Simplicidad Radical
Simplicidad Radical
Simplicidad Radical
Jim Merkel
CON EL DECRECIMIENTO ECONÓMICO
...os reto a leer este libro en lugar de filosofar sobre las maneras en que vuestra vida
podría cambiar a mejor. –BILL MCKIBBEN, autor de End of Nature.
La pasión de Merkel por crear un mundo más humano nos irradia desde cada
página. ¡Una auténtica inspiración! –JANET LUHRS, autora de The Simple Living Guide y
Simple Loving.
R A D I C A L
Imaginemos que nos encontramos en un bufé y somos los primeros de la cola. El banquete
no solamente incluye agua y comida sino también los materiales necesarios para obtener Huellas pequeñas en una tierra finita
refugio, ropas, sanidad y educación. ¿Cómo sabremos la cantidad que podemos coger?
¿Qué cantidad es la adecuada para dejar suficiente a los siguientes de la cola –no sólo los otros
seis mil millones de personas, sino también la vida salvaje y los que todavía han de nacer?
Mucha gente siente la necesidad de cambiar su propio estilo de vida como un modo tangible
de transformar nuestra cultura insostenible. Simplicidad Radical es el primer libro en guiarnos
hacia un objetivo personal de sostenibilidad y ofrecer un método para reducir nuestra huella
ecológica y así ser más equitativos entre todas las personas, especies y generaciones. Utilizando
tres herramientas, –incluidos los pasos de La Bolsa o la Vida y técnicas de Nuestra Huella
Ecológica– el libro permite personalizar nuestro propio viaje hacia la sostenibilidad.
Una respuesta práctica y personal a los desafíos del siglo XXI, Simplicidad Radical atraerá a
una gran variedad de personas, desde gente inmersa en una búsqueda espiritual, hasta
políticos o profesionales de la sostenibilidad.
Simplicidad RADICAL
Jim Merkel nos lleva a adentrarnos sin tapujos en una simplicidad acérrima cuyo
objetivo es salvar el planeta. –MARK A. BURCH, autor de Simplicity and Stepping Lightly:
Simplicity for people and the planet.
... No hay una mejor guía práctica, para aprender haciendo, para una ciudadanía
ecológica. –MITCHELL THOMASHOW, autor de Bringing the Biosphere Home: Learning to Perceive
Global Environment Change.
SW-COC-1895-A
Simplicidad
RADICAL
Huellas pequeñas en una tierra finita
Simplicidad
RADICAL
Huellas pequeñas en una tierra finita
JIM MERKEL
IV SIMPLICIDAD RADICAL
SW-COC-1895-A
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sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de
ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
ADVERTENCIA
Un libro a favor del decrecimiento
Tienes en tus manos un libro para actuar. Un libro para que sea tu manual práctico para
contribuir a un mundo con una economía en decrecimiento. Por todo ello en esta segunda
edición nos hemos propuesto que el propio medio sea el mensaje. Tienes en tus manos el
primer libro impreso en España bajo el estándard de Cadena de Custodia del FSC. Tienes un
libro cuyo papel está certificado por el Forest Stewardship Council (FSC) a través del Grupo
de Cadena de Custodia de la propia Fundación Tierra, editora del libro. Tienes en tus manos
un libro que es radical incluso en su forma. Pero quizás conviene advertir que en estos
verdadero manual para una vida más austera, en definitiva para contribuir al llamado
decrecimiento. Los seguidores del decrecimiento señalan las medidas prácticas que puede
1. Volver a la producción material de los años sesenta-setenta con una huella ecológica
2. Internalizar los costes del transporte y evitar los kilométricos viajes de todas las
mercancías
energético
8. Decretar una moratoria sobre la innovación tecnológica que nos permita hacer un
9. Adoptar un estilo de vida más frugal que reduzca nuestra adicción al consumo.
porqué nos impide, como si de un espejismo se tratara, reconocer que nos estamos
introduciendo en el desierto estéril que queda tras nuestros pasos tanto en el Norte
más que favorecer la reflexión para empujar a la humanidad hacia una verdadera democracia
ecológica. Una ideología digna de pensar en ella, porqué como decía Gandhi, quizás debemos
vivir de forma más simple para simplemente que los demás puedan vivir”. El movimiento
del decrecimiento aunque va más allá comparte el espíritu del movimiento de la simplicidad
voluntaria. Por tanto, tienes en tus manos un libro para la necesaria revolución de la razón
que nos sitúe en una perspectiva menos convulsa como la que nos somete el capitalismo
consumista. Su lectura te será inspiradora y sus tablas del final son útiles para practicar
LOS EDITORES
Huellas pequeñas en una tierra finita VII
ÍNDICE DE MATERIAS
PRESENTACIÓN .................................................................................................... XI
PRÓLOGO DE VICKI ROBIN .................................................................................... XIII
SOBRE EL AUTOR ............................................................................................... XVI
AGRADECIMIENTOS ............................................................................................ XVII
INTRODUCCIÓN ................................................................................................. XIX
PRESENTACIÓN
Radical, significa ir a la raiz
Cuando en este país alguien dice de otro que es radical, ya está sentenciado. El concep-
to radical no quiere decir otra cosa más que ir a la raíz. Sin embargo, nuestra sociedad
global consume más recursos que los que el planeta de forma sostenible puede ofrecernos
y amenaza la supervivencia de las futuras generaciones sin contemplación. En un mundo
envenenado por los gases de efecto invernadero fomentar la economía con los combusti-
bles fósiles no es ético. Pero ahorrar energía y recursos exige un cambio de hábitos. Y los
humanos somos reacios a cambiar nuestras costumbres. Desgraciadamente, nuestra socie-
dad no puede tener una continuidad viable si seguimos con un consumo equivalente a una
huella ecológica de más de tres planetas. De seguir así, entonces sí estaremos sentencia-
dos. El libro de Jim Merkel que presentamos pretende explicarnos que nosotros tenemos
parte de responsabilidad en la construcción de un mundo que criticamos, y lo hace desde
una visión positiva de nuestra ciudadanía: la posibilidad de transformarlo está en nuestras
manos. Sí, nosotros, en nuestra vida. No es posible transformar el mundo si no transforma-
mos nuestra mentalidad y nuestros hábitos.
No es la primera vez que se ponen sobre la mesa propuestas como la de Simplicidad
radical. Saberse parte de los intentos históricos ayuda a valorar la responsabilidad que nos
exige la contemporaneidad. Puede que el antecedente más emblemático al libro de Jim
Merkel se encuentre –además de en Epicuro– en la propuesta de Henry David Thoreau, en
su mítico libro Walden1 editado en el año 1854. Thoreau se fue a vivir a una cabaña cerca
de un lago, queriéndonos demostrar con ello que con muy pocas cosas podemos gozar de
una gran vida espiritual. Con su actitud ensayó, quizá por primera vez en un Estado bur-
gués, una vida alternativa y además abrió la puerta al concepto liberal de desobediencia
civil desarrollado por Tolstoi y, después más ampliamente, por Gandhi.
Paralelamente a Thoureau, Étienne Cabet publicó en Francia Voyage en Icarie, una
idea de comunismo icariano que recogió en Cataluña el utópico inventor del submarino
Narcís Monturiol2 en el año 1847 y que contó con la simpatía y proximidad de otros catala-
nes de la época, como Abdó Terrades (precursor del socialismo utópico) y Josep Anselm
Clavé (líder del republicanismo federal). Un grupo de catalanes, entre los que se encontraba
XII SIMPLICIDAD RADICAL
1
Henry David Thoreau: Walden. Del deber de la desobediencia civil. Parsifal ediciones. Barcelona,
2001.
2
Matthew Steward: Monturiol’s dream. The extraordinary story of the submarine inventor who wanted
to save the world. Profile Books. London, 2004.
3
B. F. Skinner: Walden dos. Edit. Fontanella. Barcelona, 1976.
Huellas pequeñas en una tierra finita XIII
PRÓLOGO
VICKI ROBIN
Ambas familias están separadas por miles de kilómetros, por muchos años de
desarrollo y por múltiples capas de comodidades. Un lector de sensibilidad pareci-
da a la mía apreciará la simplicidad del hogar de Mali, y quizá incluso se maravilla-
rá ante su aparente alegría en unas circunstancias que sumirían a la mayoría de
americanos en la impotencia y la desesperación. Tendríamos que quitar casi todo
lo que aparece detrás de los Skeen para situarlos al mismo nivel que los Natoma.
Quizá mejor que cerremos el libro.
Pero no podemos cerrarlo. Tanto yo como vosotros, los Natoma y los Skeen,
además de quizá 6.500 millones más de personas y cientos de miles de millones
de otros seres, vivimos juntos en un planeta. Es posible ignorar la presencia e
incluso la existencia de aquellos que no poseen nada, pero respiran el mismo aire,
beben de las mismas escasas reservas de agua y dan a luz niños que crecerán y
trabajarán con nuestros hijos para finalizar la tarea que apenas hemos comenza-
do: tendrán que encontrar el modo de conseguir que todos podamos vivir bien
con los limitados recursos de la Tierra.
Jim Merkel, un antiguo ingeniero de armamento, aceptó este reto hace ya
catorce años. Disminuyó el valor de sus posesiones y redujo el enorme volumen,
complejidad y toxicidad de todas las cosas que circulaban a través de su vida. Lo
hizo con ganas y alegría, guiado por la pasión y la curiosidad. Su formación en
ingeniería le proporcionó la mentalidad y las herramientas necesarias para poder
evaluar cuáles de los cambios que realizaba disminuían efectivamente su impacto
en la Tierra. Presionó al ayuntamiento de su ciudad para que creara carriles para
bicicletas, de modo que todo el que quisiera pudiera prescindir del coche. Organi-
zó unos festejos del Día de la Tierra (Earth Day), que atrajeron a cientos de volun-
tarios y miles de personas. Su buen humor, su humilde integridad y su simpatía se
combinaron con la colección de hechos y cifras que reunió y que mostraban el
devastador impacto que ejerce el modo de vida americano sobre la Tierra.
Aprendió todo lo que pudo y experimentó con todos los métodos que tenía a
su alcance. Durante esta etapa, conoció a Mathis Wackernagel y Bill Rees, quienes
le hablaron de la Huella Ecológica, un método relativamente preciso para medir la
cantidad de recursos del planeta necesaria para mantener el estilo de vida a que
estamos acostumbrados. También quiso conocernos a mí y a Joe Domínguez des-
pués de leer La bolsa o la vida*. El método que ideamos para reducir el consumo
al tiempo que se incrementa la calidad de vida era otra de las piezas clave del
rompecabezas que estaba tratando de resolver: ¿Cómo conseguir que la gente
viva dentro de los límites de los recursos de la naturaleza sin experimentar ningún
*
Robin, Vicki y Domínguez, Joe. Your Money or Your Life. Penguin USA, 1999. (La bolsa o la vida.
Editorial Planeta, 2000) [N. de la T.]
Huellas pequeñas en una tierra finita XV
Vicki Robin
es coautora, junto con Joe Domínguez, de La bolsa o la vida.
XVI SIMPLICIDAD RADICAL
SOBRE EL AUTOR
Originariamente in-
geniero militar y comer-
cial de la industria
armamentística, Jim
Merkel cambió su vida
en el momento del de-
sastre del Exxon Valdez,
abandonando su traba-
jo por dedicarse al servi-
cio medio ambiental y la
paz mundial. Simplificó
su vida y 14 años más
tarde continúa como vo-
luntario y vive con 5.000
dólares al año.
Jim fundó el Grupo de Trabajo para el Transporte Alternativo en San Luis
Obispo, California, y obtuvo una posición electa en el Club Sierra mientras
afilaba habilidades urbanas para la vida sencilla. En Washington ha mediado
por las tierras vírgenes, la paz y los derechos de los nativos americanos. En
1994, recibió una beca para investigar la sostenibilidad en Kerala, India. Al año
siguiente, fundó el Proyecto de Vida Global (Global Living Project) e inició el
Instituto de Verano del Proyecto de Vida Global para descubrir que cada indivi-
duo debería dar derecho a «compartir equitativamente» la Tierra. Con gran
ayuda por parte de amigos y de su compañera Rowan Sherwood, diseñó y
construyó para el Proyecto de Vida Global las instalaciones para un hogar con
permacultura que sirviera de demostración. El Proyecto de Vida Global cesó
para abrir nuevas experiencias vitales en el ámbito de la sostenibilidad.
Jim también ha animado el ciclo de charlas «Ir en bicicleta por un futuro
sostenible», que ha recorrido más de 16.000 km, y ha impartido cientos de
talleres sobre vida sostenible. La bicicleta sigue siendo su principal forma de
transporte, tanto entre ciudades como en viajes hacia Méjico, dos veces a tra-
vés de Canadá, así como por Europa y la India.
Sus pasiones son las plantas silvestres comestibles, la vida salvaje y construir
viviendas que incorporen material reutilizado procedente de las basuras. Jim
Merkel consiguió en Junio del 2005 ser el primer Coordinador de Sustentabilidad
del Dartmouth College's, una prestigiosa universidad americana privada.
Huellas pequeñas en una tierra finita XVII
AGRADECIMIENTOS
Cuando llegué a casa de mamá y papá, después de haberme pasado diecisiete
años en el oeste del país, me esperaba una habitación con una mesa, estantes y
una puerta con un letrero que ponía “Despacho”. El cercano río Pleasant, que
recorre el estado de Maine (Nueva Inglaterra), con sus coyotes, salmones, alces,
osos y puercoespines, me ayudaba a concentrarme, mientras mi país estaba li-
brando una guerra.
Hasta que no hube pasado aproximadamente dos meses escribiendo Simplici-
dad Radical, tenía la ilusión de que me limitaría a sentarme y escribir este libro...
Error. La radio comunitaria WERU y la presentadora Amy Goodman, con su pro-
grama Democracy Now!, mantenían mi inspiración, gracias a sus noticias acerca
de la existencia de un movimiento mundial en favor de la Paz. Si no hubiera sido
por el apoyo de amigos, compañeros activistas y mi familia, habría abandonado el
proyecto.
Quisiera dar las gracias primero a mi hermana Marie Merkel, que me ayudó
con los primeros borradores, y a Janel Sterbentz y los compañeros de la organiza-
ción Redifining Progress. Chad Monfreda, Diana Deumling y Mathis Wackernagel,
además de mi compañera Rowan Sherwood, se ofrecieron generosamente para
ayudarme en mis investigaciones. Hank Colletto, Lilly Fessenden, Monica Word,
Mathis Wackernagel y Mart Chingos revisaron los primeros borradores. Finalmen-
te, cuando conseguí reunir el primer manuscrito, Ivan Ussach, Rowan y my herma-
na Michele Sorensen lo revisaron con suma competencia.
En los momentos en que me era necesario recluirme, Hawk y Lisa Henries me
ofrecieron un alojamiento, y después Colleen O’Connell en Ravenwood, donde
las hortalizas orgánicas me sirvieron de alimento para el cuerpo y para el alma. A
lo largo de todo el proyecto, tuve el apoyo de Chris y Judith Plant e Ingrid Witvoet
de la editorial New Society Publishers.
Y, sobre todo, le doy las gracias a Rowan, que trabajó en este proyecto de
principio a fin, y cuyo constante apoyo y amor hacen que la vida sea más maravi-
llosa. Sin ella no lo habría conseguido.
Jim Merkel
Junio de 2003
XVIII SIMPLICIDAD RADICAL
Huellas pequeñas en una tierra finita XIX
INTRODUCCIÓN
Mientras los periodistas rastreaban entre la tripulación del Exxon Valdez en busca
de los culpables, vi mi rostro en el espejo al otro lado de la barra y supe que el
culpable era yo. Yo conducía un coche y utilizaba el avión: cuatro vuelos intercon-
tinentales y tres vuelos continentales sólo el pasado año. ¿Cómo podía convencer a
un jurado de doce ballenas medio asfixiadas? Supe la verdad: los combustibles fósiles
forman parte de todo lo que consumo. Obviamente, todo el resto del mundo
industrializado se encontraba a mi lado, en el banquillo de los acusados: la «necesi-
dad» de tener cada vez más movilidad, más progreso, más crecimiento, nos había
conducido directamente a este desastre. Pero en aquellos momentos lo único que
sabía era que yo, personalmente, debía dar un paso hacia delante y hacerme respon-
sable de los daños.
Un día después, con la misión cumplida, volé de regreso a California. El movi-
miento brusco del aterrizaje me hizo despertar de un sueño extraño en el que mi
furgoneta había desaparecido del aparcamiento del aeropuerto y tenía que irme a
casa atravesando las sofocantes calles de San Luis Obispo como si fuera un burro
sobrecargado. No, allí estaba... cubierta de polvo, pero todavía una parte impor-
tante de mi vida. Conduje directo al trabajo, guardé el equipo de criptografía en
un armario secreto, me fui a casa y aparqué la camioneta con gesto decidido. No
tenía ninguna prisa para entrar, puesto que lo único que me esperaba eran los
armarios vacíos de una vivienda de soltero, así que monté unas alforjas en la bici-
cleta y me fui de compras. Tenía la sensación de encontrarme todavía en el extra-
ño mundo de mis sueños. Los pasillos del supermercado rezumaban petróleo:
desde el abono para los cultivos hasta el transporte en camiones, el procesamien-
to de los alimentos, el empaquetado y las figuritas de plástico de regalo que apa-
recían en las cajas de cereales. De pronto, vi un cormorán cubierto de petróleo
que salía medio arrastrándose de los Cheerios* e iba a parar al corazón de los
enormes campos de cereales de América.
Me fui con las manos vacías y atravesé la población en bicicleta hasta Cuesta
Co-Op, la tienda de productos naturales. Las hortalizas no estaban totalmente
libres de petróleo, pero se habían producido en la vecindad y eran cien por cien
orgánicas. Volví pedaleando a casa con las cuatro alforjas llenas y ningún envolto-
rio extra. A la mañana siguiente, salí para el trabajo diez minutos antes de la hora
y atravesé pedaleando las calles silenciosas en un estado entre el sueño y la vigilia,
aspirando el aire de las verdes colinas onduladas.
Empecé a ocupar las veladas buscando información y asistiendo a reuniones.
Un amigo me pidió que me presentara a las elecciones para el comité ejecutivo de
la organización medio ambiental Sierra Club y, al cabo de poco, me convertí en
vicepresidente de la sección de Santa Lucía. Junto con un grupo de estudiantes
*Cheerios, galleta en forma de rosquilla 100% de cereales: www.cheerios.ca [N. de la T.]
Huellas pequeñas en una tierra finita XXI
establecer la renta de ingresos por debajo del nivel susceptible de pagar impues-
tos. De ese modo ningún centavo contribuiría a que ninguna bomba y ninguna
bala fueran a parar a los campesinos que viven cerca de los recursos más codicia-
dos. Pero, ¿cómo podría promover la paz? Me acerqué la Tierra al oído y escuché.
Tenemos todas las de ganar y todas las de perder... y no tenemos nada que
ganar y nada que perder. Nuestra vida puede ser la mejor manera de expresar el
compromiso hacia las personas que amamos, hacia los que no tienen voz, hacia la
Tierra, y hacia las generaciones que aún están por nacer.
*
Wackernagel, Mathis y Rees, William. Our ecological footprint: reducing human impact on Earth. New
Society Pub (1995) (Nuestra huella ecológica: Reduciendo el impacto humano sobre la Tierra. Colección
Ecológica de Medio Ambiente. Lom Ediciones, Santiago de Chile.) [N. de la T.]
XXIV SIMPLICIDAD RADICAL
Huellas pequeñas en una tierra finita 1
PARTE 1
PRIMERO
JUSTIFICACIÓN PARA
UN ESTILO DE VIDA GLOBAL
Todo ser está mejor vivo que muerto, tanto los hombres como
los alces y los pinos. Quien sea capaz de comprenderlo preferirá
preservar la vida antes que destruirla.
arañas, además de innumerables especies, billones de seres únicos, todos con el mis-
mo sano apetito. Y, detrás de ellos, los niños, los cachorros y las larvas aún por nacer.
Sería posible un festín lleno de armonía, pero esto requiere establecer ciertos
límites o, mejor dicho, saber moderar el apetito, a medida que nuestro plato se
convierte en un carro de la compra, en una furgoneta... a medida que llenamos
nuestro hogar, el desván, el sótano, el garaje, y quizás incluso un guardamuebles
alquilado, con elementos de la naturaleza transformados en otras cosas. Si nos
sentamos alrededor de una mesa bien provista con nuevos amigos y criaturas de
todo el mundo, ¿cuál es el nivel de equidad con el que nos sentiríamos cómodos?
¿En qué nivel de desigualdad diríamos: “Un momento, esto no es justo”?
El Proyecto de Vida Global (Global Living Project) se fundó en 1995, con el
objetivo de descubrir cómo vivir de forma sostenible en Norteamérica. Se definió
«vivir globalmente» como un modo de vida equitativo y armonioso entre no sola-
mente la totalidad de la población humana, sino también entre los 7-25 millones
de otras especies estimadas1 y las incontables generaciones venideras. Cuando se
practica la filosofía de vivir globalmente, cada una de las acciones que efectuamos
diariamente mejora la salud del conjunto, tanto a nivel local como a nivel global. El
sistema ecológico, además del sistema social, político y espiritual, a todos los nive-
les, tendrá entonces la oportunidad de regenerarse y prosperar.
••••••••
• El universo está lleno de abundancia, hay más que suficiente para todo el
mundo, ¿no?
• Si no me lo quedo yo, lo hará otra persona.
• Es la elite de las grandes empresas quien toma demasiado.
• Cada cual hace lo que puede.
4 SIMPLICIDAD RADICAL
FACTORES INTERNOS
FACTORES EXTERNOS
¿Alguna vez nos hemos preguntado de dónde proceden las presiones para
consumir que experimentamos? ¿Es el ajetreo de la cultura moderna lo que hace
que día tras día recorramos el mismo camino, sin que lleguemos a cuestionarlo?
¿Nos hemos resignado a la idea de que ya no hay agua limpia suficiente para
todos, y que no es posible evitar las catastróficas consecuencias del calentamiento
global? Toda la sociedad, desde el gobierno (a quien elegimos nosotros) hasta las
empresas (para las que trabajamos), la iglesia y las escuelas a las que decidimos
acudir, parece apoyar el crecimiento económico y toda una serie de comporta-
mientos ecológicamente insostenibles, de la A a la Z. Los medios de comunicación
dominantes y los anunciantes de las grandes empresas parecen controlar la mayor
parte de la información e influir sobre quién saldrá elegido, de tal manera que hay
millones de personas que no llegan ni a votar. Es fácil ver por qué sucede esto, si
tenemos en cuenta la existencia de una máquina de sueños al servicio de las gran-
Huellas pequeñas en una tierra finita 7
• Actualmente, los mil millones de personas más ricas del mundo consumen el
equivalente del rendimiento sostenible de toda la Tierra. La población ente-
ra, de seis mil millones de personas, está consumiendo a un nivel un 20 por
ciento por encima de lo que se considera un rendimiento sostenible.11
• Según las predicciones, el número total de personas alcanzará los 9 mil
millones en el año 2050 y puede llegar a los 11 mil millones.12
• El consumo privado en los países más ricos se elevó de 4,752 billones de
dólares en 1980 a 14,054 billones en 1998.13
Huellas pequeñas en una tierra finita 9
Primero debemos saber que nuestras acciones son inútiles, pero a con-
tinuación debemos actuar como si no lo supiéramos. En esto consiste la
locura controlada del mago.
—Don Juan20
lo sabe, y es posible que también posea la solución, mientras que los yos éticos y
espirituales luchan por asegurar el futuro de todas las formas de vida. Si queremos
evitar la catástrofe ecológica que ya se ha iniciado, no tenemos más remedio que
disminuir el consumo de forma radical, estabilizar inmediatamente el crecimiento
de la población y hacer un mejor uso de la tecnología. Si se efectúan estos cam-
bios ahora mismo, los daños podrán minimizarse, pero si se produce un retraso, el
colapso es inevitable, y los que poseen las armas serán los que dominarán hasta el
amargo final. No queda más remedio que dejar de dañar los sistemas de soporte
vital de la Tierra.
El Dalai Lama dijo, hablando acerca de cómo resolver los problemas del mun-
do: “Primero debemos cambiar por dentro... Estaría bien que existiera otro méto-
do más fácil y práctico, pero no existe”.21 Mientras contribuyamos a la crisis, la
felicidad nos será esquiva, y lo que experimentaremos será un melancólico senti-
miento de derrota, o nos libraremos a una fiesta constante hasta que llegue el fin
del mundo. Si vivimos como si no existiera un mañana, crearemos justamente
eso... un no-mañana. De hecho, todo se reduce a preguntarse: “Si no lo hago yo,
entonces, ¿quién lo hará? Si no se hace ahora, ¿cuándo entonces?”. En algún
momento no tendremos más remedio que definir nuestra postura al respecto.
Vivir globalmente es un viaje de nuestros días, un viaje para reclamar nuestra
conexión con este viejo planeta, y para volver a enamorarnos de la tierra, sea cual
sea el lugar al que llamamos hogar.
REFERENCIAS
1.Pimm, Stuart L. The World According to Pimm: A Scientist Audits the Earth. [El mundo
según Pimm: un científico audita la Tierra] New York: McGraw Hill Professional, 2001.
2. Robbins, John. Diet for a New America: How Your Food Choices Affect Your Health, Happiness
and the Future of Life on Earth. [Dieta para una nueva América: cómo lo que comemos puede
afectar a la salud, la felicidad y el futuro de la vida en la Tierra] Tiburon, H. J. Kramer, 1987.
3. Brower, Michael y Warren Leon. The Consumer’s Guide to Effective Environmental Choices:
Practical Advice from the Union of Concerned Scientists. [Guía del consumidor para tomar deci-
siones ecológicamente efectivas. Consejos prácticos de la Unión de Científicos Concienciados]
New York: Three Rivers Press, 1999.
4.Merkel, Jim.The Global Living Handbook. [Manual para vivir globalmente] Winlaw: The
Global Living Project, 2000.
5. Banco Mundial. Indicadores de desarrollo del año 2000. CD-ROM. Washington, DC. Ban-
co Mundial, 2000. [Disponible a través de http://www.bancomundial.org]
Huellas pequeñas en una tierra finita 11
6. Puckett. Jim y Ted Smith (compiladores). Exporting Harm: The High-Tech Trashing of Asia.
Seattle: Basal Action Network. [Exportaciones dañinas: Asia como vertedero de las altas tecno-
logías] 2002. Informe editado conjuntamente con Silicon Valley Toxics Coalition.
7. Ibid.
8. Mander, Jerry. In the Absence of the Sacred. San Francisco. Sierra Club Books, 1991. [En
ausencia de lo sagrado] José J. de Olañeta, Editor, 1996.
9. New Road Map Foundation. All Consuming Passion: Waking Up from the American Dream.
[Pasión por consumir: el fin del sueño americano] Seattle: New Road Map Foundation,1998.
Editado conjuntamente con Northwest Environment Watch.
10. Gatto, John T. Dumbing Us Down: The Hidden Curricula of Compulsory Schooling. [Cómo
atontar a los niños: el currículum oculto en la enseñanza obligatoria] Gabriola Island: New Society
Publishers, 1991.
11. Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Living Planet Report 2000 [Informe sobre el
planeta vivo. Año 2000] Gland: WWF, 2000.
12. Banco Mundial. Indicadores de desarrollo del año 2000. CD-ROM. Washington, DC.
Banco Mundial, 2000. [Disponible a través de http://www.bancomundial.org].
13. Ibid.
14. Pimm, Stuart L. The World According to Pimm: A Scientist Audits the Earth. [El mundo
según Pimm: un científico audita la Tierra] New York: McGraw Hill Professional, 2001.
15. Vitousek, Peter M., Harold A. Mooney, Jane Lubchenco y Jerry M. Melillo. “Human
Domination of Earth’s Ecosystems” [La dominación humana de los ecosistemas de la Tierra].
Science 277 (1997: pp. 494-499).
16. McKibben, Bill. Maybe One: An Environmental and Personal Argument for Single-child
Families. [Tal vez uno: argumentos ecológicos y personales para las familias con un solo hijo]
New York: Simon & Schuster, 1998.
17. The Energy Information Administration, Tabla 8.1 “World Crude Oil and Natural Gas
Reserves”, en International Energy Annual, 2001 [Anuario Internacional de Energía]
18. Ludwig, Art. “U.S. Terrorism?” [“¿Terrorismo de los EEUU?”]. Hopedance, edición espe-
cial, octubre 2001.
19. Bell, Dick y Michael Renner. “A New Marshall Plan? Advancing Human Security and
Controlling Terrorism” [“¿Un nuevo plan Marshall? Avances en la seguridad de las personas y
control del terrorismo”] Nota de prensa del World Watch Institute. 9 de octubre de 2001.
20. Castaneda, Carlos. A Separate Reality. New York: Washington Square Press, 1991. [Una
realidad aparte] Fondo de Cultura Económica, 2001.
21. Piburn, Sydney (compilador). A Policy of Kindness: An Anthology of Writings by and
about the Dalai Lama, Winner of the Nobel Peace Prize. Ithaca: Snow Lion Publications, 1993. [El
Dalai Lama, la política de la bondad: una antología de escritos del y por el Dalai Lama] Ediciones
Dharma, 1997.
12 SIMPLICIDAD RADICAL
SEGUNDO
EL TERRENO DE LO MATERIAL
EL TERRENO DE LO NO MATERIAL
1. Creced y multiplicaos.
2. Más es mejor.
3. La tecnología encontrará soluciones a los problemas.
He elegido estas tres porque son las que lideran la estampida hacia comporta-
mientos insostenibles. Si queremos avanzar hacia un futuro sostenible, sea a nivel
familiar, comunitario, regional, nacional o planetario, la humanidad deberá tener
familias más pequeñas, consumir menos y utilizar tecnologías seguras y eficientes
con moderación.
