Legado Cultural Del Pensamiento Judio-Sefaradita

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EL LEGADO CULTURAL DEL PENSAMIENTO JUDIO SEFARADITA Y SU

PRESENCIA EN LA VIDA COTIDIANA COSTARRICENSE: HÁBITOS Y


COSTUMBRES HEREDADAS
Marco Antonio Calderón Delgado1

Eje temático: Identidad, memoria y archivos.


Institución: Archivo Nacional de Costa Rica y Universidad Nacional de Costa Rica

RESUMEN
El pensamiento y las mentalidades humanas son un campo apasionante en la investigación
de las culturas. Adentrarse en él también es un gran desafío, especialmente cuando se trata
de espacios y tiempos remotos en los que las fuentes disponibles no describen explícitamente
las participaciones de las otredades históricamente marginadas o víctimas de la
discriminación. Cuando no es que del todo no existen.

El discurso de poder ha sido la variable explicativa por excelencia de las personas estudiosas
de la historia colonial costarricense, básicamente focalizado en las relaciones dispares entre
invasores e invadidos. Sin embargo, la matriz del desprendimiento epistemológico obligado
a que fue sometida nuestra población autóctona durante esos avasalladores procesos de
conquista y colonización, no ha sido profusamente analizada dentro del mismo discurso del
poder.

Para el caso costarricense, el abanico de la diversidad cultural ha sido especialmente


generoso, tanto como el temprano mestizaje que tuvo su población autóctona. Sumado a ello,
fue gravemente impactante cada empresa de conquista y colonización de territorios y
mentalidades que impulsó la corona española, en su afán por apropiarse de la riqueza material
de nuestra población autóctona, así como de desarraigar de ella todo su conocimiento y las
experiencias relevantes de su idiosincracia.

1
Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Costa Rica. Máster en Administración de Empresas por la
Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica y Doctor en Pensamiento Latinoamericano por la Universidad Nacional de
Costa Rica. Académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional y Jefe del Departamento de
Conservación del Archivo Nacional de Costa Rica.
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Asimismo, es destacable dentro de ese mismo proceso histórico evolutivo, la forma en que
las primeras personas descendientes de judío sefaraditas que asumieron el control de los
primeros asentamientos en Cartago, fueron paulatinamente presa del sincretismo religioso
para, consciente o inconscientemente, vaciar sus expectativas de fe en el cristianismo católico
que adoctrinaba la Orden Franciscana desde los inicios de la fundación cartaginesa.

Dentro de ese epistemicidio resultado de la confrontación de otredas acaecido en el Cartago


colonial, encontramos matices diversos que ilustran la complejidad de ese proceso: dicotomía
religiosa judaismo vs cristianismo, discriminación racial vestida de “conductas piadosas
hacia el prójimo”, ocultamiento de la fe, temor a la aparición de los fantasmas de la
persecusión ancestral familiar, reacción inadvertida de la victima como actor victimario,
variantes linguísticas transmitidas generacionalmente que delatan experiencias tempranas de
fe judía sefaradita en Cartago, etc. Todas ellas son, entre muchas otras, características
visibles en esa confrontación de otredas animadas, básicamente, por la existencia de una
macrocosmovisión española permeada ancestralmente por el judaismo y el establecimiento
de una microcosmovisión cartaginesa impulsada por sus personas fundadoras, quienes
gradualmente fueron dejando en el olvido su fe ancestral y siendo subsumidas por la religión
oficial.

ABSTRACT

Human thought and mentalities are an exciting field in the investigation of cultures. Going
into it is also a great challenge, especially when it comes to remote spaces and times in which
the available sources do not explicitly describe the participation of the other historically
marginalized or victims of discrimination. When it is not that they do not exist at all.
3

The discourse of power has been the explanatory variable on excellence for people who study
Costa Rican colonial history, basically focused on the disparate relationships between
invaders and invaded ones. However, the matrix of the epistemological detachment forced
to which our native population was subjected during those overwhelming processes of
conquest and colonization has not been profusely analyzed within the same discourse of
power.

For the Costa Rican case, the range of cultural diversity has been especially generous, as well
as the early miscegenation of its native population. In addition to this, each company of
conquest and colonization of territories and mentalities promoted by the Spanish crown was
seriously shocking, in its desire to appropriate the material wealth of our native population,
as well as to uproot from it all its knowledge and relevant experiences of its idiosyncrasy.

Likewise, it is remarkable within that same evolutionary historical process, the way in which
the first people of Sephardic Jewish descent who assumed control of the first settlements in
Cartago, were gradually prey to religious syncretism to, consciously or unconsciously, empty
their expectations of faith in Catholic Christianity that the Franciscan Order had indoctrinated
from the beginning of Cartago foundation.

Within this epistemicide resulting from the confrontation of others that occurred in colonial
Cartago, we find various nuances that illustrate the complexity of this process: religious
dichotomy, Judaism vs. Christianity, racial discrimination dressed in "pious behavior towards
others", concealment of faith, fear of the appearance of the ghosts of ancestral family
persecution, inadvertent reaction of the victim as a perpetrator actor, generationally
transmitted linguistic variants that reveal early experiences of Sephardic Jewish faith in
Cartago, etc. All of them are, among many others, visible characteristics in that confrontation
of others animated, basically, by the existence of a spanish macrocosmovision permeated
ancestrally by Judaism and the establishment of a carthaginian microcosmovision promoted
by its founding persons, who gradually left in the forgetting their ancestral faith and being
subsumed by the official religion.
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JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA


Las escasas investigaciones realizadas sobre el tema propuesto dentro del país, permitió
verificar la existencia de un vacío acerca del impacto sociopolítico y económico de la
presencia de descendientes de personas judías españolas (sefaraditas) en la Provincia de
Costa Rica, a partir de su llegada y establecimiento en Cartago en 1.563. Como se podrá
notar en la bibliografía consultada, la mayoría de los trabajos realizados no corresponden al
periodo definido para esta investigación, y aunque es cierto que se han escrito y publicado
muchas obras que sí se concentran dentro de él, los problemas y objetivos que formularon no
se refieren a los que fueron planteados en esta investigación.

Con el decreto real de expulsión de la población judía en Sefarad (Península Ibérica) en 1492,
hubo una importante migración de personas judías españolas hacia esta región, algunas de
las cuales habrían llegado en expediciones marítimas en el marco de los procesos de
descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, acaecido desde finales del siglo
XV y la primera mitad del siglo XVI. No obstante, la formalidad de los primeros
asentamientos se da con la fundación de Cartago a mediados del siglo XVI, siendo aislados
los asentamientos españoles previos, así como temporales y condicionados a situaciones
como el impacto de la lucha indígena, las disputas entre las mismas personas conquistadoras,
la insuficiente capacidad económica para sostenerse en un ambiente nuevo y usualmente
desconocido y a las dificultades para consolidar los asentamientos.

Se seleccionó el año de 1.560 como punto de partida de la definición del espacio temporal,
en virtud de que en ese momento comienza el proceso de colonización del territorio
costarricense. “A partir de esa fecha empezó a concretarse en asentamientos, todavía
inestables, la colonización de Costa Rica” (Brenes et al., 1997, p.340). Por su parte, se ha
seleccionado el año de 1.660 considerando que en esa fecha se inició la reunión de los fondos
documentales correspondientes a la época colonial costarricense. “En 1.660 en Cartago
(Costa Rica), se encomendó a personas competentes reunir la documentación municipal”
(Cayetano, 1989, p.13).

La pregunta base de esta investigación fue ¿cómo incidió el pensamiento y las costumbres
de los primeros migrantes descendientes de judíos sefaraditas, en la cosmovisión de la
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sociedad colonial costarricense, concretamente en la ciudad de Cartago, así como su


presencia y participación sociopolítica?

DELIMITACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO


Para este trabajo de investigación, cada vez que se cite a la Provincia de Costa Rica, según
comenta Solórzano (2008), se hará referencia concretamente a Cartago, como su principal
centro de expansión social y política, creado a partir del establecimiento de la Gobernación
de Nueva Cartago y Costa Rica en 1.540 y que se extendía entre el río Tempisque en el
Pacífico seco y el río San Juan en la zona del Caribe norte, hasta la isla del Escudo de Veragua
en Bocas del Toro por el lado del Caribe y hasta el río Chiriquí en el Pacífico; es decir,
básicamente el Valle Central, el Pacífico seco, el Valle del río Reventazón hasta el Caribe
central y parte del Pacífico sur. La capital provincial se ubicó en Cartago (Botey Sobrado,
2002).

