Creencias Basicas, La Biblia

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“Lo que creen los cristianos acerca de la Biblia”

¿Qué creen los cristianos?

Si bien la respuesta a la pregunta podría variar dependiendo de la afiliación religiosa de la persona


que contesta, la Biblia revela algunas doctrinas fundamentales que todos los que profesan el
cristianismo tienen que aceptar.

El presente estudio analiza algunas de estas doctrinas fundamentales. Es casi imposible exagerar
la importancia de lo que uno cree.

Las creencias son influyentes; se ha dicho que nada es tan poderoso como la idea a la que le ha
llegado su momento.

El poder que tienen las creencias para moldear nuestros destinos (e influenciar la historia) es
evidente en la disposición de los extremistas a matar a otros en nombre de su fe.

Sus creencias pervertidas dictan cómo viven y cómo mueren. La forma como vive y lo que hace una
persona están mayormente determinados por lo que cree.

El que cree que el hombre no es más que un animal, probablemente se comportará diferente a
quienes creen que el hombre fue hecho a semejanza de Dios. (Genesis 1:26)

La persona que cree que el mundo es el resultado de la casualidad, y no creado por Dios, vive
diferente al que cree en la creación.

Creer en Dios, en la Biblia, en Jesucristo o en el cielo y el infierno


afecta las actitudes y el actuar diario.

Las creencias cristianas definen un estilo de vida, una manera de vivir con el fin de complacer a
Dios cada día y gozar de una vida abundante.

El propósito de estas series es presentar brevemente lo que la Biblia enseña sobre cada tema, esto
con el fin de ayudarnos a entender más plenamente algunas de las creencias cristianas básicas.

Por lo tanto, la primera creencia a considerar es la siguiente:

Los cristianos creen que la Biblia es la Palabra de Dios.


La fe en la Biblia no es más importante que la fe en Dios o en Cristo.

Sin embargo, esta fe es fundamental para todos los temas incluidos en esta serie. En vista de que
cada una de las siguientes lecciones pondrán énfasis en lo que enseña la Biblia, se tiene que
establecer desde el comienzo el hecho de que la Biblia es la Palabra de Dios.

El por qué los cristianos creen lo que enseña la Biblia no es el tema presente de nuestro estudio, así
como tampoco se pondrá énfasis en lecciones posteriores en el por qué es necesario creer en Dios o
en Cristo. En lugar de preocuparnos con el «por qué», nos interesa el «qué» —qué nos tiene que
decir la Biblia sobre sí misma.

Algunos creen que la Biblia es tan solo un documento humano. Para ellos es un gran libro, sin
embargo, no más inspirado por Dios que las grandes obras de William Shakespeare.

Las personas que tienen esta percepción de la Biblia podrían estudiarla ardientemente, al igual que
los que estudian diligentemente los dramas de Shakespeare.

Puede que en ella encuentren lineamientos para el vivir, tal como encuentran reglas para el vivir en
los escritos de los grandes filósofos. Sin embargo, no la ven como algo que provee una guía
divina.

Otros creen que la Biblia es parcialmente inspirada. Puede que crean que lo que ven como las
verdades más importantes enseñadas en la Biblia fue revelado por Dios, sin embargo, creen que
gran parte del resto del contenido de la Biblia tuvo su origen en el hombre. Desde su punto de vista,
lo que dice la Biblia ha de aceptarse como verdad únicamente si la información puede verificarse
con otras fuentes o si armoniza con el sentido común y la sabiduría humana.

La creencia tradicional, es que la Biblia es inspirada totalmente por Dios —esto es, inspirada
de manera verbal (es decir, las palabras mismas son inspiradas) y sin errores.

¡Los cristianos tienen que tener un punto de vista bíblico de las Escrituras! ¿Por qué? ¡Porque la
Biblia refleja que la iglesia primitiva, los apóstoles y nuestro Señor Jesucristo aceptaron las
Escrituras como la Palabra de Dios!

Como cristianos que somos, somos seguidores de Jesucristo. ¡Como seguidores de Jesús, tenemos
que tener las mismas creencias acerca de las Escrituras que Él tuvo! Esa creencia fue
perpetuada por los apóstoles enviados por Jesús cuando dio la Gran Comisión, y por la iglesia que
resultó de la predicación y enseñanzas de ellos.

Los miembros de la iglesia del Señor hoy, por lo tanto, tienen que tener el mismo punto de vista
acerca de las Escrituras que tuvo la iglesia del siglo primero.

¿Cuál fue ese punto de vista?

Las escrituras son inspiradas por Dios Literalmente, cientos de veces en el Antiguo Testamento,
los profetas dijeron: «Así ha dicho Jehová».

En Amos 1 y 2, por ejemplo, Amos dijo: «Así ha dicho Jehová» (o su equivalente) alrededor de
nueve veces en treinta y un versículos.

