El Camino Hacia Adelante - CT
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Vivimos inmersos en dos dimensiones diferentes. Por un lado, los gobiernos y las
instituciones deberían buscar acuerdos de paz, de cooperación, de no
proliferación de armas de destrucción, de defensa de los derechos humanos, de
protección de la infancia y los más débiles. Es decir, proporcionar un espacio de
seguridad, de dignidad, de preservación de la vida y la ecología, de justicia, de
libertad, de bienestar y satisfacción de las necesidades básicas a cada ser
humano. Sin embargo, observamos como se firman acuerdos, se promulgan
leyes, se lanzan decretos que al poco tiempo no tienen más valor que un papel
mojado. Todo eso son normas y las normas se ponen cuando hay ausencia de
valores, pero la sociedad del futuro, ese Mundo Mejor posible, debe construirse
también desde la base y con la participación de los ciudadanos en lo que se
podría llamar una nueva gobernanza mundial, que ofreciera un conjunto de reglas,
procesos y actores (instituciones, asociaciones, ciudadanos y otros) que
intervengan en la toma de decisiones que tienen lugar a escala planetaria. Por eso
es fundamental atender eso que involucra a cada ser humano del planeta,
favoreciendo la implicación de cada persona creando una sólida red de ciudadanía
global. Por ejemplo, si tomamos el tema de la paz (cuarto bloque de principios de
la Carta de la Tierra), veríamos que cada uno de nosotros sabe en conciencia
cómo crear una cultura de paz. Una persona “de a pie” no tiene el poder de tirar
bombas ni misiles, pero hay determinadas frases que pronunciamos que funcionan
como armas de destrucción total, palabras que destruyen la intención, el ánimo, la
ilusión, la confianza, juicios y críticas que producen efectos devastadores en las
personas y en sus relaciones. Vivimos protegiéndonos para sentirnos seguros,
porque todo nos parece hostil y amenazante y lo que reina es la desconfianza, la
inseguridad y el miedo. Ahí es donde cada persona puede hacer algo.
A lo largo de los años se empezaron poco a poco a observar movimientos civiles
que respondían a propuestas no organizadas por partidos políticos, sino que eran
por personas individuales y asociaciones ciudadanas, apoyándose en las redes
sociales, convocaban encuentros, protestas, etc. a determinados productos o
empresas. En fin, que el panorama ha ido cambiando en esta última década de
una manera imprevista.
Pero no estamos hablando de ignorar la realidad sino de que, una vez que se
tiene la conciencia clara de lo que ocurre, seamos capaces de conectar con
nuestra fuerza interior para asociarnos con los demás y generar las sinergias
necesarias que nos permitan transformar la situación, pero siempre desde la
acción. Tenemos que ser parte de la solución, no del problema. Por eso conviene
cada día prepararse, conocer los valores y los estados de ánimo que quieres para
tu vida, no importa si es meditando, respirando aire puro en el parque, escuchando
música o apoyándote en lecturas. Si fuéramos medianamente conscientes y
actuáramos en consecuencia, provocaríamos un cambio en los medios de
comunicación, la publicidad, la información, todo.
La gente se suma porque en el fondo todos desean ser más felices, vivir de una
manera más sana y coherente buscando la cooperación en vez de la
competitividad y eso es muy simbólico. Las modas, las tendencias, las
organizaciones y las instituciones se irán adaptando a lo que la sociedad demande
de forma masiva.