Analisis de La Peste
Analisis de La Peste
Analisis de La Peste
que para conocer mejor una ciudad hay que averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y
cómo se muere. La enfermedad y la muerte son, sin lugar a dudas, una parte muy importante de esta
gran metáfora literaria que su autor nos traslada en la que quizá sea su obra más conocida y reconocida.
La peste es una de las grandes novelas de Albert Camus. Pero, por extensión, es una de las obras
cumbre de la la literatura occidental del siglo XX. Aunque el autor renegara de la etiqueta del
existencialismo, en cada detalle de su obra podemos encontrar las principales tramas y situaciones que
pueden inscribirse en esa corriente filosófica y que están relacionadas con la filosofía del absurdo .
La narración se centra en la ciudad argelina de Orán, a mediados del siglo XX. Camus nos describe una
ciudad activa, fea y monótona, en donde sus habitantes solo piensan en trabajar para enriquecerse y
reservan los placeres mundanos para los escasos momentos de ocio de que disponen. Su ritmo de vida
es frenético y rutinario. Sin embargo, algo cambiará abruptamente esa forma de vida y será la aparición
de una terrible epidemia que asola la ciudad, barriendo de la calle a cientos de cadáveres diarios. Como
dice el narrador, las pestes y las guerras generalmente llegan cuando la gente está más desprevenida,
esto es, cuando nadie está pensando en ellas.
La situación es tan grave que la ciudad es puesta en cuarentena, sitiada y rodeada por una estricta
vigilancia. Los muros históricos de Orán son el límite que demarca su principio y su fin. Y, dentro de
ella, se verá contenida toda la podredumbre humana, aunque también toda su gloria. El viraje en el
estilo de vida de los habitantes se hace patente. El miedo hace mella en seguida: « hay los que tienen
miedo y los que no lo tienen, pero los más numerosos son los que todavía no han tenido tiempo de
tenerlo». El principal protagonista de la historia es el doctor Rieux. Un médico que trata de
contener la enfermedad por todos los medios. Se trata del personaje ético o moral de la novela,
el que comprende la situación y trata de luchar desesperadamente contra la misma. Hay otro personaje
fundamental también, el periodista Rambert.
Este último personaje guarda todavía más complejidades en su carácter. No es habitante de Orán,
sino que estaba de paso en la ciudad mientras que la mujer a la que ama está fuera. Y, de hecho, él trata
de escaparse. Pero, debido a la estricta vigilancia, no lo consigue, y permanece ayudando en la medida
de lo posible a que la peste no se propague.
Estos son algunos de los picos argumentales de la historia. Pero, en sí, esta sucede principalmente en la
descripción que hace Albert Camus del avance de la peste. Describe detalladamente todas las
catástrofes que produce, así como los remedios que tratan de aplicar sus habitantes para
cortar de raíz este mal. Se describen las medidas profilácticas y la cantidad de muertes que
acontecen, siendo la enfermedad la verdadera protagonista de la novela. Narrado en primera persona,
podemos ver cómo la voz acompaña a todos los personajes y lo observa todo desde una perspectiva
neutral, sin involucrarse nunca en nada de lo que sucede.
La inmensa mayoría de críticos coinciden en apuntar hacia una misma idea: esa enfermedad es una
metáfora del nazismo. Se trata de la propia cloaca moral del ser humano. Un mal olor, una enfermedad
moral degenerativa que se va expandiendo por todos los habitantes hasta infectarlos, devorarlos y,
finalmente, matarlos a todos. Los muros de la ciudad representarían la propia imposibilidad del ser
humano de escapar de su propia realidad. El mal no es, por ello, algo localizado. El mal puede estar en
cualquier persona.
La peste es el símbolo que utiliza el autor francés como la metáfora que favorece la conciencia del otro
porque es capaz de despertar en muchas personas sentimientos profundos de amor, de solidaridad e
interés por los demás que se habían perdido por la mentalidad materialista de la población. A la par de
la proliferación de la peste, toda la actividad comercial en Orán también muere. En cambio, resurge de
entre las cenizas un sentimiento de fraternidad en beneficio de las relaciones humanas.
