'La Ocupación Del Sitio de San Blas
'La Ocupación Del Sitio de San Blas
'La Ocupación Del Sitio de San Blas
TESIS
POR
BACH. SERGIO ANDRES SAEZ DIAZ
ASESOR
LIC. DANIEL MORALES CHOCANO
Lima – Perú
2019
1
A mi madre, sin la cual este trabajo
no hubiera sido posible.
2
AGRADECIMIENTOS
Esta tesis no se podría haber realizado sin el apoyo incondicional de mi familia. Mi mamá,
Ana Diaz, me apoyó desde que era muy pequeño en mi deseo de volverme arqueólogo. Su
esfuerzo y sacrificio hicieron posible que pudiera terminar la carrera, a pesar de los muchos
problemas por los que pasamos. Nunca podré compensar todo lo que hizo por mí y por esa
razón le dedico esta tesis, que es tanto suya como mía. Debo agradecer también a mis abuelos,
Yolanda Suparo y Víctor Diaz, quienes, a pesar de su avanzada edad, siempre buscaron la
manera de apoyarme y se preocuparon mucho por mi bienestar cada vez que salía de viaje.
Esta tesis es también de ustedes.
A continuación, le dedicaré algunas palabras de agradecimiento a las personas que me
apoyaron a lo largo de todos estos años.
A Antony Diaz, primo y amigo, fuiste la persona con la que di los primeros pasos para este
trabajo. Nuestros caminos se encontrarán separados ahora, pero siempre recordaré ese primer
viaje que me inició en la investigación de la historia junina. Gracias por estar ahí en ese
momento y por las charlas que tuvimos en esa época. A Carolina Roque, a quién conocí en
mi primer viaje y que desde ese día siempre nos apoyó, sea brindándonos un lugar donde
alojarnos o apoyando en las coordinaciones con las autoridades municipales. Al profesor
Toribio Yantas, la persona que mejor conoce los sitios arqueológicos de la provincia de
Junín, y a su señora esposa quienes me alojaron en su casa y me llevaron a conocer el sitio
de Chipián y San Pedro de Cajas. Además de haberme invitado a dar mi primera charla sobre
la arqueología de Junín en la misma ciudad de Junín, y permitirme revisar su colección de
cerámica. Gracias por su infatigable trabajo para conocer el pasado junino. Al Sr. Néstor,
quien siempre que nos alojamos en el hotel que administra nos brindó el mejor de los tratos
y nos apoyó cuando lo necesitábamos.
A Elisabeth Astuhuamán, quien desde la Dirección de Turismo de la Municipalidad de
Óndores nos brindó siempre su apoyo durante nuestros trabajos. A Raúl Acuña y Rubén
Guadalupe, de la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Junín, quienes nos dieron un
apoyo desinteresado durante el proyecto. A Jesús Solórzano, alcalde del distrito de Óndores,
y a Percy Chagua, alcalde de la provincia de Junín, quienes nos brindaron apoyo durante
nuestros trabajos.
A Heberth Guadalupe, gran amigo y apoyo quien hizo lo posible para que el proyecto saliera
de la mejor manera. A Tula Astete, presidenta del Anexo de San Blas, quien no solo nos
apoyó con víveres, sino que estuvo siempre atenta al desarrollo de nuestro trabajo. A Luis
Palomino, ex presidente del Anexo San Blas, quien nos apoyó durante las primeras semanas
de planificación del proyecto. Nos conocimos de manera casual y debe ser uno de los
momentos que más agradezco. A la Comunidad Campesina de Óndores, en especial a los
del Anexo de San Blas. Su apoyo durante la junta comunal nos dio energías para trabajar en
beneficio de ustedes y las visitas que realizamos a los sitios arqueológicos de la zona las
recordaré siempre con cariño.
A Gianfranco Orbegoso, Fiorella García, Samy Yarlequé, Angela Piñeiro, Rosa Vargas y
Johanny Benites, nuestras practicantes de excavación. Deseo haber podido brindarles
muchas más cosas pues su trabajo fue impecable. A Faustina Orihuela, quien nos apoyó en
el trabajo de gabinete. A Stefani Mamani, quien nos ayudó con el análisis cerámico. A mi
padre Luis Saez, quien siempre estuvo interesado en esta investigación y me ayudó a
contactar a las personas que iban a ayudarme.
3
Al Sr. Juan Arias y a la Sra. Silvia Suárez, quienes nos apoyaron durante toda la
investigación y me abrieron las puertas de su casa.
A mis tíos Pepe Saez y Maritza Saez, quienes desde muy pequeño han sido una apoyo para
mi familia.
A pesar de no conocerlos quiero agradecer a Ramiro Matos y a Daniele Lavallée. El primero
fue el pionero en la investigación arqueológica de la provincia de Junín, brindando mucha
de la información utilizada en este trabajo. Por otro lado, agradezco a la Dra. Lavallée el
haber venido a investigar utilizando una metodología que hasta ahora sigue sin utilizarse y
que nos ha servido de inspiración y base para nuestros trabajos. Considero que no ha habido
mejores estudios por conocer nuestro pasado como el que hiciese junto a su equipo, tarea
que queremos repetir e impulsar.
Quiero agradecer al profesor Daniel Morales por haber aceptado ser mi asesor en esta tesis
y por las conversaciones que ayudaron a afinar mejor este estudio.
Finalmente quería agradecer a Thalía Arias, mi compañera en estos años de investigación. Los
viajes, las charlas, los problemas, los logros, todo lo que pasamos en estos dos años me han
servido para crecer como persona y como profesional. Este trabajo no sería posible de no
habernos aventurado a sacar adelante este proyecto y es tanto mío como tuyo. Muchas
gracias por estar siempre ahí cuando necesité tu apoyo.
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RESUMEN
5
TABLA DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................... 8
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3. Resumen de los análisis de las áreas de actividad ................................................ 108
LÁMINAS
ANEXOS
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INTRODUCCIÓN
La presente investigación inició el año 2014 cuando viajamos por primera vez a conocer los
sitios arqueológicos de la provincia de Junín. En todo este tiempo recopilamos toda la
información que encontramos disponible e identificamos una serie de preguntas sin resolver
sobre el desarrollo histórico de esta región. Fue entonces que el año 2016 decidimos
organizar un proyecto de investigación para lo cual realizamos las coordinaciones con las
Municipales de Junín y Óndores y la Comunidad Campesina de Óndores. A mediados del
año 2017 iniciamos el Proyecto de Investigación Arqueológica San Blas que contó con el
siguiente equipo:
Las excavaciones se realizaron durante el mes de agosto y pudimos recuperar material que
presentaba características muy similares a los moldes registrados en otras salinas alrededor
del mundo. Los trabajos realizados en salinas de lugares tan diferentes de los Andes
Centrales, como España, China, Japón, México o Rumania terminaron siendo vitales para la
comprensión de una tecnología tan importante como la producción salinera, la cual ha sido
dejada de lado a pesar de la importancia con la que siempre se consideró al sitio de San Blas.
Esta información se terminó de procesar dando como resultado la presente tesis, la cual se
organiza de la siguiente manera:
En el Capítulo 3 indicamos cuales son los problemas de investigación y las preguntas que
surgieron. Se exponen las hipótesis de trabajo y los objetivos que se buscan en la
investigación.
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En el Capítulo 4 procedemos a describir la metodología de excavación y resumimos
brevemente la secuencia estratigráfica de nuestras unidades de excavación.
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CAPITULO 1: CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Las especies vegetales presentes son los ichus (Calamagrostis rigida, Calamagrostis recta,
Festuca dolychophylla, Stipa ichu, Stipa obtusa), césped de puna (Scirpus rigidus, Geranium
sessiliflorum, Werneria nubigena, Astragalus backenridgei, Alchemilla pinnata y en los
lugares más secos Astragalus garbancillo, Opuntiia floccosa y Aorella diapensioides),
totoras (Scirpus californicuss, Juncus articus) y plantas acuáticas (Myriophyllum quitense,
Elodea potamogeton, Potamogeton ferrugineus, Potamogeton filiformis, Utricularia sp.,
Chara fragilis, Scytonema sp., Mougeotia sp.) (Asociación Ecosistemas Andinos 2010: 36).
La cuenca dominante es la del lago Junín o Chinchaycocha ubicado al centro de la provincia
de Junín. En la estación seca presenta una temperatura media de 5.2ºC, mientras que la
temporada húmeda es de 9.4ºC (Salazar 1974). Este lago es el origen del río Mantaro, que
nace hacia el NO de este en donde actualmente se ubica la represa de Upamayo. Una
característica que define a la región es la presencia de pantanos que rodean el lago, muchos de
los cuales ahora son ocupados (como la actual ciudad de Junín). En
10
estos pantanos son comunes la presencia totorales, entre los que viven muchas de las especies
de aves de la región. En total se han contabilizado unas 150 especies, entre residentes,
migratorias y ocasionales, entre las cuales se encuentras el zambullidor pimpollo (Podiceps
chilensis morrisoni), el zambullidor blanquillo (Podiceps occipilalis juninensis), la
parihuana o flamenco común (Phaenicopterus ruber chilensis), la garza blanca (Leucophoyx
thula thula), el huaco o huajhua (Nycticorax hoactli), el yanavico (Plegadis ridgwayi), la
bandurria (Theristicus caudatus branickii), el pato cordillerano (Sarkidiornis melanotos
carunculatus), la polla de agua o tactash (Gallinula chioropus garmani) y el zambullidor de
Junín (Podiceps taczanowskii) (Asociación Ecosistemas Andinos 2010: 37; Dourojeanni et
al. 1968: 17-29) (Fig. 2).
Fig. 2. Vista de la orilla occidental del lago Chinchaycocha. Se observan las parihuanas que llegan al lago en
la temporada seca.
1
Originalmente se designaba así a las actividades de caza de camélidos, pero actualmente es una actividad
turística promovida por el anexo San Blas, de la comunidad de San Juan de Óndores, en el mes de setiembre.
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Fig. 3. Manada de vicuñas en la ruta Junín – San Pedro de Cajas.
A pesar de la altitud, sus tierras permiten el cultivo de tubérculos como la papa (Solanum
stenotomum y Solanum juzepczukii), el olluco (Ullucus tuberossus), la oca (Oxalis tuberosa)
y la maca (Lepidium meyenii) (Dourojeanni et al. 1968: 8; Matos 1980) (Fig. 4). Sin
embargo, la base económica de la región ha sido siempre el pastoreo. En el cercano sitio de
Telarmachay, las excavaciones permitieron identificar una secuencia en donde se pasó de la
caza generalizada a la caza especializada (con énfasis en vicuñas), para finalmente llegar a
la domesticación (Lavallée et al. 1995). A partir de los materiales recuperados en
Telarmachay, Wheeler (1984) considera que el proceso de domesticación se habría dado
tempranamente entre 4000 – 3500 ANE. Esta propuesta es rechazada por Rick (1980), quien
considera que el proceso fue más tardío. A pesar de este debate, es innegable la presencia de
animales domésticos a partir de 3500 ANE y puede considerarse a la puna de Junín como el
centro de domesticación de los camélidos sudamericanos, principalmente las alpacas, que
luego se expandieron a lo largo del Periodo Formativo (Uzawa 2008). Habría que añadir que
nuevas investigaciones realizadas en el área comprendida entre Perú, Chile y Argentina,
sugieren la existencia de varios procesos de domesticación paralelos (Capriles 2017).
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Fig. 4. Antiguo cultivo de maca, evidenciado por los surcos horizontales, en la ruta Junín – San Pedro de Cajas.
Sobre este se ha construido un muro moderno que divide las tierras de pastoreo.
Fig. 5. Ganado vacuno en las inmediaciones del sitio arqueológico de San Blas.
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2. El sitio arqueológico de San Blas
San Blas se encuentra ubicado a 5 km. al oeste de la ciudad de Óndores, ubicada cerca de las
orillas del lago Chinchaycocha. Se encuentra en las coordenadas UTM 370828 m E 8771931
m S, a una altitud promedio de 4327 msnm (Láminas 1 y 2). Existe una veta troncocónica
de sal subterránea, la cual se habría formado en el Jurásico o Cretácico (Morales 1977: 8).
Por esta veta de sal pasaba el afloramiento de agua que proveía constantemente de salmuera2.
Morales (1977) menciona que San Blas está formado por 3 montículos en torno al manantial,
abarcando poco más de 1 ha de extensión. Sin embargo, gracias a los recientes cultivos de
maca en la zona y el constante paso de camiones lecheros, se abrieron nuevos surcos y se
amplió el camino Óndores-San Blas. Estas acciones removieron la tierra alrededor de los
montículos principales y nos permitió identificar una extensión aún mayor del sitio
arqueológico. A esto debemos sumarle la aparición de una gran depresión cerca al manantial
que generó que secciones de terreno se hundieran y dejaran a la vista perfiles con abundante
material arqueológico.
A partir de estas nuevas evidencias, hemos podido registrar que el sitio arqueológico de San
Blas habría tenido una extensión aproximada de 12 hectáreas, divididas en 4 sectores.
Sector 1. Ubicado al Noroeste del sitio. Este sector se formó a partir de la acumulación
periódica de material cerámico, óseo y lítico en las faldas del cerro San Blas (Fig. 6). El
montículo fue excavado por Matos (1975) y Morales (1977), registrándose como más
temprana una ocupación del Arcaico Tardío. El montículo siguió siendo ocupado durante el
Periodo Formativo y al inicio del Periodo de Desarrollos Regionales Tempranos (Morales
1998). Posteriormente fue abandonado hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando el
hacendado Agustín Tello construyó la Casona de San Blas. Para ello se cortó el lado sur del
sector, nivelando el terreno. Gracias a este corte, aún se pueden observar fragmentos de
cerámica en la parte posterior de la Casona (Fig. 7).
2
Luego de derrumbe de la mina instalada allí a inicios del siglo XX (Espinoza 1984) parece que se cortó el
paso del agua hacia la cantera de sal. Actualmente el agua que brota es dulce.
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Fig. 7. Detalle de fragmentos de cerámica registrados en la parte posterior de la Casona.
Sector 2. Ubicado al Noreste y Este del sitio. Este sector es bastante irregular debido al
hundimiento de varias partes de los montículos, y a los diferentes periodos de ocupación que
ha tenido. Aquí desemboca el antiguo camino que conectaba San Blas con los asentamientos
que bordean el lago Chinchaycocha. Se lo ha dividido en 4 subsectores a partir de la
topografía y el tipo de ocupación.
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Fig. 8. Vista del lado norte de montículo del Sector 2a. El corte fue generado por maquinaria moderna.
- Sector 2b. Se ubica al centro y al lado Oeste del Sector 2. Se separa del Sector 2a
por una depresión en el centro del Sector, ocasionado por el hundimiento de los
montículos. Este es el subsector más afectado debido a los trabajos de minería
republicanos pues aquí fue en donde se excavó el pozo para acceder a la sal (Ishida
et al. 1960: 301-Fig. 3). Actualmente, la bocamina se encuentra cubierta por el
derrumbe de los motivos arqueológicos. Además, se pueden apreciar varios
perfiles producto de estos hundimientos, sobre todo los generados a partir del gran
hoyo que se abrió en febrero del 2018 (Fig. 9). A partir de estos perfiles y el hoyo
se puede observar que gran parte del subsector tiene un mínimo de 1 m de
profundidad. Hacia el lado más occidental las capas arqueológicas se depositaron
sobre una pequeña elevación natural, alcanzando menos de medio metro de altura
(Fig. 10).
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Fig. 9. Ortofoto de la depresión del Sector 2b. Las líneas oscuras que lo rodean son los cortes generados al
hundirse el terreno.
Fig. 10. Vista del montículo más elevado del Sector 2b.
17
- Sector 2c. Se ubica en la parte central del Sector 2. Lo componen una decena de
estructuras cuadrangulares construidas, de las cuales solo se conservan sus bases
(Figs. 11, 12). Estas estructuras eran del campamento minero instalado a inicios
del siglo XX.
Fig. 12. Ortofoto del Sector 2c. Se observan las estructuras cuadrangulares que formaron el campamento.
18
- Sector 2d. Se ubica en el lado Suroeste del Sector 2. Se trata de una ocupación de
pocos centímetros a más de un metro de altura, ubicada en la cima de un pequeño
cerro (Fig. 13). En esta cima se construyó una iglesia la cual removió la tierra
permitiendo que los comuneros recuperasen algunas osamentas humanas. La
posición cronológica de este subsector es difícil de determinar, pero los pocos
fragmentos observados son San Blas Fino. Es por ello por lo que consideramos
que la ocupación principal es del Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos.
Fig. 13. Vista del pequeño cerro en cuya cima se encuentra la ocupación del Sector 2d. Se observa la iglesia
construida en tiempos modernos.
Sector 3. Se ubica en la parte central del sitio. Está conformado por tres pozas rectangulares
de 34.3 m de largo por 4.7 m de ancho. Estas pozas están construidas con piedras labradas
unidas con argamasa de barro y con un enlucido que las impermeabiliza (Fig. 14). Hacia el
suroeste de este sector se encuentra un horno de piedra destruido y en su lado sureste se
encuentra un muro de contención construido de piedras talladas unidas con argamasa de
barro y cuyo relleno está formado por desmonte recogido a partir de la destrucción de los
montículos arqueológicos (Fig. 15). Estas construcciones son de finales del siglo XIX.
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Fig. 14. Vista de las pozas de decantación de sal.
Fig. 15. Sección destruida del muro de contención. Se observa el relleno de tierra y cerámica provenientes de
los montículos arqueológicos.
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Sector 4. Se ubica al Sur del sitio. Este sector también es bastante irregular pues gran parte
de este se ubica en las laderas de un cerro, y es dividido por la quebrada de San Blas. Lo
hemos dividido en 3 subsectores:
- Sector 4a. Ubicado en el lado Oeste del sector, este montículo se eleva unos 3
metros por encima de la quebrada de San Blas (Fig. 16). Debido a que el montículo
no ha tenido alteraciones no se pudieron observar muchos fragmentos. Los pocos
registrados parecen ser San Blas Fino, ubicándolo cronológicamente en el Periodo
de Desarrollos Regionales Tardíos.
- Sector 4b. Se ubica en el lado Norte y Noroeste del sector. Es similar al Sector 4a
pues se eleva unos 3 m sobre la quebrada de San Blas. Originalmente se extendía
en el área ocupada actualmente por la cancha de fútbol. Sin embargo, debido a que
se arrojó desmonte proveniente de la destrucción de otros montículos
arqueológicos (probablemente el Sector 2) durante Periodo Republicano, la
superficie se ha visto afectada. A pesar de esto, se han conservado capas intactas
en un corte moderno (Fig. 17).
- Sector 4c. Se ubica en la parte central, Sur y Este del sector, a lo largo de la ladera
del cerro ubicado al sur de la Casona. Se pudo identificar a partir de la tierra
removida por surcos realizados recientemente. Pero, sobre todo, por la ampliación
del camino Óndores-San Blas, que cortó el área con mayor espesor del subsector
(Fig. 18). Se trataría de una ocupación de corta duración debido a que, por lo
general, las capas tienen menos de medio metro de altura.
Fig. 16. Vista S-N del montículo que forma el Sector 4a.
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Fig. 17. Vista del corte moderno en el montículo del Sector 4b. Se observan las capas conservadas con
ceniza, carbón y fragmentos de cerámica.
Fig. 18. Vista N-S de uno de los montículos del Sector 4c cortado por la carretera.
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3. Sobre la cronología utilizada en esta tesis
La única propuesta cronológica para la puna de Junín es la de Matos, que la postuló a partir
de las prospecciones y pequeñas excavaciones que realizó en los inicios del Proyecto de
Investigaciones Junín, y, sobre todo, a partir de las evidencias de San Blas y Pachamachay
(Matos 1975: 48, 54). Esta secuencia inicial fue afinada a partir de las excavaciones de
Morales (1977) en San Blas, Lavallée et al. (1995) en Telarmachay y Rick en Pachamachay
(1980) y Panalauca (Rick y Moore 1999). Sin embargo, estos trabajos solo cubren la etapa
más temprana de la ocupación de Junín. Otro problema es que, exceptuando los fechados de
las ocupaciones precerámicas, no se tienen fechados calibrados para las épocas cerámicas.
Matos (1975: 60, 1999: 192) solo obtuvo dos fechados no calibrados: 1650 AEC para San
Blas y 1620 AEC para Óndores.
A pesar de los problemas mencionados, Matos (1994) vuelve a plantear una cronología para
la puna de Junín utilizando la propuesta general de Lumbreras (1969). En este resumen,
señala que no existe ninguna evidencia de ocupación Wari en la región. Este dato es
importante pues no es posible correlacionar la secuencia de Junín con la propuesta cronológica
planteada por Rowe (1962). A partir de los trabajos iniciales de Uhle (1970 [1910]), Rowe
plantea una secuencia en donde los Horizontes son periodos en donde un estilo cerámico se
irradia en los Andes centrales (en el momento de su planteamiento, estos estilos estaban
relacionados con Chavín, Wari y el Tawantinsuyu), y los Intermedios son los periodos de
tiempo que ocurren entre estos, en donde florecen los estilos regionales. Con la información
disponible para la puna de Junín no es posible utilizar esta secuencia puesto que el único
horizonte presente es el Tardío. Inclusive, las excavaciones de Morales (1977) dejan entrever
una secuencia bastante larga del estilo San Blas Pintado, partiendo desde los Desarrollos
Regionales Tempranos.
Es por ello por lo que preferimos utilizar la terminología planteada en la secuencia general de
Lumbreras (1969) en tanto se refiere más a procesos, antes que secuencias de estilos.
También tomamos en consideración la secuencia de Salcedo (2012), la cual reconoce la
importancia de establecer secuencias regionales generales. Así, el autor presenta un cuadro
cronológico para la región de Huánuco en donde se pasa de los Desarrollos Regionales
Tempranos a los Desarrollos Regionales Tardíos, dejando de lado el nombre de Estados y
Señoríos Regionales, utilizado por Lumbreras (1969), puesto que el desarrollo de Estados en
esta época fue limitado y la categoría de Señorío no ha sido correctamente definida3.
A partir de los datos de las investigaciones previas la secuencia de la puna de Junín sería:
Huarmipuquio
Panalauca (Bocek y Telarmachay
San Blas (Morales Pachamachay (Rick Pari-corral (Matos Óndores (Matos Huaychaocoto Junín (Parsons et al. (Morales 1977;
Periodos 1977, 1998) 1980, 1982)
Rick 1984; Rick y (Lavallée et al.
1975) 1975) (Morales 1977) 2000a) Parsons et al.
Moore 1999) 1998)
2000a)
Tawantinsuyu ? ? ? ? ?
Desarrollos
San Blas San Blas San Blas
Regionales I San Blas Fino San Blas Fino
Pintado Pintado Pintado
Tardíos
Desarrollos
? ?
Regionales ? ?
Tempranos Capas 1-4 Capas 1-5 Fase 8
Huarmipuquio
Formativo Capas 5-33 Capas 6-13 Fases 6-7 II-III Pari-corral Huaychaocoto ?
Óndores
Capas 34-35
Arcaico Capas 14-32 Fases 1-5 IV-VII ? ? ?
? ?
Tabla 1. Secuencia general de la puna de Junín con los principales sitios estudiados.
3
Aunque ver Lozada y Buikstra (2002) para una propuesta de definición e identificación arqueológica.
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CAPITULO 2: MARCO TEÓRICO
“Fabulan los yndios por tradicion que de un pueblo que se llama Cayna
uinieron al de San Joan de Yanacachi donde esta uno destos manantiales que
aura quinze léguas de distancia al de Cayna très carneros de la tierra4 blancos,
macho y hembra y una cria y que llegando a aquel pueblo donde ahora es el
manantial el uno dellos se puso a orinar y que un yndios de aquel pueblo lo
quiso coger y no teniendo con que enlazarlo le tiro la manta que era la capa
con que uenia cubierto el yndio y el carnero assi como estaua orinando, se
entro debaxo de la tierra y la manta se quedo y que assi como estaua orinando
se a quedado y que lo que orina es la agua salada. De aqui dizen se fueron los
otros dos carneros a otro pueblo que se llama San Pedro de Cacas anexo de
Los Rreyes de Chinchaycocha questa a otřas doze léguas mas adelante y que
al uno dellos le succedio otro tanto que al de Yanacachi y que délia misma
manera se puso a orinar el uno de los dos y le tiro otro yndio la manta y se
entro debaxo de la tierra y se quedo assi y de alli procède la agua salada. El
otro se fue solo huyendo y llego a San Blas de Cochac ques unas quatro o
cinco léguas mas adelante y le sucedio de la misma manera que a los dos
primeros de donde procède otro manantial.” (Duviols 1974: 285)
Este mito nos señala la importancia simbólica que tenían las salinas entre la población. Por
ello, le dedicaban ofrendas de cuyes y llamas, e incluso una fiesta en su honor (Duviols 1974:
293). Por otro lado, otro dato importante es la descripción detallada de Fabián de Ayala sobre
la explotación salinera:
4
Así llamaban los primeros españoles a los camélidos.
5
Aproximadamente 1.04 m.
6
Aproximadamente 83.5 cm.
24
Este registro nos permite conocer que la utilización de la cerámica para explotar la sal se
mantuvo durante la colonia. Posteriormente, describe como la población cargaba salmuera
en grandes tinajas de tres arrobas7 de capacidad, las cuales se asentaban en el suelo
(probablemente de las viviendas) y eran transmitidas de generación en generación llegando
a tenerse vasijas de hasta doscientos años de antigüedad (Duviols 1974: 285). Probablemente
estas tinajas mantenían almacenada temporalmente la salmuera hasta su uso o hasta poder
evaporar el agua y obtener los panes de sal.
El primer informe moderno que se tiene de San Blas corresponde a la visita que realiza
Antonio Raimondi al sitio en 1867. Luego de pasar por los pueblos de Junín y Óndores, se
dirigió a San Blas en donde vio la casona en funcionamiento (Raimondi 1874). Además,
señaló que se producía diariamente unas 100 arrobas de sal. Visitó el pozo de 32 metros que
excavara Agustín Tello, el hacendado dueño de la mina, y llegó al depósito de sal que tenía
más de 16 m de espesor. Raimondi también señala que: “Antes del descubrimiento de este
rico depósito de sal, que es muy reciente, existía solamente el pequeño manantial de agua
salada, donde acudían los Indios de las inmediaciones a proveerse de sal, evaporando el agua
en ollas de barro” (Raimondi 1874: 271, el resaltado es nuestro). Esta mención nos permite
saber que la explotación de la sal aún se hacía con ollas durante el siglo XIX y que se detuvo
solamente por el inicio de la explotación industrial.
Raimondi también observó los montículos arqueológicos y acertadamente considera que su
formación es precolonial y que demoró cientos de años en formarse: “Este monumento es un
inmenso depósito enteramente formado de tierra y fragmentos de ollas, debido a la ruptura
de los recipientes de barro que empleaban los antiguos Indios para evaporar el agua”
(Raimondi 1874: 272).