OBJETIVO GENERAL

Analizar la influencia del pensamiento, costumbres y participación sociopolítica de las


primeras personas migrantes descendientes de judíos sefaraditas en la cosmovisión de la
sociedad colonial costarricense, desde la fundación de Cartago en el periodo de 1560 a 1660.

“El tico nació en Israel, dejó su ombligo en Sefarad y aprendió a caminar en Costa Rica”
(Luis Kleiman, periodista y poeta judío costarricense e investigador de la cultura sefaradí)

La gran incertidumbre histórica que ha existido en la investigación colonial costarricense ha


sido el poder determinar con algún grado de certeza académica, cuántas personas españolas
finalmente se establecieron en la nueva ciudad de Cartago y, especialmente, quiénes de ellas
o sus antepasados tuvieron alguna relación con el judaísmo sefaradita.

El diseño preliminar de la ciudad de Cartago en lo que se conoce como la Ciudad del Lodo,
mantuvo este perfil político económico; es decir una cantidad limitada de mano de obra
indígena reducida en pueblos bajo el dominio de un encomendero y su séquito de doctrineros,
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la cual se ocupaba de labores agrícolas y, a partir de ellas, pagaba los tributos


correspondientes a las autoridades hegemónicas (encomendero y doctrinero) y otra parte a
cargo de realizar el servicio doméstico dentro de las casas de ellos y del cuido de su ganado
o en la construcción de sus embarcaciones con miras a lucrar con los productos a vender en
el exterior. Solórzano (2008), citando Fernández (1975), comenta:

En 1607, el cabildo indígena del pueblo de Pacaca, en una carta, se quejaba


de los trabajos a los que eran sometidos los indígenas, tales como hacerles
labores de trigo, milpas de maíz, ajos y anís al gobernador y un socio suyo.
Como consecuencia señalaban que se habían muerto muchos indios con el
trabajo excesivo y que al no dejarlos descansar se iban acabando. (p. 27).
Es absolutamente comprensible que las personas colonizadoras españolas no pudieran asumir
por completo las labores agrícolas de los nuevos territorios, dado que ellas no sabían cómo
realizarlas, y que ante la necesidad de sobrevivir en un medio donde no contaban con
habilidades y destrezas naturales como las tenían las personas indígenas, la sobreexplotación
a que fueron sometidas provocó un descenso vertiginoso de esa mano de obra que,
adicionalmente, afectó desmedidamente la recaudación de tributos.

A graso modo y según las cifras que recopiló Brenes et al. (1997), fueron alrededor de 478
las personas que llegaron a Costa Rica en condición de conquistadoras y colonizadoras
durante todo el siglo XVI, siendo el grupo más numeroso el que acompañó a Juan Vásquez
de Coronado, estimado en un 26.73% del total de inmigrantes. Sin embargo, llama la
atención que para el año de 1571 se reportó la permanencia de 60 personas españolas en
Cartago y que para 1611 la cifra aumentara a 250, lo cual sugiere que la fundación de la
ciudad seguía en marcha y que evolucionaba normalmente con un arraigamiento importante
de residentes españoles e indígenas. De ellas, Brenes et al. (1997) establece que, por lo
menos, 69 eran de familias fundadoras de Cartago y hasta un máximo de 86, incluyendo a
hijos ya adultos y casados que habían formado nuevas familias. Estos datos coinciden con
los que se citaron en el capítulo anterior.

Asimismo, es interesante observar que del total de inmigrantes que colonizaron Cartago,
cerca del 20% eran personas españolas provenientes de la región de Andalucía, una de las
que mayor asiento de personas judías sefaraditas tenía a finales del siglo XV, de ahí que se
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considere como altamente relevante el aporte andaluz en la formación social de Cartago y,


por ende, de por lo menos el Valle Central costarricense.

Como bien lo apunta Velázquez (1996), “Cartago se convirtió en el principal centro urbano,
económico, social y político-administrativo de la Provincia de Costa Rica durante la época
colonial” (p.35), por lo que la mayoría de los rasgos culturales que prevalecen en la
mentalidad y conducta de los costarricenses, tienen su origen en la formación del
pensamiento colectivo predominante desde los albores de la fundación de esta ciudad. Al
haberse definido una importante presencia española -especialmente andaluz- dentro del
espectro de relaciones sociales sostenidas con las personas aborígenes, no es nada pretensioso
inferir que en Cartago los valores de esta cultura se hayan sembrado tempranamente dentro
del colectivo social de la época.

Es llamativo que la principal entidad religiosa que tuvo a su cargo todo el programa de control
dogmático de las personas indígenas para la suplantación de su identidad cultural fue la
Orden Franciscana, que llegó a Cartago en 1563 bajo la dirección del fraile Pedro de Betanzos
y cuyo convento fue establecido dentro del cuadrante principal de la ciudad. La orden
permanecivó en Cartago durante todo el siglo XVII. La distribución del espacio cartaginés a
inicios del siglo XVII se puede observar en tabla Nº1 que aparece a continuación, por lo
menos los asentamientos más representativos del núcleo central.
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CARTAGO EN 1.608
1 2 3 4

AGUSTIN GUERRERO JUAN SOLANO VACÍO VACÍO

LUIS DE OCAMPO JUAN DE VASCO SOLANO VACÍO


CASCANTE GOLFÍN UMAÑA
VACÍO
DE ROJAS

CALLE DE JUAN SOLANO

PEDRO DIEGO DE ALONSO


ENRIQUEZ QUESADA GUTIERREZ DE
AGUSTÍN EL SALAS DEL CABILDO
SIBAJA
FELIX DE ADELANTADO
VACÍO
PRENDAS GONZALO
GOBERNADOR GOBERNADOR GASPAR DELGADO
VÁSQUEZ DE
OCON Y OCON Y TRILLO
CORONADO EL CABILDO
TRILLO

CALLE DEL CABILDO

ALONSO Y JUAN DE LAS PLAZA REAL LA PARROQUIA DIEGO JIMÉNEZ


MATEO DÍAZ ALAS

DOMINGO JIMÉNEZ

CALLE DE SAN JUAN

ALONSO PÉREZ PEDRO DIEGO DEL GASPAR CRISTÓBAL HERNANDO JERÓNIMO


FARFÁN PIBEPO CUBILLO RODRÍGUEZ MADRIGAL FARFÁN VENEGAS
ALONSO
JIMÉNEZ
CRISTÓBAL DE FABIANA DIEGO DE ISABEL PASCUAL CATALINA ANTONIO
CHAVES DE SOJO SOJO RODRÍGUEZ SÁNCHEZ GUTIÉRREZ HERNÁNDEZ

CALLE DE SAN FRANCISCO

ALONSO JUAN GUTIÉRREZ FRANCISCO JUAN DE GASPAR DE FELIPE DÍAZ


FAJARDO DE JARAMILLO PAVÓN LAMAS CHINCHILLA
OSÉS
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IGLESIA Y CONVENTO DE SAN


VACÍO VACÍO VACÍO INÉS DE VACÍO
FRANCISCO
AMPUPO

TABLA Nª 1. Casco central de Cartago en 1.608. Fuente: Tomado de Velázquez Bonilla (1996)

Lo interesante y, a su vez paradójico en el caso de los franciscanos, es que sus enseñanzas


tuvieron buen eco entre las personas colonizadoras españolas cuyos antepasados practicaron
el judaísmo, ya que en lo profundo su ideología tenía grandes similitudes con esa fe. Por
ejemplo, Ortega (s.f., p. 25) menciona:

El modelo educativo franciscano se construyó con tres vertientes: La primera


estuvo dirigida a la enseñanza de oficios, que recibía la mayoría de los niños
y jóvenes para prepararse en el proceso de producción. La segunda a las
mujeres, con la finalidad de que cumplieran con las funciones de organización
familiar, y la tercera, consistía en la educación superior, a la que estaban
dedicados, en principio, los hijos de la nobleza y en la cual pusieron sus
esperanzas para que su modelo de sociedad se reprodujera, formando a los
encargados de asegurar su continuidad.