Es ese tránsito que nos lleva desde la indiferencia, la pasividad y falta de amor al prójimo hasta la
solidaridad humana lo que le confiere una gran carga moral a esta portentosa novela. La enfermedad no
afecta solamente al que se contagia con ella, sino a aquellos que permanecen sanos y toman dos
actitudes diferentes: el más puro egoísmo y la generosidad sin límites. Uno de los personajes
principales, Tarrou, lo describe de este modo: «esa porquería de enfermedad… hasta los que no la
tienen parecen llevarla en el corazón.«
Pese a sus diferencias ideológicas, entre Rieux y Tarrou se desarrollará una fuerte amistad. En un
momento dado Tarrou confiesa que su aspiración es llegar a ser santo. Para Rieux, por el contrario, lo
verdaderamente importante es ser solidario: «Lo que me interesa es ser hombre«, afirma. Y esa
afirmación queda remachada por esta otra: «bien sé que el hombre es capaz de acciones grandes, pero
si no es capaz de un gran sentimiento no me interesa«. La lucha de Rieux contra la enfermedad es
atroz e incansable, y representa una batalla contra el mal.
Podemos ver un paralelismo claro entre el argumento de La peste y buena parte de los
principales títulos existencialistas de Europa. De Kafka a Sartre vemos el drama de una existencia
reducida al absurdo. Una vida encarcelada en ella misma y que lucha contra su propia naturaleza. Se
trata de un dilema, aportado en este caso por Albert Camus, entre el bien y el mal, entre una vida moral
y una degradación ética.
El estilo de la obra es tan seco y áspero como otros grandes títulos elaborados por el
escritor francés. Sin embargo, en esta obra podemos encontrar muchas frases con dobles
significados. Cada palabra parece una alegoría de otra cosa, muy similar a El proceso de Kafka.
En conclusión, Albert Camus realizó una gran aproximación al tema de la solidaridad humana en La
peste. La grandeza de la obra se inscribe a la perfección en una de las corrientes literarias más
importantes del siglo XX, el existencialismo. Y, además, apunta al profundo problema del mal y el bien
en el ser humano. El final de la novela tiene un punto de esperanzador en el que Albert Camus nos hace
ver que, pese a todos los males que pueden asolar el mundo en forma de plaga, siempre cabe la
esperanza de que aflore lo mejor del ser humano:
Del puerto oscuro subieron los primeros cohetes de los festejos oficiales. La ciudad los saludó
con una sorda y larga exclamación. Cottard, Tarrou, aquellos y aquella que Rieux había
amado y perdido, todos, muertos o culpables, estaban olvidados. El viejo tenía razón, los
hombres eran siempre los mismos. Pero esa era su fuerza y su inocencia y era en eso en lo
que, por encima de todo su dolor, Rieux sentía que se unía a ellos. En medio de los gritos que
redoblaban su fuerza y su duración, que repercutían hasta el pie de la terraza, a medida que
los ramilletes multicolores se elevaban en el cielo, el doctor Rieux decidió redactar la
narración que aquí termina, por no ser de los que se callan, para testimoniar en
favor de los apestados, para dejar por lo menos un recuerdo de la injusticia y de
la violencia que les había sido hecha y para decir simplemente algo que se
aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de
admiración que de desprecio.
Sin embargo, Albert Camus no era un optimista ingenuo, y sabe que pese a que ese
sentimiento de fraternidad humana es posible, no hay que bajar la guardia jamás:
Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la victoria
definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda
deberían seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus
desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a
admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos. Oyendo los gritos de alegría
que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre
amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en
los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede
permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera
pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los
papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza
de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad
dichosa.
La peste. Albert Camus. Edhasa
"La peste" es una novela contemporánea de carácter humanista, en la que el autor narra
la historia de la ciudad de Orán cuando se ve afectada repentinamente por una peste, y como
durante esta etapa valores como la moral, la honestidad y la solidaridad invaden los corazones
de algunos de los personajes.
