Celestina
Celestina
Celestina
20:30
A mi Diario,
Que me llamo Celestina, y es importante el dato para el que me quiera nombrar, aunque
no escribo este texto para conocimiento de los demás. Pues es este mi Diario y para mí se
ha de quedar, para vaciar mi cabeza sirva y así poderme desahogar.
Aquí podré decir lo que siento, sin temor a la verdad, pues, es sabio ver en palabras lo
que en el transcurso del tiempo se da.
Que amigos pocos tengo, mas, ¿qué es aquello de la amistad? Que los intereses ciegan y
las pasiones mucho más. Y que quien como yo nace pobre, la vida se ha de buscar. Yo me
convertí en alcahueta, hechicera y mucho más. Pero orgullosa me siento, ya que de nadie
ni de nada dependo, más que de mi astucia y habilidad, y no me ciegan sentimientos que
de la pobreza no me han de sacar.
Aprendí muchos oficios, que me dieron un buen pasar: costurera, perfumera, maestra de
cremas y ungüentos, médica de niños y hasta virgos se reparar. Algunos de ellos, aún
practico, otros más olvidados están. Porque mis ojos no son ya lo que eran o porque pocas
ganancias dan, pero hay pocas cosas que mis vecinas me puedan enseñar.
De bruja y vieja alcahueta me tratan pero, ¡qué curiosidad! que ante cualquier problema,
llamando a mi puerta están. Porque saben de mis embrujos y de mi gran capacidad para
arreglar entuertos de los que nadie es capaz. Así que porto mi fama de interesada,
manipuladora e inmoral, con la certeza de que quien así piensa un día me vendrá a buscar.
Que a paciente y espabilada nadie me ha de ganar, y los escrúpulos de nada sirven, si
quieres en tu mesa un jarro de vino y pan.
Conmigo vive Elicia, a la que un oficio tuve que enseñar y en el más antiguo del mundo
está contenta de trabajar. Areúsa es mi otra pupila y en las mismas artes que Elicia está,
aunque convive ella sola, fuera de mi hogar. Lejos quedan los tiempos en que mi casa
guardaba nueve pupilas en total. Fueron años muy buenos, pero lejos quedan ya, que 60
primaveras nadie me va a quitar.
Y ahora dejo las letras, que mis ojos cansados están y voy a darle a mi cuerpo descanso,
que tiene gran necesidad.
Domingo, 5 de Septiembre de 1497
20:30
A mi Diario,
Era Sempronio que de Elicia enamorado está. Pero no era el visitarla lo que a mi puerta
le hizo llegar. Es el criado de un joven de buen pasar, Calisto para más señas se llama el
galán. Tanta prisa le corría que en camino nos pusimos ya, y durante el paseo, Sempronio
se puso a contar, que su amo conoció a Melibea y enamorado de ella está. Pero la bella
doncella, calabazas le dió sin dudar, y él, desesperado, me ha mandado llamar. Sempronio
le ha hablado maravillas de mi manera de actuar, y siendo listo el criado, también se
quiere aprovechar.
Antes de que pudiéramos la casa de Calisto avistar, ya teníamos trato de repartir las
ganancias que podamos cosechar.
A la casa ya llegados, nos abrió la puerta al entrar, otro criado de Calisto, Pármeno se
llama el zagal. Mi presencia le disgusta, lo noté sin titubear y traté de que entendiera, que
buenos provechos podemos sacar. Pareció convencido, pues detrás de Areúsa va. Le
prometí toda mi ayuda y ya más convencido con Calisto me dejó hablar.
Conocí al gentil hombre, que dispuesto dice estar, a entregar lo que haga falta con tal de
a Melibea tratar. Que no sé si es tanto amor como orgullo, pero a mí ni me viene ni me
va.Tan loco de amor está el mozo, que su riego acumulado lo tiene dónde no debiera estar,
que ha abandonado su sesera y sin ella no puede pensar.
Cierta ternura me produce, pero ésta de comer no da. Con sus dos fieles criados que,
ahora, a mi servicio están, veremos como acaba, tan noble y honrado galán.
Que el amor todo lo puede, dice la gente sin más, pero el amor no calienta si no hay leña
en el hogar. Ni alimenta salvo el alma, ni da a la vejez tranquilidad, y yo, astuta y vieja,
conozco de sobra el final. Le prometí mi empeño en su causa y 100 monedas de oro me
da y así salí de la casa, comenzando a trazar un plan.
Si de amor dispuesto a morir está, yo le echaré una mano para que el peso de su oro no le
impida levitar.
Al fin y al cabo, en la vida, para el cambio preparado hay que estar, y yo tengo mi saca
deseando rellenar con aquello que Calisto no vaya a necesitar.
