Testimonio - Diccionario Teologico Del Nuevo Testamento 04
Testimonio - Diccionario Teologico Del Nuevo Testamento 04
Testimonio - Diccionario Teologico Del Nuevo Testamento 04
TEOLÓGICO
DEL NUEVO
TESTAMENTO
TOl. I V
Hans Bietenhard
Testimonio {papzvpia) 254
Dios (Dt 6, 16); vive sólo de la palabra de Dios y guarda su (primer) mandamiento.
Basándose en esa victoria de Cristo, los cristianos pueden rogar con confianza: «¡No nos
dejes ceder en la prueba, sino líbranos del Malo!» (-> malo, art. novnpÓQ [poneros];
-» caída; -> satán; -» seducir).
W. Schneider
Bibl.: DBonhoeffer, Versuchung (1937). 1953 (19563) - KGKuhn, mapao/ióg - iptxpzíx - aápí im NT und die damit
zusammenhangenden Vorstellungen, ZThK 49, 1952, 200 ss - HSeesemann, Art. müpa etc., ThWb VI, 1959, 23 ss - AKoberle, Art.
Versuchung, RGG VI, 19623, 1385 ss - JCarmignac, «Fais que nous n'entrions pas dans la tentation». RB 72, 1965, 218 ss -
JCarmignac, Recherches sur le «Notre Pére», 1969, 236 ss.
En cast. Arts. gens.: NBrox-FScholz, Art. Tentación, CFT IV, 1967, 303-313 - MystS III, T. II, 1969. 88-102 - WMolinski, Art.
Tentación, SM 6, 1976, col. 511-517.
Testimonio
pupzvpia [martyría] testimonio; papxvpéa» [martyréó] testificar; papmpiov [martyrion]
testimonio, prueba; papmpopai [martyromai] llamar como testigo; pápxvQ [mártys]
testigo; diapapTvpopca [diamartyromai] llamar como testigo, conjurar; Katapap-copéco
[katamartyréó] testificar contra alguien; ovppapzvpéw [symmartyréó] ser también testi-
go, confirmar; tj/EüSopotprvpÉcú [pseudomartyréó] dar testimonio falso; \¡JEv8opa.piüpía
[pseudomartyría] testimonio falso; \¡/SDÓópapTVQ [pseudómartys] falso testigo
1. a) El sustantivo martyría, atestiguado desde Homero (Od. 11, 325), la forma más antigua de este
sustantivo básico en Homero, pápivpog [mártyros], y la forma eólica posterior páprvp [mártyr], entraña el
significado activo de salir como testigo (pápxvc, [mártys]) para confirmar un suceso o un estado de cosas. Martyría
está semánticamente emparentado con péppnpoQ [mérméros], lo que exige mucha reflexión; ambos términos
remontan a la raíz indoeuropea *smer-, pensar en, preocuparse de, o bien titubear, quedarse, raíz a partir de la cual
se han formado también ¡ispiuváoj [merimnáo] preocuparse de y /JÉVÍO [méno] pensar, quedarse {tí. el latín memor, el
que recuerda: mora, pararse a pensar, titubeo; y el cast. demora). Con ello se puede determinar su contenido
semántico con más precisión: se trata de un recuerdo que examina reflexivamente, es decir, de un llevar a la
conciencia algo experimentado, de lo que no se puede huir, que no se puede olvidar y que en este sentido es llevado
también a conocimiento de los otros para proporcionarles, mediante las correspondientes afirmaciones, el
contenido de esta experiencia: lo experimentado debe resultar evidente por el testimonio (cf. Platón, Symp. 178b).
b) Desde el s. V a. C. y derivados de este sustantivo, se encuentran los verbos martyréó dar testimonio, ser
testigo de algo o confirmar algo a favor de alguien mediante testimonio (Herodoto VIH, 95), o sea, testificar que algo
es como es (Heráclito, 34; Sófocles, Ant. 515, Oed. Col. 1265) y martyromai, llamar como testigo (Platón, Phileb.
