Serie Disarm June Gray

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esfuerzo, dedicación y admiración para con el libro original para sacar
adelante este proyecto.

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Sinopsis
Incluso los más profundos secretos siempre encuentran una forma de
desvelarse...
Elsie Sherman, de 26 años, está enamorada del mejor amigo de su hermano,
Henry Logan, desde que tenía 12 años. Desafortunadamente, Henry sólo la ha
tratado como a una hermana pequeña, asumiendo el papel de su hermano
desde que lo mataron de servicio.
Es decir, hasta que una noche, se enciende un fuego sensual entre los dos,
dejando a Elsie excitada y confundida. ¿Estará permitido que desee a su
hermano mayor sustituto que también pasó a ser su compañero de cuarto?
Pero Henry, un oficial de las Fuerzas Aéreas, ha estado albergando dos
secretos —uno los acercaría y el otro los podría separar— corresponde a Elsie
decidir si la relación merece la pena para luchar por ella.

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Capítulo 1
Evaluando la situación
Traducido por Ilka
Corregido por yayitaalen

No era mi culpa, no completamente, por lo menos. Henry Logan, mi


compañero de cuarto y Capitán de las Fuerzas Aéreas, era técnicamente el
responsable.
El tipo había estado actuando tan inusualmente temperamental durante las
últimas cinco semanas; que ése sábado por la noche, sugerí que saliéramos a
nuestro bar favorito en Bricktown y bebiéramos toda la noche. Confiando en
que Henry, incluso en su estado de gruñon, no rechazaría una cerveza.
Después de estacionar su Mustang convertible, caminamos calle abajo hacia
Tapwerks en silencio. Esperaba que se abriera, que me dijera lo que le
molestaba, pero no lo hizo.
— ¿Qué te sucede últimamente? —pregunté.
Henry metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se encogió de
hombros.
—Nada, ¿por qué?
Levanté una de mis cejas mirándolo. Él podía asumir exitosamente la postura
de indiferente con cualquiera menos conmigo. Lo conocía hacía 13 años y
vivía con él hacía dos. Podría descifrar cada una de sus expresiones, a veces
hasta el punto de leer su mente.
—Vamos. ¿Estás con el período o algo? —le pregunté con un amistoso codazo
— ¿Necesitas pedir prestado un tampón?
Finalmente eso le sacó una pequeña sonrisa.
—Elsie, eres una bromista —dijo. Se acercó para sacudir mi cabello castaño
rizado, pero anticipé el movimiento e hice una pequeña maniobra bailarina-
ninja para evitarlo.
— ¡Oye! —dije—. deja mi cabello en paz. —Deslicé mi brazo a través del suyo
mientras parábamos en la fila del bar — Tapwerks era el lugar para pasar los
fines de semana — tratando de robar algo de su calor. Él medía alrededor de
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dos metros y estaba construido como una muralla de ladrillos; tenía mucho
de lo que fuera para repartir.
Mientras levantaba la cabeza para mirar a la gente en la fila, vestidos de la
mejor manera casual, de pronto capturé una visión de Henry, su rostro
parcialmente iluminado por el suave brillo de la ventana del bar. Me golpeó
entonces que él realmente ya no era más el extraño chico con el que crecí,
sino un hombre y además atractivo. Siempre he sabido que era bien parecido
—demonios, había tenido una fijación con él desde que mi hermano comenzó
a frecuentarlo en los primeros años del instituto —pero la forma en que las
sombras jugaban con su rostro descubrió planos que no sabía que existían. Su
corto cabello oscuro y la barba de un día en su fuerte mandíbula hacían un
bello contraste con su piel oliva y tenía una pronunciada nariz con un
pequeño hoyuelo donde terminaba que combinaba con el de su barbilla. Pero
fueron sus ojos los que capturaron mi mirada. De color azul hielo que
parecían poder ver cada uno de mis pensamientos.
Me quedé mirándolo por largo rato, se estableció un extraño cosquilleo en mi
pecho y me di cuenta de que él me miraba de vuelta.
— ¿Estás bien Elsie? —preguntó en esa densa y suave voz suya. ¿Él siempre se
había escuchado tan sexy?
Le di mi mejor sonrisa, sacudiendo los sentimientos confusos que se habían
entrometido en mí.
—Sólo me preguntaba por qué no tienes novia.
Sus labios se curvaron un poco en las esquinas y sentí un dedo que me hacía
cosquillas en un costado, pero él no se molestó en responder a la pregunta.

Dentro, los dos pisos estaban abarrotados y no había sillas ni mesas


disponibles, por eso nos ubicamos en el bar, haciendo un esfuerzo por atraer
la atención del barman.
Yo sólo medía un metro con setenta centímetros, entonces Henry
teóricamente tenía una mejor probabilidad de visión, pero de alguna manera,
los ojos del camarero se mantenían justo atrás de él como si fuera invisible.
—Déjame intentarlo a mí. —Me paré sobre el tubo de bronce que corría en la
base del bar juntando los brazos, mostrando un bello escote sobre la línea baja
del cuello de mi camiseta suelta. El barman lo notó. Terminó sus pedidos y se
dirigió hacia mí con una sonrisa apreciativa.

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— ¿Qué será?
—Cerveza Wodchuck, San Adams y dos chupitos de tequila —dije y me
enderecé.
Henry estaba poniendo su mirada de hermano mayor cuando me reuní con él
en el suelo.
— ¿Qué? —pregunté, preparándome para el sermón—. Si las tienes, úsalas.
Me miró desde arriba con la postura reprobatoria, juntó sus labios pero no
dijo nada. Dios, ¿es que nada lo haría hablar?
Después de bajarnos los chupitos de tequila, Henry y yo nos quedamos por
ahí con nuestras frías botellas en las manos.
Agradecida, vi a algunos de sus compañeros de las Fuerzas Aéreas al otro
lado de la sala y nos saludaron indicando que fuéramos a su mesa. Henry
tomó mi mano y guió el camino a través del mar de cuerpos, su gran tamaño
dividía las multitudes para que yo no fuera tragada por ellas.
— ¡Hola! —Sam, otro Capitán, levantó su botella de cerveza como saludo.
Choqué mi botella contra la suya. Henry dio unos pequeños saludos con la
cabeza y dijo:
—Hola hombre. —Los dos intercambiaron una mirada silenciosa antes de que
Henry sacudiera ligeramente su cabeza.
La novia de Sam, Beth, me dio un abrazo antes de que pudiera descubrir lo
que los chicos se estaban diciendo.
— ¿Cómo estás? —me preguntó—. No te he visto en algún tiempo.
—He estado bien. Ocupada —dije, manteniendo un ojo en Henry—. ¿Y tú?
Beth comenzó a decir algo, pero la banda comenzó a tocar y no se escuchó
más. Por un rato todos nos quedamos ahí y movimos nuestras cabezas al
ritmo de la banda de rock, excepto por el cuerpo tieso al lado mío. Algunas
veces Henry sabía cómo arruinar un buen momento. Pero como su amiga, era
mi deber sacarlo del estado en el que se encontraba.
Me levanté en puntillas y lo tiré hacia abajo, para poder gritar a su oído:
— ¿Quieres bailar?
Me miró y luego hacia la casi vacía pista de baile, para volver a mirarme a mí
nuevamente.
—Diablos no.
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Pretendí no escuchar. Agarré su mano con una inocente sonrisa y lo arrastré
entre la multitud hacia la pista de baile.
—Dije que no —me dijo y se volteó para irse.
Pero yo aún sostenía su mano, por lo que salté delante de él para bloquear su
camino bailando. Empujé su brazo sobre mi cintura y le sonreí de la manera
más seductora posible mientras comenzaba a balancear mis caderas al ritmo
de la música.
Hizo rodar sus ojos, pero me mantuve bailando, segura de que tarde o
temprano cedería. Él sabía cómo pasar un buen rato; sólo tenía que sacarlo de
ese caparazón de enojo.
La multitud en la pista de baile creció abruptamente y fui arrojada contra
Henry, meciendo mis caderas contra las suyas antes de que mi cerebro lo
notara y se detuviera.
El efecto fue instantáneo y doble. La expresión de Henry cambió al mismo
tiempo que sentí algo duro en sus jeans. Mi rostro se encendió, pero cuando
traté de alejarme el brazo de Henry se apretó alrededor mío, acercándome
más.
— ¿A dónde vas? —me preguntó al oído, su cálido aliento cosquilleaba en mi
cuello—. Pensé que querías bailar.
Mi corazón golpeaba un millón de veces por minuto en mi pecho, pero había
sacado a la bestia fuera de su escondite y ahora tenía que enfrentarlo, pasara
lo que pasara. Alcé la vista y lo miré, actuando como si tener su erección en
mi estómago no fuera gran cosa y traté de sacar ventaja de nuestra
proximidad.
— ¿Por qué no hablas conmigo?
—No quiero hablar esta noche. —respondió, sus ojos fijos únicamente en mi
boca. El aliento se atascó en mi garganta cuando pasó su lengua por su labio
inferior—. Prefiero hacer otras cosas.
Ése fue el momento que perdí la calma. Éste era Henry, mi mejor y más
cercano amigo, mi compañero de cuarto, mi hermano mayor subrogante. Él
era muchas cosas para mí, pero definitivamente no era alguien con quien me
besaría. Dejé de esperar eso largo tiempo atrás, cuando él dejó en claro que
me veía como su hermana pequeña y nada más.
Y ahora él estaba bajando su cabeza con una oscura mirada en su rostro, su
brazo se afirmó tras mi espalda. Mi quinceañera gritaba de alegría, pero la

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mujer de veintiséis años estaba, definitivamente, un poco alterada.
Me deshice de su abrazo y di un paso hacia atrás. Mi cara estaba híper-
acalorada, mi corazón hacía su mejor esfuerzo para martillar a través de mi
pecho y mi cuerpo estaba vibrando con esa especie de excitación sexual.
El rostro de Henry se quebró con una sonrisa imprudente.
— ¿Estamos terminando de jugar este juego? —me habló fuerte para que lo
escuchara sobre la música.
Asentí. Sí, definitivamente terminaríamos. Por ahora.
***
Esto es algo que deben saber de Henry y yo: nunca tuvimos la intención de
vivir juntos. Él y mi hermano Jason se conocieron en el instituto y asistieron a
la universidad juntos. Por lo que podía recordar, Jason siempre había querido
unirse a las Fuerzas Aéreas, era algo que se daba por sentado ya que mi padre
y mi abuelo eran pilotos retirados. Suponía que Henry había pasado el
tiempo suficiente con Jason como para convencerse que la vida militar
también era para él. Entonces habían pasado por ROTC juntos y
eventualmente se unieron a las Fuerzas Aéreas, Jason como un oficial de
inteligencia y Henry como oficial de fuerzas de seguridad. No fue una
sorpresa que los destinaran juntos a la base aérea en Oklahoma y por
supuesto vivían juntos en un apartamento en el lado sur de la ciudad.
Siempre fui la extraña, la tercera rueda. Era dos años menor y un poco como
la peste, siempre pidiéndoles que me incluyeran en sus aventuras. Además de
eso, yo era una niña y estaba “infectada”, entonces casi siempre me dejaban
atrás, rechazada y con el corazón roto. Muy temprano, incluso antes de que
me removieran los frenillos, estaba convencida de que Henry y yo nos
casaríamos. En mis años de Disney me lo imaginaba como el príncipe
encantado. Luego en mis años de rebelión, él era mi chico malo, quien me
secuestraría en su moto. Pero no eran más que sueños de una niña que pronto
se dio cuenta de que el chico de sus sueños estaba lejos de ser perfecto. La
cruda realidad era que él era un chico con defectos, que a menudo llegaba a
ser un imbécil, como todos los hombres lo eran alguna vez.
Después de graduarme en la universidad, acepté un trabajo como diseñadora
web en Oklahoma y me quedé en su sofá durante meses mientras ahorraba
suficiente dinero para un apartamento. Henry no estaba fascinado con la
idea, de hecho hizo su mejor esfuerzo por encontrarme otro lugar para vivir.
Aún recuerdo llegar a la mesa los domingos en la mañana y encontrar el

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periódico abierto en la sección de clasificados con algunas propiedades ya
señaladas, era su pequeña sutil forma de decirme que dejara de arruinar su
campo de soltero.
Henry me inspiró a encontrar un lugar rápidamente, pero entonces Jason fue
destinado a Afganistán y dijo que podría quedarme en su cuarto por los seis
meses que estaría fuera. Para ahorrar dinero salté con la oferta.
Qué iba a saber yo que mi hermano nunca volvería.
Él estaba reuniendo información, caminando por un barrio de Kabul,
hablando con los nativos cuando alguien comenzó a disparar de la nada.
Jason nunca tuvo una oportunidad. Incluso ahora su muerte no tiene sentido
para mí y aún me aferro a la esperanza de que, algún día, lo encuentren en
algún lugar en las montañas de Afganistán, en mal estado, pero aún vivo.
Es una pequeña posibilidad, pero la habilidad de engañarme a mí misma es
uno de mis mejores talentos.
Entonces, salí de la habitación con una sonrisa la mañana siguiente, fingiendo
que nada había pasado en Taperwerk la noche anterior. Me desplacé a la
cocina en mi pijama de franela y encendí la cafetera. Henry salió de su
habitación, aún convertido en una persona gris y alcanzó los tazones.
Comencé a freír unos huevos y él puso pan en la tostadora. Cuando el café
estuvo listo, sirvió y arregló el mío como a mí me gustaba y los llevó hacia la
mesa.
Comimos en silencio, escondiéndonos en nuestros pensamientos para evitar
hablar sobre la noche anterior. No estaba segura de si valdría la pena siquiera
hablar sobre eso, si quizás él había planeado eso para enseñarle a mi fisgón
trasero una lección, pero mi Dios, que dura y larga lección era.
Tuve que sorber un poco de café cuando la tostada se atoró en mi garganta
desviando mis impropios pensamientos de Henry hacia mi falta de sexo. Sólo
necesitaba un buen revolcón, eso era todo.
La última vez que tuve sexo fue hace más de un año, cuando mi relación con
un chico del trabajo se derrumbó unos meses después de la muerte de Jason.
No fui capaz de contener mi pesar y Brian fue incapaz de ofrecer consuelo,
entonces la relación terminó. Aunque Brian no había sido el mejor amante,
había sido un paso delante de “El Conejo”.
Eso había coincidido con el momento en que mi amistad con Henry era
probada y cimentada, cuando peleábamos y nos reconciliábamos en ciclos por
nuestro pesar, pero al final, Henry y yo salimos con un lazo irrompible, y nos

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habíamos vuelto familia.
— ¿Qué harás hoy? —preguntó rascándose el oscuro pelo de su pecho.
—Sólo salir a correr a Earlywine — dije terminando mis huevos—. ¿Por qué?
¿Quieres hacer algo?
—No —dijo él sosteniendo su cabeza entre sus manos—. Sólo voy a volver a
la cama. Dormir la resaca.
— ¿Tienes resaca? —pregunté. Habíamos dejado Taperwerks muy pronto,
luego del cargado momento en la pista de baile. Él sólo había tomado el
chupito de tequila y una cerveza.
Él reunió los platos vacíos y los dejó en el lavaplatos.
—Tomé bastantes más cervezas después de que te fueras a acostar.
Levanté mis cejas. Esta era la tercera vez en pocas semanas que estaba
bebiendo solo. Algo definitivamente le molestaba.
—Henry —comencé inclinándome sobre el lavaplatos—. ¿Quieres hablar?
Se rascó la barba en su cara, pensándolo por un momento. Y entonces sacudió
su cabeza.
—Quizás en otro momento. —dijo mientras caminaba de vuelta a su
habitación.
Tiré algo de ropa en la lavadora y arreglé mi cuarto, dándole a Henry
bastante tiempo para buscarme y hablar sobre lo que le molestaba. Alrededor
de la tres finalmente admití que él no iba a hablar conmigo. Por lo que me
puse mi ropa de ejercicio y conduje hasta el parque para salir de mis
preocupaciones.
Earlywine es un gran espacio con pasto que se extendía por tres manzanas,
con un parque de agua en el centro como también un edificio de la YMCA.
Dos pistas para correr delineaban el parque y como siempre estaban ocupadas
en una tarde cálida de domingo. Hacia donde mirara las familias estaban
disfrutando, los niños estaban jugando futbol y había personas corriendo o
caminando.
Mientras observaba la actividad, me golpeó una ola de nostalgia. No había
vuelto a casa en California desde navidad y comenzaba a extrañar a mis
padres, pero volver a casa significaba volver al lugar donde más compartí con
Jason y aún dolía, incluso después de todo este tiempo.
Miraba a los chicos mientras corría para sacarme las cosas de mi mente y, que
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Dios me ayude, pero no podía evitar imaginarme desnudo a cada corredor
bien parecido. Era todo culpa de Henry, aumentando mi apetito sexual con la
pequeña escena que había planeado anoche. Había suprimido mi apetito por
tanto tiempo que me sentía cómoda así, pero ahora estaba despierto y cielos,
estaba deseosa.
Un chico corrió pasándome, vistiendo zapatillas, shorts y poco más. Mientras
me sobrepasaba tuve una vista privilegiada de su parte trasera. Tenía buenos
y sudorosos músculos en la espalda y sus piernas se veían bien definidas
mientras corría. Debió haber sentido mi mirada, porque miró sobre su
hombro y mostró una sonrisa que mostraba sus dientes, urgiéndome a
alcanzarlo.
Me animé a correr más rápido cuando escuché a alguien llamándome por mi
nombre. Me detuve cuando vi a Danielle, la novia de uno de los amigos de
Henry, viniendo hacia mí.
— ¡Hola! —la saludé, lanzando una última mirada al chico, esperando que
diera una vuelta más al parque. Volví mi atención a Danielle, notando su
atuendo para correr—. ¡Te ves tan linda!
Ella sonrió abiertamente.
—Gracias, logré mi meta de peso la semana pasada, por eso compré un nuevo
atuendo para celebrar.
Le mostré mis pulgares hacia arriba. Danielle tenía sobre peso cuando nos
conocimos unos meses antes. Pero ahora vestía unos pantalones capri y una
camiseta pequeña y se veía más saludable que nunca. De pronto me sentí
desarreglada, con mis shorts gastados y mi camiseta vieja de UCLA con un
hoyo en una de las axilas.
—Entonces, ¿estás lista para la destinación? —preguntó Danielle mientras
comenzaba a estirar sus piernas.
Me paralicé.
— ¿Qué destinación?
— ¿No te lo dijo Henry? —preguntó, con una mirada de preocupación—. El
escuadrón se va en dos semanas.
— ¿Qué? —Mi corazón que intentaba recuperarse de correr comenzó a tronar
de nuevo—. ¿Desde cuándo lo sabes?
—Mike lo supo hace dos meses —dijo en un tono de disculpa.

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Traté de retorcer mi mente intentando buscar una razón para que Henry no
me contara lo de la destinación y sólo una cosa vino a mí.
—Se van a Afganistán, ¿verdad? —pregunté sobre el nudo de mi garganta.
El hombro de Danielle se levantó.
— ¿Por qué no lo habría dicho? ¿No son compañeros de habitación?
Mi nariz estaba enrojeciendo de manera muy poco favorecedora, estaba muy
enojada.
—Sí, eso somos.
—Lo siento, no quería traer problemas.
Le sonreí tan debilmente como pude, dadas las circunstancias.
—No es tu culpa. —Me despedí y me dirigí a mi auto. Henry no tendría la
oportunidad de morir en Afganistán como mi hermano, porque yo lo mataría
primero.

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Capítulo 2
Bloquear y cargar
Traducido por Zune
Corregido por Sttefanye

No estaba reaccionando exageradamente a las noticias del despliegue. Al


menos, no lo creo. Es sólo que, cuando se trata de secretos, Henry y yo no
hemos tenido el mejor récord de la pista. Primero fue el incidente de Bobby
Santos en el instituto. Bobby era un dulce chico —aunque un poco demasiado
tímido— que había solicitado la ayuda de Henry para pedirme ir a la fiesta de
graduación, sabiendo que Jason probablemente habría dicho que no. De
alguna manera, Henry se había olvidado decirme, y sólo me enteré después
del suceso, cuando el primo de Bobby me enfrentó en el pasillo por dejarlo
plantado. Henry se disculpó, diciendo que simplemente se le olvidó, tenía
otras cosas en su mente. Olvidado, mi culo.
Y luego estaba el secreto para acabar con todos los secretos, el que casi me
impulsó a mudarme. Henry había sabido de la muerte de Jason casi el mismo
día en que ocurrió, pero no me lo dijo hasta mucho más tarde, cuando salió el
comunicado oficial, y familiares y amigos fueron notificados. Me dijo que
trataba de protegerme, que quería retrasar el momento en que mi vida
cambió. Ahora soy capaz de ver lo considerado del gesto, pero en aquel
entonces había estado tan furiosa, que lo había dejado sin decir una palabra y
no había regresado de California por una semana entera.
Hasta el día de hoy, todavía me pregunto cómo se las arregló para actuar con
normalidad y no revelar el secreto de que su mejor amigo había muerto en
acción. Henry, al parecer, es un actor muy convincente.
Así que en realidad, no estaba exagerando cuando, de camino a casa desde el
parque, me salté un semáforo en rojo, casi embestí contra el lento y doble
portón del edificio, y estacioné mi Prius como un conductor borracho. Subí
las escaleras de hormigón del edificio y entré en el apartamento, cerrando la
puerta detrás de mí.
— ¡Henry! —grité.
Me dirigí hacia su habitación y golpeé con mi puño sobre su puerta,
disfrutando la idea de empeorar su resaca.

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— ¡Henry Mason Logan, saca tu culo aquí ahora mismo!
La puerta se abrió un poco y miró hacia fuera, con la cara desaliñada y
despeinado.
— ¿Qué diablos? —dijo con voz ronca.
— ¿Estarás desplegando para Afganistán la próxima semana?
El sueño se deslizó de su cara inmediatamente.
—Sí.
— ¿Estabas planeando decírmelo alguna vez?
—Sí. Eventualmente.
— ¿Cuándo? ¿De camino hacia el avión? —quise contener las lágrimas—.
¿Por qué no me lo dijiste? ¡Creía que éramos amigos!
Abrió la puerta, luciendo agotado.
—No sabía cómo decírtelo. —dio un paso más cerca, y yo di un paso hacia
atrás.
—Creo que “Oye, voy al lugar donde murió tu hermano” habría sido suficiente.
—Eso es exactamente por lo que no te lo dije. Sabía que te asustarías. —Se
pasó una mano por el pelo corto y oscuro.
—¿Cómo no voy a asustarme? ¡Jason fue allí y nunca regresó! —Mi cuerpo
entero temblaba por el esfuerzo de tratar de no llorar. Henry me había visto
llorar muchas veces antes, pero de alguna manera me pareció importante que
mantuviera la calma ahora.
—Lo que le pasó a Jason no me va a pasar a mí. —Se me acercó con las manos
extendidas—. Elsie...
—No me importa —le dije, evadiendo su toque. Estaba siendo injusta; lo
sabía, y sin embargo no podía parar la histeria para asumirlo. Mi control se
evaporó y las lágrimas corrieron por mis mejillas en riachuelos. La muerte de
Jason era una huella en mi corazón que se quedaría conmigo para siempre.
No puedo ni siquiera empezar a imaginar lo que la pérdida de Henry haría
en mí también.
— ¿Hay alguna manera de que puedas salir de eso? —susurré—. ¿Por favor?
Me sentía como una mocosa egoísta por preguntar, pero no pude evitarlo, yo
estaba al borde de la desesperación. Si Henry iba a Afganistán, nunca

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volvería — seguro como el cáncer, sentí la certeza profundamente en mis
entrañas.
Las oscuras cejas de Henry se juntaron mientras negaba. Su mandíbula estaba
apretada cuando dijo en un tono irritado:
—Sabes que no puedo.
—Pero...
Él tomó mis brazos.
—Escúchame, Elsie. No puedo. No es posible dijo con firmeza, y luego
añadió en un tono más suave : pero lo haría si pudiera.
No podía decir nada, ni siquiera sabía lo que diría si mis cuerdas vocales no
estuvieran atadas en nudos. Así que me fui y me encerré en mi habitación.

No hablé con Henry por las próximas veintitrés horas. Necesitaba un poco de
tiempo para calmarme, pensar a través de mi ira para no decir cosas de las
cuales realmente me arrepentiría. No podía decidir qué dolía más: el hecho
de que se dirigía al lugar que se había llevado a mi hermano, o el hecho de
que no me lo dijera.
La ira y el miedo — sobre todo el miedo, si estaba siendo completamente
honesta — me carcomían por dentro en oleadas. Si viera a Henry, no sabía si
me gustaría plantar un puño en su estómago o si me gustaría aferrarle por
temor de no volverlo a ver.
Estaba delante de mí a la mañana siguiente, esperando en la cocina con una
rama de olivo con forma de una taza de café perfectamente hecha. Pero pasé
junto a él e hice mi propia taza para llevar, sin molestarse en decir adiós antes
de salir por la puerta principal.
Estuve en el trabajo hasta las siete y media y cené con un compañero antes de
que finalmente decidiera ir a casa. Henry se había quedado dormido en el
sofá, un libro abierto sobre su estómago.
Me acerqué más por curiosidad y vi el título del libro: “El Arte de la Guerra de
Sun Tzu”. Que apropiado, ya que ambos estábamos en el medio de una
batalla.
Quería irme, pero algo en la forma en que dormía me obligó a quedarme,
cómo sus cejas se juntaron incluso en el sueño, con la boca fruncida en una
delgada línea. Por un momento, dejé de lado mi rabia y recordé la primera

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vez que nos conocimos. Nos acabábamos de mudar a Monterrey después de
que papá se retiró de la Fuerza Aérea, por lo que Jason era el chico nuevo en
el instituto. Henry se había presentado en la fila del almuerzo e invitó a Jason
para sentarse con sus amigos. No mucho después de eso, Henry fue a cenar.
Yo todavía estaba en el instituto, entonces todos eran insolentes y
desgarbados, con rizos apretados que siempre estaban encrespados para el
final del día, por lo que no estaba preparada en absoluto cuando el chico de
mis sueños entró por la puerta principal después de mi hermano. Henry lucía
cabello oscuro, desordenado y una tranquila intensidad que coincidía. Él no
sonrió mucho a causa de sus frenillos, lo que le dio un semblante hosco, pero
era guapo incluso entonces. A mis ojos de adolescente, él estaba más caliente
que cualquier cosa que Tiger Beat1 tuviera para ofrecer, aún más caliente que
Jonathan Taylor Thomas.
—Tu cabello está fuera de control —me dijo mientras nos estrechábamos las
manos.
—El tuyo es peor —dije sin vacilar.
Entonces él sonrió, todos los frenillos y los ojos arrugados, transformando por
completo su rostro. Y así, yo fui mujer muerta.
Su cabello largo y su mejor amigo se han ido, y todo lo que Henry y yo
teníamos en común fue disminuyendo rápidamente. Y ahora, lo único que
teníamos por seguro, la confianza, se está poniendo a prueba.
Sin embargo, no era una completa idiota poco razonable. Sabía que las
familias se despedían de sus seres queridos todos los días, que yo no era la
única persona en el mundo en esta situación. Un montón de los miembros del
servicio se habían ido por un año a la vez, perdiendo cumpleaños,
aniversarios, incluso el nacimiento de un niño. Y desde luego no era la única
persona en el mundo que perdía a un ser querido en la guerra.
Lo sabía, y sin embargo, mi corazón no paraba de doler de todos modos.
Henry se marchaba la próxima semana. Estaría aquí sola en este apartamento
sóla con mis miedos y pesadillas haciéndome compañía.
Henry hizo un pequeño sonido en la parte posterior de la garganta, una
mezcla entre gemido y gruñido, pero continuó durmiendo. Sentí que lo
último de mi rabia se desvanecía, cuando la entrepierna de sus pantalones
vaqueros comenzó a moverse, pero antes de que pudiera ver a dónde
conduciría eso le di un codazo despertándolo.
—Henry.
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Abrió los ojos y su sonrisa somnolienta casi funde mis bragas. ¿Así se vería
justo después del sexo? ¿Por qué de repente estaba tan decidida a
averiguarlo?
—Oye —dijo con voz ronca. Su mano salió disparada y agarró la mía, para
que no lo dejara otra vez—. Háblame, Els.
Busqué en su rostro y encontré arrepentimiento. Suspiré.
—Desearía que me lo hubieras dicho.
Su mirada sostuvo la mía.
—Créeme, yo también —dijo—. Odié tener que escondértelo, pero realmente
____________________
1
Tiger Beat es una revista para chicas adolescentes, con circulación en EUA.

no podía encontrar la manera correcta de decírtelo.


Asentí brevemente.
—Lo sé. Pero necesito saber que puedo confiar en ti…
—Por supuesto que puedes confiar en mí.
—… Que me trates como a un adulto.
Suspiró, su ancho pecho subía y bajaba.
—No puedo evitarlo. Siempre me he sentido protector sobre ti. —sentí que
apretaba mi mano—. Y sé que eres adulta. Has crecido en una hermosa y
maravillosa mujer.
A pesar de que mi cara estaba caliente, le dije:
—Los halagos no te llevarán a ninguna parte.
—A veces me sacan de problemas —dijo con una sonrisa—. Así que tenemos
este fin de semana para hacer algo divertido. ¿Qué debemos hacer?
Levanté las cejas.
— ¿Quieres pasar el último fin de semana conmigo? ¿No vas a ir a ver a tus
padres?
—No. —No dijo nada más acerca de la complicada relación con sus padres. Él
nunca lo hacía—. Y en la mayoría de mis pre-despliegues los Canard2 están en
una fila. Así que soy todo tuyo este fin de semana.
Pensé en algo que no había hecho en mucho tiempo, algo que había querido
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hacer cuando Jason estaba todavía ahí.
— ¿Qué tal ir de excursión y acampar en el Red Rock Canyon?
— ¿Y algo de rapel3? —preguntó, sus ojos brillando con emoción.
—Definitivamente.
Se sentó y tiró el libro a un lado. Me apretó la mano, una promesa silenciosa
de que él nunca haría algo que me hiciera daño de nuevo.
—Esto va a ser divertido.

____________________
2
Canard: posición horizontal de las alas de un avión. Equipamiento aeronáutico.
3
Rapel: sistema de descenso por superficies verticales. Utilizado en excursionismo, montañismo,
escalada en roca, etc.

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Capítulo 3
Información clasificada
Traducido por Zune
Corregido por Vickyra

Algún tiempo después de la muerte de Jason, empecé a tener pesadillas. Eran


violentas al principio, lo que me hizo golpear y gritar, pero Henry había
estado ahí para despertarme cada vez, para sostener mi cabeza mientras yo
lloraba. A veces me metía en la cama con él en medio de la noche, un ataque
preventivo contra los terrores nocturnos. El sólo hecho de dormir a su lado,
sin siquiera tocarlo, me dio el consuelo que necesitaba para permanecer
dormida.
No había tenido pesadillas desde hacía tiempo. Hasta esta noche.
Soñé que Jason caminaba alrededor de un deteriorado y abandonado barrio
de edificios de cemento sin sus armas o cualquier otra forma de
comunicación. Pasó junto a un perro sarnoso y se detuvo a acariciarlo, y en
ese pequeño momento de distracción, un francotirador en el tejado fue capaz
de liquidarlo. Este sueño fue diferente, sin embargo, porque Henry salió a la
calle sin ningún tipo de armadura y se agachó junto a mi hermano caído.
También él recibió un disparo.
Me desperté, temblando y cubierta de sudor, de repente llena con una
sensación abrumadora de ver a Henry y asegurarme de que estaba bien. Así
que, aunque era pasada la medianoche, entré de puntillas más allá de la sala
de estar y me asomé a la habitación.
Me sentí aliviada de encontrarlo muy vivo, tirado en la cama con sólo un par
de pantalones puestos, viendo la televisión con las manos cruzadas detrás de
la cabeza.
—Oye —dijo—. ¿Estás bien?
—Yo...
Él se sentó.
— ¿Pesadillas?
—Estabas en ella esta vez.

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Palmeó el espacio junto a él.
— ¿Quieres pasar la noche aquí?
Me detuve al pie de su cama, de repente insegura de mí misma. Habíamos
pasado muchas horas aquí, hablando y llorando y consolidando nuestra
amistad. Nunca había intentado nada, nunca había expresado ningún tipo de
sexualidad conmigo hasta la otra noche. ¿Así que por qué estaba tan nerviosa
de repente?
— ¿Podrías venir aquí ya? —me preguntó, rompiendo a través de mi
incertidumbre.
Sin decir una palabra, me subí a la cama y me tendí a su lado, mirando hacia
el techo.
Por fin rompió el silencio.
—Realmente siento no habértelo dicho antes, Elsie.
Lo miré.
—Lo siento por reaccionar como una niña mimada.
—Simplemente no pude encontrar el momento ni el lugar para decirlo.
Créeme, pensaba en ello día y noche.
—No siempre tienes que protegerme, ya sabes. Puedo manejarlo. Soy una
chica grande ahora, por si no te has dado cuenta.
Sus ojos azules brillaban en su cara con una mirada que hizo a mis orejas
arder.
—Lo sé.
Estaba segura de que podía oír mi corazón latiendo a través de mi camisa.
—Así que no hay más secretos personales, ¿de acuerdo? Siempre tendrás tu
información clasificada, ya lo sé, pero que me ocultes algo así... bueno, me
duele.
Extendió su dedo meñique y sellamos el trato.
—Promesa.
Nos miramos el uno al otro durante un largo rato, sin decir nada.
— ¿Y ahora qué? —pregunté finalmente.
—Nos ocupamos de eso, supongo. No hay mucho más que podamos hacer. —
Él dejó escapar un suspiro lento por la nariz—. Las posibilidades de que eso
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suceda para mí son bastante escasas, ya sabes. Mi trabajo es proteger la base,
no mezclarme con los nativos.
— ¿Puedo obtenerlo por escrito? —le pregunté con una sonrisa—. Quiero una
garantía por escrito y notariado, incluso, de que vas a estar bien.
Él soltó una risa corta.
—No puedo hacer eso. Pero puedo prometer que voy a intentar con todas mis
fuerza volver a casa de una pieza.
Las lágrimas de mis ojos surgieron inesperadamente.
—Honestamente, no sé qué haría sin ti —le dije con la voz temblorosa.
—Oye —dijo, recogiéndome a su lado—. No llores.
Apoyé la mejilla sobre su piel desnuda, con las lágrimas cayendo por mi cara
y empapando el pelo corto y oscuro de su pecho.
—Hueles bien —dije entre sollozos.
—A veces hago esta cosa llamada ducha —dijo para tratar de aligerar el
ambiente—. Pruébalo alguna vez.
Le di un golpe juguetón en el estómago, contenta de tener de vuelta al viejo
Henry.
—Culo inteligente.
Me agarró la mano y me golpeó con ella, su forma favorita de atormentarme
desde nuestra adolescencia.
—Deja de golpearte a ti misma, Elsie —dijo con una sonrisa—. Querer hacerte
daño no te hará ningún bien.
Luché contra sus fuertes brazos, riendo a pesar de la humedad en la cara. Giré
alrededor y de alguna manera me encontré encima de él.
Henry se mordió el labio inferior.
— ¿Estás tratando de seducirme? —preguntó con una sonrisa pícara.
Pellizqué su nariz y me deslicé fuera de él, sintiendo una sacudida
sorprendente cuando mis pezones se frotaron contra su pecho. Haciendo caso
omiso de la confusa sensación, reanudé nuestra posición acurrucada,
apoyando mi mano en su estómago. Él puso su mano sobre la mía y lanzó un
pequeño suspiro de satisfacción que sentí en mis huesos. Me fundí en su
costado, encontrándome de repente con sueño.

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—No sé lo que voy a hacer sin ti tampoco. —fue lo último que le oí decir
antes de que el peso de la destinación resultó ser demasiado pesado para mis
párpados.
***
Estaba teniendo un sueño erótico donde sorprendentemente Henry y yo
estábamos desnudos, sus grandes manos vagando por mi cuerpo mientras nos
besábamos como si nunca nos fuéramos a ver de nuevo. Podía sentir su
erección presionando contra mí, su deseo era tan palpable que casi podía
olerlo. Se agachó entre nosotros y su mano tomó mi montículo, haciéndome
gemir cuando sus dedos se deslizaron dentro.
Para devolverle el placer, agarré la gruesa erección y comencé un
movimiento de un suave tirón.
—Uh, Elsie —dijo.
—Henry —gemí en su contra, bombeando más rápido.
—Elsie, despierta.
Mis ojos se abrieron de golpe, sorprendida de que todo había sido un sueño.
Se había sentido tan real.
—Umm...
Mis ojos se abrieron con horror cuando me di cuenta de que mi mano estaba,
de hecho, dentro de los pantalones de Henry, mis dedos todavía envueltos
alrededor de su pene erecto.
— ¿¡Qué demonios!? —grité, luchando contra el horror—. ¿Qué estaba
haciendo mi mano ahí?
Henry ahogó una sonrisa mientras fijaba su pretina.
—Creo que sabes lo que estás haciendo.
— ¿Quiero decir por qué estaba ahí, en tus pantalones? ¿Hiciste eso?
Se echó a reír ahora, a graves carcajadas.
—Por supuesto que no. Esto es todo lo que sé. Me desperté contigo
maltratándome.
Me tapé la boca con la mano —la otra mano— sintiendo mi cara arder en
llamas.
— ¿Estaba gimiendo también?

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—Tal vez un poco.
— ¡Oh, Dios mío! Pensé que estaba soñando. —Me cubrí la cara con las
manos, muriendo de vergüenza.
Se mordió los labios, pero no tuvo éxito en ocultar su diversión.
— ¿Sueñas con hacerme una paja?—preguntó.
— ¡No! —grité—. Lo siento por abusar sexualmente de ti —dije, y huí de la
habitación tan pronto como mis pies pudieron, la risa de Henry se arrastraba
detrás de mí como papel higiénico pegado al zapato.

Fui a trabajar treinta minutos antes esta mañana, llena de pura vergüenza. No
quería tener que ver la sonrisa de Henry, no quería tener que explicar por qué
mi mano inconsciente lo tocaba en sus lugares privados.
Varias personas vinieron a mi cubículo en el trabajo, preguntándome si tenía
fiebre porque mi cara estaba tan roja todavía. Oh, es sólo porque accidentalmente
masturbé a mi compañero de cuarto esta mañana, pensé en decir eso luego
muriendo un poco más interiormente.
Me resultaba difícil concentrarme en el trabajo. Cada vez que escribía algo o
alcanzaba mi ratón, sin darme cuenta bajaba la mirada hacia mi mano,
recordando cómo se había sentido Henry en mis manos, la piel suave y
aterciopelada que dio paso a la parte inferior del músculo sólido. Me
imaginaba que lo guiaba dentro de mí, llenándome por completo con esa
mirada oscura en la cara...
Me puse de pie, mi cuerpo entero sobrecalentado, y corrí al baño tan rápido
como mis botas me permitieron. Quería sólo salpicar agua fría en mi cara,
pero tan pronto como estaba en la intimidad del baño, sabía que sólo había
realmente una manera de que pudiera pasar el día. Así que me encerré en un
cubículo, levanté el dobladillo de mi falda y deslicé la mano dentro de mis
bragas.
***
Mi cuerpo se relajó un poco por el resto del día, pero en el momento en que
entré en el apartamento, mucho del deseo vino corriendo de nuevo. Cuando
saqué la llave dentro de la cerradura, casi me decidí a olvidar pensar y
simplemente follar a Henry sin sentido.
Sí, la palabra F, porque él no estaba haciendo nada menos. Yo estaba tan
excitada, que incluso contemplaba la idea de cogerle dos veces.
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Pero cuando entré, me encontré con Henry y otro hombre en la sala de estar,
cada uno descansando en un sofá diferente, con una cerveza en la mano.
Habían estado hablando de trabajo, pero se detuvieron en cuando entré a la
vista.
—Hola —saludó Henry, su rostro cuidadosamente carente de expresión.
Estaba casi en el claro cuando sus ojos azules se deslizaron lentamente por mi
cuerpo, inflamándome hasta la médula. Mis rodillas casi se doblaron.
No sabía cuándo había adquirido ese poder especial sobre mí, pero yo quería
que desapareciera. No podía permitirme el lujo de estallar en llamas cada vez
que me mirara de esa manera.
— ¿Elsie? —me preguntó, frunciendo el ceño.
Parpadeé, dándome cuenta de que había estado atontada por un segundo.
— ¿Eh?
Una sombra de una sonrisa cruzó su boca antes de decir:
—Elsie, conoce al teniente Jack Coulson. Se está mudando a un apartamento
a través del patio.
Le sonrío a Jack, notando la juventud y la inexperiencia en su cara. No podía
haber tenido más de veintidós años.
—Mucho gusto.
Jack se levantó y me estrechó la mano.
—Un placer —dijo.
— ¿Trabajan juntos?
Jack permaneció de pie.
—Sí, señora. Me acabo de mudar a la 72a Escuadrón de Fuerzas de Seguridad.
El Capitán Logan es mi jefe.
Miré a Henry con una ceja levantada. Mi primer impulso fue decir algo
gracioso pero me acordé mantener mi sarcástica boca bajo control. Henry era
el jefe de este chico y era necesario mantener un sentido de autoridad.
—Eso está muy bien —le dije en su lugar.
Henry me lanzó esa mirada azul h, con los ojos una vez más, haciendo ese
sexy deslizamiento abajo de mi cuerpo que se sentía como una caricia.
Me di la vuelta, harta de la reacción desleal de mi cuerpo por esas miradas.

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No era como si estuviera realmente atraída por Henry, sólo necesitaba un
buen polvo y pasó a ser el tipo más cercano disponible. Eso es todo lo que era.
Seguramente había otros chicos que pudieran estar interesados.
Me excusé, decidí que una larga carrera en el parque era justo lo que mi
cuerpo necesitaba.

Casi una hora más tarde estaba de vuelta en el apartamento, sudorosa y


frustrada todavía. Había corrido cuatro millas, sin embargo, mi corredor
misterioso nunca apareció. Di saltitos en la ducha con la esperanza de
enfriarme—funcionó la mayor parte, hasta después, cuando salí a la sala de
estar para encontrar que Henry definitivamente no estaba vestido. Nollevaba
camisa (¿este chico siquiera poseía una?) Y estaba sudoroso de ayudar a Jack a
mudar sus cosas los tres tramos de escaleras.
Él se dio la vuelta, así fui capaz de mirar tranquilamente sobre su musculosa
espalda, desde sus amplios hombros que disminuían progresivamente en su
espalda baja equitativamente en dos hoyuelos que caían por debajo de la
cintura de sus pantalones vaqueros.
Se dio la vuelta, limpiando su pecho con una camisa en ruinas.
—Oye, ¿qué es lo que quieres hacer esta noche?
Hmm, ¿qué quiero hacer esta noche, aparte de lo obvio?
—Estaba a punto de comer un sándwich de mantequilla de maní y leer un
libro—le dije con tanta naturalidad como pude.
Él arqueó las cejas.
— ¿Estás segura? Iba a pedir una pizza.
Mis ojos se movieron hacia su torso —tenía el mejor paquete de seis
abdominales que hube conocido en toda mi vida— antes de que mirara hacia
otro lado.
—Estoy segura.
Él ladeó la cabeza.
—Vamos. Me voy el próximo viernes. Pasa algún tiempo conmigo.
Bueno, mierda, ¿por qué tenía que ponerlo de esa manera? Sin embargo, sus
palabras ayudaron porque el inminente despliegue era el amortiguador
sexual que realmente necesitaba. El hecho era que se iba. Debería pasar

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tiempo con él.
—Está bien, está bien —le dije con un suspiro exagerado—. Pero por favor
ponte una camisa.
Sonrió y me lanzó el teléfono.
—Llama a la pizzería, ¿quieres? Sólo voy a meterme a la ducha.

Henry y yo comimos sentados en la alfombra, apoyada en el sofá de gamuza.


El sofá había sido la primera compra importante de Jason y había ordenado
que nadie comiera a un metro y medio alrededor de él cuando era todavía
nuevo. Después de su muerte, se convirtió en un ritual que observamos para
preservar la memoria de Jason.
Puse una película sobre superhéroes mientras cenábamos, contenta de tener
algo de distracción durante un tiempo.
—Si tuvieras cualquier súper poder —le pregunté—. ¿Cuál sería?
— ¿Cuál escogería, o con cual nacería? —preguntó, balanceando una botella
de cerveza entre las piernas—. Porque sí, nací con una superpotencia, diría
que es muy, muy ridículamente atractivo.
Le lancé una servilleta arrugada.
—No, quiero decir ¿Cual elegirías?
Él tomó un gran bocado de su tercera rebanada de pizza y masticó un
momento antes de decir:
—Elegiría la capacidad de volar.
—Huh, yo habría elegido invencibilidad para ti. —Así puedes salir ileso de la
guerra, quería añadir, pero no quería arruinar el estado de ánimo.
— ¿Para poder colarme en tu ducha y verte desnuda?
Le di una palmada en el brazo.
—No, invencible.
─Oh, eso invencibilidad —dijo con una sonrisa, luciendo más feliz de lo que lo
había visto en meses. Él tomó un trago de cerveza y dijo—: ¿Así que oye,
vamos a hablar de lo que pasó esta mañana?
La pregunta me tomó por sorpresa y mi cerebro luchaba por llegar a una
respuesta elegante.
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—Yo, eh...
—Porque creo que el elefante en la habitación debe ser abordado —dijo—. Y
no me estoy refiriendo a mi colosal tamaño.
Me eché a reír, finalmente encontrando mi voz.
—No eres tan grande, mi amigo.
— ¿Qué tan grande dirías entonces? —Él levantó las manos en sesenta
centímetros de distancia—. Así que así de grande, ¿no?
—Clarooo. —Me reí entre dientes, sintiendo la vergüenza fundiéndose en la
distancia—. Lo siento. No sé de qué se trata eso.
—Creo que eso se refiere a tu mano sobre mi polla. —Él se rió ante mi
reacción conmocionada y continuó—: ¿Preferirías que lo llame mi falo? ¿Mi
Hammerjack4? ¿Qué hay de mi espada de lucha5?
Escupí mi bebida, nunca había oído la última antes.
Los ojos de Henry brillaron con picardía.
—Para el registro, eres más que bienvenida a agitar mi mantequilla en
cualquier momento. En serio, mañana, tarde, noche, siempre.
Mi risa se quedó atrapada en mi garganta mientras sus palabras pintaron un
cuadro muy vívido en mi hiperactiva imaginación. Tomé un trago grande de
mi vaso de agua, dividida entre cambiar de tema y presionándolo para más
detalles sobre lo que podía hacer con su pene.
Empecé cuando él apretó la botella de cerveza fría en mi mejilla.
—Estás toda roja —dijo, con la cara de repente más cerca de lo que yo
recordaba. Tocó con su pulgar mi mejilla y recorrió a lo largo de mi
mandíbula—. ¿Alguna vez he dicho que me encanta tu cutis? Es como la
leche, tan cremosa pero siempre dispuesto a tomar color.
No podía respirar. No sabía qué demonios me había pasado, pero en algún
lugar entre descubrir su secreto y despertar con mis manos en sus pantalones,
me había delegado en alguien que apenas podía formar una frase coherente.
Yo no quería ser esa chica que es todos ojos saltones cuando un chico
atractivo le prestaba atención, pero no pude reaccionar a su cercanía de otra
manera.
Henry me tenía estupefacta. Cuando su pulgar trazó mi labio inferior, lo
perdí. O, mejor dicho, dejé que el alambre fino de control se rompiera.
Atravesé el espacio entre nosotros y lo besé, y él, por suerte, no se apartó. En
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su lugar, agarró la parte posterior de mi cabeza y profundizó el beso, la
lengua un lío resbaladizo, enmarañado. Suavemente mordió mi labio inferior
y luego se apartó, y me dio esa mirada oscura y caliente con la que había
fantaseado.
—Elsie, yo...
Esperé al resto de las palabras, pero no dijo nada más. Sólo se pasó una mano
por el pelo, luego se frotó la frente.
— ¿Qué es? —le pregunté, lista para que lo soltara y pudiéramos volver a
besarnos ya.
—Esto puede ser complicado —dijo finalmente.
—No tiene por qué.
Me miró a los labios durante mucho tiempo después, con un suspiro,
finalmente se reunió con mis ojos.
—Será mejor que no —dijo, poniéndose de pie—. Lo siento.

____________________
4
Hammerjack: al tener relaciones sexuales con una mujer cuando el hombre está a punto de eyacular
saca su miembro y lo golpea con una fuerza increíble usando su pene como un martillo en el estómago
de la mujer o su trasero, esparciendo su simiente por todas partes.
5
Porksword.

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Capítulo 4
Detonación
Traducido por kristel98
Corregido por lsgab38

No pude dormir en toda la noche, pensando en las caricias y el beso y lo que


dijo acerca de las complicaciones. Se iría en once días y no volvería durante
medio año, no nos haría ningún bien iniciar nada ahora, sobre todo algo tan
complicado como dormir juntos.
Sin embargo, una pequeña parte de mí lo quería de todos modos, quería
empujar a través de la barrera que nos había retenido durante todos estos
años y averiguar qué demonios había del otro lado. Todos estos años había
mantenido mi enamoramiento a raya, pensando que nada podría suceder
entre nosotros, que fuimos desterrados para siempre al desierto de la
amistad.
¿Qué si había alguna otra parte, un terminal en el medio en el que
pudiéramos estar juntos en cuerpo y mantener nuestros corazones separados
para no poner en peligro la amistad? ¿Ese tipo de lugar incluso existía?
Finalmente me quedé dormida cuando se me ocurrió una respuesta, las
posibilidades me llenaban con una sensación de esperanza.
Al día siguiente llegué a casa del trabajo con un plan y una bolsa de comida
para llevar, de Chili. Saqué los platos y comencé a preparar la comida cuando
Henry vino caminando fuera de mi dormitorio con pantalones de camuflaje y
una camiseta blanca que abrazaba sus músculos.
— ¿Qué hacías en mi habitación? —le pregunté con una ceja levantada.
Él levantó una funda de pierna de pistola que había utilizado por última vez
en Halloween cuando me había disfrazado de Lara Croft.
—Estaba haciendo mis cosas y no podía encontrar mi otra funda. Y he aquí
que ella estaba en tu habitación.
—Lo siento —le dije—. Supongo que se me olvidó devolverla.
—Ah, sí —dijo con esa mirada sexy, deslizándose de nuevo—. Puedes tener
esto primero, sólo tienes que usar ese traje todos los días.

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Estaba pensando por una réplica adecuada cuando la comida llamó su
atención.
— ¿Qué es todo esto? —preguntó, de pie delante de la encimera.
—Sólo quería recordarte lo que te perderás cuando te hayas ido.
—No estás jugando limpio.
Me incliné sobre el mostrador y apreté mis brazos juntos, como lo había
hecho en el bar, el escote de mi vestido cruzado era el marco perfecto para
mis bienes.
—Oye, cuando las tienes, las usas.
Los ojos de Henry se esforzaron de mantenerse al margen de su maldito
destino, mi escote, pero al final, el tirón gravitacional era demasiado. Tragó
saliva y frunció el ceño.
— ¿Qué estás haciendo?
Sostuve su mirada, tratando de transmitir mi mensaje.
—Recordarte lo que te pierdes.
Mi corazón latía salvajemente mientras me estudiaba, su expresión cambió de
la duda al deseo.
Después de lo que pareció una eternidad, se apartó del mostrador y se acercó
a mi lado, colocando sus manos en el borde del mostrador, esencialmente
capturándome en su lugar. A centímetros su cara de la mía, preguntó con voz
ronca:
— ¿Tienes alguna idea de lo que me haces?
Negué con la cabeza, pero no me importó.
Dio un paso más cerca, presionando su erección contra mi estómago.
—Me pones loco. —Bajó la cabeza y sentí su aliento en mi cuello, en mi oreja
—. Me haces desear algo que no puedo tener.
Mi aliento salió en jadeos desiguales cuando dije:
—Soy todo tuya, Henry.
Sus manos se agarraron de la falda de mi vestido, envolviendo hacia arriba en
sus puños.
—Te he deseado durante mucho tiempo, Elsie —dijo—. Si no estás segura
acerca de esto, dímelo ahora y daré un paso atrás y podremos volver a
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pretender que todo es lo mismo.
El dobladillo de mi vestido se levantó unos centímetros más arriba de mi
muslo mientras recogía más tela en sus manos. Estaba paralizada por la curva
de su labio superior, preguntándome cómo nunca había notado sus labios
perfectos hasta la actualidad.
—Elsie, dime —gruñó.
Tiré de sus chapas de identificacion y acerqué su cara a la mía.
—Te deseo tanto como tú me deseas —le susurré contra sus labios.
Sus manos se apoderaron de mi culo y me levantó en el mostrador al mismo
tiempo que su cabeza cayó hacia abajo por un beso. Deslizó el vestido hasta
los muslos, con las palmas caliente sobre mi piel, y de repente, sus manos
estaban dentro de mis bragas de encaje. Di un grito ahogado cuando sus
dedos encontraron mi entrada. Empujó un largo dedo dentro, y lo apretó
mientras gemía.
— ¿De verdad quieres esto? —preguntó, la duda seguía siendo evidente en su
voz. O tal vez sólo le gustaba oírme suplicar. Empujó otro dedo en el interior
y comenzó una carrera lenta y resbaladiza.
— ¿Qué piensas? —le pregunté, sabiendo que estaba empapada.
—Pienso —empezó a decir, moviendo los dedos hacia arriba de una forma
exquisita que me hizo jadear, alcanzando el lugar correcto—… Que… —Otro
movimiento—... Tú… —di un grito ahogado—… Eres… —Le apreté con
fuerza, intensificando las sensaciones—… Sexy…—Tan cerca.
—Joder. —Con eso, comenzó a mover los dedos con rapidez, y al cabo de
unos segundos, tiré la cabeza hacia atrás y acabéa su alrededor, mis piernas y
mis entrañas temblando mientras él seguía con el asalto.
Le agarré la cabeza y le di un beso, gimiendo en su boca.
—Quiero sentirte dentro de mí.
Él vaciló, mirando a su habitación, cuando agarré su cabeza y lo besé de
nuevo.
—Estoy tomando la píldora —le dije—. Y estoy limpia. ¿Lo estás tú?
—Oh, sí —dijo, y arrastró más besos por mi piel. Desabroché sus pantalones y
metí la mano en sus calzoncillos, envolviendo mis dedos alrededor de su eje
duro. Él agarró mi muñeca, impidiéndome acariciarle.

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—No. Quiero algo más. —se bajó los pantalones y calzoncillos, dejando libre
su gran polla.
Miré hacia abajo de forma adecuada, por primera vez, impresionada no sólo
por su longitud sino su grosor.
Henry era un chico grande con un gran juguete acorde.
— ¿Estás lista?
Cuando asentí, apretó la cabeza en la entrada y luego se deslizó en mi interior
de un sólo golpe limpio.
Di un grito ahogado, sintiéndome tan llena que podría explotar. Le apreté
mientras embestía, y luego se deslizó hacia atrás centímetro a delicioso
centímetro.
Apreté mi boca en su cuello para no gritar en voz alta, mi cuerpo era un
manojo de nervios a flor de piel.
—Elsie —dijo entre dientes, sus manos en mi trasero cuando comenzó a
aumentar el ritmo. Envolví mis piernas alrededor de su cintura, y se hundió
más profundo—. Te sientes tan jodidamente bien —gimió contra mi pelo.
Con eso me corrí de nuevo, el orgasmo estallando a través de mi cuerpo como
un blanco y caliente maremoto.
Henry dio un pequeño gruñido y bombeó más rápido, agarrándome con
tanta fuerza contra él que estuvo a punto de levantarme del mostrador. Con
un empuje final su cuerpo se puso rígido y apretó su cara contra mi cuello,
tratando de recuperar el aliento. Agarré la parte posterior de su cabeza y lo
sostuve apretado, sin querer dejarlo ir, queriendo retenerlo dentro de mí para
siempre.
Después de un momento, miró hacia arriba, con los ojos en un mar de
emociones. Parecía preocupado cuando dijo:
—Hay algo más que no he dicho.
Mi corazón se detuvo. No podía tener más malas noticias, no ahora.
—Estoy enamorado de ti, Els —susurró, como si tuviera miedo de ser
escuchado—. Te he amado desde ese día que por primera vez me cortaste el
pelo.
En lugar de hacer frente a la sorprendente confesión, me lancé directamente
en el recuerdo, cuando apenas tenía quince casi dieciséis años, en realidad, y
Jason y Henry estaban a punto de dirigirse a la universidad.
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Henry siempre había lucido el pelo más largo que a veces lo tenía que le
rozaba los hombros, pero tenía que tener el pelo corto para el ROTC. Desde
que mamá no estaba en casa, yo era la única calificada para usar las tijeras,
por lo que había llevado a cabo la tarea difícil, frenética y desgarradora de
cortar todo ese hermoso cabello oscuro y ondulado. Había sentido sus ojos en
mí por medio del espejo, pero mantuve mi atención, con cuidado de no
enviar a Henry a la universidad con un torcido corte de pelo. El sabotaje se
me ocurrió en un momento de puro egoísmo —pensar que las
desvergonzadas universitarias podrían dejarlo solo si tenía una calva en un
lado de la cabeza— pero al final no pude hacerlo. Ya estaba desfigurando algo
hermoso, cortando la cosa que nos unía, y no podría posiblemente estropearlo
aún más.
Cuando terminé, lo miré a través del espejo, y se había ido el chico que conocí
una vez. En su lugar había un joven pulcro, listo para enfrentarse a la
academia y el mundo, y finalmente hundida en que él estaba dejándome.
Nunca volvería a vivir a sólo dos calles de distancia, nunca más vendría a
pasar el rato y jugar videojuegos.
Mi corazón se había roto diez veces ese día.
Pero ahora mismo el chico que estaba en mis brazos, me decía que estaba
enamorado. Y yo estaba confundida como el infierno. Pensé que podía leer
todos sus pensamientos, pero su confesión me sorprendió, me hizo
preguntarme si yo lo conocía en absoluto.
—No sabía... —empecé—. Pensé que esto era sólo sexo.
Él se echó hacia atrás como si hubiera pulsado un hierro caliente en su pecho.
—En todo el tiempo que has vivido aquí, ¿cuántas veces me has visto sólo
teniendo sexo con una mujer?
Me encogí de hombros, pensando en todas las mujeres que habían
acompañado a Henry a nuestra casa. Había tenido dos novias desde que vivía
aquí, y ambas duraron al menos unos cuantos meses, sin duda más que una
aventura de una noche.
—Ninguna —le dije con un hilo de voz.
Me sentí vacía cuando se retiró de mí y se subió los pantalones de camuflaje,
como si de alguna manera hubiera devuelto todo el placer que me había dado
sólo unos minutos antes. Negué con la cabeza, preguntándome cómo
demonios se habían descarrilado las cosas tan rápido.

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—Así no es como se supone que debería ser.
Me lanzó una mirada inquieta diciéndome que no esperaba este final
tampoco, pero como un caballero, me ayudó a bajar de la mesa y enderezó
mis ropas.
—Bueno —empezó a decir, tratando de tener un tono más ligero—, gracias
por el buen sexo. Comeré las costillas más tarde.
Si trataba de herirme, lo había conseguido. Con el pecho dolorido, le vi tomar
las llaves del gancho e irse.

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Capítulo 5
Bajo Los Fragmentos Rotos
Traducido por Ilka & Lucia A
Corregido por Noemí

Durante mi último año escolar Henry vino a casa para las vacaciones de
Navidad unos días antes que Jason. La última vez que había visto a Henry
había sido casi un año antes y si yo pensaba que me veía mayor, Henry me
ganaba. Venía conduciendo a casa desde la escuela cuando vi a esta persona
parada en la entrada de mi casa con sus manos en los bolsillos de su chaqueta,
luciendo increíblemente familiar pero muy crecido para ser el niño que yo
conocía.
Estacioné en la acera y corrí hacia él. Olvidándome por un momento de mí,
mientras me lanzaba a sus brazos.
— ¡Henry! —lloriqueé, envolviendo mis brazos tras su cuello—. ¿Cuándo
llegaste?
El rió y me bajó.
—Hace sólo una hora.
Se mantuvo a la distancia de un brazo con una pequeña sonrisa jugando en el
borde de sus labios. Me tocó el pelo, que lucía más corto y los rizos se habían
relajado un poco.
—Te ves tan diferente.
—Bueno tú… —Lo miré buscando las palabras. Él siempre había sido alto
pero durante el año pasado se había agrandado y realmente tenía sombra de
barba. Yo acaricié su mandíbula y me reí sintiendo hormigueo por la
sensación y por el chico que estaba delante mío.
—Elsie…
Ambos nos volvimos hacia la voz y recordé de pronto que tenía un pasajero
en mi auto ese día. Me separé de Henry como si me hubiesen atrapado en
algo indecente y me volví hacia Zach, mi nuevo novio.
—Hola Zach —dije en mi tono más casual—. Este es Henry, el mejor amigo
de mi hermano.
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Me giré nuevamente hacia Henry y me contuve por la mirada que vi en su
rostro, una mezcla confusa entre traición y decepción. La expresión se
disolvió en una cordial sonrisa un momento después y nunca volví a ver esa
mirada nuevamente. Hasta hoy.

Henry no había vuelto a casa para el momento en que me fui a la cama.


Revisé mi teléfono varias veces, segura de que ya me habría enviado algún
mensaje de texto, incluso si sólo fuera para regañarme. Él y yo peleábamos
como hermanos regularmente, pero nunca antes me había dolido. Nunca
antes nos habíamos sentido tan insignificantes.
Él me amaba.
Esa confesión era una bomba que llegaba cuando menos lo esperaba. Ahora
todas sus acciones, todas esas miradas largas y silenciosas que me había dado
me producían duda. ¿Qué había pasado por su mente todo este tiempo?
Supongo que no importa cuánto creas que conoces a alguien, la dura realidad
es que nunca llegas a conocer realmente a nadie.
Me desperté en algún momento en la noche cuando las bisagras de mi puerta
crujieron al abrirse y oí los suaves pasos de Henry cruzando la habitación. La
cama cedió bajo su peso mientras él se subía y se acurrucaba en mi espalda.
—Te amo Elsie —dijo Henry, enterrando su rostro en mi pelo—. Sólo quería
que lo supieras antes de que me vaya.
Mi corazón saltó en mi pecho ante la ternura de su voz.
—Gracias por decírmelo —dije—. ¿Por qué no lo dijiste antes?
Él se giró y descansó su mejilla en el costado de mi cabeza.
—No lo sé. Eras sólo una pequeña niña pero en algún punto del camino
pasaste de ser la molesta hermanita de Jason a esta hermosa mujer
resplandeciente.
Agarré sus muñecas y arrastré sus brazos alrededor mío, sus palabras
calentaban mi corazón.
—Luego de que Jason muriera, sentí que tenía que llenar su espacio y ser tu
hermano mayor. No se suponía que tuviera sentimientos románticos por ti —
dijo—. Pero que Dios me ayude, no puedo evitarlo. No cuando vivimos en el
mismo apartamento, pasando tanto tiempo juntos. Mira, no necesito que me
digas que también me amas si no lo sientes así. Sólo quiero que esta noche lo

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sepas, estar contigo significó algo.
Me giré en sus brazos y lo miré a la cara.
—No fue sólo sexo para mí tampoco. Y sí, te quiero Henry, pero aún no sé si
estoy enamorada de ti.
Él asintió, presionando su frente contra la mía.
—Puedo manejar eso.
—Pero sí te necesito.
— ¿Si? —preguntó con una sonrisa picante.
—Necesito que te quedes si ésta cosa entre nosotros termina. No puedes sólo
mudarte y echarme fuera de tu vida.
Él asintió solemnemente.
—Y necesito que vuelvas vivito y coleando. —Mi pecho se sintió oprimido,
con la certeza de que él nunca volvería, pero pretendí no sentir eso. Después
de todo, qué sabía yo, no soy psíquica.
—Haré mi mejor esfuerzo. —Sus manos se metieron bajo mi camiseta y me
acariciaron arriba y abajo por mi espalda—. Necesito que hagas algo por mí.
—Lo que sea —inspiré, la sensación de sus palmas ásperas enviaban
cosquillas a mi cabeza.
—Necesito que estés aquí cuando vuelva.
Besé la punta de su nariz.
—Estaré aquí. No me iré a ninguna parte.
Y entonces estábamos el uno sobre el otro. Nuestras manos acariciando,
apretando, tocándonos con total abandono. Nos arrancamos la ropa con la
velocidad nacida del deseo. Gemí cuando su piel desnuda tocó la mía, mis
senos se estrellaron contra su pecho mientras nos besábamos. Se agachó y
tomó uno de mis pezones en su boca, succionando fuerte y arqueé mi espalda
y froté mis dedos por su cabeza urgiéndolo. Él se movió al otro pecho,
dándole la misma atención que al anterior. Chillé cuando lo mordió,
causando un flujo húmedo inmediato en mi entrepierna.
Él lamió el valle entre mis pechos, luego se movió hacia abajo, imprimiendo
besos en mi estómago, mi ombligo y el interior de mis muslos. Una sonrisa
destelló en su rostro un momento antes de desaparecer entre mis piernas.
Había recibido sexo oral de un solo hombre antes, sabía cómo se sentía una
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lengua ahí abajo pero Henry estaba en un nivel completamente diferente. No
me interesaba saber dónde había aprendido esos movimientos pero su lengua
era maestra mientras lamía y se deslizaba por mis pliegues de una forma
lánguida pero firme. Inspiré profundo cuando su lengua empujó dentro de
mí y toda su boca cubrió mi monte, formando un vacío de placer.
—¡Oh! Dios —suspiré, tomando su cabeza mientras mis entrañas se aferraban
a su lengua, esperando por más. No habría nunca suficiente de él dentro de
mí. Mi espalda se arqueó sobre la cama y cuando estaba cerca de terminar, el
desesperante hombre se apartó—. ¿Qué? ¿Por qué te detuviste? —lloriqueé.
Él se posicionó sobre mí.
—Porque sí. —Fue todo lo que dijo antes de enterrarse en mí y hacer vibrar el
orgasmo por todo mi cuerpo. Salió y volvió a entrar hasta el fondo, dándome
otra ola que sortear. Grité la tercera vez que se enterró en mí, el orgasmo
seguía y seguía.
Entonces se detuvo, con sus ojos cerrados y sus cejas juntas, disfrutando la
sensación de mis paredes vaginales cerrándose en torno a él.
—Elsie… —dijo con una voz temblorosa, se retiró lentamente y entró incluso
más lento, continuó la lenta tortura a un paso que me hacía apretar sus
glúteos, urgiéndolo a ir más rápido. Pero mantuvo su paso sin prisa, con sus
brazos a ambos lados de mi cabeza mientras nos besábamos tiernamente.
Henry me estaba haciendo el amor.
Darme cuenta de eso fue como si una avalancha me pasara por encima y yo
quedara enterrada bajos los restos. Aparecieron lágrimas en los bordes de mis
ojos mientras lo miraba, sin poder creer que este hombre, quien una vez fue
sólo un niño, fuera mío. Al menos por el momento.
Enrollé mis piernas alrededor de él y lo urgí para entrar más profundo. Él
nunca aumentó la velocidad, nunca dudó en su estable confianza y sentí otro
orgasmo bullendo dentro. Con cada entrada y salida mis músculos
apretándose cada vez más, mi cuerpo convertido en un espiral hacia él hasta
la estocada final que me quebró, me hizo gritar su nombre mientras él gritaba
su liberación.
Más tarde hizo lo atípico y se quedó en mi habitación, durmiendo en la cama
de la que había protestado —demasiado suave y huele a niña— hace siglos,
envuelto alrededor mío como mi propia manta de hombre. Y por primera vez
en mucho tiempo, desde la muerte de Jason, realmente me sentí en un
profundo y contenido sueño.