Habría que esperar a las primeras décadas de siglo XX para tener un primer informe
arqueológico. Nomland (1939) reportó la presencia de dos conjuntos cerámicos bien
diferenciados en San Blas: el primero correspondía a una cerámica monocroma con diseños
incisos de círculos con punto, líneas rectas terminadas en punto, motivos en S, etc., y el
segundo a una cerámica de superficie clara con motivos pintados en rojo. Ambos tipos fueron
denominados en su conjunto como San Blas. Esta fue la primera vez que se reconoció que
el sitio tenía diferentes conjuntos cerámicos, cuya diferencia era cronológica. Esta
característica fue señalada posteriormente por Kroeber (1944), quien estudia el material de
Nomland y considera a ambos tipos de cerámica como contemporáneos. A pesar de este
temprano reconocimiento, ambos conjuntos cerámicos siguieron siendo nombrados en
conjunto como San Blas en trabajos posteriores (Lumbreras 1959). Posteriormente, la
Misión Japonesa realizó un recorrido por todos los Andes visitando también el sitio de San
Blas. Durante su visita identificaron la distinta temporalidad de ambos conjuntos cerámicos,
identificando también que la cerámica pintada aparecía en dos formas: cuencos y cántaros
(Ishida et al. 1960: 474). Por último, registraron un fragmento inka, siendo los primeros en
reconocer una ocupación de este periodo en el sitio (Ishida et al. 1960: 302-Fig. 17).
Posteriormente, una vez iniciados los trabajos en Kotosh, lograron identificar cerámica
similar a la identificada para San Blas, decidiendo llamar Kotosh San Blas a una de las fases
del sitio de Kotosh (Izumi y Sono, 1963). Sin embargo, posteriores relecturas de los
contextos hicieron que reformulasen a secuencia y fusionaron a esta fase con la Fase Kotosh
Sajara Patac (Izumi y Terada, 1972). Habría que esperar al establecimiento del Proyecto de
Investigaciones Arqueológicas Junín, dirigido por Ramiro Matos, para que se inicien los
trabajos en San Blas. El objetivo del proyecto era el estudio integral de la puna de Junín y el
valle del Mantaro a través del registro y excavación de sitios de distintos periodos, con énfasis
en la ocupación temprana de la región (Matos, 1975). Junto a Matos trabajaron varios
7
1 arroba equivale a 11.399 kg.
25
arqueólogos nacionales y extranjeros quienes centraron su estudio en diferentes sitios,
principalmente pertenecientes al Arcaico, como Pachamachay (Rick 1979, 1983), Panalauca
(Bocek y Rick 1984; Rick y Moore 1999), Ushcumachay (Kaulicke 1979, 1999), Tilarnioc
(Matos 1992a), y también algunos sitios del Formativo como Huarmipuquio, Óndores y Pari-
corral (Matos 1975, 1992a, 1992b; Morales 1977, 1998).
Dentro de este proyecto se excavaría San Blas. Los primeros trabajos los realiza Matos quien
reporta 36 estratos desde el Arcaico Tardío hasta el final del Formativo (Matos 1975: 50-
51). Además del abundante material cerámico, el autor identifica objetos de hueso, agujas de
madera y pizarra, y restos de cocina. Matos es el primero que caracteriza la ocupación del
sitio atribuyéndole la función de campamento ocasional en el que se utilizó la cerámica para
explotar sal. Años después postuló que San Blas se trataría de un “un núcleo de viviendas en
torno a un manantial de agua salada” (Matos 1992b: 331). Es importante señalar que estas
propuestas carecen de evidencias. Solamente se tiene publicado el material cerámico, lítico
y óseo graficado en la tesis de Morales (1977). No se tiene hasta ahora ningún dibujo o foto
de las cocinas que reporta Matos o de las viviendas. Antes de continuar es importante señalar
que Matos también identifica la cerámica crema con motivos en rojo, pero la denomina
“Pasco”, término que no vuelve utilizar.
Las excavaciones en San Blas continuaron a cargo de Daniel Morales quien excava una
trinchera en el sitio por espacio de tres meses (Daniel Morales, comunicación personal). El
trabajo de Morales establece una secuencia que cubre ininterrumpidamente el lapso entre el
Arcaico Tardío y el inicio de los Desarrollos Regionales Tempranos (Morales 1998: 281).
En sus excavaciones Morales identifica 35 capas culturales:
8
También aparecen el San Blas Sencillo C, el San Blas Sencillo D y el San Blas Sencillo E. Sin embargo,
aparte de la descripción incompleta del primero (Morales 1977: 70), no existen descripciones ni dibujos de estos
tipos. Solamente sabemos que su frecuencia es baja, a partir de los gráficos publicados por Morales (1998: Fig.
13).
26
Blas Pintado en Zonas (que aparece en poca proporción desde la capa 6, Morales
1998: Fig. 13) desplaza al San Blas Inciso como el tipo decorado predominante.
El San Blas Pintado en Zonas realmente corresponde a varios alfares agrupados
en un mismo tipo entre los cuales aparecen los estilos Cochachongos del Mantaro
(Browman 1970), Huarpa de Ayacucho (Benavides 1971; Pérez 2016: Fig. 32b),
Higueras y Blanco sobre rojo de Huánuco (Izumi y Terada 1972).
A partir de esta secuencia, y siguiendo la propuesta de Murra (1975), Morales plantea que
durante el Formativo “las salinas de San Blas fueron probablemente un enclave ecológico
controlado por la cultura Kotosh de Huánuco dado que los estilos alfareros de San Blas son
los mismos que los de Kotosh” (Morales 1998: 281), refiriéndose a la súbita aparición del San
Blas Inciso, cuyos motivos decorativos son exactamente iguales a los motivos decorativos
del Kotosh Rojo Pulido y Kotosh Marrón Chocolate identificados inicialmente por Izumi y
Sono (1963: 108-114, Plate 52-53, 59-63). Posteriormente, la aparición de estilos cerámicos
diferentes es entendido como una ampliación en las relaciones de intercambio al incorporarse
nuevas regiones (Huánuco, valle del Mantaro y Ayacucho) durante el Periodo de Desarrollos
Regionales Tempranos (Morales 1998: 280).
En estos últimos niveles aparece también la cerámica San Blas Pintado compuesta
principalmente por cuencos de bordes redondeados o rectos, superficie bien pulida y cocción
reductora, cuya decoración está compuesta por líneas y franjas, círculos concéntricos,
motivos en U, puntos y líneas, todas ellas en rojo. A partir de los 556 fragmentos asignables
a este estilo que registra, Morales (1998: 282-283) divide esta cerámica en tres fases:
Material de forma y decoración similar al que identifica Silva (1988: Fig. 56-58) a partir del
análisis del material disponible en los niveles cerámicos de Pachamachay, excavado por
Matos9. Al igual que Morales (1998: 278, 280), Silva (1988: 28-30) considera que estos
niveles corresponden a los Desarrollos Regionales Tempranos y que el estilo San Blas
Pintado empieza en este periodo.
A la par de estas investigaciones, Lavallée & Julien (1975) iniciaron una prospección en el
valle de Shaka-Palcamayo, en la provincia de Tarma. Dentro de este proyecto las
ocupaciones tardías estuvieron a cargo de Elisabeth Bonnier y Catherine Rozenberg quienes
utilizaron la presencia de “cerámica de pasta gris con desgrasante fino, con una decoración
geométrica roja sobre engobe de color crema” para datar a sitios como correspondientes al
Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos (Bonnier & Rozenberg 1978: 67-68, traducción
propia). Esta cerámica corresponde al denominado San Blas Pintado, pero las autoras lo
renombran como “Palcamayo”.
Otro trabajo importante es el realizado en el marco del Proyecto de Investigaciones
Arqueológicas Junín, dirigido por Jeffrey Parsons. Debido a la abundancia de nombres (San
Blas, Pasco, San Blas Pintado, Palcamayo), Parsons, Hastings & Matos (2000a) deciden
redefinir los tipos cerámicos existentes en los periodos tardíos entre Junín y Tarma. A partir
de la colección obtenida en sus prospecciones, entre el sur de la puna de Junín y los valles
9
El material cerámico que excavó Rick (1980) no ha sido publicado.
27
de Tarma, Palcamayo y Huasahuasi, los autores plantean la existencia de un “Complejo San
Blas” compuesto por dos alfares:
- Alfar San Blas Fino10: Presenta cocción reductora, la cual genera un núcleo gris,
pero es probable que haya tenido un periodo de ventilación, lo que generó la
oxidación del enlucido crema en el exterior. La superficie exterior es comúnmente
de color 5YR 6/6 y 7.5YR 7/6 en la escala Munsell. Los aplásticos consisten en
pequeños granos de cuarcita de menos de 0.05 mm, aunque también puede
encontrarse calizas. Por lo general están libres de mica.
Este alfar presenta dos formas: cuencos redondeados de bordes curvos
convergentes, y cántaros de cuello evertido o recto de borde redondeado. Por lo
general las bases son redondeadas.
Este alfar presenta una gran incidencia de bruñido y pintado. La pintura presenta
varias tonalidades de rojo y se aplica siguiendo un limitado repertorio de motivos:
bandas horizontales debajo del borde de los cuencos y cántaros en su exterior, y
motivos en “U” o “V”, puntos, líneas, círculos concéntricos, bandas horizontales
y verticales, en el exterior (Parsons et al. 2000b: 527-528).
- Alfar Tarma Llano11: Los fragmentos con núcleos grises reducidos son escasos.
Por lo menos una de sus superficies está bien pulida, algunos incluso están
bruñidos, lo cual hace imposible observar sus aplásticos en superficie. La
superficie exterior es comúnmente opaca y oscura siendo comúnmente de color
5YR 5/6 a 6/6, 5YR 3/2 y 5YR 5/4 en la escala Munsell. Los aplásticos son gravas,
cuarcita y ocasionalmente esquisto gris o rojo, los cuales presentan un diámetro
entre 1 y 2 mm. Algunos fragmentos pueden ser micáceos.
Este alfar presenta una forma: cántaros de cuello evertido de bordes cuadrados o
aquillados, y de base redondeada. Carecen de decoración pintada, excepto en
algunas excepciones, que los autores no precisan (Parsons et al. 2000b: 527).
10
San Blas Fine Ware, en el original.
11
Tarma Plain Ware, en el original.
28
pocos dibujos presentados (considerando que reporta haber recuperado 4530 ceramios),
observamos que sus “bowls” presentan borde redondeado y diámetros entre 10 y 28 cm, y el
único cuenco dibujado presenta borde recto y un diámetro de 18 cm. Por otro lado, cántaros
de cuello evertido y borde redondeado (que solo menciona en su Gráfico 1) tienen diámetros
entre 16 y 19 cm.
El material graficado presenta las mismas características de la cerámica San Blas Fino
reportadas por Morales (1977) y Parsons et al. (2000b): cerámica de núcleo gris, con
superficie crema o anaranjada, motivos en rojo u ocre marrón representando bandas
horizontales o verticales, líneas sinuosas, espirales, motivos en U, círculos concéntricos, etc.
Un dato importante es que señala que en los niveles más profundos encontró cerámica de “baja
calidad en el tratamiento de la superficie externa e interna. La pasta es de temperantes
medianamente toscos, elaborados en atmósfera oxidante” (Calderón 2009: 56). Otro dato
interesante es que el autor considera que hay indicios de producción alfarera en el sitio por
la presencia de “alisadores de cerámica y piedra, pulidores, batanes con residuos de óxido de
fierro [sic] y cinabrio, paleta de alfarero, figurina de arcilla cruda. Se han registrado
estructuras con huellas de haber sido expuestas a altas temperaturas y superficies con gruesas
capas de ceniza.” (Calderón 2009: 71, el resaltado es nuestro). Lamentablemente no se han
graficado estas superficies, que podrían ser también espacios de cocina o metalurgia. Sobre
todo, por la presencia de plata, cobre y plomo sin trabajar que se ha registrado en el sitio
(Velarde 2009). Por otro lado, la presencia de paletas de alfarero son un buen indicador de
elaboración de alfarería en el sitio y también de la técnica de manufactura. Si a esto le
sumamos la presencia de material con defectos de cocción (Calderón 2009: 79) es muy
probable que Cashamarca haya sido un lugar de manufactura cerámica que podría haber
abastecido a los sitios cercanos.
29
2.1. Técnicas de explotación salinera
Estas evidencias pueden indicar diferentes tipos de técnicas de explotación salinera (Harding
2013: 28-37, 2014: 592-593):
Quemado de halófitas. Se la conoce principalmente a partir de estudios etnográficos (Nueva
Guinea principalmente [Weller 2010, 2015: 75], también Colombia [Cardale 2015: Nota 2])
y atestiguada indirectamente a partir de restos de plantas en sitios arqueológicos (Kawashima
2015). Consiste en quemar plantas halófitas (Fig. 19A), que crecen en manantiales salinos,
o las plantas que se encuentran en las marismas, y recoger los cristales de sal de las cenizas
(Gouletquer y Weller 2015: 16-17). Este método sería el que reportó Aristóteles y que fue la
base de un floreciente comercio de sal en la parte continental de la costa del Mar del Norte
en la época medieval (Harding 2013: 28).
Evaporación solar. Consiste en recoger los granos de sal que se forman en las costas
marinas, o construir instalaciones para acumular la salmuera y dejar que el sol evapore el
agua. Esta técnica se ha reportado en todo el mundo, incluyendo Europa (Harding 2014: 594-
595), el desierto de Sechura (Cárdenas y Milla 1980), El Salvador (Andrews 1991),
Colombia (Cardale 2015), y es usada actualmente en Zapotitlán, México (Castellón 2016);
Cáhuil, Barrancas y La Villa, Chile (Fahrenkrog, 2010); Maras, Cusco (Palomino, 1985),
Teggida-n ‘Tessum, Níger (Fig. 19B) (Gouletquer y Weller 2015), entre otros.
Canales de madera (trough technique). Consiste en perforar troncos de madera de 1.5 a 3
m de largo, colocar clavijas de madera en estos hoyos y cerrar uno de los extremos (a veces
ambos) (Fig. 19C). No se sabe exactamente como se utilizó. A través de arqueología
experimental se procedió a usar los agujeros para gotear agua sobre sal de piedra. Esto sirvió
para generar depresiones, en las cuales se utilizaron cuñas de madera y se pudo desprender
fácilmente grandes pedazos de piedra. Es debido a esto que se ha propuesto que el uso de
esta técnica sería para una producción en masa, en mucha mayor cantidad que al utilizar
cerámica (Harding 2014: 593-594). Esta técnica fue usada en la cuenca de los Cárpatos, con
casi toda la evidencia en Transilvania (Harding 2015).
Minado. Se tienen registros de minado de la sal en tiempos romanos en Rumania y la Edad
de Hierro de los Alpes orientales, pero las evidencias más antiguas son del Neolítico Medio
(4500 – 4200 ANE) en el sitio de La Vall Salina de Cardona, España, única montaña de sal
de gema de Europa. Aquí se logró registras hachas con fracturas y desgastes asociados a la
explotación minera de la sal gema (Fíguls y Weller, 2017; Fíguls et al. 2013) (Fig. 19D). La
Vall Salina es uno de los sitios con mayores trabajos de investigación llegando a hacerse
análisis sobre la industria lítica, las trazas de uso, la materia prima, arqueología experimental,
análisis petrográficos (Fíguls et al. 2010). Por otro lado, al norte de Irán se ha identificado la
mina de Douzlakh, explotada utilizando picos de hierro en los periodos Aqueménida y
Sasánida (Aali et al. 2012). Este sitio presenta la particularidad de haber sido abandonado
por un periodo debido a un gran derrumbe que ocasionó la muerte de varios trabajadores.
Estos cuerpos se momificaron y su estudio ha permitido identificar que era explotado por
personas de diferentes regiones, los cuales se habrían trasladado directamente hasta el sitio
debido a la ausencia de asentamientos cercanos. Otra forma de minado es a través de
trincheras al aire libre en las sebkhas (salares) del Sahara. Estas trincheras permiten alcanzar
y escoger las mejores capas de sal y cortarlas para luego transportarlas para la venta. Se
obtienen así sales muy puras y duras, excelentes para el intercambio (Gouletquer y Weller
2015: 20).
Se ha postulado también la existencia de una explotación sin recipientes en el este de Francia
desde el Neolítico, intensificándose en la Edad de Bronce Media y culminando en la
producción de sal gala. Se habría vertido salmuera en una fogata cubierta con un entramado
vegetal (Fig. 19E). A medida que descendía, la sal se concentraba y finalmente se cristalizaba
al llegar a las brasas (Weller 2004: 100-101).
30
Fig. 19. Diferentes técnicas de explotación salina: (A) Quemado de halófitas en Nueva Guinea (Tomado de
Gouletquer y Weller 2015: Fig. 2), (B) Evaporación solar en Teggida-n ‘Tessum (Tomado de Gouletquer y
Weller 2015: Fig. 3), (C) Canales de madera registrados en Rumania (Tomado de Cavruc 2015: 33), (D) Hachas
utilizadas en las minas de sal (Tomado de Fíguls et al. 2013: Fig. 5), (E) Experimentación de la obtención de
sal por el vertido de salmuera en fogatas (Tomado de Weller 2004: Fig. 5).
2.2. Briquetage
A pesar de esta variedad en técnicas de explotación salina, la evidencia más directa viene a
ser la identificación de briquetage. Briquetage es un término francés que fue utilizado por
primera vez por R. A. de la Sauvagère en 1740 para referirse a grandes acumulaciones de
cerámica (Terán 2011: 73). Siendo así, se refiere tanto a las vasijas usadas para la
evaporación de la salmuera, como a los moldes y los soportes de esta cerámica (Abarquero
et al. 2010; Castellón 2016; Harding 2013; Weller 2004, 2015).
Debido a la naturaleza duradera de la cerámica, ésta ha sido el elemento más importante para
identificar centros de producción salinera tanto en fuentes de agua, como en las costas
marinas. La identificación de grandes acumulaciones cerámicas ha permitido identificar
diferentes formas y usos en muchos países, así como propuestas sobre la relación entre la
explotación salina y las poblaciones circundantes. Entre algunos ejemplos tenemos:
Explotación en manantiales
Lagunas de Villafáfila, España. A diferencia de la mayoría de los sitios aquí mencionados,
las Lagunas de Villafáfila son mencionadas en registros históricos, por lo que podemos
conocer los cambios sociales que sufrió a través del tiempo. El sitio se convirtió en un pujante
centro de producción de sal en la Edad Media, siglo X, principalmente entre 1100 y 1250.
La comarca de Lampreana evaporaba salmuera con pozos, cisternas, eras y molinos o
“ralladeros” de sal. La iglesia y los nobles controlaban la producción, la cual abastecía el
Reino de León, y decayó a comienzos del siglo XVI al no poder rivalizar con los centros de
31
producción portugueses, andaluces y levantinos (Abarquero et al. 2011).
La explotación en Villafáfila se inició en el Neolítico (circa 5000 AEC) pero sin ser
especializada. A partir de allí, no es clara la explotación en la Edad de Cobre Inicial (2800-
2100 AEC) pues solo 4 de 13 sitios identificados están cerca de la fuente de agua. A finales
del III milenio y durante la primera mitad del II aumentó el número de sitios y se
concentraron cerca de la laguna. Durante el Bronce Antiguo (1800-1600 AEC) aumentan a
30 sitios, 26 de especialización y 4 de habitación (Abarquero et al. 2011).
Se excavó en dos sitios: Molino Sanchón II y Santioste. En Molino Sanchón II identificaron
3 fases, la última de las cuales corresponde a un cementerio medieval, por lo que no
entraremos en detalle en esta. En la Fase I (con tres fechados de fechada en la segunda mitad
del III milenio AEC) se empieza con la excavación de pozos de decantación (Fig. 20A).
Luego, se pasa al hervido de salmuera sobre peanas de barro o piedras del mismo tamaño,
las cuales sirvieron de soportes para la colocación de vasijas. Se registran también hoyos que
habrían servido para sostener estructuras elevadas sobre las cuales también se cocía la
salmuera. Se registran áreas quemadas con concentraciones de carbón, cerámica fragmentada
(algunas con decoración “campaniforme”), trozos de barro y piedras quemadas. Esta fase se
sella con la elaboración de hoyos cilíndricos rellenados con ceniza y, en un caso, cerámica
de decoración campaniforme. Y, finalmente, con la colocación de arcilla blanca a lo largo
del espacio ocupado, acumulación de desechos en el área misma y, finalmente, la colocación
de la arcilla blanca sellando el área. En la Fase II (con un fechado en la cercano al inicio del II
milenio AEC) se registran peanas y soportes amorfos de barro, junto a piedras del mismo
tamaño, que, en conjunto, habrían servido, también, como soportes (Fig. 20B). El sello de
esta fase presenta también hoyos cilíndricos y hay una ausencia de cerámica “campaniforme”,
apareciendo materiales de la Edad de Bronce (Abarquero et al. 2010: 89-97).
(A)
(B)
Fig. 20. Pozo para decantación de agua (A) y peanas de barro (B) de las Fases I y II, respectivamente, de Molino
Sanchón II (Tomado de Abarquero et al. 2010: Figs. 10, 5).
32
En Santioste se encontraron evidencias similares, divididas en 3 fases. La Fase I se fecha en
la segunda mitad del III milenio AEC. En la Subfase Ia se registraron áreas de quema que
los autores consideran se tratan de “cocederos” donde se hervía salmuera en recipientes sobre
peanas. Además, se registraron también hoyos, que habrían servido para poner paravientos o
como verdaderos fogones. Sobre este nivel se colocó arcilla blanca, sellándolo. En la Subfase
Ib se registró evidencias similares, con la adición de pozos de captación de agua. También
se selló con una capa de arcilla. En la Fase II (fechada para el inicio del II milenio AEC) se
construyeron “estructuras de combustión” de 40 x 50 cm, y con una altura entre 30 y 60 cm
(Fig. 21A), los cuales rompieron la capa de arcilla para su elaboración. Nuevamente, se selló
la ocupación con una capa de arcilla blanca. En la Fase III (mediados del II milenio AEC) se
registraron estas mismas estructuras, dos de las cuales presentaban una misma entrada (Fig.
21B) y otra en donde se puede apreciar el acondicionamiento para una cubierta. Durante esta
ocupación se construyó un pozo en donde se depositó una ternera joven. Al abandonar el
lugar se colocó un entierro en una de las fosas, consistente en una joven con un ajuar de
pulsera, collar de perlas y plata y un botón de marfil. A diferencia de Molino Sanchón II, en
Santioste no se registró cerámica con decoración “campaniforme” (Abarquero et al. 2010:
97-106).
(A) (B)
Fig. 21. Estructuras de combustión de las Fases II (A) y III (B) de Santioste (Tomado de Abarquero et al. 2010:
Figs. 19, 21).
Manantial de Baleni, noroeste sudafricano. Los sitios identificados por Antonites (2013)
están asociados a comunidades agrícolas. Constan de montículos de tierra lixiviada junto a
depósitos de cerámica, huesos, carbón y ceniza, con fragmentos de cuencos de esteatita,
fechados en torno al siglo IV de nuestra era en adelante. Por lo general, las vasijas son
reutilizadas y sus formas varían de vasijas de bocas grandes usadas solamente para hervir, a
vasijas que son indistinguibles del utillaje doméstico (Antonites 2013: 106). Las evidencias
más tempranas son de comunidades agrícolas del primer milenio EC, correspondientes al
Periodo Mzonjani. En todo el sitio solo se registró una sola forma: cántaros de borde evertido,
algunos con decoración consistente en bandas punteadas en el borde, a veces con motivos en
el cuerpo también (Fig. 22). En los periodos posteriores se siguió utilizando las mismas
formas, con un repertorio decorativo bastante simple.
34
Fig. 22. Cerámica del Periodo Mzonjani, del sitio de Baleni. Tomado de Antonites (2013: Fig. 7.).
A partir de sus excavaciones en los sitios de Eiland y Harmony, el autor considera que los
montículos se formaron en pocos procesos productivos. Cada evento es visible como un
estrato en forma de montículo que se formó por la deposición rápida de material que está
asociado a una fase cerámica específica. El abundante número de montículos alrededor del
manantial de Baleni corresponden a eventos de muy corta duración (en la Unidad BAL03 se
registraron un máximo de cinco eventos productivos, la cual no corresponde a una
explotación intensiva del sitio, sino a una explotación constante, pero de reducida escala
(Antonites 2013).
La evidencia etnográfica permitió conocer más detalles de la explotación salinera en Baleni.
La sal se extrae en la temporada seca. El día para iniciar la explotación se decide luego de
consultar a los espíritus y se colocan ofrendas (conjuntos de palos, comida, tabaco, rapé,
monedas de cobre) en la base de un árbol muerto. Además, la explotación se realizaba con
viajes diarios al sitio desde las aldeas cercanas. Las mujeres, quienes son las que realizan esta
actividad, llevaban sus esteras para dormir y armaban estructuras temporales (Antonites
2013: 107), pero las excavaciones no han podido detectarlas. Aun así, parece que el uso de
estas esteras era solo para descansar en el transcurso del día puesto que la gente consultada
señaló que regresaban todos los días a sus casas
Salinas de Illinois, EE. UU. En el sitio de Great Salt Springs, Mississippi, se encontró
cerámica, barro quemado y abundantes restos malacológicos, mientras los fragmentos de
hueso y los restos de talla estaban casi ausentes y no se encontraron asentamientos asociados
a los campos de cultivo cercanos. Estas evidencias nos señalan que, a pesar del gran espacio
ocupado, el sitio se limitó a un rango pequeño de actividades. Si bien las actividades del sitio
eran limitadas y “especializadas”, las herramientas encontradas estaban estandarizadas en
cuanto a su función, no su forma (Muller 1984: 498, comillas en el original).
Los recipientes identificados varían sus formas desde bases planas a los de formas más
redondeadas, más parecidos a cuencos. Un descubrimiento importante es el hecho que se
35
haya encontrado un alto porcentaje de cerámica de decoración fina, similar a lo hallado en
asentamientos de producción alimenticia. Esto incluye cerámica con diseños que son raros
en el área.
Se utilizaron fogones especiales revestidos de arcilla y de forma semiesférica (Fig. 23),
ordenados en líneas. Estos fogones habrían sido usados para la evaporación. Además, se
habrían utilizado piedras calientes para acelerar el proceso, tal como parece indicar la
presencia de grandes cantidades de piedras rotas (Muller 1984: 500).
Fig. 23. Fogones revestidos de arcilla de Great Salt Springs (Tomado de Muller 1984: Fig. 4).
