Si Tu Presencia No Ha de Ir Conmigo

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Si tu presencia no ha de ir

conmigo, no nos saques de aquí

entreCristianos5 enero, 2008Actualizado: 5 enero, 2008

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(Éxodo 33:1-23)
INTRODUCCIÓN: Hemos comenzado un año más. Esta es la ocasión para acudir al
“tribunal” del tiempo donde no podemos mentir, y donde los mejores abogados no
nos ayudarán con nuestros alegatos sobre el uso que hicimos del mismo. No tuvimos
si no sólo 365 días, 12 meses, 8.760 horas, 525.600 minutos y 31.536.00 segundos
durante todo el año. ¿Cómo nos acercamos a ese tribunal en este tiempo? ¿Cómo
saldremos de ese juicio? Si el ocio se hizo presente, en lugar del esfuerzo laborioso,
no nos quejemos si la sentencia es adversa. Pero si la disciplina y la constancia
hicieron posible el logro de nuestros caros sueños, de ese “juez” solo vendrán loas y
el veredicto de lo “bien hecho”. La vida de Moisés estuvo marcada por el tiempo.
Cuarenta años en el palacio de Egipto. Cuarenta años en el desierto, como pastor de
ovejas. Y cuarenta años dirigiendo al pueblo de Israel hasta el borde la tierra
prometida. A los cuarenta años conoció a Dios de forma personal. Desde entonces
supo que lo más importante de su tiempo era la presencia de Dios. Él sabía sobre la
necesidad de ella. El pueblo de Israel tenía una sensible inclinación de cambiar Dios
por otros dioses. En el capítulo anterior ellos tomaron la decisión de buscar otro
guía, representado en un “becerro de oro”, para que les condujera a la tierra
prometida. Tal pecado produjo la ira de Dios hasta negarles su presencia en la
continuación del viaje debido a su descarrío. Pero la determinación de Dios no hizo
esperar a la de Moisés: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no me saques de este
lugar” v. 15. Amados hermanos, el comienzo de un nuevo año nos emplaza a
levantar el “campamento” para entrar al año que viene. Y como no sabemos qué
vendrá en ese viaje, requerimos de la presencia del Señor por cuanto él conoce
mejor el camino. Esto lo afirmamos porque, ¿de qué nos sirve hacer planes y hasta
tomar decisiones si no contamos con la presencia del Señor? Veamos, pues, la
importancia de un llevar a un “baquiano” para el resto de este viaje. Consideremos
las bendiciones de su presencia para la conquista del año que se aproxima.

I. NO ES LO MISMO LA GUÍA DE UN ÁNGEL QUE LA GUÍA DE DIOS v. 2

1. Los ángeles no perdonan nuestras faltas. La idolatría es un pecado condenable. El


anuncio del v. 2 produjo gran pesar en el pueblo y preocupación en Moisés, quien no
ignoraba que Israel era “de dura cerviz”. Y es cierto que es mejor un ángel que un
ser humano para que nos conduzca, pero nosotros sabemos que solamente Dios es
todopoderoso, perdonador y misericordioso para guiarnos en tal difícil viaje.

2. Los ángeles no conocen la mente y el corazón. Es cierto que los ángeles cumplen
tareas divinas, pero solo Dios conoce la mente y el corazón del hombre para darle
una adecuada conducción. Moisés estaba persuadido que sólo la presencia del Dios
que les había sacado con portentos y milagros de Egipto, era el único que podía
conducirles a través del desierto y pelear las batallas que tenían por delante. Ya
Moisés había tenido una profunda experiencia con él en el monte Sinaí, como
ningún otro mortal la ha tenido. Además, en este mismo capítulo Dios le va a repetir
una y otra vez que él ha hallado gracia delante de Dios, por lo tanto él sabía que con
nadie más podía gozar de tan plena comunión. El no podría adorar un ángel como lo
haría con su Dios.

3. Los ángeles no responderían nuestras oraciones. En esto hay una verdad suprema.
Un ángel pudiera hacernos compañía, pero por cuanto es una criatura, él no podrá
darnos el consuelo que necesitamos. Un siervo de Dios podrá darnos algún consuelo
y palabras de aliento, pero sólo Dios es el único que nos pueda dar descanso como
se lo prometió a Moisés. Para esto envió el Señor a su Espíritu Santo. Nuestra
comunión íntima no podrá con otro ser creado. Y su comunión íntima es con los que
le temen.
II. NO ES LO MISMO LAS MISERICORDIAS DE DIOS QUE SU IRA v. 5

1. Hay noticias que no quisieran escucharse. Si la falta de la presencia de Dios para


Israel era una mala noticia, para Moisés no pudo ser peor, toda vez que él era su
guía. Se dice que cuando ellos escucharonesa mala noticia, “vistieron luto, y
ninguno se puso sus atavíos” v. 4. No era para menos. Y es que el saber que nuestras
faltas hacen separación entre nosotros y Dios tiene que producir un gran dolor en el
alma, pues se trata de una ofensa contra el Dios que nos ama tanto. Cuando Adán y
Eva pecaron interrumpieron esa presencia de Dios con ellos y por su ira fueron
expulsados del Edén.

