Seminario Histo

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TIPOS:

HUESO ESPONJOSO

El tejido óseo trabecular o esponjoso (sustancia esponjosa) está


compuesto por finos listones u hojas, las trabéculas (dim. del lat. trabs,
listones), que se entrecruzan en distintas direcciones y forman un
reticulado esponjoso, en cuyos espacios huecos intercomunicados se
encuentra la médula ósea (Fig. 12-7). Casi todos los huesos se componen
de tejido óseo cortical y trabecular, aunque ambos tipos se encuentran
en cantidad y distribución muy variables. En los huesos largos, por
ejemplo la tibia, la diáfisis (gr. dia, entre; ¡yo, crecimiento) (Fig. 12-8) se
compone de tejido óseo cortical que rodea el espacio medular como un
tubo de paredes gruesas (Fig. 12-9). En cambio, los extremos de los
huesos largos o epífisis (gr. epi, sobre) se componen casi con exclusividad
de tejido óseo trabecular, que sólo en la parte más externa se transforma
en una fina capa de tejido óseo cortical. Aquí, las superficies articulares
están recubiertas por cartílago articular (hialino). La transición entre la
diáfisis y la epífisis se denominada metáfisis (gr. meta, varios significados,
entre ellos tras, medio, entre). Durante el período de crecimiento, la metáfisis está separada de
cada epífisis por un disco de cartílago, el disco epifisario, donde se produce el crecimiento
longitudinal del hueso (véase la pág. 272). En el esqueleto adulto, el hueco medular del hueso
largo se comunica con los espacios medulares de las epífisis. Salvo las superficies articulares
recubiertas de cartílago, las superficies externas de los huesos están rodeadas por una capa de
tejido conectivo denso, el periostio (Fig. 12-9). Una delgada membrana interior de tejido conectivo
con células abundantes, el endostio, recubre todas las superficies óseas internas (espacio medular
y trabéculas)

HUESO COMPACTO Y SUS SISTEMA

Constituye la parte externa de las estructuras ósea. representa el


80% del esqueleto. Su principal función es proporcionar soporte
mecánico y protección.

El hueso compacto tiene cuatro sistemas laminares: laminillas


circunferenciales externas, laminillas circunferenciales internas,
osteonas y laminillas intersticiales.

El hueso compacto está formado por capas de hueso tan finas


como obleas, las laminillas, que se organizan en sistemas laminares
y son especialmente evidentes en la diáfisis del huesos largos.

LAMINILLAS CIRCUNFERENCIALES INTERNAS Y EXTERNAS

Las laminillas circunferenciales externas están justo debajo del


periostio, formando la región más externa de la diáfisis, y contienen fibras de Sharpey q anclan el
periostio al hueso.
Las laminillas circunferenciales internas, semejantes a las laminillas circunferenciales externas,
pero no tan extensas, rodean completamente la cavidad medular. Las trabéculas del hueso
esponjoso se extienden desde las laminillas circunferenciales internas hacia la cavidad medular,
interrumpiendo el revestimiento endóstico de estas laminillas

SISTEMA DE CONDUCTOS DE HAVERS (OSTEONA) Y LAMINILLAS INTERSTICIALES

La mayor parte del hueso compacto se compone de una gran cantidad de sistemas de conductos
de Havers (osteonas). Cada sistema está formado por cilindros de laminillas, dispuestas
concéntricamente alrededor de un espacio vascular denominado conducto de Havers. Con
frecuencia las osteonas se bifurcan a lo largo de su considerable longitud. Cada una de ellas está
delimitada por una delgada línea de cemento, compuesta principalmente de sustancia
fundamental calcificada con escasa cantidad de fibras de colágeno

Dentro de una laminilla, los haces de fibras de colágeno son paralelos entre sí, pero están
orientados cası perpendicularmente respecto a los de las laminillas adyacentes. Esta organización
es posible porque las fibras de colágeno siguen una disposición helicoidal alrededor del conducto
de Havers, pero se sitúan de forma diferente en las laminillas adyacentes.

Cada conducto de Havers, revestido por una capa de osteoblastos y células osteoprogenitoras,
alberga un haz neurovascular con su tejido conjuntivo asociado. Los conductos de Havers de las
osteonas adyacentes están conectados entre sí por los conductos de Volkmann (v. figs. 7.8. 7.14 y
7.17), espacios vasculares que están orientados oblicua o perpendicularmente a los conductos de
Havers.

El diámetro de los conductos de Havers varía de aproximadamente 20 µm a unos 100 µm. Durante
la formación de las osteonas, la laminilla más cercana a la linea de cemento es la primera que se
forma. Cuando se añaden más laminillas al sistema, el diámetro del conducto de Havers se reduce
y aumenta el grosor de la pared de la osteona. Debido a que les nutrientes de los vasos sanguíneos
del conducto de Havers deben atravesar los canalículos para llegar a los osteocitos, un proceso
bastante ineficaz, la mayoría de las osteonas no suele tener más de 4 a 20 laminillas.