36
de la salmuera. A pesar de esto, Muller considera que no hay evidencias de una
especialización a tiempo completo. Una producción de tiempo completo de sal implica la
depredación de combustible y, en un clima bastante húmedo, solo se podría explotar la sal
en niveles bajos de producción o con problemas de transporte de combustible. Además, se
necesitaría de muchos otros especialistas para poder tener los recursos para explotar la sal.
Eso implica hospedaje y alimento para estos otros especialistas también. De los cuales no
hay evidencia registrada. Por otro lado, las herramientas no muestran un grado de
estandarización que se esperaría de ser un caso de especialistas a tiempo completo puesto
que hay q tener en cuenta que la estandarización se puede producir aún en ausencia de una
“producción en masa”. Los no-especialistas pueden aprovechar la producción a escala de
algunas herramientas e incluso una unidad familiar puede definir un tipo de vasija utilizada
luego por otros. El caso de Great Salt Springs sería un caso de “especialización en una
localidad”, puesto que solo se tuvo un tipo de explotación en el sitio, y no una
“especialización artesanal” puesto que no se trató de un sector específico de la sociedad quien
realizó esta tarea, o toda la sociedad dedicándose a esta, sino que fueron todos los miembros
quienes complementaban sus otras actividades con la explotación salinera.
37
Fig. 24. Tipos de briquetage usados en Zhongba: jiandigang (Tipo I), jiandibei (Tipo II) y huandiguan
(Tipo III) (Tomado de Flad et al. 2005: Fig. 2).
Si bien hay abundante material cerámico, este es homogéneo: el 90% de todo el material
corresponde a briquetage (Flad et al. 2005: Fig. 3). Asociado a este material se registraron
pozos ovalados alineados con arcilla como cubierta, pero solo en la Fase I, similares a los
registrados en las salinas de Illinois (Muller 1984).
Además de las excavaciones, el equipo de Flad realizó análisis arqueométricos (Flad et al.
2005: 12620-12621) para poder tener una mayor seguridad sobre la función del sitio:
- Con fluorescencia de rayos X se analizó la tierra de la Fase III y se encontró que
había grandes concentraciones de Magnesio y Calcio, los cuales son las mayores
impurezas de la salmuera de la región.
- Con difracción de rayos X compararon los residuos de las bases de los cántaros de
base redondeada y vasijas de producción de sal modernas. Los resultados indican
una gran presencia de CaCO3, lo que permite proponer que las vasijas de la Fase
III también eran para producir sal.
- Con un microscopio de barrido electrónico se identificó una gran concentración
de Sodio y Cloro en la superficie interna de las vasijas, la cual decrece hacia el
exterior.
Estos análisis permiten afirmar, con mayor seguridad, que el sitio de Zhongba se usó para la
explotación intensiva de sal.
Montes Cárpatos, Rumania. Se han identificado cerca de 280 fuentes de sal a lo largo de
lado oriental de los Montes Cárpatos. En estos sitios se utilizaron varios tipos de pozos para
la producción salinera: pozos con estructuras de troncos de árboles, pozos cuadrados de
madera, pozos de piedra, pozos cisterna. Actualmente estos sitios han variado en su uso: han
sido abandonados, se utilizan para la crianza animal, como sitios de caza, recolecta, para la
conservación de la comida, para la industria del queso, leche y carne curada, explotación de
sal cristalizada, y para uso terapéutico (Weller et al. 2015).
De entre los sitios arqueológicos asociados a estas salinas, el sitio de Hălăbutoaia, Ţolici,
presenta evidencias de explotación de sal desde el Neolítico Temprano hasta el final del
Calcolítico (5700-3500 AEC), con 8 m de estratigrafía (Fig. 25). Está compuesto por
38
múltiples estructuras y desechos de combustión relacionados a la explotación de sal. Durante
el Neolítico Temprano se habrían formado asentamientos cercanos a Hălăbutoaia, como
Deleni-Grumazesti. Además, el sitio habría contribuido en la temprana ocupación del sitio
fortificado de Râpa lui Bodai, a menos de 6 km. Durante el Periodo pre-Cucuteni hay una
intensificación en el número de asentamientos en el valle de Topoliţa asociada a dos
asentamientos fortificados: Râpa lui Bodai y Dealul Valea Seacă. Se estableció el
asentamiento de Şipot Mohorâtu, a 2 km, como punto medio entre la salina y Râpa lui Bodai.
Durante el periodo Cucuteni se empezó a utilizar moldes cerámicos y el patrón de
asentamientos no cambió radicalmente. Mientras tanto, en otros lugares de Moldavia se
diseminaron los asentamientos pasándose a colonizar todos los ecosistemas. Solo el valle de
Topoliţa se mantuvo densamente poblado entre dos polos: Râpa lui Bodai y Locul Şcolii-
Petricani, valle abajo. El abandono de Şipot Mohorâtu muestra un cambio en el control del
recurso salino: se pasó de controlar el recurso con un sitio en una cima a controlar los accesos
al recurso, ubicando asentamientos en la boca de los valles y, a menudo, cerca de las
confluencias (Weller et al. 2015).
(A) (B)
Fig. 25. (A) Estructura alargada con depósitos de ceniza blanca. (B) Superposición de las capas superiores de
la trinchera efectuada en Hălăbutoaia (Tomado de Sordoillet et al. 2018: Fig. 2).
Por otro lado, el sitio de Slatina Cozla, Gârcina, presenta una ocupación del Periodo Cucuteni
con menos de 1 m de estratigrafía. Hay dos niveles de explotación: Cucuteni A2 sin
briquetage, y Cucuteni B con briquetage (Weller et al. 2015). El sitio es parte de una densa
ocupación del Cucuteni en el área norte de Piatra Neamț; sin embargo, no existe una ocupación
asociada directamente, estando las más cercanas entre 3 y 5 km. Al contrario, otros
asentamientos en el área sí parecen estar directamente asociados a recursos salinos. Este sitio
se habría explotado debido a su alta salinidad, tener una ubicación a lo largo del valle de
Cuejdiu y su posición central. La modesta explotación y el control efectivo de los valles de
Cracău y Bistriţa, además de la alta densidad de asentamientos en el área adyacente, habrían
sido las razones para que no haya un monitoreo riguroso como en Hălăbutoaia (Weller et al.
2015: 129).
Como señalan Weller et al. (2015: 129):
Fig. 26. Fragmentos de cerámica utilizada para hervir la salmuera. A la izquierda se observa la superficie
exterior, sin mayor tratamiento. A la derecha, la superficie interior con un alisado fino, casi pulido (Tomado de
Cardale 2015: Fig. 6).
Estos sitios presentan una gran cantidad de fragmentos acumulados a lo largo del tiempo.
Cardale reporta que en Zipaquirá V excavaron un área de 3 x 3 m con una profundidad de
1.5 m, y recogieron cerca de una tonelada de material (Cardale 2015: 40). A partir de estas
excavaciones y junto a las realizadas en Nemocón, se pudo identificar un aumento en la
producción de sal a partir del siglo 1 AEC, reflejado en los cambios en la forma y tamaño de
las vasijas. En un inicio se usaron cuencos poco profundos pequeños (unos 25 cm de diámetro
en el borde), pero luego se empezó a utilizar vasijas más profundas y de mayor capacidad.
Al mismo tiempo, el color de la cerámica señala un incremento en la temperatura, pasando
de tonos marrones a unos más anaranjados, en donde la cerámica era totalmente oxidada.
Asociados a estos sitios se encuentran algunas herramientas de piedra, consistentes en
cuchillos grandes y lascas de basalto, los cuales habrían servido para preparar la leña,
mientras que las piedras termo fracturadas serían los restos de los fogones. Además, durante
el Periodo Herrera se encontraron terrones de arcilla preparada y algunas piezas quemadas
accidentalmente, lo cual indicaría que la cerámica se estaba fabricando en el mismo sitio
(Cardale 2015: 37-38).
En este periodo no existen evidencias de acumulación de riqueza, por lo que las jefaturas
existentes en el Periodo Herrera no habrían utilizado la sal como bien de prestigio.
40
Explotación en las costas marinas
Japón durante los Periodos Jōmon, Yayoi y Kofún12. Kawashima (2012) postula que la
producción de sal se inició antes del uso de la cerámica y su aparición como instrumento
especializado para la producción de sal indicaría una especialización productiva. El autor
relaciona esta especialización con la aparición de sitios especializados en el Periodo Jōmon.
En el Periodo Jōmon Tardío (2500-1250 ANE) y Final (1250-950/400 ANE) de la región de
Kanto se empezó la explotación de salmuera usando cerámica (Kawashima, 2015).
Tenemos información de cinco sitios al sur del lago Kasumigaura. En Hirohata se encontró
acumulación de cerámica y ceniza, fechada hacia 3400-2850 AEC (Kondō 1962, citado en
Kawashima 2012). El material recuperado corresponde a cuencos convergentes de base
aplanada o en punta, con bordes irregulares y sin decoración (Kawashima 2015: Fig. 1). En
el sitio de Hōdō el 70% de los tiestos eran de cerámica para sal. Además, se encontraron 3
pozos que probablemente sean para la explotación salina. Uno de estos tenía una forma oval,
de entre 6 por 4 m, y estaba cubierto con una capa de arena y cerámica (Fig. 27A). Y en
Maeura se encontró un fogón, un pozo y capas de ceniza conteniendo cerámica para sal. En
Kamitakatsu y Koyamadai se encontró también acumulación de cerámica y un fogón (Fig.
27B). En el fondo de este fogón se encontraron restos de diatomeas, lo que permite que el
autor postule el uso de algas marinas en la producción. Debido a la poca presencia de
cerámica, Kawashima (2012) considera que hubo una producción salina a pequeña escala.
Fig. 27. Dibujos de planta de los fogones del Periodo Jōmon, en los sitios de Hōdō (izquierda) y Kamitakatsu
(derecha) (Tomado de Kawashima 2012: Figs. 2 y 3).
En la bahía Mutsu también se tuvo vasijas de acabado tosco, de bases planas y bordes
irregulares. En la costa de Sanriku las vasijas tienen una base en punta y se pueden observar
las huellas de dedos en los bordes, por lo que no terminan de ser totalmente planos
(Kawashima, 2015).
En la bahía de Sendai, al norte de Japón, se investigaron principalmente conchales. En total
se encontraron 50 sitios, cuya producción siguió hasta el Periodo Yayoi Medio, por lo que
se considera que la bahía de Sendai fue uno de los puntos más importantes de la producción
salinera en el Periodo Jōmon. De estos sitios pasaremos a describir la información de cuatro
de ellos. En el conchal de Satohama se encontraron 11 fogones asociados a acumulaciones
de cerámica. Estos fogones consisten en pozos recubiertos de yeso. La cerámica corresponde
a grandes vasijas de forma cónica con base aplanada (aunque pasan a ser puntiagudas al final
de Jōmon Tardío) y bordes irregulares, sin decoración y con acabado tosco (Kawashima
12
Las descripciones del material cerámico se han realizado a partir de los dibujos publicados por Kawashima
(2012, 2015).
41
2015: Fig. 1). Por otro lado, en el conchal de Nigade se registraron tres pozos cavados
directamente sobre el tufo (Fig. 28). Se encontraron fragmentos de cerámica y ceniza
anaranjada-rojiza. A pesar de que las paredes de los pozos no estaban quemadas, Kawashima
(2015: 130) considera que la presencia de ceniza no descarta la posibilidad de hervido debido
a la alternancia entre capas de cerámica y ceniza. En los sitios de Shinhama B y
Kignokamiyama se registraron fogones hechos de piedras. En el primero de los sitios, se
encontraron 2: el primero tenía una base de piedras planas en un pozo poco profundo (10-13
cm de diámetro), el segundo también era poco profundo y estaba rodeado de piedras
quemadas. En el segundo sitio se encontraron 11 fogones construidos con piedras quemadas,
en la playa (Kawashima 2015: 131).
Fig. 28. Dibujos de planta de los pozos registrados en Nigade (Tomado de Kawashima 2015: Fig. 3).
Para el periodo Yayoi Tardío se han registrado fogones. La estructura parece estar
relacionada al hervido y el arreglo de la cerámica para sal. En el Kofún Medio los fogones son
usualmente pozos ovales poco profundos con piedras. Estas piedras habrían sido usadas para
estabilizar las vasijas, por lo que los pedestales dejaron de ser necesarios y se pasó a usar
cuencos para el Kofún Tardío (Kawashima, 2015: 133)
Si bien hay algunas diferencias en las formas, casi todos los sitios presentan cerámica de la
misma forma básica: la vasija profunda (deep pot en el original, Kawashima 2015: 127). El
briquetage presenta color rojizo por el calor y exfoliación de las paredes externas hasta cerca
del borde (probablemente por la cristalización). El fuego puede que no haya sido fuerte o
que haya llegado hasta el borde por el hallazgo de bordes rojizos por quema. Tanto la
cerámica para sal como la normal presentan paredes delgadas y formas similares, pero el
borde de las de sal permanece delgado. El interior de las vasijas está bien pulido, pero el
42
exterior es tosco (Kawashima, 2015). Finalmente, las formas se hacen más pequeñas en los
periodos posteriores en donde se agregó el uso del pedestal, probablemente para facilitar el
hervido. Este pedestal se hizo cada vez más pequeño hasta desaparecer cuando las vasijas
cambiaron a ser cuencos en el Kofún Medio.
Las evidencias señaladas muestran una diversidad en las formas de los fogones y pozos para
producir sal. Esto sugiere la posibilidad que se traten de diferentes grupos que
monopolizaban la producción en cada sitio (Kawashima 2015: 131) Kawashima (2015: 133)
considera que la escala de producción fue similar durante los Periodos Yayoi y Jōmon,
debido a que la escala de los pozos y fogones son similares. En el norte, la tradición de
producción de sal se mantuvo hasta el Periodo Yayoi (950/400 AEC – 250 EC), con la
introducción de la agricultura. Durante la difusión de la agricultura solo se produjo sal en el
norte, durante la primera parte del Periodo Yayoi. Esto es importante porque se considera
que la demanda de sal aumenta en sociedades agrícolas (Kawashima 2015: 126), cosa que
no sucede en este caso. A esto hay que sumarle que no hay evidencias de intercambio entre el
norte y oeste de Japón. En el Periodo Yayoi Tardío, la explotación de sal se producía solo en
el Mar interior de Seto (y de manera más intensa). Respecto al uso de la sal, Kawashima
(2015: 134) señala:
43
La Marismilla, Andalucía, España. El sitio originalmente estaba emplazado a las orillas del
mar hacia el 3000 AEC. Es un sitio bastante pequeño, ocupando unos 225 m2, compuesto
por una densa acumulación de material cerámico, el cual no presentaba mucha profundidad,
por lo que no se veían montículos de ningún tipo en superficie. Los trabajos agrícolas
modernos sacaron a la superficie grandes concentraciones de cerámica, unas 17 en total, que
en muchos casos coincidieron con la ubicación de las fosas usadas como fogones para el
hervido de la salmuera (Fig. 29). Estas fosas presentaban una forma de cono invertido, unos
40 cm de profundidad y fueron excavadas en terreno estéril (Escacena 2010). En estos pozos
se registró no solo cerámica, sino también unos adobes troncocónicos que sirvieron de
soportes para las vasijas. Estos soportes quedaron endurecidos por acción del fuego, pero no
quedaron evidencias de carbón o ceniza, por lo que el autor propone que se utilizó boñiga
(excremento seco de bóvidos) (Escacena 2010: 183).
Fig. 29. Dibujo en planta de las concentraciones de cerámica de La Marismilla (Tomado de Escacena 2010: Fig.
3).
Las formas más comunes son unas vasijas chatas, con 30-40 cm de diámetro en la boca y un
aquillado en la sección media. Una segunda forma es la de unos cuencos bastante más
pequeños, con 12 cm de diámetro en la boca aproximadamente (Fig. 30A). Estas vasijas
fueron las utilizadas para la producción de sal: se colocaron sobre los soportes troncocónicos
para estar encima de las boñigas prendidas, se procedió a echar salmuera poco a poco hasta
tener solamente sal en su interior, y luego del secado de la sal procedían a ser quebradas,
obteniéndose así un pan de sal (Escacena 2010: 182). Debido a que la vida útil de estos
moldes era muy corta, un solo uso, el autor considera que la cerámica se fabricó en el mismo
sitio, aunque solo tiene un bruñidor de cuarcita como evidencia.
44
(B)
(C)
(A)
Fig. 30. Cerámica recolectada de La Marismilla (Tomado de Escacena 2010: Figs. 11, 13, 15).
Junto a este material se recogió también algunas vasijas decoradas (Fig. 30B), pero que solo
representaron el 0.3% de la totalidad de la cerámica recogida. Además, se registraron
fragmentos de “ralladores” (Fig. 30C) y de unos cántaros de gran tamaño (unos 40 cm de alto
aproximadamente) que no podrían haber servido para hervir salmuera, por lo que los autores
consideran que probablemente fueron usados para salar carne o pescados.
A partir de estas evidencias, se puede considerar que La Marismilla fue un sitio especializado
para la producción de panes de sal y el salado de alimentos. Estas actividades fueron
restringidas espacialmente, puesto que más allá de los 225 m2 de concentración de materiales
no hay evidencias de ningún fragmento ni otro tipo de herramienta.
Costas del mar Tirreno, Italia. Al sur de Lazio se identificó el sitio de Pellicione, en una
duna cubierta de vegetación, fechado para la Edad de Bronce Final (1400 – 1000 AEC). En
una recolección de 0.4 m3 se encontraron más de 10 mil tiestos (Fig. 31), todos del mismo
tipo de vasija: cántaros de grandes dimensiones (30-40 cm de diámetro), de cocción
oxidante, bordes rectos y cuerpos llanos con decoraciones simples de muescas. En el sitio se
encontró poca presencia de desechos domésticos y pocas vasijas de otro tipo (Attema y
Alessandri, 2012). Como parte de los desechos se encontró tufo volcánico con huellas de
quemado, que los autores consideran que se usaron para sostener las vasijas al momento de
la evaporación de la salmuera (Attema y Alessandri 2012: 289-290). Otro sitio importante
es Casale Nuovo en Pontinas. Aquí se registró la presencia de una especialización en
producción cerámica y metalúrgica, además de cerámica importada del sur de Italia, por lo
que se considera que la región participó de grandes redes de intercambio hacia la Edad de
Bronce Tardía (Attema y Alessandri 2012).
45
Fig. 31. Vista de la acumulación de briquetage en el sitio de Pellicione (Tomado de Attema y Alessandri 2012:
Fig. 5b).
46
cual evidencia su uso en la explotación salina (Cassen et al. 2008: 177, 179). Presentaban
principalmente dos formas13:
- Vasijas con bases planas, lados casi verticales y con una abertura redondeada o
cuadrada, ligeramente parecidas a las vasijas de La Marismilla (Escacena 2010)
- Vasijas truncas con bases reforzadas, sean planas o cónicas. Cántaros de
profundidad variada, abiertas afuera hacia la parte de arriba, redondeadas o
cuadradas. También hay casos raros de conos invertidos con bases más anchas que
la boca (Flamanville, Normandía).
Cada forma estaba relacionada con un tipo de horno, sobre los cuales los contenedores son
suspendidos o colocados, sin o con un pilar de sostén sobre el área del horno (Cassen et al.
2008: 180).
Cassen et al. (2008: 177) proponen que la sal fue una de las fuentes de riqueza que permitió
la elaboración de arquitectura funeraria monumental y la acumulación de bienes de prestigio
que señalan desigualdades sociales en la primera mitad del quinto milenio. Además, la
aparición de un nuevo tipo de cerámica en las excavaciones de Lannec er Gadour en Erdeven,
Morbihan (Boujot y Cassen 1997, 2000, citados en Cassen et al. 2008), se interpretó como
el alcance de un grado de “especialización” por parte de estos grupos cada vez más
“complejos”.
13
Hay un tercer tipo formado por vasijas cilíndricas, pero es poco común (Cassen et al. 2008: 179).
47
“Las élites supervisaron sin duda todo este trabajo y contabilizaron el
número de panes entregados por las mismas unidades de producción
mediante una tasación previa. El desarrollo de las élites locales debió
estar muy relacionado con la producción de bienes de prestigio como
seguramente lo fueron los panes de sal, tal vez de distintas calidades. A
la vez, los integrantes de las unidades de producción debieron conservar
parte de esta producción para conseguir, por medio de redes de
intercambio locales, los productos que no se producían en el lugar, como
una manera de pago en especie por sus servicios” (Castellón 2016: 129)
Finalmente, Castellón (2016: 230-234) considera que es posible que estos panes de sal hayan
sido usados como monedas. El carácter duradero de la sal, junto a su tamaño estandarizado
abogan por un uso más allá del consumo o como medio para intercambiar productos que no
se encontraban en la zona.
(A) (B)
Fig. 32. Dos estructuras para la producción de sal identificadas en Zapotitlán: (A) Estructura de filtración y
concentración de sal, (B) Fogón previo al retiro de su contenido. Se observan los pilares de arcilla en el centro
(Tomado de Castellón 2011: Figs. 10 y 11).
48
Fig. 33. Moldes identificados en Zapotitlán. (Redibujado de Castellón 2011: Fig. 9).
49
CAPITULO 3: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1. Problema de investigación
Los estudios realizados en el sitio arqueológico de San Blas sirvieron para identificar la
presencia de una ocupación continua desde el Periodo Arcaico Tardío hasta el Periodo
Formativo, plantear que el sitio de Kotosh mantuvo un enclave en el San Blas durante el
Periodo Formativo, definir la cerámica característica de la región para los Desarrollos
Regionales Tardíos y la actividad productiva principal del sitio. Sin embargo, debido a que
los trabajos de Matos y Morales se restringieron a un cateo y una pequeña trinchera,
respectivamente, la propuesta de su uso como campamento se mantuvo hipotética pues no
se podía descartar un probable uso habitacional (tal como Matos pasó a considerar en trabajos
posteriores).
Por otro lado, debido a que el sitio fue ocupado por un periodo prolongado, la ocupación de
este y las actividades realizadas allí podrían haber cambiado periodo a periodo, posibilidad
que no se había considerado. A esto se suma la ausencia de una secuencia cronológica que
permita plantear una secuencia más allá del Formativo y que permita correlacionar al sitio
con otros procesos regionales.
Nos planteamos entonces las siguientes preguntas:
2. Hipótesis
Para poder responder estas preguntas de investigación se han planteado las siguientes
hipótesis:
- El sitio arqueológico de San Blas habría sido un campamento para la explotación
de sal desde el Periodo Arcaico Tardío al de Desarrollos Regionales Tardíos.
- Las actividades realizadas en el sitio habrían estado relacionadas con la
explotación salinera a lo largo de su secuencia.
- Los cambios en la cerámica estarían reflejando un refinamiento en la tecnología
utilizada en la explotación salinera.
3. Objetivos
- Identificar el tipo de ocupación del sitio arqueológico de San Blas.
- Definir los tipos y las áreas de actividad del sitio arqueológico de San Blas a lo
largo de la secuencia.
- Identificar los cambios tecnológicos en la explotación de la sal y establecer una
secuencia a partir de estos.
4. Matriz de consistencia
50
4.
4. Matriz de consistencia
51
5. Operacionalización de las variables
52
CAPITULO 4: METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN
1. Enfoque de investigación
Presenta un enfoque cuantitativo. Luego de la revisión de los antecedentes de investigación
y el marco teórico concerniente a los sitios de explotación salinera, se formuló una hipótesis
antes de realizar la recolección de datos, los cuales son medidos y presentados por medio de
gráficos en la presente investigación.
2. Tipo de investigación
Es de carácter descriptivo. Esto debido a que buscaremos caracterizar el tipo de asentamiento
que configuró el sitio arqueológico de San Blas. Además, al identificar las áreas de actividad
también describiremos cómo se realizaba la producción salinera, apoyándonos en las
características y distribución de la cerámica.
3. Diseño de investigación
Es de tipo no experimental, puesto que no se expondrá al objeto de estudio a un estímulo
durante la investigación.
4. Población y muestra
La población está definida por la extensión del sitio arqueológico de San Blas. Como
señalamos en el Capítulo 1, al iniciar las investigaciones se había reportado que San Blas
presentaba un área con evidencias arqueológicas de 2 hectáreas, aproximadamente, las
cuales corresponden a los Sectores 1y 2a, que ya se describieron. Es por ello por lo que se
decidió tomar como muestras dos Unidades de Excavación, A y B, ubicadas en la cima de
los dos montículos más grandes que se conocían en ese momento (Fig. 34), puesto que serían
los que mejor representen la ocupación del lugar. La primera de las Unidades se ubicó a pocos
centímetros de la excavación realizada por Morales (1977), en el Sector 1. Se decidió excavar
en este lugar puesto que se tenía una información poco clara sobre la posición cronológica
de las capas más tardías y porque la cercanía con excavaciones previas nos permitía entender
mejor la distribución de áreas de actividad diferenciadas. Y, sobre todo, porque las
excavaciones de Matos (1975) y Morales (1977) ya habían registrado fogones. Por otro lado,
se ubicó a la Unidad de Excavación B en la cima del Sector 2a. Se decidió excavar allí puesto
que no se tenía información contextual sobre la cerámica San Blas Fino y el material
observable de los perfiles expuestos era principalmente tardío. Además, nos permitía la
posibilidad de registrar los cambios y continuidades en el sitio en periodos diferentes.
53
Fig. 34. Plano de San Blas con las Unidades de Excavación A y B.
54
CAPITULO 5: EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN SAN BLAS
Debido a que uno de nuestros objetivos es definir los tipos y áreas de actividad decidimos
realizar una excavación que no solamente registre las capas culturales, sino que también
registre la dispersión de los materiales dentro del área de excavación. De esta manera
tendríamos una visión más clara de la ubicación y densidad de los materiales recuperados en
cada capa. Es por ello por lo que el método aplicado fue el de la excavación por decapados
de superficies extensas. Este tipo de excavación fue utilizado exitosamente en las
investigaciones del sitio de Telarmachay (Lavallée 1977; Lavallée et al. 1995) y en las
excavaciones de Quebrada de los Burros, por el mismo equipo (Lavallée y Julien 2012).
Para la excavación y registro de cada decapado, se siguió la metodología planteada por
Lavallée y Julien (2012: 30-31):
- Cada Unidad de excavación fue dividida en cuadrículas de 1 m2, las cuales fueron
excavadas todas a la vez. Las únicas excepciones fueron las cuadriculas usadas
como cateos, que desarrollaremos más adelante.
- Las cuadrículas recibieron una letra por cada columna (A-F) y un número por cada
fila (1-3) (Fig. 35).
- Cada depósito y corte fueron registrado como una “Unidad Estratigráfica” o UE,
y recibió un número independiente empezando desde el “01”. Cada decapado
contó con un grosor de 5 cm y recibía una letra consecutiva (empezando desde la
“a”) anexada al número del depósito (UE 02b, por ejemplo).
