Los Modos Del Saber y Su Periodisación
Los Modos Del Saber y Su Periodisación
Los Modos Del Saber y Su Periodisación
Las tesis idealistas, sostienen que el hombre está dotado de una facultad de orden superior que
lo distingue de los demás seres (salvo los divinos, si es que son admitidos) y lo pone en contacto
con la estructura íntima o esencia de las cosas. Esta facultad puede asumir una actitud receptiva
o contemplativa o bien comportarse activamente. Lo importante es que el hombre tiene esta
facultad superior y esto desde siempre. Desde que hay ser humano, ella está presente. Para
los griegos esta facultad recibía el nombre de “nous”. Según Parménides, el nous pone al
hombre en contacto con el ser, mientras que los sentidos se entretienen en las redes del mundo
aparente. Para Platón se trata de ejecutar la “metanóia”, de modo que toda el alma se vuelva
hacia las ideas dándole la espalda a los entes sensibles. Aristóteles sostiene que el “nous” es
algo divino, una cierta participación en la divinidad, que entra al envión y desde fuera; y acuñará
la expresión para definir al hombre como “animal racional”. Esta facultad superior, para otros
consiste en la afectividad pura.
La tesis idealista sobre la facultad superior del hombre, a la que basta liberar del estorbo de los
sentidos, para que entre en contacto con la esencia o intimidad de lo real, que se manifiesta en
una especie de epifanía.
No todo idealismo fue contemplativo, sobre todo el de la etapa burguesa. Desde Descartes se
subraya la parte activa que cumple el sujeto en la producción del conocimiento, hasta tal punto
que para algunos el mundo será solo una creación del sujeto.
Frente a las tesis idealistas, pensadores griegos como Tales y Anaxímenes, inauguran una
forma de comprender el mundo basada en la observación. Así podemos afirmar que el
materialismo (como reivindicación de la experiencia sensorial) es anterior al idealismo. Las
posiciones materialistas a lo largo de la historia del feudalismo fueron relegadas, pero es en los
albores de la revolución burguesa cuando resurgen. Con Francis Bacon, se inaugura el
materialismo burgués que reivindica la experiencia sensorial en el conocimiento. Feuerbach dice
que el materialista, mantiene a la razón en estrecho contacto con los sentidos.
En el idealismo se combinan las posiciones que sostienen una actitud pasiva, contemplativa,
del órgano de conocimiento frente al objeto conocido. Otras posiciones reivindican una actividad
de dicho órgano, en el materialismo los sentidos se comportan pasivamente en una actitud típica
de la contemplación. Marx considera que el defecto fundamental del materialismo es que solo
concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad bajo la forma de objeto o de contemplación; pero
no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo. Por ello, el
lado activo fue desarrollado por el idealismo, pero solo de un modo abstracto ya que el idealismo
no conoce la actividad real, sensorial como tal. Esto significa que Marx valora en el idealismo el
aspecto activo del conocimiento (cosa que el materialismo no supo ver). Y critica a su vez, al
idealismo porque solo capta la actividad abstracta del espíritu, sin lograr analizarla en la práctica
sensorial. En cuanto al materialismo, Marx lo valora porque es concreto ya que arraiga el terreno
seguro de los sentidos; pero el materialismo no pudo ver que los sentidos no permanecen
pasivos y receptivos para reflejar la realidad. Feuerbach no pudo ver q ue los sentidos deben
ponerse en marcha, deben actuar sobre las cosas. Así comienza con Marx un materialismo
nuevo.
El materialismo de Marx, parte de una visión del hombre que va contra la concepción tradicional
de raiz aristotélica que tomaba al hombre como contemplativo (hasta el punto de colocar en la
razón o el “nous” la nota distintiva de superioridad sobre todos los demás seres). Marx,
considera que el hombre es un ser activo y que tiene una relación de actividad transformadora
con la naturaleza.”El hombre se diferencia de los animales cuando comienza a producir sus
medios de vida..”.
