en contra de
estos principios del catolicismo y que, a veces, de una u otra forma, nos confunden y nos llevan al
error.
Hoy la realidad es muy distinta: las nuevas circunstancias hacen difícil, para el común de la
personas, entender el sentido del catolicismo. Solo hay que recordar que conceptos como
virginidad, sacrificio, culpa, ofensa a Dios, gratuidad, sufrimiento y muchos otros términos propios
de la doctrina católica, están desconceptuados. Es así, como el eje central del catolicismo, el amor,
está cargado de connotaciones negativas en los niveles de interpretación más habituales o bien,
simplemente, ha tomado otro sentido. Entonces el mensaje se torna comprensible sólo para los
convencidos, para los que perseveran en la oración, pero no sirve demasiado para llevar a cabo la
nueva evangelización que nos pide la Iglesia.
Sencillamente, estamos sometidos de modo habitual a un error de óptica. Las diferencias nos
llaman más la atención porque las coincidencias son evidentes. En todas las culturas existen deberes
de los padres hacia sus hijos, y de los hijos hacia los padres. Por doquier se ve la gratitud como un
valor, se aprecia la magnanimidad y se desprecia el avaro; casi universalmente rige la imparcialidad
como una virtud del juez, y el valor como virtud del guerrero. La objeción que se hace de que se
trata de normas triviales, que además se deducen fácilmente por su utilidad biológica y social, no es
ninguna objeción.
20
Ibid, pág.25
8
Para quien tiene la idea de cómo es el hombre, las leyes morales generales pertenecen al
hombre serán naturalmente algo trivial; y lo mismo decir que sus consecuencias son útiles para el
género humano. ¿Cómo podría resultar razonable para el hombre una norma cuyas consecuencias
produjeran daños generales? Lo decisivo es que el fundamento para nuestra valoración no es la
utilidad social o biológica; lo decisivo es que la moralidad, es decir, lo bueno moralmente, no se
define así.
Esta dificultad tiene mucho que ver con la falta de católicos comprometidos y con la falta de
movimientos laicos fuertes que cumplan su tarea de trabajar por el bien común de la sociedad.
Cuando uno crea hallarse en una situación carente de toda esperanza, como a veces algunos se
sienten ante los atropellos de que son víctimas, no debe entregarse a la desesperación, sino dar el
salto a un nivel superior, el nivel de la creación de vínculos interpersonales 21. Las vinculaciones son
las que nos hacen fuertes, especialmente cuando ella se fundamentan en el amor y no en el interés,
amaos los unos a los ot os o o o les he a ado Así se refiere nuestro Maestro de maestros a los
vínculos que debemos los católicos crear como una sólida red de relaciones interpersonales, que
atraiga a los que no son católicos, pero que el señor ha elegido para serlos yo lo elegí a ustedes y no
ustedes a mi . Para ello, los católicos debemos ser particularmente morales, en la vida comunitaria.
Nos encontramos frente al pleno desarrollo de una cultura nihilista, en donde el hombre
pareciera estar quedando sin vínculos con los demás, hace lo que quiere, en todos los ámbitos de su
existencia, viviendo únicamente para sí mismo y para el placer sin restricciones. Ni gu a cosa que
de afuera entra a la persona puede hacerla impura; lo que hace impura a una persona es lo que sale
de ella Ma , ; : .
21
López Quintás, Op. Cit, pág 55
22
Robert Spaemannn, “Ética Cuestiones Fundamentales”
23
W. Paul Siegel B, “Un Educador Profético” Ed. Patris, 2004 pág.109
9
La relación entre la sociedad, la ética y la religión ha tenido cambios fundamentales que han
influido en nuestras instituciones especialmente en aquellas consideradas como tradicionales,
donde por cierto, la Iglesia Católica, ocupa un papel preponderante, –la familia, la escuela, la
universidad, las FF.AA, los medios de comunicación, etc.– es un factor mayor que contribuye a los
recientes dilemas experimentado por la sociedad. La fuerza cadente de la unidad familiar
tradicional, la influencia cadente de la iglesia, que se ven en un sistema de educación liberalizado,
un medio de comunicación de edad de información y las tácticas políticas algo cuestionables como
indicaciones que los valores sociales globales están degenerándose.
Hay dos corrientes del relativismo moral en nuestra sociedad que dañan a quienes quieren
seguir a la Iglesia Católica, la primera es: Todo hombre debe seguir la moral dominante en la
sociedad en que vive. La segunda: Cada uno debe seguir su propio capricho y hacer lo que le venga
en gana.
Además de estos cambios fundamentales, hay muchos otros aspectos de nuestra sociedad que
está creando los desafíos para los católicos. No siga la o ie te del u do e ue vivi os, si o
más bien transfórmense a partir de una renovación interior, así sabrán distinguir cual es la voluntad
de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto ‘o ., 12; 1:2) El pluralismo creciente,
ha creado una sociedad multicultural, donde necesariamente no pueden alinearse los valores de un
grupo con aquellos de otro, y donde cada generación sucesiva puede guardar su propio juego
distinto de valores celosamente. Cuando combinó con el énfasis aumentado en los derechos
individuales, la sociedad se confronta con el desafío de crear un ambiente cohesivo que respeta
derechos individuales y los valores personales. Para abreviar, la sociedad será incapaz de cambiar los
valores morales para reforzar la salud moral y ética si nosotros los católicos no actuamos
coherentemente con nuestra religión.
Precisamente, esta pasividad ética y moral de los católicos frente a los atropellos continuos
que vemos al Evangelio que nos legó Jesús, es lo que lleva a la juventud a no creer en la verdad
revelada y de la cual es la Iglesia católica la que ha quedado con el encargo divino de difundir y
enseñar. Una vaga secularización se ha extendido a través del mundo. En las sociedades de consumo
se manifiesta el hedonismo, el pragmatismo y la búsqueda de la eficacia, sin tener en cuenta las
normas éticas, y mediante el desconocimiento del carácter sagrado de la vida y la indeferencia
religiosa.24 Si se vive hoy e u li a de se ula is o, ue i siste ás e el te e ue e el se ,
se crea una sed de poseer que nunca se apaga y que lleva indefectiblemente a la corrupción, debido
a la carrera desenfrenada hacia la riqueza. Nadie puede se vi a dos pat o es: e esariamente
odiara a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no puede servir
al is o tie po a Dios al Di e o. Mat, , 24)
24
S.S. J.P. II, D, 5-3-1988.
10
Somos, nosotros los católicos los responsables ante Dios, de dar el ejemplo de las enseñanzas
de Jesús para hacer más justa y velar por el bien común. Cuando los malos sacerdotes reivindican su
prestigio enfrentándose a la verdad, apartan de toda rectitud los corazones de los que los siguen. 25
La construcción de un mundo nuevo requiere algo profundamente personal de cada ser humano. La
renovación del mundo en todas las relaciones sociales comienza en el corazón de cada individuo.
Nos llama a un cambio del corazón y al arrepentimiento. Es una llamada a la purificación del corazón
y a un verdadero retorno a Dios.26
Es una realidad de hoy, que el hombre está dejando de ser el animal societario y político, para
caer en un individualismo extremo, evidenciándose en él una tendencia a vivir el día y para lo cual se
necesitan fundamentalmente recursos económicos, así el dinero se transforma en un ídolo al cual se
le rinde culto, nada se hace sin pensar primero en cuanto dinero me cuesta o me gano. Po lo
ta to, he a os u ue idos hu a del ulto a los ídolos Co .;10;14) El cristiano, no puede
reducir el desarrollo sólo a la dimensión económica, social, cultural y política, por importante que
sea. En efecto, si la actividad quedara limitada a este plano, sería insuficiente y correría el riesgo de
parecer ambigua. Es el fundamento de la fe que nos ha hecho descubrir en Cristo lo que es el ser
humano y cuáles son sus exigencias y su fin supremo. 27
San Gregorio Magno nos enseña que el Espíritu Santo permanece siempre en sus predicadores
y en todos sus elegidos; en aquellos que le manifiestan, no para nuestra vida, sino para procúrasela
a otros, no permanece siempre en los predicadores porque aunque preside siempre sobre sus
corazones para que vivan en bondad, sin embargo, no siempre manifiesta por medio de ello los
signos de su virtud. A veces les retira sus carismas para que posean sus virtudes más humildemente
cayendo en la cuenta de no poderlas conservar por si mismas.30 Es en esencia, una religión de
común unidad, vale decir siempre referida al otro al tu, no al yo o lo mío.
25
Gregorio Magno, Libros Morales/1, Ed. Ciudad Nueva, 1998, pág. 161
26
S.S. J.P.II, D. a los representantes de las religiones de la India, 2-2-1986
27
S.S. Juan Pablo II, Discurso 31-1-1981.
28
S.S Benedicto XVI respuestas a los Obispos de America 2008.
29
Op.Cit Josep Miró. Pág. 38.
30
Gregorio Magno, Libros Morales, Ed. Ciudad Nueva, Bs. Aires, 1998, pág.185
11
La escala de valores que caracteriza a este período de Posmodernidad está en pugna con los
valores tradicionales de la religión católica. A modo de ejemplo: la disposición al sacrificio de la vida
al servicio de una causa superior, hoy producto del individualismo reinante, parece una utopía.
Cie ta e te, la vida del ue po e su o di ió te e a o es u valo a soluto pa a el e e te,
sino que se le puede pedir que la ofrezca po u ie supe io . El siervo de Dios S.S. Juan Pablo II nos
ha indicado que: E algu as o ie tes de pe sa ie to se ha llegado a e alta la li e tad hasta el
e t e o de o side a la o o u a soluto, ue se ía la fue te de los valo es .
Otra causa, que explica la afligente situación de la humanidad de hoy –nos señala el Padre
Kentenich– es que el hombre ha desarrollado una especial y acentuada receptividad para valores de
segundo y no de primer rango. Estos valores de segundo orden son los terrenales y sensuales:
poder, consumo y posesión. Los valores primordiales, Dios y las cosas divinas, han sido colocados en
un segundo plano a través de la secularización de la sociedad, que comenzó en la baja Edad Media y
que hoy alcanza su culminación.31
La fe se transforma en aceptación pasiva de que cie tas osas allí fue a so ve dade as, pe o
sin relevancia práctica para la vida cotidiana. El resultado es una separación creciente entre la fe y la
vida: el vivi o o si Dios o e istiese . Esto se ve ag avado po u pla tea ie to i dividualista
eclé ti o de la fe la eligió : alejá dose de la pe spe tiva atóli a de pe sa o la Iglesia , ada
uno cree tener derecho de seleccionar y escoger, manteniendo los vínculos sociales pero sin una
conversión integral e interior a la ley de Cristo. Consiguientemente, más que transformarse y
renovarse por dentro, los cristianos caen fácilmente en la tentación de acomodarse al espíritu
mundano (cf. Rm 12,2). 33
31
P. José Kentenich “Pedagogía para Educadores Católicos” Colección Grandes Jornadas, pág. 50
32
Ibid, Pág. 23
33
Respuesta de su Santidad Benedicto XV a las preguntas de los Obispos Americanos Santuario Nacional de la
Inmaculada Concepción de Washington, D.C. Miércoles 16 de abril de 2008.
12
La actitud que Dios espera de nosotros hacia el mundo que Él ha creado y redimido es la del
padre co el hijo p ódigo. No le iega la li e tad al hijo po ue opte traed de prisa el mejor
vestido , ua do vuelve. Dos polos, po lo ta to, e a a te sió : li e tad apa idad de a ogida.
Son los dos polos que se manifiestan reiteradamente desde la primera elección del hombre, en el
Génesis. Pero esta actitud sobre el respeto de la libertad y la acogida no pueden confundirse con el
relativismo ni la permisión, no puede confundirse con aceptación de lo que es contrario a la fe. 34 Si
nuestra fe es firme, las exigencias morales de la vida cristiana no nos parecerán absurdas ni
imposibles, aunque a veces sean difíciles llevarlas y requieran siempre esfuerzo y gracia. 35
El bien común, entendiendo éste como el fin último de la sociedad perfecta y de las personas
humanas que la constituyen, pareciera que no forma parte de esta nueva era, donde es lo individual
lo que importa. En un plano más profundo, el secularismo obliga a la Iglesia a reafirmar y perseguir
todavía más activamente su misión en y hacia el mundo, ideando formulas para entusiasmar al
hombre moderno para que sienta en su ser la necesidad de amar a Dios por sobre toda las cosas.
El P.K., di e Recordemos que apostasía es desintegración ¡hay que tenerlo bien claro! Nuestra
vinculación a Dios es muy escasa. Y ello vale también para ciertas personas que han pasado por la
escuela de un liturgicismo exagerado, en la cual se contempla excesivamente a Dios como una idea.
Se cae así en un intelectualismo teñido de religiosidad, pero que carece de una profunda vinculación
personal a un Dios que es persona; de tal modo que se ama no a la persona de Dios sino a su idea.
Con este intelectualismo jamás conseguirán entusiasmar al hombre de hoy por lo divino .36
Como ha puesto de manifiesto el Concilio, los laicos tienen una misión particular en este
ámbito. En realidad lo que necesitamos es un mayor sentido de la relación intrínseca entre el
Evangelio y la ley natural por una parte y, por otra, la consecución del auténtico bien humano, como
se encarna en la ley civil y en las decisiones morales personales. En una sociedad que tiene
justamente en alta consideración la libertad personal, la Iglesia debe promover en todos los ámbitos
de su enseñanza —en la catequesis, la predicación, la formación en los seminarios y universidades—
una apología encaminada a afirmar la verdad de la revelación cristiana, la armonía entre fe y razón,
y una sana comprensión de la libertad, considerada en términos positivos como liberación tanto de
las limitaciones del pecado como para una vida auténtica y plena. En una palabra, el Evangelio debe
ser predicado y enseñado como modo de vida integral, que ofrece una respuesta atrayente y veraz,
i tele tual p á ti a e te, a los p o le as hu a os eales. La di tadu a del elativis o , al fi
al cabo, no es más que una amenaza a la libertad humana, la cual madura sólo en la generosidad y
en la fidelidad a la verdad. 37
34
Ibid, Pág. 37
35
Homilía SS. J.P. II, en Wembley, Gran Bretaña, 29-5-1982
36
J.K. Pedagogía op. Cit, pág 186.
37
S.S. Benedicto XVI Op.Cit.
13
Hoy en día para la sociedad posmoderna o del siglo XXI, quien trabaja para el bien común,
parece quedar, sólo como un idealista o alt uista , que dentro del excesivo pragmatismo existente
es incomprendido. En este contexto, la sola existencia del catolicismo es un antídoto a lo negativo
del posmodernismo, porque afirma a través de los principios del evangelio y las tradiciones, la
vigencia de valores y de un ideal superior a la existencia de la persona individual, hay un motivo por
el cual luchar y sacrificarse. El apostolado cristiano y la responsabilidad política deben
compenetrarse mutuamente y dar sus frutos en el servicio a los demás hombres que se ha de
reflejar en la digna y justa configuración de la vida social. 38.