- Cada UE fue registrada utilizando una Ficha de Depósitos (Anexo 01), en la cual
se registraron la consistencia, color, composición, inclusiones, dimensiones,
estado de conservación, volumen excavado, relaciones físicas, descripción,
material recuperado, dibujos, fotografía y autor(a) del registro.
- La excavación se realizó con badilejo, principalmente, y se utilizaron brochas para
definir ciertas áreas de dispersión de material. Debido a que los depósitos estaban
compuestos principalmente por tierra húmeda, era virtualmente imposible usar
herramientas de excavación más finas (pinceles o pequeñas espátulas).
- Cada nivel de decapado fue dibujado, anotando la densidad de la cerámica
registrada y anotando la presencia de algunos elementos particulares, como las
concentraciones de carbón.
- La tierra recogida fue pasada por zarandas de ½ y ¼ de pulgada para poder
recuperar cualquier elemento que haya sido obviado en la excavación. Se tomó en
cuenta las cuadrículas de la tierra zarandeada para así no perder la ubicación de
los materiales recuperados.
- Por último, se procedió al “desmontado” del nivel expuesto. Esto quiere decir que
se pasó a recoger los materiales anotando su ubicación cuadricular exacta.
55
Fig. 35. División del espacio en nuestras Unidades de Excavación. En negro la ubicación del cateo en la
Unidad A, en gris el de la Unidad B. El norte coincide en ambas unidades.
Además de la excavación por decapado, se realizaron dos cateos. Ambos cateos se realizaron
con el fin de controlar el avance de la excavación y tener una referencia sobre el grosor y
número de decapados a registrar en cada unidad. El primero de ellos se ubicó en la cuadrícula
A1 de la Unidad de Excavación A y tuvo como segundo objetivo el poder amarrar la
excavación con la secuencia ya definida por Morales (1977), debido a que la metodología de
excavación utilizada no permitía profundizar mucho en un corto periodo de tiempo. El
segundo cateo se realizó en la cuadrícula A3 de la Unidad de Excavación B.
1. Estratigrafía de la Unidad A
Esta Unidad de Excavación presentó un ligero desnivel hacia el Oeste, el cual se mantuvo
presente en todas las capas registradas. A continuación, presentamos las características de
las capas registradas en la excavación (Fig. 36, Lámina 3):
Capa 1 (UE 02). Capa de color marrón y consistencia media, compuesta principalmente por
tierra. Las raíces del nivel superficial llegan hasta aquí. Esta capa fue registrada en dos
decapados, teniéndose la Capa 2a y la 2b.
Capa 2 (UE 05). Capa de color marrón oscuro y consistencia dura, compuesta
principalmente por tierra, la cual se retiró con un solo decapado. En esta capa desaparecen las
raíces.
Capa 3 (UE 08). Capa de color marrón oscuro y consistencia media, compuesta
principalmente por tierra y con gran cantidad de cerámica.
Esta capa fue registrada en decapados, teniéndose la Capa 3a1, Capa 3a2, Capa 3b, Capa 3c
y Capa 3d. Los primeros dos decapados se expusieron en toda el área de excavación. La Capa
3b se registró solamente en la mitad del área de excavación, entre las Columnas A, B y C.
Los dos últimos se registraron solamente en el cateo de la cuadrícula A1. En los niveles a1,
a2 y b se registró una gran concentración de cerámica (UE 09). En el nivel d se registraron
otras dos concentraciones de cerámica (UE 10 y UE 12).
56
Capa 4 (UE 13). Capa de color rosado y consistencia dura, compuesta principalmente por
arcilla cruda.
Capa 6 (UE 15). Capa de color marrón oscuro y consistencia suelta, compuesta
principalmente por tierra y con gran cantidad de cerámica.
Fig. 36. Dibujo de perfil Noroeste del cateo A1. Los triángulos representan la densidad de cerámica.
57
2. Estratigrafía de la Unidad B
Esta Unidad de Excavación no presentó desniveles significativos en ninguna de sus capas,
pero sí algunas depresiones en su superficie. Estas se habrían formado gracias a la
acumulación de agua, la cual se desplazó formando una suerte de “surcos”. Estos mismos
“surcos” se habrían formado también en la superficie de la Capa 3, al quedarse a la intemperie
luego del abandono del sitio. También es posible que la Capa 2 haya sido la primera afectada,
pero la remoción de esta hizo desaparecer cualquier rasgo de estos surcos, excepto por uno
de ellos formado luego de la remoción.
A continuación, presentamos las características de las capas registradas en la excavación
(Fig. 37, Lámina 4):
Capa 1 (UE 02). De color amarillo opaco y consistencia dura, está compuesta de arcilla y
piedras pequeñas (Fig. 38).
Capa 2 (UE 05). De color marrón opaco y consistencia suelta, está compuesta
principalmente por tierra. Se trata de una capa disturbada, con presencia de material
arqueológico (cerámica, óseos) y material moderno (clavos, vidrio, botones) combinados.
Capa 3 (UE 08). De color marrón oscuro y consistencia media, está compuesta
principalmente por tierra.
Esta capa se registró en tres decapados, teniéndose las Capas 3a, Capa 3b y Capa 3c. Los dos
primeros presentaron algunas inclusiones modernas, principalmente vidrio. Por ello, se
decidió no someter a un análisis exhaustivo el material, por la posibilidad que se encuentre
disturbado.
La Capa 3 c presentó una cuenta de vidrio colonial y un clavo como únicas inclusiones (Fig.
39), por lo que tenemos mayor seguridad de su carácter intacto. Este nivel se formó a la vez
que las Capas 4 y 5, pero debido a que no se encontró ninguna diferencia ni en composición
(dejando de lado las inclusiones), ni en color ni consistencia, con las Capas 3a y 3b, se lo
registró como parte de la Capa 3.
Capa 4 (UE 13). De color gris oscuro y consistencia suelta, está compuesta principalmente
por piedras termo fracturadas.
Capa 5 (UE 14). De color marrón claro y consistencia suelta, está compuesta principalmente
por tierra. Esta capa siguió depositándose a la vez que la Capa 4.
A partir de aquí las demás capas se registraron en el cateo de la cuadrícula A3
Capa 6 (UE 16). De color marrón oscuro y consistencia media, está compuesta
principalmente por tierra. Sobre esta capa se registró una pequeña área de tierra quemada (UE
15).
Capa 7 (UE 17). De color marrón oscuro y consistencia media, está compuesta
principalmente por piedras con manchas de quema.
Capa 8 (UE 18). De color marrón oscuro y consistencia suelta, está compuesta
principalmente por tierra.
58
Fig. 37. Dibujo de perfil Noroeste de la Unidad B. Los triángulos representan la densidad de cerámica.
Fig. 38. Vista en detalle de la Capa 1. Se observa la superposición de la tierra arcillosa sobre la Capa 2, que
presenta material disturbado.
59
Fig. 39. Vista de la cuenta de vidrio colonial y el clavo registrados como únicas inclusiones de la Capa 3c. Se
observan los fragmentos de cerámica, óseos y terrones de arcilla alrededor.
60
CAPITULO 6: ANÁLISIS DEL MATERIAL ARQUEOLÓGICO
1. El material cerámico
El criterio de clasificación utilizado es el de Alfar pues, tal como señala Arnold (1994:481):
“la preparación de la pasta es una adaptación de las materias primas locales a una tecnología
particular de manufactura”. La selección de la arcilla como de los aplásticos es una decisión
que responde a las funciones específicas que tendrán las vasijas elaboradas. Siendo así, es
probable que en un mismo sitio se encuentren vasijas elaboradas con arcillas y aplásticos
diferentes pues se habrían utilizado para distintas actividades. Otro elemento importante es
la técnica de manufactura, la cual es aprendida a nivel de la unidad doméstica y que tiende a
ser conservadora (Arnold 1994: 487). Sin embargo, debido a que el acabado de las vasijas
tiende a borrar las huellas de manufactura, este fue un criterio que no pudo ser identificado
claramente en todos los fragmentos, por lo que cuando se encontró un fragmento en donde
se pudo identificar con seguridad la técnica, se pasó a considerar al resto de fragmentos que
compartían las mismas características como parte de esta misma técnica.
A estos criterios para definir alfares le sumamos el de morfología, que se refiere a la forma de
las vasijas. Este criterio se relaciona con el de función puesto que las características
específicas de una forma determinada (ancho y alto de la vasija, ubicación del diámetro
mayor, etc.) tienden a estar definidas por la función que realizará. Sin embargo, esto no
necesariamente es así por lo que una vasija cuya forma corresponde a una función de cocina,
como serían las ollas, puede ser utilizada para almacenamiento en un contexto determinado.
Es por ello por lo que, para definir las formas generales registradas, utilizamos tres
indicadores: ubicación del diámetro mayor, relación altura/diámetro mayor y relación
diámetro de la boca/diámetro mayor14. Tenemos así:
Vasijas cerradas. Son aquellas vasijas cuyo diámetro mayor se encuentra en el cuerpo de la
vasija. Dentro esta categoría tenemos ollas, cuencos cerrados y cántaros
- Cántaro. Vasija cerrada cuya altura siempre es mayor que el diámetro mayor.
Suelen presentar cuello. Su función principal es la de almacenamiento, pero puede
usarse también para cocina.
- Olla. Vasija cerrada en donde la altura siempre es menor que el diámetro mayor y
con un diámetro de la boca menor a ¾ partes de diámetro mayor. Pueden presentar
cuello. Su función más común es la de cocina.
En el caso de las Ollas vimos necesario diferenciar entre las ollas sin cuello, las
ollas con cuellos muy cortos y las ollas con cuellos corto, nombrándolas Ollas1,
Ollas2 y Ollas3, respectivamente.
- Cuenco cerrado. Vasija cerrada cuya altura siempre es menor que el diámetro
mayor y con un diámetro de la boca mayor a ¾ partes del diámetro mayor. Su
función es variada, puede ser tanto de cocina como de servicio.
Vasijas abiertas. Son aquellas vasijas cuyo diámetro mayor se encuentra en la boca. Dentro
de esta categoría tenemos cuencos abiertos y vasos.
14
Este último indicador a partir de Rodríguez y Zapata (2017) para diferenciar entre cuencos abiertos (tazones
en el caso citado) y cuencos cerrados.
61
- Vaso. Vasija abierta en donde la altura siempre es mayor que el diámetro mayor
y cuyas paredes pueden ser rectas o evertidas. Su función principal es la de
servicio.
En resumen, un alfar estará definido por los criterios de producción que el alfarero utilizó
para elaborar sus vasijas. Las arcillas, aplásticos, manufactura y acabado nos permiten
identificar talleres de producción encargados de elaborar vasijas para usos específicos. A
pesar de ello, no necesariamente una forma determinada es exclusiva de un alfar. Diferentes
alfares, provenientes de diferentes talleres pueden compartir formas si es que la función
asignada es la misma. Tal como hemos identificado en nuestras excavaciones, a pesar de la
presencia de distintos alfares, las formas utilizadas en el sitio no tenían muchas variaciones,
destacando siempre 1 o 2 tipos en la misma forma, los cuales eran compartidos por más de
un alfar.
62
Fig. 40. Dibujo de perfil de cuenco del San Blas Sencillo B en donde se observa la sucesión de tiras de arcilla
que el acabado externo no borró. Dibujo: Thalía Arias.
Fig. 41. Vista de un fragmento del San Blas Sencillo B en donde se observa la técnica del enrollado en la
superficie exterior.
Identificamos solo una forma en este alfar: los cuencos abiertos. Estas vasijas presentaron una
gran variedad de bordes debido al pésimo acabado exterior (Fig. 42-43). Esto contrasta
notablemente con los diámetros de la boca (Fig. 44) y el grosor de las vasijas (Fig. 45), que
presentan una gran homogeneidad.
63
Fig. 42. Cuencos del Alfar San Blas Sencillo B. El último ejemplar presenta errores de cocción. Dibujos:
Thalía Arias.
Fig. 43. Cuencos del Alfar San Blas Sencillo B. El último ejemplar presenta errores de cocción. Dibujos:
Thalía Arias.
64
Fig. 44. Frecuencia de diámetros de los Moldes del Alfar San Blas Sencillo B.
Fig. 45. Frecuencia de grosores de los cuencos abiertos del Alfar San Blas Sencillo B.
Weller (2015: 189) señala que los moldes del Neolítico europeo presentan “arcilla de origen
local, numerosas inclusiones, a veces siendo gran parte de la pasta; abundante temperante
(arena, material vegetal, tiestos molidos, etc.); una forma abierta, …, huellas de dedos o
impresión vegetal, restos de cestería en la base, bordes y paredes exteriores sin terminar, pero
con un interior bien alisado”. Dejando de lado los aplásticos, pues estos presentan muchas
variaciones por cada país (Antonites 2015; Attema y Alessandri 2012; Cardale 2015; Cassen
et al. 2008; Castellón 2016; Harding 2013; Kawashima 2012, 2015; Muller 1984; Sordoillet
et al. 2018; Tencariu et al. 2015; Weller 2015; Yankowski 2010), el resto de las características
conferidas a los moldes buscan una absorción y distribución rápida del calor y que la sal no
se adhiera en a las paredes internas. La única que no busca cumplir estos objetivos es la forma
65
abierta, la cual facilita la perdida de calor (Hally 1986: 280). Los cuencos del San Blas
Sencillo B presentan arcillas aparentemente locales, debido a que se estarían elaborando en
el mismo sitio (como nos indica el análisis de los terrones de arcilla desarrollado más
adelante) o en un área cercana (Rick 1980: 326) y presentan una superficie exterior bastante
porosa, incluso sin terminar. El principal problema para definirlo como moldes sería su tosco
acabado interior. Como hemos señalado, algunos presentaron un alisado más fino pero la
erosión ha dejado superficies muy maltratadas como para realizar generalizaciones. Sin
embargo, Tencariu et al. (2015) pudieron demostrar, para los moldes Cucuteni de Rumania,
cómo se pudo utilizar moldes para panes de sal sin la necesidad de vasijas con superficies
interiores con buen acabado. Al iniciar sus experimentaciones, los autores pudieron observar
el problema de tener superficies interiores porosas: la sal penetra en las paredes y al romper
la vasija se adhieren grandes bloques de sal a los fragmentos. Por ello procedieron a cubrir
la superficie interna de un molde con grasa y otros con hojas de árboles nativos de la región.
Estos materiales funcionaron como una superficie antiadherente que impidió que las paredes
de la vasija absorbieran sal. Así, los panes de sal se formaron sólidamente y se pudieron
extraer sin problemas. Consideramos que estos cuencos del San Blas Sencillo B se usaron
como Moldes, de Tipo I, para la elaboración de panes de sal, tal como se han documentado
en las demás salinas mencionadas en el Capítulo 2. El tamaño estándar de las vasijas, tanto
en su grosor como en el diámetro de la boca (Fig. 44-45), su fragilidad y su pequeño tamaño
son también congruentes con el uso de moldes, pues estas características facilitan el
intercambio de los panes (Castellón 2016; Weller 2015; Yankowski 2010). Además, aparte
de la forma, son bastante parecidos a los moldes cónicos de Zapotitlán (Fig. 33 arriba). Al
igual que con los moldes Cucuteni, los moldes del San Blas Sencillo B habrían estado
cubiertos de grasa para evitar la absorción de sal por parte de las paredes de la vasija.
Alfar San Blas Marrón Chocolate. Este alfar presenta las mismas características que las
definidas por Izumi y Terada (1972) para el Sajara Patac Marrón Chocolate del sitio de
Kotosh. El color de superficie es de varias tonalidades marrones, principalmente los tonos
claros, y la pasta es fina a regular. La cocción es oxidante y presentó pirita y cuarzo (lechoso
y cristalino) como aplásticos, y en menor medida mica. La frecuencia de estos siempre fue
regular y presentaron tamaños entre 0.5-1 mm (excepto la pirita que tenía 0.1 mm). La
superficie estuvo siempre alisada, encontrándose 4 fragmentos pulidos.
La forma más común fueron las Ollas1 de borde redondeado, seguidas de los cántaros de
cuello corto de paredes rectas y borde redondeado, y las Ollas2 de borde redondeado (Fig. 46-
49). Los pocos cuencos cerrados y abiertos identificados presentaron bordes redondeados
(Fig. 50-51).
66
Fig. 46. Cantidad de formas del Alfar San Blas Marrón Chocolate.
Fig. 47. Cántaros de cuello corto del San Blas Marrón Chocolate. Dibujos: Thalía Arias
Fig. 48. Ollas1 de borde redondeado del San Blas Marrón Chocolate. Dibujos: Thalía Arias
67
Fig. 49. Ollas2 de borde redondeado del San Blas Marrón Chocolate. Dibujos: Thalía Arias.
Fig. 50. Cuencos cerrados de borde redondeado del San Blas Marrón Chocolate. Dibujos: Thalía Arias
Fig. 51. Cuencos abiertos de borde redondeado del San Blas Marrón Chocolate. Dibujos: Thalía Arias.
68
Se identificaron solamente dos tipos de decoración. Un fragmento presentó una aplicación a
manera de protuberancia en el cuerpo (Fig. 52ª), mientras que otros dos fragmentos
presentaron líneas incisas cerca del borde (Fig. 52b, d). Un último fragmento presentó un
mejor acabado, y podría tratarse de un elemento foráneo (Fig. 52c).
Fig. 52. Fragmentos decorados del Alfar San Blas Marrón Chocolate. a-c: Capa 2, d: Capa 3ª. Dibujos: Thalía
Arias.
Este alfar es el más común después del San Blas Sencillo B. La elevada frecuencia de Ollas,
junto con las huellas de quema que se han observado, nos indican el uso casi exclusivo de
este alfar para la evaporación de la salmuera. Los pocos Cántaros identificados también se
habrían utilizado para la misma función, pues también se ha observado huellas de quema en
algunos fragmentos. Las demás formas se presentan en cantidades poco apreciables y su uso
no se ha podido determinar, pero consideramos que llegaron de manera fortuita al sitio. Los
pocos fragmentos decorados tenían motivos simples, lo cual se correlaciona con un uso más
doméstico de las vasijas.
69
Fig. 53. Cantidad de formas del Alfar San Blas Anaranjado.
Se presentaron pocos fragmentos decorados, los cuales presentaron líneas y algunas figuras
geométricas incisas (Fig. 54). Uno de estos fragmentos (Fig. 54b) presenta motivos similares
a la cerámica de la Fase Sajara Patac de Kotosh, por lo que se trataría de una imitación.
Fig. 54. Fragmentos decorados del Alfar San Blas Anaranjado. a: Capa 3c, b: Capa 1ª, c-d: Capa 2, e: Capa 2b.
Dibujos: Thalía Arias.
Este alfar15 presenta frecuencias similares al San Blas Marrón Chocolate. Debido a que se lo
encuentra en los mismos contextos, ambos alfares se habrían usado para la misma función:
evaporación de salmuera. Las demás formas se presentan en cantidades poco apreciables y
su uso no se ha podido determinar.
15
Presenta una variante con engobe crema. Solo se la identificó en 22 fragmentos
70
Alfar San Blas Negro. El color de superficie es negro, producto de una cocción reductora,
y la pasta es regular. Presenta cuarzo (lechoso y cristalino) como aplástico principal, y en
menor medida pirita y mica. Los cuarzos siempre son abundantes y presentan un tamaño
entre 0.1-2 mm. Debido a que siempre que aparecen las piritas y micas es en grandes
cantidades y tamaños muy pequeños, es probable que se hayan encontrado en la arcilla y no
hayan sido agregadas. La superficie estuvo siempre alisada, encontrándose solo un
fragmento pulido.
En total se registraron 28 fragmentos, de los cuales la mayor parte corresponden a Ollas1 de
borde reducido (Fig. 55-56). El resto de las formas, son similares a los demás alfares.
Fig. 56. Ollas1 de borde reducido del San Blas Negro. Dibujos: Thalía Arias.
Solo se encontró un fragmento decorado para este alfar (Fig. 57). Presentó una línea incisa,
probablemente cerca del borde, debajo de la cual se tienen círculos en bajo relieve. Este
motivo es común en la Fase Sajara Patac de Kotosh (Izumi y Terada 1974: Plate 35ª-
10) y también se registra en Pasco (Vera 2009: Fig. 11)
71
Fig. 57. Fragmento decorado del Alfar San Blas Negro registrado en la Capa 2b. Elaboración: Thalía Arias.
El San Blas Negro presenta las mismas características que el San Blas Tosco Temprano,
diferenciándose solo en la cocción y el nulo uso de Engobado. Es el alfar menos numeroso,
con solo 31 ejemplares identificados. Esta evidencia, sumado a la casi nula presencia de
huellas de quema, nos permite considerar que su presencia en la salina es fortuita.
Alfar San Blas Tosco Temprano. El color de superficie es crema o anaranjado, en algunos
casos producto de la aplicación de un engobe en toda la superficie de las vasijas y en otros
producto de una cocción incompleta, y la pasta es fina a regular. La cocción es reductora en
el caso de los engobados o reductora/oxidante en los demás, y presenta cuarzo (lechoso y
cristalino) como aplástico principal, y en menor medida pirita y mica. Los cuarzos siempre
son abundantes y presentan un tamaño entre 0.1-2 mm. Debido a que siempre que aparecen
las piritas y micas es en grandes cantidades y tamaños muy pequeños, es probable que se
hayan encontrado en la arcilla y no hayan sido agregadas. La superficie estuvo siempre
alisada, encontrándose pocos fragmentos pulidos.
La forma más común es la Olla1 de borde redondeado (Fig. 58), aunque hay presencia de
bordes reducidos también. El resto de las formas son similares a las de los demás alfares.
Fig. 58. Cantidad de formas del Alfar San Blas Tosco Temprano.
Este alfar presentó una serie de fragmentos decorados (Fig. 59-61) que se asemejan a la
cerámica San Blas Fino del Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos (Morales 1998;
Parsons et al. 2000b). Algunos fragmentos corresponden a cuencos abiertos (Fig. 60b, e;
72
Fig. 61b-e), la forma más común de los periodos tardíos, y entre los motivos que también
aparecen posteriormente encontramos las bandas de pintura roja debajo del borde, tanto en
el exterior como en el interior (Fig. 59c, i; 60ª, e-f; 61b-d), motivos en “U” (Fig. 59i; 61b-
c) y las líneas sinuosas (Fig. 61e). Por otro lado, hemos podido apreciar ciertas formas y
motivos que solo aparecen tempranamente. Entre las primeras tenemos un tipo de borde de
cuenco abierto (Fig. 60ª) y dos tipos de cuencos cerrados (Fig. 60f; 61ª). Respecto a la
decoración hemos podido identificar que la mayor parte de los fragmentos presenta una
pintura roja aparentemente diluida, puesto que la tonalidad es mucho más clara (Fig. 59ª-b,
d-i; 60ª-d; 61ª, d-e). Además, se encuentran presentes motivos que no aparecen
posteriormente como círculos adosados a líneas (Fig. 59d), líneas formando figuras
geométricas (Fig. 59f) y campos de pintura roja alternados con espacios sin decorar (Fig.
59ª-b, g-h; 60b-c, e; 61a).
Fig. 59. Cerámica San Blas Tosco Temprano. a: Capa 1b; b, i: Capa 1ª; c, e: Capa 6; d, f: Capa 3b; g-h: Capa
3c. Elaboración: Thalía Arias.
73
Fig. 60. Cerámica San Blas Tosco Temprano. a: Capa 2; b: Capa 3b; c Capa 1b; d: Capa 3ª; e-f: Capa6.
Dibujos: Thalía Arias.
74
Fig. 61. Cerámica San Blas Tosco Temprano. a: Capa 3ª; b-c, e: Capa 1b; d: Capa 1ª. Dibujos: Thalía Arias.
La elevada frecuencia de Ollas en este alfar nos indica que también se utilizó,
principalmente, para el hervido de la salmuera. Sin embargo, su usó fue muy secundario.
Recibe el nombre de San Blas Tosco Temprano, puesto que la cocción incompleta, que deja
núcleos oscuros y superficies cremas o naranjas, y la decoración que aparece desde la Capa
6 (Fig. 59c, e; 60e, f), se muestran como variantes tempranas del San Blas Fino identificado
en Junín y Tarma para el Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos.
75
Cerámica foránea
Como parte del material registrado, pudimos recuperar algunos fragmentos que no
correspondían a los alfares definidos en la Unidad A. Debido a que sus características son las
mismas que las de cerámica registrada en otras regiones, hemos decidido tratar este material
de manera separada, considerándolos como cerámica foránea que llegó de manera fortuita al
sitio.
Un primero grupo lo componen los fragmentos con un patrón bruñido, tanto en la superficie
exterior (Fig. 62ª-c) como en la interior (Fig. 62d). Esta decoración es bastante común en la
sierra central. Aparece en los niveles del Formativo de Pachamachay (Silva 1988: Fig. 33-
34) y de Ataura (García 1983: Lámina 2b). Esta cerámica es mucho más fina que la registrada
en Junín, por lo que habría sido importada de otros lugares.
Fig. 62. Cerámica con motivos bruñidos. a, d: Capa 1ª, b: Capa 3ª, c: Capa 2. Dibujos: Thalía Arias.
Además, tenemos un fragmento de cuello de cántaro (Fig. 63) el cual presenta un motivo
decorativo que no se ha reportado anteriormente en la sierra central.
Fig. 63. Cuello de cántaro registrado en la Capa 2b. Dibujos: Thalía Arias.
76
1.2. La cerámica de la Unidad B
San Blas Tosco Tardío. Casi la totalidad de la cerámica analizada de esta unidad
corresponde a este alfar. El color de la superficie es crema o anaranjado, en varias
tonalidades, y una pasta regular. Este color se debe a un engobe que se aplicó en toda la
superficie de las vasijas. La cocción es reductora, presentando el característico núcleo gris de
la cerámica de los periodos tardíos de la región. Sin embargo, encontramos algunos
fragmentos enteramente cocidos en atmósfera oxidante que presentan tonalidades
anaranjadas y rosadas. Lo incluimos en este alfar pues el resto de sus características
coinciden con las vasijas reducidas. Se utilizó principalmente mica como aplástico y, en
menor medida, pirita y cuarzo lechoso. El tamaño de los aplásticos varió entre 0.1 y 0.5 mm,
encontrándose algunos ejemplares de 1 mm16. Presentó un alisado tosco en la superficie
exterior, dejando una superficie muy porosa. Este acabado dejó muy descuidado el borde,
por lo que pudo identificarse el uso del anillado como técnica de manufactura. Esto generó
las presencia de varios tipos de bordes en los cuencos abiertos. La superficie interna presentó
un alisado más cuidadoso, sin llegar a ser muy fino. Solo 33 fragmentos están decorados,
presentando pintura roja.