Los ecologistas usan la ecuación siguiente:
Donde:
I = el impacto total de una población dada
P = el tamaño de la población estudiada
A = el nivel de riqueza o consumo por persona en la población estudiada,
es decir, todo lo que conocemos y utilizamos, que se divide en dos partes:
16 SIMPLICIDAD RADICAL
La niebla que podemos divisar en el horizonte podría tener algo que ver con el
modo en que los mil millones de individuos del mundo que ejercen el mayor im-
pacto y tantas otras personas atesoran estas vacas sagradas con tanto cariño. En
el libro de Donella Meadows Más allá de los límites,2 un sofisticado programa
informático predijo que para alcanzar la sostenibilidad harían falta cambios sus-
tanciales en las tres áreas (población, bienestar y tecnología). Para observar mejor
la dinámica de la ecuación IPAT, considérense dos familias: una familia típica de la
India (marido, esposa y tres hijos) y una familia típica americana (marido, esposa y
dos hijos). Según las estadísticas de 1998 del Banco Mundial, el PIB anual per
cápita de la India era de 440 dólares, mientras que en los Estados Unidos era de
29.240 dólares.3 A continuación, se compara el impacto respectivo de ambas fa-
milias, sin tener en cuenta la tecnología (I = P x A):
Los ánsares se limitan a tener una sola pareja para toda la vida. Quizá no sabre-
mos nunca el porqué, pero a la práctica parece ser que les funciona. Deben en-
frentarse a migraciones que abarcan continentes enteros, a cortos veranos duran-
te los cuales tienen que empollar y alimentar una camada, y a peligros que ace-
chan en cualquier lugar donde se acercan para beber y alimentarse, por lo que se
aferran el uno al otro contra viento y marea. Se protegen mutuamente, son capa-
ces de retroceder en su trayectoria para ayudar a un compañero herido, hacen
turnos para cortar el viento e incluso dan graznidos para animar a los que van
delante. Se necesitan mutuamente, y no tienen el tiempo y la energía extra nece-
sarios para exhibir el plumaje o para tornarse suaves y melosos con el fin de obte-
ner una nueva pareja a cada temporada. Al no preocuparse por alejar a otros
machos o hembras agresivos, ahorran tiempo y energía. En algunos casos como
éste, los límites son deseables.
El hecho de amar nuestros límites puede ser determinante para la vida. A me-
dida que reconozcamos que sólo poseemos una sola Tierra, cuya capacidad para
sustentar la vida es finita, y aceptemos unos límites, la mente y el corazón se
abrirán y podrán emprender la tarea de moderar los apetitos.
Vivir globalmente no trata de imponer límites a los demás, y no dice que ten-
gamos que huir al campo o mudarnos a compactos cubículos urbanos, sino que
trata de inspirar la creatividad, la capacidad de ver que existen infinitos estilos de
vida satisfactorios y compatibles con vivir utilizando la parte finita y equitativa de
naturaleza que nos corresponde. El objetivo de vivir globalmente es proporcionar-
nos las herramientas para que podamos ser los arquitectos.
REFERENCIAS
1. Ver P.R. Ehrlich y J. P. Holdren, “Impact of Population Growth” [El impacto del crecimiento
de la población], Science 171 (1971: pp. 1212-1217).
2. Meadows, Donella, Dennis Meadows y Jorgen Randers. Beyond the Limits: Confronting
Global Collapse and Envisioning a Sustainable Future. Port Mills: Chelsea Green Publishing
Company, 1992 [Meadows, Donella et al. Más allá de los límites del crecimiento. Ediciones el
País/Aguilar] Madrid, 1994.
3. Banco Mundial. Indicadores de desarrollo del año 2000. CD-ROM. Washington, DC. Ban-
co Mundial, 2000. [Disponible a través de http://www.bancomundial.org]
18 SIMPLICIDAD RADICAL
TERCERO
LA SOSTENIBILIDAD EN ACCIÓN
Cuando en 1989 emprendí mi viaje personal hacia la simplicidad, allá en San
Luis Obispo, no tenía claro qué camino seguir. Sentado en el taburete de aquel bar
de Estocolmo, sentía que estaba listo para experimentar cambios importantes;
quería que el viaje de mi vida sirviera para contribuir a un mundo mejor. Pero, de
vuelta al trabajo, me pidieron que comercializara el ordenador criptográfico que
había diseñado a los comerciantes de armas de Turquía, Pakistán, Israel, Irán e
Irak. Entonces leí el informe anual de Amnistía Internacional, en el que se descri-
bían con todo lujo de horribles detalles las torturas y los abusos de los derechos
humanos que esos gobiernos cometían contra sus ciudadanos. Para mí dejar ese
trabajo fue un alivio, pero, no obstante, todavía no veía cuál podría ser mi contri-
bución hacia una sociedad pacífica.
Había entablado amistad con Mike Zurate y su madre, Pilulaw Khus, del clan
del Oso de la vecina tribu de los Chumash. Me contaron que habían obligado a
10.000 personas de la tribu Diné (Navajo) a marcharse de la zona conocida como
Big Mountain, en Arizona. También me dijeron que los miembros del consejo de la
tribu agradecerían que se les echara una mano.
En noviembre de 1990 partió de San Luis Obispo, California, un convoy del
recientemente creado Grupo de Soporte de Big Mountain con nueve camiones
cargados con ayuda humanitaria. Durante dos días se celebraron diversas ceremo-
nias, mientras nosotros repartíamos toneladas de alimentos para las trescientas
familias sitiadas. Me entrevisté con docenas de ancianos tradicionales que dejaron
Huellas pequeñas en una tierra finita 19
bien claro que preferirían morir a tener que abandonar sus tierras. Uno de ellos
dijo: «En nuestro idioma, no existe ninguna palabra para “reasentamiento” o
“traslado”. Trasladarse se refiere a algo que desaparece y ya no vuelves a ver». La
promesa que les habían hecho de establecerlos en una urbanización de casas
construidas en serie significaba para ellos el comienzo de una espiral descendente
para acabar viviendo de la caridad pública. Cualquier nativo americano de Arizona
se enfrenta a un terrible racismo: un indio sin trabajo y que cobra el paro no hace
más que confirmar el hecho racista. Lo que me contó uno de los ancianos fue
esencialmente lo siguiente: «Aquí tenemos ovejas, maíz, plantas medicinales y los
huesos de los antepasados. Si nos trasladamos a esas casas, ¿cómo viviremos?
¿cómo podremos pagar las facturas? Se nos romperá el corazón». Desafortuna-
damente, su tierra natal poseía unos 21.000 millones de toneladas de carbón,
valorados en 100.000 millones de dólares. Las «Nuevas Tierras» que les ofrecían
eran el lugar donde en 1979 se produjo un vertido de más de 355 millones de
litros de residuos radioactivos de United Nuclear, un vertido que contaminó 110
kilómetros del río que pasaba por la zona, Río Puerco.
Pasamos varios días entregando la ayuda humanitaria. Conducimos durante
centenares de kilómetros polvorientos, a través de las colinas cubiertas de salvia y
enebro, hasta los asentamientos familiares independientes que se encontraban
desparramados en un área amplia en medio de la inmensidad del desierto. Cuan-
do hacíamos la última entrega, una mujer mayor que sólo hablaba su lengua
nativa nos hizo señas para que entráramos. Su sonrisa, cálida aunque erosionada
por el tiempo, lucía a la luz titilante de las velas. Me dio un cuenco al tiempo que
señalaba una olla humeante con estofado de cordero que había en la estufa de
leña. Unas hierbas se secaban colgadas de las vigas en el centro del hogan* hecho
con tierra y madera. Nuestro guía e intérprete, Tom, charlaba y reía con la anciana
mientras nos acomodábamos entre las lanudas mantas confeccionadas a mano.
Entonces ella nos contó los últimos intentos que habían hecho para destruir a su
pueblo. Si no recuerdo mal, esto es lo que dijo:
Empecé a preguntarme qué podía aprender de los pueblos nativos que habita-
ban en las tierras que hay alrededor de San Luis Obispo. El pueblo Chumash ha
vivido aquí durante 9.000 años.1
¿Cómo era esta zona cuando era una aldea Chumash? ¿Podría ser que su
sabiduría, arraigada en el lugar, fuera fundamental para averiguar cómo satisfacer
los tres requisitos en esta área concreta? Quería saber más, así que empecé a
frecuentar a Pilulaw y Michael, que compartieron generosamente conmigo su cul-
tura tradicional.
Aprendí que los Chumash incluían hasta 450 plantas distintas en la dieta. La
cosecha de bellotas que recogían en el encinar tenía un valor calórico por hectárea
equivalente al de un campo de trigo de monocultivo. Aunque explotaban las ar-
boledas para incrementar su rendimiento, el ecosistema permanecía intacto: aún
había ciervos, osos, conejos, hierbas, tubérculos, frutos, piñones, setas y plantas
medicinales. Gracias a los hábitats acuáticos de las inmediaciones, tanto de agua
salada como de agua dulce, la cantidad y variedad de alimentos que podían obte-
ner era de una generosidad extrema. En las dunas de arena hay profundos concheros
donde, durante miles de años, se afilaban las herramientas y se desconchaban las
almejas, lo que da fe de la ya desaparecida abundancia del lugar. A lo largo de los
9.000 años de ocupación continua de las mismas aldeas, el ecosistema evolucio-
nó, pasando de los pinos a las encinas, a medida que retrocedían los glaciares.
Cuando en el siglo XVIII llegaron los españoles, había unas 85 aldeas que alberga-
ban a 25.000 personas. Los predadores en los peldaños superiores, como los osos
pardos y los pumas, contribuían a mantener el equilibrio. Los Chumash poseían
un estilo de vida sostenible.
22 SIMPLICIDAD RADICAL
«Para un indio tradicional, todas las cosas están relacionadas entre sí», dijo
Pilulaw, que prosiguió: «Como mujer del pueblo originario de esta tierra, como
anciana de los Chumash, camino por esta tierra, y mis antepasados y aquellos que
todavía están vivos andan a mi lado».
Este concepto constituye una guía para el cumplimiento del Parámetro 1: no
hay perdedores. Claro que las zanahorias o ciervos pierden la vida como indivi-
duos, pero los pueblos, las especies y los sistemas ecológicos reciben el respeto
debido a un familiar, y están libres de cualquier tipo de dominación.
El Parámetro 2, según el cual toda acción puede ser emprendida por cualquier
persona, entre los Chumash se ponía en práctica mediante dos tipos de compor-
tamiento:
La relación que sostuvieron durante 9.000 años los Chumash con su tierra
natal da fe del Parámetro 3, la sostenibilidad a largo plazo. Según Pilulaw, la ex-
presión “siete generaciones” significaba que sus acciones debían asegurar que
todas las relaciones actuales se mantuvieran hasta la séptima generación en el
futuro. A partir de lo que sabemos de los Chumash, su pasado y su presente,
parece que tuvieron éxito.
Por contraste, en poco más de doscientos años los europeos diezmaron a los
Chumash. Se allanaron montañas y valles, y desapareció el 90 por ciento de la
cubierta boscosa. Se ha sustituido todo el bioma por especies de hierba foráneas,
viñedos para obtener vino, gatos, perros y demasiadas vacas. Un empleado del
Servicio Forestal explicó a un grupo del Sierra Club que si una persona se durmiera
antes de que llegaran las vacas y se despertara doscientos años después del im-
pacto que producían, creería que había explotado una bomba atómica.
Cuando llegué al territorio de los Chumash, como no tenía ningún recuerdo
del paisaje anterior, me pareció que era un paraíso bucólico, pero a medida que fui
aprendiendo más de la historia de la región, empecé a preguntarme cómo sería un
Huellas pequeñas en una tierra finita 23
El SENDERO MUIR
Mi intención para esta búsqueda era relajar mi mente racional y lineal y abrir-
me hacia visiones de una vida global. Eso era exactamente opuesto al tipo de
diseños lineales que, como ingeniero, había aprendido a ejecutar.
Salimos de la ciudad bajo la luz de Orión, acompañados por un coro de grillos.
Ya fuera de la zona costera, añadimos nuestro CO2 al nebuloso fondo del valle de
San Joaquín, el Serengeti de John Muir, que actualmente se encuentra totalmente
bajo control humano, con hileras y más hileras de monocultivos; Edward Abbey
no se equivocó al decir que el arado ha causado probablemente más daño a largo
plazo que la espada. Llegamos a Fresno con las primeras luces del alba, y luego
empezamos a serpentear entre las estribaciones de la Sierra Nevada entre robles y
manzanitas: Shaver Lake, Big Creek, etc., hasta llegar al principio de la pista.
24 SIMPLICIDAD RADICAL
luz» que había descrito Muir relucía como una serpiente siguiendo una trayectoria
de norte a sur. Hacia el oeste, por encima del desfiladero de Kern, múltiples capas
de montañas se extendían hacia el horizonte en dirección al mar, asombrosas e
imponentes. Hacia el oeste, tras el reseco Valle Salino, se alzaban las montañas
Panamint, surreales e inanimadas, que escondían el Valle de la Muerte. Tras des-
plegar un mapa topográfico para identificar los picos, permanecí en silencio de-
jándome empapar por la luz del sol.
Reflexioné sobre el modo en que había vivido atemorizado durante treinta y un
años: temía la naturaleza más salvaje, me daban miedo los fenómenos atmosféri-
cos y me aterrorizaba no poseer lo suficiente. Había llegado el momento de cele-
brar la ceremonia de muerte de estos miedos. Los visualicé como brotes de rosa
silvestre... Bajo el sol de otoño, los miedos se habían agostado, y sus aspectos
positivos habían sido absorbidos por el árbol de la vida. Como todo en la natura-
leza posee un ciclo que va del nacimiento a la muerte y el renacer, sentí que me
invadía una oleada de muerte. Ahora sabía que gran parte de mis temores partían
de la ignorancia. El miedo me mantenía alejado de la naturaleza, pero ahora sabía
que, para poder ser yo mismo, necesitaba formar parte de ella. También se desva-
neció otro temor, más difícil de describir: se trataba del miedo a morir. Todo árbol
que se pudre alimenta a una nueva vida. Visualicé que yo también podía alimentar
la vida, incluso después de la muerte física. Mi lugar en el gran orden de las cosas
empezaba a cobrar sentido.
LA LECCIÓN DE KERALA
nes de personas, toda la población de Canadá. Las personas están bien educadas,
viven muchos años, tienen hijos sanos y las familias son pequeñas. Y su renta
anual per cápita es sesenta veces menor que la de los norteamericanos.
En este lugar podría encontrar pistas para el Parámetro 2, que especificaba que
“cada etapa del proceso la podría efectuar cualquier persona en cualquier lugar, y
no sólo unos cuantos privilegiados”.
La primera vez que oí hablar del “fenómeno de Kerala” fue a través del Dr. Hill
Alexander, catedrático emérito de la universidad de Cal-Poly, en San Luis Obispo. El
Dr. Alexander se retiró de la docencia en 1988 y, a través de la fundación EarthWatch
de Massachussets, creó un proyecto de investigación para llegar al fondo de dicho
fenómeno. Su peculiar línea de investigación, llevada a cabo por equipos de investi-
gadores, era: ¿Qué habilidades de supervivencia para el siglo XXI pueden aprender-
se de una de las culturas con una renta más baja que existe en la Tierra?
El Dr. Alexander se dio cuenta de que Kerala era un caso único, y de que de él
podían extraerse enseñanzas no sólo para los países pobres del mundo, hambrien-
tos a causa de la pobreza, sino para los países ricos, igualmente hambrientos de
necesidades insatisfechas. La fundación ofreció una beca para que un activista se
uniera al Dr. Alexander para trabajar en un proyecto común de un mes de dura-
ción en febrero de 1993, con todos los gastos pagados. El activista debía aportar
ideas sostenibles que pudieran aplicarse en países con un gran impacto sobre el
medio ambiente. Hice la solicitud y me seleccionaron para ir allí.
El Dr. Alexander presentó la cuestión del modo siguiente: “Los indicadores del
índice de fertilidad y calidad de vida de Kerala son similares a los del primer mun-
do. No obstante, el indicador para el Producto Nacional Bruto per cápita equivale
a los niveles de consumo del tercer mundo”. Los investigadores de ciencias políti-
cas y sociales y los médicos han empezado a estudiar con ahínco el enigma de
Kerala... ¿Cómo pueden conseguir tanto de tan poco? La figura 3.1 proporciona
los indicadores de calidad de vida básicos de Kerala, India, y de Canadá y los
Estados Unidos.
No es fácil explicar el fenómeno de Kerala en pocas palabras. Existen muchos
aspectos (históricos, sociales, políticos y biofísicos) que han contribuido a su éxito.
Para empezar, Kerala demostró que es posible salir de la pobreza sin tener que
aumentar el nivel de renta o la industrialización. El modelo de desarrollo denomi-
nado “transición demográfica” sostiene que los países pobres deberían pasar de
un tipo de economía rural, “tercermundista” y “subdesarrollada” a una economía
industrializada, del “primer mundo” y “desarrollada”. Y cuanto más rápidamen-
te, mejor, para evitar quedar atrapado en la llamada “trampa demográfica”: un
segundo mundo con las calles convertidas en un basurero e invadidas por el humo
Huellas pequeñas en una tierra finita 29
Figura 3.1
Indicadores de Kerala
de los motores de gasoil y por la pobreza. A menudo, lo que pretenden los parti-
darios del “desarrollo” industrial es sobre todo la explotación de los recursos. Las
naciones con rentas bajas se endeudan con las corporaciones multinacionales y el
Banco Mundial para realizar “megaproyectos”, y luego saldan la deuda vendien-
do minerales o madera, y produciendo cultivos comerciales para la exportación,
mientras la pobreza dentro del propio país va en aumento.
El caso de Kerala muestra una alternativa al McMundo: continúa siendo rural,
al tiempo que ha desarrollado unos niveles de salud y educación iguales a los de
muchas de las naciones del “primer mundo”.
Los intelectuales de Kerala no tardan en señalarnos los problemas a los que se
enfrenta su Estado, como una tasa de desempleo de un 25 por ciento, un escaso
crecimiento económico, y la falta de oportunidades profesionales dentro del pro-
pio Estado para las masas educadas. Se ha abierto un debate acerca de hasta qué
punto los datos disponibles sobre el PNB reflejan los niveles reales, a causa de las
rentas obtenidas trabajando en el extranjero. Existen algunos problemas relacio-
nados con la globalización que retan los éxitos que Kerala logró cosechar con
tanto esfuerzo. A pesar de todo ello, me dispongo a ofrecer al lector experiencias
de primera mano con los ciudadanos de Kerala, y un estilo de vida del que pode-
mos extraer enseñanzas.
30 SIMPLICIDAD RADICAL
El paseo nos llevó serpenteando entre casas con tejado de paja hasta otro
monumento, de nuevo al aire libre. En este lugar sagrado crecía un viejo árbol de
sombra, y unos juncos delimitaban el área. Entonces volvimos a intercambiar se-
ñas. Cuatro de los niños asintieron ante la pregunta «¿Hindú?». Siguiendo una
tercera dirección, llegamos a una iglesia al aire libre, con una cruz blanca incluida.
Dos de los niños respondieron afirmativamente a la pregunta «¿Cristiano?». Estos
porcentajes se acercaban a las estadísticas de 20, 20 y 60. Dos semanas antes,
nuestro proyecto había quedado a la expectativa, mientras estallaba la violencia
entre hindúes y musulmanes en la India del Norte. Pasé rápidamente las páginas
del manual de conversación y... allí estaba. Pregunté : «¿Kootakari?» (¿Amigos?),
mientras con el dedo trazaba un círculo que incluía a todo el grupo. Todos empe-
zaron a reír, asentir con la cabeza y gritar «Kootakari», coreándolo para corregir
mi pronunciación. Hice un ademán de lucha con los puños, ante lo cual se echa-
ron a reír y gritar: «¡No! ¡Kootakari!».
He aquí a unos niños y niñas juntos, sin vigilancia por parte de los adultos,
libres, seguros de sí mismos y juguetones. Durante varias horas se convirtieron en
unos competentes guías turísticos y profesores, con espontaneidad y sin miedos.
Se trataban mutuamente con respecto y nunca se peleaban. Los niños Diné en Big
Mountain también eran así. «¿No tv?», me pregunté. El concepto que tenía de la
naturaleza humana dio un vuelco. ¿Podría ser que la naturaleza pacífica de esos
niños fuera una clave del éxito de Kerala?
El grupo fue disminuyendo hasta que quedaron tres chicos, que me llevaron
hasta una enorme rueca de madera que servía para convertir las fibras de cáscara
de coco en cordel. Luego, el cordel se tejía para hacer redes, cuerdas y esteras para
la exportación. Los niños pusieron en movimiento aquel aparato de madera, cuya
mecánica recordaba la de una bicicleta. He aquí el movimiento khadi de Gandhi,
simbolizado por aquella maravillosa rueca. Fue un movimiento de masas que im-
pulsó a todo un país a boicotear a los brutales imperialistas británicos tejiendo su
propia ropa o khadi. Al igual que la gran Marcha de la Sal hacia el mar, el carácter
de la campaña era tanto político como práctico. La confianza de una población en
sus propios recursos, la industria artesanal, el principio de swadeshi o democracia
económica... todavía estaban allí, vivos, cincuenta años después de la indepen-
dencia de la India y de la muerte de Gandhi. Primero se metían centenares de
cáscaras de coco en redes y luego se sumergían en la laguna durante diez meses.
32 SIMPLICIDAD RADICAL
Entonces, resultaba fácil separar las fibras del material más carnoso, y se ponían a
secar al sol hasta quedar una pelusa dorada, lista para tejer. Después de que los
chicos me dejaran dar una vuelta a la rueca, llegó la hora de la cena y nos despe-
dimos con un “Peen-nay-canum” (Hasta luego).
• • • • • • •
Debido al calor y a las emociones tuve el sueño ligero, pero me levanté descan-
sado y salí para tomar un exquisito desayuno vegano. En este lugar, lo normal es
comer alimentos de los peldaños más bajos de la cadena alimentaria. La mayoría
de indios son vegetarianos, aunque algunos comen pescado y carne. Después,
recorrí los senderos del pueblo, un paraíso tropical aunque con el abarrotamiento
propio del siglo XX, abarrotamiento que disminuyó en cuanto me dirigí a la zona
montañosa. Desde lo alto de un risco, contemplé una playa a la que no acudían
los turistas: los niños se bañaban desnudos en el agua, mientras los hombres
cargaban las redes en embarcaciones dobles impulsadas por remos, y las mujeres
llenaban cántaros de una fuente y se los colocaban encima de la cabeza para
llevarlos a su casa. Había tres hombres que recolectaban cocos. El que estaba
subido al árbol cortaba los frutos y las palmas con un machete, al tiempo que otro
de los hombres los recogía y apilaba. El tercero vigilaba que a nadie le diera un
coco en la cabeza.
Al otro lado de la calle, se encontraba un grupo de seis mujeres sentadas a la
sombra que tejían las palmas secas para formar pantallas, de las cuales ya se había
formado un respetable montón. No me moví para poder ver todo el proceso: prime-
ro se recortaban y apilaban las hojas verdes de palma, la materia prima, y luego se
las dejaba envejecer a la sombra hasta que adquirían un tono amarronado. Des-
pués, eran transportadas al otro lado de la calle para tejerlas. Una vez terminadas,
las pantallas servían como techado o como panel lateral de una casa, incluso para
crear pequeños cuartos de baño en la parte trasera de las viviendas. Unas cuantas
iban a parar a la playa para resguardar del sol las redes, las barcas o los turistas, o
bien a la entrada del pueblo, donde creaban una sombra para las mujeres que
partían rocas. Las pantallas viejas y podridas se utilizaban para cubrir el suelo cultiva-
ble y hacer de mantillo, contribuyendo a consolidar la tierra y reducir la erosión.
Los europeos más progresistas han formulado una política empresarial que
hace a los fabricantes responsables de sus productos, de la cuna a la tumba. Aquí
no hay tumba, sino que el proceso funciona de acuerdo a lo que el arquitecto
William McDonough describió como de la cuna a la cuna, donde los residuos
equivalen a comida. No hay límites definidos, no hay fábricas, ni combustibles
*
McDonough, William y Braungart, Michael, De la cuna a la cuna. Publicado en versión castellana en 2004, por
McGraw Hill. [N. de la T.]
Huellas pequeñas en una tierra finita 33
fósiles, ni pólizas de seguro, ni marketing. Los procesos de este lugar sólo utiliza-
ban los frutos y las hojas de palma cortadas. Durante seis años yo había trabajado
en una fábrica de alta tecnología en Nueva York como ingeniero de procesos,
diseñando sistemas industriales. Ahora me encontraba en una fábrica del mundo
real cuyos procesos eran los de una vida sostenible. Relacioné las fibras de coco
que había visto tejer el día anterior con los cocos cortados de hoy. En el restauran-
te, observé cómo se tiraban las cáscaras de coco en el fuego para calentar una
cazuela de curry, y en dos de las comidas que había consumido había probado el
coco, tanto la leche como la parte carnosa. Combustible, comida, refugio, redes
de pesca, cuerdas... todo procedía de un árbol, ¡y sin necesidad de cortarlo!
Había oído decir que el cocotero no era una planta nativa de Kerala, y que su
introducción en este lugar había usurpado una jungla extremadamente diversa y
productiva, donde habitaban los pueblos indígenas en el pasado. Pero incluso
para mí, que me consideraba ecologista hasta la médula, la economía de la bioregión
sobrepasaba de mucho cualquier otra cosa que hubiera podido observar en
Norteamérica. Sólo de pensar todo lo que supone fabricar placas de asfalto para el
tejado, paneles de vinilo o de madera, el metal y el poliéster necesarios para una
sombrilla, o para una lona de PVC, todos ellos productos que este ecologista tan
radical utiliza en casa... El tipo de producción local a escala humana que ahora
estaba presenciando era la práctica de una autosuficiencia que tenía como base
las poblaciones pequeñas.
• • • • • • •
creía estar por encima del trabajo manual. Pero aquí los procesos a pequeña esca-
la propiciaban que el trabajo se considerara algo divertido. Continué el paseo.
Después de almorzar, me encontré a ocho hombres que construían un rom-
peolas. Habían atado un cesto hecho con cuerdas a dos perchas de bambú de
unos dos metros y medio de largo, una a cada lado de una roca cuya altura llegaba
a la cintura. Los hombres, que estaban en cuclillas, se levantaron todos a una y
alzaron la roca, la llevaron hasta el rompeolas y, con lentitud y seguridad, la depo-
sitaron en su lugar.
La elegante simplicidad de la cooperación unida al trabajo duro era como una
poesía en movimiento. Esto es lo que uno hace cuando no dispone de un buldózer
o de gasolina barata, y no se encuentra constantemente en una economía de gue-
rra. Estas soluciones inteligentes y creativas estaban más allá de los límites de mi
experiencia... unos límites que habían empezado a descomponerse.
• • • • • • •
Teorías
Las soluciones de tipo social comentadas más arriba (igualdad entre géneros,
democracia de base y amplias coberturas sociales) son piezas claves de una socie-
dad sostenible. La política estatal incorpora programas prácticos, sencillos y justos
que podrían adaptarse a los gobiernos locales y regionales de todo el mundo.
Experiencias
El psiquiatra R. D. Laing dijo: “Lo que necesitamos no son tanto las teorías como
las experiencias que son el origen de aquéllas”.7 Un día, regresé a casa de la familia
anfitriona después de pasarme el día oyendo conferencias, y encontré a Selvanose
ante el mortero, moliendo arroz. En el patio trasero había una vela encendida a
pleno día. Después de quitarme la camisa y quedarme en pantalones, me dijo suave-
mente: “Hola, Jim”. Percibí que había algo sagrado, devolví el saludo y fui a mi
habitación a descansar. Más tarde le pregunté a Molly por qué no llevaban el arroz
al molino, donde una máquina lo podría moler en pocos minutos, y ella me respon-
dió: “La calidad no es la misma que si lo molemos con el mortero”.
Estaba empezando a formarme una imagen distinta de la que aparecía en los
libros de Historia de cuando estudiaba. ¿Vivía antiguamente la humanidad tribal
en constante sufrimiento, en un mundo cruel, trabajando duramente, personas
siempre hambrientas y apiñadas en cuevas esperando que se las comiera algún
animal salvaje, o bien vivían en una tierra exuberante y salvaje, donde el trabajo
manual consistía simplemente en “ganarse el pan con el trabajo”, una parte sa-
grada de la vida cotidiana? En el antiguo poema hindú Bahagavad Gita, trabajar
para obtener alimento es una ley divina que dice que procurarse el sustento es un
acto espiritual de amor. Tanto Leo Tolstoy como Gandhi creían que este tipo de
trabajo crea las condiciones necesarias para una sociedad no violenta y no depen-
diente del mercado global.
Una noche, cuatro jóvenes de poco más de veinte años vinieron a casa, tal
como hacían a menudo. Alrededor de una vela, en la noche quieta, hablamos y
bromeamos. Cada uno tenía su propio repertorio de acertijos y trucos de magia, la
mayoría de los cuales me dejaban perplejo. A lo largo de la calle, las velas ilumina-
ban los escalones del porche de las casas vecinas, y las familias y amigos concluían
la jornada en compañía. Les pregunté a mis nuevos amigos por qué Kerala tenía
una calidad de vida tan alta en comparación con el resto de la India, y uno de ellos
dijo: “A la gente de aquí le gusta tener paz y una vida feliz”. Otro de los jóvenes
intervino: “Kerala tiene una mentalidad de cooperación”. Esta frase resumía lo
que yo había estado experimentando. Esa mentalidad cooperativa impregnaba los
38 SIMPLICIDAD RADICAL
veinte hogares que en el pasado rodeaban la plaza principal del pueblo, cuando
no hacían falta leyes o vallas. Cada propietario cogía simplemente lo que le corres-
pondía y quedaba satisfecho. De manera consciente o no, esto es lo que hacía la
gente en Kerala. Si todo el mundo tuviera el mismo ritmo de consumo que ellos, el
60 por ciento del espacio bioproductivo de la Tierra sería virgen.8
Siempre había oído decir que todo el mundo deseaba el Sueño Americano, así
que pregunté a esos jóvenes en qué «cosas» soñaban. Uno de ellos dijo: “Quizá
en una bicicleta”. Entonces los sondeé: “¿Os gustaría tener un coche?”, y todos
ellos respondieron al unísono: «No, no». En la última década, la posesión de un
televisor subió en Kerala del 0 al 13 por ciento. En el libro de Jerry Mander En
ausencia de lo sagrado,9 se documenta una resistencia organizada a la introduc-
ción de la televisión por los indios dene de Alberta del Norte (Canadá). Al cabo de
unos años después de la llegada de este aparato, Cindy Gilday, de la Asociación de
Mujeres Nativas (Native Women’s Association), dijo lo siguiente:
Durante el breve tiempo que estuve en Kerala, observé indicios de que la tele-
visión empezaba a ejercer este efecto; el tiempo nos dirá si su cultura es suficien-
temente fuerte para poder sobrevivir a los ataques de la publicidad.