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***
¿Saben de esa frase sobre dar un paso atrás para tener una mejor perspectiva?
Bueno yo no lo necesitaba; todo lo que necesitaba eran seis horas de sueño.
Cuando me desperté a la mañana siguiente con la visión del rostro dormido
de Henry junto a mí, mi corazón casi estalló con un sentimiento tan agudo,
tan feroz, que sólo un tonto podría confundirlo con algo más.
Había estado eludiéndome a mí misma todos estos años. Pensando que
podría vivir toda mi vida como nada más que compañeros de habitación.
Pensé que lograría extinguir exitosamente la antorcha que ardía dentro de mí
por él, pero en el espacio de unos pocos días, las cenizas habían retomado y
toda la maldita cosa prendió en una hoguera.
Estaba locamente enamorada de Henry: siempre lo había estado,
probablemente siempre lo estaría.
Admitir eso me aceleró y me asustó terriblemente. Era como la sensación de
tirarse hacia atrás en un columpio, sentir la adrenalina y ver el mundo desde
una perspectiva completamente distinta y aun así saber que habría grandes
posibilidades de que me estrellara contra el concreto.
Pero sabía, mientras arrastraba mi dedo gentilmente por su frente a través del
puente de su nariz, que éste era un riesgo que estaba dispuesta a asumir.
Cuando mi dedo alcanzó sus labios, él abrió su boca y mordió mi dedo.
—Buenos días —dijo con una sonrisa dormilona. Alcanzó mi hombro y
deslizó su palma por mi cintura y mi cadera—. Estoy un poco triste de
despertar y encontrarte tocando mi nariz, en vez de… otras cosas.
Me estiré para bajar y solucionar la situación cuando revisé mi reloj en la
mesita de noche. Me senté con un pesado suspiro.
—Tengo que alistarme para el trabajo.
Él hundió su cabeza en la almohada y gruñó.
—No, no, no. —Y entonces agitó una mano delante de mi rostro y dijo—: Hoy
te tomarás un día por enfermedad.
—Sólo si pudiera, Henry Wan Kenobi6, pero tengo clientes importantes que
vendrán hoy —dije dándole un último y pausado beso—. Continuará.
El trabajo fue insoportable. Mi reunión con The Oklahoman sobre el rediseño
de su página web, tomó mucho tiempo a medida que elaborábamos el diseño.
Para ser honesta, probablemente tardé más tiempo porque mi mente no
estaba en esa sala de conferencias, sino en la Base de Fuerza Aérea de Tinker,
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donde Henry trataba de completar su lista de verificación previa al
despliegue.
Sólo teníamos una semana para estar juntos, me parecía una lástima perderla
apartados, pero ¿qué podríamos hacer? Éramos adultos con
responsabilidades, incluso si actuábamos como adolescentes enamorados.
Justo antes del almuerzo, el sitio web de un cliente falló y, puesto que era mi
proyecto, me vi obligada a abandonar mi idea de tomar un largo almuerzo
para visitar a Henry y solucionar el problema en su lugar. Así que agaché la
cabeza y me puse a trabajar, con la esperanza de ser capaz de saltar fuera del
trabajo por lo menos temprano.
____________________
6
Obi-Wan Kenobi es un personaje ficticio de la saga la Guerra de las Galaxias

Alrededor de las doce y media se produjo un alboroto fuera de mi cubículo,


pero yo no quería tener nada que ver con eso. Gideon, mi vecino gay,
apareció sobre la pared y me dio una sonrisa rara.
—Tienes un visitante —dijo y señaló con el pulgar hacia el mostrador de
recepción.
Levanté la mirada para encontrar a un guapo capitán en su ABUs7 caminando
hacia mí, con una gorra y una rosa roja en la mano. Mi corazón hizo un
pequeño salto, feliz ante la visión de él, luciendo tan apuesto en el uniforme
que ya le había visto usar antes cientos de veces. Él deslizó su boina en un
bolsillo del pantalón y me entregó la rosa.
Las cabezas de mis compañeros de trabajo surgieron de sus cubículos una por
una, como los perros de la pradera, mostrando sonrisas cómplices y saltando
hacia abajo de nuevo. Tiré de Henry dentro de mi cubículo y lo forcé a
sentarse en mi silla, con la esperanza de que un miembro de la gerencia no
decidiera pasar en ese momento.
—Bueno, hola —dijo y me tiró sobre su regazo.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y tomé su hermoso rostro
ávidamente.
— ¿Quieres ir a la sala de conferencias en la planta superior? —susurré en su
oído—. Debería estar vacío a esta hora del día.
Henry parecía muy tentado, pero movió la cabeza.

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—Realmente quiero, pero tengo que regresar a trabajar. Sólo vine aquí para
entregarte esto —dijo, inclinándome hacia atrás y plantando un beso
abrasador en mis labios.
Salimos a la superficie unos minutos más tarde, completamente encendidos y
sin ninguna manera de abordarlo. Con un suspiro, me levanté y salimos de
nuestro propio y pequeño mundo.
Él me hizo un gesto cortés.
—Señora —dijo formalmente luego se inclinó y sopló en mi oído—,
continuará.
Cuando se fue, algunas personas caminaban por mi cubículo para preguntar
sobre la rosa y el guapo aviador que la había traído. La pregunta inevitable:
—Así que ¿él es tu novio? —preguntaban, pero por primera vez, cuando se
trataba de mi relación con Henry, yo no sabía qué decir.
***
____________________
7
ABUs: abreviatura para el Uniforme de Combate de Aviador

De camino a casa me quedé atrapada detrás de cada vehículo lento o camión


en Oklahoma. Era una conspiración; eso ero lo único que podría explicar por
qué todo el mundo parecía estar en un gran plan para impedirme llegar a
casa. Pero en cuanto abrí esa puerta, corrí a mi hombre —sí, en mi mente ya
lo había reclamado— y salté a sus brazos. Decir que devoré su rostro era una
especie de eufemismo.
Henry se apoyó en el sofá y se sentó, llevándome con él. Masculló algo acerca
de poner los filetes en la parrilla, pero un tornado podría haber zumbando
más allá de nuestra ventana ahora mismo y no podría haberme arrancado del
sofá. En cambio, bajé la cremallera de sus pantalones, hice a un lado mis
bragas y lo empujé dentro de mí.
Más tarde, después de que finalmente decidimos cocinar y comer la cena, nos
acostamos en su cama, saciados y soñolientos. Él estaba acostado sobre su
espalda y yo estaba de lado sobre la cama, con la cabeza apoyada en su
estómago mientras hablábamos sobre el pasado, con demasiado miedo para
hablar sobre el futuro— en caso de que no tengamos uno.
—¿Qué hay de ese tipo con el que saliste en tu último año? —preguntó Henry
—. ¿Salieron mucho tiempo?

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Sonreí contra su estómago.
—¿Estás celoso?
—Lo estuve.
Pasé mis dedos por la suave piel que cubría sus costillas.
—Sólo salimos hasta después de año nuevo —dije—. Ojala me hubieras dicho
cómo te sentías.
—Casi lo hice unas cuantas veces. —Enredó su dedo en un mechón de mi
cabello rizado—. Llegué a casa temprano esa Navidad para pasar algún
tiempo contigo sin Jason alrededor.
— ¿Me lo habrías dicho en ese entonces?
Se encogió de hombros.
—Tal vez. Si todas las estrellas se alineaban. Pero creo que no lo hicieron. —
Sus ojos azules me observaron un largo tiempo hasta que se convirtió en algo
incómodo.
— ¿Qué? —le pregunté, cubriendo mi rostro con mi mano. Me asomé a través
de mis dedos y sonreí.
Tiró de mi mano.
—Me preguntaba que podría pensar Jason.
—Él probablemente te derribaría al suelo, tal vez poniendote un ojo morado
o un labio ensangrentado. —Me gustaba pensar que Jason lo hubiera
aprobado.
—Suena como Jason —respondió con una sonrisa irónica. Apretó la palma de
su mano en mi mejilla—. Creo que él lo sabía un poco. Yo siempre le
preguntaba por ti, tratando de colar tu nombre en las conversaciones. Cada
vez que hablamos de volver a casa, él me preguntaba si deseaba verte, pero
yo sólo lo ignoraba.
Sonreí con tanta fuerza que mis mejillas dolieron.
—Tú querías abrazarrrrrmeeee, tú querías besarrrrrmeee —le dije con voz
cantarina.
Él se sentó y me hizo cosquillas, nos retorcimos alrededor en la cama como
niños hasta que su teléfono vibró en la mesita de noche. Miró el identificador
de llamadas y me dijo:

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—Tengo que tomar esto.
Me despedí y fui a usar el baño. A mi regreso, me alcancé a ver en el espejo e
hice una pausa. Mi pelo estaba enredado y cualquier rastro de maquillaje
había sido borrado de mi cara, y sin embargo lucía positivamente delirante de
felicidad. Finalmente vi el resplandor del que Henry había estado hablando.
Llevaba puestos los pantalones y una expresión grave cuando me reuní con él
en la cama.
— ¿Qué pasa? —le pregunté—. ¿Todo bien?
—Era el comandante —dijo en una voz que hizo que los pelos de mi brazo se
erizaran.
No quería escuchar cualquier mala noticia que se avecinaba, pero yo había
pedido honestidad y ya era demasiado tarde retirarlo.
— ¿Qué pasa?
—La fecha de implementación ha cambiado.
Un pequeño pensamiento esperanzador brotó en mi pecho.
— ¿Se ha retrasado?
—Se ha adelantado.
Dolorosamente pregunté expresando el pensamiento que se había alojado en
mi garganta.
— ¿Cuándo?
Una tristeza se apoderó de los hermosos rasgos de Henry.
—Para este viernes. En dos días, a partir de ahora.
Ese fue más o menos el momento en el que bajé del columpio y caí de bruces
en el suelo.

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Capítulo 6
Cambio y fuera
Traducido por kristel98
Corregido por Sarii

Nos abrazamos esa noche, ni una sola vez perdiendo el contacto mientras
dormíamos. Lo apretaba contra mi pecho, temerosa de perder su calor, y a su
vez él me acurrucó en sus brazos con sus labios pegados a mi cabeza.
Me desperté con un sobresalto alrededor de dos horas, casi hiperventilando
con la idea de que yo ni siquiera le había dicho lo que sentía.
—Despierta —le susurré contra su pecho, alejándome.
Era difícil despertarlo después de la noche que habíamos tenido, pero tenía
que decirle. Estábamos quedándonos sin tiempo rápidamente.
—Henry, despierta.
— ¿Sí? —gruñó, con los ojos cerrados. Me llevó contra su pecho.
—Tengo que decirte algo.
— ¿Me lo puedes decir mañana? Estaba teniendo un bonito sueño. —Me
empujó contra él.
—No, necesitas saberlo ahora.
Sus ojos permanecían cerrados.
— ¿Así que...?
—Te amo —le susurré.
Henry estaba tan quieto que si no fuera por su latido del corazón rápido,
podría haber pensado que había vuelto a caer dormido.
Lo empujé con el codo.
—He dicho que estoy enamorada de ti.
Una esquina de su boca se curvó hacia arriba.
—Ya lo sabía.
— ¿Qué? ¿Por cuánto tiempo? —Por fin abrió los ojos y los fijó en mí.
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—Siempre has estado enamorada de mí. Sólo necesitabas tiempo para
recordar.
—Pero...

Se rió al ver mi expresión estupefacta y me llevó de vuelta a sus brazos.


—Yo también te amo, Els. Ahora vuelve a dormir.

Al día siguiente, llamar a y alegar enfermedad, pero Henry tenía un montón


de cosas de últimos minutos que cuidar, como asegurarse de que su
formación y documentos médicos estuvieran al día.
—También tengo que actualizar mi testamento —dijo mientras nos bebíamos
el café de la mañana sentada sobre su regazo.
Su testamento.
Mi columna se puso rígida, esa única palabra estallaba mi pequeña burbuja de
felicidad. De repente, mis temores se hicieron carreras atrás, aplastando mis
pulmones.
Henry sintió el repentino cambio de humor. Escruto mis ojos y dijo:
—Voy a estar bien. Actualizar mi testamento es sólo una costumbre.
Me puse de pie y me enfrenté a él, intentando tragar mis temores.
—Por supuesto que sí —le dije, dándole un último beso—. Bueno, me voy.
Sus manos descansaban en la parte posterior de mis piernas y las deslizó
hasta mi falda.
—Que tengas un buen día —dijo con voz ronca, sus dedos jugando con el
borde de mis bragas.
Le di un beso y se apartó.
—Adiós.

Tomaba mi comida en la mesa, volviendo la cabeza cada vez que alguien


pasaba, esperando que Henry hubiera encontrado un trozo de tiempo para
venir a verme otra vez, pero él no vino. Me quedé mirando la rosa roja que
estaba dentro de un jarrón de cristal con agua y tomaba mi comida como un
zombi. Ni siquiera podía decir lo que comía, no prestaba atención eso.
Después del trabajo corrí a casa, nerviosa con el conocimiento de que los
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segundos corrían. Mientras me dirigía me convencí de vivir el momento,
pretender que el mañana no existía, y casi tuve éxito hasta que entré en la
sala y encontré un montón de sus cosas en el suelo. Dos bolsas de lona verde
oscuro con su nombre bordado en el lado, ABUs plegados, botas de color
canela, guantes, un casco. Mi corazón se detuvo cuando mis ojos se posaron
sobre un chaleco antibalas. Lo agarré, preguntándome cómo algo que ni
siquiera era tan pesado podría proteger a un hombre grande como Henry
cuándo no había sido lo suficiente para salvar mi hermano.
Esto estaba sucediendo realmente. Henry realmente iba a marcharse mañana.
—Yo no sabía que estabas aq… —Henry se detuvo cuando me vio. Tengo que
haber parecido un desastre, pero no lo mencionó—. Tengo algo que mostrarte.
—me tendió la mano y me levantó del suelo. Caminamos a través de la sala y
abrió la puerta corrediza que conducía al balcón.
—Yo quería que tuvieras tu viaje de campamento —dijo, haciéndose a un lado
para que yo pudiera ver. Él había colocado una de nuestras alfombras de
cocina en el balcón de cemento y levantó una carpa en él. Junto a ella había
una estufa de acampar y dos brochetas de metal.
Me asomé a la tienda y encontramos nuestras bolsas de dormir con
cremallera juntos para hacer una de gran tamaño.
—Lindo.

—Pero hay más —dijo, y produjo de una caja de galletas de Graham, una barra
de chocolate de Hershey, y una bolsa de malvaviscos.
—Tú has pensado en todo, Capitán Logan —le dije con la mejor sonrisa que
pude. Le di un beso, empujando los pensamientos tristes a la parte posterior
de mi cabeza, fingiendo por lo menos esta noche que la pila de cosas en la
sala de estar no existía.

Tener sexo en una tienda no es tan malo, pero cuando estás suspendida tres
pisos con un hombre de un metro ochena por encima de ti, puede ser
francamente difícil. Así que cambiamos de posición y le monté, con la
esperanza de que las paredes de la carpa no fueran de ninguna manera
transparentes. Mi cabeza me seguía golpeando las varillas de metal, así que
tuve que agacharme, dando a Henry un amplio acceso a mis pechos. Él los
tomó en sus manos, devorando cada uno de ellos, mientras yo balanceaba
adelante y atrás con cuidado. Traté de memorizar la forma en que me llenaba,
el gruñido sexy que hizo cuando me apretó más duro. Estaba tan adentro, él

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se apretaba contra mi corazón.
Tapé su boca con la mía cuando me vine, con miedo de hacer mucho ruido y
lo oyeran los vecinos, pero lo que realmente quería hacer era gritar,
despotricar que no era justo. Finalmente había encontrado el amor de mi
vida, pero ahora él tenía que irse. Pusé toda la emoción en un beso, sabiendo
que Henry lo compartía conmigo, lo sentía conmigo. No éramos si no dos
partes de un todo mayor.
Más tarde, abrimos la cremallera del dosel del techo y miramos hacia las
estrellas mientras nos tumbamos envueltos uno en el otro. El aire de la noche
estaba frío, pero Henry era cálido y ahuyentó los escalofríos provocados por
el miedo.
— ¿Tienes miedo? —le pregunté, jugando con sus chapas de dentificación,
tratando de no pensar en lo que representaban.
—No. Esto es por lo que he estado entrenando —dijo—. Mucha gente confía en
mí para mantenerlos a salvo.
Pero, ¿quien trabajaba para mantener a Henry a salvo?
—Estoy segura de que vas a estar bien —le dije, empujando el pensamiento.
Podría ser tan Eeyore8 a veces.
—Els —comenzó tímidamente—. ¿Tú quieres ser eso?
Giré mi cabeza para mirarlo.
—¿Qué quieres tú?
—Quiero que seas mía solamente —dijo, y añadió con una sonrisa—. Y
vistiendo traje de Lara Croft, en todo momento, pero para mis ojos
solamente.
—Codicioso.

Fijó esa mirada azul intensa en mí.


—He esperado un infierno de tiempo por ti. No voy a compartir con nadie
más.
—Quiero que seas toda mío también —le dije—. Y si alguien trata de robarte de
mí, haré un fuste de puta.
Sentí las vibraciones a través de su pecho mientras se echó a reír.
—Entonces está decidido. Eres mi novia.

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—Está decidido —dije con una leve inclinación de cabeza—. ¿Qué habrías
hecho si hubiera dicho que quería ver a otras personas?
Se encogió de hombros, de modo que su confianza se desarmó.
—Ni siquiera se me ocurrió.
Henry me despertó suavemente de un sueño, alejándome de los disparos y la
sangre.
____________________
8
Eeyore: Es un personaje del libro Winnie the Pooh de A.A. Milne. Generalmente se le representa como
un viejo burro de peluche gris bastante pesimista, melancólico y deprimido, que es un amigo del
protagonista, Winnie the Pooh.

—Estabas teniendo una pesadilla otra vez —dijo, frotando mi brazo.


—Yo no estaba gritando, ¿verdad?
—No. Estabas respirando extraño, casi como si fueras a llorar.
Todavía era temprano y yo estaba todavía con sueño, pero luché por
mantener los ojos abiertos aunque sólo sea para mantener las imágenes
sangrientas a distancia. Ni siquiera podía pensar en quien me consolaría de
los malos sueños una vez que Henry se fuera. Supongo que tendría que ser yo
por un tiempo.
Alargó la mano hacia el reloj que él había colgado en la barra de la tienda.
—Vuelve a dormir. Son solamente las cinco.
—Henry —susurré, apretando una mano contra su pecho—. Hazme el amor.
Su corazón comenzó a acelerarse bajo mi palma y yo sabía lo que pensaba, lo
que los dos estábamos negando a reconocer: que esta era la última vez que
haríamos el amor antes de que él abordara el avión.
Su voz se quebró al decir:
—Te amo, Elsie. —Me besó mientras levantaba la pierna. Di un grito ahogado
cuando él se abrió paso, mis nervios cantando mientras me llenó una vez más.
Hicimos el amor en nuestros lados, agarrando mi cadera para aprovechar
cuando se dirigía a mí. Sus movimientos eran menos amables, más urgente y
yo le correspondía, tratando de prolongar el final que inevitablemente
vendría. Pero muy pronto, me encontré estremeciéndome a su alrededor, lo
que provocó su propia liberación. Se aferró a mi cadera, agarrándome a él

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cuando se quedó sin aliento en mi oído.
—Te amo tanto —me asfixié, abrazándolo con tanta fuerza que apenas podía
respirar—. Regresa a mí.
***
Demasiado pronto, llegó el momento de decir adiós. Estábamos parados en el
aparcamiento en la base, un variopinto grupo de aviadores y su familia.
Henry me tomó la mano mientras estábamos sobre los bordes exteriores de la
multitud, mirando a la gente despedirse, incluso antes de que llegara el
autobús que finalmente les llevaría al hangar9.
Yo estaba manteniendo la calma relativamente bien dadas las circunstancias.
Cada vez que un sollozo brotaba de mi pecho, contuve la respiración y conté
hasta cinco. Estaba funcionando hasta que vi a una familia -madre, padre y su
hija de unos cuatro años-. La mujer era la de uniforme y sus ojos ya estaban
rojos por las lágrimas. Ella respiró profundamente, se inclinó a la altura de los
ojos de su hija y le dijo que fuera fuerte para papi. Que la amaba y la echaría
de menos. La niña asintió con valentía mientras sus labios temblaban.
Cuando la mujer intentó ponerse de pie, su hija tomó la manga.
—Mamá, no te vayas —dijo con su vocecita y su madre rompió en llanto.
Ese fue el momento en que lo perdí completamente.
Di la espalda a Henry para que no tuviera que ver mi rostro arrugado, pero él
lo sabía, me apretó la mano y me llevó a su lado, sosteniendo mi cabeza
contra su pecho mientras me protegía por última vez. Lloré con él, tratando
de respirar su aroma a través del material grueso de su ABUs. Finalmente,
cuando la señal para cargar el autobús llegó, tomé una respiración profunda y
me recompuse.
Henry levantó mi barbilla y me besó con ternura.
—Voy a estar de vuelta pronto, no te preocupes —dijo con una sonrisa
arrogante que no llegaba a sus ojos—. Seis meses pasan volando.
—Voy a estar esperando. —Lo observé recoger sus maletas ya de pie, estirando
mi cuello cuando fue tragado entre la multitud, tratando de atrapar una
última mirada del hombre que se había apoderado de mi corazón por
completo. No volví a verlo hasta que el autobús comenzó a alejarse y lo vi
saludando a través de la oscura ventana.
Y entonces Henry se había ido.

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____________________
9
Hangar: Cobertizo grande y abierto, de techo sólido, destinado a guardar o reparar aparatos de
aviación

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Este es un breve extracto de BESIEGE, segunda parte de la saga en la serie de
DISARM:

Besiege
Traducido por Lucia A.
Corregido por LadyPandora

Henry se había ido. El autobús dobló la esquina y desapareció de mi vista.


No voy a mentir, esa fue una de las cosas más difíciles que he sufrido.
Llevé su Mustang a casa con las lágrimas corriendo por mis mejillas. No me
importaba. Acababa de decir adiós a mi mejor amigo, a mi compañero de
habitación y al amor de mi vida. Si eso no me hace merecedora de un
momento de lloriqueante debilidad, entonces no sé qué lo hace. Incluso el
policía que me detuvo por exceso de velocidad en la I-45 le echó un vistazo a
mi cara y lo supo.
— ¿Vienes de la base? —preguntó. Asentí, secándome la cara, ya que no
quería que pensara que usaba unos lagrimones para librarme de una multa.
—Sí.
— ¿El despliegue?
Volví a asentir. Genial, iban a ponerme mi primera multa por velocidad, mi
primera multa y punto.
—Mi hijastro también se fue hoy —dijo el policía.
—Apesta, ¿no? —pregunté, sollozando.
—Él se echó a reír.
—No para mí. —Miró mi permiso de conducir y el seguro de Henry y me los
devolvió—. Voy a dejarte ir sólo con una advertencia.
¿En serio?
— ¿En serio?
—Los despliegues son duros —dijo—. Sólo mantente a menos de sesenta y
cinco, ¿de acuerdo?
Le di una sonrisa, su misericordia puso el punto brillante a mi día nublado.
—Gracias, oficial. Lo haré.

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Temía entrar en nuestro apartamento, y con razón, porque tan pronto como
entré, la soledad casi me asfixió, como si la ausencia de Henry absorbiera todo
el oxígeno del edificio.
—Puedo hacerlo —le dije al lugar e intenté seguir el día como si fuera
normal. Inmediatamente, deseé haberme tomado el día libre en el trabajo. El
día entero y el fin de semana por delante se extendió frente a mí, con
holgazanear y lloriquear como las únicas tareas de mi agenda.
Decidida a no ir por ese camino, me puse un chándal y me fui al parque
Earlywine, esperando que las endorfinas desatadas cuando corriera hicieran
algo para levantar mi estado de ánimo.
Una hora después, las endorfinas no habían sido ni vistas ni sentidas. Había
agotado con éxito mi cuerpo de manera que apenas pude mantenerme
erguida mientras tomaba una ducha, lo que sólo se añadía a la sensación
general de tristeza que llevaba como una segunda piel. Esa noche me metí en
la cama de Henry, preguntándome quien me sostendría cuando me
despertara en mitad de una pesadilla. Me dormí allí, abrazando la almohada
contra mi pecho e inhalando su aroma. Con los ojos cerrados, casi podía
convencerme de que dormía a mi lado. Los próximos seis meses iban a ser un
infierno.

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Sinopsis
La historia de Elsie y Henry continúa...
Elsie ha esperado por seis largos meses el regreso de Henry desde su
despliegue en Afganistán. Pero aprende que, a veces, la persona que va a la
guerra rara vez es la misma que llega a casa...

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Capítulo 1
Atendiendo los fuegos del hogar
Traducido por Zune
Corregido por Juli_Arg

Henry Logan se había ido. El autobús dobló la esquina y desapareció de mi


vista.
No voy a mentir, esa fue una de las cosas más difíciles que he sufrido.
Llevé su Mustang a casa con las lágrimas corriendo por mis mejillas. No me
importaba. Acababa de decir adiós a mi mejor amigo, a mi compañero de
habitación y al amor de mi vida. Si eso no me hace merecedora de un
momento de lloriqueante debilidad entonces no sé qué lo hace. Incluso el
policía que me detuvo por exceso de velocidad en la I-45 le echó un vistazo a
mi cara y lo supo.
— ¿Viniendo desde la base? —me preguntó. Asentí, secándome la cara, ya
que no quería que pensara que usaba unos lagrimones para librarme de una
multa.
—Sí.
— ¿El despliegue?
Asentí otra vez. Iba a conseguir mi primera multa por velocidad el mismo día
que perdí el primer amor de mi vida. Y así, devolví el equilibrio a la Fuerza.
—Mi hijastro también se fue hoy —dijo el policía.
—Apesta, ¿no? —pregunté, sollozando.
Él se echó a reír.
—No para mí. —Miró mi permiso de conducir y el seguro de Henry y me los
devolvió—. Voy a dejarte ir sólo con una advertencia.
¿En serio?
— ¿En serio?
—Los despliegues son duros —dijo—. Sólo mantente a menos de sesenta y
cinco, ¿de acuerdo?

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Le di una sonrisa, su misericordia puso el punto brillante a mi día nublado.
—Gracias, oficial. Lo haré.

Temía entrar en nuestro apartamento, y con razón, porque tan pronto como
entré, la soledad casi me asfixió, como si la ausencia de Henry absorbiera todo
el oxígeno del edificio.
—Puedo hacer esto —dije en voz alta.
Inmediatamente, deseé haberme tomado el día libre en el trabajo. Era
viernes, asi que El día entero y el fin de semana se extendieron por delante
frente a mí, con holgazanería y lloriqueos como las únicas tareas de mi
agenda.
Decidida a no ir por ese camino, me puse un chándal y me fui al parque
Earlywine, esperando que las endorfinas desatadas cuando corriera, hicieran
algo para levantar mi estado de ánimo.
Después de una hora de correr, no sentía la euforia que a menudo se produce
después de un gran entrenamiento. En lugar de eso había agotado con éxito
mi cuerpo de manera que apenas podía mantenerme erguida mientras
tomaba una ducha, lo que sólo se añadía a la sensación general de pesimismo
que llevaba como una segunda piel. Esa noche me metí en la cama de Henry,
con miedo de despertar sola en una pesadilla. Dormí en el centro del colchón,
abrazando la almohada contra mi pecho e inhalando su aroma. Con los ojos
cerrados, casi podía convencerme de que dormía a mi lado, pero casi, en este
caso, simplemente no era lo suficientemente bueno. Los próximos seis meses
iban a ser un infierno.

Beth Belnap me invitó a cenar esa noche de sábado. Su novio Sam había
desplegado también, así que estábamos en el mismo barco de mierda con un
horizonte de largos seis meses por delante. Este era el segundo despliegue
que Beth había sufrido y había todo tipo de perlas de sabiduría para impartir.
—Va a ser más fácil, lo prometo —dijo mientras nos bebíamos nuestras
bebidas y esperamos nuestra cena. Asentí, contenta de saber que alguien
había pasado por esto antes y salió ilesa.
—Espero que tarde o temprano. Estoy cansada de llorar.
Ella me dio una mirada de simpatía.

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—La primera vez siempre es peor.
— ¿Es más fácil en la noche? ¿Echas de menos tenerlo en la cama contigo?
Beth enarcó las cejas.
— ¿Pensé que tú y Henry eran compañeros de habitación?
—Oh. Supongo que es posible que no sepas todavía —le dije, dejando mi copa
de margarita—. Pero unos días después de aquella noche en Tapwerks, Henry
me dijo que me amaba y las cosas... sólo sucedieron.
Beth se rió.
—Oh Dios mío, lo sabía. Cuando estaban en la pista de baile le dije a Sam que
definitivamente había algo pasando allí. Se miraban el uno al otro con toda
esa tensión sexual. Parecía que Henry estaba a punto de magrearte allí
mismo.
Me sonrojé al recordar cuando vi a Henry como algo más que una figura de
hermano una vez más, cuando se había apretado contra mí en la pista de
baile y había pronunciado esa insinuación en mi oído. Sólo siete días habían
transcurrido desde aquella noche, todavía se sentía como una eternidad atrás.
—Esta última semana ha sido intensa... —le dije.
La sonrisa de Beth se ​desvaneció.
—Entonces esto es muy duro para ti, siendo tan nueva la relación y todo —
dijo—. Yo pasé por eso con el primer despliegue de Sam. Sólo habíamos
estado saliendo un mes antes de irse. Fue un infierno. —Ella acarició mi mano
sobre la mesa.
—Esta semana pasada ha sido una montaña rusa —le dije, tratando de
mantener a raya las lágrimas. Tomé aire e intenté esbozar una sonrisa—. ¿Así
que cuando dejas de llorar a la más mínima?
—La primera vez me llevó cerca de un mes, al menos para mí.
Solté un suspiro.
—Está bien. Eso parece mucho tiempo —le dije—. Pero al menos
eventualmente dejas de extrañarlo tanto, ¿no?
Ella negó con la cabeza.
—Creo que es más como acabar de conseguir ser más fuerte mentalmente, así
aprendes a evitar insistir en el hecho de que se haya ido.

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— ¿Cómo puedo hacer eso?
—No estoy segura. Sólo lo haces. Cuando empiezo a pensar en lo mucho que
lo echo de menos, simplemente me distraigo. Pon una película, lee un libro,
haz cualquier cosa. Eso sí, no te des ninguna oportunidad de pensar en lo
mucho que lo echas de menos.
— ¿Esto realmente funciona?
Ella se encogió de hombros.
—A veces.

No he oído nada de Henry durante tres largos días, hasta el lunes después de
que se fuera. Traté de seguir el consejo de Beth y mantenerme ocupada, pero
era imposible concentrarme sin saber si Henry había llegado a la base aérea
de Bagram a salvo. Estaba empezando a pensar que no sería capaz de
concentrarme en algo durante los próximos seis meses.
El lunes por la mañana, en algún espantoso momento, mi teléfono comenzó a
sonar. Estuve alerta al instante y grité en el teléfono:
— ¿Henry?
— ¡Hola, Els! —Sentí su voz como el paraiso, que acariciaba mi espalda y se
aflojó el nudo de preocupación en torno a mi corazón—. Lo logramos. Ya
estamos aquí.
Me senté, alegre por fin de tener un poco de tiempo para hablar.
—Estoy contenta de escuchar eso. Es tan bueno escuchar tu voz.
—Lo mismo. ¿Cómo estás? —preguntó.
—Absolutamente miserable —le dije.
—Escucha, tengo que irme. Otros chicos tienen que llamar a casa —dijo—. Te
amo, Elsie. Ya te echo mucho de menos.
—Te amo también —le respondí, y en muy poco tiempo puso fin a la
llamada. Abracé su almohada contra mi pecho y por primera vez en muchos
días, finalmente dejé escapar un pequeño suspiro de alivio. Henry estaba
bien.
Cuatro días menos, un millón más por delante.

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La primera semana de despliegue fue sin duda la más difícil. El desequilibrio
en mi rutina era aterrador y a menudo iba a tientas como si me hubiera
olvidado de un paso. Por la noche me sentaba en el piso, sintiéndome tan sola
que pensaba en salir de mi mente y ver esas ñoñas comedias románticas que
Henry se negaba a ver, pero ciertamente no ayudó—de hecho, tuvo el efecto
contrario.
Mi cuerpo también dolía físicamente por falta de él, un sentimiento que era
totalmente nuevo para mí. Después de que Jason murió, yo lo echaba de
menos con intensidad, pero nunca sentí un dolor en los huesos, como si
estuviera caminando por ahí con una falta de extremidades — como lo estaba
experimentando actualmente con Henry.
Entonces empezó a mejorar. Gracias a Dios.
Después de ese mes inicial, finalmente comencé a dormir en mi propia cama
otra vez, en parte porque extrañaba mi colchón, pero también porque sabía
que no podía dormir en la cama de Henry para siempre. Ya era hora de que
me pusiera mis bragas de niña grande y durmiera en mi cama de chica
grande.
Henry llamaba tan a menudo como podía, lo que equivalía a una llamada de
cinco minutos cada cuatro o cinco días, pero mandaba correos electrónicos
casi todos los días. Me hablaba principalmente sobre la base y su trabajo, pero
a veces escribía mensajes largos y gráficos detallando lo que quería hacerme.
Correos electrónicos que me excitaban tanto que al final tenía que ir a la parte
posterior de mi armario y sacar de mi escondite a mi amigo que funciona con
pilas.
La mejor parte de los correos electrónicos de Henry estaba siempre al final,
en la que escribía que me amaba y extrañaba, que no podía esperar a llegar a
casa por mí.
Creo que nunca me cansaré de ver esas palabras.
En el tercer mes, los correos electrónicos se detuvieron. También lo hicieron
las llamadas telefónicas. Llamé a Beth en un leve estado de pánico, y me
confirmó que tampoco había oído de Sam.
—Pero probablemente sólo se encuentren en una base de bloqueo o algo así
—dijo—. Lo hacen de vez en cuando.
Ella prometió que llamaría si oía algo, así que me senté tratando de mantener
la calma. Esperé con una sensación de malestar en la boca del estómago, esa
pequeña bola de miedo cada vez mayor con cada momento que pasaba. Una

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noche, mientras trataba de distraerme con un maratón de Firefly, sonó mi
móvil con un número desconocido de Oklahoma. La persona que llamaba
resultó ser David Novak, amigo de Henry de otro escuadrón en Tinker.
—Hola Elsie —dijo—. ¿Cómo te va?
—Estoy bien. Trato de mantenerme ocupada. ¿Y tú?
—Haces bien. Acabo de regresar de un TDY en Las Vegas.
—Suena duro.
—Oh, lo fue. Todo el sol, el alcohol, el juego, las mujeres. Estoy agotado. —Él
se rió.
—De todos modos, Logan me pidió que cuide de ti antes de irse. Así que te
estoy comprobando.
Mi corazón se calentó al pensarlo.
—Eso es dulce. Gracias, estoy bien. —Me mordí el labio, me preguntaba si
estaba cruzando alguna frontera, pero al final decidí hacer la pregunta—.
Aunque, quería preguntarte si habías oído hablar de cualquier cosa, desde
Bagram. —Dave estuvo en silencio por un largo tiempo. Demasiado tiempo.
Mi corazón empezó a latir a doble velocidad.
—¿Henry está bien?
Se aclaró la garganta.
—Bueno, eso no ha sido liberado a los medios de comunicación todavía. Así
que no puedo decirte.
—¿Eso?
—Hubo un incidente.
El pelo de mis brazos se erizó.
—Pero Henry... ¿Está bien?
Dave suspiró. Estaba en el mismo escuadrón que mi hermano, sabía que la
muerte de Jason me golpeó duro.
—Sí. Él está bien.
Dejé escapar un suspiro de alivio que me recorrio hasta los pies.
—Gracias, Dave.
—Mantén los ojos abiertos. Voy a poder darte más información al respecto

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una vez que los medios de comunicación empiecen a graznar.
—Lo haré. Gracias.
—Así que bueno, un montón de nosotros vamos a salir este viernes. ¿Quieres
venir?
—Claro, por qué no. —Era un viernes que no iba a tener que pasar sola.
—Los otros chicos están trayendo a sus amigas, por lo que no serás la única
chica —dijo él.
Sonreí, la primera sonrisa real en tantas semanas.
—Suena divertido.
***
Dave insistió en recogerme en la noche del viernes, y yo acepté, no realmente
dispuesta a caminar a Bricktown en la oscuridad por mí misma. Todo el
mundo estaba ya allí cuando llegamos y nos recibieron con gritos y aplausos
borrachos. Jugué rápido y libremente con el alcohol, me alegré de que por
una vez mis pensamientos no estuvieran siendo monopolizados por un cierto
hombre, alto oscuro y sexy.
—Oye, ¿has visto las noticias de hoy? —preguntó Kelsie, la esposa de uno de
los capitanes, mientras nos sentamos alrededor de la cabina—. La base fue
atacada.
Dave me empujó con el codo, haciéndome saber que esto era a lo que se había
estado refiriendo.
— ¿Qué pasó? —pregunté—. No he tenido la oportunidad de ver las noticias.
— Honestamente, había estado evitando cualquier cobertura en la Operación
Libertad Duradera, por temor a obtener más temores infundados.
Permanecer ignorante acerca de las idas y venidas en Afganistán significaba
menos munición para mis pesadillas.
—Un atacante suicida condujo una camioneta de pasajeros con un AEIIV{1}
hacia la puerta y le disparó al pobre de servicio —dijo Kelsie.
— ¿AEIIV? —pregunté.
—Artefactos explosivos improvisados instalados en vehículos —dijo Dave—.
El hijo de puta fue matado antes de que pudiera llegar a la base, pero se las
arregló para hacer detonar la bomba y sacar la puerta y una gran parte de la
valla. Algunos de los edificios cercanos también sufrieron daños.

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Mi corazón latía salvajemente mientras me decía que Henry estaba bien. Sin
embargo, al menos una persona había sido herida en el ataque.
— ¿Hubo heridos?
Miré a Dave, que asentía solemnemente.
—Un piloto fue asesinado a tiros mientras que otro perdió una pierna por
escombros.
Me tapé la boca y me di cuenta de que mi mano temblaba. Fácilmente podría
haber estado Henry en la puerta ese día.
Dave se dio cuenta de mi cambio de estado de ánimo de inmediato y
comenzó a frotar mi espalda.
— ¿Quieres un poco de aire? —susurró.
Asentí e intenté una sonrisa amable para el resto de la mesa.
—Lo siento chicos. Sólo necesito un momento.
— ¿Estás bien? —preguntó Kelsie.
Tragué saliva, sintiendo la opresión familiar en mi pecho.
—Mi hermano fue asesinado en Afganistán —le dije, y me excusé antes de
que pudieran hacer preguntas.
Dave me acompañó fuera, de pie con torpeza con las manos en los bolsillos
mientras me paseaba por la acera.
—Tienes que ir adentro —le dije, respirando profundamente para calmar mis
nervios—. Está frío aquí afuera.
Él sonrió torcidamente.
—No voy a dejar que te quedes aquí sola. — Él dio una patada a una tapa de
botella desechada en el suelo—. Siento lo de tu hermano. Jason era un tipo
realmente bueno.
Asentí.
—Sí, lo era.
—Estaba muy orgulloso de ti, ya sabes.
Aparté la mirada, queriendo ocultar las lágrimas que amenazaban con caer.
— ¿Él hablaba acerca de mí?
—Sí, todo el tiempo —dijo Dave—. Logan también. Siempre está hablando de
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ti.
Eso trajo una inesperada sonrisa en mi cara.
Dave se acercó y me frotó los hombros, parecía un toque reconfortante al
principio, hasta que se hizo un poco demasiado largo. Fruncí el ceño hacia él
y abrí la boca para preguntarle qué estaba haciendo cuando él se inclinó y
tocó sus labios con los míos.
Me aparté como si electrocutado.
—Qué…
Dave levantó las manos y dio un paso atrás.
—Lo siento.
— ¿Qué estabas haciendo?
—Creo que estaba tratando de darte un beso.
—Lo sé —le dije—. ¿Pero por qué?
—Porque ¿me gustas? —dijo, el final de la frase cadencioso, como si estuviera
haciendo una pregunta.
Hice una pausa, preguntándome si Dave era un idiota baboso o si él
simplemente no era consciente de la situación.
—Sabes que Henry y yo estamos juntos, ¿no?
Sus ojos se abrieron, y me dio la respuesta.
—Mierda. No lo sabía. —Él se metió las manos en los bolsillos—. Joder. Lo
siento. Ese imbécil debería habérmelo dicho.
No podría estar más de acuerdo.
—No te preocupes —le dije—. Error honesto. Es su culpa por no decírselo a
nadie.
—Mi error, de verdad —dijo Dave con una sonrisa irónica—. Debería haberte
invitado a salir antes.

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Capítulo 2
Regreso a casa
Traducido por Zune
Corregido por Angeles Rangel

Los correos electrónicos se reanudaron, pero no sonaban igual. Atrás quedó la


intimidad de sus palabras, sustituidas por la indiferencia, eran casi robóticas
descripciones de su vida allí. Le pregunté por el ataque durante una llamada
telefónica pero de repente tuvo que finalizar la llamada, y como no quería
que finalizara más llamadas abruptamente, nunca traje el tema de nuevo.
El tercer, cuarto y quinto mes se volvieron borrosos. Mantenerme ocupada no
era el problema, sino tratar de mantener mi mente alejada de nuevo a
Afganistán, eso fue lo duro. La táctica de Beth de auto-distracción era difícil
de aplicar cuando todo a mí alrededor me recordaba a Henry.
Leí un montón de libros, me encontré con un montón de amigos, corrí
mucho, y probablemente perdí demasiado tiempo en Internet. Pase muchas
horas en la oficina, tratando de perderme de pasar las solitarias horas de la
noche.
Luego vino el último mes y, lo juro, el tiempo pasó más lentamente. Me sentí
como si estuviera moviéndome en cámara lenta, no importaba como me
distrajera, cuando miraba de nuevo el reloj y descubría que sólo habían
transcurrido unos pocos minutos. Era mucho peor que el primer mes.
La anticipación me estaba matando. Él estaba tan cerca de llegar a casa y aun
así a miles de kilómetros de distancia. En preparación, puse en orden su
habitación, aspiré cada rincón de la vivienda, y sacudí todas las superficies.
Llené el refrigerador con su comida favorita y cerveza, yendo tan lejos como
para comprar un bote de aceitunas que él tanto amaba.
Por último, el más especial de los miércoles del año entero llegó. Salté de la
cama con un resorte adicional y tomé una larga ducha extra, tarareando a mí
misma acerca de mi novio estando de vuelta, eh la, eh la. Me vestí
cuidadosamente luego conduje a la base una hora antes de lo que estaba
programado llegar. Revisaron mi licencia en el centro de visitantes, me
entregaron un finiquito y me dejaron conducir por la puerta con una sonrisa
de complicidad.

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Me quedé en la zona de espera designada con los demás. Nuestra emoción
era un ser vivo, respiraba, tan palpable que casi podía extender la mano y
tocarlo. Nos miramos unos a otros —esposas, novias, familiares y amigos—
con inocultable emoción estallando en todo el rostro. Algunas personas
habían creado carteles de bienvenida, otros sostenían globos y flores en sus
manos. Yo sólo tenía el corazón lleno de esperanza fijado de forma destacada
en la manga.
Todo el mundo aplaudió cuando el autobús salió de la esquina. Aplaudimos
cuando entró en el aparcamiento, y aplaudimos cuando se detuvo delante de
nosotros, pero nos quedamos en sepulcral silencio cuando el autobús silbó
deteniéndose, como si nos callara.
Sostuvimos colectivamente nuestras respiraciones cuando se abrió la puerta,
y juro que debió de haber tomado cinco minutos para que la primera persona
bajara de ese autobús, pero cuando lo hizo, una mujer chilló desde algún
lugar en la multitud. Mis ojos seguían pegados a la puerta del autobús cuando
un aviador lo siguió después. El corazón me daba un vuelco en el pecho cada
vez que esas botas marrones aparecían a la vista y pensé que después de pasar
por el décimo hombre, que no era Henry.
Después él apareció y, por unos momentos, me olvidé de cómo respirar.
Henry bajó del autobús y echó una mirada alrededor. Desde el otro lado del
mar de gente, nuestros ojos se encontraron y su rostro hosco estalló en una
sonrisa que iluminó su rostro. Sinceramente, no sé cómo me las arreglé para
caminar hacia él cuando todas las células de mi cerebro estaban actualmente
fritas, pero de pronto me encontré de pie frente a él. Estaba a tan poca
distancia de tocarle, pero de repente no podía entender qué hacer conmigo
misma.
—Oh, Els. —Él se inclinó hacia abajo y enterró su cara en mi cuello,
abrazándome fuerte y largo, sin palabras.
No pude contener las lágrimas cuando lo intenté. Tenerlo en mis brazos otra
vez, se sintió como si hubiera estaba bajo la superficie de un profundo océano
y, finalmente, tomar una respiración. Me aparté y sostuve su rostro entre mis
manos, disfrutando de la vista. Estaba más delgado, la piel debajo de los ojos
un poco más oscura, pero sus ojos azules tenían la misma intensidad que
antes.
—¿Podrías venir aquí? —dijo con una sonrisa y me atrajo hacia él, nuestros
labios machacándose juntos por seis meses de valiosa frustración acumulada.
Cuando finalmente nos apartamos para respirar, él presionó su frente contra
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la mía y me dijo con esa voz ronca y áspera:
—Dios, te he echado de menos. —Sus pulgares secaron las lágrimas en mis
mejillas y me besó de nuevo.
—Yo también —le dije y lo abracé.
Caminamos de regreso a mi auto agarrados de la mano. Dio la vuelta para
tirar sus cosas en el maletero, pero cuando fui a abrir la puerta del conductor,
de repente estaba detrás de mí, envolviéndome con sus brazos. Presionó su
erección en mi espalda y me susurró en el oído:
—No puedo esperar para estar dentro de ti otra vez.
Yo estaba instantáneamente húmeda, lista para saltar sobre él allí, pero estaba
de uniforme y estábamos rodeados de gente.
—Consigan una habitación —gritó un aviador mientras pasaba por allí.
—Cállate, Jackson —dijo Henry con una sonrisa tensa
Mi rostro se sonrojó mientras lo pasaba esquivando por debajo de sus brazos.
—Continuará —le dije y me acomodé en el asiento del conductor antes de
hacer algo de lo que más tarde me arrepentiría.
Henry, sin embargo, era incorregible. Tan pronto como nos conduje fuera de
la base, su mano se posó en mi muslo, deslizándose hacia arriba, calentando
mi piel a su paso.
—Nos vamos a estrellar, Henry —le advertí.
—Está bien —dijo, sus dedos avanzando lentamente debajo de mi falda,
deslizándose hacia arriba muy lentamente. Se quedó sin aliento—. Oh, Dios
mío, no estás usando ropa interior.
Reí en silencio, enrojeciendo y palpitando, todo al mismo tiempo.
—Sorpresa.
—Detente —ordenó.
—¿Dónde?
—No me importa, simplemente toma la siguiente salida —dijo, empujando
mis piernas. Sus dedos se deslizaron a lo largo de mis pliegues antes de
deslizarse dentro de mí. Dejé escapar un silbido entre dientes cuando se
encontró con el lugar más sensible y comenzó a frotarlo. El auto podría
haberse desviado un poco.

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—Henry —dije, agarrando el volante con tanta fuerza que mis nudillos se
volvieron blancos—. En este momento no.
—Sí, ahora.
—Espera a que lleguemos a casa.
—He esperado el tiempo suficiente. Detente.
Apreté las piernas juntándolas para evitar que sus manos se movieran pero
esos malditos y deliciosos dedos siguieron moviéndose. Traté de permanecer
relajada para combatir el inminente orgasmo, pero los meses de privación me
tenían tan desesperada que mis músculos se tensaron alrededor de sus dedos
en contra de mi propia voluntad.
—¿De verdad quieres que tu primera vez de regreso sea en un pequeño auto,
sobre un camino de tierra? —le pregunté, resultaba difícil recuperar el
aliento. Es un milagro que incluso me las arreglara para mantener el pie en el
pedal del todo. Esto era peligroso.
—No me importa. Sólo quiero sumergirme dentro de ti.
Gemí ante sus palabras. Estaba tan cerca. Una salida quedó a la vista y me
desvié, lo último de mi voluntad había desaparecido por completo. A un
kilómetro de la carretera, aparqué en el estacionamiento de una gasolinera
abandonada en una zona boscosa.
Tan pronto como fije el engranaje en el parque, Henry me agarró de las
caderas y tiró de mí hacia arriba y sobre la consola central. Realizamos un
pequeño milagro a horcajadas sobre su gran cuerpo en el asiento del copiloto
de mi estrecho Prius. Sus manos vagaban por todas partes, hundiendo sus
dedos en mis nalgas mientras me devastaba a besos. Mis dedos hicieron un
trabajo rápido desabotonando sus pantalones y agarré su vara, dirigiendo la
punta a mi entrada. Sus manos agarraron mis caderas, instándome a llevarlo
todo a la vez, pero me tomé mi tiempo deslizándome hacia abajo, disfrutando
de la sensación una vez más.
—Elsie —susurró contra mi cuello. Gimió cuando estaba todo adentro de mí,
Henry estaba en casa. Me levantó la camisa y desabrochó mi sostén,
enterrando la cara entre mis pechos.
—Te amo —dijo con la boca llena de mi pezón.
Agarré la parte posterior de su cabeza y le di un beso más o menos mientras
me deslizaba arriba y abajo sobre su grueso eje. Apreté las caderas contra él y
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experimenté una sensación totalmente nueva que rápidamente me envió
tambaleándome hacia el borde. Henry me agarró de las caderas una vez más
y tomó el control, golpeando en mí contra su regazo y otra vez. Tiré mi
cabeza hacia atrás y me vine con una fuerza que me dejó sin aliento, oleadas
de placer pasaron a través del centro mismo de mi ser. Unos cuantos golpes
más tarde Henry dio un grito, levantando el trasero del asiento cuando llegó
a su clímax. Nos sentamos allí, jadeando, con su rostro todavía apretado
contra mi pecho.
—No puedo creer que he vivido sin esto por tanto tiempo —dijo contra mi
corazón que latía con fuerza. Lo único que pude hacer fue asentir en acuerdo.
Habíamos sobrevivido.

***
Beth dijo que cuando Sam volvió a casa de su primer despliegue fue como si
nada hubiera cambiado, pero en el momento en que Henry entró en el
apartamento, se veía fuera de lugar. Dejó caer sus maletas junto a la puerta y
se adentró en la sala de estar con una mirada perpleja en su rostro.
—Algo ha cambiado —dijo con el ceño fruncido.
—¿Qué? No he movido nada. —Había mantenido deliberadamente las cosas
como estaban, en parte porque quería preservar su memoria y en parte
porque no quería que él se sintiera como un extraño en su propia casa.
Caminó hacia el manto y recogió un marco nuevo, lo único que había
cambiado en todo el lugar.
—Esto es nuevo —dijo, mirando la foto de él, Jason, y yo cuando nos
habíamos ido a esquiar en Colorado hace unos años.
—Siempre me ha gustado esa —le dije, acercándome y abrazándolo por
detrás—. Pensé que necesitaba algunas fotos por aquí.
Dejó el marco y agarró mis manos cerca de su pecho tomando una respiración
profunda.
—Es tan extraño estar de vuelta aquí.
Apoyé la mejilla contra su espalda, pasando por su olor.
—Se siente bien de este ángulo.
Se dio la vuelta en mis brazos con una sonrisa malvada.
—Vamos a ver si mi cama se siente igual —dijo, y me levantó de mis pies. Me
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sentía mareada cuando me llevó a su habitación y me puso sobre su cama. Sus
ojos recorrían todo mi cuerpo, tomándome como un ciego que puede ver de
nuevo. Empezó a desabrochar la chaqueta gris de su ABU, sus ojos sin
abandonar mi cara.
Me resultaba difícil respirar cuando lo vi tirar de su camisa color canela sobre
su cabeza y salir de sus pantalones. Se puso de pie delante de mí,
completamente a gusto con su masculina desnudez.
Mis ojos volaron por todo su cuerpo, sin saber por dónde aterrizar. Su pecho
y abdominales estaban más definidos y sus brazos eran sin duda más grandes,
entre otras cosas, que también parecían haber aumentado de tamaño.
Me arrastré a la cama y me dirigí a él, y con una sonrisa descarada, agarré su
pene y lamí la punta.
Él tomó aire y enredó sus dedos en mi cabello.
Lo llevé en mi boca lentamente, volviéndolo loco de anticipación. Cuando su
punta dio un empujón a mi garganta, acaricié con los dedos todo el resto de
su cuerpo y comencé a chupar suavemente y con un movimiento tirante.
Él me miró, sus ojos azules ardiendo de feroz deseo y algo más, algo que
parecía posesión. Sus dedos empujaron en la parte posterior de mi cabeza,
instándome a ir más profundo, más rápido. Yo estaba más que feliz de
hacerlo, disfrutando del sabor salado de él, la sensación de su aterciopelada
piel contra mi lengua. Había soñado con hacer esto con él durante meses,
pero la realidad era mucho mejor.
Él se tensó y se apartó bruscamente, agarrándome por los hombros y tirando
de mí hacia arriba y fuera de la cama. Me besó mientras quitaba la ropa de mi
cuerpo con ferocidad.
Luego me dio la vuelta y se inclinó sobre mí en la cama, y sentí la punta de su
pene empujando, un segundo antes de que se estrellara contra mí.
Di un grito ante la exquisita invasión, en sus gestos contundentes. Este no era
un hombre que quisiera dulzura. Henry era un hombre necesitado, quería
todo de una vez y él no iba a ser educado sobre el tema.
El pensamiento envió un rayo de excitación, la implícita comprensión de
seguridad mezclada con la promesa de peligro.
Los dedos me lastimaban en mi pelo y tiró hacia atrás, girando mi cabeza
para poder besarme. Ese simple gesto era tan diferente a él que me condujo
más salvaje, me hizo corcovear contra él en un esfuerzo por conseguir más de

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este hambriento macho.
En todos nuestros años de conocernos, yo nunca habría pensado que Henry
tenía esto en él, esta agresividad, y la verdad, realmente me excitó.
Se acurrucó sobre mí y colocó una mano entre mis piernas, sus dedos
masajeando mi clítoris rápidamente mientras me golpeaba por detrás. No
pasó mucho tiempo antes de que yo llegara, gritando en la colcha mientras
ola tras ola de placer se estrellaban por encima de mí, sus dedos todavía en
movimiento, arrebatándome hasta la última gota de placer. Henry me apretó
contra su pecho y se clavó en mí una última vez antes de ponerse rígido,
gimiendo su liberación contra la parte trasera de mi cuello. Nos
derrumbamos sobre la cama, con su agradable peso sobre mí, como un ancla
que me mantenía en su lugar. Demasiado pronto, empujó hacia arriba con los
brazos y plantó besos en mi espalda mientras lentamente se retiraba.
Cuando regresé del baño, él estaba acostado sobre su espalda con los brazos
cruzados detrás de su cabeza y una mirada de satisfacción en su rostro. Me
recogió en su costado y dejó escapar un suspiro mientras le pasaba un brazo
alrededor de su cintura.
—Es bueno tenerte en casa —susurré, mi aliento erizando los vellos oscuros
en su pecho.
—Es bueno estar en casa —dijo, besando mi cabeza—. No tienes ni idea de
cuántas veces he soñado con hacer eso contigo, bombeándote en la cama de
esa manera.
Mi cara enrojeció ante lo desinhibida que había sido y lo mucho que me había
gustado.
—¿Dime qué más sueñas?
—Eso fue todo —dijo evasivamente, luego saltó de la cama—. Oye, tengo
regalos para ti.
Regresó con una bolsa de lona y empezó a rebuscar en su interior. Puso un
par de cosas sobre la cama y se sentó junto en ella.
—Aquí está uno —dijo, y me entregó una piedra de color azul oscuro—. La
piedra es lapislázuli y vino de una mina en la provincia de Badakhshan de
Afganistán.
Pasé la lisa piedra otra vez en mi palma.
—Gracias.

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—Es para sustituir la piedra que me diste antes de ir a la universidad —dijo.
—Recuerdo un guijarro de playa —dije—. ¿Qué pasó con ella?
—La perdí —dijo, luciendo avergonzado—. O mejor dicho, mi compañero de
cuarto en la universidad la tiró.
Hice un ruido indignado cuando me entregó un trozo de tela de color rosa,
plegado en un pequeño paquete. Cuando lo desplegué resultó ser una
bufanda, admiré los intrincados diseños de los hilos de oro, y me sorprendí al
encontrar una pequeña bolsa situada en el interior. Saqué un par de aretes
violeta-azul y un collar a juego.
—¿De la misma piedra? —le pregunté, resbalando sobre los pendientes en
forma de lágrima.
—Sí. El vendedor me dijo que la sombra de ojos de Cleopatra fue hecha de
tierra lapislázuli. —Deslizó el collar alrededor de mi cuello, era una gruesa
cadena con un diseño de tres lágrimas. Sus ojos me miraron un buen rato
antes de que finalmente dijera—: El azul es el color.
Sonreí.
—Al igual que el color de tus ojos. —Sostuve su mirada deseando saber qué
demonios pasaba por su mente.
Tragó saliva y dijo:
—Estás diferente.
Sobre todo, yo sin duda no estaba esperaba eso.
—¿Yo? ¿Cómo?
—No lo sé. Siempre me parecías tan inquieta, y ahora... —Pasó una dedo de
su mano a lo largo de mi mandíbula—. Es como si una quietud hubiera
descendido sobre ti. —Debo de haber lucido con el corazón roto porque se
apresuró a añadir—: Quiero decir, en el buen sentido.
Me recosté en las almohadas y rumié sus palabras. Los últimos seis meses me
había obligado a ser independiente. Siempre había tenido a Jason o a Henry
para depender, pero sin ninguno de ellos, me había visto obligada a confiar
en mí. Había sido una aleccionadora, poderosa y solitaria experiencia.
—Creo que he cambiado —dije finalmente.
Lo observé y estudié los círculos oscuros bajo sus ojos. Yo quería señalar que
él era diferente, así, como si una sombra le cubriera, pero no creo que sería

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bien recibido. Así que simplemente aparté los regalos y lo llevé de vuelta a la
cama, con la esperanza de que la luz de la mañana nos llevara de vuelta a ser
nosotros mismos.

Me desperté temblando un poco más tarde. Me enterré debajo de la manta,


tratando de localizar el calor de Henry, pero él no estaba donde pudiera
encontrarlo. Cuando abrí los ojos, me encontré sola en un cuarto oscuro y por
un momento terrible, pensé que estaba en una nueva pesadilla. Entonces oí la
puerta frontal cerrarse y golpear y el tintineo de las llaves aterrizando en la
encimera. La puerta del dormitorio se abrió con un chirrido y Henry se
asomó unos centímetros.
Me senté, apartándome el pelo rebelde de mi cara, y encendí una lámpara.
—Oye, ¿a dónde fuiste?
Él entró y se sentó en la cama. Estaba vestido de un negro que absorbía la
humedad de su sudadera, pantalones cortos y tenis.
—No podía dormir, así que fui a correr.
—¿Qué hora es?
Miró su reloj.
—Cerca de la medianoche.
—¿Y no tienes sueño?
Él se encogió de hombros mientras se quitaba la ropa y se dirigía al baño.
—Estoy afectado por el jet lag.
—¿Henry?
Miró por encima de su hombro, la luz del baño iluminando las líneas en su
rostro.
—¿Sí?
—¿Todo bien? —le pregunté.
Todavía no me había dicho sobre el ataque de la base, estaba empezando a
preguntarme si iba a hablar de eso en absoluto. Yo había leído sobre el TEPT y
sus síntomas, con la esperanza de estar lista en caso de que Henry se viera
afectado por el ataque, pero hasta ahora todavía no estaba segura. Deseaba
que fuera una especie de prueba de fuego que yo pudiera administrar y que
me diera una respuesta definitiva para poder formular un plan de ataque,
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pero lo único que tenía era el hombre mismo y no estaba de humor para
revelar esa información.
—Estoy bien —dijo, y cerró la puerta del baño.

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Capítulo 3
Problemas de logística
Traducido por Lady_Eithne
Corregido por Juli_Arg

Al día siguiente, después de prepararme para ir a trabajar, fui a la cocina para


preparar el desayuno. Henry salió de su habitación unos pocos minutos más
tarde, ya con sus pantalones ABU y una camiseta color café. Colocó su
cazadora en el respaldo de la silla y se dirigió a la cafetera.
—Ya te he servido un poco —dije, cascando huevos en la sartén. Me giré para
agarrar la sal y la pimienta y me tropecé con su espalda. Él se escabulló fuera
del camino, pero me golpeó accidentalmente con el cajón mientras sacaba
unos cubiertos.
—Lo siento —dijo, masajeando mi cadera.
Me doblé mientras sus dedos frotaban contra un punto cosquilloso y la
espátula de mi mano le golpeaba en el pecho.
—Lo siento —dije, alcanzando unas toallas de papel para aplicar con
pequeños toques al desastre.
Miró hacia abajo a su camisa, a la mancha de aceite que ya estaba brotando en
la tela de algodón, con una expresión ilegible. Se apartó de la cocina y tiró
quitándose la camisa, agitando la cabeza.
—Maldición, esa era mi última camiseta limpia —dijo y salió a zancadas hacia
su baño.
Miré alrededor de la cocina, incapaz de imaginarme por qué de repente me
sentía aliviada de estar sola. Tomando ventaja de la ausencia de Henry,
cociné rápidamente las tortillas, hice tostadas, y coloqué todo en la mesa. Para
cuando Henry emergió del baño, todo estaba listo. Después de meter su
camisa en la secadora, se quedó de pie junto a la mesa con las manos en las
caderas.
—¿Estás bien? —pregunté, dando un sorbo a mi café.
Frunció el ceño.
—Hiciste todo sin mí.
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Un pinchazo de arrepentimiento me atravesó. Henry y yo siempre habíamos
hecho este desayuno juntos antes de que se fuera a Afganistán pero hoy
parecía más fácil hacerlo tan sólo por mí misma.
—Supongo que me acostumbré a hacerlo todo sola.
—La próxima vez puedo ayudar. —Se sentó y tomó un sorbo de café—. Pero
esto tiene buena pinta —añadió y comimos.
A la mañana siguiente, me imaginé que necesitaría ceder algo de control en
la cocina. Dejé el café sin tocar, esperando que él se diera cuenta, pero se
quedó de pie al otro lado del mostrador y me observó con ojos recelosos.
Supuse que necesitaba una invitación estampada o algo.
—¿Puedes hacer el café, por favor?
Sonrió y se metió en la refriega, agarrando la lata de granos de café y
preparando la cafetera. Llevó algo de tiempo y unos pocos choques, pero
finalmente aprendimos como movernos otra vez el uno alrededor del otro,
como si desandaramos los pasos hacia nuestra pequeña rutina de baile diaria.
Cuando nos sentamos a comer, levantamos nuestras tazas humeantes de café,
celebrando nuestra pequeña victoria con sonrisas cómplices.
Mientras nuestra rutina de desayuno se reencaminaba, la agenda de sueño de
Henry todavía estaba descentrada. Seguía dando vueltas y revolviéndose de
noche, y pronto mi propio sueño empezó a sufrir. El único momento en que
caía en un sueño profundo era cuando él se levantaba de cama a las cuatro de
la mañana para ir a correr, cuando la cama podía finalmente estar tranquila y
yo podía relajarme.
Una noche, decidí intentar algo diferente para ver si podía ayudar. Le dí un
beso de buenas noches en la sala de estar y me dirigí a mi habitación.
Henry me siguió los talones.
—¿Por qué diablos estás aquí? —preguntó, mirando desde la puerta mientras
yo me colaba bajo mi edredón.
—Si recuerdo correctamente, esta es mi cama.
Él puso los ojos en blanco.
—Quiero decir: ¿por qué no estás durmiendo en mi habitación?
—Para dejar que consigas dormir algo —declaré simplemente. Ahuequé mi
almohada y me tumbé.

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—Es sólo jet lag —dijo, caminando a través de la habitación y quedándose de
pie junto a mí con los brazos cruzados sobre el pecho.
Le dirigí una mirada escéptica.
—El jet lag no dura tanto —suspiré—. Mira, sólo quiero ver si mi presencia, o
la falta de ella, te ayuda a dormir mejor.
Levantó una ceja.
—Si crees que dormir sólo me hará algún bien —dijo, apartando a un lado
mis colchas—, entonces es que no me conoces muy bien del todo. —Y con un
rápido movimiento, me levantó en sus brazos y me sacó de mi habitación.
En su habitación, me depositó en su cama y cayó a mi lado.
—Tú no eres la razón de que no pueda dormir, ¿vale? —dijo.
—Entonces, ¿qué es lo que te molesta? —pregunté. Cuando no dijo nada,
susurré—: Oye, hablemos.
—¿Sobre qué?
—Lo que sea. Lo que tú quieras.
Se volteó, así que él estaba mirando al techo y ya no más a mí. No dijo nada,
sólo apagó la lámpara de noche.
—Quizás sobre lo que ocurrió allí —dije, esperando que el manto de la
oscuridad pudiera darle el coraje de hablar.
La almohada crujió cuando sacudió su cabeza.
—Sólo dame algo de tiempo, Els. Tan sólo necesito procesar.
No estaba segura de lo que implicaba procesar, pero le di el beneficio de la
duda, como siempre hacía, y esperé que no pasara mucho tiempo antes de
que volviera a la normalidad.
En algún momento temprano, el zumbido de su teléfono me sacó del sueño.
—Tu teléfono —dije con voz ronca, tocando el brazo de Henry.
De repente, Henry torció su brazo hacia afuera, formando un puño mientras
este volaba para proteger su cara. Se incorporó con un sobresalto, respirando
con pesadez, sus músculos contraídos para atacar.
Me quedé tumbada a su lado, paralizada en mi lugar, mi cerebro todavía
intentando procesar que demonios estaba ocurriendo.
Su cabeza se sacudió por el zumbido en la mesita de noche. Finalmente se
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relajó cuando alcanzó la mesita para apagar el teléfono.
—¿Estás bien? —susurré, queriendo tocarlo pero aún demasiado asustada
para moverme.
Se giró hacia mí y sus manos buscaron mi cara en la oscuridad.
—No te he lastimado, ¿verdad?
Sacudí mi cabeza, mi corazón retumbando frenéticamente.
—Lo siento si te asuste —dijo suavemente. Presionó un beso en mi mejilla y
luego se levantó de la cama, poniéndose la ropa para otra larga carrera
matutina, sin molestarse en explicar qué le tenía de los nervios.
De este modo comenzó nuestra nueva normalidad. Henry siempre estaba de
pie temprano, si es que dormía algo, y corría vueltas al parque. Siempre
estaba de vuelta para cuando yo me levantaba de la cama para prepararme
para el trabajo. Tomábamos el desayuno juntos y nos dábamos un beso de
despedida en el aparcamiento.
Por la tarde, después de llegar a casa desde el trabajo, me daba un beso antes
de dirigirse al gimnasio durante unas pocas horas, haciéndome sentir como si
estuviera viviendo sola. Algunas noches no volvía hasta que yo me estaba
metiendo en mi cama, en la mía, y él hacía la estrategia del hombre de las
cavernas lanzándome sobre su hombro y llevándome a su habitación. Lo
divertido de eso desapareció al cabo de un rato.
Incluso aunque teníamos bastante sexo, me sentía distanciada de él de una
forma que no me había sentido nunca. Yo siempre me había enorgullecido de
ser capaz de leer sus estados de ánimo, pero ahora estaba desconcertada por
el súbito velo que podía extenderse por sus rasgos, a menudo en las ocasiones
más fortuitas. Me sentía como si estuviera de pie en un muelle, estirando el
brazo tan lejos como podía, y Henry estuviera en un bote que se fuera a la
deriva con la marea matutina.
Así que hacía la única cosa que podía para seguir sintiéndome conectada a él.
Lo envolvía con mis brazos, presionaba mi mejilla contra su espalda y tan sólo
daba gracias a Dios de que Henry estuviera vivo, de que estuviera a salvo, y
de que Afganistán no se lo hubiera arrebatado también.
***
Un día recibí un sobre con la letra de Henry en él, mezclado con el correo
basura. Estaba dirigida a mí y sellada en marzo, al principio del despliegue.
No podía decidir qué era más sorprendente: el hecho de que fuera entregada

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tan tarde o que hubiera llegado aquí al final.
No sabía por qué mis dedos estaban temblando mientras rasgaba con cuidado
el sobre para abrirlo, pero me sentía nerviosa, insegura de lo que se me venía
encima.
Querida Elsie,
Así que aquí está, ¡tu primera carta romántica de guerra! Todavía no me puedo creer
que te esté escribiendo así, de una manera tan íntima. Siempre he querido escribirte
una carta de amor pero ahora es legítimo, ahora puedo de verdad enviarla con un
verdadero motivo.
Llegamos hace una semana después de una serie infernal de viajes en avión. Fue una
mierda. Hicimos la mitad del camino aquí pero en algún lugar sobre el Atlántico
hubo un problema con el avión y tuvimos que volver a Baltimore. Así que tuvimos el
gran placer de sentarnos en un vagón de transporte en una pista durante seis horas,
sin ser capaces de ir a la terminal porque no habíamos pasado a través de seguridad.
Luego nos detuvimos en Irlanda a las cuatro de la mañana donde abrieron el bar para
nosotros durante veinte minutos mientras repostábamos (¡Yuhu, Guinness!). Luego
volamos a Chipre donde estuvimos en el avión durante seis horas, y desde ahí
volamos a la ciudad de Kuwait, luego, finalmente, tomamos un convoy a la Base
Aérea de Bagram. En total, el viaje llevó cuarenta y seis horrendas horas.
Hubiera preferido haber pasado esas cuarenta y seis horas en la cama contigo.
Así que la vida en la Base Aérea de Bagram no es tan mal. Hubo sobrecarga de
información los primeros días, pero ahora mi equipo y yo le hemos pillado el truco.
Superviso a los pilotos que guardan la base, mientras yo mismo voy a un montón de
reuniones y sesiones informativas. La comida en el comedor no es medio mala
(tampoco es medio buena) pero la cerveza aquí es abundante. El único problema es
que es cerveza sin alcohol. Es una pura tortura, pero la bebemos de todas formas. Seré
un peso ligero para cuando vuelva a casa.
Me he encontrado con que tenemos un montón de tiempo libre aquí. La mayoría de
los chicos ven películas, leen, salen. Uno de mis chicos, Hanson, está aprendiendo a
tocar la guitarra. Yo corro mucho y voy al gimnasio. Espero estar en forma para
cuando vuelva junto a ti. Sé lo mucho que te gusta tocar mis músculos, uno en
particular.
Te echo de menos. No pensé que fuera posible echar de menos tanto a alguien. Creo
que esa mirada en tu cara cuando el bus se alejaba estará siempre incrustada en mi
cerebro. Odio estar haciéndote pasar por todo este dolor y preocupación innecesarios.