La presencia abrumadora de ejemplares del San Blas Tosco Tardío y la poca variabilidad
formal de este alfar (Fig. 64) es congruente con la realización de un limitado número de
actividades en el área excavada. En el caso de los Cántaros, estos presentaron principalmente
cuellos evertidos (Fig. 65) y constantes huellas de quema que nos indican su uso en áreas de
combustión. A Pudimos identificar una recurrencia en el diámetro de las bocas, siendo 15 y
20 los tamaños más comunes (Fig. 66). Esto nos indica la selección de tamaños estándar para
la producción salinera que tenía lugar en el sitio. La casi completa ausencia de Ollas contrasta
notablemente con el número identificado en la Unidad A, por lo que podemos considerar que
los Cántaros fueron utilizados en las tareas de hervido de salmuera.
Fig. 64. Frecuencia de formas del Alfar San Blas Tosco Tardío.
16
En muy pocos casos se observaron aplásticos entre 1-4 mm.
77
Fig. 65. Cántaros de cuello evertido del San Blas Tosco Tardío. Dibujos: Thalía Arias.
Fig. 66. Frecuencia de diámetros de la boca de los Cántaros San Blas Tosco Tardío.
En las pocas ollas registradas, siempre de borde redondeado (Fig. 67), no pudimos encontrar
ninguna recurrencia en los diámetros de la boca (Fig. 68). Si bien esto puede deberse al
elevado número de fragmentos que no pudieron medirse, la baja frecuencia de ollas en la
Unidad nos indica que estas solo habrían sido utilizadas de manera fortuita, complementando
a los Cántaros.
78
Fig. 67. Ollas1 de borde redondeado del San Blas Tosco Tardío. Dibujos: Thalía Arias.
Por otro lado, los cuencos abiertos presentaron, principalmente, paredes convergentes con
bordes redondeados (Fig. 69). Las diferencias en los bordes se deben al descuidado acabado
exterior, por lo que consideramos que su uso debió ser el mismo. A pesar de que del 46% del
total de cuencos abiertos no se pudo calcular el diámetro de la boca, pudimos identificar una
recurrencia en los restantes, siendo 15 y 20 cm los tamaños más comunes (Fig. 70). Esta
estandarización es similar a la identificada entre los Cántaros y sugiere igualmente una
actividad especializada en el sitio. Además, pudimos identificar que casi todos los
fragmentos presentaron huellas de quema. Debido a que esta forma no es la ideal para el
hervido de salmuera, planteamos que los Cuencos abiertos de los Tipos 1 y 4 se usaron como
moldes para elaborar panes de sal. La superficie exterior porosa es una buena manera de
facilitar la absorción de calor, y el tratamiento de su superficie interna es congruente con los
moldes reportados en otras salinas del mundo, como ya hemos comentado. A esto debemos
agregar la mención en Ortiz (1972: 258) que señala que los indígenas tributaban panes de
sal al gobierno inka. Como hemos señalado, estos panes solo pueden producirse utilizando
moldes, por lo que esta función se le puede atribuir a
79
estos tipos de Cuencos abiertos. Esta misma forma se ha registrado también en el valle de
Tarma (Calderón 2009; Parsons et al. 2000b). A pesar de no tenerse información contextual,
su hallazgo en sitios catalogados como aldeas se debería a que son formas domésticas, por
lo que su uso como moldes sería exclusivo de San Blas y, probablemente de otras salinas.
Fig. 69. Cuencos abiertos del San Blas Tosco Tardío. Dibujos: Thalía Arias.
San Blas Fino. Como mencionamos en el Capítulo 2, este alfar fue definido inicialmente por
Morales (1977, 1998) pero son Parsons et al. (2000b: 527) quienes lo caracterizan con una
muestra más grande. Su color, cocción y aplásticos son iguales que los del San Blas Tosco
Tardío, con la única diferencia en el acabado y el uso de una pasta muy fina. Las vasijas del
San Blas Fino se encuentran siempre pulidas, presentando un brillo característico. El fino
acabado impide observar la técnica de manufactura con precisión, pero debió ser la técnica
del anillado pues las formas son las mismas que las del San Blas Tosco Tardío. Prácticamente
todos los fragmentos del San Blas Fino presentaban pintura roja como decoración (Fig. 71),
registrando solo 15 sin esta. Los motivos son los ya descritos por anteriores trabajos
(Calderón 2009; Morales 1998; Parsons et al. 2000b).
80
Fig. 71. Fragmentos del Alfar San Blas Fino registrados en la Capa 3.
Fig. 72. Cuencos del Alfar San Blas Fino. Superior: cuenco de borde redondeado. Inferior: cuenco de borde
afilado. Dibujos: Thalía Arias.
81
La actividad principal del sitio arqueológico de San Blas se centró en la producción salinera,
por lo que la presencia de este alfar fino es difícil de entender. Debido a que las formas más
comunes son justamente las que proponemos se utilizaron como moldes, para el caso del San
Blas Tosco Tardío, la coincidencia con el alfar fino es sugerente. Sin embargo, nos
inclinamos más por considerar la presencia de este alfar como fortuito en el sitio.
Alfar Tarma Llano. Este alfar fue definido inicialmente por Parsons et al. (2000b: 527), del
cual solo pudimos registrar 25 fragmentos. Presenta un color de superficie marrón o marrón
claro y una pasta regular a gruesa. La cocción es oxidante y presenta como aplásticos mica,
pirita y cuarzo lechoso en cantidades regulares. El tamaño de estos es entre 0.5 y 1 mm.
Presenta alisado en ambas superficies, con un fragmento con pulido externo. No se pudo
identificar las formas de los fragmentos en el 50% del material, el resto presentó mucha
variabilidad formal (Fig. 73).
Por otro lado, pudimos registrar también un Cántaro Tipo 5 que presentaba una pasta
anaranjada muy fina, con cuarzo lechoso como aplástico en gran frecuencia y tamaño entre
0.1 y 0.5 mm, y con un diámetro de 20 cm. Debido a que es el único fragmento de este tipo
y que no corresponde a ningún tipo de cerámica identificado anteriormente lo hemos
mantenido de manera independiente.
82
2. Los terrones de arcilla
En ambas áreas de excavación se recogieron terrones de arcilla, los cuales presentaban ciertas
características particulares. En el caso de la Unidad A, los terrones tienen un tamaño entre
1x1x0.5 y 6x6x3, color anaranjado, inclusiones de piedra sedimentaria entre 1 y 5 cm, y una
baja frecuencia de inclusiones de mica, pirita, cuarzo lechoso y cuarzo cristalino (Fig. 74).
Estas inclusiones, principalmente los cuarzos, presentan tamaños entre 1 y 6 mm, mucho más
grandes que los utilizados como aplásticos en la cerámica. A esto le sumamos la presencia
de una suerte de “surcos” dejados por la presencia de material orgánico, ramitas
principalmente, que se consumió cuando los terrones endurecieron al ser expuestos al calor
(Fig. 75). Estas evidencias nos permiten sugerir que se trataría materia prima utilizada para
la producción de cerámica, principalmente moldes, y cuyos sobrantes cayeron cerca del área
de combustión. Esto permitió que se adhieran las piedras sedimentarias y el material
orgánico, lo que indicaría una evidencia más del uso de taquia como combustible.
83
Por otro lado, la arcilla registrada en la Unidad B es de dos tipos. El primero corresponde a
terrones de color anaranjado con un tamaño promedio de 10 cm, los cuales se concentran en
un promedio de 200 g por cuadrícula. Sin embargo, a diferencia de los moldes identificados
en la Unidad A, la cerámica de la Unidad B presenta una cocción mejor controlada. Además,
estos terrones solo se encuentran endurecidos por fuera y teniendo una consistencia terrosa
por dentro (Fig. 76), lo que estaría señalando una exposición breve al fuego. Por ello, la
presencia de estos terrones no necesariamente se debería a la producción in situ de la
cerámica utilizada en el sector y su función no queda clara. El segundo tipo es una tierra
arcillosa de color amarillo opaco, el cual presenta una consistencia dura y presenta piedras
pequeñas como parte de su composición. Esta tierra se encuentra solamente en la Capa 5,
formando dos concentraciones bien definidas (Lámina 14) y es muy similar a la tierra
arcillosa que forma la Capa 1. Gracias a la depresión formada en febrero de 2018 pudimos
observar que el Sector 2c se encuentra sobre un pequeño cerro compuesto por esta misma
tierra arcillosa. Su uso no se ha podido determinar.
84
CAPITULO 7: ANÁLISIS DE LAS ÁREAS DE ACTIVIDAD
Fig. 76. Vista de la superficie de la Capa 1a. El jalón se ubica sobre la cuadrícula A1.
85
Fig. 77. Cantidad de fragmentos diagnósticos, por formas, en la Capa 1a.
A B C D E F
86
Fig. 79. Área de tierra quemada ubicada en la cuadrícula E1.
A B C D E F
87
Capa 1b (Fig. 81). Presenta una menor cantidad de las formas Olla2, Olla3, Cuencos cerrados
y Cuencos abiertos, el número de Ollas1 se mantiene constante y el número de Moldes
aumenta (Fig. 82). Respecto a las Ollas1, su distribución es menos dispersa, y se concentra
en las cuadrículas D2, E2 y F2 (Fig. 83). Al igual que en la capa superior, la tierra quemada
en la cuadrícula E1 correspondería a un área de hervido de salmuera, que dejó los fragmentos
de Ollas1 alrededor. Por otro lado, el aumento de fragmentos de Moldes, concentrados en la
cuadrícula A3 (Fig. 84), evidencia la existencia de un área de producción de panes de sal
hacia la Fila 4.
A diferencia de la capa superior, los terrones de arcilla pasan a concentrarse en la cuadrícula
D1 (Fig. 85). Señalando así un traslado del área de producción cerámica, con su núcleo hacia
el Este de la excavación.
Por último, la baja frecuencia de cerámica en la Fila 3 indica que en este decapado este
espacio también se utilizó como área de tránsito (Lámina 6), entre el hervido de salmuera y
un área de producción no identificada hacia la Fila 4 en adelante.
Fig. 81. Vista de la superficie de las Columnas A-D de las Capa 1b. Se ausencia la casi ausencia de cerámica en
la Fila 3.
88
Fig. 82. Cantidad de fragmentos diagnósticos, por formas, en la Capa 1b.
A B C D E F
89
A B C D E F
A B C D E F
90
Capa 2. Esta capa presenta casi las mismas características que la Capa 2a, anteriormente
descrita, solo que con cantidades menores de cerámica (Fig. 86). Además, no hay una
concentración clara de formas determinadas. Las cuadrículas en donde se concentran las
Ollas1 están separadas (Fig. 87), y lo mismo sucede con los Moldes (Fig. 88). Debido a esto,
la concentración de fragmentos en las cuadrículas A1, B1 y C1 (Lámina 7), que corresponde
a varias formas, no está indicando un área de producción específica. Mientras que la
concentración en la cuadrícula F3, se estaría relacionando con actividades fuera del área de
excavación. Este panorama confuso se debería al uso del espacio como área de desecho,
estableciendo un área de tránsito, en diagonal, entre las cuadrículas A3 y F1 (Lámina 7).
Este espacio comunicaría diferentes áreas de producción, cuyo carácter no podemos precisar.
En contraste, el espacio de las cuadrículas A1-2 y B2 presenta una concentración importante
de terrones de arcilla (Fig. 89). Lo cual estaría señalando un nuevo traslado del área de
producción cerámica.
A B C D E F
91
A B C D E F
.
A B C D E F
92
Capa 3. Esta capa presenta características similares en sus 3 decapados. Sin embargo, se
presentarán los dos últimos de manera conjunta debido a que solo se registraron en el cateo
de la cuadrícula A1.
Capas 3a1 y 3a2 (Fig. 90). Estos dos decapados presentan características similares, por lo
que el material registrado se analizará de manera conjunta. Encontramos que los Moldes son
la forma con mayor presencia, mientras que las Ollas1 tienen una baja frecuencia y las demás
formas están desapareciendo (Fig. 91). Las Ollas1 se concentran, principalmente, en las
cuadrículas D2, E2, F1 y F2 (Fig. 92), cerca del área quemada en la cuadrícula D1 (Lámina
8). Por otro lado, los Moldes se concentran solamente entre las Columnas A y B (Fig. 93-94).
Este contraste nos permite identificar áreas de producción diferenciadas: hervido de salmuera
en Ollas1 y secado de panes de sal en Moldes. A esto le debemos agregar la concentración
de terrones de arcilla entre las cuadrículas A1-2/B1- 2 (Fig. 95) que indica que el área usada
para producir panes de sal también sirvió para la producción de cerámica, principalmente
Moldes.
Existe también un espacio casi libre de material a lo largo de la Fila 3 (Láminas 8 y 9).
Consideramos que se trataría de un área de tránsito, con otra probable área de producción en
la que sería la Fila 4. Esta área hipotética estaría relacionada a la tierra quemada en la
cuadrícula E3 (Láminas 8 y 9).
Fig. 90. Vista de la superficie de la Capa 3a2, con el cateo ubicado en la cuadrícula A1. Se observa la ausencia
de material en la Fila 3.
93
Fig. 91. Cantidad de fragmentos diagnósticos, por formas, en la Capa 3a1 y 3a2.
A B C D E F
Fig. 92. Número de fragmentos de Ollas1, por cuadrícula, en la Capa 3a1 y 3a2.
94
A B C D E F
Fig. 93. Número de fragmentos de Moldes, por cuadrícula, en la Capa 3a1 y 3a2.
Fig. 94. Vista de la concentración de fragmentos de Moldes en la cuadrícula B2. Incluso antes de exponerlos en
su totalidad se puede observar una mancha anaranjada.
95
A B C D E F
Capa 3b (Fig. 96). Este decapado fue registrado en la mitad del área de excavación, entre las
columnas A, B y C1. Al igual que el decapado anterior, éste presenta una diferencia bastante
grande entre la cantidad de bordes de Moldes y el resto de las formas, que prácticamente han
desaparecido (Fig. 97). Sin embargo, los moldes se concentran principalmente en la
Columna A, disminuyendo progresivamente hacia la Columna C (Fig. 98). De la misma
manera, los terrones de arcilla se concentran también en la Columna A y disminuyen hacia
la Columna C (Fig. 99). Por ello consideramos que el espacio comprendido en las Columnas
A y B fue un área de producción de panes de sal y de los mismos Moldes. Como se observa
en la Lámina 10, la mayor cantidad de fragmentos se concentran en estas dos columnas
también. El resto de los fragmentos registrados corresponden, principalmente, a los cuerpos
de los pocos bordes de moldes identificados.
96
Fig. 96. Vista desde el Noreste de la Capa 3b. Se puede observar la dispersión de fragmentos de Moldes.
97
A B C
A B C
Capas 3c y 3d. Al igual que en los decapados superiores, estos presentaron un alto porcentaje
de Moldes (99%), con una presencia mínima de las demás formas (las cuales habrían llegado
de manera fortuita) (Fig. 100). Por otro lado, si bien la cantidad de terrones de arcilla
disminuye, en comparación con los decapados superiores (Fig. 101), consideramos que el
espacio se siguió utilizando, también, para la producción de moldes cerámicos.
98
Fig. 100. Frecuencia de formas en las Capas 3c y 3d.
Fig. 101. Cantidad de arcilla registrada en la cuadrícula A1, por decapados de la Capa 3.
Capa 4. En esta capa, compuesta casi totalmente por arcilla (Fig. 102), el 99% del material
registrado corresponde a fragmentos de bordes de Moldes (Fig. 103). El único fragmento de
Cántaro habría llegado allí de manera fortuita, por lo que consideramos que este espacio
también se utilizó para la producción de panes de sal, al igual que en la Capa3. Además, la
gran cantidad de arcilla cruda se debería a su uso como área de producción de moldes. Tal
como se ha registrado en la capa superior.
99
Fig. 102. Vista del perfil SE del cateo en la cuadrícula A1. Se observa el depósito de arcilla anaranjada que
define la Capa 4.
Capa 5. En esta capa, compuesta casi totalmente por cerámica (Fig. 104). El 99% del
material registrado corresponde a fragmentos de bordes de Moldes (Fig. 105). El único
fragmento de Olla3 habría llegado allí de manera fortuita, por lo que consideramos que este
espacio también se utilizó para la producción de panes de sal, al igual que en las Capas 3 y
4. La ausencia de terrones de arcilla en esta capa (Fig. 106) se debería a un cambio en el
espacio de producción cerámica, trasladándose a un área no identificada.
100
Fig. 104. Vista de la Capa 5. Se observa la gran cantidad de fragmentos que la forman.
101
Fig. 106. Cantidad de arcilla registrada en la cuadrícula A1, por capa17.
Capa 6. El 95% de los bordes registrados corresponden a Moldes (Fig. 107). Esta diferencia
porcentual es buena evidencia de una especialización en la producción de panes de sal en el
área ocupada por la cuadrícula A1, y el espacio adyacente. Sumado a esto, se registraron
cerca de 350 g de arcilla (Fig. 101), por lo que consideramos que hubo un nuevo traslado del
área de producción de moldes nuevamente al espacio de la cuadrícula A1.
17
La Capa 4 estuvo compuesta por un 70% de arcilla y un 30% de cerámica. A diferencia de las demás capas,
en donde se recogieron todos los terrones, en esta capa se recogió solo una muestra de arcilla.
102
2. Áreas de actividad de la Unidad B
Debido a que la Capa 1 corresponde a una deposición de tiempos modernos y la Capa 2 se
encuentra disturbada, solo comentaremos las evidencias de las capas inferiores a estas. Capa
3 (Fig. 108). Esta capa presenta dos decapados superiores con presencia de material moderno
intrusivo (vidrio y clavos). Es probable que estas intrusiones no hayan removido las
evidencias arqueológicas debido a que el examen de la distribución de los fragmentos de
cerámica muestra una disposición similar a lo largo de las Capas 3a, 3b y 3c (Láminas 11-
14). Aun así, los materiales no han sido analizados en detalle.
Fig. 108. Vista de la Capa 3b. Se observan los aparentes surcos generados por las lluvias. El cateo se encuentra
en la cuadrícula A3, en primer plano.
Capa 4 (Fig. 109). Debido a que esta capa es contemporánea con la Capa 3c se tratarán las
evidencias de ambos de manera conjunta.
Capa 3c. A lo largo de toda la superficie registrada se pueden observar una serie de
depresiones de unos 10 cm de ancho, las cuales cortan toda la capa hasta su superficie
inferior. Estos cortes se observaron desde la superficie de la Capa 3 (Fig. 108-109) y son muy
similares a las depresiones formadas por las lluvias en las cimas de los montículos de San
Blas. Por ello, consideramos que son una buena evidencia de que la superficie de la Capa 3
estuvo expuesta por un periodo de tiempo, lo suficientemente largo como para permitir la
formación de estos “canales”.
Como se puede observar en la Lámina 13, la distribución de la cerámica es homogénea a lo
largo de toda la superficie, con una ligera disminución en el número de fragmentos en las
cuadrículas B1, C1 y D1. Esta disminución se refleja en los decapados superiores y parece
estar indicando un área de actividad particular. Sin embargo, no se identificaron diferencias
entre la cerámica registrada en estas cuadrículas y el resto de la unidad.
La única área de actividad identificada es la que se observa en la Capa 4, entre las cuadrículas
103
A2, A3, B2 y C2. Este espacio funcionó como el área de fogones, evidenciada por la
concentración de piedras con huellas de quema, algunas incluso termo fracturadas. Otra
evidencia de su uso como fogón es la presencia de 7 concentraciones de carbón ubicados
entre las cuadrículas A2 y B2 (Lámina 13, Fig. 110). En esta superficie se han registrado
todas las formas definidas en nuestro análisis (ver Capítulo 5), pero con los Cántaros y
Moldes concentrando el 72% del material (Fig. 111).
Fig. 109. Vista de las Capa 3c y 4. Se observa la gran cantidad de fragmentos dispersos en toda la unidad.
104
Fig. 111. Cantidad de fragmentos diagnósticos, por formas, en la Capa 4.
Como ya mencionamos en el Capítulo 5, estos Cántaros habrían sido usados para el hervido
de la salmuera antes de pasar a secar la pasta de sal en los Cuencos abiertos de los Tipos 1 y
4, que eran utilizados como moldes. Los fragmentos registrados se concentran
principalmente cerca de los restos de carbón, con un máximo de 47 en la cuadrícula B2. Esto
contrasta con el resto de la superficie de ocupación de la Capa 3c. Las demás cuadrículas
tienen un promedio de 69 fragmentos de cerámica diagnóstica (Tabla 2), con una proporción
de 3 a 1 entre Cuencos abiertos y Cántaros, similar a la registrada en la Capa 4. Es por ello
por lo que consideramos que la Capa 4 sería el área de producción de panes de sal. Los
desechos cerámicos resultantes eran arrojados alrededor de los fogones y por ello hay un
mayor número de fragmentos fuera del área de los fogones, con la mayor concentración en
la cuadrícula A1. Debido a que las Capas 3a y 3b presentan características similares al 3c,
planteamos que los primeros también fueron resultado del desecho de fragmentos de cerámica
generados por la producción de panes de sal en fogones cercanos.
Un fenómeno similar se registró con las áreas de quema de la Unidad de Excavación A, en
donde no se registraron fragmentos diagnósticos. Debido a que se estaría aprovechando al
máximo el combustible, la limpieza se estaría realizando mientras el fogón seguía prendido
y por ello los fragmentos que caen cerca del fuego no habrían sido recogidos inmediatamente.
Esto explica el mayor número de fragmentos encontrados cerca de los carbones.
Cuadrículas A1 B1 B3 C1 C3 D1 D2 D3 E1 E2 E3 F1 F2 F3 Promedio
N° de fragmentos 159 42 71 38 88 73 77 46 82 80 29 48 69 67 69
diagnósticos
Tabla. 2. Número de fragmentos de la Capa 3c por cuadrícula.
Por otro lado, a diferencia de la Unidad de Excavación A, los terrones de arcilla no presentan
un patrón en su distribución puesto que las cuadrículas con mayores concentraciones se
encuentran alejadas entre sí (Fig. 112). Como no conocemos su función, esta dispersión
reflejaría el desecho de arcilla sobrante de otras áreas de producción cerámica.
105
A B C D E F
Capa 5. Esta capa presenta las mismas características que los 3 decapados de la Capa 3. Los
Cántaros y Moldes concentran el 64% del material registrado y la proporción entre ellos es
de 3 a 1, siendo los moldes los más numerosos (Fig. 113). Sumado a esto hay una ausencia de
carbón y piedras con huellas de quema o termo fracturadas, por lo que esta capa se formó a
partir del desecho de los fragmentos de cerámica generados en la producción de panes de sal
en fogones cercanos en áreas no excavadas (Fig. 114).
Como se mencionó en el Capítulo 5, en esta capa se registró pedazos de tierra arcillosa con
la misma composición del pequeño cerro en donde se ubica la ocupación del Sector 2
(Lámina 14). Su función es incierta.
106
Fig. 114. Vista de la Capa 5. Se señala la concentración de tierra arcillosa
Capa 6. Esta capa también presenta las mismas características que las Capas 3 y 5, presencia
dominante de los Cántaros y Moldes, con dominio del segundo (Fig. 115), por lo que también
planteamos que se formó a partir de los desechos de fogones cercanos. Si bien se registró una
pequeña área de tierra quemada, no existen evidencias del uso de este espacio como fogón.
Capa 7. Esta capa está formada por piedras con huellas de quema, algunas de ellas termo
fracturadas, y presenta una cantidad muy pequeña de cerámica diagnóstica (Fig. 115). Los
fragmentos de cuerpo presentan huellas de quema y coinciden con las características del Alfar
San Blas Tosco Tardío. Estas evidencias nos permiten postular que se trató de un espacio de
fogones, similar a la capa 4, en donde se realizó la explotación de la salmuera.
Capa 8. Al igual que las Capas 3, 5 y 6, esta capa se formó a partir de los desechos generados
en la producción de panes de sal. La presencia dominante de Cántaros y Moldes, sobre todo
los segundos, se mantiene constante (Fig. 115).
107
Fig. 115. Número de fragmentos diagnósticos, por formas y por capa, de la Cuadrícula A3.
108
Unidad de Excavación B. A partir de nuestro análisis pudimos identificar una recurrencia
en el tipo de deposiciones que formaron las capas superiores del Sector 2a. A lo largo de la
secuencia estudiada, se fueron sucediendo niveles de desechos alternados ocasionalmente
por espacios definidos como fogones. Las Capas 8, 6, 5 y 3 se formaron por la deposición
rápida de fragmentos de cerámica descartados de áreas de producción de panes de sal que se
encontraban en espacios no cubiertos por nuestras excavaciones, pero que en dos ocasiones
se desplazaron entre el espacio comprendido en las cuadrículas A2-2, B2, y C2. En estos
fogones se utilizaron Cántaros para el hervido de la salmuera y Cuencos abiertos como
moldes para el secado final. Puesto que los fogones requerían constante limpieza, estas áreas
presentan menos fragmentos que los espacios de desecho aledaños. Por otro lado, la Capa 2
también habría sido generada a partir del desecho de cerámica, pero se encuentra combinada
junto a materiales modernos (clavos, vidrios, lozas, botones) pues durante el siglo XX el
sitio fue ocupado por un campamento minero el cual disturbó la cima del Sector 2a dejando
la Capa 1 como vestigio.
109
CAPITULO 8: DISCUSIÓN
Fig. 116. Sitios arqueológicos y poblados modernos mencionados en el texto. 1. Kuntur Wasi, 2. Huacaloma,
3. Chavín de Huántar, 4. Sajara Patac, 5. Piquimina, Wairajirca, Papayo, 6. Shillacoto, 7. Kotosh, Cruzpata,
8. Pircaycoto, 9. Chawín, 10. Condorai, 11. Huangor, 12. Piedras Gordas, 13. Mishinjirca, 14. Yanacachi,
15. Pachamachay, 16. San Blas, 17. Óndores, 18. Chipián, 19. Telarmachay, 20. Patamarca, 21. Cacas
(Cachipuquio), 22. Ushcumachay, 23. San Juan Pata, 24. Ataura, 25. Andamarca (región Cayash), 26.
Purunmarca, 27. Atalla, A. Huaychao, B. Huayllay.
110
1. Fase Pachamachay (¿? – 1500 AEC)
Esta Fase corresponde a la ocupación más antigua del sitio. Fue identificada por Morales
(1977) en el Sector 1, en sus capas 34 y 35. Las evidencias corresponden a una industria
lítica poco variada, la cual se reduce a raederas y cuchillos (Morales 1978: 332), y algunas
herramientas de hueso como punzones y cardadores (Morales 1998: 278; o raederas según
Julien 1975: 87, Lámina 3). Las evidencias de esta Fase deben extenderse debajo de todo el
Sector 1 y probablemente sea la única ocupación que se conserve debajo de la Casona
republicana.
No podemos precisar cuan antigua es la ocupación debido a que no se han publicado
fechados. Sin embargo, al ser solamente dos capas no deben ser más antiguas que el inicio del
II milenio AEC. La Fase definitivamente se termina con la aparición de la cerámica, a
mediados del II milenio AEC.