Clases prácticas
La mentalidad cooperativa
poder pagar mi producto. Esto comporta una espiral de costes ascendentes. Todos
aquellos que no participan en el juego pierden, y las desigualdades van creciendo.
La eficiencia de la Tierra
El bioregionalismo
las medidas con todo detalle. Charlamos y reímos, y al cabo de dos días volví para
recoger una camisa exactamente a mi medida. ¿Cuánto me costó? 75 centavos
del material y 75 del trabajo. ¿Por qué me salió tan barato? Igual que en el caso
del barbero, el taller y las casas son sencillos. Puesto que la materia prima y la
mano de obra son locales, no hizo falta energía para el transporte y no se consu-
mieron los recursos en publicidad y promoción de los productos. En Norteamérica,
si pedimos productos bioregionales, apoyamos a los biopioneros que están crean-
do alternativas a la globalización. Manifestarse en contra de la globalización es
importante, pero también lo es vivir de acuerdo con una solución del problema.
Me llevó algún tiempo integrar este último aspecto en mi cerebro de ingeniero,
acostumbrado a pensar por procesos. Durante doce años había trabajado en insta-
laciones fabriles, y había dado por supuesto el enfoque industrial. ¿Por qué una
camisa igual cuesta treinta dólares a un consumidor americano? Ahora pongámo-
nos el cinturón de seguridad para realizar un minirecorrido del proceso de fabrica-
ción de camisas en Norteamérica: planeando por encima de los campos de algodón,
observamos cómo se tiran pesticidas desde un aeroplano y se aplican abonos quími-
cos con la ayuda de tractores. Vemos sistemas de irrigación, grandes tanques de
combustible, maquinaria, edificios y un gran edificio principal. En el camino de acce-
so se encuentran dos coches, dos camionetas y dos vehículos todo terreno. El garaje
de más de 180 metros cuadrados está lleno de máquinas, herramientas y quitanie-
ves. A continuación volamos hasta la sede corporativa de la compañía de seguros
del tractor, donde observamos a unos ejecutivos tras escritorios de roble que vuelan
en primera clase para reunirse, realizan comidas de negocio en restaurantes selectos
y se alojan en hoteles de cinco estrellas. A continuación, observamos el sistema de
almacenamiento, distribución y marketing para un solo tractor. Al coste final de una
camisa producida en una fábrica deben añadirse los costes estructurales, como la
publicidad, el seguro, la financiación y la contabilidad.
En Kerala, gran parte de este diagrama de flujo es inexistente. Los sastres son
justos y ofrecen un buen producto. Cuando traspasé el umbral de su tienda llevan-
do puesta la camisa nueva, todos nos sentíamos bien. Un cliente satisfecho era su
publicidad, y no tenían seguro, ni teléfono, ni ordenador y, al ser trabajadores
autónomos, no pagaban impuestos. Y su entorno de trabajo era saludable.
Los Kani
Tenía ganas de conocer a las tribus indígenas de Kerala, que siguen coexistiendo
en la jungla, para ver lo que podía aprender de ellas. Junto con un intérprete, realicé
42 SIMPLICIDAD RADICAL
dos viajes a aldeas kani e hice amistad con Chendren, un joven en la veintena.
Regresé una tercera vez y me quedé una semana. Chendren todavía sabía cazar y
recolectar. Su aldea estaba impecablemente limpia, y las cuidadas casas con techado
de paja estaban rodeadas de una selva tropical húmeda perennifolia. Los arroyos
corrían limpios, y el bosque, según me contaron, albergaba a cien especies distintas
de árboles, ocho veces más que el bosque típico de Norteamérica. Los sonidos y el
canto de los pájaros eran tan variados que, en comparación, parecía que el resto de
la Kerala rural y urbana fuera un desierto. Aquí fui testimonio de la tierra y las perso-
nas viviendo en verdadera armonía... antes de la dominación de la naturaleza.
Pero los Kani están presionados: la invasión de sus tierras por parte de leñado-
res y granjeros les ha obligado a subir a las montañas, en áreas donde tradicional-
mente habían cazado y que ahora son parques protegidos. Las iglesias, escuelas y
bares surgían en las zonas de contacto, buscando conversos. Los planes territoria-
les concedían parcelas de terreno a familias tribales, y luego aparecían los timadores
para explotar las tierras.
Una abuela de 69 años, Chellamma, me dijo mediante el intérprete: «Cuando
éramos niños, teníamos todo el bosque para recolectar tubérculos, frutas y frutos
secos... cualquier cosa que necesitáramos. Bebíamos agua de los torrentes, y las
aguas eran limpias. Sembrábamos semillas silvestres en los valles para obtener
cereal, pero ahora tenemos un problema, porque cada cual posee su parcela, y las
zonas para ir a recolectar están distanciadas una de otra. Ahora la gente se ve
obligada a cultivar comida y cultivos comerciales». La mujer prosiguió: «Ya no nos
permiten entrar en los bosques nacionales. Los jabalís bajan y nos desentierran las
raíces de tapioca». Le pregunté si tenían problemas con los jabalís antes de empe-
zar a plantar cultivos, y me respondió: «Comían los tubérculos del bosque, como
nosotros, pero no había ningún problema».
Esta experiencia ilustraba perfectamente nuestra lucha contra la naturaleza: la
agricultura de monocultivos crea lo que he dado en llamar el «efecto de la tienda
de golosinas». La vegetación nativa, el alimento de la fauna silvestre, se elimina
para poder cultivar densas hileras de frutos y cereales listos para comer, equivalen-
te a lo que serían las golosinas para los animales salvajes. Empiezan las incursio-
nes, se crea una defensa, y la batalla ya ha empezado. A menudo, los animales
salvajes son los perdedores.
Le pregunté a Chellamma si enseñaba la cultura Kani a los niños, y me dijo:
«Los niños se pasan el día en la escuela. Cuando regresan a casa, no les interesan
las costumbres de la tribu, oír cuentos o cantar, y no tienen tiempo de ir al bosque
a causa de la escuela». El rato que pasé con Chellamma me hizo reflexionar sobre
Huellas pequeñas en una tierra finita 43
los programas de alfabetización y las escuelas tipo fábrica. Durante miles de años,
la educación de las personas tenía lugar en una familia extendida; ¿Qué efecto
tiene tener que separarse de la familia y la tierra y segregarse según la edad en
estos años de formación? La visión de los niños de camino hacia la escuela, una
imagen vendida como romántica, a mí me parecía triste, como tristes fueron los
trece años que pasé en lo que para mí era una cárcel.
Si la única alternativa es un trabajo forzado de tipo colonial, en fábricas, en
plantaciones o como culis*, está claro que la escuela es mejor. Pero en aquellas
zonas tribales ése no era el caso: un niño podía merodear por los bosques con
Chellamma o Chendren, aprendiendo cosas de las hierbas medicinales y los ali-
mentos silvestres y aprendiendo también canciones y poemas, a tejer cestos, a
construir una casa y a realizar prácticas espirituales. El padre de Chendren era un
médico ayurvédico que conocía centenares de plantas y viajaba por una extensa
región de la jungla, recolectando hierbas para mantener sanos a los habitantes del
pueblo. Antes de cumplir los doce, Chendren poseía extensos conocimientos del
bosque. No tuvo que salir de allí hasta la adolescencia, cuando acudió a un inter-
nado para estudiar durante cinco años. Su hermano mayor, Apicherrikan, llamaba
a las escuelas «embaucadoras». La educación en pupitres tiene sus desventajas:
ahora, los niños de la tribu están perdiendo sus conocimientos sobre el bosque.
Los Kani se enfrentaban ahora a la misma situación que los Chumash y los
Diné veinte años después de que tuvieran los primeros contactos con los euro-
peos, aunque, por fortuna, los Kani no deben enfrentarse a una situación bélica.
Sin embargo, los timadores, el alcohol, las escuelas tipo fábrica y el conflicto entre
dominar la naturaleza y estar en armonía con ella están erosionando su cultura
tradicional. Aquí pude observar cómo la gente podía vivir entre los elefantes y los
leones, animales grandes, poderosos y salvajes, sin problemas de importancia; pero
ahora, incluso un pequeño monocultivo de raíces de tapioca creaba conflictos.
Despedida de Kerala
naban sólo 300 dólares al año habían logrado parar el proyecto de la presa y crear
una reserva de la biosfera que abarcaba más de un Estado.
Al llegar allí, conocí a Somadas, un profesional elegantemente vestido que
hablaba un buen inglés y cuyas maneras eran educadas y al tiempo amistosas. Me
presentó a su esposa y sus dos hijos en su casa de tres metros y medio por cuatro
metros y medio, una limpia vivienda de barro y ladrillo con techo de paja. No
tenían muebles ni aparatos domésticos, y los cuatro dormían en colchones hechos
con paja seca. El pequeño montón de ropa cuidadosamente plegada de Somadas
se encontraba al lado de montones similares para los otros tres. La cocina tenía
dos hogares hechos con barro que sobresalían del suelo de la vivienda, sirviendo
de soporte para las ollas y cazuelas. Todo lo que poseían podría caber en unas
cuantas mochilas por persona, pero la pobreza estaba ausente de ese lugar.
En Kerala, hace sólo cincuenta años los miembros de las distintas tribus eran
considerados intocables, como todavía lo son en el resto de la India. En el contexto
de la historia de este país, la unión de Somadas y su esposa es tan milagrosa como
el hecho de que Nelson Mandela haya llegado a ser presidente de Sudáfrica.
Somadas explicó que las tribus son matriarcales, así fue él quien se incorporó a la
familia de su mujer. De esta forma, ella permanecería con sus allegados, que le
podrían prestar su apoyo en el parto y la crianza de los hijos. Somadas me dijo que
aquí las mujeres disfrutan de una posición igual a la de los hombres.
En la aldea de su esposa, nos citamos con el mupan, el líder hereditario de la
tribu. Delgado y musculoso a los sesenta y cinco años, interrumpió su trabajo en
un edificio de piedra para ofrecernos una amplia sonrisa. A continuación, nos
acompañó a dar un paseo. Le pregunté cómo le iba a su gente, y con los ojos
tristes me dijo: «Nuestra gente no tiene manera de vivir. Nos han quitado los
bosques y limitan nuestros derechos. Los hombres se marchan de aquí para poder
ganar 50 rupias (menos de un euro) al día haciendo de culi. La poca tierra que
poseemos no tenemos más remedio que explotarla, y las tradiciones han desapa-
recido». Le pregunté acerca de sus tradiciones y, señalando hacia los escarpados
picos que surgían de la jungla, dijo: «La montaña es el dios de la tribu... de allí
proceden nuestras historias y canciones».
Más tarde, Somadas explicó que el mupan es un líder bondadoso, no más rico
que el resto de la gente de su pueblo, solamente un honrado padre de familia. Si
surge algún problema, lo habla abiertamente y, en caso necesario, propone un
castigo. Si aparecen problemas entre aldeas distintas, los mupans celebran una
reunión especial. Más allá de esto, la aldea no se rige por ningún tipo de gobierno.
• • • • • • •
Huellas pequeñas en una tierra finita 45
Me lo habían advertido: «No idealices a los nativos... sus culturas están llenas
de opresión». Es posible que esto sea cierto en algunos lugares, pero no en mi
experiencia. En los últimos catorce años he vivido un total de un año en una
docena de comunidades nativas. Viajaba a pie o en bicicleta, y dormía al aire libre
o en sus casas. He visto cosas desagradables, la mayoría de ellas relacionadas con
el alcohol, la represión por parte de personas ajenas a la tribu, y la recuperación
tras el genocidio. Pero nunca me sentí amenazado, y a cambio recibí una increíble
generosidad y hospitalidad. En mi interior ha crecido un sentimiento de solidari-
dad con aquellos aspectos relacionados con la soberanía de estos pueblos. La
cuestión no es lo que puedan enseñarnos, o si nos gustan o no sus costumbres,
sino el hecho de que tienen el derecho intrínseco a decidir su propio futuro... pero
para hacerlo necesitan que se les devuelvan sus tierras generosamente. Presumir
que al final las culturas tribales tendrán que asimilarse a la sociedad moderna
constituye una violación etnocéntrica y, si lo pensamos de forma egoísta, perdere-
mos la misma sabiduría que podría salvarnos.
El día que pasé con Somadas me ayudó a tener más claro hasta qué punto la
vida puede ser sencilla y saludable. El hecho de verlo vestido con unos pantalones
formales al tiempo que vivía como uno más de la tribu me abrió una puerta. Por
otra parte, su buena disposición hacia la vida sencilla y el hecho de que, al cabo de
veinte años, todavía apreciara sus virtudes, me ayudó a darme cuenta de que
verdaderamente puedo elegir cómo deseo vivir.
• • • • • • •
Desde Kerala tomé un tren que me llevó al Himalaya, para poder perderme en la
soledad. Necesitaba integrar los fenómenos que había experimentado en Kerala. A fina-
les de mayo conocí a un francés, y juntos hicimos a pie el nevado puerto de montaña de
Shinkhun-La. Al cabo de trece días, llegamos a Padum, la capital de Zanskar, todavía
inaccesible por carretera. Desde allí, viajé en solitario durante un mes y medio.
Después de pasar la noche en un monasterio budista tibetano, me fui antes del
amanecer con un mapa dibujado a mano y comida para catorce días. Me dirigía a
la remota aldea de Shadi, para llegar a la cual era necesario pasar un puerto de
5.181 metros de altura. Cerca de la cima, la dura capa de nieve se estaba calen-
tando, y cada pocos pasos tenía que abrirme camino con la pesada mochila. Cada
vez que pisaba la capa de nieve, se me desbocaba el corazón, ávido de oxígeno.
Bajo el cielo de un azul resplandeciente, sentí pánico.
La cima estaba marcada con banderines de oración. Llegué allí totalmente ex-
hausto y descansé para almorzar. Al mirar hacia los largos y tranquilos valles, to-
46 SIMPLICIDAD RADICAL
dos los indicios de humanidad habían desaparecido. Los mismos valles parecían
insignificantes entre el territorio virgen del Himalaya. Mi ruta se dirigía justo hacia
el corazón de esa región. Mientras reabastecía el cuerpo de combustible, se me
ocurrió una idea: dirigirme hacia donde los imponentes picos sombreaban la nie-
ve. Seguro que allí la capa de nieve estaría más dura, y ahora la gravedad iba a mi
favor. Seguí un valle de tipo alpino entre glaciares colgantes, cuyas paredes cizalladas
se alzaban y plegaban mostrando un gran colorido. En varias ocasiones a lo largo
del día tuve que atravesar los torrentes de aguas blancas que atravesaban mi ruta.
Una noche, mientras estaba sentado cerca de un arroyo, empezaron a caer
piedras sobre el lugar donde acampaba. Miré hacia arriba, al tiempo que cuatro
rostros con cuernos enroscados miraban hacia abajo... ¡eran íbices salvajes! Me
decían: «¡Rompe las cadenas de la domesticación!», y yo decía: «¿Qué?». Ellos
respondían: «¡Rompe las cadenas de la domesticación! ¡No te sometas al bastón
del pastor!». Entonces desaparecieron. Mientras permanecía allí sentado, tratan-
do de comprender todo esto, los íbices dieron un círculo a mi alrededor y logré
contemplarlos de cuerpo entero, y luego se fueron haciendo cabriolas a través de
un canchal. A medio camino, dos de ellos dieron un salto en el aire y realizaron un
movimiento acrobático tan sorprendente que apenas podían creer mis ojos. Ate-
rrizaron en el suelo sin perder el equilibrio y se fueron corriendo.
Al séptimo día, llegué a Shadi. Desde un punto elevado pude observar la modes-
ta huella ecológica del pueblo: un puñado de casas rodeadas de campos de cultivo.
A la entrada del pueblo, un monje me invitó a que lo visitara: dentro de su casa, un
edificio de madera y tierra, un joven me ofreció un cuenco que llenaron varias veces
de té salado, tsampa (harina de cebada tostada) y queso de yak. Mientras hablába-
mos, el monje y una mujer y su hija hilaban lana. Más tarde, la hija empezó a batir
mantequilla. Me sorprendieron las similitudes con el modo de vida de los Diné.
Adaptadas a los desiertos montañosos, las prácticas culturales de tipo matriarcal de
Zanskar dieron como resultado poblaciones estables a lo largo de miles de años.
Después de haber experimentado la sostenibilidad en acción en los cálidos
trópicos y las altas montañas, tenía ganas de regresar a casa y empezar un experi-
mento en Norteamérica.
consistía en vivir bien sin tener que diezmar todo un sistema planetario. En verano
de 1996, durante seis semanas el equipo registró tanto su consumo como su
calidad de vida.
A su llegada, los investigadores vaciaron la mochila en una mesa y clasificaron
el contenido en varias categorías, como ropa, objetos hechos con papel o metal y
productos para el cuidado del cuerpo. Luego apuntaron lo que pesaba cada cate-
goría en una hoja de cálculo. También se introdujeron los datos acerca de la dis-
tancia que habían recorrido hasta el lugar donde se efectuaba la investigación,
además del medio de transporte empleado, fuera éste autobús, bicicleta, avión o
a pie.
Todo lo que entró o salió del campamento durante las siguientes seis semanas
fue pesado y registrado. También se pesaron los alimentos, que se clasificaban en
una de quince categorías: verduras, fruta, pan, arroz, cereales, legumbres, etc.
Para calcular el total de nuestra huella ecológica, además de la comida también
registramos el alojamiento, el mobiliario, el transporte, los bienes de consumo, los
servicios, los residuos y el dinero que se gastaba. Para el transporte apuntábamos
los kilómetros recorridos, el medio de transporte y cuánta gente compartía el mis-
mo trayecto, además de las posibles reparaciones y labores de mantenimiento. Se
midió toda la infraestructura del campamento, incluyendo los edificios comunes,
las zonas ajardinadas y las herramientas de jardinería. Luego se hizo una estima-
ción de su esperanza de vida: por ejemplo, calculamos la cantidad de materiales
que se habían utilizado para construir la sala común que compartíamos, y les
otorgamos una vida de ochenta años. Incluso llegamos a pesar la madera que se
utilizaba para encender una hoguera por la noche.
Mathis Wackernagel era nuestro asesor científico a distancia, y preparaba las
hojas de cálculo que utilizábamos para registrar nuestro trabajo. Yoshi Wada y
Janette McIntosh, de la Universidad de la Columbia Británica (University of British
Columbia), formaban parte del equipo y supervisaban el proceso de registro de la
huella ecológica. Bill Rees visitó el lugar donde se llevaba a cabo el programa y
proporcionó la necesaria base teórica de lo que estábamos haciendo, así como
una visión más general de la importancia del proyecto. El Dr. Alexander y su espo-
sa Anna también estaban allí para compartir sus experiencias en Kerala. Mark
Dimaggio, un profesor de instituto que se había tomado un año sabático para
desarrollar un currículum de enseñanza secundaria basado en la huella ecológica,
acudió con su esposa Sally y sus hijos Kerry y Marcus. Al principio estábamos
llenos de incertidumbre, pero conseguimos ir salvando los obstáculos.
Al término del proyecto, cada miembro del equipo sabía cuál era su huella
ecológica para vivir como lo hacíamos durante el experimento: 1,21 hectáreas por
48 SIMPLICIDAD RADICAL
persona. Este total se comparó con las huellas ecológicas de 151 países, según el
trabajo que efectuaron Rees y Wackernagel. Entre 1996 y 2001, cinco equipos de
entre quince y veinte personas participaron en la Escuela de Verano del Proyecto
de Vida Global (GLP Summer Institute).
Conclusiones
Los equipos lograron mantener una alta calidad de vida con una huella ecológica
muy reducida. Las conclusiones a las que se llegó después de los años dedicados al
proyecto pueden resumirse en lo siguiente:
• La equidad entre los más de seis mil millones de humanos del planeta
puede alcanzarse en Norteamérica. La huella ecológica del equipo de in-
vestigación daba una media de 1,21 hectáreas por persona, por debajo de
las 1,90 disponibles para cada ciudadano del mundo. Una huella de 1,21
hectáreas está por debajo de la huella de una persona de China y por
debajo de la de una persona de la India.
• Una gran mayoría de los participantes informaron de que durante la Es-
cuela de Verano su nivel de consumo era considerablemente más bajo
que cuando estaban en su casa. En comparación con la huella de 1,21
hectáreas, el canadiense medio utiliza 8,91 y el norteamericano medio
utiliza 9,72.
• El equipo se propuso utilizar aproximadamente sólo el veinte por ciento
de la huella de 1,90 hectáreas que les correspondía y dejar el resto libre, es
decir, utilizando solamente unas 0,4 hectáreas cada uno. Para alcanzar el
objetivo de equidad interespecies, el equipo tendría que reducir su huella
en un factor de tres.
• Una clara mayoría de participantes informó de una superior calidad de
vida durante el Proyecto de Vida Global, comparada con la vida que se-
guían antes del proyecto.
¿De qué forma consiguieron los equipos reducir su huella ecológica a un nivel
seis veces más bajo que el norteamericano medio, mientras que al mismo tiempo
incrementaban su calidad de vida? Uno de los factores principales fue que el ta-
maño de los equipos del proyecto era el de una familia extendida tradicional me-
dia, y compartían las infraestructuras de una vivienda: los participantes compar-
Huellas pequeñas en una tierra finita 49
tían una gran sala común, el huerto, la cocina, la ducha y dos vehículos. Esto
redujo de forma significativa algunos de los factores más costosos (la comida, la
vivienda, el transporte y los servicios). Los miembros del equipo dormían en tien-
das (en invierno, su huella ecológica se incrementaría), y los vehículos se usaban
con moderación y a conciencia. Las salidas se planificaban con antelación, de
modo que se combinaban varios recados en uno, se aprovechaba el espacio de los
vehículos y se utilizaban en primer lugar los vehículos más eficientes. La mayor
parte de las hortalizas que se consumían se cultivaban en las inmediaciones o se
recolectaban de los espacios naturales. Las frutas, cereales y legumbres se com-
praban al por mayor a productores orgánicos de la localidad, y los miembros del
equipo hacían turnos para ir en bicicleta hasta la tienda de productos orgánicos
que estaba a 22 kilómetros, y siempre volvían con las alforjas de la bicicleta bien
cargadas. Otras misiones en bicicleta eran para recolectar frutos, bayas y verduras
silvestres. El equipo consumía muy pocos productos lácteos y nada de carne. Los
gastos de consumo se minimizaron gracias a la creatividad y a la distancia que
había respecto a los comercios. Para entretenerse, contemplaban el paisaje y se
contemplaban el uno al otro. Los investigadores lo compartían todo, desde rece-
tas de cocina hasta posturas de yoga, desde canciones hasta artículos académicos.
Más allá de las cantidades, los equipos reconocieron la importancia de los as-
pectos cualitativos de la vida: cada mañana empezaba con un período de silencio
donde las personas, individualmente o en grupos, podían realizar su práctica espi-
ritual o, simplemente, permanecer un rato tranquilas. Algunas meditaban, otras
rezaban, otras cantaban o iban a pasear al bosque y otras estaban en comunión
con la almohada hasta la última llamada para el desayuno. Antes de cada comida,
nos cogíamos de la mano en señal de gracias y cantábamos, dedicando un tiempo
a honrar las vidas que habían terminado para que nosotros pudiéramos seguir
viviendo. Cuando los participantes preparaban juntos la comida o iban a buscar
leña, era una ocasión para fortalecer amistades. Una vez a la semana nos sentába-
mos en círculo y nos pasábamos un «bastón de hablar».
Para muchos participantes, la mayoría de los cuales procedía de áreas urbanas,
la tierra misma tenía propiedades curativas. Para algunos, era la primera vez que
bebían agua directamente de un arroyo, que recolectaban y comían las hierbas del
bosque, que dormían en una tienda y que se encontraban relativamente libres del
ruido de las máquinas. Los equipos se internaban en las montañas para permane-
cer allí una semana sin ningún quehacer a la vista, sólo para poder experimentar la
naturaleza de forma más directa. Por las noches nos sentábamos alrededor de una
hoguera, tocábamos música juntos o comentábamos las experiencias del día. Se
alentaba a los participantes a elegir un lugar secreto en el bosque y visitarlo en
50 SIMPLICIDAD RADICAL
solitario varias veces a la semana. Para algunos esta experiencia era causa de te-
mor, mientras que para otros tenía propiedades curativas.
La calidad de vida se incrementó cuando los individuos pudieron participar en
las decisiones. Los equipos aprendieron a utilizar un procedimiento para lograr el
consenso.
Se utilizó una guía de estudio para el texto La bolsa o la vida, con el fin de
poder abrirnos y hablar acerca de nuestra relación con el dinero, el trabajo y el
consumo. A menudo tenían lugar conversaciones informales acerca de los valores
y de cómo estar más en sintonía con ellos. Todos estos aspectos más cualitativos se
registraban en un diario, y la información se extraía a partir de debates en grupo y
cuestionarios.
Los miembros de cada equipo se dieron cuenta de que la vida urbana ofrecía
ciertas ventajas frente a vivir en medio de la naturaleza: por ejemplo, en algunas
ciudades resultaba más fácil moverse a pie, en autobús o en bicicleta. En la ciudad
a menudo también es posible encontrar viviendas compartidas, cooperativas y
huertos comunitarios. Las desventajas incluyen el alto precio de la vivienda, la
enorme infraestructura urbana que se necesita para las carreteras, los servicios y
los organismos de gobierno, y la contaminación y el ruido. Independientemente
de si uno vive en la ciudad o en el campo, se identificó como cuestión prioritaria
reducir el uso de combustibles fósiles y vivir en casas más pequeñas y eficientes. Se
llegó a la conclusión de que utilizar productos de la propia bioregión reducía el
impacto y creaba un sentimiento de arraigo más profundo, un sentido de hogar.
Los aspectos que los miembros del equipo echaban más en falta eran el baño,
sillas cómodas y sofás, los dulces y golosinas y su familia y amigos.
Cada equipo comprendía a educadores, activistas y estudiantes, cuyas edades
iban de los dos años hasta los setenta y dos. La idea básica era la de aprender: de
los demás, de los expertos y de la naturaleza. Habiendo vivido la experiencia de
vivir bien con menos, estos individuos volvieron a sus comunidades con ideas,
herramientas y programas de estudio para los estudiantes y para sus compañeros.
Después del Proyecto de Vida Global, muchos participantes fueron capaces de
integrar las habilidades necesarias para una vida sostenible en sus casas y comuni-
dades urbanas. A nivel de las «habilidades» que pudieron poner en práctica, los
participantes empezaron a cultivar un huerto de permacultura, organizaron un
programa para una dieta escolar de tipo orgánico, recolectaron plantas silvestres
comestibles y pusieron en práctica planes para la conservación de la energía. En
escuelas y universidades se ofrecieron seminarios acerca de la huella ecológica, y
se escribieron dos tesis de máster. Uno de los participantes vendió el 4x4 y redujo
el tamaño de su vivienda. Algunas prácticas sutiles, aunque poderosas, como el
Huellas pequeñas en una tierra finita 51
dar las gracias antes de las comidas y hablar los problemas de forma regular para
impedir que fueran en aumento, se utilizaron también en casa, contribuyendo así
a aumentar la conciencia espiritual y a reforzar las relaciones.
En nuestras reuniones anuales, los miembros del equipo hablaban de las difi-
cultades para poder ceñirse a un estilo de vida global, especialmente en un entor-
no poco propicio. Para una persona resulta bastante sencillo entrar en un mundo
más sostenible, sea en Kerala o en el Proyecto de Vida Global; después de una o
dos semanas de choque cultural, la gente logra integrarse. Sin embargo, parece
mucho más difícil modificar el estilo de vida lentamente o realizar cambios si se
vive en el contexto de una sociedad no sostenible.
Con el fin de ayudar en la transición a la vida diaria, los equipos empleaban
una técnica de distribución de energía vital para animar a llevar un estilo de vida
equilibrado. La técnica, que se inspiraba en los legendarios colonos y escritores
Helen y Scott Nearing, de Harborside, Maine, dividía la energía en lo siguiente:
• Trabajo para comer: el trabajo que se requiere para atender las necesida-
des básicas (horticultura, cocinar, limpiar y construir).
• Crecimiento personal: incluía las prácticas espirituales individuales, el ejer-
cicio físico, el arte, las aficiones, la música, las relaciones sociales, las cele-
braciones, los paseos por el bosque, los seminarios y las conferencias.
• Servicio a la comunidad: entre otras cosas, asumir roles de liderazgo, ense-
ñar a los niños o jugar con ellos, participar en proyectos de la comunidad,
la protección de la naturaleza, la restauración de un torrente, ayudar a los
que lo necesitan, educación y servicios de atención a la persona.
REFERENCIAS
1. Gibson, Robert O. The Chumash. [Los Chumash] New York: Chelsea House Publishers,
1991.
2. Dreze, Jean y Amartya Sen. India: Economic and Social Opportunity. Oxford: Oxford
University Press, 1995. (Jean Dreze y Amartya Sen. India: Desarrollo económico y oportunidad
social. Capítulos 3 y 4. Traducidos y editados por el Banco Interamericano de Desarrollo, disponi-
bles a través de http://www.iadb.org/int/DRP/esp/Red3/documentos/Sen%20Espanol.pdf.)
3. Alexander, Will. One Problem and Two Solutions [Un problema y dos soluciones]. San Luis
Obispo: artículo autoeditado, 1997.
4. Alexander, Will. Humans Sharing the Bounty of the Earth: Hopeful Lessons from Kerala
[Humanos compartiendo la abundancia de la Tierra: Lecciones esperanzadoras de Kerala]. Artí-
culo preparado para el Congreso Internacional de Estudios sobre Kerala, 1994.
5. Ibid.
6. Ibid.
7. Laing, R. D. The politics of Experience. New York: Pantheon Books, 1967. (R.D. Laing. La
política de la experiencia. Editorial Crítica, 1983. Agotado.)
8. Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Living Planet Report 2002 [Informe sobre el
planeta vivo. Año 2002]. Gland: WWF, 2002.
9. Mander, Jerry. In the Absence of the Sacred. San Francisco. Sierra Club Books, 1991. [En
ausencia de lo sagrado] José J. de Olañeta, Editor, 1996.