Distinción entre praxis, práctica y teoría: La praxis es un concepto englobante de los otros dos,
y es necesario considerar los 3 estructuralmente relacionados. La praxis en sentido riguroso
designa al hombre en contraposición a la sustancia, alma o nous, pensamiento o existencia. Es
decir, es un ente dinámico, activo, transformador y creador. No está el hombre por una parte y
la naturaleza po r otra, sino que aparecen como íntimamente conectados, y esta conexión
aparece como una acción del hombre sobre la naturaleza. El hombre es praxis: actividad
creadora que ataña tanto a la conciencia o teoría como a la práctica, dos momentos que se
comportan como polos ( x medio de una abstracción legitima y necesaria en su nivel, pueden
separarse teoría y práctica, pero igual se dan de forma ligada e inescindible). La praxis responde
así, a la pregunta de la naturaleza del hombre.
Uno de sus polos es la práctica: entendemos por tal el accionar transformador o creador del
hombre tanto sobre la naturaleza (trabajo y arte), como sobre la sociedad (actividad política y
revolucionaria). Aunque en vez de “naturaleza” deberíamos decir “Fuerzas productivas” y en
lugar de “sociedad” deberíamos decir “Relaciones de Producción”. El accionar no puede
considerarse como separado de la conciencia; sin embargo, es necesario separarlos por medio
de la abstracción para luego volver a incorporarlos en la totalidad de la praxis. El otro polo es la
conciencia. Ambos polos se implican mutuamente, uno influye sobre el otro para modificarlo,
corregirlo o profundizarlo. De ninguna manera debe interpretarse que hay una determinación de
la conciencia por la práctica. Cuando existe determinación, no hay comportamiento polar y por
ende dialéctico. Para que haya dialéctica desde el primer momento, deben estar presentes
interactuando los dos momentos de la misma. Es importante señalar que el origen de la
conciencia está no solo en los sentidos sino en la práctica sensorial: práctica + sentidos.
La acción a partir de la cual se genera el conocimiento es de dos tipos, lo que explica la división
de las ciencias, previa a toda otra, en formales y fácticas. En efecto, de la acción sobre objetos
por medio de la abstracción se elaboran los conocimientos físicos, reales que dan origen a las
ciencias fácticas, tanto naturales como sociales. Pero los conocimientos pueden ser elaborados
a partir de la acción misma. Este es el caso de los conocimientos lógico-matemáticos. Este
descubrimiento del origen de las ciencias formales a partir de la práctica reviste especial
importancia porque: 1) Es una confirmación de que el conocimiento tiene su origen en la
práctica. Si fuese posible explicar las matemáticas o la lógica prescindiendo de la práctica,
quedaría demostrado que ésta no es el origen único del conocimiento. Habría un origen
combinado: algunos conocimientos tendrían un origen materialista, por depender de la práctica,
y otros idealista, pues nacerían de ideas innatas (Descartes) o de un tránsito al acto de lo que
ya está en potencia en el alma (Aristóteles).
De esta manera es posible comprender porque las matemáticas y la lógica se constituyen como
ciencias siglos antes que las ciencias fácticas. En efecto, derivan de la práctica misma y no de
la transformación que la práctica realiza sobre el objeto, de la que nacen las ciencias fácticas.
Sin matemática y sin lógica no funciona ningún tipo de conocimiento.
El hombre es un ser esencialmente social. En las sociedades pre capitalistas esto nunca ha sido
puesto en duda. La tribu o clan primitivos, la polis griega, el feudo o la corporación medieval
eran estructuras en las que los hombres se sentían seres comunitarios. Si retrocedemos hasta
las sociedades comunistas primitivas, notaremos que no tienen la noción de individuo. Lo que
existe es el todo, la comunidad, fuera de la cual los individuos no tienen sentido.
Con la sociedad civil, las diferentes formas de conexión social, aparecen ante el individuo como
un simple medio para lograr sus fines. Precisamente, la formación de la “Sociedad Civil” es uno
de los puntos fundamentales de la revolución burguesa como Marx lo ha señalado. La “sociedad
civil” en el pensamiento de Marx, significa que la conexión social, aparece como un accidente
que se agrega a un sujeto preexistente, el individuo, para que éste pueda obtener sus fines
privados. Lo primario no es ahora lo social, lo primario ahora es el individuo que ha quedado
solo.