Que ya no soy joven ni guapa y lo puedo necesitar, emplearme a fondo me conviene, que
de muchos apuros me puede sacar.
Y ahora me retiro, que debo cavilar, pues la estrategia lo es todo y en mucho debo pensar.
Lunes, 6 de Septiembre de 1497
22:00
A mi Diario,
Largos son algunos días, que a veces no ves el final. Tal ha sido el caso hoy, que pensé
que el día no iba a terminar. Hoy relataré una parte y mañana seguiré con más, que son
muchos los hechos que acontecidos están.
Prisa le corre a Calisto, en un sin vivir está, que a su criado Sempronio, no tardó de nuevo
en enviar. De éste sé bien, que me puedo fiar, pues veo en sus ojos el brillo que la avaricia
da. Pármeno, harto me preocupa, que aunque de palabra conforme está, son los hechos
los que cuentan y en su cara vi la duda, que me puede fastidiar.
Dispuesto tengo el conjuro y la excusa, el hilado será. Fui presta pues a acercarme a casa
de Melibea, que cuanto antes comience el juego, antes terminará.
No las tenía todas conmigo, que esto mal puede acabar y en la cárcel de nuevo, mis huesos
finiquitar. Pero acaso en la vida, ¿no hay que arriesgar? Y pensé que mi experiencia en
estas lides, seguro me iba a ayudar.
Ante la aldaba me encontré y no había vuelta atrás, que un buen hilado nunca está de
sobra, en un respetable hogar.
Tan nobles damas me conocen, pues viví en la vecindad y por eso me recibieron y se
dignaron escuchar. ¡Y milagro del cielo o del infierno quizás! Que Alisa, madre de
Melibea, urgente se ha de marchar, que temas de familia le requieren sin dilación más. Y
con su hija me dejó, ¡bendigo mi suerte final!
Melibea es moza lista y muy capaz y cuando le hablé de Calisto, su cambio fue radical.
Que no le soporta la chica, que en su presencia no le nombre más. Desconocía yo tal
inquina, que Melibea no le puede tolerar.
Rápida tuve que reaccionar para que el cordón que ciñe su talle, consintiera en entregar y
un terrible dolor de muelas, a Calisto le tuve que inventar. Y rogar caridad para el hombre
que tan necesitado está.
Se apiadó pues la muchacha y su cordón me entregó sin tardar. Le hice creer que tal
prenda seguro le sanará, pues al lado estuvo de reliquias sin par.
Rauda salí de la casa, pues mucho miedo pasé, ¡que genio el de la muchacha! Por un
momento temí que algo me fuera a pasar por tener la osadía de hablarle de tan innoble
galán.
Mi tarea conseguí, contenta debo estar, más trémula, aún me encuentro por esfuerzo sin
igual, mi corazón aún maltrecho por tanta celeridad.
08:30
A mi Diario,
Fiel a mis deseos, el día de ayer voy a terminar de relatar, que si hay partes no dichas,
nada se entenderá. Y cuando lo relea no quiero que nada se pueda olvidar, que está siendo
interesante lo que contado en estas páginas está.
Pero no me fueron posibles mis deseos acatar, tan ansioso está Calisto, que a Sempronio
volvió a mandar que me fuera a buscar.
Y con él tuve que irme y llegados a la casa señorial, tuve que contarle al joven, mi
encuentro con su amada virginal. Reconozco que lo adorné un poco para que le sonase a
música celestial. Le relaté la mentira que le tuve que contar, y le recordé que su dolor de
muelas en la calle tiene que simular. Que aunque la moza dice no soportarle, cuando supo
de su enfermedad, me entregó su cordón santo para que pudiese sanar.
Calisto con el cordón en sus manos no lo quiere soltar, vuelve la ilusión a sus ojos, llenos
de esperanza están. Agradecido me ofrece en recompensa, lo que yo decida desear y le
pido un manto nuevo, que el mío, lleno de agujeros está.
No deseo más dinero pues los criados atentos están y si no lo comparto, puede que todo
acabe mal. Algo cuyo reparto sea imposible realizar y que lo disfrute mi persona que es
la que arriesgando está.
Y como ya era noche cerrada, me hace acompañar por su criado Pármeno que no ha dejado
de cuchichear.
Por el camino de vuelta, a fondo me tuve que emplear, para convencer al criado de mi
buena voluntad. Recuerdo a qué moza pretende este gañán y a casa de Areúsa nos vamos
a acercar. Mi charla me cuesta con la muchacha pero espabilada y lista está y comprensiva
consiente en dejarse acompañar. Que no hay nada que pueda persuadir más, que una
noche jubilosa con quien Pármeno desea estar.