12b). A estos verbos hay que añadir, como sustantivos, martyrion, testimonio, prueba, que, a diferencia de martyría
que designa el acto, señala más el contenido de las afirmaciones (Herodoto II, 22; VIII, 55), o un comprobante
(corona de vencedor [Platón, Leg. 12,943]; un documento e incluso objetos, p. ej. sepulcros y hallazgos, que sirven
de prueba de anteriores asentamientos; también citas de poetas o de autores conocidos) y mártys, el testigo
(atestiguado ya en las inscripciones más antiguas). Como testigos pueden ser invocados, en forma de juramento, los
dioses (cf. -> juramento; p. ej. Píndaro, Pyth. 4, 167: Zeus), pero también pueden ser llamados hombres como
testigos de una afirmación o con el fin de esclarecer un estado de cosas (Platón, Gorg. 471c; Leg. 836c; Resp. 364c).
Como compuestos del verbo, se encuentran symmartyréó, ser también testigo, testificar junto con, ya desde
Sófocles y Tucidides; desde Platón, Leg. III, 680d y Jenofonte, Hell. VII 135 significa confirmar en el sentido de un
segundo testimonio que coincide con el primero, que ha sido ya aducido. Katamartyréó significa hacer de testigo'
contra alguien (desde el s. IV, Lisias e Isócrates); diamartyromai, llamar como testigo, luego (Jenofonte, Hell. III, 2,
13) asegurar, testificar e incluso apremiar, conjurar (Diodoro de Sicilia, XVIII, 62, 2). Ya Platón menciona las
255 (jiapwpía) Testimonio
palabras pseudómartys, el que profiere una afirmación testifical que no corresponde a la verdad, sino que la encubre o
la falsea, y pseudomartyria, testimonio falso, inexacto (Gorg. 472b, para lo cual puede Platón apelar a los sofistas:
Diels II, 300, 10; 398, 25 s); asimismo el verbo correspondiente pseudomartyréó, dar un testimonio falso (Leg. XI,
939c). O sea, que aquí, por motivos ligados a la finalidad que se pretende, se han escindido afirmación y recuerdo,
de forma que la conducta y la postura a favor de la verdad no corren parejas, sino que tiran cada una por su lado.
2. a) En el mundo griego este grupo de palabras tiene claramente su ambiente originario en la vida jurídica.
Los testigos son presentados como pruebas en un proceso con vistas a hechos ya ocurridos (cf. para ello el análisis
semántico en la), o bien son aducidos en calidad de testigos solemnes (de cara a una corroboración futura) para
asuntos de derecho o para la confirmación solemne en los ajustes de pactos; la mayoría de veces estos testigos
solemnes vienen mencionados explícitamente en conexión con el texto, y lo firman conjuntamente. En el proceso la
martyria debe ser libre, o sea, no forzada (p. ej mediante tortura), y normalmente se distingue del juramento por
cuanto éste es confirmación de una afirmación bajo la invocación de los dioses por falta de pruebas evidentes (cf. p.
ej. la descripción hecha por Anaxímenes de Lámpsaco en Aristóteles, Rhet. ad Alexandrum, referida en ThWb IV,
479, A. 10). O sea que martyria es primordialmente siempre una acción, pero posteriormente, como contenido de
afirmaciones hechas, puede adquirir también el sentido de martyrion, prueba, término que no tiene, en cambio,
nunca el sentido de una acción. La invocación de los dioses como testigos tiene su lugar allí donde resulta
imposible aducir testimonios humanos o circunstancias determinadas (p. ej. Sócrates en Platón Ap. 31c aduce su
pobreza como prueba de que no ha enseñado para lucrarse). O sea, que originariamente los vocablos de este grupo
aparecen siempre, tanto en la vida j urídica como en las relaciones privadas y públicas, para «el testimonio, fundado
en la experiencia inmediata, de procesos concretos, de relaciones reales o de hechos generales de experiencia»
(GStrathmann, ThWb IV, 480).