2. ¿Qué es lo que interrumpe la comunión con Dios? Lo único que interrumpe


nuestra comunión con Dios son nuestras propias faltas. El salmista lo dibujó de una
manera dramática, al decirnos que “si en mi corazón hubiese yo mirado a la
iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18). Contrario a esto, el
mismo salmista, después que había ofendido a su Dios, dijo: “Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51:17). Ahora la Biblia nos exhorta a
no contristar al Espíritu (1 Tes. 5:19; Ef. 4:30). Este pecado interrumpe la presencia
del Señor en nuestras vidas.
3. Dios no puede ser comparado con un “becerro de oro”. El pueblo de Israel había
cambiado la presencia poderosa de Dios por un becerro de oro que no podía hacer
absolutamente nada por ellos como no lo hacen los demás ídolos. Cualquier ídolo
que tengamos lo único que hace es llevarnos a cometer pecado. Mientras que la
presencia del Señor lo único que produce es una vida santa y llena de profundo
significado. ¿Qué hay en nuestras vidas que está interrumpiendo nuestra comunión
con el Señor y traer su ira?

III. NO ES LO MISMO TENER A DIOS ADENTRO QUE AFUERA v. 7

1. El tabernáculo fuera del campamento. El tabernáculo era el lugar donde Dios


hablaba cara a cara con Moisés. En no pocas veces el pueblo fue testigo de la gloria
manifestada. Pero debido a su pecado,
Moisés decidió sacar el tabernáculo en medio de ellos. El texto dice: “Y Moisés
tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el
Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de
reunión que estaba fuera del campamento” v. 7. Con esto el pueblo de Israel estaba
pagando el precio de su extravío. Los que anhelaban tener un encuentro con él
tenían que emprender una búsqueda. Aquello era una decisión seria.

2. La comunión con Dios debe lucharse. La comunión con Dios no es un asunto fácil
ni se logra con una liviandad espiritual. Con frecuencia requiere de una lucha que
hay que ganar contra nuestra propia comodidad. A lo mejor demanda largos tiempos
de gemir y de quebrantamiento. Es posible que sea una lucha, tipo Jacob, quien no
soltó al varón con quien luchó hasta que no lo bendijo. Israel tenía el tabernáculo
dentro de ellos. Esto les daba una gran confianza y al parecer no se preocupaban de
nada. Pero ahora se va a comprobar quienes eran los verdaderos adoradores, pues
tenían que emprender la búsqueda. Jesús dijo que “los verdaderos adoradores le
adorarán en espíritu y en verdad”. Esto plantea una búsqueda que necesariamente no
tiene que ver con un sitio en especial. ¿Se ha sentido alguna vez lejos del Señor?
¡Emprenda la búsqueda hoy!

IV. NO ES LO MISMO ADORAR A DIOS CON UN CORAZÓN FRÍO QUE


HACERLO CON UN AMOR FERVIENTE v. 10

1. Dando el ejemplo. Obviamente en esta historia Moisés es el primer adorador. Él


disfrutaba del compañerismo divino a tal punto que las Escrituras nos dicen: “Y
hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero…” v.
8. La actitud de Moisés como líder fue determinante para que Israel entendiera que
“a Jehová tu Dios adoraras y a él sólo servirás”, pues cuando él tomaba ladecisión de
ir a lo que era su “retiro espiritual”, el pueblo estaba pendiente de sus movimientos.
De esta manera ellos se levantaban de sus tiendas y en frente de ellas hacían su
“culto de adoración” vv. 8, 9. Es una bendición para una iglesia cuando sus propios
líderes son ejemplos de adoración a quienes ellos puedan imitar. Necesitamos
levantar al pueblo a la adoración.
2. La adoración colectiva. El estar consciente de tal presencia tiene que movernos
hacia una auténtica adoración. Tenemos que admitir que muchas veces hay tanta
frialdad en nuestras vidas que nos olvidamos rendirnos en adoración a Dios. Cuando
otros ídolos, al estilo del “becerro de oro” son levantados, la presencia de Dios
pareciera no hacer nada en nuestras vidas que nos haga salir de nuestra propia
“carpa” para adorarle. Tenemos todas las razones para adorarle. Contamos con las
más variadas formas para hacerlo. Disponemos de las más seguras libertades. ¿Por
qué pasamos tanto tiempo sin hacerlo? Se nos ha dado el Espíritu Santo, cuya
principal función ha sido la de glorificar al Hijo, ¿por qué no lo adoramos?
Salgamos hoy de donde estamos y adoremos con amor ferviente. Recordemos el
ejemplo de los ángeles, los pastores y los magos cuando nació Cristo. La presencia
de Dios en nuestras vidas no es solo para suplir, sino para adorarle.

