Historia Apuntes Tema 9

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TEMA 9: EL SIGLO XXI: PRESENTE Y FUTURO

9.1. EL DEBATE DE LAS IDENTIDADES NACIONALES

Francis Fukuyama (sociólogo y analista del departamento de estado de EE. UU.), escribió un artículo titulado “¿El
final de la historia?” que levantó una gran política. Poco después se publicó “El fin de la historia y el último hombre”
en 1992. Defendía que la tendencia mundial hacia la democracia y el capitalismo habían puesto punto final al
debate ideológico sobre la forma ideal de gobierno. Después de los grandes conflictos del siglo XX, y tras la caída del
muro de Berlín, había dado comienzo un gran proceso que ha conducido a la victoria del liberalismo económico y
político. Habría llegado el final de la historia como tal. Francis explicaba que “ese fin de la historia no es necesario
que todas las sociedades se conviertan en exitosas sociedades liberales, sino que termines sus pretensiones
ideológicas de representar diferentes y más altas formas de la sociedad humana”. También se refería a que era este
un proceso que iba más allá de lo político, lo que se demostraba por la expansión de la cultura consumista
occidental.

Fukuyama no le daba demasiada importancia a la religión como factor crucial. El tiempo y los acontecimientos
hicieron cambiar el pensamiento de Fukuyama, que de profeta del neoconservadurismo pasó a apoyar a Barack
Obama y más recientemente a Hillary Clinton. Su nueva obra “Los orígenes del orden político y decadencia de la
política” (2012), en la cual, el autor toma como referencia a Dinamarca, país que considera el mejor modelo de
democracia.

El autor recuerda que “durante el periodo de 40 años comprendido entre 1970 y 2010, hubo un enorme aumento
del número de democracias en todo el mundo”. ¿La razón? Millones de individuos se habían organizado y
participaban en la vida política de sus sociedades: la generalización del acceso a la educación, tecnología de la
información, el bajo coste de comunicaciones y una mayor prosperidad, que inducia a las personas a exigir una
mayor protección de sus derechos.

Por su parte, S.P. Huntington, profesor en Harvard, es su artículo “The Clash of Civilizations”, intuyo que una vez
acabada la Guerra Fría comenzaría otras tensiones mundiales de tipo geopolítico: conjuntos normativos cerrados,
culturas activas con memoria, capaces de establecer una voluntad política común. Así pues, los enfrentamientos
entre civilizaciones se relacionaban a partir de impulsos hasta que una de las civilizaciones salía victoriosa sobre la
otra.

Huntington consideraba que existen una serie de grandes civilizaciones, integradas por sub-civilizaciones. Así, la
occidental (Europa occidental, América del Sur y Norte y Australia) estarían integradas por la cristiana ortodoxa y la
latinoamericana. Luego estarían la chino-japonesa, la islámica, la hindú, la africana y la budista. Por tanto, la trama
del poder mundial está formada por potencias de civilizaciones diferentes.

El mundo es y seguirá siendo multicultural y multifocal, sin que eso asegure para nada la intolerancia ni la paz,
porque las civilizaciones seguirán compitiendo. Para occidente, la islámica es la civilización más problemática, por
motivos demográficos y culturales, aunque debería estarse atentos a China e India.

En 2004 Huntington volvió con su nueva obra “¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional
estadounidense”. Decía que había una crisis generalizada de las identidades mundiales lo que perjudicaba las bases
fundamentales de idea de nación. También ponía el acento sobre las ideologías multiculturalistas, que afectaban a la
idea de nación. En cuanto a la emigración, Huntington señalaba varias cuestiones: por un lado, las nuevas
tecnologías y la capacidad de seguir en contacto con los lugares de origen dificulta la asimilación al nuevo marco
cultural en el que se vive. Las nuevas corrientes migratorias hacia los EE. UU. estaban conformadas por gente que
compartía un idioma, el español, lo que podía llevar al bilingüismo en los EEUU, lo que sería una amenaza para la
identidad nacional estadounidense.