Para Jacques Maritain, filósofo cristiano por excelencia, el discípulo fidelísimo de Santo
Tomás, la democracia no existe sino a partir de, y en el bien común. El cual es fin, principio y norma
de la sociedad política justa de hombres libres, que concibe y propone el filósofo cristiano
(Humanismo Integral). El dinamismo (la acción) de esta sociedad se caracteriza -en consecuencia-
por lo que Maritain designa como "la racionalización moral de la vida política" (El hombre y el
Estado). En la que las energías y estructuras (vivas) de la sociedad están al servicio de las personas
en el bien común. En contradicción con esta exigencia moral radical, se sitúa la "praxis" corriente,
frecuente y dominante, desde siempre, y que hoy hace justamente escándalo en las democracias
modernas. Es lo que Maritain designa como la racionalización técnica de la vida política . Es decir,
la política a-moral (o inmoral, simplemente), en la que el fin justifica los medios; y que el filósofo
precisa como el arte de conquistar y conservar el poder por cualquier medio (aun bueno, si la
ocasión se presenta), con la única condición que se preste para asegurar el éxito (Principios de una
política humanista). 39
De ahí que hoy cuando se pretende ver todo en un proyecto para el aquí y ahora o en
términos de rentabilidad económica, donde ya no interesa el ser sino que el placer el apetito
desordenado de riquezas la sed de pla e es , una religión que requiera de ideales superiores es
cuestionada y se la tiende a marginar de la sociedad toda. Quien opta por la religión católica, debe
tener en claro que opta por una religión de servicio y amor al prójimo encarnado en el bien
común de la sociedad, la que existe para proporcionar a la persona las condiciones para su
existencia, desenvolvimiento y para lograr su plenitud como tal, en virtud de los distintos bienes que
la sociedad le entrega.
Hoy, el hombre católico más que nunca en la historia de la humanidad requiere de mucha fe
en lo que hace, en lo que cree, para que el eco de los valores que estén latentes, no logren ser
permeabilizados por lo negativo que tiene la posmodernidad. Como dijera SS Juan Pablo II: Los
intelectuales católicos, en sus esfuerzos con vistas a transformar el mundo, no confunden su
esperanza con una exaltación humanística del progreso o con mesianismos temporales, sino que
viven en cuanto hombres nuevos, revestidos de Cristo, testigos del poder de su resurrección, en
acto que es dinamismo determinante de la historia de los hombres. 40
38
SS Juan Pablo II, Discurso a Parlamentarios Austriacos, 6-12-1982
39
Fernando Moreno, En Revista Realidad. Año VIII, N°74, Julio 2003.
40
Discurso al Movimiento de Intelectuales Católicos, 25-9-1987.
14
Siendo el hombre y/o mujer, católico en sus tareas profesionales, de servicio, políticas y
personales para el bien común, requiere de hombres comprometidos con la sociedad en su
conjunto. Para poder hacer suyo estos valores, el hombre católico debe poseer una estatura ética
y moral a toda prueba, quien no lo tenga no puede sentirse discípulo de Cristo. A menudo, entre
los buenos pensamientos que surgen en nuestro corazón gracias a la actuación del Espíritu Santo,
se introduce también astutamente el enemigo para perturbar los buenos pensamientos y
disiparlos perversamente una vez perturbados. Es aquí, cuando los católicos nos separamos del
evangelio en nuestro actuar, y es así, como por ejemplo, vemos, políticos católicos aprobando
leyes que van en contra de la vida como el aborto, del matrimonio y de la ley natural, entre otras
que atentan contra el espíritu y el ser creado por Dios.
Hoy, el hombre admirado de sus propios descubrimientos y del propio poder, se plantea,
con frecuencia, los angustiosos problemas de la actual evolución del mundo, de su propio
papel y cometido en el universo individual y colectivo, del último fin de los hombres y de las
cosas. Algunos católicos, amigos del mundo, al ser investidos de dignidades temporales,
ocupar puestos más elevados y ver el honor que muchos le tributan con obsequios, desdeñan
meditar sobre su propia fragilidad y, cegados por completo, no se dan cuenta de que la v asija
de barro que portan puede quebrarse en cualquier momento.
Sólo a partir de la filosofía del ser , que asegura la actualidad y la fecundidad de ese
pensamiento, se puede asumir en propiedad la justa comprensión de los desafíos de nuestro
tiempo, sin sacrificar nada al relativismo modernista (y neo-modernista) pero, al mismo
tiempo, sabiendo acoger e integrar toda la verdad descubierta desde los tiempos de Santo
Tomás , sin complejos ni bloqueos ideológicos.
41
Fernando Moreno, Maritain el Filosofo de Nuestro Tiempo, Estudios Públicos.
15
Con la modernidad, por ejemplo, surge una nueva manera de entender la política, Maquiavelo
introduce una ruptura epistemológica con respecto a la concepción política del mundo
grecorromano, la política empieza a ser entendida desde otra perspectiva, se niega la vinculación
entre la ética y la política ya no es una reflexión acerca de un bien.
Desaparece la noción de bien común, la que es reemplazada por el poder, junto con ello hay
una desvinculación entre fines y medios, el arte de obtener, mantener y acrecentar el poder, es la
tarea del político, sin embargo, no hay una correspondencia directa entre fines y medios, todo es
legítimo para la obtención del fin. Ello, es lo que a menudo confunde a los políticos católicos de la
sana doctrina del evangelio. No es posible separar la acción política de las creencias religiosas que se
te ga , po ue ellas so pa te del se o o tal o se puede sepa a . El fi del e te di ie to
humano, en su ejercicio teórico, es alca za la ve dad ue está dada e el se de la osa , lo que
para el católico está encerrado en el Credo. El fin de ese mismo entendimiento, en su ejercicio
práctico, es llegar a la acción verdadera, que sigue de la verdad teóricamente alcanzada.
Augusto Compte acuñó el término alt uis o para reemplazar al de caridad, el cual es para
los cristianos el principio supremo de la moral, entendiendo éste como abnegación, esmero,
complacencia en el fin ajeno aun a costa del propio, estos términos identifican plenamente al católico a
desarrollar una función moral, que requiere de valores y principios superiores a la individualidad.
42
Maritain Jacques, The Person and Common Good, University of Notre Dame Press, p.52
16
Esta visión coincide con una ética individualista, para la cual cada uno se encuentra ante su
verdad, diversa de la verdad de los demás. 31 Las tendencias culturales contemporáneas abogan por
determinadas orientaciones éticas que tienen como centro de su pensamiento un pretendido
conflicto entre la libertad y la ley. Son las doctrinas que atribuyen a cada individuo o a los grupos
sociales la facultad de decidir sobre el bien y el mal, toda la ética moderna se sostiene en la idea del
deber (Kant), no lo que es bueno sino lo que debo hacer, esta tendencia es contrapuesta con los
valores que sustentan a la a la religión católica, por ser ella de servicio a la humanidad toda y en
función del bien común y fin último del hombre; Dios.
17
Estamos viviendo un cambio fundamental en la historia del mundo, como ha sido tradicional en
la historia de la humanidad, vale decir, no es nuevo ya que en cierta forma siempre el mundo y su
historia han ido transitando de cambio en cambio.
Lo importante son las visiones con las cuales los distintos actores, especialmente los que tienen
el liderazgo, visualizan la dirección del cambio. Si miramos la historia, durante la Guerra Fría habían
sólo dos grandes actores EE.UU. y la ex URSS, ellos con su actuar iban mostrando la ruta a seguir,
recordemos la frase del Presidente John Kennedy que en su discurso de asunción del mandato
p eside ial ua do señalo las obras de los hombres podrán ser rectas y buenas, pero es Dios quien
finalmente tiene las riendas en su mano . Lo ue o uie e de i uza se de azos espe a ue
Dios nos haga el favor de hacer todo. La actitud del presidente Kennedy manifestaba una doble
confesión una confesión de la fe en Cristo y una confesión de la fe en Dios como guía del acontecer
mundial.
Por el otro lado, el entonces premier soviético Kruschev, en un discurso ponía de relieve que a
ellos no les hace falta declarar ninguna guerra, dado que el mundo es de ellos. Sencillamente
porque las leyes de la naturaleza operan de tal manera que no pueden hacer otra cosa que estar
totalmente de su lado. No tenemos nada que ver con Dios ni Cristo. Nosotros adoramos las leyes de
la naturaleza. Y si dichas leyes no nos obtienen algún día el triunfo, ya habrá tiempo de alcanzarlo
con la guerra .
Ahí tenemos las dos visiones contrapuestas que marcaron el siglo XX, pero hoy, estamos ante
una mayor complejidad debido a la multipolaridad de visiones, lo que hace aún más complicada la
situación de la historia mundial presente. Donde también están presentes ambas visiones de la
religión en la historia, señaladas precedentemente, y donde los cristianos creemos que
efectivamente las obras de los hombres podrán ser rectas y buenas, pero es Dios quien finalmente
tiene las riendas en su mano. El punto es que si se está instalando un mundo sin Dios, entonces
quien tiene las riendas en su mano, es el hombre, con las consecuencias que ello significa, y los
efectos que hoy ya vemos claramente, como por ejemplo los efectos sobre el clima.
A este espe to el Pad e Ke te i h, os señala a. Los ol hevi ues, los ate ialistas, p opo e
una tesis audaz: Las leyes de la naturaleza han colocado al cristianismo en primer plano más o
menos 2000 años. El cristianismo no es por lo tanto una religión de lo alto, una religión revelada,
sino que ha surgido de la naturaleza del hombre. En virtud de sus fuerzas intrínsecas, esas mismas
leyes de la naturaleza apuntan ahora a deponer al cristianismo y colocar en su lugar el bolchevismo,
el materialismo. Los comunistas consideran que ese relevo es una ley natural y, si no hay más
remedio, se declaran dispuestos a acelerar el proceso de sustitución mediante una guerra mundial.
Como vemos, la influencia de las corrientes es muy importante en el devenir histórico, de ahí
que el Cristianismo y específicamente la Iglesia Católica, ha tenido una importancia capital en el
desarrollo de la humanidad y ello, fundamentalmente debido a que sus miembros han seguido las
18
En la familia de Schoenstatt, desde hace mucho tiempo el Padre fundador se pregunto sobre el
sentido de la historia del mundo como historia de salvación, y la respuesta que dio, fue desde la
perspectiva de Dios, el sentido de la historia es la búsqueda y conducción victoriosa hacia el Padre
de los elegidos, llevada a cabo por Cristo Jesús. Y, desde el punto de vista de los elegidos el retorno
victorioso a la casa paterna, a través de Cristo Jesús.
Este, es el gran desafío de los católicos en el siglo XXI, entender y comprender que la historia es
parte del plan de Dios y nuestra responsabilidad es poner nuestro oído y corazón en el corazón del
Padre para que nos indique cual es el papel que debemos jugar en esta historia viviente de la
salvación de la humanidad. Todos tenemos una tarea que cumplir, que cómo del Padre nos pensó
cuando nos creo por amor.
La creación misma dice el sabio, entraña un orden en sí. A partir de él podemos leer los
pe sa ie tos de Dios…e i luso el odo o e to e ue de e ía os vivi . Cua do al Ca de al
Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI le hacen la pregunta. Eminencia, ¿también usted tiene a veces
miedo de Dios?, él contesta: Yo no lo llamaría miedo. Y él sabe cómo somos nosotros. Sabe que
somos carne. Y polvo. Por eso acepta nuestra debilidad. No obstante, una y otra vez me acomete esa
ardiente sensación de defraudar mi destino. La idea que Dios tiene de mí, de lo que yo debería
ha e 43
43
Joseph Ratzinger, “Dios y El Mundo, Una conversación con Peter Seewald”, Ed. Sudamericana, Pág 11
19
Qué duda cabe, que los primeros globalizados hemos sido los católicos, cuando Jesús envío a los
apóstoles a distintas partes del mundo conocido de la época, se inicio la globalización de la Iglesia,
ese hecho, demuestra que en los planes de Dios la globalización es parte importante y querida por
Él. La Iglesia universal, es signo de globalización, Id por todo el mundo y predicad la Buena Nueva a
toda la creación M , .
Este hecho tiene una importancia decisiva para entender la vida y la misión de un católico. Cristo
no vino para realizar una proeza personal; no quiso ser un meteorito que atraviesa el cielo para
después desaparecer en la nada. No vino, en otras palabras, sólo para aquellos pocos miles de
personas que tuvieron la posibilidad de verle y escucharle en persona durante su vida. Pensó que su
misión tenía que continuar, ser permanente, de manera que cada persona, en todo tiempo y lugar
de la historia, tuviera la posibilidad de escuchar la Buena Nueva del amor de Dios y ser salvado.
El por ello, que los católicos no debemos temer a la globalización, sino más bien usar de ella para
dar a conocer el evangelio y la salvación al mundo a través de nuestra Iglesia. Tras este envío de los
apóstoles, Jesús, se lee e el Eva gelio de Lu as, designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en
dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir (Lc 10, 1). Estos setenta y dos
discípulos eran probablemente todos los que Él había reunido hasta ese momento, o al menos todos
los que le seguían con cierta continuidad. Jesús, por lo tanto, envía a todos sus discípulos, también a
los laicos.
Sin embargo, se nos ha presentado una nueva realidad a la cual los católicos debemos hacer
frente. Los atentados del 11 de Septiembre abrieron la era del terrorismo globalizado.
Cuidadosamente premeditados, han unido en su simbología el ataque a EEUU como potencia
política, económica y militar dominante, con la utilización de elementos de alta tecnología
convertidos en armas letales. Esa mezcla de fanatismo religioso oscurantista con los avances
técnicos añade una nueva y terrible dimensión al proceso de globalización. Cuando el hombre se
encuentra con problemas nuevos, muchas veces se esfuerza en resolverlos con procedimientos
antiguos, de comprobado éxito, pero que no sirven para encarar lo nuevo que se le presenta en la
vida.
Por eso, es tan importante responder con la reafirmación de valores cristianos universales de
respeto de la vida, a los derechos humanos, en síntesis a la dignidad humana. Todo esto, lleva a
intensificar la necesidad de encontrar respuestas culturales, socioeconómicas y políticas que
respondan a los problemas más acuciantes de la humanidad, reforzando la interdependencia y
evitando lo que algunos autores ha definido como el temido choque de civilizaciones.
países y continentes. Los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del
hombre; es decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad. 44 Se evidencia que el mundo
sólo puede ser transformado por una vida de unión con Dios y con su palabra liberadora. El amor
triunfa así sobre el mal; la reconciliación supera así el odio; la grandeza de la fe se eleva así por
encima de la estrechez y el egoísmo de los hombres.45
Hay que entender la globalización desde un punto histórico-político con el término de las
ideologías dominantes durante el siglo XX principalmente (Marxismo-Capitalismo). Estamos en la
fase final de un proceso histórico. Hay una ruptura ideológica política, que ha terminado con la
idolatría del Estado, pero que ha dado nacimiento al liberalismo que lleva a un laicismo absoluto,
donde radica el problema del mundo de hoy. Jua Pa lo II, os adve tía Los tiempos son realmente
difíciles, y sobre el horizonte se levantan nubes sombrías. Pero no tengáis miedo ¡Las fuerzas de bien
so aú a o es! 46 Aquí está la esperanza de los católicos que no debemos dejarnos llevar por el
pesimismo ni la conformidad por los rumbos del mundo de hoy. Hay que tener una viva esperanza.