Acabo aquí este relato pues en la noche escribiré más. Que están llegando muchos
manjares y me acabo de enterar, que son los criados de Calisto los que los hacen llegar.
Que una comida a mediodía, vamos a celebrar. Pues dejo rápido la pluma que más
interesante está, el asunto de las manducas que huelen fenomenal.
Miércoles, 8 de Septiembre de 1497
00:00
A mi Diario,
Medianoche es ya y descansando debiera estar pero tantas cosas me bullen sin cesar que
soy incapaz de los ojos cerrar.
Quizá la pluma utilizar, me pueda tranquilizar, que un hechizo he usado ya y buen vino
que nunca suele fallar pero el sueño esquivo está.
En el día de ayer, rodeada de jóvenes acabe por comer. Los criados de Calisto enviaron
viandas por doquier, y con mis dos pupilas, cinco a la mesa pudimos ser.
De Calisto dijeron que tan ido estaba, que si era día o noche no parecía saber y que a misa
había ido para ver si le hacía bien.
La comida con el vino que entre risas pudo ser, vino a fastidiarse un poco con enfados de
Elicia y Sempronio, sin querer.
Pero pude recordar mejores tiempos, cuando en mi casa nueve muchachas llegué a tener.
Que era yo su guardiana y custodia y con gran mano supe hacer, muy buenos negocios y
mi fama creció como la espuma entre los hombres de buena cuna. A las muchachas se
disputaban y a mí me colmaban de miel y que, aquellos buenos tiempos que, por pasados
no han de volver, algo de añoranza me causan, pero un poco de regocijo en mi cabeza
dejan también. Que llegué a lo más alto y desde allí solo queda caer pero que aún vieja y
sola, sé que me puedo valer.
Cuando la comida acabando estaba, Lucrecia, criada de Melibea, a mi puerta a llamar fue.
El cordón quería y que fuera a ver a Melibea también. Y por lo que decía, mal de amores
parecía la muchacha tener. Mi conjuro en el hilado no había fallado ni una sola vez y
presta junto a Lucrecia, a casa de Melibea me acerqué.
Sola estaba la doncella y por su aspecto supe ver, que una ardua batalla, estaba librando
su ser.
Pero estaba la molesta Lucrecia, porfiando cual demonio por doquier. Que siempre ha de
haber alguien que las cosas más difíciles ha de poner. Le pedí a Melibea, que si curarse
quería, a solas conmigo tenía que ser. Despidió a la criada y aunque arduo trabajo me
tomó el quehacer, conseguí que consciente fuera de que el mal que padecía, tenía nombre
y que su reconocimiento podía hacerle bien. Incluso tuvo un desmayo, que me heló la
sangre y me hizo temer por mi vida también. Pero de él recuperada, volvió a la vida para
saber, que de Calisto estaba enamorada y que bebía los vientos por él.
Verle quería la moza y hablar con él y a las 12:00 de la noche, le encomiendo que espere
tras la puerta de su casa para a su amor ver.
02:30
A mi Diario,
No son horas de relatos, pero mi sueño sigue siendo esquivo este amanecer. Continúo
contando un rato y luego descansar podré.
Cuando dejé a Melibea, a Calisto tenía que ver y por el camino a sus criados encontré.
Esto fue ayer en la tarde y en la iglesia seguía el doncel, que ni siquiera sabía dónde se
dejaba ver. Tan buenas noticias, de camino a su casa le hice ver, pero tanta dicha le parecía
imposible tener.
Que Melibea te quiere y que te quiere ver. Que como siempre te dije, la vida y la alegría
te devuelvo y a Melibea te entrego también, que a las 12 tras la puerta de su casa te
esperará esta vez.
Calisto no sabe cómo pagarme y me entrega con placer, una hermosa cadena, que más de
dos marcos de oro ha de valer.
Sus criados desconfían, creen que demasiado fácil es, que les esperarán con espadas, que
una trampa tiene que ser. Que un cambio tan brusco es imposible de suceder.
Necios y tontos estos gañanes, no creen que mi filtro de amor y su efecto fue. Me miran
con cierta inquina, siento sus torvas miradas en mi ser.
Apañados están si piensan que mis ganancias van a tener. Que yo sola lo he hecho todo y
que me lo he ganado bien. Y que con la cadena vivir puedo muy bien, los años que el de
más arriba me tenga que conceder.
Sin más me vuelvo a mi casa, Calisto ya sabe qué hacer. Melibea le espera a medianoche
y felices pueden ser.
Y aquí acabo esta historia, que con mi Diario comencé. Mañana será otro día y otras cosas
escribiré.