Sophia Chap2
Sophia Chap2
Sophia Chap2
La sra. Alice me mira seriamente desde la puerta y junto a ella las mismas dos chicas
de ayer me saludan con una reverencia.
– Muy bien, lady Sophia. -- dice. – Ellas son Lia y Yera, serán sus empleadas
personales. Presentence chicas. -- les pide.
– Buenos días, Lady Sophia, mi nombre es Lía Klin, soy la hija menor del vizconde
Klin. -- dice la chica de cabello castaño y corto. Tenía ojos verdes oliva y tez aperlada.
Era más baja que yo.
– Mi nombre es Yera Ninmin, soy la segunda hija del conde Ninmin. – se presenta
ahora una chica con cabello cenizo y ojos azules.
Con mucho pesar y cuidado, camino por los pasillos de la mansión. Me sudan las
manos, tengo el estómago revuelto y quiero llorar. Había leído la novela esa de inicio
a fin, recordaba datos de la historia, hasta los nombres que tan difícil se me hacen
recordar. Y el nombre del duque era inolvidable.
Algún día imaginé mi boda. Un vestido blanco largo, con brillantes y pequeñas
joyas. Un hermoso velo sobre mi cabeza y un corazón palpitante de la emoción en mi
pecho. Una iglesia decorada con telas blancas, plantas y lazos. El amor de mi vida
esperando al final del pasillo, mientras mi padre me guiaba de la mano. Mis amigos
y familia a mi alrededor, con una sonrisa en labios y un futuro por delante. Podía
esperarlo todo, desearlo todo.
¿Cómo todas aquellas protagonistas podían aguantar todo esto? ¿Cómo eran capaces
de tomarlo tan a ligera? Extrañaba a mi familia, a mis amigos. Era mi boda, pero ni
siquiera eso podía tenerlo.
Alice me tomó de la mano con calidez. A través del velo podía ver que sus ojos
mostraban amabilidad hacia la pobre novia que ni siquiera conocía al novio. El aire
que tenía atorado en la garganta por fin salió, aún con el dolor de estomago, ahora
me sentía mejor que antes.
La puerta del carruaje se abrió y una gigantesca iglesia se erigió frente a mi. Tenía un
estilo renacentista, como esas iglesias que ves en las fotos de Italia. Mis ojos brillaron
al ver tal arquitectura. No conocía mucho del tema, pero amaba este estilo. La mano
de Alice en mi espalda me regresó a la realidad. Observo como uno de los guardias
me ofrece su mano para bajar del carruaje, la tomo dudosa y me bajo. Sin soltar mi
mano, el guardia me escolta hasta la puerta de la iglesia, ahí me suelta y la puerta de
la iglesia se abre lentamente.
Me quedé quieta, sin saber qué hacer. El velo cubría mi rostro, así que no podía notar
mucho de lo que pasaba dentro de la iglesia. Alice me dio una palmada amable en la
espalda y empecé a caminar inconscientemente por el pasillo. Escuchaba los
murmullos a mi alrededor, muchos hablando de los tantos rumores que habían
sobre Sophia.
— ¡No puede ser! ¿Ella va a ser la nueva duquesa? Que bajo ha caído la nobleza,
ahora.
Los murmullos continuaron hasta que llegué hasta al final del pasillo. Ahí se
detuvieron en seco. Mantuve la cabeza baja, sin querer ver al duque.
— ... oigan... si va a venir, ¿verdad? — escuché a alguien decir. ¿De qué hablaba?
Confundida por los tantos murmullos, levanto la mirada y noto que no había nadie
frente a mí más que un pobre sacerdote. Él me miraba aterrado, como si estuviera
loca.
Miro a mi alrededor y no había señal del duque por ningún lado. Haha... me había
dejado plantada un novio que ni siquiera quería. Me había puesto nerviosa por nada,
había sentido lo peor de camino aquí para que solo me saludara un altar vacío al
final de un pasillo. Bufé molesta, esto era horrible.
Estaba decidida. No iba a llorar desesperadamente por esta situación. Tal vez no
pueda regresar a mi cuerpo original, pero no iba a morir en manos de este duque
irresponsable que ni quiera puede llegar a tiempo a su boda.
— Claro que no. — respondo con una sonrisa alegre. La sonrisa de sus labios de
borra y me mira estupefacto. Todos se quedan en silencio al escuchar mi atrevida
respuesta. — No pienso casarme si el duque no está presente. Debe comprender que
para una mujer, el día de su boda es muy importante, y sin el novio, no vale la pena.
¿Lo entiende, verdad?— pregunto con una sonrisa fría, a lo que el pobre siente
aterrado.
O bueno, eso fue hasta que noté las manchas de sangre en su ropa y mi rostro
cambió completamente.