Debemos ser fuertes y valientes para cambiar el mundo. La pregunta que todos debemos hacernos
¿Qué he hecho yo por cambiar el mundo? ¿He sido consecuente con lo que Dios y nuestra Iglesia
nos pide?. Dios puede suscitar grandes cosas en su Iglesia, a la medida de nuestra fe y de nuestra
fidelidad pa a ello de e os se o o iños .
44
Santo Tomás, cfr. S.Th., I-II, q.1, a.1,c.
45
J.P.II, A. en Münster, Alemania, 1-5-1987.
46
Discurso al Cuerpo Diplomático en el Vaticano, 16-1-1982.
21
Para un mejor análisis de la realidad en un mundo globalizado, es necesario tener presente las
dos visiones que existen para aproximarse al sentido del ser humano. Una primera que se denomina
Ius atu alista , ue o siste e u a ei vo a ió del ho e e azó de su se , de su pe te e ia
a la especia homo sapiens, es decir, de una determinada actualización de características propias a
pa ti de su atu aleza. Do de el o o e espeta la dig idad del se pe so a es el eje e t al
u a segu da ap o i a ió Iuspositivista , pa a los ue los de e hos hu a os so eivi di a io es
que nosotros nos concedemos recíprocamente gracias a la creación de sistemas de derechos, con lo
cual depende del arbitrio del creador de tal sistema de derecho en qué consistan estos derechos y
cómo se delimite el ámbito de las re- invocaciones legítimas, es decir, quién es hombre en sentido
de la ley y quién no.
Incluso podemos afirmar que la globalización tiene una causa no sólo económica y política sino
que también antropológica. Hay una evolución de la humanidad que es más compleja que una
mirada sólo económica y tecnológica. El P.K., nos advirtió por el año 50: Nos encontramos al
término de un cambio de tiempo, que comenzó hace cuatro o cinco siglos, cerca del 1500. Un nuevo
mundo surge ante nosotros, un mundo nuevo que también el Señor ha proyectado por siglos. 47 Dios
no abandona el mundo; sus planes con el mundo no fracasan, eso debemos tenerlo claro los
católicos, e o se ue ia de e os a tua de ost a a todo el u do ser luz y sal de la tierra
nos dice el evangelio, ello es lo que nos da esperanza y fe en el futuro aunque el presente se vea
con oscuridad.
Desde esta perspectiva, la globalización no hay que tomarla como un riesgo, sino más bien como
una oportunidad, hay que darle una connotación positiva que nos presenta mayores desafíos, y que
de no asumirlos como católicos se t a sfo a e iesgos. Nosotros, que caminamos en tinieblas,
debemos comprendernos como precursores de esta gloriosa nueva época, aunque también nuestro
camino deba pasar por oscuridades y tinieblas o nos espere una muerte cruenta 48
Se impone una constante, que a veces desalienta: en las sociedades de los viejos y nuevos países
de Occidente, particularmente en las grandes ciudades, los valores y el mensaje cristiano parecen
ausentes, absorbidos, ahogados por una civilización donde el pluralismo de las convicciones
desorienta, donde el consenso sobre el sentido de la vida y las reglas morales es débil. El
individualismo se ha erigido en principio, o al menos reina en la práctica. La fe religiosa está
reservada a un campo estrictamente privado. El pesimismo se deja sentir en un mundo en el que ya
47
P. José Kentenich, Desafíos de Nuestro Tiempo” Ed. Nueva Patris, 2008, pág. 35
48
Ibídem, pág., 34
22
no se tiene la audacia de creer en la felicidad posible del hombre. 49 E u tie po o o éste, Dios
exige del liderazgo que sea marcadamente profético. El Líder profético es el hombre que ha sido
enviado por Dios y que está profundamente impregnado de la misión divina, al mismo tiempo, junto
con esa misión divina lleva en sí la fuerza divina e, impulsado por ella, tiene también el coraje y hasta
el anhelo arrebatador, de dejarse crucificar, si es necesario, por esa misión divina. 50
Rousseau señala que cuando se separa la política y la moral no se comprende ninguna de las
dos, esta es la base de la crisis actual. En la raíz del razonamiento hay una idea cristiana, pero
cercenada de su vínculo con la trascendencia. Este modelo de sociedad democrática se fundamenta
e la idea de la Volu tad ge e al “e ide tifi a o la a o ía el se tido de la ve dad , vale de i
lo que la mayoría dice eso es lo correcto. La idea lleva en sí misma un germen abusivo que tiene
como resultado una apropiación del Estado por parte de grupos ilustrados que se autoproclaman
intérpretes de aquella voluntad.52
El Estado de esta forma, alcanza la máxima expresión y se sitúa más allá del bien y el mal. Queda
configurado de esta forma el mito del Estado moralmente neutral que acompaña la política de la
despersonalización. La globalización precisamente ha difundido esta expresión del Estado, y ello ha
producido que por ejemplo, leyes que son a ti-natura , sean tomadas como modelo de otros
países e impuestas como verdaderas en países de arraigado espíritu cristiano y particularmente
católicos. Ello, ha provocado una confusión en muchos católicos, que no se han percatado que se
impone una visión del mundo alejada de la enseñanza de los evangelios y por ende de la religión y
de las enseñanzas de la Iglesia.
La sociedad liberal actual se exige la astenia ética, donde no tienen cabida los valores absolutos,
hay una moral anoréxica, debilitada y sin fuerzas. Tomarse algo en serio significa creer en ello, y la
creencia es la intolerancia potencial. No nos damos cuenta, que precisamente aquellos que nos
acusan de intolerantes por ser fieles al evangelio, son los mismos que tratan de imponer un
pensamiento, a la luz de esa seudo tolerancia, que hace del hombre un ser alejado de Dios.
49
J.P.II Discurso a Obispos de Ile Francia, 27-2-1987.
50
P. José Kentenich, “Las Fuentes de la Alegría” Ed. Patris, 2006, pág.28
51
J.P.II. Discurso al mundo de la cultura en Buenos Aíres, Argentina 12-4-1987.
52
Josep Miró I Ardévol “El Desafío Cristiano” Ed. Planeta, 2005, pág. 12
23
Hay cuatro grandes rupturas, que muy bien describe Josep Miró53 que padecemos y que nos
llevan al estado que percibimos hoy en el mundo y en nuestra sociedad, las rupturas de las cuales el
Padre Kentenich ya nos había advertido.
Laicismo excluyente.
La sociedad de la desvinculación.
La ruptura antropológica.
La injusticia social manifiesta.
La idolatría política.
Vamos, dentro de este marco teórico dar una mirada a cada uno de ellos, buscando ejemplos
que nos permitan clarificar esta realidad, teniendo claro que para el objetivo de este ensayo es la
sociedad de la desvinculación el mayor problema. Por qué es una desvinculación de Dios, principio y
fin de todo que deja al hombre huérfano en su ser, que en definitiva le imposibilita la verdadera
felicidad, y le produce un vacío que no puede llenar.
Partamos que todas ellas tienen como fundamento el materialismo, que a su vez es la condición
necesaria para el laicismo, que en definitiva está basado sobre cimientos frágiles que nosotros como
católicos, debemos y podemos romper. Hay un desconocimiento de la trascendencia, el hombre es
sólo materia que se hace así mismo. Para Gramsci, el momento sintético unitario es el concepto de
la inmanencia, que es contraria al sentido de la trascendencia del hombre hacia Dios. La inmanencia
es la actitud del hombre que decide, de mutuo propio, instalarse en la tierra, el hombre en el
paraíso en la tierra, a decir de Marx.
Por esta razón resulta esencial la confrontación intelectual, social y política con aquellos
presupuestos, mostrando la necesidad de Dios y los perjuicios personales y sociales de su exclusión.
Eze uiel e i e la isió Hijo de hombre, ponte de pie, te voy hablar , de e os los atóli os
po e os de pie es u ha lo ue el “eño os uie e de i ho . hijo del hombre te envío donde los
Israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mi; ellos y sus padres, me han sido
infieles hasta el día de hoy. Te envío donde esta raza de cabezas duras y de corazones obstinados
para que les digas ¡Esta es la palabra de Yavé¡ (Ez.2.1,4). Hoy este mismo llamado nos hace el Señor
a nosotros los católicos, debemos escuchar, mostrar y trabajar por lo que Dios nos ha mostrado,
especialmente en un mundo de inmanencia.
53
Josep Miró I Ardévol político español que ha decidido dejar su carrera política para liderar “e-Cristians”, un proyecto
con una meta importante: la Primera Convención de Cristianos por Europa. El objetivo es incidir en las instituciones
europeas para que la concepción cristiana forme parte de la vida política europea.
24
Aunque, el nombre de Dios se usa con más frecuencia que nunca, (si Dios quiere, gracias a
Dios, Dios mediante, etc.) en el fondo nadie sabe ya de qué habla cuando se refiere a cuestiones
religiosas. En el mundo es fácil constatar esta realidad a diario. En un plazo brevísimo amplios
sectores de la sociedad han sufrido una especie de ataque mortal espiritual, una especie de big
bang en la cultura cristiana que hasta entonces constituía nuestro fundamento. Aunque las
personas no nieguen a Dios, nadie cuenta ya con que ejerza poder sobre el mundo, nuestra Patria y
pueda hacer algo de verdad.
Los católicos son simples espectadores de esta realidad, es por ello que no se nota, en la
actualidad, una corriente cultural católica fuerte, que permita contrarrestar esta contracultura que
se ha instalado sin oponentes en nuestra vida. El problema es que las repercusiones de esta
inactividad católica se ven en las estadísticas de los distintos países, como por ejemplo, las
separaciones matrimoniales, el nacimiento de hijos que nacen fuera del matrimonio, el aumento de
suicidios, sin contar otros fenómenos sociales como la delincuencia, la drogadicción el alcoholismo.
El hombre sin rumbo por no entender que hay un Dios Padre, que está vivo y que quiere vivir y
actuar en nosotros.
Laicismo excluyente.
Pero esta concepción no alimenta directamente al total de la población, sino que se limita a
ser el envoltorio teorizante para justificar el materialismo práctico, que realmente es el que está
extendido y que propugna un hedonismo limitado a los impulsos más instintivos y al consumo, es
decir, a la idolatría del sexo y de los objetos materiales.
Un segundo factor, que se debe considerar es la concepción individualista, que también está
estrechamente vinculada al materialismo por la vía del reduccionismo economicista: la economía es
hoy la máxima expresión de la política. Se confunde así una condición de necesidad, que ya
formulaba Santo Tomás de Aquino, con la condición de suficiencia ética, estética y trascendente.
25
Hay una concepción utilitaria que acentúa la dimensión del problema porque separa el
paradigma de la ética y de la cultura que se ha forjado en el mundo, del hecho de que el fin no
justifica los medios. Ahora se impone el principio justo al o t a io: si el fi se esti a ue o , el
medio no importa o en todo caso, hay que considerarlo en escasa medida. Esta lógica está en las
mismas entrañas de la política que hoy se practica y explica cambios tan rápidos y radicales.
El éxito y la extensión del laicismo excluyente significan la pérdida del sentido religioso. El
proceso empieza con la expulsión en el espacio público de toda referencia religiosa y su sustitución
por los nuevos paradigmas antes descritos. Por ejemplo, la prohibición en las escuelas públicas de
poner los crucifijos.
Cuando los conceptos como amor, virtud, fidelidad y virginidad quedan trastocados o,
sencillamente, adquieren connotaciones negativas, la transmisión de la palabra de Dios se hace
difícil.
Esta concepción antirreligiosa establece los marcos de referencia, aquellos sistemas de ideas
dentro de los cuales razonamos y juzgamos, tomamos decisiones y consideramos que un hecho, una
actitud está bien o mal. El efecto de estos marcos es que determinados vectores del cristianismo no
llegan a la sociedad y a las personas, son literalmente censurados, otros lo hacen en términos más o
menos desvirtuados, mientras que unos terceros sí pueden ser recibidos.
El P.K. nos advierte sobre la pasividad de los católicos ante la sociedad actual, el nos dice.
No hemos de admitir que, muchas veces, en especial en el tiempo actual, concebimos el cristianismo
en forma demasiado unilateral, como una suerte de escalera hacia el cielo, pero no también como
una escalera hacia la tierra? ¿No dejamos demasiado en manos de otros la plasmación de un cielo
en la tierra?54 Efectivamente, ese es el dejar hacer de los católicos lo que nos lleva a la situación
catastrófica de la sociedad actual, donde vemos cómo los valores enseñados en el evangelio, los
católicos no los traspasamos a nuestra vida diaria y por lo tanto dejamos de ser luz del mundo, como
nos lo exige Jesús.
La sociedad de la desvinculación.
54
P. Jose K entenich, Las Fuentes de la Alegría, op cit. Pág 35
26
En la sociedad desvinculada, hombres y mujeres persiguen como único bien superior, como
hiperbién ante el cual todo lo demás se supedita, la autodeterminación individual, la propia
realización personal, entendida como satisfacción de los impulsos, las tendencias y los deseos. No
existe norma por encima del hiperbién. No hay atadura con ninguna creencia religiosa o filosófica.
No hay vínculo obligado con ninguna tradición ni historia –esto explica por ejemplo que
O´Higgins no esté seleccionado como personaje de la historia de Chile–, tampoco hay vínculo hacia
ninguna comunidad social, nacional o laboral, ni siquiera familiar. Ningún tipo de relación
interpersonal puede situarse por encima de la autorrealización. Todo, incluso los seres humanos,
son medios para la autorrealización. Todo hasta la vida del hijo no nacido.
Estamos en la gran ruptura histórica, moral, cultural y social que nos empuja en direcciones
contradictorias, generando una clase de esquizofrenia social –los violentos movimientos
estudiantiles en algunos países son una muestra – que está identificada, pero sólo en los fragmentos
de sus consecuencias aisladas. Aborto, trabajo basura y violencia cada vez más mortífera contra las
mujeres, por nombrar tres elementos relevantes en el mundo, son, pese a su diversidad,
manifestaciones, efectos de la misma causa: moral desvinculada.
El P.K, os di e: Es verdad que debemos creer en el Reino de Dios, en la plenitud del cielo.