El tema de la identidad es uno de los grandes debates del siglo XXI. El capitalismo ha resultado ser lo único en lo
que todos convergemos, no un discurso de ética universal. Occidente se ha convertido de hecho en una cultura más,
y como todas ellas aspira a su defensa al modo tradicional, siendo fiel a sus esencias.
9.2. EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO Y EL 11S

En varios países de mayoría musulmana el sistema político es democrático y existen derechos individuales, si bien de
forma más limitada que en los países occidentales. En varios países ha habido avances: las mujeres pueden ejercer
como predicadoras, pronunciando sermones en las mezquitas entre otras cosas. En Pakistán, Indonesia, Turquía y
Bangladesh las mujeres desempeñan un papel político cada vez más importante. En Kuwait, las mujeres lograron el
acceso a la universidad y más recientemente el derecho de sufragio. En otros estados como Arabia Saudí, no hay
mujeres en el parlamento, ni en el gobierno, ni se las permite tan siquiera conducir, aunque hay movimientos en pro
del cambio, muchos de ellos liderados por las propias mujeres.

En cuanto al fundamentalismo islámico, surgió el wahabismo como reacción a lo que se consideraba la pérdida de
las tradiciones religiosas en el imperio otomano. La causa wahabí consiguió que se convirtiera en la seña de
identidad en la lucha contra el dominio europeo. Consiguieron conquistar toda la península Arábiga, y proclamar el
reino de Arabia Saudí.

A mediados del XIX nació en India el movimiento Yihad islámica, y en Egipto, el movimiento de Hermanos
Musulmanes. Su objetivo inicial era la abolición de la constitución laica inspirada por los británicos. Uno de los
dirigentes egipcios redefinió la lucha. Ya no sería para implantar la sharia en Egipto, sino contra el imperialismo
occidental, los comunistas rusos y chinos y los musulmanes defensores del laicismo, para la unificación y purificación
de todo el mundo musulmán en una sola república islámica. El peso de la religión en el mundo islámico ha hecho que
los movimientos revolucionarios de tipo occidental no cuajaran o tuvieran un éxito efímero. Desde entonces los
movimientos revolucionarios han mirado al pasado del islam.

Desde los atentados del 11S, fundamentalismo islámico y terrorismo son dos conceptos que caminan juntos. La
organización paramilitar, terrorista y yihadista, AL QAEDA fue la que realizó dichos atentados, aunque no era esta la
primera vez que atentaba contra los estadounidenses. La organización se fundó para luchar contra los soviéticos en
Afganistán. Pero terminada esta guerra, se alió con el régimen talibán y empezó una lucha internacional en apoyo a
las posiciones musulmanas a nivel mundial. Al Qaeda en 1993 intentó por primera vez destruir las torres gemelas. En
1998 atacó diversas embajadas estadounidenses en África con un saldo de 200 muertos. En el 2000 perpetró un
ataque con bomba en el buque de guerra estadounidense USS Cole, que estaba atracado en Yemen.

El 11 de septiembre de 2001, un avión secuestrado impacto, a propósito, contra una de las torres del World Trade
Centre en Nueva York. Unos minutos después un segundo avión alcanzó la otra torre. La razón de esta elección fue
que eran símbolo del poder económico de EE. UU. A las 9:43 horas un tercer avión impactó contra el pentágono en
Washington. Los atentados causaron cerca de 3000 muertos.

Durante las sesiones del Consejo de Seguridad Nacional, se planteó la exigencia de que Bin Laden fuese entregado
por el gobierno afgano; Donald H. Rumsfeld propuso atacar Irak, tesis sustentada por su subsecretario. El presidente
decidió que el primer paso de la guerra contra el terrorismo debía ser el derribo del gobierno de los talibanes en
Afganistán y la eliminación de Al Qaeda.

Hoy, 13 años después, la situación en la región, lejos de pacificarse, sigue muy convulsa. El pentágono anunció que
daba por finalizadas las operaciones en Irak, pero el incremento del terrorismo islámico y la brutalidad de las
acciones del ISIS, obligaron al presidente Obama a implicarse en la lucha de nuevo en septiembre de 2013
aprobando intervenciones aéreas. En total, los militares que permanecen en Irak son 4600.

9.3. LA ONU DEL FUTURO

Desde 2011 la ONU cuenta con 193 miembros, siendo el último Sudán del Sur. La organización ha sido la garante de
la paz mundial. Es muy destacable su trabajo en pro de los derechos humanos, la alimentación, la demografía o el
medio ambiente, entre otros.