De la misma manera, el Nuevo Testamento enseña que las Escrituras son inspiradas por Dios.
Pablo le escribió a Timoteo así: … desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te
pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra
(2 Timoteo 3.15–17).

De acuerdo a este pasaje, «Toda la Escritura» es…

1. inspirada por Dios. Es decir, es por el «soplo de Dios» —Dios dio el mensaje a hombres y estos
lo escribieron para nosotros.
2. útil para toda necesidad espiritual.
3. completa, pues permite que el hombre de Dios sea «perfecto» (o completo) y «preparado para
toda buena obra».
4. necesaria para salvación («pueden hacer sabio para la salvación»).

Si bien la palabra «Escrituras» en este pasaje indudablemente incluye el Antiguo Testamento, los
escritos neotestamentarios también se aceptaron como Escrituras.

Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro
amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus
epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las
cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición (2ª Pedro 3.15, 16).

Pedro dijo que algunos estaban torciendo los escritos de Pablo como lo hacían con «las otras
Escrituras» (énfasis nuestro). ¡Pedro consideró como Escrituras los escritos de Pablo! Por lo tanto,
tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento están incluidos en el término «Escrituras».

En 2 Pedro 1.20, 21, leemos: … entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es
de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Los versículos anteriores revelan el origen de la profecía: Los que escribieron las Escrituras no
dieron su propia interpretación de los eventos —esto es, no estaban simplemente dando sus
opiniones acerca de lo que deseaba Dios— por lo tanto, sus escritos no fueron producto de la
«voluntad humana».

En lugar de ello, escribieron lo que el Espíritu Santo les inspiró decir.

Juan registró la siguiente declaración hecha por Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije,
dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede
ser quebrantada) ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque
dije: Hijo de Dios soy? (Juan 10.34–36).

Salmo 82:6-7 6 Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo; 7 Pero como
hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis.

Jesús mismo estaba refiriéndose a las Escrituras en este contexto como a la «palabra de Dios», y
agregó que «la Escritura no puede ser quebrantada».
La Palabra de Dios es final y absoluta; no puede alterársele.

¡Jesús creyó en la inspiración y autoridad de las Escrituras!

Algunos que están de acuerdo con el mensaje de los pasajes anteriores insisten en que las palabras
individuales del texto no son inspiradas; niegan que la Biblia sea «verbalmente inspirada».

Sin embargo, Gálatas 3.16 indica lo contrario. Pablo escribió: «Ahora bien, a Abraham fueron
hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino
como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo».

En este versículo, Pablo estaba presentando un argumento basado en el deletreo de una palabra del
texto antiguotestamentario.

Obviamente creía que las palabras individuales de una Escritura son inspiradas.

Hay más evidencias en Hebreos 1.1, 2, donde dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo».

¡«Dios, habiendo hablado…»!

El Dios todopoderoso que hizo el universo reveló Su voluntad al hombre, ¡Su criatura!

El autor agregó que Dios, en el pasado, habló «por los profetas».

Por lo tanto, lo que el Antiguo Testamento contiene es la palabra que Dios habló por medio de
Sus profetas.

Luego, dijo que Dios hoy, en la era de la iglesia, habla por medio de Su Hijo, Jesucristo.

Lo que Jesús dijo y lo que inspiró a Sus apóstoles y evangelistas a decir y escribir, debería también
considerarse como inspirado por Dios.

¿Deberían considerarse los escritos de los apóstoles del Nuevo Testamento como divinamente
inspirados?

Pablo escribió lo siguiente:

Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra
de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en
verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes (1 Tesalonicenses 2.13).

Si lo que Pablo dijo había de considerarse como «palabra de Dios», entonces, lo escrito por él debe
aceptarse como «palabra de Dios». De la misma manera, los demás escritos del Nuevo Testamento
fueron reconocidos como parte de la «palabra de Dios».
Todos los pasajes anteriores refuerzan el punto de vista tradicional en cuanto a que la Biblia
constituye, en efecto, la Palabra inspirada de Dios.

Los verdaderos seguidores de Cristo aceptarán con gusto esta doctrina básica; tendrán un punto
de vista bíblico de las Escrituras.
Algo más que la Biblia enseña acerca de las Escrituras es que, si bien toda la Biblia es inspirada
por Dios, la sección con mandamientos que hoy aplican directamente a nosotros es el Nuevo
Testamento.

La antigua ley —el Antiguo Testamento— ha sido quitada de en medio; dejó de aplicar a
nosotros de forma directa.

Pablo dijo que la Ley fue «nuestro ayo, para llevarnos a Cristo» y luego agregó: «Pero venida la
fe, ya no estamos bajo ayo» (Gálatas 3.24, 25).