El hombre es, un animal político, no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede
individualizarse en sociedad. La esencia humana no es algo abstracto inherente a cada
individuo. Es, en su realidad el conjunto de las relaciones sociales. El hombre es “el conjunto
de las relaciones sociales” de tal manera que “solo puede individualizarse en sociedad”. Lo
“social” no es un adjetivo o accidente agregado a una sustancia, sino que es un elemento
constitutivo de su mismo ser.
La práctica es social
Si el hombre es un ser esencialmente social, su práctica no puede menos que serlo también, y
en consecuencia el conocimiento o la conciencia no podrá escapar a tal característica. Como
acabamos de ver, el hombre solo puede individualizarse en sociedad. Ello significa que la tarea
de individualizarse consiste en transformar y expresar de una manera personal las prácticas y
pensamientos que se reciben de la sociedad. La conciencia propiamente, es conciencia social.
A las diferentes prácticas sociales, corresponderán diferentes formas de conciencia social.
Por el momento, solo nos interesaba indicar la necesaria relación existente entre relaciones
sociales, práctica y conciencia.
La conciencia, el saber, necesariamente es social. Por ello las distintas formas de saber que
tiene el hombre, se denominan “formas de conciencia social”. Ello significa: maneras de
aprehender la realidad, tanto a la naturaleza como a la sociedad. El saber propiamente humano
es un saber tanto de sí mismo y sus semejantes, como del mundo natural.
En las formas de conciencia social podemos distinguir 2 niveles generales: el preconsciente o
el ethos, y e conciente o el de la teoría. El ethos es el modo “espontáneo” de habitar el mundo
que tiene el hombre, la manera de comportarse frente al mundo, a los demás, a sí mismo y a la
historia. Está formado por todos nuestros hábitos, que nos hace actuar y reaccionar frente a las
cosas, personas y acontecimientos, de una manera casi mecánica. Es como “la casa” en que
uno habita.
Decimos que es la “manera espontánea”, pues no debemos caer en el error de interpretar que
correspondería a alguna “naturaleza inmóvil” ya que tal naturaleza no existe. Esta manera de
habitar el mundo radica en el subconsciente o el inconsciente. Por ello a esta zona la llamamos
preteórica. El ethos ya implica una cosmovisión, una visión de la totalidad, pero no a nivel
teórico. Esta visión de la totalidad se mantiene como trasfondo de toda visión humana y es
enfocada luego parcialmente por las distintas formas de conciencia social a nivel teórico, de las
cuales la filosofía es la única que se propone expresamente tratarla sin ningún tipo de
parcialización.
El ethos se forma a partir de la gestación. Ya está en los genes paternos, se continúa en la
familia y en la clase social a la que se pertenece por nacimiento. La educación es la encargada
de hacer que los rasgos fundamentales del ethos sean vistos como la forma natural de habitar
el mundo y por lo tanto no se ceda a la tentación de querer cambiarlo. El hombre al tomar
conciencia de sí mismo, se encuentra con un ethos ya formado, con algo que ya está, con lo
cual tiene que contar necesariamente. Sólo a partir de allí, puede empezar a ejercitar su
responsabilidad. Allí radica el fenómeno de lo trágico. Uno no elige el ethos en el que nace,
porque no elige la clase, ni el modo de producción, ni la formación social, ni la familia, o sea, las
circunstancias en las que nace. El ethos se impone por si como algo que está. Por lo tanto, el
hombre siempre es un ser condicionado, pero ni está plenamente determinado por su ethos, ni
es completamente libre del mismo. Todo hombre parte de un ethos que de antemano está
presente y lo condiciona. El ethos es la manera de habitar el mundo. Sólo el hombre puede
realmente habitar el mundo. Los demás seres pueden estar en él pero no habitarlo. Porque
habitar el mundo significa estar abierto a él, comprendiéndolo. El ethos es el lugar primario d la
comprensión.
