0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas6 páginas

Documentogaha

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 6

 El año de 1975 fue de esperanzas: México sirvió de sede a la

Conferencia Mundial
 de la Mujer. La Organización de las Naciones Unidas inició así
lo que terminaría
 por ser la década internacional de la mujer.
 Aunque hubiera divergencias y disidencias, sobre todo en
cuanto a estrategias y
 procedimientos, quienes participamos en la Conferencia
estábamos unidos por la
 convicción de que las injusticias que sufría la mujer eran
superables.
 Nada impedía lograr que a trabajo igual se pagara igual
salario, lo efectuaran
 hombres o mujeres. No era imposible conseguir que la
participación femenina en la
 vida pública aumentara hasta balancear la masculina. Podían
vencerse los
 obstáculos que evitaban que las mujeres ocuparan cargos
directivos. Era posible
 reformar los órdenes jurídicos nacionales para terminar con el
sexismo y promover,
 primero, la igualdad jurídica de hombres y mujeres y,
después, su igualdad social,
 humana.
 El proyecto, sin duda, era decididamente ambicioso. Se quería
cambiar la sociedad
 y educarla en una nueva ética, en una nueva concepción de la
mujer.


 La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su
pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de
salud pública y una violación de los derechos humanos de las
mujeres.
 Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican
que alrededor de una de cada tres (30%) mujeres en el mundo
han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia
sexual por terceros en algún momento de su vida.
 La mayor parte de las veces el agresor es la pareja. En todo el
mundo, casi un tercio (27%) de las mujeres de 15 a 49 años que
han estado en una relación informan haber sufrido algún tipo
de violencia física y /o sexual por su pareja.
 La violencia puede afectar negativamente la salud física,
mental, sexual y reproductiva de las mujeres y, en algunos
entornos, puede aumentar el riesgo de contraer el VIH.
 La violencia contra la mujer puede prevenirse. El sector
sanitario tiene una importante función que desempeñar para
proporcionar atención integral de salud a las mujeres que
sufren violencia, y como punto de entrada para derivarlas a
otros servicios de apoyo que puedan necesitar.

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de
violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico,
sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida
pública como en la privada». (1)

La violencia de pareja se refiere a los comportamientos de la pareja o ex


pareja que causan daño físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión
física, la coacción sexual, el maltrato psicológico y las conductas de control.

La violencia sexual es «cualquier acto sexual, la tentativa de consumar un


acto sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante
coacción por otra persona, independientemente de su relación con la víctima,
en cualquier ámbito. Comprende la violación, que se define como la
penetración, mediante coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano
con el pene, otra parte del cuerpo o un objeto, el intento de violación, los
tocamientos sexuales no deseados y otras formas de violencia sexual sin
contacto».

Las estimaciones más precisas sobre la prevalencia de la violencia de pareja y


la violencia sexual son las obtenidas mediante encuestas poblacionales
basadas en el testimonio de las supervivientes. Según un análisis de los datos
sobre la prevalencia de este problema en 161 países y zonas entre 2000 y
2018, realizado en 2018 por la OMS en nombre del Grupo de Trabajo
interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, en
todo el mundo, casi una de cada tres mujeres (un 30%) ha sufrido violencia
física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su
pareja o ambas (2).

Más de una cuarta parte de las mujeres de entre 15 y 49 años que han tenido
una relación de pareja han sido objeto de violencia física y/o sexual de pareja
al menos una vez en su vida (desde los 15 años). Las estimaciones sobre la
prevalencia de la violencia de pareja sufrida a lo largo de la vida van del 20%
en la Región del Pacífico Occidental de la OMS, 22% en los países de ingresos
elevados y la Región de Europa de la OMS y 25% en la Región de las Américas
de la OMS, al 33% en la Región de África de la OMS, 31% en la Región del
Mediterráneo Oriental de la OMS y 33% en la Región de Asia Sudoriental de la
OMS.

A nivel mundial, hasta el 38% de los asesinatos de mujeres son cometidos por
su pareja. Además de la violencia de pareja, el 6% de las mujeres de todo el
mundo refieren haber sufrido agresiones sexuales por personas distintas de
su pareja, aunque los datos al respecto son más limitados. La violencia de
pareja y la violencia sexual son perpetradas en su mayoría por hombres
contra mujeres.

Los confinamientos durante la pandemia de COVID-19 y sus repercusiones


sociales y económicas han aumentado la exposición de las mujeres a parejas
con comportamientos abusivos y a factores de riesgo conocidos, al tiempo
que han limitado su acceso a diferentes servicios. Las situaciones de crisis
humanitarias y desplazamientos pueden agravar la violencia, como la
violencia de pareja y la violencia sexual por terceros, y dar lugar a nuevas
formas de violencia contra las mujeres.
La violencia de pareja (física, sexual y psicológica) y las agresiones sexuales
provocan en las mujeres graves problemas de salud física, mental, sexual y
reproductiva a corto y largo plazo. También afectan a la salud y el bienestar
de sus hijos. Este tipo de violencia genera un elevado costo social y económico
para las mujeres, sus familias y la sociedad. Esta violencia puede:

 Tener consecuencias mortales, como el homicidio o el suicidio.