Esto es típico de la estructura racional del pensamiento griego. Sólo en la gramática, al indicar que el testigo
con su testimonio se presenta siempre a favor de alguien, y con ello juntamente contra otro (dativo de persona: lo
que el testimonio atestigua está en acusativo o en una oración completiva) se trasluce lo siguiente: en las
concepciones primitivas del testigo éste une su fuerza anímica con aquél a favor del cual testifica para ayudarle a
triunfar, o sea que, propiamente interviene más a favor de una parte que no para esclarecer lo dirimido (RAsting,
loe. cit., 528; su impugnación por parte de Platón en Gorg. referida ibid., 538).
b) Paralelamente y más allá de esto, ya antes de Aristóteles, que en Rhet. I, 15 expuso un análisis muy
matizado, adquirió carta de ciudadanía un uso de los vocablos en el cual martyria ya no pretende corroborar un
dato objetivo, sino que expresa convicciones (morales o filosóficas). Este uso lingüístico claramente reconocible ya
en Platón (en Ap.) con referencia a Sócrates, ha adquirido gran importancia ante todo en el estoicismo: el filósofo
cínico-estoico se considera como testigo por vocación de la verdad auténticamente divina, y precisamente cuando
en circunstancias adversas testifica mediante su conducta —sufriendo, aceptando las circunstancias como un
ejercicio ascético, no permitiendo que sus convicciones sean cuarteadas— la verdad de su concepción y de su
doctrina (espec. Epicteto, Diss. I, 29, 46 ss; III, 22, 86 ss). Es cierto que este tipo de martyria no es del todo idéntico
con el concepto que más tarde se forma el cristianismo primitivo del martirio, aunque en él puede también caber la
muerte.
II 1. a) De buenas a primeras sorprende en los LXX el hecho de que estadísticamente el peso principal
dentro de este grupo recae sobre el sustantivo martyrion (en conjunto está atestiguado unas 290 veces), que se
presenta mayormente en Ex y Nm; en Lv sale 45 veces, y aquí, como en algunos pasajes de la obra histórica del
cronista (p. ej. 1 Cr 9,21; 23, 32; 2 Cr 5, 5; 24,6), se refiere a las dos tablas de los mandamientos del Sinaí {dúo TtXáKEQ
xov [lapTvpiov [dyo plákes toü martyríou]: Ex 31, 18; 32, 15). Después, la mayor parte de veces se habla de la OKnvi)
TOO papropiov [skení toü martyríou], la tienda del testimonio: Ex 29, 4.10 s; 40, 2 ss; Lv 4, 4 ss; Nm 4, 25 ss), pero
también se habla del K¡I¡UJTÓQ TOO papxvpíov [kibótós toü martyríou], el arca del testimonio (Ex 40, 3; 5, 21; Lv 16, 2;
Nm 4, 5). Martyrion tiene aquí un sentido correspondiente al uso tardío que se da en la grecidad clásica de prueba
demostrativa en memoria de un suceso determinado o de documento (p. ej. del establecimiento de un -» pacto, o de
una -> ley). Precisamente en la traducción del hebreo la adopción de estos vocablos por parte de los judíos
grecoparlantes abrió el camino a aquella concepción de la ley frente a la que se encontraron Jesús y los testigos de
la ley frente a la que se encontraron Jesús y los testigos del NT: la palabra hebrea mó'éd, traducida unas 130 veces
por martyrion en combinación con skení, tienda, significa el tiempo o el lugar de cita, lo cual equivale a decir que en
este lugar Yahvé quiere encontrarse con el pueblo de la alianza (NB traduce «tienda del encuentro»; sólo el nombre
hebreo 'edüt, que se tradujo con la fórmula kibótós toü martyríou, arca del testimonio, o simplemente por martyrion,
testimonio, señala la ordenación promulgada solemnemente, aceptada y reconocida como ley obligatoria. Por
cuanto el mismo sustantivo griego adoptó los dos significados, su contenido se desplazó casi forzosamente desde el
acto del encuentro hasta el lugar de la prueba (en forma de amonestación) y de ahí pasófinalmentea la observancia
de la ley (las tablas como pars pro loto, en lugar de todo el sistema normativo de la alianza). Sólo allí donde se tenía
el oído todavía acostumbrado a las palabras hebreas podía mantenerse, para los judíos de la diáspora, un
conocimiento acerca de la intención primitiva, es decir, de la palabra reveladora de Dios. GStrathmann ha
demostrado (ThWb IV, 485), por lo demás, que en algunos pasajes esta traducción (1 Sam 13,8.11:20, 35) desfigura
totalmente el sentido de mó 'ed; en otros pasajes (Mi 7, 8; Prov 29,14; Am 1,11; además Sof 3, 8; Is 37[30], 20 y Job
15, 34) los vocablos hebreos no han sido leídos correctamente.