Sobre el ethos se levanta la zona teórica, la de las ideas. El ethos pasa a un nuevo nivel, el
consciente propiamente dicho, el cual por supuesto admite numerosos grados. En este nuevo
nivel se devela, la múltiple diversificación del ethos (o manera de habitar el mundo) que si bien
no estaba totalmente ausente, se encontraba velada por la percepción de la totalidad. La
diversificación se refiere a las formas de conciencia social o modos del saber.
Las formas de conciencia social, o modos del saber, son múltiples. Hegel distingue entre el arte,
la religión y la filosofía en un orden de luminosidad creciente. Pero es indispensable reformular
el ordenamiento fijando previamente los criterios del mismo: 1) teniendo en cuenta que “lo más
complejo es una clave para la comprensión de lo más simple”, tomamos como punto de
referencia para nuestro análisis, la sociedad capitalista. Las formas de conciencia social que
ella proporcione podrán ser aplicadas a otras formaciones sociales con las debidas
correcciones. 2) solo se pueden ordenar las formas de conciencia social partiendo de la práctica
social. Las formas de conciencia social por fuerza deben dar razón de la práctica social. 3)
Consideramos la práctica tanto desde el objeto al que se dirige (Ver ptos. A y c), como desde el
sujeto que la realiza (pto. b) desde ambos puntos de vista, se nos descubren características
fundamentales que se expresan en distintos modos del saber.
Estas tres características de la práctica social, originan tres formas de conciencia social
englobantes: nos referimos a la FILOSOFÍA, la IDEOLOGÍA y la CIENCIA. Hay otras formas de
conciencia social como el arte y la religión pero ellas quedan de alguna manera incluídas en las
3 citadas.
La FILOSOFÍA
Una de las características fundamentales de la práctica: su dirección a la totalidad. En
consecuencia, la filosofía perdurará mientras que perdure el hombre. Las características que
transforman una determinada forma de conciencia social en filosofía son: la totalidad, la
conceptualización y la sistematización. Es decir que la filosofía es la reflexión sistematizada de
la totalidad. Esto nos permite distinguirla, por una parte de ciertas formas de conciencia social
como el mito, la religión o la poesía (que también tienen por objeto la totalidad, peor no intentan
una sistematización conceptualizada de la misma), y por otra parte de las formas de conciencia
social que si bien utilizan la sistematización conceptualizada, como las ciencias, no se dirigen a
la totalidad.
El hecho de tener como objeto a la totalidad hace de la filosofía un modo de saber
irreductiblemente distinto del científico: no postula el mismo grado de verificación. Aquellos
conocimientos que escapan a la posibilidad de verificación son descartados por la ciencia. Pero,
en la medida en que de esa manera se indican problemas que interesan al hombre, la filosofía
no los puede dejar de lado.
Si la filosofía constituye una visión de la totalidad o cosmovisión, para que no sea una mera
construcción fantástica, deberá apoyarse en el nivel más alto logrado por las ciencias. De hecho,
los filósofos que han marcado un verdadero hito en la historia de la filosofía, incorporaron en su
sistema todo el aporte de las ciencias.
La IDEOLOGÍA
Guarda relación directa con la división social del trabajo. Responde a los intereses de las clases
sociales. Podríamos definirla como el conjunto de comportamientos, hábitos, reacciones,
conceptualizaciones, sistematizaciones, etc. que expresan los intereses de las distintas clases
sociales. Los intereses de clase pueden interpretarse fundamentalmente de dos maneras: los
intereses inmediatos y los históricos (o estratégicos). Los intereses inmediatos se refieren a
conseguir ciertas ventajas; pero ellos no miran a la toma, la conservación o consolidación del
poder de clase, sino solo a ubicarse mejor en la totalidad estructurada. Los intereses históricos
en cambio, miran directamente a la totalidad, buscando ya sea la tom a, la conservación y
consolidación, o la reafirmación y reacomodamiento del poder. Por ejemplo, los intereses
históricos de la burguesía se sintetizan sustancialmente en la estructuración, conservación,
consolidación y expansión del modo de producción capitalista.