Tipo de explotación
Morales considera que la explotación de sal se habría realizado por evaporación solar,
conteniendo el agua usando piedras huecas (Morales 1978: 332). Si bien en Baleni,
Sudáfrica, se ha reportado el uso de cuencos de esteatita en yacimientos salineros (Antonites
2013), no hay evidencias de esta técnica en San Blas. Por ello consideramos que la
explotación fue realizada recogiendo la salmuera y utilizándola en su estado líquido, tal como
se ha planteado para Rumania (Alexianu et al. 2011): el uso directo de la salmuera sería la
primera etapa de explotación de las salinas. En todo caso, el uso específico que le dieron a
la sal nos es desconocido, aunque lo más probable es que se haya usado para la conservación
de la carne como charki y para el tratamiento de las pieles, puesto que para finales del Periodo
Arcaico la domesticación de camélidos ya se habría desarrollado (Lavallée et al. 1995). Este
habría sido su uso principal al menos hasta la Fase Sajara Patac.
Tipo de ocupación
Matos (1992b: 331) propone que el sitio se formó a partir de un núcleo de viviendas en torno
al manantial. Como ya hemos señalado, no hay evidencias de estas viviendas. Lo más
probable es que el sitio ni siquiera haya sido un campamento, sino un sitio de paso desde
donde se recogía la salmuera puesto que no se ha registrado ningún material en el cual se
haya podido hervir la salmuera para explotarla.
18
Incluso señala una fecha de 2950 AEC (Matos 1992b: 331), pero esta no fue mencionada antes o después de
la publicación de este artículo.
111
2. Fase Walamayo (1500 AEC – ¿1200? AEC)
El nombre corresponde a una quebrada que desciende hacia la ciudad de Óndores y se ha
tomado de la secuencia que planteara Matos (1975: 48), en la cual se refiere a la primera
ocupación cerámica de la puna de Junín. Se lo ha identificado en el Sector 1, entre las capas
28 y 33 (Morales 1977), y es probable que se encuentre en los niveles más profundos del
Sector 2a. Está marcada por la aparición del Alfar San Blas Sencillo A, representado
únicamente por las ollas oblongas.
La Fase culmina en una fecha indeterminada puesto que la ausencia de material decorado nos
impide correlacionarlo con otras regiones.
Tipo de explotación
El registro de las ollas como única forma presente en estas capas, llevó a Morales a considerar
que hubo una especialización en la explotación salinera (Morales 1977). En su estudio,
identifica un patrón notando que las vasijas tenían entre 15 y 16 cm de diámetro (Fig. 117).
Estas vasijas presentan un grosor bastante delgado (0.3 – 0.5 mm), por lo que una ebullición
rápida de la salmuera es poco probable. Gracias al estudio de arqueología experimental
realizado en Cucuteni, Rumania (Tencariu et al. 2015), sabemos que la exposición constante
de vasijas tan delgadas habría originado la rotura de las paredes. Sin embargo, las ollas sí
habrían servido para hervir la salmuera a bajas temperaturas. Así se habría conseguido una
pasta de sal, bastante húmeda, la cual se transportaría luego al asentamiento principal. Esto
explicaría la baja frecuencia de restos cerámicos pues las ollas se reutilizarían y no se
tendrían que desechar al instante. Un proceso similar ocurre en Filipinas, en donde
Yankowski (2010: 172) documenta el traslado de la cerámica junto a la sal (aunque en este
caso se trata de moldes de cerámica).
Fig. 117. Frecuencia de bordes, por diámetro, de las ollas del Alfar San Blas Sencillo A19. Gráfico elaborado a
partir de Morales (1977: 80).
Tipo de ocupación
Debido a que solamente se habría explotado la salina con la recolección de salmuera o, a lo
mucho, el hervido para conseguir pasta de sal, el sitio no habría sido realmente ocupado. Al
igual que en la Fase anterior, el sitio habría sido visitado por poco tiempo, solamente para
poder recoger la salmuera o pasta de sal, y luego habrían retornado a sus viviendas.
19
Se incluyen los dos tipos de ollas (oblongas y de borde en coma) debido a que Morales (1977) no presenta la
información por separado.
112
Proveniencia de la población que lo explotó
Lamentablemente no tenemos muchos datos sobre el tipo de ocupación de los asentamientos
del Periodo Formativo de Junín. Matos (1975) y Morales (1977) plantean que es en esta época
que se establecen las primeras aldeas de pastores en la puna de Junín: Óndores, Huarmipuquio
y Pari-corral. Como ya se señaló en el Capítulo 2, las viviendas fueron circulares,
semisubterráneas y construidas con material perecible, similar a las documentadas por
Browman (1970) para el Formativo del valle del Mantaro, con la presencia de corrales
alrededor (Matos 1992: 109). De todas estas aldeas, Óndores es la más cercana. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que ninguna cueva o abrigo rocoso dejó de ser ocupado luego de la
aparición de la cerámica. Como señala Matos (1992a:
109) “Todos los [sitios] conocidos en la literatura presentan una continuidad sin hiatus [sic]
entre ambos periodos. Dentro de ellos, los yacimientos como Panalauca, Pachamachay,
Ushcumachay, Tilarnioc… muestran una larga sucesión en el uso del mismo lugar, desde la
fase temprana del Pre-cerámico, hasta los finales del Formativo”. Rick (1980: 324) plantea
que desde la aparición de la cerámica el sitio pasó a ser un campamento de caza, basándose
en la baja frecuencia de desechos de talla y la reutilización de las puntas de proyectil, un
fenómeno que no sucedía en épocas anteriores. Sin embargo, en economías pastoriles la
población no suele concentrarse en un mismo sitio de forma permanente, sino que el patrón
de asentamientos es más disperso teniendo un pueblo base que es ocupado en ocasiones
especiales, y las estancias, en donde pasan la mayor parte del tiempo (Flores Ochoa 2012;
Göbel 2002). Además, en Pachamachay se registró la presencia de terrones de arcilla cruda
combinados con ichu (Matos 1975: 48), que ha sido interpretada como evidencia de que la
cueva fue un “lugar de producción alfarera” (Ramón 2013: 88). Considerando estas
evidencias planteamos que durante este Fase Pachamachay habría sido utilizado como una
estancia de Óndores, con los “dormideros”20 de los camélidos hacia afuera y debajo de la
cueva, desde donde salían para aprovisionarse de la sal. Los habitantes de la cueva habrían
elaborado sus vasijas en este espacio protegido y luego las habrían llevado a la salina.
Posteriormente podrían llevar el material al pueblo base.
Tipo de explotación
La explotación de la salina en esta Fase habría sido la misma: uso de las ollas (en este caso
de borde redondeado) para el hervido de la salmuera y su posterior transporte. El tamaño de
estas vasijas no cambia. La única diferencia es que existe evidencias de una probable
producción de cerámica en el mismo sitio. Morales (1977: 69) postula que la presencia de
fragmentos impregnados con una gruesa capa de limo combinado con ichu correspondería a
una cubierta que facilitaría la cocción.
20
Los camélidos sudamericanos defecan en el lugar donde van a dormir (el excremento es buen termoaislante),
de ahí el nombre de “dormideros”. Como señala Nielsen (2016: 236) es común que no duerman en corrales,
sino que queden libres.
113
Tipo de ocupación
Similar a la Fase anterior, éste se caracteriza por haber sido visitado solamente para recoger
salmuera o pasta de sal. Sin embargo, de ser cierta la hipótesis de la producción de ollas en
el mismo sitio, el panorama cambia. San Blas dejaría de ser un sitio de paso para convertirse
en un campamento temporal en el cual se habrían elaborado las ollas, hervido la salmuera y
luego transportado la pasta de sal a los sitios de habitación. Es probable que las visitas al
sitio no habrían durado más de un día, tal como sucede en Baleni, Sudáfrica (Antonites 2013:
107).
4. Fases Chavín y Sajara Patac (800 – 500 AEC / 500 – 250 AEC)
Estas Fases están definido por la presencia de la cerámica San Blas Bruñido Estriado y San
Blas Inciso, definidas por Morales (1977). Este material fue identificado entre las capas 4 y
13 de sus excavaciones en el Sector 1. Además, encontramos cerámica correspondiente a
esta Fase en los fragmentos dispersos del corte del Sector 2a, por lo que consideramos que
el sitio se extendía incluyendo las capas más profundas de este sector durante esta fase
(aunque no podemos precisar su extensión).
Para poder ubicar cronológicamente este material, tenemos que recurrir a las evidencias del
sitio de Kotosh. El material identificado tiene las mismas características que los alfares de
las Fases Sajara Patac y Chavín. En el primero de ellos abunda el Alfar Sajara Patac Marrón
Chocolate21 (Izumi y Terada 1972: 182-184), el cual es similar al San Blas Bruñido Estriado
y San Blas Inciso22 de Morales (1977: 71): ollas sin cuello y cuencos cerrados con bordes
afilados (Izumi y Terada 1972: Plate 104; Morales 1977: Lámina 9, H), coloración marrón
chocolate (que puede llegar a ser casi negra) y un acabado fino. En Kotosh también se
identificó los Alfares Sajara Patac Rojo y San Blas Rojo Pulido23 en esta fase, cuya única
diferencia con los alfares marrones era la utilización de un engobe rojo para el acabado de
las vasijas24. A pesar de que no fueron identificados en San Blas por Morales, pudimos
recuperar algunos fragmentos con características similares (Fig. 118-119), los cuales serían
un ejemplo de supervivencia de esta cerámica en fases posteriores. Por otro lado, Morales
(1977: 71-72) registra una variación del Bruñido Estriado que presentan superficies de color
negro. Cerámica de este tipo ha sido descrita para la Fase Chavín, con los Alfares
Paucarbamba Brillante25. Estos presentan características similares a los alfares de la Fase
21
Morales (1977) cita el trabajo de Izumi y Sono (1963) pues era el único reporte publicado en esa fecha. En
ese trabajo el Alfar Sajara Patac Marrón Chocolate era llamado Kotosh Marrón Chocolate.
22
La única diferencia entre el Bruñido Estriado y el Inciso era la presencia de decoración en el segundo.
23
Ambos eran llamados Kotosh Rojo Pulido en el primer informe (Izumi y Sono 1963) y así es como los
referencia Morales (1977).
24
Este engobe cubría las superficie interna y externa del San Blas Rojo Pulido, y solo la externa del Sajara
Patac Rojo (Izumi y Terada 1972: 180-181).
25
Llamados Kotosh Bien Pulido en el primer informe (Izumi y Sono 1963). Son dos variedades: Paucarbamba
Brillante (con y sin decoración) y Paucarbamba Rojo Brillante (con y sin decoración), diferenciándose
114
Sajara Patac (con la adición de ollas sin cuello de borde engrosado, cuencos de lados recto-
divergentes con borde engrosado y afilado, cuencos de base plana y lados recto-divergentes
[Izumi y Terada 1972: Plate 110- 111] y de botellas con asa estribo [Izumi y Sono 1963: Plate
128]), pero con una superficie que varía entre negro, gris y marrón.
Fig. 118. Fragmentos decorados de la Unidad A. a: Capa 3b, b-c: Capa 1a, e-f: Capa 2; d, g-j: Capa 1b. Dibujos:
Thalía Arias.
Fig. 119. Fragmentos decorados de la Unidad A. a, c: Capa 1a; b: Capa 3a; d: Capa 1b.
solamente por la presencia de un engobe rojo en el segundo (Izumi y Terada 1973: 188).
115
Respecto a la decoración, podemos identificar ciertas diferencias entre los materiales de estas
dos Fases de Kotosh. Ambos presentan círculos incisos con punto central delimitados entre
dos líneas incisas que recorren la vasija debajo de su borde (Izumi y Sono 1963: Plate 64,
126, 127; Izumi y Terada 1972: Plate 37, 111), pero esta es la única coincidencia. En la Fase
Kotosh Chavín, tenemos una gran variabilidad de motivos: círculos concéntricos (Izumi y
Sono 1963: Plate 64a), círculos o motivos en “S” rodeando la vasija sea en fila horizontales o
cubriendo toda la superficie exterior (Izumi y Sono 1963: Plate 64b-65a, Plate 126-2; Izumi
y Terada 1974 Plate 110-7, 15, 16), arreglos complejos de figuras estampadas (Izumi y Sono
1963: Plate 64b-10, 65b-1, 126-6,8) motivos aparentemente representando maníes (Izumi y
Terada 1974: Plate 111-5), motivos “dragonianos” (Izumi y Sono 1963: Plate 66b-8, Plate
126:13, 129: 4,8), una figura felínica (Izumi y Sono 1963: Plate 127-1) y un ave de vaga
similitud con el ave que aparece en la parte superior del Obelisco Tello (Izumi y Sono 1963:
Plate 127-2). Por otro lado, durante la Fase Kotosh Sajara Patac los motivos fueron menos
variados, pero su arreglo fue más complejo. La decoración más extendida consiste en dos
líneas incisas horizontales debajo del borde de la vasija, entre las cuales se colocaban círculos
con punto, “caparazón de tortuga”, motivos en “S”, guiones o puntos. Los campos en donde
aparecían estos motivos podían ser también medias lunas o triángulos invertidos, que
siempre estaban debajo de una línea incisa que recorría toda la vasija alrededor. Cuando se
trata de los círculos con punto o las “S” estos podían estar solos, divididos por líneas
verticales, por guiones, pero predominaba la separación por líneas horizontales terminadas
en punto26 (Izumi y Sono 1963: Plate 52-54, 56, 58-63, 119-121, 123-125; Izumi y Terada
1974: Plate 34-36, 99-105). Estos motivos aparecen también en las figurinas recogidas
(Izumi y Terada 1974: Plate 127) y en las serpientes que aparecen acompañando a una figura
humana representada (Izumi y Sono 1963: Plate 122-17). Además, aparecen motivos incisos
en zigzag y de triángulos, que suelen acomodarse también en forma concéntrica (Izumi y
Sono 1963: Plate 55, 120, 122; Izumi y Terada 1974: Plate 36b-c, 106) y cántaros
escultóricos (Izumi y Terada 1974: Plate 101-26,27). Podríamos considerar que el Alfar San
Blas Bruñido Estriado corresponde tanto al Sajara Patac Marrón Chocolate como al
Paucarbamba Brillante, por lo que una división de este material debería ser posible. Debido
a que las excavaciones realizadas en San Blas en la década de los 70s fueron bastante
limitadas, no hemos podido identificar el paso de una Fase a otra. Sin embargo, debido a que
el paso del Formativo Tardío al Final significó cambios significativos en regiones cercanas
(Izumi y Terada 1972; Rick et al. 2009) consideramos que futuros trabajos harán posible una
mejor definición de las Fases Chavín y Sajara Patac (Tabla 3). El primero de ellos debe su
nombre a la difusión de la cerámica Janabarriu a lo largo de todos los Andes Centrales, y se
caracterizaría por la presencia del Bruñido Estriado Negro. El segundo recibe su nombre
debido a que los motivos decorativos son indistinguibles de la Fase de Kotosh
correspondiente27 (Morales 1998: Figs. 3-10) (Fig. 120), no encontrándose ni los motivos
“dragonianos”, las representaciones de felinos, aves ni los diseños más complejos
identificados en la Fase Chavín, y estaría caracterizado por el Bruñido Estriado Marrón. En
ambas Fases se utilizó el Alfar San Blas Sencillo B (Morales 1977). Además, postulamos que
existen equivalentes para los alfares rojos de Kotosh, el Sajara Patac Rojo, el San Blas Rojo
Pulido y el Paucarbamba Rojo Brillante, de los cuales registramos algunos fragmentos, como
ya mencionamos. El espacio bastante limitado en donde excavó Morales habría
imposibilitado el registro de más fragmentos.
26
Izumi y Sono (1963: 157) llaman a este motivo “el conector”.
27
Característica que también señala Kaulicke (2010: 376, 390) al considerar al sitio de San Blas como parte del
Formativo Final.
116
Periodos Kotosh Periodos San Blas
Alfares Alfares
Periodo Sajara Patac Periodo San Blas Bruñido
Sajara Patac Marrón Chocolate Sajara Patac Estriado Marrón San Blas Sencillo B
Periodo Paucarbamba Periodo San Blas Bruñido
Chavín Brillante Chavín Estriado Negro
Tabla 3. Fases de Kotosh y San Blas comparadas, junto a los alfares característicos.
Fig. 120. Cerámica decorada recuperada de San Blas. Tomado de Morales (1998: 279).
117
Respecto a los rangos temporales Izumi y Terada (1974: 310-311) consideran que la Fase
Kotosh Chavín se ubicaría entre 1000 AEC – 300 AEC. A la Fase siguiente, Kotosh Sajara
Patac, no se le adjudicó una temporalidad, pero debido a que la Fase Kotosh Higueras
presentó un fechado de 70 +/- 200 EC (sin calibrar), podríamos ubicarla entre 300 AEC e
inicios de la era común. Estas fechas fueron reformuladas por Onuki (1993: 72) quien, a
partir de los mismos fechados, plantea que la Fase Kotosh Chavín ocupa el rango de 700 –
250 AEC y Kotosh Sajara Patac el de 250 AEC – 1 EC. Más recientemente, Matsumoto y
Tsurumi (2011: Tabla 1) y Seki (2014: Fig. 1-2) presentan cuadros cronológicos repitiendo
el mismo planteamiento de Onuki.
Para definir mejor el rango temporal de estas fases, debemos recurrir a la discusión de los
fechados del Formativo. Rick et al. (2009) señalan que la cerámica con rasgos
“janabarroides” (presente en la Fase Kotosh Chavín), decorada con el rocker stamping y
círculos impresos con y sin puntos, está relacionada con grandes construcciones en las Fases
Blanco y Negro y Soporte de Chavín de Huántar (Rodríguez-Kembel 2001: Tabla 7.4), la
Fase La Pampa de La Pampa (Rick et al. 2009: 106-107), la Fase Kuntur Wasi de Kuntur
Wasi (Inokuchi 1998: 165-167) y la Fase Capilla Tardío de Huaricoto (Burger y Salazar-
Burger 1985: 129; Rick et al. 2009: 106). Podemos agregar como ejemplos también a las
Fases Pacopampa II de Pacopampa (Seki et al. 2008: 83) y las Fases 1-3 de Sajara Patac
(Matsumoto y Tsurumi 2010: 60-73). La ubicación cronológica de todas estas se da entre
800 – 500 AEC. Para las fases posteriores aparecen distintos tipos de cerámica pintadas en
cada región, la mayoría relacionada con los diversos estilos Blanco sobre Rojo (Mesía 2017:
146-147; Rick et al. 2009: 110). Sin embargo, la cerámica con motivos estampados de
círculos y círculos con punto no desaparecen. Se la puede encontrar junto a la cerámica
Huaraz en Chavín de Huántar luego del abandono de la arquitectura monumental (Mesía
2007: 32), en la Fase Copa de Kuntur Wasi (Inokuchi 1998: 170-171) en donde aparece en
una modalidad más burda acompañado por el Alfar Copa Rojo sobre Blanco (Inokuchi 2008:
Fig. 3c) y en la Fase EL de Huacaloma en donde desaparecen los diseños figurativos luego
del abandono de las estructuras de la fase anterior (Seki 1998: 153). En Pacopampa esta Fase
se caracteriza por un cambio abrupto en la arquitectura durante la Fase Pacopampa III (Seki
et al. 2008: 91), al igual que la Fase 4 del sitio de Sajara Patac (Matsumoto y Tsurumi 2010:
78). Estas Fases están fechadas entre los años 500 – 250 AEC, con pequeñas variaciones en
cada sitio (Inokuchi 2008: Fig. 21; Lau 2000: Cuadro 2; Rodríguez-Kembel 2001: Tabla 7.4;
Seki 1998: 153; Seki et al. 2008: Fig. 3). Es de resaltar que en Kotosh el fenómeno es similar,
manteniéndose esta cerámica reminiscente de la “janabarroide”: incisa, con menos motivos
y una coloración marrón, que es diagnóstica para la Fase Sajara Patac. Además, aparece el
Alfar San Blas Blanco sobre Rojo28 (Izumi y Sono 1963: 105-106, 156-157, Plate 91c),
aunque en una proporción muy pequeña, coincidiendo así con lo observado en los demás
sitios serranos investigados. Estas evidencias nos permiten plantear que las Fases Chavín y
Sajara Patac de Kotosh se ubicarían entre 800 – 500 AEC y 500 – 250 AEC, respectivamente,
reduciendo el rango del primero y retrocediendo el del segundo. De esta manera, podemos
plantear que las Fases Chavín y Sajara Patac de San Blas también se ubican en los mismos
rangos. Lamentablemente, nuestras excavaciones no profundizaron lo suficiente para definir
la ocupación que refleja el cambio temporal, por lo que posteriores trabajos comprobarán la
validez de esta división.
28
Este alfar presenta las mismas características que el Alfar Sajara Patac Rojo, aunque un poco más tosco, y
con una decoración pintada de blanco dibujando líneas horizontales, líneas sinuosas y círculos con punto.
118
Tipo de explotación
Es necesario señalar que Matos (1975: 50) identifica “restos de cocina”, que serían los 3
fogones que Morales (1977: 63) ubica en la Capa 13. Estos fogones probablemente sean
similares a los de la Capa 11 que estaban formados por piedras calcáreas en cuya base se
registró ceniza y carbón, y que presentaban “bolas de arcilla” alrededor (Morales 1977: 62-
63). Estas “bolas de arcilla” serían similares a los terrones que identificamos en las capas
superiores. Su función es difícil de determinar, bien podrían ser restos de materia prima
utilizada para elaborar vasijas en el sitio o podrían tratarse de briquetage similar a los
identificados en Zapotitlán (Castellón 2016), que eran usados para sostener las vasijas encima
del fuego. Asociado a este fogón se identificaron ollas sin cuello, elaboradas con cerámica
negra fina, probablemente San Blas Bruñido Estriado. Es por ello por lo que consideramos
a las ollas sin cuello y sin decoración del San Blas Bruñido Estriado como las vasijas en las
cuales se hervía la salmuera en fogones de piedras calcáreas siendo sostenidas por las “bolas
de arcilla” cocida. El área en donde excavó Morales sería el espacio para la producción de
pasta de sal, previo a la producción final de los panes de sal. Debido a que estas ollas se
pueden reutilizar, tienen una vida útil mucho más larga que los Moldes. Por eso es por lo
que su presencia es tan baja comparada con las vasijas del San Blas Sencillo B29 (Fig. 121).
Fig. 121. Porcentajes de los dos alfares más números registrados. Gráfico elaborado a partir de Morales 1977
(69, 71-72).
El San Blas Sencillo B presenta solo 3 formas (con variaciones por los diferentes tipos de
bordes): ollas con cuello, ollas sin cuello y cuencos abiertos. De todos ellos, las ollas sin
cuello representan más del 70% de la cerámica recogida (Morales 1977: Gráfico 4) y los
cuencos menos del 10%. Estas ollas, con o sin cuello, representan más del 80% de la totalidad
de la cerámica registrada (Morales 1977: Gráfico 3) y, al igual que sucedía con las ollas del
San Blas Sencillo A, existe un patrón en los diámetros30, siendo 10 y 15 cm los que
concentran más fragmentos (Fig. 122). Morales (1977) plantea que esto reflejaría una
estandarización en la producción de las ollas, impulsada por el inicio de relaciones de
intercambio de larga distancia con la población del sitio de Kotosh.
29
En algunas capas la diferencia no es tan notoria, como se observa para las Capas 10 y 13 (Morales 1998: Fig.
13), pero la tendencia se mantiene.
30
Este mismo patrón también se observa en las ollas sin cuello del Alfar San Blas Bruñido Estriado.
119
Fig. 122. Frecuencia de bordes, por diámetro, de las ollas del Alfar San Blas Sencillo B31. Gráfico elaborado a
partir de Morales (1977: 82).
Consideramos que las ollas sin cuello del Alfar San Blas Sencillo B se habrían utilizado con
las ollas del Alfar San Blas Bruñido Estriado de forma conjunta. De momento no podemos
ser más precisos sobre el uso particular de cada uno pues podrían haberse utilizado tanto
para salmuera como para preparar alimentos.
Por otro lado, a pesar de su identificación como ollas con cuello, los perfiles graficados por
Morales (1977: Lámina I) se tratarían realmente de perfiles de cántaros pequeños32 (Fig.
123), cuya forma y tamaño es similar a los registrados en Filipinas como moldes para sal
(Yankowski 2010: 174), que también tienen 10 o 15 cm de diámetro, y a los cántaros
huandiguan más pequeños, de unos 8 cm de diámetro, también usados como moldes en
Zhongba (Flad et al. 2005: Fig. 2) (Fig. 24). Como ya se señaló en el Capítulo 5, las
características del Alfar San Blas Sencillo B cumplen los requisitos para usarlo en la
fabricación de Moldes, que llamaremos Tipo II. Estos cántaros pequeños producirían unos
panes de sal de forma ovalada muchos más grandes que los producidos por los cuencos. No
nos queda claro si estos moldes se habrían utilizado sobre los fogones de piedra o sobre otro
tipo de espacio. Teniendo en cuenta la ausencia de pedestales, no podrían haber sido
expuestos directamente al fuego33, por lo que una posibilidad es que se haya secado la pasta
de sal sobre acumulaciones de taquia34 o turba prendidas35. Morales identificó gran cantidad
de taquia entre las Capas 28 y 33, pertenecientes a las Fases Pachamachay y Walamayo, y
es un combustible que bien podría haber sido aprovechado para generar calor suficiente para
secar la sal a la vez que evitaría una exposición directa al fuego de los Moldes36. Lo limitado
de la excavación y la baja frecuencia respecto a las ollas sin cuello, 144 bordes contra 238
(Morales 1977: 82), no nos permite plantear que estos Moldes Tipo II se hayan utilizado
directamente en el mismo espacio que las ollas para hervido de salmuera. Más bien, los
31
Se incluyen las ollas con cuello y sin cuellos.
32
Solamente observamos 7, entre 33, que se tratarían de ollas puesto que el cuerpo se extiende hacia lo ancho
y no hacia lo alto.
33
Una exposición directa podría ocasionar la rotura de la vasija, tal como reportan Tencariu et al. (2015).
34
Heces secas de camélido.
35
En 1915, Godet (1918: 151) reportó en Huayllay, ubicado a unos 22 km en línea recta al NW de San Blas,
el uso de estos dos materiales como combustible. Matos (1992a: 110) reporta su uso en Huaychao, cercano a
Huayllay.
36
El uso de heces secas, en este caso de bóvidos, como combustible para la producción de sal se ha propuesto
también para el sitio de La Marismilla, en Andalucía (Escacena 2010: 183).
120
fragmentos identificados serían parte de los desechos de otra área de producción ubicada
hacia el Norte y Oeste de la excavación de Morales.