Testimonio {¡xa. pro pía) 256
Puesto que pasajes como Gn 31, 44 (la estela de la alianza de Labán y de Jacob) y Jos 22, 27 s; 24, 27 tienen
también el significado de monumento, de memorial, en dos pequeños grupos de pasajes hay un uso distinto de
martyrion, muy semejante, por el contexto, a la intención originaria de mó'ed: por un lado están Os 2,12[14] y Sab
10, 7. en los que las devastaciones en el país son pruebas de la culpa de los hombres y del juicio subsiguiente; y por
otro lado, en los pasajes de los salmos, principalmente en los 23 pasajes del Sal 118[119], obra colectiva, posterior
al exilio, que recibió la impronta conjuntamente del espíritu sapiencial y deuteronómico, el carácter de documento
—seguramente como expresión de una individualización más fuerte de la piedad— pasa a un segundo plano y
queda en primer término el carácter de testimonio y, concretamente, no sólo en el sentido de la Tora como ley
promulgada y establecida, sino espec. como consejo (dirigido personalmente a cada uno), como instrucción para el
camino de la vida que se admira (v. 129), se ama (v. 119) y se quiere observar (vv. 88.146.167 s). O sea que aquí
martyrion, en su calidad de ordenación y de reglamentación de la alianza, comporta un componente actualizador.
b) Con 7 ejemplos procedentes de la Biblia hebrea y 5 propios de la Biblia griega el uso de martyría
corresponde relativamente poco a unos mismos significados. Así en 1 Sam 9,24 el hebreo mó 'ed se traduciría mejor
por una determinación temporal, como p. ej. Koapóq [kairós] ocasión (-» tiempo; art. kairós), mientras que los
pasajes de Prov 12,19; 25, 18 y Eclo 34[31], 23 s describen el acto de la testificación, el cual puede ser calificado de
verídico, de falso o de injusto. El sustantivo mártys (54 ejemplos; traducción del hebreo 'ed) es usado, por el
contrario, en la línea clásica y significa aquél que, basado en la observación, testifica algo o, lo que es lo mismo, es
aducido en sentido jurídico para confirmar un estado de cosas, un pacto etc. (p. ej. el pacto de Booz, en Rut 4, 9 ss,
en el que Booz aduce como testigos a los más ancianos de la ciudad y éstos acceden; véanse concretamente las
determinaciones de procedimiento en Dt 17, 6 s; 19, 15 ss; Nm 35, 50, según las cuales sólo a base de las
afirmaciones de más de un testigo se podrá fallar una causa). En el arreglo entre Labán y Jacob (Gn 31, 44 ss) y
también cuando Samuel rinde cuentas (1 Sam 12, 3 ss) Yahvé, el Señor, es mencionado e invocado como testigo (cf.