En esencia, el modelo educativo franciscano ponía mucha atención al aspecto familiar, igual
que el del judaísmo; era integrista porque le prestaba atención a los hijos, a la madre y al
padre de familia. En su orden, comenzando con los hijos, para ambos credos los
descendientes son el principal objetivo porque sobre sus lomos descansaba la perpetuidad del
legado, por ello, era indispensable forjar en ellos la marca del modelo de hogar que los padres
deseaban transmitir. En el franciscanismo era indispensable que los hijos aprendieran un
oficio junto con el desarrollo de su fe, de modo que más adelante pudieran valerse por sí
mismo y comprometerse para formar una nueva familia.

En el judaísmo, los hijos necesitan aprender las escrituras en sus dos dimensiones (la escrita
y la oral), por medio de las cuales podrán formarse como personas que ayuden a reparar el
mundo y, a su vez, emular el ejemplo de su padre como individuo modelo en el trabajo. Por
su parte, la madre en ambos credos es el alma del hogar; ella es la encargada de su
organización tanto espiritual en relación con sus hijos, como material en lo que concierne a
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su administración. El padre, finalmente, es la figura representativa del paternalismo


protector; es la persona que imparte la visión de la fe, la que dirige el destino de la familia,
la que provee material y espiritualmente y la que infunde el legado de fe a los hijos.

Como se puede ver, cuando las personas colonas cartaginesas venidas de España se asentaron
en Cartago, ante el temor de no poder manifestar libremente su judeidad, tampoco
encontraron ninguna contradicción en el pensamiento franciscano para subsumirlo como si
fuera su propio judaísmo. Por el contrario, vieron en ese credo la oportunidad de seguir
manteniendo sus raíces judías sin renunciar plenamente a ellas por practicar aquella otra fe.
Es decir, lo que originalmente se pudo constituir en una amenaza para sus creencias, se
convirtió en una buena oportunidad para seguir practicándolas, pero desde una perspectiva
de fe diferente.

Por lo anterior, no es de extrañar que con el pasar de los siglos muchas de los elementos
propios de la liturgia judía se fueran asimilando dentro del cristianismo católico a partir de
la influencia franciscana. Estos también fueron bien recibidos por las personas colonas
descendientes de judío sefaraditas que se asentaron en Cartago. Un ejemplo entre muchos de
ellos es el gesto de santiguarse en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Este
gesto forma parte del judaísmo rabínico que introdujo el uso de los denominados tefilín, es
decir los dos contenedores de madera y tiras de cuero animal que guardan dentro de sí varias
porciones de la Torá donde se ordena mantener sus preceptos en la mente y el corazón de las
personas judías. Dentro de una de las secciones de los rezos, concretamente cuando se citan
esas escrituras, la persona creyente judía pone los dedos de su mano derecha sobre el tefilín
de su brazo izquierdo (el que está cerca de su corazón), luego hace lo mismo con el tefilín de
la cabeza, y finalmente besa sus dedos en señal de amor y respeto por las escrituras. En
esencia, ambos gestos (el santiguarse y el del uso de los tefilín) son lo mismo, pero el original
es absolutamente judío y el adoptado es el del cristiano católico.
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En el plano cultural se pueden encontrar otras derivaciones de la fe judía dentro del


cristianismo católico que, para el caso de Cartago, fue introducido por la Orden Franciscana.
Al respecto Chévez (2015, parr.6) indica:

En cuanto al hablar cotidiano, nos encontramos con gran cantidad de palabras


provenientes del judío español o ladino que fueron expresiones propias que
identificaron a estos campesinos. Por ejemplo, la palabra “merkar”, (…) que
en ladino significa comprar, es utilizada en la obra del renombrado escritor
costarricense Aquileo J. Echeverría denominada “Marcando leña”, una de las
creaciones literarias más representativas de Costa Rica que utiliza este
término sefaradí como típico del vocabulario propio campesino.
Es por ello por lo que resulte tan llamativo que nuestros antepasados hayan dejado una huella
tan profunda en los hábitos y costumbres heredados, tanto en las expresiones idiomáticas y
las tradiciones como en el arte culinario.

Otro caso peculiar es que a las personas residentes del cantón de Escazú (cantón situado al
oeste de la ciudad de San José) se les suela llamar brujos o brujas y esto se debe a que los
rituales y la liturgia judía de previo al inicio del shabat o día de reposo, incluían el encendido
de las velas y la realización de gestos corporales (especialmente las manos) para darle la
bienvenida a esta importante festividad semanal. Esto tiene un contexto histórico y es que
como lo señala Chévez (2015, parr.7):

…al oeste de la capital San José, desde el año de 1775, sus pobladores se
dieron cuenta que todos los viernes al anochecer, algunas mujeres y hombres
no salían de sus casas, prendían candelas y hablaban en una lengua extraña,
haciendo gestos con sus manos, siendo esto calificado como un “aquelarre”
en aquella época y hasta nuestros días, ignorando que se trataba de la
conmemoración del Shabat, con lo cual se evidencia que las tradiciones
judías han estado presentes desde hace mucho tiempo en este país, a pesar de
las persecuciones y de algunas versiones de la historia que han tratado de
ocultarlas.
Esta costumbre religiosa debió haberse establecido mucho más temprano en el territorio
costarricense y llevado fuera de Cartago por medio de los contingentes migratorios que se
desplazaron paulatinamente hacia el Valle Central a partir del siglo XVIII. Al tratarse de los
rituales judíos representativos de la festividad más importante en la historia de Israel, no se
puede dudar que las personas que llevaron su práctica más allá de Cartago habrían sido judías
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conversas al catolicismo que no dejaron de practicar su culto a pesar de haber sido


subsumiddas por otra fe distinta a la de sus antepasados. Bien los sugiere el historiador
costarricense Carlos Monge Alfaro en su libro Historia de Costa Rica (1966), cuando afirma
que durante mucho tiempo las personas colonizadoras cristianas dieron un ejemplo tan malo
de su fe, que cuando se producían los movimientos migratorios voluntarios o forzados de las
personas moradoras, se notaba que algunas de ellas (contrario a la costumbre cristiana de
rodear las iglesias) preferían distanciarse de los templos, lo cual ha sido interpretado como
una conducta propia de las personas colonas judías para retirarse de los centros de poder
religioso y así practicar su fe verdadera a escondidas.

Según lo menciona Chévez (2015), los aspectos culinarios de herencia judía no pasaron
inadvertidos al momento de revisar los gustos alimenticios de los costarricenses. Muchos
suelen consumirlos desconociendo que su origen es también remoto, como es el caso del
caldo de frijol, la carne, el arroz y el huevo duro enjaminado con especies, la jalea de guayaba
que nuestros antepasados untaban al pan, la jalea de membrillo y las berenjenas presentes en
los fritos y ni qué decir de los buñuelos, las empanaditas rellenas de queso, las mermeladas
de naranjas amargas y el aguardiente (conocido en el mundo sefaradí como raki).

Distribución demográfica de la ciudad de Cartago


Existe diversidad de criterios y datos acerca de la cantidad de personas habitantes españolas
que tenía la ciudad de Cartago a finales del siglo XV y principios del XVI. Sin embargo, el
dato más aceptado lo aporta el obispo Thiel (1977) tomando como base el informe del oidor
Sánchez de Araque, según el cual las personas españolas eran 250 y, adicionalmente, indica
que había 70 entre negros, mulatos y mestizos.

La configuración urbanística inicial de la ciudad de Cartago -como se puede apreciar en la


tabla Nº1- respondía al diseño en forma de tablero de damas chinas que establecían las
ordenanzas españolas y en donde se destacaban cuatro calles principales: calle de Juan
Solano, calle del Cabildo, calle de San Juan y calle de San Francisco, donde estaba el templo
y el convento de la Orden Franciscana. Adicionalmente, en sus proximidades se hallaban el
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pueblo San Juan de Herrera de los Laboríos, fundado en 1590, así como la Puebla de los
Pardos, constituido en 1650.

Algo muy característico de la naciente ciudad de Cartago, fue que a pesar de los traslados
que sufrió al inicio de su historia, siempre mantuvo su perfil urbanístico original: las personas
propietarias mantuvieron sus tierras, el diseño de las viviendas -salvo casos muy
excepcionales hechas a base de bahareque- usualmente siguió el perfil indígena, es decir
construidas a base de paja, incluyendo las de las personas españolas, y además, las viviendas
se ubicaron al frente de la plaza de la ciudad, especialmente las que pertenecían a los
encomenderos.