 Producir lesiones: el 42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja
refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia (3).
 Ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas
ginecológicos e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la
infección por el VIH. El estudio de la OMS de 2013 sobre la carga para la
salud asociada con la violencia contra las mujeres reveló que las
mujeres que han sufrido maltratos físicos o abusos sexuales tienen una
probabilidad 1,5 veces mayor de padecer infecciones de transmisión
sexual, incluida la infección por el VIH en algunas regiones, en
comparación con las mujeres que no habían sufrido violencia de pareja.
Por otra parte, también tienen el doble de probabilidades de sufrir
abortos (3).
 La violencia de pareja durante el embarazo está asociada con un
aumento en la probabilidad de abortos involuntarios, muertes fetales,
partos prematuros y bebés con bajo peso al nacer. El mismo estudio de
2013 puso de manifiesto que las mujeres víctimas de violencia de
pareja tenían un 16% más de probabilidades de sufrir un aborto
involuntario y un 41% más de probabilidades de tener un parto
prematuro (3).
 Estas formas de violencia pueden ser causa de depresión, estrés
postraumático y otros trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos
alimentarios e intentos de suicidio. Según el análisis de 2013, las
mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el doble de
probabilidades de padecer depresión y problemas con la bebida.
 Entre los efectos sobre la salud también se encuentran las cefaleas, los
síndromes de dolor (de espalda, abdominal o pélvico crónico),
trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud
general.
 La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede
incrementar el consumo de tabaco y drogas, así como las prácticas
sexuales de riesgo. También se asocia a la comisión (por el hombre) y el
padecimiento (por la mujer) de actos de violencia.
Gracias a evaluaciones bien diseñadas, cada vez se tienen más pruebas sobre
las soluciones que mejor previenen la violencia contra las mujeres. En 2019, la
OMS y ONU-Mujeres, con el respaldo de otros 12 organismos bilaterales y de
Naciones Unidas, publicaron RESPECT women, un marco para prevenir la
violencia contra la mujer dirigido a las instancias normativas.

Cada letra de la palabra RESPECT corresponde (en inglés) a una de sus siete
estrategias: Fortalecimiento de las habilidades de relación (Relationship skills
strengthening); Empoderamiento de las mujeres (Empowerment of women);
Servicios garantizados (Services ensured); Reducción de la pobreza (Poverty
reduced); Creación de entornos propicios (escuelas, lugares de trabajo,
espacios públicos) (Enabling environments); Prevención del abuso infantil y
adolescente (Child and adolescente abuse prevented), y Cambio de actitudes,
creencias y normas (Transforme actitudes, beliefs and norms).

Para cada una de esas siete estrategias hay una serie de intervenciones en
entornos de recursos bajos y altos, cuya eficacia ha sido probada en mayor o
menor medida. Algunos ejemplos de intervenciones prometedoras son las
intervenciones de apoyo psicosocial y las intervenciones psicológicas para
supervivientes de violencia de pareja; programas combinados de
empoderamiento económico y social; transferencias de efectivo; trabajo con
parejas para mejorar las habilidades de comunicación y relación;
intervenciones de movilización comunitaria para cambiar normas de género
que fomentan la desigualdad; programas escolares que mejoren la seguridad
en las escuelas y reduzcan/eliminen los castigos severos e incluyan planes de
estudio en los que se cuestionen los estereotipos de género y se promuevan
relaciones basadas en la igualdad y el consentimiento, y educación
participativa en grupos de mujeres y hombres para que reflexionen de
manera crítica sobre las relaciones de género y de poder desiguales.

En RESPECT también se destaca que las intervenciones eficaces son aquellas


en las que la seguridad de las mujeres es una prioridad; cuyos elementos
fundamentales implican cuestionar las relaciones desiguales de género y de
poder; basadas en la participación, y en las que se trabaja sobre múltiples
factores de riesgo mediante una programación combinada y que comienzan a
aplicarse a personas de edad temprana.
Para propiciar cambios duraderos, es importante que se promulguen y
apliquen leyes y se formulen y pongan en práctica políticas de promoción de
la igualdad de género; asignar recursos a la prevención y respuesta, e invertir
en organizaciones de derechos de la mujer.

Aunque la prevención de la violencia contra la mujer y la respuesta a ella


requiere un enfoque multisectorial, el sector de la salud tiene una importante
función que desempeñar. El sector de la salud puede:

 Concienciar para que la violencia contra la mujer se considere


inaceptable y sea tratada como un problema de salud pública.
 Prestar servicios integrales de calidad centrados en las mujeres que
padecen este tipo de violencia y sensibilizar y capacitar a los
prestadores de atención de la salud para que atiendan sus necesidades
con empatía y sin actitudes moralistas.
 Prevenir la recurrencia de la violencia mediante la detección temprana
de mujeres y niños afectados por ella y la prestación de cuidados,
servicios de derivación y apoyo apropiados.
 Promover normas de género igualitarias como parte de las aptitudes
para la vida y la incorporación de una educación integral sobre
sexualidad en los planes de estudio dirigidos a los jóvenes.
 Generar pruebas sobre las medidas que funcionan y sobre la magnitud
del problema mediante la realización de encuestas de población o la
inclusión de la violencia contra la mujer en las encuestas poblacionales
sobre demografía y salud, así como en los sistemas de vigilancia e
información sanitaria.

También podría gustarte