La ideología en sentido propio, expresa los intereses históricos de las clases. En primer lugar,
la ideología debe comprenderse en el amplio margen que abarca desde los comportamientos
más espontáneos del hombre, hasta las construcciones teóricas más refinadas. En otras
palabras, comprende tanto la zona del ethos como la teoría. Al expresarse teóricamente en su
nivel más alto, asume la forma de filosofía. En segundo lugar, lo característico de la ideología
es expresar los intereses históricos de clase. De aquí provienen otras características en
determinados sistemas sociales, como son el encubrir o mistificar la realidad, que
equivocadamente se suelen hacer pasar como lo definitorio. Ideología no es sinónimo de
enmascaramiento ni de falsa conciencia. En tercer lugar, la ideología se corporiza en
determinadas instituciones como universidades, escuelas, iglesias, a las que a partir de
Althusser, se suele denominar “Aparatos Ideológicos de Estado” lo cual se presta a confusiones
porque el que una determinada institución como el partido político o la iglesia sea aparato
ideológico de estado, no depende de una pretendida esencia intrínseca suya, sino de los
intereses de clase que expresa. Nos parece mucho más correcto hablar de instituciones de la
sociedad civil, empleando el concepto de sociedad civil en el sentido de espacio del consenso.
Estas instituciones, como decíamos, pueden convertirse en Aparatos Ideológicos de Estado, o
pueden dejar de serlo, lo cual depende de la lucha de clases.
Definimos la ideología a partir de la sociedad capitalista, para extenderla a los otros modos de
producción, en lugar de hablar de clases sociales en el sentido estricto, deberemos hablar de
sectores o grupos sociales. Ahora bien, en la sociedad capitalista sólo existen dos clases
sociales fundamentales: la burguesía y el proletariado. En consecuencia, solo pueden darse 2
ideologías fundamentales: la burguesa y la proletaria. Sin embargo, existen otros sectores
sociales que no entran en las dos clases citadas y que pueden ser clases subordinadas, como
la pequeño-burguesía, y estratos o categorías sociales como la burocracia o los intelectuales.
A cada uno de estos sectores corresponde lo que podríamos denominar una subideología,
entendiendo por tal el sesgo particular mediante el cual es asumida una de las dos ideologías
fundamentales.
Siendo una de estas dos clases sociales dominante, y la otra dominada, lo mismo ocurre con
las dos ideologías. Una es dominante y la otra dominada. Esto es cierto, pero al respecto es
indispensable hacer algunas precisiones: 1) el hecho de haber ubicado un sistema filosófico,
sociológico o religioso en un campo ideológico, de ninguna manera significa haber dado cuenta
de él. En todo caso, lo que se ha logrado es ubicarlo, ponerlo en el context o en que sea
inteligible. 2) si “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época”, ello
no se debe simplemente a una imposición establecida desde arriba por la fuerza o por la
educación mediante el control de los órganos de difusión ideológica, sino también a la misma
estructuración social. 3) cobra toda su importancia la distinción entre ideología dominante y
hegemónica. Es dominante aquella ideología que se impone en una sociedad determinada tanto
por el poder de coerción que tiene la clase dominante, como pro su capacidad de expresar a
todos los demás sectores sociales por responder a la estructuración social en esa etapa. En
cambio, es hegemónica, aquella ideología que concita el consenso de la mayoría de los sectores
sociales, por responder de una manera más completa a sus intereses y aspiraciones que la
ideología dominante. 4) La ideología de una determinada clase, va tomando aspectos distintos,
de acuerdo con la etapa de la formación social a la que corresponde. Así, la ideología burguesa
desde su nacimiento hasta su muerte expresará los intereses y anhelos de la burguesía, y en
este sentido, sostendrá siempre algunos principios como inmutables. Sin embargo, dado que la
situación de la burguesía va cambiando, van variando también las formas que adquiere su
ideología. Así, el liberalismo es la forma que asume la ideología burguesa en la etapa de la
reciente consolidación del modo de producción capitalista. La ideología de la burguesía del
capitalismo dependiente, puede asumir por ejemplo formas populistas o desarrollistas.
La ideología admite distintas formas como el folklore, el arte, la literatura, la novela, la religión.