Según Velázquez (1996), un detalle interesante es que, para el año de 1607, la ciudad ya
contaba con un templo para la iglesia y que se localizaba al este de la misma plaza, lo cual
revela el impacto temprano que tuvo el proceso invasivo de las personas españolas en el
pensamiento de las nativas, constituyendo el templo el símbolo de su hegemonía y la
confirmación de la pérdida irreparable de cualquiera otra concepción epistemológica
previamente existente.

Uno de los primeros planos de la distribución urbana de la ciudad de Cartago se atribuye al


señor Manuel de Jesús Jiménez y data de 1608. La historiadora Sandra Chavarría (1979)
logró establecer a partir de los datos aportados por el señor Jiménez, que para el año de 1608
el casco central de la ciudad estaba conformado por aproximadamente 57 viviendas, de las
cuales el 68% ocupaban un cuarto de manzana y el restante media manzana. Como era de
esperarse, entre los que habitaban la media manzana estaban don Gonzalo Vásquez de
Coronado, gobernador interino de Costa Rica desde 1600, don Juan Ocón y Trillo,
gobernador a partir de 1604 y Pedro Villarreal, obispo de Nicaragua, quien inició sus visitas
pastorales a la ciudad en el año de 1608.

La matriz judía de las familias fundadoras de Cartago: empoderamiento político y


hegemónico.
Al hacer una revisión del plano de la ciudad de Cartago de 1608 (tabla Nº1), se observa que
al costado oeste de las casas del Cabildo, entre la Calle de Juan Solano y la Calle del Cabildo,
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se ubicaba el medio cuadrante donde residía el segundo Adelantado don Gonzalo Vásquez
de Coronado y su familia, pero ¿qué relevancia tenía esta agrupación familiar?

Don Gonzalo Vásquez de Coronado fue hijo de la unión del Capitán, Gobernador y primer
Adelantado de Costa Rica, don Juan Vásquez de Coronado y Anaya y doña Isabel Arias
Dávila. Ambos casaron en Guatemala en 1.550 y en ese mismo lugar nació don Gonzalo en
1.551. Indica Mata (2001), que habiendo sido designado por el rey Felipe II en Aranjuez el
8 de abril de 1.565 con el cargo de Gobernador de Costa Rica y recibido el título de
Adelantado de Costa Rica, en el viaje de regreso para tomar posesión de su cargo su nave
desapareció en una borrasca frente a las costas del sur de España. No obstante, tres años
antes, en 1.562, estuvo en nuestras tierras desempeñándose como conquistador y colonizador,
habiéndose caracterizado por brindarles un trato pacífico y justo a las personas naturales e
incluso a las mismas personas colonas españolas.

Llama la atención que don Juan Vásquez no aparezca como propietario de terrenos en el
plano de la ciudad de Cartago de 1.608 (tabla Nº1), no así su hijo don Gonzalo como vimos
antes, lo que nos hace inferir que él se ocupó de heredar a su descendencia antes que ocuparse
de sus propios intereses. Lo relevante en esta investigación acerca de la presencia en Cartago
de este personaje como uno de sus primeros fundadores, es que según la obra de Vilar y
Pascual (1860), por sus venas corría sangre judía sefaradita al ser descendiente directo de
personas judías conversas, a saber, de don Gómez González de la Hoz, el Bueno, contador
de Enrique IV rey de Castilla y de Isabel Arias Dávila. De estos, a su vez, proviene el Capitán
Gaspar Arias Dávila, conquistador de México y Guatemala, quien casó con doña Juana de
Poblete y tuvieron por hija a doña Isabel Arias Dávila, esposa de don Juan Vásquez de
Coronado, ambos padres de don Gonzalo Vásquez de Coronado. Por lo tanto, es concluyente
que todos los descendientes de don Gonzalo son en esencia de sangre judía-sefaradita por
línea matrilineal de Isabel Arias Dávila, nacida en Guatemala (Linajes: raíces judías en Costa
Rica (Informe 11, Repretel) (2016). https://www.youtube.com/watch?v=DJz7btVJ-nw

“Este, Gaspar Arias Dávila, venía de una familia muy antigua de judíos que
se habían convertido al cristianismo más o menos en 1.400. El principal
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miembro de esta familia se llamó Diego Arias Dávila y fue contador de


Enrique IV de Castilla. Se cree que él nació en el judaísmo (…) y que fue
bautizado cuando tenía seis o siete años. A partir de ahí gozó del privilegio
de trabajar con los reyes de España (Meléndez Obando, 2016)

La descendencia judía sefaradita de Gaspar Arias Dávila no se detuvo. Tuvo un hijo de


nombre Juan que llegó a ser obispo católico de Segovia, España, pero poco tiempo después
de estar ejerciendo su sacerdocio, fue acusado de estar realizando prácticas ocultas de
judaísmo, por lo que fue perseguido por la Santa Inquisición por su condición de ser cristiano
nuevo, es decir judío convertido a esa fe. No obstante, salió bien librado.

Según los testamentos de Andrea y su madre María Vásquez de Coronado2

ambas son parientes de don Gonzalo Vásquez de Coronado, pero de forma directa lo fue
Andrea Vásquez de Coronado, quien casó en Cartago en 1.599 con el Alférez Diego Peláez
de Berrios y de ellos, a su vez, desciende doña María Vásquez de Coronado, su hija. De esta
última sucede un fenómeno muy interesante y es que por su medio la descendencia de los
Vásquez de Coronado se entronca con otra familia fundadora de Cartago y de ascendencia
judía sefaradita: los Méndez Sotomayor.

En efecto, doña María casó con el Capitán don Francisco Ramiro Corajo, residente cartaginés
al igual que ella y quien desciende directamente del Capitán Luis Méndez de Sotomayor
(encomendero) y de su esposa Juana de Vera Sotomayor, residentes de Guatemala 3 . La
descendencia Méndez Sotomayor tiene ancestros antiquísimos relacionados con el judaísmo
sefaradita, ya que una gran mayoría de sus antepasados residieron en algunos de los
principales centros urbanos judíos, como fueron Galicia, Cantabria, Albacete, Córdoba y
Badajoz. Es tan extensa esta descendencia que se remonta al siglo VII de la era común
cuando estos territorios estaban bajo el dominio de los reyes visigodos, en especial de

2
Archivo Nacional de Costa Rica, Protocolos Coloniales de Cartago Nº 808, folios 68v y 70 f-71v y Nº 962 folios 7 f-v y 9
f.
3
Citado por Mauricio Meléndez Obando en “Luis Méndez de Sotomayor y su descendencia”. Revista del Archivo Nacional
enero a diciembre 1997, pp. 33-37.
2

Cinthila, cuyo reinado se dio entre 574-653 de la era común (Family Search, árbol
genealógico del capitán Luis Méndez de Sotomayor

https://www.familysearch.org/tree/pedigree/landscape/KVGX-Q88.

Nota interesante es que de las generaciones posteriores de estos reyes provienen los Arias
que poblaron Cartago y cuyos ancestros más cercanos vinieron desde Guatemala, tal como
lo referenciamos para el caso de los descendientes de Isabel Arias Dávila. A su vez, del tronco
del Capitán Luis Méndez de Sotomayor y su esposa Juana de Vera y Herrera también
descienden Alonso Méndez Sotomayor, quien casó en Cartago con María Calderón, de donde
surgen los Calderón cartagineses. Todos ellos, los Calderón y los Arias, con una gran
inclinación al judaísmo. Por cierto, don Alonso Méndez Sotomayor aparece en el plano de
distribución territorial de Cartago de 1.630 (ver tabla Nº2), como propietario de media
manzana al costado oeste del Cabildo, entre la calle de Juan Solano y la calle del Cabildo,
justamente la misma propiedad que ocupó el Adelantado Gonzalo Vásquez de Coronado en
el plano de 1.608, como acota Velázquez (1996).
3

CARTAGO EN 1.630

JUANA DE LA PORTILLA JUAN


SOLANO
VACÍO VACÍO VACÍO VACÍO
(HIJO)