Huellas pequeñas en una tierra finita 53
PARTE 2
TRES HERRAMIENTAS
54 SIMPLICIDAD RADICAL
CUARTO
COMPARTIR LA TIERRA
• ganamos menos dinero y acaparamos menos trabajo del que hay disponible
• consumimos menos
• nuestras decisiones son más acertadas
• adquirimos los productos locales.
Huellas pequeñas en una tierra finita 55
Una vez nos hayamos planteado estas cuestiones, podemos empezar a buscar
respuestas. Sin embargo, después de pasarme años tratando de encontrar res-
puestas científicas, descubrí que la ciencia por sí sola no puede enseñarnos cómo
compartir, sino que se necesita algo más. Aquí es donde entra la ética personal,
para que nos guíe a través de las miles de decisiones que tomamos diariamente.
Muy a menudo, las decisiones morales están fuertemente influidas por factores
tanto racionales como irracionales, y en ellas están implicados tanto la cabeza
como el corazón.
La intuición no necesita una base objetiva para saber qué hacer, sino que
es un modo de conocimiento sin tener que utilizar la mente racional. La infor-
mación intuitiva es como una brújula interna que nos guía considerando el
bienestar de la totalidad. ¿Influyen nuestra intuición y espiritualidad en cómo
compartimos la Tierra? La mayor parte de opciones espirituales incluyen la
bondad, la compasión, el perdón y la reciprocidad. La mente científica obser-
va los procesos naturales en profundidad, mientras que la espiritualidad abra-
za la totalidad de la vida. Si, al mismo tiempo, prestamos atención a la intui-
ción, como resultado de todo ello la ética personal podrá influir en las decisio-
nes que tomamos diariamente. Al pasar de la teoría a la práctica, podrían
surgir algunas de las siguientes cuestiones éticas:
56 SIMPLICIDAD RADICAL
VIVIR EQUITATIVAMENTE
La equidad interespecies
El vicepresidente del Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas dijo: «La Tie-
rra... es donde reside la espiritualidad, la fuente desde la cual surgen nuestras
culturas y nuestras lenguas. La Tierra es el guardián de nuestra historia, registra
todos los acontecimientos y preserva los huesos de nuestros antepasados. Es el
origen de nuestra independencia, es nuestra madre. No podemos dominarla: de-
bemos estar en armonía con ella».2 El Jefe Seattle, que murió en 1866, advirtió del
fin de la vida y el principio de la supervivencia cuando el olor del hombre empezó
a impregnar las fragantes tierras salvajes de su pueblo.
En julio de 1997, el biólogo de la Universidad de Stanford Peter M. Vitousek,
junto con otros autores, publicó un artículo sobre la dominación humana de los
ecosistemas.3 El informe afirmaba que:
La profecía del Jefe Seattle se ha cumplido. Las guerras que existen actualmen-
te, la explotación ecológica y la pobreza nos hacen reflexionar sobre lo que vendrá
a continuación. Lo peor es que, por lo que parece, no sabemos compartir: de
hecho, los datos sugieren que la humanidad tiene la Tierra bajo su dominio.
jos o los coyotes. Por ejemplo, supongamos que estamos encerrados en un huerto
de media hectárea junto con un ciervo, y nos comemos las plantas casi tan deprisa
como crecen, pero nunca las agotamos totalmente. Al cabo de sesenta años, la
tierra es tan productiva como cuando entramos. Mi generosidad me impulsa a
invitar a un amigo a que venga; ahora, las plantas ya no podrán seguir el ritmo de
nuestro apetito, y la tierra se agota. Los recursos renovables, o la bioproductividad
del planeta, necesitan algún tiempo para regenerarse. Sólo pueden renovarse si se
consumen a un ritmo más lento que su crecimiento o productividad anuales.
Deseaba obtener una justificación científica a esta cuestión de la equidad
interespecies, así que me monté en la bicicleta y me dirigí al valle de Carmanah, un
bosque pluvial maduro de la isla de Vancouver en la Columbia Británica. La Comi-
sión para la Naturaleza del Oeste del Canadá (Western Canada Wilderness
Committee) (WCWC) había instalado unas plataformas de madera a un viejo ejem-
plar de pícea Sitka a la altura de 38,1; 45,7; 54,4 y 62,1 metros. Seguí un pasadizo
hecho con tablones de madera que tenía su inicio en un claro del bosque y entré
en la fresca y maravillosa umbría de cedros, tsugas, abetos y píceas Sitka, muchas
de las cuales alcanzaban los sesenta metros de altura y medían más de seis metros
de circunferencia. El sotobosque de helechos, «coles fétidas» y arándanos, empa-
pado con casi 5.000 mm de lluvia anuales, era exuberante y lozano comparado
con los tocones resecos del claro.
En aquel lugar me entrevisté con el entomólogo Neville Winchester y su equi-
po, de la Universidad de Victoria. Habían descubierto el primer nido de mérgulo
jaspeado en Canadá, en lo alto de una pícea de Sitka, además de una araña seme-
jante a la tarántula. Ambas especies dependen de los bosques maduros. Neville
describió sus estudios como una recopilación, un inventario biológico de lo que
había desde el dosel del bosque hasta la misma estructura del suelo, y en el espa-
cio de transición desde el bosque hasta el claro.
En verano de 1993, Neville ya había inventariado 750.000 insectos en cinco
árboles. Se habían identificado de forma provisional sesenta especies nuevas y,
según sus estimaciones, podrían confirmarse hasta 200 especies más, una vez se
verificaran los resultados con 62 expertos en identificación. Neville dijo: «Puesto
que todavía no conocemos exactamente el número de especies de insectos que
habitan en un bosque lluvioso como éste, y dado que no tenemos ni idea de cómo
funciona el ecosistema de un bosque lluvioso templado antiguo, lo que no debe-
mos hacer es eliminar las últimas grandes cuencas que quedan intactas».5
Mientras contemplaba el bosque a través del ramaje que surgía del tronco de
los árboles según una disposición radial, me pregunté si la próxima vez que fuera
a hacer fotocopias contribuiría a extinguir alguna especie desconocida. Teniendo
Huellas pequeñas en una tierra finita 59
puestos más arriba. Reed Noss dijo que para preservar la biodiversidad y viabilidad
de las especies, entre el 25 y el 75 por ciento del total del territorio de gran parte
de las regiones de que consta el Parque tendría que estar incluido en reservas
especiales, con zonas tampón.10 Su análisis supone también que todas las reservas
están interconectadas con el resto del territorio y otras reservas en las regiones
vecinas.
Si se lograra restaurar el área antes mencionada, se formaría un área central de
81 millones de hectáreas en Nueva Inglaterra y Canadá. Con una drástica reduc-
ción de las carreteras y el tráfico, además de una ciudadanía dispuesta a coexistir
con la vida salvaje, estos animales podrían reasentarse en los Estados Unidos a
partir de Canadá. ¿Suena imposible? Después de vivir durante siete años en la
Columbia Británica entre osos pardos, pumas y glotones, aprendí que la coexis-
tencia es algo que se encuentra al alcance de la mayoría, no es nada costoso ni
difícil, pero haría falta replantear el medio ambiente en que vivimos los humanos,
además de la voluntad de cambiar nuestras costumbres.
Seguramente el antropocentrismo, o la creencia de que los humanos son lo más
valioso a partir de lo cual se mide todo lo demás, guía las decisiones que se toman a
diario mucho más de lo que queremos reconocer. Un enfoque biocéntrico, también
denominado no-antropocéntrico o «ecología profunda», sostiene que tanto el suelo
como las arañas y todos los seres vivientes poseen un valor intrínseco. Al pensar en la
equidad interespecies, se ve la necesidad de una sociedad más inclusiva. Pero las
sociedades se componen de individuos, y es aquí donde empiezan los cambios.
automático y podemos sacar de allí hasta un límite de mil millones de dólares, que
podemos transferir a nuestra cuenta y así nadie se enterará. Sabemos que 980
dólares es una porción equitativa. Si utilizamos más, los otros tendrán que usar
menos. Cuando el cajero automático está a punto de agotar el efectivo disponi-
ble, los últimos millones de dólares que quedan servirán para que todo el mundo
obtenga una cantidad de 100 dólares para mantenerse durante todo un año. El
banquete era espléndido y conocimos a algunos de nuestros vecinos del mundo,
pero ahora nadie nos está observando. El cajero automático nos entregará lo que
le pidamos, así que ahora se trata de algo entre nosotros y la máquina. De nuevo,
¿qué cantidad tomamos?
Éstas son las preguntas más difíciles que plantea vivir globalmente. Algunos
afirman que la naturaleza humana es avariciosa por naturaleza, pero si se tratara
sólo de eso, ¿cómo se explicaría la existencia de sociedades más igualitarias, tanto
en el pasado como actualmente? ¿Son una anomalía, o un recordatorio del po-
tencial de la bondad humana?
Resulta difícil especular hasta qué punto eran igualitarias las sociedades primi-
tivas, pero podemos obtener alguna idea a partir de los relatos de encuentros
entre sociedades distintas en el pasado, y a través de las comunidades más
igualitarias de la actualidad. Por ejemplo, en el libro de Russell Thornton American
Indian Holocaust and Survival11 se estima que en 1492 vivían cerca de 1,8 millones
de personas en lo que ahora se denomina Estados Unidos. Si dividimos el área
biológicamente productiva de los 720 millones de hectáreas de superficie por 1,8
millones, cada persona disponía de unas 400 hectáreas de tierra productiva, y
sabemos que su huella ecológica era una fracción de la nuestra. El antropólogo
Richard Robbins escribió acerca de los pueblos nativos norteamericanos: «Puesto
que había poca especialización profesional y pocas diferencias en el nivel de rique-
zas o posesiones individuales, las relaciones entre personas eran de naturaleza
igualitaria».12 Otros escritos avalan estas afirmaciones.
El sacerdote español Bartolomé de las Casas, que acompañó a Colón en su
primer viaje hasta el nuevo mundo, escribió acerca de los indios Arawak, de las
Islas Bahamas: «Vivían en unos grandes edificios comunales en forma de campana
que albergaban hasta seiscientas personas al mismo tiempo... construidos con
una madera fortísima y cubiertos con un techado de hojas de palma... No sabían
nada del comercio, puesto que ni compraban ni vendían, y dependían exclusiva-
mente de lo que les proporcionaba su entorno para procurarse el sustento. Eran
muy generosos con sus posesiones y, de igual modo, eran codiciosos respecto a lo
que poseían sus amigos y esperaban de ellos el mismo grado de liberalidad...
Numerosos testimonios... dan fe del carácter amable y pacífico de los nativos...
Huellas pequeñas en una tierra finita 63
• • • • • • •
La equidad intergeneracional
El año 1978 llegó y pasó. Yo tenía veinte años. Fue un año especial, tanto en lo
que respecta a la historia de la Tierra como a la historia de toda la humanidad,
pero sin embargo ese año pasó desapercibido. Fue el año en que los humanos se
apropiaron de toda la producción sostenible de la Tierra. A partir de entonces, el
sistema en su conjunto (el capital del planeta, si se prefiere) empezaría a agotarse.
Antes de esa fecha, si alguien consumía más de lo que le tocaba, el resto de los
seres vivos pagaba la diferencia, pero, a partir de ese año, todo lo que se consume
de más procede directamente de la porción correspondiente a otra persona, y a
costa de las generaciones venideras.
Es fácil ver cuál puede ser el clímax de este asombroso aumento del impacto
humano: está claro que estamos conduciendo a una velocidad superior a lo nor-
mal. Según las predicciones del Banco Mundial, el tiempo de duplicación necesa-
rio para aumentar la población mundial en mil millones más podría ser más lar-
go,20 cosa que constituye una novedad desde que alcanzamos los primeros mil
millones. El crecimiento de la población está disminuyendo y, en la parte del mun-
do menos industrializada, la media de hijos por mujer es de cuatro, una bajada
Huellas pequeñas en una tierra finita 65
significativa de los seis hijos que se tenían hace sólo treinta años. Los demógrafos
no conocen exactamente el cómo y el porqué de esta súbita disminución de los
niveles de fertilidad y en la actualidad predicen alcanzar un pico de población de
entre diez y once mil millones de personas.21 Suponiendo que estos científicos
disponen de una buena bola de cristal oculta tras la pantalla del ordenador y sus
predicciones son ciertas, en 2050, cuando yo tenga noventa años, habrá 9.000
millones de personas sobre el planeta. Mi participación de 980 dólares anuales del
PIB habrá disminuido hasta 650 dólares, y la humanidad habrá excedido en un 88
por ciento la capacidad de la Tierra para mantenernos. Esto es, si no encontramos
antes la manera de resolver estos problemas increíblemente peliagudos y realizar
algunos cambios significativos.
CAPACIDAD
NO USADA
SU MO
CON
Figura 4.1: En los aproximadamente ciento cincuenta años que han pasado desde la Revolución
Industrial, la población se ha doblado cuatro veces, mientras que la economía se ha doblado
veinte veces.
TIEMPO AC DC
Figura 4.2: El año 1978 señala el momento en que los humanos reclamaron para sí la totalidad
de la producción sostenible de la Tierra. A partir de entonces, el sistema en su conjunto (el
capital del planeta, por así decirlo) se está agotando.
Huellas pequeñas en una tierra finita 67
REFERENCIAS
1. Almedingen, E.M. St. Francis of Assisi: A Great Life in Brief. [San Francisco de Asís: resumen
de una gran vida] New York: A.A. Knopf, 1967.
2. Burger, Julian. Report From the Frontier: The State of the World’s Indigenous Peoples. [Infor-
me de la frontera: La situación de los pueblos indígenas del mundo] Zed Books. Londres, 1987.
3. Véase Peter M. Vitousek, Harold A. Mooney, Jane Lubchenco y Jerry M. Melillo, “Human
Domination of Earth’s Ecosystems”. [“La dominación humana de los ecosistemas terrestres”]
Science 277 (2977): pp. 494-499.
4. Wackernagel, Mathis et al. “Tracking the ecological overshoot of the human economy”.
[Medición del exceso del impacto ecológico de la economía humana”] Publicado en las actas de
la National Academy of Sciences 2002. [Disponible a través de Internet en formato pdf en: http:/
/ www.pnas.org/cgi/reprint/14033699v1.pdf]
5. Comunicación personal.
6. Pimm, Stuart L. The World According to Pimm: A Scientist Audits the Earth. [El mundo
según Pimm: un científico audita la Tierra] Nueva York: McGraw Hill, 2001.
7. Noss, Reed F. “The Wildlands Project: Land Conservation Strategy”, número especial de
Wild Earth (1993): pp 10-21. (“El proyecto de tierras silvestres: estrategias para la conservación
de áreas naturales”) En A. Vega, Ed. Corredores Conservacionistas en la Región Centroamerica-
na. Memorias de una Conferencia Regional auspiciada por el Proyecto Paseo Pantera. Heredia.
Costa Rica, 17-20 sept. 1993. Tropical Research and Development, Guinesville, F.L.
8. Thomas, C.D. “What do real population dynamics tell us about minimum viable population
sizes?” [¿Qué nos dice la dinámica real de la población acerca del tamaño mínimo para una
población viable?] Conservation Biology 4 (1990): pp. 324-327.
9. Brocke, Rainer H., Kent A. Gustafson y Andrew R. Major, “Restoration on the Lynx in New
York: Biopolitical Lessons” [La restauración del lince en Nueva York: una lección biopolítica], en
Transactions of the North American Wildlife and Natural Resources Conference, 1990.
10. Noss, Reed F. y Allen Cooperrider. Saving Nature’s Legacy: Protecting and Restoring
Biodiversity. [Salvar el legado de la Naturaleza: la protección y la restauración de la biodiversidad]
Washington D.C.: Island Press, 1994.
11. Thornton, Russell. American Indian Holocaust and Survival: A Population History Since
1492. [Holocausto y supervivencia del indio americano: historia de la población desde 1492]
Norman: University of Oklahoma Press, 1987.
12. Robbins, Richard. Cultural Anthropology: A Problem-Based Approach. [Antropología cul-
tural: un método basado en la resolución de problemas] Itasca: F.E. Peacock Publishers, 1997.
13. Zinn, Howard. A Peoples History of the United States. New York: Harper Collins Publishers,
1980 (La otra historia de los Estados Unidos. Hondarribia: Argitaletxe Hiru S.L. (1997)).
68 SIMPLICIDAD RADICAL
14. United Nations Development Program. Human Development Report. New York: Oxford
University Press, 1992, 1994. (Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas. Informe sobre el
Desarrollo Humano, 1994. Madrid: Mundi-Prensa Libros.)
15. Banco Mundial. Indicadores de desarrollo del año 2000. CD-ROM. Washington, DC. Ban-
co Mundial, 2000. [Disponible a través de http://www.bancomundial.org]
16. Ibid.
17. Gray, Charles. Towards a Nonviolent Economics. [Hacia una economía no violenta] Eugene:
Publicado por el autor, 1994.
18. New Road Map Foundation. All Consuming Passion: Waking up from the American Dream.
[Pasión por consumir: el fin del sueño americano] Seattle: New Road Map Foundation, 1998.
Editado conjuntamente con Northwest Environment Watch.
19. Gracy, Charles. Toward a Nonviolent Economics. [Hacia una economía no violenta] Eugene:
publicado por el autor, 1994.
20. Banco Mundial. Indicadores de desarrollo del año 2000. CD-ROM. Washington, DC. Ban-
co Mundial, 2000. [Disponible a través de http://www.bancomundial.org]
21. McKibben, Bill. Maybe One: An Environmental and Personal Argument for Single-Child
Families. [Tal vez uno: argumentos ecológicos y personales para familias con un único hijo] New
York: Simon and Schuster, 1998.
Huellas pequeñas en una tierra finita 69
Cinco
CÓMO EMPEZAR
El primer paso para crear un nuevo estilo de vida es el taller de sostenibilidad.
Después de sobrevivir a éste, dará comienzo el proceso creativo, y luego, cuando
empecemos a utilizar las herramientas, las viejas costumbres que no nos sirven ni
a nosotros ni al mundo ya podrán desaparecer, dejando en su lugar un estilo de
vida diseñado a nuestra medida.
Al final del taller, uno alcanza el objetivo personal de sostenibilidad medi-
ble. Es importante empezar a sentir y experimentar el objetivo personal: del
mismo modo que nos preparamos para plantar un huerto, soñaremos acerca
de nuestro objetivo, lo visualizaremos y llegaremos a comprenderlo en todos
sus detalles. Más adelante, en esta misma sección, aprenderemos a descubrir
cuánto mide realmente nuestra huella ecológica y luego, a medida que ésta
vaya encogiéndose, podremos ver la cantidad de naturaleza que se libera en
el proceso. ¡Celebremos cada vez que se incrementa! Pasar un tiempo en
medio de la naturaleza contribuirá a no perder de vista la importancia de
restituir los hábitats naturales a los seres salvajes, y también nos ayudará a
mantenernos firmes en nuestro objetivo.
La sociedad moderna hará que sintamos la tentación de desviarnos del objeti-
vo de sostenibilidad cien veces al día, por lo que deberemos concentrar el pensa-
miento en los puerco espines y las violetas, y no en los números. ¿Qué mejor que
entablar amistad con gente de Afganistán y de Zimbabwe o mantener el contacto
con los jóvenes que heredarán lo que nosotros elijamos legarles? Seamos testigos
70 SIMPLICIDAD RADICAL
del sufrimiento causado por las huellas ecológicas demasiado grandes, experi-
mentando al mismo tiempo la alegría que produce vivir en equilibrio. Vivamos una
vida hermosa, que forme parte de la solución. También es necesario recordar to-
davía hoy que existen miles de millones de personas que todavía practican un
estilo de vida global, al igual que el resto de seres que viven en la naturaleza. Hay
maestros por doquier y, en todo el mundo, millones de personas aspiran a una
simplicidad radical. Lo más probable es que encontremos a otras personas con las
cuales podremos soñar y hacer planes.
EL TALLER DE LA SOSTENIBILIDAD
El área restante se dejaría en su estado natural para ser utilizada por el resto de especies
(de siete a veinticinco millones). Una respuesta de 0,2 significa que la especie humana
utiliza un 20 % y el 80 % restante permanece en estado natural, mientras que una res-
puesta de 0,8 significa que los humanos utilizan un 80 % y el 20 % queda sin explotar.
Aquí es donde decidimos con más detalle cómo nos gustaría compartir la Tierra
y cuáles son los objetivos sociales que deseamos apoyar. Podemos considerar esta
decisión como nuestra visión personal, cómo nos gustaría interactuar con el mundo.
Es aquí donde la ciencia, la ética, la intuición y la espiritualidad se unen para guiar
nuestra respuesta. Este ejercicio puede realizarse en un lugar tranquilo en medio
de la naturaleza. Hay que recordar que nada escrito es eterno, y que no existen
respuestas correctas o incorrectas. Después de un tiempo quizá querremos volver
a este taller y comprobar si todavía deseamos alcanzar los mismos objetivos.
Empezaremos estableciendo un marco temporal personal para alcanzar los
objetivos de sostenibilidad. Hacerlo demasiado pronto resultará muy duro, mien-
tras que con un marco que se extienda demasiado en el futuro podría ser ya
demasiado tarde. ¿Un año, diez, veinticinco, cincuenta?
Para el resto de este ejercicio destinado a establecer una meta personal, su-
pondremos un objetivo común para alcanzar la sostenibilidad en cien años a partir
de ahora. Si creemos que esto está demasiado lejos en el futuro, tendremos que
aceptar que nuestra estrategia personal tendrá que ser entonces más rápida y
dramática.
72 SIMPLICIDAD RADICAL
Para realizar este paso quizá sea necesaria una calculadora de bolsillo o, alter-
nativamente, un lápiz bien afilado para un pequeño ejercicio de multiplicación. Lo
único que debemos hacer es multiplicar las tres cifras que hemos puesto en «Mi
uso personal» de los pasos 1-3 (en números decimales).
1. Lo que consumimos.
2. Cuántos hijos tendremos.
La huella ecológica
La Huella Ecológica (HE) es una técnica que se utiliza para controlar los múlti-
ples flujos naturales que contribuyen al funcionamiento de nuestra vida cotidiana.
Si los productos que consumimos proceden de todo el mundo, la huella nos ayuda
a calcular nuestra porción de plataformas petrolíferas, carreteras, campos de trigo
y bosques que van a parar a nuestra cesta personal de productos. ¿Puede la natu-
raleza seguir el ritmo de nuestro consumo?
La bolsa o la vida
La bolsa o la vida (LBOLV) es un libro escrito por Vicki Robin y Joe Domínguez
en el que se exponen ciertas técnicas que se utilizan para registrar y controlar los
flujos de dinero y tiempo que entran y salen de nuestra vida. A través de tales
técnicas, es posible resolver el misterio de «¿A dónde fue a parar todo el dinero?»,
76 SIMPLICIDAD RADICAL
Aprender de la naturaleza
Una vez juntas, las tres herramientas aquí expuestas tienen como base el nue-
vo y todavía en desarrollo campo de los Sistemas Totales. Fritjof Capra, en su libro
The Web of Life*, afirma: «La clave de una teoría integral de los sistemas vivos
radica en la síntesis de dos enfoques completamente distintos: el estudio de la
sustancia (o estructura) y el estudio de la forma (o patrón). En el estudio de la
estructura pesamos y medimos las cosas, pero los patrones no pueden ni medirse
ni pesarse, sino que deben proyectarse. Para comprender un modelo deberemos
proyectar una configuración de relaciones. En otras palabras, la estructura implica
cantidades, mientras que el patrón implica cualidades».
Tanto la técnica de la HE como LBOLV comportan que la persona lleve un registro
de su consumo de verduras, electricidad, gasolina, seguros, etc. La HE registra las
cantidades materiales en kilogramos, kilowatios/hora o litros, es decir, según las can-
tidades, mientras que LBOLV tiene en cuenta los costes económicos de tales produc-
tos y las horas que se pierden (se canjean) cada mes trabajando para obtener dichos
productos, cuestionándose a continuación cómo se siente una persona después de
esta operación de trueque. Mediante estas técnicas, ciertos patrones van saliendo a
la luz, y al final de cada mes sabremos lo siguiente:
Ninguna de las dos herramientas nos dice lo que debemos hacer o lo que es
correcto o incorrecto, sino que simplemente ayudan a que seamos conscientes de
lo que hacemos, alentándonos para llevar a cabo una evaluación en este sentido.
Mes tras mes, irá surgiendo ante nuestros ojos un patrón individual que pone de
manifiesto de qué modo se produce la interpenetración entre nosotros y lo que
nos rodea. Y ahora empieza la parte divertida, a medida que somos capaces de
reforzar los patrones más positivos.
Existen muchos libros que tratan de dichas herramientas, así que en este libro sólo
incluyo la parte más esencial. Este enfoque de sistemas totales nos capacitará para:
SEIS
LA PRIMERA HERRAMIENTA
LA HUELLA ECOLÓGICA
FIGURA 6.1
CINCO SUPUESTOS
Cinco supuestos que hay detrás de los cálculos de una huella ecológica
cidad biológica disponible. El análisis incluye las prácticas agrícolas actuales como
si éstas no dañaran la productividad del suelo a largo plazo. Algunas actividades,
como la captación de agua dulce y la liberación de residuos sólidos, líquidos y
gaseosos (además del CO2) todavía no se han incluido en el análisis, a causa de la
insuficiencia de los datos disponibles. Además, también se han excluido ciertas
actividades no renovables que de forma sistemática menoscaban la capacidad de
la naturaleza para regenerarse, como la creación de plutonio, bifenil policlorado
(BFP) y clorofluorocarbonos (CFC); la extinción de especies; la destrucción de
acuíferos; la deforestación y la desertización. Nuestra esperanza es que, a medida
que más personas adopten el estilo de vida de la simplicidad radical, estas activi-
dades se abandonarán progresivamente.
Figura 6.2. Los siete tipos de terreno bioproductivo que se tienen en cuenta en el cálculo de la
huella ecológica son: el terreno cultivable, los pastos, la superficie forestal, el espacio marítimo
productivo, el territorio urbanizado, el área de absorción de CO2 y la naturaleza en estado salvaje.
Huellas pequeñas en una tierra finita 83
Cada uno de los artículos que consumimos requiere uno o más de estos tipos
de terreno. Por ejemplo, una zanahoria comercial necesita tierra cultivable, tierra
urbanizada para el almacenamiento y la venta y un área de absorción de CO2 para
los pesticidas químicos, abonos y combustibles utilizados en la producción y el
transporte.
Si tuviéramos un huerto de media hectárea que proporcionara toda la comida
que consumimos, ¿nuestra huella ecológica para los alimentos sería también de
media hectárea? Quizá. Si la bioproductividad del suelo de la parcela se situara en
la media mundial, entonces sí, la huella ecológica sería de media hectárea. Sin
embargo, si la parcela fuera una buena tierra de cultivo, su productividad sería de
2,2 veces la media, y si la bioproductividad fuera cercana a la de los pastos, equi-
valdría a la mitad de la media mundial. A esto se le llama equivalencia de prorrata.
Una vez se han escalado los distintos territorios según su productividad, entonces
podrán sumarse. (Véase la Figura 6.3 más abajo.) La tabla también enumera las
hectáreas de cada tipo de terreno disponibles para cada persona si se dividieran a
partes iguales, asumiendo que cada uno se queda con la porción entera de lo que
le corresponde.
FIGURA 6.3
Espacio biológicamente productivo
Este libro incluye los factores de huella para casi un centenar de artículos co-
munes, clasificados en categorías de alimentos, vivienda, transporte, bienes y ser-
vicios, existencias y residuos. Dada la gran variedad existente de productos y servi-
cios, los fh se han calculado a partir de la media de producción nacional utilizando
métodos de producción estándar. Este libro aspira a un equilibrio entre la simplici-
dad y la precisión, aunque peca ligeramente de conservador, en el sentido que
subestima las cantidades.
Este capítulo ofrece varios métodos que pueden emplearse para determinar el
tamaño de la huella ecológica de un individuo. Los métodos más fáciles son me-
nos precisos, pero proporcionan una respuesta rápida, de modo que en menos de
media hora puede obtenerse una estimación. Sin embargo, con el fin de simplifi-
car, se dieron por sentado una serie de principios que pueden o no aplicarse a
nuestra vida. Si se desea obtener una evaluación de la huella ecológica más preci-
sa, es necesario un mayor compromiso por nuestra parte, tanto en lo que respecta
al registro de conceptos y cantidades como en lo concerniente a los cálculos. A
menudo las tareas más dificultosas proporcionan mejores resultados, y éste es
ciertamente el caso.
Alcanzar los objetivos que nos proponemos respecto a nuestra huella ecológica
puede llevar años. Mi sugerencia es que el lector se familiarice con todas las herra-
mientas y estudie el libro exhaustivamente. El elemento clave para alcanzar la
sostenibilidad es disfrutar con el proceso; de este modo, seremos constantes con
ello a lo largo del tiempo.
total de unos 750.000 dólares brutos,7 ¿adónde fue a parar el resto del dinero? No
lo sé. Simplemente se esfumó. La tendencia normal es gastar todo lo que gana-
mos, y en una economía global, la huella ecológica de todo lo que compramos es
muy grande.
Es posible cobrar un buen sueldo y llevar una vida sencilla al mismo tiempo. La
huella ecológica se crea cuando se gasta el dinero o se consumen artículos o
servicios. Si uno ahorra lo que gana o hace muchas donaciones, seguramente las
correlaciones que aparecen en la tabla siguiente no funcionarán para esta perso-
na. Sin embargo, en general cuanto más se gana más fácil resulta irnos de vaca-
ciones cuando se tienen ganas de ello. Con más entradas de dinero, construir un
anexo a la vivienda o comprar una segunda residencia parece algo natural. Para la
mayoría de nosotros, si gastamos es sencillamente porque podemos hacerlo.
El Banco Mundial registra anualmente los datos del Producto Nacional Bruto
per cápita, que resulta una aproximación bastante exacta a la renta per cápita, y
Redefining Progress calcula las huellas ecológicas de 151 naciones. Si enfrenta-
mos la huella ecológica a la renta per cápita, resulta evidente que existe una fuerte
FIGURA 6.4
Correlación de huella ecológica con nivel de renta
Fuentes: Banco Mundial, Indicadores de desarrollo del año 2000. CD-ROM. Chambers, Nicky, Craig
Simmons y Mathis Wackernagel, Sharing Nature’s Interest: Ecological Footprints as an Indicator of
Sustainability. [Compartir el interés por la Naturaleza: la huella ecológica como indicador de sostenibilidad]
Earthscan Publications, 2000.