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Sé que contarte mis sentimientos justo antes de irme fue egoísta, pero no podía irme
sin decir nada. No podría soportarlo si estuviera aquí atrapado día tras día mientras
tu estuvieras allí sin saber que alguien te ama con todo su ser.
Te amo, Elsie. He estado loco por ti durante todo el tiempo que puedo recordar. Cada
cosa idiota que te he hecho en el pasado, todo lo que hice para alejarte de otros chicos,
era tan sólo yo intentando reservarte para mí. Pero algo siempre me retenía, ya fuera
Jason o esa mirada aterradora que tiene tu padre, o quizás era sólo la idea de que si
estuviéramos juntos demasiado pronto, terminaríamos arruinando lo que podría ser
en el futuro. Así que esperé por el momento perfecto, y esperé y esperé. Obviamente
no pude esperar más. No puedo decir que una semana antes de un despliegue fuera el
momento perfecto, pero a veces la verdad tiene una forma de salir, lo quieras o no.
¿Recuerdas la primera vez que volví de la universidad? Me dijiste que había ganado
peso como todos los novatos y yo te dije que a ti te había crecido un culo enorme como
a todas las estudiantes de tercero. El aspecto de tu cara fue de histérica, pero
realmente te vengaste cuando contoneaste ese culo hacia mí mientras te ibas.
Pensaste que me había ido corriendo a casa porque me había enfadado contigo. ¡En
realidad sólo estaba intentando ocultar mi erección!
Me estoy riendo ahora mismo mientras estoy pensando en ello. Creo que es por lo que
estaba tan atraído por ti desde el principio. Tú eras la bondad y la luz cuando mi vida
estaba tan llena de oscuridad. Y realmente sabes cómo estimular mi sentido del
humor (inserta aquí otra broma sobre estimulación)
Eres la persona más dulce y más amable que conozco, e incluso aunque no
estuviéramos juntos, seguiría pensándolo. Todavía no puedo creer que la semana
anterior a mi despliegue realmente ocurriera. Mi mayor fantasía adolescente se ha
cumplido.
No tienes ni idea de lo duro que ha sido, verte desfilar por nuestro apartamento con
sólo una toalla o cuando llevas camisetas sin sujetador. Crees que no me daba cuenta,
pero créeme: los chicos tenemos un sexto sentido cuando se refiere a pechos y a la
cantidad de tela que los cubre. No quería hacerte sentir incómoda, así que intentaba
ignorarte a ti y a tus inocentes seducciones hasta tu baile sexy conmigo en el bar. Esa
noche supe que no podía ocultar más mis sentimientos, no podía mantener mis manos
lejos de ti por más tiempo. Fue un juego peligroso el que jugaste, pero supongo que al
final valió la pena-
Sufro aquí. Estoy en un constante estado de excitación porque tu siempre estás en el
fondo de mi mente, burlándote de mí de esa forma que tu haces. Amo estar dentro de
ti, sentirte apretándome alrededor. Alguien tiene que embotellar esa sensación y
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venderla porque es jodidamente fantástica y yo tampoco te voy a compartir con nadie.
Estos seis meses van a ser un infierno. Voy a devastarte de cien maneras diferentes
cuando llegue a casa. Cuenta con eso.
Te amo, Elsie. No puedo decirlo lo suficiente. Soy un tipo muy afortunado por volver
a casa contigo.
Henry.
Mis lágrimas aterrizaron en el papel con renglones mientras lo plegaba,
sintiéndome como si hubiera echado una ojeada al pasado, a lo que Henry
solía ser. Me dolió físicamente ver las crueles diferencias entre los dos
hombres, saber que el hombre de esta carta no era el mismo que había vuelto.
Abracé el papel contra mi pecho, con esperanzas renovadas. Aquí había una
prueba, un mapa del hombre del que me había enamorado, y encontraría una
manera de volver a él, sin importar cuál.
***
Una noche de viernes, después de una semana particularmente difícil, fuimos
a Tapwerks para celebrar con retraso su regreso a casa. Invité a todos en los
que pude pensar, incluyendo a Beth, Sam y Dave. Al final, éramos nueve de
pie alrededor de una mesa y hablando por encima del ruido de la música.
Seguí mirando a Henry, demasiado ocupada con su disfrute como para que
yo disfrutara realmente el ambiente por mí misma. Pero él parecía satisfecho,
riendo y bromeando alrededor con sus colegas, que por un momento me
permití tener esperanzas de que quizás todo lo que necesitaba era una noche
fuera con amigos para recuperarle de vuelta a sí mismo.
A veces podía ser muy inocente.
Casi había olvidado el incidente con Dave, estando demasiado consumida por
Henry, pero Dave aparentemente no lo había hecho. Se mantuvo tan lejos de
mí como fue posible y rehusó mirarme, probablemente bajo la impresión de
que si no advertía mi presencia, ese beso no había ocurrido nunca.
Cuando Henry fue al baño, Dave tiró de mí lejos de la mesa y me preguntó si
íbamos a confesar.
—Depende de ti —le dije, llena del feliz alboroto que venía con los buenos
amigos y las buenas bebidas—. De cualquier modo, creo que le parecerá bien.
—Pero tú eres su novia —dijo con el ceño fruncido.
—No fue nada importante —insistí, moviendo las manos como para apartar
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el asunto—. De verdad.
—¿Qué es lo que no fue nada importante?
Ambos nos giramos para encontrar a Henry de pie detrás nuestro, sus ojos
moviéndose de un lado a otro entre Dave y yo.
Dave se encogió de hombros.
—Nada, hombre. Sólo le estaba preguntando a Elsie si quería otra bebida —
dijo y se fue caminando hacia el bar.
Yo no podía soportar la sensación del peso de la mirada fija de Henry, así que
me excusé y me dirigí al baño, pateándome mentalmente a mí misma.
Debería habérselo contado en ese momento en lugar de evitar la pregunta
como una idiota culpable.
Salí del baño de señoras unos pocos minutos después, resuelta a contarle todo
a Henry, cuando un par de manos me agarraron por detrás y me empujaron a
un hueco oscuro. Unas manos aplastaron mi boca y fui presionada contra la
pared, mi corazón aporreando desde mi pecho hasta el cemento pintado.
Forcejeé, intentando apartarme de la pared, pero estaba sujeta en sumisión
por un cuerpo grande.
Abrí la boca para gritar cuando una voz susurró contra mi oído.
—Soy yo.
Mi cuerpo se relajó al mismo tiempo en que Henry aflojaba su agarre. Retorcí
mi cabeza para mirarle.
—¿Qué diablos estás haciendo?
—Interrogatorio —dijo con una risita. Su mano se deslizó bajando por mi
estómago hasta la cintura de mis vaqueros. Antes de que pudiera preguntarle
qué quería decir, me acarició por encima de las bragas, haciendo que la tela se
humedeciera con mi excitación—. ¿Esto se siente bien? —preguntó con la voz
ronca.
Me derretí en su mano, disfrutando la sensación pero sin estar lo
suficientemente cerca.
—Sí, más.
Me dio la vuelta para encararle. Envolví una pierna alrededor de su cintura
justo cuando él empezaba a frotar su dura longitud contra mí, el placer
atenuado a través de demasiadas capas de ropa. Intenté besarlo, obtener más
de él, pero agachó la cabeza y me besó el cuello de la forma que a mí me
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gustaba.
—¿De qué estaban hablando Dave y tú? —dijo con sus dientes en mis lóbulos.
Cerré los ojos, incapaz de dejar de pensar en la confusión de deseo bajo la que
me tenía. Se parecía tanto a una pregunta inofensiva, que las banderas rojas
no aparecieron inmediatamente.
—No es nada. Sólo de lo que pasó hace unos meses.
Henry siguió acariciándome mientras me preguntaba.
—¿Qué pasó hace unos meses?
Gemí cuando su erección me golpeó en un punto particularmente sensible.
—No fue nada.
Henry se apartó, su cara completamente quieta excepto por la tormenta en
sus ojos.
—¿Qué pasó? —preguntó otra vez, su mandíbula apretándose.
Agarré la parte de atrás de su cabeza e intenté empujarle hacia delante para
darle un beso, pero se resistió.
—Maldición, Elsie, cuéntamelo.
Suspiré.
—Me besó.
—¿Qué? —Henry bajó mi pierna y dio un paso atrás, mirándome como si
fuera una extraña—. ¿Dave te besó?
—Él no sabía que estábamos saliendo —dije rápidamente.
—¿Ese imbécil te besó?
—Sí, pero no fue nada. Sólo falta de información.
Henry se giró sobre sus talones y se fue, dejándome de repente fría y
desorientada.
Corrí detrás de él y dí la vuelta a la esquina justo a tiempo de ver a Henry
empujando a Dave fuera de la barra por el cuello y dándole un puñetazo en la
cara. Me metí entre ellos, de alguna manera esperando todavía salvar la
noche.
A veces el optimismo puede ser mi debilidad más grande.
Henry tiró de mí para colocarme detrás suyo mientras Dave recobraba el
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equilibrio.
Dave tocó la sangre de sus labios y se la limpió con la manga de la camisa.
—Supongo que Elsie te lo contó.
—Sí, me lo contó —dijo Henry, resoplando.
Dave parecía relajado, dadas las circunstancias. Tan sólo sacudió su cabeza y
dijo:
—Lo siento, hombre. Fue un error.
—El error fue pedirte que vigilaras a mi novia.
—Siempre decías que era como tu hermana pequeña —dijo Dave,
señalándome—. No lo sabía.
—Bien, ahora lo sabes —dijo Henry, sus manos en puños a sus costados—.
¿Vas a besarla otra vez?
Dave levantó sus manos.
—Mira, hombre, tienes razón. Me lo merezco. Dejémoslo así.
—Vamos, déjalo estar —dije, sujetando fuerte el brazo de Henry.
Se giró hacia mí con una mirada helada que me paralizó en el lugar y luego se
volvió otra vez a Dave.
—Mantente alejado de ella, Novak —escupió antes de envolverme con un
brazo posesivo alrededor de mi hombro y conducirme lejos. Me giré y moví
los labios articulando un “Lo siento” hacia Dave y, con un suspiro intenso,
seguí a Henry saliendo por la puerta.

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Capítulo 4
Conmoción y pavor
Traducido por kristel98
Corregido por Noemí

A lo largo de nuestra infancia Henry siempre estuvo ahí, como una sombra
que caía sobre todo lo que hacía. En su mayor parte su presencia no era una
intrusión, era más como una manta reconfortante. Yo sabía que estaba a salvo
con un hermano mayor y su mejor amigo siempre cuidando de mí.
A veces sin embargo, podía ser tan dominantemente imbécil, incluso más que
Jason.
Una noche en particular Henry cruzó la línea y provocó una ruptura en
nuestra amistad que se extendió por dos semanas. Era durante el baile de
graduación de mi segundo año cuando había ido con un estudiante de último
año llamado John. Henry, Jason y el resto de los jugadores de fútbol también
estuvieron presentes con sus propias citas.
John era el segundo suplente mariscal de campo y era guapo. Él no era tan
popular como los otros primeros suplentes, obviamente, pero por lo que
había oído, él sabía cómo lucir los pantalones frente a una chica.
En realidad estaba un poco nerviosa aquella noche, preocupada de que él
pensara que iba a encamarme con él después del baile. Yo no diría que era
una mojigata pero bueno, todavía estaba sujetando mi tarjeta V, todavía
esperando que el tipo perfecto viniera por allí y me arrastrara fuera. John a
pesar de lindo como él era, no era ese tipo.
Sin embargo, traté de que lo fuera. Estábamos en la pista de baile,
moviéndonos al compás de una canción del grupo 98º, con mis brazos
alrededor de su cuello mientras sus manos estaban en mi cintura y
deslizándose lentamente hacia abajo.
Tragué saliva cuando llegaron a su destino.
—John —le dije en señal de advertencia, tirando de sus brazos hacia arriba.
—Tú sólo te sientes tan bien, cariño —dijo en mi oído y en ese momento
comprendí porqué la mayoría de las niñas estaban embobadas con él. John
tenía una manera de hacerte sentir la chica más sexy en el mundo—. Tienes
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un bonito trasero.
Bueno, sí, yo tenía un bonito trasero.
—Pero la gente puede ver.
Él bajó la cabeza y tocó con sus labios mi mandíbula y mis rodillas casi
colapsaron.
Sus besos se sintieron tan bien mientras viajaban hasta mi cuello y sus manos
volvieron a mi trasero, aunque yo no quería realmente ir hasta el final, pero
en parte quería llegar allí. Así que lo dejaba acariciarme, justo en el medio de
la pista de baile de nuestro gimnasio del instituto.
Mis ojos se cerraron y yo estaba disfrutando de las sensaciones cuando de
repente fue arrancado de mí. Abrí los ojos para encontrar a John tropezando
hacia atrás, Henry de pie a un lado con una mirada asesina en su rostro.
—¿Qué demonios, Logan? —gritó John cuando recuperó el equilibrio.
Henry no le hizo caso y se volvió hacia mí, su rostro entero enrojeció pero
antes de que pudiera decir algo, John le agarró por el brazo. Henry le empujó
y John se impulsó hacia atrás, ninguno de los dos quería lanzar el primer
golpe, ya que dos estudiantes habían sido expulsados ​por luchar la semana
pasada.
Una multitud se congregó alrededor de nosotros y juro que debo haberme
puesto de diez tonos de rojo.
—Tú estabas prácticamente abusando sexualmente de ella delante de toda la
escuela —gritó Henry.
—¡No la estaría abusando sexualmente si ella así no lo quisiera! —gritó John.
Jason se abrió paso hacia el centro y ese fue el tiempo en que decidí que ya
era suficiente. Me di la vuelta y me escabullí entre la multitud a mis espaldas,
con la suficiente esperanza de que nadie se daría cuenta de que me había ido.
Lo hice hasta el pasillo antes de que Henry y Jason me alcanzaran.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Jason. Me tocó el brazo y me miró—.
¿Te hizo daño?
—¡No! —grité—. Estábamos bailando cuando Henry llegó y arruinó la noche.
Henry me lanzó una mirada incrédula.
—¿Qué? Él estaba jodidamente maltratándote por ahí.
—¡Él no lo estaba haciendo! —le respondí.
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Las fosas nasales de Henry se dilataron y los músculos de su mandíbula
trabajaron cuando nos miramos.
—Así que vamos a ver si lo entiendo —dijo Jason, mirándonos a los dos—. Tú
y John estaban bailando como sapos calientes, y Henry puso fin a la situación.
¿Es eso cierto?
Henry hizo un gesto brusco.
Jason soltó un bufido.
—Ustedes son dos ridículos. Como los niños —dijo y se alejó, sacudiendo la
cabeza, dejándonos a Henry y a mí solos para luchar nuestra propia batalla.
Los ojos de Henry eran casi negros en el oscuro pasillo mientras me miraba.
—No debiste dejar que lo hiciera.
Yo estaba luchando por contener las lágrimas cuando le dije:
—Sólo estábamos bailando.
—Ahora todo el colegio va a ver que eres fácil.
Mi corazón se detuvo y mi boca se abrió. Me sentí como si me hubieran dado
una bofetada.
Quería decirle que sus palabras eran hirientes y falsas, pero no me atreví a
hablar, así que me di la media vuelta y salí pisando fuerte en dirección a la
salida.
—¡Elsie! No quise decir eso —gritó detrás de mí, pero yo ya había terminado.
Estaba muerto para mí.
—Te odio —le dije y me volví para dejar de verlo.
***
El viaje a casa desde Tapwerks fue tenso. Henry conducía, y aunque por lo
general el alcohol me hacía habladora, los eventos de la noche realmente me
sorprendieron dejándome en silencio. Encontré mis palabras otra vez, tan
pronto como nosotros estuvimos detrás de la puerta del apartamento, y vaya
que tenía la intención de usarlas.
—¿Qué demonios fue eso? —exigí, dándome vuelta hacia él.
Henry me dio una mirada cansada.
—Él no debería haber estado besándote.
—Eso no es lo que pasó y lo sabes.
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—¿Lo hago? ¿Cómo sé que en realidad no duermen juntos y sólo estás
restándole importancia?
Mis manos se morían de ganas de darle una bofetada en todo su celosa cara
pero sostuve mis puños a los costados. Había visto suficiente violencia por
una noche.
—Será mejor que elijas cuidadosamente tus próximas palabras, Henry Mason
Logan —le dije en el tono que mejor pude reunir—. Porque no me gusta ser
llamada puta mentirosa.
—Yo no te he dicho eso.
Clavé en él una mirada que podría haber hecho un millar de huevos fritos.
Quería recordarle este baile de graduación, y de sus palabras descuidadas que
habían casi terminado con nuestra amistad, pero la expresión de su rostro me
dijo que no tenía que hacerlo.
—Eso no es lo que yo estaba diciendo —dijo luciendo absolutamente
miserable.
—Entonces, ¿qué estás diciendo? —le pregunté, levantando mis manos en
alto en señal de frustración—. No sé lo que está pasando en esa cabeza ahora.
—En alguna parte del camino yo había perdido la frecuencia de Henry y al
no oír nada más que estática estaba empezando a volverme loca.
Se sentó en el brazo del sofá y sacudió la cabeza.
—Nada. No estoy diciendo nada —dijo—. Estoy bien. Estamos bien.
—No estamos bien. El Henry que conocí nunca regresó de Afganistán.
No debería haberlo dicho. Quise tragarme las palabras de inmediato, incluso
antes de que se registrase en su cerebro ya el dolor se derramara por toda su
cara. Se levantó en toda su estatura, su cara roja y la mandíbula apretada,
pero no dijo nada. Simplemente estaba allí mirándome.
El miedo se filtró por mis músculos y me forcé a dar un paso atrás. Estaba tan
enojado, tan ajeno a mí en ese momento que me sentí como si estuviera
frente a un extraño.
—¿Tienes el TEPT{2}? —suspiré.
Su cabeza se levantó.
—Por supuesto que no. ¿Por qué piensas eso?
—Entonces, ¿qué diablos está pasando? —le pregunté, completamente

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perdida, sin preocuparme si los vecinos oían. La ira de Henry me había
infectado, se había filtrado en mi cerebro y me volví toda roja. Tal vez si le
gritara lo suficientemente fuerte, Henry volvería a sus cabales—. ¿Estás
terminando con nosotros? ¿Quieres romper, es eso?
—¡No! —Él me agarró por los hombros, con una mirada de angustia en su
rostro—. ¿Por qué demonios preguntas eso?
—Entonces, ¿qué diablos es lo que te pasa?
Me soltó y empezó a pasear, con el ceño fruncido y muscularmente tenso,
una visión aterradora de un hombre perdido.
—No lo sé, ¿de acuerdo? Es que... Estoy tan enojado. Estoy jodidamente
furioso. Quiero matar a ese hijo de puta que mató a mi mejor amigo —dijo,
perforando el aire varias veces con un dedo—. Y quiero ponerme de nuevo
junto a ese idiota que hizo estallar la compuerta y mató a Jones y retorció la
pierna de Hanson, para que yo pueda despedazarlo miembro a miembro con
mis propias manos. Y estoy loco porque dejas que el puto de Dave Novak te
bese mientras estoy afuera defendiendo al país. Y estoy enojado con mi mamá
y mi papá que por ser unos padres de mierda y tener que crecer en una casa
ajena. Y estoy jodidamente cabreado conmigo mismo por golpear a un amigo
y arruinar potencialmente mi carrera.
Mantuvo el puño en la frente, sosteniéndome en mi lugar con su mirada.
—Y estoy furioso conmigo mismo por tratarte como a una mierda. Te
mereces mucho más, Elsie.
Me dolía el corazón por él, por la incertidumbre que nublaba su rostro.
—Me merezco lo que quiero. Y yo te quiero.
Sus ojos buscaron mi rostro.
—¿Por qué? —preguntó con voz quebrada.
Las lágrimas rodaban por mis mejillas mientras yo miraba a esta réplica más o
menos elaborada del hombre que conocí. Este no era el orgulloso, el
confiando Henry del que me enamoré, pero ¿qué pasaba si este hombre
inseguro era todo lo que quedaba?
Me acerqué a él y le envolví con mis brazos, manteniéndolo en su lugar.
Él inclinó la cabeza y murmuró sus disculpas en mi pelo.
—No quiero perderte a ti también Elsie.

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Le apreté bien fuerte, mis lágrimas empapaban su camisa.
—Me gustaría ir y regresar del infierno por ti, Henry. No me vas a perder. —
Estiré mi cuello y tomé los lados de su cara—. Y te quiero porque eres bueno
y honesto. Eres valiente, divertido, inteligente y sexy. Estoy contigo, porque
amarte es algo natural para mí, como respirar el aire.
Él terminó con sus dedos alrededor de mi cabello y su puño en mi nuca. Lo
miré con valentía, haciéndole saber que no iba a retroceder a la primera señal
de problemas.
Abrí la boca para hablar, pero él aplastó sus labios en los míos, quitando todo
pensamiento fuera de mi cabeza.
De repente, sus manos estaban por todas partes, desabrochando y tirando y
lanzando las prendas de vestir a través de la habitación. Con sus manos en mi
culo, me levantó contra la pared de la sala y se hundió en mí. Envolví mis
piernas alrededor de su cintura y le urgí más profundo, y él respondió
empujando más duro, más rápido. Podía sentir su erección, su respiración
cada vez más dificultosa contra mi oído, pero no podía concentrarme, no
podía poner mi mente en nuestro sexo furioso. Una voz en mi cabeza me
susurraba que no deberíamos estar haciendo esto, sin embargo, aquí
estábamos, jadeando como perros en celo.
Así que traté de aclarar mi mente y concentrarme en el aquí y ahora, pero no
podía dejar la imagen de Henry golpeando a Dave. La absoluta falta de
control y la desconsideración en el rostro de Henry cuando éste golpeó a uno
de sus amigos más cercanos, se aferraron en mi corazón y se negaban a irse.
Henry empujó dentro de mí una última vez hasta que se vino, sin hacer
ruido, sólo respirando fuertemente contra mi cuello.
Después de algún tiempo, él aflojó su agarre y me dejó con cuidado.
—Lo siento —dijo, yendo hasta sus vaqueros y negándose a mirarme a los
ojos. Sea lo que sea por lo que pedía disculpas, salió por la puerta principal
dejándome sin saber por qué me las pedía puesto que no había dicho nada
más.

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Capítulo 5
Conversaciones de paz
Traducido por kristel98
Corregido por Sarii

Henry no estaba en mi cama cuando me desperté a la mañana siguiente. Me


pasé un brazo sobre los ojos, con la esperanza de protegerme del sol mirando
a través de las persianas de madera, pero no había forma de volver a dormir
para mí, no con todo lo que pasó recientemente la noche pasada en mi
cerebro.
Me arrastré fuera de la cama y hurgué en el cajón de mi escritorio hasta que
encontré su carta. Me senté en la silla de la computadora y lo leí por enésima
vez, aferrándome a la idea de que de alguna manera podría encontrar una
forma de romper el muro de rabia que él había construido y encontrar el viejo
Henry en el otro lado. No tenía ni idea de cómo empezar siquiera, pero yo
estaba dispuesta a intentar cualquier cosa.
Henry llegó a casa alrededor del mediodía con un sándwich del metro como
disculpa y mí favorito: galletas de avena con pasas de culpa. Henry y yo
comimos en el suelo contra el sofá en silencio, viendo las noticias. Incluso
después de que habíamos terminado nuestras comidas seguimos sentados allí,
ambos dispuestos a irnos sin hablar de los acontecimientos de anoche.
—¿No corriste esta mañana? —le pregunté, tomando en la alfombra entre
mis piernas.
—No. Fui a ver a Dave.
Lo miré con sorpresa.
—¿Y?
—Hemos hablado de ello. Me contó lo que pasó.
Esperé, pero realmente no esperaba la disculpa. Aun así, hubiera sido
agradable si hubiera llegado.
—Luego fui a ver al comandante.
—¿Un sábado?
—Sí, fue en el partido de fútbol de su hijo. —Tomó un gran trago de una
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botella de agua—. Le conté el altercado. Me preguntó si tenía que ver a un
consejero por el TEPT.
Quería gritar "¡Te lo dije!" pero no creo que ayudaría a la situación, así que
dejé las palabras no dichas flotar por ahí con las motas de polvo en la luz del
sol.
—¿Y ahora qué? —Henry recogió en la costura de sus pantalones vaqueros—.
Es difícil. Si voy a ver a un terapeuta militar, irá en mi expediente que tengo
trastorno de estrés postraumático y mi autorización Ultra Secreta sería
removida.
—¿Puedes recuperarlo?
—Eventualmente. Tomará un tiempo, sin embargo. Así que en ese momento
no voy a ser capaz de hacer mi trabajo —suspiró—. Y cuando no hago mi
trabajo, mi OPR, el informe de ejecución oficial, se verá como una mierda. Y
luego voy a conseguir tener que pasar a través de la junta durante la
promoción que viene.
—Oh. ¿Qué vas a hacer?
Me miró entonces, sus ojos transmitiendo un millón de emociones
—¿Qué crees que debo hacer?
—¿Por qué me lo preguntas?
—No puedo pensar en nadie más a quien esto le afecte—dijo, agarrando mi
mano.
—¿Y? —La chica ingenua dentro de mí, esperaba que mi amor fuera
suficiente para arreglar lo que estaba mal con Henry, pero mi lado
pragmático sabía que a veces el amor no era suficiente—. Quiero dejar de
lado esa ira que se construye en tu interior, y si eso significa que tienes que
hablar con un terapeuta, entonces que así sea.
Él frunció el ceño, la duda coloreando su cara, pero asintió con la cabeza de
todos modos.
—Si eso es lo que quieres.
Yo quería decirle que no quería que su carrera sufriera, pero escondido en los
rincones más oscuros de mi cerebro había una voz susurrante que me decía
que Henry nunca podría tener que implementar de nuevo si fuera
diagnosticado con TEPT. Pero, ¿qué clase de persona sería yo si arruino una
carrera en la que él había trabajado duro para que le trajera un gran orgullo?

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—Si hablas con un terapeuta fuera de los militares, ¿tu jefe tiene que saberlo?
—pregunté.
Henry evaluó mis palabras.
—No, no creo que él deba saberlo.
—Entonces yo quiero que hagas eso.
Finalmente me miró mientras sus labios se detuvieron en una sonrisa irónica.
—Dave me dijo que mi única cualidad redentora eres tú.
—Bueno, él está bien —le dije—. Considérate afortunado.
Henry se inclinó y me dio un ligero beso en los labios.
—Lo haré —dijo—. Lamento lo de anoche. Todo.
—Te perdoné en el momento que me diste esa galleta —le dije, con la
esperanza de aligerar el ambiente.
Él negó con la cabeza.
—No, lo digo en serio. No quiero que tú siempre me temas.
Mi corazón se aceleró.
—Yo tampoco quiero
—Y lo siento por salir corriendo de ti de esa manera. No lo hice…
Apreté un dedo a sus labios.
—Deja de pedir perdón —le dije—. Sólo comienza haciéndolo.
—Sí, señora —dijo con un brillo travieso en sus ojos. Él agarró la parte
posterior de mi cabeza y me atrajo en un beso todo-lo-consume, poniéndome
en llamas y reduciéndome a cenizas.
Él me presionó hacia abajo sobre la alfombra, apoyando su peso sobre sus
codos mientras apretaba sus caderas contra las mías. Mis dedos se deslizaron
bajo el dobladillo de su camisa y encontré la cremallera de sus pantalones,
pero él negó con la cabeza y se sentó sobre sus rodillas. Sostuvo mis muñecas
fuera de sus pantalones y se llevó las manos a la cintura de mis pantalones
cortos.
—Quítatelos —me ordenó.
Sonreí mientras poco a poco me deslizaba fuera de mis pantalones,
disfrutando del enfoque de toma de responsabilidad de Henry. Odiaba su

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autoritarismo en cualquier otro momento, pero ahora, al oír la confianza en
su voz, me sentí como si estuviera viendo una cinta del viejo Henry. Me
apoyé en mis codos cuando él se puso de pie.
—Quédate aquí —dijo, dando un paso hacia atrás—. Y será mejor que estés
completamente desnuda cuando yo vuelva.
Accedí, tirando de mi camisa sobre mi cabeza y deshaciendo mi sujetador,
luego recostándome en la alfombra Yo podía oírlo en la cocina, jugando con
lo que sonaba como la fábrica de hielo.
—¿Te da sed? —pregunté cuando regresó con una taza en su mano.
Él se rió y dejó la taza en mi pierna.
—Esa es una manera de decirlo —dijo, pasando las manos por la parte
interior de mis muslos y abriendo mis piernas.
—¿Soy yo la única que va a estar desnuda? —pregunté mientras él yacía
sobre su estómago, con la cabeza justo encima de mi entrepierna.
—Sí —dijo con cálido aliento en mi piel. Él presionó mis piernas en el suelo,
colocándome desnuda completamente, luego esbozó una sonrisa antes de
morder en el interior de mi muslo con los dientes, trazando el camino a mi
centro. Su lengua salió y se arremolinaba alrededor de mis pliegues,
haciéndome arquear la espalda del suelo para conseguir más de él. Se movió
a un ritmo seguro, sin prisas, haciéndome sentir un hormigueo con
anticipación ya que la presión comenzaba a construirse.
Él se apartó y mantuvo mis ojos en los suyos mientras chupaba uno de sus
largos dedos en su boca y luego otro, e insertó esos mismos dedos dentro de
mí. Cuando él bajó la cabeza y comenzó a lamerme otra vez, cerré los ojos y
sentí cada nervio de mi cuerpo cantar. Era casi demasiado y todavía no lo
suficiente.
Sus dedos encontraron ese lugar sensible dentro de mí y empezó a frotar en
círculos, construyéndome para in crescendo, y justo cuando me estaba
acercando al acantilado y me preparaba para saltar en seguida, un frío
intenso me tocó la piel y me devolvió a la realidad.
—¿Qué...? —jadeé y lo encontré sosteniendo una media luna de hielo por
encima de mi montículo.
—Relájate —dijo con una sonrisa y bajó el hielo a mi piel otra vez, lentamente
deslizándose entre mis pliegues.
Cerré los ojos y me concentré en la sensación, el frío era una emoción
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dolorosa que era casi imposible de soportar y sin embargo...
Henry sacó el hielo fuera y lamió los lugares que él había enfriado, su lengua
cálida y relajante. El contraste de temperaturas casi me deshizo, y él me tocó
con el hielo de nuevo, deslizándolo más y más hasta que fue empujando a mi
entrada.
Me retorcí y lo empujó dentro de mí, invadiéndome con una frialdad que no
podía quitar, pero él lo apartó y lo reemplazó con su lengua, y justo cuando
me estaba acostumbrando a la calidez de nuevo, deslizó el hielo dentro de mí
de nuevo. Alternó esta manera, el frío y el calor, a intervalos pausados ​hasta
que estrujé la alfombra con mis puños, mis músculos enrollándose,
construyendo, corriendo hacia el borde del acantilado otra vez.
Entonces era sólo la lengua mientras él manoseaba mi clítoris en círculos y yo
me había perdido, cayendo en el océano de dolor y éxtasis y todo Henry. Mis
piernas se doblaron bajo sus manos, mi interior se estremeció alrededor de su
lengua, mi boca gritó su nombre, y yo iba y venía.
Después, él se arrastró hasta mi lado y me dio un beso, mi gusto todavía en su
boca.
—Dios, eres tan sexy —dijo, quitando el cabello de mi cara.
Moví mi mano para darle su turno, pero él me agarró la muñeca y se la llevó
a la cara, tocando sus labios contra mi palma.
—No —dijo—. Sólo quiero que sea acerca de ti en este momento. Sólo tú.
Yo estaba demasiado cansada para discutir, así que envolví su brazo
alrededor de mí y me acurruqué en su pecho, disfrutando del momento en
que Henry era a la vez cálido y frío, viejo y nuevo, amándome y sólo a mí.
***
El lunes por la mañana me fui a la cocina para encontrar a Henry sentado a la
mesa todavía con pantalones de su pijama.
—Vas a llegar tarde —le dije, apoyado contra el mostrador mientras miraba el
reloj.
Tomó un sorbo de su café tranquilamente y aunque sonreía, parecía como si
un gran peso estaba tirando bajo sus facciones.
—Me estoy tomando un tiempo libre.
Encontré mi taza de viaje ya llena de café, hecho como a mí me gustaba.

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—Gracias —le dije, dándole un beso en la frente, con la esperanza de aliviar
el ceño grabado entre sus cejas—. ¿Hasta cuándo?
—He acumulado dieciocho días de permiso, que es mucho.
Mi corazón dio un brinco poco antes de que recordara que en realidad tenía
que trabajar, que su licencia no me afectaba directamente.
—¿Cuáles son tus planes para los próximos dieciocho días? ¿Merodear y un
sofá de surf?
—Me voy a California.
Dejé de sorber.
—¿Eh? —pregunté elocuente.
—Antes, cuando yo era más joven, antes que tú y Jason se trasladaran a
Monterrey, solía ver a una psiquiatra, pero me detuve durante el primer año
en el instituto.
Sabía que tenía problemas en casa, pero nunca nos dijo que había necesitado
un psiquiatra.
—¿Debido a tus padres?
Él cerró los ojos y asintió con la cabeza y respiró hondo.
—De todos modos, me voy a ir a ver a la Dra. Galicia de nuevo. Hablé con ella
por un tiempo cuando tú te estabas preparando. Ella desea verme mañana.
—¿Mañana? —pregunté—. ¿Eso significa que tienes que irte... esta noche?
Él asintió con la cabeza y dijo:
—Ven conmigo.
Yo quería decir que sí, pero no había manera de que pudiera en tan poco
tiempo.
—No puedo, tengo trabajo.
—Eso es lo que me temía. —Él puso su taza hacia abajo y se acercó donde yo
estaba en el mostrador, envolviéndome en sus brazos—. Es sólo durante
dieciocho días, a menos de un mes.
Asentí a pesar del nudo en mi garganta.
—¿Es tiempo suficiente? —Incliné mi cabeza hacia atrás para mirarlo,
deseando lanzarle berrinches, era todavía un comportamiento aceptable.
Acababa de llegar a casa y ahora él iba a irse de nuevo. No me parecía justo.
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—Eso espero —dijo suavemente, metiendo un mechón de pelo detrás de mí
oreja—. Siento que es tan poco tiempo. Yo realmente necesito hacer esto.
—Está bien.
—¿Está bien que te vayas conmigo? —preguntó esperanzado levantando sus
cejas.
—Está bien que puedes ir —le dije—. Tienes dieciocho días para trabajar
sobre tus problemas, y luego voy por ti.
—¿Vas a venir a California?
—No —dije con una sonrisa. El hombre era implacable—. Era sólo una forma
de hablar.
—Pero ¿no sería divertido estar allí juntos? Te quiero a mi lado cuando le
diga a la gente que por fin estamos juntos.
—¿Por qué tengo que estar allí para eso?
—Así ellos me van a creer. —Sonrió—. Y para que tu papá no me pegue
haciéndome puré por follar a su hija.
Me reí de la imagen de mi padre, que era el más bajo de los dos hombres,
alzando sus puños y desafiando a Henry a puñetazos.
—Sí, por eso valdría la pena desaparecer del trabajo.
—Entonces ven.
Suspiré, mis defensas ya empezando a desgastarse.
—No puedo. Soy un adulto responsable ahora.
Él resopló.
—Está bien.
—Está bien ¿te rindes?
Él me soltó.
—Está bien, será mejor que vayas a trabajar antes de que te ate y te tire en mi
equipaje —dijo con una palmeada a mi trasero.
—Suena pervertido —le dije y golpeó mi culo todo el camino hasta la puerta
principal.

Varias horas más tarde me encontré en el aeropuerto Will Rogers, Henry


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haciendo una oferta de adiós una vez más. Empezaba a tener la sensación de
que estar con él significaba que yo siempre estaría parada en este lado,
siempre viéndolo irse.
—¿Vas a ver a tus amigos? —pregunté después de que él registrara sus
maletas.
Él se encogió de hombros mientras miraba hacia la puerta de seguridad.
—Tal vez. Si el tiempo lo permite.
—¿Qué hay de tus ex-novia? —bromeé.
Él sonrió.
—Definitivamente. Me aseguraré de ver a todas ellas —dijo y me hizo
cosquillas en los costados.
—¿Te quedaras con tus padres?
—Sí. En realidad parecían contentos de verme.
—Tal vez las cosas serán diferentes —le dije, apretándole la mano mientras
caminábamos hacia la puerta de seguridad.
—Tal vez.
Una vez que llegamos a la línea de seguridad, se volvió hacia mí y agarro
cada lado de mi rostro, presionando sus labios en mi frente por un largo
tiempo. Cerré los ojos, inhalando su aroma, mi cuerpo ya extrañaba su sólida
presencia.
—Debes venir a Cali —dijo—. Incluso unos pocos días.
—Voy a intentarlo —logré decir a través del dolor en mi pecho—. No tengo
muchos días libres ahorrados.
Tomó mi cara entre sus manos tiernamente mientras plantaba suaves besos
en mis labios y en mi nariz, y finalmente en mi frente.
—Son tan sólo dieciocho días —dijo, y me dio la sensación de que él estaba
diciendo eso más para tranquilizarse a si mismo—. Voy a estar de vuelta
mucho antes de tu cumpleaños.
—Más te vale —le dije—. Estoy pensando en una fiesta de disfraces para
celebrar mi cumpleaños.
—¿Vas a usar ese traje de Tomb Raider otra vez?
—Vas a tener que esperar y ver. —Lo besé por última vez y empujé su pecho.

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—Tienes que irte, amigo —le dije con falsa alegría.
Él arqueó una ceja y miró su reloj.
—¿Quieres que me vaya ya?
—Cuanto antes te vayas, más pronto podrás regresar —dije simplemente, sin
decir que esperarlo aquí era una tortura, que me recordó mucho de ese día de
marzo, cuando nos separamos hace seis meses—. Así que vete.
Él sonrió y me besó una última vez antes de unirse a la línea de seguridad. Le
tomó sólo cinco minutos en llegar al detector de metales y otros treinta
segundos para recoger sus cosas y volver a sumergirse en sus botas.
Luego se volvió una última vez y me guiñó un ojo antes de ir a la terminal.
Observé su paso firme y sin pretensiones, hasta que dobló la esquina y estaba
completamente fuera de mi vista.
Ya estoy haciendo mis propios planes, seguro que la próxima vez que me
encuentre en un aeropuerto, no estaré en este lado de la puerta.

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Sinopsis
De regreso al lugar donde todo comenzó...
Elsie sorprende a Henry en California de la forma más sexy posible y sin
darse cuenta revela el secreto de su relación ante sus familias. Pero justo
cuando ella piensa que todo está finalmente volviendo a caer en su lugar, una
revelación lo cambia todo…

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Capítulo 1
Toque de Diana
Traducido por Ivi04
Corregido por Yayi!

Permanecí en calma durante las cuatro horas que duró el vuelo, pero en el
momento en que el avión aterrizó en el Aeropuerto Monterrey en esa
lluviosa noche de jueves, mi estómago se convirtió en un revoltijo.
Ya había viajado varias veces antes a California, pero esta vez, Henry no
tenía idea de que yo llegaría. Me las había arreglado en conseguir unos días
libres en el trabajo para pasar los últimos tres de los dieciocho días de terapia
con él, y tenía planeado sorprenderlo esa misma noche.
Mi estómago tembló ante la idea de aparecerme sin previo aviso. Una voz
refunfuñó dentro de mi cabeza, preguntándose si Henry estaría feliz de
verme. No supe con qué versión me encontraría: el que había dejado en
Afganistán o aquel que había regresado.
Como ya había hecho todo el viaje en avión, me di a mí misma unas palabras
de aliento. No importaba que versión de Henry encontrara esa noche. Lo
amaba a pesar de todo.
Todos mis nervios desaparecieron en cuanto vi a mi papá en el área de
recogida del equipaje, lucía un poco más rellenito en torno a la cintura, pero
aún continuaba siendo el hombre de ojos color avellana y cabello castaño
claro que yo recordaba. Papá me esperaba apoyado contra una pared, la
espalda recta y los brazos cruzados a la altura del pecho, parecía como si en
cualquier momento se pondría a dar órdenes.
Su rígida actitud se derritió en cuanto me vio.
—Hola papi —dije, saludándolo con un abrazo y un beso en la mejilla.
—Cielo —respondió estrechándome en un abrazo de oso—, ¡qué bueno verte!
Me incliné hacia atrás y miré alrededor.
—¿Dónde está mamá?
—En casa, asegurándose de que esté completamente limpia, y tu habitación
tal como la recuerdas —dijo con un deje de sarcasmo.
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—¿Eso quiere decir que no la has convertido en una sala de ejercicios? —reí.
—Estuve intentando convertirla en una sala de hombres, pero ella no me lo
permitió. Quiere conservarla como está hasta que tengas hijos. Luego la
convertirá en una sala de niños.
—Eso es…
—¿Loco? —preguntó sacudiendo la cabeza con una sonrisa. De repente se
volvió hacia mí con una especie de expresión de pánico
—Ella no sabrá algo que yo ignoro, ¿verdad? No estás embarazada, ¿no?
—No que yo sepa —resoplé.
Suspiró aliviado y se secó sudor imaginario de la frente.
—Bien, entonces. Vamos, toma tu equipaje, mi pequeña.

***
Mi padre había sido un piloto de AWACS en la Fuerza Aérea y mientras fue
comandante tomó un programa de quince meses de duración en la Naval
Post gradúate School en Monterrey, California. Él y mamá se habían
enamorado del lugar y decidieron vivir allí luego de que papá se separara de
las fuerzas militares cuatro años después. Juntaron sus ahorros y compraron
una casa en Monterrey, no muy lejos de la famosa 17-Mile Drive. La casa azul
de dos pisos se encontraba a sólo cinco minutos de la playa, pero más
importante aún, estaba a tres casas de los Logan.
Luego de un viaje de diez minutos desde el aeropuerto, me encontré a mí
misma de pie frente a la casa, luchando contra la abrumadora sensación de
nostalgia y tristeza. ¿Cómo podría mirar esa casa y no vernos a Jason y a mí
sentados en el porche, o jugando básquetbol en la acera?
Papá debió notarlo porque me apretó un hombro mientras caminaba con mi
equipaje a su lado. Si me quedaba mucho tiempo más allí, Henry lo
advertiría, por lo que me decidí a entrar.
—¡Elsie! —me llamó mamá desde algún lugar de la casa. Unos minutos
después, rodeaba la esquina de la cocina con una gran sonrisa en su rostro.
Me envolvió en sus brazos y cerré los ojos disfrutando del aroma de mamá a
lavanda y vainilla
Seguimos a papá mientras dejaba el equipaje en mi habitación. Yo era
perfectamente capaz de hacerlo por mí misma —después de todo, la
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habitación estaba sobre la sala de estar en el primer piso— pero la regla de
oro consistía en que el invitado no debía trabajar. Supuse que ahora yo era
eso, una invitada.
—¿Así que, cuáles son tus planes para esta noche? —preguntó papá apoyado
en el marco de la puerta. Miré el reloj y me di cuenta de que eran las siete de
la noche aunque aún había bastante luz.
—Bueno, tenía pensado cenar con ustedes y luego ponerme al día con Henry
luego de que ustedes se fueran a la cama —dije.
—¿A qué hora se acuestan?
Papá suspiró.
—Querida, somos jubilados, nos vamos a la cama en una hora.
Mamá rió y golpeó a papá en un brazo.
—Sólo bromea. Nos acostamos a eso de las nueve o diez y luego nos
despertamos temprano para dar un paseo por la playa y ver el amanecer.
Suspiré con el repentino deseo de que mi matrimonio con Henry se tornara
dulce y romántico como el de mis padres. Me ruboricé preguntándome de
dónde demonios venían esos pensamientos.
Durante la cena, la charla fue locuaz mientras mamá y papá preguntaban por
mi vida en Oklahoma, pero resultaba difícil hablar sin mencionar el nombre
de Henry. Aún más difícil fue parecer indiferente ante la mención de su
nombre para no revelar así nuestro secreto. Debí contárselos en ese mismo
momento, pero Henry había querido que esperáramos hasta que pudiéramos
reunir a todos nuestros padres en una misma habitación para contárselos.
Luego de cenar vimos algo de televisión y entonces papá me retó a un juego
de Scrabble. Estaba ansiosa por ver a Henry, pero había extrañado demasiado
nuestros épicos juegos de Sacrabble. Esa era nuestra pequeña actividad
compartida desde que era una pequeña y había aprendido por mí misma a
afilar mi vena competitiva. El Scrabble con papá me demandaba paciencia,
creatividad y el arte de saber perder —o ganar— con gracia.
Era pasada la medianoche cuando acabamos. Obtuve una estrecha victoria
con la palabra “Retiro” y papá me prometió la revancha mañana en la noche.
—No estoy retirado de este conflicto —dijo mientras marchaba hasta su
cuarto, sacudiendo un puño en el aire—. Simplemente estoy posponiendo mi
victoria para otra noche.

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—Seguro papá, cualquier cosa te ayudara a dormir esta noche —dije
guardando las piezas de madera.
—¿Dónde vas? —preguntó mamá mientras me calzaba las botas y tomaba las
llaves de la puerta principal.
—Sólo iré a saludar a Henry. No me esperen.
Mamá me envió una sonrisa de complicidad, dejándome con la pregunta en
la punta de la lengua ¿acaso ella poseía habilidades mentales?
Una vez en la oscuridad fui capaz de recordar los pasos hasta la casa de
Henry como si fuera una adolescente otra vez.
Habíamos pasado una buena cantidad de tiempo en ese lugar, el atractivo de
una casa sin supervisión había sido demasiado bueno para dos adolescentes,
jugábamos videojuegos, intentábamos preparar platillos simples, y
espiábamos a través del armario de sus padres. Incluso según se dice, yo
podría haber usado los zapatos de su madre una vez o dos.
Sin embargo, mi madre le había puesto un punto final a eso. Ella quería que
estuviéramos en nuestra casa donde pudiera tener un ojo puesto sobre
nosotros. Ahora que era una adulta, no podía culparla por eso.
La puerta lateral al patio trasero de los Logan emitió un pequeño chillido
cuando la abrí, pero no tan fuerte como solía ser, gracias a Dios. Me deslicé
hasta la ventana de su cuarto y miré dentro. Las cortinas estaban cerradas,
pero los vidrios estaban abiertos. Lo único que se interponía entre Henry y yo
era un mosquitero y no iba a dejar que eso me detuviera. Empujé un cuarto y
deslicé la mosquitera por el marco todo lo silenciosa que pude, abrí la
ventana y me icé a mí misma.
Por un momento me senté en el alféizar y observé a Henry dormir en la cama
doble, sus miembros desparramados en cualquier dirección mientras que una
delgada sabana azul cubría la mitad inferior de su cuerpo. Mi corazón dio un
vuelco, la simple visión de él me hizo estremecer.
Me quité las botas y aterricé son un sonido sordo contra la alfombra. Caminé
a través de una bolsa de gimnasio, un par de zapatillas de correr y una toalla
tirada de cualquier manera en el suelo, todavía húmeda por una ducha, antes
de llegar a la cama. Me posé sobre él y mis ojos trazaron la línea de su
mandíbula cuadrada hasta aterrizar en la forma de sus labios.
Fue un alivio notar que dormía pacíficamente, ninguna arruga de
preocupación surcaba su frente, y casi lamenté llevar a cabo mi plan. Pero
había volado sobre toda California para verlo y verlo sería lo que haría.
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Tan silenciosamente como pude, me desnudé y luego me acurruqué encima
de él. Levanté una punta de la sabana, y cuidadosamente la quité de su
cuerpo emocionándome hasta las bragas cuando advertí que estaba
completamente desnudo. Me detuve un momento para admirar su cuerpo,
desde el ancho pecho hasta el paquete de seis abdominales, desde la V de sus
caderas hasta sus labios y finalmente hasta sus musculosos muslos. Justo en
medio de todo ese paisaje, estaba su impresionante pene, ya duro, contra su
estómago.
Giré sobre la cama, completamente embriagada con la vista y posé mi lengua
en la suave piel de la base de su erección, deslizándola lentamente hacia
arriba hasta llegar a la cabeza.
Él gimió entre sueños.
Repetí el movimiento, esta vez más despacio aún, lamiendo más de él
mientras subía. Sus manos se movieron hasta mi cabeza, enredando sus dedos
en mi cabello mientras gemía. Mis labios cubrieron la punta de su pene y
comencé a succionarlo centímetro a centímetro, mi lengua dibujaba círculos
en torno a su base. Sus caderas comenzaron a moverse bombeando en mi
boca suavemente mientras se estremecía.
Entonces tiró de mí hacia arriba deslizándome a lo largo de su cuerpo
desnudo y me besó.
—Elsie —susurró contra mi boca. Sus manos de deslizaron hacia mi cuello y
por mis hombros—. Te extrañé muchísimo.
Palmeó mi trasero y lo agarró con fuerza mientras se posicionaba en mi
entrada, pero en lugar de introducirse, hizo una pausa.
—¿Qué sucede? —pregunté.
Fijo sus adormilados ojos en mí y esbozó una sonrisa arrogante.
—Quiero que me ruegues.
Incluso en su estado semi dormido, Henry era un tipo mandón. Podía sentir
su punta y el deseo de sentirlo dentro de mí dolía.
Diablos, podría rogar por una vez.
—Por favor Henry.
—¿”Por favor” que? —preguntó envolviéndose un puño con mi cabello.
—Por favor, fóllame, ahora —respondí mirándolo a los ojos.

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Sus dientes brillaron en la oscuridad. Se sumergió dentro de mí hasta la
empuñadura, deteniéndose durante un latido de corazón con los ojos
cerrados mientras yo lo retenía apretando los músculos.
—Jodeeeer —suspiró. Sus palmas acariciaban mis costados—. Te sientes tan
bien. —Se estiró y me besó el cuello y arrastró los dientes por mi mandíbula
hasta el lóbulo de la oreja. Me senté y pegué las caderas contra él, tiré la
cabeza hacia atrás; de esa manera las puntas de mi cabello rozaban sus
muslos.
Tomó mis caderas y me guió, sus grandes manos me urgían a ir más rápido,
más duro, pero me mantuve firme, enfocada y moviéndome a mi propio
ritmo. Había esperado diez días para esto ¡y debía durar más que cinco
minutos llenos de gritos y gemidos!
Tomé una de sus muñecas y la guié para que frotara mi entrepierna. Sus ojos
se abrieron de par en par al momento en que sus dedos entraron en contacto
con mi piel rasurada.
—Mierda… —dijo antes de besarme con abandono.
Un segundo después, me dio la vuelta por lo que quedé de espaldas en la
cama y él en la posición dominante. Jadeé cuando salió de mí, pero al instante
su boca había ocupado el lugar que acababa de dejar vacío.
Su lengua se arremolinaba alrededor de mis pliegues con una velocidad
febril. Introdujo dos dedos dentro de mí y su lengua chasqueó contra mi
clítoris. En ese momento, me dejé arrastrar el orgasmo que había estado
tratando de aplazar.
—Detente. —Tomé aire y empujé su cabeza. Henry me observó algo confuso
así que me apresuré a agregar—: Quiero venirme contigo dentro de mí.
No tuve que pedírselo dos veces. Se deslizó sobre mí, me tomó a los lados de
la cabeza y me besó hasta dejarme sin aliento mientras se introducía
limpiamente en mi cuerpo. Tomó velocidad, nuestra piel golpeaba el uno
contra el otro mientras Henry embestía con fuerza.
Me vine temblando a su alrededor, su boca cubrió la mía para ahogar los
gemidos que intentaban escapar. Un par de latidos después, él gruñía junto a
mi oído, mientras continuaba pujando dentro de mí, hasta que finalmente
acabó.
Permaneció dentro de mi cuerpo, incluso cuando se deslizó a un costado.
Simplemente me tomó entre sus brazos y giró para que nuestros rostros
estuvieran frete a frente. Envolví una pierna en torno a sus muslos, Henry
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despejó mis cabellos del rostro y me besó con ternura.
Suspiró con satisfacción.
—El mejor sueño del mundo —murmuró y nos cubrió con la manta. Un
momento después, caímos presos del sueño.

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Capítulo 2
De vuelta al mundo
Traducido por Basarab_Countess
Corregido por LadyPandora

No podría decir si estaba atrapada en un sueño, pero parecía real cuando el


pene de Henry se enterró en mí desde atrás. Una mano me agarró el muslo y
me abrió más para poder ir hasta el fondo. Se balanceó con suavidad detrás
de mí, con un brazo debajo de mi cuello y el otro sobre mi cintura, mientras
sus manos vagaban alrededor, amasando y apretando a un ritmo más lento. Si
esto era un sueño, quería despertar inmediatamente para poder hacerlo
realidad.
—Así que, ¿entonces crees que están juntos? —Oí decir a mi madre.
Si esto era un sueño, entonces era uno realmente enfermo.
Los movimientos de Henry se detuvieron pero permaneció enterrado en mí.
La madre de Henry, Helen, habló después.
—¿Te dijo algo Elsie? —preguntó.
—No. Tan sólo dijo que iba a pasarse por aquí para saludar a Henry.
—Bueno —dijo Helen con una risita ahogada—. Ya le dio suficientes saludos.
—¿Deberíamos decirles que estamos despiertos? —me susurró Henry al oído
y fue cuando me di cuenta de que aquello era real. Nuestras madres estaban,
de hecho, a los pies de la cama, mientras Henry y yo permanecíamos
desnudos bajo las sábanas, su pene todavía palpitando en mi interior.
Sólo esperaba que la colcha fuese lo suficientemente gruesa como para
ocultar lo que estábamos haciendo apenas unos segundos antes.
Sentí la cara arder de vergüenza y supe que mi sonrojo me delataría al
instante. Pescados in fraganti.
Abrí los ojos y eché un vistazo hacia nuestras madres, quienes estaban de pie
en el umbral de la puerta, con sendas tazas de café y expresiones de
perplejidad.
—Buenas —gruñí, tratando de ser casual incluso mientras estaba muriendo

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por dentro.
Mamá enarcó una ceja y se giró hacia Helen.
—Deberíamos darles unos minutos para reagrupar sus pensamientos y venir
al salón a explicar.
Helen asintió con la cabeza y cerraron la puerta tras de sí.
Tan pronto como la puerta se cerró, los brazos de Henry me rodearon con
fuerza y comenzó de nuevo el delicioso balanceo.
—No estaba seguro de si lo de anoche era real —dijo, mordiéndome el lóbulo
de la oreja.
Giré la cabeza para sonreírle.
—Quería darte una sorpresa.
—Puedes sorprenderme en cualquier momento —dijo y me besó en el cuello.
Suspiré, de placer y preocupación.
—No podemos, Henry. Ya oíste a mi madre. —Se me cortó la respiración
cuando se enterró con brusquedad, haciendo a mis músculos contraerse de
forma involuntaria—. Oh.
Henry se introdujo entre mis piernas y comenzó a masajearme el clítoris en
círculos.
—Tan sólo necesito unos minutos —dijo—. Entonces podremos estar
relajados cuando nos enfrentemos al pelotón de fusilamiento.
Quería discrepar, pero sus hábiles dedos y su maldita polla me tenían
hechizada, y su voz profunda susurrando obscenidades tan sólo me llevaba
más lejos, así que no tuve más remedio que sumergirme y disfrutar de las
atenciones de Henry.
—Córrete para mí —profirió con voz ronca en mi oído y movió los dedos más
rápido—. Quiero sentir tu coño convulsionándose a mí alrededor.
Me giré y agarré la parte de atrás de su cabeza, atrayendo su boca a la mía
mientras el orgasmo me llenaba y quemaba mi cuerpo con un calor intenso.
—Elsie —gimió, llegando también al clímax, agarrando con fuerza mis
caderas contra sí, mientras se enterraba tan profundo como podía.

Salimos de la habitación de Henry cinco minutos después, yo vestida con la

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ropa del día anterior y Henry vestido con unos pantalones de chándal y una
camiseta de manga corta, pareciéndonos mucho a dos personas que acababan
de tener sexo.
Ya era bastante malo estar yendo a hacer frente a nuestras madres, pero un
vistazo hacia el comedor me mostró que la situación era peor: nuestros padres
también asistían a la reunión.
Podía sentir el peso de las miradas de todos a medida que nos dirigíamos
hacia el comedor. Henry se había ofrecido a caminar primero para soportar el
peso de las miradas, pero le había agarrado la mano y le había dicho que
teníamos que hacer esto juntos. Ahora deseaba haber aceptado su oferta.
Mi padre fue el primero al que me atreví a mirar e inmediatamente deseé no
haberlo hecho. Sus labios estaban apretados y sus gruesas cejas frunciendo el
ceño. Estaba decepcionado conmigo, eso estaba claro.
Henry y yo permanecimos de pie a los pies de la mesa, nuestros dedos aún
entrelazados. Él se aclaró la garganta.
—Supongo que Elsie y yo tenemos noticias…
—No jodas, Sherlock —dijo Trent, su padre. El hombre tenía un lenguaje
pintoresco.
—¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo? —preguntó mi madre. Me encontré
con sus ojos, sintiéndome de nuevo como una adolescente pillada. Entonces
me di cuenta de que Henry y yo éramos dos adultos, con consentimiento
mutuo, y yo no tenía nada de qué avergonzarme.
Me enderecé y dije:
—Justo antes de que se marchase en el reemplazo de marzo.
—¿Tanto tiempo? —preguntó Helen, sus ojos moviéndose hacia su hijo con
rapidez—. ¿Y no habías pensando en decírnoslo?
—Todavía no estábamos preparados —dijo Henry.
—¿Y cuándo ibais a estar preparados?
—Ahora, supongo —dije yo—. Queríamos que estuviesen todos juntos antes
de anunciarlo.
—Hablando de estar preparados… —Henry miró el reloj que tenía en la
muñeca. Se giró hacia mí—. Lo siento, pero tengo que irme.
—¿Qué? —Le agarré y silbé al oído—: ¿Vas a dejarme hacerle frente a la

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inquisición sola?
—Tengo sesión de terapia en cuarenta minutos.
—Llévame contigo.
—Lo siento, no puedo. —Sonrió, pareciendo de todo menos arrepentido—.
Habré terminado en una hora.
Entonces mi padre se puso en pie y mi corazón se detuvo. Cada célula de mi
cuerpo se puso firme anticipándose a sus palabras. Se acercó a nosotros con
rostro inexpresivo y se detuvo frente a Henry.
—Señor —comenzó Henry—. Antes de que diga nada, tan sólo quiero decirle
que sé que estoy enamorado de su hija. La trataré con el respeto y el cuidado
que se merece.
Contuve la respiración cuando mi padre levantó la mano. Hizo una larga
pausa y entonces le dio a Henry una palmadita en el hombro.
—Sé que lo harás, hijo —dijo con calidez en sus ojos—. Eres un buen hombre,
Henry. Jason tenía razón cuando me pidió que te diese una oportunidad.
Sentí el cambio en la postura de Henry, sus hombros un poco encorvados de
alivio, tristeza, o ambas cosas.
—Gracias, señor.
Entonces papá se giró hacia mí y puso las dos manos sobre mis hombros.
—Creo que pescaste uno bueno —dijo.
Le abracé.
—Gracias, papá.
—Tan sólo, por favor, no dejes que te atrapen desnuda en su cama de nuevo
—dijo tan bajo que sólo pude oírle yo—. Te crié para ser una dama, y no eso.
Asentí y me separé.
—Sí, papá.
—¿Qué tal si esta noche cenamos todos juntos? —preguntó Helen, de pie
junto a la mesa—. Tengo que encontrarme con un cliente en una hora, pero
estaré libre a partir de las cinco.
Mi madre asintió.
—Eso suena como una buena idea. Estos chiquillos no van a escaparse tan
fácilmente.
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Henry me apretó la mano.
—Allí estaremos.
***
Me encontré con Henry en el Cannery Row después de su terapia y comimos
en el Seafood Shack de Linguine Louie. Nos sentamos en una mesa junto a
una gran ventana con una despejada vista al océano de color azul profundo.
—¿Cómo fue la sesión? —pregunté mientras comíamos. Se sentía bien pasar
tiempo con él de nuevo, tan sólo nosotros dos.
Tomó un mordisco de su hamburguesa con pan de masa fermentada.
—No te lo puedo decir —dijo con una sonrisa.
—Bueno, ¿estás haciendo progresos?
Hizo un gesto evasivo.
—Creo que sí.
Negué la cabeza y comí una cucharada de sopa de marisco.
—¿En serio no vas a decírmelo? —pregunté—. ¿A la persona que se ve más
afectada por tus problemas?
Una sombra de sonrisa cruzó su cara y sacudió la cabeza, supe, incluso sin
hablarlo, que la terapia estaba funcionando. Parecía como si no se hubiese
afeitado desde que había llegado a California y su pelo estaba un poco
ondulado hacia el final, como si llevase tiempo sin cortarlo, pero por debajo
de su apariencia descuidada había una luz en sus ojos que había temido que
hubiese perdido en Afganistán.
Dejé escapar un suspiro de alivio que había estado sosteniendo por mucho
tiempo.
Él enarcó una ceja.
—¿Qué estás mirando?
—Te estoy mirando a ti, Grizzly Adams1.
Se frotó el pelo de la mejilla.
—Ha estado bien no afeitarse —dijo—. Pero necesito un corte de pelo.
Mordí un trozo de pan mientras estudiaba su pelo.
—Me gusta así. Es menos militar. El look completo es muy sexy.

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Se quedó mirándome un largo rato, sus ojos azul intenso iluminados mientras
me miraba a la cara.
—Eres fantástica, ¿lo sabías?
—Gracias —dije sorprendida—. ¿A qué vino eso?
Se recostó en el respaldo de la silla y se encogió de hombros.
—Quiero decir, estás aquí —dijo, señalándome—. No me dijiste que fueras a
venir a California. Tan sólo te colaste en mi habitación en mitad de la noche y
te tomaste el día libre. Si eso no es sorprendente, entonces no sé qué es.
Miré alrededor, esperando que no hubiese nadie escuchando a distancia.
—Aquello fue bastante impresionante —dije con una amplia sonrisa.
—¿Así que te las arreglaste para tomarte el día libre?
—Tan sólo me tomé la mitad del jueves y hoy todo el día, así que volaré de
vuelta el domingo por la noche —dije—. ¿A qué hora volarás el domingo?
—A la una en punto, así que tengo que ir al aeropuerto justo después de mi
última sesión con Doc Gal.
—¿Doc Gal?
—Su nombre es Doctora Galicia, pero le he llamado Doc Gal desde que tenía
diez años. Se lo encasqueté, supongo.
—¿Ella te ayudó cuando eras más joven? —pregunté, averiguando cosas más
íntimas.
—Eso es evidente si estoy de vuelta. Me ayudó en los tiempos difíciles, me
alejó del reformatorio, eso seguro.
Mis ojos se agrandaron, encontrando difícil imaginar a Henry como un
delincuente.
—¿Era tan malo?
—Yo estaba siempre metiéndome en peleas, robando, cualquier cosa que
pudiera llamar la atención de mis padres. —Me sonrió—. Doc Gal me dijo que
mis tendencias destructivas tan sólo eran para llamar la atención.
—¿Y tenía razón?
—Justo en el blanco.
Bebí un largo trago de agua antes de preguntar:

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____________________
1
Grizzly Adams: John "Grizzly" Adams (también conocido como , James Adams Capen, Grizzly
Adams) (1812-1860) fue un famoso hombre de montaña de California e instructor de los osos grizzly y
otros animales salvajes que se capturan para zoológicos, jardines zoológicos y circos.

—Así que, ¿cómo están las cosas ahora con tus padres?
Se encogió de hombros, pero sus ojos no mostraban indiferencia.
—Cada vez mejor, supongo —dijo—. Puede que sea demasiado tarde.
Me estiré por encima de la mesa y agarré su mano.
—Cuando es acerca del perdón y el amor, nunca es demasiado tarde.
De repente se levantó, rodeó la mesa y me plantó un beso en los labios. Se
sentó de nuevo con una sonrisa satisfecha, cruzando los brazos sobre el
pecho.
—¿A qué vino eso? —pregunté, sintiendo las mejillas calentarse, no por
vergüenza sino por excitación.
—Me estaba preguntando cómo puedo ser tan afortunado.
Mordí mi labio inferior y miré al hombre que tenía enfrente, contenta de que
estuviera recuperándose. Yo me estaba preguntando lo mismo.

***
Nos encontramos con mis padres en el Acuario Monterey. Henry se ofreció a
marcharse para dejarme algo de tiempo a solas con ellos, pero mis padres tan
sólo le miraron como si estuviese loco.
—¿Estás bromeando? —preguntó mi madre, entrelazando sus brazos
mientras caminábamos hacia la entrada—. Vendrás con nosotros. Te habré
hecho a la parrilla antes de que el sol se oculte.
—Eso es de lo que tenía miedo —dijo Henry con una sonrisa en la cara.
Caminé delante con mi padre, dándole a mi madre una oportunidad para
hablar con Henry.
—¿Estás contenta? —preguntó papa, rodeándome los hombros con el brazo.
—Miserable —dije con una cara seria—. Absolutamente miserable.
—Sí, puedo verlo —dijo, alborotándome el pelo—. Henry es un buen chico.
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Enarqué una ceja y miré hacia el hombre que se elevaba sobre mi madre.
—¿Chico?
Papá se rió entre dientes.
—Podrá ser más alto que yo, pero siempre será aquel chico con aparatos en
los dientes y el pelo a lo loco —respondió—. Casi devora toda nuestra
fortuna.
Me reí.
—No era tan malo.
—Era tan apasionado al principio. Estaba preocupado de que fuese a ser
problemático, pero Jason me pidió que le diese una oportunidad —dijo papá
—. Y mira lo que el mismo chico resultó: capitán de las Fuerzas Aéreas. Un
veterano de guerra —añadió, con orgullo en su voz.
Envolví mi brazo en su costado y apreté.
—Eras su héroe, lo sabes.
Papá sonrió con tristeza.
—Me gusta pensar que eché una mano a la educación de ese agradable joven .
—Lo hiciste —dije—. Más de lo que crees.
—De todas formas, hablemos de ti —dijo papá cuando entramos a mi parte
favorita del acuario, el recinto de las medusas—. Cuéntame algo sobre el
trabajo.
Hablé sobre el trabajo, sobre el premio que había recibido en el sitio web de
The Oklahoman, sobre las juntas de ascenso que estaban por venir.
—Quieren hacerme directora sénior de arte, lo que da más dinero —dije,
hipnotizada por una pequeña medusa rosa iluminada por luz negra—. Pero
eso significa que no tomaré ningún proyecto hecho a mano.
—¿Hay alguna manera de que tengas ambas cosas?
—Voy a hablar con los ejecutivos, presentarles mi idea de supervisar
proyectos mientras trabajo con mis propios proyectos. Y luego voy a
convencerlos de pagarme más dinero.
—Esa es mi chica.
Entramos en una amplia habitación, oscura, tan sólo iluminada con el
resplandor azulado que emitía un tanque de cristal. Nos quedamos parados

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con admiración delante del cristal y miramos fijamente a los peces, las
tortugas gigantes, incluso a los tiburones que nadaban por la pecera. Me giré
hacia mi padre pero descubrí que Henry había tomado su lugar.
Me dio un codazo.
—Oye. —Su cálida mano tomó la mía.
—¿Cómo fue? —pregunté, hipnotizada con la luz azulada sobre su cara y
cómo sus ojos podían volverse casi negros con la luz.
—Tu madre amenazó con castrarme si alguna vez te hago daño —dijo, y
luego su fachada de seriedad se cayó y sonrió—. Tan sólo quería hablar sobre
cómo empezamos a salir. Me preguntó por qué habíamos tardado tanto en
decirlo.
—¿Lo sabía?
—Al parecer, todo el mundo lo sabía.
—Así que, ¿qué le dijiste?
—Le dije que yo era demasiado gallina.
Me reí.
—Eso es correcto.
***
Más tarde, visitamos la tumba de Jason, lo que fue una experiencia sombría
hasta que Henry se arrodilló junto a la tumba y dijo:
—Bueno, oye hombre, espero que no te importe que me haya tirado a tu
hermana.
—Henry —le advirtió mi padre.
Mi madre resopló y después se rió. Yo tampoco pude evitarlo y pronto su
contagiosa risa también les afectó a mi padre y a Henry, hasta que los cuatro
estuvimos de pie junto a la tumba de mi hermano, con lágrimas de tristeza y
felicidad en nuestros ojos.

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Capítulo 3
Contacto enemigo
Traducido por Ivi04
Corregido por Vickyra

La cena con sus padres en P.F. Chang’s1 no resultó tan torpe como aquella
improvisada reunión de la mañana. La ambientación tenue del restaurante se
prestaba para una conversación más agradable. Al menos, hasta que la mano
de Henry comenzó a acariciar mis piernas traviesamente.
Le envié una mirada de advertencia, pero simplemente me sonrió de esa
manera imprudente que me despertaba deseos de besarlo y abofetearlo al
mismo tiempo.
—Ellos podrían notarlo —susurré echando un vistazo a mi papá quien,
afortunadamente no tenía idea de lo que sucedía a menos de tres pies de
distancia.
Henry simplemente me guiñó un ojo y continuó subiendo la mano a través
de mi muslo. Finalmente, debí alejar su mano cuando los dedos comenzaron
a hurgar bajo mi falda. Se limitó a sonreír de nuevo y ordenó su comida. Fue
algo cursi, pero nos tomamos de las manos debajo de la mesa mientras
aguardábamos a que llegaran nuestros platillos.
Intentamos participar en las conversaciones, pero nuestros padres daban por
hecho que Henry y yo estábamos sumidos en el mundo de los enamorados,
de manera que nos ignoraron completamente.
Los dedos de Henry dibujaron círculos en la palma de mi mano y luego con
dos de sus dedos comenzó a pulsar sobre la piel entre el pulgar y el índice. Se
inclinó cerca de mi oído y susurró:
—Esto es lo que mis dedos desearían estar haciendo dentro de ti en este
preciso momento.
Apreté sus dedos y lo miré significativamente.
____________________
1
“P.F. Chang’s China Bristo” es un restaurante de comidas típicas asiáticas.