De la misma manera, los cuencos del Alfar San Blas Sencillo B también habrían sido
utilizados como Moldes, puesto que los dibujos graficados por Morales (1977) muestran
similitudes con los que registramos en nuestras excavaciones (Fig. 124), que corresponden
al Tipo I. Su baja frecuencia, 107 bordes, también nos indica que su área de producción se
encuentra más alejada que la de los Moldes Tipo II. Nos inclinamos a pensar que se ubica
en el área de nuestra excavación, iniciando así una tradición del uso de ese espacio como
área de producción de panes de sal (Fig. 34).
Fig. 123. Cántaros del San Blas Sencillo B que funcionarían como Moldes. En gris se colocan los únicos
perfiles de ollas con cuello. Redibujado de Morales (1977: Lámina I).
Fig. 124. Cuencos del San Blas Sencillo B que funcionarían como Moldes Tipo I. Redibujado de Morales
(1977: Lámina I).
121
Tipo de ocupación
A diferencia de los Fases anteriores, durante la Fases Chavín y Sajara Patac se estarían
produciendo panes de sal, no solo la pasta. Esto implica un cambio tecnológico significativo
el cual no requiere tampoco una población constantemente asentada en el sitio. Morales
(1977: 58) ya había señalado la ausencia de viviendas definidas como tal, hecho que
corroboramos en nuestro reconocimiento del sitio, en el cual no encontramos ninguna en los
cuatro sectores identificados. Esta situación no es extraña en las salinas, ni siquiera aquellas
que presentan un aumento en su producción utilizando moldes. Como ya se comentó, el sitio
de Baleni nos permite tener una perspectiva etnográfica interesante. Las mujeres se trasladan
diariamente con todos los implementos necesarios para la producción de sal y algunos
materiales para la construcción de campamentos temporales (Antonites 2013). Esta situación
es similar a la del sitio del sitio de Slatina Cozla (Weller et al. 2015), el cual no presenta
viviendas, teniendo a los asentamientos más cercanos a 3-5 km de distancia.
Durante estas Fases las únicas estructuras serían los fogones de piedra utilizados para el
hervido de salmuera. Este tipo de fogones no necesitaría mucha inversión de trabajo puesto
que solo se necesita un espacio en donde concentrar el combustible, tal como
experimentalmente han demostrado Tencariu et al. (2015) en Rumania, marcándose así una
gran diferencia respecto a los pozos de los Periodos Jōmon, Yayoi y Kofún en Japón
(Kawashima 2012, 2015), los de Illinois (Muller 1984), las estructuras más complejas como
las de Villafáfila (Abarquero et al. 2010) o las que describe Castellón (2016) para los moldes
cilíndricos de Zapotitlán.
37
Dos casos son costeños y difieren mucho de las características de la población de la sierra central, y el otro
es resultado de la nueva economía implantada en Bolivia durante la Colonia, por lo que también lo hemos
descartado para este análisis.
122
culturalmente heterogéneo, a uno más homogéneo durante el Periodo Estuquiña. Este
cambio se produjo sin ningún movimiento o colonización (Stanish 1989: 315). De forma más
resumida: el “control vertical” por medio de colonias, de los Lupacas que Murra identificó,
se trataba de una situación impuesta en la época inka y que se mantuvo durante la Colonia.
En los periodos previos hubo una autonomía local, influenciada por los Colla, pero sin
evidencia de establecimientos de colonias.
Por otro lado, el “control vertical” de los Chupachus fue mucho más modesto. Este grupo
étnico habría tenido entre 500 y 3000 unidades domésticas (entre 5 y 10 mil personas según
Murra 1975: 67), por lo que las colonias se ubicaron a menor distancia (unos 3-4 días de
camino). Las colonias eran muy pequeñas, nunca siendo más de 4 viviendas, y las zonas
colonizadas eran siempre espacios multiétnicos. Murra (1975: 66-70) señala los siguientes
espacios: salineros en Yanacachi, pastores en los alrededores del lago Chinchaycocha,
algodoneros y ajiceros en las tierras bajas (también incluye la presencia de colonos Yachas)
y cocaleros en la ceja de selva (incluyendo colonos Yarush). Esta situación reflejaría una
realidad precolonial, habiendo tenido los Chupachus (y otros grupos como los Yachas y los
Yarush) una serie de colonias muy pequeñas en distintos territorios, convirtiéndolos en
espacios multiétnicos. De todos estos nos ocuparemos solo de los salineros y los pastores,
que son más cercanos a la realidad estudiada en nuestra investigación.
Las salinas de Yanacachi son mencionadas en las visitas a dos casas:
“tiene este indio en su casa un primo hermano que se llama Juan Mysari
de doce años hijo de Caruacapcha muy viejo que esta en las salinas de
Yanacache y está solo que no tiene nadie consigo” (Ortiz 1967: 174).
“Está en las salinas de Yanacachi un indio sin el viejo que esta dicho
que se llama Cori no es cristiano de treinta años amancebado con una
india que no le supo decir el nombre tiene de ella un hijo pequeño que
se llama Tuquillamacori este indio no hace otra cosa más que hacer sal”
(Ortiz 1967: 178).
Las dos primeras citas corresponden a casas del “Pueblo de Rondo de los queros38” (Ortiz
1967: 170), por lo que estaríamos ante colonos Queros y no Chupachus39. A pesar de esta
aclaración, el panorama no varía mucho. Los asentamientos Queros se ubican
inmediatamente al oeste de los Chupachus, ocupando los mismos pisos ecológicos y con
distancias similares a Yanacachi. Una tercera mención a las salinas de Yanacachi nos dice:
Esta cita corresponde al pueblo Quero de Guaya. En este caso tenemos una situación
diferente pues la gente de Guaya iba hasta las punas de Chinchaycocha y la salina de
Yanacachi a proveerse de recursos por medio del intercambio. Tenemos así que el “control
vertical” de los Queros no es una estrategia del grupo étnico en su conjunto, sino que cada
asentamiento Quero habría tenido distintas maneras de conseguir recursos que no tenían en
38
Otra mención a su identidad Quero en Ortiz (1967: 91): “dijo llamarse Gonzalo principal del pueblo Rondo…
dijo que este principal es de la parcialidad de los yachas que se llaman queros”.
39
Los Chupachus sí tienen referencias a sus salineros, pero Murra (1975: 65) escogió la información referida
a los Queros por ser la más detallada.
123
su territorio: algunos enviaban colonos (siempre en números pequeños), otros recurrían al
intercambio. En los dos casos mencionados se envió una persona y una familia.
Sobre el “control vertical” de los Chupachus no hay información puntual casa por casa, sino
que tenemos las declaraciones de los curacas, señalando su número (Ortiz 1967: 29),
refiriéndose a que tenían colonos entre los Yarush (Ortiz 1967: 40, 78, 293) o indicando que
entre sus indios algunos tienen de oficio ser salineros (Ortiz 1967: 59, 64, 68). Al igual que
sucedía con los Queros, también hay asentamientos que no mencionan tener salineros, sino
que “todas las cosas de que tributan se crían y cogen en su tierra y no las traen de fuera sino
es la cera y la sal” (Ortiz 1967: 93). Este es otro ejemplo en donde la población obtenía la
sal por medio del intercambio, sin colonos mediando40. Tenemos así que entre los Chupachus
también existían dos estrategias para obtener los recursos que su territorio no producía:
colonos, que en este caso son más numerosos, e intercambio.
¿Sucedía entonces lo mismo que con los Lupacas? ¿La institución de los colonos es resultado
de una imposición inka? Al respecto es importante señalar que durante la entrevista al kuraka
de Rondo, Gonzalo Cochache, este señaló que todas las cosas que tributaban las cogen y se
crían en sus tierras excepto la cera y la miel que la traen de lejos (Ortiz 1967: 93), sin
mencionar la sal pues su pueblo no la tributaba. Sin embargo, las posteriores visitas
personales en el pueblo de Rondo, casa por casa, comprobaron que los indígenas sí salían a
proveerse de recursos en otras regiones (tal como se indicaron en las dos citas de Yanacachi).
Las personas que salían como salineros no lo hacían para cumplir una cuota, sino como parte
de su economía diaria: la institución trascendía los requerimientos de las autoridades. Esto
no quiere decir que no existió un tributo de sal durante el Tawantinsuyu pues, al
preguntársele al kuraka Chupachu Paucora Guaman sobre los servicios que le conferían al
inka, este señaló que “daban para hacer sal unas veces sesenta indios y otras cuarenta y
cincuenta” (Ortiz 1967: 306), entre otros servicios. Si lo comparamos con los ejemplos ya
citados de los Queros vemos una gran diferencia: una familia entre todos los Queros, al
momento de la Visita en 1562, versus 40-60 indígenas entre los 4000 chupachus41, durante
el dominio inka. La institución aparece en épocas pre-inkaicas, aumenta de escala durante el
control inka y disminuye después de la conquista.
Por otro lado, el caso de los pastores colonos es bastante atípico. Las poblaciones con
economías pastoriles necesitan mantener un control sobre sus pastos y las fuentes de agua
necesarias para sus animales. Debido a esto es que necesariamente conocen “los límites
exactos de sus pastoreos y de los pastoreos colindantes, ya que esta información es de
importancia para el uso de recursos y la prevención de conflictos con vecinos” (Göbel 2002:
71, el resaltado es nuestro). Entonces ¿cómo es que se instalaron colonos Chupachus en
tierras de pastoreo Yarush? Murra cita el segundo volumen de la Visita de Íñigo Ortiz, pero
este contiene información sobre los Yachas, no los Chupachus. La cita completa dice:
“Estos son los mitimaes puestos por Topa Ynga y que hay otros tres
pueblos en los yarus también mitimaes puestos por estos caciques y
principales que se llaman Yacan y Quirucalla y Maraya [roto] que no
tienen principales que son ovejeros del tiempo del ynga y lo son ahora
y guardas de ganados” (Ortiz 1972: 25).
Esta información señala explícitamente que no se tratan de colonos sino mitmas puestos por
el inka. Estos mitmas no estaban sometidos a la autoridad de ningún kuraka en particular,
40
Con los Yachas sucedería lo mismo, no presentan colonias, solo intercambian (Ortiz 1972: 29, 36, 42- 43,
50-51, 58, 63-64).
41
Ortiz (1967: 305): “… en estas dichas cuatro guarangas de chupachus que era según dicho es cuatro mil
indios del tiempo del ynga”.
124
por lo que probablemente respondieran ante el tocricuc de la región o alguna otra autoridad
estatal. Luego de la caída del Tawantinsuyu se habrían quedado allí, tal como sucedió con
las colonias Lupacas.
Esta revisión de las evidencias que le sirvieron a Murra para sustentar el “control vertical” nos
ha servido para identificar un panorama aún más complejo del que se esperaba. Las colonias
existieron, pero estas eran pequeñas y sirvieron para recursos muy puntuales. Sin embargo,
esta estrategia no estuvo extendida en todo el grupo étnico, sino que cada comunidad buscó
su propia solución. Algunas mandaron colonos, otras recurrieron al intercambio. Este
intercambio se da en ambas direcciones, los Yarush y Chinchaycochas bajaban al valle, y
viceversa. Durante el Tawantinsuyu la institución de los mitmas reemplazó a las colonias,
aumentando el número de personas en estos sitios para poder conseguir el tributo necesario.
Y también instaló pastores, trastocando las estrategias tradicionales de explotación del
ganado. Finalmente, durante la Colonia la escala de los salineros disminuyó, pero la
población siguió buscando sal sea por colonias o por intercambio, ya no solo para abastecerse
a sí mismas, sino que también buscaban cumplir con la cuota tributaria exigida.
Teniendo todo esto en cuenta ¿cuáles serían las evidencias arqueológicas que señalen la
presencia de colonos? Tendrían que ubicarse sus viviendas en los mismos asentamientos de
la población local. En el caso de San Blas, la ausencia de restos de viviendas u otro tipo de
estructuras nos impide plantear la presencia de colonos en el sitio. En todo caso, se tendría
que ubicar estas viviendas en el asentamiento más cercano, el cual sería Pachamachay. La
cueva habría seguido funcionando como estancia y el aumento en la cantidad de cerámica
durante la Fase 7 de Pachamachay (Rick 1980: Tabla 8.7) se correlaciona con el aumento de
cerámica en San Blas y la aparición de los moldes. En el conjunto alfarero de la Fase 7 de
Pachamachay se identificó la cerámica “San Blas con S estampado como los que describen
Izumi y Sono (1963) para Kotosh” (Rick 1980: 65). En el breve informe de Silva sobre la
cerámica de Pachamachay, el autor identifica pares de guiones entre líneas incisas, punteado
debajo de líneas incisas y arreglos complejos a partir de incisiones (Silva 1988: Fig.12, 22,
51). Debido a que todos estos motivos aparecen a lo largo de las Fases Chavín y Sajara Patac
de San Blas, no podemos precisar si corresponde a la primera o segunda mitad de este. A
pesar de carecer de evidencias sobre el espacio doméstico dentro de la cueva, podemos
inferir que si bien en Pachamachay se están reflejando los cambios tecnológicos en la
explotación de la salina es poco probable que se hayan asentado colonos en el sitio puesto que
las estancias suelen ser ocupadas, a lo mucho, por una sola familia. Por ello, tenemos que
dirigirnos al próximo asentamiento más cercano a San Blas: Óndores. Pues bien, habiendo
o no colonos, la población tendría que haberse desplazado desde el borde del lago, trayendo
consigo las ollas, los moldes (o la arcilla para elaborarlos) y la taquia unos 5 km hacia San
Blas para poder explotar la salina. Debido a que no se tiene más información del sitio, es
probable que, de existir colonos, estos hayan residido en Óndores, pero no en Pachamachay
y mucho menos en San Blas.
125
circulará fácilmente, podrá partirse sin perder el valor de uso y ser
almacenado en buen estado durante años.”
45
La cerámica Cochachongos no presenta fechados radiocarbónicos. Sin embargo, por su asociación con la
cerámica Cerro del valle del Rímac (Palacios 1999), Polvareda del valle de Orcón-Pacaybamba (Goldhausen
2013) y, sobre todo, Cavernas de la Península de Paracas (Muse de Arqueología y Antropología 2009: 68)
podemos ubicarla entre el 500 – 200 AEC. En otras palabras, el Formativo Final.
128
5. Fase Huarmipuquio (200 AEC– 1 EC)
Esta Fase corresponde a las Capas 1-4 de Morales y las Capas 1-6 de nuestras Unidad de
Excavación A. Está definida por el súbito descenso de la cerámica bruñida, con y sin
decoración, la cual es reemplazada por nuevos alfares con decoración pintada que Morales
(1977) agrupa en su “San Blas Pintado en Líneas y Zonas”. A pesar de este cambio, el
Alfar San Blas Sencillo B presentó un ligero aumento en su frecuencia (Morales 1998: Fig.
13). Nuestras excavaciones permitieron registrar la presencia del San Blas Tosco
Temprano, con los motivos decorativos en rojo que luego caracterizarían la región durante
el Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos. Esta Fase representó la última ocupación del
Sector 1, luego del cual la se habría pasado a ocupar el Sector 2. En el Sector 4c se encontró
cerámica similar a los moldes del San Blas Sencillo B y pequeños fragmentos con
decoración similar al San Blas Fino Temprano. Estas evidencias permiten plantear que la
extensión del sitio aumentó en estas Fase.
Gracias a la presencia de cerámica foránea en estas capas podemos ubicar
cronológicamente a inicios del Periodo de Desarrollos Regionales. Discutiremos cada
estilo identificado por separado, pero debido a que no tenemos descripciones detalladas de
los fragmentos nos limitaremos a comparar decoraciones:
- Higueras. Este alfar fue definido a partir de las excavaciones en el valle del
Huallaga. Izumi y Sono ilustran un cántaro de cuello corto evertido con asas, la
forma más popular de este alfar, decorado con incisiones verticales alrededor del
cuello y otra vasija con pintura negativa (Izumi y Sono 1963: Plate 116-6, 117-4).
Morales (1977: Lámina 13) también identifica esta forma con las incisiones en el
cuello y la pintura negativa, así como un asa que presenta un diseño exactamente
igual al que grafican en Kotosh. Además, la presencia de cerámica Higueras
también se ha documentado en el sitio de Ushcumachay. Aquí Kaulicke (1999:
310) encuentra “fragmentos que señalan afiliaciones con la fase Cajas de la Sierra
Sur central, Higueras (Huánuco)…” en su Capa 2 y una vasija en forma de bota
en su Capa 3, forma característica de Higueras (Izumi y Sono 1963: Plate 35-e,
118-7). Como señalamos en la discusión de la cronología de la Fase Sajara Patac,
la Fase Higueras del valle del Huallaga cuenta con un fechado sin calibrar que lo
ubica a inicios de la Era Común. Sin embargo, debido a que las ocupaciones
Higueras se asentaron encima de las construcciones de Fase Sajara Patac, es viable
postular que iniciaron en torno al año 200 AEC.
- Huarpa. Este estilo fue reconocido inicialmente por Rowe, Collier y Willey, pero
su definición llegó recién con el análisis de Benavides (1971), quien señala 3
variantes: Huarpa Negro sobre Blanco, Huarpa Tricolor y Huarpa Derivado.
Morales reporta la presencia de cerámica Huarpa en estos niveles e ilustra un
fragmento (Morales 1998: Fig. 11) con una decoración similar a otro que
Benavides (1971: Lámina 2e) publica en su estudio. En el resumen que Pérez
(2016) realiza sobre las investigaciones de Huarpa, señala su presencia en los
niveles superiores de la cueva de Pikimachay y otros abrigos rocosos de
Ayacucho, asignándole una fecha inicial de ocupación en el año 200 AEC. Este
patrón, ocupación de las cuevas en el Periodo de Desarrollos Regionales, es el
mismo que el observado para la cerámica Higueras en las punas de Junín.
- Cochachongos. Este estilo fue definido por Browman (1970) al realizar sus
prospecciones en el valle del Mantaro. Lo ubicó entre los años 650 AEC – 50 EC,
en un periodo de transición entre el Formativo y los Desarrollos Regionales.
129
Debido a que carecemos de fechas radiocarbónicos para el valle del Mantaro, la
asignación cronológica exacta de esta cerámica tenemos que realizarla a partir de
su asociación con otros estilos. El primer registro de este estilo lo realiza Tello en
sus excavaciones en Cerro Colorado, Paracas. En la “Caverna XVIII” Tello
encuentra un cuenco de paredes convergentes, con un punto de inflexión en el
cuerpo bastante pronunciado y una decoración consistente en: una banda de
pintura roja alrededor del borde, una banda de pintura roja alrededor del punto de
inflexión y una serie de motivos en “S” en grupos de 3 separados por un motivo
cuadrado también en rojo (Museo de Arqueología y Antropología 2009: 68). Esta
es la típica forma y decoración Cochachongos que aparece tanto en el norte como
en el sur del valle del Mantaro (Browman 1970: Fig. 43-11, 44-14, 52b, 58c;
Perales et al. 2015: Fig. 41, 82-3). La cerámica Paracas presente en las demás
“Cavernas” contemporáneas corresponde al estilo Ocucaje 8. Esta relación ya
había sido anotada por Browman quien encuentra cerámica Paracas de los estilos
Ocucaje 9 y 10 asociada a Cochachongos (1970: Fig. 55, 60, 61, 62, 69). Al
respecto, Ocucaje 7-9 corresponde al Paracas Tardío, que está fechado entre 400
– 200 AEC (Kaulicke 2013: 293), y el Ocucaje 10 aparece en el Periodo de
Desarrollos Regionales junto con Topará y Nazca Temprano. Otras dos regiones
en donde aparece cerámica Cochachongos es el valle del Rímac y los valles de
Orcón-Pacaybamba. En estas regiones aparece asociada a la cerámica Cerro y
Polvareda, respectivamente, fechadas también en los años 400 – 200 AEC
(Goldhausen 2013: 252, Lámina 21; Palacios 1999). En otras palabras,
contemporáneos con el entierro Paracas Tardío en donde Tello encontró la
cerámica Cochachongos.
Esta situación nos deja con un panorama complicado puesto que las Fases Paracas Tardío,
Cerro y Polvareda coinciden con nuestra Fase Sajara Patac y no con la Fase Huarmipuquio.
Sin embargo, es importante anotar que Browman consideró que esta cerámica se siguió
utilizando hasta los inicios de la Era Común. En su tesis propone una secuencia de cinco
fases (ABCDE) con cambios sutiles de fase a fase, manteniendo siempre la pintura roja,
los motivos en “S” o “Z” y los guiones pequeños que descienden desde el borde como los
motivos decorativos más utilizados. A partir de Cochachongos C aparece la pintura negra
junto a la roja, utilizada para dibujar figuras geométricas, particularmente triángulos
concéntricos. Ese color y motivo no se han registrado en ninguna de las regiones en donde
aparece la cerámica Cochachongos como elemento foráneo, excepto en San Blas. Los
dos fragmentos que recuperamos en la Unidad de Excavación A (Fig. 125a, d) y los
fragmentos que publica Morales (1998: Fig. 1146, 12 inferior) presentan esta característica:
uso de pintura negra para definir triángulos concéntricos, uno de ellos en rojo, delimitados
por una línea horizontal en la parte inferior. Browman (1970: 201) señala que Hermilio
Rosas y Julio Espejo recuperaron de la superficie de San Blas dos fragmentos de estilo
Cochachongos. Uno de ellos está decorado con los triángulos concéntricos idénticos a los
descritos y el otro presentando los guiones que descienden del borde. Debido a que la
pintura negra y los triángulos concéntricos aparecen recién en las fases más tardías,
postulamos que estos elementos permiten una división entre Cochachongos Temprano
(AB) y Tardío (CDE). La pintura negra y los motivos de triángulos concéntricos está
apareciendo en fechas posteriores al 200 AEC, pasando a ser contemporáneo con los estilos
Higueras y Huarpa del Periodo de Desarrollos Regionales. Debemos señalar también que
Browman registra algunos fragmentos de cerámica Rancha, de la región de Ayacucho,
46
El segundo de la primera línea y los dos de la segunda.
130
asociada a Cochachongos AB. Esta cerámica fue fechada por MacNeish entre 500 – 200
AEC (Pérez 2016: 64), coincidiendo con el rango temporal planteado (Tabla 4).
131
Tipo de explotación
Esta es la Fase en donde pudimos caracterizar con mayor precisión las áreas de actividad.
Como se ha señalado en el Capítulo 6, la sucesión de niveles muestra claramente que el
área de producción de panes de sal, evidenciada por un mayor número de moldes, se ubicó
en las Columnas A y B de nuestra excavación. En contraste, las Columnas E y F presentan
una mayor concentración de ollas, por lo que el hervido de salmuera se realizaba en un área
diferente. Se registraron 2 soportes de arcilla (Fig. 126), similares a los utilizados en
Rumania para la explotación salinera (Tencariu et al. 2015: Fig. 2). Debido a su escasez y
grosor, es probable que no hayan servido para sostener moldes, sino que se usaron para las
ollas.
Es importante señalar que Morales registra una reducción drástica en el uso del San Blas
Bruñido Estriado a partir de su Capa 4, pasando a ser el San Blas Sencillo B el alfar
dominante. Como hemos señalado al discutir la Fase Sajara Patac, el San Blas Sencillo B
es el alfar en el cual se elaboraron los Moldes de Tipo I y II. Por lo tanto, el área que
excavó Morales (Fig. 34) se constituiría en una segunda área de producción de panes de
sal, dejando de lado el hervido de salmuera. Tenemos entonces una alternancia entre áreas
de Moldes I – Ollas – Moldes II, que nos indica una división de espacios productivos
bastante clara. A esto le sumamos el área de tránsito ubicada en la Fila 3 de nuestra área
de excavación, la cual habría comunicado con una segunda área de Ollas (evidenciada por
el fogón de la cuadrícula E3), configurando así una alternancia entre Ollas-Moldes I- Ollas-
Moldes II. Solamente variaron las áreas de producción en la última ocupación de esta Fase
en el Sector 1. Disminuyeron significativamente la cantidad de moldes en nuestra área de
excavación y el número de ollas aumentó.
En la mayor parte de los Moldes Tipo I que registramos pudimos observar la presencia de
material orgánico oscuro adherido a las paredes exteriores (Fig. 127). Por ello
consideramos que se siguió utilizando taquia como combustible para los fogones, los
cuales se habrían compuesto solamente a partir de la acumulación de taquia, con algunas
piedras alrededor para definirlas pero que no habrían quedado con signos de quema. Sobre
esta taquia se colocaron los Moldes hasta que la humedad de la pasta de sal se termine de
secar y se forme el pan de sal.
132
Fig. 127. Fragmento con taquia adherida en su superficie.
Tipo de ocupación
Se continuó la producción de panes de sal iniciada en las Fases Chavín y Sajara Patac, pero
con un aumento en la producción. El ya mencionado aumento en la frecuencia del San Blas
Sencillo B a partir de la Capa 4 de Morales no solo implica un cambio en las áreas de
actividad, sino que también refleja un aumento en el número total de vasijas empleadas.
Los 107 bordes de cuencos, utilizados como Moldes Tipo I, pertenecientes a este alfar se
registraron en 13 capas, teniendo la primera de ellas entre 45-50 cm. Por otro lado, las
excavaciones del PIA San Blas recuperaron unos 1923 bordes solo en la cuadrícula A1 de
la Capa 3. Este aumento masivo, que vuelve a disminuir hacia el final de la ocupación
(Figs. 77, 82, 86, 91, 97, 100, 103, 105, 107), refleja un aumento en la demanda de panes
de sal. Otra evidencia de un aumento en la producción es la presencia de cerámica de esta
Fase en el Sector 4c. La profundidad de esta ocupación tiene un promedio de 10 cm
que, si bien nos indica un uso bastante esporádico, también evidencia que hubo la necesidad
de aprovechar más espacios para la producción de los panes de sal. A pesar de estos
cambios, siguen sin haber evidencias de una ocupación efectiva en el sitio. No hay restos
de viviendas de ningún tipo, menos aún en el Sector 4c que se ubica en la ladera de un
cerro. Por ello seguimos considerando que San Blas era visitado por periodos cortos de
tiempo, por población viviendo en estancias cercanas.
133
cercanas a San Blas se ubican en un radio entre 0.5 y 1.6 km, estando la más alejada a 1.7
km al Norte, al otro lado del cerro que domina el sitio al Norte. En una de estas estancias
constatamos el uso de una vivienda precolonial como corral, además de las bases de
corrales precoloniales hoy abandonados (Figs. 128-129). Estas evidencias permiten
plantear un uso consecutivo del mismo espacio a lo largo de periodos diferentes. Por lo
tanto, la ubicación de las estancias de la Fase Huarmipuquio no deben ser muy distintas
que las actuales. Durante esta época, el número de estancias habría aumentado y desde estas
se habrían acercado hacia la salina diariamente, retornando a sus casas al culminar el día.
