Algo Sobre La Muerte Del Mayor Sabines
Algo Sobre La Muerte Del Mayor Sabines
Algo Sobre La Muerte Del Mayor Sabines
VII
Mirando su cadáver en los huesos
que es ahora mi padre,
Madre generosa
e introduciendo agujas en las escasas venas,
de todos los muertos,
tratando de meterle la vida, de soplarle
madre tierra, madre,
en la boca el aire...
vagina del frío,
brazos de intemperie,
(Me avergüenzo de mí hasta los pelos regazo del viento,
por tratar de escribir estas cosas. nido de la noche,
¡Maldito el que crea que esto es un poema!) madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
Quiero decir que no soy enfermero, desnúdalo, tómalo,
padrote de la muerte, guárdalo, acábalo.
orador de panteones, alcahuete,
pinche de Dios, sacerdote de penas. VIII
Quiero decir que a mí me sobre el aire...
No podrás morir.
Debajo de la tierra
VI no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.
Te enterramos ayer. Sin azúcar, sin leche,
sin frijoles, sin carne, Mi mamá, Juan y Jorge
sin harina, sin higos, te estamos esperando.
no podrás morir. Nos han dado abrazos
Sin mujer y sin hijos de condolencia, y recibimos
no podrás morir. cartas, telegramas, noticias
Debajo de la vida de que te enterramos,
no podrás morir. pero tu nieta más pequeña
En tu tanque de tierra te busca en el cuarto,
no podrás morir. y todos, sin decirlo,
En tu caja de muerto te estamos esperando.
no podrás morir.
En tus venas sin sangre X
no podrás morir.
En tu pecho vacío Es un mal sueño largo,
no podrás morir. una tonta película de espanto,
En tu boca sin fuego un túnel que no acaba
no podrás morir. lleno de piedras y de charcos.
En tus ojos sin nadie ¡Qué tiempo éste, maldito,
no podrás morir. que revuelve las horas y los años,
En tu carne sin llanto el sueño y la conciencia,
no podrás morir. el ojo abierto y el morir despacio!
No podrás morir.
No podrás morir. XI
No podrás morir.
Enterramos tu traje, Recién parido en el lecho de la muerte,
tus zapatos, el cáncer; criatura de la paz, inmóvil, tierno,
no podrás morir. recién niño del sol de rostro negro,
Tu silencio enterramos. arrullado en la cuna del silencio,
Tu cuerpo con candados. mamando obscuridad, boca vacía,
Tus canas finas, ojo apagado, corazón desierto.
tu dolor clausurado.
No podrás morir.
Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
IX cielo enterrado y manantial aéreo
voy a volverme un llanto subterráneo
para echarte mis ojos en tu pecho.
Te fuiste no sé a dónde.
Te espera tu cuarto.
Parece que yo soy el que me muero:
XII ¡padre mío, despierta!
¡Es tan fácil decirte "padre mío" He aquí que todo viene, todo pasa,
y es tan difícil encontrarte, larva todo, todo se acaba.
de Dios, semilla de esperanza! ¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros?
¿para qué levantamos la palabra?
Quiero llorar a veces, y no quiero ¿de qué sirvió el amor?
llorar porque me pasas ¿cuál era la muralla
como un derrumbe, porque pasas que detenía la muerte? ¿dónde estaba
como un viento tremendo, como un escalofrío el niño negro de tu guarda?
debajo de las sábanas,
como un gusano lento a lo largo del alma. Ángeles degollados puse al pie de tu caja,
y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,
¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla, para que ya no salgas, para que no salgas.
polvo, cansancio, nada, nada, nada"
!Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara! III
¡Si con este desvelo de memorias
-herida abierta, vómito de sangre- Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
te agarrara la cara! y van y vienen máscaras.
Amanece el dolor un día tras otro,
Yo sé que tú ni yo, nos rodeamos de amigos y fantasmas,
ni un par de valvas, parece a veces que un alambre estira
ni un becerro de cobre, ni unas alas la sangre, que una flor estalla,
que el corazón da frutas, y el cansancio
sosteniendo la muerte, ni la espuma canta.
en que naufraga el mar, ni -no- las playas,
Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago, Estás sobre la playa de algodones
apostando a crecer como las plantas, y tu marca de sombras sube y baja.
fijos, inmóviles, girando
en la invisible llama.
Y mientras tú, el fuerte, el generoso, V
el limpio de mentiras y de infamias,
guerrero de la paz, juez de victorias Mi madre sola, en su vejez hundida,
-cedro del Líbano, robledal de Chiapas- sin dolor y sin lástima,
te ocultas en la tierra, te remontas herida de tu muerte y de tu vida.
a tu raíz obscura y desolada.
Esto dejaste. Su pasión enhiesta,
IV su celo firme, su labor sombría.
Árbol frutal a un paso de la leña,
Un año o dos o tres, su curvo sueño que te resucita.
te da lo mismo. Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.
¿Cuál reloj en la muerte?, ¿qué campana
incesante, silenciosa, llama y llama? Pasó el viento. Quedaron de la casa
¿qué subterránea voz no pronunciada? el pozo abierto y la raíz en ruinas.
¿qué grito hundido, hundiéndose, infinito Y es en vano llorar. Y si golpeas
de los dientes atrás, en la garganta las paredes de Dios, y si te arrancas
aérea, flotante, pare escamas? el pelo o la camisa,
nadie te oye jamás, nadie te mira.
¿Para esto vivir? ¿para sentir prestados No vuelve nadie, nada. No retorna
los brazos y las piernas y la cara, el polvo de oro de la vida.
arrendados al hoyo, entretenidos
los jugos en la cáscara? Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, 1973
¿para exprimir los ojos noche
a noche en el temblor obscuro de la cama,
remolino de quietas transparencias,
descendimiento de la náusea?