Pero ¿no tenemos también la tarea de contribuir con el compromiso de todas nuestras fuerzas a
transformar y configurar de nuevo, ya aquí en la tierra, el estado ideal del reino de Dios en nuestro
tiempo, también en tiempos difíciles como los que estamos viviendo? Por eso debemos lanzar para
nosotros en forma inequívoca, permanente y gozosa la consigna que dice: ¡crear un estado católico
ideal! 55
Cuan responsables somos los católicos, del estado de la situación de desvinculación que vive
nuestra sociedad, debemos preguntarnos ¿Qué he hecho yo, como católico para revertir esta
situación, que afecta a mi familia, a mi comunidad, a mi patria, en fin a toda la sociedad? No son
ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y
den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo los que pidan al Padre en mi Nombre, Él se los
concederá (jn15,16;cf.Jn 15,5; Gal 5,12).
¿Cuál es el fruto que estamos dando, permitiendo que se borre a Dios de la sociedad en la
cual pertenecemos por voluntad del Padre?. Todos los católicos somos responsables de lo que
55
Op. Cit.
27
ocurre en nuestra sociedad, en nuestra familia, lugar de trabajo, comunidad, mucho podemos y
debemos hacer para cambiar el estado de la situación de desvinculación que se pretende imponer.
Ruptura antropológica
El carácter personal propio del ser humano exige que, como poseedor de una dignidad
absoluta, no puede ser nunca instrumentalizado o tratado como simple medio. La regla fundamental
de la bioética como la de cualquier ética, es tratar siempre al hombre como un fin. Lo que debe
entenderse no sólo de la especie humana sino de cada hombre individualmente considerado. La
persona trasciende su condición de individuo de la especia y se constituye en un ser único, inédito e
irrepetible. 56
Buscad primero el reino y su justicia y todo se os dará por añaduría Mt. , el Cardenal
Joseph Ratzinger, hoy S.S. Be edi to XVI, os di e: Esta es u a egla ue e pa e e su a e te
importante en la situación que vivimos hoy. Ante la miseria ingente que viven tantos países del
Tercer Mundo, muchos, incluso buenos cristianos, piensan que hoy ya no es posible atenerse a este
mandato; piensan que ha de diferirse durante un cierto tiempo el anuncio de la fe, el culto y la
adoración, y tratar primero de dar solución a los problemas humanos. Pero con semejante inversión
crecen los problemas, se incrementa la miseria. Dios es y será siempre la necesidad primera del
hombre, de suerte que allí donde se pone entre paréntesis la presencia de Dios, se despoja al
hombre de su humanidad, se cae en la tentación del diablo en el desierto y, a la postre no se salva al
hombre, sino que se le destruye.
Por otro lado, el materialismo sin frenos morales y religiosos que la sociedad de la
desvinculación propicia, unido a la globalización de los mercados, ha dado lugar a una tercera falla
geológica en la sociedad humana, la injusticia social manifiesta. Su singularidad no nace
evidentemente de la pobreza ni de la injusticia social que nos ha acompañado siempre, sino de su
combinación con dos factores nuevos.
Mucho se habla que Chile es un país privilegiado de Latinoamérica, pese a esta evidencia
nuestra sociedad vive un gran desequilibrio entre los recursos a su alcance y el grado de satisfacción
colectiva. Reina una atmósfera social de insatisfacción y disgusto, una sensación de incertidumbre
en el futuro que muchos de nuestros jóvenes expresan bien.
56
L Palazzaani, El Concepto de Persona, pág. 8-7
28
En el trasfondo, hay una poderosa razón: la economía, que desde la Edad Media sabíamos
que era una actividad necesaria dirigida a liberar a la persona de las necesidades básicas para
poderse desarrollar en sus dimensiones humanas, se ha convertido en un factor de esclavitud, en
una práctica idólatra con ausencia de límites. El ciudadano se transforma en consumidor incluso de
su propia vida. Una vez más, la parte más débil de la sociedad. Los adolecentes, lo expresan con más
contundencia: esclavizados por las marcas en la ropa de vestir, las prácticas gregarias del ocio
comercial, la dependencia de su cuerpo (tatuajes, piercing, anorexias, bulimias), cada vez
consumidores más desenfrenados y más jóvenes. Todo esto es expresión de una humanidad que
sobreconsume. Que tiene un excedente tan importante que puede aplicarlo sistemáticamente a su
vida cotidiana.
Pero esta supuesta mayo abundancia en nuestro país, no ha servido para alimentar el
estigma de la pobreza en nuestras ciudades y pueblos porque, junto con aquel desequilibrio
mundial, perdura este estrago material al interior de la sociedad de bienestar que se pretende en
chile, no como una situación excepcional que afecta patológicamente a unas pocas personas, sino
como una categoría social que engloba grupos enteros: mujeres con hijos sin trabajo, gente mayor
que cobra pensiones mínimas, jóvenes de baja formación y sin hogar y últimamente inmigrantes.
(por ejemplo: más de cien mil sólo del Perú).
Idolatría política
Aquella que sitúa al partido, a la nación, al Estado como valores superiores a los que
supeditar el hecho religioso.
Son las ideas políticas las que están por sobre el bien o el mal las que dictan las pautas para
que la sociedad se desenvuelva. Lo que dice la mayoría es lo políticamente correcto, independiente
si ello afecta o no al hombre en su dimensión ás p ofu da el se .
La política ha marginado el hecho moral y una notable parte de los grandes medios de
comunicación predican cotidianamente la desvinculación. Rechazan unos y otros la moral porque
ésta significa capacidad para identificar el bien con independencia del color político, y actuar en
consecuencia.
Sin comunidades de memoria, vida y proyecto no hay respuesta a esta idolatría. Es la causa
por la que los liberales siempre acaban por defender el arancel.
29
El resultado es una sociedad cada vez más anormal y despersonalizada, sin conciencia propia,
capaz de asumir unas conductas y hechos extraños, cuando no contrarios a la lógica del modo de
vivir humano. La idea de ciudadanía activa y responsable, las retóricas apelaciones a los
iudada os iudada as , so pu a de agogia po ue el estado e esita p e isa e te esta as
despersonalizada y sin conciencia para funcionar.
Algunos efectos
Esta también la caída demográfica de Chile, una crisis cuyos efectos más graves todavía están
por venir, y en el despliegue de toda una violencia social que se manifiesta por la vía del incivismo y
vandalismo social.
Aunque no estaban en su génesis, es evidente que el debilitamiento del orden social hace
más propicias las condiciones para el crecimiento de la delincuencia organizada y para la extensión
de la droga y la prostitución, que hoy en Chile constituyen facetas de un mismo y negro cristal.
La idea utópica de que el estado podía hacerse cargo de todas las necesidades humanas y
resolverlas positivamente ha pasado a la historia. Hoy lo que priva es el realismo de padecer sus
limitaciones y, a través de ellas, constatar la importancia determinante de la familia. Pero cuando
nos referimos a ella, a menudo lo hacemos realizando una abstracción de las circunstancias sociales
que en cada momento la acogen, de los marcos referenciales que inciden.
Todo comienza con el ataque del feminismo de segunda generación, que veía en la familia un
factor determinante de dominación de la mujer. En este contexto se producía también el
menosprecio por la maternidad, que en las posiciones más radicales llegaba a su descalificación pura
y simple. En esta misma línea se producía la crítica al trabajo en la casa, que se consideraba un
trabajo inferior.
El otro factor determinante que nace en este período es la crítica al principio de autoridad
que también se extiende a la naturaleza de la familia y que pone en cuestión, sobre todo, la
autoridad paterna.
Hoy es evidente la incomunicación que hay entre padres e hijos, es evidente la imposibilidad
de muchos padres de hacer frente a la avalancha de incitaciones negativas, del fomento de
comportamientos inadecuados que el espacio público genera contra sus hijos, desde los hábitos de
diversión de insomnio, donde la droga es habitual, a la borrachera sistemática del fin de semana, al
descontrol de los institutos, la violencia latente, la incitación al consu o de pasta sea o o sea.
Últimamente hemos sido testigos de los movimientos estudiantiles con una violencia
desmesurada. La respuesta a la pregunta por qué tanta violencia y vandalismo social hay que
buscarla en el hecho de que la ideología de la desvinculación, unida al laicismo excluyente, tiene
como consecuencia central una cuestión moral: la del discernimiento entre el bien y el mal, que
tiene poco que ver con el problema de recursos materiales, de carencia de medios.
La realidad nos indica que existen algunos padres tolerantes que ocultan su incapacidad de
transmitir valores y virtudes y establecer un principio de autoridad –que no significa de ninguna
forma la negación del dialogo y la participación sino la sunción de responsabilidades– Tenemos hace
poco el ejemplo de la alumna que agredió a la Ministra de Educación.
El gobierno de chile, por ejemplo, se ha mostrado incapaz de hacer cumplir las leyes que
regulan: desde el horario de cierre de los bares y discotecas hasta el consumo de droga y alcohol por
parte de menores, pasando por el mantenimiento de la paz ciudadana en los espacios de diversión y
en las escuelas, unido a una moral desvinculada en la cual no existe ninguna tradición que modele
las actividades, ninguna norma común, ningún hábito colectivo de preservar, ningún bien
compartido que respetar.
Todo esto constituye una mezcla explosiva e imparable que actuará en un doble plan: sobre los
jóvenes y sus entornos familiares, educativos, laborales y racionales, y sobre el conjunto de la
sociedad chilena, en la medida que estos jóvenes se conviertan en adultos.
Es incuestionable que hoy nuestra sociedad padece de una violencia nihilista. Está afectada
en una medida tal que casi hemos aprehendido a vivir con ella. Hay violencia en la conducción de
31
Por otra parte la pornografía y la prostitución han logrado un estado social de plena
normalidad, a pesar que es obvio que constituye n mal, tanto en sí misma como por las
consecuencias que genera.
Un capítulo que escandaliza a nuestra sociedad y que empeora cada año es el de la violencia
contra las mujeres en el ámbito de la relación de pareja. Este fenómeno no se ha estudiado desde
muchos puntos de vista en busca de elementos causales que pudieran servir para la lucha y la
erradicación. Sin embargo existe un factor que se revela como particularmente significativo en
términos estadísticos y que, a pesar de ello, se ha omitido sistemáticamente. Se trata del análisis
del tipo de vínculo que une a la pareja.
Según el SERNAM, en nuestro país, por ejemplo, 7 de cada 10 mujeres sufren violencia
psicológica en sus hogares de parte de su pareja, marido o conviviente y cada año 70 chilenas
mueren producto de la violencia conyugal.
Según un estudio de Agosto del 2004, encargado por el SERNAM de la Región de Coquimbo a
la Universidad Católica, el 48, 4% de las mujeres entrevistadas reconoce haber sido víctima de algún
tipo de violencia. Entre ellas mencionan la psicológica (41,9%) la física (32,6%) y la de connotación
sexual (16,6%).
Este nuevo factor versaba sobre un dato estructural, el tipo de vínculo que los unía:
matrimonio o relación de pareja. El interés por este tipo de análisis está relacionado con el hecho de
que la elección del tipo de vínculo lleva implícito, en muchos casos, otros factores del sistema de
valores de la pareja; constituye un indicativo sintético y objetivable del sistema de valores y
creencias.
Existen pocos estudios sobre parejas de hecho, pero algunos datos cuantitativos señalan la
diferencia con los matrimonios. Así para el conjunto de Chile la duración estimada del vínculo es de
cinco años claramente inferior a la duración media de los matrimonios.
57
Joseph Ratzinger, “El Camino Pascual”, Ed. BAC Popular, 2da Ed. 2006 págs. 62-63
58
Ver pagina web del SERNAM
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no tiene ningún tipo de hijo. Segunda que cuando tienen descendencia, es en un número menor de
hijos que os matrimonios.
Esta realidad pone de relieve cómo las nuevas estructuras de relación tienen consecuencias
sociales y económicas determinantes.
LA CULTURA
De las muchas definiciones que existen sobre el concepto de cultura querría remarcar tres
ideas básicas comunes a todas ellas: por una parte, la cultura entendida en toda su dimensión
colectiva como concepción compartida que impera en un momento histórico, en una determinada
sociedad. Una segunda acepción entiende la cultura como el fruto del desarrollo del intelecto y del
espíritu humano de cada persona, como vía de excelencia. Finalmente, arrancando de la concepción
de Aristóteles, la cultura como ejercicio de la libertad o, en este sentido, como realización opuesta
radicalmente a la predeterminación de la naturaleza. La cultura sólo es posible en el hombre porque
es o se ue ia de su li e tad , po lo ta to, o o stitu e u a to atu al
raso y agresivo egoísmo. A su vez, se ha consolidado un claro desacuerdo moral dentro de una
sociedad chilena presentado como pluralismo positivo, cuando no es más que una manifestación de
la degeneración y de una grave pérdida cultural.
Los conjuntos de valores constituyen proscripciones y prescripciones que guían nuestra vida
cotidiana, así mismo influyen también en nuestra manera de percibir e interpretar las cosas y los
hechos que nos rodean. Sin embargo, hay estudios sobre los valores que han demostrado poca
relación entre ellos y el comportamiento, especialmente cuando ese comportamiento esta
relacionado con la acción del hombre en masa, vale decir en grupo.
Las sólidas habilidades morales no sólo son componente esencial para una carrera militar
exitosa, sino que constituyen también una ventaja para ejercer el mando. Esta comprobado que los
comandantes militares más exitosos suelen ser personas dignas de confianza, que poseen fuertes
convicciones morales y la habilidad de ponerlos en práctica.
Algunos autores hablan que la conducta debe estar precedida o guiada por una especie de
újula o al , vale de i u o ju to de valo es ee ias sólida e te fu dadas ue guía la
vida personal y profesional.
La sociedad liberal actual se exige la astenia ética, donde no tienen cabida los valores absolutos, hay
una moral anoréxica, debilitada y sin fuerzas. Tomarse algo en serio significa creer en ello, y la
creencia es la intolerancia potencial. Ante este panorama la profesión militar que necesariamente
e uie e de ee e algo , pa a sopo ta el sacrificio y la entrega –incluso de la vida de ser
necesario– que ella involucra, se torna aún más difícil de llevar a término.
34
Entonces tenemos que las instituciones han tenido que liberar algunos conceptos y porque
no decirlo valores para poder adaptarse a este nuevo escenario, hay exigencias que antes eran
inaceptables pero que ahora se aceptan.
Estos valores se tornan volubles ideas sin fundamento cuando se hace depender el juicio
moral de la veleidad o el capricho, sobre tan inestable suelo es muy difícil levantar el sólido edificio
moral que requiere el militar profesional.
Por ello, que los institutos formadores deben saber equilibrar la formación moral de los
alu os o este pa adig a éti o del va ío ue ige a la so iedad a tual, do de se i vita a
sustitui las afi a io es taja tes po p ude tes i u lo uio del tipo si pe o . Esa a titud
desconoce el significado genuino de perspectiva ética, sin la que el discurso moral se convierte en
retórica insustancial. ¿Cómo ser militar en la pluralidad?, si se requiere de creer en valores que son
absolutos como por ejemplo el amor a la Patria.