88 SIMPLICIDAD RADICAL
Figura 6.5. Para determinar mejor las proporciones, una hectárea es ligeramente algo mayor que un
campo de fútbol. 1 ha = 10.000 m2, y un campo de fútbol mide alrededor de 8.000 m2.
Huellas pequeñas en una tierra finita 89
más allá de las necesidades y los lujos; influye en la política y nos ayuda a salvar
dificultades legales o relacionadas con los impuestos. El dinero compra servicios,
seguridad y salud. Cuando el dinero tiene tanta influencia, el ideal fundamental de
la democracia, que todas las voces posean el mismo valor y el mismo efecto, se
convierte en un mito inasequible.
Redefining Progress ideó un cuestionario para que una persona pudiera eva-
luar su impacto de forma rápida. Con estas doce preguntas se puede llegar a una
estimación razonable. Si se desea obtener una versión en línea e internacional del
cuestionario, además de versiones para diversos países e idiomas, todo ello con
una visualización dinámica, visítese http://www.myfootprint.org. Si se desea obte-
ner más información sobre la Huella Ecológica, visítese http://
www.redefiningprogress.org. También puede cogerse lápiz y papel y realizar el
cuestionario aquí mismo.
FIGURA 6.6
Figura 6.6. El concepto de huella ecológica indaga entre bastidores cosas como lo que se necesita
para hacer un periódico, para que crezca un plátano, para hacer un café o hacer funcionar un
automóvil.
*
Parte de este cuestionario ha sido extraída y adaptada de la versión del cuestionario en línea disponible
en http://www.myfootprint.org orientada a usuarios españoles. [N. de la T.]
90 SIMPLICIDAD RADICAL
Instrucciones
Señale con un círculo cada respuesta, y el número de la columna que corresponda
a ésta. Incluya cada uno de los números así señalados en la casilla de SUBTOTAL
que hay al final de cada sección. Calcule la huella de cada sección multiplicando
los números obtenidos tal como se muestra en el ejemplo. Introduzca los subtotales
en la sección RESULTADOS DEL CUESTIONARIO. Sume todos los subtotales para
obtener la cifra correspondiente a la huella ecológica total.
Precaución
Este cuestionario puede sorprender, impresionar o provocar la reflexión. Se reco-
mienda mantener la calma... ¡aunque no demasiado!
COMIDA
P1. Alimentos de origen animal (carne de vacuno u ovino, cerdo, pollo, pes-
cado, huevos, productos lácteos). ¿Con cuánta frecuencia los consume?
En general, una dieta basada en los vegetales requiere menos terreno, energía y
otros recursos. Al igual que pasa con toda la comida, el tamaño de la huella de-
pende en su mayor parte de cómo se obtuvo ésta. Vale la pena adquirir productos
animales de granja obtenidos en instalaciones de la localidad de dimensiones re-
ducidas, de producción ecológica.
Ocasionalmente
(no carne o sólo esporádicamente, huevos/leche diariamente). .............. c. 0,73
A menudo (carne una o dos veces a la semana) ..................................... d. 0,86
Muy a menudo (carne diariamente) ....................................................... e. 1
Casi siempre (carne y huevos/leche en casi todas las comidas). ............... f. 1,14
VIVIENDA
(Versión simplificada; para una versión más completa véase http://www.myfootprint.org)
P3. ¿Cuántas personas viven en su hogar?
Se utiliza para calcular la proporción personal de espacio vital.
1 persona ............................................................................................. a. 1
2 personas ............................................................................................ b. 2
92 SIMPLICIDAD RADICAL
MOVILIDAD
P7. Transporte público. Como media, ¿qué distancia recorre cada semana
en transporte público?
320 km ................................................................................................ a. 17,29
120 - 320 km ....................................................................................... b. 8,47
40 - 120 km ......................................................................................... c. 3,09
1,5 - 40 km .......................................................................................... d. 0,89
0 km .................................................................................................... e. 0
Huellas pequeñas en una tierra finita 93
P8. Coche. Como media, ¿qué distancia recorre cada semana en coche (como
conductor o pasajero)?
Se calcula que el norteamericano viaja una media de 22.530 km al año, o 430
km por semana. Anote los kilómetros de su desplazamiento. Si su respuesta es de
0 a 15 km, introduzca un 0 en la casilla del subtotal y sáltese las preguntas P9 y
P10.
640 km ................................................................................................ a. 1,91
480 - 640 km ....................................................................................... b. 1,43
320 - 480 km ....................................................................................... c. 1
160 - 320 km ....................................................................................... d. 0,55
15 - 160 km ......................................................................................... e. 0,12
0 -15 km .............................................................................................. f. 0
P11. Transporte aéreo. ¿Alrededor de cuántas horas al año pasa usted vo-
lando?
A título de ejemplo, cada año, los norteamericanos vuelan una media de 4,7 horas
por persona en líneas aéreas comerciales. Esto equivale aproximadamente a un
trayecto anual de ida y vuelta entre Washington y Chicago.
100 horas (aprox. un viaje de costa a costa de los EUA cada mes). ........ a. 20
25 horas (aprox. 2-3 viajes de costa a costa de los EUA cada año) ........ b. 5
10 horas (aprox. un viaje de costa a costa de los EUA cada año). .......... c. 2
3 horas ................................................................................................. d. 0,6
Nunca vuelo ......................................................................................... e. 0
BIENES DE CONSUMO
P12. Comparado con las otras personas de su vecindario, ¿cuánta cantidad
de residuos genera?
Menos .................................................................................................. a. 0,75
Más o menos la misma ......................................................................... b. 1
Más ...................................................................................................... c. 1,25
Ejemplo:
(1) Huella ecológica de la comida .......................................................... 1,92 ha
(2) Huella ecológica de la vivienda ........................................................ 2,5 ha
(3) Huella ecológica del transporte público ............................................ 0,08 ha
(4) Huella ecológica del transporte en automóvil ................................... 0,87 ha
(5) Huella ecológica del transporte aéreo .............................................. 0,61 ha
(6) Huella ecológica de la movilidad ...................................................... 1,56 ha
(7) Factor de los bienes de consumo ..................................................... 1
(8) Huella ecológica de la vivienda + movilidad ..................................... 4,06 ha
(9) Huella ecológica de bienes y servicios .............................................. 3,65 ha
En comparación:
La media de la huella ecológica de los Estados Unidos es de 9,7 ha por persona.
Nuestra huella individual es del —— % respecto a la media de los Estados Unidos.
Fórmula = (Huella/9,7) x 100
A nivel mundial, hay 1,9 hectáreas productivas por persona.
Por tanto, si todo el mundo viviera como usted, harían falta ———— planetas.
Fórmula = Huella/1,9
Medias de huella ecológica de los Estados Unidos (ha/persona)
Huella ecológica de la comida ............................................................... 2,23
Huella ecológica de la vivienda ............................................................. 2,06
Huella ecológica de la movilidad. .......................................................... 1,74
Huella ecológica del uso del transporte público ..................................... 0,04
Huella ecológica del uso de la motocicleta ............................................ 0,004
Huella ecológica del uso del coche ........................................................ 1,62
Huella ecológica del transporte aéreo ................................................... 0,12
Huella ecológica de los bienes y servicios .............................................. 3,48
Media del total de huella ecológica: ................................................ 9,51 ha
• • • • • • •
¿Hemos comparado los resultados obtenidos según los dos métodos descritos
en este capítulo? En la sección siguiente encontraremos la Calculadora de Huella
Ecológica, que nos introducirá en la versión de lujo del cálculo de la huella
ecológica, con el cual es posible determinar los impactos de nuestro estilo de vida
todavía con más detalle.
¿Qué es lo que tiene una mayor huella ecológica, el servicio postal (correo de
superficie) o los mensajes electrónicos, el papel o el plástico, la carne de vacuno o
las habas de soja, ir en avión o conducir un coche? Diariamente nos enfrentamos
a una miríada de opciones. ¿Cómo sabemos cuáles de ellas tienen una menor
huella ecológica? Ciertas decisiones resultan muy claras, como cuando compara-
mos una bicicleta que pesa 13 kilos con un automóvil que pasa de los 900 y en el
que viaja una sola persona. Pero, ¿qué huella es mayor: conducir diariamente diez
Huellas pequeñas en una tierra finita 97
salir de copas, los viajes en avión, el uso del servicio de correos, el autobús,
el teléfono, el pago del seguro, los masajes, etc.
Existencias. Son todos los bienes de larga duración que poseemos o
adquirimos y que duran más de seis meses.
Coches y casas. Aunque tanto el coche como la vivienda son existencias, se
tratan aquí de forma diferenciada. El impacto que produce un coche se
tiene en cuenta en el registro de los gastos de combustible. Si se poseen
dos o tres coches, se registrarán utilizando el concepto de peso por mes
(después de consignar su vida útil y el número de usuarios) en la Tabla B.5
bajo la categoría Metal. De manera similar, en el caso de la vivienda, el fh se
basa en un hogar medio norteamericano.
Residuos. Son aquellos artículos que se reciclan o se tiran a la basura. Se
asume que todos los restos orgánicos de la cocina se utilizan para hacer
compost.
Figura 6.8: Una vivienda suele incluir una amplia colección de existencias, utiliza muchos flujos
y genera toda suerte de residuos.
Huellas pequeñas en una tierra finita 99
Utilización de la calculadora
Lo primero que haremos será unas cuantas copias de las tablas B.1 a B.6 del
Apéndice B.
de nuestro hogar, simplemente entraremos la porción del área que nos correspon-
de en la Tabla B.2 (por ejemplo, un 100 % del área de dormitorio, 25 % de la
cocina, sala de estar y despacho, y 50 % del baño, el garaje y el cobertizo).
Para determinar la huella ecológica de viajar en avión una vez al año, se divide la
duración en horas del viaje de ida y vuelta por doce para obtener una cantidad mensual
de tiempo pasado en el avión, y se entra dicha cantidad en la Tabla B.3.
Para encontrar la huella que supone comprar un ordenador que va a durar tres
años, se divide su peso por tres años y de nuevo por doce meses, registrando
luego el resultado en la calculadora.
Si lo que se desea es conocer la huella ecológica con respecto a la comida pero
sólo se ha registrado el consumo de cinco días, se multiplican simplemente las
cantidades por seis y se escribe el resultado en la calculadora. En el caso de canti-
dades semanales, se multiplica por cuatro.
Ahora sólo falta multiplicar la Cantidad utilizada mensualmente por el factor de huella
(fh), obteniendo así la huella ecológica (HE) mensual para el elemento en cuestión.
Ajuste de la calculadora
Obsérvese que la tercera columna de cada tabla, media de uso per cápita en
los EEUU nos proporciona una idea aproximada de cómo se sitúa el consumo de
una persona en comparación con la media. (En algunos casos esta cifra no resulta
tan útil: por ejemplo, la cifra de 4,5 litros referentes al uso de propano en la Tabla
A.2: Factores para el cálculo mensual de la huella de la vivienda es la media per
cápita de todo el país, incluyendo las personas que no utilizan propano.)
Comparaciones
Comida
a. Tofu = 154
b. Pollo = 340 (sólo el componente de terreno del fh)
Así pues, por el hecho de cultivar las hortalizas uno mismo sin utilizar combus-
tibles fósiles, el factor de huella se ha reducido en un factor de 2,2. Pero si com-
pramos o transportamos materia orgánica o estiércol, será necesario incluirlos. En
tal caso, se utilizará el fh correspondiente a la paja en la Tabla A.2: Factores para el
cálculo mensual de la huella de la vivienda, estimando el volumen del material y
comparándolo con una bala de paja no comprimida. Dado que el fh sirve para los
pesos en seco y que es posible que el material utilizado contenga cierta cantidad
de humedad, en este caso calcular el volumen resultará muy útil. Si se adquieren
artículos empaquetados, éstos generalmente ya vienen pesados, y lo único que
hace falta es calcular el fh a partir del peso. ¿Y qué sucede con las hojas de los
árboles y las algas? Esto es una decisión individual, pero personalmente creo que
la naturaleza tiene un uso para todo. Las algas de la playa forman parte de un
ecosistema y allí no se echarán a perder, mientras que las hojas contribuyen a crear
el humus de los bosques. Puede estimarse su volumen comparándolo con una
bala de paja sin atar. Por otro lado, la función ecológica de las hojas que pueden
encontrarse en un cementerio no sirve de mucho en un vertedero.
El hecho de adquirir productos en las granjas del área donde se vive y comer
alimentos de temporada genera un ahorro significativo de naturaleza. A medida
que conozcamos más cosas acerca de los cultivadores y sus métodos, podremos
ajustar los factores de huella que utilizamos. Si todo esto parece muy complicado,
podemos limitarnos a utilizar los factores de huella (fh) que aparecen en las Tablas
de la A.1 a la A.6.
Paso uno:
Convertir el rendimiento (producción) a kilos por mes por metro cuadrado:
1.000 kilos/año 1 año
———————— X ———- = 0,139 kilos/m2 x mes
600 m2 12 meses
Paso dos:
Su fh = (1/rendimiento) x factor de equivalencia (1/0,139) x 2 = 14,39
Vivienda
Veamos ahora los beneficios que supone alargar la vida de un hogar mediante
el cuidado y el mantenimiento, desde una media de cuarenta años hasta una de
ochenta. La mayoría de hogares pasan por muchos procesos de remodelación,
reparaciones, invasiones de termitas, construcción de anexos, etc., o bien son
derribadas y se sustituyen por otro edificio. Supongamos que la casa donde vivi-
mos nunca ha sido remodelada ni ha sufrido ninguna invasión de termitas, y que
simplemente la hemos ido manteniendo. Al cabo de sesenta años, le cambiaron el
tejado y la repintaron dos veces, y todavía se encuentra en buen estado. Podría
durar veinte años más sin tener que pasar por un proceso completo de restaura-
ción. Haciendo una comparación simplista, supongamos que los materiales nece-
sarios para reparar el tejado, la pintura y otros artículos necesarios para el mante-
nimiento los computamos por separado. En los tres ejemplos del apartado ante-
rior, la huella ecológica se reduciría a la mitad (0,5; 0,3 y 0,15 ha respectivamente)
gracias al mantenimiento. La pintura y el material para el tejado podrían incluirse
bajo el epígrafe de productos plásticos de la Tabla A.5: Factores para el cálculo
mensual de la huella de las existencias, cuyo fh es de 610. Si los materiales pesaran
700 kilos y su duración fuera de 25 años, la huella adicional para el mantenimien-
to de la vivienda sería:
La calefacción de la casa suele estar entre los cinco principales elementos que
afectan a la huella ecológica. Supongamos que la calefacción funciona con gasoil
y utilizamos 3.000 litros al año, o 250 litros al mes. La Tabla A.2: Factores para el
cálculo mensual de la huella de la vivienda da un fh para el gasoil de 87 m2/litro.
La huella ecológica será entonces:
HE = 250 litros x 87 = 21.750 m2 (2,2 ha)
Hay muchas maneras de reducir la huella ecológica por persona para la calefacción:
• Compartir la vivienda con más gente. Tan sólo con un compañero, reduci-
mos a la mitad la huella en calefacción.
• Bajar el termostato o apagarlo al salir hacia el trabajo, y cerrar las habita-
ciones que no se utilizan.
108 SIMPLICIDAD RADICAL
No es posible saber cuál será el ahorro hasta que no se realizan estas mejoras,
pero si la casa está llena de corrientes de aire y mal aislada y no podemos empren-
der proyectos de conservación de energía a gran escala, es posible reducir la hue-
lla de calefacción entre un tercio y la mitad sin tener que compartir la casa con otra
persona. Para un cambio más radical, supongamos que practicamos todas las es-
trategias mencionadas más arriba y bajamos de 250 a 150 litros mensuales, com-
partiendo la vivienda con otras cuatro personas; en tal caso, la huella ecológica
podría llegar a ser:
Transporte
HE = Cantidad x fh
¿Cuál sería la huella ecológica de atravesar los Estados Unidos una vez al año
en avión, autocar, tren, coche, bicicleta o caballo? Supongamos que la distancia a
recorrer es de 9.700 km de ida y vuelta. Hay que utilizar la Tabla A.3: Factores para
el cálculo mensual de la huella del transporte y dividir el trayecto por doce meses
para registrar los datos de flujo en la tabla mensualmente.
Residuos
basura que aparece en la Tabla A.6: Factores para el cálculo mensual de la huella
de los residuos:
LA HUELLA ECOLÓGICA
que de este modo es más probable que logremos alcanzar nuestros propósitos.
Una pequeña inversión de tiempo puede suponer el ahorro de miles de horas a lo
largo de toda la vida.
Si en la actualidad estamos pasando por una época muy atareada, más vale
que disfrutemos con la lectura del resto de este libro y reservemos estos cálculos
para cuando dispongamos de más tiempo.
Qué se necesita
Antes de empezar será necesario tener unas cuantas cosas a mano, que rela-
cionamos en la siguiente lista:
• ¿Pueden cambiar los factores de huella al cabo del tiempo? Sí. Cada
año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Ali-
mentación (FAO) actualiza su información acerca de la producción y el
rendimiento agrícola, al tiempo que la ciencia de la huella ecológica se
hace más precisa. Este libro contiene las cifras más actualizadas que tenía-
mos en el momento de publicarlo, pero es posible hacer un seguimiento
periódico de las hojas de cálculo disponibles en las dos direcciones de
Internet indicadas más arriba con el fin de ver si hay cambios significativos
que afecten a nuestros cálculos.
• Nosotros siempre compramos los alimentos a partir de una bolsa
común, ¿qué hago? Supongamos que el grupo se compone de cuatro
miembros, y todos comen más o menos la misma cantidad y tipo de comi-
da. En tal caso, se trata sencillamente de dividir la huella ecológica de la
comida por cuatro. Si hay alguna diferencia destacable en la dieta de los
miembros de la familia o grupo (por ejemplo, uno de ellos es vegetariano
y el resto consume carne y productos lácteos), se excluyen de los cálculos
respecto al vegetariano los artículos que no consume. Si un miembro del
grupo es atleta, probablemente su porción de comida será mayor, con lo
que convendrá tener en cuenta este hecho.
• ¿Podemos calcular la huella como pareja o familia? Sí. Al final de
cada mes, lo único extra que hay que hacer es dividir la huella ecológica
total por el número de personas que comparten la vivienda. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que si los demás miembros no se sienten tan
implicados en el proceso como nosotros, obtener los datos de su consu-
mo puede llegar a ser frustrante y, a no ser que estemos pegados constan-
116 SIMPLICIDAD RADICAL
¿Cuáles son los flujos que pasan por nosotros al cabo de un mes? Cada artícu-
lo adquirido que dentro de seis meses ya se habrá utilizado se registra en la Tabla
B.7: Hoja de trabajo 1 – Flujos (por mes). Seguramente será necesario tener a
mano constantemente una copia de la hoja de trabajo. Ésta puede plegarse y
ponerse en la cartera o bolso, junto con un lápiz. La hoja se utilizará cada vez que
se adquiere gasolina, se come fuera de casa o se va al cine, etc. La balanza servirá
Huellas pequeñas en una tierra finita 117
para calcular la huella de aquellos artículos que deben pesarse. En el recibo del
supermercado aparecerá probablemente una lista de los artículos adquiridos, ya
pesados. Estos artículos pueden contabilizarse uno por uno, o bien ponerlos todos
en el cesto y pesarlos juntos. Para el caso de los artículos más ligeros, se obtendrá
una medida más precisa con la balanza de cocina o la balanza de gancho. Si se
utiliza esta última, una bolsa de plástico servirá para sostener todo aquello que
queremos pesar.
Las ventajas de hacer un inventario de todo lo que se posee son múltiples. Por
ejemplo:
FIGURA 6.9
Puede utilizarse más de un tipo de balanza para pesar los flujos y existencias más pequeños.
Huellas pequeñas en una tierra finita 119
En el gran orden del universo, este paso (hacer inventario) sirve a menudo de
catalizador para provocar el cambio. Divirtámonos haciéndolo, con una buena
música de fondo y con el aroma de las magdalenas recién hechas invadiendo la
casa. Y cuando estemos ya un poco cansados, dejemos para otro día la peregrina-
ción al desván, el cobertizo o el garaje. Si no se tienen ganas de pesar todas las
posesiones, no hace falta hacerlo: se trata entonces simplemente de hacer uso de
la Tabla B.5: Huella ecológica mensual de las existencias, tal como se hace con las
otras cinco tablas y registrar la huella cada vez que se compre algo. La huella
FIGURA 6.10
Ejemplo de hoja de trabajo de flujos mensuales
Desde el 1 al 31 de marzo de 2003
Estimaciones de existencias
Cuando estemos listos para empezar, he aquí cómo funciona: con una balanza y
una copia de la Tabla B.8: Hoja de trabajo 2. Existencias (por mes) y la Tabla B.5: Huella
mensual de las existencias, empezamos por cualquier punto de la vivienda (el dormito-
rio, por ejemplo). Buscaremos todos los artículos que duran más de seis meses.
He aquí los pasos necesarios para poder cumplimentar la Tabla B.8: Hoja de
trabajo 2. Existencias (por mes).
Paso A
Pesar cada artículo. Todos los artículos fabricados con el mismo material que
tengan el mismo número de usuarios y una vida útil similar pueden pesarse juntos.
Por ejemplo, si solamente nosotros utilizamos nuestras propias camisetas, tejanos,
sudaderas, ropa interior, calcetines, sábanas y toallas de algodón, estimaremos su
122 SIMPLICIDAD RADICAL
FIGURA 6.11
Consejos para pesar existencias
vida útil en unos cinco años. Colocaremos los dos tablones en la balanza, encima
pondremos el cesto de la ropa sucia, pondremos el indicador de la balanza a cero y
llenaremos el cesto de ropa. Para los muebles, nos hará falta la colaboración de un
amigo. Cuando vaciemos el armario de la ropa para pesarla, aprovecharemos para
pesar el mueble. Por otra parte, no hace falta pesar hasta el último alfiler de la casa, a
no ser que se trate de objetos valiosos y tengamos una colección de ellos. Si tenemos
menos de dos kilos y medio de un determinado artículo, lo podemos agrupar con
otros artículos del mismo material o del mismo tipo, o bien excluirlo de los cálculos.
Paso B
Para cada artículo registrado, hay que apuntar también el número de usuarios
habituales. Por ejemplo, si se comparte la cama con la pareja, pero ésta utiliza el
ordenador raras veces, se registrarán dos usuarios para la cama y uno para el ordena-
dor. Si la sala de estar es utilizada por los cuatro miembros de la familia, se registrarán
cuatro usuarios para cada uno de los artículos que se encuentra en esa habitación,
pero si sólo hay una persona que utiliza la cafetera exprés, se registrará sólo uno.
Paso C
Estimar la vida útil de cada artículo (en meses). Algunos muebles, si están bien
hechos, pueden durar cien años, mientras que otros sólo duran diez. Si nos gusta
renovar el mobiliario cada cinco años, tendremos en cuenta este hecho en el regis-
tro. Por otra parte, si lo adquirimos de segunda mano, estimando que tenía unos
quince años, y pensamos hacerlo durar quince años más, registraremos treinta.
¿Con qué frecuencia compramos un nuevo ordenador, cada dos años o cada ocho?
Se trata de tener en cuenta de qué manera utilizamos las cosas.
Paso D
Para calcular el peso mensual de cada artículo, hay que dividir el peso por el
número de usuarios, y luego dividir el resultado por la vida útil expresada en me-
ses. Por ejemplo = (30 kilogramos/2 usuarios) / 24 meses = 0,625 kg por mes.
Paso E
Estimar el valor monetario actual del artículo. ¿Cuánto nos darían por él si lo
vendiéramos de segunda mano? Puede hacerse una estimación de toda la ropa
124 SIMPLICIDAD RADICAL
FIGURA 6.12
Pesos de los electrodomésticos grandes
Nevera 35 75 157
Microondas 13 19 31
Cocina 47 75 106
Lavavajillas 36 41 54
Lavadora 36 71 88
Secadora 52 55 66
Congelador (cofre) 52 68 100
Aire acondicionado 33 60 74
Calentador de agua 59 82 113
Caldera de gas 52 66 80
Caldera de gasoil 113 143 186
Estufa de leña 102 159 224
del mismo material que tenga una antigüedad similar: por ejemplo, hacer un grupo
con toda la ropa de algodón que tenga cinco años, otro con las prendas de lana de
hace diez y otro con la alfombra de lana de la abuela que ya tiene cincuenta. Es mejor
no quedarse enredado en los detalles. Imaginemos, por ejemplo, que a las seis de la
mañana vienen los de la mudanza y que para entonces deberemos tener cada artícu-
lo marcado y clasificado. La intención es hacer una valoración del patrimonio neto,
que incluye el valor de todo lo que poseemos. Si tenemos la casa asegurada, es
posible que ya dispongamos de una lista hecha. En tal caso, se ajustan los precios del
valor de reposición de los objetos al valor por el cual podrían venderse.
Paso F
• Hacer una lista en la libreta donde apuntamos los gastos e ingresos men-
suales.
• Hacer un cartel con la lista de artículos que se quieran vender.
• Ponerlos todos en el huerto delantero de casa con un letrero que ponga
Todo gratis.
• Llevarlos a una tienda de artículos de segunda mano para beneficencia.
• Regalarlos a alguna organización caritativa o institución sin ánimo de lucro.
• Regalarlos a los amigos.
FIGURA 6.13
Ejemplo de hoja de trabajo de existencias mensuales
Hoja de trabajo 2: Existencias mensuales del 1 al 31 de marzo 2000
Todos los artículos que se registran en la Tabla B.8: Hoja de trabajo 2. Existen-
cias (por mes) acabarán también en la Tabla B.5: Huella mensual de las existencias,
así que lo mejor es nombrar los artículos del mismo modo en ambos lugares (por
ejemplo, mobiliario, pequeños electrodomésticos, papel duradero). Esto facilitará
la tarea de transferir los totales de las hojas de trabajo a las tablas. Recuérdese que
los artículos más duraderos pasan a registrarse según cifras mensuales.
Al medir cada uno de los artículos, debe elegirse la unidad de medida métrica
que se indica para ese artículo. Los factores de huella están formulados sólo para
estas unidades: por ejemplo, no deben utilizarse gramos cuando lo que se pide
son kilos. Procúrese también repasar de vez en cuando las medidas y las unidades
utilizadas, hasta que dominemos el sistema.
Si al cabo de un tiempo decidimos desprendernos del lavavajillas, tacharemos
la línea que hace referencia a este artículo en la Tabla B.8 y volveremos a calcular
el total de los Electrodomésticos grandes para el mes siguiente. Si compramos un
nuevo ordenador, añadiremos un nuevo artículo en la Tabla B.8 y volveremos a
efectuar los cálculos. Si tiramos el lavavajillas a la basura, deberemos consignar su
peso bajo la categoría de los residuos de ese mes, al tiempo que lo tachamos de la
lista de existencias. No debe preocuparnos la comida o los artículos de higiene y
limpieza que tenemos en los armarios de la cocina, puesto que los consignaremos
como flujos al adquirirlos.
escribe la cifra final de la huella en la Tabla B.10. ¡Lo hemos conseguido! Ya sabe-
mos cuál es nuestra huella ecológica. Ahora podemos descansar con un buen
paseo por el bosque... ¡Nos lo merecemos! Ahora sí que podemos emprender el
camino necesario para alcanzar nuestro objetivo personal de sostenibilidad. La
segunda herramienta, La bolsa o la vida, reforzará todo lo que hemos hecho hasta
ahora y servirá de gran ayuda en el proceso de reducir nuestra huella.
REFERENCIAS
1. United Nations, 1996 International Trade Statistics Yearbook, Vol. I. [Anuario internacional
sobre estadísticas de comercio del año 1996] Nueva York: Departamento de Información Econó-
mica y Social y Análisis Político, División de Estadística, 1998.
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). UNCTAD.
Commodity Yearbook 1996 [UNCTAD. Anuario sobre Productos 1996]. Nueva York:
Naciones Unidas, 1996.
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Yearbook: Production 1997, Vol. 51. Roma: FAO, 1998. (FAO. Anuario de Producción
1997. Disponible en http://www.fao.org)
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
FAO Yearbook:
Trade 1996, Vol. 50. Roma: FAO, 1997. (FAO. Anuario de comercio 1997. Disponible en
http://www.fao.org)
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
FAO Yearbook:
Forest Production 1996. Roma: FAO, 1998. (FAO. Anuario de productos forestales 1997.
Disponible en http://www.fao.org)
Naciones Unidas. 1996 Energy Statistics Yearbook. [Anuario de estadísticas de energía
1996] Nueva York: Departamento de Información Económica y Social y Análisis Políti-
co, División de Estadística, 1998.
Agencia Internacional de la Energía (AIE). CO2 Emissions from Fossil Fuel Combustion
1971-1996. [Emisiones de CO2 derivadas de la combustión de combustibles fósiles]
París: OECD / IEA, 1998.
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
FAOSTAT 98 CD-ROM. Roma: Bases de datos estadísticos de la FAO, 1999. (Base de datos
estadísticos de la FAO. CD-ROM).
División de Población de las Naciones Unidas. Annual Populations, 1950-2050 (The 1998
Revision). [Población anual de 1950 a 2050 (Revisión de 1998)] Nueva York: Naciones
128 SIMPLICIDAD RADICAL
Siete
LA SEGUNDA HERRAMIENTA
LA BOLSA O LA VIDA
LBOLV pide al lector que registre hasta el último céntimo de lo que gasta y que
luego calcule los totales mensuales para la comida, la vivienda, el transporte, etc.
Además, es necesario inventariar cada uno de los artículos que se poseen y asig-
narles un valor monetario. Esto ya os debe de sonar familiar, puesto que este paso
ya lo hicimos en el último capítulo, cuando tratábamos de determinar nuestra
huella. En LBOLV se aprende a determinar qué cantidad de tiempo –o energía
vital– se gasta para obtener todo lo que se consume. A continuación hay un pro-
ceso de evaluación, en el cual se cuestiona si este intercambio entre energía vital y
lo que se adquiere se corresponde con los valores personales. Mes a mes, se regis-
tra todo el dinero que se gana y todo el que se gasta. A medida que los ahorros
van en aumento, también se aprende a hacer el seguimiento de las rentas por
intereses que se perciben mensualmente. Cuando la cantidad que gastamos men-
sualmente equivale a la que ingresamos por rentas, ya podremos librarnos de
tener que trabajar por dinero por el resto de nuestra vida.
