El Dios de Esperanza

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EL DIOS DE ESPERANZA

ROMANOS 15:12-13 (1 de Pedro 1:3)

INTRODUCCIÓN: “El que espera, desespera” dice un refrán popular. Esperar algo no es
satisfactorio para nadie y en ocasiones las salas de espera en oficinas y consultorios se convierten
en salas de tortura para muchos que, como yo, son impacientes y perciben el tiempo de espera
como un tiempo perdido. Esta creencia común puede percibir a la esperanza como algo negativo y
algo no muy deseado.

Sin embargo, la esperanza de por sí ahora es considerada tan utópica, tan basada en lo irreal,
debido a la maldad actual, la corrupción, las guerras, el poco valor a la vida, la falta de respeto y
amor, podemos decir con gran desilusión que el futuro no ofrece ninguna esperanza. En medio de
este panorama ¿cómo es posible que alguien pueda afirmar con extrema seguridad que tiene una
esperanza sólida y confiable? ¿Será solo un deseo que carece de fundamento? Una de las
características que distinguen a los cristianos es que afirmamos tener una esperanza absoluta.

Sin embargo, la esperanza, desde el punto de vista bíblico, es una virtud esencial y tiene una
connotación positiva. De hecho, la esperanza de los creyentes siempre está basada en Dios y sus
promesas.

I. Dios de esperanza

Nuestro Dios no solamente es una fuente de nuestra esperanza, sino que Él es el Dios de
esperanza: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo (Rom. 1:13). La esperanza de los
cristianos está personificada en Jesús: “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios
nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza” (1 Tim.1:1).

II. Carácter de un Dios esperanzador


El carácter de Dios, quien siempre es bueno, fidedigno y verdadero nos motiva a confiar y
esperar en El y en sus promesas. Así que, el teólogo Jurgen Moltmann en su famoso libro
La teología de la esperanza nos dice que “la esperanza no es otra cosa que la expectativa
de aquellas cosas que por la fe creemos han sido claramente prometidas por Dios”.
Bienaventurado es el hombre o mujer que tiene su esperanza puesta en el Señor; aunque
surjan tribulaciones no dejará de llevar fruto (Jeremías 17:7- 8)
III. Esperanza presente
Además, la esperanza no es solamente la expectativa de algo que Dios cumplirá en el
futuro, sino que tiene repercusiones presentes. La perspectiva de nuestra vida y nuestro
comportamiento cambian cuando nuestra esperanza en Dios y en sus promesas forman
parte de nuestra vida como seguidores de Jesucristo. 1 tesalonicenses 1:3 acordándonos
sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro
amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.
a) Debemos mantener nuestra fe firme y sin vacilaciones: “Mantengamos firme, sin
fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Heb.
10:23).
b) Debemos vivir vidas puras como hijos de Dios: Y todo aquel que tiene esta esperanza
en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:1-3).
c) Debemos renunciar a la impiedad y vivir de una manera sobria, justa y piadosa:
aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo, (Tito 2:13).
d) Debemos mantenernos firmes, constantes y creciendo en el servicio a Dios ya que
Jesús ha conquistado a la la muerte: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en
el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58).

IV. Esperanza de vida eterna


(Salmo 131: 1) Esta esperanza nos lleva a confiar en Dios siempre, se basa en las
promesas seguras de nuestro Dios de darnos vida eterna, no son deseos idealistas o
un optimismo sin fundamento o seguridad en nosotros mismos, o en el poder de un
pensamiento positivo. Los cristianos tienen una esperanza segura, porque su confianza
descansa en un Dios vivo y real. La esperanza de la vida eterna, es una esperanza que
capacita, que nos mueve, que da sentido a nuestras vidas y servicio. No es un mero
asentimiento de una verdad, ni una identificación intelectual con una serie de
creencias correctas. Sino una fe genuina en lo que Dios nos ha anunciado, y la
seguridad del lugar a donde Dios nos llevará como morada final.

CONCLUSIÓN: L a esperanza es una de las virtudes del cristiano esencial, junto con la fe y el amor.
La esperanza nos anima a estar llenos de gozo y alegría en los momentos difíciles, teniendo la
certeza de la expectativa de una futura salvación en Cristo. Nos lleva a mirar más allá del presente
y hacia el futuro, nos anima a depender de Dios y a buscar su voluntad en nuestra vida, y es una de
las mayores bendiciones de la salvación. Por eso, es importante que cultivemos la esperanza en
nuestra vida y la confianza en Dios aun cuando enfrentemos dificultades.

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