—Es muy difícil —susurró—, estar aquí sentado a tu lado, intentando ser el

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buen novio, cuando todo lo que quiero hacer es tumbarte sobre la mesa y
hacerte el amor hasta perder la cabeza.
El aire se atascó en mi garganta, mis bragas se humedecieron al instante.
—Entonces hazlo —me burlé.
Enseñó los dientes.
—Oh, no sabes lo que estas pidiendo.
—…si sólo nuestros chicos dejaran de flirtear y prestaran atención.
Las palabras de mi madre me devolvieron a la realidad.
—¿Que fue eso? —pregunté.
Mamá esbozó una sonrisa divertida cuando dijo:
—La comida está aquí.
Henry y yo miramos nuestros platos con sorpresa.
—¿Cuándo llegaron hasta aquí? —preguntó mirándome con una sonrisa.
Su padre puso los ojos en blanco.
—Chicos, ustedes sí que son un caso grave.
***
Más tarde, Henry y yo asistimos a una fiesta de sus amigos del colegio, en el
Cannery Row Brewing Company2. Kelly y Hass eran pareja desde el instituto
y recién ahora se habían comprometido.
—¿Qué estuvieron haciendo todo este tiempo? —pregunté mientras
caminábamos tomados de las manos.
—Creo que rompieron por un tiempo —respondió sosteniendo la puerta para
mí—, y luego decidieron que era mejor estar juntos que separados.
Permanecimos en la entrada buscando algún rostro familiar.
—Quizás eran demasiado jóvenes y necesitaban darse cuenta de que ellos
están primero.
—Quizás —respondió y saludó a alguien a través de la habitación.
____________________
2
Bar de cervezas en Monterrey, California.

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Asió mi mano con fuerza y se abrió paso a través de la densa multitud en esa
noche de viernes hasta llegar donde un grupo pequeño de gente se reunía
detrás de la barra.
—¡Logan! —exclamó un tipo alto de cabellos rubios como la arena, se parecía
más bien al chico que yo recordaba del instituto.
Hass estaba algo más robusto que antes, pero aún conservaba la misma
sonrisa. Palmeó a Henry en la espalda y se volvió hacia mí.
—¿La pequeña Elsie Sherman? —preguntó con los ojos como platos.
Asentí mientras me abrazaba. Sus ojos pasaron desde Henry a mí, y de mí a
Henry de nuevo —lo que luego encontraría como la reacción normal de
aquellos que habían estudiado con nosotros en el instituto— antes de
preguntar:
—¿Ustedes dos?
Henry sonrió y pasó un brazo posesivamente sobre mi hombro.
Hass se dio la vuelta y busco a Kelly, una chica por la cual no guardaba
ningún sentimiento bonito en la escuela. De todas maneras, me recordé a mí
misma que toda esa gente había cambiado y que a veces, dejaban atrás su
mezquindad y maldad.
—Felicidades —dije, intentando no recordar que ella y sus amigas habían
hecho de mi primer año escolar un infierno en vida, que habían sido la causa
de muchas de las lágrimas que habían humedecido mi almohada.
Está bien, tal vez no lo había superado del todo, pero estaba en ello.
Kelly me dio un cálido abrazo y luego dijo:
—Qué bueno verte, Elsie. Lo siento por haber sido tan perra contigo en el
instituto.
Me solté de su agarre y descarté sus disculpas.
—No te preocupes por eso. Fue hace millones de años.
—No, en serio —refutó, sosteniéndome de la mano—, fuimos realmente muy
mezquinas.
Asentí aceptando sus disculpas, ¿Qué más podía hacer? Ella miró a Henry y
se volvió a mí.
—Creo que Nina tenía razones para estar celosa.
El nombre hizo que mi estómago se revolviera. Nina Yates, hermosa y
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aterradora, quien había llevado el título de “Novia de Henry” durante los
últimos años de estudios.
Henry sacudió mis hombros.
—Ella no está aquí, ¿verdad?
—Está por ahí, en algún lugar —respondió Kelly mirando alrededor. Hass la
tomó de una mano y nos lanzó una mirada de disculpa mientras ella
farfullaba nuevamente algo como lo anterior.
—¿Quieres irte? —me preguntó Henry.
Evalué mi vestimenta y deduje que me veía lo suficientemente bien en mi
vestido tipo tubo y mis tacones negros como para enfrentar a mi
archienemiga.
—No, estoy bien.
Me abrí camino a la barra y di un paso hasta la barandilla de bronce cuando
Henry me tomó por la cintura y susurró en mi oído:
—No estarás pensando en usar todo lo que tienes, ¿no?
—De hecho, sí.
Llamé a la camarera y ordené nuestras bebidas sin tener que utilizar el poder
de mi escote. Me reuní con Henry en la pista un minuto después con nuestras
bebidas en las manos y una sonrisa en los labios.
—Creo que ordené una disculpa —dije sosteniendo la cerveza fuera de su
alcance.
Él rodeó mi cintura con un brazo y me empujó contra su cuerpo, una mirada
oscura cruzó su rostro.
—No pienso disculparme por querer mantenerte sólo para mí —dijo con la
voz ronca.
Le lancé una mirada malvada.
—Entonces no hay cerveza para ti.
Se acercó más hasta llegar por detrás de mí a la cerveza. Jadeé en cuanto noté
su creciente erección y me guiñó un ojo.
—Continua haciéndolo —pedí disfrutando de la sensación de su dura
longitud contra mí—, un poquito más a fondo…
—¿Henry?

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Ambos nos volvimos para ver a quien más sino a Nina —malvada— Yates de
pie junto a nosotros, con sus hermosos cabellos castaños cayendo en forma de
cascada a los lados de su rostro. Parecía más hermosa de lo que la recordaba.
—Nina —dijo Henry, sumando puntos por no dejarme de lado. Me soltó
suavemente, apretándome un costado mientras lo hacía—. Qué bueno verte.
Nina fijó sus ojos celestes en él, ignorándome por completo.
—Henry. —Se estiró y lo besó en una mejilla. Él permaneció sumamente
quieto hasta que ella acabó.
—Nina, ¿recuerdas a Elsie Sherman?
Finalmente, ella se decidió a mirarme. Dios, ¿acaso debía lucir como si
acabara de escaparse de la tapa de una revista? De repente mi pequeño
vestido me resultó inadecuado.
—¿Elsie? —dijo, pronunciando la última silaba como “sea{3}”—, no te había
reconocido, luces tan… adorable.
Adorable mi culo, lucía sumamente sexy.
—Así que… ¿Cómo estás? —intercedió Henry impidiéndome decir algo
sarcástico.
—Estoy bien —respondió rozando su cabello y dándonos así una visión del
diamante que llevaba en un dedo—. Estoy casada, con dos niños.
—¿Estás casada? —preguntó intentando ocultar su sorpresa—. ¿Con quién?
Nina miró por sobre su hombro hacia un hombre vestido con un traje azul
oscuro.
—Con John Morris, ¿lo recuerdas? Solías jugar Futbol con él.
Contuve un resoplido, John, mi cita del baile de bienvenida, quien me había
manoseado en la pista de baile justo antes de que Henry me lo quitara de
encima en un arranque de celos. Ese John.
—Felicitaciones —dije con genuina alegría. Realmente me sentía feliz por
ambos.
—¿Y que hay sobre ustedes dos? —preguntó, parpadeando, entre Henry y yo
—. ¿Hace cuánto tiempo están juntos?
Henry abrió la boca para contestar, pero yo le golpeé el estómago.
—Desde marzo.

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—¡Oh! Habría imaginado que estaba juntos desde hace mucho más tiempo
que eso.
—Bueno —Henry se aclaró la garganta—, técnicamente estamos juntos desde
hace años, pero es oficial desde marzo.
Alcé una ceja, sorprendida por su pequeña mentira. ¿Por qué había sentido la
necesidad de exagerar por sobre mí?
—¿Están casados? —preguntó Nina. Sus ojos se posaron en mi dedo anular
desnudo y obtuvo su respuesta—. No lo entiendo.
—En realidad eso no importa —dije—, Henry y yo si lo entendemos.
***
La noche siguió su paso y me encontré de hecho, disfrutando. Nina no
regresó a charlar con nosotros, y me di cuenta de que tal vez ella no había
superado a la perra que solía recordar, llevaba dentro. Al menos no había
intentado ganarse nuevamente a Henry. Me pregunté si tal vez nuestra
percepción de la gente, a menudo es contaminada por la emoción, si la
persona que odiaba no era simplemente una chica intentando sobrevivir al
infierno que fue el instituto
Más tarde, me encontré enfrascada en una profunda conversación con Hass,
sobre la próxima conferencia de Joomla!{4}, cuando Henry se disculpó y se
marchó hasta la barra. Luego de varios minutos de discusión entre los
conferenciantes principales, me di cuenta de que Henry no había regresado.
Mis ojos lo buscaron a través de la oscura atmosfera del bar hasta que di con
él, sentado en la barra manteniendo una profunda charla con Nina.
Estaban sentados muy juntos, pero nada sobre sus posturas delataba que
quisieran estarlo aún más, de hecho la espalda de Nina estaba muy recta y ni
siquiera miraba a Henry a los ojos.
Sentí que el miedo golpeaba en mi corazón, pero lo mantuve a raya. Yo
confiaba en Henry. Ni en un millón de años me engañaría.
Sólo esperaba que el optimismo no regresara para morderme en el culo.
***
Henry condujo a casa en completo silencio, sumido en sus pensamientos. Me
recliné sobre el asiento y cerré los ojos, exhausta con todos los eventos del día.
La siguiente cosa que supe fue que el auto se detuvo frente a la casa de mis
padres.

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Henry se bajó del auto, abrió la portezuela y caminó conmigo hasta la puerta
principal de la casa.
— ¿Vas a entrar? —pregunté tomándolo de la chaqueta—. Mis padres
deberían estar dormidos.
Él sacudió la cabeza con una sonrisa triste.
—Creo que debería permanecer en el lado bueno del coronel por ahora.
Escruté su rostro, medio sumido en las sombras.
—¿Algo va mal? Te noto algo inquieto.
—Sólo tengo muchas cosas en las que pensar.
—¿Sobre Nina?
Frunció el ceño y envolvió sus brazos en torno a mí.
—No, sobre la vida en general. Sobre hacia donde se dirigen nuestras vidas.
—¿Hacia dónde vamos?
Me envió una mirada dudosa.
—Creo que ambos sabemos hacia dónde va esto.
—Ilústrame —pedí.
—Nos dirigimos hacia un “felices para siempre” —afirmó, como si fuera la
cosa más obvia del mundo.
Un capullo brillante floreció en el medio de mi pecho. Me puse de puntillas y
lo besé, tomándolo de la nuca para profundizarlo.
Sus dedos alzaron el dobladillo de mi vestido y se clavaron en mis nalgas para
pegarme a sus caderas.
—¿Te refieres a un final feliz? —susurré sobre sus labios, metiendo una mano
en la cintura de sus vaqueros y masajeándolo por encima del bóxer.
Un pequeño gruñido brotó desde el fondo de su garganta.
—También lo deseo —dijo y emitió un gemido en cuanto acaricié su falo.
Lo aleje de mí con una sonrisa maliciosa.
—Bueno… buenas noches.
Sus ojos se agrandaron mientras intentaba recuperar el aliento.
—¿Qué? Pero…
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Me di la vuelta y deslicé la llave en la cerradura cuando de repente se
presionó contra mi espalda, sosteniendo mis brazos en alto a cada lado de la
cabeza.
—¿Así que esto es todo? —dijo con la voz ronca. Meció las caderas contra mi
trasero—. ¿Piensas dejarme así?
Empujé la puerta y me alejé de él.
—Sí —respondí sintiéndome deliciosamente cruel. Me lamí los labios y le
regalé una sexy y lenta mirada, deslizándola hacia abajo en su cuerpo para
acabar en su entrepierna abultada—. Tienes mucho para pensar, ¿recuerdas?
Henry se estiró y trazó la línea de mis labios con un dedo y luego me pellizcó
la nariz.
—Eres una chiquilla.
—Y una provocadora —le recordé.
Se mordió un labio, mirándome algo disgustado.
—Sabes que no tendremos un final feliz si sigues poniéndome las bolas
azules.
—Eso es lo que él dijo —respondí con una sonrisa despreocupada, sin prestar
atención a lo que traería el mañana, sólo feliz de saber que Henry estaba
pensando en nuestro futuro juntos.

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Capítulo 4
Adiós mi amigo
Traducido por kristel98
Corregido por Samylinda

Al día siguiente, después de la sesión de Henry con Doc Gal, compramos


bocadillos y bebidas y los llevamos a una playa en Pacific Grove. Cuesta
encontrar aparcamiento en un raro despejado sábado en la tarde, y
terminamos caminando un largo trayecto para llegar a la playa, pero valió la
pena. Yo no había vuelto a esta playa desde la muerte de Jason, me había
olvidado lo hermoso que el océano podría ser, cómo el agua llegaba hasta
encontrarse con el cielo en el horizonte nebuloso.
Nos sentamos y comimos nuestro almuerzo en una manta, los dedos de los
pies descalzos cavando en la arena mientras mirábamos hacia el océano azul.
Me apoyé sobre mis codos e incliné mi cara hacia el sol, disfrutando de su
tacto cálido en mi cara. “Esto no podría ser más perfecto”. Cuando abrí los
ojos, me encontré con Henry mirándome fijamente con una expresión
indescifrable.
—¿Qué estás pensando? —le pregunté.
Parpadeó un par de veces.
—¿Alguna vez te preguntaste cómo sería la vida si nunca te hubieras mudado
aquí?
La pregunta me tomó desprevenida.
—En realidad no. —Hice una pausa, pensando un poco más—. Aunque,
supongo que ahora estaría saliendo con alguien más, que se hizo el mejor
amigo de mi hermano.
—Lo digo en serio.
Me eché a reír.
—Yo también. Soy una fanática de los hombres mayores.
Él dio una pequeña sonrisa y se acostó a mi lado, cruzando los brazos detrás
de su cabeza.

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—¿Crees que Jason todavía estaría vivo?
Fruncí el ceño, finalmente, tomando nota de la gravedad de la conversación.
—No lo sé. Tal vez —le dije—. O tal vez hubiera estado desplegado y ese
francotirador todavía habría estado en aquel tejado.
—Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿lo cambiarías? ¿Le preguntarías a tu
papá para trasladarte a otro lugar?
Me concentré en el cielo cian{5}, preguntándome su número de color Pantone,
ignorando la presión detrás de mis ojos.
—¿Para salvar a Jason? Sí.
—¿Incluso si eso significa nunca haberme conocido?
Un nudo se formó en mi garganta. No podía ni siquiera comenzar a
responder a su pregunta, así que sólo pregunté:
—¿De dónde está viniendo todo esto?
Él tomó una respiración profunda.
—Sólo es algo que Nina mencionó la noche pasada…
—Nina —dije en voz baja. Pero por supuesto.
Él volvió la cabeza y me miró.
—No es así. Estábamos hablando y dijo algo que me conmovió.
—Déjame adivinar, preguntó si todavía estarías con ella si yo nunca me
hubiera mudado a California.
—No —dijo—. Sólo preguntó, en general, cómo nos habría resultado todo si
las cosas fueran diferentes, si algunas personas nunca hubieran entraron en
nuestras vidas.
Me di la vuelta sobre mi estómago y me puse sobre la amplia extensión de su
pecho. Apoyé la barbilla sobre los brazos cruzados.
—A todos nos gustaría ser irreconocible.
Él desplegó un brazo y comenzó a jugar con mi pelo, enrollando un bucle
alrededor de su dedo.
—Creo que estaría en la cárcel ahora mismo en lugar de ser un capitán de la
Fuerza Aérea. Creo que ni siquiera Doc Gal podría haberme salvado de ese
futuro. Si no fuera por tu padre y tu hermano, yo probablemente hubiera
dejado la escuela, tal vez convertido en un traficante de drogas.
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Por mucho que lo intente, no podía imaginar a Henry en ese escenario.
Sacudí la cabeza.
—No. Eres demasiado honorable. No creo que te estés dando el crédito
suficiente.
—¿Qué hay de ti? ¿Qué crees que serías?
Me mordí mis labios.
—Hmm. Esa es una pregunta difícil porque podríamos haber terminado en
cualquier lugar. Podría haber sido una animadora o una gótica, o tal vez una
jugadora de baloncesto.
—¿Crees que vivir en otro lugar te habría hecho más alta? —bromeó.
—Tal vez. Las hormonas de crecimiento en el agua. Cosas más extrañas han
sucedido. —Le sonreí, sintiéndome increíblemente afortunada de que mis
padres decidieron vivir en Monterey sólo a dos casas más abajo de los Logan.
Henry, para bien o para mal, era parte integral de la formación de la persona
que me había convertido y estaba segura de que él sentía lo mismo por mí.
Nuestros pasados estaban entrelazados con fuerza y así también, yo estaba
segura, era nuestro futuro—. De todos modos, no podía imaginar ser alguien
más.
Él levantó su cabeza y tocó sus labios con los míos, pero no dijo nada. Había
tanto que él no estaba diciendo.
—¿Qué es lo que realmente te molesta, Henry?
Sus ojos me atravesaron, y casi me acobardé por su intensidad.
—Creo que lo que realmente quiero saber es si me amas por lo que soy o
porque has tenido un enamoramiento sobre mí desde siempre.
—Ambos —le dije—. No entiendo lo que estás preguntando.
—Si nos acabamos de conocer justo ahora, yo siendo un ex convicto
reconocido y tú siendo una animadora gótica realmente alta, ¿aun así te
sentirías atraída hacia mí? ¿Te habrías enamorado de Henry el adicto al
meth{6}?
—¿Ahora eres un adicto al meth? —pregunté—. Hmm, tal vez no, si tienes
los dientes rotos.
—Responde a la pregunta.
—Tal vez. No lo sé —le dije. Me empujé hacia arriba de él y me puse de pie.

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Levanté la vista hacia las oscuras nubes que se habían infiltrado en el día
hermoso—. ¿Qué importa? Somos lo que somos y nosotros estamos juntos.
Fin de la historia.
Si sólo eso fuera verdaderamente el caso.

***
La lluvia comenzó a caer en nuestro camino de regreso a casa. Comenzó
como pequeñas gotas pero en el momento en que entramos en nuestro barrio,
se convirtió en un aguacero. Henry aparcó el auto delante de la entrada de
mis padres, ninguno de los dos entusiasmados por salir y mojarse.
—Típico de Monterey —le dije, mirando la lluvia golpear el parabrisas.
—Elsie —comenzó Henry y yo sabía que por fin iba a decirme lo que le había
estado molestando—. Creo que tenemos que terminar.
Sus palabras llevaron un momento para envolverse alrededor de mi cerebro,
porque eran tan ajeno, tan inesperado, que era como si estuviera hablando en
otro idioma. Balbuceé, me sorprendió tanto.
—De todas las cosas que estaba esperando que tú digas, ésta no era uno de
ellas.
Sus cejas se juntaron mientras me miraba.
—Siento que esto salga como por arte de magia. Sólo pienso que tenemos que
pasar algún tiempo separados.
Lagrimas picaron en mis ojos mientras sus palabras empezaron a asimilarse.
—Dijiste que me amas.
Sus fosas nasales se abrieron y cuando llegó a tocar mi mejilla, sus dedos
temblaban.
—Lo hago.
—Entonces...
—Sólo necesito averiguar quién diablos soy, Elsie —dijo—. No puedo
recordar un momento en el que no estuvieras en mi vida y eso me asusta un
poco. Siento que no tengo identidad sin ti.
—¿Así que estás rompiendo conmigo para ir a buscarte a ti mismo? —le
pregunté con incredulidad.

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—No sólo yo. Quiero lo mismo para ti. Quiero saber quién eres sin mí.
Las lágrimas corrían por mi rostro mientras yo hablaba.
—No necesito saber quién soy sin ti porque eres una parte de mí. Teniéndote
fuera de la ecuación es como sacar uno de mis fémures y tú me pides que viva
una vida normal. Eso no va a suceder.
—Necesito entender de dónde vengo…
—Pero no puedo entender —grité—. No entiendo cómo puedes decir que
estás enamorado de mí y me pides que espere seis meses, y ahora que has
vuelto a casa y podemos estar juntos, de repente estás terminando conmigo. Y
tu razón “que quieres encontrar tu identidad” es pobre y estúpida. Pensé que
ibas a decirme que tenía alguna enfermedad horrible. Y ya sabes, lo triste es
que me gustaría que fuera el caso, porque entonces eso significa que no me
dejas voluntariamente.
Se dio la vuelta, los músculos de su mandíbula y el cuello estaban tensos, pero
no dijo nada. Él sólo miró por la ventana.
Esperé a que dijera algo —cualquier cosa— que tuviera sentido. Si iba a
romper mi corazón, necesitaba una razón viable, algo tangible como el deseo
de estar con alguien más.
—Oh, Dios mío, es por Nina, ¿no? ¿Quieres estar con ella?
— ¡No! —exclamó, finalmente me miró de nuevo—. No me importa Nina.
—Y es obvio que no te preocupas por mí —le dije con voz entrecortada.
—Por supuesto que sí…
No quería oír nada más, así que abrí la puerta del auto y salí a la lluvia. Estaba
empapada al instante, pero no me importaba. Cerré la puerta y me eché
andar a la casa y entré, cerrando la puerta detrás de mí.
— ¿Cariño?
Me di la vuelta y encontré a mi madre en el pasillo, con una mirada ansiosa
en su rostro y una taza de té entre las manos.
—Elsie, ¿estás bien? —preguntó.
La preocupación en su voz suave me deshacía así que envolví mis brazos
alrededor de ella y le di rienda suelta a mi propia tormenta.

***
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Me senté en la bañera durante mucho tiempo, sollozando en una botella de
Merlot. Busqué a través de recuerdos para encontrar cualquier indicio de la
ruptura, pero nada vino a la mente. ¿No fue sólo anoche que él me estaba
diciendo que nos dirigíamos hacia un “felices para siempre”? ¿Qué ha
cambiado desde entonces?
Tenía tantas preguntas pero el orgullo me impidió a llamarlo. No me vendría
abajo y rogándole que lo reconsidere, no importa lo mucho que quisiera que
esa misma cosa suceda.
Henry me había sorprendido atrás en marzo, cuando me dijo que estaba
enamorado de mí, y me había sorprendido otra vez diciéndome que quería
romper.
A principios del año, estaba segura de que lo sabía todo acerca de Henry —su
color favorito, su frase favorita, hasta los zapatos de vestir que él prefería—
pero algo cambió y con cada mes que pasaba, me di cuenta de que apenas lo
conocía en todo.
Aparte de los detalles superficiales, ¿realmente conocía a Henry como pensé?
Y justo en ese momento, cuando estaba segura de que me había enamorado
de un desconocido, fue el momento en que por fin empecé a entenderlo.
***
Estaba borracha y casi entumecida cuando finalmente salí de la bañera y me
dirigí a mi habitación. No les había dicho a mis padres acerca de la ruptura,
pero mi madre, con su extraordinaria intuición, había adivinado y le había
dicho a mi padre que me diera algo de espacio. Habían ido a cenar sin mí, a
un restaurante cercano en caso de que decidera que la soledad era demasiado
para soportar.
Me encontré en la cama vestida sólo con una bata de baño, no del todo segura
de si quería compañía o reclusión.
El aislamiento ganó. No podía decir lo que pasó, en gran parte, porque no
tenía las facultades mentales en el momento de justificar las acciones de
Henry.
Me pregunté si esto era una fase que estaba pasando, algo de ejercicio terapia.
El pensamiento me ofreció un poco de consuelo y pude cerrar los ojos
hinchados e ir a dormir.
Me desperté un poco más tarde cuando oí que llamaban a mi ventana. Me di
la vuelta en mi cama, la habitación aún daba vueltas por el alcohol, y abrí la

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ventana para Henry.
—Hola —dijo él, con las manos en sus bolsillos. Sus ojos, me di cuenta con
cierta satisfacción, estaban rojos—. ¿Puedo pasar?
—¿Por qué razón?
—Yo sólo... tenía que verte. —Me miró con las cejas juntas, con los ojos
suplicantes.
Hice un gesto y di un paso a un lado, sujetando mi viejo escritorio para
estabilizarme. El momento en que sus pies tocaron la alfombra, se dirigió a mí
y me envolvió en sus brazos, aferrándose a mi cabello, presionando mi rostro
en su pecho. Podía sentir sus latidos rápidos contra mi mejilla, y me di
cuenta, incluso a través de mi borrachera, que yo nunca podría amar a nadie
más. Si esto hubiera terminado realmente, si Henry realmente quería
terminar, yo sería un desastre arruinado para cualquier otra persona que
viniera después.
Cerró los ojos y presionó sus labios contra mi frente, pero lo que se suponía
que era un gesto reconfortante, en vez de eso, rompió mi corazón en mil
pedazos.
Henry estaba allí para decir adiós.
Borré mis lágrimas con su camisa gris, memorizando todo: la amplitud y
solidez de su cuerpo, el aroma fresco de su desodorante, el tum-tum de su
corazón en su pecho. Yo quería inundar todos mis sentidos con Henry, para
perderme en la sensación y no tener que pensar en el hecho de que él estaba
diciendo adiós. Entonces deslicé mis manos desde su espalda musculosa a su
cabeza y tiré de él hacia abajo para encontrar nuestros labios.
Le di un beso duro, mi lengua deslizándose contra la suya con hambre y
necesidad. Él respondió con un gemido y me empujó contra la pared,
sujetando mi cuerpo contra el suyo. Metió una rodilla entre mis piernas y
apretó su muslo en mi entrepierna, meciendo su erección en mi estómago,
causando una fricción deliciosa. Me besó lo suficiente como para tirar de la
parte posterior de su camisa, deslizándose sobre su cabeza en un solo
movimiento.
Sus manos vinieron entre nosotros y agarró las solapas de mi bata de baño,
separándola de mi cuerpo desnudo. Se apartó por un momento, sus ojos
arrastrándose sobre mí con esa mirada oscura en su cara.
—Dios, te voy a extrañar —dijo con voz áspera.

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Vi rojo en ese momento, poniendo obstáculos a su audacia.
—Estúpido —le dije, y le di una bofetada.
Él gruñó, sus ojos se volvieron salvajes.
—Hazlo de nuevo —ordenó.
Así lo hice, mi palma aterrizando abierta en su mejilla. Él gruñó de nuevo y
apretó los dientes. Cuando levanté la mano para golpearlo de nuevo, agarró
mi muñeca y me castigó con la boca, besándome con una rabia y
desesperación que nunca había sentido antes. Su otra mano me agarró por la
mandíbula y levantó mi cabeza y luego procedió a llover besos sobre mi
cuello, a lo largo de mi clavícula, mordiendo con sus dientes en cada
coyuntura.
El placer y la furia revolvieron por dentro de mí como una tempestad. Quería
hacerle daño de nuevo, para darle una idea de lo que me había hecho pasar,
así que clavé los dedos en su espalda y pasé mis uñas a través de su piel.
Él hizo un sonido gutural bajo en la parte posterior de su garganta y luego me
agarró por la cintura, arrancándome de la pared, y tirándome sobre la cama.
Lo miré boquiabierta, tratando de recuperar el aliento, mientras se bajaba la
cremallera de los pantalones, con los músculos tensos para la batalla.
Me senté, dispuesta a resistir, cuando él puso su palma plana sobre mi
corazón y me empujó hacia abajo en el colchón. Me agarró las muñecas y las
sujetó encima de mi cabeza, manteniéndolas en su lugar con una mano
mientras la otra empujaba mis piernas separadas y guió la cabeza de su pene
a mi entrada.
Sus ojos perforaron los míos.
—¿Me quieres en tu interior, Elsie? —preguntó, empujando apenas lo más
mínimo y retirándose.
Mi aliento salió en ráfagas rápidas y mi interior apretándose, tratando de
aspirarlo dentro de mí por pura voluntad.
—Dime, ¿sí o no? —preguntó con su voz ronca.
—Diablos, sí —suspiré y entonces él surgió dentro de mí, llenando y
estirándome a mis límites.
Él gimió largo y bajo mientras empujaba dentro de mí. Agarró mis caderas y
me tiró más cerca del extremo de la cama para asegurarse una ventaja, luego
se agachó y rodó sus caderas contra las mías.

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Apreté los puños en las sábanas por mi cabeza, por la sobrecarga de
sensación. Mi cabeza estaba nadando en el alcohol, magnificando cada
terminación nerviosa de mi cuerpo. Él estaba poseyéndome, cada rutina de
sus caderas pegándome en dos puntos de placer dentro y fuera. Me miró con
intensidad, con una sonrisa jugando en el borde de sus labios cuando se hizo
cargo de mi cuerpo. Me poseía.
Bajó su cabeza y capturó mi boca una vez más, su lengua y su polla
moviéndose al unísono, ya que se hundió en mí. Luego salió y me volcó sobre
mi estómago.
—Ponte de rodillas —ordenó, pero antes de que pudiera pensar rechazarle,
mi traidor cuerpo cumplió. Ahora Henry tenía completamente en control y
me estaba volviendo loca de necesidad y desafío. Si ésta era la última vez en
que tendríamos relaciones sexuales, seguro como el infierno que iba a ser una
experiencia memorable.
Di un grito cuando él entró por detrás. Me agarró de la cintura para
aprovechar cuando se estrellara contra mí, cada embestida más fuerte que la
anterior. Me apoyé en los codos hacia abajo, levantando el trasero más alto,
apretándolo con todo lo que tenía, mi ira alimentada por el placer. O tal vez
fue al revés.
Durante un tiempo, el único sonido en la habitación era la bofetada de
nuestra piel desnuda, marcada por sus gruñidos. Guardé silencio, intentando
demostrar que él no me podía dominar completamente.
No sé cuándo sucedió, pero en algún lugar en el camino, me di cuenta de que
Henry había tomado el mando de toda nuestra relación, él me había hecho
enamorar y tomó todo. Pero incluso si no tuviera jurisdicción de mi corazón,
ésta era una zona de guerra que podía luchar.
Metió la mano entre mis piernas y tocó mi clítoris, tratando de sacarme de
mis casillas, pero a causa del placer, me mordí el labio y no hice ningún
sonido. Con la otra mano, me agarró por la barbilla e inclinó la cabeza hacia
atrás, presionando sus labios en mi frente mientras continuaba aporreando y
masajeándome. Era casi demasiado, pero estaba decidida a no darle lo que
deseaba.
—Elsie —gruñó a cabo—. Córrete por mí.
—No voy a hacer nada por ti —le dije.
Soltó mi cabeza, calmando mi interior, finalmente tomando nota del cambio
en mí, pero el elemento de sorpresa sólo duró unos segundos. Se recuperó y

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hundió los dedos en mis nalgas. Él se agarró con fuerza mientras empezaba a
latir dentro de mí otra vez, golpeando con tanta fuerza que me daba tumbos
hacia adelante con cada embestida. Preparé mis brazos delante de mí,
indispuesta a darle otra pulgada.
Luego se envolvió con sus brazos alrededor de mi cintura y cayó de lado
sobre la cama y me llevó con él de modo que estábamos en nuestro lado, su
polla todavía enterrada en mi interior. Su mano se deslizó inmediatamente
en torno a mi frente, levantando mi pierna fuera del camino antes de
reclamar mi clítoris. Con tres dedos, me masajeó, alternando círculos y
rápidos movimientos todo el tiempo golpeándome desde atrás. Su otra mano
se aferró a mi pecho, sujetando mis brazos en su lugar.
—Voy a hacer que te corras tanto, voy a estar grabado en tu mente para
siempre —dijo en mi oído y, a pesar de mí misma, la presión comenzó a
construirse. Aun así, estaba decidida, él no iba a tomar esto de mí también.
Giré mi cabeza y lo besé.
—Te voy a olvidar tan pronto como tú salgas por esa puerta —le dije contra
sus labios. Los dos sabíamos que era una mentira, pero la bala dio en el blanco
de todas formas. Él me soltó y se retiró, dando vuelta lejos de mí. Hizo
ademán de arrastrarse fuera de la cama pero se detuvo. Me miró un momento
con sus trazadas cejas, antes de que me estuviera empujando sobre mi
espalda y deslizándose dentro.
La cabeza me daba vueltas. Yo no sabía si iba o venía, caliente o fría, pero la
expresión de su rostro mientras se mecía en mí era de pura agonía. Él
descansó sobre sus codos y me besó profundamente, casi con reverencia,
murmurando:
—No me olvides. —Una y otra vez.
La pared de hielo que había construido alrededor de mi corazón comenzó a
derretirse, el hielo derretido saliendo por las esquinas de mis ojos. Le devolví
el beso para amortiguar mis sollozos. Por supuesto que no lo olvidaría.
Podrían hacerme una lobotomía{7} y de alguna manera cada célula de mi
ADN todavía conocería el toque de Henry.
Y entonces se hundió dentro, sentí el tirón de sus caderas y él comenzó a
venirse, sus brazos apretándome contra su pecho mientras seguía empujando
dentro de mí.
Solté un gemido. Salté de ese acantilado después de él, mis entrañas
convulsionando violentamente mientras él latía en mi interior. A pesar de

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que estaba agotado, se mantuvo en movimiento, sabiendo instintivamente lo
que necesitaba. Mi orgasmo siguió y siguió mientras me aferró a él con todo
lo que tenía, exprimiendo cada sensación del momento.
Nos derrumbamos juntos, su peso sobre mí mientras recuperábamos el
aliento. Después de un largo momento, se levantó de nuevo en sus codos, sus
dedos limpiando las lágrimas de mi cara.
—Te amo, Elsie —dijo, mirándome a los ojos—. Eso no va a cambiar.
—Pero podrías—le dije, terminando su pensamiento.
Él dio el más mínimo movimiento de cabeza, las comisuras de sus labios
inclinadas hacia abajo.
—Entiendo, Henry. —Mis labios temblaron, pero me las arreglé para
continuar—. Entiendo lo que necesitas, pero no sé si todavía estaré esperando
por ti en el momento en que descubras quién eres.
—Sería un imbécil egoísta si te pido que me esperes otra vez —dijo. Sin
embargo, él nunca dijo que no estaba bien.
Cerró los ojos y me besó en la frente, inhalando profundamente antes de
alejarse. Reunió su ropa y empezó a vestirse. Me di cuenta de las marcas de
arañazos en su espalda, contenta de haberle sacado sangre. Mi único
remordimiento fue que no eran permanentes, de que mis marcas
eventualmente se desvanecerían junto con todo lo demás que tuvimos juntos.
Cuando terminó, tomó mi bata y me la entregó. Se sentó en el borde de la
cama, apoyando sus brazos sobre sus piernas, su cabeza apoyada en sus
manos.
—¿Henry?
Cuando levantó la mirada, sus ojos estaban rojos.
—He estado en un jodido tiroteo sin pestañear, y ni siquiera pensé dos veces
antes de correr hacia esa explosión en la base, sin saber si había otros
insurgentes. Pero ahora mismo estoy muerto de miedo —dijo, sus cejas
oscuras dibujadas juntas—. Estoy jodidamente aterrorizado porque puedo
estar cometiendo el mayor error de mi vida.
No dije nada porque ambos ya sabíamos lo que iba a decir. En lugar de eso
tomé su mano y pasé los dedos por él.
—Tengo que hacer esto —susurró, sus ojos suplicando que entendiera.
—Así que vete —le dije con la voz quebrada—. Lárgate al infierno.
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Me besó la mano y se levantó para irse, pero una fuerza desconocida le hizo
detenerse antes de llegar a la ventana. Dio la vuelta en un talón y cruzó el
espacio entre nosotros en tres largos pasos. Agarró los lados de mi cara y me
besó con tal dolor, destrozando lo que quedaba de mi corazón.
Lo rechacé, las lágrimas corrían por mis mejillas, el dolor tan intenso que
sentía como si estuviera rasgando mi pecho por la mitad. Quería decirle que
nunca cambie, que vuelva como el Henry del que me había enamorado, pero
yo ya había gastado todas mis palabras y las lágrimas eran todo lo que me
quedaba.
—Adiós, Elsie —dijo, mirándome durante una última vez antes de ser
tragado por la oscuridad fuera de mi ventana.

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Capítulo 5
Cambio y fuera
Traducido por kristel98
Corregido por Laumoon

Dormí interminablemente. Cada vez que despertaba, obligué a mis ojos a


cerrarse y vacié mis pulmones de aire, tratando de ahogarme en mi sueño sin
sueños donde todo duela menos.
Eventualmente, sin embargo, tenía que dejar de ser tan dramática y
levantarme. La vida seguía, el mundo sigue girando, y todo eso, así que me
levanté de la cama y me enfrenté al día, lento como me encontraba. Me
arrastré hasta el baño para hacer pis, pero una necesidad diferente se hizo
cargo y me puse en cuclillas sobre el inodoro, vomitando toda la botella de
vino que había bebido anoche. Incluso después de que mi estómago estaba
completamente vacío, me metí un dedo en mi garganta y me obligué a
vomitar, para limpiar mi cuerpo de todo lo que me hacía daño.
No funcionó. Sólo logré que mi cuerpo entero temblase desde el vacío.
Me incliné sobre el lavabo y bebí agua directamente del grifo, intentando
llenar ese hueco en el interior de dolor. Entonces me metí en la ducha y me
lavé, cada movimiento, cada golpe de la esponja jabonosa, símbolo de mi
necesidad de limpiar la memoria de Henry.
Yo estaba roja y en carne viva en el momento en que salí de la ducha, pero los
recuerdos se mantuvieron.
¿Cómo podría quitar a alguien que ha sido parte de mí desde que tenía doce
años? Yo tendría una mejor oportunidad de olvidarme de mí misma.
Me vestí y salí a la cocina a comer un pedazo de pan tostado para calmar el
estómago. Estaba llenando mi vaso con el café cuando oí voces en la parte
delantera de la casa. Una voz profunda y grave, en particular, me dieron
ganas de vomitar de nuevo.
—Señor —oí decir a Henry mientras me acercaba más—, sólo quería hablar
un momento con usted.
Me asomé por la esquina y los vi de pie en el vestíbulo, los brazos de mi padre
cruzados sobre su pecho y Henry de pie delante de él con los hombros caídos,
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sosteniendo una bolsa de papel en sus manos. Henry era más alto por varios
centímetros, pero en ese momento, mi padre parecía diez pies de alto, muy
literalmente, el Teniente Coronel reprendiendo al Capitán.
—¿Qué le hiciste a mi hija?—preguntó papá en ese tono que ambos conocían
bien, la misma que nos hizo saber que estábamos en serios problemas.
—Elsie y yo terminamos anoche —dijo Henry.
—Eso he deducido —dijo mi papá—. Aunque me parece que tú hiciste la
mayor parte de la ruptura.
Henry miró sus zapatos.
—Así es, señor.
—¿Vas a decirme por qué, hijo?
—Es por su bien tanto como el mío —dijo Henry, mirando a su alrededor
como si buscara las palabras—. Crecimos juntos. Somos todo lo que
conocemos. Por supuesto, ella se enamoró de mí, porque yo siempre estaba
aquí. Sólo... quiero asegurarme de que quiere estar conmigo por la razón
correcta.
Papá lo estudió durante más tiempo, con los labios rígidos. Finalmente dijo:
—¿Y tú crees que puedes estar con ella por las razones equivocadas?
Contuve la respiración, esperando que Henry lo negara, pero no lo hizo. Por
supuesto que no.
—No estoy seguro. Eso es lo que estoy tratando de averiguar.
Anoche no pensé que mi corazón podría romperse nunca más, pero en ese
momento, me sentí como si Henry hubiera pisado los pedazos y pulverizado
convirtiéndolo en polvo con el pie.
Recogí lo que me quedaba de ingenio y di la vuelta a la esquina, tratando de
mantener un sentido de dignidad en mis pantalones negros y camisa TLC.
Henry lucía con un poco de pánico ante mi visión.
—Elsie —dijo mi papá, bajando los brazos a los costados—. Henry ya se iba.
Henry asintió y luego miró el saco en su mano.
—Sólo quería darte esto —dijo, y me lo tendió.
Miré la bolsa de papel durante mucho tiempo, tratando de adivinar su
contenido.

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—¿Me has traído un bocadillo de adiós?
Sacudió la bolsa.
—Sólo tómalo. No lo abras hasta que tomes el avión.
Lo agarré y de inmediato miré dentro.
—¿Una grabadora de voz y algunas cintas?
Él hizo un pequeño asentimiento.
—Sí. La Doc. Gal grabó las sesiones para que yo pudiera volver y escucharlos.
Pensó que podría ayudarme.
—¿Así que quieres que traiga esto a OKC por ti? —pregunté—. ¿Porque te
has quedado sin espacio en tu equipaje?
Su nariz quemaba en irritación cuando nuestros ojos se encontraron.
—Quiero que lo escuches.
—¿Por qué habría de hacerlo? ¿Es esto una forma de tortura? —Estaba siendo
insolente, claro, pero maldita sea si no me hacía sentir un poco mejor.
—No estás haciendo esto más fácil, Elsie —dijo Henry.
—Y dime, ¿por qué diablos voy a hacer tu vida más fácil, Henry? —repliqué.
Se pellizcó el puente de su nariz y respiró hondo.
—Antes dijiste que es como si ni siquiera me conocieras. Tal vez tengas razón.
Tal vez no lo haces. Pero espero que estas cintas te ayuden a empezar. ¿Al
menos podrías escucharlas?
Negué con la cabeza.
—No soy una masoquista.
Suspiró y agarró el pomo de la puerta.
—Bueno, de todos modos guárdalo. Por si acaso.
—¿Cuándo es tu vuelo? —le preguntó mi papá.
—Me dirijo al aeropuerto ahora mismo. —Se volvió hacia mí, sus ojos no
mirando del todo a los míos—. Puedo recogerte esta noche, cuando tu vuelo
llegue.
Tomé una respiración profunda, incapaz de mantener mi ira. Incluso cuando
estaba siendo un idiota, Henry todavía era cuidadoso. En ese momento decidí
que iba a borrar su pizarra limpiando todo.
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Considerado, mentalmente escribí con tinta permanente. Eso era algo que
sabía de él con toda certeza.
—No, por favor —le dije con voz ronca. Ni siquiera sé cómo pasaría la noche
en la misma habitación con él.
Él asintió.
—Está bien. Bueno, te veré más tarde —dijo, y salió, cerrando con pestillo la
puerta sólida detrás de él.
***
Decir adiós a mis padres era un asunto triste. En cualquier otro momento, he
sentido sólo un pequeño tirón de arrepentimiento pero hoy, de todos los días,
estaba llena de una tristeza que no sabía cómo superar.
—¿Puedes quedarte unos días más? —preguntó mamá en el camino al
aeropuerto. Ella se sentó en el asiento de atrás conmigo por apoyo moral—.
Sólo para darte un poco de tiempo para superar... las cosas.
—No puedo —le dije, deseando que yo fuera más impulsiva. Tuve la
tentación de dejar tan sólo mi trabajo y quedarme en Monterey. Vivir con mis
padres otra vez no sería tan malo—. Tengo que volver al trabajo.
Mi madre miró fijamente a la bolsa de papel que estaba escondida fuera de
mi bolso.
—Por lo menos escúchalo, escucha lo que tiene que decir.
—No importa lo que él tenga que decir —dije, sacudiendo la cabeza—. El fin
de la historia sigue siendo la misma.
—Este no es el final cariño —dijo, apretando mi mano—. El chico sólo quiere
encontrarse a sí mismo en primer lugar.
—Él ya no es un chico —le dije—. Es un hombre. Si no tiene las cosas claras
ahora, entonces nunca las tendrá.
—Elsie —advirtió mi padre, y me dio una mirada severa a través del espejo
retrovisor.
Me recosté en el asiento y exhalé con fuerza.
—Genial. ¿Los dos están de su lado?
—No hay lados aquí —dijo papá—. Queremos que ambos sean felices.
Miré por la ventana, sintiéndome totalmente derrotada.

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—Cariño —dijo mi madre, frotando mi brazo—. La única razón por la que no
estamos tratándolo duro es porque lo conocemos. Sabemos que no está
tratando de hacerte daño. Hablé con él esta mañana después de mi caminata,
y parecía realmente destrozado. Pero, al fin y al cabo, tú eres mi hija y quiero
que seas feliz. Así que si quieres que lo golpee, sólo di la palabra...
Mi boca se abrió ante las palabras de mi madre, entonces me eché a reír.
—O simplemente podemos conseguir a alguien que le dispare la rodilla —
añadió mi mamá con una leve sonrisa.
Me incliné y le di un abrazo, sintiendo una oleada de gratitud hacia mis
padres.
—Los amo chicos —le dije—. Creo que voy a estar bien.
Nuestra despedida en el aeropuerto fue breve por diseño. Odiaba las
despedidas largas.
—Estamos aquí para ti, cariño —dijo mi padre antes de que yo entre en la
corta línea de seguridad.
—En caso de que tú nos necesites.
Le di a cada uno un abrazo y seguí mi camino. Una vez sentada en el avión,
tiré de la bolsa de papel de mi bolso y eché su contenido sobre mi regazo. La
grabadora de voz era un viejo modelo de Sony, el tipo que requerían mini-
casetes de cintas. Era tan vieja que todavía se utilizaba un análogo de tres
dígitos contador con un botón de reinicio de plástico como su temporizador.
Yo no sabía cómo algo tan viejo me podría decir algo nuevo sobre Henry,
pero mierda, tenía un vuelo de cuatro horas por delante y tenía tiempo de
sobra.
Puse la primera cinta con la etiqueta Las Sesiones de Henry # 1 en la grabadora
y me coloqué los auriculares.
La profunda voz de Henry entró en la cinta, sonando claro y audaz.
—Mi primer recuerdo es de ir al parque cuando yo tenía dos años, quizás tres
años...
Henry me conocía bien, sabía que no sería capaz de resistirme a escuchar su
versión de los hechos. Así que me recosté en mi asiento y absorbí sus
palabras, con la esperanza de que, en algún lugar de la colección de cintas de
casete en mi regazo, se encuentre el secreto para finalmente llegar a
conocerlo tan bien.

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Sinopsis
En dieciocho días, una vida puede cambiar...
Henry habla sobre el pasado durante sus sesiones de terapia, pero una noche
pone todo en tela de juicio, incluyendo su relación con la mujer que ha
amado toda su vida.

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Prólogo
Traducido por Lucia A.
Corregido por Juli_Arg

—Así que Henry —comenzó la Dra. Galicia aquella mañana de martes—. He


decidido intentar algo diferente contigo ya que contamos con un corto período de
tiempo.
—¿Qué? —preguntó Henry, mirando alrededor de la oficina. Los muebles no eran
los mismos. Atrás quedaron las chucherías que Doc Gal conservaba en todas las
superficies y el mobiliario era diferente, más moderno. Era como si la Doc Gal
hubiera reducido su bohemia sensibilidad y se trasladara a Escandinavia. Incluso doc
se veía diferente. En ese entonces llevaba su pelo largo y suelto, la ropa un poco
excéntrica. Ahora su pelo negro estaba cortado hasta la barbilla y su ropa era fresca y
profesional.
Habían pasado quince años desde la última vez que Henry se había sentado en esta
habitación. Por supuesto todo en Doc Gal había cambiado. ¿Él también había
cambiado, cierto?
—Vamos a grabar tus sesiones —dijo Doc Gal, colocando una grabadora en la mesa
de centro entre ellos—. Así puedes retroceder y escuchar todo lo que has dicho.
Él miró fijamente el pequeño dispositivo.
—¿Eso ayudará... con todo?
—Espero que sí. En algún lugar a lo largo del camino, tus historias revelarán una
pequeña pepita de verdad. Quiero que seas capaz de escucharlo más tarde.
—Esto no es cómo lo que hicimos cuando era más joven.
Ella sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa. Empujó sus gafas hasta el puente de
su nariz.
—Como he dicho, quería probar algo diferente. —Ella se inclinó y presiono grabar—.
Puedes empezar a hablar.
—¿Sobre qué?
—Acerca de tu pasado.
Él negó con la cabeza, sin saber si podía hacer esto.

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—Ni siquiera sé por dónde empezar.
—¿Por qué no empezar desde el principio y seguiremos a partir de ahí?
Henry intentó evitar mirar la grabadora pero aunque hiciera agujeros en la pared
color crema detrás de la cabeza de la Doc Gal, todavía podía sentir la grabadora,
podría jurar que oía sus mecanismos internos zumbando.
—Habla sobre tu primer recuerdo —sugirió ella.
Henry cerró los ojos, pensando duro en su primera recuerdo y empezó a hablar.

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Capítulo 1
Traducido por Lucia A
Corregido por Juli_Arg

Mi primer recuerdo es de ir al parque cuando tenía dos, quizá tres años. Mi


nana, Louise, me llevó a este pequeño parque por la calle y jugué con este
chico que me gustaría nunca haber conocido antes. Él seguía refiriéndose a
Louise como mi mamá y nunca lo corregí. Pensé que era mejor que mi mamá,
porque al menos ella cuidaba de mí.
Mis padres estaban ocupados en su carrera. Mi madre era abogada y mi papá
tenía su negocio de jardinería. Mamá siempre estaba trabajando tarde o
corriendo para reunirse con sus clientes y papá, bueno, cuando él no estaba
trabajando o bebiendo con sus amigos, estaba sentado en su caverna y
necesitando su espacio de hombre.
No se me dejaba entrar en la caverna del hombre a menos que él estuviera
teniendo un partido de fútbol y me necesitara para obtener algunas otras
fichas o cerveza. Por alguna razón siempre pensé que a los hombres les
encantaba tener hijos porque significaba que tenían alguien a quien enseñarle
el béisbol o cómo construir autos. Como minino, tenían a alguien quien
llevaría el nombre de la familia, pero a mi papá no parecía importarle de
cualquier manera. Él no hacía las otras cosas que los padres de mis
compañeros. Nunca fuimos a la liga de béisbol o los boy scouts ni nada de
eso.
¿Por qué? Joder si lo sé. Él era una mierda de padre, eso es lo que finalmente
concluí hace mucho tiempo. Demasiado egoísta para tener un niño, eso es
seguro.
Mi mamá a veces mostraba algo parecido al afecto por mí. Cuando tenía un
minuto libre, me daba un abrazo o un beso en la frente. Ya sabes, cosas fáciles
de mamá. Pero lo que yo realmente quería era que se quedara en casa y
cuidara de mí, que estuviera ahí cuando yo bajara del autobús como las
madres de otros niños. Quería volver a casa y recibir “galletas” recién
horneadas y un vaso de leche. Pensé que eso es lo que las mamás tenían que
hacer, no correr a trabajar cada día y regresar a casa a tiempo para llevarme a
la cama.
¿He empezado a reconstruir la rota relación con mis padres?

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Infiernos no.
¿Quiero?
No sé si siquiera debería molestarme. Son lo que son y los odio y amo a pesar
de todo.
Simplemente... a veces me gustaría que al menos intentaran pedir disculpas,
¿sabes?
¿Les dolería decir, “Henry, sentimos haberte descuidado y dejado que fueras
criado por una niñera”? No sé si eso es el ungüento mágico que curará todas
las heridas pero estaría bien escucharlos reconocerlo.
Ni siquiera me llamaron para decir adiós antes de desplegar.

Era un pequeño niño salvaje cuando era más joven, como tú sabes bien. Fumé
la primera vez en quinto grado y probé mi primera cerveza en sexto grado.
Por séptimo grado, había perdido mi virginidad con esta chica, incluso no
puedo recordar su nombre ya—quien sólo estaba de visita en Monterey por la
semana. Me jactaba ante mis amigos en la escuela que había tenido una
aventura de una noche, pero recuerdo que quería que ella se enamorara de
mí. No estoy seguro de lo que dice acerca de mí, yo queriendo el amor y
aceptación de una chica que ni siquiera iba a quedarse.
¿Desesperado? ¿Estúpido? ¿Ingenuo? ¿Todo lo anterior?
La primera vez que probé la hierba fue en una fiesta a principios de segundo
año. Creo que si hubiese podido conseguir más en mis manos, probablemente
habría hecho más. Así era, yo no era lo suficientemente creativo como para
encontrarlo y no lo suficiente genial como para tener las conexiones
adecuadas con las personas que podían.
Mi primera pelea fue con un niño en el patio de recreo en segundo grado. Él
lanzó arena en mi rostro y yo lo golpeé en las bolas. Me gané un viaje a la
oficina del Director.
Louise fue a recogerme en la oficina.
La primera vez que robé fue en casa de este chico cuando me invitó a cenar.
Este fue en ese entonces mi Modus Operandi: Hacía amistad con alguien e iba
a su casa a cenar, porque lo único que me esperaba en casa era otro burrito
congelado o fideos ramen. Así que me gustaba ir a las casas de mis
compañeros para la cena. Una vez estuve en casa de Tommy Schilling y vi

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este genial encendedor dentro una cabina en su comedor. Era este genial
encendedor de latón en una forma más ligera como una bomba atómica y
simplemente metí la mano en el gabinete y lo tomé, nunca fui invitado allí de
nuevo.
Tommy me acusó en la escuela una semana después, pero no pudieron
probar nada y ya que mi mamá era una abogada, realmente no quería insistir.
Devolví el encendedor finalmente. Tarde hasta el final de segundo año pero
finalmente se lo devolví a Tommy y le dije que lo sentía.
Yo sabía que me estaba dirigiendo por el camino equivocado pero era como
un helado en eslabón; Podía ver exactamente adonde me dirigía pero no
podía parar. Hasta la primera vez que conocí a los Shermans.
Jason llegó por primera vez a la escuela unos dos meses al inicio del año
escolar. Lo recuerdo vívidamente porque era alto, con pelo rubio flexible y
una sonrisa tolerante. Él paseaba por los salones con confianza, como si
hubiera estado allí desde el primer año.
Rápidamente se dieron cuenta de que él era el chico nuevo y al final del día,
ya tenía la mitad de las estudiantes de sexo femenino desmayadas. Un día en
la escuela y él ya estaba destinado a ser el chico de oro. Para alguien que
había estado tratando desde la secundaria para llamar la atención y fallando
miserablemente, fue una gran pata en las bolas.
Yo no había tenido mi racha de crecimiento todavía, así que estaba a sólo 1.70
metros en el momento y no había mucho que ver. Jason no sabía de mi
historia, así que pensé que él quizás era alguien de quien me podía hacer
amigo y podría elevar mi posición en la escuela. Por lo menos, me recibiría un
ambiente cálido en una cena o dos con su familia. Así que hice lo mío y me
insinué en sus planes para la cena. Resultó que vivía a pocas casas de
distancia, así que era una ventaja.
Jason parecía un buen chico. Él incluso no parecía sospechar cuando le
pregunté si podría ver su casa y automáticamente me invitó a cenar.
Fue el primer día que conocí a Elsie.
¿Quién es Elsie? La más simple explicación sería que era la hermana pequeña
de Jason. La parte más complicada es que es el amor de mi vida. Voy a
intentar ser objetivo al hablar sobre ella, tratando de no dejar que mis
sentimientos por ella coloreen ahora cómo recuerdo el pasado.
Elsie era una chica linda. Era esta cosita con cabello rizado castaño claro y
grandes ojos avellana. Cuando entré en la casa de los Sherman, ella llegó
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corriendo por las escaleras con una sonrisa ansiosa, pero cuando me vio, su
expresión cambió como si hubiera olido algo malo.
Realmente no podía culparla. Tenía frenos, así que nunca sonreía, y una
cabeza llena de ondulado y loco cabello que casi nunca cepillaba. Resultó que
era un bono de más: nuestro cabello.
—Tu cabello está fuera de control —dije simplemente para enojarla.
—El tuyo es peor —dijo con actitud. Quería molestarla más, ver cuán enojada
realmente la podía poner, pero su madre salió a saludarme así que mordí mi
lengua.
—Jason, ¿este es tu amigo? —preguntó, observándome. Pero no me miraba
con disgusto como otros padres porque ella no había oído nada sobre mí. Sólo
me miró con curiosidad y tal vez algunas atracciones.
—Henry Logan —dijo Jason, dándome palmadas en la espalda—. El chico
más genial en la escuela.
Yo no estaba muy de acuerdo con esa apreciación, pero a quién diablos le
importaba. Podía pretender ser el mejor chico en la escuela si conseguía un
poco de comida gratis y un poco de compañía.
La cena en su casa fue como una revelación. Hasta entonces, nunca me había
dado cuenta de lo agradable que podía sentirse sentarse en la mesa con papá
y mamá y hablar sobre su día. Los Shermans les preguntaron a sus hijos sobre
su día y realmente los escucharon, pero luego me preguntaron lo mismo y
también parecían muy interesados. Era realmente dulce e intrusivo y me
asustó un poco. Creo que podría haber dicho tres palabras antes de embutir
mi cara en el puré de papas.
Me invitaron a cenar dos veces más esa semana y regresé, absorbiendo su
normalidad. Eran lo que había querido en una familia pero nunca tuve.
No sé si es saludable tanto el resentimiento y envidia que tuve por los
Shermans, pero diré una cosa: Nunca robé algo de su hogar. Ni siquiera se me
ocurrió.

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Capítulo 2
Traducido por MaryJane
Corregido por LadyPandora

Jason y yo nos hicimos muy buenos amigos. En un primer momento se


juntaba conmigo porque yo era la única persona que conocía y yo andaba con
él porque era el único que lo haría. Sin embargo, al final, se convirtió en una
verdadera amistad.
Él era divertidísimo. Siempre contaba chistes verdes cuando no había adultos
alrededor. Tenía el mayor repertorio de chistes sexuales que jamás había oído
y el chico era inteligente sin ni siquiera intentarlo. Lo mejor de Jason, era que
era leal y un verdadero amigo. No podría decir cuántas veces otros
estudiantes se acercaron a él y le contaron historias sobre mi pasado. Jason
simplemente se encogía de hombros y les decía que yo era su amigo de todas
formas y que no le había robado ni dado una paliza, así que entonces, ¿por
qué tendría que preocuparse?
Era tan seguro de sí mismo, un rasgo que sin duda recibió de su padre, quien
se retiró como teniente coronel de las Fuerzas Aéreas. Jason era uno de los
chicos más guapos de la escuela y su confianza y esa sonrisa relajada
realmente volvía locas a las damas. Siempre tuvo que soltarse de las chicas.
Ugh, me daba asco.
Fui el compañero invisible durante mucho tiempo, pero luego me puse a la
altura, me retiraron el aparato dental y de repente todas las chicas también
me miraban. No en la forma oye, ¿no es el tipo que roba? Ni de ninguna de esas.
No estaba acostumbrado a ese tipo de atención positiva, así que tomé el
ejemplo de Jason y lo utilicé bien.
Algo cambió cuando Elsie cumplió trece años. No sé si es porque era
oficialmente una adolescente, pero de repente la veía bajo una luz diferente.
No sabía qué hacer a su alrededor. O me callaba o simplemente empezaba a
decir cosas mezquinas para obtener una reacción de ella, pero era dinamita y
siempre me la devolvía.
Recuerdo una vez que estábamos pasando el rato en el salón de su familia.
Jason y yo hablábamos sobre sexo cuando Elsie llegó paseando, chupando
inocentemente una piruleta.
Lo siento si esto suena como algo muy burdo, pero para un chico de quince

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años, una chica chupando una paleta es como Viagra visual. Gracias a Dios
por los cojines y la sudadera de gran tamaño que llevaba puesto.
—¿De qué están hablando? —preguntó casualmente, dejándose caer en el
sofá cerca de mí.
—Sobre posturas —dijo Jason con una cara seria.
—¿Como las posturas en el fútbol? —preguntó, con los ojos muy abiertos.
Jason me lanzó una sonrisa.
—Algo así.
Seguí el juego.
—Sí, parecido, hay una posición llamada el puñetazo del burro1, en la que un
tipo es responsable de salir por detrás y golpear al jugador contrario en la
parte posterior de la cabeza.
Elsie frunció el ceño.
—Eso no suena bien. No hay golpes en el futbol.
Seguí como si no la oyera.
—Y hay una jugada llamada el estilo perrito, donde un jugador sale por
detrás otra vez y embiste al otro chico.
—Eso suena como el golpe del burro —destacó Elsie, mirándome con
escepticismo.
—No, no golpeas a nadie en el estilo perrito —dije, con mi cara cerca de
explotar por el esfuerzo de tratar de contener la risa.
Jason se dobló, agarrándose el estómago mientras se reía. Me dejé llevar ir y
me eché a reír con él.
Elsie se levantó y resopló, dándose cuenta de que estábamos molestándola.
—Ustedes son unos imbéciles —dijo y se fue pisoteando.
—¡Se supone que no debes decir esa palabra! —gritó Jason detrás de ella.
Se dio la vuelta, con las manos en las caderas.
—¿Sí? ¡Bueno, se supone que no deberían hablar de sexo!
____________________
1 El puñetazo del burro: En inglés, Donkey punch, eufemismo que hace referencia a una práctica teórica
relacionada con el sexo anal heterosexual u homosexual. En el donkey punch, el hombre que estaría

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penetrando analmente o vaginalmente a su pareja asestaría a esta o este un puñetazo en los riñones o en
la región occipital. La finalidad pretendida sería provocar una contracción refleja de la musculatura del
recto o de la vagina, aumentando de esta manera la sensación de placer de quien penetra.

Jason y yo nos caímos al suelo de la risa.


***
Pasaba cada vez más tiempo en casa de Jason. Llegaba a casa de la escuela y
encontraba mi casa vacía y era muy fácil caminar solo por la calle y llamar a
la puerta de los Sherman. Jason y yo íbamos a la sala de estar y jugábamos
con la Nintendo y comíamos bocadillos. Juro que le debo a esa familia miles
de dólares por la comida que comí en su casa. Su padre se quejaba de que
Jason y yo estuviéramos comiendo de su casa, pero nunca me sentí mal
recibido. El coronel siempre se aseguró de que sabía que estaba bromeando.
Las cosas en mi casa eran más de lo mismo. Mamá se quedaba en la oficina
casi hasta las diez y papá, bueno, no tenía ni idea de dónde pasaba el tiempo.
Todo lo que sabía era que había llegado a casa a las nueve con olor a alcohol y
a cigarrillos y después se encerró en su habitación. Estaba convencido de que
mis padres tenían asuntos separados, pero nunca pude encontrar pruebas.
¿Y lo más triste? Ni siquiera me importaba averiguarlo.
Estaba tan cansado de eso, de la soledad constante, así que fui a casa de los
Sherman y llamé a la ventana de Jason, pero no respondió. El chico tenía el
sueño muy pesado.
La ventana de Elsie estaba justo al lado de la suya, así que lo intenté en su
ventana, pensando que tal vez podría ir a través de su cuarto al de Jason y
dormir en su suelo.
El rostro de Elsie apareció en la ventana, su rostro arrugado de dormir, con el
pelo rizado recogido en un moño desordenado. Se veía tan adorable. Me dejó
entrar, un poco desconcertada y me preguntó si algo andaba mal.
—¿Por qué iba a andar algo mal? —pregunté, al instante en el borde.
—Porque estás llamando a mi ventana en medio de la noche.
Miré mi reloj.
—Son sólo las diez y media, listilla.
—Pero estás en mi habitación a las diez en noche de escuela —dijo—.
Definitivamente algo está mal.
Me senté en el borde de la cama y suspiré, sintiéndome desinflado. Jason y yo
nunca hablábamos de nuestros sentimientos, pero Elsie era una niña y las
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niñas son profesionales en ese tipo de cosas.
—Mis padres todavía no están en casa —dije.
—Eso es una mierda. —Se sentó en su cama y se apoyó contra la cabecera. Me
quité los zapatos y subí, colocándome contra el estribo. Nos enfrentamos en
la penumbra, nuestros rostros iluminados sólo por la luz nocturna de la
esquina.
—Ellos siempre llegan tarde —dije, centrándome en la estantería por encima
de su cabeza—. Pero estoy tan cansado de dormir en una casa vacía. Y cuando
me despierto, ya se han ido. Es como vivir por mí mismo.
—Suena divertido para mí —dijo—. Puedes hacer lo que quieras, ver lo que
quieras.
—Suena divertido, pero realmente es una mierda. Ni siquiera tengo dieciséis
años y ya estoy viviendo por mí mismo.
—¿Estás solo? —preguntó con un hilo de voz.
Medité mis opciones. Mentir fue mi primer instinto, pero ya me había abierto
a Elsie, así que bien podría decirle la verdad. Si sólo fuera eso, podría
hacerme parecer un alma sensible.
—Sí. Realmente lo estoy —le dije. Toqué su muslo con mi pie—. Tú y Jason
tienen tanta suerte. Nunca olvides eso.
Sus ojos color avellana me miraron.
—No lo haré. —Ella se deslizó sobre la almohada—. ¿Henry, puedo
preguntarte algo?
—Dispara.
—¿Es por eso que siempre estás aquí? ¿Somos, como, tu familia adoptiva o
algo así?
—Sí, algo así. —La miré fijamente—. ¿Por qué, quieres que me vaya?
—No —dijo—. Puedes tener mi familia. Tú y Jason son, básicamente, gemelos
de todos modos. Gemelos imbéciles.
Apreté su calcetín.
—No digas eso.
—¿Por qué? Tú y Jason lo son.
—Porque somos repugnantes y asquerosos.

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—Sí lo son. Sus pies huelen mal.
—¡No huelen! —Me reí por el comentario. Estaba en esa edad en la que el
desodorante y una ducha diaria se habían convertido en una necesidad.
Ella arrugó la nariz y se rió.
—En serio, huelen.
Me levanté, agarré mis zapatos y me dirigí hacia la puerta.
—Entonces me voy a apestar la habitación de Jason —dije con una sonrisa
antes de salir de puntillas—. Buenas noches, mocosa.

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Capítulo 3
Traducido por MaryJane
Corregido por LadyPandora

Elsie empezó a ir al instituto de Monterey cuando Jason y yo éramos juniors.