JUANA SOLANO FRANCISCO DE PEDRO JUAN JUANA VASCO SOLANO


OCAMPO SOLANO Y ECHAVARRÍA ACUNA
VACÍO
GOLFÍN MAYOR NAVARRO
BENAVIDES

CALLE DE JUAN SOLANO

TOMASINA EL CABILDO JUAN DE VACÍO JUAN JUAN


DE LERMA SANABRIA VILLAREAL VILLAREAL
ALONSO
MÉNDEZ
ANTONIA EL CABILDO JUAN DE PEDRO JUAN DELGADO JUAN
SOTOMAYOR
VÁSQUEZ DE SANABRIA ENRIQUEZ DEL CASTILLO DELGADO DEL
CORONADO CASTILLO

CALLE DEL CABILDO

VACÍO JUAN DE LAS MARÍA DIEGO


ALAS CARVAJAL JIMÉNEZ
PLAZA REAL LA PARROQUIA

VACÍO VACÍO VACÍO VACÍO

CALLE DE SAN JUAN

ISABEL HERNANDO VACÍO VACÍO GASPAR CRISTÓBAL ANTONIO GABRIEL


JIMÉNEZ FARFÁN NÚÑEZ MADRIGAL AMABISCAR AGUILAR

MARIANA PEDRO FABIANA DIEGO DE VACÍO VACÍO FRANCISCO FRANCISCO


CHINCHILLA CÓRDOBA DE SOJO SOJO ALFARO ALFARO
4

CALLE DE SAN FRANCISCO

MAGDALENA JUAN VALVERDE JUAN GIL DE CATALINA FRANCISCA IGLESIA Y CONVENTO DE SAN
CHAVEZ ZÁRATE LÓPEZ DE ALVARADO PALACIOS FLORES FRANCISCO
ORTEGA

VACÍO VACÍO VACÍO VACÍO VACÍO JUAN


BARBOZA

Tabla Nª 2. Casco central de Cartago en 1.630. Fuente: Tomado de Velázquez Bonilla (1996)

De todo lo anterior se desprende que, preliminarmente, fueron dos familias, de entre las 64
fundadoras, que menciona de La Goublaye de Menorval (2008), las que establecieron las
bases del judaísmo sefaradita en Cartago entre finales del siglo XVI y mediados del siglo
XVII: los Vásquez de Coronado y los Méndez Sotomayor. De las dos, la que mejor hemos
podido documentar en esta investigación es la primera, pues existe una generación inicial de
personas judías conversas objetivamente identificadas en la Península Ibérica, a saber don
Gómez González de la Hoz, el Bueno, contador de Enrique IV rey de Castilla e Isabel Arias
Dávila, en tanto que de la segunda únicamente tenemos referencias generales de judaísmo
sefaradita por la procedencia regional de los antepasados de Méndez Sotomayor y su
emparentamiento posterior con aquellos. Sin embargo, estas dudas se despejaron cuando
ambas agrupaciones familiares se unieron en la rama de María Vásquez de Coronado, para
incorporar en su árbol genealógico a los Méndez Sotomayor. Esto sucedió al casarse ella con
uno de sus descendientes, don Francisco Ramiro Corajo.

En su árbol genealógico (ver la tabla Nª 3) se puede observar el parentesco de ambas familias,


concretamente a partir del matrimonio del Capitán Diego Ramiro Corajo con María de Retes
Vásquez de Coronado.
5

DESCENDENCIA DE LUIS MENDEZ DE SOTOMAYOR

Juana de Vera
Sotomayor y Capitán
Gil de Alvarado Francisca de Zúñiga y
Capitán Diego Benavides Alférez Francisco de
Ramiro Corajo y Chaves
María de Retes
Vásquez de
Coronado
María Ramiro Corajo
y Maestre de Campo
Alférez Fernando José de Sandoval
Ramiro Corajo y Ocampo
Antonia Zapata

Micaela Ramiro Corajo


Antonio Ramiro
Corajo

Sargento Mayor
García Ramiro
Alonso Méndez
Corajo Zúñiga y
Sotomayor y
Juana de Vera
María Calderón
Sotomayor

Capitán Luis
Méndez de
Sotomayor y Juana
de Vera y Herrera
6

Tabla Nª 3. Descendencia de Luis Méndez de Sotomayor. Diseño: Creación propia, 2020. Fuente:
Meléndez Obando Mauricio. Luis Méndez de Sotomayor y su descendencia. En: Revista del Archivo
Nacional, 1997, pp. 33-67.
Puede notarse entonces, que hay un alto porcentaje de influencia femenina en la
configuración de las primeras familias cartaginesas, siendo destacable el hecho que confirma
uno de los patrones característicos de la escuela judía: el rol de la mujer como formadora de
los valores y principios de la fe. Tradicionalmente, el matrimonio no deja de ser un medio
para la afirmación de valores y principios que, en una sociedad patriarcal, son subsumidos
luego por la mujer para transmitirlos a sus hijos. En el judaísmo, como se ha señalado a lo
largo de este trabajo, el varón es quien asume las enseñanzas dentro de la sinagoga (kehilah)
y en el centro de estudio (yeshivah o beit midrash); posteriormente, esos valores los imparte
a su mujer y ésta a su vez a sus hijos, por lo que en este aspecto en particular la familia
cartaginesa, al igual que la judía, es eminentemente matriarcal para la definición y fluyo de
valores y principios religiosos.

Desde esta perspectiva, se infiere que la forma de expresión originaria de la familia


cartaginesa es eminentemente de herencia judía y este hábito se fue interiorizando en las
subsiguientes familias para todo el resto del país. En la dinámica familiar judía son las
madres las que inculcan la fe a sus hijos, o por lo menos intentan ser ejemplo para lograrlo,
contrario a los padres, que son más aversivos a la fe. Lo que sí queda absolutamente claro,
es que desde los albores de la colonización de Cartago se dio una primera relación indo-
española que dio como resultado el mestizaje español-indígena desde las primeras
generaciones de la sociedad. Morera, Villegas y Meléndez (2012, p. 276) citando a Morera
et al. (2005,), mencionan:

Así, los datos biológicos muestran que debió haber ocurrido un cierto flujo de
genes amerindios hacia el grupo español dominante durante las primeras
generaciones de la sociedad colonial, en contraste con lo que comúnmente se
ha afirmado, de que la élite española evitaba las uniones exogámicas con otros
grupos étnicos. Además, esto sugiere que la contribución materna a la
población de Costa Rica debió ser más importante de lo que usualmente se
piensa. (p. 276).
Así debió haber sucedido con las dos cabezas de familias anteriormente citadas. Tanto Isabel
Arias Dávila como María Vásquez de Coronado, ambas de sangre descendiente judía
7

sefaradita, se unen maritalmente a residentes cartagineses para construir una generación de


hombres y mujeres en cuya sangre fluyen genes de procedencia judía.

DESCENDENCIA DE DIEGO ARIAS DÁVILA

Gómez González de
la Hoz, el Bueno, Andrea Vásquez
Contador y Tesorero de Coronado.
de Enrique IV de Casó con Diego
Castilla. De familia Peláez de
de judíos conversos. Berrios.

Diego Arias
Dávila. Contador y
Tesorero de Isabel Arias
Capitán Gaspar Gonzalo
Enrique IV de Dávila. Casó
Arias Dávila. Casó Vásquez de
Castilla. Casó con con Juan
con Juana de Coronado.
Elvira González. Vásquez de
Poblete.
Coronado.

Isabel Arias Dávila. María Vásquez


De familia de judíos de Coronado.
conversos. Casó con
Jerónimo de
Retes.

María de Retes y
Vásquez de
Coronado. Casó
con Francisco
Ramiro Corajo.

Tabla Nª 4. Descendencia de Diego Arias Dávila. Diseño: Creación propia, 2020. Fuente: Mata
Herrera, Federico. Nuevos Hallazgos en la Descendencia de Juan Vásquez de Coronado. En Revista
8

de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas Nº 38. Velando Prieto, Jaime. Arias Dávila.
En Revista de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas Nº 38. Archivo Nacional,
Protocolos Coloniales de Cartago Nº 808 y 962.

Del primer plano de la distribución urbana de la ciudad de Cartago datado para 1608 (tabla
Nº1), ha quedado constatado que para ese año el casco central de la ciudad estaba conformado
por aproximadamente 57 viviendas. Adicionalmente, el señor Yves de La Goublaye de
Menorval (2008), ha establecido que fueron 64 las personas de linajes de ascendencia
materna, nacidas en el siglo XVI, que siendo de origen ibérico se desplazaron a Costa Rica
para establecerse como potenciales fundadores de Cartago.