V. NO ES LO MISMO COMENZAR EL VIAJE A SOLAS QUE CONTAR CON


LA PRESENCIA DEL QUE CONOCE MEJOR EL CAMINO v. 15

1. Si no vas no voy. El liderazgo de Moisés nos muestra que en la vida espiritual no


debe haber tratos a medias. Que para emprender la ruta de un nuevo tiempo, así
como Moisés emprendería la ruta hacia la tierra prometida, no debe haber un
conformismo con lo que hasta ahora hemos vivido. De manera que cuando él tuvo la
experiencia del encuentro cara a cara con el Señor, se atrevió a decirle: “Si
tupresencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí” v. 15. Es como si
hubiese dicho: “Señor, si tu presencia no esta conmigo, entonces no iré para ninguna
parte. ¡No moveré un solo paso si no estoy seguro que estas conmigo!”. En esto hay
coraje, firmeza y resolución. Este hombre sabía que sin la presencia de Dios en su
vida, todas las cosas que emprendieran eran inútiles. Nadie como él para saber que
la presencia de Dios en Israel era tan distinta a los dioses de las demás naciones. De
modo que sin esa presencia él prefería no avanzar.

2. Necesitamos dirección correcta. Antes de esta resolución Moisés le había pedido a


su Dios que le mostrara el camino v. 13. No podía ser de otra manera. Dios no solo
conoce el camino, sino que puede abrir el camino; pero lo que es más importante, él
mismo es el camino. A veces no sabemos que camino tomar. Muchos de ellos son
inciertos y llenos de peligros. Solo un baquiano como el Señor podrá conducirnos.
Un nuevo año es un camino nuevo a transitar. Desconocemos las sorpresas que
aguardan. Es sabio pedir, al igual que Moisés, que Dios nos muestre el camino. Su
presencia en el camino es luz para las noches oscuras y frías, pero nube arriba sobre
el sol avasallante del desierto.

3. Esta debe ser la resolución para el nuevo año. Si la presencia de Dios no nos
acompaña en el inicio de un nuevo año, lo demás que hagamos, emprendamos,
vivamos… no vale la pena. Muchas veces nos preguntamos por qué no hay victorias
y respuestas para lo que hacemos o lo que pedimos al Señor. Deberíamos revisar
hasta dónde estoy dejando que la presencia del Señor me guía. La lucha que esto
plantea es la de un Dios que quiere guiarnos para que vivamos victoriosos, y mi
propia voluntad que toma la iniciativa para guiar mi vida. Pero siempre descubrimos
que no podemos guiar nuestras vidas. Que ella necesita del “baquiano” a quien
debemos seguir un día a la vez.

CONCLUSIÓN: La respuesta de Dios para su siervo no pudo ser más alentadora:


“Mi presencia irácontigo, y te daré descanso” v. 14. Cuando Dios es nuestro
“baquiano” tenemos seguridad para hacer el viaje y descansar frente a la presión de
lo que está por delante. Pero allí no se quedó todo con Moisés. La próxima petición
se eleva a las alturas: “Te ruego que me muestres tu gloria” v. 18. ¡Qué osadía la de
este creyente! ¿Acaso no la había visto ya en la montaña y en el tabernáculo? Y note
la forma cómo Dios respondió a su otro deseo vv. 19-23. Dios le reveló su gloria
para que siguiera el camino, no de una manera sobrenatural como en el Sinaí, sino
bondadosa, compasiva y amorosa. Dios le dijo a Moisés: “…verás mis espaldas; mas
no se verá mi rostro”. La única forma de conocer a Dios es siguiéndole. Dios no está
interesado en que le “veamos”, pero sí en que le sigamos. Ahora tenemos su Espíritu
en nosotros. Jesús dijo que “él os guiará a toda verdad”. ¿Dejaremos que su
presencia nos guíe para este nuevo año? ¡Espero que así sea!

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