5 Min Seamos Personas Proactivas I4yg9q
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PERSONAS
PROACTIVAS
CHARLA DE
5 MINUTOS
A menudo la gente suele confundir proactividad con iniciativa. Es verdad que ambas cualidades
convierten a una persona en excepcional la mayoría de las veces; sin embargo, sí hay una
diferencia no tan sutil entre una y otra. En el trabajo, la iniciativa se valora en alguien que no solo
cumple con sus deberes, sino que además inicia -o cuando menos propone hacer- actividades
que rebasan sus obligaciones, pero sabe bien que son para el beneficio del área. Alguien así se
valora mucho. Pero, cuando se habla de proactividad, se refiere a una cualidad con un alcance y
profundidad mucho mayor. No significa solo tomar iniciativa. Significa que, como individuos,
somos responsables de nuestra situación, no solo en el trabajo, sino en nuestra propia vida.
Nuestra situación, buena o mala, es a causa de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones.
Significa tomar el control. Si no tomamos el control y hacemos que las cosas sucedan, en lugar
de simplemente ajustarse a una situación o esperar a que suceda algo, nos volvemos reactivos.
Hasta que una persona no pueda decir, profunda y honestamente: «Soy lo que soy como
consecuencia de mis elecciones de ayer», tampoco podrá decir «Elijo otra cosa».
Las personas reactivas se ven a menudo afectadas por su ambiente físico. Si el tiempo es bueno,
se sienten bien. Si no lo es, afecta a sus actitudes y su comportamiento. Las personas proactivas
llevan consigo su propio clima. El hecho de que llueva o brille el sol no supone ninguna diferencia
para ellas. Su impulso reside en los valores, y si su valor es hacer un trabajo de buena calidad, no
depende de que haga buen tiempo o no. Para que se entienda, es así cómo se describen:
Toman iniciativa
La iniciativa, como dijimos, es parte de la proactividad. Las personas
proactivas eligen las respuestas a circunstancias particulares, y además
tienen el poder para crear las circunstancias. Hacen que las cosas sucedan.
Cuidan su lenguaje
Nuestro lenguaje es un indicador muy fiel del grado en que nos vemos
como personas proactivas. El lenguaje de las personas reactivas las
absuelve de responsabilidad.
«Ése soy yo. Yo soy así, eso es todo.» Estoy determinado. No puedo hacer
nada al respecto.
«¡Me vuelvo loco!» No soy responsable. Mis emociones están fuera de mi
control.
«No puedo hacerlo. No tengo tiempo.» Me controla algo que está fuera de
mí: el tiempo limitado.
«Si mi jefe fuera más paciente...» La conducta de algún otro está limitando
mi efectividad.
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Siempre que pensemos que el problema está allí afuera, ese pensamiento es el problema.
Otorgamos a lo que está ahí afuera el poder de controlarnos y esperamos que cambie antes de
que cambiemos nosotros. El enfoque proactivo consiste en cambiar primero nosotros y de esta
manera provocar un cambio positivo en lo que está allí afuera: podemos ser más ingeniosos, más
diligentes, más creativos, más cooperativos y mejorar muchos aspectos de nuestra vida.
Entonces… ¿cuál es el siguiente paso? Revisar con detenimiento cuál es nuestro círculo de
influencia y tomar acción. No podemos elegir qué sucederá cuando el tren nos arroje, pero -en
definitiva-, sí podemos elegir quitarnos de la vía cuando el tren avanza hacia nosotros.