La filosofía constituye su nivel más alto de expresión, como lo aclararemos al examinar las
relaciones entre ideología y filosofía. La ideología no puede identificarse en forma total con la
cultura; existe una identificación parcial. Es correcto decir que toda cultura tiene elementos
ideológicos o expresa una ideología, en cuanto es manifestación de los intereses y anhelos de
la cosmovisión de ciertos sectores sociales. Pero no se agota en ello. Junto a los intereses o a
la visión de los mismos, dice algo con respecto al hombre o a la sociedad.
La CIENCIA
Esta forma de conciencia social guarda relación directa con l a división técnica del trabajo y
también con la división de la producción social. A cada sector de la realidad, corresponde un
conocimiento particular. La ciencia corresponde a ese sector. Así, tenemos ya un primer aspecto
que nos permitirá distinguir a la ciencia de la filosofía: el dirigirse a un sector de la realidad.
Mientras que la filosofía se refiere a la totalidad, la ciencia acota su ámbito, circunscribe su
problemática y se atiene rigurosamente a ella.
Pero esto no basta. Para que el tratamiento de un ámbito particular de la realidad constituya
una ciencia, debe reunir los caracteres de racionalidad y objetividad. Así los presenta M. Bunge:
“los rasgos esenciales del tipo de conocimiento que alcanzan las ciencias de la naturaleza y de
la sociedad son la racionalidad y la objetividad. Por conocimiento racional se entiende que está
formado por conceptos, juicios y raciocinios; que además estas ideas pueden combinarse de
acuerdo a algún conjunto de reglas lógicas con el fin de producir nuevas ideas (in ferencia
deductiva); y por último que esas ideas no se amontonan caóticamente sino que se organizan
en sistemas de ideas, en conjuntos ordenados de proposiciones (teorías). Que el conocimiento
científico de la realidad es objetivo significa que concuerda aproximadamente con su objeto (es
decir que busca alcanzar la verdad fáctica); y que verifica la adaptación de las ideas a los hechos
recurriendo a un comercio peculiar con los hechos (observación y experimento)”. Las
características esenciales de la ciencia según Bunge son dos: la racionalidad y la objetividad;
pero la primera conlleva sistematicidad y la segunda la verificabilidad. La racionalidad de la
ciencia en sentido estricto, supone la superación del conocimiento cotidiano que implica una
ruptura con el mismo, erradicación de prenociones o prejuicios y elaboración del conocimiento
a un nivel superior. En consecuencia, la operación es tripartita: conserva, suprime y supera. La
sistematicidad con respecto a la ciencia cumple la misma función que el sistema nervioso con
relación al organismo: toda ciencia es una teoría, es decir “un sistema de hipótesis entre las
cuales se destacan leyes”. Algo es racional cuando se lo ve en su conexión con el todo.
La ciencia debe ser objetiva. Ello significa que entre el objeto producido por la ciencia y la
realidad estudiada debe haber una cierta correspondencia. No se trata de la adecuación entre
el intelecto y la cosa que supone por una parte la pasividad del sujeto, y por otra el conocimiento
individual, ordinario y no la formulación de teorías científicas. Una ciencia produce un
conocimiento objetivo de un sector de la realidad en cuanto la teoría que formula permite
comprender una serie de fenómenos de dicho sector, sin que logre dar explicación de todos.
Pero la objetividad de alguna manera debe ser sometida a verificación. Sobre esto es necesario
tener en cuenta que la verificación no se refiere a cada uno de los elementos que intervienen
en la teoría científica, sino a la teoría en su totalidad.
