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Sophia Chap2

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No me quiero levantar.

Me siento como una estudiante de universidad que tiene que


levantarse a las 4 am, pero hace frío y en ese momento está cómoda en su cama. No
voy a mentir, es lo mejor. Jamás había dormido en una cama tan cómoda como esta.
Me había despertado levemente y estaba apunto de volver a dormir cuando la
puerta se abre con un estruendo.

– Buenos días, Lady Allen. – me saluda una voz femenina.

Me siento sobre la cama bostezando y miro a la dueña de la voz.

La sra. Alice me mira seriamente desde la puerta y junto a ella las mismas dos chicas
de ayer me saludan con una reverencia.

– Buenos días, sra. Alice. -- la saludo de vuelta con una sonrisa.

Ella me mira, aún desconcertada.

– No es necesario la formalidad, puede llamarme Alice, Lady Allen. -- me dice.

– Muy bien. Usted puede llamarme Sophia. -- respondo.

– Muy bien, lady Sophia. -- dice. – Ellas son Lia y Yera, serán sus empleadas
personales. Presentence chicas. -- les pide.

– Buenos días, Lady Sophia, mi nombre es Lía Klin, soy la hija menor del vizconde
Klin. -- dice la chica de cabello castaño y corto. Tenía ojos verdes oliva y tez aperlada.
Era más baja que yo.

– Mi nombre es Yera Ninmin, soy la segunda hija del conde Ninmin. – se presenta
ahora una chica con cabello cenizo y ojos azules.

– Un gusto conocerlas. -- respondo con una sonrisa.

Lía me responde la sonrisa mientras que Yera evade la mirada.


Ahhh I see...
Empecemos con las teorías. Veamos... La falda de Yera está un poco más alzada que
la de Lía, y además lleva un poco más de maquillaje. No me sonríe, más bien me
mira como una molestia... Hmmmm... Sip! Está enamorada del duque, lol. Bueno, es
una teoría, quién sabe si es verdad.

– ¡Muy bien! ¡Es momento de empezar! La boda es esta tarde.

Ah... Si.. la boda.

Y empezó la guerra. Un baño de alrededor de 2 horas, aceites unas dos horas


después ya estaba frente al espejo, con un vestido largo color blanco y detalles azul
celeste.

– ¡Realmente le queda muy bien, Lady Sophia!

– Ja ja.. gracias Lía.

– Lady Sophia, está todo listo. -- me avisa Alice desde la puerta.

Con mucho pesar y cuidado, camino por los pasillos de la mansión. Me sudan las
manos, tengo el estómago revuelto y quiero llorar. Había leído la novela esa de inicio
a fin, recordaba datos de la historia, hasta los nombres que tan difícil se me hacen
recordar. Y el nombre del duque era inolvidable.

Aleph Kleas. Lo recordé porque había encontrado el significado de Aleph, que es


"líder". Solo lo habían mencionado dos veces en toda la novela. La primera fue
cuando ayudó al príncipe heredero con las tropas de la emperatriz, y la segunda
cuando mandaron a la villana a casarse con él. Lo mencionan como alguien
aterrador, sanguinario y sádico; alguien a quien no le importaba la vida de otros,
alguien arrogante.

En la puerta principal me esperaba un carruaje, listo para llevarme a la iglesia. Me


detuve en seco cuando iba a subirme. Realmente iba a hacer esto, iba a casarme con
el duque, alguien atado a la historia original. Mi estómago se revolvió al pensar que
en el momento que me subiera a este carruaje mi único destino sería la muerte.
Jamás mencionaron si realmente la villana moría a manos de Aleph, solo mencionan
que se había ido de la capital para casarse con él. Respire hondo.

"Nada está escrito en piedra, puedo cambiar mi final", me repetí mentalmente


mientras me subía al carruaje. Apenas se empieza a mover mi ya revuelto estómago
comienza a tomar acción y siento ganas de vomitar. Alice, quien se había subido al
carruaje conmigo, lo nota y me ofrece un pañuelo con un hermoso bordado en él. La
miro agradecida y lo tomo. Lo sostengo contra mi boca, mientras siento mis ojos
llenarse de lágrimas.

Algún día imaginé mi boda. Un vestido blanco largo, con brillantes y pequeñas
joyas. Un hermoso velo sobre mi cabeza y un corazón palpitante de la emoción en mi
pecho. Una iglesia decorada con telas blancas, plantas y lazos. El amor de mi vida
esperando al final del pasillo, mientras mi padre me guiaba de la mano. Mis amigos
y familia a mi alrededor, con una sonrisa en labios y un futuro por delante. Podía
esperarlo todo, desearlo todo.

Ahora solo sentía miedo, desesperación, ansiedad. No eran sentimientos adecuados


para una novia, ni para cualquier ser humano.

EL carruaje se detuvo frente a la iglesia y mi corazón se detuvo. No quiero salir del


carruaje.