Este es a mi juicio el gran dilema en que estamos enfrentados hoy día y no tengo aún la
respuestas para resolverlo. Conozco los síntomas de la enfermedad pero no el remedio, pero a la luz
de algunos autores tratare de hilvanar algunas ideas que nos puedan servir para este cometido.
En los procesos de enseñanzas debemos lograr que sea la luz interior la que ilumine el
camino del saber y del comportamiento de los soldados, debemos lograr que ellos puedan hurgar
dentro de si mismos para que puedan descubrir esa luz interior que todo hombre tiene en relación
al bien que ha de hacer en esta vida. Esto no es un imposible como algunos puede hoy día pensarlo,
es algo absolutamente factible, especialmente, para el caso militar, en que hay –en la mayoría de los
casos– u a vo a ió ue os ueve a se soldados.
La moralidad que exige la profesión de las armas, no puede verse alterada por las corrientes
relativistas que pareciera se tornan cada vez más normales en la sociedad moderna. El militar sólo
35
cuando ejerce su labor con responsabilidad moral puede satisfacer su propia naturaleza. El militar
conserva la dignidad cuando en el ejercicio de su profesión permanece vinculado a su fundamento y
a su cometido moral.
Por ello, debe haber un fortalecimiento al respeto de la dignidad humana, por ello en el
ejercicio de su profesión el militar debe desarrollar la capacidad de conciencia para percibir los
valores humanitarios que atañen a todos los hombres. Por ejemplo la libertad, uno no puede
quererla para si mismo. La libertad es indivisible y debe ser considerada siempre como conectada al
servicio de la humanidad entera. Eso significa que no puede haber libertad sin sacrificio y renuncia.
La profesión militar, exige de suyo sacrificio y renuncia, pero la mirada de los valores que la
sustentan pueden extraviarse perfectamente a la luz de la pura razón, los valores se pueden anular y
hartar de sí mismos cuando se convierten en una realidad vacía. Entonces para enseñar los valores
militares en la sociedad actual es fundamental darles un contenido, o mejor dicho demostrarlos con
la esencia que de suyo tienen y que no necesariamente puedan ser entendidos a la luz de la razón
sino que también, por que no decirlo, a la luz de la fe.
Sin convicciones morales comunes las instituciones no pueden durar ni surtir efecto. Pero las
convicciones no derivan de la mera razón empírica. Las decisiones mayoritarias no pierden su
convicción verdaderamente humana y razonable cuando presuponen un sustrato básico de
humanidad y lo respetan como verdadero bien común y condición de todos los demás bienes.
Cultivar las evidencias morales esenciales, defenderlas y protegerlas, como un bien común
sin imponerlas por la fuerza, constituye el camino necesario a seguir para mantener los valores y
principios del Ejército en la sociedad actual, no dejándose permear por la cultura del nihilismo ni el
relativismo imperante y sus consecuencias destructoras para las instituciones permanentes de la
república.
Ahora surge otro problema que es necesario también analizar, es el tema de la conciencia
como un elemento vital de la moral y el conocimiento moral. Hoy día aparece la conciencia como el
baluarte de la libertad frente a las constricciones de la existencia causadas por la autoridad. De este
modo, la moral de la conciencia y la moral de la autoridad aparecen como dos morales
contrapuestas en lucha reciproca
La conciencia se convierte en una justificación de la subjetividad como valor medio entre las
subjetividades imperantes, lo que lleva al militar a justificar actos que no tienen justificación, como
por ejemplo el mal trato a los prisioneros de guerra como se ha visto en Irak. Desaparece el deber
de buscar la verdad y las dudas sobre la actitud y las costumbres dominantes. Basta el conocimiento
logrado por uno mismo y la adaptación a los demás. El hombre es reducido a su convicción
superficial, y cuanto menos profundidad tenga tanto mejor para él.
Aquí nos surge un nuevo dilema que debemos enfrentar y es el sentido de lo que se entiende
po ve dad . Ho ve os ue e la ealidad la ve dad, lo absoluto, el punto de referencia del
pensamiento ya nos es absoluto, hay una relatividad de la verdad que afecta seriamente la forma en
ue ada ual e tie de el se ilita , e t e ot as osas.
Por ejemplo, para algunos la verdad esta en los hombres, los soldados, para otros en la
fuerza de las armas que se tienen, para otros en la técnica que se maneja, para otros en la
organización militar, para otros en el progreso, en la modernización de procesos etc. Por otra parte
frente a los valores y principios institucionales también se dan visiones distintas, por ejemplo para
algunos la situación familiar importa en el ejercicio del mando para otros no, para algunos basta que
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alguien haga bien su trabajo y su vida personal no interfiera y nada más, para otros, es importante
que tanto la vida profesional y personal sean concordantes y como tal, es un requisito para ser
miembro de la institución. Se da el caso que ante faltas similares, se aplican distintos criterios para
sancionar etc.
Con visiones tan disímiles es muy difícil estructurar una visión del soldado que se quiere
tener y lo más complejo es que para estos mismos soldados es difícil entender el deber ser militar.
En un mundo sin puntos de medida fijos no hay dirección. Lo que consideramos dirección no
descansa en una medida verdadera, sino en una decisión nuestra y, en última instancia, en el punto
de vista de la utilidad.
El problema para una fuerza armada, radica en que si cada cual se da sus propios criterios se
produce una situación de relatividad general en que nadie puede ayudar a los demás, y menos aun
darle instrucciones. Esta situación a la larga puede causar grave daño a la institución misma, porque
afecta la esencia de la profesión militar. Sin dudas que actualmente se da una disputa ética radical
que afecta a las instituciones y que es necesario enfrentar y abordar seriamente.
Conformarse con la capacidad de verdad del hombre conduce antes de nada a un uso
puramente formal de las palabras y los conceptos. Por su parte la perdida de los contenidos lleva,
antes y ahora, a un puro formalismos de juicio. En mucha partes no se pregunta ya qué piensa un
hombre cualquiera. Nos basta disponer de una idea sobre su modo de pensar para incluirlo en la
categoría formal conveniente: conservador, reaccionario, fundamentalista, progresista o
revolucionario.
La pregunta es ¿se puede ejercer el mando militar con esta variedad de visiones? Es el
criterio la norma para ejercerlo, pero ese criterio puede estar errado, prejuiciado, viciado, entonces
por ejemplo, ¿podemos hacer justicia en el ejercicio del mando? . Volvemos a lo que ya planteamos
a te io e te el elativis o, ue sig ifi a la plu alidad de los valo es, ue difi ulta la oe iste ia
de algunos. El relativismo se ha convertido en el problema central para el ejercicio del mando.
Se nos quiere hacer creer que se puede llegar a ser hombres sin el dominio de sí, sin la
paciencia de la renuncia y la fatiga de la superación, que no es necesario el sacrificio de mantener
los compromisos aceptados, ni el esfuerzo para sufrir con paciencia la tensión de lo que se debería
ser y lo que efectivamente se es.
EL ESPÍRITU SANTO
Hechos de los Apóstoles narración de Pentecostés, en que el Espíritu Santo desciende en forma de
lenguas de fuego. El Señor a través de este acontecimiento nos hace asistir a la gran manifestación
de su poder. Con este acontecimiento la Iglesia, que somos todos nosotros, iniciamos nuestro
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caminar en la luz de Cristo, anunciando su victoria, con su obediencia, con su inmolación en la Cruz y
su resurrección.
Este acontecimiento de Pentecostés, los discípulos, que eran ya Testigos de la resurrección y la
gloria del resucitado experimentaron en sí la fuerza del Espíritu Santo, sus inteligencias y sus
corazones se abrieron a una luz nueva.
Este mismo hecho, es lo que ocurre con nosotros, cada uno tenemos nuestro propio pentecostés,
ahí radica la importancia del Espíritu santo para cada uno.
Es la manifestación de Dios en nuestra vida, podemos como cristianos vivir como los apóstoles antes
de la venida del Espíritu Santo o con los Apóstoles después de la venida del espíritu Santo.
Que quiere decir esto:
Antes. Los apóstoles siguen a Jesús y acogido con fe sus enseñanzas, pero no acertaban siempre a
penetrar del todo el sentido de ello. Recordemos por ejemplo cuando Jesús los invito que los
acompañaran orar y se durmieron, o cuando Pedro corto la oreja del apresador.
Sabían que sólo en Jesús podían encontrar palabras de vida eterna, y estaban dispuestos a seguirle y
dar la vida por Él, pero eran débiles y, cuando llegó la hora de la prueba huyeron, lo dejaron sólo.. El
espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces. Se hacen sentir
con fuerza en las calles de Jerusalén.
Después: El espíritu de verdad los penetra en todo su sentido, les hace comprender todas las cosas
El espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces. Se hacen sentir
con fuerza en las calles de Jerusalén.
Nos cuenta San Lucas que, después de haber hablado San Pedro proclamando la resurrección de
Cristo, muchos de los que se acercaron preguntándole ¿Qué es lo que debemos hacer hermanos?. El
Apóstol les respondió: Haced penitencia y sea bautizado cada uno de vosotros en nombre de
Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Ahí comenzó a
caminar la Iglesia.
Ahora, hagamos una reflexión ¿cómo estamos nosotros? Antes de Pentecostés o después de
Pentecostés?
En el bautismo, Nuestro Padre Dios ha tomado posesión de nuestras vidas, nos ha incorporado a la
de Cristo y nos ha enviado el espíritu Santo. El señor nos dice la Sagrada Escritura, nos ha salvado
haciéndonos renacer por el bautismo, renovándonos por el espíritu Santo, que Él derramó
copiosamente sobre nosotros por Jesucristo Salvador nuestro, para que, justificados por la gracia,
vengamos a ser herederos de la vida eterna conforme a la esperanza que tenemos.
El espíritu Santo es la fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. Asiste a la Iglesia de
Cristo, anuncia a la humanidad la benevolencia y el amor de Dios.
Hoy más que nunca el Espíritu Santo es quién ilumina los tiempos de la Iglesia y de nuestras vidas.
Debemos tener confianza en su acción en nosotros y en la acción de la Iglesia en el mundo.
Si el Espíritu Santo no nos enciende y colma interiormente, por más empeño que pongamos en el
campo ascético, la cosecha que haremos será escasa.
El Espíritu Santo quiere transformar la interioridad del ser humano, cosa que no ocurrió en tiempos
del Antiguo Testamento. Cuando sopla el espíritu Santo fluyen manantiales de agua viva en el alma.
Lo que obtuvieron los Apóstoles de una sola vez, nosotros lo vamos recibiendo gota a gota, año tras
año.
Por lo tanto, no acentuemos nuestra propia voluntad sino más bien dejémonos llevar por la
atmosfera, oremos con mayor sencillez, unamos más las manos en oración.
39
Si queremos sacar energías para la gran misión que tenemos y vivir orientados por el ordo essendi,
profundicemos en el Espíritu Santo y cultivemos una relación personal, íntima y cordial con él.
Queremos afirmarnos plenamente en Dios. La senda a recorrer ahora es la de abandonarse al
Espíritu Santo.
Nos arraigaremos en el mundo sobrenatural en la medida en que se nos conceda esa relación
personal con el Espíritu Santo.
Pequeñas virtudes:
• Actitud bondadosa en nuestro trato con el prójimo.
• Saber ocultar santamente nuestro dolor.
• Saber de procurar, continuamente, en la vida comunitaria la alegría de los demás.
• El rostro amable, mas allá de que nos duela el estómago, o que llueve o truene.
• La noble delicadeza que a través de toda nuestra persona expresa respeto por el otro.
La santidad en una persona le abre a Dios un valiosísimo campo y le brinda amplias posibilidad de
desarrollar en ella su actividad creadora y redentora.
El soplo del Espíritu provoca en nosotros un viraje completo. Capta la totalidad de la persona y
prepara para el camino de los siete dones.
¿Qué sucede cuando sopla el espíritu santo?
Sólo el Espíritu Santo puede realizar el milagro de Pentecostés y no nosotros, a pesar de todos
nuestros esfuerzos.
El viraje completo y la conversión profunda en nuestra vida espiritual se operan por obra del Espíritu
Santo. Eh giro del timón consiste en desplazar el acento de las prácticas religiosas exteriores hacia
una intensificación de la vida de oración y esperar más de nuestra santidad como fruto de la acción
de Dios.
Hay que completar el viraje desde el egocentrismo al teosectrismo.
El Espíritu Santo no quiere irrumpir en nosotros como una tormenta sino con suavidad y calando en
la profundidad del alma.
¡Qué pasa cuando no existe esa conducción del Espíritu Santo? ¿Qué hacer para estar bajo ella?
Cómo es nuestra vida cuando así ocurre?.
Sin la orientación, la razón carecerá de una luz especial. Por ejemplo antes de Pentecostés los
apóstoles no podían entender que Jesús debiese sufrir.
Ahora hay que aprender a hacer las cosas no sólo con la ayuda divina sino dejando también que Dios
haga las cosas en nosotros y a través de nosotros.
He aquí el gran secreto.
La ausencia del fuego del Espíritu Santo deja nuestros corazones en el frío más absoluto.
Si comprendemos e interpretamos cabalmente el Padre Nuestro, sabremos entonces cómo tiene
que ser nuestra oración, especialmente cuando pasamos períodos de aridez espiritual, que a veces
pueden ser frecuentes.
Cuando oramos, es el Espíritu Santo quien suspira en nosotros. Cuando una persona ora de esta
forma es porque ya esta plenamente orientada a Dios.
San Pablo expresó esta realidad de u a a e a u ella: El Espí itu vie e e a uda de uest a
flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismos
i te ede po osot os o ge idos i efa les Ro . 8, .
40
La actitud de obediencia a Dios. Esa obediencia significa considerar la voluntad divina como
supremo, valor y abandonarse a ella de manera íntegra, sin reservas ni rodeos.
El Espíritu Santo nos brinda nueva vida en el plano del ser. Nos comunica la gracia, nos hace hijos de
Dios. Esto supone un ser nuevo y sobrenatural en nosotros.
El Espíritu Santo nos comunica las gracias actuales y auxiliantes para que nuestras acciones sean
meritorias en el plano sobrenatural.
LOS DONES
Los dones del Espíritu Santo son facultades sobrenaturales que se infunden a una persona en gracia
y desarrollan en ella las capacidades de seguir con rapidez, seguridad y alegría las mociones del
Espíritu Santo.
Las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad son también capacidades sobrenaturales que hay en el
alma. Lo importante es colaborar para que esas capacidades se reflejen en actos concretos.
Podemos decir que cuando estamos guiados por las virtudes, nuestras acciones son esencialmente
humanas. La gracia nos proyecta, a nosotros y nuestras acciones, a un plano superior, en el cual
nuestra manera de obrar sigue siendo plenamente humana. Pero cuando recibimos los dones,
nuestra actividad pasa a ser, en esencia, divina.