Jer 49[42], 5; de un modo semejante Job 16, 20, Sal 88[89], 37; también Sab 1, 6), así como en el oráculo profético
de Jer 36[29], 23 Yahvé se presenta como testigo contra Israel. Pero en conjunto también estos pasajes quedan
dentro del marco de una afirmación corroboradora de la conducta humana, por lo cual principalmente en Sal
(26[27], 12; 34[35], 11) y en Prov (12,17.19; 14, 5.25 y passim), así como en Is 8, 2, la cuestión central, al igual que
en martyría, es la de si los testigos son o nofiables.Se abomina de la falsedad, sobre la cual recae la amenaza de un
duro castigo, incluso la del juicio de Dios (cf. Ex 23, 1; Dt 19, 16 ss). Por primera vez en Dtls se inicia otra
concepción, cuando en Is 43,10.12 y 44,8 se manda salir a los miembros del pueblo ante las naciones como testigos
de la singularidad y justicia de Dios; aunque aquí se trate del marco simbólico de un proceso escatológico, sin
embargo, se perfila por primera vez con ello en los himnos del siervo de Dios algo así como una dimensión
misionera en la existencia del pueblo que, ciertamente, no adquiere todo su alcance hasta el NT.
c) De entre las formas verbales, el simple martyréó se encuentra sólo 17 veces, y ciertamente para afirmaciones
judiciales de testigos (Nm 35, 30; Dt 19, 15.18), pero también para expresar la función de recuerdo de un
monumento (Gn 31, 46 ss) o del himno de Moisés (Dt 31, 19.21), que podría convertirse, como documento de la
alianza, en acusación contra los que no la observan. Mientras que katamartyréó (atestiguado 5 veces: 1 Re 20[21],
10.13; Dn 6,24[25] y Prov 25, 18) se usa en el sentido de una afirmación testifical conscientemente falsa, que lleva a
la condenación del acusado (Job 15, 6: Elifaz afirma que las mismas palabras salidas de los labios de Job son las
que atestiguan contra él y le condenan, el verbo epimartyromai, traducción asimismo del hebreo hü'ed (1 Re 3, 1 [2,
42]; Neh 9, 29 s; 13, 15.21; también Am 3, 13; Jer 39[32], 25) está determinado por el hecho de que mueve a los
hombres al recuerdo retrospectivo de cosas ordenadas anteriormente, para cuya confirmación es necesario el
testimonio y, en este sentido, también exhortar y reconvenir. El compuesto pseudomartyréó sólo en el decálogo
señala el testimonio a sabiendas falso (Ex 20, 16; Dt 5, 20[17], en vez de 'ánáh, contestar). Pero el compuesto más
importante es diamartyromai que traduce también ha'ed y que originariamente significa llamar, hacer venir como
testigo (Dt 4, 26; 31, 28; 2 Re 17, 13; Jer 39[32], 10; Mal 2, 14), y a partir de ahí se usa también para transmitir e
inculcar las instrucciones dadas por Yahvé (así Ex 18, 20; 19, 10.28 en órdenes a Moisés, pero también Neh 9,
26.34). Entonces puede significar, tanto advertir, amonestar, conjurar (p. ej. en la voz de Dios Sal 49[50], 7) como
asegurar, dar palabra (Zac 3, 7[6]).
2. a) El análisis del uso lingüístico muestra que los vocablos de nuestro grupo, prescindiendo del caso
especial del uso de martyrion para el hebreo mó'ed (II, la), en lo esencial permanecían dentro de los marcos ya
trazados en la grecidad clásica, pero no conocían todavía la nueva concepción de cuño estoico: se es testigo de algo
experimentado o se llama a alguien como testigo de un hecho. Es lo extraño, lo vivido o lo confiado aquello para lo
que alguien testifica, y principalmente allí donde Dios es mencionado o invocado como testigo resulta claramente
palpable el hecho de que el testigo toma partido a favor del derecho de la alianza. El AT no conoce un concepto de
testigo o de testimonio que se derive de una convicción subjetiva y no comprobable; un concepto tal no cabe en el
judaismo. Filón y Josefo, que siguen el uso griego de índole jurídica han renunciado de una manera seguramente
consciente a la ambigua complementación de skení y de kibótós por toú martyríou. En el uso rabínico he'id designa
la actividad docente de los rabinos; el término hebreo está emparentado con las expresiones que significan
proclamar (-» mensaje) (para más detalles cf. RAsting, loe. cit., 513 ss).