De esas 64 personas que constituyeron las primeras familias cartaginesas, número que
curiosamente casi coincide con las 57 viviendas de familias que conformaron el primer
cuadrante central de Cartago, fue que se seleccionaron las tres familias anteriormente citadas:
los Arias Dávila, los Vásquez de Coronado y los Méndez Sotomayor. Ellas, por tratarse de
descendientes de personas judías conversas que se emparentaron entre ellas, no decidieron
establecerse en Cartago por un capricho del destino, sino que migraron a este lugar como
única opción para mantener su propia identidad religiosa o encubriendo su probable fe, pero
finalmente siendo absorbidos por el cristianismo católico que predicaban los sacerdotes de la
Orden Franciscana.

En opinión del señor de La Goublaye de Menorval (2008), estas familias ejercieron las
funciones militares, judiciales, administrativas y religiosas que, paulatinamente,
construyeron la idiosincrasia nacional costarricense. Asimismo, que este fenómeno social
sucedido desde los inicios de Cartago se fortaleció con las relaciones que estas familias
sostuvieron con las personas originarias. Conforme el territorio cartaginés se fue poblando
y estas familias se entrecruzaron con las personas nativas y las descendientes de otros
fundadores, se produjo una explosión migratoria en sentido este-oeste del país en un afán de
establecer actividades económicas basadas en la agricultura y la ganadería tradicional como
fuentes de riqueza y ante el fracasado mito de El Dorado.
9

Acerca del impacto político que tuvieron estas familias fundadoras de Cartago, el mismo De
La Goublaye de Menorval (2008, p. 40) comenta:

Asimismo, observamos cómo se fueron creando núcleos alrededor de grandes


emprendimientos, liderados por algunos de sus miembros que llevó a la
creación de nuevos estratos sociales, diferenciados por sus papeles en la
flamante sociedad que comenzó a echar raíces en la zona geográfica de la
primera gran ciudad de Garcimuñoz (Pacaca – Mata Redonda) hasta la ciudad
de Cartago, en sus nuevos asentamientos donde irán muy rápidamente
extendiéndose, desde muy temprano, hacia Barva, más allá del río Virilla.
A pesar de que algunas de estas familias fundadoras de linajes en Cartago, de previo a
ingresar a territorio cartaginés ya habían tenido algún tipo de movilidad social merced a los
favores de la encomienda recibidos en el norte (Centroamérica y México) y ejercido
funciones de gobierno y otras que provenían directamente de la Península Ibérica, sus
descendientes se establecieron y se multiplicaron en Cartago constituyendo familias con
personas originarias de esa región. Esas personas se caracterizaban porque, como señala el
mismo De La Goublaye de Menorval (2008), “…traían consigo un bagaje de recuerdos y de
experiencias de situaciones similares vividas por ellos o por sus parientes y antepasados en
tierras europeas”. (p.41).

De perseguidos a perseguidores: Una nueva cosmovisión religiosa y su proceso expansivo


Este tema es medular en la presente investigación, por lo menos en lo que concierne a la
propuesta de que los antepasados de esas personas fueron objeto de persecución religiosa en
la Península Ibérica y sus más recientes habían sido expulsados de ese territorio por esa
misma causa. Esos recuerdos y experiencias estaban asociados a ese proceso y contrario a la
tesis de la historiadora Quirós (1990), según la cual esas personas entendieron rápidamente
lo que tenían que hacer para ganar fama y obtener beneficios económicos y posesiones de
poder en las nuevas tierras, este autor sostiene que la memoria colectiva de esas agrupaciones
familiares que fundaron Cartago, estaba condicionada por un factor común: ocultar su
verdadera procedencia religiosa y disfrazarla con la cosmovisión cristiana que profesaban
10

por la influencia de la Orden Franciscana, cuya liturgia era y sigue siendo muy similar a la
judía y que se asentó en Cartago desde los primeros años de su fundación.

En síntesis, las redes de poder en el Cartago recién fundado se fueron estableciendo de


manera endogámica, es decir por medio de la sucesión de uniones entre españoles
descendientes de diferentes familias fundadoras y emparentados entre ellos y, a su vez,
aunque en menor grado, mediante el lazo con personas naturales de Cartago.

De los Méndez Sotomayor, Arias Dávila y Vásquez de Coronado se ha documentado la


procedencia de las siguientes autoridades políticas y terratenientes en la naciente Cartago,
esto según De La Goublaye de Ménorval (2010), y a partir de estas personas se establecieron
importantes redes de poder:

 Sargento Mayor García Ramiro Corajo, Alcalde Ordinario de Cartago en 1625.


 Capitán Francisco Ramiro Corajo, yerno del Capitán Jerónimo de Retes.
 Alférez Fernando Ramiro Corajo, Alcalde Ordinario de Cartago en 1657.
 Antonio Ramiro Corajo, terrateniente quien poseía su hacienda en el valle de
Bagaces hacia 1688.
 Juana de Vera de Sotomayor, quien casó en Cartago en 1636 con el Capitán Gil de
Alvarado de Benavides, hijo legítimo del Capitán Jorge de Alvarado.
 Alférez Francisco de Chaves, hijo del Sargento Mayor Cristóbal de Chaves,
esposo de Francisca de Zúñiga.
 Maestre de Campo José de Sandoval Ocampo, hijo del Capitán Francisco de
Ocampo Golfín, casado con María Ramiro Corajo.
 Francisco de Ocampo Golfín, Teniente de Gobernador de la Provincia de Costa
Rica, con numerosa descendencia en Costa Rica, entre ellos:
 Doña Inés de Benavides Solano, natural de Jerez de los Caballeros, hija del
Capitán Juan Solano y Díaz de Tapia y de Da. Mayor de Benavides y
Grado. Padres de:
 1. Don Alonso de Sandoval, Presbítero;
 3. Doña María de Sandoval que testó el 17 de noviembre de 1675, en
Cartago, Costa Rica y estaba casada por 1616 con el Tesorero de la Real
11

Hacienda, D. Juan de Echavarría Navarro, con numerosa descendencia


hasta nuestros días.
 4. Doña Inés de Benavides (1600-1660) que casó con el Encomendero del
Pueblo de Tobosi, el Capitán Antonio Rodríguez Moreno (1590-1645), con
descendencia.
 5. Doña Juana de Figueroa Moscoso que casó con Don Juan de Sanabria
Maldonado y Bravo Barrantes, Alférez Mayor del Cabildo de Cartago,
encomendero de Quircot y parte de los de Garabito.
 Don José de Sandoval y Ocampo, Sargento Mayor de las Reales Milicias,
Maestre de Campo, Alcalde Ordinario de Cartago, que casó en primeras
nupcias en 1638 con Doña Isabel de Obando, hija de Sebastián Pereira
Cardoso y Acuña y de Doña Antonia Vázquez de Coronado.
 Da. Antonia de Ocampo Golfín que casó el 3 de mayo de 1661 con el
Sargento Mayor Don Pedro Lorenzo Venegas Hurtado de Mendoza y
Calderón, natural de Sevilla, España y Alcalde Ordinario de Cartago, viudo
de Da. Gerónima de Retes y Vázquez de Coronado, con quien había casado
en 1675.

Todas estas personas, merced a sus títulos y distinciones militares y académicas, siendo
descendientes de personas judías sefaraditas, fueron altamente influyentes dentro de la
cosmovisión política y económica de la naciente ciudad de Cartago y establecieron relaciones
de poder hegemónicas que, finalmente, sirvieron para perfilar el dominio epistemológico
sobre los primeros pobladores. El nivel de influencia del pensamiento judío sefaradita se hace
visible, como hemos visto, en las distintas manifestaciones culturales dentro de la
convivencia social cartaginesa. A pesar de que la gran mayoría de personas descendientes
de los Méndez Sotomayor, Arias Dávila y Vásquez de Coronado no llegaron a convertirse al
judaísmo, esa tendencia religiosa está presente en los genes y en el inconsciente colectivo de
los costarricenses y se expresa hoy día por medio de sus hábitos y costumbres. Cito algunos
ejemplos.
12

El viernes de cada semana, a partir de las 5:30 pm, inicia la fecha más importante en la
historia del judaísmo, el shabat, que se extiende hasta el día siguiente a la misma hora.
Muchas personas sabias judías han manifestado que ha sido el shabat el que ha preservado a
Israel y no que Israel haya sido preservado por causa del shabat.