Hasta el momento, hemos considerado en general las características que debe tener un modo
del saber para ser ciencia. Sin embargo, ello queda incompleto si no distinguimos entre las
ciencias naturales y las ciencias sociales (sin volver a la distinción previa entre ciencias formales
–lógica y matemática- y fácticas – ciencias naturales y sociales- por cuanto las primeras no
proporcionan conocimiento de la realidad, sino que son instrumentos del conocimiento). Esta
distinción, posee en su haber una historia de intrincadas y no resueltas polémicas: 1) el
positivismo reduce las ciencias sociales a ciencias naturales y solo existirían estas últimas. El
positivismo piensa no sólo en la ciencia social como ciencia natural (la física social), sino en la
filosofía positiva como filosofía científica, independiente de los intereses subjetivos de clase. 2)
el stalinismo a su vez, puede ser considerado como un positivismo al revés, pues pretende
reducir las ciencias naturales a ciencias sociales subsumiendo todo tipo de ciencia en la
ideología. 3) otra posición extrema consiste en separar tajantemente las ciencias naturales y las
sociales. Aquí se encuentran Dilthey, WIndelband y Rickert.
Para un tratamiento correcto del problema habrá que tener en cuenta los siguientes puntos:
1) Distinción entre ámbitos o campos de estudio de las ciencias y el objeto propio de cada
ciencia. El ámbito es más general, su estudio origina una clase o tipo de ciencia. En la totalidad
estructurada se dan dos ámbitos generales: fuerzas productivas y relaciones de producción,
ellas originan los dos tipos de ciencias posibles: las naturales y las sociales. En cada ámbito a
su vez se ubican los objetos o fenómenos particulares de estudios. Por ejemplo: los fenómenos
psiquicos que estudia la psicología y los económicos que estudia la ecnonmía están en el ámbito
de las relaciones de producción.
3) Las ciencias naturales tienen como campo de estudio, las fuerzas productivas.
Tradicionalmente se dice que se tratan de la naturaleza, aunque esto es correcto, sabemos que
la finalidad del conocimiento de la naturaleza es el poder sobre ella. Por ello, la naturaleza
interesa en su relación directa con el hombre como fuerza productiva. Esto nos permite ver la
relación que guardan las ciencias naturales con lo ideológico. Si solo se habal de naturaleza, el
objeto queda totalmente desideologizado, entonces se podrá hablar libremente de la neutralidad
de las ciencias. Si en cambio se tiene en cuenta que la naturaleza es fuerza productiva, no
escapará que el uso será ideológico, aunque se verá la posibilidad o necesidad de estudiarlos
con independencia de lo ideológico.
4) Las ciencias sociales tienen como ámbito de estudio las relaciones de producción. Aunque
esto no signifique que el objeto de cada ciencia social esté constituido por las relaciones de
producción. Por ej.: la psicología q estudia los fenómenos psíquicos, ellos no se pueden
considerar por fuera del ámbito de las relaciones de producción. Si se usan expresiones como:
fenómenos humanos, o sociales, sociedad o parecidos se produce la desideologización. Pero
aquí es mas grave que en las ciencias naturales porque es evidente que la cercanía entre
ideología u ciencia es mucho mayor en el caso de las ciencias sociales que en el de las
naturales. Al estar involucradas las realciones de producción, es la ideología misma la que se
encuentra en el mismo acto de hacer ciencia. Sujeto y objeto de alguna manera se recubren. El
mismo sujeto que estudia las relaciones de producción, está inmerso en ellas. Por ello, el
problema de la objetividad no puede plantearse de la misma manera que en las ciencias
naturales.
5) Como las fuerzas productivas y las relaciones de producción no c onstituyen 2 ámbitos de la
realidad extraños entre sí, sino que por el contrario son como 2 momentos de la totalidad; las
ciencias no pueden ser tampoco extrañas entre sí.
Frente al positivismo y al stalinismo, sostenemos la necesidad de mantener las difer encias entre
ciencias naturales y ciencias sociales. La realidad de las ciencias ha hecho vanos tanto los
intentos del positivismo (que no han podido ser fieles al ppio. de considerar a los hechos sociales
como cosas) como los del stalinismo (porque los avances en las ciencias naturales se hicieron
cuando no se las encapsuló bajo el rótulo de proletaria o burguesa).
Frente a las teorías dualistas, las de separación tajante entre ambos tipos de ciencias,
sostenemos su mutua conexión. Fuerzas productivas y relaciones de producción son dos
momentos de un todo, dos ámbitos distintos pero unidos dialécticamente entre si. Por lo tanto,
las ciencias que los estudian, también están dialécticamente