No sé si fue la influencia de su padre o qué, pero Jason la observaba en un
principio como un halcón. Él me reclutó para acecharla, para asegurarse de
que nadie jugaba con ella. Elsie era una niña dulce y a algunos de los niños
mayores les gustaba meterse con los estudiantes de primer año, por lo que
Jason y yo tuvimos que hablar con algunas personas. Éramos jugadores de
fútbol y la gente realmente nos escuchaba como si tuviéramos autoridad real.
Elsie, por su parte, tenía sus amigos y era una persona realmente agradable.
Junto con su buena apariencia, había aprendido a arreglarse el cabello un
poco mejor para entonces, rápidamente se convirtió en una de las chicas más
populares en la escuela. Veía chicos tratando de hablar con ella todo el
tiempo y tenía el impulso de poner mi brazo alrededor de su hombro para
alejarlos. En ese momento pensé que se trataba de sobreprotección. Ahora
que soy mayor, puedo decir que esas fueron las primeras llamas de celos que
ardieron en mi pecho, pero cuando uno es joven y nunca ha amado a una
chica, no sabes esas cosas. Lamentablemente, sin saber cómo demonios me
estaba sintiendo, terminé haciendo cosas muy estúpidas.
Tomemos como ejemplo, el último año cuando este chico llevó a Elsie al baile
de bienvenida. Elsie sólo era una estudiante de segundo año en ese momento,
pero John era un sénior y un conocido mujeriego, así que Jason y yo ya
estábamos en alerta máxima. John también estaba en el equipo de fútbol,
aunque de segundo larguero, así que todos aportamos para una limusina y
fuimos juntos. Realmente presioné para que Jason y yo pudiéramos mantener
un ojo sobre el tipo y sus manos errantes.
Todo iba bien en el baile. Llevé a mi novia Nina, que estaba sexy con su
ajustado vestido verde que quedaba realmente bien con su pelo rojo.
Estábamos bailando y Nina susurraba cosas muy picantes en mi oído cuando
vi a John llevar a Elsie a la pista de baile.
Empezaron con inocencia, con las manos de ella alrededor de su cuello y las
de él alrededor de su cintura, pero había mucha verdad en la reputación de
John y comenzó a propasarse con ella. Ella siguió tratando de sacar sus manos
de su trasero pero él era implacable, hasta que se dio por vencida y dejó que

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la tocara por toda la pista de baile. Nunca olvidaré esa mirada feliz en su cara,
cuando ella cerró los ojos y dejó que le besara el cuello.
Me puso tan jodidamente furioso.
Me aparté de Nina y corrí hacia John, agarrando la parte posterior de su
camisa y lanzándolo al otro lado de la habitación. Me volví a Elsie, listo para...
no sé. Quería gritarle y besarla y mantenerla a salvo de los chicos
repugnantes como John.
—¿Qué demonios, Logan? —gritó John y me empujó. Lo empujé de vuelta,
esperando a que me golpeara. Había comenzado la pelea, así que si lanzaba
un golpe quedaría expulsado con toda seguridad, puede que incluso me
acusaran de agresión.
—¡Estabas prácticamente abusando de ella delante de toda la escuela! —le
grité.
—¡No es abusar si ella lo quería! —gritó John.
Los dos estábamos tratando de gritarnos cuando Jason se metió en el
embrollo. Entonces me di cuenta de que Elsie se había ido. Por suerte, alguien
dijo que la vio correr hacia la salida, así que fui tras ella con Jason justo detrás
de mí.
La alcanzamos, y juro que tomó todo lo que tenía en mí no tirarla al suelo y...
no lo sé. Esas malditas hormonas adolescentes se dispararon.
Jason volvió con su cita inmediatamente después de darse cuenta de que Elsie
estaba bien, que estábamos actuando como niños. Allí, a solas con Elsie en el
pasillo oscuro, me llené de emociones en conflicto, protectoras
principalmente. No la quería con tipos como John, que no la respetaban, pero
sinceramente, no conocía un hombre digno de ella. ¿Yo?
Demonios, no. Yo era un adolescente demasiado caliente.
—No deberías haberle dejado hacer eso —le dije.
—Estábamos bailando. —Parecía que estaba a punto de llorar.
No sabía qué decir para quitar ese aspecto de su cara y terminé diciendo lo
primero que se me vino a la cabeza.
—Ahora todo el instituto verá que eres fácil. —No sé por qué lo dije. Quería
decir que el instituto podría pensar que era fácil—. Elsie, no quise decir eso —
dije rápidamente.
—Te odio —dijo y se giró.
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—No quise decir eso —dije otra vez, pero ya se había ido. Encontré el armario
más cercano y golpeé mi cabeza contra él varias veces. Nina me encontró así
unos minutos más tarde.
—¿Estás bien? —me preguntó.
—Estoy muy bien, Nina —dije—. ¿Qué demonios es lo que parece?
—Parece que te pusiste celoso porque John estaba tocando a Elsie.
Tomé profundas respiraciones para evitar el dolor de cabeza.
—Ella es como una hermana pequeña para mí, ¿de acuerdo?
Nina no parecía convencida, pero asintió de todos modos.
—Está bien. ¿Podemos volver a nuestro baile de bienvenida?
La tomé de la mano y la llevé de vuelta al gimnasio, alegre por cualquier tipo
de distracción.
—Bueno, si pareces como una puta y hablas como una puta… —dijo entre
dientes.
Esa fue la primera vez que me di cuenta de la vena maliciosa en Nina, pero
en ese momento de mi vida, era la única mujer sola que todavía me
soportaba, así que simplemente se lo pedí.
***
No dejé de ir a casa de los Sherman, pero Elsie se aseguró de que sintiera el
frío.
Me ignoró, negándose a reconocer siquiera mi presencia. Una noche, durante
la cena, sus padres le preguntaron por qué estaba tan enojada conmigo.
—Porque Henry es un idiota —dijo, y siguió comiendo.
El coronel me miró, pero le dijo:
—¿Puedes explicarte?
Elsie negó con la cabeza. Jason tomó la palabra.
—Fue porque la semana pasada en el baile de bienvenida, la cita de Elsie
estaba tocándola inapropiadamente y Henry le puso fin.
Jason gritó. Estaba bastante seguro de que Elsie le había dado una patada bajo
la mesa.
La Sra. Sherman me lanzó una mirada de gratitud. Cargó mi plato con otra

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rebanada de pastel de carne y otro montón de puré de patatas.
—Bueno, realmente apreciamos eso, Henry.
Elsie farfulló.
—¿Qué? ¿Estás de su lado?
—Sí. Hizo lo correcto —dijo su padre, y su cara se puso aún más roja—. Quién
sabe lo que el muchacho te habría hecho si Henry no le hubiera puesto fin.
—¿No se te ocurrió que tal vez yo estaba dejando que John me tocara?
Los ojos del coronel se estrecharon.
—Espero que no.
—¡Oh, Dios mío, eres tan sexista! —gritó ella y se apartó de la mesa.
Estaba muy triste para entonces, mi anterior sentimiento de reivindicación
fue superado por lo mal que Elsie debía estar sintiéndose. Pero ya era
demasiado tarde. Cualquier ira que sintiese hacia mí, se había agravado por el
apoyo que todos me dieron. Había vuelto inadvertidamente a toda su familia
en su contra.
—¿Puedo retirarme? —dijo entre dientes, mirándome con los ojos
entrecerrados.
Y entonces huyó de la sala.
***
Me alejé por un tiempo, dándole tiempo para calmarse. Para entonces ya
sabía la forma en que funcionaba: ella tenía un mal temperamento, pero sólo
necesitaba estar sola y finalmente se calmaría. Elsie era alguien que
perdonaba a sus seres queridos libremente, sólo esperaba ser todavía uno de
ellos.
Después de dos semanas de negarse a hablar conmigo, por fin tuve bastante.
No podía soportar no hablar con ella, así que finalmente puse un gran
esfuerzo en hacer que me perdonara. Me acercaba a ella en la escuela y ella se
alejaba. Tuve a gente dándole mensajes por mí y ella lanzaba las notas a la
basura. Una vez, incluso fingió que se limpiaba el culo con ellas antes de
entrar en el baño de chicas, probablemente a tirarlas.
Por último, una noche llamé a su ventana. Abrió las cortinas y se quedó allí,
con los brazos cruzados sobre el pecho, negándose a abrir la ventana.
—Lo siento —articulé a través del cristal.
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Ella me dio una mirada atrevida y se encogió de hombros y entonces vino a
cerrar las cortinas.
Hice un movimiento ahogado en mi garganta y pretendí darme un puñetazo
en la mandíbula. Caí al suelo y salté de nuevo y me golpeé en el estómago.
Ella trató de ocultar una sonrisa, pero la vi, así que me golpeé un poco más
durante unos buenos tres minutos. Esa majestuosa obra de arte la convenció
para abrir la ventana de un golpe.
—Tienes cinco segundos —dijo.
—Lo siento. Soy un idiota.
—Sí, lo eres.
Le sonreí.
—No pienso que seas fácil. Ni siquiera sé por qué dije eso. Eres lo opuesto a
fácil.
Ella no dijo nada, sólo me miró con sus grandes ojos color avellana. Lo juro, a
veces pienso que podía ver dentro de mi cerebro y leer mis pensamientos, y
eso me asustó.
—¿Podemos ser amigos otra vez? —pregunté.
—¿Por qué? ¿Qué importa si somos amigos de nuevo?
—Porque eres importante para mí —dije.
Es extraño, ahora que miro hacia atrás, mis momentos más honestos son casi
siempre con ella.
Eso resultó. Me dio un abrazo a través de la ventana y me fui a casa,
sintiéndome como si un peso se hubiera levantado de mi pecho, reemplazado
por otra cosa, otra pequeña ancla de un sentimiento que todavía no sabía
cómo llamar.
P.D. Creo que era amor.

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Capítulo 4
Traducido por kristel98
Corregido por Gabymart

Nina notó el cambio en mí después de que Elsie y yo empezáramos a hablar


de nuevo. Nina hasta se puso empalagosa. Era una de las chicas más
populares del instituto y supongo que se podría decir que yo era bastante
popular también, así que no entendía por qué estaba tan insegura. Comenzó a
preguntarme si era más guapa que las demás y esas cosas, si era lo
suficientemente delgada para ser modelo, si tenía lo necesario para estar en el
Mundo Real. Yo siempre decía que sí porque sabía que si decía algo más,
habría discutido conmigo hasta que se le pusiera la cara azul.
Sólo quería un poco de paz en mi vida, por eso le dije lo que quería oír.
Llevé a Nina a la casa de los Shermans una noche porque la mamá de Jason,
Elodie, quería conocerla. La cena fue incómoda. Elsie estaba inusualmente
tranquila, sólo empujaba la comida alrededor de su plato y ni siquiera me
miraba. Nina, por su parte, actuó tan relajada como si estuviera comiendo en
su propia casa. Habló con Elodie y John como si fueran compañeros e incluso
preguntó si Elodie había utilizado ingredientes de baja grasa al hacer la cena.
Al día siguiente en la escuela, escuché a Nina diciéndoles a sus amigas que la
casa de los Shermans era un desastre, y que la habitación de Elsie estaba
decorada como la de una niña. Discutí el hecho, pero nadie me escuchó.
Entonces Nina y sus amigas dirigieron su amenaza sobre Elsie. No fui
consciente de nada de eso hasta que empecé a darme cuenta de los estados de
ánimo de Elsie cuando íbamos de la escuela a la casa. Se iba directamente a su
habitación y cuando volvía a salir para cenar sus ojos estaban enrojecidos. Sus
padres le preguntaron al respecto, pero ella sólo me miraba y negaba con la
cabeza. Con el tiempo, me di cuenta de que ella debía haberles dicho ya que
dejaron de preguntar.
Un día, Elodie me pidió que le ayudara a cargar el lavaplatos. No me
importó, me ofrecía a ayudar siempre que podía. Era lo menos que podía
hacer, ya que me alimentaban casi todas las noches de la semana.
—Henry —dijo cuándo nos quedamos solos en la cocina—, creo que deberías
saber algo.
Puse un plato en el lavavajillas.
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—Se trata de Elsie, ¿no es así? —le pregunté. Me incliné sobre el mostrador y
me preparé para la noticia—. ¿Está enferma? —Mi corazón se encogió ante el
pensamiento.
Ella sacudió la cabeza, sonriendo a mis dramatismos.
—No, en absoluto—dijo—. Se trata de tu novia.
Me quedé helado.
—¿Qué pasa con ella?
—Elsie me dijo que Nina y sus amigas la han estado intimidando.
—Eso no puede ser cierto —le dije—. Nunca las he visto hacer nada como eso.
—Elsie dijo que lo hacen cuando no estás cerca. La rodean en su casillero y le
dicen cosas malas. La semana pasada la atraparon en el retrete durante
quince minutos durante el almuerzo.
Negué con la cabeza, todavía no estaba dispuesto a creer que yo estaba
saliendo con alguien que podía ser tan cruel.
—Eso no suena como Nina.
—Al parecer, a Nina no le gusta que seas amigo de Elsie. Quiere que Elsie
deje de hablar contigo.
Me sentí enfermo del estómago.
—Creo que tengo la salmonella —dije, agarrándome la cintura—. Siento
como si fuera a vomitar.
Elodie rió.
—Henry, creo que lo que sientes es culpa. —Ella me miró durante mucho
tiempo—. Mira, no soy tu madre, así que no puedo decirte con quien salir. No
sé cuánto te gusta esta chica Nina, pero Elsie es mi hija y cualquier persona
que la lastima está automáticamente en mi lista de mierdas.
Asentí, sintiéndome levemente horrorizado de que la madre de Jason hubiera
utilizado una mala palabra delante de un menor. Así fue como supe que era
en serio.
—Así que si podrías hablar con Nina y decirle que voy a retorcerle su bonito
y pequeño cuello si se mete con mi hija de nuevo, te lo agradezco. —Debo
haberla mirado horrorizado porque se rió y me pellizcó la mejilla—. Ahora sé
un buen chico y termina de cargar el lavavajillas, por favor.
De verdad me gustaba Nina, obviamente. Quiero decir, habíamos salido por
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más de seis meses. Era divertida y sexy y teníamos mucho en común. Además
la chica daba sexo oral como ninguna otra.
Lo siento, eso fue grosero. Pero, maldita sea.
De todos modos, por mucho que me gustara Nina, no podía soportar el hecho
de que ella estuviera haciendo la vida de Elsie un infierno. No tengo
hermanos, pero si tuviera una hermana pequeña, sabía que la protegería
tanto como lo hacía con Elsie. Así que terminé con Nina, diciéndole que la
engañaba con una chica de otra escuela, añadiéndole que la chica pensaba
que podría estar embarazada.
Eso funcionó. Nina era un montón de cosas, pero no era la chica a la que tú
engañabas.
Fue una gran mentira, pero al menos llevó el infierno lejos de Elsie. Si le
hubiera dicho a Nina la verdadera razón por la que rompía con ella, se habría
asegurado de que la vida de Elsie fuera un infierno y no podía correr ese
riesgo.
Por supuesto que Nina se aseguró de que el resto de la escuela supiera que yo
era un tramposo hijo de puta, pero como ya tenía un historial de
delincuencia, el engaño no era más que otra marca para mi reputación de
chico malo. Creo que, para algunas chicas, me hizo aún más caliente.
Como que tal vez si pusieran sus manos sobre mí pudieran probar y
cambiarme.
Me di cuenta de que el estado de ánimo de Elsie mejoró inmediatamente. Sus
sonrisas llegaban hasta sus ojos y estaba riendo de nuevo. Me hizo feliz verla
de buen humor y borré las dudas persistentes que tenía acerca de la ruptura
con Nina. Esa fue la primera vez que me di cuenta de que haría cualquier
cosa para hacer feliz a Elsie.
Incluso casi me quedé en Monterey, para ir a CSUMB y así no tener que estar
lejos de ella, pero el Coronel me hizo entrar en razón.
—Sabes que ahí no es donde debes estar, hijo —me dijo una noche. Esa fue la
primera vez que me di cuenta de que me llamó hijo y me destruyó y me llenó
de orgullo.
—Tú sabes exactamente como será tu futuro si te quedas aquí.
Él me hizo creer que yo era más grande que Monterey, que estaba destinado
para la aventura.
—¿De verdad crees que tengo lo que se necesita para estar en la Fuerza
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Aérea?
El coronel ni siquiera dudó.
—¡Por supuesto que sí! —retumbó. El hombre tenía una presencia muy
poderosa—. No sé si sabes esto acerca de ti, pero eres más valiente y más
honorable de lo que tú crees. ROTC y la Fuerza Aérea sacarán eso de ti, te
harán el líder que estás destinado a ser.
En realidad, nunca me había sentido como un líder, pero me creí sus palabras.
Él era un oficial del ejército, por el amor de Dios, sólo dos ascensos le faltaban
para General antes de que se retirara. Si el hombre me dijera que saltara por
un precipicio porque esa era la clase de hombre que yo era, probablemente lo
hubiera hecho. Yo ni siquiera había pensado en mi futuro hasta que me
acogió en su casa.
En muchos sentidos, John Sherman era el padre que siempre había querido,
así que iba a hacer mi mejor esfuerzo para hacer que se sintiera orgulloso.
Fui aceptado en la Universidad de Missouri con una beca del ROTC, al igual
que Jason. El primer día de colegio, firmé el contrato en el que entraría en el
ejército después de graduarme, eufórico y muerto de miedo.
Mi destino estaba sellado.

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Capítulo 5
Traducido por kristel98
Corregido por Gabymart

Mi último año de Instituto llegó a su fin. Me estaba graduando con un


sorprendente promedio de 3,8 y me dirigía a una universidad prominente
para estudiar Justicia Criminal. Llegó el momento de decir adiós a algo que
amaba, aunque hubiera abusado de él todos estos años: Mi cabello.
Fue un mes antes de la graduación, pero Jason sugirió que nos rasuráramos el
cabello con anticipación. Fuimos en busca de la afeitadora de cabello entre las
cosas de su padre, pero cuando llegó el momento de usarla, ambos nos dimos
cuenta que no teníamos ni la menor idea.
—¿Qué tan difícil puede ser? —preguntó Jason mientras sostenía la
maquinilla por encima de mi cabeza.
—¿No necesitas una de estas cosas? —le pregunté, sosteniendo un cabezal de
plástico.
—No lo sé.
Me entró el pánico y me hice a un lado cuando el zumbido comenzó.
—Oh diablos no. No hay manera de que me estés usando como un conejillo
de indias.
Elsie irrumpió en el cuarto de baño y rápidamente se apoderó de la
afeitadora.
—Dame. —Agarró un cabezal y lo puso en el dispositivo—. Estabas a punto
de dejarlo calvo, idiota.
Recuerdo que sentí un torrente de gratitud hacia ella y mientras la veía
sostener la afeitadora por encima de mi cabeza, me sentí aliviado. De alguna
manera yo sabía que iba a estar en buenas manos. Elsie no le haría daño a mi
cabello.
Ella pasó sus dedos por mi cabello primero, masajeando el cuero cabelludo un
poco y gracias a Dios tenía una toalla envuelta alrededor de mí, porque me
dio una erección instantánea. Entonces el zumbido comenzó. Vi su cara de
cerca en el espejo mientras pasaba la afeitadora por mi sien tan suave y ligera,

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el cabello cayendo en silencio. Ni siquiera se me ocurrió que mi cabello iba
realmente a desaparecer, mi enfoque entero estaba en el rostro de Elsie, la
cremosa piel de sus mejillas tornándose un poco rosa porque ella sabía que yo
la estaba mirando.
Cuando conocí a Elsie pensé que era linda, del tipo de pellizcarle las mejillas,
pero ese día estudié su rostro en el espejo y me di cuenta de que se había
convertido en alguien verdaderamente hermosa. La veía casi todos los días,
así que realmente no había notado los cambios sutiles en su rostro hasta
entonces, en cómo su rostro había adelgazado un poco, haciendo sus pómulos
más prominentes.
Apenas pude respirar durante los quince minutos que duró el corte de
cabello. El corazón me latía tan fuerte que estaba seguro de que podía sentirlo
en mi cuero cabelludo. Ella hizo esa cosa de morder su labio cuando afeitaba
alrededor de mis orejas, volviéndome absolutamente loco. Me moría de ganas
de morder esos labios.
Después de que hubiera terminado, me frotó el cuero cabelludo de nuevo y
me enfrentó al espejo. Ella sonrió, orgullosa de su obra, pero su expresión se
suavizó cuando nuestros ojos se encontraron.
Fue entonces cuando supe que estaba perdido. Esta chica, esta joven mujer en
frente de mí iba a ser mi felicidad para siempre y para un niño que iba rumbo
a la universidad, ese era el sentimiento más atemorizante del mundo.
Cualquier terror que había sentido se desvaneció rápidamente cuando vi la
expresión de tristeza en su rostro.
—¿Estás bien? —le pregunté.
Ella tragó saliva y asintió.
—Sólo pareces tan diferente.
Me cubrí la cabeza rapada con mis manos.
—Sigo siendo yo bajo esto.
—Vas a divertirte en la Universidad —dijo, y luego se fue.
—¿Cuál es su problema? —preguntó Jason, tomándome por sorpresa. Me
había olvidado de que estaba allí.
Sólo me encogí de hombros. Mi corazón aún latía salvajemente en mi pecho,
recordándome que había hecho un descubrimiento que me condenaba para
siempre. Así que usé la excusa predeterminada para cuando una mujer estaba
actuando un poco loca:
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—Debe ser el síndrome premenstrual.

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Capítulo 6
Traducido por Basarab_Countess
Corregido por lsgab38

El fin de semana antes de que Jason y yo nos marchásemos a la universidad,


los Shermans hicieron una gran fiesta en la playa para celebrarlo. Cavamos
un enorme círculo en la arena, esculpiendo asientos a su alrededor y
armamos una hoguera en el centro.
La fiesta fue divertida, pero estuve preocupado todo el tiempo por Elsie,
dónde estaba y qué estaba haciendo. Cuando el sol se estaba poniendo, me di
cuenta de que estaba perdida, así que fui a buscarla.
La encontré a la orilla del mar, caminando a solas, con un suéter sobre los
hombros.
—Hola —dije, aproximándome a ella con las manos en los bolsillos. Se estaba
poniendo frío para entonces y tan sólo tenía puesta una camiseta.
Ella me vio y sonrió.
—Hola, tengo algo para ti.
—¿Ah, sí? —dije, preguntándome si iba a poder besarla por primera vez.
Alerta de Spoiler: En realidad no llegué a besarla hasta años más tarde, pero
en ese momento estaba seguro de que iba a besarme.
—Extiende tu mano —dijo y colocó una piedra húmeda sobre ella. Maldita
sea.
—¿Una piedra rota? —le pregunté, girándola una y otra vez.
—Es una piedra con forma de estrella —dijo, tocándola con el dedo—. Acabo
de encontrarla.
Envolví mi mano alrededor de la piedra y la metí en el bolsillo.
—Uh, gracias. —No lo entendía, pero para gustos los colores.
Ella se echó a reír.
—Sé que es una tontería, pero quería darte algo para que puedas recordarme
cuando estés en la universidad.
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—No necesito una piedra para recordarte —le dije—. Mi cabeza podría estar
llena de piedras y todavía me acordaría de ti. Podrías golpearme con una
piedra enorme y provocarme amnesia y todavía me acordaría de ti.
Ella soltó un bufido.
—Bueno, sin más, tú eres esa piedra. Puedes mirarla y saber que a pesar de
que los elementos pueden cambiarte por fuera, sigues siendo tú, en el
interior.
Apreté el puño en torno a la piedra, con un nudo en la garganta cada vez
mayor.
—De acuerdo.
Ella invadió mi espacio y envolvió sus brazos alrededor de mí.
—Te extrañaré tanto, Henry —dijo, y entonces, como si se diera cuenta de lo
que había hecho, se apartó. Estaba sonrojada.
Mi pecho se sentía apretado ante el conocimiento de que este era el final de
nuestro tiempo juntos. En ese momento decidí que me gustaría mostrarle lo
mucho que significaba para mí. Como si leyera mi mente, cerró los ojos y
ladeó la cara, mientras me inclinaba hacia ella.
Jason eligió ese mismo momento para venir a arruinar el momento.
—Chicos, estamos sacando los smores2 —gritó.
—Está bien —le dije, saltando lejos de su hermana pequeña—. Estaremos allí
en un segundo.
Jason se limitó a sacudir la cabeza y se fue.
Miré a Elsie y me imaginé cómo sería su vida si yo la besase ahora y luego me
fuese a la universidad. Lo que vi fue una visión de ella suspirando por mí,
negándose a salir con nadie porque esperaba mi regreso. Era romántico como
el infierno, pero me dio un poco de dolor en la boca del estómago. Allí estaba
otra vez, la intoxicación por salmonela de la culpa.
Así que me decidí a hacer nuestras vidas más simples y darle la oportunidad
de disfrutar del resto del instituto.
—Elsie, no puedo darte lo que quieres.
____________________
2
S'more: (a veces escrito "smore") es un postre hecho en una fogata nocturna tradicional de Estados
Unidos y Canadá que consiste en un malvavisco tostado y una capa de chocolate entre dos trozos
de galleta Graham.
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Mis palabras le pillaron desprevenida.
—¿Eh?
—Quieres que te bese y luego querras que sea tu novio, pero eso no va a
suceder.
—¿Por qué no?
—Porque… —dije, lanzando mis manos. Busqué una razón que me descartase
eficazmente—. Porque eres como una hermana pequeña para mí.
Puso mala cara y me dolió el estómago aún más.
—Oh.
Miré hacia el océano, al sol anaranjado sumergiéndose por debajo del
horizonte. Era un símbolo apropiado para nosotros, en ese momento.
—Pero realmente me preocupo por ti —susurré, dándole una patada a la
arena. Me sentí como un idiota.
—Sí, lo que sea —dijo con los labios fruncidos—. No quiero nada de ti, Henry.
Sólo quería darte esa piedra.
Miré su figura alejándose, deseando no haber tenido que ser un cretino.
Quería correr detrás de ella y besarla idiotamente, pero entonces, ¿qué
conseguiría con eso? Me iba. No podía haber nada entre nosotros en ese
momento.
Nunca me di cuenta hasta ahora cómo le había salvado de ese destino una
vez, pero sucedió años más tarde de todos modos, cuando hice que me amase
y luego me marché a Afganistán.

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Capítulo 7
Traducido por Basarab_Countess
Corregido por lsgab38

Estar en la universidad era una aventura, te lo aseguro. Era loco e intenso. Esa
embriagadora sensación de libertad desaparece en el momento en que llegas
a clase y te das cuenta de que tienes que trabajar de verdad. ROTC3 implicaba
una clase el martes y el jueves Liderazgo de laboratorio, donde aprendimos
costumbres y cortesías militares, entrenamientos y ceremonias. Había
cincuenta de nosotros en el programa y todos tuvimos que arrastrarnos
melancólicamente los jueves para el Laboratorio de Liderazgo.
Siempre había pensado que la universidad era un momento para dejarse
llevar y enloquecer, pero ROTC inculcaba disciplina desde el principio y nos
hizo darnos cuenta de que nuestras acciones afectaban directamente a
nuestro futuro. Lo que no quiere decir que fuésemos perfectos ángeles el
resto del tiempo. Nada que ver.
Jason y yo no habíamos ido para el cumpleaños de Elsie ese año, por lo que
decidimos enviarle un paquete de cumpleaños. Los Shermans eran fantásticos
en los cumpleaños y los días festivos por lo que siempre hacían algo especial.
Ese era el cuarto año que iba a estar allí para el cumpleaños de Elsie y no
había tenido intención de saltármelo.
En el pasado le había regalado una caja de bombones de licor de cereza, que
ella odiaba. Al año siguiente todos nos fuimos a San Francisco para celebrar
su cumpleaños y nos fuimos a una galería de tiro en el muelle.
Recuerdo haber gastado casi diez dólares tratando de ganar ese maldito oso
de peluche que ella quería, pero finalmente lo conseguí. Todavía tiene ese
oso, sentado en una estantería en su habitación de nuestro apartamento. El
tercer año le di una pulsera que había comprado en alguna tienda femenina
en el centro comercial.
____________________
3
El Army Reserve Officers’ Training Corps (ROTC): es un programa de clase mundial de desarrollo en
liderazgo impartido por profesionales de la armada en colegios y universidades por todos los Estados
Unidos.

Así que ese año, Jason y yo conseguimos una caja de zapatos y lo llenamos de
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cosas que sabíamos que le gustarían: palillos de duendecillo, Nerds candy y
un juego de ordenador de los Sims. Le compramos una bufanda y una boina a
juego y esmalte de uñas con brillos en el centro comercial. Jason se sentía
fatal por no poder estar allí, era el primer año que se perdía su cumpleaños,
así que realmente se tomó el esfuerzo de ir a esas tiendas para encontrar cosas
que le gustaría.
Todavía me sentía mal por la forma en que había tratado a Elsie antes de
irme, así que antes de que Jason cerrase la caja, le colé una bonita tarjeta
diciendo que lo sentía y que deseaba verla en Acción de Gracias.
El semestre pasó volando. Yo estaba tan ocupado con la escuela y ROTC que
apenas tuve tiempo para pensar en Elsie, lo que en realidad era una
bendición. No tenía tiempo para preocuparme por lo que estaba haciendo, lo
que estaba viendo. Por primera vez en mucho tiempo, mi mente y mi corazón
se sentían libres.
Entonces Jason y yo condujimos de vuelta a California para Acción de Gracias
y de nuevo todo cambió. Elsie era todo en lo que podía pensar en ese viaje de
treinta y tres horas. Nos tomó tanto tiempo, que en el momento en que
llegamos a Monterey, sólo tuvimos dos días libres antes de tener que regresar
a Missouri de nuevo.
Pero en esos dos días, absorbí la visión y el sonido de Elsie como un hombre
que se ahoga.
Lo suficiente como para que me durase hasta Navidades por lo menos.
Ella estaba distante conmigo, lo que no era raro, pero maldita sea. Entonces
supe que le había hecho más daño de lo previsto. Comí la cena de Acción de
Gracias en casa de mis padres. Era una de las pocas noches de todo el año que
en realidad estaba con ellos. Estaba abatido. Vinieron unos pocos familiares a
cenar a casa, la mayoría de los cuales ni siquiera me importa mencionar
porque nunca se tomaron la molestia de hablar conmigo el resto del año, así
que ¿por qué molestarme con ellos?
Ni toqué mi pavo y me largué de allí tan pronto como terminamos. Apostaría
a que nadie se dio cuenta que me había ido.
Me acerqué a la casa de los Sherman y pasé el rato con ellos, toda la familia
estaba relajada en el enorme salón mientras observaban el juego. John y
Elodie nos interrogaron sobre la universidad, lo que habíamos hecho, cómo
nos enfrentábamos a nuestros estudios. Todo el tiempo Elsie se sentó en el
medio, abrazando una almohada contra su pecho y mirándome de reojo. No

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dijo nada, tan sólo nos escuchaba a Jason y a mí hablar, y como sabía que era
un público cautivo, le di a mis historias un empuje extra y detalles para
entretenerla.
Ella se quedó abajo con nosotros en la salita, incluso después de que sus
padres se fueron a la cama. Se tumbó en el diván y no dijo nada, tan sólo hizo
zapping por los canales de televisión hasta que Jason se hizo cargo y encendió
la PlayStation.
Me moría de ganas de que Jason saliese de la habitación, tal vez irse a cagar o
algo, así yo podría hablar con Elsie, pero la oportunidad nunca se presentó.
Nunca llegué a preguntarle si le gustaba nuestro regalo, si agarró mi tarjeta y
la leyó entre líneas.
Ella nunca dijo nada al respecto, así que supongo que significa que nunca lo
hizo.

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Capítulo 8
Traducido por kristel98
Corregido por Juli_Arg

Ese diciembre volé a casa temprano para las vacaciones de Navidad para ver
a Elsie. Tomó un poco charla, pero figuré mi horario de salida para que yo
pudiera salir de la escuela dos días antes. Era muy importante que llegara a
California antes de que Jason porque ese fue el año en que finalmente había
decidido que iba a hablar con Elsie.
Había estado suficientemente lejos de ella para que supiera que mis
sentimientos estaban manteniéndose firme, porque no iban a ninguna parte.
Así que necesitaba hablar con ella y tal vez encontrar una solución a mi
problema.
Me debatía entre el deseo de que me correspondiera y esperando a que diga
que mueva la mierda ella ya no me veía así.
Cuando llegué, me fui inmediatamente a su casa. Estaba a punto de llamar a
la puerta cuando llegó en su pequeño auto blanco. Yo debía parecer diferente,
porque el shock en su rostro era cómico. Salió del auto y saltó a mis brazos,
casi derribándome. Mi corazón casi estalló en su reacción llena de alegría y
pensé que, tal vez, tenía una oportunidad.
Luego de que el imbécil novio suyo se acercó y ella me presentó sólo como el
mejor amigo de Jason —no su amigo, no el chico que había sido aplastante
desde que tenía doce años, sólo el mejor amigo de su hermano— martilló el
clavo en el ataúd. Tuve que preguntarme qué demonios estaba haciendo. Yo
estaba en la universidad, debería estar en el mejor momento de mi vida
amorosa y festiva. En cambio, suspiraba por una chica de secundaria que sólo
me veía como el mejor amigo de su hermano.
Estoy un poco agradecido por lo que pasó, porque realmente me dio la patada
en el culo que necesitaba.
Volví a la escuela y realmente me puse allí a mí mismo. Iba a las fiestas, citas
con chicas y tenía el momento de mi vida. Jason y yo nos mudamos con otro
tipo en esa casa antigua en mal estado fuera de la escuela y en algún lugar en
el traslado, la roca de Elsie se perdió. En realidad, creo que mi compañero de
cuarto Hank podría haberla arrojado en el patio trasero pensando que era
sólo una piedra tonta. Me debatí en torno a ello durante medio segundo y

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luego me dije que era sólo una piedra tonta.
Cualquiera que sea el significado que Elsie le había dado era ahora cosa del
pasado, junto con todo lo demás.

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Capítulo 9
Traducido por kristel98
Corregido por Juli_Arg

Una de las vacaciones de primavera, Jason y yo decidimos ir a Florida e ir de


fiestas como el resto de los chicos de nuestra edad habían estado haciendo
durante años. Habíamos escuchado presumiendo lo suficiente de otros chicos
acerca de sus conquistas sexuales y la cantidad de alcohol que bebieron.
Realmente me hizo preguntarme cómo sería vivir mi vida sin
preocupaciones, así que hablé a Jason para ir. No tomó mucho convencerle.
Empezamos a beber tan pronto como nos registramos en nuestro hotel en la
ciudad de Panamá y no paramos hasta que nos dispusimos a partir. Las
vacaciones de primavera colmaron las expectativas en ese sentido.
Fuimos a todas las playas. Probamos todas las cervezas. Estoy seguro de que
hice un poco de daño a mi hígado esa semana pero no me importaba.
Coqueteaba con chicas lindas vistiendo nada más que piezas triangulares de
tela y hechos con los que estaban dispuestas. Tuve mi culo y polla agarrado
más veces de las que podía contar y eso me hizo sentir como un pedazo de
carne, ¿pero qué chico no le gusta eso?
Jason se acostó con una chica la primera noche que estuvimos allí. Se habían
conocido sólo en el bar y ella vino a nuestra habitación y tuvo sexo duro en su
cama conmigo durmiendo a varios pies de distancia. Yo no sabía si ella estaba
esperando un trío, pero realmente no la estaba sintiendo. Las rubias altas no
son lo mío.
Jason se comprometió a tener una chica diferente esa noche después de
enviar a la rubia a la puerta para hacer la caminata de la vergüenza. Hicimos
una apuesta sobre quién podría conseguir a la chica más caliente.
Resulta, que la chica que se acostó con Jason hizo una aparición de repetición
en su cama esa noche. Ella se encontró con nosotros de nuevo y
aparentemente Jason quería segundos. En realidad él terminó durmiendo con
ella sólo ese fin de semana. Incluso mantuvieron contacto después de las
vacaciones de primavera, pero ella fue a la escuela en Nueva York, así que no
pasó nada más. Creo, sin embargo, que Jason realmente se enamoró de esa
chica.
Yo, recogí una chica muy sexy con el pelo largo de color marrón y un intenso

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bronceado. Hombre, era caliente. La llevé de regreso al hotel y nos echamos
un polvo. Estaba preparado para detenerme si ella no quería ir hasta el final
pero nunca dijo que no. Demonios, ella estaba pidiéndome que entrara. Así lo
hice y fue muy emocionante y se sentía bien. No había tenido relaciones
sexuales desde Nina, por lo que entrar en ese condón fue lo mejor que me
había pasado desde que entré a la universidad.
Después, mientras se quedaba dormida a mi lado, me sentí muy extraño.
Siempre pensé que me sentiría como un semental después de una aventura
de una noche, pero en cambio me sentía como saliendo de mi piel. Acababa
de dar un pedazo de mí mismo a una completa desconocida, a alguien que
probablemente acabara durmiendo con alguien más al día siguiente y nunca
podré recuperarlo. Esta chica junto a mí no me conocía, probablemente ni
siquiera recordaba mi nombre.
No pude dormir en mi cama esa noche. Salí de la habitación y comencé a
pasear por la playa pensando. Estaba pensando demasiado como de
costumbre, sabía eso, pero no podía evitarlo. Como que sobre analizaba las
cosas, como bien sabes.
A veces me gustaría ser más como Jason, que estaba feliz y despreocupado y
dejaba que las olas de la vida lo lleven adelante. Yo, siempre estoy tratando
de nadar contra la corriente, siempre tratando de encontrar sentido donde no
lo hay. A veces me pregunto si pensar demasiado arruinará mi vida.
Dios, espero que no.

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Capítulo 10
Traducido por kristel98
Corregido por Vickyra

Los Shermans, incluyendo Elsie, volaron a Missouri para nuestra graduación


y nombramiento. Después de que a Jason y a mí nos asignaran Segundo
Teniente, los Sherman nos llevaron a una cena de celebración.
Jason y yo hicimos una gran fiesta en nuestra casa después, que
afortunadamente, los padres de Jason no asistieron. Yo ya estaba un poco
avergonzado por el estado de nuestras viviendas (somos chicos, siempre
vamos a ser unos sucios) y ciertamente no teníamos necesidad de dar
testimonio de nuestras fiestas salvajes.
El coronel tenía reservas en cuanto a su única hija asistiendo pero Elsie ya era
una estudiante de segundo año en la UCLA para ese entonces así que hacía
casi todo lo que quería. Sin embargo, el coronel nos pidió Jason y a mí estar
pendientes de ella para asegurarse de que ningún chico se aproveche de ella.
La vigilé por su bien, pero no puedo decir que ningún chico se aprovechó de
ella porque uno lo hizo.
Yo.
Fue unas pocas horas en la fiesta. La música estaba a todo volumen y el
alcohol había estado fluyendo durante un tiempo. Ya había tenido varias
tazas de sólo cerveza y Elsie, creo, puede haber hecho un keg stand3 o dos.
Algunos de los chicos estaban realmente disparándose fuego por ella y yo no
podía culparlos. Ella era sin duda la mejor chica contemplada allí. Su cabello
había crecido hasta su cintura y los rizos se relajaron, no como los espirales
como en la secundaria. Llevaba los pantalones vaqueros ajustados que
colgaban bajo en sus caderas y ese top que siguió mostrando su estómago
cada vez que se movía. Por supuesto que los chicos se mostraron interesados
en ella. Era preciosa.
Así que era mi deber —y placer— estar a su lado toda la noche. Hablamos
como en los viejos tiempos.
El alcohol fue directamente a los acordes vocales de Elsie, cuanto más bebe,
más
____________________
3
Keg stand: Consiste en beber cerveza del barril directamente, pero con los pies en alto
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habla. En ese momento de la noche, ella había tenido suficiente para beber y
quería tener un corazón a corazón.
—Estoy tan orgullosa de ti —me dijo cuándo nos sentamos en el columpio
desvencijado en el porche delantero—. Eres un graduado de la universidad y
un segundo teniente en la Fuerza Aérea.
Me encogí de hombros.
—Gracias. No es una gran cosa.
Ella se inclinó y me dio un beso en mi mejilla.
—¿No es gran cosa? Mira lo que has logrado.
—Gracias —le dije. Tomé un buen trago de cerveza—. Estoy orgulloso de ti.
—¿Por qué?
—Por formarte en la manera que lo hiciste.
Se volvió hacia mí con el ceño fruncido.
—¿Eh?
Me reí, mareado con todo.
—Tú estás crecida y eres muy caliente. —Demonios, ella no fue la única
afectada por el alcohol.
—Bueno, gracias. A pesar de que probablemente deberías agradecer a mis
padres por eso, por haberme dado buenos genes. —Apoyó la cabeza en el
columpio y cerró los ojos, dejando al descubierto su cuello—. Estoy tan ebria.
—Sí, lo estás. —Mis ojos siguieron su perfil, de sus labios a su barbilla, por su
cuello y finalmente al oleaje suave de su pecho. Ella creció definitivamente
del todo bien.
La columna de su cuello era demasiado tentadora para resistirse, así que me
incliné y toqué mis labios hasta el punto justo encima de su clavícula, sólo
para ver lo que se siente.
Ella saltó hacia atrás como si yo la hubiera electrocutado.
—¿Qué estás haciendo?
La cerveza y el licor casero me estaban haciendo muy valiente. Demonios, lo
había hecho a través de la universidad y ROTC, seguramente también podría
decirle a una chica que me gustaba.
—Yo estaba besando tu cuello.
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¿Qué? Yo era un cagón.
—¿Por qué?
Ahora o nunca, Henry.
—Porque me gustas, Elsie. Me gustas mucho.
Ella me dio una sonrisa soñadora.
—Tú también me gustas. Eres guapo.
Me lamí los labios mientras miraba a su boca.
—En realidad, retiro lo dicho.
—¿Qué? —preguntó—. No puedes retirar algo como eso.
Me incliné sobre ella y la besé. Sólo presioné mis labios en los de ella, mi
cuerpo sobre en piloto automático.
Durante el primer segundo, ella estuvo demasiado sorprendida para
responder, pero luego su boca se abrió y me invitó a entrar. Se sentó con un
nuevo propósito y me agarró de los hombros, tirando de mí más cerca.
Dios, el beso... No sé cómo describirlo sin sonar cursi o sentimental. Fue
simplemente como me lo había imaginado, todo suave y duro a la vez. Su
lengua era dulce y sexy al mismo tiempo, y cuando mordió mi labio... joder.
Me hizo poner duro por todas partes.
Incluso mis dedos de los pies tenían erecciones.
Me aparté y estaba seguro de que sonaba desesperado cuando le pregunté:
—¿Quieres venir a mi habitación?
—Más que nada.
Tomé su mano y la conduje a través de la fiesta, asegurándome que Jason no
estuviera allí para dar testimonio. La atraje a mi pequeña habitación
desordenada, y cerré la puerta detrás de nosotros.
Ella me besó de nuevo, sus brazos alrededor de mi cuello. Yo devoraba su
boca mientras poco a poco la bajaba a la cama, apretándola contra el colchón
mientras luchaba para controlar mi cuerpo.
Tuve que reducir la velocidad y disfrutar de esta noche. Si no fuera más
cuidadoso, me detonaría en cinco segundos y eso era algo que no quería para
nuestra primera vez juntos. Yo lo estaba haciendo bien hasta que envolvió sus
piernas alrededor de mi cintura y gemía contra mi oído.

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—Henry, quiero que me hagas el amor.
Mis caderas se movían por su cuenta ya que machaqué mi polla en su
entrepierna, tratando, por pura voluntad licuar toda la tela entre nosotros.
Estaba tan cerca. Todo lo que tenía que hacer era liberarla de su ropa y
sumergirme dentro de ella, pero como he dicho, tenía que reducir la
velocidad.
Me aparté.
—¿Has hecho esto antes? —le pregunté, tracé la columna de su cuello hasta
su pecho y terminando en su ombligo, donde jugueteé con el dobladillo de su
camisa.
—Sí.
Debería haber sido relevado —quiero decir, tener relaciones sexuales con una
virgen no es lo mejor, porque realmente, ¿cómo puedes disfrutar cuando
sabes que estás haciendo daño a la chica?— Pero yo estaba sobre todo enojado
conmigo mismo.
—Ese debería haber sido yo.
No sabía que lo había dicho en voz alta hasta que ella dijo:
—Yo quería que fueras tú. —Su cara era todo pesar y ternura.
Toqué su mejilla.
—Lo siento. —Cerró los ojos y se apoyó sobre mi palma. Ese pequeño
movimiento hizo que mi corazón doliera—. Te amo mucho —le susurré.
—Yo también te amo, Henry —dijo, con los ojos cerrados—. Lo he hecho
desde siempre.
Era incapaz de moverme, temiendo que si lo hacía, el hechizo se rompería y
ella saltaría y llevaría esas palabras de vuelta. No podía permitir eso.
Elsie me amaba. Yo. Henry Logan. Yo. El imbécil que le había hecho la vida
imposible.
Yo.
Abrí la boca para decir algo—mierda, no sabía qué, sólo sabía que algo había
que decir para cimentar el momento, pero lo siguiente que supe, fue que ella
se había quedado dormida, con la cara todavía sostenida por mi mano. Así
que con cuidado saqué afuera la sábana de debajo de ella y la metí dentro, mi
cuerpo aún caliente por sus palabras. No importaba que no fuéramos a hacer

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el amor esa noche. Ella me amaba y yo la amaba—nosotros obtendríamos
tiempo.
Por ahora, lo más importante ha sido establecido. Ella también me amaba.
Le di un beso en la frente y cerré la puerta tras de mí, asegurándome de
colgar un calcetín sobre el pomo de modo que la gente no vendría en la
habitación.
A la mañana siguiente, me desperté y Elodie estaba en nuestra sala de estar
con una bolsa de basura, recogiendo vasos de plástico vacías.
—Buenos días, Henry —dijo ella demasiado fuerte.
Me senté en el sofá y rápidamente me eché hacia atrás de nuevo. Mi cerebro
estaba latiendo al ritmo de un millar de tambores de aumento.
—Parece que los chicos la pasaron muy bien —dijo el coronel, viniendo de la
cocina con una escoba.
—Ustedes no tienen que limpiar —le dije con un brazo extendido—.
Realmente.
La puerta de mi habitación se abrió y Elsie entró arrastrando los pies,
luciendo más fresca de lo que tenía derecho a estar.
—Buenos días —dijo, y besó a su madre en la mejilla.
—¿Te has divertido en la fiesta? —preguntó Elodie.
Elsie asintió.
—Sí —dijo entonces sus ojos me encontraron—. Gracias por dejarme dormir
en tu cama.
La noche pasó ante mis ojos, desde el beso y lo cerca que había llegado a
hacer el amor con ella, pero sobre todo a su confesión de amor.
—De nada —le dije, dándole una mirada significativa.
Ella sólo me lanzó una mirada confusa y se alejó.
Los Sherman se llevaron a Elsie de regreso a su hotel, mientras que Jason y yo
limpiamos. Todos se reunieron para almorzar en Denny’s mas tarde. Me
moría de ganas de hablar con Elsie en privado, pero no tuvimos la
oportunidad de estar a solas. Por último, la llevé a un lado cuando nos
dirigíamos todos a nuestros autos.
— ¿Te acuerdas de lo que pasó anoche? —le pregunté rápidamente.

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—No —dijo, sacudiendo su cabeza—. No puedo recordar nada más allá de
ese juego de Beer Pong4.
Mi estómago cayó a mis pies.
—¿Así que no recuerdas lo que me dijiste anoche?
Sus cejas se juntaron mientras me miraba. Por un momento, pensé que podía
recordar, pero negó con la cabeza.
—No. ¿Qué era?
Di una patada en el suelo mientras la dejé ir.
—No fue nada. Sólo dijiste que estabas orgullosa de mí.
Ella sonrió, golpeándome en mi brazo.
—Lo estoy.
Jasón y yo los llevamos al aeropuerto. La vi pasar por la puerta de seguridad
con un globo de decepción alojado en mi vientre. Había pensado tontamente
que ese era nuestro momento, pero aunque no lo veía entonces, ahora sé que
era lo mejor. No sé cómo habríamos hecho que funcione, ella estaba en Los
Ángeles y yo estaba siendo enviado a la Base de la Fuerza Aérea Randolph en
San Antonio para el entrenamiento, y luego, después de eso, quien sabe.
Estábamos en diferentes puntos de nuestras vidas. Aun así, eso no me
impedía desear lo que quería.

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____________________
4
Beer Pong: Es un juego de beber de origen norteamericano en el que los jugadores tratan de encestar
desde el extremo de una mesa, con pelotas de ping-pong en vasos llenos de cerveza.

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Capítulo 11
Traducido por kristel98
Corregido Por Vickyra

Después de la graduación, Jason fue enviado a la Base Lackland de la Fuerza


Aérea por entrenamiento, que no está tan lejos de Randolph. Estuvimos allí
durante nueve meses y salíamos un poco.
Cuando el entrenamiento se llevó a cabo nosotros dos fuimos enviados a la
Base Tinker de la Fuerza Aérea en Oklahoma.
Eso era seriamente una mierda fenomenal allí. Nos despedimos el uno del
otro después de la universidad, pensando que nuestro camino se bifurcaría y
me volvería a ir por un lado y él iría a otro.
Con el tiempo, sabíamos que íbamos a vernos en algún lugar del mundo. La
familia de la Fuerza Aérea en realidad es bastante pequeña y te encontrarás
con la misma gente, incluso cuando estás en las regiones apartadas de BFE. En
realidad nunca pensamos que habríamos obtenido el destino en el mismo
lugar tan pronto.
Aterrizamos en Oklahoma en el mismo momento y alquilamos juntos un
apartamento en el lado sur de la ciudad. Por un momento, lo habíamos
conseguido. Teníamos un apartamento muy agradable, nos dieron nuestros
nuevos autos —el mío era un Mustang convertible, color rojo cereza, al igual
que yo siempre había soñado, y el de Jason era un Camaro negro— y
teníamos nuestros nuevos puestos de trabajo. Tiramos fiestas cada fin de
semana, conocimos a unos amigos en los respectivos escuadrones, algunas
citas con unas dulzuras que conocimos en los clubes.
Realmente estuvo a la altura en Oklahoma. No puedo decir que la vida de un
oficial de la licenciatura es una mierda. Vivimos como pequeños reyes. Dos
años más, nos asignaron en Primer Teniente. Dios, nosotros lo hicimos.
Y entonces Elsie apareció.
Mierda, no me gusta que esté incluso diciendo esto, pero realmente puso un
freno a nuestro estilo de vida de solteros. Después de graduarse, condujo
alrededor de Monterey durante un tiempo antes de aceptar un trabajo de
diseño Web en Oklahoma de todos los lugares. Me sentía como en la escuela
secundaria de nuevo, cuando ella tenía que seguir a Jason y a mí por todas
partes.
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Lo que realmente me llevó hasta la pared, ya que, por mi parte, no puedo
traer las citas para mi apartamento cuando hay una chica viviendo allí, y dos,
porque todavía tenía sentimientos por ella. Quiero decir, yo estaba dispuesto
a vivir un poco y ella estaba en mi espacio de nuevo, retomando mis
pensamientos y todo eso.
Ella dijo que sólo necesitaba un lugar para alojarse por un par de semanas
mientras buscaba un lugar para ella sola, así que al menos yo tenía que mirar
hacia el futuro. Pero Jason era un idiota y le hizo dormir en el sofá-cama en
lugar de ofrecerle su cama así que cada vez que salía de mi habitación en
medio de la noche, tuve que verla por allí, vestida con sus pantalones cortos y
un top pequeño sin sujetador encima. Desarrollé un caso repentino de
deshidratación después de eso, así que tuve que ir a la cocina a buscar un vaso
de agua cada noche. Estaba tan sediento.
Una noche, mientras yo caminaba junto a ella en el camino a la cocina, se
volvió hacia su lado y —juro que traté de mirar hacia otro lado— sus pechos
caían fuera de su camisa. Ella estaba dormida así que no lo hizo a propósito,
pero el cuello de su camisa era realmente bajo y cuando se acostó a su lado,
casi podía ver todo. Dios, podría haberme quedado allí toda la noche sólo
mirándola pero finalmente me abofeteé entrando en razón y puse las sábanas
sobre sus hombros. Luego me fui a mi habitación y me masturbé.
La mañana siguiente, fui a correr y traje un periódico. Busqué el anuncio
clasificado, listo para encontrar un lugar propio. Yo no iba a ser el malo de la
película y echar a la hermanita de mi mejor amigo, pero no había manera de
que pudiera vivir allí. Mi auto-control iba a romperse tarde o temprano, y
quién sabe lo que pasaría a continuación.
Cuando volví al trabajo ese día, ella tenía sus cosas todas empacadas en la
puerta.
—¿A dónde vas? —le pregunté.
Levantó el periódico con mis anuncios resaltados que mostraban
apartamentos disponibles de un dormitorio.
—Me voy a ir. Puedo tomar una indirecta.
Agarré el papel de sus manos.
—Eso no es…
Jason escogió ese momento para entrar por la puerta y anunciar que iba a
desplegar. Ese tío había interrumpido de una forma artística.

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—¿Qué? —preguntó Elsie, su atención por completo en su hermano—.
¿Dónde?
—Me están enviando a Afganistán. —Jason se veía tan orgulloso, tan
emocionado. Caray, yo estaba emocionado por él. Esta fue la primera vez que
cualquiera de los dos hicimos todo lo que realmente significa algo. Quiero
decir, nosotros vamos a trabajar todos los días, realizamos nuestros trabajos,
pero en su mayor parte, es sólo la formación. Sólo estamos trabajando en la
preparación de despliegues para la guerra.
Ese es mi trabajo: ir a la guerra, y pretender otra cosa que es mentir. Nuestro
trabajo consiste en comenzar y terminar los conflictos. La paz significa que
tendremos que estar fuera de un puesto de trabajo.
Pero, ¿sabes qué? La paz es sólo una idea. Nunca habrá paz en la tierra, por lo
menos, no la clase de kumbaya—la armonía que la gente se imagina. Puede
haber treguas y tratados, pero nunca conoceremos la verdadera paz. Esa es la
triste realidad del mundo.
Así que Jason estaba recibiendo llamadas desde el banquillo para jugar en las
grandes ligas, ahora era el trabajo por el que ambos habíamos estado
entrenando.
Nos fuimos a celebrar esa noche y todos nosotros nos emborrachamos.
Tomamos un taxi a casa y bebimos un poco más en el apartamento. Me relajé
un poco alrededor de Elsie, pero antes de que pudiera decirle que yo era la
persona que estaba mudándose, Jason pidió que se quedara, para instalarse en
su habitación durante los seis meses que él estaría fuera.
Elsie ni siquiera dudo. Dijo que sí.

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Capítulo 12
Traducido por kristel98
Corregido por Samylinda

Sé que no he dicho mucho sobre Jason últimamente. Puede que pique su


nombre en conversaciones con bastante facilidad, pero hablar de él, por decir
algo realmente acerca de qué tipo de persona era, es difícil.
Así que hoy, voy a intentarlo. He estado retrasando hablar su muerte, pero he
llegado al punto en que no se puede posponer por más tiempo.
Es tan difícil de definir una amistad, para señalar con palabras lo que te hace
querer pasar todo tu tiempo con alguien. He pensado en ello y puedo decir
algunas cosas genéricas como: es divertido o es leal, pero esa no es la
totalidad de la misma.
Él y yo sólo conectamos. Esa es la mejor manera en que puedo describirlo.
Jason era un buen tipo hasta el núcleo. Yo haría cualquier cosa por él, incluso
tomar una bala por él y sé sin lugar a dudas que él habría hecho lo mismo por
mí.
Eso es lo que hace la guerra a los amigos después de que han pasado tiempo
juntos en las trincheras, cuando aprendes a confiar realmente que la persona
a tu lado cuida tu espalda, que incluso si estás muriendo en el campo de
batalla tu compañero va ir a corriendo de nuevo y arrastrar tu trasero
sangriento de vuelta a la seguridad. No es algo que pidas al otro, es sólo un
entendimiento. No se llaman hermanos en armas en los Gis5 por nada, excepto
en nuestro caso, Jason y yo éramos hermanos mucho antes de que nos
uniéramos a las fuerzas armadas.
Fue alrededor de cuarenta días en su despliegue, unas semanas antes de
Acción de Gracias, cuando mi jefe me llamó a su oficina con una expresión
grave en el rostro y me dijo que yo había perdido a mi único hermano por un
puto francotirador en una azotea.
Sinceramente, no podría decirle cómo funcioné ese día. Cómo no tuve un
accidente conduciendo a casa, fue un milagro. Todo lo que recuerdo es
caminar en el apartamento y ver a Elsie en la mesa del comedor, haciendo
algo en su
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5
GI: Literalmente significa "soldado de infantería de tierra", pero muchos se aplican las
siglas para el soldado del Ejército de EE.UU. en general, ya sean en la infantería o no.

computadora portátil, su vida seguía intacta por la noticia.


Debo haber parecido una completa mierda porque inmediatamente se
levantó y preguntó:
—¿Estás bien?
Consideré decirle en ese mismo momento, pero no pude por una multitud de
razones.
En primer lugar, mi comandante había pedido que espere a que los Shermans
fueran notificados a través de los canales oficiales. Honestamente, sin
embargo, no pude encontrar el valor para decírselo, para extinguir esa luz
detrás de sus ojos.
Si no lo he hecho obvio, Elsie amaba a su hermano. Peleaban mucho, pero
para el final del día, ella lo adoraba con locura. Lo siguió hasta Oklahoma, por
el amor de Dios. Yo sabía que si se enterara de la muerte de Jason iba a
desmoronarse. Ahora sé que no le di crédito suficiente, que es mucho más
fuerte de lo que pensé, pero en ese momento no podía soportar la idea de
haber arruinado su vida. Todo lo que ella sabía iba a cambiar y yo quería que
se retrasara el mayor tiempo posible.
Como el único hermano que a ella le quedaba, iba a usar todo lo que esté a mi
alcance para protegerla del dolor. Eso es lo que Jason hubiera querido.
No sé cómo me las arreglé para sonreír en medio de la tormenta dentro de
mí.
—Estoy cansado.
Le mentí y me fui directamente a mi habitación. Traté de dormir, pero mi
cerebro no se apagaba. Me paseaba por la habitación, pero me sentía
enjaulado. Fui al gimnasio y corrí sobre la trotadora y eso incluso no parecía
suficiente. El saco de boxeo en la esquina me llamó la atención, así que lo
golpeé hasta que el dolor se había movido de mi pecho hasta mis nudillos.
Creo que fue realmente la única manera en la que fui capaz de pasar por los
próximos siete días, haciéndole daño a mi cuerpo lo suficiente, de modo que
sustituyó el dolor en mi corazón.
Evité a Elsie todo lo que pude y me limité a sacudir mi cabeza cuando ella me
preguntó si yo había oído hablar de Jason. Le dije que el trabajo era
estresante, una historia que se tragó hasta el día en que sus padres llamaron.

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Durante el tiempo que viva nunca olvidaré la expresión de su cara cuando
ella estaba en el teléfono, con el rostro arrugado y luego sus ojos se posaron
en mí. El dolor en su rostro hizo que el peso de la muerte de Jason fuera casi
insoportable. Casi me rompió.
Quería hablar con ella de inmediato, pero tomó el teléfono inalámbrico en su
habitación y se quedó en el teléfono el resto de la noche. A la mañana
siguiente se había ido, dejando sólo una nota en la mesa para decir que había
volado a California para estar con su familia, por lo que es muy claro que yo
no era parte de ella.
Elsie se había ido sólo cinco días, pero ésas pocas ciento veinte horas se
sintieron como toda una vida. Por primera vez desde que conocí a Jason,
estaba completamente solo. Fue... inquietante.
Estaba dispuesto a humillarme y suplicar cuando la recogí en el aeropuerto,
pero en el momento en que salió de la puerta sólo se dejó caer en mis brazos y
apretó su cara contra mi pecho. Yo no podía aguantar todo a la vez. No había
llorado la muerte de Jason hasta ese momento, cuando finalmente admití que
mi mejor amigo se había ido de verdad. Así que me mantuve cerca de la
única persona que me quedaba, la abracé tan fuerte que estaba seguro de que
la aplastaba, pero me aferró más cerca. Podía sentir las lágrimas empapando
directo a través de mi camisa y mojando mi piel y las mías corrían de mis
mejillas y sobre su pelo. Debimos de haber parecido como amantes perdidos,
abrazándose y llorando en medio del aeropuerto, pero no nos importaba.
Estábamos en nuestra propia miserable burbuja, dos personas pegadas entre
sí por nuestro dolor y lágrimas.
No fue sino hasta un día después cuando su tristeza se convirtió en ira y
apuntó directamente hacia mí. Estaba muy furiosa porque no le había dicho
el día que me enteré. Tuve que soportar sus palabras de enojo y acusaciones
en voz baja, no sólo porque me lo merecía, sino también porque estar enojado
era más fácil que ser miserable. Necesité al menos que uno de nosotros dejase
de ser miserable.
El funeral de Jason se llevó a cabo un mes después. Elsie y yo volamos a
California juntos ese vez y nos sentamos en la limusina con su familia ya que
seguimos al cortejo fúnebre. Elsie me apretó la mano a lo largo de todo: el
cubrimiento de la bandera en el ataúd, el despido de los disparos, la corneta.
Cuando plegaron la bandera y presentaron al Coronel, finalmente me rompí.
No pude jugar a ser el tipo estoico por más tiempo, no cuando lo que quedaba
de mi mejor amigo estaba tirado en una caja a unos metros de distancia y no
especialmente cuando su hermana se desmoronaba a mi lado.
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Han sido muy pocas veces en mi vida las que me permití el lujo de estar
triste, pero cuando bajaron a mi amigo hacia la tierra ese día, yo no tenía
ningún control de nada. Era como si una compuerta se abriera y estaba
envuelto completamente por el dolor.
Jason se había ido de verdad.
***
La primera noche Elsie tuvo una pesadilla, corrí a su habitación y la encontré
golpeando en su cama, gritando el nombre de Jason. Sin saber qué más hacer,
me senté a su lado y le froté la espalda hasta que se calmó. Era un desastre
temblando y gritó en sueños.
Cuando se despertó, no dijo nada.
—¿Teniendo un mal sueño? —le pregunté suavemente.
Ella asintió.
—Soñé con Jason caminando en un barrio y se detuvo para acariciar a un
perro. Y entonces... —Ella no pudo ahogar el resto de las palabras.
—Ven aquí —le dije, envolviendo un brazo alrededor de su hombro y
atrayéndola hacia mi pecho. Me eché hacia atrás en su cabecera y la mantuve
así hasta que se quedó dormida. No importaba que yo tuviera una torcedura
en el cuello al día siguiente. Lo único que importaba era ser capaz de dar
consuelo a Elsie.
La noche siguiente estaba de nuevo allí, calmándola de nuevo después de una
pesadilla. Podría decir que estaba siendo altruista, pero la verdad es que fue
por causa de mí bien también. Mantenerla cerca me dio un sentido de
propósito y me hizo sentir un poco menos solo. Ella comenzó a dormir en mi
cama cuando tenía una mala noche. A veces hablábamos hasta que nos
quedábamos dormidos, a veces no necesitamos decir nada en absoluto. Sólo el
estar cerca de otra persona era suficiente.
—Estoy aquí. —Me gustaba decirle, para recordarle que no estaba
completamente sola—. Tú aún me tienes.
Un subproducto de la muerte de Jason era lo que cimentó mi relación con
Elsie y rellenó las grietas entre nosotros. Fue durante ese año de curación y
cambios que finalmente admití que mis sentimientos por Elsie no iban a
desaparecer, que, de hecho, se habían intensificado debido a nuestro nuevo
bono. Yo sabía que ella también lo sentía, pero ninguno de los dos lo
reconocía en voz alta.

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Habíamos sobrevivido a la pérdida más grande de nuestras vidas y
finalmente estábamos volviendo a un nuevo estado de normalidad, no
podíamos ir muy bien cambiando las cosas de nuevo.

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Capítulo 13
Traducido por kristel98
Corregido por Samylinda

¿Quién fue el que dijo que la única constante es el cambio? ¿Heráclito?


Bueno, ese tipo dijo la maldita verdad.
No importa lo mucho que traté de impedir que las cosas cambiaran, la vida
siempre tiró una bola curva para recordarme que no sabía una mierda.
Elsie y su novio Brian rompieron en enero. Habían estado saliendo sólo un
par de semanas antes de la muerte de Jason, y aún estaban justo en el llegar a
conocerse. Él no se quedaba toda la noche todavía (aunque estoy
malditamente seguro de que ese imbécil llegó a conocer a Elsie un par de
veces en su propia casa). Brian parecía un buen tipo, pero después de que
regresamos de California del funeral de Jason, Brian acabo por volverse un
poco histérico. No sabía cómo darle a Elsie la comodidad que necesitaba, así
que rompieron.
Ella no tuvo citas todo ese año, pero no fue por falta de invitaciones. Los
chicos del trabajo me preguntaron si yo podía juntarlos. Sólo les dije que no
estaba lista todavía, era aún demasiado vulnerable desde la muerte de su
hermano, lo que era exagerar un poco la verdad de mi parte.
Elsie y yo pasamos más tiempos juntos. Supongo que, desde el exterior,
parecía como si yo la había hecho mi nueva mejor amiga y ella me hizo su
nuevo hermano mayor. Ése no era el caso, por lo menos de mi parte. Pasar
tiempo con ella se sentía natural, porque lo habíamos venido haciendo desde
que éramos niños. Fuimos al cine, comimos en restaurantes, teníamos
previsto cosas alrededor de cada uno de los otros programas. Fue agridulce,
estar con ella pero realmente no estar con ella, pero estábamos juntos y para
mí —en ese momento— era suficiente.
Justo cuando conseguimos estar confortables y contentos, el destino nos hizo
una mala jugada a nuestro camino. Me dijeron que estaría desplegando
durante seis meses a Afganistán.
Entonces, ¿cómo lo haría? ¿Cómo decirle a la persona que amas que vas a ir al
mismo lugar que reclamó su hermano? ¿Le dirías de inmediato o se lo
mantendrías en secreto, como yo lo hice? ¿Cuál es la opción más valiente?
Durante casi dos meses mantuve el maldito secreto porque era más fácil de
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llevar en silencio que ver la expresión inevitable de preocupación en su
rostro. Si pudiera haberle impedido la preocupación, incluso por un solo día,
habría todo valido la pena.
Entonces esa noche en Tapwerks sucedió. Ella trataba de hacerme hablar
surcándome con cerveza, pero le salió el tiro por la culata cuando llegamos a
la pista de baile. No creo que quisiera acercarse tanto a mí, y yo ciertamente
no quería meter mi erección en su estómago; justo lo que sucedió. Así de fácil,
ya no podía ocultar cómo mi cuerpo reaccionaba al suyo. ¿Quién sabe lo que
habría hecho si se hubiera quedado apretada contra mí en la pista de baile un
segundo más? La hubiera besado —de eso estaba seguro— pero luego, ¿qué?
Yo estaba agradeciendo y maldiciendo cada deidad por alejarla.
Tuve dos semanas por delante antes de que desplegara y todavía no le había
hablado de Afganistán. Estaba desesperado. Finalmente decidí morder el
polvo y sólo sentarla la próxima noche. Conseguiría sus flores favoritas,
cocinaría su cena, encendería algunas velas, eso funcionaría. Tal vez si le
mostraba un buen momento, no enloquecería sobre el despliegue.
Pero luego se enteró un día antes de tiempo y reaccionó como había temido.
Estaba tan enojada, tan herida por el hecho de que yo no le había dicho,
estaba en realidad un poco preocupado de que me fuera a golpear. Le di un
poco de tiempo para calmarse y aunque se tardó un rato, finalmente vio la
razón y me perdonó.
Sabía, después de la mañana siguiente, cuando me desperté con sus manos
alrededor de mi polla, que las cosas nunca iban a ser las mismas. Dios, eso
fue... la cosa más increíble para despertarte. Sus manos eran suaves y firmes e
insistentes y cuando se despertó y se dio cuenta de lo que había hecho, su piel
se tornó de ese tono adorable color rosa. Quería abrazarla y decirle que todo
estaba bien, que no me sentía violado —de hecho, yo quería seguir adelante—
pero sospeché por su reacción que no estaba preparada para oír eso todavía.
Después de que literalmente saliera corriendo de mi habitación, tuve unos
momentos conmigo mismo. Cerré los ojos y fingí que la mano de Elsie estaba
todavía en mis pantalones. Con el riesgo de ser crudo, Doc, yo tendría que
decir que fue el mejor trabajo que había hecho en mucho tiempo.
Para mi sorpresa, Elsie me besó esa noche, sabiendo como a salsa de la pizza y
la piña y la dulce promesa de liberación. Podría haberla besado toda la noche,
pero entonces mi maldita conciencia eligió ese momento para activarse, si le
permitiera seguir, inevitablemente le haría daño cuando me fuera en poco
más de una semana. Así que a pesar de que fue una de las cosas más difíciles
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que jamás había hecho, me aparté por su bien. Tal vez el mío también, porque
ahora que miro hacia atrás, creo que estuve un poco asustado de que la
realidad no estuviera a la altura del sueño.
Una cosa que usted no sabe acerca de Elsie es que cuando ella pone su mente
en algo usualmente se sale con la suya. No sé si es sólo la tenacidad normal o
si es un capricho del universo, pero a menudo consigue lo que quiere y al
parecer había decidido que me quería.
No es que me queje. No, en absoluto.
Ella incluso trajo a la casa mis costillas favoritas para ayudar con la seducción.
Eso parecía tan ella, pensar que yo iba a necesitar algo más para ser seducido
cuando lo único que quería estaba justo en frente de mí, empujando su escote
para que lo viera.
Hice todo lo que pude para evitar lo inevitable. Conté hasta cinco, diez,
veinte. Pensé en cosas repugnantes como los zorrillos muertos, pero nada —
nada— podía evitar que mi deseo se desbordara.
La aceché y la encerré con mis brazos, asegurándome de que no pudiera
escapar.
—¿Tienes alguna idea de lo que me haces? —le pregunté, con la esperanza de
que dijera algo que me traiga de vuelta a mí mismo. Estaba perdido en la
excitación. Mi cerebro entero estaba ocupado por un sólo pensamiento:
hacerle el amor. Mi cuerpo se hizo cargo y empujó mi erección en su
estómago, una promesa de que haría todo lo que esté a mi alcance para
hacerla venirse una y otra vez.
Aun así, aunque mi cuerpo seguía diciéndome que cediera, mi boca seguía
diciéndole que se detuviera. ¿Por qué? No sé. ¿Por qué tenía miedo de lo que
pasaría si finalmente conseguía todo lo que siempre había querido? No sé lo
que me asustó más: estando con ella y arruinando la relación o el desplegar y
arruinar nuestra relación. Todo camino que mi cerebro analizaba, el resultado
final era siempre la ruina de la relación.
El cuerpo ganó. Hice el amor con ella en ese mostrador en la cocina, primero
con los dedos y luego con mi polla. Ella se sintió increíble envuelta a mí
alrededor y cuando me apretó, mierda, no hubo palabras. Imaginé la
sensación más maravillosa del mundo entero —por ejemplo, un orgasmo—
pero prolongar eso, estirarlo hacia fuera, extenderlo, acariciarlo una y otra
vez. Es así, pero multiplicado por mil.
Daba miedo lo bien que encajábamos entre sí, como —y esto va a sonar muy

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melodramático— regresar a casa. Después de que nos vinimos, estaba tan
feliz que iba a explotar. Los sentimientos que había mantenido cerca de mi
corazón dieron un vuelco de mi garganta y explotó fuera de mi boca.
Finalmente le dije que estaba locamente, estúpidamente enamorado de ella.
Dijo que pensó que había sido sólo sexo, pero no había forma de que fuera
todo lo que era. Había habido demasiado en nuestros besos, en la forma en
que se apoderó de mí como si estuviera cayendo por el borde y destinada en
llevarme con ella. Yo sabía que estaba enamorada de mí, sólo tenía que
esperar hasta que lo recordara de nuevo.

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Capítulo 14
Traducido por kristel98
Corregido por Angeles Rangel

Elsie y yo pasamos los siguientes días envueltos alrededor del otro. Cada
momento que teníamos, nos aseguramos de que estuviera dentro de ella,
haciendo el amor con ella. Con el tiempo me dijo que me amaba. Yo siempre
lo había sabido y los últimos días dejó muy claro que estaba enamorada de mí
también, pero escuchar esas palabras saliendo de su boca fue como me
imagino que se debe sentir el paraíso. Tenerla por completo, cuerpo y
corazón, era como un sueño realizado.
Luego, como todas las historias de amor, nos llamaron fuera de la felicidad
porque mi despliegue se adelantó. No dije nada mientras estábamos
esperando el autobús en la base, no porque no tuviera nada que decir, sino
porque si abría la boca, probablemente me rompería y perdería algo de
credibilidad de macho. No había manera de que fuera a llorar delante de
otros aviadores, pero confía en mí, yo quería hacerlo, sobre todo cuando Elsie
se quebró. Sólo la sostenía contra mi pecho y la dejé llorar, respirando
profundamente para mantener mis emociones bajo control. Es sólo por seis
meses, me decía a mí mismo. Seguramente podríamos seguir juntos dentro
seis meses.
Elsie estaba segura de que iba a terminar muerto como Jason, lo que me
determinó aún más para lograr salir de allí con vida. Yo iba a volver a casa y
estar con ella, realmente estar con ella.
Habíamos estado separados lo suficiente.
Ese fue el pensamiento que me acompañó a través del despliegue, lo que me
impidió volverme loco con la incertidumbre y la preocupación.
Cuando ese hijo de puta voló la puerta en la base, no me preocupaba por mi
seguridad. No pensaba incluso cuando corrí fuera de mi oficina después de la
explosión; yo estaba realmente prendido. Finalmente llegué a ver algo de
acción. Las consecuencias de una explosión VBIED no es tan horrible como
Hollywood lo haría creer. Quiero decir, sí, hay un montón de mierda que
explota pero no hay ninguna nube atómica, sin escombros lloviendo del cielo.
Era sólo un puto agujero grande en el suelo, un vehículo en llamas y una
puerta faltante.