¿Cómo todas aquellas protagonistas podían aguantar todo esto? ¿Cómo eran capaces
de tomarlo tan a ligera? Extrañaba a mi familia, a mis amigos. Era mi boda, pero ni
siquiera eso podía tenerlo.

Alice me tomó de la mano con calidez. A través del velo podía ver que sus ojos
mostraban amabilidad hacia la pobre novia que ni siquiera conocía al novio. El aire
que tenía atorado en la garganta por fin salió, aún con el dolor de estomago, ahora
me sentía mejor que antes.
La puerta del carruaje se abrió y una gigantesca iglesia se erigió frente a mi. Tenía un
estilo renacentista, como esas iglesias que ves en las fotos de Italia. Mis ojos brillaron
al ver tal arquitectura. No conocía mucho del tema, pero amaba este estilo. La mano
de Alice en mi espalda me regresó a la realidad. Observo como uno de los guardias
me ofrece su mano para bajar del carruaje, la tomo dudosa y me bajo. Sin soltar mi
mano, el guardia me escolta hasta la puerta de la iglesia, ahí me suelta y la puerta de
la iglesia se abre lentamente.

Me quedé quieta, sin saber qué hacer. El velo cubría mi rostro, así que no podía notar
mucho de lo que pasaba dentro de la iglesia. Alice me dio una palmada amable en la
espalda y empecé a caminar inconscientemente por el pasillo. Escuchaba los
murmullos a mi alrededor, muchos hablando de los tantos rumores que habían
sobre Sophia.

— ¿No es la ex-prometida del príncipe?

— Escuché que intentó envenenar a la nueva princesa heredera...

— ¡No puede ser! ¿Ella va a ser la nueva duquesa? Que bajo ha caído la nobleza,
ahora.

Los murmullos continuaron hasta que llegué hasta al final del pasillo. Ahí se
detuvieron en seco. Mantuve la cabeza baja, sin querer ver al duque.

— ... oigan... si va a venir, ¿verdad? — escuché a alguien decir. ¿De qué hablaba?

— ... Tal vez...?

Confundida por los tantos murmullos, levanto la mirada y noto que no había nadie
frente a mí más que un pobre sacerdote. Él me miraba aterrado, como si estuviera
loca.

Miro a mi alrededor y no había señal del duque por ningún lado. Haha... me había
dejado plantada un novio que ni siquiera quería. Me había puesto nerviosa por nada,
había sentido lo peor de camino aquí para que solo me saludara un altar vacío al
final de un pasillo. Bufé molesta, esto era horrible.

Me levanté el velo y pude notar la mirada ansiosa de Alice mirándome desde la


puerta de la iglesia. Parece que ella no tenía idea de esto.

Estaba decidida. No iba a llorar desesperadamente por esta situación. Tal vez no
pueda regresar a mi cuerpo original, pero no iba a morir en manos de este duque
irresponsable que ni quiera puede llegar a tiempo a su boda.

La puerta de la iglesia se abre y todos voltean en esa dirección. Un hombre de unos


veintitantos entra agitado, unos papeles en mano. Frunzo en ceño cuando se acerca a
paso apresurado y me sonríe nervioso, hace una reverencia e inhala profundamente.

— Por razones extraoficiales, el Duque Aleph Kleas me ha puesto como su


representante para esta boda. Pido disculpas a los invitados y, claro, a la novia, por
este pequeño inconveniente. — expresa con una sonrisa mirando a todos los
invitados. Luego voltea a verme, nervioso. — El duque se siente muy avergonzado
de no poder estar aquí, pero me ha enviado para que la boda siga. ¿Le parece bien
que continuemos? — pregunta y le sonrío.

— Claro que no. — respondo con una sonrisa alegre. La sonrisa de sus labios de
borra y me mira estupefacto. Todos se quedan en silencio al escuchar mi atrevida
respuesta. — No pienso casarme si el duque no está presente. Debe comprender que
para una mujer, el día de su boda es muy importante, y sin el novio, no vale la pena.
¿Lo entiende, verdad?— pregunto con una sonrisa fría, a lo que el pobre siente
aterrado.

— Bueno, como parece que hoy no habrá boda, podemos...

Las puertas de la iglesia vuelven a abrirse estrepitosamente, un hombre alto y un


poco robusto se detiene en el marco de la puerta. ¿Es enserio? ¿No pueden dejar de
entrar a la iglesia como si fuera una película dramática?
Entrecierro los ojos para poder distinguir la cara de este nuevo personaje. Solo pude
distinguir unos brillantes ojos verdes bosque, mirándome intensamente, como si
fuera un recuerdo en el viento, un momento que había olvidado, pero que anhelaba
constantemente.

O bueno, eso fue hasta que noté las manchas de sangre en su ropa y mi rostro
cambió completamente.

En efecto, todos aquí, cada uno de ellos, están LOCOS.

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