La ceremonia en sí es una invitación milenaria que las comunidades judías le han hecho a
Dios para que ingrese a sus hogares durante esas 24 horas, tiempo durante el cual la
dimensión eterna de Dios abraza a las familias y las traslada hasta su propio regazo. Es como
salirse de la rutina natural de los seis días previos para dejarse envolver durante esas 24 horas
por la sobrenaturalidad de Dios. Ese nivel de trascendencia cultural y religiosa ha moldeado
a personas judías y no judías que han experimentado sensaciones transformadoras cuando
participan directamente de ese momento. Pero no solamente revolucionaba la mente y el
corazón de las personas cercanas al judaísmo, sino también la forma de alimentarse, dado
que el viernes era el día propicio para preparar la mejor comida utilizando la dieta judía.

No resultaba casual que los antepasados del señor Calderón Arias se hayan abstenido de
consumir cerdo, ya que esa carne forma parte de los preceptos negativos escritos en la Torá,
y que su familia heredara esa costumbre que establecieron las personas descendientes de
judíos sefaraditas que colonizaron Cartago. Tradiciones como el desangrado de la carne,
visitar a los abuelos para recibir su bendición para casarse, el rol patriarcal de los abuelos, el
uso del sombrero y el abrigo como parte vital de la vestimenta de los caballeros, resaltando
los tonos negros y grises, el consumo natural del vino no fermentado, especial durante los
sábados, el reservado de asientos particulares en las iglesias para personas de cierta categoría,
entre otras, eran indiscutiblemente una contribución cultural del judaísmo en el Cartago
temprano.

Pero este legado judío fue asimilado con mucha mayor fuerza por el cristianismo católico,
especialmente, como se dijo, por la gran influencia que tuvo la doctrina franciscana en los
inicios del Cartago colonial. El relato siguiente es muy revelador:

El santiguarse, que uno se santigua en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, que es igual a como se santigua un judío, solo que el judío lo
hace de abajo para arriba, es igual, la cabeza, el corazón, y el brazo, cerca del
13

brazo por el tefilín y la boca al final. Otra era la forma de celebrar la semana
santa, aquí en Cartago no se bañaba uno el viernes, que es igual que cuando
se muere un judío, que no se cambian la ropa y se rasga la ropa y no se baña
uno. Y el otro es el novenario, siempre con comida, la comida que se llevaba
era de afuera, la familia no cocinaba en esos días. Otro, en Cartago no se
caminaba en carro el viernes santo, igual que el Yom Kipur y todas esas fiestas
y shabat tampoco. En Cartago, por ejemplo, los carros llegaban hasta Taras,
el que pasaba de Taras lo apedreaban, era prohibido sacar los carros en viernes
santo. Jueves y viernes no se cocinaba, era prohibido cocinar, parecido al
shabat (J. Calderón Arias, comunicación personal, 03 de setiembre de 2019).

De esta narración se pueden descubrir varios aspectos de la cosmovisión cultural cartaginesa


que son una contribución del judaísmo sefaradita del naciente Cartago. La señal de la cruz,
que es lo mismo que santiguarse para el cristianismo católico, proviene de la costumbre judía
que se implantó de usar el Tefilin durante los rezos matutinos y en obediencia al precepto de
las Sagradas Escrituras que se halla en el libro Deuteronomio capítulo 6, versículo 8 "Los
atarás como señal sobre tu brazo, y serán un recordatorio entre tus ojos". (Deuteronomio,
6: 8, La Torah).

La similitud del procedimiento de colocarse los Tefilín con el santiguarse viene enseguida.
Una de las cajas ("el tefilín del brazo") es colocada sobre el brazo izquierdo para que esté
frente al corazón —el lugar de las emociones, y la correa de cuero es envuelta alrededor de
la mano izquierda, y alrededor del dedo medio de esa mano. La otra caja (el "tefilín de la
cabeza") es puesto sobre la cabeza, por encima de la frente, así reposa sobre el cerebro. De
esta manera la atención es dirigida a la cabeza, el corazón y la mano. Esto enseña la
dedicación al servicio a Dios en todo lo que se piensa, siente y hace la persona devota judía.
También le enseña a no ser gobernada únicamente por los impulsos del corazón, no sea que
esto le lleve al error y la transgresión. Ni a ser gobernada solamente por la razón, pues esto
puede llevar al crudo materialismo. Al ser puesto en el brazo opuesto al corazón y sobre la
cabeza, los tefilín significan la sumisión de la mente, corazón y acciones al Todopoderoso,
como así también el gobierno del intelecto sobre las emociones.
14

Durante las oraciones diarias hay momentos específicos donde la persona judía devota toca
con su mano derecha el Tefilín de la mano izquierda, toca luego el de la cabeza y, finalmente,
besa los dedos. Es aquí donde se da el encuentro religioso de los gestos del cristianismo
católico de santiguarse con los del judaismo. Como bien lo comentó el señor Calderón Arias,
el gesto se hace a la inversa en el rito judío, ya que durante la oración los gestos litúrgicos
comienzan desde abajo tocando el tefilín del brazo, el que está cerca del corazón, y finaliza
en la boca, en tanto que en el del cristianismo católico el gesto litúrgico inicia desde la cabeza
y termina en la boca. Esta similitud no parece ser antojadiza ni obra de la casualidad; más
bien denota causalidad, cierto sincretismo entre ambas religiones que, merced a las relaciones
de fe que existían entre las personas protagonistas, suscitó dicho encuentro y propició la
adopción por parte del cristianismo católico de los gestos litúrgicos judíos que existían desde
mucho antes en el inconsciente colectivo de los primeros pobladores cartagineses.

Por otra parte, la decisión de no bañarse en viernes santo tampoco es creación propia del
cristianismo católico. Es una costumbre del judaísmo, especialmente de las corrientes
ortodoxas y algunas conservadoras, las cuales la adoptaron como parte del precepto de la
Tora que indica la suspensión durante el shabat (Yom Kipur también se asume como un gran
shabat) de toda actividad creativa o que transforme las condiciones naturales de las personas
y las cosas. A pesar de que esta costumbre ha ido reformándose en otras corrientes del
judaísmo, pareciera ser cierto que fue asumida por el cristianismo católico cuando
prevalecían las corrientes ortodoxas de judaísmo, particularmente la de la línea dura del
sefaradismo. Por consiguiente, el no bañarse en viernes santo es una contribución más del
judaísmo a la religión oficial.

Sumado a esta costumbre, en viernes santo estaba otra: la de no utilizar carro ese mismo día,
lo cual es un aporte más del judaísmo. Recuérdese que el precepto bíblico indica que a partir
del inicio del shabat con el encendido de las velas, no debe hallarse fuego dentro del hogar
judío, lo que sugiere que no debe realizarse ningún acto creativo originado por el fuego o por
la energía eléctrica. Encender el motor de un automóvil en shabat (o en viernes santo para la
persona cristiana católica) es un acto creativo violatorio de ese precepto, por lo que la mayor
parte de las comunidades judías ortodoxas y otras conservadoras tomaron al pie de la letra la
15

prohibición de usar automóvil para ir a sus sinagogas en shabat o utilizarlo durante ese día
sagrado. Que la religión oficial haya asumido por igual esta prohibición -aunque fuera
solamente en viernes santo- es un indicativo de la influencia del judaísmo dentro de esta
religión y sugiere que, en algún momento dentro del proceso de configuración política del
Cartago colonial, sus fundadores (de descendencia judía sefaradita, como se ha visto),
transmitieron a sus hijos bajo el manto del cristianismo católico, esta y las otras costumbres
judías. Todas ellas tienen su origen en el microcosmos cultural y religioso que impusieron
los colonizadores de Cartago, muy influenciados -conciente o inconcientemente- por la
tradición judío religiosa de sus antepasados.

Ese abanico de diversidades en las manifestaciones y conductas sociales de los primeros


habitantes cartagineses, se pueden encontrar al día de hoy en el quehacer familiar de la
población cartaginesa y, en general, en la mayor parte de los costarricenses, siendo una
herencia que no solamente enriquece las tradiciones y costumbres del país, sino que también
describe el impacto que dejó en sus moradores la presencia del componente religioso judío
en los fundadores de Cartago.