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Encontramos el cuerpo de Jones a unos metros de distancia y no muy lejos de
la camioneta estaba el cuerpo mutilado de ese hijo de puta que trajo esa
bomba a la base. Mientras miraba hacia abajo a su cuerpo era sólo un torso
sanguinoliento después de la explosión, fue superado con tanta ira, pero yo
sabía que mis hombres estaban viendo, al igual que los demás, así que me
mantuve impasible. Lo que realmente quería hacer era sacar mi M-16 y sólo
disparar a la mierda de los muertos imbéciles como él. Entonces quise buscar
en Kabul y las zonas rurales por ese hijo de puta que mató a Jason, matando a
cualquiera que se interpusiera en mi camino hasta que hubiera vengado a mi
mejor amigo.
Estaba lleno de sed de sangre. Yo era un berserker6. Estaba loco de rabia.
Contuve todo eso porque no podía perder mi mierda, de lo contrario me
mandarían a casa y sería expulsado del ejército.
Esa ira se quedó conmigo, hirviendo a fuego lento bajo la superficie hasta que
llegué a casa. Sólo la alegría de ver de nuevo a Elsie me impidió la
destrucción total. La única vez que me sentí completamente en paz fue
cuando estaba dentro de ella. En esos pocos momentos preciosos, nada más
importaba, nadie más existía, sólo mi chica y yo. Hasta la noche que me
enteré de que mi amigo Dave la había besado. A continuación, todas las
apuestas estaban apagadas.
Toda la rabia que pensé estaba manejando exitosamente subió a la superficie.
Di un puñetazo sin siquiera pensar en lo que haría a mi carrera.
Todo lo que había estado sintiendo llegó a un punto y todo este enojo
derramó de mí y en Elsie. Ella no se merecía tener que soportar el peso de
ello, pero no podía detenerme. Las cosas que yo ni siquiera sabía que me
habían estado molestando salieron de mi boca.
Y eso es lo que me trajo aquí, Doc. La sola idea de que podía perder a Elsie si
no controlaba mi mierda. Quería pedir ayuda, ella quería que yo fuera el viejo
Henry, el que conocía antes de partir para Afganistán.
La cosa es que no sé quién es ese tipo, ya no. Él era agradable y firme,
tranquilo y fresco. Era, en esencia, Jason.
Nunca le dije esto a Elsie pero después de que Jason murió, me sentí perdido.
____________________
6
Berserker: guerreros vikingos que combatían semidesnudos, cubiertos de pieles. Entraban en combate
en trance, poseídos por el odio, insensibles al dolor, y llegaban a morder sus escudos y a echar espuma
por la boca (se ha dicho que padecían de epilepsia).

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Empecé a tener la sensación de que no siempre estaba tranquilo, no estaba
firme, y he asentado profundamente mis inseguridades. Ese tipo que Elsie
conocía de toda su vida, él era un pedazo de impostor, un imitador de su
hermano.
Él no es el verdadero yo.

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Capítulo 15
Traducido por Zune
Corregido por Angeles Rangel

Hice lo que me pidió que hiciera Doc. Pasé por mis viejas cosas. Mis padres
tenían la caja en el ático, pero todo lo que había era: las camisetas de fútbol,
los anuarios y los juguetes Matchbox. Puse todo en dos montones: uno antes
de los Sherman y uno después. La pila de antes era bastante triste, sólo
pistolas de juguete, trenes y cajas y cajas de Legos.
Tuve un montón de juguetes de motocicletas pequeñas, sobre todo esta
Ducati roja. Siempre quise una motocicleta. Mencioné una sola vez en la cena
que iba a comprar una Harley, tan pronto como hubiera ahorrado el dinero
suficiente, pero el Coronel contó esta historia sobre uno de sus hombres de su
escuadrón que había tenido un accidente en su motocicleta y perdió una
pierna.
John había sonado tan desaprobador y eso me hizo empujar esa idea a un
lado. La pila de después era mucho más grande. Era como si mi vida hubiera
comenzado cuando los Sherman entraron en ella. Hablé con mis padres
anoche. Esperé hasta que ambos llegaron a casa, después los llamé a una
reunión familiar. Creo que en realidad se sentaron en la sala de estar más por
curiosidad que por otra cosa.
La última vez que había considerado una reunión familiar fue cuando tenía
cinco años más o menos, cuando había enumerado lo que quería para mi
cumpleaños. Esta vez hice una lista de lo que me hubiera gustado que me
hubieran dado en mi vida entera. Cuando terminé mi madre tenía lágrimas
en los ojos. Papá estaba mirando el suelo, entre sus pies, con las manos juntas.
—Lo siento, Henry —dijo—. Soy una mierda.
No refuté sus palabras porque eran ciertas.
—¿Así que nos has odiado toda tu vida? —preguntó mamá.
—¿Cómo no se han dado cuenta? —le pregunté—. Oh, tal vez porque no
estabas cerca para darse cuenta.
—Lo siento —dijo mamá—. Me gustaría que nos lo hubieras dicho antes.
—¿Lo que han hecho te llevará a un menor número de clientes? —Me volví a
papá—. Lo que ha hecho que pierdas tiempo con tus amigos o en tu cueva7.
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Mamá me miró con esos ojos que había heredado.
—Por supuesto.
—No creo que eso sea cierto —le dije.
—Cómo…
—Recuerdo habértelo dicho cuando estaba todavía en la escuela primaria. Te
pedí que tomaras un día libre en el trabajo para que pudieras ser el ayudante
de clases. ¿Recuerdas lo que me dijiste?
Ella negó.
—Dijiste que no tenías tiempo suficiente, que estaban muy ocupados. —
Mamá se secó los ojos con un pañuelo.
—Te lo pedí a ti también, papá y me dijiste que los niños no eran lo tuyo. Eso
podría terminar estrangulando a todos y cada uno de nosotros al final del día.
Por el hecho de que él no me miraba a los ojos, me di cuenta de una cosa
sobre mí: no importa qué, yo por lo menos era lo suficientemente hombre
para buscar a la persona que me había hecho daño a los ojos. La revelación
fue un poco de alivio y me hizo sentirme un poco más indulgente con mis
padres.
—Bueno, está todo en el pasado —les dije, poniéndome en pie.
Mamá me agarró la mano. Se puso de pie y me rodeó con sus brazos, me
abrazó como si no supiera cómo hacerlo.
—Realmente lo siento, Henry. No tenía ni idea —dijo—. Sólo espero que
algún día no tengas que elegir entre tu carrera y tu familia. Sobre todo en tu
línea de trabajo, tu familia siempre viene en segundo lugar.
Me aparté, inseguro de cómo tomar sus palabras.
—Nunca voy a ser como tú —le dije, aunque yo sabía que sus palabras tenían
algo de verdad. Los militares siempre son lo primero, siempre y lo supe
cuando estuve en el servicio.
—Espero que no. —Ella me dejó ir con un suspiro—. Te voy a hacer una
promesa, Henry. Si alguna vez tienes hijos, seré la mejor abuela para ellos.
Siempre estaré ahí para ellos. Puedes contar con eso.
____________________
7
Es en Estados Unidos una especie de sala de reunión normalmente de hombre con juegos de billar,
televisiones, barras de bar, etc…

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Papá se puso de pie y asintió.
—Yo también.
—Odias a los niños —le dije con demasiado veneno.
—Podría cambiar —dijo sin comprometerse.
Sacudí la cabeza y me fui porque no tenía nada más que decir. Había
transmitido mis quejas y me habían dicho su parte. No había ningún edificio
de los puentes, las islas se habían desviado demasiado lejos. Por ahora,
podríamos gritarnos los unos a los otros a través de la brecha y la esperanza
de que el mensaje llegara.

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Capítulo 16
Traducido por Zune
Corregido por Sarii

Elsie se me apareció en un sueño anoche. Me desperté esta mañana con su


cuerpo desnudo en mis brazos. En algún momento de la noche, se coló a
través de mi ventana del dormitorio y se metió en la cama conmigo. Le
ahorraré los detalles, Doc, pero maldita sea, era la mejor manera de despertar.
Dios, amo a esa chica. Me mantiene a tierra. Me hace reír, me vuelve loco, me
hace increíblemente feliz. Sinceramente, no sé qué haría conmigo mismo si
no estuviera en mi vida. No sería el hombre que soy hoy en día, eso es seguro.
Nuestras madres nos encontraron juntos en la cama. Por suerte, estábamos
debajo de las sábanas, pero no hay duda de lo que estaba haciendo en mi
cama. El gato estaba fuera de la bolsa. Supongo que, con el tiempo, tenían que
saber acerca de Elsie y yo. Nunca imaginé que sería así como lo descubrirían.
Estaban todos en el comedor cuando Elsie y yo salimos de mi habitación, todo
parecía tan divertido. No sabía por qué estaba tan nervioso ya que soy un
hombre hecho y derecho y Elsie es adulta, pero mis rodillas temblaban
cuando el Coronel se levantó y se acercó a nosotros. Cuando levantó la mano,
te lo juro, pensé que me iba a golpear. Lo habría merecido. He follado a su
hija después de todo. El Coronel me dio una palmada en el hombro de
aprobación y dijo que sabía que iba a cuidar de su hija, que era un buen
hombre, su completa confianza en mí me mató. Yo que creía que me iba a
regañar por aprovecharme de su hija, pero en vez de eso me dio el mejor
cumplido. Todavía tiene muchos contactos en la Fuerza Aérea, lo que podría
haber matado mi carrera con una llamada telefónica. En su lugar, nos dio su
bendición.
Su aprobación llevó mi relación con Elsie a un nivel totalmente distinto. Se
volvio todo muy real. Ya no había nada que nos retuviera. El despliegue, la
rabia, la desaprobación de sus padres, todos se habían ido. Éramos sólo
nosotros dos. Y tengo que admitir, Doc, que eso me asusta un poco porque
ahora no hay nada que obstruya su opinión de mí. ¿Y si el hombre al que ve
no es realmente el que quiere? Sólo estoy pensando demasiado en esto de
nuevo, ¿verdad? Sólo debería relajarme y vivir el momento y disfrutar el
hecho de que Elsie y yo estamos juntos, que estamos enamorados y que
tenemos todo el futuro por delante.

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Capítulo 17
Traducido por kristel98
Corregido por Sarii

Anoche, Elsie y yo asistimos a una fiesta de compromiso para mis amigos de


la escuela secundaria. Hass y Kelly habían estado saliendo desde el tercer año
de secundaria por lo que todos supusimos que se casarían tan pronto como
nos graduamos, pero se separaron un tiempo en la universidad. No hablaron
durante años y luego, se encontraron otra vez en una tienda de comestibles,
sólo unos pocos meses atrás.
Ellos estaban comprometidos no mucho tiempo después de eso.
La teoría de Elsie es que Hass y Kelly sólo necesitaban un poco de tiempo
separados para crecer, lo que tiene mucho sentido. Tenemos que conocernos a
nosotros mismos antes de que podamos estar con alguien más.
Durante la fiesta, tuve la oportunidad de ponerme al día con Nina. La
conversación fue agradable y suave. Realmente parecía una persona diferente
a la chica que conocí en la escuela secundaria, más madura e introspectiva.
¿Alguna vez te preguntaste cómo serían nuestras vidas si no creciéramos
con la misma gente? preguntó mientras miraba a su alrededor a todos
nuestros amigos.
Era una pregunta sencilla, inocente pero de alguna manera se me quedó
grabada.
Ahora las palabras de Nina y de Elsie nadaban en mi cabeza y hacían que me
doliera el estómago, porque no puedo dejar de preguntarme cómo habría
sido si los Sherman nunca se hubieran mudado a mi calle, si nunca hubiera
tenido la amistad de Jason, o la orientación del Coronel o la maternidad de
Elodie.
O todo de Elsie.
Que jodido, duele incluso pensar de esa manera, pero no puedo evitarlo
ahora. Está en mi cabeza. ¿Resultó lo que se suponía que debía o los Shermans
de alguna manera me moldearon en una persona diferente?
En una noche, de repente estoy perdido. No tengo idea de quién demonios
soy.

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Y lo que es peor es que esta persona, esta versión de Henry de quien Elsie se
enamoró, podría no ser el verdadero yo. Ni siquiera sé quién es el verdadero
yo.
¿Me hubiera graduado de la escuela secundaria sin Jason?
¿Hubiera entrado en la Fuerza Aérea sin la orientación del coronel?
¿Hubiera sólo comenzado una vida de crimen, casado con alguna chica, y
tenido cinco hijos?
¿Y si la única razón por la que Elsie se enamoró de mí es porque yo era todo
lo que ha conocido? Si yo no hubiera estado presente todo el tiempo, ¿habría
todavía incluso estado interesada en alguien como yo o se habría casado con
alguna herramienta como John?
Mi mayor temor es despertar en algún lugar en el camino y darme cuenta de
que mi amor por Elsie es cariñoso y no amor apasionado. Y lo peor es que ella
descubra eso de mí. Eso me rompería en mil pedazos la mayor parte del
tiempo, ya que, conociéndola, se quedaría conmigo como si fuera alguna
obligación moral, porque esa es la clase de persona que ella es. Ama hasta el
final.
No puedo hacerle eso a ella, atraparla en una relación tibia. La culpa me
comería vivo y terminaría por arruinar lo que tenemos.
Quiero que Elsie esté con la persona que ama apasionadamente, alguien que
elija para estar, no alguien que el destino le haya impuesto.
Sí, incluso si esa persona no soy yo.
Me preguntaste antes de salir si cualquier cosa de estas sesiones me ha dado
alguna idea y mi respuesta es sí. Me he dado cuenta de que lo único que he
podido hablar es de Elsie. Es lo primero que pienso cuando me despierto y el
último pensamiento en mi cabeza antes de caer dormido. Estoy obsesionado
con ella. Lo es todo.
Amo demasiado a Elsie como para dejarla ir y crecer por su cuenta, para
dejarla encontrarse a sí misma sin que mi sombra aceche sobre ella. Entonces,
si realmente estamos destinados a ser, voy a encontrarla y luchar como el
infierno para hacer que me ame de nuevo.

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Capítulo 18
Traducido por kristel98
Corregido por sttefanye

Doc, hoy sólo necesito que me digas que hice lo correcto. Por favor.

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Epílogo
Traducido por Lucia A
Corregido por sttefanye

—¿Así que le has dicho sobre tu decisión? —preguntó la Doctora Galicia mientras
apagaba la grabadora digital, por última vez.
—Sí, ayer —dijo Henry, su cara llena de líneas de cansancio.
—¿Y?
—Está furiosa. —Henry se inclinó y sostuvo su cabeza en sus manos—. Estaba tan
enojada y tan lastimada. Siento que, en lugar de deshacerme de mi enojo y
resentimiento, de alguna manera acabé infectándola con él. Pero Elsie es la persona
que ella es, trató de comprender de dónde venía yo. No me rogó que me quedara. Me
dejo ir.
—¿Eso te decepciona?
Se encogió de hombros, su cabeza agachada todavía.
—Tal vez. Quizás yo podría haber querido que luchara por mí pero creo que sólo
habría hecho las cosas más difíciles. Elsie nunca ha intentado detenerme. Me encanta
eso sobre ella —dijo él, su voz rompiéndose al final. Se aclaró la garganta—. Doc,
crees que...
—¿Qué Henry?
—¿Crees que me estoy poniendo como un obstáculo más en el camino a mi felicidad?
¿Quizás estoy intencionalmente arruinando una relación porque tengo miedo de que
no merezca ser feliz? —Su corazón tronó mientras esperaba la opinión profesional.
—Si digo que sí, que simplemente te estás auto-saboteando, ¿podrías cambiar de
opinión? ¿Le suplicarías a Elsie que vuelva contigo?
Él pensó por un momento pero en su mente la decisión ya había sido tomada.
—No.
La Dr. Galicia tomó un pequeño sorbo de agua de su vaso entonces lo volvió a poner
en la mesa de centro.
—Entonces no importa lo que te diga. Todavía vas a hacer lo que sea que te
propusiste hacer. —Ella recogió la grabadora y la deslizó en una bolsa de papel junto
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con el resto de las cintas—. Aquí, Henry. Escucha esto otra vez, espero te dé una idea.
Miró la bolsa en sus manos, en esta pequeña cosa que supuestamente tenía todas las
respuestas.
—Así que eso es todo. ¿Mis problemas están arreglados?
Doc Gal le dio una sonrisa triste.
—Ni siquiera cerca. Pero creo que hemos dado un paso importante. —Ella le entregó
su tarjeta de visita—. Si necesitas hablar, puedes llamarme y podemos seguir
nuestras sesiones por teléfono.
Henry bajó la mirada a la tarjeta, sintiéndose abrumado con todas las despedidas.
—Gracias, Doc.
Caminaron hasta la puerta, pero lo detuvo con un toque en el brazo.
—¿Qué es lo que realmente esperas que suceda con esta separación, Henry?
Henry tomó una respiración profunda, agarrando la bolsa de papel con firmeza.
—Espero finalmente encontrarme a mí mismo.

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Sinopsis
El pasado tiene un modo de ponerse al día...
Mucho tiempo ha pasado desde que el corazón de Elsie estaba roto, desde que
la persona que siempre la protegió rompió de dolor su corazón. Justo cuando
ella comienza a reconstruirlo, Henry regresa y cambia drásticamente todo de
nuevo...

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Capítulo 1
La misión continúa
Traducido por kristel98
Corregido por Juli_Arg

Entré en mi apartamento y cerré la puerta, saliendo de mis zapatos antes de


aventurarme en el salón. Me desplomé en el sofá de gamuza color canela, la
pila de correo todavía en mi mano. El contestador automático aún
parpadeaba hacia mí desde el mostrador, agobiado por todos los mensajes
que se habían acumulado desde agosto, los mensajes que yo no había estado
dispuesta a escuchar todavía.
Cinco meses habían transcurrido desde mi desastroso viaje a California, desde
que Henry tiró la alfombra debajo de mis pies y me hizo cuestionar todo lo
que creo que es cierto. Si había una cosa que habría apostado mi vida en ese
entonces, era que Henry nunca me haría daño intencionalmente: pero
sucedió y de la más brutal e inesperada manera posible. Él me amaba,
entonces me dejó, y lo más indignante es que después de escuchar sus cintas
de terapia, creo que comprendí. Su ira subyacente deriva de un caso de no
saber quién diablos era en realidad. No era sobre algún secreto oscuro y
profundo del pasado, era casi un hombre con un caso grave de crisis de
identidad.
Comprendí su problema, lo que no quiere decir que me haya gustado o
incluso había llegado a aceptarlo.
Había llegado a casa de Monterey a un apartamento vacío y una nota de
Henry diciendo que estaba en casa de un amigo y me daba el día siguiente
para recuperarme sola. Yo había usado ese tiempo para conseguir la ayuda de
todos y cada amigo que tenía para que pudiera salir del apartamento lo antes
posible. Afortunadamente, Beth había permitido que me quedara con ella
mientras buscaba un lugar propio, y la situación había mejorado cuando se
mudó a la casa de Sam después de que él se lo propuso, y me dejó con el
apartamento. Todo había funcionado tan perfectamente que me preguntaba
si tal vez el universo finalmente había decidido lanzarme un hueso después
de joderme durante mucho tiempo.
Allí, sola en mi apartamento, lloré hasta quedarme dormida y cuando
desperté por las pesadillas, no tenía a nadie sino a mí misma para mayor
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comodidad. Era una existencia verdaderamente miserable y solitaria. Nunca
se lo desearía a mi peor enemigo. Ni siquiera a Nina-maldita-Yates.
Aun así, me gustaba pensar que había cambiado desde la ruptura. Estábamos
en un nuevo año, y decidí que necesitaba una nueva actitud. Ciertamente
había llorado lo suficiente como para el resto de toda una vida. Esta Elsie
nueva iba a ser feliz, maldita sea, y no iba a esconderse del pasado más
tiempo.
Me levanté del sofá y caminé hacia el contestador automático, pulsando
“reproducir” antes de que pudiera cambiar de opinión.
La voz de Henry llenó el pequeño apartamento, instantáneamente
sofocándome con recuerdos.
—Elsie, es Henry. Beth me dio tu nuevo número —suspiró—. Me habría
gustado que me dijeras que querías vivir separados. Podría haberme mudado.
No era justo que tuvieras que ser la única que mudara todas sus cosas.
Diablos, yo podría haber ayudado —gimió—. Lo siento. Me preocupé cuando
regresé y no estabas en casa, me asusté. No te he visto desde que volviste de
Monterey, y estoy muy preocupado. Espero que estés bien.
Sentí la presión familiar detrás de mis ojos, pero estaba decidida a no llorar.
Había pasado un mes entero sin desgarrarme y no estaba dispuesta a romper
esa racha ahora. Tomé una respiración profunda y me preparé para el
siguiente mensaje.
—Yo de nuevo —dijo Henry—. Sólo quería desearte un feliz cumpleaños. Te
he comprado un regalo, pero no sé cómo enviártelo. Si te parece bien, me
gustaría encontrarnos y llevártelo más tarde, alrededor de las seis. Llámame y
déjame saber. Mi número sigue siendo el mismo. —Yo había llegado a casa
ese día para encontrarme con que él había pegado un sobre azul en la puerta.
Dentro había una tarjeta de cumpleaños firmada simplemente “Henry” y una
tarjeta de regalo de cincuenta dólares de Best Guy. Él no podría haber sido
más impersonal si lo intentaba.
Había unos pocos mensajes de mis padres y amigos en el medio antes que la
voz de Henry volviera a encenderse.
—Sólo quería hacerte saber que no voy a venir a Monterrey para Acción de
Gracias o Navidad, por lo que no tienes que preocuparte por tropezar
conmigo. Feliz Navidad, Elsie.
Y por último, un cansado:
—Feliz Año Nuevo.
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Tomé una respiración profunda. Ya está. Eso no fue tan malo.
Me acerqué a la nevera y me sobresalté cuando el teléfono comenzó a sonar.
Con el corazón palpitante, lo recogí.
—¿Hola?
La voz en el otro no era Henry. Me decepcionó que no fuera él, luego
decepcionada otra vez porque todavía esperaba que fuera. Pensé que había
dejado de esperar que llamara a estas alturas.
—Elsie —dijo Beth—. ¿Cómo estás?
—¡Hola! —traté de saludar con entusiasmo—. Lo siento, no tuve la
oportunidad de regresarte la llamada el otro día.
—No hay problema —dijo—. También hemos estado ocupados por aquí.
Me serví una copa de vino mientras charlábamos. Me sentí bien al hablar de
cosas sin sentido, sin tener que pensar en el hombre que rompió mi corazón.
Eventualmente, sin embargo, sabía que su nombre iba a llegar.
—Por lo tanto, tengo noticias acerca de Henry —dijo Beth.
Suspiré por la nariz.
—¿Es necesario que lo sepa?
—Bueno, creo que sí —dijo Beth lentamente—. Él se mudará a Corea la
próxima semana. Un remoto viaje de un año.
Endurecí mi corazón contra el dolor. Por fin había empezado a tomarle el
truco a ello en estos últimos meses.
—Oh, eso es bueno para él.
—No tienes que fingir conmigo —dijo suavemente.
—En realidad no importa si él está aquí en Oklahoma, o al otro lado del
mundo. De cualquier manera, no estamos juntos. —Que Henry ocultase su
viaje a Corea no fue el peor de los secretos en su larga lista de cosas que me
ha ocultado en los últimos años. En realidad no debería haber resultado
herida por ello—. ¿Enojarme porque ni siquiera me lo ha dicho? Sí, pero ¿qué
hay de nuevo? Ese hombre no me dice nunca nada.
—Me acabo de enterar a través de Sam —dijo Beth. Sam estaba en el mismo
escuadrón cuando Henry y él eran buenos amigos.
—Sí, Henry se mudará. Eso está bien. —En realidad no, pero ¿qué otra cosa
podía decir?
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—No creo que eso sea cierto —dijo Beth—. Él ha estado vigilándote a través
de Sam.
—¿Qué iba a saber él sobre...? —me detuve, sabiendo exactamente de donde
Sam estaba recogiendo su información.
—Lo siento —dijo ella—. Tú eres mi amiga. Yo hablo de ti. Henry sólo
pregunta si lo estás pasando bien, si estás saliendo. Me preguntó por el
apartamento y el barrio, asegurándose de que estuvieras a salvo.
Me rehusé a dejar que esa pequeña burbuja de esperanza flotase demasiado
alto. La empujé hacia abajo en mi estómago y se ahogó con el vino.
—Ese idiota —dije entre mis dientes.
—Creo que es algo dulce —dijo Beth.
—Bueno, él no rompió tu corazón —murmuré—. Así que cuando decidió el
PCS1?
—Los servicios de mudanzas ya han llegado. Creo que está viajando la
próxima semana. —Ninguna dijo nada durante un buen tiempo. Finalmente
Beth dijo—: Vamos a dar una fiesta en nuestra casa este sábado por la noche
por su despedida. Si quieres despedirte, tal vez regañarlo, entonces es ahí
donde él estará.
—No, gracias —le dije con demasiada rapidez.
—Bueno, la fiesta empieza a las siete y termina cuando la gente comience a
vomitar en el baño- —dijo Beth—. Sólo piensa en ello.
Después de la llamada me desplomé en el sofá y encendí el televisor,
negándome a comprometer a otra neurona a pensar en Henry y su inminente
partida. Decidí que no volvería a pensar en la mirada de dolor en su rostro la
última noche que pasamos juntos, cuando me dijo que estaba asustado, que
estaba cometiendo el mayor error de su vida.
No iba pensar en sus grabaciones y lo que había revelado en ellas, que yo lo
había consumido por completo y que había perdido de vista quién era. Ni
siquiera pensaré en el hecho de que, si viniera a mi puerta y me suplicara,
probablemente lo recibiría de nuevo.
No, pensé mientras me frotaba los ojos por el escozor de agotamiento y no
por las lágrimas. Definitivamente ya no pensaré en Henry.
____________________
1
Cambio permanente de estación (PCS): es el traslado oficial de un servicio militar activo, en el cual se

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permite viajar con algún familiar.

***
Terminé yendo a la casa de Beth y Sam en la noche del sábado porque era una
masoquista sin esperanza, pero si alguien preguntaba, era porque me había
decidido a ser un adulto y decir adiós correctamente.
Sentí componerme cuando estacioné mi auto en la calle y me dirigí a la casa,
porque me había preparado de antemano al recubrir mi corazón con una
cáscara gruesa para protegerlo de la herida.
Lo que me saludó cuando entré —Henry hablando con una bonita mujer
rubia— hizo una grieta definitiva en mi armadura. Estaban juntos en la sala
de estar, con la cabeza encorvada mientras hablaban, nadie más en la
habitación. Echó la cabeza hacia atrás y se rió de algo que ella había dicho,
luego murmuró algo que la hizo sonreír.
Mis manos se convirtieron en puños a mis costados. Él no tenía derecho a ser
tan feliz cuando yo era tan miserable. El impulso de estrangularlo nunca
había sido más fuerte.
Estaba a punto de arremeter allí y gritarle, cuando Beth tocó mi brazo,
haciéndome saltar.
—Lo siento. No era mi intención asustarte —dijo entonces vio lo que yo
estaba mirando y jadeó—. Mierda.
Luché por controlar mi respiración, recordándome a mí misma que me había
comprometido a actuar como una adulta por esa noche.
—Necesito un trago —le dije.
Beth enroscó su brazo con el mío y me llevó al comedor ante la barra
improvisada.
—Él no viajará con ella, si eso ayuda —dijo, y me entregó un vaso.
Miré hacia atrás por encima del hombro, hirviendo ante la vista de Henry
hablando tan a la ligera, andando sin un cuidado por el mundo.
—No hay ninguna maldita diferencia. Todavía podría salir con ella
Tomé un trago de tequila y lo dirigí hacia abajo con sal y limón. Yo sabía que
tenía que darme la vuelta y marcharme, pero no me atrevía a moverme hacia
la puerta. Henry era como un rayo de luz y yo era una pequeña polilla débil,
incapaz de dejar de mirar. Gracias a Dios que había paredes y una mesa y una
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gran cantidad de personas entre nosotros, de otra manera esta pequeña
polilla estaría envuelta en llamas.
—Me pareció que eras tú —me susurró al oído una voz masculina, por lo que
me congelé. Me di la vuelta para encontrarme con que no era Henry sino
Dave Novak—. No te he visto en mucho tiempo —dijo con una sonrisa.
Tomé un sorbo de mi Jack con Coca-Cola y sonreí.
—Sí, he estado haciendo mis cosas.
—He oído —dijo—. Lo siento.
Me encogí de hombros.
—No es tu culpa. —Él abrió su boca para preguntar, pero lo interrumpí—.
No, en serio, Dave. No fue por el beso.
—Estoy encantado de oír eso —dijo entonces sus ojos se agrandaron—.
Quiero decir, no en que ustedes rompieran, pero...
—Sé lo que quieres decir —le dije, contenta de que todavía fuéramos amigos,
incluso después de que Henry le diera un puñetazo por mi culpa.
Nos pusimos de pie alrededor durante unos minutos, mirando a los demás
fiesteros y buscando algo inteligente que hablar.
—Entonces —dijo, tomando un trago de su cerveza—. ¿Estás saliendo con
alguien?
—No —le dije—. Espera, no me vas a invitar a salir, ¿verdad?
Él soltó una carcajada.
—Nunca más.
—Lo siento. No quería que sonara así —le dije, sintiendo una pequeña sonrisa
tirar de las comisuras de mi boca—. Simplemente no quería que te hagas una
idea equivocada.
—¿Tú y Henry...?
—Por supuesto que no. Eso se acabó hace mucho tiempo —dije con
demasiado énfasis—. Es sólo que no estoy en planes de citas por ahora.
—Bueno, entonces podemos ser amigos, ¿no? —Me tendió la mano y se la
estreché.
—Amigos está bien. Nunca puedes tener suficientes amigos.
Dave hizo un gesto a mi copa con su cabeza.
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—¿Necesitas otro trago, amiga?
Vacié mi vaso.
—Claro que sí, amigo.

Me las arreglé para evitar a Henry durante otra media hora. Cada vez que me
daba cuenta, él hablaba con otra persona. Estuve de pie en el comedor
durante todo el tiempo esperando que él me notara y finalmente venga, pero
nunca lo hizo. Era como si yo fuera invisible.
Tenía que salir de allí, así que cuando Dave me preguntó si quería jugar al
billar en el garaje, acepté de inmediato.
Caminamos hacia el garaje donde la impresionante mesa de billar de Sam
ocupaba todo el espacio, y Dave rápidamente armó el juego. Le puse tiza al
taco y rompí las filas, hundiendo dos bolas en las troneras laterales. Dave
lanzó un silbido.
—Tú eres una estafadora, ¿no es así? —preguntó, de pie junto con su taco de
billar.
—Ojala. —Caminé alrededor de la mesa y golpeé la bola blanca, pero apenas
logré golpear la bola prevista—. ¿Ves? Todo es suerte.
Dave sonrió y tomó su turno, hundiendo fácilmente una pelota en una
tronera.
—¿He dicho que eres una estafadora? —preguntó—. Quiero decir yo soy un
estafador.
La sonrisa desapareció de su rostro el mismo momento en que sentí un
cuerpo sólido cerniéndose sobre mí. No tuve que dar la vuelta para saber de
quién se trataba, cada célula de mi cuerpo lo reconoció.
—¿Alguna vez vas a venir y decir hola? —preguntó Henry. Estaba tan cerca
que podía sentir su aliento en mi cuello.
Me alejé de su presencia embriagadora y di la vuelta.
—Estabas ocupado con tu rubia —le dije.
—Es la hermana de uno de los chicos del escuadrón.
Levanté una ceja.
—Así que te has mudado con otra hermanita. Bonito.

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Sus fosas nasales se abrieron y cruzó los brazos sobre su pecho.
—Si eso es lo que piensas de mí, entonces está bien.
—Está bien. —Me di la vuelta y tomé mi turno, agachándome y sacando culo
sin saber cómo él reaccionaría a ello. Hundí una pelota y grité en señal de
triunfo.
Los ojos de Dave se movieron de mí a Henry.
—¿Ustedes necesitan un momento? —preguntó.
Negué con la cabeza.
—Nope. —Caminé hacia el otro lado de la mesa, dejando a Henry en el
mismo lugar, aún ceñudo—. Así que he oído que te vas.
—Voy a ir a mear —dijo Dave y se fue, dejándome lidiar con mi ex novio en
la fresca intimidad del garaje.
—Volaré el martes —dijo Henry.
—Diviértete. —Hundí la bola ocho. Fin del juego.
Lo vi venir pero no pude hacer que mi cuerpo se moviera. Lo siguiente que
supe es que estaba de pie a mi lado con una mirada indescifrable en su rostro.
—¿Recibiste mi regalo de cumpleaños? —preguntó.
Solté una risita.
—Sí, gracias. He comprado un vibrador con él.
Su boca se abrió.
—Yo no sabía que Best Buy vendiera de esos.
Me siguió y bloqueó la puerta con su gran cuerpo.
—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó.
—Jugando billar.
—Quiero decir... no importa. ¿Beth te dijo que me iba?
Lo fulminé con la mirada.
—Sí lo hizo. Hubiera sido mejor escuchar las noticias de ti.
—Yo no quería que lo supieras.
—Oh, ¿es por eso que Beth tuvo que llamarme?

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—En realidad, le pedí que no dijera nada —dijo—. Yo no quería que vinieras.
Sus palabras eran agudas y me apuñaló justo en el intestino.
—Idiota —dije y traté de abrirme paso por delante de él, pero se negó a
moverse—. Fuera del camino, Henry.
Cruzó los brazos sobre su pecho.
—No.
—Mira, no querías que yo viniera, así que estoy rectificando la situación,
yéndome. —Estábamos tan cerca que podía sentir el calor que emanaba de su
cuerpo, tenía que luchar para impedir que me inclinara hacia él.
—¿Por qué te haces esto a ti misma, Elsie? ¿Por qué sigues aferrada al
pasado? —preguntó, retorciendo el cuchillo en mi estómago—. Sólo tienes
que poner en tu terca cabeza que no te quiero más.
A pesar de que el dolor inmenso aumentó en mi pecho, levanté mi barbilla y
lo miré desafiante.
—Yo no te quiero tampoco. Vine aquí para decirte adiós y hasta nunca. —Con
esas últimas palabras, presioné el botón de la puerta del garaje, giré sobre mis
tacos, y me marché.

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Capítulo 2
Contraataque
Traducido por Ivi04
Corregido por Lsgab38

Estuve molesta por las palabras de Henry durante algunas noches, incapaz de
asumir que ya no me quería. Durante cinco meses que había intentado todo lo
posible para seguir adelante, pero bastaban cinco minutos en la misma
habitación que él y regresaba al punto de partida. Mi reacción a su presencia
era similar a virutas de metal frente a un imán gigante, ¿no tendría sentido
que él sintiera lo mismo?
Me puso furiosa, sabía sin dudas que aún me quería, al menos sí físicamente,
y tenía intenciones de probarlo. No lo dejaría marcharse del país sin
recordarle sobre lo que estaba por darse por vencido.
Demonios, también podría ser indiferente y fría. Podría ser como él.
Esperé hasta el lunes por la noche antes de llamar a Beth y le pregunté si
sabía dónde se estaba quedando Henry. Ella me dio su número de habitación
en el Hotel Four Points en el aeropuerto, antes de preguntarme por qué.
—Porque tengo algo que demostrar —le dije, recogiendo mi bolso y las llaves.
Yo no era la única que aún se aferraba al pasado.
Eran casi las diez cuando golpeé a su puerta y respondió llevando puesto sólo
sus pantalones cortos y una mirada perpleja en su rostro.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó con el ceño fruncido.
Sin esperar a que me invitara, me acerqué a su lado y entré en la habitación,
de repente contenta de encontrarme con que estaba solo. No había pensado
en lo que habría hecho si hubiera estado con alguna otra mujer. El
pensamiento me hizo tropezar mentalmente, tuve que calmarme y recordar
mi propósito.
—Todavía me quieres —le dije después de que cerró la puerta—. Lo sé.
Se volvió hacia mí, sus ojos me penetraban el cerebro mientras permanecía de
pie al otro lado de la habitación.
—No —dijo.

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Alguien más podría haber sido capaz de creerle esa afirmación. Cualquiera
excepto yo.
Me acerqué a él y me puse de puntillas para que nuestros ojos quedasen a la
misma altura.
—Mentiroso —susurré.

Él se apartó y maniobró entorno a mí.


—Por favor, vete —dijo, señalando a la puerta—. Sólo estás haciendo que esto
sea más difícil para ti misma.
Miré fijamente sus pantalones cortos.
—Parece que no soy la única que encuentra todo esto... duro.
Sus fosas nasales se dilataron mientras caminaba hasta la cama y junto un par
de pantalones de chándal.
—¿Qué quieres de mí, Elsie? Dios, ¿por qué no dejas las cosas como están?
—¿Qué es lo que quiero de ti? —le pregunté, permitiendo que la ira se filtrara
en mi voz—. ¿Qué tal un poco de honestidad? ¿Qué tal no hacerme sentir
como una idiota por extrañarte?
Parecía que Henry estaba enojado también, aunque no podía entender por
qué cuando era a mí a la que le habían mentido.
—Si dijera que te echaba de menos, ¿haría que te sientas mejor?
—Podría hacer que me dolieran menos tus mentiras —le dije—. Me mentiste
en el instituto y me estás mintiendo ahora.
—Me voy, Els. No regresaré hasta dentro de un año.
Apenas podía hablar, pero me las arreglé para exhalar.
—Lo sé.
—Estoy tratando de mantenerme lejos. Por tu bien —dijo, pero mientras
hablaba, comenzó a avanzar hacia mí. Extendió las manos y suavemente las
colocó en mis brazos.
No hice caso a la sensación de hormigueo en la piel y le dije:
—Siempre estás tratando de protegerme ¿verdad? Y yo no quiero eso.
—¿Realmente quieres saber la verdad, Els?
—Sí. Quiero que admitas que también me quieres.

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Tragó saliva.
—Quererte nunca fue el problema —dijo.
Su mirada era como el azul de un océano tormentoso y sabía que si los miraba
demasiado tiempo me arrastraría la corriente. Cerré los ojos, con la esperanza
de evitar hundirme.
Al momento, sus labios tocaron los míos, encendiendo algo en el fondo de mi
vientre. Gemí y abrí la boca, ahogándome en el beso. Henry no se contuvo.
Agarró la parte posterior de mi cabeza y me besó con fuerza, gimiendo en mi
pecho.
De repente se echó hacia atrás.
—No podemos hacer esto. —Se frotó la cabeza mientras paseaba por la
habitación, entonces se sentó en el borde de la cama—. No deberíamos...
Me anticipé al antiguo Henry, vacilando y retrocediendo, ya estaba
preparada.
—¿No deberíamos qué? —pregunté, quitándome la chaqueta y la dejé caer al
suelo.
Su cabeza se alzó para mirarme, apretando los músculos de la mandíbula.
Agarré el borde de mi suéter y lo alcé por encima de mi cabeza, dejando al
descubierto el sujetador de encaje negro que él tanto había amado.
—Elsie... —dijo a través de su respiración irregular.
Sostuve su mirada mientras desabrochaba mi falda y la deslicé por mis
piernas.
—Dime que me detenga —le dije, pateando la falda a un lado, dejándome en
mi ropa interior y zapatos de tacón. Mi corazón rugía en mi pecho. Yo nunca
había hecho nada tan atrevido y nunca me había sentido más sexy. La
expresión de su rostro asombrado me dijo lo mismo—. Te desafío.
Sus fosas nasales se dilataron cuando me acerqué un poco más. Lo agarré por
los lados de la cabeza y le obligué a mirarme.
Lo obligué a enfrentarse a la mujer a la que él había tratado de mentirle
repetidamente a lo largo de los años. Él ya debería haber aprendido que
puedes mentir, pero nunca escapar de tu propia verdad.
—Elsie... —dijo, dejando que al final mi nombre se disipase.
—¿Sí, Henry?
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—¿Qué estás tratando de hacerme?
Pasé mis uñas a lo largo de su cuero cabelludo.
—Hacer que admitas la verdad.
Palmeó mis piernas y deslizó sus manos alrededor de la parte posterior de
mis muslos, toqueteando con sus dedos el borde de mis bragas de encaje.
—¿Quieres que sea honesto? —preguntó, presionando sus labios contra mi
estómago que temblaba. Agarró mi culo y deslizó sus dedos dentro de mis
bragas—. ¿Quieres que haga exactamente lo que quiero hacer y que olvide las
consecuencias?
Asentí, deseando que sus dedos se movieran más cerca de mi centro.
—Yo no… ah, a la mierda. —Se puso de pie y me capturó con su boca mientras
sus manos acunaban mi cara. Me pegué a él, fundiendo mis caderas a las
suyas—. ¿Me crees ahora? —preguntó, presionando su duro miembro en mi
estómago.
Antes de que pudiera responder, me giró para que mi espalda se apretara
contra su pecho desnudo.
Su mano se deslizó hasta mi cuello y forzó mi cabeza hacia un lado, su boca
devorando la mía, de nuevo.
—Siempre te querré —dijo con voz áspera, presionando besos en mi cuello.
No dije nada cuando desabrochó mi sostén y lo dejó caer al suelo. Yo había
dicho todo lo que tenía que decir y había demostrado mi punto: Henry nunca
me dejó de querer.
Ahora mi cuerpo estaba en piloto automático, simplemente volviendo a
gestos del pasado. Me negué a pensar en que yo no debiera sentirlo. Tal vez
entonces podría sobrevivir a este encuentro con el corazón intacto.
Metió los pulgares en la cintura de mis bragas y las deslizó sobre mi trasero,
sus ásperas manos acariciando mi piel en cada momento. Entonces él me
extendió una mano por el centro de la espalda.
—Inclínate hacia delante —dijo y me empujó hacia la cama, dejando al
descubierto mis partes íntimas.
Sus manos se deslizaron entre mis piernas y las separó tan fácilmente como
un telón. Se inclinó sobre mí y me dio un beso en la base de la columna
vertebral. Me sobresalté cuando me mordió una nalga. Se rió y mordió la
otra.
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Mis piernas casi se doblaron cuando su lengua se deslizó por entre mis
pliegues. Agarré las sábanas con mis manos y ahogué mi gemido contra ellas.
Después de todo este tiempo, todavía sabía cómo poner mi cuerpo en llamas.
Su boca y su lengua me exploraban a la vez, duras e insistentes, por lo que
casi me corro cuando emitió un gemido sordo que sentí en mi interior. Luego
se fue, la repentina frialdad hizo un marcado contraste con la calidez de su
boca de un segundo antes.
Oí como rasgaba el sobre del preservativo y un momento después la cabeza
de su polla presionaba a mi entrada.
—Dilo —dijo con voz ronca en mi oído mientras deslizaba la punta hacia
arriba y abajo entre mis resbaladizos pliegues—. Dime que me quieres dentro
de ti.
—Sólo métemela —casi gruñí.
Él soltó una risa sorprendida antes de empujar un centímetro. Se retiró, luego
empujó de nuevo mientras más me estiraba. Se retiró de nuevo y con ese
tercer golpe, se deslizó hasta llegar a casa.
—Dios, te sientes tan bien —se quejó.
Un suspiro escapó de entre mis labios. Lo sentía dentro de mí, llenándome de
nuevo como sólo él podía hacerlo, era un placer que nunca pensé que sentiría
de nuevo.
Sus dedos se clavaron en mi cintura mientras empujaba dentro y fuera a un
ritmo lánguido. Me resistí contra él, tratando de controlar el ritmo y hacer
que fuera más rápido.
En cualquier momento iba a despertar y darme cuenta de que había estado
soñando, quería un orgasmo de oferta, por lo menos.
—Fóllame —llorisqueé.

Agarró mis caderas y cumplió, pero todavía no era suficiente. Me estiré y


agarré su musculoso muslo, instándolo a ir más rápido, más fuerte.
—Así que exigente —dijo entre dientes y empujó aún más profundo,
conectándose con mi núcleo. Luego me dio una palmada en el culo y me hizo
apretar involuntariamente. Él se quedó quieto por un momento y luego me
golpeó otra vez, provocando la misma reacción apretada—. Joder, Elsie —se
quejó un momento antes de golpearme otra vez, más y más hasta que estaba
volando, volando hacia el cielo.

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Cuando se estiró y masajeó mi clítoris, estallé en una lluvia de chispas al rojo
vivo, los fuegos artificiales seguían y seguían mientras me trabajaba desde
atrás.
Mis contracciones lo llevaron al borde y aplastó su cuerpo contra el mío
mientras se corrió, su orgasmo marcado por un bajo y prolongado gruñido.
Después se derrumbó en la cama y trató de recuperar el aliento.
Me sentía reivindicada, pero el triunfo no duró mucho. A pesar de que Henry
estaba dentro de mí, llenándome, el enorme agujero en mi pecho todavía
estaba presente, porque todo esto era sólo una mentira.
Sólo éramos dos personas que decían hacer el amor.
Henry no se quedó por mucho tiempo. Después de unos segundos, se alejó de
mí y se fue al baño, para regresar a los pocos segundos con una toalla húmeda
en sus manos. Me dio la vuelta, se agachó en el extremo de la cama y se puso
a limpiar suavemente la parte interior de mis muslos con el trapo caliente, ni
una sola vez me miró a los ojos.
Cuando terminó, arrojó el trapo a un lado y se arrastró por encima de mi
cuerpo, él todavía estaba desnudo y hermoso en su masculinidad. Se inclinó
sobre mí, con las manos a ambos lados de mis hombros mientras sus ojos me
recorrieron.
Mi corazón retumbaba en mi pecho al ver la expresión en su rostro, una
mezcla embriagadora de la lujuria y algo más, quizá pesar. Me arrastré hacia
atrás en la cama, tratando de encontrar una vía de escape, pero las almohadas
y la cabecera detuvieron mi retiro.
—¿Necesitas más pruebas de que te quiero? —preguntó.
Asentí a pesar de mí misma. Creo que en el fondo yo sabía que siempre iba a
necesitar una prueba.
Henry me había roto, me hizo cuestionar todo en lo que he confiado.
Henry había hecho una cínica de una soñadora.
Se sentó sobre los talones, las manos apoyadas en los muslos y me mostró lo
mucho que me quería. Una vez más.
Admiré su belleza pura, desde su amplio pecho y musculosos brazos, a los
seis paquetes de abdominales que terminaban con las sexys caderas hundidas
que tienen los chicos y finalmente a su grueso eje que apunta directamente
hacia arriba, listo para la segunda ronda.

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Al parecer, yo no era la única que había estado evaluando en silencio porque
dijo:
—Dios, eres hermosa. —Envolvió una mano alrededor de su pene y se acarició
a sí mismo, sus oscuras cejas uniéndose, mientras su respiración se hacía más
profunda. Sus ojos recorrían mi cuerpo, haciendo que mi piel se
sobrecalentara con el deseo y el malestar.
Me apoyé en los codos.
—¿Qué estás haciendo?
La comisura de su boca se curvó hacia arriba.
—Admirándote —dijo. Inclinó su pene hacia adelante, ofreciéndomelo—.
¿Quieres tomar el control?
Contuve una sonrisa.
—No. Prefiero verte a ti.
Su sonrisa insolente se evaporó en cuanto regresó a la tarea en cuestión, los
surcos en las cejas se profundizaron cuando cambio el agarre.
Todo mi cuerpo se estremeció mientras lo miraba, completamente e
irremediablemente encendida.
Henry tenía pleno dominio de su masculinidad y conocía las formas exactas
de manejarse por encima de mi cuerpo.
—Tócate.

Sus roncas palabras dispararon directamente a mi entrepierna y creó una


presión que necesita liberar. Deslicé mi mano por mi estómago y luego hasta
mi monte, a la vez que le observaba con lo que esperaba que fuera una
mirada seductora.
—Sí,ahí mismo —dijo mientras mi dedo medio golpeteaba mi clítoris—. Pon
uno dentro de ti.
Deslicé mi dedo dentro de mi vagina, empujándolo hasta el fondo y luego
tirando de él hacia afuera.
Su mirada era firme y oscura.
—Ahora dos.
Me metí otro dedo, ni una sola vez perdimos el contacto visual mientras mi
otra mano se estiraba para tocar mi pecho, pellizcándome el pezón una y otra
vez.
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Su respiración se volvió errática mientras su mano bombeaba más rápido.
También yo aceleré, la intención era mantener el ritmo. Él no cruzaría la línea
de meta en primer lugar.
Como si sintiera mi vigor renovado, se acarició más rápido, las líneas en la
frente se hacían más profundas cuanto más se concentraba.
Sentí la presión que se acumulaba dentro de mí cuando vi su cara contraerse,
segura de que la mía estaba haciendo lo mismo. Nuestros ojos estaban fijos en
un acalorado intercambio. No necesitaba palabras para saber lo que estaba
pensando. En ese momento, mientras nos complacíamos a nosotros mismos,
nos perdimos juntos en la espesa niebla de la pasión y el dolor.
La intimidad era demasiado de soportar para Henry y cerró los ojos cuando
se empezó a correr.
—Mírame —le dije—. Henry, mírame.
Cuando abrió los ojos, se llenaron de tanta emoción que casi me puse a llorar.
En cambio me dejé ir, mis entrañas latiendo alrededor de mis dedos mientras
el orgasmo sacudía mi cuerpo.
En medio de todo esto, sentí una extraña sensación de firmeza, como si la
liberación del orgasmo me recordase a ambos.
—Ya estoy acabando —dijo y dejó escapar un gemido cuando llegó a su clímax,
su semen se derramaba sobre las sábanas. Nunca se apartó de mí, incluso
cuando se acuclilló y contuvo el aliento, o cuando agarró el trapo y limpió el
charco que había hecho.
Cuando terminó, se desplomó a mi lado con un suspiro. Él agarró mi muñeca
y se llevó mi mano a los labios, pero antes de que pudiera decir nada que
hiciera que empezara a importarme de nuevo, me aparté y me bajé de la
cama.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó mientras me ponía mi ropa interior.
—Yéndome —le dije, de hecho.
—¿No te vas a quedar?
—¿Por qué? —Me volví hacia él—. Sabes que no me gustan las despedidas
largas.
—Pero por lo general nos abrazamos.
Tragué saliva y sacudí la cabeza.

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—No somos... —Quería decir que no éramos los mismos que antes, pero hay
cosas que no necesitamos decir con el fin de ser escuchados.
—Lo sé, pero pensé que podríamos hablar. —Se sentó y acercó al borde de la
cama, en silencio mirándome mientras terminaba de vestirme.
—No hay mucho más que decir, Henry.
Él tomó mi mano mientras me daba la vuelta.
—Sólo... quédate —dijo, con la cara abierta y suplicante.
—No puedo —le dije—. No tiene sentido. Te vas…
Asintió y me dejó ir. Ni siquiera un beso de despedida. Me acerqué a la
puerta con mi bolso aferrado fuertemente a mi lado como un salvavidas.
—Adiós, Henry —le dije mientras abría la puerta—. Espero que te encuentres a
ti mismo en Corea.

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Capítulo 3
Vuelta a la base
Traducido por Ilka
Corregido por Juli_Arg

Henry se había ido de nuevo. La historia de mi vida.


Las paredes que había construido alrededor de mi corazón no habían sido
suficientes para evitar mis sentimientos sobre Henry nuevamente. Pensé que
mi corazón había sido arrancado de mi cuerpo, pero parece que estaba
equivocada.
Y el proceso de sobrevivir había comenzado de nuevo.
Tenía que recordarme seguir adelante constantemente. Las personas perdían
el amor de sus vidas todos los días, algunas veces algo más permanente. Yo
no era diferente, no más especial que los otros incontables cuidando
corazones rotos, y odiando en mi pesar no era la forma que quería que mi
historia fuera contada. Entonces traté de encontrar placeres en las pequeñas
cosas, como el aroma de los granos de café de una nueva bolsa con la
sedosidad de mis piernas luego de depilarlas. Aún no estaba ni siquiera cerca
de la felicidad pero estaba cerca de estar contenta.
Comencé a salir nuevamente. Uno de mis compañeros de trabajo me arregló
en una cita a ciegas con un amigo soltero y acepté por curiosidad. El tipo se
llamaba Seth y tenía el pelo como dorado, ojos verdes y una sonrisa con
hoyuelos. Para nuestra primera cita, me llevó a Dave y Busters’s, un restorán
y centro de juegos y luego de la cena tomamos algunos tragos caminando por
el lugar de juegos juntos.
Estar con Seth era fácil. Me daba bastante espacio, reíamos un montón y no
hacia muchas preguntas personales. Le gustaba jugar juegos de basquetbol y
no me dejaba ganar ni siquiera uno, siempre superándome al final y diciendo
"buen esfuerzo".
Al final de la noche me llevó a mi casa y se las arregló para parecer sonrojado
e increíblemente sexy al mismo tiempo mientras me miraba, sin duda
tratando de aumentar sus posibilidades de un beso.
Habían pasado 10 meses desde que Henry había partido a Corea; era un

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condenado tiempo para que yo permitiera a alguien más entrar en mi
corazón. Entonces decidí darle la oportunidad de besarme.
El acarició el lado de mi cara y se inclinó acercando su boca a la mía,
explorando gentilmente antes de que yo abriera mis labios y lo dejará entrar.
El beso fue una dulce y gentil promesa, todo lo que un primer beso debería
ser.
Luego de eso pasó una mano por su pelo y dijo:
—Realmente me gustas Elsie.
Miré a su hermosa cara y decidí que él podría muy bien ser el chico que me
ayudará a olvidar a Henry.
—También me gustas Seth —le dije, lo cual era verdad.
Él sonrió, revelando sus hoyuelos.
—¿Querrías hacer algo mañana en la noche?
—Seguro —dije mientras comenzaba a caminar hacia atrás.
—Te llamaré más tarde. —Y él lo hizo, llamó exactamente una hora y 15
minutos más tarde.
Seth se convirtió en mi novio una semana más tarde de esa cita. Me llamaba
casi todas las noches y conversábamos sobre cualquier cosa por horas. Para ser
totalmente honesta le conté sobre Henri y Seth, a cambio, me contó sobre sus
relaciones pasadas. Nuestras conversaciones fluirían fácilmente y era muy
gracioso. El humor fue lo que me atrajo de él, como podía hacerme reír y
olvidarme del pasado.
Él trabajaba en Dell como ingeniero en computación. El hecho de que
también trabajara con computadores me hizo verlo de forma levemente
diferente, era una de las cosas que nos unía. Me gustaba pensar que éramos
nerds.
Aún así cada vez que me envolvía en sus brazos y me besaba y me sentía
desconectada como si fuera una observadora en vez de una participante
activa. Me mantenía esperanzada. Lo acercaba más, progresaba más
profundo, segura de que en algún momento finalmente yo sentiría lo que él
sentía por mí.
En nuestro tercer mes aniversario (como a Seth le gustaba llamarlo), me llevó a
Chili’s, no era mi primera elección para una cita pero no quería hablar acerca
de Henry en una noche que estábamos celebrando nuestra relación, entonces

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cerré la boca y sonreí.
—No soy un tacaño, lo prometo —dijo y me acercó la silla. Se sentó frente a
mí en la mesa y mostró esa sonrisa con hoyuelos nuevamente—. Sólo,
realmente me gustan sus costillas.
Me dolía el corazón, pero me había vuelto buena en ignorar. Aun así
mientras me sentaba frente a Seth le robé pequeñas miradas. Él estaba muy
atractivo esa noche en una camisa abotonada celeste, las mangas dobladas
hasta sus codos y pantalones grises, su pelo levemente desordenado. Cuando
recibimos nuestros tragos él levantó su copa y brindó por nuestra relación.
—Por nosotros.
Choqué mi copa con su cerveza y sonreí.
Bajó su trago, con su cara en una expresión seria. Se acercó a través de la mesa
y tomó mis manos.
—Elsie hay algo que tengo que decirte. Me he sentido de esta forma por
algún tiempo pero he estado reacio a decirlo porque… tú sabes.
Contuve mi aliento, esperando que Seth no dijera que me amaba y arruinara
todo.
—Elsie —comenzó a decir haciendo que mi corazón sonara en mi pecho—.
Quiero que nos mudemos juntos.
Dejé salir un pequeño aliento.
Debo haber lucido en shock porque Seth rápidamente dijo:
—Sé que es apresurado, pero quiero hacerte saber que estoy listo para tomar
el siguiente paso contigo.
—Seth —comencé, sin estar segura como responder. Mi corazón dolía ante la
sensibilidad de su gesto y la esperanzada mirada en su cara—. Yo…
La esperanza se deslizó fuera de su rostro.
—Tú no quieres.
Suavemente sacudí mi cabeza.
—No, no es eso. Es sólo que… estoy sorprendida.
Seth acercó su silla a la mía y tomó mi mano.
—Oye, sé que es muy pronto. Sólo quiero que pienses en eso cuando estés
lista, házmelo saber.

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Una pequeña luz de esperanza se encendió en mi pecho pero había pasado
tanto tiempo desde que me sentí esperanzada que casi no lo reconocí hasta
que fue muy tarde.
—Déjame pensarlo, ¿está bien? —pregunté mientras miraba y me preguntaba
por la 11ª vez si Steh sería el hombre con el que envejecería. No lo amaba
como a Henry, pero era maravilloso y confiable. Podríamos vivir juntos,
quizás hasta casarnos y tener una perfecta y estable vida. Para alguien que
había experimentado tanto cambio en los años pasados, estable y amoroso era
exactamente lo que yo necesitaba.
Por supuesto, justo cuando yo estaba poniendo en orden mis cosas, el destino
lanzó un desastre en la forma de una llamada telefónica.
—¿Hola? —Sostuve en el teléfono entre mi oreja y mi hombro mientras abría
una bolsa de popcorn con mis manos, esperando la voz de Seth. Siempre
llamaba luego de llegar a casa de nuestras citas.
En vez de eso, una voz grave del pasado dijo:
—Hola Elsie.
Me tomó largo tiempo responder, estaba tan sorprendida.
—¿Henry? —Se me cayó el popcorn sobre el mostrador y tomé el teléfono
antes de que lo soltara accidentalmente en el lavaplatos.
—Hola —dijo, sonando como si tuviera una sonrisa en su rostro—. ¿Cómo
estás?
—¿Estás de vuelta?
Él carraspeó ante mi tono sorprendido.
—Sí, llegué anoche.
—No me digas que estás de vuelta en Tinker —dije. No me parecía probable;
demonios había estado rezando que estuviera destinado en algún lugar lejano
del país para que no tuviera que verlo de nuevo.
—Realmente, me gustaría hablar contigo sobre esto. ¿Puede verte por un
rato?
Estaba dividida, la vieja Elsie diciendo sí por favor y la nueva diciendo al
infierno que no.
—Sólo quiero hablar —dijo.
Tragué el bulto que se había formado en mi garganta.
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—Está bien.
—Está bien, ¿puedo ir?
—Seguro.
Salté hacia mi puerta.
—Toc, toc —dijo por teléfono.
Con el teléfono fui a contestar la puerta con indignación.
—¿Cómo te atreves a asumir…? —Las palabras se atoraron en mi garganta
mis ojos miraron a Henry pareciendo más alto de lo que recordaba, luciendo
más hermoso de lo que nadie tenía derecho en sus jeans y chaqueta de cuero.
Su oscuro cabello estaba largo, enrollándose cerca de sus oídos y lucía como si
no se hubiese afectado en algunos días, pero él era el mismo atractivo e
irritante chico con el que había crecido.
—Elsie —dijo y me arrastró hacia sus brazos, levantándome por un momento
del suelo mientras me sostenía fuertemente. Presionó su rostro sobre mi
cuello por un largo momento luego, como recordando en lo que nos
habíamos convertido y abruptamente me dejó ir—. Lo siento, viejos hábitos
—dijo metiendo sus manos en los bolsillos.
Luché por recuperar mi aliento. Siempre estaba fuera de guardia cuando era
alcanzada por el huracán Henry que pasaba por el pueblo.
—Está bien —dije, la piel de mi cuello aún vibraba. Odiaba ese hecho, luego
de todo este tiempo mi cuerpo aún reaccionaba de esa forma.
—Hueles diferente —dijo, inclinando su cabeza un poco.
—Me he duchado algunas veces desde que te fuiste.
—No me creo eso ni por un segundo. —Sonrió, sus ojos azules llenos con algo
que parecía alegría—. Estás usando un perfume diferente. Te agradaba ese
spray cítrico de la tienda Body y Bath. Ahora hueles un poco como menta.
—Ah, sí —dije, un poco sorprendida por la observación—.¿Vas a entrar o
vamos a discutir sobre mi elección de desodorante?
Caminó hacia la sala de estar y se dirigió directamente hacia mi gran librero
lleno de libros, películas y piezas decorativas. Se detuvo en un estante que
sostenía varios marcos fotográficos. Tomó una en particular y se volvió hacia
mí frunciendo el ceño.
—Me cortaste —dijo sosteniendo la fotografía de Jason y mía afirmando

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nuestros skies al pie de la montaña con mi hombro izquierdo recortado.
—¿Me culpas? —le pregunté caminando y tomando el marco de sus manos y
volviéndolo a colocar en el estante—. Y deja de tocar mis cosas.
Henry retrocedió y se sentó en el sofá.
—He venido en paz, honestamente —dijo sosteniendo sus palmas hacia
arriba.
Tomé un aliento profundo y contuve mis emociones revueltas. Era como si el
pasado año, reconstruyera mi vida en una superficie estable y de pronto
Henry estaba de vuelta, dando vueltas todo nuevamente.
Me paré lo más lejos posible, doblando mis brazos sobre mi pecho.
—Entonces, ¿qué querías decirme?
Ignoró mi pregunta y me miró con la sexy mirada que se anteponía a mi
cuerpo a liberarse.
—¿Fuiste algún lado? Te ves bien.
Apreté mis dientes.
—Estuve en una cita —dije odiando que él parecía tan confortable cuando mi
interior hervía.
Levantó una ceja.
—¿Oh?
—Sí, me llevó a Chili’s.
Se movió un músculo en la mandíbula de Henry pero el resto de su rostro se
mantuvo igual.
—¿Oh?
—Sí, realmente le gusta las costillas —dije contenta con el hecho de que
finalmente estaba turbando su superficial calma.
Sus labios se apretaron en una delgada línea y yo estaba por reír triunfante.
—¿Lo has estado viendo por mucho tiempo? —preguntó.
—Más o menos 3 meses —dije—. Esta noche me pidió que nos mudáramos
juntos.
Los ojos azules de Henry se fijaron en los míos mientras esperaba por una
respuesta en una pregunta silenciosa pero no dije nada. Simplemente disfruté

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de su incomodidad un poco más.
—¿Y bueno? —dijo finalmente.
Encogí mis hombros.
—Estoy pensándolo seriamente.
Se levantó pero no vino más cerca.
—Estoy fuera Els. He renunciado a la Fuerza Aérea —dijo.
Todo el aire salió de mí en una expiración.
—¿Cuando?
—Cuando terminó mi turno en Osan. —Se acercó un paso hacia mí—. Soy un
hombre libre, no tendré más destinaciones. Puedo vivir dondequiera.
—¿Dónde vas a ir? —pregunté, encontrando difícil respirar de pronto.
Sus ojos eran hechizantes, manteniéndome en mi lugar mientras se acercaba
un paso.
—No lo sé aún.
—¿Qué pasará con el trabajo?
—Tengo algo de dinero ahorrado, por lo que puedo esperar algún tiempo
buscando. Pero creo que me gustaría estar en las fuerzas de orden.
Otra carrera noble.
—¿Ves? Eres un hombre honorable de pies a cabeza.
Sus labios se curvaron en una sonrisa rabiosa.
—Supongo que lo soy. —De pronto estaba frente a mí, tan cerca que todo lo
que tenía que hacer era inclinarme adelante y estaría tocando su pecho—. No
te mudes con él, Elsie.
Mi irá volvió a rugir.
—Tú no puedes decirme qué hacer —dije enderezando mi columna y
alejándome de su magnetismo gravitacional.
Puso una mano sobre mi cuello.
—No te lo estoy diciendo —dijo gentilmente—. Te lo estoy pidiendo.
Me tomó un momento encontrar mi voz.
—Ya no estás en posición de pedir. —Di un paso atrás y traté de aclarar mi
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mente—. ¿Quieres una cerveza? —pregunté girándome para escapar hacia la
cocina.
Suspiró.
—Seguro.
Nos sentamos en mi diminuta mesa y le pregunté sobre lo que había hecho
en Corea para evitar hablar sobre lo que estaba sucediendo actualmente en
Oklahoma. Henry, por su parte, no sacó a colación mi mudanza con Seth
nuevamente. En cambio apoyó sus codos en la mesa y habló animadamente
sobre sus aventuras tan fácilmente como si estuviera hablando con una vieja
amiga.
Esperé mientras me sentaba alrededor de la mesa, y el pequeño pedazo de
madera fuera suficiente distancia para mantenerme alejada, pero las
palpitaciones erráticas en mi pecho indicaban lo contrario. El árbol había sido
viejo a juzgar por los anillos de crecimiento en la superficie de la mesa, pero
su edad era nada comparado con mi larga historia con el hombre sentado
frente a mí.
La conversación terminó naturalmente alrededor de las tres de la mañana.
Bostecé y me paré, recolectando las botellas vacías de cerveza de la mesa.
—Mierda, es tarde —dijo Henry estirando sus brazos sobre su cabeza—.
Mejor me voy.
—¿Dónde te estás quedando?
—En casa de un amigo en Norman, su sofá huele como un trasero pero es
mejor que el piso.
Lo correcto sería ofrecerle mi sofá pero estaba demasiado asustada sobre lo
que pasaría si lo hacía.
—Bueno ha sido grandioso verte —dije en cambio y caminé hacia la puerta.
Me dio un pequeño abrazo tentativo en el marco de la puerta.
—A ti también.
Cerré mis ojos mientras sentía sus fuertes brazos alrededor mío, alcanzando
imágenes de mi pasada vida por detrás de mis párpados.
—No deberías estar con él —dijo Henry mientras se retiraba.
Pestañeé, mirándolo rápidamente pregunté:
—¿Quién?
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—Con tu novio.
—¿Por qué no?
—Porque no lo amas.
Doblé mis brazos sobre mi pecho. Así de simple Henry volvía a ser un
prepotente.
—¿Cómo diablos sabes eso?
Un lado de su boca se levantó.
—Muchas cosas han cambiado cerca de ti Elsie, pero una cosa es la misma y es
que aún se ven tus emociones en tu rostro. Si lo amarás, no te sonrojarías cada
vez que te toco. —Presionó un frío dedos sobre mi mejilla sonrojada,
probando su punto. Dios, odiaba cuando tenía razón.
—Bueno a quien amo no es realmente tu asunto —dije alejando su mano y
dando un paso hacia la seguridad de mi apartamento—. Buenas noches. —Me
moví más cerca de la puerta cuando sus manos se pusieron sobre su
superficie.
—Sal en una cita con migo.
A pesar de mi corazón acelerado, traté de parecer tranquila.
—Tengo un novio ¿te acuerdas? Recién estábamos hablando sobre él.
Se rascó su cabeza.
—Lo sé —dijo buscando las palabras—. Sólo… te extraño.
Antes, mi corazón hubiese dolido con su confesión; ahora sólo dio una vuelta
con un poco de cautela, asustado de tomar vuelo.
—Aprecio tu honestidad pero…
—Una cita —dijo manteniendo su dedo hacia arriba—. Si luego de la cita
dices que no me quieres de vuelta entonces me iré. Me mudaré a otro estado.
Sacudí mi cabeza.
—No creo que la cita sea buena idea.
—Dame una oportunidad. No tiene que ser una cita. Puedo sólo estar contigo
como un amigo —dijo alcanzando mi mano—. Sé que te puedo hacer más
feliz que ese tipo.
Cierto, pero él también podía llevarme a un gran grado de devastación.

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—Por favor.
Fue esa palabra viniendo del hombre mantón que yo conocía, que finalmente
me hizo reconsiderarlo.
—De acuerdo —dije—, podemos pasar el rato una vez.
Una gran sonrisa iluminó su cara, recordándome al niño que una vez conocí
hace tanto tiempo.
—¿Mañana? —preguntó y depositó un beso rápido en mi mejilla cuando
asentí. Entonces en un pestañeo caminó hacia la noche. Unos segundos más
tarde escuché un fuerte rugido que sonaba sospechosamente como una
motocicleta, el sonido se diluyó en la distancia.