Para Santo Tomás Dios realiza su acción de tres maneras:
1. Dios ha dotado al hombre de un anhelo de felicidad y se vale de ese anhelo. El ser humano
quiere ser feliz, no puede dejar de aspirar a la dicha.
2. En ciertos casos concretos, el hombre puede decidir sobre tales o cuales objetos. El decide si
quiere o no tal o cual cosa. Dios también actúa en este caso, pero respetando siempre la libertad
humana. El hombre es quien decide, pero es Dios quien esta actuando cuando éste acepta el valor
de un bien positivo.
3. Por último en un plano natural, opera en el hombre a través del genio. Es el caso de los
artistas, oradores, filósofos que, súbitamente intuyen la verdad delante de sí.
Nuestra alma se va haciendo cada vez más divina en alas de este crecimiento de la gracia y de la
obra de los dones del Espíritu Santo. Dios va soplando más y más en nuestro interior e impulsa el
velero del alma. Esta convicción nos hace sentir grandes y fuertes y también – esto es lo esencial-
humildes y llenos de confianzas.
Cuando sufrimos grandes tentaciones ¿quién nos ayuda a vencerla?.
Nuestro propósito es apartar todos los obstáculos que puedan impedirnos recibir los regalos que
Dios nos quiera hacer.
De ahí la necesidad de profundizar nuestra vida de penitencia, de oración y de obediencia a las
inspiraciones divinas. Pero todo esto no lo alcanzaremos sin la asistencia del Espíritu Santo.
“i uest a a tividad o es la a e te divi a , ás divi a ue hu a a, o soñe os o e e e el
mundo de Dios y superar la mediocridad. Por eso hay que ahondar en la oración del Espíritu Santo y
suplicarle ¡VEN!
Cuando Dios asume el papel principal en nuestra alma entran en actividad los dones del espíritu
Santo.
“ie p e es ue o edita so e la a ió de los do es pa a o a e tua ta to uest o o si o el
Tu divi o ue o a e osot os. E luga de gi a ta to e to o de osot os ismos,
abandonémonos más en los brazos de Dios, con humildad y confianza. En la medida en que se vaya
creciendo en el plano sobrenatural, toda persona, culta o inculta, acentuará cada vez menos su
propia actividad y subrayará cada vez más la actividad divina.
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EL DON DE SABIDURÍA
Este don se nos presenta como la culminación d los demás dones. El anhelo de perfección llega a su
máximo desarrollo. Poseer sabiduría es sinónimo de transformación definitiva y cumbre de santidad.
Ejemplo el hombre ciego que le cuentan todas las maravillas de la naturaleza, de pronto recobra la
vista, y la ve con sus propios ojos.
Algo similar le pasa al hombre que recibe el don de la sabiduría. Vivimos la fe, caminamos por los
senderos de la fe y en la fe, sabemos mucho de la trinidad, la encarnación, la eucaristía y todo ese
mundo maravilloso al que estamos integrados como hijos de Dios. En la luz de la fe aclamamos el
Evangelio y la buena nueva de ser miembros del cuerpo Místico de Cristo y de la filiación divina.
¿Cómo vivimos esa fe? Como el ciego que escucha sobre las cosas del mundo.
Solo la profunda humildad y una confianza ilimitada pueden llevarnos hacia la meta por eso ¡VEN
ESPÏRITU SANTO VEN!
El hombre no puede sacar por sí mismo el veneno que hay en su alma, sino que debe intervenir Dios
para limpiar toda impureza en nosotros.
RESUMIENDO LOS DONES:
Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz
invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento
necesario conforme a la voluntad de Dios.
Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una
fuerza sobrenatural.
Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino
para acercarse a Dios.
Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el
cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que
presentimos de la obra divina.
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Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia
divina.
Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de
quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones
divinas.
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
• Caridad.
• Gozo.
• Paz.
• Paciencia.
• Longanimidad.
• Bondad.
• Benignidad.
• Mansedumbre.
• Fe.
• Modestia.
• Continencia.
• Castidad.
PENSAR, AMAR Y VIVIR ORGÁNICO, UNA CRUZADA VIGENTE PARA NUESTRO TIEMPO
ENTENDER EL CONCEPTO
En la plática del 31 de mayo de 1949, en el recién bendecido Santuario de Bellavista, en Chile, el
Padre Kentenich decía:
…el otivo ue ho os eú e, e esta ta de, os señala ue Dios os ha o fiado u a g a ta ea
para el mundo, especialmente para Europa, para Occidente. ¿De qué se trata? Se trata de
desenmascarar y sanar la raíz, el último germen, de la enfermedad que aqueja al alma occidental: el
pe sa e a i ista
El P. Kentenich define la Misión del 31 de Mayo como una cruzada por el pensar, amar y vivir
orgánicos. Para amar orgánicamente, vale decir, desde y a partir de la integridad de la persona,
entendiendo, a esta con alma, cuerpo, mente y espíritu, es preciso pensar orgánicamente. Ambas
dimensiones se expresan y a la vez se aseguran en una forma de vida armónica. Por ello, que es
fundamental en la actualidad contar con una forma de pensar orgánica, que nos proteja del pensar
colectivista existente, que transforma al ser humano en un hombre masificado, individualista,
egoísta, que lo deshumaniza y desvincula de Dios y, que en definitiva lo transforma en un ser que no
puede a a , i se ti se a ado. Mi idea fija de e se : ¡Dios e a a! os di e el fu dado .
El Pad e os señala espe to al pe sa o gá i o: ue todo es u egalo e t aordinariamente grande
que Dios Padre me ha dado: la mentalidad orgánica opuesta a la mentalidad mecanicista. Esta fue la
lucha personal de mi juventud. Dios me hizo vivir la lucha que hoy conmueve a Occidente hasta en
sus raíces más profundas. Porque él me dio una inteligencia clara, tuve que pasar durante años por
pruebas de fe. Lo que guardó mi fe durante esos años fue un amor profundo y sencillo a María. El
a o a Ma ía egala sie p e de po sí esta a e a de pe sa o gá i a . Cua do le p egu ta o a
Jesús cuál es el mayor de los mandamientos, Él mencionó el doble mandato del amor a Dios y al
prójimo: no son dos mandamientos separados, sino sólo uno. En Dios amamos al prójimo, y si
amamos al prójimo, amamos a Dios.
Como vemos, el pensar orgánico es una verdadera gracia de Dios, es un regalo de Dios, es Él quién
nos inspira a pensar así, vale decir, ver al prójimo como, mi hermano, un hijo de Dios que yo debo
amar en su integridad. Pensamiento que se alinea con el querer de Dios. Contrariamente al pensar
mecanicista que se alinea con el querer del mundo, que, divide al hombre, lo desintegra, lo enaltece
y finalmente hace que reniegue de Dios como su creador.
Para muchos, quizás esta formulación puede parecer un tanto teórica. Sin embargo posee un
enorme contenido vital y práctico, es así, como el P.K. en numerosas platicas, retiros y charlas, daba
ejemplos para que se entendiera el pensar orgánico, en este sentido hoy vemos la influencia del
colectivismo en las leyes que van en contra de la vida, como el aborto y la eutanasia.
Cua do ha te sió o desu ió e t e ue po espí itu, e t e el o el tú , e t e i dividuo
familia, entre la persona y la comunidad social, entre el individuo y la patria, entonces el ser humano
es un ser desintegrado.
Por esto es que el Padre Kentenich señalaba que el ser humano es plenamente tal, esto es
ple a e te hu a o e i age se eja za , ua do está i teg ado e su i te io idad, po eso
posee el poder de vivir los cuatro vínculos fundamentales: con Dios, consigo mismo, con los demás y
con la creación.
A este se hu a o el Pad e Ke te i h le lla a o gá i o , es de i , apaz de vivi e u o ga is o
de comuniones. Lo llama integrado, esto es: interior y exteriormente unificado.
EFECTOS DEL PENSAR MECANICISTA.
45
Nuestro tiempo está afectado por una gran pérdida de la fe y de la moral. El Padre Kentenich lo
caracteriza como "un tiempo de desdivinización, despersonalización, desmoralización, interiormente
desalmado y de deshumanización".
Como una de sus características centrales señala la masificación universal. Ve como todo se disuelve
y se descompone. Observa la descomposición del organismo de la cultura y especialmente de los
vínculos humanos. En todas partes ve actuando un "pensar, vivir y amar mecanicistas". Su fórmula
que todo lo resume es: "Apostasía de Dios significa descomposición".
El pensamiento mecanicista o también separatista extravía, en el objeto del pensar extra personal,
la causa primera de la causa segunda. Separa la idea de la vida y prefiere por lo tanto abstracciones
alienadas de la vida. Atomiza esa vida y deja así el camino libre para un impersonalismo multiforme,
es decir, para la despersonalización de Dios y la despersonalización del hombre, y -como una
consecuencia natural- para la despersonalización propia. Atomiza también, finalmente, las mismas
ideas entre sí. No es capaz de verlas en su conjunto, de anunciarlas y realizarlas.
En cuanto se trata del sujeto pensante, este modo mecanicista separa de manera artificiosa la
cabeza del corazón y, simplemente, las potencias anímicas entre sí. No las ve en una unidad de
tensión y mucho menos descubre entre el modo de pensar y el modo de vivir, en tanto cuanto esto,
es sólo posible con la ayuda de la gracia, debido al pecado original.
Es en este contexto que el Padre habla de una serie de síntomas de la enfermedad que aqueja al
ho e a tual. Ha la de i dividualis o . Di á ue la pe so a i dividualista vive e fu ió de sí
misma. Se enferma más y más de un egoísmo sin límites.
Este individualismo desi teg a la o u idad, la so iedad, i po e el o te etas se o ie ta po
la lla ada le de la selva . El se hu a o, ese ial e te o ie tado a vivi e o u ió , se aísla, se
desi teg a po la falta de t as e de ia de se tido. Va a señala ue el últi o sup e o ideal
del ho e i dividualista, es la a a uía: u estado e el ual o ha a eza, i supe io es; e la
ual a o ha le i p ohi i io es … au ue esta auto o ía de a se asegu ada po edio de
o as
U segu do sí to a es, el aso su jetivis o . Este su jetivis o dete i a e el ho e su odo
de vivi , su fe, sus valo es. Lo ue i po ta so las ga as , lo ue e gusta , lo ue sie to …
E te e luga el Pad e Ke te i h señala el sí to a de la asifi a ió . La asifi a ió hace de un
grupo y de una sociedad, un rebaño. El hombre-masa es el que hace lo que los otros hacen, porque
los otros lo hacen.
EL PENSAR ORGÁNICO
Al pensar mecanicista, se contrapone el pensamiento orgánico, que se refiere a la realidad como el
todo de lo que existe en la creación, tanto de lo que se entiende cómo realidad natural como de lo
que se denomina realidad sobrenatural y la mutua relación de ambas realidades.
Diferenciándose al pensamiento mecanicista, este tipo de pensar es un pensar que une, y tiene las
siguientes características: es sanamente realista al interpretar respetuosamente la realidad como
ella es, leyendo en ella misma su estructura propia sin imponerle desde el pensamiento esquemas
preconcebidos; es diversificadamente totalizador al concebir siempre la realidad como un todo
diferenciado; es centrado al buscar siempre el valor central, alrededor del cual se nuclean los otros
conjuntos valóricos que están de alguna forma en relación interna unos con otros, enriqueciéndose,
modificando su valencia propia y constituyéndose en instancia de mediación recíproca; es simbólico,
por su capacidad de captar más allá de la primera significación una segunda, la cual está siendo
46
señalada por la percibida en el signo; es de perspectiva al captar la verdad de la realidad según una
diferencia de aspectos que constituyen precisamente esa realidad.
Vencer la mentalidad mecanicista significa positivamente instaurar el organismo de vinculaciones, el
pensar, amar y vivir orgánicos. Esto es lo que el P. Kentenich defiende y proclama. Es lo que él está
vivie do o su Fa ilia. Po eso di e ue él o uie e se si ple e te u señalizado e el
camino. En la plática del 31 de Mayo esto se refleja especialmente en los párrafos finales.
Para nuestro pensar schoenstattiano, desde un comienzo, el punto central ha sido la unidad, la
relación entre madre e hijo. Madre e hijo, unidos en amor filial. Siempre, hemos sido fieles a la
relación entre el amor a María y el amor a Cristo, entre María y Cristo. Desde un comienzo, esto ha
sido nuestra misión, en esta relación se basa nuestra alianza de amor con la MTA.
El pensar orgánico conoce las relaciones fundamentales entre causa primera y causa segunda. Sin
embargo, no se queda, solo en la causa primera Dios, como tampoco en la causa segunda el
hombre, sino que las abarca a ambas, que están unidas por lazos que es imposible separar. Así
tenemos que es un pensar integral, por eso, el P.K., sabe ver también a la Santísima Virgen María a
la luz de Dios, sabe ver también a los padres y toda autoridad a la luz de Dios.
El pensar orgánico conoce las relaciones fundamentales entre causa primera y causa segunda. El
Padre, nos da un ejemplo, para entender la causa primera de la segunda: Alguien me ha ofendido:
No veo la causa primera, no descubro a Dios en esta persona, sino solo la causa segunda, la persona.
El P.K., ve tanto lo humano como lo divino, el orden de lo natural y de lo sobrenatural, las causas
segundas y la causa primera. Tanto en sí, como muy especialmente, en su interrelación.
De esta forma, tenemos que el pensar orgánico consiste en un modo adecuado de ver la realidad.
Quien piensa orgánicamente tiende, o ve las cosas o las personas, en su realidad integral. Ve las
partes en el todo. Ve las relaciones de las partes entre sí. No separa lo que en la vida está
interrelacionado. No divide en forma mecánica lo que vitalmente está unido.
El Padre Kentenich resume su pensar con la fórmula: vivir, pensar y amar orgánicamente, estos tres
aspectos son integrados para el Padre, y como tal son verdaderas filosofías de vida integrada. La
primera es la filosofía de la vida, la segunda una filosofía del orden del ser, y la tercera una filosofía
personalista-aliancista del amor, existencial e histórica. Las tres filosofías son vistas desde el punto
de vista de lo "o gá i o .
Esto quiere decir que todo es visto según la imagen del organismo, donde todo funciona
interrelacionado, vinculado. En contra de una tendencia espontánea del pensar de la Edad Moderna
que ve la realidad en la imagen del mecanicismo, donde todo funciona separadamente y por lo
tanto sin vinculaciones.
La imagen "organismo" tiene un origen biológico. Si se aplica a otras realidades debe tenerse en
cuenta que es una aplicación análoga. Así podemos distinguir cuatro niveles de analogicidad.
El primer nivel es el organismo biológico. Allí cabe propiamente el término organismo y vida. El
segundo es el anímico, psíquico. Allí la semejanza con el organismo biológico es relativamente
grande. El tercer nivel es el espiritual-racional. Allí el término organismo se acerca al término
sistema, ordo, orden del ser. Ya tiene menos semejanza con el organismo biológico, pero que forma
parte de él, como motor de vida espiritual.