CONCLUSIONES
1. La influencia socio política de las personas descendientes de judíos sefaraditas que
colonizaron Cartago desde su fundación en 1560, se materializó a través del peso que
tuvo el pensamiento religioso occidental hegemónico que impusieron las autoridades
españolas como recurso por medio del adoctrinamiento que realizaron los frailes
franciscanos a la población indígena. Adicionalmente, la instauración de centros de
poder como el Cabildo, el Corregimiento, la reducción de las personas indígenas bajo
el control y la supervisión de estas autoridades, entre otras instituciones, fueron el
bastión singular de dominación para provocar el desprendimiento paulatino de la
epistemis de las comunidades indígenas.
2. Las primeras personas pobladoras descendientes de judíos sefaraditas que se
asentaron en la Provincia de Costa Rica a partir de la fundación de la ciudad de
Cartago en 1.560, corresponden a los antepasados de la familia de Isabel Arias Dávila,
esposa de Juan Vásquez de Coronado. Concretamente, se refiere al hecho de que
16

doña Isabel es descendiente de personas judías conversas dos generaciones atrás,


donde se sitúan Gómez González de la Hoz, tesorero y contador de Enrique IV rey
de Castilla e Isabel Arias Dávila, es decir sus abuelos, y sus padres el capitán Gaspar
Arias Dávila y Juana de Poblete. A través de ellos pasó a los genes de la población
costarricense la sangre judía sefaradita, cuando se fundó la ciudad de Cartago.
3. A estas dos ramas familiares, los Vásquez de Coronado y los Arias Dávila, se les unió
la descendencia de la familia Méndez Sotomayor, también fundadores de la ciudad
de Cartago. Básicamente, se trata del capitán Francisco Ramiro Corajo, descendiente
de Luis Méndez de Sotomayor, quien casó con María de Retes y Vásquez de
Coronado. Por esta línea se siguió consolidando la influencia del judaísmo sefaradita.
4. De las generaciones posteriores de los reyes visigodos provienen los Arias que
poblaron Cartago y cuyos ancestros más cercanos vinieron desde Guatemala. A su
vez, del tronco del Capitán Luis Méndez de Sotomayor y su esposa Juana de Vera y
Herrera también desciende Alonso Méndez Sotomayor, quien casó en Cartago con
María Calderón, de donde surge una de las líneas genealógicas de los Calderón
cartagineses. Por cierto, don Alonso Méndez Sotomayor aparece en el plano de
distribución territorial de Cartago de 1.622, como propietario de media manzana al
costado oeste del Cabildo, entre la calle de Juan Solano y la calle del Cabildo,
justamente la misma propiedad que ocupó en 1.608 su ascendiente más próximo, don
Gonzalo Vásquez de Coronado.
5. Las personas descendientes de estas tres familias fundadoras de Cartago se
establecieron y se multiplicaron en ese lugar constituyendo familias con personas
originarias de esa región y se caracterizaban porque traían consigo heredado de sus
antepasados recientes un bagaje de recuerdos y de experiencias de situaciones
similares vividas por ellos en tierras europeas. Esas personas fueron objeto de
persecución religiosa en la Península Ibérica y sus antepasados recientes habían sido
expulsados de ese territorio por esa misma causa. Esos recuerdos y experiencias
estaban asociados a ese proceso y, por consiguiente, la memoria colectiva de esas
agrupaciones familiares que fundaron Cartago estaba condicionada por un factor
común: ocultar su verdadera procedencia religiosa y disfrazarla con la cosmovisión
17

cristiana que profesaban por la influencia de la Orden Franciscana, cuya liturgia era
y sigue siendo muy similar a la judía y que se asentó en Cartago desde los primeros
años de su fundación.
6. Desde militares, alcaldes, terratenientes, maestres de campo, curas, encomenderos,
alféreces mayores, entre otros cargos, todos con títulos militares y académicos
expedidos dentro y fuera de Cartago y de la región, son las mercedes que
caracterizaban a las personas descendientes de las familias Vásquez de Coronado,
Arias Dávila y Méndez Sotomayor que colonizaron Cartago. Gracias a sus
habilidades y destrezas y su facilidad para desempeñarse en escenarios y espacios
políticos, lograron atraer la atención de los pobladores nativos de estas y otras
regiones y asumir un liderazgo que los fue catapultando en instancias de gobierno
local.
7. Las redes de poder en el Cartago recién fundado se fueron estableciendo de manera
endogámica, es decir por medio de la sucesión de uniones entre españoles
descendientes de diferentes familias fundadoras y emparentados entre ellos y, a su
vez, aunque en menor grado, mediante el lazo con personas naturales de Cartago. La
mayoría de las personas líderes de esos centros de poder eran de ascendencia española
y ligadas a las tradiciones del judaísmo sefaradita, militares con grados académicos
que repitieron en sus relaciones con los residentes originarios de Cartago, los patrones
hegemónicos y de dominación a que fueron sometidos sus antepasados recientes en
la Península Ibérica.
8. A pesar de haber sido subsumidos por la cosmovisión religiosa cristiana de la Orden
Franciscana, estas tres familias y sus descendientes mantuvieron y reprodujeron
dentro de sus relaciones inmediatas patrones culturales heredados de sus antepasados,
especialmente hebraísmos propios del idioma ladino que hablaban en la Península
Ibérica, así como modismos, gustos culinarios y gestos litúrgicos judíos que adoptó
el cristianismo católico y que se fueron extendiendo conforme sucedían los procesos
inmigratorios y se asentaban por todo el territorio nacional.
9. Las tres familias fundadoras de Cartago y sus descendientes inmediatos fueron
altamente influyentes dentro de la cosmovisión política y económica de la naciente
18

ciudad de Cartago. Establecieron relaciones de poder hegemónicas que, finalmente,


sirvieron para perfilar el dominio epistemológico sobre las primeras personas
pobladoras quienes, en general, eran nativas dedicadas a la agricultura y la ganadería
y con marcadas relaciones de cooperación en su convivencia. El nivel de influencia
del pensamiento judío sefaradita se hizo visible por medio de las distintas
manifestaciones culturales dentro de la convivencia social cartaginesa. A pesar de
que la gran mayoría de personas descendientes de los Méndez Sotomayor, Arias
Dávila y Vásquez de Coronado no llegaron a convertirse al judaísmo, esa tendencia
religiosa está presente en los genes y en el inconsciente colectivo de los costarricenses
y se expresa hoy día por medio de sus hábitos y costumbres.

10. Estos aspectos, junto con la relativa tendencia de muchos cartagineses y nacionales
de acercarse al judaísmo y formalizar procesos de conversión, son la respuesta a un
despertar regresivo de la fe judía, visto esto como elemento vital para provocar una
reinvención del pensamiento religioso en Cartago y, desde ahí, al resto del país. Por
ejemplo, que los Arias de Cartago sean descendientes de Gaspar Arias Dávila,
pariente directo de la señora Isabel Arias Dávila, quien, como se demostró, a su vez
era descendiente de una judía conversa del mismo nombre, no hace casual, sino
causal, que las familias Calderón Delgado, Calderón Vigñet y Calderón Masís, por
ejemplo, descendientes de los Calderón Arias, hayan hecho procesos de conversión
al judaísmo y estén procreando hijos judíos en Cartago y Alajuela. Quiere decir
entonces que ese sincretismo religioso no anuló por completo su identidad judía, ya
que la esencia de sus raíces permanecía grabada en sus códigos genéticos para legarla
generacionalmente.
11. La Orden Franciscana que se estableció tempranamente en Cartago, tuvo un rol
determinante en el proceso de transición ideológica que tuvieron que vivir las
primeras personas pobladoras de ese territorio, particularmente porque en su
inconsciente colectivo existían los valores del judaísmo que les transmitieron sus
antepasados, pero que habían tenido que ocultarlos por temor a represalias de parte
de la clase religiosa dominante. Ese rol de la Orden Franciscana al aportar elementos
19

doctrinales y litúrgicos similares al culto judío, sirvió para absorber la fe judía cual
sincretismo religioso que, a su vez, asimiló a aquellas primeras personas pobladoras
y las integró al cristianismo católico.

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