DHH Galatas 3:24 La ley era para nosotros como el esclavo que vigila a los niños, hasta que
viniera Cristo, para que por la fe obtuviéramos la justicia. 25 Pero ahora que ha llegado la fe, ya
no estamos a cargo de ese esclavo que era la ley,

El pueblo de Dios ya no está bajo obligación de vivir por la Ley (vea también

Colosenses 2.14; anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,

Efesios 2.15; 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz

Hebreos 8.6–13; 6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor
pacto, establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto,
ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. 8 Porque reprendiéndolos dice: He
aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo
pacto; 9 No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de
la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice
el Señor. 10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días,
dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a
ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; 11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno
a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el
mayor de ellos. 12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados
y de sus iniquidades. 13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por
viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
10.9).

Sin embargo, decir que los cristianos ya no se rigen por el Antiguo Testamento no quiere decir que
no tenga valor para nosotros. Si bien sus leyes no nos gobiernan, el estudio del Antiguo
Testamento sigue siendo beneficioso (2ª Timoteo 3.16, 17; vea especialmente Romanos 15.4; 1ª
Corintios 10.11).
Romanos 15:4 4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron,
a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

La Biblia es santa, preciada y poderosa

Los que creen que la Biblia es la palabra de Dios también aceptan las siguientes verdades:

La Biblia es santa; es, como muchas veces se le titula, la «Santa Biblia». Es el libro de Dios; y
puesto que es santo, es indestructible.

Mateo 24.35; 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.


1 Pedro 1.23–25. 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque: Toda carne es como hierba, Y
toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; 25 Mas la
palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido
anunciada.

Además, en vista de que es la Palabra de Dios, ha de respetarse y reverenciar. Las personas no


tienen derecho a alterar sus enseñanzas para su conveniencia (Gálatas 1.8, 9; Apocalipsis 22.18, 19;
2ª Juan 9).

La Biblia es preciada. Puesto que la Biblia es la Palabra de Dios, debemos amarla


Salmos 119.113. 113 Aborrezco a los hombres hipócritas; Mas amo tu ley.
Para nosotros tiene que ser lo que fue para el salmista, quien dijo que los preceptos de Dios eran
«Deseables […] más que el oro» y «dulces más que miel» (Salmos 19.10).

La Biblia es poderosa. Es «viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos» (Hebreos
4.12).

Tiene poder:
• para hacer crecer el reino cuando es enseñada (Lucas 8.11).
• para salvar a las personas que la obedecen (1ª Pedro 1.22–25; Santiago 1.21).
• para fortalecer a los cristianos, permitiéndoles a los hijos de Dios recibir la herencia
prometida (Hechos 20.32).
• para ayudar a los seguidores de Cristo a vencer las tentaciones (Mateo 4.4, 7, 10).
• para servir como la herramienta del cristiano en la batalla contra las fuerzas del mal (Efesios
6.17).
• para convertir a los incrédulos (Marcos 16.15, 16; Mateo 28.18–20; Romanos 1.16).

Conclusión

Es imprescindible que los cristianos crean que la Biblia es inspirada por Dios. Sin embargo, no
nos beneficia creer esa verdad sin que actuemos conforme a la misma. Santiago escribió: «Pero sed
hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores […] el que mira atentamente en la perfecta ley,
la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1.22, 25; vea 2.20).

Si realmente creemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, ¿qué haremos?

En primer lugar, nos esforzaremos por asegurarnos de enseñar únicamente la Palabra de Dios y
rechazaremos toda enseñanza que no provenga de Su Palabra.
En segundo lugar, tomaremos la decisión de hacer la voluntad de Dios tal como se revela en la
Biblia. La Biblia contiene los mandamientos de Dios.

Estos mandamientos no son únicamente sugerencias, tampoco podemos escoger los mandamientos
de Dios que queramos obedecer.

¡Dios siempre les ha requerido a las personas que cumplan con todos Sus requerimientos! Por lo
tanto, tenemos que leer la Biblia de manera sumisa, con una actitud similar a la de Samuel, que
dijo: «Habla, Jehová, porque tu siervo oye» (1 Samuel 3:10).

Entonces, tenemos que determinar hacer lo que leemos en la Palabra de Dios.


Una pequeña iglesia donde prediqué le dio a cada uno de los graduados de secundaria una Biblia
como regalo de graduación. En cada Biblia dada a estos jóvenes había escrito algo parecido a
lo siguiente:

¡Felicidades en su graduación de la secundaria! Para conmemorar la ocasión, le estamos entregando


esta Biblia. Recíbala como la Palabra de Dios, léala con regularidad, estúdiela con diligencia, ámela
fervientemente y obedézcala plenamente. Que guíe sus pasos el resto de su vida.

La Biblia nos la dio Dios. ¡Debemos leerla, estudiarla, amarla y obedecerla!

¡Creer que la Biblia es la Palabra de Dios debería cambiar nuestras vidas!

Apocalipsis 3:8 yo sé todo lo que haces; mira, delante de ti he puesto una puerta abierta que nadie
puede cerrar, y aunque tienes poca fuerza, has hecho caso de mi palabra y no me has negado.

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