Hoy en día la organización está en crisis (estancamiento ideológico, situación financiera, falta de control en los
grandes conflictos). Plantearse el llevar a cabo una reforma en profundidad de la ONU es cada día más importante.
La reforma del Consejo de Seguridad es una de las más necesarias por dos razones: porque no refleja la estructura
real de poder del mundo en la actualidad; y segundo, por la utilización del veto.
Ya entre 1992 y 1997 se vieron los primeros intentos, dirigido por el egipcio Boutros-Ghali. Puso en marcha un
programa de trabajo, el Programa de Paz, en el que se proponía un nuevo orden internacional basado en: la
cooperación para prevenir conflictos, la intervención militar preventiva en los posibles focos de conflicto, el
abandono de la doctrina de la no injerencia en los asuntos internos de los Estados que amenazasen la paz y la
seguridad internacionales, la ampliación de los recursos para las operaciones de mantenimiento de la paz, y la
reducción de los armamentos convencionales y nucleares.

Cuando se celebró el cincuentenario de la creación de la ONU, los estados miembros debían 3700 millones de
dólares a la organización y menos de la mitad de los miembros estaban al corriente de sus cuotas.

En enero de 1997 Ghali abandonó el cargo, siendo sustituido por el ghanés Kofi A. Annan, que trato de potencial el
multilateralismo. Bajo su mandato, creó el Tribunal Penal Internacional, que debería especializarse en la
persecución de los delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad.

En 2004 cuatro países (India, Alemania, Japón y Brasil) pidieron ser miembros permanentes del Consejo de
Seguridad, y debía añadirse un país africano, pero no hubo acuerdo de cual debía ser este.

Lo que parece incuestionable es la necesidad de reforma y que esta debe girar en torno a cinco líneas prioritarias:
una mayor democratización de la Organización; aumento de la legitimidad y de la fuerza moral; incremento de los
medios de coacción armada para hacer valer sus resoluciones; mayor eficacia burocrática; y la dotación de más
recursos económicos por parte de los estados miembros; la creación de una red de salud por internet en 10.000
hospitales y clínicas de los países en vías de desarrollo y la creación de nuevos equipos para afrontar las catástrofes
naturales o las crisis humanitarias. En definitiva, hoy en día, los mecanismos de la ONU para la paz apenas
funcionan. La ONU parece haberse especializado en la ayuda humanitaria y en la organización de conferencias
internacionales en las que se lanzan propuestas de creación de riqueza sin destruir el medio ambiente.

9.4. EL TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL

La Resolución 260 de la ONU, en 1948, Convención para la Prevención y la Represión de Genocidio, definió este
delito y estipulo que ``las personas acusadas de genocidio deberían ser trasladadas ante los tribunales competentes
de estado cuyo territorio se cometieron tales actos, o ante la Corte Criminal Internacional que fuera competente´´.
La asamblea general aprobó la creación de un comité encargado de elaborar propuestas y proposiciones para el
establecimiento de dicho tribunal.

Antes de que se diese el paso, Naciones Unidas a través del consejo de seguridad, había creado tribunales penales ad
hoc, encargados de enjuiciar cuestiones concretas, como el creado para la ex Yugoslavia (TPIY) y el Tribunal Penal
Internacional para Rwanda (TPIR). En mayo de 1993, a instancias de su consejo de seguridad, la ONU creó un
Tribunal Penal Internacional, con sede en La Haya.

El cometido inicial fue investigar, juzgar y castigar los crímenes cometidos en el territorio de la antiguo Yugoslavia.
Este tribunal recibió un amplio respaldo de países europeos y de EEUU y fue dotado del personal necesario, incluido
jueces, lo que hizo posible la detención y procesamiento de varios de los responsables de matanzas de bosnio-
musulmanes, croatas, serbios y kosovares.

La creación de estos tribunales ponía de manifiesto que existía la voluntad de ir avanzando en la consolidación de un
tribunal internacional, aunque los obstáculos para su consolidación eran importantes. La ONU elaboró un proyecto
de estatuto de un tribunal penal internacional permanente. La idea central era juzgar, bajo el principio de justicia
universal, a los autores de determinada categoría de crímenes cuando su propio país no pueda o no quiera juzgarlos
por su propia jurisdicción territorial.

En julio de 1998 la asamblea general de la ONU convocó en Roma la Conferencia Diplomática de plenipotenciarios
de las Naciones Unidas para el establecimiento de una Corte Penal Internacional. El proyecto fue aprobado por 120
países, entre estos España. Siete países se opusieron (EE. UU., Israel, China, India, Turquía, Filipinas y Sri Lanka). En
diciembre del 2000, EE. UU. firmó el estatuto. Lo decidió así el presidente Clinton unos días antes de abandonar la
Casa Blanca, con la oposición del pentágono y del partido republicano. Por fin, el tribunal tuvo su acta de nacimiento
en abril del 2002, al anunciarse que 66 estados habían depositado en la ONU las ratificaciones para la entrada en
vigor.
Hay que dejar claro que este tribunal no resuelve conflictos entre estados, sino crímenes cometidos por personas.
Según la página oficial del TPI se han presentado 23 casos ante el tribunal. Se han emitido 29 órdenes de arresto,
algunas de ellas (8) han terminado con personas detenidas en la cárcel del TPI.