El objetivo del programa de nueve pasos del libro es construir un estilo de vida
basado en un sistema total, comprender que el total de la vida de una persona es
más grande que la suma de las partes y adquirir conciencia de todo ello. Sabremos
que funciona cuando nos dedicamos a cortarle el pelo a un amigo, nos libramos
de las tarjetas de crédito y de las deudas, tapamos el televisor con una manta,
envolvemos el bocadillo con una bolsa de papel marrón, pasamos las vacaciones
en un lugar de las cercanías, tomamos el té con el vecino, meditamos o rezamos,
y ahorramos más dinero de lo que habríamos creído posible.
Con la magia del universo, es posible que podamos disfrutar de una vida inte-
grada... algún día. Pero, ¿y si no? Entonces podemos decidirnos a seguir el progra-
ma completo en sus nueve pasos.
A menudo nos sometemos al yugo del consumo cuando todavía estamos en el insti-
tuto. Adoptamos alegremente la preocupación que tiene nuestra cultura con los objetos,
azuzada por un aluvión de anuncios publicitarios. Una vez fuera de casa, nos espolea la
idea de crear nuestro primer hogar, y empezamos a adquirir los objetos básicos para
sobrevivir: sartenes y cazuelas, una tostadora, un escritorio, una cama, etc. Cada uno de
los artículos que adquirimos acarrea un sentimiento de realización personal.
Huellas pequeñas en una tierra finita 131
rado, pero también puede querer decir tener amigos queridos y un huerto
pródigo.
LA CREACIÓN DE UN MOVIMIENTO
ta, según la cual sólo un 30 por ciento de los mil millones de personas más ricas de
la Tierra declaran ser muy felices, y de aquellos que ganan 274 dólares diarios, un
27 por ciento afirmaba: «No puedo permitirme comprar todo lo que realmente
necesito»1. Algunas personas empiezan a darse cuenta de que el dinero no puede
comprar amor, y que el exceso de cosas materiales puede llegar a impedir la reali-
zación de sus sueños. Está en camino un poderoso despertar... ¿está cambiando la
dirección del viento? Mientras que empresas y gobierno incitan a un consumismo
patriotero, el sentido común de la gente le dice que reduzca el ritmo de consumo.
Ya en 1993, LBOLV tuvo un gran éxito, apareciendo cuatro veces en la lista de
éxitos del New York Times. «No es una moda, insistió Joe Domínguez. Es la filosofía
sobre la cual se fundó este país. Se trata de exprimir cada dólar, hasta que el águila
sonría.» ¿Y cuál era el truco de estos gurús de la frugalidad para vender? En una caja
prominente que se encontraba bajo una instantánea de Vicki cortando el pelo de Joe,
había una lista con el título «Consejos prácticos de los expertos para la frugalidad»:
HISTORIAS DE ÉXITOS
Por lo que respecta al señor Kolff, «Ahora es cuando me gusta de veras mi trabajo
como médico. Pero en los últimos años cada vez me preocupa más la salud de
todo el sistema, además de la de los individuos. Actualmente me considero a mí
mismo médico de todo el planeta».
En un artículo aparecido en el New York Times el 21 de septiembre de 1995,
Gloria Quiñones, de East Harlem, decía: «Me siento libre. He salido del circuito y
no quiero volver allí». Abandonó un trabajo de 74.000 dólares al año para criar a
sus hijos, Diego, de 10 años, y Julián, de 14. Actualmente, la familia vive del
sueldo de su marido como maestro de una escuela pública. En ese mismo artículo,
se informaba de Kathryn y Thomas Henchen, de Holment, Wisconsin, que habían
reducido sus gastos mensuales totales de 2.500 a 900 dólares en catorce meses, al
tiempo que liquidaban su hipoteca de 50.000 dólares. Según Kathryn, ahora em-
plean el tiempo libre de que disponen para estar juntos, ver a la familia y a los
amigos, cuidar del huerto y apreciar la naturaleza.
• • • • • • •
Una vez nos «graduemos» de LBOLV, sólo nos hará falta una fracción de los
ingresos que creíamos necesitar. En este nuevo mundo, las oportunidades se mul-
tiplican como los conejos sin comadrejas. He aquí algunos ejemplos de las distin-
tas maneras que hay de utilizar la herramienta:
Independencia económica
David Brower, ya fallecido, hablaba de una Cruz Verde para curar la Tierra.
Animaba a la gente a que se comprometiera a servir a la Tierra en lugar de servir
en el ejército. Una forma de lograrlo consistía en reducir los gastos y ahorrar el
dinero suficiente para poder dedicar un año o dos a cuidar la Tierra. Como
estudiantes de LBOLV, seguro que se nos ocurren mil ideas para poder mante-
nernos de forma espartana, una especie de campamento de instrucción ideado
por nosotros mismos donde imperan la disciplina y el rigor y donde se trabaja en
pro de los más altos ideales. Una posibilidad consiste en localizar algún tipo de
organización con la que simpaticemos y aprender acerca de sus proyectos y las
oportunidades que ofrecen para el trabajo voluntario. Podemos ofrecernos para
colaborar en uno o dos proyectos y, si se produce un entendimiento suficiente,
comprometernos para todo un año. Lo más probable es que, si nuestro trabajo
es satisfactorio y somos dignos de confianza, honrados, positivos y dedicados,
obtengamos muy buenas referencias y, quizá, la oferta de un trabajo. ¿Qué se
puede perder? Cuando una persona sigue lo que le dicta el corazón, las conse-
cuencias sólo pueden ser buenas. ¡Es posible incluso que lleguen a disputarse
nuestros servicios!
Trabajo flexible
Es posible que el lector sea una de las afortunadas personas a quienes les
encanta su trabajo y cuya contribución a éste les hace sentirse realizadas. Enton-
Huellas pequeñas en una tierra finita 139
ces, ¿por qué cambiar? Quizá no se tenga necesidad de ello. Sin embargo, supon-
gamos que queremos vivir con la mitad del dinero que actualmente. ¿Por qué no
aceptar una disminución del sueldo y contratar a otra persona, de modo que un
hecho positivo lleve a otro? O, de otro modo, si los salarios son más bajos, enton-
ces los precios de los productos se hacen más asequibles, permitiendo así a otras
personas que puedan vivir con menos.
Un trabajo de restauración
• Una copia de las Tablas C.1 a C.6, la Tabla C.7. Hoja de trabajo de patrimo-
nio neto y la Tabla C.8. Ganancias reales por hora (GRH).
• Las Tablas B.7 y B.8, la Hoja de trabajo 1 (Flujos mensuales), la Hoja de
trabajo 2 (Existencias mensuales) y la Tabla B.9. Totales mensuales, que ya
empezamos a utilizar en el capítulo anterior.
• Una calculadora, lápices y papel para borrador.
140 SIMPLICIDAD RADICAL
Al final de cada mes, se calcula el total de dinero consignado para cada artícu-
lo. Por ejemplo, se suman todos los gastos correspondientes a la compra de verdu-
ras, la gasolina, las diversiones, etc., en la Tabla B.7: Hoja de trabajo 1– Flujos (por
mes). Hay que registrar el total de cada artículo en las Tablas C.1 a C.6. Por ejem-
plo, el total de Verduras va en la Tabla C.1: Comida mensual-dinero, energía vital
y valores, mientras que el total de Gasolina va en la Tabla C.3: Transporte mensual.
En la Tabla B.8: Hoja de trabajo – Existencias (por mes) hay que registrar solamente
cualquier nueva adquisición en la columna de gastos de la hoja de trabajo de este
mes y entrar estas cantidades en la Tabla C.5 – Existencias mensuales, en la colum-
na de cantidad gastada por mes para cada uno de los artículos.
Se calcula el total del dinero gastado en cada categoría (por ejemplo, el total
de dólares gastados por mes en la Tabla C.1: Comida mensual) y se introduce la
142 SIMPLICIDAD RADICAL
cantidad en la casilla de subtotal que aparece en las tablas que van de la C.1 a la
C.6. Hay que transferir entonces dichos totales a la Tabla B.9: Totales mensuales.
Para determinar las horas de energía vital que canjeamos por cada uno de los
artículos de las tablas C.1 a C.6, simplemente se dividen los dólares gastados/mes
por las Ganancias reales por hora (GRH). Se introduce el resultado para cada artí-
culo en la columna de horas de energía vital. Se calcula el total de ingresos men-
suales de la Tabla B.7: Hoja de trabajo 1 – Flujos (por mes) y se registra en la Tabla
B.9: Totales Mensuales.
El propósito del Paso 3 es el de demostrar que hay un equilibrio entre las pautas
de ingresos y las de gastos y crear una imagen de cómo vivimos realmente, determi-
nando las horas de energía vital que canjeamos y lo que recibimos a cambio.
Verduras 54 $ 8,3 + + +
Pan 30 $ 4,6 0 – –
Harina, Arroz 73 $ 11,2 – 0 +
Huellas pequeñas en una tierra finita 143
gastadas para adquirir dicho artículo, si este gasto no está de acuerdo con nues-
tros valores y propósito en la vida y/o si este capítulo de gastos disminuyera si no
tuviéramos que trabajar para vivir. Por otro lado, escribiremos «+» si creemos que,
al aumentar este gasto, aumentará también el sentimiento de realización perso-
nal, se producirá una mayor alineación con respecto a nuestros valores o bien irá
en aumento después de que obtengamos la Independencia Económica. Escribire-
mos un 0 si el artículo en cuestión está equilibrado en el recuento.
El propósito del Paso 4 es el de clarificar los conceptos de ganancias, gastos,
valores, objetivo vital, realización personal e integridad, ayudándonos a descubrir
qué es «suficiente» para nosotros e inmunizarnos ante la publicidad. Seremos
capaces de saber cómo interactuamos con el planeta y utilizar información fiable,
la intuición y la ética para que guíen el estilo de vida que queremos seguir.
Este paso consiste en trazar un esquema del total de ingresos que percibimos
mensualmente, el total de dólares gastados y nuestros ingresos IE procedentes de
cuentas que devenguen intereses o inversiones. Podemos hacer una copia de ta-
maño póster y colgarla donde la podamos ver cada día.
El propósito del Paso 5 es mostrar las tendencias de nuestra situación económi-
ca y ecológica y proporcionar una sensación de progreso a lo largo del tiempo.
Esta etapa también ofrece información acerca de la evolución del sentimiento de
realización personal a medida que adquirimos conciencia del impacto de nuestros
gastos, y también sirve de inspiración y estímulo para continuar con el programa.
Exploraremos algunos de los aspectos del Paso 6: Valorar la energía vital más
adelante, en otras secciones de este libro. Por ahora, ¡enhorabuena! Hemos reali-
zado el épico recorrido de registrar tanto la huella ecológica como la energía vital.
Os animo a continuar hasta que alcancemos el objetivo de sostenibilidad que nos
habíamos propuesto.
REFERENCIAS
1. New Road Map Foundation. All Consuming Passion: Waking up from the American Dream.
[Pasión por consumir: el fin del sueño americano] Seattle: New Road Map Foundation, 1998,
Editado conjuntamente con Northwest Environment Watch.
144 SIMPLICIDAD RADICAL
Ocho
LA TERCERA HERRAMIENTA
APRENDER DE LA NATURALEZA
El paisaje nos habla constantemente. Los libros y los maestros pueden ayudarnos
a aprender de la naturaleza, pero no hay nada que pueda sustituir una playa brillando
bajo la luz del sol o un desierto solitario. Con un poco de suerte, cerca de casa habrá
un lugar mágico, en estado salvaje, al que podamos acceder a pie, en bicicleta o
autobús, un rincón no alterado por la mano humana que fue pasado por alto y (por
ahora) olvidado, donde podemos acudir regularmente para pasar un tiempo apren-
diendo de la naturaleza. ¿Qué es lo que nos atrae más la atención? ¿Son los pájaros
que, desde lo alto de las copas de los árboles, cantan por las mañanas? ¿Las plantas
comestibles que crecen en un prado de las cercanías? ¿De quién son las huellas que
encontramos hoy sobre la arena? Quizás en estos momentos no sentimos curiosidad
y lo que necesitamos es tiempo para explorar. Cada persona aprende de un modo
distinto... la curiosidad nos dirá por dónde empezar. Lo más importante es estar con
la naturaleza respetando sus condiciones.
CORTEJANDO LA NATURALEZA
Las ideas que aparecen en esta sección no son nada nuevo. Hay muchos libros
y recursos magníficos que hablan de sumergirse en la naturaleza. Lo que deseo
Huellas pequeñas en una tierra finita 145
ofrecer aquí es solamente una sugerencia: que sea cual sea la forma en que nos
gusta disfrutar de los espacios naturales, aumentemos la dosis. Al igual que los
médicos, que recomiendan vitamina C hasta el nivel de saturación, aconsejo pasar
una o dos horas al día rodeados de naturaleza. No se trata sólo de un ejercicio
divertido, sino también de una forma de conservar la cordura y no perder la sensa-
ción de estabilidad en un mundo estresante. Es también una manera de que nues-
tra compasión hacia todas las formas de vida se expanda, sea comiendo las plan-
tas silvestres, conociendo a los pájaros por su canto, percibiendo la tormenta que
se acerca o viendo cómo crecen los primeros brotes.
Las herramientas que se han comentado hasta aquí pueden ayudarnos, pero
sólo la naturaleza puede servir de inspiración. Para una cultura alienada de los
espacios naturales, llegarse a sentir cómodo y familiarizarse en un entorno salvaje
toma cierto tiempo y exige un mínimo de experiencia. Sin embargo, al «cortejar la
naturaleza» experimentaremos la influencia de una fuerza bella y poderosa que
invita a vivir de acuerdo con nuestros valores y nuestra visión personal.
Esté donde esté nuestro lugar de residencia, hay muchas posibilidades de que
encontremos personas apasionadas que dedican su vida a comprender la natura-
leza. Estas personas nos contarán quizá más cosas de las que queremos saber,
hasta que encontremos a alguien especializado precisamente en lo que más anhe-
lamos aprender. Entonces, sólo desearemos que no cesen de hablar. Si seguimos
lo que nos dicta la intuición, encontraremos libros, gente y acontecimientos que
acelerarán el proceso de aprendizaje.
Algunas de las actividades que se realizan en medio de la naturaleza son de
carácter puramente práctico, pero sirven de cebo para que podamos apreciar la
belleza de los espacios naturales. La mayoría de gente con quien voy de pesca o a
cazar lo hacen para estar solas, o bien para disfrutar de la naturaleza con unos
buenos amigos. Llevar comida a la mesa es algo secundario. Si se hace de forma
responsable, vivir más directamente de la naturaleza puede reducir el impacto
total, puesto que esta actividad proporciona la oportunidad de ver cuáles son los
seres vivos que dan su vida para que vivamos nosotros. También puede ser intere-
sante pasar un tiempo en un medio natural sin ningún propósito práctico en par-
ticular; es necesario reservar algún tiempo para pasear, meditar o aprender el nom-
bre de las flores. A este respecto, sólo cabe seguir la propia intuición.
El miedo a la Naturaleza
Cuando tenía veinte años, me daban miedo los bosques. Temía a los animales
salvajes y a otros hombres que fueran más fuertes que yo. En la cómoda del dor-
146 SIMPLICIDAD RADICAL
mitorio tenía una escopeta del calibre doce y dos balas. Iba a cazar y me creía con
el derecho de defenderme. Pensaba que si alguien se acercaba a mi casa o al lugar
donde estaba acampado, lo alejaría a tiros. Me costó mucho tiempo acostumbrar-
me a dormir en una tienda sin armas y no sentirme vulnerable. Al cabo de muchas
noches de no sentirme amenazado, por fin he logrado relajarme. A esto también
contribuyó el hecho de que dejé de ver la televisión, saturada de violencia. Al cabo
de un año de esto, vendí la escopeta. Algunos temores son sanos, pero después
de pasarme veinticuatro años sin televisor ni armas me doy cuenta de que los
miedos que sentía eran irracionales.
Tras superar un profundo temor a estar en el exterior, he pasado cientos de
noches en tierras salvajes sin armas y sin tienda. En múltiples ocasiones he visto o
rastreado osos pardos, osos negros, pumas, lobos, coyotes, elefantes, búfalos,
tigres, macacos, glotones, alces y serpientes de cascabel. Todos estos animales
podrían matarme, pero nunca me he sentido seriamente amenazado.
¿Os atemoriza estar en plena naturaleza? ¿Os dan miedo los otros hombres,
los rayos, pasar frío o los animales salvajes? Vale la pena prepararse y aprender
algunas técnicas de supervivencia en aventuras un poco más fáciles, donde hay
más margen para el error. Si nos entrenamos para hacer expediciones en la natu-
raleza, con el tiempo ganaremos más confianza. Nuestra vida corre más peligro en
un automóvil que en el entorno natural, pero no es este conocimiento lo que nos
quita el temor que sentimos, sino la experiencia. A continuación, os sugiero algu-
nas de las formas en que se puede aprender de la naturaleza.
Un lugar secreto
Meditación ambulante
Thich Nhat Hanh, un monje budista vietnamita, propone una meditación mien-
tras se anda, junto con una meditación respiratoria para apaciguar la mente y el
cuerpo. Según él, «La meditación ambulante significa disfrutar de los paseos sin
ninguna intención de llegar. Generalmente, en la vida diaria andamos porque que-
remos ir a algún sitio. La meditación ambulante es diferente: andamos sólo por
andar, y disfrutamos de cada paso que hacemos. El maestro zen Ling Chi dijo que
el milagro no es caminar sobre brasas ardientes o andar por el aire o sobre las
aguas, sino caminar sobre la tierra. Entonces respiramos, y nos damos cuenta del
hecho de que estamos vivos. Estamos vivos y andamos sobre este hermoso plane-
ta. Esto ya es un milagro... caminamos como si besáramos la tierra con los pies,
como si la masajeáramos con los pies».
Este tipo de lento paseo se hace mejor descalzo. La cabeza debe estar siempre
al mismo nivel y los ojos deben mirar hacia adelante. Abrir la visión periférica al
máximo posible. Antes de cambiar el peso de la pierna, notar el suelo con el pie
para asegurar que se puede transferir bien el peso. Mantener una postura ergui-
da, las rodillas flexibles y una ligera inclinación. Parar de vez en cuando y mirar por
encima de cada hombro, luego continuar. Se trata de permanecer invisible al bos-
que. Esta forma de andar me ha guiado muchas noches en medio del bosque,
cuando la linterna se había quedado sin pilas.
La búsqueda de la visión
Paseos diurnos
Un simple paseo por un parque o a través del bosque resulta un medio magní-
fico para aprender de la naturaleza. No hace falta moverse mucho, y si se necesita
liberar energía o calorías, siempre hay la posibilidad de correr, andar o escalar. Con
el movimiento, la persona ve y experimenta unas pautas del paisaje más amplias,
y ante sus ojos se despliegan las relaciones existentes entre el suelo y la humedad,
las montañas, las comunidades vegetales y los rastros de animales. Es posible sor-
prender a un urogallo, a un pájaro cantor o a un ciervo, aunque la mayoría de
animales huirán antes de que lleguemos.
Rastrear
En tal caso, podría tratarse de un perro. ¿Los pasos parecen regulares? Entonces
podría ser un coyote.
Si se practica el rastreo durante el invierno, en verano las habilidades aumenta-
rán. Las playas o los pantanos resultan más fáciles, pero con la práctica se aprende
a rastrear en lugares donde las pistas son muy sutiles.
Pasar la noche
Pasar la noche a la intemperie tiene algo de mágico. El aire fresco, los olores de
las plantas y las actividades de los pájaros y otros animales hacen que se trate de
una experiencia muy intensa. Incluso una tienda en el patio trasero de casa puede
conectarnos con las comunidades no humanas que nos rodean. Los ciclos lunares
se hacen evidentes y, a medida que avanza la estación, pueden oírse las aves
migratorias que acaban de llegar.
Ir en bicicleta permite captar las pautas del paisaje, y cuando se viaja en canoa
se atraviesan en silencio algunos de los sistemas ecológicos más productivos. Por
otra parte, en una expedición de esquí de montaña puede accederse a territorios
silenciosos y remotos donde llegan muy pocas personas. Si se desea pasar algún
tiempo en medio de la naturaleza, recomiendo probar distintos medios de trans-
porte propulsados con energía humana. Uno de los retos modernos es poder dis-
frutar del entorno natural sin dañarlo.
a su sabor, y es posible que no sea lo que a nosotros nos gustaría comer en ese
momento, pero podrán satisfacer nuestras necesidades.
Recolección de fertilidad
Horticultura
Por lo que parece, cuanto más tiempo lleva una persona cultivando su huerto,
mejores resultados consigue... y menos dice que sabe. Muchas fuerzas de la natu-
Huellas pequeñas en una tierra finita 151
raleza están fuera de nuestro control y afectan a la producción, por lo que es una
actividad que conlleva cierta humildad. La horticultura incita a la persona a pasar
más tiempo al exterior y prestar más atención al tiempo, los insectos y el tipo de
suelo. Los huertos pueden diseñarse de forma que sean menos intrusivos y causen
menos problemas para la vida salvaje. Yo creo firmemente en el sistema de vallas
protectoras: si los conejos, ciervos y puerco espines no tienen la oportunidad de
probar lo que hay en el huerto, mejor para todos; aunque es posible que nosotros
seamos tolerantes con cierta invasión del huerto, puede que nuestros vecinos se
dediquen a matar a los intrusos, pero si vallamos y defendemos un área pequeña,
podemos dejar el resto en estado natural, disfrutando de la vida salvaje y obser-
vando cómo es la vida en la naturaleza.
EL ESTUDIO DE LA NATURALEZA
Identificación y comportamiento
de las plantas que se emplean para construir nidos, las migraciones estacionales,
qué tipo de comida hay disponible, y cómo y dónde se aparean. Entonces empe-
zaremos a ver unas pautas de interacciones más amplias.
Ecología
Biomimetismo
PARTE 3
INTEGRACIÓN
156 SIMPLICIDAD RADICAL
NUEVE
Pasar por todas las etapas puede requerir años enteros, y es posible que sufra-
mos algún retroceso. Esto es normal. Vivir de forma sencilla en la tierra de Jauja no
es tan fácil, y probablemente en algunas ocasiones sentiremos la tentación de tirar
la toalla. Algunas de las estrategias de esta sección pueden ayudar a avanzar en el
proceso y mantenerlo vivo.
Puesto que cada persona se inspira de forma diferente y toma decisiones dis-
tintas sobre el estilo de vida a seguir, es conveniente diseñar un plan que se adecue
a cada situación particular, ya que lo que funciona para una persona no tiene
necesariamente que funcionar para otra. Una manera de enfocar la cuestión con-
siste en revisar los datos de que se dispone con más detalle, identificando las
zonas donde sea posible efectuar reducciones más drásticas y las zonas donde la
persona sienta más entusiasmo a la hora de hacer cambios.
con más frecuencia. Perseveremos con el proceso y conectemos con nuestros va-
lores y deseos más profundos. Es posible que surjan nuevas oportunidades que
antes no habíamos tenido en cuenta y ahora podemos asumir perfectamente.
Quizá ahora podamos compartir el coche con otras personas para ir a trabajar, o
utilizar el transporte público hasta que encontremos una vivienda más pequeña y
menos cara, más fácil de caldear y desde la cual podamos acudir a pie al trabajo.
Hagamos de este proceso un triunfo para toda la familia: por ejemplo, aprender a
disfrutar de una vida sencilla toda la familia puede ser algo gradual, a través de
experiencias positivas como excursiones y acampadas. También pueden realizarse
sesiones de intercambio de ideas con toda la familia para buscar maneras de redu-
cir los artículos más caros. Confiemos en la comunicación, la comprensión y el
cariño, y hagamos que sea algo alegre y divertido.
Una posibilidad, por ejemplo, consiste en concentrarse en tres aspectos cada
mes, escogiendo aquellos más inspiradores y más adecuados para tratar en este
momento. Si formamos parte de una comunidad de personas que viven juntas,
quizá cada miembro puede elegir un aspecto para controlar de manera estricta
durante ese mes. Puede realizarse un debate o intercambio de ideas para escuchar
las ideas de los demás acerca de cómo se puede reducir el consumo de energía, la
cantidad de residuos o los productos químicos del huerto. Todas las ideas, por muy
extravagantes que parezcan, se tendrán en cuenta, estableciendo la norma de no
atacar las ideas de los otros participantes. De esta forma se crea un veloz flujo de
creatividad que, de otro modo, quedaría inhibido; se trata simplemente de reunir
diferentes ideas.
Si la persona que está al cargo de un determinado tema reúne toda esta infor-
mación y luego se le da la libertad de diseñar un plan de reducción, seguramente
se lo pasará en grande con todo el proceso. Entonces puede desarrollarse un plan
detallado encaminado hacia el objetivo de sostenibilidad, pensando ya en una
fecha determinada para conseguirlo. Las listas se harán mensualmente, colgándo-
las a continuación en la nevera o en algún lugar visible para todos los miembros de
la comunidad doméstica. A lo largo de todo el proceso pueden señalarse unos
hitos, unas etapas que permitirán revisar los progresos mensualmente.
Quizá lo que se desea es enfocar las cosas de manera más informal; en tal
caso, puede utilizarse la Tabla B.11 para hacer cada mes una lista de unos cuantos
«artículos caros» y «frutos al alcance de la mano». Para identificarlos, se trata de
revisar la huella ecológica mensual y los gráficos de entradas y salidas de dinero
(Tablas B.1 a B.6 y C.1 a C.6). Luego, responder las tres preguntas mensuales
planteadas en LBOLV, y revisar aquellos elementos marcados con +, - y 0 en las
Tablas C.1 a C.6. Habrá que hacer listas mensuales de los artículos más caros y de
160 SIMPLICIDAD RADICAL
juzgados (de asuntos de tráfico) y garajes, por no mencionar el tiempo que invertimos
mirando anuncios televisivos de coches o estudiando el próximo automóvil que nos
compraremos. En el año en que Illich realizó el experimento, como media los conduc-
tores hombres condujeron 12.000 kilómetros anuales, cubriendo como media unos 8
kilómetros por hora.1 Una bicicleta puede cubrir entre 15 y 30 km por hora y puede
comprarse de segunda mano por 100 euros y mantenerse por 25 al año.
¿Qué pasa con el dinero y la huella ecológica? En el libro Divorce your car!,
Katie Alvord afirma: «Los coches se llevan más de una sexta parte (6.200 dólares)
del presupuesto anual medio de una familia de los Estados Unidos para gastos
habituales, incluyendo la compra del vehículo, los impuestos (para la policía, la
matrícula, los servicios de emergencia, las autopistas, los aparcamientos, etc.), el
mantenimiento, la gasolina, la matrícula y el seguro. A ello deben sumarse los
costes para el medio ambiente y la sociedad, que pagamos entre todos con dinero
público, y no según el uso individual. Esta categoría incluye cosas como la cons-
trucción y el mantenimiento de carreteras, los agentes de tráfico, servicios de ur-
gencias, aparcamientos para coches y otras infraestructuras que utilizan suelo
público, la producción de combustible y las subvenciones para la eliminación de
los residuos y la gestión de la contaminación, los gastos de congestión derivados
de la pérdida de productividad por atascos, etc., los gastos médicos u otros rela-
cionados con los accidentes, la muerte de animales salvajes debido a los coches, y
la urbanización descontrolada del territorio. Según las estimaciones, estos costes
externos se sitúan entre los 9.927 y los 15.053 dólares anuales por coche.» 2
• En bicicleta (área de terreno que se necesita para cubrir las calorías gasta-
das en el ejercicio): 150 metros cuadrados (unos 12 x 12 pasos).
• En autobús: 3.240 metros cuadrados, menos de media hectárea.
• En coche (que cubre 8 km por litro, con un solo ocupante): 4.050 metros
cuadrados, o casi media hectárea.
Basándonos en esta información, no es cierto que todas las neveras viejas sean
ineficientes. Un modelo antiguo con descongelación manual o una nevera peque-
ña vieja, con un buen mantenimiento, pueden resultar bastante eficientes.
La huella ecológica del residuo generado por un electrodoméstico se determi-
na dividiendo su peso por los meses de esperanza de vida (así convertimos un
acontecimiento que se produce una vez cada veinte años al tirar la nevera a una
cifra mensual) y luego multiplicamos por el fh de la basura, 897:
Mientras que para un refrigerador de una sola puerta con descongelación manual:
HE = 695 + 340 + 1.458 = 2.493 metros cuadrados
En este caso, el electrodoméstico que ahorra más energía ofrece una reduc-
ción de la huella ecológica de un 42 por ciento comparado con el modelo tradicio-
nal de 1990. Pero si la nevera vieja es de una sola puerta y con descongelación
manual, el ahorro en huella ecológica se reduce a un 29 por ciento. En este caso,
si no abrimos la puerta tan a menudo, limpiamos los serpentines, reparamos las
juntas que gotean y ponemos el electrodoméstico en un lugar más fresco, quizá
compensaremos parte de ese 29 por ciento y nos ahorraremos una pasta.
Huellas pequeñas en una tierra finita 165
LOS PRINCIPIOS-GUÍA
Compartir: Las cosas que se comparten con otra persona reducen nuestro
impacto ecológico a la mitad, y entre cuatro puede reducirse hasta cuatro veces.
Compartir el bocadillo del almuerzo es un gesto amable, pero no reduce la huella
ecológica si luego comemos otra cosa. Si compartimos herramientas, coches, bici-
cletas, vivienda y calefacción, estaremos reduciendo la huella ecológica.
Conservar: Para conservar, a menudo lo único que hace falta es darse cuenta
de ello. Por ejemplo, en los Estados Unidos una media del 26 por ciento de la
comida se echa a perder. Podemos apagar las luces que no se utilizan, bajar la
calefacción antes de salir de casa o irse a dormir y dar paseos en bicicleta. También
es conveniente hacer listas de todo e ir a comprar con menos frecuencia.
Actitud: Una actitud positiva y una buena disposición abren el corazón. Reducir
la huella ecológica por amor a la vida hará que nos sintamos mejor y servirá de
inspiración para otras personas, pero si empezamos a sentirnos víctimas o mártires,
más vale que nos replanteemos nuestra actitud; si tenemos una sensación de resen-
timiento, lo mejor es evitar los malos sentimientos, ir a dar un paseo y reflexionar
sobre lo que sucede en nuestro interior. Expresar los temores e interrogantes es sano,
pero quedarse encallado en los miedos, las lamentaciones y las dudas conduce al
desánimo y el abandono, tanto para nosotros como para nuestros amigos.