Las tres filosofías -vivir, pensar y amar orgánicamente- se interpenetran. Cada realidad puede y debe
ser vista desde las tres. No obstante en cada momento predomina, con unilateralidad orgánica, una.
De tal modo que las tres no siempre forman una unidad de orden, sino más bien de tensión. Esto,
porque el hombre no vive orgánicamente al modo de los animales o plantas, con su instinto o
47
entelequia seguros. Así la filosofía de los principios no sólo debe interpretar y acompañar
benévolamente pensar orgánico a los organismos de vida, sino también críticamente. Puede ser
exigido, entera o parcialmente, el sacrificio del organismo de vida. La filosofía de lo existencial-
histórico llama la atención sobre el hecho de que el organismo de vida del hombre está expuesto a
la inseguridad.
El pensar del Padre Kentenich no es un pensar meramente circular -que sería el pensar del
organismo pleno-, es más bien un pensar elíptico, bipolar, o un pensar al modo de una espiral.
Siempre hay que suponer otro polo más. Así, el término tensión es especialmente frecuente en el
lenguaje del Padre Kentenich, pero es una tensión necesaria, que ayuda al equilibrio del hombre en
todas las dimensiones de su ser.
Más que una filosofía explícita se trata de una intuición fundamental desde la cual, el Padre
Kentenich ve, impregna y forma toda realidad. La podemos llamar también paradigma. Es la forma
última y más fundamental de percibir y de plasmar la realidad, anterior a todo análisis de ella. Un
modo de pensar que se expresa, creativamente, en todo lo se piensa y se emprende, de aquí nacen
los ideales a conquistar.
Es una imagen de la realidad. El Padre Kentenich compara a veces sus intentos de formular con el
trabajo de pintor. Tiene raíces inconscientes que sólo en parte, o con el tiempo, son hechos
conscientes y formulados. Lo que es un paradigma experimentan especialmente los grandes
pintores. Hay algo en ellos que les obliga a expresarse de un modo determinado, sin importar lo que
digan los demás.
PROPUESTA DEL PADRE
Precisamente, la causa que explica la afligente situación de la humanidad de hoy –nos señala el
Padre Kentenich– es que el hombre ha desarrollado una especial y acentuada receptividad para
valores de segundo y no de primer rango. Estos valores de segundo orden son los terrenales y
sensuales: poder, consumo y posesión. Los valores primordiales, Dios y las cosas divinas, han sido
colocados en un segundo plano a través de la secularización de la sociedad, que comenzó en la baja
Edad Media y que hoy alcanza su culminación.
El hombre nuevo que proclama el P. Kentenich, se opone al hombre viejo que ha dominado en el
tiempo pasado. El P. Kentenich, buscando la raíz de los males de nuestra época, el último bacilo que
explica en su causa la decadencia de Occidente, define al hombre que tenemos que superar como el
tipo de hombre mecanicista o colectivista. Este tipo de hombre que reina en nuestro tiempo es el
hombre radicalmente desvinculado o desarraigado.
El hombre mecanicista, colectivista o masificado es aquel hombre en el cual se ha atrofiado la
capacidad de vincularse personalmente, en otras palabras, cuando se ha atrofiado en él la capacidad
de amar personalmente a Dios, a las personas y a las cosas.
En contraposición de este tipo de hombre, el Padre propone al hombre orgánico o vinculado. Este
hombre ha desarrollado en su plenitud la capacidad de amar personalmente a Dios, a los hombres y
a las osas. Po ví ulo e te de os u a ela ió a gada de afe to, ue ota desde el i te io de
la persona, libremente, y que la une en forma estable al tú humano o divino.
En sí mismo el hombre mecanicista se caracteriza por un gran vacío interior. Es un hombre que se ha
a ui izado o osifi ado , ue o tie e i te io idad. Es u ho e-náufrago, que flota en el mar
de la sociedad sin tener asidero ni en personas, ni en un terruño, ni en ideales.
Es un hombre número, pieza reemplazable de una máquina, que por las circunstancias, es
arrastrado por la corriente, por la moda, por lo que dictamina el que está al frente de la masa. No
48
tiene capacidad de decidirse, incluso, rehúye tomar decisiones por sí mismo. En este sentido, no es
libre. Y por ello, ha dejado de ser persona humana, es decir, se ha despersonalizado o
deshumanizado.
La gravedad de esto para la humanidad la visualiza claramente el Padre Kentenich y es por ello que
elabora toda una pedagogía que apunta a la autoeducación para el pensamiento orgánico y de las
vinculaciones, tan necesarias para oponernos al colectivismo reinante.
VIVIR HOY ORGANICAMENTE
En el transcurso de la historia, Dios siempre ha elegido hombres a través de los cuales nos habla en
forma particular. Ellos, proféticamente interpretan las señales del tiempo, recogen todo lo valioso
de la época pasada, dan respuesta al presente y adelantan visionariamente el futuro. Estos hombres
son personalidades históricas por eminencia; no son el producto de una pura genialidad humana;
son el resultado de una intervención especialísima de Dios, un testimonio de su presencia salvífica
que alcanza a todos los tiempos. Nosotros tenemos el convencimiento creyente que Dios nos ha
regalado en el P. José Kentenich una de esas personalidades históricas que han sido puestas por Él
para marcar la historia por siglos.
En el mundo de hoy que nos toca vivir se viven cambios culturales que tergiversan nuestra escala de
valores. Se tiene una mirada distinta hacia el matrimonio, la familia, la vida y el amor. El P.
Kentenich, buscando la raíz de los males de nuestra época, el último bacilo que explica en su causa
la decadencia de Occidente, define al hombre que tenemos que superar como el tipo de hombre
mecanicista o colectivista.
Hoy, no retornaremos ni a la Edad Media ni al Renacimiento. Asistimos a un cambio de época como
quizás la humanidad no lo había experimentado sino en lo que significó culturalmente el paso de la
edad nómade a la edad sedentaria. Hoy vivimos una convulsión en todos los órdenes, radical, que
cuestiona hasta en su raíz todo, y esto, en dimensiones universales. Hoy se cuestiona no ya algo
parcial, sino la totalidad, las cosas más básicas: qué es el hombre, qué es la sociedad, qué es la
historia. Y las respuestas que se tratan de dar son también totales: el nazismo buscaba un hombre
nuevo, el marxismo presenta como opción un nuevo tipo de hombre y de sociedad, el
existencialismo es una filosofía de la vida, quiere dar respuesta global a la existencia del hombre.
Lo más trascendente, del pensamiento colectivista, que observamos en nuestros días y que en su
tiempo puso la voz de alerta el Padre Kentenich, está en la desvinculación que se produce, entre
Dios y los hombres, lo que tiene graves repercusiones en lo religioso, filosófico y moral hasta
nuestros días. La conciencia de la gente necesita de la relación con Dios para construirse y los
colectivistas han destruido esta relación.
Su negativa influencia se mantiene, llevando a errores personales y sociales, al hombre moderno,
siendo la más importante la cultura de la transgresión y la voluntad científica dirigida a alterar la
naturaleza humana, es decir, la ruptura antropológica.
Con su inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del
que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como objetos. Por
otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad que le llevan a
volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es algo innato que forma
parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad
o la inconsciencia.
El ser humano es un ser integral que se desenvuelve dentro de un ambiente; en él influye un
sinnúmero de características biológicas, psicológicas, sociales y espirituales. Está dotado de
49
PENSAR, AMAR Y VIVIR ORGÁNICO, UNA CRUZADA VIGENTE PARA NUESTRO TIEMPO
El P. Kentenich define la Misión del 31 de Mayo como una cruzada por el pensar, amar y vivir
orgánicos. Para amar orgánicamente, vale decir, desde y a partir de la integridad de la persona,
entendiendo, a esta con alma, cuerpo, mente y espíritu, es preciso pensar orgánicamente. Ambas
dimensiones se expresan y a la vez se aseguran en una forma de vida armónica. Por ello, que es
fundamental en la actualidad contar con una forma de pensar orgánica, que nos proteja del pensar
colectivista existente, que transforma al ser humano en un hombre masificado, individualista,
egoísta, que lo deshumaniza y desvincula de Dios y, que en definitiva lo transforma en un ser que no
puede a a , i se ti se a ado. Mi idea fija de e se : ¡Dios e a a! os di e el fu dado .
Como vemos, el pensar orgánico es una verdadera gracia de Dios, es un regalo de Dios, es Él
quién nos inspira a pensar así, vale decir, ver al prójimo como, mi hermano, un hijo de Dios que yo
debo amar en su integridad. Pensamiento que se alinea con el querer de Dios. Contrariamente al
pensar mecanicista que se alinea con el querer del mundo, que, divide al hombre, lo desintegra, lo
enaltece y finalmente hace que reniegue de Dios como su creador.
Para muchos, quizás esta formulación puede parecer un tanto teórica. Sin embargo posee un
enorme contenido vital y práctico, es así, como el P.K. en numerosas platicas, retiros y charlas, daba
ejemplos para que se entendiera el pensar orgánico, en este sentido hoy vemos la influencia del
colectivismo en las leyes que van en contra de la vida, como el aborto y la eutanasia.
Por esto es que el Padre Kentenich señalaba que el ser humano es plenamente tal, esto es
ple a e te hu a o e i age se eja za , ua do está i teg ado e su i te io idad, po eso
posee el poder de vivir los cuatro vínculos fundamentales: con Dios, consigo mismo, con los demás y
con la creación.
Como una de sus características centrales señala la masificación universal. Ve como todo se
disuelve y se descompone. Observa la descomposición del organismo de la cultura y especialmente
de los vínculos humanos. En todas partes ve actuando un "pensar, vivir y amar mecanicistas". Su
fórmula que todo lo resume es: "Apostasía de Dios significa descomposición".
En cuanto se trata del sujeto pensante, este modo mecanicista separa de manera artificiosa
la cabeza del corazón y, simplemente, las potencias anímicas entre sí. No las ve en una unidad de
tensión y mucho menos descubre entre el modo de pensar y el modo de vivir, en tanto cuanto esto,
es sólo posible con la ayuda de la gracia, debido al pecado original.
Es en este contexto que el Padre habla de una serie de síntomas de la enfermedad que aqueja al
ho e a tual. Ha la de i dividualis o . Di á ue la pe so a i dividualista vive e fu ió de sí
misma. Se enferma más y más de un egoísmo sin límites.
EL PENSAR ORGÁNICO
Para nuestro pensar, desde un comienzo, el punto central ha sido la unidad, la relación entre
madre e hijo. Madre e hijo, unidos en amor filial. Siempre, hemos sido fieles a la relación entre el
amor a María y el amor a Cristo, entre María y Cristo. Desde un comienzo, esto ha sido nuestra
misión, en esta relación se basa nuestra alianza de amor con la MTA.
El pensar orgánico conoce las relaciones fundamentales entre causa primera y causa
segunda. Sin embargo, no se queda, solo en la causa primera Dios, como tampoco en la causa
segunda el hombre, sino que las abarca a ambas, que están unidas por lazos que es imposible
separar. Así tenemos que es un pensar integral, por eso, el P.K., sabe ver también a la Santísima
Virgen María a la luz de Dios, sabe ver también a los padres y toda autoridad a la luz de Dios.
El pensar orgánico conoce las relaciones fundamentales entre causa primera y causa
segunda. El Padre, nos da un ejemplo, para entender la causa primera de la segunda: Alguien me ha
ofendido: No veo la causa primera, no descubro a Dios en esta persona, sino solo la causa segunda,
la persona. El P.K., ve tanto lo humano como lo divino, el orden de lo natural y de lo sobrenatural,
las causas segundas y la causa primera. Tanto en sí, como muy especialmente, en su interrelación.
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De esta forma, tenemos que el pensar orgánico consiste en un modo adecuado de ver la
realidad. Quien piensa orgánicamente tiende, o ve las cosas o las personas, en su realidad integral.
Ve las partes en el todo. Ve las relaciones de las partes entre sí. No separa lo que en la vida está
interrelacionado. No divide en forma mecánica lo que vitalmente está unido.
El Padre Kentenich resume su pensar con la fórmula: vivir, pensar y amar orgánicamente,
estos tres aspectos son integrados para el Padre, y como tal son verdaderas filosofías de vida
integrada. La primera es la filosofía de la vida, la segunda una filosofía del orden del ser, y la tercera
una filosofía personalista-aliancista del amor, existencial e histórica. Las tres filosofías son vistas
desde el pu to de vista de lo "o gá i o .
Esto quiere decir que todo es visto según la imagen del organismo, donde todo funciona
interrelacionado, vinculado. En contra de una tendencia espontánea del pensar de la Edad Moderna
que ve la realidad en la imagen del mecanicismo, donde todo funciona separadamente y por lo
tanto sin vinculaciones.
La imagen "organismo" tiene un origen biológico. Si se aplica a otras realidades debe tenerse
en cuenta que es una aplicación análoga. Así podemos distinguir cuatro niveles de analogicidad.
El primer nivel es el organismo biológico. Allí cabe propiamente el término organismo y vida.
El segundo es el anímico, psíquico. Allí la semejanza con el organismo biológico es relativamente
grande. El tercer nivel es el espiritual-racional. Allí el término organismo se acerca al término
sistema, ordo, orden del ser. Ya tiene menos semejanza con el organismo biológico, pero que forma
parte de él, como motor de vida espiritual.
Las tres filosofías -vivir, pensar y amar orgánicamente- se interpenetran. Cada realidad puede
y debe ser vista desde las tres. No obstante en cada momento predomina, con unilateralidad
orgánica, una. De tal modo que las tres no siempre forman una unidad de orden, sino más bien de
tensión. Esto, porque el hombre no vive orgánicamente al modo de los animales o plantas, con su
instinto o entelequia seguros. Así la filosofía de los principios no sólo debe interpretar y acompañar
benévolamente pensar orgánico a los organismos de vida, sino también críticamente. Puede ser
exigido, entera o parcialmente, el sacrificio del organismo de vida. La filosofía de lo existencial-
histórico llama la atención sobre el hecho de que el organismo de vida del hombre está expuesto a
la inseguridad.
El pensar del Padre Kentenich no es un pensar meramente circular -que sería el pensar del
organismo pleno-, es más bien un pensar elíptico, bipolar, o un pensar al modo de una espiral.
Siempre hay que suponer otro polo más. Así, el término tensión es especialmente frecuente en el
lenguaje del Padre Kentenich, pero es una tensión necesaria, que ayuda al equilibrio del hombre en
todas las dimensiones de su ser.
Más que una filosofía explícita se trata de una intuición fundamental desde la cual, el Padre
Kentenich ve, impregna y forma toda realidad. La podemos llamar también paradigma. Es la forma
última y más fundamental de percibir y de plasmar la realidad, anterior a todo análisis de ella. Un
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modo de pensar que se expresa, creativamente, en todo lo se piensa y se emprende, de aquí nacen
los ideales a conquistar.