9.5. TERRORISMO INTERNACIONAL

El terrorismo puede decirse que es una forma de guerra diferente, no convencional, en la que se busca hacer daño
indiscriminadamente con el fin de obtener algún tipo de cambio político.

Se considera que los primeros terroristas de la historia fueron los sicarii, que lucharon contra el poder de roma en la
región de Palestina.

Obviamente no existe un solo tipo de terrorismo. Existe desde el terrorismo de estado, que se ejerce desde los
poderes públicos, hasta el revolucionario o separatista. En la actualidad, también hay que hacer referencia al
terrorismo religioso, aunque no deja de ser un tipo de terrorismo político. Este terrorismo internacional que ha
ganado un gran protagonismo gracias a las nuevas tecnologías y al uso que de ellas hacen, no solo para comunicar
sus pretensiones y sus macabras realizaciones, sino también para organizarse y crear redes de actuación conjuntas.

La página web del Ministerio de Asuntos Exteriores español, cuando se refiere a la amenaza terrorista, explica que
``los grupos terroristas van modificando sus métodos de organización y funcionamiento, intentando aprovechar las
debilidades de los Estados y recurriendo a las tecnologías de la información modernas para aumentar el impacto en
sus atentados. Estos vínculos han llevado a que la lucha contra el terrorismo vaya ligada también a la lucha contra el
comercio ilegal de donde obtienen financiación los terroristas´´.

Los atentados terroristas han pasado de menos de 2000 a casi 14000, siendo cinco los países donde se concentra el
57% de los mismos: Irak, Pakistán, Afganistán, Nigeria y Siria. El 60% corresponde al Estado Islámico (ISIS), Boko
Haram, los talibanes, Al Qaeda y Al Shabab.

Uno de los últimos focos de atención al terrorismo está siendo Turquía, quien desde principios de este año ha
sufrido una ola de atentados terroristas que ha puesto al país en máxima alerta. Las autoridades acusan a grupos
relacionados con el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). En el primer semestre de 2016 se contabilizaron
12 atentados, los cuales tres se atribuyeron al ISIS y los demás a los kurdos.

9.6. LA TENDENCIA DEMOGRÁFICA

La población del mundo rico envejece y los gobiernos no tienen la voluntad de afrontarlo, ni de forma individual ni
colectiva. La expectativa de vida a nivel mundial era, en 1950, de 48 años, y en 2050 será de 77 años. La peor parte
se la lleva Europa, dado que su población descenderá durante las próximas 3 décadas; si no hay cambios
sustanciales, el crecimiento económico, que ya es bajo, descenderá en Europa.

Se cita siempre la sostenibilidad de los sistemas públicos de pensiones y el aumento del gasto sanitario como
principales efectos económicos del envejecimiento de la población. Otros: un menor crecimiento potencial, la caída
de la productividad, el cambio de hábitos, las posibilidades de crecimiento de las compañías farmacéuticas y las del
mundo del ocio. Entre las opciones para resolver el problema económico planteado por el envejecimiento destacan
dos: abrir más las puertas para la inmigración, lo que afectaría a la cultura europea, o intentar reformas
estructurales que mejoren la productividad. El problema no solo afecta a España, sino también a EE. UU. y a Japón.

España es uno de los países más afectados por el envejecimiento. Nuestro país tiene una de las más altas esperanzas
de vida del mundo, de 80 años para los hombres y 85 para las mujeres.

Otro cambio es la convivencia formal en pareja, que significa que, por los cambios generales en las prioridades
vitales, decrecen los matrimonios religiosos y civiles y también la apuesta por una relación libremente acordada.
Este cambio tiene que ver con la toma de conciencia de una larga esperanza de vida: al crecer la seguridad de seguir
vivo más tiempo, más gente, entre la que tiene suficientes recursos para llevar una vida acomodada sin ninguna
colaboración relacional, considera razonable dedicar sus esfuerzos a construir una vida en la que la independencia
respecto a los demás sea el soporte en el que asentar el ejercicio de la libertad concreta.

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