Cuando el hueso se está remodelando, los osteoclastos resorben porciones de las osteonas y los
osteoblastos forman sistemas de conductos de Havers nuevos. Los restos de las osteonas
permanecen como arcos irregulares de fragmentos laminares, conocidos como taminillas
intersticiales, rodeados de osteonas. Al igual que las osteonas, las laminilas intersticiales también
están rodeadas por líneas de cemento.

Histogénesis del hueso

Aunque durante la embriogénesis el hueso puede formarse de dos maneras diferentes,


intramembranosa y endocondral, los dos tipos de huesos son histológicamente identicos. En
ambos casos, el primer hueso formado es el hueso primario, que más tarde se resorbe y se
sustituye por hueso secundario. El hueso secundario continúa resorbiendose durante toda la vida,
aunque a un ritmo más lento.
OSIFICACIÓN INTRAMEMBRANOSA

La osificación intramembranasa se produce dentro del tejido mesenquimatosa

La mayoria de los huesos planos se originan por osificación Intramembranosa. Este proceso se
produce en un tejido mesenquimatoso ricamente vascularizado cuyas células están en contacto
unas con otras a través de prolongaciones largas.

Las células mesenquimatosas, bajo la


influencia de Cbfas/Runxa y osterix, se
diferencian en osteoblastos que secretan
matriz ósea, formando una red de
espículas y trabéculas cuyas superficies

están pobladas por estas células (figs. 740 a 1.20).


Esta región de osteogénesis inicial se conoce como centro de osificación. Como era de esperar en
el hueso primario, las fibras de colágeno de tipo I de estas espículas y trabéculas en desarrollo
están orientadas de forma aleatoria. La calcificación se produce rápidamente después de la
formación del osteoide, y los osteoblastos atrapados en sus matrices se convierten en osteocitos.
Las prolongaciones de estos osteocitos entran en contacto unas con otras y también están
rodeadas por hueso en formación, estableciendo un sistema de canalículos. La actividad mitótica
continua de las células mesenquimatosas proporciona un aporte continuo de células
osteoprogenitoras indiferenciadas, que se diferencian en osteoblastos que seguirán formando
hueso.
Micrografía óptica de osificación intramembranosa. Se están formando trabéculas óseas por los osteoblastos que
recubren su superficie (flechas) Obsérvense los osteocitos atrapados en las lagunas (puntas de flecha). Están empezando
a formarse osteonas primitivas (Os).
OSIFICACIÓN ENDOCONDRAL

La osificación endocondral requiere la presencia de una plantilla de cartílago

La mayoría de los huesos largos y cortos del cuerpo se desarrollan mediante


osificación endocondral, la cual se produce en dos pasos: 1) se forma un molde de
cartilago hialino en miniatura, y 2) dicho molde crece y sirve como un andamiaje
estructural para el desarrollo del hueso, el cual al final se resorbe y sustituye por
hueso

REMODELACION OSEA
Los diferentes sistemas del cuerpo humano están formados por tejidos y células
especializadas que tienen la capacidad de adaptarse a los cambios y así mismo sus
propiedades les permiten regenerarse cuando han resultado afectadas por lesiones o daños
tisulares. Por ejemplo, los huesos son unos de esos tejidos capaces de producir una regeneración
celular, conocida como remodelación.

"Es un proceso continuo que ocurre en el sistema óseo cuando los huesos han sido sometidos a
cambios y nuevas demandas"

¿Cómo ocurre la remodelación ósea?

Cuando se altera, pierde o interrumpe la continuidad del tejido de un hueso, ya sea por factores
externo o internos, se activa un sistema de células óseas que se encargan de eliminar el tejido
afectado y crear uno nuevo, por eso al momento del daño tisular, se envían señales para que
comience el reclutamiento de las células. Pero ese es un mecanismo que se lleva a cabo en varios
pasos, por lo que son descritos a continuación:

1. Fase de reabsorción: actúan los osteoclastos rompiendo los tejidos afectados.


2. Fase de reabsorción inversa: las partes del hueso son llevadas al torrente sanguíneo y de
allí son reabsorbidas y eliminadas por el intestino y los riñones.
3. Fase de sustitución: los osteoblastos de activan para formar hueso nuevo.
4. Fase de mineralización: es la última fase y le corresponde cuando ya el hueso está
totalmente formado.

¿Qué células participan en la remodelación ósea?

El sistema óseo está formado por una matriz ósea que a su vez comprende al calcio, agua,
colágeno, fósforo y la hidroxiapatita. Pero además es el lugar de los huesos donde se localizan las
células óseas, que se encargan de la eliminación, reabsorción y formación del hueso, por lo que
son las que participan activamente en la remodelación del hueso.

Y estas células son conocidas como osteoclastos, osteoblastos y osteocitos.

"Las células que intervienen en la remodelación son los osteoclastos y los osteoblastos"
¿Por qué es importante la remodelación de los huesos?