Si vivimos en el lugar donde queremos estar, nos resultará más fácil plantar
árboles frutales, sacar los neumáticos y carros de la compra abandonados en los
torrentes, pasar a recoger la compra de los ancianos vecinos, jugar a baloncesto
con los niños y, quizá, participar en la junta de padres y madres de la escuela.
bayas, y por encima de éstas, los frutos y nueces. En este tipo de huerto, la distri-
bución tridimensional en pisos rinde más que las hileras de monocultivos. Compa-
rado con éstas, ofrece mucho más hábitat y comida para otras especies.
Principios espirituales
Al igual que sucede con los principios tradicionales, al poner en práctica los
principios espirituales nos acercamos a nuestro objetivo de sostenibilidad. Algu-
nos de los principios básicos comunes en diversas tradiciones son:
La bondad: Ser bondadoso hacia todas las formas de vida es algo que se puede
elegir hacer cada día, causando el menor daño y haciendo el mayor bien posible.
El amor: La intensa preocupación que sienten una madre por su hijo y un niño
por su madre es un ejemplo de amor incondicional. La mayoría de nosotros entra-
mos en este mundo en un espacio de amor. Cuando el niño ya no depende de su
madre para obtener alimento, calor y seguridad, la Madre Tierra satisface la mayor
parte de nuestras necesidades. Este espacio de preocupación puede extenderse
hacia todas las formas de vida.
Los límites: Los límites y restricciones autoimpuestos son también parte de la vida
espiritual. Con el tiempo, se aprende a amar los límites en la medida que éstos ayudan a
concentrar la energía en actividades positivas y útiles que no son perjudiciales.
170 SIMPLICIDAD RADICAL
Quizá sólo es porque la humanidad posee una tendencia natural hacia el amor,
la amabilidad, la justicia y la fascinación, pero si sentimos estas tendencias en el
interior de nosotros y actuamos de acuerdo con ellas, el proceso de simplificación
se hará más sencillo.
Las estrategias y principios que acabo de enumerar pueden servir de ayuda
para modificar la forma en que vivimos. Si conseguimos vivir globalmente durante
cierto tiempo, podremos llegar a experimentar una armonía inconsciente. Vivir
según los principios y valores personales hace que nos sintamos bien. Las herra-
mientas están para proporcionar retroalimentación durante todo el proceso. Para
una persona, el motivo puede ser el de ahorrar dinero, mientras que para otra
puede ser el de salvar la Tierra y, para una tercera, tener más tiempo libre o crear
las condiciones óptimas para que se instaure la paz en el mundo. Sintonicemos
con nuestros anhelos y no tengamos miedo a experimentar, a medir, a ser cons-
cientes de nuestra intuición... y quizá tendremos algunas sorpresas.
REFERENCIAS
1. Alvord, Katie. Divorce your Car! [¡Divórciese del coche!] Gabriola Island: New Society
Publishers, 2000.
2. Alvord, Katie. Divorce your Car! [¡Divórciese del coche!] Gabriola Island: New Society
Publishers, 2000.
3. Mollinson, Bill. Introduction to Permaculture. Tyalgum: Tagari Publications, 1991.
Huellas pequeñas en una tierra finita 171
DIEZ
Una de las tesis de este libro es que es posible vivir dejando una huella muy
pequeña. En sí mismo, este hecho no resulta muy atractivo: podría permanecer
toda la vida sentado en un sofá comiendo macarrones con queso hasta morirme.
Lo que sí atrae, sin embargo, es disfrutar de una gran calidad de vida con una
huella pequeña. Éste es el reto de la sensatez ecológica: convertirse en un experto
en obtener el máximo a partir de lo mínimo.
Una persona ecológicamente sensata es alguien que, incluso cuando otras mil
personas le dicen que es un idealista y un loco y que sus acciones son fútiles, trata
de vivir según sus propios criterios. No adopta un estilo de vida de simplicidad
radical para demostrar algo ni para avergonzar a los demás, puesto que sabe
perfectamente lo duro que resulta vivir de este modo en Norteamérica. Se siente
bien de la forma en que vive, y esta opción de vida le funciona. El concepto de
«sensatez» se relaciona con un sentido interior que dice lo que es correcto, mien-
tras que el adjetivo «ecológico» se refiere al conocimiento de los límites de nues-
tro planeta. En un planeta finito, ¿cuánto es suficiente?
172 SIMPLICIDAD RADICAL
Este capítulo convierte el reto en algo tangible, pero la motivación depende ente-
ramente de cada uno de nosotros.
Experimentar la pobreza
En este punto, podríais decirme que estoy idealizando lo que vi. No obstante,
también puedo contaros historias de pobreza de cuando viajaba por la India en
bicicleta, a pie y en autobús. Eran situaciones tristes y angustiosas. Las calles de
Bombay estaban bordeadas por refugios hechos con cartones, y los vendedores
ambulantes lavaban los platos en la alcantarilla. La gente iba a hacer sus necesida-
des en los arroyos, y los mendigos leprosos extendían sus manos, en las que falta-
ban la mayoría de dedos. En una ocasión, vi a un par de mujeres gordas de casta
alta vestidas con saris de color blanco que quedaron encalladas en la puerta de un
autobús mientras intentaban subir a toda costa, después de adelantar a docenas
de mujeres con bebés en los brazos que suplicaban un poco de comida.
En las estribaciones del Himalaya, en Himachal Pradesh, los niños jugaban en
la nieve calzados con zapatillas de deporte agujereadas, sin calcetines, y con los
pies llenos de llagas purulentas. Eran niños alegres, curiosos y con ganas de jugar,
niños hermosos. De cuatro a seis hijos por pareja. En mi opinión, eso sí que era
pobreza. No obstante, en esta aldea, cogieron paja de un establo y encendieron
un fuego para calentar mi cuerpo frío y húmedo (me había pasado los ocho últi-
mos días andando solo por un puerto de montaña nevado a más de 4.800 metros,
y cuando llegué a la aldea ya casi no me quedaba comida). Cerca de treinta perso-
nas invadieron la estancia, donde me dieron de comer hasta que no podía más, y
se quedaron conmigo hasta la medianoche, riendo y tratando de comunicarse
conmigo. Rehusaron que les recompensara de ningún modo. Pregunté al jefe de
la aldea, que hablaba un poco de inglés, cuáles eran los principales problemas del
lugar, y las dos cuestiones prioritarias eran la sobrepoblación y las plantaciones de
té de las grandes compañías.
Desde que volví de la India, no he podido dejar de pensar en las experiencias
que tuve en ese país, tanto en lo que respecta a las situaciones de pura miseria
como a las de una simplicidad muy satisfactoria. Ya no me interesan las soluciones
«sostenibles» que solamente puede adoptar la parte rica del mundo, soluciones
que dan por supuesto que la mitad de la gente del planeta sufrirá en medio de la
pobreza, como tampoco busco soluciones que dan por sentado que la humanidad
debería seguir dominando la naturaleza.
Me doy cuenta de que las raíces de la pobreza son muy complejas, y que mis
argumentos son simplistas. No obstante, los practicantes de la sensatez ecológica de
Huellas pequeñas en una tierra finita 175
Kerala y Zanskar demuestran que podemos vivir bien con mucho menos. No digo
que debamos copiarlos, pero sí dejar que su ejemplo inspire nuestros experimentos,
que hinche nuestras velas y nos lleve consigo, mientras examinamos en profundidad
otros modos de vida también sensatos aquí mismo, en el mundo occidental.
Trabajar con este nivel de detalle tiene sus recompensas: si perseveramos con
los ejemplos, tendremos más soltura en el manejo de la HE y, lo que es más impor-
tante, empezaremos a notar, sentir y ver cuál es nuestro objetivo de sostenibilidad.
Una posibilidad es la de idear diversos escenarios para distribuir los distintos as-
pectos del estilo de vida ecológicamente sensatos. Por ejemplo, podemos ir a lo
imprescindible, en una situación que podríamos denominar algo así como «el
Estado-nación se está hundiendo, yo me tiro al monte», pensando que, si tuviéra-
mos que hacerlo, lo haríamos. Después, diseñar una práctica versión del tipo «sé
que puedo hacerlo», una que para nosotros representaría un reto y que llevaría
algún tiempo, pero que sabemos que podemos lograr. Por último, imaginar el
peor escenario posible, uno que contenga varias contingencias que respondan a
los diversos «qué pasaría si...» de la vida, como por ejemplo: «¿Y si tengo una
enfermedad grave?». A continuación examinaremos las seis categorías principales
de estilo de vida, guiándonos con las Tablas D.1 a D.6.
La Tabla D.1 muestra como ejemplo tres cantidades de comida mensual a modo
de sugerencia de la mejor alimentación que podría seguirse con una huella ecológica
para la comida de 0,16; 0,48 y 0,64 hectáreas. La mayoría de nosotros podríamos
vivir bastante bien consumiendo entre 900 y 1.300 gramos de comida diariamen-
te, que equivalen a entre 27 y 39 kilogramos al mes.
Para alcanzar la HE de 0,16 hectáreas, he supuesto que no se utiliza ningún
tipo de combustible fósil, y para los escenarios de 0,49 y 0,64 hectáreas, doy
también por supuesto que la energía incorporada en la comida equivale a una
cuarta parte de la energía incorporada en la comida producida de modo estándar.
Esto significa que los alimentos se cultivan o crían a nivel local, son orgánicos y de
temporada, y que se empleó relativamente poca energía para su producción.
En el caso de la comida para la HE de 0,16 hectáreas, la persona del ejemplo
cultiva unos 27 kilogramos de verduras, patatas y fruta en 214 metros cuadrados
de suelo fértil. Obtiene comida en abundancia, cerca de 1,180 kilogramos al día,
pero la condimentación es escasa. Con toda esta saludable comida cultivada en
casa y algunos cereales, legumbres y huevos, pueden satisfacerse las necesidades
de energía y alimentación de esta persona. Si rebajara los gastos de otra categoría,
podría comer pollo de vez en cuando. Indudablemente, su estado de salud será
más bueno que el de muchos de nuestros conciudadanos que se alimentan con
comida rápida, productos del supermercado, comidas empaquetadas y congela-
das, o alimentos preparados en la escuela o en la residencia de ancianos.
Huellas pequeñas en una tierra finita 177
Por lo que respecta a la comida, para una HE de 0,48 hectáreas, aquí ya encon-
tramos más alimentos procesados, pan y suficiente margarina para untar las tosta-
das. Tanto la harina como los cereales, la pasta y las legumbres aumentan conside-
rablemente. La mitad de las verduras se cultiva en casa y la otra mitad se adquiere
a nivel local. El consumo de comida todavía es de 1,180 kilogramos diarios, pero
hay más cantidad de proteína. Cada mes pueden gastarse unos 14 dólares en un
bar o cafetería.
Una huella ecológica de 0,64 hectáreas incluye todo lo anterior, además de
algunos complementos como pequeñas cantidades de productos lácteos, zumo
de fruta, vino y cerveza. También se consumen 25 dólares mensuales en restau-
rantes. Hay menos cantidad de comida cultivada en casa, pero la compra de ali-
mentos es muy estricta en cuanto a los criterios de producción (bajos niveles de
energía incorporada en los procesos de producción).
Después de examinar estos ejemplos, cada cual puede idear un menú que sea
de su agrado dentro del objetivo de sostenibilidad escogido.
En nuestra búsqueda para reducir la huella que efectuamos con respecto a la
comida, Rowan y yo no tratamos de ser completamente autosuficientes, sino que
nos centramos en la comida orgánica, en gran parte vegetariana estricta (además
de algunos huevos, un poco de mantequilla y, ocasionalmente, carne de algún
animal del bosque que ha sido atropellado), siempre de temporada, no procesada
y producida localmente. Cultivamos parte de nuestra comida y recolectamos algo
del bosque. Teniendo en cuenta que vivimos con una HE de 1,2 hectáreas (la suma
de ambos), nunca hemos sufrido privación alguna en cuanto a la cantidad o cali-
dad de comida, sino que nos limitamos a seleccionar alimentos con una huella
ecológica menor. Actualmente cultivamos más comida, con el fin de alcanzar nues-
tro objetivo de HE de 0,405 hectáreas por persona.
Recientemente, Rowan y yo hemos tenido la inmensa suerte de aceptar un
puesto de trabajo como cuidadores vitalicios de una finca muy productiva en East
Corinth, en el estado de Vermont, que durante los últimos veintisiete años propor-
cionó a Guy y Laura Waterman la mayor parte de comida que consumían. Cuando
Guy murió, la casa y la propiedad, que incluye un bosque maduro de arces del
Canadá, huertos y extensiones de árboles frutales y arbustos de baya, fueron do-
nados al Centro de la Buena Vida (Good Life Center), una organización que tam-
bién se cuida de la finca de Helen y Scott Nearing en Harborside, Maine. Laura y
Guy se dedicaban al montañismo, la lectura y la música, y al mismo tiempo corta-
ban su propia leña e iban a buscar el agua a la fuente. En la casa no hay teléfono
ni electricidad, se construyó con herramientas de mano y sólo puede accederse a
pie. En este lugar, nuestro objetivo de vida es más atractivo aun si cabe, y parece
178 SIMPLICIDAD RADICAL
más fácil de lograr, especialmente con los consejos de Laura, que vive a una dis-
tancia de tan sólo dos kilómetros y medio. Ella nos ayudó a diseñar un huerto que
produce lo suficiente para llenar toda una pequeña bodega subterránea. Mientras
este libro se esté imprimiendo, nosotros estaremos realizando nuestra primera
cosecha en Vermont.
Aunque ya estamos instalados, intentamos comer fuera de casa una vez a la
semana, y vamos en bicicleta a algún sitio donde nos sirvan una sopa o ensalada,
patatas fritas, una magdalena, algún desayuno especial o un poco de cerveza y
música en vivo. Muy raras veces realizamos una comida entera fuera de casa. Lo
que nos gusta más es encontrarnos con los vecinos.
Una bodega subterránea es para mí una de las siete maravillas del mundo en lo
que respecta a la sostenibilidad. Cuando la temperatura es suficientemente fresca
*La bodega subterránea es una alternativa a los frigoríficos domésticos eléctricos o de gas. [N. de la T.]
Huellas pequeñas en una tierra finita 179
Elaboración de conservas
Gran parte de las semillas para germinar, legumbres y cereales puede comprar-
se en sacos. A veces cuesta un poco encontrar un lugar cercano donde puedan
adquirirse, pero incluso si no hay más remedio que hacer la compra un poco más
lejos, vale la pena por los ahorros en dinero, embalaje y tiempo empleado en la
compra.
Comer fuera de casa sale caro. Si lo hacemos cuatro veces por semana, al cabo
de un mes es posible que nos hayamos gastado 120 dólares o equivalente. En la
Tabla A.1, se especifica un fh de 48 metros cuadrados por dólar gastado (120 $ x
48 = 5.560 metros cuadrados, o 0,56 hectáreas) por comer comida vegetariana
fuera de casa. Es posible hacer un almuerzo sano y orgánico por una fracción del
coste (en dólares y en huella ecológica) si se adquiere la comida al por mayor en
una tienda. Si cuando preparamos la cena lo hacemos en una cantidad ligeramen-
te mayor y la empaquetamos, también ahorraremos tiempo. Si queremos almor-
zar en un lugar donde haya gente, podemos ir a un parque y, si nos gusta acudir a
un bar o cafetería, también es posible consumir la comida preparada en casa en el
lugar de trabajo, y luego ir a pie o en bicicleta a otro lugar para tomar el café o una
infusión. Los restaurantes tienen una cocina con el doble de fogones, raras veces
utilizan alimentos biológicos cultivados localmente, y generan muchos residuos.
Según un informe de la Oficina del Censo de los Estados Unidos del año 2001,
cada persona se gastó como media en vivienda y calefacción en el año 1999
12.057 dólares, muy por encima de los gastos en transporte, que fueron de 7.011
dólares. Suponiendo que ganamos unos 10 dólares cada hora (reales, no según lo
que dice la nómina), esto representa 100 horas de energía vital al mes, o 25 horas
a la semana, o 5 horas al día, ¡durante 30 años! ¿Realmente vale la pena? Idear un
escenario ecológicamente sensato para la vivienda supone un reto, pero puede
comportar grandes beneficios.
La Tabla D.2 demuestra lo que comporta una HE para la vivienda de 0,12; 0,4 y
0,64 hectáreas. Para los escenarios de 0,12 y 0,4 hectáreas, supuse un tipo de cons-
trucción con un cuarto de la HE de una vivienda estándar, similar al de la cabaña de
36 m2 que Rowan y yo construimos en la Columbia Británica a base de balas de
paja, con una huella cinco veces menor que una construcción estándar. También di
por supuesto que tenía un aislamiento perfecto y la calefacción era a base de gasoil
o leña, aunque no ambas cosas a la vez. Para obtener suficiente calor utilizando sólo
la pequeña cantidad de combustible que aparece en la tabla, supuse que el rendi-
miento pasivo de la energía solar era excelente: largas horas de exposición al sur,
una masa térmica interior y bien aislada y pocas corrientes de aire.
El escenario para la vivienda con una HE de 0,12 hectáreas destina 9,29 metros
cuadrados de espacio por persona. Parece difícil mantenerse caliente con sólo 7,5
182 SIMPLICIDAD RADICAL
litros de gasoil o 13,5 kilogramos de leña mensuales. Sin embargo, un amigo mío
que vive en el norte del estado de Nueva York aprovechaba la energía solar al
máximo de forma similar a la mencionada anteriormente, con el añadido de una
capa aislante en las paredes hecha a base de tierra. Aun sin combustible, en su
hogar nunca se bajó de los 18 grados de temperatura, incluso en los inviernos más
fríos.
En este escenario, sólo se utilizan 4,5 litros de gas propano al mes para cocinar.
Los métodos de conservación de los alimentos, cocinar con energía solar y comer
abundantes vegetales crudos forman parte de la vida diaria. Tres kilovatios/hora de
electricidad por mes son suficientes para hacer funcionar todo lo siguiente:
Hay suficiente electricidad para hacer funcionar una pequeña nevera durante par-
te del año. Si para nosotros tener botellines de cerveza fríos es prioritario, este
escenario nos da suficiente margen para hacer algún malabarismo con la HE. El
combustible para cocinar es el doble del ejemplo anterior, y ahora ya es posible
tener una cocina a gas. El presupuesto para calefacción, un poco más alto, debería
ser suficiente para una casa convencional pequeña y bien aislada.
Con las tres opciones de vivienda se incluye la posibilidad de instalar un sencillo
sistema solar para obtener agua caliente. Las piezas necesarias para ello se conta-
bilizan en la Tabla B.5: Huella mensual de las existencias. Para el invierno, pueden
colocarse unos circuitos de calefacción en la chimenea para calentar un depósito,
según el principio del termo-sifón. Compartir la casa, manteniéndola y haciendo
lo posible por ahorrar energía, hace que sea posible lograr el objetivo de
sostenibilidad sin tener que construir una vivienda nueva o usar tecnología punta.
Si la porción de vivienda de una persona puede dividirse por dos o por cuatro,
también puede hacerse lo mismo con los alquileres, las hipotecas y las HE. En este
caso, el tiempo, dinero y gastos de HE asociados con la limpieza, el mantenimien-
to y las reparaciones de la vivienda se dividen entre varias personas. La nevera, las
herramientas, la lavadora, los electrodomésticos y la cocina pueden compartirse y,
con menos gastos, es posible trabajar menos, ahorrar más o liquidar la hipoteca.
Además, es una forma de tener amigos para compartir tanto las alegrías como los
sinsabores de la vida.
En San Luis Obispo, conseguí reducir los gastos mensuales de mantenimiento
en 900 dólares, de 1.100 $ a 200 $, simplemente alquilando tres de los cuatro
dormitorios de la vivienda. Primero, instalé una puerta y una cocina extra para
convertir la vivienda de cuatro dormitorios en un dúplex. Si no hubiera alquilado
las habitaciones, no me habría librado de trabajar en los últimos catorce años. Los
ahorros de 900 $ al mes durante catorce años hacen un total de 151.120 dólares.
Con un sueldo de 10 dólares reales por hora, esta cantidad equivale a 15.120
horas de energía vital.
El cuidado de la casa
Si la casa está bien mantenida, su vida útil llega a doblarse o triplicarse. Hay
varias maneras sencillas de hacerlo:
184 SIMPLICIDAD RADICAL
Ahorro de energía
Los métodos para ahorrar la energía en una vivienda pueden ser muy fáciles y
baratos, y a largo plazo nos aumentan nuestro tiempo. Una vez empezamos a
ahorrar energía a conciencia, acaba siendo tan natural como lo era despilfarrarla.
dinar desplazamientos para acudir al trabajo compartiendo el coche con los com-
pañeros. Otra manera de organizarse es mediante cooperativas de coches, que
cada vez son más populares en las ciudades de todo el país. En algunas poblacio-
nes se están creando redes de carriles para bicicletas, o bien se puede realizar una
ruta con este medio de transporte atravesando calles tranquilas. Si nada de esto
sirve para llegar al sitio adonde uno se dirige, siempre hay la posibilidad de alquilar
o tomar prestado el coche, llamar a un taxi, pedir la colaboración de un amigo,
hacer autostop o andar... u olvidarse del desplazamiento de marras e irse a la
cafetería a relajarse un poco.
Al principio de no tener coche, me sentía un poco a la deriva, pero al cabo de
catorce años de vivir prácticamente sin él, ahora me siento más libre; me he libra-
do de tratar con las compañías de seguros y los departamentos de vehículos a
motor, de los líos que suponen el mantenimiento y las reparaciones, de apoyar la
explotación ambiental y económica que ejercen las compañías de carburantes como
Exxon, Shell o UNOCAL.
La Tabla D.4 contiene algunos de los aspectos que una persona ecológicamente
sensata tendrá que negociar a cambio del objetivo de sostenibilidad, una negocia-
ción que no siempre será fácil. Con una distribución de HE de 0,04; 0,12 y 0,32
hectáreas, ¿es posible invertir más en educación y en prevención de las enferme-
dades, o ahorrar el dinero en caso de enfermedad grave? Como puede verse en la
tabla, las cantidades reservadas a estos conceptos son bastante bajas según los
estándares norteamericanos. Si eligiéramos ser partidarios de la sensatez ecológica
de que estamos hablando, ¿Rechazaríamos un determinado tratamiento médico
a partir de cierto punto? ¿Pagaríamos un millón de dólares en recursos necesarios
para nuestra recuperación, cuando esta cantidad aliviaría parte de la miseria de
25.000 niños? Es fácil hacer filosofía acerca de estas cuestiones, pero cuando una
persona querida enferma de cáncer o tiene un grave accidente de coche, la mayo-
ría de personas no dudaría en gastar lo que fuera necesario. No obstante, hay
muchas cosas que pueden hacerse para prevenir enfermedades y reducir la HE
asociada al bienestar en cuestiones de salud.
Si se destinan 0,04 hectáreas a bienes y servicios, esto puede servir de inspira-
ción para cuidarnos mejor, antes de caer enfermos. Si hasta los cuarenta años
evitamos tener que ir al médico y ahorramos 4,40 dólares al mes, tendremos 2.112
dólares para cuidar de nuestra salud. En América eso no es mucho, pero nuestros
amigos sensatos de todo el mundo pueden ayudar a resolver este dilema. Si nos es
Huellas pequeñas en una tierra finita 187
posible viajar a Méjico o la India, una buena hucha puede llevarnos todavía más
lejos. Este escenario incluye dos dólares mensuales de llamadas telefónicas, sufi-
cientes para hablar durante 33 minutos utilizando el teléfono de un amigo, con
una tarjeta telefónica. Con solamente 130 gramos de jabón y productos para la
higiene al mes, siempre pueden lavarse los platos con cenizas de madera, tal como
yo hice en el ashram* Gandhi en la India.
El escenario de 0,12 hectáreas para bienes y servicios permite suficientes ele-
mentos básicos para que un ahorrador experimentado pueda relajarse. Los 10
dólares mensuales para educación apenas cubren la educación pública básica,
pero si se ahorra durante 70 años, puede conseguirse una cantidad de 8.400
dólares, que si se reparten en 12 años, significan unos 700 dólares al año. Siempre
es posible utilizar las bibliotecas u ofrecerse como voluntario en prácticas, consi-
guiendo de este modo una buena educación. Los 10 dólares para gastos médicos
pueden servir para tapar una caries (120 dólares) una vez al año.
Con un presupuesto para bienes y servicios de 0,32 hectáreas, la asignación
todavía no cubriría una genuina educación formal, tal como se entiende en
Norteamérica. Si llegamos a los 75 años, podemos gastar 1.930 dólares anuales a
lo largo de 14 años. Si la educación que recibimos nos enseñó a vivir bien con un
impacto de huella menor, podemos asignar a este capítulo 4,86 hectáreas más por
seis años, y a continuación vivir con 1,28 hectáreas menos durante los siguientes
24 años, por lo que se mantendría una media de 2,43 hectáreas. Ello nos daría
17.424 dólares anuales para la enseñanza. Con 30 dólares mensuales para gastos
médicos, es posible lesionarse una vez cada 10 años y disfrutar de 3.600 dólares
para recuperarse. Con 20 dólares al mes para el teléfono, llega para tener un
aparato en casa si se usa con moderación.
En todos los escenarios excluí las diversiones por las que debe pagarse, basán-
dome en la premisa de que en el Universo abunda la diversión gratuita.
exterior durante seis meses en medio de toda suerte de circunstancias con sólo 18
kilos de bártulos. Con 9 mochilas (165/18), ¡tendremos que acordarnos de dónde
ponemos el cortaúñas! Si compartimos la mitad de las cosas con un amigo y éste
hace lo mismo con nosotros, cada uno tendría a su disposición 13 mochilas llenas
de cosas. Bien repartidas por el espacio que disponemos de 9,29 metros cuadra-
dos, pueden cubrirse las necesidades básicas, aunque sin grandes electrodomésti-
cos. Nuestra biblioteca constaría de más de 100 libros y, con más de 45,4 kilos de
metal, es posible tener una bicicleta, herramientas para el jardín, cazuelas y sarte-
nes, un fregadero, un sistema de cañerías y unas cuantas tomas de corriente e
instalaciones lumínicas.
En el escenario de 0,06 hectáreas para existencias, a lo anterior pueden añadir-
se un ordenador personal, una impresora y un aparato de música.
El ejemplo de 0,24 hectáreas incluye más cantidades de la mayoría de artícu-
los. Los 96,2 kilos de aparatos pueden incluir una cocina pequeña (46,76 kilos),
una nevera pequeña (34,95 kilos) y otros aparatos eléctricos pequeños. El peso
total de las existencias es de 549,7 kilos, suficientes para llenar 30 mochilas. En
este caso, es posible que haya incluso cierto abarrotamiento.
Cuando desarrollé cada escenario para las huellas ecológicas de 0,403; 1,21 y
2,43 hectáreas y reflexioné acerca de los estilos de vida de las personas
ecológicamente sensatas a quienes había visitado, se me presentó una confirma-
ción de la relativa precisión del proceso de huella ecológica: el nivel de abundancia
material de cada escenario refleja lo que experimenté personalmente. Vivir con
0,405 hectáreas es posible, pero requiere llevar una vida mucho menos centrada
en lo material (aunque comparado con vivir con una sola mochila, significa la
abundancia). Es posible desplazarse con vehículos motorizados, pero con mucha
menos frecuencia. Sin embargo, los desplazamientos propulsados con energía
humana siempre pueden ir en aumento. Recibir algún tipo de educación institucional
requiere vivir con menos durante décadas después de finalizar la educación, y para
poder educarse gratis, siempre hay la posibilidad de utilizar las bibliotecas, em-
plearse como aprendiz voluntario, hacer muchas preguntas y pasar más tiempo en
medio de la naturaleza. También se puede aprender mucho simplemente prestan-
do atención.
El cuidado de la salud supone todo un reto. Comprometerse totalmente con la
sensatez ecológica y no aceptar las ayudas institucionales o del gobierno más allá
de la HE escogida nos pone en manos de la familia y la comunidad, por lo que el
mejor seguro para alguien que siga estos principios es ser una persona amable y
generosa a quien los demás están deseosos de ayudar. El segundo mejor tipo de
seguro es tratar bien el cuerpo, consumiendo comida sana y orgánica, haciendo
ejercicio, reduciendo el estrés, disfrutando de la naturaleza y realizando algunas
prácticas espirituales. Saber cómo tratar algunas enfermedades comunes con la
ayuda de plantas medicinales también ayuda a mantener la salud. Además, se
puede contemplar la posibilidad de contratar un seguro franquiciado sólo para el
caso de que se produzca una enfermedad grave.
Según mi experiencia, una HE de 1,21 hectáreas exige poco sacrificio. Lo que
deseo más en el mundo es que haya paz en la Tierra, no el poseer bienes materia-
les. Pero mi progreso hacia el objetivo 0,405 hectáreas ha sido lento: según mi
experiencia con el Proyecto de Vida Global, donde los participantes se sumergen
en un estilo de vida en que el consumo se reduce drásticamente (aunque sea sólo
por un mes), la gente suele adaptarse rápidamente y sin sufrir demasiadas inco-
modidades. Igual que en el caso en que uno viaja al extranjero o se va a vivir a otra
población, una vez superado el shock cultural la nueva vida se convierte simple-
mente en eso, la nueva vida. Puede resultar más difícil modificar lentamente el
estilo de vida que efectuar un cambio rápido y atrevido. ¿Qué es lo que funciona
mejor? Desde la perspectiva del diseño del modo de vida, éste contiene suficientes
dosis de flexibilidad y al mismo tiempo protección, puesto que con una huella
190 SIMPLICIDAD RADICAL
ONCE
*
La razón de esta cantidad de superficie aparentemente arbitraria (0,405 hectáreas) se debe a que es
producto de la conversión de una unidad de medida corriente en los Estados Unidos (1 acre), que fue
la que empleó el autor en este caso para establecer su objetivo de sostenibilidad. [N. de la T.]
192 SIMPLICIDAD RADICAL
una solución que no se basa en el principio de que los humanos dominan la natu-
raleza, una solución en la que no hay perdedores.