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Capítulo 4​
Conversación pacifica
Traducido por Liaa!!
Corregido por sttefanye

Henry apareció en mi puerta la tarde siguiente, usando un par de pantalones


negros y una larga y ajustada camisa Under Armour, una mochila colgaba de
su hombro.
Miré abajo a mi equipo de pantalones ajustados, un suéter Casimir suelto y
tacones, me pregunté donde habíamos conseguido los cables cruzados.
—¿Pensé que íbamos a ir al museo de los Vaqueros? —pregunté mientras
daba un paso atrás y lo dejaba entrar en el apartamento.
Sonrió y besó mi mejilla, oliendo a sudor fresco.
—Lo siento, las duchas estaban mal en el gimnasio. ¿Puedo usar la tuya?
Intenté no ver los músculos que sobresalían de su camisa apretada y asentí.
—La puerta a la izquierda.
—Sólo serán unos minutos —dijo, deslumbrándome con una sonrisa antes de
salir corriendo.
Traté de mantenerme ocupada viendo un programa de cocina pero mi mente
siempre se iba al tipo desnudo que se encontraba en mi ducha, el agua
resbalando por su piel oliva mojada mezclándose con jabón...
Y me castigué, yo tenía novio y su nombre era Seth y era maravilloso y
gracioso. Henry sólo estaba tomando una ducha como billones de gente lo
habían hecho antes que él.
El hecho de que estuviera desnudo en mi baño no significaba nada.
Pero entonces Henry salió del baño, mojado y desnudo a excepción de la
camisa echa un ovillo que agarraba contra su entrepierna. Estaba segura que
una pequeña bomba nuclear estalló en mis regiones bajas al verlo.
—¿Dónde están tus toallas? —preguntó con una ceja levantada.
Cuidadosa en mostrar mis pensamientos, me paré del sofá y caminé

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cuidadosamente pasándolo hasta el armario de la ropa.
—¿No trajiste una? —pregunté, poniendo una toalla en su pecho, mirando
hacia otro lado y pasándolo mientras tomaba un poco de aire fresco, con un
olor fresco.
—Gracias. Nunca traigo una porque en el gimnasio tienen usualmente —dijo.
Se volteó y caminó hacia el baño dándome intencionalmente una vista sin
obstáculos de su enorme trasero y músculos bien formados.
—¡Henry ponte algo de ropa! —Lloré y me volteé. Sus risas hicieron eco en el
baño antes de cerrar la puerta.

***
Diez minutos después ya estábamos en camino a nuestro destino. Llevaba
unos jeans negros, unos zapatos negros y una camisa morada con algunos
botones desabrochados debajo de un suéter gris y se había afeitado. Estaba un
poco triste de ver su rastrojo irse, pero Henry bien afeitado era
dolorosamente hermoso en todo su derecho.
No importa realmente, me dije, porque yo tengo novio. Como se veía Henry
no importaba. Sólo éramos amigos que íbamos a pasar el rato.
Pero aun así se veía muy apuesto manejando su Volvo S80 usado que había
comprado recientemente en el museo de arte de la ciudad de Oklahoma. No
pude evitar las miradas furtivas hacía él y lo culpable que me hizo sentir.
Pagamos por nuestros boletos por separado por que insistía en que si me
pagaba el mío sería como una cita. Armó una pelea pero decidí mantenerlo
todo platónico hasta el fin. Era un capricho del universo, seguro, pero era
también porque cuando realmente quería algo, nunca me rendía.
Íbamos caminando por la Exhibición de Vidrio del Valle Chihuly cuando
pregunté:
—¿Por qué aquí? —Nos aproximamos a un muro de vidrio de varios colores y
formas que parecían criaturas de agua congeladas.
—Este es el sitio más platónico en el que pude pensar —dijo mirándome
antes de poner su atención en el arte—. Sabía que ninguno de los dos había
estado aquí antes así que no habría recuerdos que te hicieran sentir
incómoda.
Caminamos por un pasillo estrecho, de techo bajo con las esculturas de vidrio

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que captaban un brillo alrededor de nosotros.
—¿Los recuerdos no te ponen incómodo?
Caminamos en medio de un pasillo vacío y paramos. Miró a las esculturas
desnudas.
—No —dijo—. Nuestras memorias me dan paz. Un sentido de identidad.
Miré el caleidoscopio de colores en su cara.
—¿Te has encontrado a ti mismo, Henry? —pregunté suavemente, con miedo
a la respuesta.
Sus ojos se encontraron con los míos y asintió.
Me sentí aliviada pero también con un enorme sentido de duda.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque puedo sentirlo —dijo él, poniendo mi palma en su pecho—.
Descubrí muchas cosas sobre mí, cosas que nunca sabría si aún estuviéramos
juntos.
—¿Cómo qué?
—Como el hecho de que amo Firefly.
Miré hacia arriba.
—Ya lo hacías antes.
—Lo sé —dijo con una sonrisa—, pero nunca supe si fue porque a ti y a Jason
les gustaba o si fue por mi honesta y buena opinión.
Apreté su mano.
—Henry nunca quise tomar tu vida —dije—. Sólo quería ser parte de ella.
Sacudió su cabeza, sus cejas juntas.
—No fue tu culpa Elsie. Yo soy el idiota que arruina todo, que piensa
demasiado, que hace todo un desastre. —Se volteó a verme, haciendo volar
mariposas en mi estómago—. Conozco a este tipo, toda su vida amó a esta
chica, que era perfecta en todos los sentidos, pero cuando finalmente era suya
y eran muy felices él fue y arruinó todo.
Tragué el sollozo que estaba a punto de estallar. Pestañeé para alejar las
lágrimas que empezaban aflorar. Perseguí lejos la esperanza de que mi
corazón fuera a explotar.

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—Pero la cosa de la que este tipo se dio cuenta después de lograr la paz con sí
mismo es que aún seguía perdido por su chica. Como viviendo sin uno de sus
fémures, se sentía incompleto sin ella —dijo, repitiendo mis palabras de
vuelta en Monterey.
Lo alejé y caminé lejos de ese maldito pasillo romántico, asustada por sus
palabras y por lo que le hizo al muro en mi corazón.
—¿Elsie?
—No sé cómo creerte. —Me empecé a mover más rápido, por miedo a que si
dejaba de mover mis piernas cederían.
—Elise, para —dijo, agarrando mi muñeca, pero me aparté. Esta no-cita, en lo
que a mí respecta había terminado.
***
—¿Escuchaste mis cintas? —preguntó Henry mientras me llevaba a casa.
Miré afuera de la ventana del copiloto.
—Si —dije.
—¿Y bien?
—¿Y bien qué? —dije, viéndolo finalmente—. ¿Qué querías que dijera?
—Que me perdonas.
Levanté mis cejas.
—Oh, ¿esa era tu disculpa? Deberías saber que me hiciste una cinta mezclada.
Suspiró mientras se estacionaba en mi complejo de apartamentos.
—Lo entiendo, no vas a hacer esto fácil.
—Ja. —Como si hubiera hecho fácil cualquier cosa para mí. Salté del carro
antes de que pudiera abrirme la puerta y entré a mi apartamento.
Henry estaba caliente en el piso, en mi espacio.
—Bueno te di una oportunidad. ¿Ahora te podrías ir? —dije mientras luchaba
por meter la llave en el agujero.
—¿Es eso lo que en realidad quieres? —preguntó.
Miré a otro lado, incapaz de ver el dolor que reflejaba su cara.
—Eso es lo mejor para mí ahora.

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—Está bien.
Mis ojos se abrieron de sorpresa.
—¿Está bien? —pregunté—. ¿Pensé que dijiste que ibas a luchar como el
infierno para recuperarme?
—Estoy escogiendo mis batallas —dijo—. Tengo el resto de mi vida para
ganarte otra vez.
No sabía si quería que él siguiera intentando pero una cosa es cierta: aún lo
amaba, aun cambiando como era, nunca podría dejar de amar a Henry Logan.
—Pero antes de que me vaya, ¿me acompañaras a Dallas la siguiente semana?
Eso me trajo de regreso.
—¿Qué hay en Dallas?
—Hay alguien que quiero que conozcas.
—No es una novia ¿verdad? —pregunté, la idea me llenó de pavor y una
rabia abundante.
Soltó una risa pequeña.
—Eso sería un movimiento idiota.
—No me extrañaría de ti —dije, me sentía como una niña de cinco años,
aunque a veces decir lo que te pasa por la mente es algo terapéutico.
Asintió.
—Cierto, pero no es una novia. O una prometida. O una esposa.
—¿Entonces qué?
—Ven conmigo y verás.
La idea de un viaje con Henry parecía riesgosa.
Tres horas a solas con él sin nada que hacer más que hablar, iba a hacerle un
severo daño a mi salud.
—No creo que eso sea una buena idea.
—¿Qué te parece si paramos en Braun's en el camino de ida y en el camino de
regreso? —preguntó.
—¿Tentándome con helado? —dije—. Eso es un golpe bajo.
Alcanzó y tomó mi mano.
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—Lo amarás, lo prometo.
Miré su cara y vi lo mucho que había cambiado en un año. Aún era
reconocible, pero noté pequeños cambios en él, sabía que estaba en un
momento feliz en su vida. A pesar de mis reservas, sentí la necesidad de
conocer a este nuevo Henry aunque fuera sólo para satisfacer mi curiosidad.
—Bien, iré.
Sonrió.
—Usa ropa abrigadora —dijo después de mover suavemente su mano e irse.

***
Seth llamó esa noche, preguntando como estuvo mi domingo. No le dije que
Henry estaba en la ciudad, sólo le dije que salí con un amigo, lo que
técnicamente no era una mentira. Pero sabía que una pequeña mentira podía
convertirse en una avalancha de mentiras, así que le conté de Henry para
evitar aburrirme.
Seth estuvo mucho tiempo en silencio antes de terminar mi confesión.
—Así que él te acompañará hasta el sábado.
—Eso es lo que dijo —le dije con un poco de remordimiento en mi estómago.
Seth era un buen tipo pero no merecía una novia que aún amaba a alguien
más—. Lo siento Seth yo no quería mentirte sobre eso.
Seth aclaró su garganta.
—¿Crees que realmente se vaya?
—Eso espero.
—¿En serio? ¿De verdad? —dijo—. No soy ni ciego ni sordo, Elsie. Sé lo que
está pasando aquí. Puedo notar algo diferente en ti.
—Sólo necesito un poco de tiempo para absorber todo.
—¿No te vas a mudar conmigo, verdad? —preguntó.
Suspiré. Ya sabía la respuesta. Incluso antes de que Henry volviera a mi vida
—No lo creo, no.
—¿Vamos a romper?
Mis ojos se humedecieron al pensarlo.
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—¿Eso es lo que quieres?
—No, claro que no. No te lo he dicho, pero te amo —dijo, rompiendo mi
corazón. Ahora sabía sus profundos sentimientos hacía mí—. Así que no, no
quiero que rompamos, pero debemos, porque tú no sientes lo mismo por mí.
—Realmente quisiera que sí —dije—. Quiero estar contigo.
Suspiró y vio a través de mí y de mi intento a medias de nuestra relación.
—No, tú quieres estar con Henry.
Él tenía razón, así que terminamos.

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Capítulo 5
Misión asignada
Traducido por Glenda
Corregido por Sarii

El timbre sonó la mañana del sábado a las nueve en punto, llevaba un par de
vaqueros oscuros, y una camisa naranja bajo una chaqueta de cuero negro, y
un par de botas negras gastadas.
¿Estás lista? preguntó sin molestarse en entrar.
¿Funcionará? le pregunté abriendo mis brazos mostrando mis vaqueros,
unas botas altas y un suéter de cuello alto color púrpura. Él sonrió mientras
me recorría con la mirada.
Casi dijo, pero no dio más detalles. Él me sostuvo . Arriba, vámonos
Lo sabía le dije mientras me llevaba a una motocicleta Harley. Era roja,
negra y cromada, y tan larga como la vida. Por cierto peligrosa para mi salud.
Es una Softail Deluxe. La compré el día en que llegué. En el asiento había
dos cascos y una chaqueta de cuero negra. Levantó la chaqueta y caminó a mí
alrededor . Intenta probártela.
Deslicé mis brazos en el cuero suave como mantequilla y di la vuelta para
mirarlo.
Se adapta perfectamente dije . ¿De tus ex’s?
Por así decirlo dijo . Tuya. Cerró la cremallera lentamente, sus nudillos
rozaron ligeramente mis pechos mientras se deslizaban, hasta que
aparecieron los broches de presión en el cuello. No sabía si era la chaqueta o
la proximidad de Henry, pero de repente me sentí toda caliente . No me
puedo quedar con esto.
Sip, sí puedes dijo, cerrando la cremallera de su chaqueta . Piensa en ello
como un regalo tardío por tu cumpleaños y por las Navidades.
Jugué con los volantes de la parte baja de la chaqueta, lo que le daba un
aspecto coqueto y femenino, lo que de otra forma sería una chaqueta
andrógina.

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Gracias. Es exactamente lo que yo hubiese comprado.
Me lanzó una sonrisa.
Lo sé dijo, luego extendió un pequeño casco.
Sabes que esto va a arruinar mi cabello, ¿verdad? le pregunté, pasando el
casco cuidadosamente por encima de mi cabeza. Gracias por tener un
hermoso cabello hoy.
Va a ser una pena dijo antes de bajar de un tirón mi visor. Se subió a la
moto y me dedicó una sonrisa, todo músculo, metal y pura confianza. Nunca
había lucido tan sexy. Yo lo podía contemplar detalladamente en la intimidad
de mi casco.
Móntate dijo y bajó su visor de su casco.
Nunca me había montado en una moto antes, así que no sabía ni cómo
acercarme a la bestia metálica. Me acerqué despacio, con un poco de miedo
de lo que me pudiese suceder. Él se echó a reír.
Puedes usar clavija para pasar por encima.
Está bien. Me acomodé detrás de él y envolví mis brazos a su alrededor,
sintiendo toda su musculatura sólida a pesar de todo ese cuero . ¿Vamos a
hacer todo el camino a Dallas en esto? Él asintió.
Es un buen día. Creo que podremos estar allá en unas tres horas a los sumo.
Apretó mi brazo . Si necesitas que pare, me das dos palmaditas en el
pecho.
¿Cómo diablos me voy a aguantar por dos horas enteras? pregunté. Ya
mis músculos me dolían de estar agarrándome de él.
Se giró para mirarme.
No me tienes que tener tan apretado. Una vez que nos pongamos en
marcha, puedes inclinarte un poco hacia atrás y relajarte dijo . No te
preocupes. Nunca dejaría que te pase nada añadió y bajó su visera. Unos
segundos más tarde, la moto cobró vida.
Asentí. Estábamos en marcha.
El viaje fue más suave de lo que esperaba. Después de notar que no íbamos a
chocar cada vez que doblábamos una esquina, finalmente me relajé y solté mi
agarre. Estaba muy agradecida del respaldo, el cual evitaba que saliera por los
aires cada vez que aceleraba.
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El viaje no nos dio nada de tiempo ni medios para hablar, lo cual fue una
especie de alivio. Realmente no tenía forma de hablarle acerca de Seth sin
que sonara como que la ruptura era por culpa suya, aunque realmente lo era.
Henry ya tenía un exceso de confianza, no necesitaba algo más para inflar su
ego. Por ahora, voy a jugar esta carta cerca de mi pecho.
Alrededor de una hora, tomamos un descanso en Gainesville, Texas, para ir al
baño y estirar un poco los músculos por unos minutos.
¿Por qué dejaste la vida militar? le pregunté mientras giraba mi cuello .
Nunca comentaste nada.
Henry pasó una de sus manos por el pelo.
No me echaron si es lo que estás preguntándote.
¿Entonces, qué?
Vivir en Corea me hizo darme cuenta de algunas cosas respecto a mí, acerca
de mi vida. Tenía muchas idas y venidas, no estaba muy seguro de si
realmente quería irme.
¿Qué te hizo finalmente hacerlo?
Su mirada era firme.
Tú dijo y se puso rápidamente su casco.
¿Qué? ¿Qué quieres decir? pregunté pero él prefirió no oír . Tú
simplemente no puedes decir algo como eso…
La moto cobró vida, eficientemente cortando toda conversación.
Completamente molesta, me subí detrás de él y le golpeé en la parte de atrás
del casco. No podía estar segura, pero creo que se estaba riendo cuando nos
sacó del estacionamiento.
Eran casi las once y treinta cuando salíamos de la autopista interestatal y
entramos en un barrio suburbano lleno de casas de ladrillo. Nos detuvimos en
frente de una hermosa casa de dos pisos con columnas blancas que
franqueaban una puerta roja. Nos bajamos de la moto y nos quitamos los
cascos y traté arreglarme el pelo girándolo hacia arriba en un moño.
¿Qué quisiste decir allá atrás? le pregunté mientras lo seguía hasta la
entrada de concreto.
Miró por encima del hombro con un falso fruncimiento del ceño.

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No sé lo que quieres decir dijo, y tocó el timbre.
Sabes lo que quiero decir me quejé. Quería decir más pero una alta mujer
abrió la puerta. Ella estaba bronceada, con el pelo tirado hacia un lado en una
cola de caballo desordenada con estilo y tenía los ojos azules más hermosos
que había visto nunca.
Mi corazón se paró ante la visión de ella, quienquiera que fuese.
¿Henry? preguntó con una sonrisa emocionada. Él le tendió la mano, pero
ella achicó la distancia y le echó los brazos al cuello en su lugar . Estoy tan
contenta de conocerte al fin.
Henry se apartó.
Creo que realmente nos habíamos visto antes. ¿En Florida?
Sus ojos se abrieron como platos.
Tienes razón. Lo siento, eso fue hace mucho tiempo dijo . De todos
modos, entren. Soy tan grosera.
Entramos y fuimos recibidos por un aroma a manzana y canela. La casa
estaba hermosa, con muebles cómodos y con una sensación de cabaña de los
viejos tiempos. Mis ojos se abrieron ante la colección de figuras de aves en la
repisa de la chimenea. Debe de haber habido varias docenas de ellos en
diferentes formas y materiales.
Oh, lo sé, es un poco cursi dijo la mujer cuando me vio mirando . Las
aves son algo así como mi emblema.
Asentí, de repente decidí que ella, fuese quien fuera me agradaba. Ella era
muy soleada como para odiarla, incluso si ella y Henry estuviesen
involucrados.
La mano de Henry hizo presión en la parte baja de mi espalda.
Esta es Elsie
Yo soy Julie dijo la mujer, dándome un apretón de manos . Es muy
agradable finalmente conocerte. Jason me habló mucho de ti.
Mi piel se estremeció y sentí frío y calor al mismo tiempo.
¿Jason? susurré. Y oré para que Julie me dijese que Jason había estado vivo
todo este tiempo, viviendo solamente dos horas al sur de mí.
Sentí en mis manos un apretón de Henry. Miré hacia abajo los dedos

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entrecruzados, sin saber qué era lo que iba a tomar lugar.
Ella y Jason estaban saliendo cuando él fue asesinado dijo.
¿En serio? le pregunté, mis ojos volvieron a la cara bonita . Yo no sabía
que él estuviese saliendo con nadie.
Habíamos estado saliendo de forma intermitente desde la universidad
dijo Julie. Nos hizo señales para que nos sentáramos y ella hizo lo mismo .
Yo vivía en Nueva York hasta tres años atrás cuando me mudé a Dallas por
trabajo. Y al final, Jason vivía a pocas horas de distancia. Empezamos a vernos
unos pocos meses antes que despegara. Inclinó la cabeza, perdiendo la
sonrisa radiante de su rostro. Sus grandes ojos azules se llenaban de lágrimas
cuando de repente exhaló y se levantó . Realmente siento mucho tu pérdida.
Su muerte fue tu pérdida también dije al instante, y nuestros ojos se
miraron, y tuve el presentimiento de alguna forma que ella y yo seríamos
amigas. No sabía cómo lo sabía, sólo sentí un parentesco con ella a través de
nuestra perdida.
Ella parpadeó y sacudió su tristeza.
De todas maneras, ¿quieren un trago? ¿O tal vez un poco de pastel de
manzana?
Yo estoy hambriento dijo Henry. Se puso en pie y se dio unas palmaditas
en el estómago . ¿Te gustaría un poco de ayuda?
Seguro, gracias dijo y los dos salieron, dejándome sola en la sala de estar.
Me paré y miré nuevamente los pájaros, mis ojos pararon en una pequeña
águila de cristal con las alas extendidas como si fuese a tomar vuelo. Era
diferente de las otras aves, las cuales eran un poco cursis y bonitas, y me
preguntaba si tal vez Jason se la había dado a ella.
Yo estaba al punto de tocar la punta de su ala de cristal cuando una pequeña
voz dijo detrás de mí:
¿Quién eres?
Me di media vuelta para encontrar a un pequeño niño alrededor de los cuatro
años parado junto a la mesa de café. Tenía una cara redonda, con un suave
pelo rubio, y una sonrisa familiar.
Hola dije . Mi nombre es Elsie.
Se dirigió directamente a mí con su manita extendida.
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Mi nombre es Will dijo y me estrechó la mano como un pequeño hombre.
Contuve mi sonrisa.
Encantada de conocerte, Will. ¿Julie es tu mamá?
Él asintió.
Pero no tengo papá dijo solemnemente . Mi mamá dice que murió en
Afganistán.
Mi corazón cayó a mis pies y la sangre subió a mi cabeza.
¿Qué?... ¿Cuál es el nombre de tu padre?
Jason, como mi segundo nombre dijo el niño orgulloso . Yo soy William
Jason Keaton.
Will.
Ambos giramos nuestras cabezas al sonido de la voz de su madre, y mis ojos
inmediatamente conectaron con los de Henry. Él miró a Will y luego a mí, y
me dio una leve inclinación de cabeza y una sonrisa.
Supongo que conociste a Will dijo Julie, colocando una bandeja en la
mesa. Ella le tocó el pelo rubio del pequeño, del mismo color que el de Jason
. Will este es Henry Logan. Era el mejor amigo de tu padre.
Las lágrimas llenaron mis ojos y me di la vuelta para ocultar mi cara.
Encantado de conocerte, Henry oí decir a Will.
Estoy muy feliz de conocerte, Will dijo Henry, con voz cada vez más
cerca. El tocó mi hombro . Esta es tu tía Elsie.
Me tomé unos segundos para recuperarme antes de volver a mirar a mi
sobrino.
Jason tenía un hijo.
Hola le dije con voz temblorosa. Julie me dio un pañuelo y me miró con
gratitud y respeto recién descubierto . ¿Jason lo sabía? susurré.
Julie asintió y tomó un pañuelo de papel para ella, secándose la comisura de
los ojos
Le dije el mismo día que… Ella frunció los labios, incapaz de continuar.
Recibí un correo cuando estaba en Osan dijo Henry, tratando de tener un

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poco de frivolidad . Julie me dijo que me estaba buscando, ella realmente
quería que conociera a su hijo. Le hablé de ti Els.
¿Estás seguro? A pesar de que hice la pregunta ya sabía la respuesta. Esa
sonrisa afable y frente abierta, el niño era el vivo retrato de mi hermano.
No hubo nadie más dijo Julie, se sentó en el sofá y tomo a Will en sus
brazos . Jason y yo incluso hablamos de casarnos.
Me giré hacia Henry.
¿Mis padres lo saben?
Todavía no dijo . Pensé que a lo mejor tú querrías contarles.
Me sobrevino una oleada de sentimientos cuando miré a Henry,
preguntándome como había podido manejarme sin él durante tanto tiempo.
Pensé que a lo mejor, como una grabación, puse mi vida en pausa mientras
esperaba por su regreso.
Me giré hacia Julie y a la maravilla que se encontraba en sus brazos.
¿Puedo abrazarte? le pregunté a Will. Cabeceó ligeramente y se acercó.
Envolví mis brazos alrededor de él, su pequeño cuerpo, aun tan pequeño
llenó toda mi vida. Él me devolvió el abrazo y me apretó el cuello sólo de la
forma en que un niño puede. Cuando se separó, tocó uno de los contornos de
mi cara, justamente como su papá solía hacer y mi corazón explotó de amor.
Le hice cosquillas a los lados y me relevé en el abandono de su risa, tomando
un poquito de él para mí misma. Jason podría haber muerto lejos allá en
Afganistán, pero una pequeña parte de él sobrevive en Dallas donde vivió
durante su niñez.

***
¿Estás bien? preguntó Henry después que hiciéramos todo el viaje de
vuelta a mi apartamento.
Estoy mejor que bien dije buscando mis llaves. Sacudí mi cabeza,
pensando en los acontecimientos del día . Soy tía.
Sí lo eres.
Sonreí hacia él.
Gracias por llevarme. Esa fue la más maravillosa de las sorpresas.
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Me alegra que te gustara dijo metiendo sus manos en sus bolsillos.
Abrí la puerta, entré, y me detuve.
¿Vas a entrar?
Se encogió de hombros.
No sabía si querrías que entrara.
Cogí para él una cerveza y para mí una botella de agua y nos sentamos en la
mesa de comer una vez más.
Entonces un Volvo y una Harley dije . ¿Qué tan bipolar eres?
Compré la Harley el día que regresé, y el Volvo, bueno, me imaginé que iba
a necesitar algo que suavizara, que creara un balance con mi imagen de
muerte metal.
Me gustan los dos.
¿Incluso la motocicleta? preguntó esperanzado.
Especialmente la motocicleta dije . Es algo sexy.
No dijo nada, sólo se quedó mirándome con alegría en sus ojos.
Bueno cuéntame, Nuevo Henry dije, apuntándolo con mi botella . ¿Qué
hay de diferente contigo? Tomé un sorbo de agua, esperando por su
respuesta.
Bueno, empecé a pintar.
Escupí toda el agua por la mesa.
¿De verdad? No sabía que fueras un artista.
Él se rió.
En efecto, realicé algunas pinturas en la secundaria. Luego, tomé clases de
pintura abstracta en Corea porque estaba aburrido, y me pregunté si debería
retomarlo.
¿Puedo ver algunas de tus piezas?
Ni pensarlo dijo . Bueno, tal vez algún día. No son nada especial.
Sonreí pensando que cualquier cosa que Henry dijese sería lo opuesto a nada
especial.

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Bueno que quisiste decir en Ginesville comencé, sabiendo que no tenía
lugar a donde correr. Estaba segura; miré hacia la puerta principal . Que
saliste de la armada por mí. ¿A qué te referías?
Sus fosas nasales se dilataron.
No es nada importante. No tenía que haber dicho nada.
¿Por qué no debería de importar? Tiene que ver conmigo.
¿Por qué estas con otra persona? dijo . No hago nada bien diciéndote que
he renunciado porque quería hacerte mi primera prioridad, que no quería
estar separado de ti por más tiempo. ¿De qué serviría si te digo que continúo
enamorado de ti y que te seguiría a cualquier lugar donde tú vayas?
Yo estaba sonriendo en el momento que había terminado.
Tienes razón dije . No serviría de nada.
Eso es lo que he pensado dijo jugando con la etiqueta de la cerveza.
Excepto que Seth y yo hemos terminado.
Levantó la cabeza.
¿Qué?
Me has escuchado.
Se movió en su asiento, buscando algo en el bolsillo de su pantalón. Un
segundo después, colocó un objeto en la mesa con estruendoso golpe,
ocultándolo con su mano.
¿Qué tienes ahí? pregunté nerviosamente.
Levantó la mano y reveló una piedra algo suave en forma de estrella.
Pensé que la habías perdido dije, levantándola y girándola en mis manos
recordando el día que la encontré. Estaba sentada en la arena, pensando sólo
en Henry cuando sentí algo debajo de mi muslo. Tomé la roca y pensé que era
un símbolo adecuado ya que tanto el chico y la roca eran un dolor en mi
trasero.
Pensé que lo había hecho, pero limpiando mi armario antes que me
asignaran a Corea lo encontré en una zapatilla vieja. Me miró por un lago
tiempo . ¿Te acuerdas de lo que me dijiste ese día en la playa?
Que eran lo mismo en el centro.

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Eso, pero también me lo diste para que pudiera acordarme de ti.
Gentilmente me quitó la roca de mis dedos . El día en que vi esa roca
nuevamente, me acordé de ti. La encontré nuevamente en el momento exacto
en que te necesitaba. Encontrar esta roca nuevamente fue una señal del
universo que tenía que regresar a ti antes que fuera demasiado tarde.
Colocó la roca en la mesa entre los dos.
Esta mañana sabía que era demasiado tarde, pero puse de todas formas la
maldita roca en mi bolsillo. Te la iba a dar como regalo de despedida cuando
finalmente me dijeras que me fuera, por lo que cada vez la mirases, podrías
recordarme. Miró hacia la roca y luego hacia mí . Dime que me quede con
la roca Elsie susurró.
No podía apartar la mirada que nuestros ojos sostenían. Quería mucho creer
en él y en sus hermosas palabras.
¿Cómo sabré que no volverás a dejarme e irte en busca de otro camino para
encontrarte?
Negó con la cabeza.
No lo haré. Dame una oportunidad de demostrártelo.
Ya te di una oportunidad y lo arruinaste.
Entonces dame otra dijo con firmeza. Se levantó de su asiento y se puso
de cuclillas delante de mí . Sólo dame… tres citas para compensártelo y
eliminar cualquier duda de tu mente. Y al final de esas tres citas, si continuas
sin creerme que estoy aquí para quedarme, entonces te devolveré la roca.
Eso es un trato viejo, Henry dije con una ceja levantada . Uno que
perdiste.
Voy hacerte un trato mejor dijo, apoyando sus manos sobre las piernas .
Lo voy apostar todo.
Quiero la motocicleta si pierdes dije con una sonrisa.
Puedes tener el Volvo si quieres también.
Está bien.
¿Está bien? preguntó con los ojos muy abiertos . Dame tres días ¿y te
podré llevar a cualquier parte y hacer cualquier cosa?
Dentro de lo razonable.
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¿Cualquier cosa? preguntó con una sonrisa descarada y levantando una
ceja.
Me reí.
Hasta cierto punto.
Puedo darte ese punto.
Le golpeé en el brazo y se rió, sintiendo un renovado sentido de optimismo.
Mi auto preservación me gritaba que me pusiera a salvo, pero la otra parte, la
de correr hacia atrás sin miedo ni armadura, no quería otra cosa que darle
una oportunidad. Todo el mundo, incluso el hombre que había devastado por
completo mi corazón, merece una segunda oportunidad, ¿verdad?
A pesar de las lágrimas que había derramado en el último año y medio, y los
votos que me había hecho a mí misma de no salir nuevamente lastimada, en
el fondo sólo era una chica optimista. Continuaba esperando el felices para
siempre junto a Henry, maldita sea. Si eso me hacía estúpida, pues que así
fuese.
Bueno, Nuevo Henry comencé con el corazón tronándome . Tu tarea es
hacerme enamorar de ti en tres citas o menos. ¿Crees que lo podrás manejar?
Yo voy a hacer más que manejarlo dijo con esa mirada terca que conocía
tan bien. Le dio un apretón a mis piernas mientras se levantaba y caminaba
hacia la puerta . ¿Y Elsie?
¿Sí?
Desafío aceptado.

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Sinopsis
El futuro llama...
Elsie le ha dado a Henry tres oportunidades para volver a ganar su confianza,
pero antes de que él sea capaz de completar el reto, ella se encuentra frente a
una decisión que le cambiará la vida.
Elsie debe hacerse a sí misma una importante pregunta: ¿Henry es sólo una
cosa del pasado, o él tiene un lugar en su futuro?
Conclusión de la historia entre Henry y Elsie.

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Capítulo 1
Primera cita
Traducido por Palbameca
Corregido por francatemartu

Me desperté con una sonrisa. Por primera vez en mucho tiempo, ese dolor
que había fijado su residencia en mi pecho estaba ausente, estaba llena de
optimismo y de un sano sentido de curiosidad. Le había dado a Henry Logan
tres citas para hacerme confiar en él y las posibilidades me dejaban un
cosquilleo de emoción. Nuestra primera cita no estaba programada hasta el
próximo sábado, así que tuve que sufrir durante toda la semana. El fin de
semana no podía llegar lo suficientemente rápido.
Por supuesto que estaba impaciente. El amor de mi vida había vuelto y estaba
activamente tratando de recuperarme. Si eso no hacía que desease que llegara
el sábado no sé qué lo haría.
Salté de la cama, ansiosa por comenzar el día. Después me duché y me vestí
para el trabajo, me encontré con un mensaje de texto de Henry en mi
teléfono.
No puedo dejar de pensar en ti.
Esas siete simples palabras se quedaron conmigo durante todo el día,
manteniendo la vela dentro de mí parpadeando con un pequeño brillo feliz.
La sensación no duró mucho. Después del almuerzo, recibí una llamada a mi
teléfono de un número desconocido.
—¿Hola? —dijo la voz femenina—. ¿Puedo por favor hablar con Elsie
Sherman?
—Soy yo —le dije, sosteniendo el teléfono en mi hombro mientras
continuaba trabajando en un proyecto web.
—Hola Elsie, se trata de Rebecca Holt de Shake Diseñadora en Denver.
Yo estaba tan sorprendida que se me cayó el teléfono. Me había olvidado por
completo de las aplicaciones que había enviado a mediados del año pasado,
cuando estaba desesperada por salir de Oklahoma. No me importaba a dónde
fuese el tiempo que estuviese fuera del estado, lejos de todos los recuerdos.

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Rebecca era la única que me había llamado. La conversación telefónica había
ido bien y aunque no estaban contratando actualmente, dijo que había
guardado mi currículum vitae en archivo.
Yo no había pensado en esa llamada hasta ahora.
Me obligué a respirar de nuevo. Saqué el teléfono.
—Hola Rebecca. Lo siento por eso.
—No hay problema —dijo—. La llamaba por una posición de directora de
diseño y arte. Es una posición híbrida, creada para nuestra última diseñadora
pero desde entonces se ha mudado.
Yo no podía creer lo que oía. Era exactamente el trabajo que había estado
tratando de convencer a mi jefe de crear para mí, pero no pudo debido a la
debilitada economía.
Rebecca describió el trabajo y dijo:
—Recibimos su hoja de vida el año pasado y nos quedamos realmente
impresionados. Ahora que una posición se ha abierto, nos gustaría ofrecerle
el trabajo.
Hablé en voz baja para no ser oída por casualidad.
—¿Y el sueldo? —Que se joda el tacto, necesitaba hechos. Había demasiado
en juego como para irme por las ramas.
Rebecca echó una cifra que hizo que mis oídos se quemaran. Mierda. Era, no
hace falta decir, considerable.
—Gracias, señorita Holt —le dije—. ¿Podría darle una respuesta dentro de
unos días?
—Por supuesto —dijo Rebecca—. Pero necesito una respuesta antes del
viernes a más tardar.
Cinco días para decidir dejar el amor de mi vida por un trabajo de ensueño,
no parecía suficiente tiempo.
—Gracias. ¿Cuándo voy a tener que empezar si acepto?
—En tres semanas.
Mi corazón cayó a mis pies.
Le di las gracias de nuevo y terminé la llamada. Después me quedé mirando
la pantalla del ordenador, sentí que el mundo se movía a la velocidad de la

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luz.
Afortunadamente Henry no mandó un sms o hizo una llamada hasta esa
noche cuando yo estaba cocinando la cena.
—Hola, ¿qué estás haciendo? —preguntó.
Lo puse en modo altavoz y continué cortando las verduras con venganza.
Casi sentí lástima por las zanahorias y los pobres pimientos.
—Carne salteada —le dije. La sartén siseó cuando lancé las verduras.
—Mmm. Puedo olerlo desde aquí.
—¿Qué tienes?
Resopló.
—Fideos Ramen.
—Oh, siento escuchar eso —le dije. Escogí una zanahoria y la mordisqueé,
mientras que el resto de la comida era cocinada.
—Por favor, invítame otra vez.
Me reí en voz alta ante el tono de anhelo en su voz.
—No puedo. Podría considerarse como una cita.
—No, no —dijo—. Eres sólo una muy buena samaritana alimentando a los
hambrientos.
Sus grabaciones vinieron a la mente entonces y lo que había dicho acerca de
venir a casa la noche después, sin nada que comer, sólo los fideos ramen o
burritos congelados. Mi corazón dolía al pensar.
—Está bien, ven.
—¿En serio?
—Tienes quince minutos para llegar hasta aquí si no me lo voy a comer todo.
—¡Estoy en la puerta ahora mismo! —dijo, y oí el portazo.
A pesar de que el camino de la casa que alquilaba estaba por lo menos a
diecisiete minutos, escuché el estruendo de su motocicleta diez minutos más
tarde.
—No deberías acelerar en esa cosa —le dije cuando abrí la puerta y lo dejé
entrar.
Me agarró por la cintura y me abrazó.
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—Hombre, me moría por hacer esto todo el día —suspiró contra mi pelo.
No podía pensar en sus brazos, por lo que lo aparté y me dirigí a la cocina.
—Espero que haya hecho suficiente.
Me dio una mirada significativa.
—Cualquier cosa que me puedas ofrecer es suficiente.
Nos sentamos en el suelo, apoyados en mi sofá como de costumbre, con los
platos de sofrito y arroz en nuestro regazo. Por lo general hacía suficiente
comida para al menos dos veces y por suerte lo suficiente para incluso
alimentar a un hombre hambriento de tamaño considerable.
Cuando hubo terminado, Henry colocó su copa sobre el suelo y suspiró.
Apoyó la cabeza en el sofá y me miró. Se veía tan contento en ese momento
que decidí que no podía decirle sobre el trabajo todavía por lo que sólo imité
su postura e intenté tomar el sol en ese pedacito de cielo.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó con una sonrisa perezosa. Extendió la
mano y tomó la mía, trazando círculos en mi palma con el pulgar.
—Bien —le dije—. ¿Y el tuyo?
—Bueno, he oído de nuevo sobre el Departamento de Policía de Oklahoma
City hoy —dijo, con los ojos brillantes—. Iré mañana para hacer una prueba
física y escrita.
—Así que realmente lo estás haciendo. —Parecía muy emocionado ante la
perspectiva de convertirse en un oficial de policía. Desde luego, la solicitud
junto con el acuerdo de la casa de alquiler que había firmado sólo significaba
que estaba atado a Oklahoma ahora.
Sonrió.
—Realmente lo estoy haciendo.
—Ya sabes, no creo que ese uniforme vaya a ser ni de lejos tan sexy como tu
uniforme de campaña, pero supongo que tendrás que hacerlo —le dije,
porque coquetear era más fácil que pensar.
Él arqueó una ceja.
—Todavía tengo algunos uniformes de campaña en alguna parte. Me pondré
el mío si llevas tu disfraz de Tomb Raider.
—Todavía estás hablando de eso —le dije con una sonrisa.
—¿Qué? Fue increíble. —Levantó mi mano y la besó—. Eres increíble. —La
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expresión de su rostro se suavizó y de repente supe exactamente a donde se
dirigía: íbamos a toda velocidad directamente a los problemas.
Liberé mi mano de su agarre y reuní los cuencos.
—Tú lavas los platos —le dije, entregándole la pila.
Se puso de pie.
—Pequeño precio a pagar.
Treinta minutos después de haber lavado, secado y guardado todos los platos
y utensilios de cocina.
—Hecho —dijo, limpiándose las manos secas y colgando la toalla.
Me enderecé en el mostrador donde había estado observando todo el tiempo.
—Creo que es hora de que me vaya —dijo.
Me mordí el labio y asentí.
En la puerta, se volvió y se inclinó para darme un beso en la frente.
—Gracias por dejarme invitarme a cenar.
—Es una tradición —le dije encogiéndome de hombros—. No parecería
correcto si no te invitas a ti mismo a cenar con un Sherman.
Una sombra de una sonrisa se dibujó en su boca.
—¿Escuchaste todas las grabaciones?
—Sí. —Así que tal vez incluso las escuché más de dos veces, pero él no tenía
por qué saber que me había aferrado a sus palabras como boyas para no
hundirme en las profundidades de la desesperación. El hecho de saber que
me había amado, en absoluto había conseguido que pasara la noche en vela
en más de una ocasión.
—¿No te acuerdas de la noche en mi fiesta de graduación de la universidad?
—preguntó, sus ojos revoloteando en mi cara.
Negué con la cabeza.
—Me gustaría hacerlo.
Me atrajo hacia él con un suspiro.
—A mí también.
—¿Quieres las grabaciones de nuevo? Las tengo en mi dormitorio.

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—No, quédatelas. Tú eres la guardiana de mis secretos.
Contuve la respiración y luego dejé que todo fuera, dejando ir la oportunidad
de hablarle de otro secreto.
Mientras caminaba, lo llamé:
—Oye, ¿Henry?
Se dio la vuelta.
—¿Sí?
—Tal vez tengamos que acelerar la cosa de las tres citas.
—¿Por qué?
Intenté un encogimiento de hombros indiferente.
—No puedo esperar tanto tiempo.
Pensó por un momento y luego dijo:
—Está bien. ¿Qué tal mañana por la noche?
—Lo estoy esperando.
—Oye, ¿Elsie? —gritó mientras se alejaba, su voz resonó en el pasillo.
—¿Sí?
—Te amo.
***
El martes por la tarde, después de llegar a casa del trabajo, Henry llamó a mi
puerta, llevaba ropa de deporte.
—¿Qué vamos a hacer? —le pregunté. Miré fijamente a mi ropa de trabajo
luego a su atuendo. Por un momento salvaje, me pregunté si me llevaba al
gimnasio, pero rápidamente deseché la idea, sería una cita estúpida.
—Vamos a ver algunos sudores excesivos. Te voy a llevar a Krav Maga.
—¿Qué Maga? —le pregunté—. Eso suena doloroso.
Caminó junto a mí y a mi dormitorio.
—Krav Maga. Es un estilo de combate israelí.
Me detuve en la puerta y lo vi pasar a mi armario, elegir un par de pantalones
capri y una camiseta que absorbe la humedad.

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—¿Por qué? —le pregunté.
Me entregó la ropa.
—Uno, porque la clase es por lo general en las noches de martes y dos,
porque no me diste mucho tiempo para prepararme.
—¿Así que sólo vas a llevarme a verte golpear a otras personas?
—No —dijo con una sonrisa—. Tienes la oportunidad de golpear algo por tu
cuenta.
Entré en la habitación y le di una mirada mordaz. Él sólo se apoyó en la
jamba con los brazos cruzados sobre el pecho.
—A… hem, me gustaría cambiarme —le dije.
—Adelante. Voy a esperar —dijo con una sonrisa sugerente.
—Hablando de golpear a la gente —dije, empujándolo fuera de la habitación
y cerrando la puerta—. Voy a Krav Maga en todo tu trasero si no sales.
Él se rió entre dientes en el otro lado de la puerta mientras me desnudaba.
—Te he visto desnuda antes, Elsie —dijo—. He visto tus pechos encajar
perfectamente en las palmas de mis manos. He visto a ese culo tuyo ponerse
rojo cuando lo azoto.
Mi rostro se quemó con sus palabras. Alcancé a verme a mí misma en el
espejo de cuerpo entero y volví a mirar mi trasero, el curioso tono rojo del
que estaba hablando.
—Y he visto el interior de tus muslos, cuando corro mi lengua por la piel
suave todo el camino hasta...
Sus palabras se diluían.
Apoyé la cabeza contra la puerta, deseando oír más. Pero no dijo nada.
—¿Henry? —le pregunté.
—Vístete, Elsie —dijo con una voz tensa—. O voy a romper la puerta y nunca
vamos a llegar a clase.
Llegamos a clase a tiempo. El viaje había estado lleno de tensión, y yo podría
haber atrapado a Henry ajustándose los pantalones un par de veces pero no
respiró una palabra más sobre las partes de mi cuerpo desnudo. Pareció
entender que necesitaba mi espacio e intentó respetar mis límites. Intentado es
la palabra porque el hombre todavía se aprovechaba de su asombrosa

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habilidad para excitarme.
Henry había notificado a su instructor antes de que llevaría un invitado y me
acomodó, explicando los principios del estilo de lucha creado en Israel, luego
realizaron algunas maniobras básicas. Practiqué algunos golpes con el codo y
la rodilla con Henry, pero le dije que se fuera después de un rato,
sintiéndome culpable de que yo le estaba haciéndose perder la formación
real.
Me senté en el banquillo para ver a Henry y a los otros haciendo lo suyo. Mis
ojos estaban fijos en él mientras trabajaba con un compañero en combos de
perforación, sorprendida por su fluidez y velocidad. Parecía pez en el agua
mientras golpeaba a los cojines de la mano, mientras saltaba de puntillas.
Mientras se cambiaban de lugar, miró hacia mí y me dedicó una amplia
sonrisa que devolví automáticamente.
Después de la clase, me llevó a su casa, que era una casa de ladrillo rojo de
una sola planta con dos dormitorios y un garaje para un auto. Aparcó en la
entrada y entró en la casa por el garaje. Más allá de la Harley, una cortadora
de césped, y una pequeña colección de herramientas.
—Así que, gracias por llevarme a un gimnasio apestoso para la primera de las
tres citas muy importantes —bromeé mientras me llevaba dentro—. Allí,
entre todos los hombres y mujeres sudorosos, quedé perdidamente
enamorada de ti.
Él se rió, sorprendido. Sonreí como una tonta a su lado, infectada con su buen
humor.
—Pensé que te gustaría ver en lo que he estado trabajando durante el último
año —dijo—. Y como he dicho, tú arruinaste mis planes de primera cita.
— ¿Qué era?
—Ahora nunca lo sabrás —dijo.
—Oh, vamos.
Suspiró.
—Está bien, te iba a llevar a una cena romántica en la nueva Torre de Devon,
entonces tal vez un paseo en coche de caballos a través de Bricktown. O tal
vez un paseo en barco por el canal.
Solté un bufido.
— ¿Qué?

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—Lo siento, lo siento —le dije rápidamente—. Es sólo que es... demasiado.
—Menos mal que me fui con el plan B, entonces —dijo y desapareció por el
pasillo, dejando que me quedara en la sala de estar por mi cuenta.
Miré a mí alrededor, observando que el interior evidentemente no había sido
reformado desde los años ochenta con la alfombra de color marrón oscuro y
paneles de madera. Henry aún no había decorado, los marcos de fotos que
continuaban apoyados contra las paredes y las cajas estaban apiladas en un
montón, sin abrir.
Me aventuré por el pasillo y me asomé a su habitación, que se parecía mucho
a la de antes, hasta las mismas tapas azules. Yo había pensado que el nuevo
Henry tendría por lo menos que comprar sábanas nuevas para que
coincidiese con su nueva vida.
Estaba a punto de mirar en el segundo dormitorio, con la esperanza de ver
sus pinturas cuando la puerta del baño se abrió y él salió, frotándose la cabeza
con una toalla.
—¿Te acabas de dar una ducha? —le pregunté, tomando nota de sus ropas
nuevas—. ¿A pesar de que me tenías esperando?
Dio un pequeño suspiro impaciente y me hizo señas.
—Sólo ven aquí.
Me acerqué, fingiendo que no había sido capturada de espionaje, y miré en el
interior del cuarto de baño. Las luces estaban apagadas, pero la habitación se
llenó con el suave resplandor de las velas que corrían a lo largo de los lados
de la bañera llena.
—Oh —fue todo lo que pude decir—. Pero no tengo un cambio de ropa.
—Puedes tomar prestado algo de lo mío —dijo, y señaló una pila de ropa
doblada sobre el mostrador.
—Y antes de empezar a asumir, no, no voy a unirme a ti. Esto es sólo para ti.
Voy a preparar la cena mientras te das un baño —dijo. Me dio un beso en la
mejilla. Olía a limpio—. Disfruta.
Bueno, tengo que admitir que el baño de burbujas fue una jugada suave.
Suspiré cuando me metí en el agua caliente, sin darme cuenta hasta ese
momento que mi cuerpo había estado tenso toda la tarde. La verdad era que,
a pesar de que había accedido a este desafío, todavía tenía mucho miedo.
Cada vez que Henry estaba cerca, me sentía apretada con preocupación que
cada momento que pasamos juntos sería el último, siempre mirando hacia
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fuera en busca de signos de que me iba a dejar de nuevo.
¿Por otra parte no era el objetivo? Él estaba tratando de demostrar que era
digno de confianza, que podía creer en él. Si sólo fuera así de fácil.
Cerré los ojos e incliné la cabeza hacia atrás y traté de pensar con claridad.
Podía oír a Henry moverse en la cocina, haciendo sonar ollas y varias cosas
alrededor, por lo que era difícil de evitar cualquier pensamiento de él. Lo
estaba intentando, por lo menos. Tenía que darle puntos por eso.
Fiel a su palabra, Henry me dejó sola en el cuarto de baño, pero luego de
varios minutos de los ruidos en la cocina, me detuve y me di cuenta de que ya
no podía quedarme quieta. Salté de la bañera y me vestí con la ropa —una
camisa marrón y un pantalón de chándal gris— y prácticamente salí
corriendo del cuarto de baño.
Henry, por suerte, todavía estaba en casa. No se había escapado.
Me senté en la mesa del comedor junto a la cocina, observando los fideos y en
silencio me reprendí por ser tan tonta. Por supuesto que todavía estaba allí.
¿Realmente creía que iba a abandonar su propia casa?
¿Lo creía?
—Eso fue rápido —dijo, poniendo los espaguetis en platos hondos. Los colocó
sobre la mesa con una floritura, y dijo—: ¡Voila! Spaghetti al Henry.
Hice una gran producción de oler la comida.
—Mmm. ¿Cuál es el ingrediente secreto, Chef?
Le guiñé un ojo.
—Amor.
Me reí.
—Y queso. Un montón.
Con una sonrisa, se sentó a mi lado y empezamos a comer, el ambiente en el
pequeño comedor me recordaba a tiempos más simples.
Vimos un poco de televisión después de la cena, pero, inevitablemente, tuvo
que llevarme a casa.
—Puedes quedarte con la ropa —dijo en mi puerta, y me dio esa mirada sexy.
—Oh no, no vas a decirme que me veo bien con la ropa, ¿verdad? —le
pregunté—. Ya sabes, ¿esa cosa estereotipada que los chicos hacen?

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—No. Yo iba a decir, guárdalas hasta que los hayas lavado—dijo. Me pellizcó
la mejilla—. Pero realmente te ves linda con la ropa.
Me reí y le di un golpe ligero en el estómago.
Él me agarró la muñeca y luego llevó mi mano hasta sus labios. Pasó un brazo
alrededor de mi cintura y me atrajo.
—Bueno, será mejor que me vaya —dijo, sonando como si quisiera hacer otra
cosa, quería invitarlo adentro, realmente quería, pero era demasiado pronto
para hacerle saltar con los dos pies a mi vida otra vez, así que me puse de
puntillas y apreté mi frente en su boca—. Buenas noches, Henry. Gracias por
la cita.
Sentí sus labios formando una sonrisa en mi piel.
—¿Estás enamorada de mí?
—Todavía no.
No parecía demasiado preocupado cuando se apartó.
—Todavía tengo dos citas más para seducirte.
—Buena suerte, señor Logan —le dije, dándole un apretón de manos muy
formal.
Me dio un rápido beso en los labios antes de alejarse.
—Buenas noches, señorita Sherman. Te amo.

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Capítulo 2
Segunda cita
Traducido por Melusanti
Corregido por Lsgab38

A la mañana siguiente recibí un correo electrónico de Rebecca detallando la


descripción del nuevo trabajo y un enlace de la página web de la compañía.
Me senté en mi escritorio con una pesada bola de preocupación en mi
estómago, mirando a través de fotografías del grande y creativo espacio de
oficinas. Shake Design era una de las empresas más prometedoras de Denver
y tenía realmente algunos grandes clientes nacionales y, según su página
web, trataba bien a sus empleados.
Era un buen trabajo, uno que me permitía dirigir y al mismo tiempo
ensuciarme las manos con el diseño. Y el pago era el infierno de mucho más.
Por si fuera poco, siempre había querido vivir en Colorado. Era, en pocas
palabras, la oferta de trabajo de mi vida.
Henry estaba esperando en el aparcamiento cuando llegué del trabajo ese
miércoles por la tarde. Estaba sentado casualmente en su motocicleta, el casco
en su regazo, luciendo ultra-sexy como en un anuncio de revista de Harley
Davison.
—Hola, bonita dama, ¿necesitas que te lleve? —preguntó con una sonrisa
mientras me acercaba.
Puse mi bolso en el interior de una de las alforjas y me instalé detrás de él,
sintiendo su calor emanando a través de su chaqueta, incapaz de evitar
retorcerme cuando mi entrepierna se presionó cerca de su culo.
—Deja de hacer eso —dijo—. O te tomaré en esta moto, aquí mismo, ahora
mismo.
—Promesas vacías —bromeé. De repente no pude evitar el pensamiento
sobre tener sexo en su motocicleta. Ni siquiera sabía si era posible, pero chico,
sonaba erótico como el infierno.
Él se giró y me dedicó una sonrisa maliciosa.
—Esta no es una promesa vacía ―dijo, su voz adquirió una cualidad arenosa
que indicaba que estaba muy encendido—. Los últimos días han sido una
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tortura. Sólo dí la palabra y soy todo tuyo.
Tragué saliva, contemplando seriamente decir que sí, sólo para ver lo que iba
a hacer. La pregunta era: ¿Estaba yo preparada para lo que vendría después?
—Tienes razón, es mejor que nos vayamos —le dije y puse fuertemente el
casco sobre mí sobrecalentada cara.
Henry me llevó a una cafetería en el lado norte, cerca del campus de la
Universidad de Oklahoma City.
—¿The Red Cup? —pregunté cuando nos bajamos de la moto. No quiero
juzgar, pero ¿me estaba llevando a una artística-farsa cafetería para nuestra
segunda cita?
—Sí. —Me agarró de la mano y me condujo por el estacionamiento hacia la
casa reformada, pintada de verde brillante. En la parte superior de la azotea
había una taza gigante de color rojo con una cuchara de plata. Era peculiar y
lindo, claro. Pero en realidad no indicaba un gran gesto.
El interior del lugar era un derroche de color, con suelos de tipo ajedrez en
blanco y negro, paredes de colores brillantes y arte por todas partes. Después
de que pidieramos nuestra comida, Henry me llevó a la parte de atrás, a lo
que supuse, era la antigua sala y nos sentamos en un reservado de piel
artificial amarilla que se curvaba alrededor de una esquina.
—Así que, interesante lugar —dije, estudiando la colección de arte ecléctica y
a la gente. Había estudiantes, bohemios, pinturas, estampados,
inconformistas y trajeados—. ¿Por qué aquí? Este lugar no es exactamente
romántico.
Se echó hacia atrás en el reservado, su cabeza casi golpeando el lienzo de la
pintura encima de él.
—No quieres romance. ¿Recuerdas? ¿Era demasiado?
Miré a mí alrededor.
—Sí, pero…
Él alzó las cejas.
—¿Si?
—Quiero un poco de romance —dije.
Negó con la cabeza.
—No puedo ganar contigo ¿verdad?
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Sonreí.
—¿Es mucho pedir que leas mi mente?
—Lo siento. La próxima vez voy a usar mi ESP y te llevaré a Starbucks en su
lugar. —Sonrió ampliamente, sus facciones se relajaron.
—Pareces feliz. —Era verdad; parecía tan a gusto con el mundo, ya no era ese
hombre meditabundo que no se conoce a sí mismo. Este nuevo Henry estaba
conectado a la tierra y relajado, diferente pero todavía era el mismo chico del
que me había enamorado hace muchos años. Se sentía extraño, como si
estuviera engañando al viejo Henry con el nuevo.
—Lo estoy. —Extendió los brazos en la parte trasera del reservado y me
reunió en su costado—. Delirantemente —dijo en un suspiro.
Apoyé la cabeza en su hombro, deseando poder decir lo mismo y
completamente en serio.
Nos sentamos en un cómodo silencio por un largo rato, su mano frotando mi
hombro mientras de vez en cuando besaba la parte superior de mi cabeza.
Era acogedor, incluso si bajo mi piel corría una corriente subterránea de
tensión y preocupación. Finalmente nos separamos cuando la camarera trajo
la comida y comimos en silencio todo el tiempo lanzándonos miradas el uno
al otro.
Yo era muy consciente de las pequeñas cosas: el olor de la colonia de Henry,
el toque de naranja en mi ensalada vinagreta, la canción de amor sonando
suavemente en el fondo. Era como si todos los sentidos se agudizaran, y a
pesar de que era casi abrumador, yo quería más.
Entonces lo vi.
Yo estaba estudiando el pelo ondulado de Henry, notando cuan diferente lo
hacía parecer a su aspecto el corte bullicioso. Cuando me di cuenta de que la
firma del lienzo detrás de su cabeza decía H. Logan. Me di la vuelta en mi
asiento para obtener una mejor visión de la gran pintura, que era un abstracto
en marrones, tostados y azules.
—Ya era hora de que lo notaras —dijo Henry con una sonrisa, limpiándose la
boca con una servilleta y girándose.
—¿Tú hiciste esto? —le pregunté, sin dejar de mirar la pintura, tratando de
dar sentido a las formas y los remolinos.
—¿Te gusta?

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—Sí. —Le dije—. ¿Qué es?
—Te voy a dar una pista: No es una pintura abstracta en el verdadero sentido.
Se titula “Ella es amor”.
Entonces todo tuvo sentido, el óvalo que venía de un punto en el fondo, el
azul orbe para los ojos, el pelo largo y rizado.
—¿Soy yo?
Él asintió.
—Hermosa ¿no te parece?
—Sí, realmente lo es —dije, sin poder creer que Henry podría crear algo tan
maravilloso.
—Yo no estaba hablando de la pintura —dijo, con los ojos fijos en mi cara,
haciendo al aire en todo el lugar demasiado espeso para respirar. Iba a
besarme y, por mucho que quería probarlo, no podía arriesgarme a unirme de
nuevo. No cuando estaba considerando irme.
Parpadeé y me aclaré la garganta.
—¿Así que has aprendido a pintar en Corea?
Él se apartó, tratando de ocultar su decepción.
Volví mi atención a mi sándwich de rosquilla, picoteando un pedazo de
lechuga.
—¿Qué más hiciste en Corea?
—He trabajado mucho. Tomé también un montón de clases.
—¿Tuviste citas? —La pregunta salió de mi boca antes de que pudiera
atraparla. No tenía intención de tocar el tema en ese momento.
Él vaciló antes de decir:
—Sí, lo hice. Salí con dos mujeres antes de darme por vencido. —Hizo una
pausa, tomando mi mano—. Pero ninguna relación duro más que un par de
citas.
—¿Por qué no?
—Sabes por qué.
Tragué saliva.
—¿Has dormido con ellas?

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Sus ojos estaban llenos de intensidad cuando me miraron.
—Pensaba en ello, pero no. —Se detuvo por un momento largo y tenso antes
de preguntar—: ¿Qué hay de ti? ¿Tú y Seth…?
—Sí.
Sus fosas nasales se abrieron mientras miraba la mesa.
—Mierda —dijo en voz baja, arrugando la servilleta en su mano.
Se sentía como si una disculpa fuera lo correcto, pero después de reflexionar,
entre nosotros dos, yo, definitivamente era la que la merecía.
—Lo siento, Elsie —dijo, sus ojos encontrándose con los míos—. Soy un
grado-A de imbécil. Soy el que lo jodió todo y ahora estoy celoso como el
infierno de alguien más, de que alguien que no soy yo, haya conseguido
dormir contigo.
—Deberías sentirlo —dije, tomándome por sorpresa—. Has arruinado todo lo
que teníamos. —Pude sentir el crepitar de energía que nos rodeaba. Esta era
la primera vez que realmente estábamos discutiéndolo. La primera vez que
yo estaba expresando mi opinión, él metió la pata. Finalmente decir esas
palabras se sentía bien de una pequeña manera y terrible—. Tomaste lo que
teníamos y lo tiraste a la basura porque te sentiste confundido —le dije,
cobrando impulso—. Bueno ¿adivina qué Henry? Todos nos confundimos
acerca de nosotros mismos, pero no herimos a las personas que amamos sólo
para conseguir un poco de claridad.
—Lo siento, Elsie. Yo era un bastardo egoísta. —Tomó mi mano sobre la
mesa, traté de soltarlo, pero se mantuvo firme—. Estoy tan, tan apenado.
Sacudí la cabeza y traté de controlar mis labios para que no temblaran.
—Puede ser que sea demasiado tarde, Henry. Todo este desafío es inútil,
porque la verdad no sé cómo puedes demostrarme que te estás quedando
para bien. Que puedo confiar de nuevo en ti.
—No sé cómo, tampoco —susurró. Era la primera vez desde que había
regresado de Corea, que había visto decaer su confianza. Parecía
genuinamente temeroso, un sentimiento que se extendió sobre mí—.
Honestamente, no tengo ni idea de cómo ganar tu confianza de nuevo.
Aparté la vista, tratando de ordenar mis pensamientos y establecer mi
respiración. No me di cuenta hasta ese momento, lo enojada que estaba
todavía y cuan reacia estaba para perdonarlo. Él había hecho, los últimos años
de mi vida, miserables. Tendría que ser una santa para perdonar y olvidar tan
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fácilmente.
—¿Elsie? —preguntó Henry tentativamente, dándole a mi mano un apretón.
Miré hacia abajo a nuestras manos y luego hacia él.
—He recibido una oferta de trabajo en Denver —le dije, con más valentía de
la que sentía—. Y la voy a aceptar.
Su respiración salió rápidamente en una palabra.
—¿Qué?
—Una empresa de diseño importante en Denver me ofreció un trabajo.
Estaría loca si no lo acepto..
—No sabía que estuvieras buscando.
—Lo estaba, hace varios meses, antes de que volvieras. Incluso antes de
conocer a Seth.
―¿Cuándo te enteraste?
—Este lunes.
Su rostro se puso rojo y las venas de su frente se hincharon.
—¿Así que las citas son para nada? ¿He estado devanandome los sesos
tratando de averiguar cómo hacer que me ames y que confíes en mí otra vez,
pero resulta que te vas de todos modos?
Aparté mi mano.
—En serio, no estás enojado porque me voy ¿verdad? Porque lo último que
recuerdo, es que me has dejado un total de cuatro veces. Esta es nuestra
historia, Henry: Confío en ti, luego te vas. Bueno mierda, adivina que, tú no
eres el que se va a ir esta vez. —Salí del reservado, recogí mi bolso, mi
chaqueta y me marché. Dios, se sentía tan gratificante finalmente ser la que
hacía eso.
Una vez fuera me acordé de que había venido aquí con él. Me paré sobre la
Harley y le di una patada al neumático trasero, imaginando que era a la
entrepierna de Henry a la que estaba infringiendo el dolor. El tipo tenía algo
de coraje.
Henry irrumpió fuera de Red Cup un minuto después. La preocupación en su
rostro se alivió cuando me vio todavía de pie en el aparcamiento.
—Elsie —dijo, deteniéndose a unos metros de mí. No dijo nada durante
mucho tiempo, sólo me miró con un profundo fruncimiento en la frente.
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—Sólo dilo. Exige que me quede aquí en Oklahoma por ti. Porque eso es lo
que haces. Exigir y tomar. Y yo te lo doy. —Me atraganté con las palabras—.
Pero he terminado de dar.
—Entonces dime lo que quieres que haga y lo haré —dijo con un tono
desesperado en su voz.
—No sé lo que quiero que hagas —le dije—. Sólo sé lo que necesito hacer.

***
Esa noche me acosté en la cama, mirando el techo durante mucho tiempo,
sólo pensando en mi vida. Donde había estado y adonde me dirigía.
Amaba a Henry, no había duda, ¿pero era mi amor por él, más valioso que mi
amor por mí misma? Le había dado tanto de mí, lo había seguido, esperado y
eso aún no había sido suficiente.
Había vuelto por mí, aunque yo no quería nada más que volver a nuestra
antigua vida juntos, una pequeña voz en mi corazón seguía insistiendo en
que tenía que hacer lo correcto por mí primero. Mi trabajo aquí se había
estancado, la promoción que había estado esperando se disolvió cuando la
compañía cayó en tiempos difíciles. El trabajo en Denver iba a ser un gran
salto en mi carrera. Ahora más que nunca tenía que poner mi propio futuro
primero, incluso si eso significaba dejar a Henry atrás.
Si realmente me amaba como realmente afirmaba, haría las cosas bien y me
liberaría. Lo había dejado ir una vez, para ir a buscarse a sí mismo. Ahora él
tenía que hacer lo mismo por mí.
Así fue que, con el corazón dolorido me volví a mi ordenador portátil, abrí mi
correo electrónico, y le dije a Rebecca Holt de Shake Design que iba a tomar
el trabajo.

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Capítulo 3
La última cita
Traducido por Ilka
Corregido por Angeles Rangel

No supe de Henry por los próximos días, estuvo bien. No lo necesitaba a mí


alrededor tratando de cambiar mi opinión, nublando loa que al parecer, se
había convertido en un camino despejado. El viernes puse mi carta de
renuncia oficial y tuve una conversación muy emocional con mi jefa sobre mi
carrera. Me dijo que hubiese hecho cualquier cosa para mantenerme, pero
desafortunadamente no tenían ninguna promoción o aumento de sueldo para
ofrecer. Entonces sólo quedaba decir adiós al lugar que fue mi hogar por los
últimos años, pero profundamente, en mis entrañas, sabía que era tiempo de
avanzar.
Cuando volví al trabajo esa noche Henry estaba esperándome en el
aparcamiento. Salió de su auto cuando yo salí del mío y se me aproximó
tentativamente.
—Hola —dijo con sus manos en los bolsillos.
Agarré mi cartera y abrigo, sin encontrar sus ojos.
—Hola.
—¿Cómo estás?
—Exhausta —contesté, dirigiéndome a mi apartamento—. ¿Tú?
—Bastante mal. —Me siguió dentro, ambos demasiado cansados para
detenernos en conversaciones triviales. Se paró en la sala luciendo como que
quería decir algo pero no sabía si debería.
—¿Qué? —pregunté, un poco irritada.
—Pasé el examen escrito y físico. La próxima semana tengo la entrevista
inicial.
—Oh. Felicitaciones —dije, me mantuve ocupada desocupando los
mostradores de la cocina—. Yo entregué mi carta de renuncia.
Él expiró, sus hombros visiblemente caídos.

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—Entonces aún te vas.
No pude mirarlo porque sabía que lo que vería en su rostro me haría llorar.
—Sí. Tengo que comenzar en tres semanas.
—¿Cuándo te mudas?
—El próximo viernes.
—Te ayudaré.
Lo miré sorprendida.
—¿Tú quieres ayudarme?
Asintió.
—Aún si no me incluyes.
—Tengo que hacer esto —dije—, de otra forma, siempre me preguntaré “que
si…”
—Lo entiendo Elsie —dijo. Estuvimos callados por largo tiempo, sólo
mirándonos uno al otro, hasta que él dijo—: ¿Puedo abrazarte ahora, por
favor?
Con el corazón levemente más liviano, caminé hacia donde estaba parado y
me acomodé en sus brazos. Él besó mi frente en esa manera tierna que me
encanta.
—Te amo Els.
No pude devolver el sentimiento, no porque no lo sintiera sino porque
decirlo significaría que lo había perdonado.
—Estoy realmente arrepentido por lo que te hice Elsie y lo siento por mentir,
aunque fuera con la mejor intención.
Asentí contra su pecho, sintiendo un nudo en la garganta.
—Nunca voy a hacerte daño de nuevo. Estoy de vuelta para siempre.
—Quiero creerte.
Me alejó de los brazos, mirando mis ojos.
—Me mantendré cerca Elsie. Voy a quedarme a tu lado hasta que me digas
que me vaya. No sé cómo más probar que estaré aquí para siempre excepto
estando aquí día tras día, por favor trata de creer en mí.
—Quiero creerte —repetí. Me alejé de él y tomé el teléfono—. ¿Quieres
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quedarte para cenar?
Él se quedó y comimos comida china en la mesa. Luego de la cena, nos
sentamos en el sillón y miramos Top Gear1 varios minutos después de haber
comenzado el programa; el brazo de Henry pasó por mi hombro y me acunó.
No creo que ninguno de nosotros planeara que ocurriera el beso. Miré hacia
arriba para hacerle una pregunta al mismo tiempo que él se inclinaba para
susurrar en mi oído y nuestros labios chocaron con el otro.
—Lo siento. —Tragó y sus ojos viajaron hacia mis labios.
—Está bien.
—Estoy muriendo aquí Elsie —susurró con voz grave en mi oído—. No sé qué
hacer conmigo mismo.
—¿Qué quieres hacer?
—Esto. —Se inclinó y tocó mis labios con los suyos, gentilmente al principio,
luego reuniendo coraje. Le regresé el beso, sintiendo un gemido levantarse en
mi garganta. En ese momento estaba lista para olvidar todo lo demás —sí,
incluso ese fantástico trabajo— y sólo mantenerme en los brazos de Henry
por siempre.
Me alejé despegándome de soñar antes que fuera demasiado tarde.
—Deberías irte a casa Henry —dije cubriendo su boca con mi mano.
—Ah, seguro. —Besó mi frente y se dirigió hacia fuera.
***
Nuestra tercera cita comenzó temprano al día siguiente cuando Henry vino a
tocar mi puerta a las nueve en punto, con un ramo de flores de papel en sus
manos.
—¿Qué es esto? —pregunté aún medio dormida. Sólo había alcanzado a
enjuagar mi boca y torcer mi cabello en un moño antes de contestar la puerta.
Me pasó el pequeño ramo de papel rojo enrollado, al parecer de rosas, sin
poder apartar sus ojos de mi camiseta sin mangas y pantalones cortos.
—La esposa de mi amigo los hace, entonces encargué unas para ti —dijo
metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones.
—Son preciosas. —Las olí por él y por hábito y estuve realmente sorprendida
de recibir un aroma a esencia floral.

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—Recuerdo que dijiste hace mucho tiempo, luego de que Brian comprara
flores en su primera cita, que era una pérdida de dinero porque se morían de
todos modos. —Tocó con un dedo una rosa de papel—. Éstas durarán para
siempre.
___________________
1
Top Gear: Programa de tv dedicado a los autos.