b) Si bien es cierto que el pensamiento de arrastrar por la fe los padecimientos hasta la muerte y el alto
aprecio de una actitud de mártir tenía amplia entrada en el judaismo (cf. Mac, espec. 4 Mac 18, 11, Martls, Josefo,
Bell. 2,151 ss; también el material rabínico reunido en St.-B. I, 221 ss), sin embargo, es digno de tenerse en cuenta el
257 (papwpia.) Testimonio
hecho de que para una tal «hazaña de fe» no se usaron nunca términos como mártys, martyrion (cf. GStrathmann,
loe. cit., 489 ss), martyria o martyréo. NBrox, en su detallado y cuidadoso análisis ha demostrado convincentemente
que «el AT y el judaismo tardío no constituyen el lugar de origen del título de mártir», tal como se forjó en la
primera época cristiana, y también «que no se encuentra una igualdad real entre mártir y profeta» (Zeuge, 172).
III Su acento peculiar para la teología bíblica este grupo de palabras no lo tiene
sino en el NT, y lo adquiere, concretamente, en Hech y en los escritos de Juan.
Ya la sola estadística de frecuencia en el uso permite descubrir esta preponderancia: de un total de 76 ejemplos
del verbo martyréo 43 se encuentran en el evangelio de Juan y en sus cartas, otros 4 en Ap, 11 en Hech, 8 en Heb,
mientras que a Pablo corresponden sólo 6, y 2 a los sinópticos. De las 37 veces que sale martyria, 21 pertenecen a
los escritos joaneos y 9 corresponden a Hech; este término no se da ni una sola vez ni en Pablo ni en Heb. El
sustantivo mártys se encuentra en total 35 veces, de ellas 13 en Hech, 6 en Pablo y 5 en Ap. Entre los compuestos
epimartyréó se usa una sola vez, en 1 Pe 5, 12, en el sentido de traer a la memoria, confirmar al lado de napaKaAéw
[parakaléo], exhortar; katamartyréo se usa sólo en Mt 26, 62 par, Me 14, 60 y Mt 27, 13, en preguntas dirigidas a
Jesús acerca de si no quiere defenderse de lo que los testigos deponen contra él, y symmartyréo viene usado
exclusivamente por Pablo en Rom 2, 15; 8, 16; 9, 1, quien con este verbo expresa una testificación confirmadora,
fortalecedora, o bien acusadora del espíritu o de la conciencia humana. Finalmente, de los 15 ejemplos de
diamartyréó, 9 corresponden a Hech; en ellos el verbo es usado como expresión especial para anunciar, proclamar
(-» mensaje), así como en 1 Tes 4, 6 y 3 veces en 1 y 2 Tim.
1. El uso jurídico del griego clásico y de los LXX domina los escasos pasajes en los
que este grupo se da en los sinópticos; en ellos, al lado del ya citado katamartyréo, se
encuentra 4 veces martyria (Me 14, 55.56.59; Le 22, 71) y 2 veces mártys (Me 14, 63 par Mt
26, 65), todos ellos pertenecientes a la exposición del proceso de Jesús y referidos siempre
a las afirmaciones falsas de testigos a las que allí se alude. En el mismo sentido hay que
entender las citas de Dt 19, 15 (Mt 18, 16: mártys; Jn 8,17: martyria) o Dt 17,16 (Heb 10,
28; cf. 2 Cor 13, 1; 1 Tim 5, 19), así como la mención de testigos en el proceso seguido
contra Esteban: Hech 6, 13; 7, 58. En todas partes se advierte, pues, una matización de
signo negativo.