Fig. 128. Imagen satelital de San Blas (punto rojo) y la estancia con evidencias precoloniales (punto azul).
Fig. 129. Imagen satelital de la estancia con la vivienda precolonial reutilizada (flecha roja) y los corrales
abandonados (flechas azules).
134
Las relaciones de San Blas con los sitios de los valles de Huallaga, Mantaro y Ayacucho
El aumento en la demanda de panes de sal se debería al aumento de la población de la puna
de Junín y en las regiones dentro de la red de intercambio de San Blas. Los estilos foráneos
identificados provienen de regiones con las que San Blas ya tenía relaciones de intercambio
en la Fase anterior. Sin embargo, a diferencia de la aparente homogeneidad de la puna de
Junín, las otras regiones sufrieron cambios sustanciales. En el valle del Huallaga, la
aparición de la cerámica Higueras significó una ruptura en la tradición cerámica que se
había mantenido desde la Fase Wairajirca, en el Formativo Temprano, pasando a iniciarse
una tradición que se mantiene hasta la época Chupachu (Izumi y Terada 1974: 157). Al
igual que en los periodos tardíos de Huánuco (Bonnier 1997), la ocupación Higueras se
caracteriza por el carácter residencial de sus asentamientos. Es lo mismo que sucede en el
valle del Mantaro durante la Fase Cochachongos Tardío. La arquitectura pública
desaparece luego del abandono de Ataura en el Formativo, y solo se asientan en aldeas muy
pequeñas (Browman 1970: 64-66, Fig. 4). En esta época los sitios se dispersan pasando a
existir dos núcleos: uno en Chongos Bajo y el otro en Chupaca. El único sitio que parece
ser diferente es el de San Juan Pata (Perales et al 2015), pero no se tiene más información
que la cerámica recuperada en superficie. Sin embargo, su presencia en Jauja nos indica
que es probable que haya otro núcleo de sitios en esta zona que Browman no pudo
identificar inicialmente. La ocupación Huarpa de esta fase es similar, pues solamente se
tienen aldeas pequeñas (Pérez 2016). La arquitectura monumental aparece en fases
posteriores en Ayacucho, luego del aumento progresivo del número de sitios.
Ninguno de estos sitios presenta evidencias de sociedades estatales, sino que más bien se
tratan de aldeas de diverso tamaño, que pueden o no concentrarse en ciertas zonas, pero
que nunca establecen un sistema jerárquico entre sí. Por ello consideramos que es recién
desde esta época que podríamos hablar con más seguridad del establecimiento de colonias
pequeñas, entre una familia y 10 personas, tal como señalan las entrevistas a los
Chupachus, Yachas y Queros (Ortiz 1967, 1972). Con la desaparición de los grandes
centros ceremoniales del Formativo, recién desde esta Fase se tienen condiciones
materiales similares a las registradas en la época inmediatamente anterior a la conquista
inka. De todas estas regiones, las evidencias del contacto con Higueras son las más
numerosas, hallándose cerámica de este estilo en los sitios de San Blas y Ushcumachay.
Coincide también el hecho que es en esta fase que tanto en el valle del Huallaga como en
la puna de Junín aparecen las tradiciones cerámicas que van a perdurar hasta la conquista
inka.
135
más de un par de tiestos. Por último, el Sector 4b presenta un corte (Fig. 17) en donde se
pudo observar cerámica de esta Fase.
Esta cerámica es la de más fácil asignación cronológica en San Blas. Como ya se mencionó
en el Capítulo 2, los trabajos de Morales (1977), Bonnier y Rozenberg (1978) y Parsons et
al. (2000b) permiten fechar este material en el Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos,
asociado a los grupos étnicos Chinchaycocha y Tarama y llegando hasta la época inka.
Hemos decidido asignarle una fecha muy cercana a la presencia inka y no al inicio de este
periodo debido a que nuestros contextos fueron muy tardíos, y porque se encontró cerámica
inka en los niveles disturbados superiores.
Tipo de explotación
Debido a que no encontramos ninguna estructura, los fogones que se utilizaron durante esta
Fase debieron consistir solamente en el arreglo de las piedras para contener el combustible.
Durante esta ocupación registramos una cantidad pequeña de carbón asociada a las piedras
termo fracturadas, lo que nos indica el uso de leña, probablemente proveniente de los
bosques de queñuales que actualmente están casi extintos.
El repertorio cerámico cambió. Se empezó a utilizar un único alfar para la producción tanto
de la pasta de sal como de los moldes: el San Blas Tosco Tardío. Los cántaros de cuello
evertido sirvieron para el hervido de la salmuera, mientras que los cuencos abiertos fueron
utilizados como moldes. Ambas formas se utilizaron en los mismos espacios pues la
proporción entre Cántaros y Moldes, tanto en los espacios de desecho como en los de
producción, se mantuvo constante. El resto de las formas cerámicas es casi nulo (Fig. 130),
excepto por los Cuencos abiertos.
Fig. 130. Frecuencia de formas por capa. Se observa la casi nula presencia de ollas.
136
Debido a que se dio una explotación especializada en el sitio, la presencia del Alfar San
Blas Fino es rara. Su proporción respecto al San Blas Tosco es bastante baja (Fig. 131),
pero se encuentra distribuido en toda el área ocupada durante esta Fase. A diferencia de la
cerámica decorada de Baleni (Antonites 2013) y Great Salt Springs (Muller 1984), el San
Blas Fino presenta un acabado que refleja mucho cuidado en su elaboración, pareciéndose
más a la cerámica de las salinas de Villafáfila (Guerra-Doce (2017), La Marismilla
(Escacena 2010) o Zapotitlán (Castellón 2016). En el caso de la cerámica fina de Villafáfila,
esta se encontró en contextos de ofrenda: se excavó un pozo y se rompió una vasija en su
interior (Abarquero et al. 2010). Además, esta cerámica fina aparece distribuida en todos
los sitios salineros contemporáneos y se considera que su presencia sería un símbolo del
estatus elevado de sus usuarios. En San Blas la situación es distinta puesto que la cerámica
fina se encuentra distribuida en todo el sitio sin ningún espacio particular que pudiese
concentrarla, muy similar a lo registrado en La Marismilla y Zapotitlán. Este patrón se ha
registrado en otros lugares, en donde se la ha encontrado contextos bastante disímiles sea
en viviendas (Calderón 2009), sitios fortificados o estructuras funerarias (Bonnier y
Rozenberg 1978; Parsons et al. 2000b). Por ello consideramos que su presencia no estaría
relacionada con alguna actividad particular, sino que llegó de manera fortuita. Además, las
ofrendas dedicadas a la salina habrían consistido en “un cuy muerto con un grano de maiz
en la boca... unas cazuelas que fueron tres con una роса de lana hilada” (Duviols 1974:
293). Esta descripción nos indica que las ofrendas generaban contextos muy puntuales, que
difícilmente se habrían traducido en una dispersión de la cerámica fina.
137
Tipo de ocupación
Tampoco hemos registrado viviendas u otro tipo de estructuras para esta Fase. El Sector
2a se formó de la misma manera que el Sector 1: acumulación de desechos producto de la
explotación de la salina. El mismo espacio fue utilizado por largo tiempo llegando a formar
un montículo de más de 5 metros de alto47. Probablemente cerca del abandono del montículo
del Sector 2a, se empezó a ocupar el Sector 2b. Como ya se mencionó, esta área presenta
capas poco profundas, llegando incluso al ras del cerro mismo en su lado más oriental, por
lo que se utilizó durante muy poco tiempo. El Sector 4a es el único espacio que podría
haber servido como área doméstica. Al ser el espacio más alejado de la salina su función
no habría sido la de producir panes de sal, sino servir como espacio para algunas viviendas
pequeñas. La buena conservación de este sector nos impide ser más detallados pues no se
observan mucho material en superficie pues el pasto ha cubierto toda su superficie.
El Sector 2d es el más difícil de interpretar. El pequeño montículo que lo forma se eleva
menos de 1 m sobre la superficie del cerro y solo pudo fecharse a partir de la cerámica en
superficie cercana a un poste de luz que removió un pequeño espacio. Un dato para tener
en cuenta es que durante la construcción de la actual iglesia que ocupa este espacio, los
miembros del Anexo de San Blas encontraron restos humanos al iniciar las excavaciones
para los cimientos. Luego de retirar las osamentas, las pusieron en una vivienda
abandonada a donde de vez en cuando se acercan a dejar ofrendas de coca. Según la
información que pudimos recoger, en esta cima se enterraron a soldados del ejército chileno
que ocuparon la hacienda durante la Guerra del Pacífico, y algunas personas piensan que
se trata de los soldados caídos. Debido a que carecemos información más detallada sobre
el contexto (posición de los cuerpos, presencia de alguna estructura u objetos asociados)
no hemos podido fechar estos cuerpos. De momento hay dos posibilidades: este espacio
fue utilizado para la producción salinera y posteriormente se colocaron algunos entierros
(sean precoloniales o republicanos) o fue utilizado solamente para entierros precoloniales.
Entierros cerca de los espacios de producción de las salinas se han documentado en
Villafáfila (Abarquero et al. 2010), por lo que no descartamos esta posibilidad.
47
Descontando los niveles más profundos que aparentemente contienen capas del Formativo.
138
Fig. 132. Estructuras funerarias destruidas del abrigo rocoso de Chipián, ubicado a 12 km al este de la ciudad
de Junín.
48
Cochac es el nombre con el que es nombrado el sitio en la visita de 1603, unos 40 años después de la Visita
de Íñigo Ortiz, y se trataría del nombre original de San Blas.
139
Relaciones de intercambio tardías
De momento no tenemos más evidencias sobre colonos explotando el sitio, pero sí sobre
interacciones interétnicas más allá de Pasco y Huánuco. En el sitio Atavillo de Purunmarca,
a menos de 50 km al Este de San Blas en el valle alto del Chancay, se ha registrado cerámica
San Blas Fino y Tosco Tardío. La muestra no presenta información de contexto, pero
parecen corresponder a cántaros de cuello evertido (Van Dalen y Santander 2017: Fig. 15-
16). En el valle alto del Huaura, en la región de “Cayash”, Krzanowski y Tunia (1986)
reportan haber encontrado cerámica “llacuaz” en la superficie de varios sitios. Esta cerámica
presenta pintura roja sobre una pasta marrón clara. Si bien sus formas difieren, algunos
cuencos y cántaros graficados son similares a los del San Blas Tosco Tardío (Krzanowski
y Tunia 1986: Fig. III.70d, k). La elección del nombre de “llacuaz” se la dio la población
local que menciona que cerámica muy similar era adquirida de los actuales pueblos de
Huarón, Huaychao y Huayllay. Esta misma información es la que recibieron Falcón y
Salomon (2013: 345) cuando consultaron por la cerámica de pasta anaranjada y pintura
roja que registraron en sus excavaciones en el pueblo de Rapaz, ubicado a unos 15 km de
Andamarca. Al comparar las vasijas graficadas por Falcón y Solomon con algunas vasijas
de la Colección Toribio Yantas, podemos notar una similitud en la forma de decoración de
algunas de ellas (Fig. 133). Las vasijas Huayllay parecen ser los rezagos de las vasijas San
Blas Fino y el San Blas Tosco, cuya producción se habría circunscrito a los pueblos de
Huarón, Huaychao y Huayllay, en una zona intermedia entre Andamarca y San Blas.
Otra evidencia de contacto es el fragmento decorado recogido de la Capa 2 de nuestra Unidad
de Excavación B (Fig. 134 superior/centro). Este fragmento presenta una decoración de
círculos impresos sobre una saliente, típica de la cerámica Quillahuaca del valle alto de
Huaura (Kraznowski y Tunia 1986). Tenemos también un fragmento con perforaciones (Fig.
134 superior/izquierda) que se asemeja a la cerámica registrada por Thompson (1967: Foto
2) en la aldea Chupachu de Ichu. Finalmente, un pequeño fragmento de cántaro con
incisiones en el cuello (Fig. 134 superior/derecha) se asemeja a algunos ejemplares del valle
del Mantaro, aunque es un elemento decorativo bastante común a lo largo de la sierra central.
Fig. 133. Fotografía de una colección de cerámica Huayllay en Rapaz (tomado de Falcón y Solomon 2013: Fig.
21). En la esquina superior derecha se han colocado dos vasijas de la Colección Toribio Yantas, recogidas en
el distrito de Ulcumayo, provincia de Junín. Nótese la similitud en la decoración de las vasijas señaladas en
rojo, y en forma en las vasijas señaladas en azul.
140
Fig. 134. Cerámica importada de la Unidad B, Capa 2. Superior, de izquierda a derecha: Chupachu, Quillahuaca
y ¿Mantaro? Inferior: Inka.
Estas evidencias nos permiten incluir a los valles altos de Huaura y Chancay como regiones
a donde llegaron población Chinchaycocha llevando, entre otros productos, la sal. Estos
contactos se habrían establecido por medio del movimiento de caravanas, tal como lo señalan
los entrevistados por Íñigo Ortiz. Entre los grupos étnicos visitados se encuentran los
Chupachus, Queros, Yachas y los Atavillos y Cayash. Pero, como hemos señalado, también
pudieron instalarse colonias en San Blas. De momento solo tenemos la mención de un colono
Yacha y el registro de un fragmento Quillahuaca, de origen Cayash, y uno Chupachu.
141
Fig. 135. Vista satelital de Patamarca y la salina de Cacas, en la entrada de San Pedro de Cajas.
Estos mitmas se dedicaban exclusivamente a la producción de sal, puesto que no se les asignó
tierras ni para pastoreo ni para cultivo, tal como declaró don Roque Asunción Corillaxa:
“Desde la gentilidad nunca han ocupado pastos, solares ni chacras en qué sembrar, de dicho
repartimiento de Tarma ni de otra alguna. Y las que gozasen hasta el año pasado de 1712, fue
arrendándolas a dicho repartimiento de Tarma y Chinchaycocha, pagando siempre los
arrendamientos de ella, sin permitirles más sitio que el preciso para fabricar una y muy
costosa casa” (Estrella 1954: 10, citado en Espinoza 1984: 198). Este asentamiento habría
obtenido los productos necesarios para su subsistencia del parte del mismo Estado inka.
Respecto a su configuración interna, Patamarca presenta las mismas características que otras
aldeas contemporáneas: viviendas de planta circular en torno a un patio y disposición
aglutinada de sus edificios (Fig. 136), además de algunos edificios de planta cuadrangular de
manufactura inka (Fig. 137).
Fig. 136. Vista de una vivienda de Patamarca afectada por la construcción de un muro moderno.
142
Fig. 137. Edificios inka de planta cuadrangular ubicado en la parte central del asentamiento.
Tenemos tres tipos de asentamientos diferentes en cada una de las salinas de la sierra
central al durante el Tawantinsuyu:
143
9. Resumen: Cambios y continuidades en la tecnología de explotación salinera
A lo largo de la secuencia, se observa que no existe un uso constante de los mismo alfares
y/o formas cerámicas en San Blas. La cerámica hace su primera aparición en la Fase
Walamayo con el Alfar San Blas Sencillo A, en la forma de ollas oblongas. Posteriormente
es reemplazado por las ollas globulares de borde recto o redondeado en la Fase Pari. Con el
inicio de la Fase Chavín aparecen los Alfares San Blas Bruñido Estriado y San Blas Sencillo
B, usados también en la Fase Sajara Patac. En el primero tenemos la presencia de ollas de
borde en coma en las cuales se realizaba el hervido de salmuera, y también la cerámica
decorada en el estilo Sajara Patac. En el segundo alfar se fabricaron los Moldes de Tipo I y
II, además de algunas ollas sin cuello. El paso del uso exclusivo de ollas a la incorporación
de moldes, nos indica un cambio drástico en cómo era concebido un producto como la sal.
De una explotación de bajo impacto, para consumo local, se pasa a una explotación intensiva,
para satisfacer demandas extrarregionales, como sucede también con el sitio de Pelliccione
(Attema y Alessandri 2012) y con la cerámica Campaniforme (Guerra-Doce 2017). Además,
la producción de panes de sal con tamaño estandarizado no responde a una producción para
consumo directo, sino que más bien nos indica que la sal adquirió valor como medio de
cambio y como identidad del grupo productor (Weller 2004: 109). Este fenómeno no es ajeno
a los Andes puesto que los asháninkas utilizaron la sal como medio de cambio, a inicios del
siglo XX, y era percibido como una suerte de moneda entre distintos grupos étnicos (Varese
1968: 23). Es por ello por lo que se siguió utilizando un mismo tipo de molde durante tanto
tiempo, de la Fase Chavín hasta, por lo menos, la Fase Huarmipuquio (un mínimo de 800
años). En esta última fase se abandonaron los Moldes de Tipo II, pero el resto de los alfares
y formas se siguió utilizando. Además, aparecieron nuevos tipos decorados reemplazando al
estilo Sajara Patac, los cuales señalan una red de intercambios más grande, gracias a la
presencia de cerámica Huarpa, Cochachongos e Higueras. A los cuales se suma el San Blas
Tosco Temprano como un antecedente del San Blas Tosco Tardío y el San Blas Fino durante
el Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos. El lapso antes de la Fase Marcacocha marca
el fin del uso de los Moldes Tipo I y de los Alfares San Blas Bruñido Estriado y Sencillo B.
Al iniciarse la Fase Marcacocha ya se había empezado a utilizar exclusivamente el Alfar San
Blas Tosco para la explotación salinera: cántaros de cuello evertido para el hervido y cuencos
abiertos, como moldes, para el secado de panes de sal. Este cambio es importante puesto que
las formas no difieren de las utilizadas en otros sitios que no se especializaron en la explotación
salinera (Calderón 2009; Morales 1998; Parsons et al. 2000b). La forma utilizada como molde, los
cuencos abiertos, son indistinguibles de la cerámica más fina utilizada en el resto de la puna de
Junín y los valles de Tarma y Palcamayo. Esta misma cerámica se continúa usando en la Fase
Pumpu. En definitiva, los cambios en la cerámica registrada fase a fase reflejan cómo la
población se fue especializando. Al inicio, utilizaron las mismas vasijas domésticas que
utilizaban en otros contextos (Fases Walamayo y Pari), pasando luego a perfeccionar la
técnica de creación de panes de sal con moldes especiales (Fases Chavín, Sajara Patac y
Huarmipuquio) y, finalmente, volver a utilizar las mismas formas domésticas utilizadas en
otros espacios, una vez se tenía ya dominada la técnica de obtención de panes de sal.
Este progresivo desarrollo tecnológico se relaciona con la entrada de Junín a redes de
intercambio suprarregionales, probablemente distribuyendo la sal con caravanas de
camélidos, a partir del Formativo Tardío. Esto nos lleva a considerar que la puna de Junín no
fue un área pasiva sin ninguna relación con el resto del área andina49. Sobre todo, porque se
ubica entre regiones alejadas con evidencias de contacto: al norte están Chavín, Kotosh
Sajara Patac, y al sur Ataura y Atalla. Todos estos cambios permitieron que llegase a Junín
material exótico, como la obsidiana, y que junto a la sal pudiesen llegar los camélidos a otros
49
Ver Anexo 03 para comparar la secuencia de San Blas con el resto de regiones y sitios mencionados en el
texto.
144
sitios como Chavín o Kotosh. Luego del abandono de los sitios más importantes del
Formativo, la puna de Junín siguió con la producción de panes de sal, los cuales llegan a
regiones sin evidencias de diferenciación social marcada (valle del Huallaga, valle del
Mantaro, Ayacucho), lo cual nos permite afirmar que esta producción no debió ser
controlada por élites, sino por las mismas comunidades. Estableciéndose relaciones
interétnicas que desembocarían en las colonias que Murra postulase en los sesentas, las
cuales se mantendrían hasta la Fase Marcacocha. El inicio de la explotación en nuevas
salinas (Cacas y Yanacachi) significaron un retroceso en la red de intercambio de Junín, a
pesar del ingreso de los valles altos de Chancay y Huaura, pero se mantuvieron algunos
contactos como lo indica la mención al colono Yacha en la Visita de Íñigo Ortiz y las demás
menciones de visitas de Chinchaycochas a los pueblos Chupachus y Queros. Estas
características no vuelven a San Blas un asentamiento “multiétnico”. Primero, porque no
estaba habitado y, segundo, porque no está demostrada la presencia de una población foránea
en el sitio. La identificación de cerámica foránea desde el Formativo solo nos indica que
estos productos llegaron al sitio, mas no que la población que los manufacturó lo haya hecho.
Es más, la presencia de vasijas tan finas como el Sajara Patac Marrón Chocolate o el
Cochachongos es prácticamente anecdótica en el sitio, y no tiene una función en la
producción salinera. Una posibilidad es que se tratase de vasijas utilizadas como ofrendas,
puesto que la salina era percibida como una waka importante a la que se le ofrecía cuyes y
coca (Duviols 1974: 293), y que tenía su propio mito de creación (Duviols 1974: 285). En
todo caso, la presencia de cerámica foránea solo señala los alcances de la red de intercambio
de San Blas. ¿Esto descarta la presencia de colonos en la región? En realidad, no. Puesto que
el asentamiento más cercano, Óndores, podría haber albergado a una población importante.
Sin embargo, este fenómeno pudo haber aparecido recién en la Colonia, cuando se fundó
San Juan de Óndores y pasó a tener una población permanente. Recordemos que la única
mención de un colono en San Blas corresponde a una visita del siglo XVII. Además, debido
a que el patrón de asentamientos de los pueblos pastores es bastante disperso, es complicado
que haya colonos asentados en las estancias (que son espacios pequeños) o en un
asentamiento despoblado la mayor parte del año (como es Óndores incluso ahora).
145
CAPÍTULO 10: CONCLUSIONES
Al iniciar esta investigación nos planteamos la siguiente hipótesis general: “El sitio
arqueológico de San Blas habría sido un campamento para la explotación de sal desde el
Periodo Arcaico Tardío al de Desarrollos Regionales Tardíos. Para poder comprobar su
validez decidimos plantearnos tres preguntas. A partir del análisis de los contextos
registrados en nuestras excavaciones, de los materiales recogidos y comparación con otros
sitios contemporáneos y salinas alrededor del mundo, podemos pasar a responderlas:
146
el Sector 2a.
Llegamos entonces a la Fase Marcacocha. En esta Fase se identificaron solamente dos áreas
de actividad. En la primera de ellas, el área de combustión, se utilizaban los cántaros y
cuencos de manera conjunta. La segunda, el área de desecho, rodeaba toda el área de
combustión. En esta Fase tenemos una alternancia en los espacios pues las áreas de
combustión, caracterizadas por el uso de fogones de piedra, se desplazaban constantemente.
Un cambio importante es el uso de madera como combustible, evidenciada por la presencia
de concentraciones de carbón.
Durante la Fase Pumpu, a diferencia de la salina de Cacas en donde se construyó una aldea
exclusivamente habitada por mitmas, San Blas habría mantenido sus mismas características.
147
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LEYENDA DE LAS LÁMINAS
LÍMITE DE UNIDAD
LÍMITE DE EXCAVACIÓN
CERÁMICA
PIEDRAS
TIERRA QUEMADA
CORTE
CARBÓN
TIERRA ARCILLOSA
ECUADOR COLOMBIA
PERÚ
BRASIL
OC
EA
NO
PA
CI
FIC
O
SAN BLAS
CARHUAMAYO
8800000 ULCUMAYO
PASCO
SAN BLAS
ONDORES CHANCHAMAYO
JUNIN
8750000
TARMA
CANTA
HUAROCHIRI JAUJA
LA OROYA
350000
450000
400000
8700000
370700 E
370800 E
370900 E
371000 E
8772100 N 8772100 N
SECTOR 2b
8772000 N 8772000 N
SECTOR 1
SECTOR 2a
SECTOR 2c
SECTOR 2d
SECTOR 4a
SECTOR 4c
8771700 N 8771700 N
370600 E
370700 E
370800 E
370900 E
371000 E
ESCALA GRÁFICA
0 50 100 200 metros
LEYENDA
TÍTULO:
PLANO GENERAL
SITIO ARQUEOLÓGICO SAN BLAS
SIMBOLO DESCRIPCION
EDICION Y DIBUJO:
GRAPHOS SAC
FECHA ELABORACIÓN:
Mayo 2018
UE 01
UE 02
UE 05
UE 08
UE 09
UE 11
UE 12
UE 13
UE 14
UE 15
F E D C B A
3
UE 02
UE 03
UE 01
UE 04
UE 06
UE 05
UE 08
UE 16
LÁMINA 11. Dibujo de planta de la Unidad B, Capa 3, Nivel a 0 0.1 0.2 0.5m 1m 2m
A B C D E F
LÁMINA 12. Dibujo de planta de la Unidad B, Capa 3, Nivel b 0 0.1 0.2 0.5m 1m 2m
A B C D E F
CAPA 3c
CAPA 4
2
CAPA 5
FICHA DE DEPÓSITO
UE: FECHA:
UNIDAD:
UNIDAD: CUADRÍCULA:
DESCRIPCION: ______________________________________________________________________________
DESCRIPCION:__________________________________________________________________________________
1. CONSISTENCIA 5. DIMENSIONES
_________________________
_________________________
9. DESCRIPCIÓN DEL DEPÓSITO
_________________________
_________________________
_________________________
_________________________
_________________________
_________________________
_________________________
_________________________
_________________________
10. MATERIAL RECUPERADO
Lítico Óseo
Cerámica Botánico
Otro
Nº bolsas: _________________________________
Código de bolsas:
_________________________
_________________________
_________________________
11. DIBUJOS
_________________________
_________________________
11. FOTOGRAFÍAS
_________________________
_________________________
_________________________
12. EXCAVADO POR:
_________________________
ANEXO 02
DATOS DE PROCEDENCIA
Inclusiones:
Caja:
- Tipo
Bolsa:
- Tamaño
Código:
- Frecuencia
Unidad:
UE:
DIMENSIONES
Nivel:
Diámetro de la boca:
Cuadrícula:
Grosor de las paredes:
MORFOLOGÍA
DECORACIÓN
Forma general:
Ubicación:
Tipo de borde:
Tipo:
Tipo de base:
Colores:
Tipo de agarradera:
Diseños:
Tipo de soporte:
TECNOLOGÍA
Granulometría:
Color de pasta:
Acabado externo:
Acabado Interno:
ANEXO03
Tabl
acronol
ógic
ac ompar
ada
.Semiestral
asecuenci
a,porfa
ses,deloss
it
iosyre
gionesmenci
onadose
nelt
ext
o,re
sal
ta
ndolas
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iadeSa
nBl
as.Sehapue
sto
encur
sivaaaquel
lossi
ti
osar
que
ológi
cosquepre
s e
ntanunaocupaci
óndedete
rminadaépoc
aperoquenot
ie
nenunase
cuenc
iae
scla
reci
da.