Nuestro cuerpo se encuentra en constante cambio, por eso es necesario que se activen
mecanismos que nos ayuden a adaptarnos a las nuevas demandas que se nos presentan. Entonces
este proceso es importante para que realicemos ejercicio y cualquier actividad física de la vida
diaria.

Ahora bien, aunque es un proceso que se activa constantemente a medida que nuestros tejidos
van cambiando, se presenta también cuando el hueso es expuesto a factores internos como lo son
los trastornos metabólicos (osteoporosis) y en presencia de lesiones como las fracturas.

REPARACION OSEA

Todos los tejidos del cuerpo tienen capacidad de regenerarse ante una lesión, sustituyendo los
tejidos perjudicados por tejidos nuevos que deben tener la misma forma y características del
tejido sano. El hueso es un tejido que a pesar de su dureza tiene una capacidad de regeneración
importante y un tiempo determinado para su reparación. Al proceso de reparación del hueso
después de una fractura le llamamos también consolidación ósea(1). En este texto se van a
describir los diferentes procesos de reparación del hueso cuando se produce una fractura y qué
sucede cuando éste proceso se retarda.

Consolidación ósea o reparación del tejido óseo: fases

La consolidación ósea se da en 3 fases que siguen una de la otra. Éstas son: inflamatoria y
proliferativa, formación del callo de fractura y remodelación.

Fase inflamatoria y proliferativa

Cuando un hueso sufre un impacto, absorbe junto con los tejidos blandos circundantes la energía
liberada. Si la cantidad de energía no excede la capacidad de absorción de fuerzas del hueso no
sucede nada, pero si ésta energía es excesiva no será absorbida y se producirá la fractura; lo que
implica una hemorragia local y necrosis de las células tanto óseas como de los tejidos blandos, que
rodean la zona de fractura. En éste momento ocurren los siguientes procesos:

 Migración de células al foco de fractura por factores químicos liberados en el momento


del impacto.
 Multiplicación de las células en respuesta a factores químicos liberados por el impacto.
 Acumulación de líquido en el espacio intercelular y aumento de la permeabilidad capilar,
que produce un edema entorno al foco de fractura y todos los signos de la inflamación
(rubor, dolor, aumento de volumen, calor, impotencia funcional y deformidad). Esta
inflamación tiene como objeto limpiar el foco de tejidos necróticos para facilitar la
consolidación. Entre el 4º y el 21º día van apareciendo brotes vasculares que van
invadiendo el foco de fractura, por lo que aumenta notablemente el aporte vascular de la
zona. Alcanzadas las 3 semanas este proceso se ralentiza.

Si durante esta primera fase se manipula el foco de fractura se nota que los fragmentos rotan
entre sí y se producen sonidos (crepitación) debido al roce de los bordes óseos.

Formación del callo de fractura

Entre la segunda y la tercera semana comienza a formarse el callo blando de fractura. Durante
esta fase proliferan las células en el periostio (capa más externa del hueso), en los tejidos blandos
y en todo el tejido vascularizado circundante; y comienzan a diferenciarse en osteoblastos (células
que formarán el nuevo tejido óseo), osteoclastos (células que reabsorben y remodelan el hueso) y
condroblastos (células que crean tejidos cartílaginosos).

Las células del periostio proliferan rápidamente, buscando la unión de los fragmentos de la
fractura. Por ello, se forma un manguito perióstico que envuelve el callo blando. En este momento
puede manipularse la fractura sin notar crepitación, ya que los fragmentos de hueso no se
mueven.

Cuando finaliza esta fase comienza la mineralización del callo, producida al depositarse cristales de
hidroxiapatita y al irse formando un tejido osteoide que va a ser mineralizado. En este momento
se forma un tejido óseo muy primitivo, fibrilar y en forma de láminas que tiene suficiente
consistencia para que el foco de fractura sea estable, pero no tiene capacidad de soporte de
cargas. A medida que progresa la mineralización, el tejido óseo va ganando rigidez. En cuanto a su
establecimiento se manifiesta por la desaparición de las manifestaciones inflamatorias en el foco.
Por ello, es el momento de considerar la posibilidad de soporte de cargas.
Fase de remodelación

El proceso de consolidación finaliza con un remodelamiento adaptativo, que puede durar meses o
incluso años.

En este proceso de consolidación intervienen diversos factores: el celular, de vascularización, los


bioquímicos del organismo (hormonas, vitaminas), factores bioquímicos locales (factores de
crecimiento) y factores biofísicos (mecánicos).

Si la zona lesionada no está vascularizada nunca se producirá regeneración, ya que la elevada


actividad metabólica que implica la reparación tisular no puede llevarse a cabo sin el oxígeno
contenido en la sangre. Por ello, en ocasiones es necesario realizar injertos de hueso
vascularizado.

Además, existen hormonas (como la paratohormona, hormona del crecimiento, estrógenos…), que
tienen una influencia definitiva en la formación del callo de fractura; igual que ciertas vitaminas
como la C y la D.

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