3. En los sinópticos se pueden descubrir, más allá del uso jurídico, otros contenidos
más hondos del concepto de «testigo». Si, según Me 1, 44 par Mt 8, 4; Le 5,14, la ofrenda
Testimonio (papwpícx.) 258
por parte de \m "hombre curado se présenla eis martyrion, en testimonio, es decir, como
reconocimiento y prueba (según \a ordenación mosaica) de \a curación lograda, en Mt 10,
18 la misma formulación en el discurso de misión —la detención y el interrogatorio de los
discípulos resulta eis martyñon para los judíos e igualmente para las naciones (cf. también
Me 13, 9; Le 21, 13)— es difícil que pueda ser entendida sólo en el sentido de una
acusación; lo más probable es que aquí se incluya la idea de que a los discípulos tales
tribunales les darán oportunidad para dar testimonio de Cristo ante los hombres. Testigo
de cargo (contra una población en el juicio de Dios) es el polvo que los mensajeros de
Jesús sacuden de sus pies, cuando son rechazados (Me 6, 11 par Le 9, 5), de la misma
manera que en Le 11, 48 (cf. Mt 23, 31) los hombres por su conducta se convierten en
testigos, es decir, en acusadores de sí mismos.
representantes. Juan, que compendia el contenido del hecho de Cristo y del evangelio en el
término Xóyoc, [lógos] (palabra; art. kóyo<; [lagos] III, 4), ha recogido ahora espec. el
verbo martyréó y con él el sustantivo martyria, o sea , los dos vocablos que significan
acción, para expresar con ellos el acontecimiento de la comunicación divina de la
revelación, y esto en todos los aspectos; esta observación viene también apoyada por el
hecho de que Juan renuncia al sustantivo martyríon, que fue más bien una denominación
objetiva, y, a pesar de conocer perfectamente la condición de testigo, para concentrar la
atención en el hecho, no usa el vocablo mártys, testigo, que sólo aparece en el Ap (5 veces;
véase más abajo); también los compuestos faltan totalmente.
a) Juan también conoce el uso lingüístico clásico en el sentido de un testimonio humano, un testimonio de
buena conducta. Esto queda de manifiesto en Jn 2, 25, donde se dice que Jesús para formarse un juicio no necesita
de afirmaciones testificales de hombres acerca de otros hombres (NB: «No necesitaba informes de nadie, él conocía
al hombre por dentro»; de manera semejante en 18, 23 Cristo exige al servidor del templo que le ha golpeado que
demuestre que él ha obrado mal; en 12,17 el pueblo testifica la resurrección de Lázaro, en 3, 28 el Bautista invoca a
sus discípulos como testigos de que él nunca ha declarado ser el mesías. Esto es válido también para la cita de Dt
19, 15 en Jn 8, 17, aunque la regla legal del v. 18 está colocada al servicio del testimonio que Jesús da de sí mismo.
Testimonios de una conducta digna de ser alabada, bien orientada en el camino de la fe, son también los ejemplos
del verbo y del sustantivo en 3 Jn (vv. 3.6.12), que se refieren a Gayo y a Demetrio.
reconocible la voluntad y el ser de Dios, aquél, por consiguiente, que es la -> vida y la
-+ luz de los hombres, y que da, por esta razón, base y sentido a la existencia humana, sea
entendida como una glorificación que Jesús hace autónomamente de sí mismo (que Jesús
rechaza expresamente en 5, 31: «si yo fuera testigo en causa propia, mi testimonio no
valdría»; aquí, por lo menos a primera vista, hay un contraste con 8, 14). La legitimación
de Jesús se sigue no por.obra de hombres, no por caminos lógicos de demostración, sino
que'(cf. 5, 36; 10, 25) «esas obras que yo hago dan testimonio de mí»; es otro (v. 32), es el
Padre el «que está dando testimonio de mí» (v. 37); cf. también 6, 65; en el v. 39 las
Escrituras son nombradas entre los testigos. Lo que con todo ello se significa, en la
escena en la que Jesús es interrogado por Pilato, se expresa finalmente así: «tengo por
misión ser testigo de la verdad» (Jn 18, 37); y con referencia a la fuente de tal testimonio se
dice mucho antes (Jn 3, 11): «hablamos de lo que sabemos; damos testimonio de lo que
hemos visto». Jesucristo mismo está como mediador del testimonio, lo que aquí equivale
a decir, mediador con respecto a esa revelación de Dios entre Dios y el -> mundo
(KÓGfioq [kósmos]: Jn 8, 14) que le odia, porque pretende ser autónomo; por ello el
testimonio que Cristo da en la revelación no es aceptado (Jn 3, 11.32). O sea que no se
trata de la testificación de estados comprobables de cosas, sino —en la línea de los
profetas, aunque con categorías lingüísticas propias de la gnosis— de la comunicación
que Dios hace de sí mismo en Jesús, la cual exige fe y sólo se abre en la aceptación. Brox
(loe. cit., 71) dice que es «distintivo peculiar de la teología joanea del testimonio» el hecho
de que «la legitimación del testimonio y las pruebas de su verdad residen en una
apelación a una no comprobable autorización por revelación». Es cierto que formalmen-
te hay una correspondencia con la exigencia de legitimación de los hombres, pero los
testimonios de constatación aducidos demuestran no en un sentido corriente; afirman
justamente aquello para lo cual se necesita la prueba. «Sólo a la fe se abre el objeto de la
fe» (RBultmann, KEK II, sobre Jn 5, 6 ss). ¡El criterio para el mensaje es únicamente su
mismo contenido!