Tarrou: hombre sincero, cuya aspiración personal es encontrar la paz, sin la necesidad de
creer en Dios. Además le repugnan las ejecuciones desde que era niño y su padre era un
juez.
Rambert: joven periodista parisino, que busca siempre su felicidad. Al principio, ésta
representaba a la mujer que amaba, pero luego, cuando debe permanecer en Orán, se
entrega por completo a colaborar en las brigadas sanitarias.
Cottard: hombre ignorante que aprueba la peste, ya que de esa forma se ve librado de
la justicia que antes le perseguía. Se cierra al sufrimiento de los otros y explota su
existencia miserable.
Grand: hombre bondadoso, cuyo corazón estalla de abandono. Él se entrega por completo
a su modesto trabajo en el Ayuntamiento y en el tiempo libre se dedica a escribir un libro.
Camus logra su primer éxito con El extranjero (1942) y en el mismo año El mito de Sísifo.
Más tarde aparece Calígula (1945). En su novela La Peste (1947) Camus reconoce
el valor de ciertos seres humanos ante los desastres. Sus obras posteriores destacadas son
La caída (1956), El hombre rebelde (1951), Estado de sitio (1948); y El exilio y el reino
(1957). Colecciones de sus trabajos periodísticos aparecieron con el título de Actuelles (3
vols. , 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954). En 1994, se publicó la novela incompleta en
la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Sus Cuadernos, que cubren los años
1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964).
Camus, que obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche
en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960.
6. Conclusiones
Probablemente el mensaje más importante que trae Camus en "La Peste", es que en medio
de las plagas se aprende algo: que hay en los hombres cosas más dignas de admiración que
de desprecio. A pesar de estar toda la ciudad lanzada al dolor de vivir cara a la muerte,
queda la posibilidad de una profunda solidaridad; esto es la prueba suprema para el ser
humano, que si en oportunidades semejantes a las de Rieux y Tarrou, se comporta como
ellos, es posible afirmar que la superará. Además, el ser solidario no es una tarea tan
simple como parece, ya que es un compromiso incondicional con uno mismo y con los
demás, donde se da todo y no se espera recibir nada a cambio.
Por otro lado, el autor reconoce la individualidad esencial de cada persona, ya que no es
justificable que se viva en la abstracción. La vida es loconcreto: está compuesta de
pequeñas batallas y de éxitos pasajeros, no es eterna. Es por eso que la gente tiene que
aprender a mirarse a sí misma y a respetar en la creación aquello que en los humanos es
exclusivo e intransferible como experiencia y como respuesta.
La peste no sólo simboliza la guerra, sino también al mal que se expande cada día más en
los corazones y que no permite al hombre dejar de un lado al egoísmo, al beneficio propio
y a la hipocresía que tanto le hacen daño a él y a sus semejantes. No existe alguien que
haya salido victorioso cuando ha actuado de esa manera. Por tal motivo, es una buena
ocasión para que los jóvenes reflexionen sobre lo que verdaderamente representa una
"buena vida", ya que ésta no se la construye en el individualismo total o en
el materialismo, porque las cosas no satisfacen completamente al ser humano; pues éste
necesita también de la colaboración de PERSONAS a las que pueda brindar su amistad, su
cariño, y su respeto, esperando reciprocidad.
Vocabulario
Armisticio: suspensión de hostilidades.
Enhiesto: levantado, recto, vertical.
Hisopo: Mata muy olorosa, que se ha empleado en medicina, perfumería y en la
elaboración de ciertos licores.
Histrión: el que representa disfrazado en la comedia o tragedia antigua.
Imprimátur: licencia que da la autoridad eclesiástica para imprimir un escrito.
Linfa: líquido coagulable, casi incoloro, que corre por los llamados vasos linfáticos y sirve
de intermediario en los cambios nutritivos entre las sangre y los tejidos.
Palangana: vasija ancha y poco profunda que sirve especialmente para lavarse la cara y las
manos.
Profilácticas: que sirven para preservar la enfermedad.
Rebujón: envuelto sobre sí mismo.
Venablo: dardo o lanza corta y arrojadiza.