—Gracias —dije sorprendida de que recordara un comentario tirado al aire


hace tantos años atrás.
Lo encontré mirándome mientras entraba al apartamento, pero trató de lucir
calmado encogiendo sus hombros.
—Voy a cambiarme —dije.
—Por favor no. Tengo un punto débil por esa camiseta —dijo—. O mejor
dicho un punto duro.
—Es muy temprano para el doble sentido —gruñí.
Rió.
—Bien —dijo manteniendo sus manos hacia arriba derrotado—. Ningún
doble sentido hasta por lo menos luego del desayuno.
Puse las flores sobre el mostrador y fui al refrigerador para buscar algunos
huevos.
—¿Dónde está tu café? —preguntó y se retiró cuando lo apunte. Llenó la
tetera de café y comenzó a filtrarse. Él encontró el pan sobre el microondas,
tomó dos rebanadas y las puso en el tostador mientras yo cocinaba omeletts y
luego los puse en el plato.
—¿Que planeaste para la tercera cita, la más importante? —pregunté,
sorbiendo mi café mientras nos sentábamos en la mesa uno frente al otro.
—Pensaba dejar eso en manos tuyas —dijo. Tomó un momento para terminar
de masticar su tostada—. Hoy, haremos cualquier cosa que tú quieras hacer.
—Eso me suena a planificación floja.
Él sonrió.
—Las pasadas dos citas fueron sobre mí. No quise ser egoísta sobre esto; todo
lo que quería hacer era mostrarte un poco más sobre mí. Pero hoy es sobre ti.

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—¿Cualquier cosa que quiera hacer? —pregunté levantando una ceja.
—Incluso si sólo quieres tener sexo todo el día —dijo asintiendo levemente—.
Haré ese sacrificio.
Reí y puse en blanco mis ojos.
—Te gustaría.
La risa se deslizó fuera de su cara.
—Me gustaría —dijo con voz grave.
Sentí que mi cara ardía. Estaba caliente ¿Y?
—Voy a tomar una ducha —dije levantándome de la mesa—. Y no, no es una
indicación para unirte a mí.
—Bien. Lavaré los platos entonces —dijo con una sonrisa y reunió los platos
vacíos.
***
Para nuestra tercera cita final, elegí ir a Dallas a ver a Julie y Will un día
antes. Ya había planeado manejar hasta ahí el domingo porque mis padres
iban a volar hacia allí para conocer a su nieto, pero quería conocer a Julie un
poco mejor antes de que mis padres la conocieran.
El camino de tres horas en mi Prius nos permitió a Henry y a mí algún
tiempo para hablar de tonterías y sólo relajarnos, pero nuestra conversación
consistió principalmente en bromas y dobles sentidos, el aire dentro del auto
estaba lleno con palabras que no nos habíamos dicho.
Llegamos a casa de Julie cerca de las dos de la tarde, Will parecía un poco
tímido al principio, lo que no era sorprendente ya que nos habíamos conocido
sólo una semana antes, pero entró en confianza cuando Henry le entregó una
tirachinas que habíamos comprado en el restorán Cracker Barrel en nuestro
camino aquí.
—¡Genial! —dijo Will mientras Henry le demostraba cómo funcionaba el
juguete.
Julie sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa sus labios.
—Eres una mala influencia Henry.
—Jason hubiera hecho lo mismo —dijo con un pequeño encogimiento de
hombros. Se volvió hacia Will y preguntó—: entonces, ¿tu madre no te
compra armas de juguete?
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—¿Qué son armas? —pregunto Will.
—Pistolas, arcos y flechas, granadas propulsadas con cohetes.
Julie y yo compartimos una mirada divertida.
—De acuerdo Henry, puedes darle algunas armas —dijo ella con un suspiro
resignado—. Pero nada de lanzadores de llamas.

***
Todos fuimos a un lugar divertido llamado JumpStreet, a petición de Will, que
tenía un área de juegos dentro hecha de trampolines. Una mitad del cuarto
estaba ocupado por largos carriles de trampolines que parecían pistas de
carrera. La otra mitad estaba ordenada en secciones diferentes, con una
cancha de Dodge Ball2, algunos resbalines y una pequeña área para que
jugaran los niños pequeños.
Pensé que Henry estaría fuera y sólo miraría de los bordes, pero él parecía
más excitado que Will. Julie y yo optamos por quedar fuera del trampolín, no
porque no quisieron jugar, sino principalmente porque quería conocer más
sobre la mujer que había visto un lado de mi hermano que yo nunca había
visto.
Nos sentamos en las mesas en el área de espera, mirando a través de la pared
de plexiglass mientras Henry y Will saltaban. Will tomó la mano de Henry
mientras subían al trampolín, aún un poco temeroso del piso inestable bajo
sus pies. Henry lo dejó al trampolín más cercano a nosotros y nos saludaron
antes de hacer algunos saltos exploratorios.
—Will nunca antes había estado en un trampolín—dijo Julie—. ¿Puedes
creerlo?
—¿Cómo es eso posible?
Se encogió de hombros.
—No lo sé. Soy una madre muy sobreprotectora. Por eso estoy asustada de
que algo le pueda pasar a él.
Miré atrás hacia mi sobrino y estaba feliz de ver que había soltado la mano de
Henry y comenzaba a saltar por sí mismo.
—Supongo que tendré que dejarlo ser una persona independiente, para que
encuentre su propio camino. Algo como lo que tú hiciste con Henry.

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—Sí —admití distraída mirando a Henry. Luego las palabras calaron en mi
mente. Volví mi atención hacia ella—. ¿Hum, qué quieres decir?
Me mostró una pequeña sonrisa inocente.
—Lo siento. Esa fue la peor transición en la historia de la humanidad, sólo
quería traer a colación el tema de tu relación con Henry. Él y yo
intercambiamos varios e-mails mientras estaba destinado en Corea, así
podíamos hablar sobre ciertas cosas.
—¿Sobre Will?

____________________
2
Dodge Ball: Juego que consiste en lanzar una gran pelota a los miembros del otro equipo evitando ser
alcanzados por ella.

—Principalmente sobre Jason y Will. Pero noté que tu nombre siempre


aparecía en sus e-mails, entonces simplemente le pregunté qué había
sucedido entre ustedes dos. Él fue sorprendentemente abierto sobre esto y me
contó sobre la terapia y lo que te había hecho a ti.
—¿Estaba confundido? —pregunté. Imaginando a Henry llorando sobre la
leche derramada y solté una sonrisa.
—No. Sonaba… determinado. Dijo que iba a ganarte de vuelta. —Julie esperó
por una respuesta. Cuando no la obtuvo preguntó—: Bueno, ¿lo logró?
—No todavía. Está tratando de compensarme. —Le expliqué a ella el desafío
y el problema agregado de mi mudanza no resuelta—. Henry aún no lo sabe.
El rostro de Julie cayó con la noticia.
—Estoy realmente feliz por ti pero esperaba que Will pudiera conocer a su
tía.
—Tengo todo solucionado —le aseguré—. Los tickets aéreos de Denver a
Dallas son poco costosos, unos $100 ida y vuelta. Pienso visitarlos cada mes si
me dejas.
—Por supuesto —dijo con su luminosa sonrisa de vuelta—. ¡Ven tan seguido
como quieras!
Le sonreí de vuelta, segura de que hubiésemos sido grandes amigas si se
hubiese casado con hermano.

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—¿Amabas a mi hermano? —pregunté, lo que la tomó por sorpresa.
—Sí. Con todo mi ser.
—¿Cómo se conocieron?
Los ojos de Julie se nublaron pero me dio una verdadera sonrisa.
—Vas a pensar que soy una mujer fácil, pero lo conocí en unas vacaciones de
primavera y dormimos juntos —añadió—, pero él fue el único tipo con el que
dormí en todo ese tiempo. Teníamos un romance que iba y venía, por decirlo
así.
—Me pregunto por qué nunca nos contó.
Julie pareció pensativa.
—Me preguntaba lo mismo. Mi suposición es que él sólo quería estar seguro
de que teníamos algo permanentemente antes de dar la noticia. —Miró hacia
abajo a su mano izquierda desnuda—. Fue durante su destinación que
conversamos el tema del matrimonio.
Tomé su mano, la del anillo de compromiso fantasma y presioné.
—¿Por qué no tratarte de contactarnos antes? ¿No tenías el número telefónico
del apartamento?
—Lo tenía, pero sabía que Jason no volvería a casa por algunos meses.
Cuando no supe de él en dos semanas me preocupé. Comencé a buscar en las
noticias su nombre, esperando no encontrarlo nunca. El día que encontré la
historia sobre el hombre de la Fuerza Aérea asesinado por un francotirador
en Kabul, me deprimí seriamente. Mi compañera de cuarto incluso llamó a
mamá, quien vino a tratar de hacer entrar algo de sentido común en mí, sin
saber que estaba embarazada de un hombre muerto.
Ella sacó un pañuelo de su cartera y se limpió los ojos.
—Lo siento. No hablaremos de esto si no quieres —dije tocando su mano. Mis
propias lágrimas amenazaban con caer.
—Quiero que sepas lo que pasó. Me quedé con mi madre por un tiempo y
traté de retomar mi vida. Cuando mi compañero de trabajo Kayle, que había
estado enamorado de mí por siempre, me pidió salir dije que sí y
comenzamos a citarnos, embarazada como estaba. El día que Will nació,
Kayle vino al hospital con un oso de peluche para Will y un anillo para mí.
Tienes que entender, estaba vulnerable y llena de exceso de hormonas
entonces dije que sí. Yo sólo no quería que Will creciera sin un padre.

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»Kayle y yo nos casamos y nos fuimos a vivir a Denton y la vida fue bastante
buena por un tiempo. Él incluso quería adoptar a Will, pero siempre puse
excusas porque, en mi corazón, no lo sentía correcto. Quizás esa fue la
primera indicación de que nuestro matrimonio no iba a durar. —Julie miró
fijamente el espacio por unos segundos antes de reunir sus pensamientos—.
De cualquier modo, para el tiempo que lo dejé y se me ocurrió buscarlos,
Henry y tú se habían mudado. Siento que me haya tomado tanto tiempo
encontrarlos.
Apreté su mano nuevamente.
—No lo sientas. Estoy tan agradecida que nos haya contactado. Siento como
si un pedazo de mi hermano hubiese vuelto.
—¿Me odiarán tus padres luego de que escuchen esta historia? —preguntó.
—De ninguna manera —dije sacudiendo la cabeza—. ¿Cómo pueden odiarte
cuando les has dado un nieto?
Nos volvimos cuando escuchamos llorar y vimos a Henry aproximarse con un
apenado Will en sus brazos.
—Se raspó la rodilla —dijo Henry con las cejas juntas. Sentó a Will en una
silla y se puso en cuclillas frente a él—. ¿Estás bien amiguito?
Julie sacó una toallita anti bacteriana de su bolso y se la pasó a Henry, quien
procedió a limpiar la raspada rodilla de Will gentilmente.
—¡Au, eso duele! —dijo Will mientras retiraba su pierna.
—No Will —dijo Henry firmemente. El pequeño niño notó inmediatamente
el cambio en el tono de voz de Henry y se sentó—. Sé que duele un poco pero
necesito limpiar para asegurarme que no se infecte. ¿Piensas que podría
sentarte quieto por mí?
El labio inferior de Will tembló pero asintió. Bajó los párpados mientras
Henry tocaba su rodilla con la toallita, pero no lloró.
Luego de que estuvo listo, Henry dijo:
—Buen trabajo Will, eres un pequeño hombre fuerte.
Will se sentó más derecho.
—Gracias Henry.
Julie se acercó a mí y susurró:
—Será un gran padre.
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Asentí. No podría estar más de acuerdo.
Julie insistió que nos quedáramos en su casa esa noche, acomodándonos en
un encantador cuarto de invitados con una cama tamaño Queen.
Tan pronto como Henry lo vio, me miró y dijo:
—Puedo dormir en el piso.
Acepté el arreglo, pero al final del día, cuando llegó la hora de apagar las
luces, encontré que no podía dormir. Sentía una tonta dolencia en el
estómago mientras estaba acostada en esa suave cama, pensando en Denver y
cómo sería mi vida sin Henry. Para el momento que decidí que las cosas
serían mucho más simple sin él, el dolor se movió a mi pecho, irradiándose
alrededor de un testarudo músculo.
—¿Estás cómodo ahí abajo? —le pregunté en la oscuridad.
Él no contestó por algún tiempo, pensé que ya se había dormido. Luego dijo:
—No realmente.
Antes de tener tiempo para decidir en contra dije:
—¿Quieres dormir aquí arriba?
Su cabeza se asomó por sobre el colchón.
—¿Estás segura?
Me di la vuelta sobre la cama.
—Vamos, acomodémonos.
Él se acomodó bajo la colcha a mi lado, cuidando mantener su distancia y
doblando los brazos bajo su cabeza.
—¿Recuerdas cuando esto era tan natural?
—Sí —dije deseándolo. Me volví de lado y puse una mano sobre él pasando
los dedos por el pelo de su pecho—. No puedo creer cuánto hemos cambiado
desde eso.
Él envolvió una mano sobre la mía y la presionó más cerca de su corazón.
—Pero algunas cosas siguen siendo iguales.
—¿Siguen iguales?
—Los sentimientos que tengo por ti nunca han cambiado —dijo en un tono
grave.

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Pero yo sabía que eso también había cambiado. ¿Cómo no sería así cuando la
persona misma había cambiado?
—No estoy tan segura de que eso sea verdad.
Soltó un aliento.
—¿Vas a cuestionar todo lo que digo?
Su enojo me tomó por sorpresa, dejándome sin palabras.
—Estoy intentándolo Elsie. Estoy intentando muy duro ser un buen tipo, para
demostrar que significas todo para mí —dijo con sentimiento en su voz—.
Pero esto nunca funcionará si no me das el beneficio de la duda.
—Bueno, ¿me culpas por eso? —pregunté.
Estuvo en silencio por largo tiempo. Finalmente dijo:
—No lo hago. Pero me gustaría que dejaras de dudar de mí. —Se dio vuelta
dándome la espalda—. Buenas noches.
Sentí la frustración en sus palabras pero su cólera sólo había aumentado la
mía.
—Tú pusiste la duda ahí —dije volviéndome hacia mi lado y tomando gran
parte de la frazada conmigo.
Su voz llegó en un gruñido en la oscuridad.
—Te amo.
Suspiré, deseando eso, sólo por una vez, que ese hombre exasperante me
mantendría enojada.

***
A la mañana siguiente, cuando el sol comenzaba a entrar por las cortinas, me
desperté para encontrar a Henry presionado a mi espalda. Noté que
acurrucarse no era lo único que quería cuando deslizó bajo mi camiseta una
mano y puso su palma sobre mi pecho. Gimió en mi oído y me acercó a él,
suavemente presionando su erección contra mi parte trasera.
Aunque estábamos en terreno inestable justo ahora, yo era sólo humana y
necesitaba liberar la tensión que había comenzado a acumularse desde que
Henry reemergiera en mi vida, entonces apreté mi trasero contra su dura
longitud, sintiendo su entrepierna saltar al mismo tiempo.

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Su mano dejó mi pecho y se deslizó hacia mi estómago por la cintura de los
pantalones del pijama. El aliento se atrapó en mi garganta cuando sus dedos
reptaron bajo mi ropa interior y comenzaron a dibujar flojos círculos en mi
clítoris.
Su otra mano agarró mi pecho, jugando con un pezón.
—Elsie —gimió y mordisqueó mi oreja y luego me besó a lo largo del cuello.
Empujó un largo dedo dentro de mí y luego dos—. Quiero estar dentro de ti
de esta manera —dijo con sus caderas imitando el movimiento de su mano.
Dejó salir un suave siseo cuando mis paredes vaginales apretaron sus dedos y
los dobló para que rocen ese punto sensitivo mientras se deslizaban dentro y
fuera.
Bastante pronto estaba jadeando, mi cuerpo entero apretándose más y más.
Henry estaba en todos lados, invadiendo todos mis sentidos, dentro y fuera y
todo alrededor. Giré la cabeza y lo besé aspirando cuando él giró su mano
levemente para que su pulgar rozara mi clítoris.
—Córrete para mí —suspiró contra mi oído y exploté en mil pedazos
eufóricos.
Sus dedos mantuvieron el asalto mientras drenaba cada centímetro del
orgasmo hasta que yo era un desastre gimiente y tembloroso. Cuando yo no
podía de ninguna manera tomar más, retiró su mano de mis pantalones y me
giró en sus brazos besándolo mientras alcanzaba abajo, entre nosotros.
Su cuerpo entero se puso rígido cuando mi palma hizo contacto con su pene,
pero cuando recién había comenzado a presionar, la puerta de la habitación
se abrió de pronto y una pequeña voz dijo:
—Discúlpenme.
Henry presionó su cara en la almohada y ocultó un gemido, luego levantó la
cabeza para mirar al otro lado del cuarto.
—¿Sí amigo?
—¿Quieres jugar Xbox? —preguntó Will parándose al lado de la cama—.
Mamá me compró un juego nuevo y puede ser para dos jugadores.
Henry me lanzó una mirada anhelante; yo apreté su pene como respuesta.
Cerró los ojos, tomó un profundo aliento y se volvió hacia Will.
—De acuerdo —dijo extrayendo clandestinamente mi mano de sus
pantalones y sentándose—. Sólo necesito tomar una larga y fría ducha, ¿está

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bien?
La cara de Will se iluminó.
—¡Increíble, iré a prepararlo! —gritó y corrió fuera de la habitación.
Sonreí a Henry mientras él reunía su ropa y cosas de aseo personal, sus labios
apretados en una fina línea y sus pantalones henchidos.
—Buenos días —dije con una lánguida sonrisa.
—Serán para ti —gruñó y se inclinó para darme un beso. Me miró anhelante
por unos largos segundos, luego con un aliento exagerado, salió así el baño de
visitas.

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Capítulo 4
Llegadas y partidas
Traducido por Lau30
Corregido por sttefanye

Julie estaba nerviosa como el infierno en el aeropuerto mientras esperábamos


que mis padres bajaran del avión. El plan original era que Henry los fuera a
buscar pero Julie decidió que era menos estresante que nos encontráramos en
territorio neutral primero. Mi suposición era que a ella le preocupaba que
ellos la fueran a juzgar por la vida que le ha dado a Will antes de que tuvieran
la oportunidad de juzgar su personalidad. Le aseguré de nuevo que ellos la
iban a querer no importa qué, pero eso no la detuvo de dar golpes con el pie
ansiosamente mientras esperábamos.
Fui la primera en saludar a mis padres cuando salieron de la puerta de
seguridad, dándoles a cada uno un cálido abrazo. Con nuestros codos unidos,
los llevé hacia el grupo nervioso.
—Mamá, papá, este es Will —dije, haciéndole señas al pequeño niño para que
se moviera hacia delante.
Mi mama dejó caer sus bolsos y se agachó. Ya estaba llorando para cuando
Will hizo su camino hasta ella.
Will extendió su mano todo tipo-negocios.
—Hola. Mi nombre es William Jason Keaton.
Mamá se rió mientras estrechaba su mano.
—Bueno, hola querido, mi nombre es Elodie Sherman y soy tu abuela.
—¿Eres la mamá de mi papá? —preguntó Will.
—Sí, sí lo soy. —Le dio una sonrisa sutil—. ¿Puedo darte un abrazo?
Will dio un pequeño asentimiento e inmediatamente estaba rodeado en los
brazos de mi madre.
—Oh Dios mío —decía una y otra vez—. Tengo un nieto.
Miré arriba hacia mi padre, y también estaba un poco nublado en sus ojos.
—Es la viva imagen de Jason —murmuró. Se sacudió el dolor que venía y
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tomó un paso hacia Julie con su mano extendida.
—Tú debes ser Julie —dijo, sacudiendo su mano—. Encantado de por fin
conocerte.
Mamá se levantó y en vez de tomar la mano de Julie, la abrazó.
—Gracias —dijo mamá—. Gracias por dejarnos ser una parte de su vida.
Julie negó con su cabeza.
—Lo siento por no hacerlo antes.
Mamá miró abajo hacia la versión miniatura de su hijo.
—Bueno, hay tiempo que tenemos que reponer. Lo que significa que
tendremos que mimarlo aún más.
Julie se rió.
—Mientras no le den un lanza llamas, estará bien. —Cuando mamá la miró
confundida, Julie agregó—: Henry le ha estado dando a Will armas de
juguete.
Todos los ojos giraron hasta Henry, quien ha estado parado silenciosamente
al borde de la multitud con sus manos en sus bolsillos. Se encontró con la
mirada de mis padres y juro que vi miedo en esa preciosa cara.
En el camino de regreso, manejé en el carro con Julie y Will mientras que mis
padres insistieron en ir con Henry. Cuando llegamos a la casa, Henry emergió
del carro con una mirada de shock, su cada pálida. No le había dicho sobre
que mis padres ya sabían que había llegado de Corea y su objetivo de
recuperarme.
Papá me empujó hacia un lado mientras íbamos hacia la casa.
—Hemos hecho entrar un poco en razón a ese niño —dijo.
Miré hacia Henry, quien estaba llevando el equipaje.
—¿Qué le dijiste?
—La esencia de la charla fue que si de verdad te amaba, debería dejarte ir
para que vayas por tus sueños por un rato.
—¿Y?
—Dijo que eso era lo que estaba tratando de hacer —dijo papá.
—¿Algo más?

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Papá asintió.
—Dije que si te llegaba a lastimar de nuevo, lo iba a castrar.
Pasamos el resto del día en la casa, poniéndonos al día. Mi mamá comentó lo
mucho que le gustaba el estilo de decoración de Julie y fue especialmente
atraída por la colección de aves. Julie le mostró el águila de vidrio que adiviné
correctamente que había sido un regalo de Jason.
—Sabía lo mucho que me gustaban —dijo Julie suavemente—. Cada vez que
decía adiós, le gustaba decirme “vuela a casa, pequeño pajarito”.
Mamá tuvo mucho cuidado al poner la frágil figura de nuevo en el cobertor.
—Deberías venir a Monterey pronto. Podemos mostrarte donde creció.
Julie asintió.
—Eso me gustaría.
Will prendió el Xbox y los hombres empezaron un juego de Lego Star Wars.
Mamá, Julie y yo, satisfechas con llevar a cabo los estereotipos de género por
una tarde, fuimos a la cocina para empezar a hacer la cena temprano.
—Estoy contenta de que le estés dando a Henry una segunda oportunidad —
dijo mamá mientras cortaba los vegetales para la ensalada.
—¿Lo estás? —pregunté, desgarrando las hojas de lechuga—. Pensé que tú
querías que lo golpearan.
Julie tosió una carcajada de sorpresa mientras se dirigía a la despensa.
Mamá sonrió.
—Lo sé, pero el chico parece genuinamente arrepentido —dijo ella—. Aun
así, espero que lo estés haciendo arrastrarse.
—Está sufriendo, eso es seguro —repliqué, pensando de nuevo en esa
mañana.
Julie se nos unió en el mesón con algunas cosas para el pollo.
—¿No estás molesta con él? —le pregunté a mi madre.
Mamá se encogió de hombros.
—Sí pero no. Sólo pienso que sus acciones no son tan egoístas como parecían
al principio —dijo. Se giró hacia mí—. Antes de que tu papá se retirara,
conocí a muchos pilotos bajo sus órdenes. Y me di cuenta de que cuando ellos
volvían de sus despliegues, se sentían alienados del mundo, como si no

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encajaran más en él. Es un problema bastante común en los soldados que
llegan a casa de guerra y cada persona trata con ello de manera diferente.
La miré fijamente mientras absorbía sus palabras.
—Henry pudo haberlo manejado mejor, pero tenía además la presión de
haber perdido a su mejor amigo. —Tocó mi brazo—. Claro que el chico vino
trastornado. ¿Actuó apresuradamente? Sí. ¿Fue entendible bajo las
circunstancias? Probablemente. Estoy dispuesta a darle el beneficio de la
duda.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla y rápidamente la limpié.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? Me hubiera ahorrado un montón de dolor
en el corazón.
—No quería que te ilusionaras, querida —dijo ella.
—Pero me dijiste en el carro en Monterey, de camino al aeropuerto, que la
historia no había acabado aún.
—No —dijo, dándome una mirada tierna—. Simplemente no quería que
aguantaras tu respiración mientras esperabas a que la siguiente página
pasara.

***
Henry y yo hicimos nuestro camino de regreso a Oklahoma alrededor de las
seis de la noche. Mamá y papá querían que nos quedáramos otro día en Texas
pero tenía que terminar mi trabajo de la última semana y empezar a empacar.
—Acerca de anoche —dije en alguna parte entre Ardmore y Paul’s Valley—.
Mi intención no era cuestionar cada cosa que decías.
—Si nunca más creerás en nada de lo que diga, por favor cree en que la
manera en cómo me siento por ti no ha cambiado —dijo—. ¿Te acuerdas de lo
que decía en la grabación, acerca del día en que cortaste mi cabello en la
secundaria?
—Que estabas seguro de que iba a ser tu felices para siempre —dije,
recordando cómo había dicho lo mismo la noche en la que rompió conmigo.
—Aún estoy seguro —dijo—. Ese hecho ha sido la única constante en mi vida.
Mis ojos estaban fijados firmemente en la carretera cuando asentí, dejándole
saber que estaba escogiendo creerle.

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El ambiente en el carro se elevó después y hablamos y bromeamos con
espíritus más ligeros. Un poco más después de una hora, Henry y yo
llegamos a mi apartamento y dijimos nuestras despedidas en el
aparcamiento.
—Entonces acerca de esta mañana —dijo, reuniéndome en sus brazos—. Eso
significa…
Miré hacia él mientras contemplaba su pregunta.
—No estoy segura aún.
—Entonces seguiré intentando hasta que me digas que me detenga —dijo,
presionando un beso en mi nariz y después uno suave en los labios. Me besó
de nuevo y me aplastó más cerca, profundizando el beso. Quería quedarme
así para siempre, nuestras bocas juntas en un intercambio de alientos. Las
palabras de mi madre hicieron eco en mi cabeza, debilitando los muros
alrededor de mi corazón, derramando una nueva luz en Henry y sus acciones.
Se apartó de mí, respirando fuerte.
—Tengo que ir y tomar otra ducha fría —dijo con una voz afectada.
Le di un beso en la mejilla.
—Yo también —le susurré al oído.
Sus ojos se agrandaron mientras se alejaba. Recuperó las llaves del carro de su
chaqueta y colgó su bolso en su hombro.
—Te veo mañana después del trabajo.
Asentí y tomé las solapas de su chaqueta, jalándolo hacia abajo por un último,
prolongado beso.
—Buenas noches Henry.
—Buenas noches Els —dijo mientras caminaba con una sonrisa en su cara—.
Te amo.
No fue hasta que él se había ido cuando susurré:
—Yo también te amo.

***
La siguiente semana pasó de manera borrosa. Henry vino cada noche pero
hablamos e hicimos el tonto más que empacar. Henry tenía una historia para

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cada cosa, recordando cada objeto antes de empacarlo en la caja. Preguntaba
por aquellos que no había visto. Hay que decir, la parte de empacar era lenta.
La reubicación del equipaje de parte de Shake Design nos permitía una
compañía de trasteos, pero opté por guardar el dinero para un depósito para
el apartamento y mover todo a Colorado yo misma.
En su mayoría era una excusa para hacer que Henry viniera conmigo. Él
había aceptado manejar el camión mientras lo seguía en mi Prius, y había
comprado un walkie-talkie para que pudiéramos hablar sin parar durante el
viaje.
El jueves, recogí el camión de la mudanza e invité a algunos amigos para una
fiesta de mudanza. Ellos trajeron cerveza, pizza, platos de papel y sus
músculos. Todos ayudaron a cargar las cajas y los muebles al camión y
después, volvimos todos adentro del apartamento vacío y dijimos nuestras
despedidas.
Me quedé en la casa de Henry esa noche, dormí en su misma cama rodeada
en sus brazos. No trató de hacer nada sexual, ni siquiera quería hablar antes
de que nos quedáramos dormidos. Simplemente me besó, me dijo que me
amaba y fue directo a dormir.

***
La siguiente mañana él ya se había ido de la cama para cuando desperté.
Después de que me bañara y me vistiera, lo encontré en el mesón de la cocina
con el desayuno preparado.
—No quería despertarte —dijo, sin encontrarse con mis ojos mientras tomaba
un sorbo de su café.
Tragando mi decepción, me senté con él y comí en silencio, robando algunas
miradas a su rostro. Se veía cansado, con círculos oscuros bajo sus ojos, pero
forzó una sonrisa apretada cuando me pilló mirándolo.
—No tenemos que despedirnos aún Henry —dije—. Todavía tenemos un
largo viaje juntos.
—No estoy diciendo adiós —dijo, frunciendo el ceño.
—¿Entonces por qué se siente como si así lo fuera?
Sus ojos azules taladraron los míos.
—Mi corazón se está rompiendo aquí, Elsie —dijo suavemente—. Estoy
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haciendo todo lo posible para no rogarte que te quedes.
Miré hacia mi plato, escondiendo las lágrimas.
—Ayudarte a empacar y dejarte ir es la cosa más difícil que alguna vez haya
hecho. Es enserio cuando dije que quería que cumplieras tu sueño. —Se
señaló a sí mismo—. Esto, lo que estoy haciendo, es mi manera de internalizar
todo para que no tengas más tristeza que aguantar.
Salté a mis pies y tropecé hasta él, enterrando mi cara en su cuello y mojando
el cuello de su camisa con mis lágrimas.
—Te amo, Henry.
Sus brazos eran como bandas de metal mientras me rodeaban, sujetándome
fuerte.
—Ganaste el desafío —dije—. Me ganaste devuelta.
Agarró los lados de mi cara y plantó besos por todo mi rostro antes de parar
en mi boca.
—Gracias —dijo contra mis labios—, por confiar en mí de nuevo.

***
Seguí el camión moviéndose fuera del barrio y hacia la interestatal con mi
corazón firmemente agarrado en mi garganta. Mientras pasamos los puntos
de delimitación, silenciosamente me despedí. Había experimentado tanto
dolor mientras vivía allí, pero aun así Oklahoma fue el lugar donde crecí y
me convertí en la persona que soy. Este lugar siempre tendrá un espacio en
mi corazón.
De camino fuera del estado, la voz de Henry repentinamente sonó por el
walkie-talkie.
—Hay una parada de descanso acercándose. Para ahí —dijo en un tono
urgente.
—¿Por qué? ¿Pasa algo con el camión?
—¡Rápido, sólo ven!
Lo seguí hasta el área de descanso con el corazón a mil y estacioné mi carro al
lado del camión. Saltó del camión y se apresuró hacia el carro. Cuando salí,
tomó los lados de mi cabeza y me besó tan duro que literalmente tomó el aire
de mis pulmones. Me presionó contra el carro, mientras el beso seguía y
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seguía.
Cinco maravillosos minutos pasaron antes de que finalmente se alejara, con
mi cara aún en sus manos.
—Ninguna emergencia —dijo, mordiendo su labio inferior mientras sonreía
—. Sólo necesitaba hacer eso —agregó antes de ir devuelta al camión.
Según Google Maps, el recorrido hasta Denver debería tomar nueve horas y
treinta y cinco minutos, pero paramos casi que en todas las paradas de
descanso para besarnos, lo cual agregó una o dos horas extras a nuestro viaje.
Aun así valía la pena. Me recordó cómo empezó nuestra relación, cuando no
podíamos tener suficiente el uno del otro, sabiendo que nuestro tiempo junto
tenía una fecha de expiración.
Llegamos al Holiday Inn Hotel en Denver cerca de las diez de la noche.
Estábamos tan cansados del día que simplemente caímos en la cama,
saltándonos la cena. Mi intención era seducirlo, para que por fin pudiera
hacerle el amor como lo había estado imaginando todo el día, pero en el
momento en que puse mi cabeza en la almohada, estaba fuera.
***
Me desperté la siguiente mañana con el sonido de mi teléfono sonando y
vibrando en la mesita de noche.
—¿Hola? —dije.
—¿Srta. Sherman? —dijo una voz masculina—. Es Ian, Lang, el gerente de
Lakeview Apartments. ¿Creo que teníamos una cita a las nueve en punto?
Me senté de repente, viendo que ya eran las nueve y quince.
—¡Oh Dios mío, lo siento mucho! —chillé, saltando fuera de la cama—. Nos
quedamos dormidos.
—No hay problema Srta. Sherman —dijo—. Si puede llegar para las diez,
puedo encontrarle un lugar.
—Estaré allí en quince minutos —dije, poniéndome mis jeans. Dejé caer el
teléfono y miré a Henry, quien estaba silenciosamente roncando. No tuve el
corazón para despertarlo así que me terminé de alistar, tomé mi bolso y corrí
hacia la puerta.
El apartamento era moderno y sobrevalorado pero quedaba cerca del trabajo
y estaba en un primer piso, lo que significaba que Henry y yo no íbamos a
tener mucho problema para meter los muebles en la casa. Con el corazón

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martilleando fuerte, firmé en esa línea punteada, poniendo otro obstáculo en
mi camino a un final feliz con Henry.
Cuando llegué al hotel, Henry ya se había bañado y vestido, estaba tomando
café y viendo algo en la televisión.
—Hola —dijo con alivio—. ¿Cómo te fue?
—Fui. Firmé.
—Pensé que íbamos a ir juntos.
—Lo siento. No te quería despertar —dije—. Además, no necesitabas estar
allá. No fue la gran cosa.
Asintió, apretando los músculos de su mandíbula.
—¿Entonces cuando te mudas?
—Cuando sea que tú estés listo.
Puso su vaso abajo y se paró.
—Entonces deberíamos empezar. Tenemos un largo día por delante.

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Capítulo 5
Retornando a casa
Traducido por kristel98
Corregido por MaraD

Descargar mis muebles no fue tan difícil como me temía, ya que mis muebles
eran ligeros y muy fáciles de levantar. Sólo el librero grande y el tocador de
dormitorio nos dieron problemas, pero con la ayuda de una carretilla de
mano fuimos capaces de maniobrarlo en el interior del apartamento con sólo
unos arañazos y abolladuras. Hemos colocado los muebles en su lugar
permanente, establecimos la cama, las cajas amontonadas contra la pared, y
dimos por terminado el día.
—Estoy hecho polvo—dijo Henry, colapsando sobre el sofá. Se quedó allí, con
la cabeza apoyada en su brazo doblado, y cerró los ojos.
Me acosté delante de él, enterrando la cara en su cuello, moldeándome a mí
misma en los espacios huecos de su estructura muscular. Con un suspiro,
cerré los ojos y me concentré en los latidos de su corazón, y pronto el ritmo
constante me arrulló para dormir.
Me desperté un poco más tarde con las piernas y los pies fríos. Traté de
zafarme de los brazos de Henry, pero se apretaron a mí alrededor.
—Quédate —murmuró en mi cabello.
Si supiera lo cerca que estuve de pedirle la misma cosa.
—Tengo que tomar una ducha —le dije en su lugar.
—Mmm, buena idea —dijo, dejándome ir y estirándose—. Me vendría bien
un buen enjabonado hacia abajo.
Me reí mientras me levantaba y encontré la caja etiquetada cosas de baño,
agarrando todo lo que íbamos a necesitar para una ducha. Yo estaba de muy
buen humor hasta que entré en el cuarto de baño. Encontrar a Henry allí,
ocupando más que su justa parte del espacio, me dio un ataque repentino de
mariposas. Hacía más de un año desde que habíamos tenido relaciones
sexuales, ¿Qué si no fuese tan bueno? O peor aún, ¿Y si fue una cambio
mental fantastico?

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Leyendo la duda en mi rostro, Henry dijo:
—Nosotros no tenemos que hacer nada. —Se quitó la camisa, dejando al
descubierto su torso musculoso—. Sólo pensé que podíamos ducharnos juntos
para conservar el agua.
Tuve que reír para ocultar el hecho de que mis dedos estaban temblando.
Puse las toallas en el mostrador e hice una gran producción de poner los
artículos de aseo en el baño. Henry empezó a desabrochar sus pantalones
cuando grité:
—¡Oh, no tenemos la cortina de la ducha!
Él sonrió, llegó detrás de la puerta y produjo una varilla con los anillos y las
cortinas ya existentes.
—Atendido —dijo, estirando la varilla de tensión para ajustar encima de la
bañera.
Lo observé torcer la varilla, los músculos de su espalda saltando con cada
movimiento, hasta que ya no pude ayudarme a mí misma. Me incliné hacia
delante y toqué con mis labios el centro de su espalda.
Él se congeló. Sentí un escalofrío viajar a través de su piel. Volvió a la tarea
actual, torciendo la varilla con más urgencia. Pasé mis uñas por su espalda
para conseguir otra reacción.
—Oh, tú estás pidiendo por eso —gruñó entre dientes.
Mi ansiedad se fundió en la alegría, bajé sus pantalones y le pellizqué el culo
por medio de su bóxer.
— ¿Por qué esta barra es tan difícil de establecer? —murmuró.
Llegué alrededor y pasé la mano a lo largo de su dura longitud.
—Sí, la varilla está ciertamente difícil, como para ponerlo en su lugar...
Se movió más rápido y más rápido que con un último grito de triunfo, él se
dio la vuelta para mirarme y atraparme con sus brazos antes de que pudiera
escapar.
—Te tengo.
Inclinó su cabeza y me hizo cosquillas en el cuello con su barba, sus dedos
bailando por mi lado sensible. Me eché a reír y traté de alejarme. La risa
murió en mi garganta cuando sentí el calor húmedo de su lengua en mi
cuello, trazando una línea hasta la mandíbula, a mis labios. Luego me dio un

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beso y todas las payasadas se convirtieron en un asunto serio. Me aparté lo
suficiente como para desnudarme, sus ojos siguiendo todos mis movimientos
con la sombría mirada familiar en su rostro.
Cuando me puse delante de él completamente desnuda, pasó un dedo por mi
clavícula hasta mi pecho y alrededor de un seno antes de apretar el pezón.
Me miró con una pregunta en su cara.
Agarré su muñeca y llevé su dedo a mis labios y lo chupé profundamente en
mi boca mientras asentía.
— ¿Estás segura? —Incluso mientras preguntaba, él deslizaba sus calzoncillos
por sus muslos.
Asentí de nuevo mientras mis ojos seguían el rastro de vello en su estómago
hasta su entrepierna, donde su polla estaba de pie con atención. Me agaché
para llevarlo en mi boca, pero él me detuvo.
—No, yo quiero que tengas lo tuyo primero —dijo y me levantó sobre el
mostrador laminado. Empujó mis muslos apartándolos y fue sumergiendo su
cabeza hacia abajo cuando agarré su cabello.
—Detente —le dije—. No he tomado una ducha desde ayer.
Él se echó a reír, qué hombre exasperante.
—Está bien —dijo, y llegó a mis espaldas por el grifo. Volvió con un puñado
de agua y limpió todo de mi montículo y por mis pliegues. Repitió el proceso,
esta vez frotándome un poco más lento, un poco más de forma deliberada—.
¿Estás satisfecha? —preguntó, un dedo jugando con mi clítoris.
—Casi —le dije y me recosté sobre mis manos, abriéndome a mí misma para
él.
Agarró mis muslos y, con los ojos cerrados, lentamente hizo su camino hacia
abajo. Él tocó la punta de su lengua en mi clítoris unas cuantas veces, y justo
cuando estaba a punto de gritar de frustración, se zambulló y trabajó en serio.
Su lengua era a la vez áspera y suave, gruesa y delgada.
No había delicadeza o tacto en sus movimientos, era como un competidor
dispuesto a comer pasteles en un concurso.
Lo observé, descubriendo la visualidad de su lengua sumergiéndose en mí,
incluso más de una vez. Luego, su boca cubrió mi montículo y me miró con
una ceja levantada mientras continuaba el asalto.
La presión se construyó y construyó hasta que tiré mi cabeza hacia atrás y me

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vine con fuerza, mis entrañas temblando alrededor de su lengua mientras él
continuaba devorándome.
Un momento después, su lengua se había ido, reemplazado por la cabeza de
su pene. Alcancé a rodearlo y agarré su culo, lentamente tirando de él hacia
mí, llenándome de nuevo después de tanto tiempo.
Me acordé de sus palabras en la cinta, cuando dijo que estar dentro de mí era
como volver a casa. En ese momento, yo sabía exactamente lo que quería
decir.
Él se quedó quieto, alojado por completo dentro de mí, mientras sus ojos se
clavaron en los míos.
—Els —respiró cuando apreté su polla—. Hazlo de nuevo. —No sé cómo se
mantuvo inmóvil, pero no movió un músculo cuando mis paredes vaginales
lo apretaron una y otra vez, aunque la expresión de su rostro era un tormento
eufórico.
Entonces él comenzó a moverse un poco a la vez hasta que se retiraba casi
todo el camino y empujaba hacia adelante de regreso, sus ojos cavando los
míos todo el tiempo y la intimidad estimuló el edificio de mi orgasmo.
Justo cuando me estaba acercando, lo sacó.
Le di una mirada descontenta.
— ¿Por qué te detienes?
—Tiempo para una ducha. —Su pecho subía y bajaba mientras me ayudaba a
bajar del mostrador.
— ¿Por qué nos detenemos? —insistí cuando entramos en la bañera y abrí el
grifo.
El agua golpeó su espalda, protegiéndome del cambio de temperatura inicial.
—Quiero que esto dure —dijo, pasando sus dedos por mi labio inferior.
Le mordí.
—Tú estás tratando de torturarme.
Sonrió.
—Oye, tú lo has hecho una vez, ¿recuerdas?
—Creo que sí. —Nos dimos la vuelta para que el agua estuviera golpeando mi
espalda y cogió el gel de baño. Me serví un poco en mi mano y froté sobre la
amplia extensión de su pecho, enjabonando su pelo oscuro. Mis manos se
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aventuraron hacia abajo, frotando a lo largo de los profundos surcos de su
paquete de seis.
—Mmm, baja más —dijo—. Estoy muy, muy sucio ahí abajo.
Sostuve su gruesa polla en mi mano y usé el gel de baño para acariciarlo
desde la base hasta la punta y hacia abajo de nuevo. Él gimió cuando el agua
lavó el jabón y creó mayor fricción.
—Mi turno —dijo, y me enjabonó, pasando tiempo extra en cada uno de mis
pechos, masajeándolo tiernamente. Levantó mi pierna para que mi pie
estuviera en el lado de la bañera y se puso de rodillas para lavar entre mis
piernas, pasando los dedos hasta el pliegue de mi culo, la punta de su dedo se
detuvo en mi ano, y luego deslizando hacia atrás al frente. Cuando el jabón
había lavado todo, él bajó su cabeza y chasqueó su lengua en mi clítoris.
Luego se puso de pie, por encima de mí, y me giró para que mi espalda
estuviera contra la fría pared.
Sostuvo mis muñecas por encima de mi cabeza con una mano, mientras que
con la otra levantó mi muslo. Él empujó su polla en mí mientras nos
besábamos, sosteniéndome en su lugar con todo su cuerpo. Su eje frotó mi
clítoris mientras se deslizaba dentro y fuera, la creación de la más deliciosa
sensación. Soltó mis muñecas y enganchó dos manos debajo de mis rodillas,
levantando y llevando todo mi peso mientras golpeaba dentro mí.
—Dios, te sientes tan bien —dijo entre dientes.
Mis labios viajaron por toda su cara, besando el hoyuelo en su barbilla y junto
al rastrojo de su mandíbula cuadrada. Él estaba en todas partes y yo lo amaba
y lo acuné como si tuviéramos un mañana.
Cuando sentí sus músculos apretandose, apreté más y aceleré mi propio
orgasmo inminente. Respiraba con fuerza, sin dejar de hundirse en mí,
incluso cuando se vino.
—Te amo tanto, maldita sea, Elsie —dijo con voz áspera y culminó con sus
palabras, mis entrañas temblando tan intensamente como las turbulentas
emociones a través de mí.
Apoyé mi cabeza en su hombro, abrumada de amor por el hombre. Él era mi
principio, mi medio y mi fin.
Hicimos el amor en mi cama una vez más antes de quedarnos dormidos de
puro agotamiento. Mi cuerpo estaba cansado pero era mi corazón que llevaba
la mayor fatiga. Me alegré de que el sueño me escabullera porque estaba

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segura que me gustaría haber quedado despierta toda la noche, tratando de
pensar mi decisión de seguir.
Por la mañana me desperté con besos suaves viajando a través de mi hombro.
Cuando abrí mis ojos, me encontré con Henry apretando su boca alrededor
de mi pecho y lamiéndolo con su lengua.
—Buenos días —dijo sobre mi piel con una sonrisa sexy, su cabello
desordenado por dormir.
—Buenos días. —Arqueé mi espalda y me estiré, y continuó su adoración a
mi cuerpo, moviendo su atención en el otro seno. Deslizó sus brazos debajo
de mi espalda, besando a lo largo de mi cuello mientras me sostuvo en
posición sentada.
Envolví mis brazos alrededor de su hombro y corrí mis uñas en la parte
posterior de su cabeza, gimiendo mientras él mordisqueaba con sus dientes a
lo largo de mi mandíbula.
No hablamos sobre el hecho de que se iba hoy a conducir la camioneta de
regreso a Oklahoma. No hablamos de lo que deparaba el futuro para
nosotros. Sólo nos abrazamos mientras se deslizaba dentro de mí e hicimos el
amor por última vez.
Empecé a moverme, subiendo y bajando sobre él, pero no era suficiente,
necesitaba todo de Henry. Me balanceé más rápido, apreté más fuerte, mis
dedos clavándose en sus hombros mientras apartaba los músculos de mis
piernas—y, a su vez, mi corazón más allá del punto ardiente.
Las palmas calientes de Henry acariciaban mi espalda y luego se deslizó hacia
abajo para agarrar mi culo.
—Cálmate, Els —susurró—. Tenemos tiempo.
Mis piernas cedieron, y me derrumbé sobre él en señal de frustración. Enterré
mi cara en su cuello y grité, incapaz de evitar la tristeza por más tiempo. Mis
lágrimas rodaron por mis mejillas y sobre su espalda mientras me aferraba a
él, sujetándolo tan cerca, que imaginaba fusionándonos juntos, tal vez
entonces ninguno de nosotros jamás podría dejar al otro.
Sus ojos estaban rojos cuando se apartó. Acunó mi cuello con sus manos y
frotó mi cara con sus pulgares cuando el dolor arrugó su rostro.
—Esto no ha terminado —dijo, con la nariz ensanchándose—. Nada me va a
impedir estar contigo. —Me besó con ternura cuando empezó a mover sus
caderas hacia arriba, moviéndonos juntos cuando yo estaba paralizada por el

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dolor.
—Te amo, Henry —le dije una y otra vez contra su boca.
Me vine primero, todo mi cuerpo temblaba mientras lo besaba con
desesperación. Entonces él también llegó al clímax, sujetándome a él como un
ancla, evitándome ir a la deriva.

***
Llegó el momento de decir adiós. Tratamos de posponerlo con un elaborado
desayuno (que por supuesto, requirió buscar a través de las cajas mientras yo
fui a la tienda de comestibles), pero después de nuestra segunda taza de café,
nos dimos cuenta de que no podíamos posponerlo más.
Estaba lloviendo cuando salimos por la puerta principal y por el camino de
concreto hacia el estacionamiento. Yo estaba pegada a su lado, ya que nos
acurrucábamos debajo de mi triste paraguas pequeño y maltrecho tras años
de uso.
—Conduce con cuidado —dije para llenar el silencio—. Gracias por ayudarme
en la mudanza.
Besó la parte superior de mi cabeza.
—Cualquier cosa por ti.
Llegamos a la camioneta y nos pusimos frente a frente. Mis nervios estaban
todos disparados y me di cuenta de que él estaba ansioso mientras jugueteaba
con las llaves en el bolsillo de sus pantalones vaqueros.
— ¿Henry? —empecé, asustada de su respuesta, pero necesitándola de todos
modos—. ¿Por qué no has preguntado para vivir conmigo?
Sus labios formaron una línea delgada cuando me miró.
—Porque lo que yo quiero podría confundir lo que tú quieres. Necesitas
tomar decisiones que estén en tu mejor interés.
—Te lo agradezco —le dije, aunque en el fondo quería que luchase por mí.
—Antes de irme, tengo que darte algo —dijo, con la mano aún en el bolsillo.
Mi corazón dio un vuelco.
— ¿Qué es?
Extendió su mano, sus dedos se cerraron alrededor del objeto.

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—Algo que te pertenece. —Él desplegó sus dedos para revelar no un anillo de
diamantes, sino una clase diferente de piedra, una que tenía la forma de una
estrella torcida.
No sabía hasta ese momento lo mucho que quería que Henry se quede, lo
mucho que quería casarme con él y envejecer juntos.
—No lo quiero —le dije, pero él la puso en mi mano de todos modos.
—Esto es sólo temporal, Els —dijo, llevándose mis nudillos a sus labios—.
Cuando estés lista, me lo haces saber.
Asentí y extendí mi mano para darle un beso, grabando en mi memoria todo
su sabor, cada sentimiento, creando recuerdos para mantener cerca en las
próximas semanas.
Los músculos de su mandíbula saltaron en cuando se apartó. Me besó en la
frente una vez más.
—No me olvides —dijo y subió a la camioneta.
Con el corazón roto, lo vi retirarse del espacio y conducir fuera del
estacionamiento y fuera de mi vida. El mundo se cerró a mí alrededor,
asfixiándome hasta que me fue faltando el aliento.
Le di la espalda y cerré el paraguas, lo que permitió que la lluvia corriera por
mi rostro para que acompañaran mis lágrimas. Miré esa estúpida piedra en
mi mano, y aunque no quería nada más que lanzarla a los arbustos, sabía que
nunca sería capaz de dejarlo ir.
No podía oír nada más allá que la lluvia y los latidos de mi corazón, así que
cuando me escuché mi nombre, pensé que estaba alucinando.
—Elsie —gritó la voz.
Me di la vuelta a tiempo para ver a Henry saltar de la camioneta que había
aparcado en la acera y correr hacia mí. Estuve a punto de caerme cuando
chocamos, pero sus brazos no me dejaron caer.
—Yo no pude hacerlo —dijo, lloviendo besos por toda mi cara—. Llegué a la
señal de alto al final del estacionamiento y me quedé helado. Decidí que no
iba a ser el hombre que te dejó dos veces. Te amo, Elsie. Quiero que seas feliz
y vivas tu sueño, pero no puedo fingir que no quiero estar a tu lado durante
todo esto. Quiero ser parte de ello, de todo sobre ti.
Me deleité con el calor de sus besos y en el poder de las segundas
oportunidades.

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—Yo también quiero eso. Te quiero aquí conmigo.
— ¿De verdad? —preguntó—. ¿Estás segura?
—Más que nada —le dije con un sollozo feliz.
Metió la mano en su bolsillo de nuevo.
—No quiero vivir otro día sin ti, Els —dijo, agarrando mi mano izquierda—.
He cometido algunos errores enormes, pero lo sé, sé que si conduzco lejos en
este momento sin preguntarte esto, voy a arrepentirme por el resto de mi
vida.
Se puso de rodillas, en el suelo mojado y deslizó el anillo en mi dedo.
—Sé que rompí tu confianza en mí, pero si me lo permites, voy a pasar el
resto de mi vida tratando de compensártelo. Sólo... ¿Quieres casarte
conmigo?
Caí de rodillas delante de él y le besé cada centímetro de su cara.
—Sí —le dije con una ancha sonrisa que estaba rompiendo mi cara—. Me
casaré contigo, Henry.
Mi visión de Henry pudo ser borrosa por las lágrimas y la lluvia, pero lo que
yo sentía por él era muy claro. Los años separados —el dolor y la rabia— todo
eso fue borrado hasta que solamente quedamos nosotros dos.

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Capítulo 6
Felices para siempre
Traducido por Ilka
Corregido por Eneritz

— ¿Estás lista? —preguntó Henry, acercándose por detrás de mí y


descansando su barbilla en mi cabeza.
—Espera, una cosa más —dije terminando con el Photoshop y guardando la
imagen. Mientras estaba lista para enviar por correo el archivo al diseñador
en equipo, le eché una mirada a mi anillo nuevamente, al diamante corte
princesa en una simple banda de platino—. Cuéntame nuevamente sobre este
anillo —dije, un poco avergonzada de que hubiese pasado cuatro meses y yo
aún estuviera hechizada por el anillo y lo que simbolizaba.
—Ya oíste esa historia —dijo.
—Me gustaría oírla de nuevo —dije recostándome en la silla del computador
para mirarlo hacia arriba.
—Luego de que tú te instauraras del resto de las tres citas, yo fui a BC Clark al
día siguiente y lo compré. La mujer que me asistió me preguntó sobre ti para
poder ayudarme a encontrar el anillo correcto.
— ¿Y qué le dijiste sobre mí?
Acercó la silla de oficina para que yo pudiera mirarlo cara a cara y bajar mi
cabeza y puso sus manos en los apoyabrazos.
—Que eres una pilluela —dijo pinchando mi nariz—. Y que te gusta la joyería
clásica y simple.
—¿Qué más? —Lo urgí con una sonrisa. Había escuchado la historia muchas
veces antes, pero no creo que me canse nunca de oírla.
—Le conté sobre el reto, que me había dado algo casi imposible de conseguir.
Ella me dijo que este anillo, en esta costosa joyería, me aseguraría a hacerte
perdonarme y yo sacudí mi cabeza y le dije que no estaba intentando
comprar tu perdón o tu amor. Que estaba comprando el anillo como
alternativa a esa otra roca.

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Me miró directo los ojos y me regaló una sonrisa cruda.
—El día que estaba preparándome para dejar Denver, tenía ambos objetos en
mi bolsillo y continuaba tocando los dos, preguntándome cuál entregarte.
Quería darte el anillo pero pensaba que darte la roca era lo que debía hacer —
dijo—. Resultó que darte el anillo era la única cosa que yo necesitaba hacer.
Lo besé tiernamente. Han pasado cuatro meses desde esa propuesta bañada
por la lluvia, cuatro meses desde que Henry me dio el anillo y retrasó su
vuelta a casa por un día. Se quedó en Oklahoma por algunas semanas más
para darme espacio para pensar claramente, para adecuarme con el trabajo en
mi nueva vida. Y resultó que tomar ese trabajo fue la mejor decisión en mi
carrera. Pude vivir en ambos mundos del diseño como directora de arte y jefa
de diseño. Algunos días incluso pude trabajar desde casa.
Henry dejó sus asuntos en orden en Oklahoma antes de mudarse a Colorado
para siempre. Había entregado el depósito de la casa que estaba arrendando,
vendió la mayoría de sus cosas y canceló su solicitud al departamento de
policía en Oklahoma, comenzando desde cero el proceso en Denver.
Por ahora, vivimos en mi apartamento y es casi como en los viejos tiempos,
excepto que ya no tengo un cuarto al que escapar cuando las cosas se ponen
duras. Por suerte sólo firmé un contrato de seis meses, por esto, tendremos
tiempo para buscar un lugar más grande pronto.
¿He perdonado completamente a Henry? Me gusta pensar que sí, pero
algunas ansiedades se mantienen, la preocupación de que él podría
marcharse y dejarme en cualquier minuto, aún me ataca en momentos
aleatorios. Pero siendo fiel a su palabra, ha estado aquí día tras día,
construyendo una vida conmigo.
— ¿Estás lista? —preguntó Henry, de pie al lado de nuestro equipaje en la
puerta principal.
Apagué mi computador y asentí. Tomé mi chaqueta de cuero y cartera y
cargamos las maletas en el Volvo.
El vuelo a California tomó siete horas. Teníamos conexión en Phoenix,
entonces era tarde cuando llegamos a Monterey. Pensamos que mi papá era
quien nos iría a buscar. En vez de eso Helen, la madre de Henry, estaba
esperándonos al pasar la puerta, con una sonrisa ansiosa en su rostro.
Me abrazó primero y me besó en la mejilla y luego le dio a su hijo una
pequeña sonrisa de orgullo antes de tirarlo hacia abajo para un abrazo. Los
labios de Henry formaban una delgada línea todo el tiempo, pero vi algo en
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sus ojos, una chispa que parecía optimismo.
Con mi insistencia, Helen estacionó el auto en su calle para que Henry y yo
pudiéramos caminar hasta la casa de mis padres. La luna se veía brillante en
el cielo nocturno, iluminando las calles con una suave luz azulada. Tuve la
gran esperanza de que los próximos días fueran así de claros y cristalinos.
— ¿En qué estás pensando? —me preguntó mientras caminábamos hasta la
puerta del frente.
—En que no llueva el domingo.
Nos paramos, enfrentando la puerta de entrada, mirándonos uno al otro.
—No puedo creer que realmente esté sucediendo —dijo Henry.
—No es demasiado tarde para arrepentirse —bromeé débilmente.
Tocó mi mejilla.
—De ninguna manera me voy a arrepentir. Estás atascada conmigo para
siempre. —Movió el equipaje hacia un lado para poder pararse más cerca—.
Sólo me cuesta creer que en dos días, voy a ser tu marido y tú serás mi mujer.
Si dudo de algo, es que estoy asustado porque no suceda, porque lo quiero
desesperadamente.
Estaba bajando su cabeza para besarme cuando la puerta de enfrente
inesperadamente se abrió y Will interrumpió el momento.
—¡Hey abuela!, ¡están aquí! —gritó sobre su hombro. Tomó mi mano y tiró—.
Vengan chicos.
Henry sacudió su cabeza mientras juntaba las maletas, una pequeña sonrisa
jugando sobre sus labios.
—Ese niño ha hecho de la interrupción una forma de arte —dijo—. Justo
como su padre.
Julie durmió en la habitación de invitados en la casa de mis padres, mientras
que Will tuvo el singular placer de dormir en la habitación de niño de su
padre. Mi mamá había puesto gran cuidado en sacar los viejos juguetes de
Jason y sus pertenencias y mostrar cada uno a un cautivado Will. No sé si lo
entiende justo ahora que está durmiendo en la misma cama en la que su papá
dormía, o que está jugando con los mismos juguetes, pero mi esperanza es
que algún día llegue a conocer a su padre de alguna pequeña forma a través
de las viejas cosas de Jason. Quizás Will no crecerá sintiéndose como que
nunca conoció para nada a su padre.

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***
El día anterior a la boda fue una locura. Todos corrían haciendo mandados,
atando cabos sueltos. Julie, mamá y yo estábamos en un loco apuro por
terminar las decoraciones, llenando conchas con cera y una mecha para
usarlas como velas en las mesas. Papá y Henry terminaron de construir el
arco y colgaron una gasa blanca que se balanceaba sobre él. Los padres de
Henry estaban ocupados en sus trabajos, como siempre, pero ambos salieron
temprano del trabajo para ayudar con cualquier cosa que pudieran.
La cena de ensayo consistió en simplemente las dos familias compartiendo
algunas ensaladas y lasaña en casa de los Logan. Fue acogedor y cálido, lleno
de risas y energía nerviosa. De vez en cuando mis ojos viajaban por la
habitación para encontrar a Henry mirándome y compartíamos una pequeña
sonrisa secreta.
Finalmente el gran día llegó y la casa entera sucumbió al caos. Mamá corría
alrededor tratando de hacer que todos estuvieran listos, muy cerca de
colapsar. Hasta que Julie la calmó y le dijo que ella le ayudaría con la
decoración.
— ¿Qué pasa con Will? —preguntó, con su cabello solo medio peinado.
— ¡Estoy listo! —chilló Will, parándose ahí con su pequeño traje oscuro que
se completaba con una corbata azul.
La vista de él trajo lágrimas a mis ojos y como ya tenía mi maquillaje puesto,
tomé una gran bocanada de aire para evitar que las lágrimas cayeran. Por
millonésima vez, deseé que mi hermano estuviera aquí para unirse a la
celebración.
La tarta se entregó a nuestra casa: de tres pisos, completamente blanca y con
un hermoso detalle en el fondo de cada piso. La parte de arriba tenía el
icónico logo AMOR en azul, con la O reemplazada por una roca en su lugar.
Era perfecto.
Sólo pude echarle un vistazo antes de que se la llevaran, junto con el resto de
las decoraciones, hacia donde ambos padres estaban preparando todo en la
playa.
Mi vestido era un traje estilo sirena sin mangas, con un cinto de piedras y tres
vuelos de organza desde mis rodillas hacia abajo y mi cabello rizado había
sido tomado hacia el lado con un pinche de cristal. Cuando terminé de
vestirme me paré enfrente del espejo, completamente desconcertada por la
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persona que miraba de vuelta. Estaba radiante.
Mamá tenía lágrimas en sus ojos mientras se paraba detrás de mí. Siempre
supe que lloraría en mi boda, pero no estaba preparada para verla quebrarse
tan pronto.
—Eres hermosa, dulzura —dijo sacando un mechón de mi cabello de mi
hombro. Me abrazó por atrás y nos miramos una a la otra a través del espejo.
Regodeándonos en lo agridulce del momento.
Papá había vuelto de la playa cuando salí de mi cuarto. Me miró con asombro
en su rostro y quizás un poco de tristeza.
—Mi pequeña niña —dijo sosteniéndome en sus brazos para un abrazo
aplastante—. Tan crecida.
Condujimos a la playa Carmel y esperé en el auto hasta que fuera la hora.
Julie me envió una foto de la playa, sabiendo lo mucho que me gustaría ver
todo terminado. Ver esa pequeña fotografía lo hizo más real. Esto estaba
realmente sucediendo.
Antes de que pudiera enloquecer, Henry me envió un mensaje de texto
calmándome.
¿Dónde estás?
Esperando en el auto. ¿Dónde estás tú?
Estoy aquí Elsie. Donde siempre estaré.

***
Y entonces llegó el tiempo de caminar por el arenoso pasillo hacia la playa,
donde sillas de madera plegables habían sido acomodadas en dos secciones y
el pasillo delineado con gasa y flores color pastel. Al final estaba el arco y
debajo, de pie, el sacerdote con la Biblia en sus manos.
—¿Lista, cariño? —susurró papá levantando su codo.
Levanté el bouquet de rosas de papel y enganché mi brazo alrededor del de
mi padre.
—¿Lo estás tú? —bromeé.
Aunque él estaba sonriendo, sus ojos estaban brillantes con lágrimas no
derramadas.

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—Nunca.
El violinista comenzó a tocar una melodía lenta y esperanzadora, mientras
nosotros comenzábamos la marcha. Julie y Beth caminaron delante en sus
vestidos azul marino, pero demasiado pronto llegó mi turno. La melodía
cambió mientras caminaba por el corto pasillo, miré alrededor a la gente que
me rodeaba, tratando de sonreír a cada uno de todos nuestros familiares y
amigos. Sentí como si me moviera en cámara rápida porque rápidamente
estábamos al final del pasillo y yo estaba cara a cara con Henry.
Sus ojos azules traspasándome, la expresión de su rostro casi indescifrable,
pero en algún lugar en ese caos de emoción di con lo que estaba buscando:
certeza. Dejé salir el aliento que había estado reteniendo por meses,
finalmente saliendo a la superficie de las profundidades de la inseguridad.
Mi papá besó mi mejilla antes de entregarme a Henry con un apretón de
manos. Palmeó el hombro de Henry y dijo:
—Cuídala, hijo.
Henry hizo un perfecto saludo y dijo:
—Sí, señor.
Y entonces sólo quedamos nosotros: Henry y yo juntos bajo un cielo celeste.
Las olas detrás de nosotros tocaban una sinfonía tranquilizante mientras el
sacerdote comenzaba la ceremonia, dándoles la bienvenida a todos a nuestro
sagrado matrimonio.
No pude mirar más allá de Henry, de su rostro hermoso, el traje color caqui y
la corbata azul que hacía juego con sus ojos. Su pelo estaba peinado
despejando su cara con mechones ondeando en la brisa oceánica.
—Te ves hermosa —módulo para mí.
Sonreí hacia él, demasiado sobrecogida de emociones como para moverme.
Sólo sujeté su mano con más firmeza, esperando no despertar nunca de este
sueño.
Cuando vino el momento de los anillos, Henry se arrodilló al lado de su
pequeño padrino.
—Tú tienes los anillos. ¿Amiguito?
Will asintió y los alcanzó en los bolsillos de su pantalón. Se inclinó hacia
Henry y dijo:
—Quiero que te cases con mi mamá.
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Luché para contener mi risa pero Henry sólo se encogió de hombros.
—Me estoy casando con tu tía, eso significa que seré tu tío de verdad.
—Yo quiero que seas mi papá.
Henry se recuperó rápidamente.
—Los tíos son mejor que los papás. —Lo dijo de manera que sólo Will y yo
pudiéramos oírlo—. Los papás tienen que vivir para entablar reglas. Los tíos,
por otro lado, pueden ser geniales y comprarte toneladas de juguetes y
malcriarte como locos.
La cara de Will se iluminó.
— ¡Tienes razón! ¡Eso es mejor!
Henry se levantó con los anillos en su mano, permitiéndome ver la expresión
de tristeza antes de reemplazarla con una sonrisa.
—Jason está aquí —le susurré mientras tomaba mi mano izquierda—. Está
aquí con nosotros.
Asintió justo cuando el sacerdote anunció que habíamos escrito nuestros
propios votos. Henry respiró profundamente.
—Yo, Henry Logan, te tomo a ti, Elsie, para que seas mi esposa, mi igual, mi
mejor amiga. Prometo amarte y cuidarte, estar ahí cuando me necesites.
Prometo respetarte, serte fiel, mantenerte segura, pero sobretodo, prometo
amarte con todo lo que soy incluso después de que haya pasado mi último día
en esta tierra.
»Els no siempre he hecho lo adecuado pero te prometo que intentaré con
todas mis fuerzas convertirme en el hombre que te mereces. Te amaba
entonces, te amo ahora y siempre te amaré.
Me limpié una lágrima mientras sostenía su mano, posicionando la argolla
sobre su dedo. Me tomó un minuto recuperarme para no estallar en lágrimas
delirantes, pero finalmente lo logre.
—Yo, Elsie Sherman, te tomo a ti, Henry, para ser mi esposo —comencé
suavemente—. Prometo amarte incondicionalmente, apoyarte en tus sueños,
honrarte y respetarte por tanto tiempo como los dos debamos vivir.
El sacerdote abrió su boca para continuar cuando le di una pequeña sacudida
de cabeza.
Me volví hacia mi novio.

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—Henry te amo. Esas dos palabras tienen historia. Vienen con toda una vida
de risas y llantos. Cuando las digo, espero que sientas todo el peso de mis
palabras porque contienen todo lo que espero y todo lo que soy.
Me besó en frente de nuestros familiares y amigos, enfrente del interminable
océano y cualquiera que pudiera haber estaba mirándonos desde arriba.
Y estábamos casados.
***
La recepción fue un asunto simple. Pusimos dos mesas de madera blanca y
sobre ellas las velas hechas de conchas y los bouquets de Flores en el centro.
La vajilla era una hermosa mezcla de platos y cubiertos con una pequeña
estrella de mar unida a cada servilleta blanca.
Cuando el sol se puso, las velas se encendieron y nuestra pequeña fiesta brilló
en la noche. Papá y yo bailamos en la arena mientras Henry bailaba con su
madre.
Hubo algunos pequeños enredos—la cera cayó fuera de las conchas a la mesa,
las servilleta se volaron con la brisa y la arena se metió por todos lados– pero
no nos importó.
Después de la cena Henry y yo compartimos nuestro primer baile como
marido y mujer bajo las estrellas. Hass tocó una versión acústica de I Won’t
Let You Go escrita por James Morrison en su guitarra, mientras Henry me
arrastraba de la cintura y me acercaba más a él. Apoyé mi cabeza contra su
pecho, aspirando su fresca fragancia, segura de que en cualquier segundo iba
a salir volando por toda la alegría y el amor que había dentro de mí. Sólo los
fuertes brazos de Henry alrededor mío me sostenían en el lugar,
manteniéndome estable.
—Estoy aquí Els —dijo contra mi oído mientras nos deslizábamos, afirmando
mi palma contra su corazón—. Nunca te dejaré ir.

Fin

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Sobre la autora

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June es una escritora que le gusta excitar y enfurecer, que se deleita en
romper el corazón del lector y luego juntarlo todo de nuevo. Apesta en
escribir perfiles de autor y es una fiel admiradora de Joss Whedon.

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Créditos
Moderadoras de traductoras: Lucia. A e Ivi04

Traductoras: Ilka, Zune, kristel98, Lady_Eithne, Diana, Basarab_Countess,


MaryJane, Liaa!!, Glenda, Palbameca, Melusanti, Lau30, Lucia A, Ivi04.

Moderadora de corrección: Juli_Arg

Correctoras: yayitaalen, sttefanye, Vickyra, lsgab38, Noemí, Sarii,


LadyPandora, Juli_Arg, Angeles Rangel, Yayi!, Samylinda, Laumoon,
Gabymart, francatemartu, MaraD, Eneritz

Recopilación: Juli_Arg

Revisión: Ivi04

Diseño: Yayitaalen

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{1}
En inglés VBIED: vehicle-borne improvised explosive device.
{2}
TEPT: En ingles sus siglas son PTSD, que significa Posttraumatic stress disorder en español Trastorno de
estrés postraumático (TEPT).
{3}
Juego de palabras que se entiende mediante la pronunciación de Elsie y sea (mar) en inglés.
{4}
Joomla! es un Sistema de gestión de contenidos que permite desarrollar sitios Web dinámicos e
interactivos.
{5}
Cian: Es un color entre azul y verde.
{6}
Meth: Abreviatura de methamphetamine. Metanfetamina en español.
{7}
Lobotomía: Es un procedimiento quirúrgico en el cerebro, dónde son separadas de las fibras nerviosas
consciente. Para este propósito, una varilla metálica fina es incrustada en un agujero en el cráneo o la
cavidad del ojo insertado en el cerebro.

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