y) Emparentado formalmente con el uso joaneo de lógos, -> palabra, este testimo-
nio dado por Jesús mismo se convierte para aquéllos que lo han aceptado, y que con ello
han confirmado (sellado: Jn 3, 33) la verdad de Jesús, en testimonio de Jesús. Esto se
encuentra en primer lugar en Jn 4, 39, donde los samaritanos comprueban que su camino
hacia la fe ha empezado por el testimonio, la referencia que de Cristo les dio la mujer
después de la escena del pozo. Aquí el hecho experimentado desarrolla todavía su papel.
Pero este pensamiento es continuado de una manera típica de Juan en Jn 15, 26, donde
del Paráclito, del Espíritu, se dice que es aquél de quien Cristo da testimonio, es decir,
Cristo descubre a los ojos del mundo la verdad de Dios y la verdad sobre él mismo, lo
cual se completa inmediatamente con la frase: «también vosotros sois testigos» (v. 27). El
texto de 1 Jn 1, 2 «nosotros la vimos (écopáKapev [heorákamen]), damos testimonio
(¡xapxDpoDjXEv [martyroümen]) y os anunciamos (<mayyéllop,Ev [apangéllomen]) la vida
eterna, que estaba en el Padre y se manifestó a nosotros», y el de 1 Jn 4, 14 «nosotros lo
vimos (zsOeápeOa [tetheámetha]) y atestiguamos que el Padre envió su Hijo para salvar
(aonr\pa [sótéra] lit.: como salvador) al mundo» vienen a ser la realización de este
pensamiento, del mismo modo que 1 Jn 5, 6 sobre el testimonio del espíritu reasume Jn
15, 26. Tras el texto de 1 Jn 5, 10 «Quien cree en el Hijo de Dios tiene dentro el
testimonio» en el v. 11 se precisa que se trata del testimonio del -> conocimiento y del
mensaje de la fe: «Dios nos ha dado vida eterna, vida que está en su Hijo». Es cierto que
también aquí se ha usado la terminología del testimonio de lo experimentado, pero esta
experiencia no es la de los sentidos sino la de ser incorporado en la fe y quedar transido
de ella. No otra cosa significan aquí los vocablos griegos de «ver».
261 (papxvpía) Testimonio
6. La carta a los Hebreos se distingue de los restantes escritos del NT por el hecho de
que usa el verbo martyréo sólo en pasiva; esto lo hace principalmente en el cap. 11. El
testigo que confirma la fe de los allí mencionados es Dios mismo —oculto por el
modismo hebreo tras la voz pasiva (Heb 11, 2.4.5.39). Los hombres cuyo destino
comporta todos los signos del martirio por la fe, reciben testimonio, es decir, son
reconocidos por Dios. A esto corresponde el que estos confirmados por su constancia en
la esperanza de la fe son llamados en Heb 12, 1 «nube de testigos» para la comunidad
presente.
L. Coenen
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