Es una imagen de la realidad. El Padre Kentenich compara a veces sus intentos de formular
con el trabajo de pintor. Tiene raíces inconscientes que sólo en parte, o con el tiempo, son hechos
conscientes y formulados. Lo que es un paradigma experimentan especialmente los grandes
pintores. Hay algo en ellos que les obliga a expresarse de un modo determinado, sin importar lo que
digan los demás.
El hombre nuevo que proclama el P. Kentenich, se opone al hombre viejo que ha dominado
en el tiempo pasado. El P. Kentenich, buscando la raíz de los males de nuestra época, el último
bacilo que explica en su causa la decadencia de Occidente, define al hombre que tenemos que
superar como el tipo de hombre mecanicista o colectivista. Este tipo de hombre que reina en
nuestro tiempo es el hombre radicalmente desvinculado o desarraigado.
Es un hombre número, pieza reemplazable de una máquina, que por las circunstancias, es
arrastrado por la corriente, por la moda, por lo que dictamina el que está al frente de la masa. No
tiene capacidad de decidirse, incluso, rehúye tomar decisiones por sí mismo. En este sentido, no es
libre. Y por ello, ha dejado de ser persona humana, es decir, se ha despersonalizado o
deshumanizado.
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En el transcurso de la historia, Dios siempre ha elegido hombres a través de los cuales nos
habla en forma particular. Ellos, proféticamente interpretan las señales del tiempo, recogen todo lo
valioso de la época pasada, dan respuesta al presente y adelantan visionariamente el futuro. Estos
hombres son personalidades históricas por eminencia; no son el producto de una pura genialidad
humana; son el resultado de una intervención especialísima de Dios, un testimonio de su presencia
salvífica que alcanza a todos los tiempos. Nosotros tenemos el convencimiento creyente que Dios
nos ha regalado en el P. José Kentenich una de esas personalidades históricas que han sido puestas
por Él para marcar la historia por siglos.
En el mundo de hoy que nos toca vivir se viven cambios culturales que tergiversan nuestra
escala de valores. Se tiene una mirada distinta hacia el matrimonio, la familia, la vida y el amor. El P.
Kentenich, buscando la raíz de los males de nuestra época, el último bacilo que explica en su causa
la decadencia de Occidente, define al hombre que tenemos que superar como el tipo de hombre
mecanicista o colectivista.
Lo más trascendente, del pensamiento colectivista, que observamos en nuestros días y que
en su tiempo puso la voz de alerta el Padre Kentenich, está en la desvinculación que se produce,
entre Dios y los hombres, lo que tiene graves repercusiones en lo religioso, filosófico y moral hasta
nuestros días. La conciencia de la gente necesita de la relación con Dios para construirse y los
colectivistas han destruido esta relación.
forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la
enfermedad o la inconsciencia.
Para ser capaz de amar hay que ser libre; pues amar significa decidirse por el tú, querer
desde dentro, abrirse, darse. Un hombre que no se posee a sí mismo, que es incapaz de decidir,
nunca llegará a amar. El hombre nuevo schoenstattiano quiere educar y desarrollar lo más posible,
con la ayuda de la gracia, su libertad. La libertad, como capacidad de decidir, la usará para darse en
el amor y en el servicio, para entrar en comunión con el otro.
De esta manera, el hombre orgánico crea y cultiva una fuerte red de vínculos personales,
hacia el Dios vivo, hacia el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, hacia María la Madre del Señor y Madre
nuestra, hacia los hombres; el hombre nuevo cultiva los vínculos filiales, fraternales y paternales,
también desarrolla la vinculación a la naturaleza, las cosas y el trabajo. En otras palabras, el hombre
nuevo schoenstattiano es el hombre personalizado que personaliza todo, es el hombre anti-
colectivista, anti-masa, un hombre libre, que ha alcanzado la verdadera libertad de los hijos de Dios:
la libertad para amar.
En los Hechos de los Apóstoles la narración de Pentecostés, nos señala que el Espíritu Santo
desciende en forma de lenguas de fuego. El Señor a través de este acontecimiento nos hace asistir a
la gran manifestación de su poder. Con este acontecimiento la Iglesia, que somos todos nosotros,
iniciamos nuestro caminar en la luz de Cristo, anunciando su victoria, con su obediencia, con su
inmolación en la Cruz y su resurrección.
Este mismo hecho, es lo que ocurre con nosotros, cada uno tenemos nuestro propio
pentecostés, ahí radica la importancia del Espíritu santo para cada uno.
Es la manifestación de Dios en nuestra vida, podemos como cristianos vivir como los
apóstoles antes de la venida del Espíritu Santo o con los Apóstoles después de la venida del espíritu
Santo.
Antes. Los apóstoles siguen a Jesús y acogido con fe sus enseñanzas, pero no acertaban
siempre a penetrar del todo el sentido de ello. Recordemos por ejemplo cuando Jesús los invito que
los acompañaran orar y se durmieron, o cuando Pedro corto la oreja del apresador.
Sabían que sólo en Jesús podían encontrar palabras de vida eterna, y estaban dispuestos a
seguirle y dar la vida por Él, pero eran débiles y, cuando llegó la hora de la prueba huyeron, lo
dejaron sólo.. El espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces.
Se hacen sentir con fuerza en las calles de Jerusalén.
Después: El espíritu de verdad los penetra en todo su sentido, les hace comprender todas las
cosas El espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces. Se hacen
sentir con fuerza en las calles de Jerusalén.
Nos cuenta San Lucas que, después de haber hablado San Pedro proclamando la resurrección
de Cristo, muchos de los que se acercaron preguntándole ¿Qué es lo que debemos hacer
hermanos?. El Apóstol les respondió: Haced penitencia y sea bautizado cada uno de vosotros en
nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Ahí
comenzó a caminar la Iglesia.
Ahora, hagamos una reflexión ¿cómo estamos nosotros? Antes de Pentecostés o después de
Pentecostés?
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El espíritu Santo es la fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. Asiste a la Iglesia
de Cristo, anuncia a la humanidad la benevolencia y el amor de Dios.
Hoy más que nunca el Espíritu Santo es quién ilumina los tiempos de la Iglesia y de nuestras
vidas. Debemos tener confianza en su acción en nosotros y en la acción de la Iglesia en el mundo.
Si el Espíritu Santo no nos enciende y colma interiormente, por más empeño que pongamos
en el campo ascético, la cosecha que haremos será escasa.
El Espíritu Santo quiere transformar la interioridad del ser humano, cosa que no ocurrió en
tiempos del Antiguo Testamento. Cuando sopla el espíritu Santo fluyen manantiales de agua viva en
el alma.
Lo que obtuvieron los Apóstoles de una sola vez, nosotros lo vamos recibiendo gota a gota,
año tras año.
Por lo tanto, no acentuemos nuestra propia voluntad sino más bien dejémonos llevar por la
atmosfera, oremos con mayor sencillez, unamos más las manos en oración.
Si queremos sacar energías para la gran misión que tenemos y vivir orientados por el ordo
essendi, profundicemos en el Espíritu Santo y cultivemos una relación personal, íntima y cordial con
él. Queremos afirmarnos plenamente en Dios. La senda a recorrer ahora es la de abandonarse al
Espíritu Santo.
Nos arraigaremos en el mundo sobrenatural en la medida en que se nos conceda esa relación
personal con el Espíritu Santo.
Pequeñas virtudes:
• Actitud bondadosa en nuestro trato con el prójimo.
• Saber ocultar santamente nuestro dolor.
• Saber de procurar, continuamente, en la vida comunitaria la alegría de los demás.
• El rostro amable, más allá de que nos duela el estómago, o que llueve o truene.
• La noble delicadeza que a través de toda nuestra persona expresa respeto por el otro.
´
La santidad en una persona le abre a Dios un valiosísimo campo y le brinda amplias
posibilidad de desarrollar en ella su actividad creadora y redentora.
59
El soplo del Espíritu provoca en nosotros un viraje completo. Capta la totalidad de la persona
y prepara para el camino de los siete dones.
El viraje completo y la conversión profunda en nuestra vida espiritual se operan por obra del
Espíritu Santo. Eh giro del timón consiste en desplazar el acento de las prácticas religiosas exteriores
hacia una intensificación de la vida de oración y esperar más de nuestra santidad como fruto de la
acción de Dios.
El Espíritu Santo no quiere irrumpir en nosotros como una tormenta sino con suavidad y
calando en la profundidad del alma.
¿Qué pasa cuando no existe esa conducción del Espíritu Santo? ¿Qué hacer para estar bajo ella?
Cómo es nuestra vida cuando así ocurre?.
Sin la orientación, la razón carecerá de una luz especial. Por ejemplo antes de Pentecostés los
apóstoles no podían entender que Jesús debiese sufrir.
Ahora hay que aprender a hacer las cosas no sólo con la ayuda divina sino dejando también
que Dios haga las cosas en nosotros y a través de nosotros.
La ausencia del fuego del Espíritu Santo deja nuestros corazones en el frío más absoluto.
Cuando oramos, es el Espíritu Santo quien suspira en nosotros. Cuando una persona ora de esta
forma es porque ya está plenamente orientada a Dios.
La actitud de obediencia a Dios. Esa obediencia significa considerar la voluntad divina como
supremo, valor y abandonarse a ella de manera íntegra, sin reservas ni rodeos.
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El Espíritu Santo nos brinda nueva vida en el plano del ser. Nos comunica la gracia, nos hace hijos de
Dios. Esto supone un ser nuevo y sobrenatural en nosotros.
El Espíritu Santo nos comunica las gracias actuales y auxiliantes para que nuestras acciones
sean meritorias en el plano sobrenatural.
LOS DONES
Los dones del Espíritu Santo son facultades sobrenaturales que se infunden a una persona en
gracia y desarrollan en ella las capacidades de seguir con rapidez, seguridad y alegría las mociones
del Espíritu Santo.
Las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad son también capacidades sobrenaturales que
hay en el alma. Lo importante es colaborar para que esas capacidades se reflejen en actos
concretos.
Podemos decir que cuando estamos guiados por las virtudes, nuestras acciones son
esencialmente humanas. La gracia nos proyecta, a nosotros y nuestras acciones, a un plano superior,
en el cual nuestra manera de obrar sigue siendo plenamente humana. Pero cuando recibimos los
dones, nuestra actividad pasa a ser, en esencia, divina.
Nuestro propósito es apartar todos los obstáculos que puedan impedirnos recibir los regalos
que Dios nos quiera hacer.
Cuando Dios asume el papel principal en nuestra alma entran en actividad los dones del
espíritu Santo.
Hace que el hombre no tema otra cosa que ofender a Dios y no lamente otra cosa que el
pecado.
Cuando estamos guiados por este don del Espíritu, rechazamos con naturalidad lo que se nos
ofrece como tentación, aunque sea todo el mundo de placeres.
Cuando nos movemos en el plano de la virtud, nos apoyamos ante todo en nuestras propias
fuerzas. Si permanecemos en este plano debemos brindar una lucha interior fenomenal para evitar
el pecado.
No basta rechazar el pecado; también hay que evitarlo por todos los medios. Cuando
habitamos en la luz de Dios, vislumbramos la grandeza divina y nuestro desvalimiento humano.
Cuando esa tarea de vigilancia descanso sólo en la virtud, no podremos librarnos del
cansancio. Para cumplir esa labor de velar, y estar atentos, hace falta el auxilio del espíritu santo.
Hablamos de temor de Dios; pero ese temor no es el miedo del esclavo ante el amo, sino el
respeto por el dios eterno e infinito.
Cuando el Espíritu Santo colma nuestra alma, desarrollamos más y más la actitud de la
piedad.
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Este don opera en tres direcciones: en relación con Dios, nos hace más dóciles y despierta el
Espíritu de adoración; en relación con el prójimo nos hace más amables y bondadosos; y por último
nuestro trato con Dios y los hombres, fomenta la mansedumbre y la compasión.
El don de la piedad nos impulsa a ser amables y bondadosos, a dar amor en abundancia. Así
imitamos el amor de Dios por nosotros.
EL DON DE CIENCIA. (Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados)
Un don para juzgar correctamente.
Por este don aprendemos a juzgar correctamente las cosas terrenas y divinas; a rehuir y
despreciar lo que debe ser rehuido y despreciado, y a amar y buscar lo que debe ser amado y
buscado.
¿qué hay que despreciar? Lo que el mundo honra, lo que a los ojos del mundo constituye un bien
valiosísimo.
La experiencia nos demuestra que el desprecio, la cruz y el sufrimiento pueden ser fuente de
felicidad.
Si Dios me ha dado un gran sufrimiento para que cargue con él, ello debería ser motivo de
alegría.
EL DON DE LA FORTALEZA
Nos da firmeza y perseverancia para cumplir los propósitos tomados. Nos da fuerza en la
lucha contra las tentaciones y adversidades.
Sabemos bien que pasa con los propósitos. Si cumpliésemos sólo una décima parte de lo que
nos proponemos, el cielo estaría lleno de santos.
¿Cuáles son las tentaciones más fuertes? La rebeldía, la envidia, los celos etc.
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EL DON DE SABIDURÍA
Este don se nos presenta como la culminación d los demás dones. El anhelo de perfección llega a su
máximo desarrollo. Poseer sabiduría es sinónimo de transformación definitiva y cumbre de santidad.
Ejemplo el hombre ciego que le cuentan todas las maravillas de la naturaleza, de pronto recobra la
vista, y la ve con sus propios ojos.
Algo similar le pasa al hombre que recibe el don de la sabiduría. Vivimos la fe, caminamos por los
senderos de la fe y en la fe, sabemos mucho de la trinidad, la encarnación, la eucaristía y todo ese
mundo maravilloso al que estamos integrados como hijos de Dios. En la luz de la fe aclamamos el
Evangelio y la buena nueva de ser miembros del cuerpo Místico de Cristo y de la filiación divina.
¿Cómo vivimos esa fe? Como el ciego que escucha sobre las cosas del mundo.
Solo la profunda humildad y una confianza ilimitada pueden llevarnos hacia la meta por eso ¡VEN
ESPÏRITU SANTO VEN!
El hombre no puede sacar por sí mismo el veneno que hay en su alma, sino que debe intervenir Dios
para limpiar toda impureza en nosotros.
RESUMIENDO LOS DONES:
Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz
invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento
necesario conforme a la voluntad de Dios.
Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una
fuerza sobrenatural.
Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino
para acercarse a Dios.
Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el
cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que
presentimos de la obra divina.
Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia
divina.
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Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de
quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones
divinas.
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
• Caridad.
• Gozo.
• Paz.
• Paciencia.
• Longanimidad.
• Bondad.
• Benignidad.
• Mansedumbre.
• Fe.
• Modestia.
• Continencia.
• Castidad.