De hecho, la media de huella ecológica mundial podría ser ligeramente más
elevada que la media actual de 2,30 hectáreas, aunque sería necesario igualar las
actuales disparidades de huella existentes. Si los habitantes de los Estados Unidos
continúan dejando una huella de 9,72 hectáreas, cuatro veces mayor que la me-
dia, entonces un grupo de población cuatro veces mayor que la población norte-
americana tendría que vivir con una huella cuatro veces menor que la media mun-
dial (2,43 hectáreas / 4 = 0,60 hectáreas). En otras palabras, para que los 284,5
millones de americanos1 sigan viviendo con una huella de 9,72 hectáreas como
media, otros 1.138 millones de personas tendrían que vivir con una huella de 0,60
hectáreas para poder mantener la media mundial de 2,43 hectáreas, una situa-
ción muy parecida a la que vive el mundo actualmente y que resulta claramente
injusta. La riqueza y el poder que ejercen los países industrializados les permite
esquivar gran parte de muchos de los inconvenientes que suponen la superpoblación
y el consumo excesivo.
La escala de los cambios necesarios para que los americanos reduzcan su hue-
lla en un factor de cuatro es tremenda, pero posible. En los escenarios esbozados
en el último capítulo vimos cómo un estilo de vida de 2,43 hectáreas permite
algunos lujos y comodidades. El otro reto para los americanos sería reducir el
tamaño de las familias, desde el actual nivel de 2,1 hijos hasta 1. Los canadienses
se acercan un poco más a las medias de 2,43 hectáreas / un solo hijo, con una HE
de 8,91 hectáreas y 1,4 hijos por familia. A continuación, examinaremos algunas
de las tendencias actuales a nivel mundial que apuntan hacia familias más peque-
ñas, y veremos si esta idea es factible.
• Familias de un solo hijo (como media) hasta que la población alcance los
mil millones de personas (unos cien años).
• Una huella ecológica personal que no exceda las 2,43 hectáreas.
Después de que el nivel de población alcance los mil millones, será posible
volver a tener familias con dos hijos.
Yo pertenezco a una familia de nueve hermanos, y sé que cualquier solución
debe ir a favor de la infancia y de la familia. Aunque respetamos profundamente
las decisiones que tomaron otras familias, es necesario señalar los motivos por los
que las familias pequeñas son preferibles. Las parejas deben ser libres para elegir
el tamaño de su familia. Para que el plan tenga éxito, debe ser:
• Sri Lanka, con 19,5 millones de personas, TFT = 2,1; TMI = 17 y esperanza
de vida = 72.
• Kerala, con 30 millones de personas, TFT = 1,8; TMI = 17 y esperanza de
vida = 72.
Los cuatro países ejemplificados arriba son clasificados como «en vías de desa-
rrollo». En comparación con las medias del resto de países en esta categoría
(TFT = 3,2; TMI = 61 y esperanza de vida = 64) les va bastante bien.
Estos datos respaldan la afirmación de que cuando se reduce la pobreza en un
país, lo cual se expresa en una mayor esperanza de vida y unos índices de morta-
lidad infantil más bajos, las familias tienden a tener menos hijos. Los ejemplos de
sostenibilidad más instructivos son los constituidos por países con una fertilidad
baja que han reducido la pobreza de forma drástica al tiempo que alcanzaban una
porción más igualitaria de la riqueza y de la huella ecológica mundiales.
A nivel mundial, hay 2.500 millones de personas que tienen una media de dos
hijos o menos. Este grupo incluye los países anteriormente mencionados, además
de los Estados Unidos, Francia y otras naciones pequeñas. Lo que parecía impro-
bable ya ha empezado a suceder. El informe World Population Profile 1998* atri-
buye el descenso de los niveles de fecundidad a factores como el aumento de los
servicios destinados a la planificación familiar, unos estándares de vida superiores
y el incremento del coste de la vida en las áreas urbanas, lo que estimula a tener
familias más pequeñas.
Si se alcanzara una media de un hijo por familia, todavía habría una gran flexi-
bilidad en cuanto a las opciones personales. En mi familia éramos nueve herma-
nos, y mis padres ahora tienen dieciocho nietos, una media de dos por cada des-
cendiente. En una sola generación se ha logrado una tremenda reducción en el
tamaño de la familia. Dos de los factores que tuvieron una mayor influencia fue-
ron la disponibilidad de métodos de control de la natalidad eficaces, y el hecho de
que tres de los hermanos no tuviéramos hijos. A la hora de plantearse la cuestión
del tamaño de la familia, es importante considerar esa decisión como una elección
de estilo de vida que incluye muchas posibilidades:
• No tener hijos y poder dedicarse así a la causa que uno elija.
• Adoptar a un niño.
• Tener sólo un hijo y disponer de más tiempo para dedicarse a la carrera
*
McDevitt, Thomas M. World Population Profile [Perfil de la población mundial]. Ministerio de Comercio
de los Estados Unidos, Oficina del Censo. Washington D.C. Disponible en Internet a través de la
dirección http://www.census.gov/ipc/www/wp98.html. [N. de la T.]
198 SIMPLICIDAD RADICAL
La visión de los norteamericanos según la cual los hijos únicos son malcriados,
egoístas o inadaptados, contribuye a un sesgo cultural en contra de las familias
pequeñas. No obstante, el libro de Bill McKibben Maybe One,5 argumenta detalla-
damente las ventajas, tanto personales como ambientales, que presentan las fa-
milias con un solo hijo, demoliendo el mito de que los hijos únicos son unos mal-
criados. De hecho, los estudios realizados muestran que no hay diferencias entre
los hijos únicos o los que tienen hermanos, o bien que las posibles diferencias
favorecerían al hijo único.
Si cada familia en la Tierra tuviera una media de un hijo, los 2.900 millones de
niños que hay ahora, una vez adultos, tendrían 1.500 millones de hijos. La figura
12.1 muestra la humanidad en 2100 volviendo a tener familias de sólo dos hijos
como media, dando como resultado una población mundial estable de 600 millo-
nes de personas en 2150.
Figura 12.1
Modelo de población de familias con un solo hijo
Con familias de dos hijos, los 2.900 millones de la actualidad, una vez adultos,
volverían a tener 2.900 millones de niños. En 2050, cada uno de los tres grupos de
edad tendría 2.900 millones de personas y la población total se estabilizaría en
8.700 millones de individuos.
Figura 12.2
Modelo de población de familias con dos hijos
Figura 12.3
Modelo de población de familias con tres hijos
trabajamos en pro del objetivo de tener dentro de cien años un 80 por ciento del
espacio bioproductivo de la Tierra en estado salvaje.
Si tenemos dos hijos, contribuimos a una población mundial de nueve mil mi-
llones de personas, por lo que el objetivo de huella ecológica personal debería
reducirse de 0,405 a 0,26 hectáreas para ser sostenible. En otras palabras, para
proteger la misma cantidad de espacio natural que en la situación anterior, el
porcentaje de bioproductividad utilizado por las personas tendría que permanecer
constante. Si la población crece de seis mil millones a nueve mil, una huella ecológica
de 0,405 hectáreas deberá disminuir hasta 0,26 hectáreas, bajo unas condiciones
y supuestos similares. Las familias con dos hijos, o lo que se denomina tasa de
reposición, a la larga tenderían a un incremento cero de la población, pero sólo
después de un aumento inicial de tres mil millones de personas. Ello se debe al
hecho de que actualmente existe un grupo de población desproporcionadamente
alto en la franja de edad de crianza de la familia (hay 2.900 millones de personas
por debajo de los 25 años).
Si tenemos tres hijos, contribuimos a alcanzar una población mundial de 30.900
millones de personas en el año 2100, con lo cual el objetivo de sostenibilidad
quedaría reducido a 0,07 hectáreas. Ésta sería una situación muy poco halagüeña,
pero que cada día parece más probable.
Si lo que se quiere es lograr la sostenibilidad, la importancia de las familias con
un solo hijo equivale a la importancia del hecho de que los ricos acaparen menos
riquezas. Incluso las familias con dos hijos hacen que el problema sea casi imposi-
ble de resolver (si rechazamos, claro está, la «solución» de que haya grandes ca-
pas de la población que sufran a causa de la superpoblación).
Si se examinan atentamente los tres escenarios esbozados más arriba con res-
pecto al tamaño de las familias, se ve la importancia crucial de tener un solo hijo,
si lo que se quiere es dejar el suficiente hábitat para todas las otras especies. Con
el plan de los cien años, al cabo de ese tiempo se habrán materializado los bene-
ficios para otras especies que supone tener una familia más pequeña y una huella
ecológica menor. Si sentimos el impulso de hacer que nuestras reducciones perso-
nales produzcan resultados más inmediatos, podemos mantener nuestro objetivo
de sostenibilidad más bajo hasta que la población empiece a reducirse. De esta
forma, podremos tener un objetivo a corto plazo y otro a largo plazo.
El plan de los cien años ofrece claramente unos resultados positivos para todo
el mundo: si la humanidad decide tener familias con un solo hijo durante los
próximos cien años, puede alcanzarse un objetivo de huella ecológica de 2,43
hectáreas sin necesidad de hacer sacrificios heroicos. Las personas que disfrutan
de altos ingresos, y que ahora son las más privilegiadas, deben tomar la iniciativa
202 SIMPLICIDAD RADICAL
y reducir su huella ecológica como gesto inicial de buena voluntad. Luego, des-
pués de que se hayan producido las reducciones necesarias de forma sostenida y
documentada, esas personas tendrán la suficiente credibilidad para pedir a los
países de rentas bajas que reduzcan su población.
Las personas con un nivel de renta per cápita bajo, los 3.500 millones de indi-
viduos que viven con 520 dólares al año,7 también saldrán ganando, a medida que
nuestro propio consumo se reduzca y sea más bioregional. Entonces podrán des-
tinar una porción suficiente de sus tierras, ahora dedicadas a la exportación, para
cultivar sus propios productos. Y, si tienen familias más pequeñas, la base de terre-
no sobreexplotada de sus países (actualmente hipotecada por las exportaciones
de cultivos comerciales) tendrá más capacidad para satisfacer las necesidades lo-
cales. Si la población mundial es más pequeña, los problemas urgentes no serán
tan acuciantes. Las comunidades sostenibles serán un lugar mejor para vivir que
un territorio sobreexplotado.
REFERENCIAS
1. World Population 2001 Data Sheet [Datos básicos de la población mundial 2001]. Population
Reference Bureau. [Disponible a través de la dirección http://www.prb.org]
2. Alexander, Will. One Problem and Two Solutions. San Luis Obispo. Autoedición, 1997.
3. UNICEF. State of the World’s Children, 2002. New York, UNICEF, 2002. (El estado mundial
de la infancia 2002). [ La versión española se encuentra disponible en formato pdf en la dirección
http://www.unicef.org/spanish/publications/index_7344.html]
4. World Bank. 2000 World Development Indicators CD-ROM. Wahington, World Bank, 2000.
[Indicadores de desarrollo del año 2000, disponible a través de http://www.bancomundial.org]
5. Center for Disease Control and Prevention, Vital Statistics Report 49 (2001) (Centro para el
Control y Prevención de las enfermedades) [Disponible en http://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/
nvsr49/nvsr49_08.pdf]
6.World Bank. 2000 World Development Indicators CD-ROM. Wahington, World Bank, 2000.
[Indicadores de desarrollo del año 2000, disponible a través de http://www.bancomundial.org]
Huellas pequeñas en una tierra finita 203
DOCE
¿Cómo es posible que las personas con un alto nivel de ingresos salgan ganan-
do con el simple hecho de consumir menos? Muy sencillo: la simplicidad radical
liberará una generosa porción del resto de sus vidas para poder hacer lo que es
más importante para ellas. El director de cine John DeGraff acuñó el término
«affluenza»*, que se refiere a una enfermedad causada por el hecho de tener
demasiado de lo que no nos satisface como personas y demasiado poco de lo que
sí nos satisface1. Al reducir la huella ecológica a 2,43 hectáreas o menos, no hace
falta ganar tanto dinero, con lo que a lo largo de la vida se habrán conseguido
decenas de miles de horas. En una ocasión, Joe Domínguez me dijo: «La concien-
cia crece más deprisa que la inflación». Al oírlo por primera vez, me lo creí simple-
mente porque él me lo decía, pero al cabo de diez años, a medida que los benefi-
cios personales que he conseguido gracias a la simplicidad radical siguen expan-
diéndose, sus palabras han adquirido más significado todavía.
Si a lo largo de toda la vida estamos en sintonía con nuestro propio sentido de la
justicia, todo el mundo sale beneficiado. Vivimos en un mundo interconectado. Una
mentalidad cooperativa y preocupada por la salud de todo y todos puede conducir-
nos a un mundo de ensueño: una vida pacífica y sostenible en el planeta Tierra.
• • • • • • •
*
El término inventado «affluenza» está compuesto por dos palabras: affluence (riqueza) e influenza
(gripe, como epidemia).
204 SIMPLICIDAD RADICAL
Rowan y yo nos dirigíamos remando hacia la boca del río Koeye, mientras que,
uno tras otro, los salmones pasaban por debajo de nuestra canoa. En un estanque
sombreado de color esmeralda, había cientos de peces más, esperando su turno
para nadar corriente arriba para ir a desovar. Los contemplábamos en silencio,
observando cómo un oso muy gordo chapoteaba por la hierba de la orilla y se
atiborraba de salmón. Rowan señaló a un águila posada encima de un cedro.
Alzando la cabeza pudimos ver hasta cinco más, incluyendo a dos ejemplares
juveniles. Un ejemplar grande bajó de su atalaya y, tras batir las alas varias veces,
empezó a planear corriente arriba a través del pasadizo que formaban unos impo-
nentes árboles maduros.
El aire estaba cargado del olor de salmón podrido, que una vez había desovado
era rápidamente reciclado en la tierra y el mar. Lejos de la costa, allí donde se
mezclan el agua dulce y el agua salada, los rostros bigotudos de las nutrias, llenos
de curiosidad, se alzaban del agua, observaban y volvían a sumergirse en el mar.
En un banco de arena, varias docenas de gaviotas limpiaban a fondo las espinas
de pescado, dando graznidos de agradecimiento por la generosidad de la natura-
leza. Un gran salmón emergió a la superficie, medio muerto, descomponiéndose
mientras nadaba; le faltaba un gran pedazo de carne de la sección de la cola.
El oso nos avistó mientras flotábamos a la deriva cerca de la costa, y lentamen-
te se alejó entre los alisos. Al cabo de un rato, varamos la canoa en la playa y
empezamos a caminar entre un espeso matorral hasta llegar al bosque, oscuro y
fresco. El musgo crecía formando una red de caminitos que conectaban los aguje-
ros de pesca de los osos, esparcidos por el afiligranado delta. Aunque sólo había-
mos visto a un oso, las abundantes señales de uso de los senderos indicaban que
quizá una docena de estos animales habían estado comiendo en abundancia y
engordando preparándose para la hibernación. Cerca de un remolino en un ban-
co de arena, congestionado por docenas de todavía vibrantes salmones de cami-
no hacia el desove, descubrimos el rastro de un lobo que seguía un camino ser-
penteante corriente arriba. El bosque estaba sembrado de salmones, en varios
estados de descomposición. El científico Tom Reimchen afirma que, durante el des-
ove, que dura unos cuarenta y cinco días, un oso negro llega a atrapar hasta sete-
cientos salmones, dejando casi la mitad de los cuerpos destrozados tirados en el
bosque. Lo que podría parecer una costumbre despilfarradora de alimento, de he-
cho sirve para depositar 119,94 kilogramos de abono nitrogenado por hectárea en
los bosques pluviales costeros de la Columbia Británica.2 Los micronutrientes de las
hojas caídas de los árboles en descomposición abandonan los bosques arrastrados
por los miles de diminutos arroyos que se forman, sirviendo así de alimento para la
vida acuática. Los salmones devuelven los nutrientes y nutren la tierra gracias a sus
Huellas pequeñas en una tierra finita 205
• • • • • • •
sino con resultados medibles. Incluso hemos imaginado un plan, atrevido pero
factible, para toda la sociedad, que nos permita vivir dentro de los límites desea-
bles que impone la naturaleza, un plan que puede empezarse a poner en práctica
mañana mismo. Si se utilizan las herramientas, lo imposible se hace posible. Al-
canzar la sostenibilidad sólo está a dos pasos:
Cuanto más sintonicemos con esta solución, más notaremos cómo cambia la
dirección del viento, y si empezamos a hablar de nuestros objetivos personales con
la familia y los amigos, las conversaciones incorporarán estas nuevas ideas en
nuestra cultura, ayudándonos a encaminarnos hacia un planeta verdaderamente
sostenible. Esta conversación acerca de la sostenibilidad global, que todavía se
encuentra en sus inicios, se está difundiendo en círculos cada vez más amplios.
• • • • • • •
REFERENCIAS
APÉNDICE A
Factores de la huella
ecológica
208 SIMPLICIDAD RADICAL
Maíz 0,5
Huevos (número) 20
Cerdo 1,7
Pescado 2,4
Azúcar 2,5
Margarina 1,1
Café y té 0,4
Cerveza 6,9
Jardín (área utilizada 1 (baja)
para alimentos)* 2 (med)
3 (alta)
Casa o Apartamento
Antiguedad: 54,1
541,0
Jardín o totalidad del
solar incluyendo el edificio
Electricidad
De la red 323,0
Gran hidroeléctrica
Minihidráulica
Solar fotovoltaica
Propano 4,5
Carbón
Paja
Leña 108,9
210 SIMPLICIDAD RADICAL
Taxi/alquiler/coche de otro
(Divide los km por las personas
en el coche, sin taxista y niños)
Avión
Turista 0,4
Business 0,4
Datos
Correspondencia Postal
Internacional 0,1
Nacional 1,8
Tintorería o lavandería 27
Teléfono 47
Ocio y diversiones 20
Medicamentos 0,9
Higiene y productos de
0,2
limpieza
Tabaco
212 SIMPLICIDAD RADICAL
Construcción, madera
Mobiliario de madera
Grandes electrodomésticos
Pequeños electrodomésticos
Prendas y tejidos
(si son usados, cuenta
1/3 de su peso)
Algodón 0,6
Lana 0,0
Sintético 0,2
Papel no perecedero (p.e.
1,4
libros, revistas, documentos,
no reciclable, papel higiénico,
servilletas de papel, etc)
Artículos y herramientas
3,6
de metal
Cuero 0,2
Productos de plástico y 4,5
fotografías
Ordenador y equipamiento
electrónico
Vidrio y porcelana 1,4
Apéndices 213
Aluminio 0,5
Vidrio 2,3
Plástico 2,3
APÉNDICE B
Hojas de trabajo para el
cálculo de la huella
ecológica
216 SIMPLICIDAD RADICAL
Cantidad Huella
utilizada Factor de ecológica
Unidades
mensual- huella (fh) (HE)
mente ( )
Artículo Cant. x fh = HE ( )
Pan y repostería
Maíz
Queso, mantequilla
Huevos (número)
Cerdo
Pollo, pavo
Buey, ternera
Pescado
Azúcar
Margarina
Café y té
Zumos y vino
Cerveza
Cantidad Huella
utilizada Factor de ecológica
Unidades
mensual- huella (fh) (HE)
mente (en )
Artículo Cant. x fh = HE en
Casa o Apartamento
(área por persona)*
Antiguedad:
Hoteles, pensiones $
Electricidad
De la red
Gran hidroeléctrica
Minihidráulica
Solar fotovoltaica
Propano
Gasóleo, queroseno
Carbón
Paja
Leña
SUBTOTAL
* Divide el total de metros cuadrados de la vivienda por el número de personas que la comparten para obtener el valor por
persona. Si hay habitaciones que sólo utilizan algunas personas, debes tenerlo en cuenta en el cálculo. El sistema está calibrado
suponiendo que la totalidad del área está ocupada durante todo el mes.
** Si incluyes el área de jardín en la Tabla B.1., no cuentes esta área de nuevo como terreno. No cuentes tampoco el terreno que se
deja sin alterar como habitat para la vida salvaje.
218 SIMPLICIDAD RADICAL
Cantidad Huella
utilizada Factor de ecológica
Unidades
mensual- huella (fh) (HE)
mente ( )
Artículo Cant. x fh = HE ( )
Autobus, urbano
Autobus, interurbano
Tren, cercanías
Taxi/alquiler/coche de otro
(Divide los km por las personas
en el coche, sin taxista y niños)
Avión
Turista
Business
Primera Clase
SUBTOTAL
Apéndices 219
Cantidad Huella
utilizada Factor de ecológica
Unidades
mensual- huella (fh) (HE)
mente ( )
Artículo Cant. x fh = HE ( )
Correspondencia Postal
Internacional
Nacional
Tintorería o lavandería $
Teléfono $
Ocio y diversiones $
Enseñanza y formación $
Medicamentos
Higiene y productos de
limpieza
Tabaco
SUBTOTAL
220 SIMPLICIDAD RADICAL
Cantidad Huella
utilizada Factor de ecológica
Unidades
mensual- huella (fh) (HE)
mente ( )
Artículo Cant. x fh = HE ( )
Construcción, madera
Mobiliario de madera
Grandes electrodomésticos
Pequeños electrodomésticos
Prendas y tejidos
(si son usados, cuenta
1/3 de su peso)
Algodón
Lana
Sintético
Artículos y herramientas
de metal
Cuero
Productos de plástico y
fotografías
Ordenador y equipamiento
electrónico
Vidrio y porcelana
SUBTOTAL
Apéndices 221
Cantidad Huella
utilizada Factor de ecológica
Unidades (HE)
mensual- huella (fh)
mente ( )
Artículo Cant. x fh = HE ( )
Papel y cartón
Aluminio
Otros metales
Vidrio
Plástico
SUBTOTAL
222 SIMPLICIDAD RADICAL
Medida por
Artículo Descripción Coste Ingresos
persona
Apéndices 223
Vida
Nº de Peso / Coste o Trasto:
Artículo Descripción Peso útil ¿sí, no,
usuarios mes valor
(meses) en parte?
224 SIMPLICIDAD RADICAL
1. Alimentación
2. Vivienda
3. Transporte
4. Bienes y servicios
5. Existencias
6. Residuos
TOTAL
e
lio
zo
e
ro
e
o
o
o
e
o
ril
br
br
br
er
st
br
ni
ay
re
ar
Ju
Ab
tu
Ju
m
En
em
M
b
Ag
ie
cie
Fe
Oc
vi
pt
Di
No
Se
Tabla B.11: Los artículos más caros y los frutos al alcance de la mano
APÉNDICE C
Hojas de trabajo
de La Bolsa o la Vida
228 SIMPLICIDAD RADICAL
Pan y repostería
Maíz
Queso, mantequilla
Huevos (número)
Cerdo
Pollo, pavo
Buey, ternera
Pescado
Azúcar
Margarina
Café y té
Zumos y vino
Cerveza
Jardín (área utilizada
para alimentos)*
Comida fuera (cárnica)
SUBTOTAL
Apéndices 229
Casa o Apartamento
Antiguedad:
Hoteles, pensiones
Electricidad
De la red
Gran hidroeléctrica
Minihidráulica
Solar fotovoltaica
Propano
Gasóleo, queroseno
Carbón
Paja
Leña
SUBTOTAL
230 SIMPLICIDAD RADICAL
Autobus, urbano
Autobus, interurbano
Tren, cercanías
Taxi/alquiler/coche de otro
(Divide los km por las personas
en el coche, sin taxista y niños)
Avión
Turista
Business
Primera Clase
SUBTOTAL
Apéndices 231
Correspondencia Postal
Internacional
Nacional
Tintorería o lavandería
Teléfono
Ocio y diversiones
Enseñanza y formación
Medicamentos
Higiene y productos de
limpieza
Tabaco
SUBTOTAL
232 SIMPLICIDAD RADICAL
Construcción, madera
Mobiliario de madera
Grandes electrodomésticos
Pequeños electrodomésticos
Prendas y tejidos
(si son usados, cuenta
1/3 de su peso)
Algodón
Lana
Sintético
Artículos y herramientas
de metal
Cuero
Productos de plástico y
fotografías
Ordenador y equipamiento
electrónico
Vidrio y porcelana
SUBTOTAL
Apéndices 233
Papel y cartón
Aluminio
Otros metales
Vidrio
Plástico
SUBTOTAL
234 SIMPLICIDAD RADICAL
Activo líquido
Activo fijo +
Subtotal =
Pasivo -
(sustraer)
Patrimonio Neto =
Apéndices 235
Ganancias por hora - Tu salario (después de impuestos) semanal dividido por las horas que trabajas
Ganancias reales por hora - Tu salario (después de impuestos) semanal ajustado para los gastos
extra relacionados con el trabajo y el tiempo no pagado asociado a tu trabajo.
Desgaste natural h
Gasolina y aceite h
Transporte público h
Parking y peajes h
Caminar o ir en bicicleta h
Vestimenta
Maletín y similares h
Programas educativos h
Profesor particular h
Canguros h
Comidas
Comida (mediodía) h
Platos preparados h
cont ...
236 SIMPLICIDAD RADICAL
Relax:
Tiempo de procesamiento h
Conversaciones banales h
Entretenimiento de evasión
Bares h
Vacaciones a ______________ h
Equipamiento de deporte h
Problemas de espalda h
Hospitalizaciones h
Conferencias h
Revistas especializadas h
Licencias profesionales h
Cuotas de sindicato h
Ordenador doméstico h
Limpieza de la casa h
Trabajos de jardinería h
Arreglar el coche h
Otros: h
cont ...
Apéndices 237
Paso A - Suma todos tus gastos no pagados y horas no pagadas y escribe los
totales en la tabla.
Paso D - Divide (A) por (B) para obtener tu sueldo real por hora.
Apunta GRH en la parte superior de las Tablas C.1. a C.6. como Ganancias Reales
por Hora (dólares)
Divide los 60 minutos que forman una hora por tus ganancias reales por hora para
determinar cuantos minutos te lleva ganar cada dolar.
* Obviamente, para nosotros manejar cantidades salariales en dólares carece de sentido. Sin embargo,
los datos de los factores de huella estan calibrados para realizar los cálculos en dólares. Así, resulta
recomendable realizar la conversión de nuestros salarios en euros a dólares, y en el caso de otros
gastos monetarios de los que debemos llevar la cuenta en las tablas proceder también de este modo,
para realizar un cálculo óptimo de la huella ecológica.
238 SIMPLICIDAD RADICAL
Apéndices 239
APÉNDICE D
Hojas de trabajo para la
sensatez ecológica
240 SIMPLICIDAD RADICAL
Tierra pobre
Huevos (número) kg 8 13 12
Cerveza kg 0,9
* La cantidad dada en paréntesis es la producción media de verduras que se podría esperar de un terreno de la
superfície dada. Esta cantidad de verduras es un suplemento de la cantidad de verduras compradas en la tienda.
Apéndices 241
Electricidad
De la red kWh 3 10 20
HE total
* Divide el total de metros cuadrados de la vivienda por el número de personas que la comparten para obtener
el valor por persona. Si hay habitaciones que sólo utilizan algunas personas, debes tenerlo en cuenta en el cálculo.
El sistema está calibrado suponiendo que la totalidad del área está ocupada durante todo el mes.
** En este ejemplo, se asume que la casa recibe un correcto mantenimiento y dura 80 años.
242 SIMPLICIDAD RADICAL
Autobús
Tren
Cercanías km 80,5
Largo recorrido km
Taxi/alquiler/coche de otro
(Divide los km por las personas km 9,7
en el coche, sin contar taxista y niños)
Total HE
Apéndices 243
Correspondencia Postal
Teléfono $ 2 10 20
Enseñanza y formación $ 10 30
Total HE
244 SIMPLICIDAD RADICAL
Prendas y tejidos
Basura kg 0,1
Total HE
** Papel incluye yodo lo que reciclas (es decir periódicos, propaganda por correo, papel de oficina). Si no se recicla,
se incluye en la categoría de basura. El papel no reciclable como el papel higiénico y las servilletas de papel se
coloca en la tabla 5 como papel no perecedero.
246 SIMPLICIDAD RADICAL
Objetivo de Sostenibilidad
Barcelona, 2007
Simplicidad
MANUAL PRÁCTICO PARA UN ESTILO DE VIDA CONSECUENTE
Jim Merkel
CON EL DECRECIMIENTO ECONÓMICO
...os reto a leer este libro en lugar de filosofar sobre las maneras en que vuestra vida
podría cambiar a mejor. –BILL MCKIBBEN, autor de End of Nature.
La pasión de Merkel por crear un mundo más humano nos irradia desde cada
página. ¡Una auténtica inspiración! –JANET LUHRS, autora de The Simple Living Guide y
Simple Loving.
R A D I C A L
Imaginemos que nos encontramos en un bufé y somos los primeros de la cola. El banquete
no solamente incluye agua y comida sino también los materiales necesarios para obtener Huellas pequeñas en una tierra finita
refugio, ropas, sanidad y educación. ¿Cómo sabremos la cantidad que podemos coger?
¿Qué cantidad es la adecuada para dejar suficiente a los siguientes de la cola –no sólo los otros
seis mil millones de personas, sino también la vida salvaje y los que todavía han de nacer?
Mucha gente siente la necesidad de cambiar su propio estilo de vida como un modo tangible
de transformar nuestra cultura insostenible. Simplicidad Radical es el primer libro en guiarnos
hacia un objetivo personal de sostenibilidad y ofrecer un método para reducir nuestra huella
ecológica y así ser más equitativos entre todas las personas, especies y generaciones. Utilizando
tres herramientas, –incluidos los pasos de La Bolsa o la Vida y técnicas de Nuestra Huella
Ecológica– el libro permite personalizar nuestro propio viaje hacia la sostenibilidad.
Una respuesta práctica y personal a los desafíos del siglo XXI, Simplicidad Radical atraerá a
una gran variedad de personas, desde gente inmersa en una búsqueda espiritual, hasta
políticos o profesionales de la sostenibilidad.
Simplicidad RADICAL
Jim Merkel nos lleva a adentrarnos sin tapujos en una simplicidad acérrima cuyo
objetivo es salvar el planeta. –MARK A. BURCH, autor de Simplicity and Stepping Lightly:
Simplicity for people and the planet.
... No hay una mejor guía práctica, para aprender haciendo, para una ciudadanía
ecológica. –MITCHELL THOMASHOW, autor de Bringing the Biosphere Home: Learning to Perceive
Global Environment Change.
SW-COC-1895-A